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Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo ….
Tía Fiordaliso no cabía en sí de felicidad, parecía querer saltar por toda la sala de estar, se subió al sofá arrodillándose y dándome la espalda.     Movió su trasero seductoramente invitándome a ir tras ella.

—Pensé que debía recompensarte en algún modo después del maravilloso trabajo que hiciste … ¿Quieres follarme? …

Sus pestañas aletearon a mil por hora mientras lo decía.     No necesitaba mayor aliento que eso.     Toda mi ropa quedó esparcida sobre la alfombra y me estacioné con mi pija dura como el acero, justo detrás de ella.     Haciendo pasear mi polla entre sus blanquizcas nalgas.     Apreté sus apretados labios vaginales con mi glande lustroso y empujé para penetrarla.     Deslizarme dentro de su coño se sintió increíble, deslicé mis manos bajo su delantal y aferré sus duras y pesadas tetas, haciéndola arquear su espalda y afondando más mi polla dentro de ella.

—Siii, Mateo … Apriétame toda …

—Así que estás embarazada, ¿eh? …

—Así es … Embarazadísima …

Lo dijo bien fuerte, remarcando feliz y radiante la palabra.     Finalmente podía decirlo después de probar por varios años.

—Eso quiere decir que viniste aquí solo en busca de sexo, ¿verdad? … Solo quieres ser follada, ¿eh? …

—Bueno … Sí, eso es lo que quiero …

—¿Sabes que significa eso? …

—Que soy una … ¿Puta? …

—Eso es lo que eres … Una puta caliente en busca de una polla que la folle …

—Bueno … Entonces si soy una puta caliente y preñada … Fóllame … Hazlo, por favor …

No me hice repetir el ofrecimiento y hundí mi polla en su coño hermoso y apretadito con mayor fuerza, la habitación se lleno con los sonidos de mis muslos abofeteando sus firmes glúteos.

—Virgen Santísima …

—Para nada … Soy solo una puta preñada … Y por favor dámelo más fuerte y duro …

Sin duda que esa era mi intención, así que aferré sus esculturales caderas y la embestí con todas mis fuerzas, Luego la agarré del pelo y la tiré hacia atrás cada vez que le daba un golpe hacia adelante.     Tía Fior gemía de lujurioso placer y siguió suplicándome que se lo diera más fuerte.

—Más, Mateo … Dame más … Que rica que es tu polla … Dámela fuerte y duro …

Era una exquisita e increíble sensación.     Ella me quería no solo por mis espermatozoos, sino también porque le gustaba mi pija.     De hecho, había venido exclusivamente a regalarme con su coño, quería tener sexo conmigo.     Me sentí mucho más mayor y contento.     Sentí que de un momento a otro podía correrme, pero a mi edad sabía que podía repetir mis prestaciones muchas veces.

La agarré por los hombros y la tiré hacia mí, haciendo que su hermosa espalda se arqueara y su cabeza se colocara casi junto a la mía, entonces le gruñí cerquita de su oreja:

—Me voy a correr, tía … Tú ya estas embarazada, ¿verdad? … No te sucederá nada, ¿eh? …

No me contestó nada, pero su cuerpo comenzó a temblar.     La solté hacia adelante y aferré sus caderas, comenzado a follarla con todo mi ímpetu de adolescente.     Mis muslos chocaban violentamente con su trasero, le enterré mi entera polla en su coño jugoso y con un gruñido animal me descargué dentro de ella.      Tía Fiordaliso gemía sonoramente, se agarró al respaldo del sillón con sus uñas finamente pintarrajeadas, encorvadas y clavadas en la felpa del sofá.     Su cuerpo no cesaba de estremecerse, luego como una liberación lanzó un rugido de tigresa.

—Uuuurrrggghhh … Arghhh … Ummmmmm … Umpf … Aaaahhhh … Ssiii, Mateo … Ssiii, umpf … Soy … Soy tú puta embarazada … Uhmmmmmm …

—Me encanta que seas así, tía … Me follaste y quedaste embarazada … Hiciste que me corriera dentro de ti una y otra vez … Y ahora esperas un bebé …

Ella todavía no podía tomar el control completo de su cuerpo.     Se estremecía en convulsivos espasmos, gimiendo y suspirando.     Al parecer tía Fior se había corrido cuando eyaculé mi cálido semen en ella.

Estuvimos allí por un rato.     Ella de rodillas sobre el sofá y yo de pie detrás de ella con mi polla todavía entera dentro del coño de mí tía resbaladizo e hinchado.     Tía Fior dio un respiro profundo y salió de su frenesí y paroxismo de pasión y me dijo:

—Uhmmmmmm … Al parecer le has tomado gusto a eyacular en mí, ¿eh? … Te gusta dejarme llenita, ¿verdad? …

Todavía con mis manos en sus caderas, la tiré contra mi polla y se la volví a clavar hasta el fondo, dando ligeros gruñidos en respuesta.

Nos desplomamos juntos sobre el sofá, yo encima de ella.     Se sentía tan bien su culito redondito y firme presionando mis muslos.     Hubiese querido permanecer en esa posición por toda mi vida.     Me sentía feliz.     Había ayudado a la mujer más bella del mundo a cumplir su sueño, a cambio había obtenido experiencias maravillosas, relaciones sexuales increíbles.     No podía pretender ni querer nada más.     Estaba satisfecho.

Tía Fiordaliso y yo dejamos de vernos por algunos años.     Ella tuvo un hermoso bebé y las únicas veces que nos veíamos eran en reuniones de familia.     Todos estaban felices con el nuevo arribado a la familia, nadie reparó en nada.     Nuestra relación volvió a ser igual a la de antes de que iniciáramos la “Operación bebé”, tía y sobrino.     Nadie pareció notar nada de extraordinario ni extraño.

Las vueltas de la vida y el destino, a veces nos juega unas pasadas inesperadas e insólitas.     Una tragedia terrible golpeó a la familia.     Tío Jairo murió en un accidente aéreo.     Toda la familia se puso de luto, por supuesto también mi madre y yo.     Tío Jairo había sido un buen tipo y todos lo recordábamos de ese modo.

Tía Fiordaliso heredó toda la fortuna de mi tío, más un suculento seguro de vida de varios cientos de millones.     Pero al parecer ella no pensaba en el dinero en ese triste momento.     La consolé durante el funeral, la sostuve y sequé sus lágrimas.     Mamá insistió y no la dejo ir de vuelta a su casa en completa soledad.     Fue entonces que ella con toda naturalidad comenzó a acercarse a mí en busca de compañía y calidez humana.

Esta vez nos acercamos de una manera distinta.     Me sentaba en el sofá y ella se acurrucaba a mí lado.     Como una gatita desesperada que simplemente no puede soportar una vida de soledad.     Cuando yo me ausentaba terminando mi educación secundaria, ella me esperaba y corría a mi encuentro al momento de regresar a casa.     Necesitaba estar cerca de mí.

Terminé la universidad, hice mi tesis, me titulé de abogado y celebrando mi titulación en casa.    Di la noticia que ya había encontrado un trabajo a tiempo completo.     La reacción de mi tía fue inolvidable.     Dejó de cenar, cerró sus ojos y contuvo la respiración.     Tan pronto como dije que sería en la misma universidad, cerca de casa mía y casa suya; lanzó un suspiro de desahogo y sonrió.     Entonces supe que ella no quería que me fuera lejos de ella.

Seguimos frecuentándonos regularmente.     Ella visitaba nuestra casa y otras tantas yo iba a su casa.     Cenábamos juntos, salíamos a caminar juntos, compartíamos juntos en nuestras fiestas familiares.     No se como nuestra relación se convirtió en algo de estar juntos.     No había nada de oficial ni de relación carnal, simplemente disfrutábamos estar en compañía el uno del otro.     Todo evolucionaba gradualmente, como una via obligada hacia nuestra felicidad.

Me di cuenta de esto una vez especial, nos sentamos juntos en el diván con mis padres, estábamos jugando un juego de mesa.     Mientras nos divertíamos y reíamos en familia, ella me abrazó y me besó en la mejilla como si fuera la cosa más natural del mundo.     Nadie reparó en ello.     Pasaron algunos meses y ella y yo comenzamos a volvernos cada vez más íntimos, ya no solo nos abrazábamos, sino que nos besábamos como pareja.     Tampoco nuestras familias reaccionaron en algún modo negativo, a pesar de que ella era más de diez años mayor que yo.     Tía Fiordaliso era parte de la familia y todo el mundo la amaba.

Un día en que estábamos disfrutando de una cálida jornada de sol, cuando su hijo, Mauricio, vino corriendo, mamá lo perseguía a corta distancia.     Hizo una finta cubriéndose con el cuerpo de su madre y luego salió corriendo por la otra puerta y mamá chillando detrás de su sobrino-nieto, o mejor dicho su verdadero nieto.     Fiordaliso me tomó la mano y mirando la puerta por donde había escapado Mauricio y mi madre, dijo:

—Parecen felices, ¿no? …

—Así es …

—¿No crees que a tu madre le gustaría tener también una nietecita? …

La miré un tanto sorprendido.     Ella se levantó y se paró frente a mí.     Inclinándose hacia adelante se quitó graciosamente sus bragas y las lanzó en mi regazo, dándome a entender que ahora estaba totalmente desnuda debajo de su vestido.     Pestañeé y recién me di cuenta de que no habíamos vuelto a tener relaciones sexuales desde aquella vez en que vino a darme la noticia de que estaba embarazada.

Nos habíamos involucrado sentimental y románticamente sin pensar en ello.     No habíamos pensado en el sexo, hasta ahora.

—¿Quieres aquí mismo? …

Pregunté asombrado e inquieto pensando a que mamá podría volver.     Ella se ruborizó, pero asintió, me bajé los pantalones hasta mis tobillos y ella me montó ahí mismo sobre el sofá.

—Hazme el amor y no pensemos en nada …

Susurró en mi oído.     Sentí la cálida humedad de su coño cuando mi polla se sumergió en sus empapadas paredes vaginales.

—Oh, estás mojada … ¿Acaso estabas pensando en esto de antes? …

—Uhm … No sé … Tal vez, sí …

—Quieres que te deje otra vez embarazada … Lo pensaste desde hace algún tiempo, ¿eh? …

—Ehm … Tal vez, sí … Podría ser …

—Quieres volver a ser mi puta cachonda y embarazada, ¿eh? …

—Sí … Ssiii … Eso quiero …

Luego se inclinó hasta un lado de mi cara y me susurró con una voz ronquita.

—Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo …

Se echó hacia atrás y me regalo una de sus estupendas sonrisas diciéndome.

—Pero primero tenemos que intentarlo … Todas las veces que sea necesario, ¿quieres? …

Ciertamente no podía oponerme a tan poderosa razones.

El fin.

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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias.  Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!

—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? ….
Pasaron varias semanas, se completó un mes.     Luego otro mes.     Se acercaban las festividades de Fiestas Patrias, durante todo ese tiempo no había tenido noticia alguna de tía Fiordaliso.     De vez en cuando me encontraba a pensar en ella y me preguntaba si la impregnación casera había funcionado o no.     ¿Estaría ya embarazada?     ¿Lo comunicaría ella misma a la familia o lo diría primero a mí?     ¿Lo publicaría en su sitio de Facebook?     ¿O simplemente se presentaría en familia luciendo una enorme panza?

Supuse que ella no quería que yo me involucrara mas de lo necesario en la procreación de un bebé, puesto que ella quería hacer creer a su marido de que el bebé sería suyo.     Me sentí un poco frustrado al no saber nada, entonces decidí concentrarme en mis estudios, debía analizar los gobiernos en la Roma antigua, la Republica según los romanos desde el 509 a.c. hasta el 27 a.c.     Pero mis esfuerzos fueron vanos.      Mi atención volvía una y otra vez a la imagen de una pelirroja impresionante y con curvas que harían voltear la cabeza a cualquier hombre.

Recibir una llamada de esa guapa pelirroja, solo logró ponerme aún más nervioso.     Tan pronto mi celular comenzó a vibrar con una llamada ingresando de un ya conocido número, inmediatamente lo contesté:

—¿Sí? …

—Hola … ¿Mateo? …

—Sí …

—Oh … Necesito …

—Está bien … Lo haré …

—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? …

—Oh … ¿Es eso lo que necesitas? …

—No … No, tienes razón … Necesito de ti otra vez … Debemos volver a probar …

—Está bien … iré para allí …

—¿Puedes venir este sábado? …

—Bien … nos vemos el sábado …

—¡Ah! … Mateo … 

—¿Sí? …

—Me encanta que estés ansioso … Me gusta mucho sentirte entusiasta …

Colgó apresuradamente y me dejó con mis pensamientos y conflictos.     Hacía ya un tiempo que no la veía, pero la imagen de ella luciendo esa bata negra estaba fresca en mi mente, también su cuerpo tembloroso retorciéndose sobre su cama con su panocha enrojecida y excitada al máximo.     Había alabado la copiosa eyaculación de mi segunda corrida comparándola con la cantidad de esperma que produce su propio marido.     Todo eso hizo que mi cachondez aumentara sorprendentemente, recordé todo vívidamente.     Estaba claro que toda la situación no me estimulaba solamente a mí, tía Fior se había corrido como una puta en celo.     Ya no era simplemente una cosa de donación de esperma, por lo menos no para mí y pienso que tampoco para ella.

Faltaban dos días para el sábado.     Iban a ser unas cuarenta y ocho horas muy sufridas.     La pensaba constantemente.     ¿Por qué me había llamado con dos días de anticipación?   ¿Por qué no me llamo el día antes?     Igual habría estado listo y no habría tenido que sufrir dos días interminables pensando en ella.     El tiempo se ralentizó y las horas no pasaban.

Esperaba verla otra vez en toda su esplendorosa belleza.     Necesitaba ver su cuerpo escultural vestido con esa sugerente y reveladora bata.     Quizás ella se volvería a masturbar en su cama dejándome mirarla.     Ella sabía ya que si yo me calentaba podía generar mucho más semen y, para sus propósitos, era justo lo que se necesitaba.

Finalmente llegó el sábado, pero hubo un contratiempo.     Debido a un accidente en la ferrovía, el personal del metrotrén estaba en huelga y los servicios de trenes habían sido reemplazados por buses de acercamiento.     Eran ya las catorce horas cuando el bus salió de la estación.     Una hora después descendí en la estación.     Todo el tiempo me fui pensando en tía Fiordaliso.     Ella me esperaba en su auto, esta vez no había bata ni vestido adherente, ella estaba vestida con un blazer acolchado que la cubría hasta las rodillas, seguramente porque la jornada estaba muy fría.

—Ya tengo todo preparado para esta noche …

Me dijo luego de un escueto saludo.

—Uhm … Está bien …

—Sí … tú madre sabe que te quedarás aquí y mi marido está en Uruguay por negocios … regresará la próxima semana … tendremos mucho más tiempo tú y yo …

—Bueno …

—No te llamé antes porque tenía que esperar a ver si la inseminación había tenido éxito … bueno, no lo tuvo … después necesitaba que repitiéramos todo de nuevo, pero para eso tenía que hacer coincidir mi ovulación con un viaje de tu tío y hacerlo que me follara antes de irse … eso sucedió ayer y hoy estoy lista para que probemos una vez más la impregnación casera …

Ella continuaba con su perorata y yo la escuchaba sentado en el asiento del pasajero.     Honestamente no le prestaba ninguna atención, mi mente divagaba en las imágenes de ella desnuda.     Su voz sonaba muy diferente a los grititos y chillidos que daba mientras se follaba con el vibrador, era un delicioso recuerdo estampado en mi cerebro y esperaba volver a verla en ese estado de calentura muy luego otra vez.

Tía estacionó el auto directamente en la cochera y descendimos para ingresar a la casa.

—Entra … Entra … Que hace frio …

Me dijo mientras me acompañaba al ingreso.     La escuché cerrar la puerta detrás de nosotros.     Me quité la parka, la casa estaba temperada.     Luego me volteé para dirigirme al baño, pero ella me detuvo:

—No … No … No vayas para allá … solo quítate los zapatos y entrégame tu camisa …

—Oh … está bien …

Hice tal como me había pedido, preguntándome que es lo que estaba tramando.     Me quedé allí en el pasillo de pie vestido únicamente con mis jeans, tía Fior me dio una apreciativa mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, me regalo su maravillosa sonrisa después de una exploratoria ojeada a mis pectorales y abdominales.     Luego habló:

—Uhm … Estás en forma … Qué bien … Ehm … Ya sabemos que eyaculas mucho cuando te excitas … Y si te excitas puedes correrte más de una vez … Por cierto, eso me gusta mucho … Ahora bien …

Dio un paso hacia mí, todavía vestida con su blazer, me sonrió astutamente.

—Esta noche haré todo lo posible para excitarte al máximo … Me aseguraré de que funcione esta vez … Para eso he planeado ponerte tan cachondo que me llenarás el receptáculo dos veces … ¿Crees que puedes lograr eso? … ¿Eh? …

Mientras me preguntaba eso, su mano recorría mi pecho desnudo.     Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.     Podía sentir sus finas uñas arañando suavemente mi piel alrededor de mis tetillas.

—Ehm, sí … Creo que sí … Por supuesto que sí …

Dije en una voz repentinamente enronquecida.     Al parecer esta era la primera señal de que su plan estaba funcionando.     No podía esperar para volver a disparar mis jugos en esa taza con tapa a rosquilla.     Y con suerte, verla otra vez estremeciéndose y revolcándose sobre su edredón floreado mientras follaba su coño con un vibrador.     Con la misma sonrisa retorcida ella se alejó unos pasos de mí y se quitó el blazer para revelar lo que llevaba abajo.     Mi corazón se apresuró a latir velozmente cuando vi la misma prenda negra y trasparente, acompañada por medias negras autoadherentes y nada más, no había bragas ni sujetador.     Sus tetas bamboleaban libres y los labios de su coño escondían el agujero caliente hacia el paraíso.     Los pequeños pezones apuntaban directamente hacia mí y no pude quitar mis ojos de esas areolas perfectamente redondas y ligeramente rosadas.

—Te gusta esto, ¿verdad? …

Dijo en un arrullado susurro.

—Sí, tía …

Se volteó para hacerme ver sus firmes nalgas blanquecinas con la marca de su bikini y el resto de su espalda, caderas y piernas esculturalmente torneadas.     Cuando dejó de girar, se encaminó hacia las escaleras, haciéndome señas para que la siguiera al piso superior.

—No te acerques tanto para que puedas ver bien mi culo y mi panocha entre mis piernas … Quiero que me mires mucho y te calientes al máximo …

Hice tal como ella me dijo, me quedé un par de pasos detrás de ella.     Su trasero se veía formidable con ese atuendo sexy que alcanzaba a cubrir a mala pena la redondez de sus glúteos maravillosamente redonditos y duritos que se movían al ritmo que ella subía las escaleras, a cada paso una nalgas se alargaba y la otra se encogía, la harmonía del universo estaba plasmado en el culo de mi tía.    Intenté mirar entre sus piernas, solo que no había espacio suficiente para poder ver su panocha en todo su esplendor, pero el espectacular culo de ella colmaba todos mis deseos.

La seguí escaleras arriba y entramos en su habitación.     Otra vez había decorado su cuarto para crear una atmosfera agradable.     Las velas encendidas daban un erotizante aroma que me hacía recordar de la vez pasada cuando ella se retorcía y revolcaba sobre su cama.     La tenue luz era la apropiada, no era necesario encender las luces eléctricas.     Tía Fior puso una suave música de saxofón que completaba el ambiente cachondo que ella quería imprimir en la escena que estaba por desarrollarse.

Tía Fior comenzó a danzar para mí en forma seductora, haciendo que mi corazón se agitara y latiera con más fuerza.     Sus brazos acariciaban sus flancos y sus pesados pechos.     Haciéndome desear de ser yo quien acariciara cada centímetro de su tersa piel alhajada con diminutas gemas de Berilo dorado marrón, las preciosas pecas que embellecían todo su cuerpo.     Lentamente sus manos descendieron a la convergencia de sus piernas, acariciándolas con los ojos cerrados.     No podía apartar mis ojos de ella.     Se veía increíblemente sexy.     Su cabello rojo cobrizo que parecía encendido en llamas de lujuria a veces caía a cubrir parte de sus tetas y parcialmente su rostro cachondo.     Su manto de piel pálida parecía despedir chispas y centellas a través de la bata trasparente.

Serenamente comencé a acariciar mi polla por sobre la tela de mis jeans.      Lo único que quería era quitármelos, pero mí tía siguió bailando durante un largo rato.      Cuando ella se acercó a mí me quedé paralizado, se sentó a horcajadas en mi regazo colocando sus tetas a centímetros de mi nariz.     Casi se me corta la respiración y mi corazón latió desbocado viendo como se cimbraban en un movimiento perpetuo y cautivador sus senos prominentes y pesados,     Cuando se levantó mi pene estaba tan duro que me sentí incómodo.

—Ven a mí …

Me susurró haciéndome señas con su dedito índice.     Me levanté de un salto, pero ella me detuvo en seco.     Me miró con sus ojitos de gata y dijo:

—No te apresures … Sigue mi plan … Esto es solo la primera parte …

—¿Y ahora qué?

—No te preocupes por eso … Déjalo todo a mí … Yo me encargaré de ti … ¿Vale? …

Estiró sus manitas y las puso en la pretina de mis jeans, luego lentamente desabrochó el botón, comenzando a hacer descender la cremallera, para luego bajármelos a mitad de mis muslos, metió sus manos entre mis piernas y acarició mis bolas por sobre mis boxers.     Arañaba suavemente la delgada tela dibujando y sintiendo mi escroto.     Esto me estaba pareciendo una tortura china.

Cuando finalmente bajó mis boxers, mi polla saltó hacia la libertad como un resorte.     Di un suspiro de alivio y mi tía sonrió al verlo blandir el aire como un garrote de un cavernícola.

—Uhmmm … Así está bien … Así es como me gusta …

—Me estás torturando, tía …

—Quizás … Pero continuaré lento hasta que estés listo … Confía en mí … De este modo se acumulará más y luego me darás más … Que es exactamente lo que quiero …

—Umpf … Ooohhhhhh …

Gemí algo frustrado y acalorado.     Pero entendiendo lo que me estaba haciendo.     Probablemente, llegado el momento, mi orgasmo iba a ser muy potente y copioso.     Solo que el ritmo de todo me parecía demasiado lento.     Ella se subió a la cama. Eligió uno de sus vibradores y se recostó mientras me decía:

—Si quieres puedes tocarte … Pero hazlo lentamente …

—Ummm, bueno …

Me estaba poniendo cada vez más caliente al ver a mi tía jugar consigo misma.     Volvió a mi mente la visión de su hermoso e inquietante figura contorsionándose sobre el lecho.     Sus sonidos.     Quería correrme ahora ya.     La sensación era tan intensa que tuve que soltar mi pene para evitar de explotar en ese mismo instante.

—Oh … ¿Qué te sucede? … Tienes problemas, ¿verdad? … Déjame ayudarte …

Dijo tía Fior reptando sobre la cama hacia mí, todavía boca arriba.     Cuando llegó al borde de la cama, apretó el vibrador entre sus piernas, estiró su mano libre y me tocó.

—Uhmmmmmm …

Gemí temblando, su mano se posó entre mis muslos y luego la deslizó hacia arriba hasta tocar la bolsita de mi escroto que contenían mis pelotas en completa ebullición y dijo.

—Ummmmmm … Esta muy caliente aquí … Parecen muy pesaditas y llenitas …

Ahuecó su mano y envolvió suavemente mis cojones, me hizo cosquillitas con sus bien cuidadas uñas, haciendo que mi polla se sacudiera y que gotitas perladas aparecieran en mi meato, su mano estaba surtiendo una abrasadora reacción sobre mi verga.

Luego inesperadamente su mano fue más arriba y tocó el tronco endurecido de mi miembro, con dos deditos arremangó mi prepucio antes de rodear toda mi polla con su mano y estrujarla, gotas de pre-semen cayeron sobre su muñeca, lo que la hizo reaccionar y se enderezó acercando su carita angelical a centímetros de mi polla.

—Uuuhhhhhh … Esto está listo a explotar …

Dijo moviendo su mano suave y lentamente hacia arriba y hacia abajo.     Se sentó sobre sus talones, arrodillada frente a mí.     Extrajo el grueso consolador de la canasta, lo apoyó bajo su ingle y se empaló en él.

—Ay … Ummmmmm … Aaaahhhhhh …

Gimió con los ojos cerrados y la boca abierta sicalípticamente aguantando un ahogado grito mientras el enorme falo de plástica penetraba sus ardientes carnes.     Estiró sus manos y volvió a aferrar mi polla dura como palo, comenzando a jalarla lentamente mientras follaba el grueso consolador moviendo sus caderas sinuosamente.

—Uuuhhhhhh … Uuumm … Mmmm …

Siguió gimiendo mientras rotaba sus caderas y saltaba con el enorme consolador afondado profundamente en su coño.     Abrí mis ojos y al mirar hacia abajo el espectáculo fue increíble.     Cómo fondo estaba el hermoso rostro de tía Fiordaliso, a la misma altura de mi polla palpitante.     Nunca pensé en presenciar algo así.     Ella todavía parecía sonreír, pero su cachondez era notable.     Pude ver que ella prácticamente estaba con sus glúteos sobre el edredón, por lo que deduje que el enorme consolador estaba incrustado profundamente en su chocho, ella movía sus caderas en vaivén casi desenfrenado, estaba perdiendo el control de sí misma.     Sus muslos tiritaron y su cuerpo se estremeció.

—Aaaahhhh … Umpf … Umpf … Hmmmmmm … ¡Qué rico! … Me estoy corriendo … Ya vendrá tu turno, Mateo … No desesperes …  

Frustrado me mordí los labios, ella se sonrió y siguió magreando mi polla hacia arriba y hacia abajo, pero muy lentamente para evitar que me corriera.     Hubiese querido tomar mi polla ahora mismo y desparramar mi esperma por toda su carita angelical en venganza por el sufrimiento que me estaba haciendo padecer, pero no lo hice en espera de mi recompensa y alivio.

—Mmm … Parece que no estás contento con mi trabajo, ¿eh? …

—Urgh …

—¿Acaso no te gusta la sensación de mis suaves manos en tu polla dura, palpitante y goteante? …

—Urgh … Por favor, tía …

—Te haré que te corras, pero no todavía … Te mantendré al límite … De esa manera me darás mucho más …

—Urgh …

Me volví a quejar en frustración.     Me estaba haciendo enloquecer.     Lo único que quería ahora era correrme, mi vista se había hecho poco clara.     Todo lo que veía era el cuerpo delicioso de mi tía frente a mí, con las rodillas separadas y sus nalgas restregándose contra el edredón y el consolador perdido en el fondo de su panocha que, hacia tiritar sus nalgas y sus piernas, mientras ella chillaba su lujurioso orgasmo.     ¡Oh, Dios!  ¡Iba a enloquecer si no me corría rápidamente!     Una vez que terminaron los chillidos provocados por su orgasmo, ella terminó con su cabeza casi entre mis piernas, mi polla estaba sobre sus rojizos cabellos y ella comenzó a tirar de mis muslos para hacerme subir a su cama.

El calvario no había terminado aún.     Abrí los ojos justo en el momento que mí tía Fiordaliso había enderezado su cabeza frente a mí.     Y alucinado, vi como su suave lengua salía de su boca y acariciaba la punta goteante de mi hinchado glande, la parte más sensible de mi cuerpo.

—¡Oh, Dios mío! …

Grité desesperado.

—No exageres … Soy solo tu tía …

Me corrigió, interrumpiendo su lamida por un segundo.     Los veloces movimientos de su lengua eran hacia arriba y hacia abajo, a veces intentado de enrollar mi glande con ella.     La sensación de roce cambió a ser algo húmedo, cuando me fijé mi polla había desaparecido completamente en su boca.

—¡Carajo, tía! … ¡Umpf! … Eres realmente … Umh … Fabulosa … Ummmmmm …

—Slurp … Chup-chup … Umpf …

—¡Jesús Santísimo, mujer! … Me vas a volver loco …

Tenía la boca llena de polla, pero todavía se podía vislumbrar en su rostro una sonrisa feliz y cachonda.     No sabía que hacer ni que decir, no estaba preparado para esto.

—Oh, Dios … Me estás realmente chupando la polla, tía … No puedo creerlo … Debo estar soñando …

—No, querido … lo que estás sintiendo es la boca de una mujer cachonda chupando tu exquisita polla … ¿Quieres que te lo chupe un rato más? …

—Hmmmmmm … S-siii, tía … Hazlo por favor … Aaahhhhhh …

Ella siguió adelante impávida tragándose mi polla por entero y jalándome suavemente con una mano.     Me chupaba la punta con rápidas lamidas y luego volvía a devorarlo hasta tocar mis vellos púbicos con sus labios pintarrajeados de un intenso rojo.     Era una magnifica mamada.     Mi primera mamada y me la estaba dando mi hermosa tía.     Estaba al borde de mi clímax, pero ella era tan hábil que sabía con certeza como manejar mi polla y me estimulaba hasta llevarme en alto hasta tocar el cielo, luego apretaba mi polla y esperaba que esas sensaciones demenciales fenecieran por si solas.     Enseguida comenzaba todo de nuevo, sin darme la liberación que me hacía agonizar.

—Aaahhhhhh … Aahhhhh … Por favor, tía … No aguanto más …

Comencé a gemir en un plañido de frustración, me estaba desesperando y necesitaba esa liberación rápidamente.     Quería rogarle y mendigar para que me dejara correrme, pero ella continuaba jugando hábilmente con mi pene.

Repentinamente se detuvo.     Se giró y buscó en su cesta el vibrador rojo y negro, lo encendió y este solo ronroneó por unos breves instantes y volvió a quedar silente.     Ella también quería volver a correrse.     Miró mi cara de desesperación, volvió a acomodarse sobre la cama.     Sus ojos echaban chispas y su voz sonó ronca, cuando me dijo:

—Creo que ahora estás listo …

Me sentí eufórico, finalmente era mi turno.     Me quedé quieto esperando su próximo movimiento.     Ella puso sus manos sobre mi polla y me acomodó entre sus piernas, luego acarició mis muslos y mí abdomen.     Estaba sintiendo el característico cosquilleo en mis bolas y mi glande, estaba por explotar.     Por fin mi liberación estaba pronta.     Me dolía mi polla y continuos escalofríos recorrían mi espalda como pequeñas descargas eléctricas.     Tía Fiordaliso continuó a acariciar mi pija suavemente.

—Hazme saber cuando estés pronto a correrte …

Dijo recordándome mi deber.

—Umpf … S-ssiii …

Gruñí en una súplica.     Y yo sabía que no me faltaba mucho.     Muy dentro de mis bolas se estaba formando una ola grande como un tsunami, estaba creciendo y aumentando su potencia en manera implacable.

—Estoy cerca, tía … Muy cerca …

—No te muevas …

Me dijo mí tía, después en un rápido movimiento levantó sus piernas y poniéndolas por mis caderas, las colocó alrededor de mi espalda.     Sus talones estaban presionando mi trasero empujándome hacia ella.     Comenzó a sacudir mi polla frenéticamente y vi que ya no podía aguantar un segundo más.     Desesperado grité.

—¡La taza, tía! …  ¡Pásame la taza? … ¿Dónde está la taza? …

—Aquí … Esta aquí …

Dijo tironeando mi polla y dirigiéndola a su húmedo orificio.     Sus talones espolonearon mis nalgas y me empujaron encina de ella.     Su diminuto coño resbaladizo aprisionó mi polla y comenzó a retorcer mi verga con poderosos apretones de sus músculos vaginales.     Ella había metido mi polla en lo profundo de su panocha empapada.     Tía Fiordaliso me miró mientras esto sucedía.     Su expresión era de férrea determinación.     Mientras estaba estrujando mi polla con su coño estrecho, dijo casi en un susurro.

—Ésta es tú taza ahora … Llénala … Lléname con tus cosas …

Me sentí desconcertado, no tuve tiempo para reaccionar ni menos protestar.     El aluvión había comenzado.     Incluso si hubiese tenido fuerza de voluntad suficiente, la lujuria me sobre pasaba y de seguro no hubiese querido detenerme.     Sentí que mis jugos salían en densos y poderosos chorros haciéndome gruñir y gemir fuerte.     Tía Fiordaliso me hacía correrme dentro de ella.

—Urrrggghhh … Umpf … Umpf … Aaahhh … Umpf …

—Sí, Mateo … Córrete en mi … Córrete en lo profundo de tu tía … Lléname con tu semilla … Hazme un lindo bebé, cariño …

Mi cuerpo estaba convulsionando con espasmos a cada potente chorro que salía disparado de mi pija, mientras seguía bombeando el estrecho coño de mi tía, sentí como que se me acalambraban los pies.     Sus piernas me mantenían con fuerza pegado a su monte de venus.     Nuestras pelvis se restregaban la una con la otra y el semen continuaba a fluir de mi pene a la vagina caliente de mi tía.     Me caí encima de ella con mi polla palpitando dentro de ella.

Tía Fior también me había rodeado con sus brazos y se aferraba con fuerza a mi cuerpo como si nunca más quisiera separarse de mí.     Su voz había pasado a un susurro ronco y grave.

—Sí, Mateo … Llena mi útero … Lléname con tu semilla … Haz mi bebé … Haz como los griegos … Fecúndame …

Mis caderas chocaban al mismo ritmo de las de ella, empujando cada vez más profundo dentro de su coño.     Como si mi orgasmo no tuviera fin.     Su coño se rebalsaba con mi semen.

—Oh, Fior … Uhmmmmmm … Ooohhhhhh … ¡Carajo! …

—Sí, querido … Sigue corriéndote en mí … Todo … Dame todo dentro …

Me parecía haber perdido el sentido de mis piernas, no tenía un control de ellas.     Me había deslizado más hacia adelante y más encima de mí tía, estaba chocando con su ingle y su estrecho chocho había aprisionado mi entera polla.     Comenzaba a sentir el delicioso cuerpo de tía Fiordaliso debajo de mí.     Mis pectorales comenzaban a aplastar sus exuberantes pechos y sentí la dureza de sus pezones en mi piel.     Sentí sus dedos recorriendo mis cabellos y apreté mis músculos para vaciar algunas gotas más de esperma profundamente en ella.     La escuché susurrar cerca de mi oído:

—Qué buen sobrino que eres …

—Uhhmmrrggg …

Gruñí feliz en su oído.     Nunca en mi corta vida me había sentido más hombre que ahora.     Mi cabeza todavía giraba.     Me quedé sin aliento y me relajé un poco encima de ella, pero mi centro de gravedad estaba concentrado en mi polla que estaba incrustada profundamente en la conchita de tía Fiordaliso.     Todavía dudaba de que esto estuviese realmente sucediendo.     Mantuve mis ojos cerrados disfrutando de la exquisita sensación de estar dentro de su cuerpo cálido y suave.     Ella mantenía sus piernas firmemente alrededor de mí y empujaba suavemente su pelvis contra la mía como para incitarme a descargar todo dentro de ella.

No sé cuanto tiempo nos mantuvimos estrechamente atados el uno al otro.     Luego relajó sus piernas y yo me derrumbé a su costado.     Nos quedamos ambos boca arriba por un poco, tratando de recuperar nuestra respiración.     Fue entonces cuando ella inició a acariciar suavemente mi pecho con sus delicados dedos, deslizándose hacia abajo sobre mis abdominales, mi vientre y luego más abajo.

Mi polla había perdido algo del vigor inicial, pero sus caricias hicieron la magia de volverlo duro como una roca.     Luego se inclinó y se lo llevó nuevamente a su boca tibia y mojada.     Enseguida me montó a horcajadas y se empaló suavemente en mi erguido ariete.     Con una blanquísima sonrisa, me miró y dijo gozosa.

—Esa fue la parte dos …

—¿Parte dos? …

—Sí … Porque no he terminado contigo … Tu madre ya sabe que no volverás a casa esta noche … haré que me folles una y otra vez durante toda la noche …

Tía Fior comenzó a moverse rotando sus caderas, podía sentir mi polla tocando profundamente el interior resbaladizo de su panocha.     Me deslizaba sin esfuerzo dentro y fuera de su coño empapado, aún cuándo su conchita me apretaba como un estrecho guante.     Se apoyó en mi pecho con sus manos y siguió dando suaves saltitos sobre mi polla, mientras gemía y chillaba susurrándome diferentes cosas.

—Uhmmmmmm … Que rico que estés aquí conmigo … Lo haremos una y otra vez … Y muchas veces más …

—Oohhmmmmmm … Umpf …

Levanté mis manos para alcanzar sus pesadas tetas, las sostuve apretándolas suavemente juntándolas la una con la otra, luego tomé en forma individual cada una de ellas, la amasé, la sobajeé, la apreté tratando de urgir su pezón hacia adelante, su areola pareció expandirse.     Tía Fiordaliso siguió montando mi polla hasta correrse temblando y gimiendo de placer, pero no se detuvo hasta que hizo explotar mi polla dentro de su chocho otra vez.     Me sentí feliz.     Se sintió maravilloso.

—Eso, Mateo … Córrete dentro de mi útero fértil … Dame toda tu carga tibia y jugosa …

—Hhmmmmmm …

—Me gusta más este método casero, ¿no crees? …

—Ummmmmm … S-siii …

Tía Fiordaliso no me dejó en paz en toda la noche; incluso temprano el domingo lo hicimos varias veces.     Lo hicimos como lo hacen los amantes.     Dormíamos un rato y luego nos despertábamos para tener relaciones sexuales.     Comimos algo y luego teníamos relaciones sexuales.     Nos duchamos juntos y luego … Bueno, ya entienden lo que hicimos.

Follamos en el dormitorio, en el baño, en la cocina, en la sala de estar.   Ella me mamaba y yo la chupaba.     Ella me enseño cosas que yo había visto solo en videos y me dejó hacer prácticamente cualquier cosa depravada sobre ella.     Cada vez que me acercaba al orgasmo, ella se aseguraba de tener mi polla profundamente en su coño para recibir mi carga completa dentro de ella.

Cuando finalmente me dejó ir el domingo por la tarde, me sentía agotado.     Tenía dolores en todas partes y me costaba moverme, todos los músculos de mi cuerpo estaban sin energía.     Aún así, me pareció que era un tipo de cansancio bueno, que no me importaba sufrir.     Durante todo el viaje de regreso a casa no pude quitar la sonrisa de mi rostro.     Mi huesito pélvico me dolió por muchos días y cada vez que sentía ese dolor, no podía evitar de sonreír.

Después de esa vez, no supe más nada de ella.     Pasaron un par de meses y mamá tuvo que hospitalizarse para una intervención quirúrgica, me encontraba solo en casa por algunos días.     Seguía pensando en tía Fiordaliso y mi última experiencia con ella.     La forma en que me había excitado.     La forma en que había hecho que me corriera tantas veces.     No había manera de quitármela de la mente, estaba allí en todo momento.

No había nadie como ella.     Las chicas del colegio ya no me interesaban, tampoco me parecían tan atractivas como tía Fior.     No tenía ganas de salir con ninguna de ellas.     Solo pensaba en volver a follar con mí tía una vez más.     Fantaseaba con ella todo el tiempo, en la ducha, en sala de clases, en la calle, en el parque.     No importaba lo que estuviera haciendo, no podía dejar de pensar en su piel blanca y cremosa, sus pechos carnosos llenos de pecas, sus cabellos cobrizos, su culo redondo y firme.     Era una terrible e insoportable agonía.

Tampoco quería recurrir al autoerotismo, me negaba a autosatisfacerme.     Pensaba a ella que podía en cualquier momento volver a necesitar de mí.     Tenía que guardarme para ella.     Ahorrar mi semen para ella.     Pasé muchas noches despierto y con deseos de masturbarme, pero me obligaba a no hacerlo, para conservarme para ella.     Era muy frustrante no recibir su llamada.     Era una espera insufrible e interminable.

El día antes de que mamá fuera dada de alta, volví a casa del hospital.     Entré en casa e inmediatamente llegó a mis narices un olor a cocina.     Era todo muy extraño porque no había nadie más que yo para cocinar.     Sin embargo, el olor a pastel de choclo y humitas llenaba todo el ambiente.

—¿Quién está ahí? …

Pregunté desorientado.

—Hey … Aquí … Soy yo …

Era la inconfundible voz de tía Fiordaliso que llegaba desde la cocina.     La visión de mi tía cocinando fue algo digno de observar, llevaba un delantal, nada más que un delantal y nada más.     Sus maravillosos glúteos estaban totalmente expuestos en la parte trasera.

—¿Tienes hambre? …

—A-ha … Me comería un elefante …

—Qué bien …

Me pidió que me sentara y luego me sirvió un pocillo de greda con pastel de choclo.     Mi corazón latía con fuerza al ver los rápidos movimientos de mi tía con su cuerpo parcialmente desnudo.

—¿Notas algo diferente? …

Me preguntó en modo casual.

—El hecho de que estés aquí es ya algo diferente …

Dije mientras enterraba el tenedor en la costra dulzona del pastel.

—¿Cuándo dan de alta a tu madre? …

—Mañana después de mediodía …

Alcancé a decir viéndola que se metía debajo de la mesa y entre mis piernas.     No se demoró nada en desabrochar mis pantalones y encontrar lo que andaba buscando.     Suspiré profundamente cuando sentí su cálida boca en mi pene nuevamente; había pasado demasiado tiempo.

Sentir la boca de tía Fior chupándome la polla era increíble.     La situación me parecía tan irreal que pensé que me despertaría de un momento a otro.     Sin embargo, la sensación se mantuvo en el tiempo y finalmente era lo único que me importaba.     Dejé de comer y disfrute la boca de mí tía mientras me lamía y chupaba.     Succionó mi glande como una Pro, se trago toda mi polla varias veces hasta hacerla chocar con su garganta.     Me preparé para correrme muy pronto.

—Hmmmmm, tía … Ya viene … Siento que me voy a correr …

Entonces sucedió algo increíble, tía Fior no se detuvo.     Ella siguió chupándome aún con más ardor, no quería soltar mi pene, lamía y succionaba desenfrenadamente y su cabeza se movía más rápido sobre mi regazo.

—Slurp … Slurp … Gñam-gñam … Muak … Ummmmmm …

Tía Fior no dejaba de lamer, engullir y besar mi polla fogosamente y me resultaba cada vez más difícil contener mi carga.

—Ohhhh, tía … Ummm, tía … Mmmm … Umpf … Ya viene … Umpf …

—Muak-muak … Gñam-gñam … Slurp … Que rico …

—Tía … Lo digo en serio … No resisto más … Ummmmmm …

Tía Fiordaliso parecía no escucharme.     Me chupaba ansiosa y con mayor ahínco, concentrando su lengua sobre mi glande.     Parecía decidida a no detenerse.     Yo quería conservarme para su propósito y a ella parecía no importarle.      Me estaba confundiendo y no había más tiempo para pensar.     Mis piernas se estiraron y se pusieron tiesas, si seguía así ya no podría aguantar.     Traté de levantarme para escapar, pero ella me aferró con inusitada fuerza y me mantuvo sentado a la silla.

—Oooohhhh … Aaaahhhh … Tía, no … Hmmmmmm … Oh, no …

Sentí un torrente de esperma corriendo desde las profundidades de mis entrañas.     Un grueso chorro de semen salió disparado de mi polla.

—Vengo … Uuuuhhhh … Ummmmmm … Aaahhh … Umpf … Umpf … Tía, me corrooo …

Sus labios se cerraron alrededor de mi polla que se sacudía y disparaba densos chorros de semen directamente en su boca.     Al no haber tenido ningún orgasmo por mucho tiempo, me corrí con tal fuerza que me giraba la cabeza, me vino una especie de vértigo.     Agarré la cabeza de tía Fiordaliso y enterré mi polla en lo profundo de su garganta, ella nunca hizo un amago de retirarse, siguió chupando y tragando toda mi semilla.     Cuando finalmente deje de estremecerme y solté su cabeza, ella se sentó en sus talones y me miró sonriente.

—Qué tal, ¿eh? … No te esperabas esto, ¿verdad? …

—Ehm … No … Por … ¿Por qué? …

Se levantó de debajo de la mesa y me arrastro con los pantalones abajo hacia la sala de estar.     La seguí tratando de no tropezar con mis pantalones y nos dejamos caer en el amplio diván.

—¿Porqué … qué? …

—¿Por qué te tragaste mi semen? …

Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba radiante, sus ojos iluminaban todo mi horizonte.

—Porque ya no lo necesito en mi coño, Mateo … ¡Estoy embarazada! …

(Continuará …)

Algunas de mis aventuras con mi cuñada y su tía. De hecho, esto no me ocurrió a mí, sino a un amigo cercano..
Hago la aclaración, por si las dudas. Enseguida, en la voz del protagonista se desarrolla la historia.

A ambas las conocí cuando inicié de novio con mi actual esposa. Primero vi a la tía, un par de años mayor que yo y me atrajo tremendamente su belleza: un cuerpo deseable para las manos de cualquier hombre, tanto sus chiches como sus nalgas; una cara que incitaba a besarla y a acariciarla; gestos de seductora y sonrisa incitante. Ella se prestaba de tapadera para las reuniones nocturnas que tuve con mi novia, quien en su casa decía que dormiría en casa de su tía. A la hermana, cinco años menor que mi esposa, desde sus 16 años se mostró coqueta conmigo, principalmente con los besos de saludo o despedida, a veces con abrazos presionando sus pequeñas tetas contra mi pecho, o fricciones de culo en mi regazo al pasar por algún lugar estrecho donde estaba yo, en lugar de hacerlo por otro que requería pocos pasos más. “Permiso”, decía antes de pasar y sonreía al pasar y sentir cómo me crecía el pene con el tallón de sus nalgas, con un “Gracias” concluía su tránsito.

Los años pasaron, mi cuñada se casó y se puso muy buena de las nalgas. Ya no me las repegaba, pero sonreía con la misa gracia cuando me descubría mirándoselas mientras crecía la protuberancia en mi pantalón. También, cuando se retiraba se cotoneaba dejándome con la boca abierta, a punto de caérseme la baba, y con una montaña en el pantalón que terminaba en un húmedo punto del presemen que destilaban mis ganas por ella. La tía también nos frecuentaba, pero era más discreta, salvo cuando traía escote en el pecho y se agachaba con cualquier pretexto para mostrarme el canalito mientras me miraba con una sonrisa que le daba un aire de pregunta “¿Quieres…?”  Yo quedaba con la vista fija en sus tetotas, conteniendo mis ganas de meter mi mano entre sus ropas.

Mi cuñada vivía en Toluca, una ciudad próxima a la CDMX y también allá vivían las tías de mi mujer. En la semana navideña nos hospedaron en un pequeño hotel que tenían las tías, donde ellas, además de administrarlo, también vivían allí. Una tarde mi esposa se fue con su hermana de compras y regresarían muy noche. Yo me quedé acostado viendo la televisión y fue la tía a mi cuarto, a llevarme un café. Se quedó viendo el programa que yo veía y se sentó en la cama. Se acomodó  un poco  y al subir bien las piernas    la falda dejó al descubierto sus torneadas piernas, pero no se las cubrió. Me comencé a excitar y se notó claramente mi protuberancia.

–¡Ay, qué pena, ya vine a inquietarte! –exclamó volteando a ver descaradamente mi erección y se cubrió las piernas.

–Así estabas muy bien –acepté, acercándome a ella para subirle otra vez la falda–. Es más, así estás mejor –dije levantando más la falda hasta llegas al triángulo que mostraba la tanga y de la que sobresalían los vellos del pubis.

–¡No la subas tanto! Me da vergüenza que veas que no me he cortado el pelo de allí –reclamó, pero si    intentar cubrirse.

–Al contrario, se ven muy bonitos –le dije metiendo mi mano en el pelambre  y acerqué mi boca a la suya para besarla.

Al principio se quedó quieta, pero correspondió al beso en cuanto mis dedos recorrieron su clítoris. Su mano fue a mi regazo para acariciar mi pene sobre el pantalón. Nuestras lenguas siguieron enroscándose y me bajó el cierre para meter su mano en la bragueta, liberando mi miembro, el cual jaló, sacando el presemen. Yo ya tenía dos dedos dentro de su vagina y se montó en mí. Hizo a un lado la tanga y se metió mi verga para cabalgar con frenesí.

–¡Qué rica la tienes! ¡Está deliciosa! –gritaba ella y yo le saqué las chiches por encima del escote de la blusa–. ¡Hacía tanto que no me cogían así! –gritaba entre los espasmos orgásmicos –¡Vente en mí, lléname de tu semen! –exigía, y, sin poder contenerme, me vacié dentro de ella…–. ¡Qué calor tan delicioso! –exclamó antes de caer llorando sobre mi pecho.

Acaricié sus pezones, sobresalientes de sus grandes aureolas y se fue calmando. Se levantó, acomodándose la ropa y observó mi pene flácido, lleno de nuestras excreciones. Volvió a subirse a la cama para limpiarlo cin su boca.

–Esto no se va a quedar así. Tenemos que hacerlo bien –aseguró jalándome los huevos, Se volvió a levantar y se fue.

Me quedé dormido con la verga al aire, hasta que tocaron a mi puerta. “Adelante”, dije después que rápidamente me acomodé el pantalón. Era la otra tía, quien me avisaba que la cena estaba lista. Olfateó un poco y fue directamente a la ventana para abrirla. Era evidente que el cuarto olía a sexo.

–Ni el café pudiste tomar –indicó al tomar la taza. Me miró con una sonrisa y vaticinó –la próxima vez yo te traeré el café…

No tardaron mucho en llegar mi esposa y su hermana, justo cuando comenzamos a cenar. Al terminar los alimentos, mi esposa me pidió que llevara su hermana a su casa porque ella estaba cansada y no quería manejar.

En el trayecto, mi cuñada me preguntó si había extrañado a mi mujer “con tantas horas sin ella”, precisó.

–Sí, pero en la noche me repongo de su ausencia –señalé, dándole a entender con un gesto que me la cogería.

–¿Tan fogoso eres? –preguntó sonriendo–. ¿Podrías mostrármelo? –añadió a bocajarro sin dejar de sonreír y me acarició la cara.

Me metí al primer motel que vi. “Ya lo verás” le dije. Dentro del cuarto, mientras la encueraba dándole besos y caricias, ella hacía lo mismo.

–¡No hay condones! –exclamé después de buscarlos.

–No hay problema, menos si es niño, mi marido quiere uno –me dijo cínicamente, jalándome la verga para colocársela a la entrada de su raja. Se colgó de mi cuello y la sostuve de las nalgas, mirando en el espejo su trasero entre mis manos.

Nos besamos y ella se movió como una puta experta, teniendo entre gritos un orgasmo tras otro. Agotada, se soltó de mí para caer de espaldas en la cama. Quedé de pie, con mis manos en sus nalgas y mi verga tiesa dentro de ella. La acomodé boca abajo, le abrí las piernas y me puse a lamer  sus nalgas, el ano, el periné y me extasié tomando su abundante fujo.

Ya que se repuso se volteó y miró mi pene rígido. Abrió las piernas para recibirlo. Le di varios recorridos  y tuvo otros dos orgasmos.

–¿De verdad no temes que te embarace? –pregunté antes de venirme.

–Creo que no sería correcto, pero vente –confesó apretándome contra ella, aceptando su destino.

Al sentir que me vendría, le saqué la verga y el chorro de semen cayó en su vientre. Lo tomó en sus dedos y lo puso en su boca para saborearlo. “Gracias”, dijo sonriendo y se puso de pie para vestirse.

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Esto me pasó hace un año, yo estaba de portero en la fiesta privada de un chalet de madrid, en una garita a la entrada de la finca, y abría la puerta si me enseñaban la invitación que habían dado los dueños, y si veía su nombre en una lista que habían hecho.

Sobre las dos de la mañana, vi venir un volkswagwn beetle de los nuevos, conducido por una pelirroja de ojos negros, mirada intensa y un bronceado cobrizo que llamaba la atención, una mujer de bandera, se bajó del coche y la vi por completo, tenía un cuerpo de diosa, alta, esbelta, con unos pechos grandes y turgentes y un culito precioso, caminó hacia la entrada de la garita, y desde la reja de la puerta, me dijo que quería entrar, la pedí su nombre y la invitación pero me dijo que no tenía, y que venía a la fiesta porque su novio estaba dentro y a ella no la habían invitado, era una explicación absurda, pero como luego añadió que me compensaría el favor y yo pensé, hay mucha gente en la fiesta, y los dueños no se darán cuenta, así, que la dejé pasar, entré en la garita y pulsé el botón de apertura de la puerta, ella entró con el coche y paró a la puerta, salió y vino hacia mi, me dijo, ¿cómo un chico tan guapo está en la puerta y no entra a la fiesta?, y acto seguido me bajó la bragueta mientras me daba un beso de tornillo que hizo que mi polla se tensara y saliera por ella rápidamente, ella dijo, uhmmmm buena tranca, y empezó a pajearme suavemente a la vez que me seguía besando.

Cuando se cansó, se arrodilló ante mi y me bajó el prepucio entonces dio un beso a la punta de mi polla y luego empezó a lamer el glande como si fuera un chupa chups, mientras me miraba con ojos de viciosa, yo no me lo podía creer, un monumento de tía estaba arrodillada ante mi comiéndome el miembro en una garita de seguridad, de pronto, ella me sacó de mis reflexiones tragándose mi polla hasta el frenillo, y no contenta con eso, sacó su libidinosa lengua y empezó a lamerme la parte baja de los cojones con ella, yo ya no podía más, estaba cachondísimo y me iba a correr, entonces ella se sacó la polla de la boca e inició un mete saca con su boca que me volvió loco, cada vez que la metía, lo hacía hasta el fondo, mientras tanto, yo la agarraba de su larga y sedosa melena imprimiéndole el ritmo que yo quería, al final, me corrí en su boca, fue la mejor mamada que me habían hecho nunca, ella, tragó mi leche, se levantó y me dió un beso, se dió la velta subió al coche y siguió el camino hacia el chalet, desde ese momento, estuve toda la noche pensando en ella, me enamoré.

A las 10 de la mañana, los invitados empezaron a bajar en un desfile de mercedes, audis, jaguar y bmw, cuando de repente, vi el bettle amarillo cuya dueña me había dado tanto placer, ella también me vio en la garita, paró un momento el coche y tiró por la ventanilla una tarjeta, en ella ponía que se llamaba Verónica y su teléfono, además de una mancha en forma de carmín rojo pasión con forma de beso, desde ese momento, sólo esperé a que acabara mi turno a las 11 de la mañana para ir a casa y llamarla, necesitaba verla.

Después de llegar a casa y dormir como un tronco, me desperté a las 9 de la noche con mis calzoncillos empapados, había soñado con ella. Saqué la tarjeta del bolsillo de mi chaqueta y llamé al número que estaba escrito, al otro lado me contestó la sensual voz que había escuchado la noche anterior, me dio su dirección y quedamos para cenar esa noche en su casa, vivía en un barrio bastante elegante de Madrid, cuando llegué allí, entré al portal y el portero me indicó que cogiera el ascensor, llamé a su puerta y oí un taconeo, era ella, Vero, la que me sonreía desde el marco de la puerta, llevaba la larga melena (le llegaba hasta el culo) lisa y debajo un vestido de noche negro ajustado que dejaba entrever sus hermosas curvas y unos zapatos de tacón alto también negros, de esos que se ciñen al tobillo como con una pulsera.

Le di el ramo de flores que la llevaba, me invitó a pasar, y mientras me quitaba la chaqueta me besó en la boca, yo la atraje hacia mi, pero ella remoloneó y dijo, dejemos algo para después de la cena, pasamos al comedor, que ella había preparado de una forma muy esmerada, con velas, luz tenue, música bajita… durante la cena, sentí su mirada viciosa desnudarme y uno de sus pies, con medias de seda negra, acariciar mi bragueta mientras hablábamos de cosas triviales y nos conocíamos, quién se iba a imaginar que un guarda de seguridad como yo iba a atraer a una abogada de éxito como ella.

A la llegada del postre, unas fresas, sacó un cuenco de nata, y me preguntó si quería tomarlo en el salón o en la cama, a lo que yo respondí que donde estuviéramos más cómodos, con lo cual, nos metimos en el dormitorio, tenía una cama enorme, con el cabecero de hierro, y saliendo del mismo, una barra a cada lado que terminaba

en una bola del mismo metal, al lado, había un pequeño tocador con espejo y una banqueta, y junto al cabecero una mesilla de noche con una lamparita.

Vero empezó a mojar una fresa en el cuenco de nata y me la ofreció, yo la comí gustoso y dije, esperaba otro postre… Entonces, se me acercó y me empezó a besar mientras me empujaba hacia la cama y me iba desnudando, cuando ya estuve completamente desnudo, me dijo que quería jugar, así que la dejé hacer, abrió el cajoncito de la mesilla y sacó un par de grilletes que tenían muñequeras de cuero forradas de borreguillo y se acercó a mi sonriendo, yo me dejé hacer, me ató con ellos a los dos hierros que salían del cabecero de la cama, después se tumbó encima de mi y me susurró a la oreja, tengo un regalito para ti, se despojó del vestido, y apareció ante mi en todo su esplendor, llevaba un precioso sujetador de encaje negro con unos lacitos de color rosa en los lados de las copas, sus pechos rebosaban deliciosamente.

Debajo un tanga de hilo color negro, con un lacito rosa a cada lado de la cadera, y seguía con las medias negras y los zapatos de tacón, me hizo chuparle el pie derecho y el tacón, eso me volvió loco de deseo, se quitó el

sujetador y metió alternativamente sus dos pechos en el cuenco de nata, bañando sus pezones en la misma, y ofreciéndomelos después, mientras yo se los lamía ella me agarraba del pelo y me apretaba contra sí, después de un rato me dijo, tengo algo para ti que te va a encantar, y acto seguido se bajó de la cama, salió de la habitación, y volvió con un par de cojines del salón, me los colocó debajo de la espalda hacia el culo y yo pensé, me pone más cómodo para que la penetre, pero no, era para mi propia penetración, como luego descubrí, entonces, se empezó a bajar el tanga, vuelta de espaldas y con movimientos muy sensuales.

Después de que se lo sacara, se dio la vuelta y vi que en su entrepierna colgaba un pene de diez centímetros, y le dije, pero qué es esto, me has engañado, ella no dijo nada, pero fue hacia el cuenco de nata y metió su pene, lo sacó y me dijo, así será más gustoso y te costará menos, se subió a horcajadas en mi pecho y me lo ofreció para que lo lamiera, como yo nunca lo había hecho y más bien me repugnaba, mantuve la boca cerrada, después de unos segundos así, me dijo, si no lo chupas y ensalivas, cuando te penetre te dolerá, y ¿no queremos que pase eso verdad?, además, como ves estás atado, y lo haremos por las buenas o por las malas, después de decirle que me soltara, que no quería hacerlo, me agarró del pelo, haciendo que abriera la boca para gritar, y me metió aquel palo untado de nata hasta la garganta, yo empecé a saborearlo y me dije, pues no está tan mal, y acabé lamiéndoselo como ella lo había hecho la noche anterior en la garita.

Aquello empezó a crecer y el pene de 10 centímetros, se convirtió en un magnífico mástil de 27 centímetros y muy gordo, cuando estuvo bien ensalivado, y antes de correrse, lo sacó de mi boca, me dio un beso y me dijo, buen chico, te estás portando muy bien, entonces, me metió un dedo en la boca y me dijo que lo chupara, y que en breve me daría completamente su sorpresita, sacó el dedo de mi boca, y se acercó a mi culo, me dijo que separara las piernas y que las levantara, además de que no apretara, que si no, me dolería, y que no tenía escapatoria, entonces empezó a palpar mi esfínter con la yema del dedo que yo había chupado, sentí como daba vueltas en aquel islote de mi carne, y cómo después de notarlo rodeando, se acercó al centro, y empezó a presionarlo suavemente, al final, venció la resistencia y su dedo se enterró lentamente dentro de mi.

Era una sensación nueva, notaba su dedo haciendo círculos cada vez más grandes en mi recto, intentando dilatarme, me dijo, tienes un culito obediente, me gusta, después de un buen rato, se acercó a la mesita de noche y sacó un dildo anal rosa, estuvo jugando un rato con él en mi culo, cosa que me gustó bastante, y luego lo dejó sobre la mesita otra vez, se acercó y me dijo, ahora te voy ha hacer mi hombre, tu culito es mio, yo se lo ofrecí, y empezó a clavarme ese tronco enorme, como yo ya estaba bien dilatado y bastante excitado, entró suavemente, yo sentía aquella viga caliente como metal derretido palpitar en mis entrañas, y me gustaba, ella me dijo, se nota que tu culito era virgen, pero ahora ya es mio, ¿te gusta amor?, a lo que yo dije que sí, y ella empezó ha hacer un vaivén primero muy despacio, y luego más rápido, hasta que empezó a cabalgarme con furia, y yo sólo sentía un placer enorme, proporcionado por su miembro, que me barrenaba constantemente, al final, acabó corriéndose, mientras yo sentía su leche espesa y caliente en mi interior, una sensación que me ha marcado, entonces, me corrí, sin haberme tocado la polla en ningún momento.

Vero se echó sobre mí y me besó apasionadamente diciendo, ahora tu virginidad anal me pertenece, a lo que yo contesté, soy todo tuyo, entonces, me dijo sacando su polla, echa toda mi jefa, que todavía quiero hacer una cosa más, puso una copa debajo de mi culo y yo empecé a notar como escurría por mis nalgas su semen mientras apretaba, pero sentía un vacío enorme, no veía el momento de que volviera a empalarme con su trasto, cuando acabé de echarlo todo, cogió la copa y me la acercó a los labios diciendo, bebe esto por mi, cielo, yo abrí la boca y dejé que el contenido de la copa fuera llenando mi boca, era una leche grumosa y de olor fuerte, tragué y sentí que estaba en comunión con Vero.

Ella, limpió el interior del vaso con un dedo y me lo metió en la boca, lamí el dedo, y cuando estaba limpio, dijo, ahora quiero que seas bueno y hagas lo mismo con mi biberón, y se volvió a sentar sobre mi ofreciéndome su tranca, que ahora estaba bañada en su propia leche, yo empecé a lamerla por los bordes, y de arriba a bajo, sorbiendo las pequeñas gotitas de líquido que aún salían de ella, mientras yo me comía su polla, Vero me acariciaba dulcemente el pelo y decía, así, así, déjamela bien limpia, después, me desató, y dormimos en su cama hasta las seis de la mañana, hora a la que yo suelo levantarme cuando me toca turno de día, me dió un beso, y me dijo que volviera en cuanto terminara el turno, que tenía más para mi. Yo me marché, recogí el uniforme en casa y me fui al trabajo soñando con mi dueña, con la que desde

entonces he tenido muchas más noches, tardes y mañanas de placer. Por cierto, tiempo

después, me comentó que sí que la habían invitado a la fiesta, pero que cuando me vió, la gusté y decidió hacer eso para poder “conocerme”.

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Despues de algunas semanas jugando asi fue como me desvirgaron.
Aquella tarde prometia ser larga y tediosa, sin saber si podria venir Fran para continuar con nuestros «juegos». Acostumbrado como me tenia a sus practicas y perversiones a veces lo echaba de menos, mas aun cuando yo mismo acariciaba mis nalgas recordando como lo hacia el.

Solo habian pasado dos dias desde nuestro encuentro anterior. Fran deacuedo con mis padres me ayudaba con mis estudios en forma de clases particulares, dueron su resultado en el trimestre anterior; y otras «clases» en las que me mostro un mundo que yo ignoraba por completo en el que me sentia placidamente dominado por sus ideas y sus deseos, perversos a veces… inconfesables otras. Yo no entendia muy bien estas practicas pero el conseguia dominarme mentalmente de forma que yo me dejaba guiar, su voz tranquila y sus gestos pausados lograban ponerme casi siempre en su punto de mira. Nunca se me ira de la cabeza la primera vez wue su gesti amable logro wue le mostrase mi culo, mi timidez, mi verguenza e incomodidad por verme asi solo fueron superadas por lo agradable que era sentir sus caricias, sus manos abriendo mis nalgas y notar su respiracion alterada. . . Agachate un poco mas, separa las piernas, deja que vea tu agujerito. . . Fran sabia dar tiernas y concisas ordenes. Yo no sabia como evitarlas. Fue en ese momento cuando el tiempo se detiene y el resto del universo desaparece. . . Que haces? Fran habia pasado de las caricias, a besar y lamer, a recorrer mis nalgas con sus  labios . . . Que haces Fran? Sorprendido por sentir  su lengua y sus labios acariciando mi agujerito. . .  Por momentos me resultaba muy placentero lo que hacia, mas aun cuando me decia lo mucho que le gustaba. . . Dejate hacer, tranquilo! No pasa nada, eran sus palabras. . .  Asi lograba satisfacer sus ansias por satisfacer y cumplir sus deseos. . . Sus nanos agarraban con fuerza mis nalgas acariciandolas, separandolas para hacerme sentir mas intensamente sus interminables besos, sus incofesables motivis por los que sentia por momentos su lengua presionando, intentando entrar en mi agujerito. . . Nunca supe si fue la punta de su lengua, o un timido intento de meterme un dedo, todo se confundia entre caricias y  besos, tal vez todo sucedio muy rapido para cuando notaba esa extraña incomodidad. . . Desde mis experiencas posteriores ahora entiendo que su deseo hubiese sido acercarse de forma mas intima. . . Asi padeci el temor de sentir su verga frotandose, acoplada a mis nalgas . . . Que haces ahora Fran? Tranquilo, relajate. . . Pretendia que permaneciese tranquilo despues de notar que casi quemaba el calor de su verga mientras notaba sus cabeza presionando en mi agujerito. . . No sentia dolor. . . Solo su verga entrando, despacio, decidida a llegar hasta el fondo en donde permanecio quieta, mientras mis ganas por salir corriendo al baño a evacuar creician por instantes. . . No se cuanto tiempo paso asi, dentro, en el fondo. . . Me sentia invadido, mi agurerito deformado, dilatado, poseido por Fran, su verga ahora me parecia enorme, mas aun que cuando me hacia sentirla en mi boca. . . Asi la senti moverse dentro de mi culo; dos,  tal vez cuatro empujones fuertes me hiciron notar como se vaciaba, inundandome como cuando lo hacia en mi boca. . . Casi siempre debia tragar sus primeros chorros de semen pues temia atragantarme. . . Me resulto extraño que tambien pudiese hacerlo en mi culo. . . Senti el peso de su cuerpo en mi espalda y su respiracion relajandose en mi oido, sus suaves y tranquilizadoras palabras que trataban de excusarse por lo que habia hecho. . . Joder Fran! No me lo esperaba! Podias haber avisado, me hiciste pasar un muy mal rato. . . Te dolio? Te hice daño? Me gusto mucho mertetela, estaba muy excitado y la idea de correrme dento de ti me anulo del todo. . . Mas aun el sentir el calor de tu cuerpo mientras entraba. . . Adoro tu cuerpo, tu mente y tu inocencia! Asi se disculpaba, sentia el sudor frio en mi espalda y sentia salir su semen de mi culo que poco a poco volvia a cerrarse. . . Fran lo limpio todo, unos pañuelos de papel ahora sustituian a su lengua. .  . La delicadeza ahora sustituia a sus casi violentas embestidas. . . No sentia ningun dolor, solo una cierta incomodidad. . .  Permaneci asi, a cuatro patas ya sin sentido verguenza; asi mientras el acomodaba su ropa y ordenaba un poco los libros y cuadernos en la mesa. . . Ordenado, metodico. . . Tetmino cuando me sorprendio de nuevo dandome un largo beso en mi agujerito que me hizo volver a la realidad. . . Que haces otra vez Fran? Se despidio, con un  resuelto hasta mañana! Cerro despacio la puerta de mi habitacion y le oi bajar las escaleras. . . Despues de recomponer mi ropa y poner algo de orden en mi cabeza me que dormido. . . Tal vez soñe en como aceptar lo que habia pasado.

Espero que sea de vuestro agrado. . . Es un capitulo de lo que vivi en aquellos años. . .

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Cada vez que leo una historia me excito muchisimo tanto que pense en contar la mía ya que es una aventura muy loca y aparte porque me di cuenta que hay pocas historias contadas por una mujer. Mi nombre es Lorena, tengo 22 años y vivo con mis padres en córdoba. Estudio en una facultad privada que queda en la calle Rondeau y tengo un grupo muy divertido de compañeros que son todos de distintas provincias con los cuales salgo todos los fines de semana. Mis salidas consisten en ir a pubs sobre la calle de mi facultad que es donde se encuentra la gente mas divertida de córdoba.

Cierta noche en uno de esos pub conocí a un pibe que estudiaba diseño, un pibe muy tranquilo y educado, estuvimos charlando por un rato y después de unas cervezas terminamos besándonos, realmente tenia una lengua muy grande que llenaba toda mi boca y producía un cosquilleo en mi cuerpo. El me invito a su departamento para que estuviéramos mas cómodos, cuando llegamos a su departamento me sorprendió la ausencia de muebles, solo poseía un colchón y una heladera y el piso en un sector estaba recubierto por un nylon, me senté en el colchón mientras el sacaba una cerveza de su heladera.

Mientras tomábamos nos besamos apasionadamente, él empezó a tocarme los pechos lo cual me volvía loca, me acariciaba mi vagina y con su dedo presionaba suavemente mi clítoris con mi mano empece a manosearle su pene que poseía un tamaño ideal para mi conchita. Después de un rato nos quitamos la ropa y seguimos masturbándonos el uno al otro, el me pregunto si me gustaba experimentar cosa nuevas y le respondí que si, me tomo de la mano y nos recostamos en el plástico que estaba en el piso, saco unos aceites y una filmadora y la coloco enfocando hacia donde estabamos. Le dije que no quería que me filmaran y él respondió que la cinta seria un regalo suyo, que cuando me fuera la llevaría conmigo.

Empezamos a besarnos nuevamente mientras nos engrudábamos de aceites sabor a frutilla, mis manos se deslizaban libremente sobre su cuerpo, su pene resbalaba en mi mano tan suavemente al igual que sus dedos en mi concha. Sentía sus dedos que entraban libremente a igual que en mi ano, le chupe su pija que era más grande de lo que pense, sentía esa verga cálida en mi boca que golpeaba mi paladar ante la fuerza de sus manos en mi cabeza, yo le introducía mi dedo en su ano lo cual el jadeaba de excitación. Luego me puse de espaldas y empezó a cogerme, realmente el aceite facilitaba todo ya que su verga entraba toda en mi concha sentía como sus huevos golpeaban mi ano con cada movimiento con mis piernas lo apretaba mas fuerte para que su pene se introduzca mas, luego me dio vuelta y siguió cogiéndome mientras introducía su dedo en mi ano, luego empezó a introducir otro dedo lo cual me llenaba de dolor pero de placer a la ves y fue allí cuando tuve mi primer orgasmo, no podía parar de gritar de excitación seguía moviéndome como loca, me tomo de mi pelo y me dijo que quería hacérmelo por mi ano le respondí que no, que nunca lo había hecho, el me dijo que no dolería, le volví a repetir que no me gustaba, el retiro su pene de mi concha y lo apoyo sobre mi ano mi excitación en ese momento era increíble, le dije que no lo deseaba pero el empujo suavemente y sentí su pene en mi ano el dolor, el placer increíble cuando se introducía lentamente, deseaba que lo meta todo en mi ano aunque me doliera un poco, luego el dolor desapareció y solo fue placer algo jamas experimentado, era totalmente excitante sentir su verga en mi ano sus dedos en mi concha y sus gritos de placer, se recostó a mi lado y me dijo si me había gustado, le dije que fue increíble.

Me pregunto si deseaba experimentar mas, le dije que me encantaría, me pregunto si lo haría con dos personas y le dije que no, el me propuso que el me mostraría a la otra persona y que yo decidiera, le dije que no, el insistió y se dirigió a su habitación, el regreso con otro pibe muy parecido a el, me dijo que era su hermano, era tan atractivo como el, le dije que no participaría, él me pregunto si le molestaba que él mirara y le respondí que no me molestaba, se acerco nuevamente y comenzó a besarme no me sentía tan cómoda como antes al sentirme observada pero comencé a excitarme y me olvide de la otra persona, estaba recostada boca arriba mientras el me cogía cuando sentí una mano acariciándome el pelo, por un momento me sentí asustada luego sentí su mano en mis pechos y ya no pude contenerme me sentía tan excitada como nunca, el se desabrocho el pantalón y acerco su verga que era mas grande a mi boca, me sentía totalmente llena y excitadisima le chupe su verga con tanto gusto por un par de minutos, luego me puse de a cuatro y ellos se cambiaron sentí su pene como entraba mas ajustado en mi concha quería gritar de placer pero tenia una verga en mi boca que me volvía loca, se movían con tanta coordinación que estallaba de placer y tuve otro orgasmo que fue increíble.

Luego uno se puso boca arriba y me senté sobre su pija, mientras le chupaba la verga al otro, me sentía explorada por todos lados y en cada parte erogena de mi cuerpo, empezaron a tocarme el ano y a jugar con sus dedos, le seguí chupando la verga hasta que se levanto y se paro detrás de mí, apoyo la cabeza de su pene en mi ano y empezó a intruducirla lentamente, empece a sentir un placer increíble y comencé a moverme mas porque deseaba que la metiera hasta el fondo, empezaron a gritar de placer y a moverce cada vez mas rápido mi cuerpo no podía aguantar tanta excitación y tuve otro orgasmo, que fue él más increíble-

Luego se cambiaron y siguieron cogiéndome por varios minutos yo no podía sentir mas placer, en un momento me dijeron que deseaban acabar así que me senté y comencé a chupar sus vergas al mismo tiempo, me dijeron que les encantaría que me tragara su leche y dije que no cuando acabo el primero y salto su gota sentí su cálido semen en mi rostro y me volvió loca e introduje su verga para recibir mas y sentirlo dentro de mi boca, retiro su pene sentí la otra verga que inundo mi boca de semen me tragué todo sin derramar una gota y me quede masturbándolos por unos minuto, luego nos recostamos y seguimos tocándonos, hasta que decidí marcharme, me acompañaron a la puerta y cuando estaba esperando el ascensor uno de ellos vino y me alcanzo la cinta de vídeo y me dijo consérvala como recuerdo de nuestra aventura.

Cada vez que deseo masturbarme veo mi vídeo que es increíblemente excitante, nunca mas volví a tener una experiencia como esa, ni tampoco he vuelto a practicar el sexo anal porque a mi novio no le parece correcto, pero deseo de sobremanera volver a ese departamento por una nueva experiencia. Chica tomen valor y escriban mas historias, porque las escritas por mujeres son las mejores y además son las que más me excitan

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Siempre quise hacerlo con mi papá desde que lo ví serle infiel a mi mamá, mi tía siempre llegaba a la casa cuando mami salía, .
Hola mi nombre  es María Isabel vivo en Aguascalientes en México tengo 18 años y vivo con mis papás, en la casa de mis abuelos maternos dónde vive también mí tía que es dos años mayor que yo.

Mi papi es un hombre muy guapo, mide 1.87 mts. Moreno pelo negro entrecano, su pene mide 20 cm. De largo por 5 cm. De grueso con un glande como hongo 🍄

Mí cuerpo es muy normal soy muy blanca pelo castaño, ojos verdes, boca grande con labios gruesos y carnosos, senos pequeños con aureola rosita y pezones grandes, cintura pequeña, piernas largas pero bien formadas, tengo un culito parado y redondo gracias a mi hobby de por el ballet y patinaje.

Mi tía es muy parecida a mi sólo que su pelo es más obscuro y senos más grandes igual con aureola rosa y pezones grandes,  y una cola parada juega voleibol y es muy caliente

Ella siempre entraba en la habitación de mi papi cuando mi mamá salía a trabajar, siempre vestida con su pijama que consta de una playera sin mangas y un mini shorcito que dejaba ver la mitad dé sus nalgas, siempre me preguntaba para que iba con mi papa hasta que un día llendo yo a el baño pasé por el cuarto de mis papás y la puerta estaba entreabierta, me asome y Vi a mi prima de rodillas entre las piernas de mi Papi y con su vrga en la boca sé la estaba chupando mientras papá le sobaba las tetas y pelliscaba su pezones.

Yo me quedé viendo lo que pasaba y antes de darme cuenta ya tenía mí mano en mi entrepierna y estaba muy mojada cuando de pronto mí papi volteo hacia la puerta y me vió, no dijo nada, sólo levantó a mi prima y la puso en cuatro dé forma que yo pudiera ver cómo le metió el pene en su vagina y le empezó a dar muy duro la cojia yo me ponía más caliente por momentos, ya tenía un seno de fuera y me pelliscaba un pezón mientras la otra mano acariciaba mí vagina y metía primero un dedo luego otro seguía atenta a lo que pasaba al interior del cuarto, mí papi le daba duro a mi prima por su vagina y de pronto la saco y se la mando por el hoyo tracero la bombeó tres o cuatro veces y la inundó con su semen que le empezó a escurrir por las piernas a mí prima, él la sacó y se la ví.

Me pareció enorme pero sé me antojo.

Esté recuerdo sé está haciendo muy largo, haré una segunda parte donde contaré cómo mi papá me cogió a mi

Esté es mi primer relato, espero que les guste, háganmelo saber con su calificación y comentarios

    Historia de 2 hermanos locos por el sexo.

    Todo comenzó hace 2 años cuando mi hermana menor me pidió que fuera su entrenador en el gimnasio, ella es una joven linda, con un cuerpo que cualquier hombre desearía tener en su cama tiene unas nalgas bien paraditas y unos pechos grandes, labios carnosos y una hermosa cara.
    Acepte ser su entrenador cada que que la veía entrenar me volvía loco su culito como se contoneaba por el gimnasio,
    Así que puse mi plan en marcha para cogérmela, ella era muy ingenua y hacia caso a todo lo que le decía le propuse jugar un juego
    Que era chuparnos las orejas por turnos y el primero que sintiera cosquillas perdía para mi buena suerte acepto así que le dije que lo haríamos cuando mis padres no estuvieran y así paso.
    Al día siguiente salieron mis padres entonces le mande un mensaje que viniera a mi habitación y llego, ella empezó chupandome la oreja, sentía que cada vez mi verga se ponía más dura iba a reventar el pantalón, cuando fue mi turno le dije que se volteara y me puse en posición de cucharita detrás de ella y empecé a succionar su oreja cada vez lo hacía con más intensidad, ella se estaba exitando ya que me estaba arrimando cada vez más sus nalgas contra mi verga, en eso dijo que ya no quería jugar pero yo estaba tan exitado que no me detuve y seguí, empeze a besarle el cuello y acariciarle las tetas ella al principio se negaba pero al rato ya estaba empezando a gemir, le fui quitando la ropa hasta que quedarnos totalmente desnudos, ella se volteo y me dio un beso apasionado y dijo que siempre había soñado con este momento, la agarre de la cabeza y la puse a mamarme la verga, era un poco torpe ya que era virgen pero fue agarrandole el gusto, la agarre de los pelos y le metía la verga hasta el fondo mis huevos chocaban en su barbilla, la acosté en la cama y le abrí las piernas, le chupe la vagina cuando ya estaba bien lubricada de una le metí la verga poco a poco ella gritaba al principio pero después solo se oían sus gemidos en la habitacion y mis huevos chocando con su culo, después la puse de perrito y estuve cojiendomela un buen rato hasta que sentía que me iba a venir y la puse de rodillas y la hice que se tragara todo mi semen, ella se levantó y se fue bañar.
    Desde ese día cada vez paso por ella a la escuela y saliendo nos vamos al hotel inclusive hasta dentro del auto nos ponemos a cojer como locos, mis padres me preguntan porque mi hermana todos los días regresa tan feliz de la escuela sin imaginarse que tenia a su hijita querida bien ensartartada en mi verga.