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A sus siete años comenzamos la actividad sexual, y hasta el día de hoy que acaba de cumplir 12, seguimos divirtiéndonos uno con el otro..
Todo comenzó un domingo de verano a la siesta. Mi esposa y Carmencita mi hija se fueron al cementerio a visitar la tumba de la abuela. Ludmila no le gusta ir, le causa mucha tristeza. Por lo que se quedó en casa conmigo, hacía tanto calor que decidimos ir a dormir la siesta a la habitación con el aire acondicionado, ella estaba vestida con un liviano short y una remerita de algodón de permitía ya apreciar sus pezones agresivos para su edad. Era ya por entonces una divinura de niña, alta, bien formada, de redondas curvas, que se veían acondicionadas por la práctica de valet que la niña realiza. Sus piernas bien torneadas  terminan en un par de nalgas bien redondas, firmes y altas. Ya se notaba que sería una escultural señorita. Pero hasta aquí nunca se me había pasado por la cabeza el involucrarme sexualmente con una niña y menos con mi nieta. Pero cuando tiene que pasar, pasa.

Nos acostamos y pusimos una película en la tele, en un canal de cable, recuerdo hoy luego de varios años el título de la película: «Amigos con privilegios». Son una chica y un muchacho, tienen sexo pero no son novios. Son amigos. Transcurría la película y de pronto una de las escenas donde tienen sexo bastante atrevido, Ludmila me pregunta como tenían sexo si no eran novios y no estaban casados. Me costó explicarle que se podía tener sexo sin mayor compromiso que el de cuidarse.  Me parece que no quedó muy complacida con la respuesta. Pasado unos minutos mi nieta algo inquieta me pregunta si ella y yo podíamos tener sexo como esa pareja. Me dejó helado la pregunta, busqué en mi mente una respuesta acorde a su edad y sin compromiso, y le dije que sí, se podía pero que no era correcto ya que yo era su abuelo y ella era todavía una nena.

Y de una me soltó que su compañerita Joaquina, ya hacía varios meses que tenía sexo con su papá. Y que le gustaba mucho. Y como Ludmila no tiene papá, ella pensó que yo podía tener sexo con ella y así descubrir lo que tanto le gustaba a su amiga. Obviamente que mi cabeza daba vueltas a mil por hora. Y no contenta mi nieta con haberme contado el secreto de su amiga, se explicitó más, me cuenta que cuando la madre se va a trabajar, Joaquina le chupa el pito al papá hasta tomarse la lechita. Y que le gusta el sabor salado. Guauuuu!!!!

Toda una revelación. Y sin pensarlo mucho, si no no debería haberlo dicho, le pregunto a mi nieta si ella ha visto como es el pene de un hombre. Y me contó que otra amiguita llevó una revista al colegio donde había muchos hombres y muchachos desnudos y se les veía el pito. Les juro que no quise, pero toda esta charla me excitó e hizo que mi verga se pusiera dura. Lo cual al estar Ludmila casi subida a mis piernas notó algo duro bajo su pierna y estirando la mano tomó por arriba del short mi pija. Intrigada la toó  y apretó calibrando el tamaño. Y me dice, abuelo, tu pito está duro y grande.

Yo ya algo lanzado y excitado por lo que la niña me había contado simplemente le ofrecí mostrárselo si ella quería verlo y tocarlo. Mi tripa tiene unos 19x5cms y en la base se ensancha casi hasta los 7cms. Ludmila levanta la carita hacia mí y con una pícara sonrisa me dice que si, que quiere verla. Me bajo el short y libero mi pija la que queda parada apuntando hacia mi vientre. Mi nieta abre grande los ojos, estira su manito y toma la pija por el tronco, apenas abarca su grosor, la cabeza está hinchada, roja. Ludmila se acerca y la olfatea, luego sin verguenza o rechazo alguno, simplemente abre la boca y se mete la cabeza, la cual lame y chupa por unos segundos, luego se saca la verga de la boca y me dice que le gusta el sabor. Yo estoy como loco, mi nieta me está chupando la verga, y lo que es peor, me gusta y no hago nada por detenerla. Al contrario, le digo que la tiene que chupar como cuando come un helado, solamente con los labios y la lengua, ella vuelve a poner boca a la obra, y sigue dándome una rica mamada. Para esto está en cuatro patas sobre mi entrepierna, por lo que su culito queda a mi disposición, por lo que simplemente meto la mano dentro de su short y comienzo a acariciar su culito, su oyito y deslizo mis dedos hacia su conchita, la que descubro algo babosa. Por lo que deduzco que mi nieta está algo caliente. Sus labios vaginales son gorditos, meto dos dedos en su conchita y ella gime abriendo un poco  más las piernas, le está gustando lo que hace, descubro su pequeño clítoris y este está durito, excitado, lo acaricio suavemente y mi nieta gime, y cada vez se mete más la verga a la boca, ya tiene un buen pedazo. Para esto yo estoy a punto de acabar, le informo que pronto va a salir la lechita y que debe tragarla toda, sin sacar la pija de la boca, asiente con la cabeza y se esfuerza más, yo mojo mis dedos en sus jugos vaginales, y acometo su culito, al cual meto primero un dedo y luego el segundo, ella gime y se desespera, se traga media verga y en ese momento le lleno la boca de semen con potentes chorros, ella se traga todo, medio se atraganta con la pija en la garganta pero no la saca, para esto yo le tengo dos dedos completos metidos en su ano. Cuando se calma le saco los dedos del culo, vuelvo a acariciar su conchita, ella se deja hacer, la acomodo boca arriba en la cama con las piernas bien abiertas, me acomodo en medio de ellas y acometo su conchita con mi lengua y mis dedos, pronto la tengo totalmente excitada y a punto de tener un orgasmo, meto dos dedos en su culo y muerdo suavemente su clítoris y mi nieta obtiene su primer orgasmo, tiembla y suspira fuerte, queda medio desmayada por la intensidad del mismo. Nos calmamos y nos recostamos uno al lado del otro, Ludmila no termina de comprender lo que pasó, pero está contenta, y me pregunta: ahora abuelo somos amigos con beneficios? A lo que simplemente le contesto que lo que sucedió entre nosotros nadie nunca puede saberlo, ya que yo iría preso. A lo que mi nieta me contesta que nunca le contará a nadie, ni a su mejor amiga. Así nadie se enterará. Y me pregunta si lo vamos a volver a hacer. A lo que yo le contesté que de a poco iremos avanzando con el sexo. Y mi niña tomando la pija por el tronco, la pajea un poco y mirándome a los ojos me dice, abuelo tu pito es muy grande para mi conchita, peo me gustaría que me la metas como se la mete el papá de Joaquina. Le prometí que pronto pasaría.  Sigue en parte II

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—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? ….
Pasaron varias semanas, se completó un mes.     Luego otro mes.     Se acercaban las festividades de Fiestas Patrias, durante todo ese tiempo no había tenido noticia alguna de tía Fiordaliso.     De vez en cuando me encontraba a pensar en ella y me preguntaba si la impregnación casera había funcionado o no.     ¿Estaría ya embarazada?     ¿Lo comunicaría ella misma a la familia o lo diría primero a mí?     ¿Lo publicaría en su sitio de Facebook?     ¿O simplemente se presentaría en familia luciendo una enorme panza?

Supuse que ella no quería que yo me involucrara mas de lo necesario en la procreación de un bebé, puesto que ella quería hacer creer a su marido de que el bebé sería suyo.     Me sentí un poco frustrado al no saber nada, entonces decidí concentrarme en mis estudios, debía analizar los gobiernos en la Roma antigua, la Republica según los romanos desde el 509 a.c. hasta el 27 a.c.     Pero mis esfuerzos fueron vanos.      Mi atención volvía una y otra vez a la imagen de una pelirroja impresionante y con curvas que harían voltear la cabeza a cualquier hombre.

Recibir una llamada de esa guapa pelirroja, solo logró ponerme aún más nervioso.     Tan pronto mi celular comenzó a vibrar con una llamada ingresando de un ya conocido número, inmediatamente lo contesté:

—¿Sí? …

—Hola … ¿Mateo? …

—Sí …

—Oh … Necesito …

—Está bien … Lo haré …

—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? …

—Oh … ¿Es eso lo que necesitas? …

—No … No, tienes razón … Necesito de ti otra vez … Debemos volver a probar …

—Está bien … iré para allí …

—¿Puedes venir este sábado? …

—Bien … nos vemos el sábado …

—¡Ah! … Mateo … 

—¿Sí? …

—Me encanta que estés ansioso … Me gusta mucho sentirte entusiasta …

Colgó apresuradamente y me dejó con mis pensamientos y conflictos.     Hacía ya un tiempo que no la veía, pero la imagen de ella luciendo esa bata negra estaba fresca en mi mente, también su cuerpo tembloroso retorciéndose sobre su cama con su panocha enrojecida y excitada al máximo.     Había alabado la copiosa eyaculación de mi segunda corrida comparándola con la cantidad de esperma que produce su propio marido.     Todo eso hizo que mi cachondez aumentara sorprendentemente, recordé todo vívidamente.     Estaba claro que toda la situación no me estimulaba solamente a mí, tía Fior se había corrido como una puta en celo.     Ya no era simplemente una cosa de donación de esperma, por lo menos no para mí y pienso que tampoco para ella.

Faltaban dos días para el sábado.     Iban a ser unas cuarenta y ocho horas muy sufridas.     La pensaba constantemente.     ¿Por qué me había llamado con dos días de anticipación?   ¿Por qué no me llamo el día antes?     Igual habría estado listo y no habría tenido que sufrir dos días interminables pensando en ella.     El tiempo se ralentizó y las horas no pasaban.

Esperaba verla otra vez en toda su esplendorosa belleza.     Necesitaba ver su cuerpo escultural vestido con esa sugerente y reveladora bata.     Quizás ella se volvería a masturbar en su cama dejándome mirarla.     Ella sabía ya que si yo me calentaba podía generar mucho más semen y, para sus propósitos, era justo lo que se necesitaba.

Finalmente llegó el sábado, pero hubo un contratiempo.     Debido a un accidente en la ferrovía, el personal del metrotrén estaba en huelga y los servicios de trenes habían sido reemplazados por buses de acercamiento.     Eran ya las catorce horas cuando el bus salió de la estación.     Una hora después descendí en la estación.     Todo el tiempo me fui pensando en tía Fiordaliso.     Ella me esperaba en su auto, esta vez no había bata ni vestido adherente, ella estaba vestida con un blazer acolchado que la cubría hasta las rodillas, seguramente porque la jornada estaba muy fría.

—Ya tengo todo preparado para esta noche …

Me dijo luego de un escueto saludo.

—Uhm … Está bien …

—Sí … tú madre sabe que te quedarás aquí y mi marido está en Uruguay por negocios … regresará la próxima semana … tendremos mucho más tiempo tú y yo …

—Bueno …

—No te llamé antes porque tenía que esperar a ver si la inseminación había tenido éxito … bueno, no lo tuvo … después necesitaba que repitiéramos todo de nuevo, pero para eso tenía que hacer coincidir mi ovulación con un viaje de tu tío y hacerlo que me follara antes de irse … eso sucedió ayer y hoy estoy lista para que probemos una vez más la impregnación casera …

Ella continuaba con su perorata y yo la escuchaba sentado en el asiento del pasajero.     Honestamente no le prestaba ninguna atención, mi mente divagaba en las imágenes de ella desnuda.     Su voz sonaba muy diferente a los grititos y chillidos que daba mientras se follaba con el vibrador, era un delicioso recuerdo estampado en mi cerebro y esperaba volver a verla en ese estado de calentura muy luego otra vez.

Tía estacionó el auto directamente en la cochera y descendimos para ingresar a la casa.

—Entra … Entra … Que hace frio …

Me dijo mientras me acompañaba al ingreso.     La escuché cerrar la puerta detrás de nosotros.     Me quité la parka, la casa estaba temperada.     Luego me volteé para dirigirme al baño, pero ella me detuvo:

—No … No … No vayas para allá … solo quítate los zapatos y entrégame tu camisa …

—Oh … está bien …

Hice tal como me había pedido, preguntándome que es lo que estaba tramando.     Me quedé allí en el pasillo de pie vestido únicamente con mis jeans, tía Fior me dio una apreciativa mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, me regalo su maravillosa sonrisa después de una exploratoria ojeada a mis pectorales y abdominales.     Luego habló:

—Uhm … Estás en forma … Qué bien … Ehm … Ya sabemos que eyaculas mucho cuando te excitas … Y si te excitas puedes correrte más de una vez … Por cierto, eso me gusta mucho … Ahora bien …

Dio un paso hacia mí, todavía vestida con su blazer, me sonrió astutamente.

—Esta noche haré todo lo posible para excitarte al máximo … Me aseguraré de que funcione esta vez … Para eso he planeado ponerte tan cachondo que me llenarás el receptáculo dos veces … ¿Crees que puedes lograr eso? … ¿Eh? …

Mientras me preguntaba eso, su mano recorría mi pecho desnudo.     Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.     Podía sentir sus finas uñas arañando suavemente mi piel alrededor de mis tetillas.

—Ehm, sí … Creo que sí … Por supuesto que sí …

Dije en una voz repentinamente enronquecida.     Al parecer esta era la primera señal de que su plan estaba funcionando.     No podía esperar para volver a disparar mis jugos en esa taza con tapa a rosquilla.     Y con suerte, verla otra vez estremeciéndose y revolcándose sobre su edredón floreado mientras follaba su coño con un vibrador.     Con la misma sonrisa retorcida ella se alejó unos pasos de mí y se quitó el blazer para revelar lo que llevaba abajo.     Mi corazón se apresuró a latir velozmente cuando vi la misma prenda negra y trasparente, acompañada por medias negras autoadherentes y nada más, no había bragas ni sujetador.     Sus tetas bamboleaban libres y los labios de su coño escondían el agujero caliente hacia el paraíso.     Los pequeños pezones apuntaban directamente hacia mí y no pude quitar mis ojos de esas areolas perfectamente redondas y ligeramente rosadas.

—Te gusta esto, ¿verdad? …

Dijo en un arrullado susurro.

—Sí, tía …

Se volteó para hacerme ver sus firmes nalgas blanquecinas con la marca de su bikini y el resto de su espalda, caderas y piernas esculturalmente torneadas.     Cuando dejó de girar, se encaminó hacia las escaleras, haciéndome señas para que la siguiera al piso superior.

—No te acerques tanto para que puedas ver bien mi culo y mi panocha entre mis piernas … Quiero que me mires mucho y te calientes al máximo …

Hice tal como ella me dijo, me quedé un par de pasos detrás de ella.     Su trasero se veía formidable con ese atuendo sexy que alcanzaba a cubrir a mala pena la redondez de sus glúteos maravillosamente redonditos y duritos que se movían al ritmo que ella subía las escaleras, a cada paso una nalgas se alargaba y la otra se encogía, la harmonía del universo estaba plasmado en el culo de mi tía.    Intenté mirar entre sus piernas, solo que no había espacio suficiente para poder ver su panocha en todo su esplendor, pero el espectacular culo de ella colmaba todos mis deseos.

La seguí escaleras arriba y entramos en su habitación.     Otra vez había decorado su cuarto para crear una atmosfera agradable.     Las velas encendidas daban un erotizante aroma que me hacía recordar de la vez pasada cuando ella se retorcía y revolcaba sobre su cama.     La tenue luz era la apropiada, no era necesario encender las luces eléctricas.     Tía Fior puso una suave música de saxofón que completaba el ambiente cachondo que ella quería imprimir en la escena que estaba por desarrollarse.

Tía Fior comenzó a danzar para mí en forma seductora, haciendo que mi corazón se agitara y latiera con más fuerza.     Sus brazos acariciaban sus flancos y sus pesados pechos.     Haciéndome desear de ser yo quien acariciara cada centímetro de su tersa piel alhajada con diminutas gemas de Berilo dorado marrón, las preciosas pecas que embellecían todo su cuerpo.     Lentamente sus manos descendieron a la convergencia de sus piernas, acariciándolas con los ojos cerrados.     No podía apartar mis ojos de ella.     Se veía increíblemente sexy.     Su cabello rojo cobrizo que parecía encendido en llamas de lujuria a veces caía a cubrir parte de sus tetas y parcialmente su rostro cachondo.     Su manto de piel pálida parecía despedir chispas y centellas a través de la bata trasparente.

Serenamente comencé a acariciar mi polla por sobre la tela de mis jeans.      Lo único que quería era quitármelos, pero mí tía siguió bailando durante un largo rato.      Cuando ella se acercó a mí me quedé paralizado, se sentó a horcajadas en mi regazo colocando sus tetas a centímetros de mi nariz.     Casi se me corta la respiración y mi corazón latió desbocado viendo como se cimbraban en un movimiento perpetuo y cautivador sus senos prominentes y pesados,     Cuando se levantó mi pene estaba tan duro que me sentí incómodo.

—Ven a mí …

Me susurró haciéndome señas con su dedito índice.     Me levanté de un salto, pero ella me detuvo en seco.     Me miró con sus ojitos de gata y dijo:

—No te apresures … Sigue mi plan … Esto es solo la primera parte …

—¿Y ahora qué?

—No te preocupes por eso … Déjalo todo a mí … Yo me encargaré de ti … ¿Vale? …

Estiró sus manitas y las puso en la pretina de mis jeans, luego lentamente desabrochó el botón, comenzando a hacer descender la cremallera, para luego bajármelos a mitad de mis muslos, metió sus manos entre mis piernas y acarició mis bolas por sobre mis boxers.     Arañaba suavemente la delgada tela dibujando y sintiendo mi escroto.     Esto me estaba pareciendo una tortura china.

Cuando finalmente bajó mis boxers, mi polla saltó hacia la libertad como un resorte.     Di un suspiro de alivio y mi tía sonrió al verlo blandir el aire como un garrote de un cavernícola.

—Uhmmm … Así está bien … Así es como me gusta …

—Me estás torturando, tía …

—Quizás … Pero continuaré lento hasta que estés listo … Confía en mí … De este modo se acumulará más y luego me darás más … Que es exactamente lo que quiero …

—Umpf … Ooohhhhhh …

Gemí algo frustrado y acalorado.     Pero entendiendo lo que me estaba haciendo.     Probablemente, llegado el momento, mi orgasmo iba a ser muy potente y copioso.     Solo que el ritmo de todo me parecía demasiado lento.     Ella se subió a la cama. Eligió uno de sus vibradores y se recostó mientras me decía:

—Si quieres puedes tocarte … Pero hazlo lentamente …

—Ummm, bueno …

Me estaba poniendo cada vez más caliente al ver a mi tía jugar consigo misma.     Volvió a mi mente la visión de su hermoso e inquietante figura contorsionándose sobre el lecho.     Sus sonidos.     Quería correrme ahora ya.     La sensación era tan intensa que tuve que soltar mi pene para evitar de explotar en ese mismo instante.

—Oh … ¿Qué te sucede? … Tienes problemas, ¿verdad? … Déjame ayudarte …

Dijo tía Fior reptando sobre la cama hacia mí, todavía boca arriba.     Cuando llegó al borde de la cama, apretó el vibrador entre sus piernas, estiró su mano libre y me tocó.

—Uhmmmmmm …

Gemí temblando, su mano se posó entre mis muslos y luego la deslizó hacia arriba hasta tocar la bolsita de mi escroto que contenían mis pelotas en completa ebullición y dijo.

—Ummmmmm … Esta muy caliente aquí … Parecen muy pesaditas y llenitas …

Ahuecó su mano y envolvió suavemente mis cojones, me hizo cosquillitas con sus bien cuidadas uñas, haciendo que mi polla se sacudiera y que gotitas perladas aparecieran en mi meato, su mano estaba surtiendo una abrasadora reacción sobre mi verga.

Luego inesperadamente su mano fue más arriba y tocó el tronco endurecido de mi miembro, con dos deditos arremangó mi prepucio antes de rodear toda mi polla con su mano y estrujarla, gotas de pre-semen cayeron sobre su muñeca, lo que la hizo reaccionar y se enderezó acercando su carita angelical a centímetros de mi polla.

—Uuuhhhhhh … Esto está listo a explotar …

Dijo moviendo su mano suave y lentamente hacia arriba y hacia abajo.     Se sentó sobre sus talones, arrodillada frente a mí.     Extrajo el grueso consolador de la canasta, lo apoyó bajo su ingle y se empaló en él.

—Ay … Ummmmmm … Aaaahhhhhh …

Gimió con los ojos cerrados y la boca abierta sicalípticamente aguantando un ahogado grito mientras el enorme falo de plástica penetraba sus ardientes carnes.     Estiró sus manos y volvió a aferrar mi polla dura como palo, comenzando a jalarla lentamente mientras follaba el grueso consolador moviendo sus caderas sinuosamente.

—Uuuhhhhhh … Uuumm … Mmmm …

Siguió gimiendo mientras rotaba sus caderas y saltaba con el enorme consolador afondado profundamente en su coño.     Abrí mis ojos y al mirar hacia abajo el espectáculo fue increíble.     Cómo fondo estaba el hermoso rostro de tía Fiordaliso, a la misma altura de mi polla palpitante.     Nunca pensé en presenciar algo así.     Ella todavía parecía sonreír, pero su cachondez era notable.     Pude ver que ella prácticamente estaba con sus glúteos sobre el edredón, por lo que deduje que el enorme consolador estaba incrustado profundamente en su chocho, ella movía sus caderas en vaivén casi desenfrenado, estaba perdiendo el control de sí misma.     Sus muslos tiritaron y su cuerpo se estremeció.

—Aaaahhhh … Umpf … Umpf … Hmmmmmm … ¡Qué rico! … Me estoy corriendo … Ya vendrá tu turno, Mateo … No desesperes …  

Frustrado me mordí los labios, ella se sonrió y siguió magreando mi polla hacia arriba y hacia abajo, pero muy lentamente para evitar que me corriera.     Hubiese querido tomar mi polla ahora mismo y desparramar mi esperma por toda su carita angelical en venganza por el sufrimiento que me estaba haciendo padecer, pero no lo hice en espera de mi recompensa y alivio.

—Mmm … Parece que no estás contento con mi trabajo, ¿eh? …

—Urgh …

—¿Acaso no te gusta la sensación de mis suaves manos en tu polla dura, palpitante y goteante? …

—Urgh … Por favor, tía …

—Te haré que te corras, pero no todavía … Te mantendré al límite … De esa manera me darás mucho más …

—Urgh …

Me volví a quejar en frustración.     Me estaba haciendo enloquecer.     Lo único que quería ahora era correrme, mi vista se había hecho poco clara.     Todo lo que veía era el cuerpo delicioso de mi tía frente a mí, con las rodillas separadas y sus nalgas restregándose contra el edredón y el consolador perdido en el fondo de su panocha que, hacia tiritar sus nalgas y sus piernas, mientras ella chillaba su lujurioso orgasmo.     ¡Oh, Dios!  ¡Iba a enloquecer si no me corría rápidamente!     Una vez que terminaron los chillidos provocados por su orgasmo, ella terminó con su cabeza casi entre mis piernas, mi polla estaba sobre sus rojizos cabellos y ella comenzó a tirar de mis muslos para hacerme subir a su cama.

El calvario no había terminado aún.     Abrí los ojos justo en el momento que mí tía Fiordaliso había enderezado su cabeza frente a mí.     Y alucinado, vi como su suave lengua salía de su boca y acariciaba la punta goteante de mi hinchado glande, la parte más sensible de mi cuerpo.

—¡Oh, Dios mío! …

Grité desesperado.

—No exageres … Soy solo tu tía …

Me corrigió, interrumpiendo su lamida por un segundo.     Los veloces movimientos de su lengua eran hacia arriba y hacia abajo, a veces intentado de enrollar mi glande con ella.     La sensación de roce cambió a ser algo húmedo, cuando me fijé mi polla había desaparecido completamente en su boca.

—¡Carajo, tía! … ¡Umpf! … Eres realmente … Umh … Fabulosa … Ummmmmm …

—Slurp … Chup-chup … Umpf …

—¡Jesús Santísimo, mujer! … Me vas a volver loco …

Tenía la boca llena de polla, pero todavía se podía vislumbrar en su rostro una sonrisa feliz y cachonda.     No sabía que hacer ni que decir, no estaba preparado para esto.

—Oh, Dios … Me estás realmente chupando la polla, tía … No puedo creerlo … Debo estar soñando …

—No, querido … lo que estás sintiendo es la boca de una mujer cachonda chupando tu exquisita polla … ¿Quieres que te lo chupe un rato más? …

—Hmmmmmm … S-siii, tía … Hazlo por favor … Aaahhhhhh …

Ella siguió adelante impávida tragándose mi polla por entero y jalándome suavemente con una mano.     Me chupaba la punta con rápidas lamidas y luego volvía a devorarlo hasta tocar mis vellos púbicos con sus labios pintarrajeados de un intenso rojo.     Era una magnifica mamada.     Mi primera mamada y me la estaba dando mi hermosa tía.     Estaba al borde de mi clímax, pero ella era tan hábil que sabía con certeza como manejar mi polla y me estimulaba hasta llevarme en alto hasta tocar el cielo, luego apretaba mi polla y esperaba que esas sensaciones demenciales fenecieran por si solas.     Enseguida comenzaba todo de nuevo, sin darme la liberación que me hacía agonizar.

—Aaahhhhhh … Aahhhhh … Por favor, tía … No aguanto más …

Comencé a gemir en un plañido de frustración, me estaba desesperando y necesitaba esa liberación rápidamente.     Quería rogarle y mendigar para que me dejara correrme, pero ella continuaba jugando hábilmente con mi pene.

Repentinamente se detuvo.     Se giró y buscó en su cesta el vibrador rojo y negro, lo encendió y este solo ronroneó por unos breves instantes y volvió a quedar silente.     Ella también quería volver a correrse.     Miró mi cara de desesperación, volvió a acomodarse sobre la cama.     Sus ojos echaban chispas y su voz sonó ronca, cuando me dijo:

—Creo que ahora estás listo …

Me sentí eufórico, finalmente era mi turno.     Me quedé quieto esperando su próximo movimiento.     Ella puso sus manos sobre mi polla y me acomodó entre sus piernas, luego acarició mis muslos y mí abdomen.     Estaba sintiendo el característico cosquilleo en mis bolas y mi glande, estaba por explotar.     Por fin mi liberación estaba pronta.     Me dolía mi polla y continuos escalofríos recorrían mi espalda como pequeñas descargas eléctricas.     Tía Fiordaliso continuó a acariciar mi pija suavemente.

—Hazme saber cuando estés pronto a correrte …

Dijo recordándome mi deber.

—Umpf … S-ssiii …

Gruñí en una súplica.     Y yo sabía que no me faltaba mucho.     Muy dentro de mis bolas se estaba formando una ola grande como un tsunami, estaba creciendo y aumentando su potencia en manera implacable.

—Estoy cerca, tía … Muy cerca …

—No te muevas …

Me dijo mí tía, después en un rápido movimiento levantó sus piernas y poniéndolas por mis caderas, las colocó alrededor de mi espalda.     Sus talones estaban presionando mi trasero empujándome hacia ella.     Comenzó a sacudir mi polla frenéticamente y vi que ya no podía aguantar un segundo más.     Desesperado grité.

—¡La taza, tía! …  ¡Pásame la taza? … ¿Dónde está la taza? …

—Aquí … Esta aquí …

Dijo tironeando mi polla y dirigiéndola a su húmedo orificio.     Sus talones espolonearon mis nalgas y me empujaron encina de ella.     Su diminuto coño resbaladizo aprisionó mi polla y comenzó a retorcer mi verga con poderosos apretones de sus músculos vaginales.     Ella había metido mi polla en lo profundo de su panocha empapada.     Tía Fiordaliso me miró mientras esto sucedía.     Su expresión era de férrea determinación.     Mientras estaba estrujando mi polla con su coño estrecho, dijo casi en un susurro.

—Ésta es tú taza ahora … Llénala … Lléname con tus cosas …

Me sentí desconcertado, no tuve tiempo para reaccionar ni menos protestar.     El aluvión había comenzado.     Incluso si hubiese tenido fuerza de voluntad suficiente, la lujuria me sobre pasaba y de seguro no hubiese querido detenerme.     Sentí que mis jugos salían en densos y poderosos chorros haciéndome gruñir y gemir fuerte.     Tía Fiordaliso me hacía correrme dentro de ella.

—Urrrggghhh … Umpf … Umpf … Aaahhh … Umpf …

—Sí, Mateo … Córrete en mi … Córrete en lo profundo de tu tía … Lléname con tu semilla … Hazme un lindo bebé, cariño …

Mi cuerpo estaba convulsionando con espasmos a cada potente chorro que salía disparado de mi pija, mientras seguía bombeando el estrecho coño de mi tía, sentí como que se me acalambraban los pies.     Sus piernas me mantenían con fuerza pegado a su monte de venus.     Nuestras pelvis se restregaban la una con la otra y el semen continuaba a fluir de mi pene a la vagina caliente de mi tía.     Me caí encima de ella con mi polla palpitando dentro de ella.

Tía Fior también me había rodeado con sus brazos y se aferraba con fuerza a mi cuerpo como si nunca más quisiera separarse de mí.     Su voz había pasado a un susurro ronco y grave.

—Sí, Mateo … Llena mi útero … Lléname con tu semilla … Haz mi bebé … Haz como los griegos … Fecúndame …

Mis caderas chocaban al mismo ritmo de las de ella, empujando cada vez más profundo dentro de su coño.     Como si mi orgasmo no tuviera fin.     Su coño se rebalsaba con mi semen.

—Oh, Fior … Uhmmmmmm … Ooohhhhhh … ¡Carajo! …

—Sí, querido … Sigue corriéndote en mí … Todo … Dame todo dentro …

Me parecía haber perdido el sentido de mis piernas, no tenía un control de ellas.     Me había deslizado más hacia adelante y más encima de mí tía, estaba chocando con su ingle y su estrecho chocho había aprisionado mi entera polla.     Comenzaba a sentir el delicioso cuerpo de tía Fiordaliso debajo de mí.     Mis pectorales comenzaban a aplastar sus exuberantes pechos y sentí la dureza de sus pezones en mi piel.     Sentí sus dedos recorriendo mis cabellos y apreté mis músculos para vaciar algunas gotas más de esperma profundamente en ella.     La escuché susurrar cerca de mi oído:

—Qué buen sobrino que eres …

—Uhhmmrrggg …

Gruñí feliz en su oído.     Nunca en mi corta vida me había sentido más hombre que ahora.     Mi cabeza todavía giraba.     Me quedé sin aliento y me relajé un poco encima de ella, pero mi centro de gravedad estaba concentrado en mi polla que estaba incrustada profundamente en la conchita de tía Fiordaliso.     Todavía dudaba de que esto estuviese realmente sucediendo.     Mantuve mis ojos cerrados disfrutando de la exquisita sensación de estar dentro de su cuerpo cálido y suave.     Ella mantenía sus piernas firmemente alrededor de mí y empujaba suavemente su pelvis contra la mía como para incitarme a descargar todo dentro de ella.

No sé cuanto tiempo nos mantuvimos estrechamente atados el uno al otro.     Luego relajó sus piernas y yo me derrumbé a su costado.     Nos quedamos ambos boca arriba por un poco, tratando de recuperar nuestra respiración.     Fue entonces cuando ella inició a acariciar suavemente mi pecho con sus delicados dedos, deslizándose hacia abajo sobre mis abdominales, mi vientre y luego más abajo.

Mi polla había perdido algo del vigor inicial, pero sus caricias hicieron la magia de volverlo duro como una roca.     Luego se inclinó y se lo llevó nuevamente a su boca tibia y mojada.     Enseguida me montó a horcajadas y se empaló suavemente en mi erguido ariete.     Con una blanquísima sonrisa, me miró y dijo gozosa.

—Esa fue la parte dos …

—¿Parte dos? …

—Sí … Porque no he terminado contigo … Tu madre ya sabe que no volverás a casa esta noche … haré que me folles una y otra vez durante toda la noche …

Tía Fior comenzó a moverse rotando sus caderas, podía sentir mi polla tocando profundamente el interior resbaladizo de su panocha.     Me deslizaba sin esfuerzo dentro y fuera de su coño empapado, aún cuándo su conchita me apretaba como un estrecho guante.     Se apoyó en mi pecho con sus manos y siguió dando suaves saltitos sobre mi polla, mientras gemía y chillaba susurrándome diferentes cosas.

—Uhmmmmmm … Que rico que estés aquí conmigo … Lo haremos una y otra vez … Y muchas veces más …

—Oohhmmmmmm … Umpf …

Levanté mis manos para alcanzar sus pesadas tetas, las sostuve apretándolas suavemente juntándolas la una con la otra, luego tomé en forma individual cada una de ellas, la amasé, la sobajeé, la apreté tratando de urgir su pezón hacia adelante, su areola pareció expandirse.     Tía Fiordaliso siguió montando mi polla hasta correrse temblando y gimiendo de placer, pero no se detuvo hasta que hizo explotar mi polla dentro de su chocho otra vez.     Me sentí feliz.     Se sintió maravilloso.

—Eso, Mateo … Córrete dentro de mi útero fértil … Dame toda tu carga tibia y jugosa …

—Hhmmmmmm …

—Me gusta más este método casero, ¿no crees? …

—Ummmmmm … S-siii …

Tía Fiordaliso no me dejó en paz en toda la noche; incluso temprano el domingo lo hicimos varias veces.     Lo hicimos como lo hacen los amantes.     Dormíamos un rato y luego nos despertábamos para tener relaciones sexuales.     Comimos algo y luego teníamos relaciones sexuales.     Nos duchamos juntos y luego … Bueno, ya entienden lo que hicimos.

Follamos en el dormitorio, en el baño, en la cocina, en la sala de estar.   Ella me mamaba y yo la chupaba.     Ella me enseño cosas que yo había visto solo en videos y me dejó hacer prácticamente cualquier cosa depravada sobre ella.     Cada vez que me acercaba al orgasmo, ella se aseguraba de tener mi polla profundamente en su coño para recibir mi carga completa dentro de ella.

Cuando finalmente me dejó ir el domingo por la tarde, me sentía agotado.     Tenía dolores en todas partes y me costaba moverme, todos los músculos de mi cuerpo estaban sin energía.     Aún así, me pareció que era un tipo de cansancio bueno, que no me importaba sufrir.     Durante todo el viaje de regreso a casa no pude quitar la sonrisa de mi rostro.     Mi huesito pélvico me dolió por muchos días y cada vez que sentía ese dolor, no podía evitar de sonreír.

Después de esa vez, no supe más nada de ella.     Pasaron un par de meses y mamá tuvo que hospitalizarse para una intervención quirúrgica, me encontraba solo en casa por algunos días.     Seguía pensando en tía Fiordaliso y mi última experiencia con ella.     La forma en que me había excitado.     La forma en que había hecho que me corriera tantas veces.     No había manera de quitármela de la mente, estaba allí en todo momento.

No había nadie como ella.     Las chicas del colegio ya no me interesaban, tampoco me parecían tan atractivas como tía Fior.     No tenía ganas de salir con ninguna de ellas.     Solo pensaba en volver a follar con mí tía una vez más.     Fantaseaba con ella todo el tiempo, en la ducha, en sala de clases, en la calle, en el parque.     No importaba lo que estuviera haciendo, no podía dejar de pensar en su piel blanca y cremosa, sus pechos carnosos llenos de pecas, sus cabellos cobrizos, su culo redondo y firme.     Era una terrible e insoportable agonía.

Tampoco quería recurrir al autoerotismo, me negaba a autosatisfacerme.     Pensaba a ella que podía en cualquier momento volver a necesitar de mí.     Tenía que guardarme para ella.     Ahorrar mi semen para ella.     Pasé muchas noches despierto y con deseos de masturbarme, pero me obligaba a no hacerlo, para conservarme para ella.     Era muy frustrante no recibir su llamada.     Era una espera insufrible e interminable.

El día antes de que mamá fuera dada de alta, volví a casa del hospital.     Entré en casa e inmediatamente llegó a mis narices un olor a cocina.     Era todo muy extraño porque no había nadie más que yo para cocinar.     Sin embargo, el olor a pastel de choclo y humitas llenaba todo el ambiente.

—¿Quién está ahí? …

Pregunté desorientado.

—Hey … Aquí … Soy yo …

Era la inconfundible voz de tía Fiordaliso que llegaba desde la cocina.     La visión de mi tía cocinando fue algo digno de observar, llevaba un delantal, nada más que un delantal y nada más.     Sus maravillosos glúteos estaban totalmente expuestos en la parte trasera.

—¿Tienes hambre? …

—A-ha … Me comería un elefante …

—Qué bien …

Me pidió que me sentara y luego me sirvió un pocillo de greda con pastel de choclo.     Mi corazón latía con fuerza al ver los rápidos movimientos de mi tía con su cuerpo parcialmente desnudo.

—¿Notas algo diferente? …

Me preguntó en modo casual.

—El hecho de que estés aquí es ya algo diferente …

Dije mientras enterraba el tenedor en la costra dulzona del pastel.

—¿Cuándo dan de alta a tu madre? …

—Mañana después de mediodía …

Alcancé a decir viéndola que se metía debajo de la mesa y entre mis piernas.     No se demoró nada en desabrochar mis pantalones y encontrar lo que andaba buscando.     Suspiré profundamente cuando sentí su cálida boca en mi pene nuevamente; había pasado demasiado tiempo.

Sentir la boca de tía Fior chupándome la polla era increíble.     La situación me parecía tan irreal que pensé que me despertaría de un momento a otro.     Sin embargo, la sensación se mantuvo en el tiempo y finalmente era lo único que me importaba.     Dejé de comer y disfrute la boca de mí tía mientras me lamía y chupaba.     Succionó mi glande como una Pro, se trago toda mi polla varias veces hasta hacerla chocar con su garganta.     Me preparé para correrme muy pronto.

—Hmmmmm, tía … Ya viene … Siento que me voy a correr …

Entonces sucedió algo increíble, tía Fior no se detuvo.     Ella siguió chupándome aún con más ardor, no quería soltar mi pene, lamía y succionaba desenfrenadamente y su cabeza se movía más rápido sobre mi regazo.

—Slurp … Slurp … Gñam-gñam … Muak … Ummmmmm …

Tía Fior no dejaba de lamer, engullir y besar mi polla fogosamente y me resultaba cada vez más difícil contener mi carga.

—Ohhhh, tía … Ummm, tía … Mmmm … Umpf … Ya viene … Umpf …

—Muak-muak … Gñam-gñam … Slurp … Que rico …

—Tía … Lo digo en serio … No resisto más … Ummmmmm …

Tía Fiordaliso parecía no escucharme.     Me chupaba ansiosa y con mayor ahínco, concentrando su lengua sobre mi glande.     Parecía decidida a no detenerse.     Yo quería conservarme para su propósito y a ella parecía no importarle.      Me estaba confundiendo y no había más tiempo para pensar.     Mis piernas se estiraron y se pusieron tiesas, si seguía así ya no podría aguantar.     Traté de levantarme para escapar, pero ella me aferró con inusitada fuerza y me mantuvo sentado a la silla.

—Oooohhhh … Aaaahhhh … Tía, no … Hmmmmmm … Oh, no …

Sentí un torrente de esperma corriendo desde las profundidades de mis entrañas.     Un grueso chorro de semen salió disparado de mi polla.

—Vengo … Uuuuhhhh … Ummmmmm … Aaahhh … Umpf … Umpf … Tía, me corrooo …

Sus labios se cerraron alrededor de mi polla que se sacudía y disparaba densos chorros de semen directamente en su boca.     Al no haber tenido ningún orgasmo por mucho tiempo, me corrí con tal fuerza que me giraba la cabeza, me vino una especie de vértigo.     Agarré la cabeza de tía Fiordaliso y enterré mi polla en lo profundo de su garganta, ella nunca hizo un amago de retirarse, siguió chupando y tragando toda mi semilla.     Cuando finalmente deje de estremecerme y solté su cabeza, ella se sentó en sus talones y me miró sonriente.

—Qué tal, ¿eh? … No te esperabas esto, ¿verdad? …

—Ehm … No … Por … ¿Por qué? …

Se levantó de debajo de la mesa y me arrastro con los pantalones abajo hacia la sala de estar.     La seguí tratando de no tropezar con mis pantalones y nos dejamos caer en el amplio diván.

—¿Porqué … qué? …

—¿Por qué te tragaste mi semen? …

Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba radiante, sus ojos iluminaban todo mi horizonte.

—Porque ya no lo necesito en mi coño, Mateo … ¡Estoy embarazada! …

(Continuará …)

No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo ….
Los vi desde mi ventana en el piso de arriba supe que era el auto de tío Jairo.     De seguro viene con la tía Fiordaliso.     Ellos siempre me ponen nervioso.     La tía es tan hermosa que siempre me siento un poco cohibido y nervioso ante ella, dado mi carácter un poco tímido.    Tía Fiordaliso tiene un rostro de supermodelo, más encima es significativamente curvilínea, no como esa gente lisa y fría que desfila en las pasarelas.     Cada vez que estaba cerca de ella, me costaba mantener mi mirada lejos de su floreciente belleza.     Yo lo sabía y me incomodaba de que ella pudiera darse cuenta.

Apenas descendió del auto mis ojos comenzaron a recorrer toda su fisionomía, desde los deditos de sus pies finamente pintados y alhajados, hasta su elegante y sofisticada cabellera de un intenso color cobrizo.     Llevaba un calzado estilo sandalias con correas envolviendo sus bien moldeadas pantorrillas.     La suave brisa del viento hacía que su delgado vestido se adhiriera a sus tonificados muslos mientras caminaba sensualmente.     Sostenía una fina cartera de Isabel Bernard en una mano y en la otra una sombrilla para protegerse de los rayos del sol.     Yo la esperaba en el porche para saludarla y darle la bienvenida, pero ella se arrojó hacia mí dándome un estrecho y suave abrazo.

—¡Hola, Mateo! …

—¡Hola, tía Fior! … ¡Qué alegría verte! …

—¡Oh, sí! … ¡Qué contenta de encontrarte, Mateo! …

—Vamos … Entremos que el sol está demasiado fuerte …

—¡Eh, sí! …

¡Oh! Que cosa mas maravillosa y suave abrazar a tía Fiordaliso, sus protuberantes senos mullidos y algodonosos, hasta me pareció sentir el ápice de cada pezón sobre mi camisa.     Casi morí cuando su mano casualmente rozó mi polla mientras pasaba junto a mi y entraba a casa.

Me fui detrás de ella, era imposible evitar de mirar sus exquisiteces por detrás.     Su estrecha cintura que le daba a su trasero esa forma de reloj de arena era increíble.     No había chico que no admirara su derriere, cuando ella pasaba por la calle.     Ahora detrás de ella yo hacía exactamente eso, mirar su ligero vestido pegado a sus hermosas y finas nalgas.    Mirando como cada una de ellas se movía en forma ordenada, mientras una subía, la otra bajaba y luego viceversa.     Así en un movimiento perpetuo que era delirante.    Tuve que tapar mi boca para no exclamar ¡Que bien de Dios, Jesús mío!

Me parecía increíble que alguien pudiera ser tan atractiva.     Ella es el tipo de mujer que ves en las películas o revistas de celebridades.     ¿Cómo era posible tener aquí en casa una belleza sin igual?    ¿Cómo un ser de divina hermosura puede estar en mi casa y con mi familia?    ¿Cómo mi tío, que es una figura promedio, logró conquistar a esta diosa de mujer?

Bueno, el tío Jairo no estaba del todo mal.     Era el hermano menor de mi madre.     Lo conozco de toda una vida y él siempre ha sido muy buen tío, jugaba conmigo cuando pequeño y me cuidaba.     Luego tuvo un golpe de suerte y gano muchísimo dinero al Loto.     Se rodeó de hermosas mujeres, pero tía Fiordaliso era excepcionalmente hermosa, la más bella de todas.

Nos sentamos a cenar y yo me senté lejos de ella para evitar de estar permanentemente dándole indiscretas miradas a su protuberante escote y al surco que mostraban sus enormes tetas.     Su figura era tan llamativa que era imposible no mirarla.

Para servirnos el postre pasamos al patio, bajo el parrón y tía vino a sentarse junto a mí.     Me distraje mirando su escote y comenzamos a hablar:

—Entonces … ¿Cómo vas en el colegio? …

—¡Uhm! … Bastante bien … Debo hacer todo lo posible para incrementar mi puntaje para la PSU …

—¿Y cual es tu fuerte? …

—Historia … En biología me complico un poco …

—¡Oh, que interesante! …

—Sí, ahora mismo estoy estudiando antiguas civilizaciones, cómo la griega …

—¡Oh, los griegos! … La cuna de la democracia …

—Así es … En las diferentes ciudades estados …

—¿Cómo Atenas? …

—No solo … Está Halicarnaso, Olimpia, Tebas y muchas otras … Es muy interesante como han influenciado el desarrollo de muchas democracias modernas.     También está la influencia cultural, la filosofía, la política en general y los tantos artistas de esa época …

—Sin duda muy interesante, Mateo … Pero yo necesito hablar algo contigo …

—¿Uhm? … ¿De que se trata? …

Repentinamente ella alzó su cabeza mirando alrededor de nosotros, como para comprobar que no hubiese nadie cerca que pudiese escucharnos.     Había una decena de personas alrededor, pero ninguna parecía fijarse en nosotros.     Entonces Fiordaliso se inclinó hacia mí y en una voz susurrada, me dijo:

—Se trata de algo muy personal … Secreto … ¿Podemos juntarnos arriba? …

Sin esperar mi respuesta se levantó y se encaminó hacia la casa, la vi que subía las escaleras con su bebida en una mano.     Me quedé sorprendido y confundido, ¿Por qué secreto?  ¿Por qué arriba, en el piso de arriba?   ¿Por qué solos ella y yo?      Estaba realmente perplejo, tomé otra bebida y me encaminé al piso superior.     Mientras subía las escaleras, trataba de dilucidar lo que ella quería conversar conmigo en secreto; quizás necesitaba algún consejo masculino para elegir un regalo para tío Jairo, o planear una fiesta a sorpresa para él, pero en realidad no tenía la menor idea de que pudiera tratarse todo el asunto.

Una vez que llegué al piso superior, inmediatamente noté que la puerta de mi habitación estaba ligeramente abierta, entré y tía estaba de pie mirando los pergaminos y diplomas míos sobre la pared, mamá los había hecho encuadrar todos y los tenía allí para exhibición y su propio orgullo.

—¡Uhm! … Tienes una inteligencia privilegiada, ¿eh? …

Dijo mi tía observando uno a uno los cuadros de mis logros estudiantiles.

—¡Ehm, sí! … Algo así …

—Bien … Eso es muy bueno … Es justo lo que necesito …

¿Tía necesitaba a alguien inteligente?  ¿Necesitaba algún consejo sobre alguna materia del colegio?   En ves de aclarar un poco la incógnita, esto solo me confundió aún más.

Tía Theresa se sentó en mi cama, su vestido se subió sugestivamente sobre sus muslos envueltos en finas y sedosas medias negras.     Mis ojos escrutaron el dobladillo de su vestido, pero no había nada de revelador.     Mire su hermoso rostro con esas pecas en sus mejillas, las mismas pecas que se formaban en su pecho sobre sus exuberantes tetas.     Recogió sus manos en su regazo y pareció meditar sus palabras en forma tímida, cómo si tuviese dificultad a expresarse.

—Escucha Mateo … Quiero pedirte un favor …

—¿Sí? …

—¡Oh, Dios! … No sé por donde empezar … La verdad es que yo … Bueno … Busco … Busco un … Un donante …

—¿Un donante? … Tía, soy solo un estudiante … Tengo poco y nada para donar … Soy pobre …

—No … No es dinero lo que necesito … Es algo del cuerpo … Ya sabes … Algo más personal …

—¿Cuerpo? … ¿Acaso necesitas sangre? … ¿Un riñón? … Estas … ¿Estas enferma, tía? …

—No … Tampoco es eso … Para eso iría a un hospital … O le preguntaría a mi hermana …

Me sentí un poco desorientado al no entender de que cosa estaba hablando.     Parecía muy nerviosa y reticente a hablar con mayor claridad.      Volvió a mirar en torno, luego miró hacia la puerta que permanecía cerrada.     Finalmente lanzó un profundo suspiro y a muy baja voz, me dijo:

—Necesito un donante de esperma … Intento quedar embarazada …

Me quedé en blanco.     Dudé si había escuchado bien lo que ella me había dicho.     Noté que ella seguía moviendo su boca como si hablara, pero yo no procesaba nada, no escuchaba lo que ella me estaba hablando muy nerviosa.     Me quedó mirando expectante, mi boca estaba reseca y no lograba pronunciar palabra alguna.     Mi tía movió sus cejas como esperando una respuesta de mí, logre solo balbucear:

—¿Qué? …

Tía Fior pareció entender que me encontraba en estado de shock y que no había captado lo que ella me estaba diciendo, así que volvió sobre el asunto:

—¡Ehm! … Lo siento … Creo que no hay una manera delicada para decir esto, ¿verdad? … He pensado muchas veces en como decírtelo, pero no se me ocurrió nada más al respecto … ¿Quieres tomar asiento? …

Dio unas palmaditas sobre la cama en señal de que me sentara a su lado.     Tragué saliva, tenía el estómago apretado cuando me senté junto a ella.

—He intentado de todo para quedar embarazada …

La escuché atentamente, pero se quedó callada con la mirada perdida en el espacio.     Me di cuenta de que trataba de ordenar sus ideas y hablar las cosas con coherencia.     Tosió y se aclaró la garganta.     Se secó unas incipientes lágrimas que amenazaban de arruinar su maquillaje, no pude evitar de preguntarle:

—¿Estas llorando? …

—No … Bueno … Sí … Es que yo … ¡Ehm! …

—¿Estás bien, tía? …

—¡Maldición, sí! … ¡Solo que … ehm …!

Respiró hondo para recuperar su compostura y prosiguió:

—Ha sido difícil … Muy difícil … Hemos tenido terribles discusiones … Hemos intentado de todo y hemos fracasado en todo … Esto ha sido muy malo para nuestra relación, ¿sabes? …

—¿Y de cuanto tiempo que lo están intentando? …

—Tres años … Uhm … Sí, poco más de tres años … Ha sido duro … Básicamente ya he intentado todo lo que es humana y normalmente posible … He leído un montón de libros … He visto varios médicos … He probado todos los consejos … Hice un calendario para identificar con precisión los días en que estoy ovulando … Jairo y yo hemos tenido relaciones en todos esos días … Incluso me hice revisar completamente en la clínica y no encontraron ningún inconveniente en mí … Entonces es él … ¡Aahhh! … Ahí comenzaron nuestros problemas … La mera suposición o sugerencia de que él es quien tiene un problema, lo hizo enfurecer … Y no lo aceptó …

Recién empecé a comprender el drama de mi tía Fiordaliso.     Suposiciones y sugerencias como esas, serían un duro golpe para la autoestima de cualquier hombre y mi tío Jairo no lo tomó para nada de bien.     Con voz más quieta ella continuó:

—Estoy segura de que es él … el problema está en él … Sin embargo, cuando le pedí que se hiciera un control, se negó a hacérselo … Dice que él no tiene ningún problema para dejar embarazada a cualquier mujer … Su ego masculino, ¿sabes? … Dijo que deberíamos seguir intentándolo … Pero ha pasado mucho tiempo y no lo hemos conseguido … Necesito probar algo más … No dispongo de mucho tiempo para seguir intentándolo con tu tío … Entonces pensé en echarle una mano a Madre Naturaleza …

—Pero para eso vas a necesitar un laboratorio … ¿Porqué es que necesitas de mí? …

—¡Ehm … sí! … Inseminación artificial, así se llama … Toman la esperma de un donante y lo insertan en el útero de la mujer, muy profundo … Así los nadadores pueden alcanzar rápidamente el ovulo … Otras veces extraen el ovulo y lo fecundan en un laboratorio antes de volver a ponerlo dentro de la mujer …

—Fecundación in vitro …

—Exactamente … ¿Cómo sabes como se llama? …

—No me pierdo ningún capítulo de “The Good doctor” …

Tía Fior sonrió, lucía abatida:

—El problema es que tú tío nunca hará nada de eso … No me deja usar su esperma … Pienso que tiene miedo de que descubran algo en él …

—¿Y porqué no intentas las Fertilización in vitro? …

—Porque cada sesión es muy cara … No tengo el dinero y tu tío nunca pagaría para eso … La única vez que lo mencione se sintió realmente ofendido … Él piensa que todo lo que se necesita es que me bombeé por un par de minutos y listo … Es un tonto … Ni siquiera puede hacer que su mujer de verdad se corra …

Creo que ella ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo, lo último, lo dijo entre dientes.      Al parecer ella estaba muy molesta.

—Incluso si obtuviera el dinero de alguna parte, Jairo no colaborará … En principio pensé en llevar yo misma un poco de semen a la clínica, pero no tenía los medios para hacer que eso funcionara … Entonces se me ocurrió una solución alternativa … Ahí es donde entras tú … Bueno … Espero …

—¿Sí? … ¿Y cómo? …

—Escucha … Lo tengo todo pensado … Solo necesito el donante de esperma … Luego, el “trabajo real” lo hare yo misma … ¡Debería ser fácil! …

—¿Co-cómo? …

—Vendrías a mi casa … Pasarías un rato en el baño y … Bueno … Sacas tus cosas … Yo tendré listo un recipiente para ello … Pones tus cosas en una taza o vaso, luego me lo das … Yo tendré lista una jeringa y me inyectaré tus cosas directamente … ¿Ves? … ¡Es fácil! … ¡Solo te necesito como donante! …

Me quedé un rato pensando, pero no en el sistema ideado por mi tía.     Pensaba que lo que me estaba proponiendo era algo descabellado y complicado.

—Tía … ¿Por qué simplemente no te divorcias y busca un hombre que te embarace y te haga feliz como mujer? …

—Sí, también he pensado en eso … Solo que tengo mi edad, no tengo dinero ni tampoco educación superior … ¿Dónde iría? … ¿Qué haría? … Creo que no tengo tiempo como para comenzar una nueva vida con alguien más y ver si funciona o no funciona … Lo consideraría solo en caso de que mi plan no funcione …

—¿Y no has pensado en adoptar un bebé? …

—Tú tío Jairo dijo que no quería un “guacho” en casa …

Era muy difícil para mí entender el deseo de mi tía por convertirse en madre.     Sin embargo, entendí que ella actuaba así por la desesperación.

—¿Y por qué yo, tía? … ¿Por qué no pensaste a alguien más? …

—Cómo te dije anteriormente, no poseo de mucho dinero para hacerlo legalmente en laboratorio … Además, debe ser alguien en quien pueda confiar … Alguien conocido y que sabrá mantener el secreto … Tú tienes todas las características adecuadas, Mateo … Te necesito … Necesito de tú ayuda para cumplir con el deseo más importante de toda mi vida …

Me sentí halagado de que ella me hubiese tomado en consideración, ella siguió diciendo:

—Tú y yo no tenemos ningún parentesco sanguíneo … Pero por parte de tu madre, estás emparentado con mi marido … No eres muy diferente de él … Tienes su mismo tipo de sangre …

Me sorprendió lo informada que estaba y la interrumpí:

—¿Cómo sabes eso? …

—Está en vuestras licencias de conducir … Fácil, ¿no? …

—¡Oh! … Es verdad …

—Tampoco tienes alergias ni enfermedades hereditarias …

—Espera … ¿Y como supiste eso? …

—Bueno … Tú madre es una fuente de información confiable … Me hizo un resumen de todo tú historial médico …

Sonrió con una mirada un poco desfachatada.

—¡Oh! … Ya veo …

Sentí el calor en mis mejillas y lo que siguió fue aún peor, me preguntó:

—¿Has tenido una vida sexual promiscua? … ¿Alguna enfermedad de transmisión sexual? … ¿Quieres que te hagan un examen en clínica? …

Creí tener mi cara roja como un tomate, ella se quedó mirándome expectante esperando respuestas a todas sus interrogantes:

—Bueno … Ehm … Yo …

Mi tía se inclinó hacia adelante para poner atención a lo que yo estaba tratando de expresar.

—He tenido relaciones solo con una persona … Pocas veces … Ella …

—Erica, ¿verdad? … Tu novia, ¿eh? … ¿Cuánto tiempo? …

—Unos tres años … Estábamos en el mismo colegio … El último año sus padres la cambiaron de colegio … Entonces terminamos …

—Eres perfecto … Tienes el mismo grupo sanguíneo de Jairo … Ambos de cabello oscuro … Lóbulos similares … Barbilla cuadrada … Mismo color de ojos … Todas cosas en que se fija la gente para comprobar la ascendencia … Cuando quede embarazada le diré que es suyo … Seguimos teniendo relaciones sexuales cada vez que estoy ovulando … Las matemáticas son perfectas … Se necesitaría un examen de ADN para …

—¿Y si se hace uno de esos? …

—¿Tú tío? … No lo hará … Estará tan lleno de su egocentrismo que no dudará ni un momento de que el bebé no es suyo … Incluso si llegara a enterarse, por su orgullo lo negará …

En ese momento se detuvo y sonrió para sí misma un poco burlonamente, diciendo:

—A decir verdad, ya ni siquiera me importa … Lo único que quiero es esto … Quiero un bebé … Y mi esposo no puede dármelo … Tampoco yo estoy tan joven …

—¡Vamos, tía! … Apenas tienes treinta, ¿no? …

—Treinta y cinco …

—Pero luces muy joven y sexy …

Se dibujó una deliciosa sonrisa en su rostro, los hoyuelos de sus mejillas también sonrieron seductoramente.     Ella se echó el pelo hacia atrás en forma muy sensual, se enderezó sentada a orillas del lecho haciendo que sus pechos se lucieran bellos y firmes hacia adelante.     Esto me puso muy nervioso y cachondo, así que añadí:

—Quiero decir, no pareces de esa edad … Te ves muy buena … Ehm … Quiero decir … Joven y atractiva … ¡Oh, Dios! … Creo que estoy diciendo muchas necedades …

—No, Mateo … Está bien … Y gracias por tu apreciación … Toda mujer se siente halagada cuando un hombre la encuentra atractiva … Pero aún así, siento que el tiempo se me va … No me quedan muchos años para realizar mi sueño de tener un bebé … Me temo que, si no actúo pronto, eso nunca sucederá … Y yo no puedo aceptar eso … Pero a Jairo parece no importarle … Me lo dijo en mi cara, “Mujer, lo intentaremos … Sí sucede, sucede … Y si no, bien también” … ¿Te imaginas? … A él le da lo mismo … Y para mí es lo más importante … Debe suceder … A cualquier costo …

Ahora me di cuenta lo decidida que estaba de quedar embarazada.     Pude ver cómo contenía las lagrimas con los recuerdos de esas interminables discusiones con mi tío Jairo.     Me quedé allí sentado a observar su hermoso rostro con sus pecas características en sus pómulos.     Luego se volvió hacia mi y pronuncio sus más sentidas palabras:

—Mateo, por favor …

No dijo nada más, se hizo un denso silencio en mi habitación.     Ella se aclaró la garganta un par de veces y trató de evitar que las porfiadas lágrimas arruinaran el rímel de sus ojos claros y brillantes.     Me levanté y comencé a caminar reflexionando, tía Fior permaneció callada sentada al borde de la cama y no dejaba de observarme.

—Mateo … No se qué más decir ni hacer … Estoy desesperada … No tengo los medios para hacerlo profesionalmente … Confío en que si lo hago artesanalmente yo misma … Funcionará … Pero necesito de tu ayuda … Ayúdame, por favor …

Mi cerebro estaba maquinando todo a tiempo extraordinario.   ¿Podría ser eso posible?   No pensaba en negarme a ayudar a tía Fiordaliso, pero … ¿Podría yo hacer eso?

Además, no contaríamos con el apoyo de ningún familiar.     Sí se hubiera tratado de donar sangre o médula espinal para combatir una leucemia o algo así, estoy seguro de que todos apoyarían la iniciativa y se unirían en torno a mi tía, ¿Pero esto?   ¿Algo que nunca nadie debería jamás llegar a conocer?   ¿Un secreto?   ¿Un engaño?   Ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo.     Ya lo había pensado todo quien sabe cuántas veces.     Miré su figura y su rostro de desesperación y ansiedad.     Me recordé de las clases de historia donde antiguas civilizaciones tenían como prioridad de que las mujeres se embarazaran y tuvieran muchos hijos.     Los imperios debían crecer con hombres y mujeres jóvenes.     Si una mujer no venía embarazada por el marido, era su obligación yacer con uno o más hombres para que la embarazaran.     Era su obligación de hembra y ciudadana.     Mi respuesta ya se había formado en lo recóndito de mi cerebro, debía solo pronunciarla y no se cómo surgió en forma espontánea:

—Está bien … Lo haré …

Sus ojitos cobraron vida y se iluminaron.     La sonrisa volvió a sus labios y dijo:

—¿Sí? … ¿Lo harás? …

—Sí … Yo te ayudaré …

Las lágrimas de alegría afloraron y ella rápidamente las secó y contuvo.

—Gracias, Mateo … Espero que esto funcione … En algún modo te compensaré …

Se levantó y me abrazó en forma efusiva.     Su cuerpo suave y tonificado se apegó al mío.     Volví a sentir todas sus sinuosidades y curvas que volvieron a hacerme sentir un calorcillo y pulsaciones en mis pantalones.     Ahora ella hablo precipitadamente:

—Entonces yo arreglaré todo y te avisaré en el momento adecuado … Confío en que no será por mucho tiempo … Te llamaré y hablaremos de los preparativos … Y Gracias, otra vez …

Luego rápidamente ella salió de mi cuarto y desapareció hacia la sala de estar dando saltitos de alegría, me quedé un rato sin moverme y pensé ¿En que lío me he metido?

Paso un par de semanas.     No escuché nada de tía Fiordaliso, después de pensar a diario sobre el asunto, me relajé y comencé a olvidarlo un poco.     Después, repentinamente un día sin previo aviso, entró una llamada de un numero desconocido a mi celular, me sorprendí al escuchar la voz de mi tía:

—¿Estás listo? … ¿Puedes este fin de semana? …

Me preguntó en forma directa y sin preámbulos.

—Ehm … Bueno … Yo …

—Sabes quien soy, ¿eh? … Recuerdas de lo que hablamos, ¿verdad? …

—S-sí … Por supuesto … Dije que te ayudaría … Pero co-como … Tú, ¿cómo estás? …

—Escucha … Este sábado … Ven con el Metrotrén, yo te recogeré en la estación de Nos … Te pagaré un taxi para que vuelvas a casa … No quiero moverme después de, ya sabes, de eso … Solo prepárate, ¿vale? … Llega como a mediodía …

—Ugh … Está bien …

La tía Fior vivía a poco más de una hora desde mi casa.     Una casona padronal de campo, muy grande y bien cuidada, pero no era un sector desolado, solo que la casa más cercana estaba a varios cientos de metros de la propiedad de tío Jairo.     Había estado allí muchas otras veces en reuniones familiares y era agradable disfrutar en el jardín con el aroma de campo y enorme espacio a disposición en esta zona semi rural.

El sábado en cuestión tomé el Metrotrén en su horario puntual y traté de disfrutar del paisaje campestre y un poco de lectura revisando los mensajes de texto en mi celular.     Aproveché de enviar a tía Fiordaliso el horario de llegada a Nos y recibí un escueto “OK” cómo respuesta.     Apenas salí de la estación vislumbré el carro de mí tía que venía a recogerme.     Subí a él y ella nos condujo a casa.     No conversamos de nada en el trayecto, imagino que tanto ella como yo estábamos nerviosos.     Ella estacionó el vehículo en el garaje y entramos directamente en casa.     Sentía maripositas en mi estómago y el tiempo parecía transcurrir muy rápido.     Sin siquiera darme cuenta entré a casa y comencé a quitarme mi cortavientos.     Nervioso como nunca, le pregunté:

—Y el tío Jairo … ¿Dónde está? …

—Se fue a Valparaíso a pescar con sus amigos … Volverá mañana temprano … Gracias de nuevo por tu ayuda, Mateo … Sabes donde está el baño, ¿verdad? …

Un poco bobamente ambos sonreímos cuando ella me mostró el camino al baño, porque yo ya lo sabía perfectamente, pensé que era por el nerviosismo que estábamos sintiendo mutuamente.     Dentro del baño había varios objetos encima de la mesa junto al lavabo.

—¡Oh, Mateo! … Este es el recipiente … Bueno … Para tus cosas … Ponle la tapa una vez que hayas terminado … Ehm … También compré estas por si las necesitabas …

Me dijo tía Fior mostrándome dos revistas pornográficas suecas mientras me guiñaba un ojo.     Luego se giró y salió del cuarto cerrando la puerta tras ella.     Todo se sintió extrañamente tranquilo.     Allí estaba yo en el baño de mi bella tía a punto de masturbarme y dispararle mi semen en una taza con tapa de rosquilla roja.     Me reí para mis adentros pensando en lo absurdo e irreal de todo esto.

Me bajé los pantalones y me tome un tiempo para sentirme cómodo en el baño.     Comencé a hojear las revistas, no había nada nuevo en ellas.     Chicas mostrando sus jóvenes coños y culos a un fotógrafo de dudosa profesionalidad.     Paginas con tetas de todos los tamaños con escritas laterales en varios idiomas que yo no conocía.

Tomé el pote con tapa y la desenrosqué un poco, dejándolo listo para despegarla rápidamente al momento preciso.     Hojeé las revistas intentando de que mi polla reaccionara.     Había algunas fotos muy sugestivas, pero me centré en una modelo que asemejaba bastante a mí tía Fiordaliso.     Seguí mirando las fotografías mientras acariciaba mi pija hacia arriba y hacia abajo, intentando imaginar fantasías con esas mujeres, pero mi pene tomó consistencia solo al momento de centrarme en la figura de mi tía.     La vi sonriéndome mientras arreglaba sus cabellos cobrizos que destellaban llamas al suave movimiento del viento.     Su vestido adherido a sus curvilíneas formas, dibujando su liso vientre y la convergencia de sus muslos firmes, exquisitos y tiernos.     La imagine en frente de mí, acercándose como en cámara lenta, apuntando a mi polla con sus manitas suaves, cogiéndola entre sus deditos largos y pintureados, moviendo mi prepucio como un fuelle aterciopelado en forma vertical.     Su ojitos centrados fijamente en mi meato esperando ansiosa la salida de mi semen sobre su carita angelical.     Creí escuchar su suave voz: “Ahora, Mateo … Ayúdame … Dame tus cosas … Te necesito, Mateo … Hazlo por mí … Por favor”      Sentí el estremecimiento característico en mi bajo vientre, rápidamente quité la tapa del envase, la sostuve contra mi polla y disparé un sinnúmero de nacarados filamentos de denso semen en su interior, me aseguré de que cada chorro cayera dentro y luego atornillé la tapa roja cerrando el receptáculo.     Me levanté los pantalones, me fui al lavabo y lavé mis manos, luego salí y llamé a mi tía:

—Tía … Ya terminé …

—¡Oh! … Vengo …

La escuche decir desde arriba, luego llegó a toda prisa a mi lado.

—Entonces te llamaré un taxi para que te lleve a la estación … No te preocupes de pagarlo, porqué ya lo he cancelado con mi tarjeta de crédito … Y ten, un poco de dinero para el tren …

Todo fue muy rápido y sin preámbulos de ningún tipo, todavía un poco nervioso, le dije:

—Gracias, tía … ¿Estarás bien ahora mismo? …

—Sí … El resto lo haré yo sola … Y gracias de nuevo, Mateo …

Me dio un rápido abrazo y volvió a subir las escaleras un poco apresuradamente.     Cuando salí, un Uber llegó en un par de minutos y me llevó a la estación para tomar el tren de regreso a casa.     El viaje transcurrió sin contratiempos, pero no cesaba de pensar en lo que acababa de suceder.     Nunca había hecho una visita a casa de tía Fiordaliso tan breve.     Creo que no se prolongó por mas de diez o quince minutos.     Entré, hice lo que se esperaba de mí y luego fuera otra vez.     No hubo charlas triviales ni nada.

Comencé a pensar en: ¿Que estará haciendo la tía en estos momentos?   ¿Habrá ya hecho lo que se proponía hacer?   ¿Cuánto tiempo le habrá tomado hacerlo?    Mi mente me trajo las imágenes de ella en toda su beldad, era tan hermosa, tan pura, tan sexy.     La imagine acostada sobre su cama totalmente desnuda, tocando su coño, abriendo su labia vaginal e inyectando mi tibia esperma dentro de su panocha fértil.     ¿Quedará ella embarazada de ese modo?     Mi pene volvió a ponerse duro y sentí ese calorcillo en mis bolas.     No pude dejar de pensar en ello hasta que llegué a casa.     Esa noche tampoco tuve sueños tranquilos imaginando los bellos muslos de tía Fiordaliso abiertos al máximo mientras llenaba su coño con mi semen.     Me parecía que todo esto sucedía en alguna dimensión paralela y extraña.

Pasaron varias semanas.     Continué con mis estudios.     Estábamos debatiendo sobre la filosofía de Platón y la creación de la Republica y yo debía escribir un articulo al respecto.     Afortunadamente era bastante diestro en la redacción de discursos y trabajos escritos, por lo que no me llevó demasiado tiempo.     Cuando estaba casi terminando mi trabajo redaccional, sonó mi celular, una llamada de un numero familiar estaba en entrada.     Se me secó la garganta y un ligero temblorcillo recorrió mi cuerpo, apreté mi estómago y respondí:

—¿Hola? …

—Sí … Hola …

Reconocí inmediatamente la voz de mi tía Fiordaliso, se quedó unos segundos sin hablar, pero podía escuchar claramente su profunda respiración.

—Mateo … Al parecer no ha funcionado … ¿Podemos volver a intentarlo este fin de semana? …

—Ehm … Sí … Claro …

—Excelente … ¡Ah! … He estado leyendo algunas cosas al respecto, ya sabes, cosas que podrían ayudar … Entonces quería pedirte otro favor …

—Sí … ¿Cuál? …

—Uhm … Quiero que no tengas relaciones sexuales con nadie … Tampoco que te toques … Deberías guardarlo todo … Guárdalo todo para mí … ¿OK? … Y gracias …

La comunicación se cortó abruptamente y me quedé sin palabras.     Me parecía todo tan raro, pero pensé que ella tenía razón.     Era una buena idea si yo tuviera un periodo de abstinencia.     Pensándolo bien, había estado tan ocupado y absorto en mis estudios que en realidad ya habían pasado dos semanas desde la última vez que había eyaculado, así que sin querer estaba cumpliendo con los requerimientos de mi tía.

Llegó el fin de semana y partí para encontrarme con mi tía.     Pensé en tratarlo como una visita al doctor o al mecánico.     Sin nada de sexual en ello.     Solo estaba ayudando a una querida amiga a cumplir uno de sus más añorados sueños.     Ella se merecía de poder cumplir ese sueño y yo estaba dispuesto a ayudarla.     Podría haber elegido a algún otro, pero me había elegido a mí, no había más hombres en familia con la edad adecuada.

Me recogió en la estación con su coche, estaba vestida con una estrecha remera y unos ajustados jeans elastizados que se adherían a sus piernas como una segunda piel.     Sus anchas caderas se veían de ensueño.     Me precedió cuando entramos a su casa y yo no era capaz de quitar mis ojos de su atractivo e increíble trasero.

—Mateo … Bienvenido de nuevo … Y gracias por hacer esto por mí …

Dijo con una amplia sonrisa tratando de calmar la tensión del momento.

—Sí, Ok … ¿Está el tío Jairo? …

—¡Oh, no! … Se fue de caza con sus amigos … no llegará hasta esta noche …

—Genial … Entonces estamos solos tú y yo … Que bien …

—Sí … Es mejor así … Te tengo todo preparado en el baño … Te estaré esperando …

Diciendo eso, tía Fiordaliso desapareció hacia el piso superior.     Como necesitaba satisfacer una urgencia fisiológica, fui al baño e hice mis necesidades, luego como tenía sed me dirigí a la cocina en busca de algo de beber, enseguida volvería al baño a cumplir mi tarea para tía Fior.     Justo cuando iba en camino al baño, escuché a mí tía descendiendo por las escaleras:

—Tía … Lo siento, pero todavía no lo he …

Me quedé con mi mandíbula inferior colgando casi hasta el suelo.     Descendiendo las escaleras había una mujer pelirroja con el cabello suelto sobre los hombros y vestía una fina bata de color negro como de hilo tejido a malla.     Parecía una especie de traje oriental y bastante revelador.     Me quedé allí pasmado ante la belleza que se presentaba ante mis ojos.

—¡Guau, tía! …

—Oh, lo siento … volveré arriba … Uhm … Solo me preparaba …

Dijo apresuradamente cerrando la prenda sobre sus pechos vibrantes y movedizos, grandes y excitantes.

—Está bien … Yo voy al baño ahora …

Entré al baño, cerré la puerta y me bajé los pantalones.     Esta vez no necesitaba ninguna revista después de haber visto las estimulantes visiones del vestido de mi tía y su hermoso cuerpo.     Rápidamente cogí el receptáculo de donación y lo coloqué de frente a mí.     Luego cerré los ojos y pensé a esa hermosa mujer que había visto descender por las escaleras con esa seductora bata negra que no cubría nada de su hermosura.     Mi mente se fue por un espacio de placer, una dimensión de lujuria y mi orgasmo llegó potente y copioso en gruesas hebras de candente semen fresco.

Me tomó menos de dos minutos en correrme, enseguida levanté mis pantalones y cerré la tapa a rosquilla del recipiente de plástico.     Estaba casi sin aliento y mi corazón latía desbocado.     La visión de mi tía casi sin nada encima todavía estaba totalmente vivida en mi mente.     Sus pechos redondos como globos lucían pesantes y duros, con sus pezones punzando la tela a malla queriendo escaparse por esos amplios agujeros.

Me lavé las manos, agarré el envase con mi esperma y salí del baño.     Tía Fiordaliso estaba esperándome al pie de las escaleras.

—¡Oh, vaya! … ¡Eso sí que fue rápido! …

Dijo ella sonriendo feliz.

—Sí, bueno … Ya sabes … Todo para una bella dama como tú …

Ella me quitó la taza y la levantó para mirarla a contraluz, cuando vio la enorme cantidad de semen sus ojos se volvieron de ensueño.     Mirando su cautivadora bata mostrando sus hermosas formas femeninas.     No sabía que decir, pero lo mismo dije:

—Veo que te estás preparando …

—¡Oh, sí! … También en mi dormitorio tengo listas algunas cosas …

—¿Qué cosas? …

—Uhm … Bueno … Algunos juguetes y demás …

—¿Juguetes? …

Tía lucía nerviosa, pero recuperó su compostura y comenzó a hablar sobre los preparativos que había hecho.

—Sí … Verás, leí algunos artículos en la red donde se dice que estar cachonda también ayuda a la fecundación … Los fluidos de la mujer ayudan a los espermatozoos a nadar con mayor énfasis hacia el ovulo … Por eso pensé que antes de usar tú esperma … Ehm … Me excitaré usando algunos de mis juguetes … Ya sabes … Vibradores y consoladores …

Algo se me atravesó en la garganta y traté vanamente de aclararla.     Mi tía me sonrió viéndome un poco complicado con su explicita explicación.     La vi que se sonrojó levemente.     Pero en realidad no había necesidad de ser tímidos.     Ambos éramos bastante adultos y ya sabíamos de fluidos corporales, de videos porno, de juguetes sexuales y todas esas cosas.     Tía Fior pareció relajarse y continuó:

—Comenzaré con mi vibrador estimulador de punto G … Luego usaré mi consolador grande … Se llama doctor John Holmes … Imagino que será el nombre del sexólogo quien lo invento … Después cuándo esté lista para correrme, me inyectaré tú semen … Espero que eso funcionará …

No quise revelarle a mi tía que John Holmes era un porno actor de los años ’70, pero mi polla comenzó a engrosarse escuchando sus planes de autofecundación.     Ella prosiguió:

—Después volveré a jugar con mi consolador para correrme una vez más … Al parecer las posibilidades de quedar preñada aumentan si la mujer está muy caliente … No sé si eso será realmente verdad … Pero estoy dispuesta a intentarlo todo …

—Uhm … Bien … Si eso es verdad, entonces debería funcionar …

—Bueno … Sí no lo es, de todas maneras, será algo agradable de experimentar y disfrutar …

—Apuesto a que sí …

Fuimos a la cocina y ella versó limonada fresca en dos vasos y me tendió uno a mí.

—Eso debería ser también cierto para los hombres, ¿verdad? … Cuando estás más cachondo, es muy probable que eyacularás más, ¿no? …

Eso me hizo pensar en lo cachondo que me sentí a verla con ese cautivante bata negra.     Poco a poco me sentí cómodo teniendo esta conversación con tía Fiordaliso.

—Ehm … Efectivamente … Supongo que sí …

—¿Y que te pone más cachondo? … Puedo conseguirte alguna revistas nuevas, ¿sabes? … ¿Hay algo en particular que te sirva para encenderte? …

—Bueno … El verte vestida así ayuda mucho …

Dije un poco en broma.     Oculté mi rostro detrás del vaso bebiendo un largo trago cuando expresé mí comentario.

—¿Cómo? … ¿Así cómo estoy ahora? …

Dijo sonriendo y mirándose así misma mientras tocaba el dobladillo de su bata que cubría muy poco de su desnudez.     Noté que ella lucía divertida y no se había ofendido.     Seguía acariciando la delgada tela a malla casi trasparente.     Tragué saliva cuando ella dibujó sus tetas con las yemas de sus dedos.     Claramente me estaba provocando.

—Eh … Sí … Luces estupenda …

—Realmente uso esta prenda solo para ir a la cama … No puedo creer que un hombre se pueda excitar viéndome con esta pequeña prenda vieja …

—Oh … Vamos, tía … Te ves tremendamente sexy …

Ella se rio, posó su vaso sobre la encimera y luego se paseó ante mí moviendo seductivamente sus caderas.

—¿Qué te parece eso? … Tendrás una imagen para llevar contigo al baño …

—Ya lo hice …

—¿Cómo? …

—Este … Bueno … Ehm … Yo …

—¿Qué? …

—Bueno … Es que te ves tan sensual y cachonda con esa bata … Qué … Ehm … Estaba pensando en eso … Ehm … Cuando llené la taza …

—¿Pensaste en mi mientras te masturbabas? …

—Sí, tía …

—¿Es por eso por lo que terminaste tan pronto? …

—Sí, tía …

—¿Es por eso por lo que eyaculaste tanto? …

—Sí, tía … Bueno, quiero decir … Solo mírate … Eres tan sexy que podrías hacer que me corra muchas veces más …

—¿En serio? … ¿Dices la verdad? …

Me preguntó acercándose a mí con sus ojitos iluminando toda la cocina.

—Sí, tía …

—¡Santo Dios! … Entonces vamos …

Dijo entusiásticamente tomándome de la mano y arrastrándome escaleras arriba.

—He estado tres años intentando … Sí puedes darme más de tus cosas, tienes que dármelas ahora ya …

Ella soltó mi brazo solo cuando estuvimos al interno de su dormitorio.      Había una cama King-Size, miré que había un plato con dulcecillos y bombones.     La habitación estaba adornada con flores y velas perfumadas.     Las persianas estaban bajadas.     Estaba claro que ella se había preparado para tener un buen momento.

El pequeño vaso de plástico con mi semen fue colocado sobre una mesa junto al televisor de pantalla plana frente a la cama.     En la misma mesa había una canasta que contenía una selección de juguetes sexuales, desde donde sobresalía un grueso consolador.     Tía Fior tomó la cesta y el recipiente con mi esperma y se subió a la cabecera de la enorme cama, sentándose sobre las almohadas.

—Entonces te gusta fantasear conmigo, ¿no? … Bueno … Cómo estás siendo un amable caballero donándome tus cosas … ¿Qué te parece si te hago ver un poco de esto? …

Apoyada casi en el respaldar de la cama, con sus piernas ligeramente dobladas, tía Fior se abrió parcialmente la bata y dejó al descubierto una de sus enormes y gordinflonas tetas.     Con su delicada mano jugo con su pecho masajeándolo y aplastándolo, tiró de su diminuto pezón y levantó su teta en el aire para que yo pudiese apreciarla en todo su esplendor, ¡Guau!  ¡Qué cosa más hermosa!

Su otra mano empujó suavemente el bordillo de la bata y descubrió su segunda maravilla de esponjosa carne, manchada de innumerables pecas color cobre.     Tía Fior me estaba haciendo ver sus enormes pechos y parte de su tersa piel desnuda.     Mi erección fue enorme y furiosa.     Tragué saliva varias veces incrédulo y complacido ante el espectáculo insuperable que tía Fiordaliso estaba montando para mí.     Era cómo sí uno de mis sueños se hiciera realidad.     Ella siguió descubriendo cada vez más de su desnudez.     Soltó el cinturón y abrió completamente su bata.     Miré su entrepierna y en la posición en que estaba sentada no vi nada, solo su vientre y la juntura de sus piernas, tampoco vi vellos púbicos por lo que deduje que tía Fior afeitaba su coño.

Ella comenzó a tocar sus muslos y poco a poco comenzó a abrir sus piernas.     Mi polla dura como una roca, iba a explotar de un momento a otro.     Su mano se metió entre sus piernas y cubrió su conchita pelada, luego separó sus muslos mientras su manito acariciaba la rajita de su chocho que todavía no lograba vislumbrar.     Con sus muslos bien separados y sentada en sus tobillos, tía Fior echó su cabeza hacia atrás entrecerrando sus ojitos y con un largo gemidos abrió los hinchados labios de su pequeño coñito.     Un resplandor rosado y brillante emergió de ese orificio sedoso y mojado, el coño de tía Fiordaliso.

Mi tía acarició su coño con los ojos cerrados gimiendo suavemente como una gatita cachonda.     Luego estiró su brazo y sacó de la cesta un objeto cilíndrico rosado y negro con unas líneas metálicas brillantes, hizo clic y un zumbido lleno el silencio del dormitorio, supe que era uno de los vibradores al cual había hecho alusión con anterioridad.     Sentí que mi corazón escapaba de mi pecho mientras ella movía esa cosa que ronroneaba suavemente al contacto con los húmedos labios de su conchita entre sus carnosos muslos.     Un gemido lujurioso emitió mi tía mordiendo su labio inferior.

—¡Uhhhmmm! …

Mi polla vibraba furiosa y lo único que yo deseaba era tocarme y volver a correrme.     Tragué saliva sin poder apartar los ojos de mi tía que se masturbaba delante de mí.     Una sensación se apoderó de mí, me llegaban los sonidos de placer de mi tía, la visión de su manito moviendo esa cosa vibradora al largo de su coñito diminuto.     Mi visión apartó todo lo que había a mi alrededor y solo veía la conchita de mi tía.     Estaba empezando a perder contacto con la realidad.     Mi entero universo estaba concentrado en esa cosita resbaladiza, caliente y encharcada en medio a las piernas de mi tía.

Sus cabellos rojizos cubrían parcialmente su rostro bermellón.     Su boca estaba entreabierta gimiendo cada vez con mayor fuerza.      Su cuerpo hermoso y esbelto comenzó a contorsionarse, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás cada vez con mayor velocidad sobre este cilindro rumoroso.     Era como ver la escena de un video porno en vivo y en directo.

No podía contenerme, en forma desesperada me bajé los pantalones y dejé salir mi polla dura como el granito.     Comencé a jalar de mi polla enérgicamente contemplando el cuerpo caliente de mi tía que se aproximaba a su orgasmo.     Ella abrió sus ojos y vio que me masturbaba con fiereza.     Entre gemidos apunto al recipiente sobre su mesita de noche y me dijo:

—¡Destápalo! … ¡Córrete en la taza! …

Sin soltar mi pene ni un segundo, estiré mi brazo y agarré el recipiente de plástico con parte de mi primera eyaculación, lo destapé y apunté la punta de mi verga dentro del receptáculo.     Tía Fior continuaba rozando su chocho con su vibrador, lo metía dentro de su canal vaginal y tiritaba de placer, luego lo sacaba y lo frotaba velozmente contra su clítoris.     Se veía tan hermosa y sus sonidos eran hechizadores y llegaban directamente al centro de placer en mi cerebro, llevando mi cachondez a límites superlativos.

Respiré agitadamente y comencé a sentir una especie de mareo.     Mis piernas estaban tiesas y mi glúteos duros como piedras.     Descendió una bruma y no veía claramente, cerré mis ojos y apareció ante mi nublada vista la visión rosácea del coño de mi tía, caliente y jugoso.     Abrí los ojos y vi a mi tía revolcándose sobre la cama con su cuerpo temblando mientras follaba violentamente su coño con el vibrador.     Ahí a un metro de mí, la mujer más hermosa del mundo se corría chillando y gritando su potente orgasmo.     Se me escapó un gutural gruñido y comencé a vaciar mis pelotas dentro del vaso plástico en gruesos chorros de cálido semen.

Parecía un orgasmo infinito, no cesaba de salir esperma espesa de mi polla.     Mi vientre estaba duro y hundido, contrayéndose en el esfuerzo de expulsar más lechita nacarada para mí tía.     Ordeñé cada gota que salía de mi pija pulsante, asegurándome de verterla en el vaso de recolección.     Cuando salí del trance de mí clímax, pude escuchar a tía Fior susurrando:

—Ssiii, bebé … Córrete para mí … Que buen sobrino que tengo …

Tía se arrodilló y se acercó a mí tomando el vaso lleno a más de la mitad.     Lo tomó suavemente y lo miró a contraluz.

—Oh, querido … Esto es mucho … Ojala tu tío Jairo pudiese eyacular así …

La miré atentamente, mi cabeza se había recuperado del esfuerzo hecho.     Me pareció estar observándola desde un punto muy lejos de ella, me parecía tan irreal todo, como si estuviese sucediendo en alguna lugar muy apartado.     Estaba con mi polla todavía palpitante y con jugos goteando de mi cabezota hinchada.     Y ella estaba allí, desnuda, recibiendo mi semen en un recipiente y lista a inyectarlo en su coño, mientras su marido estaba fuera de casa.

Lo que paso luego pareció aún más surrealista.     Tía Fiordaliso sacó de la canasta una pequeña jeringa de unos cuarenta o cincuenta ml., la apuntó al vaso y comenzó a aspirar mi esperma desde la copa plástica hasta llenarlo, enseguida se recostó sobre su cama, abrió bien sus piernas e insertó la jeringa profundamente en su estrecho coño, presionando la jeringa para descargar todo su contenido dentro de su vagina caliente.

Observé su coño estrecho, desnudo e hinchado, mojado con jugos femeninos.     El tubo de la jeringa entró sin problemas en ella, parecía una cosa muy extraña, pero al mismo tiempo sexy y ambulatoria.     El pistón de la jeringa fue presionado hasta el final, quedando vacío, todo mi semen estaba dentro del cálido coño de tía Fiordaliso.     Tragué saliva, se me hizo un nudo en la garganta.     Mi tía se estaba impregnando con mi semen.     Un poco sorprendido dije:

—No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo …

Tía Fior me miro contenta.     Tenía los ojos lucientes y respiraba todavía con un poco de afano, pero parecía totalmente coherente.

—Sí … Se siente de maravillas … Calientito, pegajoso y resbaladizo … Se siente muy bien dentro de mí … Gracias, Mateo …

Retiró la jeringa de su panocha después de haberla vaciado.     Luego desechó la jeringa en una bolsa de plástico.     Entonces comenzó a tocarse nuevamente asimisma.     Cogió el vibrador y también un falo plástico de notables dimensiones.     En ese momento pareció darse cuenta de mi presencia y antes de iniciar algo más, me miró y dijo:

—Ehm … Mateo, supongo que deberías irte ahora …

—Uh, sí … me vestiré y me iré …

No me sentí muy bien cuando ella dijo eso, pero no podía pretender nada más, es lo que habíamos acordado, una donación de esperma y nada más que eso.     Tomé mis pantalones y me vestí.     Mí polla todavía estaba un poco tiesa.     Me dirigí a la puerta pensando en terminar de arreglarme y lavarme en el baño, justo cuando estaba cerrando la puerta, ella me llamó:

—Oh, Mateo …

—¿Sí? …

—Perdona, pero lo olvidé completamente … Mi billetera está en el bolso colgado a la entrada … Saca algo de dinero para el taxi … No he llamado ninguno … Camina hasta la estación de servicio más adelante y allí siempre hay taxis esperando a los clientes del supermercado … Toma uno de esos y te vas a la estación …

—Está bien, tía … No te preocupes … Nos vemos …

Cerré la puerta y bajé las escaleras rápidamente para asearme.     En ese momento sentí que lo único que quería era irme de allí.     Necesitaba sentirme lejos de esa experiencia bizarra.     Cuando entré al baño me quité la camisa, me senté en el inodoro y me reposé unos minutos allí.     Sentí que un simple lavado no iba a ser suficiente, así que terminé de desvestirme y me metí bajo la ducha.     Era el único modo de despertarme y salir de ese trance en el que me encontraba sumergido.

Salí de la casa de la tía y me encaminé hacia la estación de servicio a poco menos de un kilometro de allí, eso me dio bastante tiempo para reflexionar en lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo.     Ciertamente me era difícil permanecer insensible a todo lo vivido.     Tía Fior quería un bebé a todo costo y yo simplemente le estaba ayudando con la materia prima.     Me había comprometido a hacerlo y en eso estaba ahora mismo, no había cabida para arrepentimientos, debía llevar a cabo la tarea hasta lograr el objetivo.     Eso me había pedido ella expresamente.

Sin embargo, no me sentía seguro sobre lo que estaba pasando allí.     Todo había sido increíble, excitante e irresistible.     ¿Ver a mi tía masturbarse mientras yo hacía lo mismo?, simplemente fabuloso.     Tal vez no era lo apropiado de hacer entre sobrino y tía, pero ya lo habíamos hecho.     Como suele decirse: “Es inútil llorar sobre la leche derramada”, o quizás debería decir “lechita”.

No había dilucidado nada sobre este dilema cuando llegué a la estación de servicio.     Tenía razón tía Fior, había un par de taxis esperando pasajeros.     Me subí a uno de ello y le pedí de llevarme a la estación del metrotrén.     En el viaje de regreso a casa, mi cabeza daba vueltas siempre sobre el mismo tema y sus implicaciones.     Lo mismo fue para el resto de la jornada, cuando me fui a la cama estaba lleno de preguntas y ninguna respuesta.

Mientras me giraba sobre mi cama tratando de dormir.     Una vez más las imágenes de mi hermosa tía invadieron mi mente, la vi revolcándose sobre la cama mientras se corría, su cuerpo totalmente desnudo temblando, sus tetas bamboleándose a cada espasmódico corcoveo, sus gritos y gemidos, su risa delirante a ojos cerrados.     No era nada de extraño de que me haya corrido dos veces casi consecutivas.

Sin siquiera concentrarme mucho, semiconscientemente, comencé a masturbarme bajo las sábanas pensando a ella por supuesto.     Me sentí un poco culpable al hacerlo.     Se suponía que debía conservarme para ella exclusivamente.     Pero no pude contenerme, los recuerdos de su cachonda imagen me hicieron correrme por tercera vez en el día, derramé mi carga de fresco semen dentro una de mis medias de futbol.     Solo después de aquello, logré finalmente conciliar el sueño.     Claro qué hasta el último segundo me quedé a pensar cual sería el próximo movimiento de tía Fiordaliso, porque hasta ahora no ha logrado preñarse con su jeringa y mi semen.

(Continuará …)