Al escuchar los ruidos que venían de la sala, nos separamos y arreglamos nuestra vestimenta, yo me senté en una silla y me hice el dormido, Adela como que metió los vasos al lavabo de la cocina, y salió a ver quien era, en eso escucho que dice….HIJITA…QUE PASA…en eso Analí, MAMA TENGO SED QUIERO AGUA , y entró a la cocina al verme dormido en la silla dijo…….MAMA MI PADRINO ESTA DORMIDO…MEJOR LO LLEVAMOS A LA SALA Y QUE DUERMA EN UN MUEBLE……POBRECITO MAÑANA VA ESTAR MAL, ..Adela, aceptó la propuesta de Analí, las dos vinieron a cargarme para acomodarme en la sala, en eso yo me despierto, y vi a las dos frente a mi, mis ojos se fijaron en Analí, que tenía su ropa de dormir que mostraba sus encantos, ella me abrazó para ayudarme, yo les dije, …ME QUEDE DORMIDO …ESTABA CANSADO , ME VOY A MI CASA…..NO QUIERO MOLESTAR, ellas se opusieron a que me vaya, yo insistí, por que la calentura estaba subida, las ganas de quedarme también martillaban mi calentura, no podía poner en riesgo la confianza y el cariño que me ofrecieron. Al día siguiente me quedé en casa a descansar y arreglar un poco , en la tarde vino la chibola de la pensión, a lavar mi ropa hacer limpieza, terminó }, yo la atajé, nos bañamos , en mi cuarto nos pusimos a ver una película acostados en mi cama, a media película, ella comenzó a besarme y luego su mano estaba en mi verga pajareándolo, me puso en pindinga, yo comencé a besar sus senos tiernitos ya sus pezones estaban paraditos , la chibola gritaba cuando le metía mi verga a su conchita ajustadita, AYYYY …PAPITOOO….QUE RICOOO…….ME CACHASSSS ME GUSTA TU RICA PINGAAA, …la chibola estaba ya acostumbrándose a mi forma de cachar, ella se acomodaba en todas poses, la que más le gusta era era piernas al hombro, ella no quería que saque mi verga de su concha, toda mi leche se quedaba en vagina. Al día siguiente a eso de las 10 de la mañana me cayeron Adela y su hija, estaban hermosísimas, traían unos shorts, provocativos, para invitarme a almorzar a un restaurante, la que más insistió fue mi futura ahijada, llegamos al restaurante, buena atención, la comida aceptable, y lo mejor tenía grupo musical, Adela me invitó a bailar, Gustavo le daba permiso, bailamos , luego fue mi ahijada, se movía provocativamente, yo estaba un poco avergonzado, seguíamos tomando, Gustavo ya estaba mareado, yo me batía con las dos, a eso de las 4 de la tarde le dije a Adela…..Creo que ya es hora de irnos , tu marido está borracho, comprendió la situación y nos fuimos, llegamos a su casa y querían seguirla, sobre todo mi ahijada, yo lr dije……YO ESTOY CANSADO, MAÑANA TENGO QUE IR A TRABAJAR…OTRO DIA LO CONTINUAMOS…..Mi ahijada dijo…….MIRA PADRINO…..ESTAMOS QUEDANDO, Les di un beso y me fui, estaba carretón. Como a los dos días me encontré en el Mall con mi ahijada, estaba con unas amigas, estaban buenas pero ella tenía mejor cuerpo, vino me abrazó y me dio un beso en la mejilla, y me dijo….PADRINO….INVITAME UN HELADO….yo le dije …Y TUS AMIGAS VIENEN ?……ella dijo….NO…ELLAS NO VIENEN…QUIERO ESTAR SOLA CONTIGO…LE INVITÉ EL HELADO…NOS PUSIMOS A CONVERSAR…ME CONVERSABA MAS DE SUS PADRES. ..QUE ELLOS TENIAN MUCHAS PELEAS…MI PAPA TOMA MUCHO. Y QUE YO CONVERSARA CON ELLOS….yo le dije …BUENO…VERÉ EL MOMENTO PARA CONVEDRSAR CON TUS PADRES, …terminamos de tomar el helado y nos fuimos con dirección a su casa, la dejé y yo me fui a mi casa, como a los tres días me llamó por teléfono para encontrarnos en un parque y que por ahí había una heladería. Llegué al parque ella estaba en la heladería, pedimos helados y nos pusimos a conversar, pero esta vez yo le preguntaba ….SI TENIA ENAMORADO, ….ella ……..NO TENGO NI QUIERO TENER, MIS COMPAÑEROS SON MUY TONTOS …A MI GUSTAN HOMBRES MAYORES, la conversación estuvo muy amena, estuvimos como dos horas, y nos fuimos, ella me tomó de la mano, yo no dije nada, tomamos un taxi , venía bien junto a mi y mi mano la puso por detrás de su cabeza y me dijo……PADRINO ABRAZAME….yo la abracé, llegamos a su casa, se despidió de mi con un beso en la mejilla, me puso en pindinga. Como a los tres días me buscó Adela en mi casa en la tarde a eso de las 5, yo salía de l trabajo a las 4. Yo abrí la puerta ella entró embalada me abrazó y me beso en la boca, en eso ella me dijo….AMOR TE NECESITO…..NO AGUANTO…QUIERO QUE ME HAGAS FELIZ….PAPITO NO PUEDO ESTAR SIN TI…ERES MI HOMBRE Y TU SI SABES CACHAR…subimos a mi dormitorio, nos desvestimos, hicimos el amor dos veces, cuando terminamos , nos quedamos abrazados en la cama y dijo….AMOR QUIERO VIVIR CONTIGO…MI MARIDO ME TIENE HARTA , UNO PARA BORRACHO, ..SE GASTA EL DINERO EN EL TRAGO, Y LO PEOR A MI ME HA OLVIDADO POR COMPLETO, POR ESO QUIERO VIVIR CONTIGO, yo me quedé pensando un rato lo que le iba a decir y le dije….ADELA…ESCUCHANE UN RATO POR FAVOR…..ESA NO ES LA SOLUCIÓN, USTEDES TIENEN DOS HIJOS, TU TIENES QUE TOMAR LA INICIATIVA PONER LOS PUNTOS SOBRE LAS IES, HAGANLO POR SUS HIJOS, PIENSO QUE TU MATRIMONIO TODAVIA PUEDE SALVARSE…PIENSALO BIEN…HAZLO CON EL CORAZON Y NO CON EL HIGADO….CON ESTO NO QUIERO DECIR QUE NO TE QUIERO…TU SABES QUE TE AMO…ERES MI MUJER…TE DIGOESTO POR QUE TE QUIERO, ella se abrazó de mi y se puso a llorar, la consolé hasta que se calmó, en eso me dijo….AMOR DEJAME CHUPAR TU PINGA…QUIERO TU LECHE,…YMW VOY, ella agarró mi verga y comenzó a mamarla, se la metía dentro de su garganta, me pajeaba y chupaba hasta que me vine, estuvimos un rato en la cama, nos vestimos y despedimos y se fue. Al día siguiente me buscó en mi ahijada, estaba bien bonita y bien perfumada, la hice pasar , se abalanzó sobre mi me dio un beso en la boca, yo me puse carretón, le tomé de las manos y………………………CONTINUA PARTE 4
relatos eroticos
primero que nada empezaré contando un poco sobre mi, Mi nombre es Emilia y soy una joven chilena de 18 años, carita de niña buena (según mucha gente), piel blanca, ojos cafés, cabello castaño claro, mido 1,58 y peso 55kg, tengo buenas piernas y nalgas grandes, caderona y mis tetas son normales (copa 38b).
soy estudiante de primer año de enfermería, me tocó irme de mi pueblito para poder estudiar en la ciudad, como vengo de familia algo acomodada mis papás me arrendaron un departamento para estar cómoda mientras estudiaba pero de igual manera me busqué un trabajo cerca para poder tener mi independencia y comprarme mis cosas sin pedirle a nadie.
mi trabajo consistía en ayudar a don carlos (mi jefe) los fines de semana en su minimarket, de vendedora o acomodando la mercadería, Don Carlos era un hombre muy simpático, alto, soltero y de aprox. unos 46 años. la verdad la pasaba bastante bien en el trabajo, me ayudaba a relajarme un poco y salir del estrés de la universidad, hasta que empecé a darme cuenta que Don Carlos me miraba con otros ojos, solia mirarme las tetas cuando manteniamos una conversación, me rozaba las nalgas cuando pasaba por detrás de mi, solía abrazarme y pegar su cuerpo al mío, la verdad yo no soy una santa o una blanca paloma asi que al darme cuenta de esto comencé a provocar al viejo solo para molestarlo, total que era lo peor que podía pasar. comencé a vestir más provocativa, a ir con shorts cortitos y un buen escote, a veces con faldita o vestido.
una tarde luego de cerrar me encontraba acomodando las cosas en la bodega junto a don carlos cuando de pronto el cerro la puerta y le puso llave, claramente me espanté pero seguí haciendo mi trabajo calladita.
– estaba esperando este momento hace mucho Putita barata. – me dijo con una sonrisa siniestra mientras se acercaba a mi sosteniendo una cuerda en una de sus grandes manos.
– ¿Que le pasa don carlos? no me puede hablar así. – le dije enfadada mientras retrocedía y chocaba con una de las paredes.
– ¿así? Si tú eres una Puta, te vistes como una cualquiera, yo te voy a enseñar a ser buena perra. – se abalanzó sobre mi tirandome al suelo, me pegó unas buenas cachetadas dejándome aturdida mientras yo trataba de quitarlo de encima. yo lloraba y trataba de pedir ayuda pero Don Carlos era muy fuerte y logro ponerme boca abajo, tomó mis manos y las amarró dejándolas pegadas a mi espalda.
– esto te pasa por provocarme maldita puta ¿pensabas que no haría nada? Te voy a hacer mi perra y sabrás lo que es bueno, las niñas como tú deberían aprender a no andar de putas con señores.
me jalo del pelo con fuerza y lamió desde mi cuello hasta las lagrimas en mis mejillas, luego comenzó a bajarme los shorts junto a mi tanga rosita dejando expuesto mi culito… me posicionó en 4 patas y pegó mi cara al suelo.
– mantente quieta puta si no quieres que te mate.–
mientras yo lloraba y le suplicaba que parara me mantenía quieta temiendo lo peor, Don Carlos se baja los pantalones junto a su boxer dejando expuesto un pene enorme de unos 20 cm y bastante grueso, lo frotó contra la entrada de mi conchita y lo metió de golpe hasta el fondo haciéndome soltar un grito de dolor, comenzó a penetrarme desenfrenadamente mientras me tomaba con fuerza enterrando sus dedos en mis caderas, yo solo lloraba y le gritaba que parara por favor a lo que el me respondió con una dura nalgada sin parar de metermela, asi pasaron los minutos hasta que dijo que estaba por correrse, sacó su pene de mi conchita y escupió mi ano.
– mi linda putita, usaré tu culo de depósito de semen.
metió su pene en mi ano de golpe haciéndome soltar un gran grito de dolor provocando que el se riera, con una mano tomó fuertemente mi cadera y la otra la puso en mi cuello ahorcandome y así comenzó a moverse desenfrenadamente partiendome el culo en dos. sin piedad alguna me desvirgó el culito haciéndomelo sangrar incluso pero ni aún así paro de violarme, comenzó a moverse con más rapidez y fuerza hasta que soltó una buena carga de semen caliente en mi interior.
– ufff…que buen culo tienes, desde ahora eres mi depósito de semen y todas las noches acá mismo te haré mi puta ¿entendido? –
yo permanecí en el suelo en la posición de perrito mientras mi ano escurría semen, gire mi cabeza y asentí aceptando mi destino.
– si señor, soy su puta ahora…–
el río,me posicionó con la cara y el torso pegados al suelo y me hizo empinar más el culo.
– te mereces un regalo por ser buena puta mi niña.–
Puso su pie en mi cabeza y comenzó a orinar mi cuerpo, mi espalda, mis nalgas, todo, pero centrándose más en mi ano y vagina, cuando acabó me tiró su camisa y me dijo que me podia ir, que mañana nos veiamos en el trabajo.
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Buenos días estimados lectores soy un chico que actualmente tiene 30 años por motivos de seguridad no voy a decir el nombre y ninguno de los que participan en la historia que básicamente es mi mamá y el hermano de mi papá ósea mi tío, que folla en esta primera parte hasta el relato de la mitad del segundo capítulo ya que luego entra un negro que nos folla a mi mamá y a mí, y en el último capítulo se folla y se termina enamorando de un inquilino super guapo que era manaba de ojos azules y de gran estatura, comenzare a describir un poco a cada uno de los participantes en este primer relato.
Mi mama mujer de 51 años bien conservada de las pocas mamás que se conservan super bien que tiene unas grandes tetas y un gran culo y a pesar de su edad sus partes aún siguen bien firmes y más de un amigo tanto de colegio como de barrio ha deseado fallársela o se ha pajeado soñando con esa fantasía, ya que mi mamá se conserva bien hace deporte y se cuida en alimentación; como decía mi mamá es blanca, pelo lacio de color negro, con unas enormes tetas que lo resalta muy bien, mi tío es hombre de mediano tamaño de 1.68 más o menos, es de cuerpo normal, siempre se ha vestido super bien, solo con ternos y ese tipo de estilo, lo que si se carga una enorme verga grande y gruesa de color negra super venuda y ustedes se preguntaran ¿Cómo sabe que tiene esa enorme verga?.
Bien para no aburrirles tanto quiero contar que yo soy un joven normal como cualquiera que trabaja y estudia, pero que en sus tiempos libres me la paso jalando la verga o follando con una u otra amiga o también voy a follar con amigos ya que soy bisexual, pero antes que nada y sin darme cuenta soy bisexual gracias a esta experiencia.
Para comenzar con el relato porno esto va cuando yo tenía unos 8 años, muchas personas dicen que a esa edad es difícil recordar eventos, pero hay ciertos eventos en los cuales recordamos con claridad ya que son experiencias, como todo niño en esa época tenía un grupos de amigos y amigas mayores y menores en la cual nos pasábamos el día en la escuela jugando y durmiendo como todo niño o joven en esa época, unos más adelantados aprendíamos a mamar vergas, vaginas o culos, o hasta ser penetrados siendo hombre o mujeres no importaba todos teníamos la excitación al máximo o la curiosidad de aprender algo nuevo.
Un día de esos no recuerdo muy bien que fecha, ni la hora, yo regresaba de jugar fútbol y me quede dormido y solo se encontraba mi mamá y mi tío en casa ya que siempre fue bien recibido, y en ese entonces mi papá trabajando en ventas por lo que siempre pasaba viajando, un buen día yo regresaba de jugar futbol y me quede dormido pero ya más o menos al caer la noche tipo 7 pm empecé a escuchar unos gemidos y balbuceos que no entendía muy bien así que me desperté y me escondí en un mesón que tenía mi comedor que da a la cocina, en el cual me escondí dentro y como tenía una pequeño cuadrado en el que se podía ver perfectamente, pude observar lo que estaba pasando en lo cuál me quede helado ya que vi que mi mamá estaba con las tetas desnudas y mi tío se las estaba chupando y mi mamá con su mano derecha agarrando la verga que tenía mi tío super parada yo calculo unos 15 cm más o menos super negra y una cabeza rojiza, y mi mamá le decía:
M: ahora que estoy super caliente métemela que ya no aguanto más, dame por el culoooo hoooo haaaa hahaaaaaa
T: Te encanta mi verga verdad mi amor te amo, que rica estas, te quiero llenar de leche y hoy me vas a dar tu culito verdad es que tanto quiero
M: Si mi amor hoy me vas a romper el culito
Y a mi tío le brillaba la verga yo no entendía lo que pasaba y estaba como petrificado solo sentía una gran comenzon en mi verga que ese tiempo como niño me media 7 cm y solo recuerdo que sin darme cuenta escondido donde estaba me la saque y me comencé a pajear claro está que en ese tiempo no sabía lo que era hasta después que me lo dijo mi mejor amigo que acariciarse la verga era pajearse, bueno en fin yo me quede viendo mi verga como se erectaba, y luego de eso vi como mi mamá estaba arrodillada chupando la verga se la metía entera y mi tío empezó a gemir cada vez más fuerte, ohhhhh ohhhh ohhhhhhhhhhh hasta que dio un largo gemido y le salió una cosa que no sabía que era en ese entonces pero era blanca y le salió chorros unos tres por lo menos que le lleno la boca ella se la trago y luego lo que sobraba alrededor de la boca se limpió con un papel que estaba en la cocina y luego se besaron y luego de eso mi tío le subió en otro mesón donde guardamos las cosas de la cocina y le empezó a lamer la vagina mientras a mi mama le salían jugos que parecía que se orinaba y mi tío se los tragaba todo luego de un buen rato yo también solté leche pero no era mucha y yo seguía tocándome la verga ante semejante espectáculo, y luego de que mi tío termino de chuparle la concha quedo un charco en la cocina luego de eso mi tío se la metió en la vagina y mi mamá siempre le repetía te amo amorrrrr haaaaa q rico destrózame destrozameeeee haaaa q rico haaaaa q ricooooooooo pasaban así un buen tiempo hasta q mi tío le bajo del mesón y le llevo a la sala para poder fallársela por el culo pero la cargo aún con su verga dentro de la vagina y si sacarla cuando llegaron yo me escabullí detrás de ellos y ahora me escondí en una pared que estaba en la sala y tenía la vista perfecta, luego de eso les espío y me di cuenta que me regreso a ver mi tío con una mirada como diciendo ajá te encontré.
Pero no paso nada por el contrario seguían follando y mi tío regresaba a ver como si supiera que los estaba mirando le saco la verga de la vagina y se la puso a mi mamá en cuatro y con el culo parado mi tío le embistió con fuerza y sin remordimiento y mamá pegó un grito que ya no se aguantaba y mi tío la follo más fuerte hasta que dentro de unos 10 minutos mi tío le dijo te voy a llenar de leche pero en tu vagina y mi mamá le dijo si mi amor lléname de leche soy toda tuya le saco la verga del culo y salió más brillando que nunca, y luego de eso se la metió en la vagina otra vez y mi tío gimió fuerte diciendo haaaaaa es la mejor deslechada de mi vidaaaaa haaa haaa haaaaaa…. que ricoooooo igual mi mamá solo gemía haaaa haaaaa aaaaaa aaaaa aaaaa…… Los dos temblaron de placer y luego quedaron recostados yo eyacule ha esa edad por tercera vez pero esta vez manche la pared, y los dos quedaron dormidos un buen rato luego me subí a mi cuarto y me puse a ver la tele para disimular y para que se me ponga mi verga normal porque no sabía lo que estaba pasando claro en ese entonces era un niño pequeño que ya tuvo su primera eyaculación y bueno en si, me encanto el espectáculo y me gusto tanto la vagina de mi mamá q estaba pequeña y bien depilada para ya ser madre y bien follada la tenía pequeña y se le veía bien estrecha e igual me encanto la verga de mi tío que estaba super rica y deliciosa.
Como les mencionaba yo siempre que tenía la oportunidad les espiaba para poder verlos como follaban, un día recuerdo que regresaba del colegio y en eso entro despacio y sin hacer ruido ya que mi papá siempre llegaba de noche, encuentro a mi mamá y mi tío en la habitación de mis papás en la cama matrimonial que tenían en pleno 69 pero mi mamá no solo le chupaba la verga si no también las bolas los dos gemían de placer hasta que mi tío le paro y le puso en cuatro en eso momento yo pensaba de niño que el pene también se metía por donde sale la caca, me imaginé que iba hacer desagradable, pero por el contrario a mi me gusto mucho ver como entraba esa verga en un espacio muy cerrado y mi mamá gemía de placer hahaaaaaa que rico le decía rómpeme mi culo siempre amor te amooooooo, que ricooooooo haaaaaa, y también recuerdo bien siempre que follaban cuando ya estaba por eyacular el hermano de mi papá, le sacaba le verga sea de la boca o del culo y le eyaculaba en la vagina.
Luego de esos en una reunión de mis amigos solo hombres les conté lo que había visto hicimos como una especie de pijamada, y un amigo que tenía 14 años era el mayor de todos, nos dijo que sentía rico y que si queríamos aprender a dos que teníamos 8 y 10 años y mis otros dos amigos 13 y 12 años uno era negro, entonces mi amigo de 14 años se bajo el pantalón y nos enseñó su verga y dijo así la tiene tu tío y yo le dije que mas o menos que a de él era un poco más pequeña pero no era por mucho pero si era más gruesa.
Entonces los otros le siguieron he hicieron lo mismo y a la hora todos nos quedamos desnudos, entonces mi amigo se acerco con su verga y olía super rico he hice lo que había visto a mi mamá hacer lo de mi tío y mi amigo dijo que la mamaba super rico se acerco el negro y también se la chupe pase así como 20 o 30 minutos, los dos gemían mientras que mi otro amigo de 10 se la estaba chupando al de 12 y se escuchaba rico los gemidos haaaaaa siiiiii que ricoooooo que ricooooooo ricoooooo y tragaban saliva, cuando mi amigo el negro eyaculo fue la primera vez que probe semen sabía delicioso, y luego mi amigo de 14 años me puso en cuatro intento penetrarme pero no pudo, y de tanta presión que hacía en mi culo me eyaculo encima y se sentía delicioso, entonces ya super lo que era follar con dos hombres con tan solo 8 años, luego me follo mi tío y luego los otros amantes de mi mamá.
Cabe mencionar que esta historia es 100% real, no es nada ficticio ni exagerado, son solo recuerdos que tengo de los más placenteros y tristes de mi vida ya que mi mamá por tener esa vida de follar con todos acabo con nuestra familia, pero eso llegará en el tercer capítulo de como ya se supo casi toda la verdad.
Espero poder pronto escribir la segunda historia
Ese verano comenzó con un mes de junio tórrido, muy caluroso y extremadamente agobiante, porque de lunes a viernes mi novio trabaja, mis mejores amigas también trabajan, mis amigos se vuelven vagos y no salen hasta que se va el sol por la calor, y yo, que había acabado la universidad, me quedaba muchas horas aburrida sin hacer qué hacer.
Un entretenimiento fue ir a la playa, ya que me queda relativamente cerca del piso donde vivo con mi novio. Apenas son cinco esquinas, y mi trozo favorito es cercano a un espacio donde hay unas instalaciones para hacer deporte. Allí acuden chicos y chicas para hacer pesas y gimnasia al aire libre y gratuita, y hay muchos chicos que se lo toman muy en serio, porque veo bastantes chicos que están espectaculares, con unas abdominales y unos músculos marcados y definidos, atléticos, sin llegar a ser esos globos hinchados con las venas que parecen que le van a estallar.
Desde mi rincón en la playa los veo a unos cincuenta metros de distancia. Me distraen, y de paso disfruto del paisaje varonil, y un día, a mediados de junio, ya tostada y morena de tanto sol, decidí acercarme hasta ellos. Fui luciendo mi sexy bikini negro, toalla en mano, discreta mochila, y lo hice porque me apetecía meterme en el ambiente y hacer un poco de deporte.
Estaba yo mirando cómo iba el cacharro de una máquina cuando se me acercó un chico guapo en el que ya me había fijado, treintañero, alto, de pelo muy corto, muy bronceado y cuerpo atlético con unos músculos muy bonitos y definidos.
“¿Te enseño cómo funciona?” – me dijo amable y simpático.
Así comenzó la charla el primer día. Me dijo qué músculos se trabajan, cómo he de ponerme, cuántas veces he de repetir el ejercicio, y yo obedecí a rajatabla todo lo que me dijo. Me comentó que se notaba que yo tenía interés, y entre risas y bromas le respondí que soy bastante sumisa. El chico se rio, y durante media hora estuvo haciendo deporte con él.
Al día siguiente volví al área de deporte, impaciente por recobrar el entreno con ese chico, porque reconozco que físicamente sentía atracción por él. Realmente era muy atractivo.
“No sabía que vienes cada día” – le comenté disimulando en tono de sorpresa.
El chico me comentó que es un adicto al deporte, que se cuida mucho, y que le encanta estar en forma, y la verdad es que tenía toda la razón. Lo demostraba con su físico maravilloso.
Le dije que me apetecía hacer glúteo, y el chico me indicó una serie de ejercicios para poner el culo duro. La verdad es que no me hace falta nada de ejercicio de culo porque tengo unas nalgas prietas y muy estilizadas, también porque soy una chica delgada que me gusta andar y la comida sana. Era simplemente una excusa por ver si salía algo de erotismo en la conversación.
Lo cierto es que los ejercicios eran exigentes. En el cuarto ejercicio ya iba yo casi quejándome, y en un momento del entreno le dije que me motivara, que por algo era entrenador.
“Obedece, sumisa” – dijo entre risas, anotando que yo había ido lo de que era muy sumisa.
“Sí, Amo” – le respondí, y entre risas también dije que es cierto, que sí lo dije ayer.
El juego de roles fue apareciendo a intervalos durante toda la tarde, y cada vez que hacíamos el papel me recorría el cuerpo un escalofrío de emoción y excitación, y al despedirnos la mirada desprendía un clima caliente y de deseo entre ambos.
Llegué a casa, y le expliqué todo a mi novio, que también es sumiso, muy pasivo, y le gusta el rol de cornudo. Le dije que el chico era guapísimo, le conté el rollo que nos habíamos creado de Amo y sumisa entrenando, que era excitante, musculoso, que me encantaría ser su sumisa, y le dije que tenía que conocerlo, porque además es muy simpático y agradable.
Vino a la playa el viernes siguiente, dado íbamos a ir de fiesta después y cenar fuera de casa. Llegó ya con la noche caída, y nos encontró charlando en la orilla de la playa. Yo vestía un bikini blanco muy sensual y pequeño que adornaba mi figura de pecho firme y cintura estrecha, y el chico llevaba un pantalón de deporte, con el torso desnudo.
Los presenté, se saludaron, y apenas llevábamos cinco minutos hablando de deporte y entrenos que mi novio le preguntó qué tal es en sexo. Yo me quedé parada.
“Soy muy bueno” – respondió sonriendo y tímido.
Entonces mi novio le explicó todo. Le contó lo que yo había dicho, que lo veía guapísimo, que quería una aventura erótica con él, y que me gustaría ser su sumisa.
“no le hagas caso, es un bromista” – me salió a mí de respuesta.
Mi novio insistió en que lo había dicho de verdad, que lo decía en serio, y le contó mis gustos, que me gusta que me impartan disciplina, que sean Amos severos pero educados, muy activos sexualmente, que me castiguen, que me tengan atada, y me vuelvan loca de placer. Le contó que en el dormitorio tenemos cuerdas a montones, mordazas, capuchas, vibradores, fustas, pinzas, y le dijo dónde estaban.
“Eso no se cuenta”- maticé yo asombrada.
Entre mi novio y él se cruzaron una mirada y sonrisa cómplice, y acto seguido el chico tomó las riendas del juego. Se puso en pie, me miró perversamente, y al mirar yo hacia arriba por ver qué hacía me dijo:
“Mira al suelo, sumisa”.
Me quedé petrificada unos segundos, pero rápidamente sonreí, seguí la corriente del juego, y agaché la mirada a la arena de la playa.
“No hablarás si yo no te doy permiso, ¿lo entiendes? Y esto es una conversación privada entre tu novio y yo” – me amonestó.
“De acuerdo, me quedaré callada” – dije.
“¡Vaya! Te hace falta mucha disciplina. Responde sólo con Sí Amo, y no digas ni una palabra, ¿entendido?” – y por primera vez dije “sí Amo”.
“Necesitas mucha disciplina. Ponte de rodillas, sumisa” – y yo, que estaba sentada, corregí mi posición, y me puse de rodillas cabizbaja.
“No me mires. No mires a tu novio. No mires a nada ni a nadie. Mirada al suelo, y callada”, y yo, sumisa, obedecí.
Mi novio empezó a recoger mis cosas, mi toalla, la ropa, las zapatillas, mientras yo seguía sumergiéndome en mi rol de sumisa, de rocillas, quieta, inmóvil, callada y mirando al suelo.
Al acabar de recogerlo, el chico me ordenó levantarme, con la mirada todo el rato inclinada al suelo. Me ordenó coger mi mochila, y vistiendo sólo el bikini tanga y descalza nos fuimos camino de casa.
Obediente y cumplidora, llegamos al portal de mi casa. Yo estuve todo el rato callada y cabizbaja mientras mi novio y él hablaban sin tapujos de mis gustos sexuales. El capullo de mi novio le desveló todos mis secretos, mis fantasías favoritas, y lo que hacíamos.
“Eres una sumisa muy viciosa” – me dijo el chico cuando se abrió el umbral de la fachada.
Subimos a la tercera planta, y sólo entrar en casa me puso de cara a la pared, brazos abiertos levantados, palmas apoyadas en la pared, y piernas muy abiertas, en la posición de cacheo o de prisioneros de guerra.
“No te muevas”.
Durante unos minutos me quedé sola e inmóvil mientras él y mi novio recorrían el piso y las habitaciones. Volvieron unos cinco minutos después, y yo seguía en la misma posición, estática como una estatua.
“hazle disfrutar duro” – le dijo mi novio, y despidiéndose de mí con un beso me dijo que se iba de fiesta solo, y me dejaba en sus manos.
Yo aún estaba bajo el impacto de su frase cuando sin demora recibí el primer azote en las nalgas. A pesar de llevar el bikini tanga puesto, noté el azote, porque es un bikini minúsculo que descubre todo el culo menos la raya.
Cuéntalos y di Amo” – me ordenó el chico, y yo dije de inmediato “uno, Amo”.
Me dio un segundo azote, y dije, “dos, Amo”.
Justo entonces hubo una breve pausa. Mi antifaz favorito de tela gruesa y elástica se puso en mis ojos, y con los ojos vendados, sin ver absolutamente nada, reanudó los azotes.
“Tres Amo” – dije.
“Cuatro Amo” – añadí.
En el quinto oí la puerta del piso abrirse, y el sonido del azote se escuchó hasta la puerta del ascensor.
“Cinco Amo” – dije con tardanza porque me había despistado.
“Mal, sumisa” – me abroncó – “te has retrasado. Pídeme perdón”.
“Perdón, Amo” – y como castigo me impuso volver a empezar de nuevo la tanda de veinte azotes.
Contaba yo por el octavo, “ocho Amo”, cuando oí las llaves de mi novio salir y la puerta cerrarse.
“Nueve Amo” – conté temblorosa.
Me quedé sola. Saberme en soledad me excitó brutalmente, y al llegar al veinte me ordenó darle las gracias por parar y por regalarme los azotes.
“Gracias Amo”.
Mi culo ardía. Debía de estar rojo como un tomate, y notaba como si quemara. Seguía sin moverme, sin abandonar esa posición morbosa, y sentí mi collar de sumisa cerrarse en mi cuello.
“A cuatro patas”.
De inmediato lo hice.
Quieta, perrita. Espera a que te llame”.
Al final del pasillo, ya dentro del comedor, oí la voz del Amo.
“Ven aquí, perrita”.
Anduve a cuatro patas y a ciegas hasta llegar a la puerta del comedor. Me colocó la correa del collar, y un tirón me indicó hacia dónde debía de girar.
“Vamos, perrita” – y yo seguí la dirección y el ritmo que me marcaba.
“Eres una perrita muy bonita y sumisa” – me dijo.
La ceguera de la venda me hacía escuchar con mayor nitidez los ruidos, mi respiración, y provocó mi desorientación porque no me dejaba aproximarme a muebles y paredes, que me hubieran servido de guía. Sólo seguía las indicaciones de la correa del Amo, y al ordenarme ponerme en pie de nuevo yo no tenía ni idea de dónde estábamos.
Lo supe cuando noté el tacto del tapizado de cuero de una cruz en forma de X que mi novio y yo habíamos construido. La hicimos con madera, al sistema artesanal, tapizado de cuero, y la habíamos clavado en una pared vacía de nuestro dormitorio. La clavamos muy fuerte y muy sólida con tornillos, también la habíamos pegado con materiales de construcción, y estaba tan dura que era como parte de la pared. Para arrancarla hay que usar un tractor.
La diseñamos a nuestro gusto, y tiene una especie de arandelas, repartidas unos veinte centímetros entre cada una desde lo alto a lo más bajo, donde se pasan las cuerdas, porque a mí me encanta el tacto de las cuerdas.
“Levanta los brazos” – me ordenó.
Con los brazos enganchados a la forma de la cruz, Me quitó el sujetador del bikini, y con mis pechos desnudos ató en mi muñeca derecha la primera de las cuerdas. Apretó el cordaje en el hueco cerrado de los aros, con el nudo inalcanzable en un lugar que seguro se lo debía de haber enseñado mi novio, y de ahí prosiguió con las cuerdas por muñecas, brazos, codos y hasta el hombro. Bajó por el cordaje de mi torso, apretó las cuerdas que fijaban inmóvil y sin despegue mi cintura contra la cruz, in balanceo ni giro a derecha o izquierda, perfectamente petrificada. Entonces me quitó el tanga del bikini, y totalmente desnuda usó las últimas cuerdas para mantener mis piernas totalmente abiertas atadas a la cruz, por muslo, rodillas, gemelos y tobillos. No podía moverme nada. Estaba completamente indefensa, sola, con mi novio que se había ido de fiesta dejándome dominada por ese Amo atractivo.
“¿Te gusta, sumisa?”.
“Sí, Amo”.
“¿Estás excitada?”.
“Sí, Amo”.
“Voy a hacer que supliques de tanto placer insoportable” – me susurró perverso al oído.
Yo me quedé callada y en silencio, sin permiso para hablar.
De pronto sus manos tocaron mis tetas. Tocaron mis pezones, los rozaban, los pellizcaban, jugueteaban, y con los sentidos eclipsados apenas me percaté de la cercanía de unas pinzas metálicas. Colocó la primera en mi pezón derecho, la segunda en el izquierdo, y al prensar la rosca no pude evitar un grito de dolor. Fue como un pinchazo en mis pezones, y el grito fue corto y seco.
“¿Duele, sumisa?”.
“Sí Amo”.
“¿Sufres?”.
“Sí, Amo”.
“¿y te gusta?”.
“Sí Amo” – reconocí.
Agité mis brazos y piernas, pero las severas ataduras me mantenían completamente inmóvil, y el único movimiento que pude hacer fue el de la cabeza y los dedos de las manos. Aferró su lengua a mi cuello, y empezó un rosario de lamidos y relamidos y besos que me derritió. No pude reprimir ninguno de los gemidos de gusto, mientras me acariciaba al mismo tiempo.
“Estas hecha toda una guarra” – dijo “Dímelo. Di que eres una guarra”.
“Soy una guarra, Amo”.
“Sí, lo eres. Y también eres una zorrita ramera. ¿Tengo razón?” – decía mientras me derretía con los lengüetazos por el cuello.
“Sí, Amo. Tiene razón, Amo”.
“Dilo”.
“Soy una zorrita ramera, Amo” – repetí entre gemidos y jadeos.
Jadeaba yo posesa, y tenía convulsiones por todo el cuerpo que parecía que estuviera poseída. Yo estaba en un nivel sin cordura y fuera de todo control. Me encantaba, y a los diez minutos mis gritos de jadeo debían de oírse en el Polo Norte. Nunca me había oído yo gemir tan alto y alocada.
Entonces tuvo una idea muy morbosa. Paró un momento y tomó el teléfono aun yo jadeando de excitación. Llamó a mi novio, y puso el altavoz en abierto. Habló con mi novio, y le dijo que me escuchara.
“¿Estás excitada, zorra?”.
“Sí Amo” – respondí con el teléfono en la boca.
“¿Cuánto estás de cachonda?”.
“Mucho Amo”.
“Cuéntale lo que estamos haciendo”.
Justo empecé a contar que estaba desnuda y atada en la cruz que volvió al ataque con los lamidos y besos por mi cuello. Con la entonación apoderada por los gemidos le conté me estaba lamiendo el cuello, y en medio de los besos le dije que estiraba de las pinzas en mis pezones. Aumentó entonces los lamidos por todo el cuello a un punto que incluso me costaba hablar, y cuando ya introdujo un dedo en mi vagina el grito de placer casi debería de reventar el auricular del teléfono.
“Eres muy escandalosa” – me amonestó oyéndolo mi novio.
“Perdón Amo, perdón Amo” – repetí enloquecida mientras seguía rotando el dedo en mi vagina.
Los jadeos ya eran de delirio absoluto.
“¿Te lo estás pasando bien?” – me preguntó mi novio.
“Mucho, mucho, sí, me encanta” – jadeé al borde de la histeria.
“Te prohíbo hablar con tu novio, sumisa” – me amonestó.
“Perdón, Amo”.
“Ahora solo tienes un Amo, que soy yo. ¿Lo entiendes?”.
“Sí mi Amo”.
“No vas a hacer nada ni decir nada sin mi permiso y que no te lo haya ordenado yo”.
“Sí Amo”
“Demuestra lo que has aprendido, y repite las normes una a una”.
“Soy su sumisa Amo. No tengo permitido hablar sin su permiso Amo. No puedo mirarle, Amo. Estaré siempre cabizbaja en señal de sumisión y obediencia Amo, Soy su perrita viciosa, Amo”.
“¿Y te gusta?”.
“Le adoro, Amo. Soy toda suya, Amo”
“Y tú mi zorrita sumisa”.
“Gracias, Amo. Muchas gracias, sí, sí, soy su zorrita sumisa, Amo”.
Yo estaba en un estado que me había olvidado de que al otro lado del teléfono lo estaba oyendo todo mi novio. Su dedo rotaba a una velocidad de vértigo, y yo estaba todo el rato al borde del orgasmo. Me preguntaba impaciente a mí misma por qué no lo tenía de una vez, pero cuando se acercó a mi clítoris, tan solo rozarlo, ya fue el estallido. Estaba lista hacia mucho rato.
Las ataduras me impidieron moverme nada, y las contracciones produjeron un terremoto en mí desde el cerebro hasta la punta de los pies.
“¿Qué se dice?”.
“Gracias, Amo, gracias Amo” – repetí.
“¿Te has corrido?”.
“Sí Amo, me he corrido Amo”.
“Pues esto solo acaba de empezar”.
Entonces salió de la habitación y se puso a hablar por teléfono con mi novio. Oía un ronroneo, pero aún agitada y revuelta, y con los tabiques de las paredes por en medio y la Puerta cerrada, no entendí de qué hablaban. Oí una risa, un tono perverso, y a los diez minutos volvió. Oí abrirse cajones y el armario ignorándome por completo, que tampoco podía ir a ningún sitio con esas ataduras, y justo después de revolver unes cajas se aproximó hasta mí.
“Abre la boca” – me ordeno.
Obedecí de inmediato, y la gruesa bola de mi mordaza que tenemos en casa entró en mi cavidad bucal. Apretó las correas, cerró la hebilla al máximo de ajustada tres mi nuca, por debajo del pelo, y amordazada me ordeno que le diera gracias.
“aaaccciafffff Ammfffoo” – dije amordazada.
Sin perder tiempo, cubrió toda mi cabeza con el hood que tenemos. Por él mismo no podía haber encontrado ese material, por lo que supuse que se chivateó mi novio. Ciñó el cordaje que ajusta la máscara a mi cabeza, y solo el tramo justo de mi fosa nasal abierta para poder respirar bien quedo al descubierto.
“Me ha dicho tu novio que te gusta sufrir”.
“fffffiiiiii Ammpffffoo” – dije en un tono muy apagado por la mordaza y la máscara.
“Pues vas a sufrir de lo lindo” – y solo decirlo abrió las pinzas de golpe.
Aquella liberación provocó un efecto inaudito, un dolor brutal que me hizo morder la mordaza con fuerza, y que provocó lágrimas de dolor por debajo de la venda. La sensación de castigo me excitó muchísimo, y el chillido que emití se fundió con otro gemido, el de placer, cuando metió un vibrador al fondo de mi vagina empapada.
El primer orgasmo lo tuvo al primer minuto, y ya me quedé en un estado que para nada era relajado. Al mismo tiempo, jugueteaba con mis pezones doloridos, los tocaba, pellizcaba, retorcía, masajeaba, pero cualquier roce aumentaba mi sufrimiento. Mi cerebro había entrado en un éxtasis en el que ya no sabía mi nombre ni qué hora era ni dónde estaba. Sólo sentía placer por la vagina y castigo por los pezones.
Después añadió a la fiesta un vibrador de estimulador de clítoris, y eso ya fue una tortura invencible de orgasmos. Tuve uno, dos, tres, y al cuarto yo resoplaba como un búfalo enrabiado. No pedí pausa ni descanso ni lo quería ni lo iba a hacer, y fue el Amo quien decidió atajar los castigos cuando yo estaba inmersa en un orgasmo perpetuo, o era uno detrás de otro, pero las convulsiones y contracciones no cedían, no aminoraban, hasta el extremo de que, ya sin vibradores, diría que tuve otro orgasmo.
Aún estaba bajo sus efectos que noté el cuerpo musculoso pegarse a mi torso, ombligos tocarse, y su polla carnosa entró toda dentro de mí. Allí ya sí que no sabía yo ni qué día era, ni si era enero o marzo o diciembre o estábamos en Marte. Me volví absolutamente loca, sumisa, entregada al placer y a su dominio y al sexo. Embestía como un toro, yo apresada en la cruz clavada en la pared, y esto de los orgasmos ha de ser contagioso, porque tuvimos los dos el orgasmo al mismo tiempo.
Retiró su polla, y me dijo que se iba a duchar. Me quedé en la cruz sola con todo intacto, atada, amordazada, enmascarada, desnuda, y me encantó. No sé si fue media hora o cuánto fue, pero se me hizo corto. Yo quería más tiempo cuando vino a desatarme.
Libre de cuerdas y mordazas, miré al suelo cabizbaja de inmediato cuando me quitó la venda.
“Camina al comedor con las manos a la espalda”.
“Sí Amo”.
Anduve desnuda hasta el rincón que formaba el sofá en la esquina del comedor.
“De rodillas y de cara a la pared”.
Obedecí sin pensarlo.
“mira al suelo todo el rato”.
Así lo hacía yo sin parar.
“pon las palmas de las manos sobre los muslos, dedos estirados, separados, abiertos, en silencio, callada, y sin moverte”.
En esa postura me mantuve inmóvil como si fuera un jarrón o un florero. Se puso a ver la televisión, comió de la nevera, y yo seguí sumisa y disciplinada mientras avanzaba la noche. Es curioso, pero no tuve ni hambre ni cansancio ni sueño, y supe que era ya muy de madrugada porque llegó mi novio.
“¿qué tal se ha portado?”.
“Ahí está”.
Ambos me miraron, y yo seguí sin hacer movimiento, postrada de rodillas y mirando al suelo.
“Ponte a cuatro patas, sumisa” – me ordenó el Amo.
Lo hice al momento.
“Ven aquí, perrita”.
Avancé hasta llegar a la altura de los pies del Amo, y al llegar recibí un azote en la nalga con la fusta.
“Uno, Amo”.
Volvió a azotarme.
“Dos Amo, tres Amo, cuatro Amo” – iba contando yo en mi postura a cuatro patas y desnuda.
Al llegar al veinte termino y dije “gracias Amo”.
Con el culo rojo oí cómo se despedía de mi novio. Fuimos hacia la Puerta, ellos andando y yo a cuatro patas detrás de ellos dos.
“Ven, perrita” – me decía el Amo.
Llegamos hasta la puerta.
“¿Quieres volver a verme?”.
“sí, por favor, Amo, quiero volver a verle Amo”.
Me prometió que me aceptaba de sumisa. Me ordenó que siguiera en esa posición, y esperara a que mi novio me diera permiso para levantarme cuando él se hubiera ido. Se despidieron muy amigos, en muy buen ambiente. Se fue, y al cerrar la puerta pensé que mi novio me diría que me levantara, pero fue todo lo contrario.
“Túmbate en el suelo. Las perritas duermen en el suelo. Y hasta mañana no te levantes” – y yo me encogí, en una mezcla de posición fetal y como duermen las perritas encogidas, y a los dos minutos, por agotamiento, relajación y felicidad, me dormí con una sonrisa en mis labios
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Era un nuevo ciclo escolar y estábamos conociendo a los profesores, pero yo al tener un problema de salud nunca me gustaron los deportes al cien, y llegó la hora de gimnasia el profesor era simpático y bromista fueron pasando las semanas y había algo que al verle me intrigaba, claro que aparte de sus ojos que me cautivan con el misterio que lo hacía más curioso.
Un día salí antes de clase de química para ir hablar con el, y nunca espere lo que ocurriría después.
Cuando comenzamos a platicar me dijo que no me preocupe que todo pasa por algo y comenzó a sonar mi espalda me recosté y desabrochó mi bra y sentí como sus manos me recorrían y de repente me cubrió con su chamarra con una delicadeza que nunca había visto y se recostó junto a mi me abrazo y me pego a su pecho y me dijo- no te preocupes todo va estar bien- besando mi frente y acariciando mi barbilla con su mano.
Para la siguiente clase ya no lo veía igual ese caparazón que lo cubría había desaparecido y vi que comenzó a jugar con una compañera lo que estaba experimentando eran celos y no lo podía creer pero mi cuerpo y mente se llenó de rabia y lo hacía frente de mi no podía creer lo cínico que era y cuando termino la clase me pidió que me quedara, mi mente trabaja al mil y no podía creer que solo con decir lo ciento creía que lo perdonaría.
Cuando me quedé me dijo ven pasa a mi oficina ahí tenía parte del material de deportes y me dijo -Te noto rara tienes algo- a lo que le contesté muy seca con un No. Y rápido se acercó a mi me abrazo tomándome de la cintura y pegándome a su pecho y me dijo con una sonrrisa cínica y burlona -no me digas que estás celosa de tu compañera por los juegos que hice- cómo no le contesté me abrazo tan fuerte que se fue a sentar a una banca corredizas de madera sentándome en sus piernas, me tomo de la barbilla y me dijo -cree que a la única que he tocado es a ti y te lo voy a demostrar, y volvió a desabrochar mi bra y lenta mente me lo quito me acerco a el de manera que quedáramos frente a frente y sus manos fueron subiendo desde mi cintura hasta mis pechos dando masajes suaves y yo me quite la playera no sé si fue instinto pero acerco su boca a mis pezones y los chupaba y estos se ponían duros pero era una sensación tan grata que sentí como una corriente subía por toda mi espalda, mi instinto fue agarrarlo de cuello y sentía su respiración y sus besos hasta que el me dijo no esto no es lo correcto perdoname y vístete. Yo obedecí porque tampoco sabía lo que había ocurrido y pasaron los días. Lo seguía viendo en clases pero todo era diferente su mirada era tierna, pero a la vez de culpa, pero para mí era algo más grande.
Hasta que unas semanas después yo tomé el valor fui a verlo y a platicar con él y me dijo: es que no se que paso pero no puede seguir esto no es lo correcto, lo abrace y le dije tocando con mis dedos su contorneado pecho, yo no te estoy diciendo nada y mucho menos que no quiero o si , entonces bésame y el beso nos undio en un calor, y me dijo espérame salió y cuando regreso le puso llave a la puerta mientras yo veía la TV y me dijo no voltees y de repente se acerca a mi en shorts y playera deportiva y me levanta llevándome a el escritorio besando mi cuello y quitándome la blusa y el bra tomándome en sus brazos, y moviendo su cadera frotandose en mi y de repente toma mi mano y la lleva a su verga grande y dura y me enseña como tocarla y moverla mientras me lleva a una pila de colchonetas y me sube con delicadeza y me quita el pantalón, yo mojada esperando y comienza a tocarme encima de mi panti primero con un dedo y suave y se agacha a besarme los pezones y chuparlos eso me excitaba tanto que no podía controlar mi respiración.
Me dice -estas segura de esto?- y yo solo movi la cabeza en forma afirmativa y movió con sus dedos mi panti y me los quita me tocaba con pequeños golpes yo solo sentía que quería más, al sacar su verga la frotaba con migo sin meterla y me decía tranquila y respira y así pasaron como 8 min pero para mí fue una eternidad, hasta que lo metió lento, yo solo gemi però era una experiencia única y el encima de mi moviéndose y yo siguiendo su ritmo me jalaba hacia el levantando mi pierna encima de su pecho hasta llegar los dos al orgasmo y fundirnos en uno solo
Ya los había oído cantar varias veces, como si tuvieran un reloj interno se le oye a los gallos cantar cada cinco minutos. Se sentía ese frio que penetra hasta los huesos. Vuelve cantar nuevamente, ella se niega a levantarse pero el cielo se aclara y la luz empieza a entrar por la ventana, se da cuenta que es inútil quedarse más tiempo acostada y resignada se quita la cobija por partes, primero se destapa hasta la cintura, lucha contra las ganas de quedarse acostada, pero intempestivamente una idea penetra su mente: ¡Lucero!. Y a la porra vuela la pereza, el frío, se para como un rayo de la cama, abre la puerta de su cuarto y sale al corredor. La mañana esta opaca, todavía no se a disipado la neblina, de la cocina sabe el humo del fogón, sus ojos recorren todo el corredor y no la ven, la puerta de su cuarto también esta abierta; ¡diantres!, piensa al darse cuenta de que se demoró mucho tiempo en levantarse y que ella ya está en el baño. Si había algo que más le gustara por la mañana, era ver a Lucero por la mañana en su piyama, una bata que le llegaba hasta las rodillas y que hacía que se pudieran distinguir sus curvas en ella; Qué téticas tan deliciosas se podían ver, empujando la piyama hacía afuera, sus pezones se marcaban claramente, grandes, esponjosos, delicados; su cuello en ve dejaba que se vieran un poco, como invitando a los ojos a deleitarse con ellas y a veces como por una obra divina, cuando levantaba sus brazos se podía ver, por una fracción de segundo, por la manga de su piyama, una de sus hermosas téticas, que afortunada ella cuando eso pasaba, gracias a Dios Lucero odiaba dormir con brasieres, y como su piyama le quedaba tan ajustada, dejaba poco a su imaginación, y aunque no tenía unas tetas muy grandes, tenían suficiente tamaño y firmeza para llamar la atención. Pero como buena latina, lo que no tenía en tetas lo tenía en culo: qué firmeza, qué redondez, que tamaño tan imponente; la tela se metía entre sus nalgas y era poco lo que dejaba a la imaginación, que contoneo, parecía que esas dos nalgas cobraban vida al verla caminar. Y que hablar de esas caderas, dejaban ver el grosor de sus piernas; todo en ella la invitaba a verla, como algo magnético, que se imponía, que obligaba a apreciarlo. Su pelo negro, lizo, largo, de ojos pequeños, achinados, que la hacían ver tierna, de cejas gruesas, de pestañas largas, pies pequeños, hermosos, como los de una muñeca, y por último su piel blanca. Todos esos pequeños detalles eran para ella algo irresistible, lo que animaba sus mañanas.
Lucero, Lucero, Lucero… Que ser tan irresistible, tan deseado, lastima que no se pudiera quedarla viendo eternamente, ya varías veces se había quedado embobada viéndola por mucho tiempo y se había topado con la mirada penetrante de Lucero, como en son de reclamo, de protesta al darse cuenta que la estaban reparando con una mirada lujuriosa. Por todas las veces que Lucero la había descubierto mirando su cuerpo, ella se había aprendido a contentar con pequeñas miradas furtivas que recorrían su cuerpo en fracciones de segundos, reparándola de pies a cabeza; y es que de verdad era tan hermosa que ella la había deseado desde el primer momento en que la vio.
Pero a destino el que tenía ella, consumiéndose en su deseo, conformándose con miradas de soslayo, masturbándose en las noches pensando en ella, imaginándosela desnuda, recorriendo su cuerpo, fantaseando con un mísero beso. Qué vida tan amarga, ella sabiéndose hundida en el pecado, atragantándose con sus pensamientos, viviendo con sus ideas en soledad, sin poder hablar con nadie; y es que era tal su obsesión por Lucero que a veces lloraba en la soledad de su cuarto, preguntándose por qué mi Dios no la hizo desear a los machos, los cuales no la hacían sentir el menor deseo; y ya varías veces había sido pretendida por los hombres y lo único que sacaban de ella era un completo y aburrido desprecio. En cambio por su Lucero: muñeca hermosa, cuantas atenciones tenía ella, como le brillaban los ojos cuando la miraba, como se le atragantaban las palabras al hablar con ella. Y qué más podía hacer, clavadas en lo profundo de la montaña, en lo profundo del bosque, viéndola día y noche, desde que amanecía hasta que anochecía. Desayunando juntas, almorzando juntas, comiendo juntas, trabajando juntas. Como se deleitaba ella peinándola –acercaba la nariz a su pelo y se deleitaba con su olor-, pintando sus uñas –sintiendo la suavidad de su piel-, oyéndola hablar de sus machos; que si fulanito me hizo ojitos, que si peranito me cogió la mano, que si sultanito me iba dar un beso… y ella la escuchaba, tragando su amargura, como le miraba esos labios fijamente, fantaseando con un beso, como la miraba a los ojos, fijo, profundamente; y en esa soledad estando solo ellas dos rodeadas de machos, como deseaba a veces ser ella uno de ellos para poderla cortejar como se merece. Pero no, ese pensamiento la llenaba de impotencia, ella sabía que la iba a desear en silencio por el resto de sus días y pensaba: ¡ahí mi Lucero, si supieras cuanto te deseo!
Esa mañana, después de recorrer con su mirada todo el corredor y pensar que ya se había metido al baño, la vio salir de la cocina, con su piyamita ajustada, con sus pies descalzos, con sus pezoncitos hinchados –agradeciendo que estuviera haciendo tanto frio-, con la piel de gallina, con sus bellos parados, con su pelito desordenado, como la veía de hermosa, la había reparado de pies a cabeza, antes de saludarla
-Cómo his’ta su mercé?
-Con un frío de los mil demonios, y usté?
-En las mismas
Abrazo, pico en la mejilla –ella se conformaba aunque fura con esas migajas-, y eso la hacía tan feliz que tenía que reprimir su emoción , así que después del saludo matutino, siguió derecho y entró a la cocina a tomar los tragos antes del baño. Qué rico era sentir el calor de la leña del fogón después de haberla abrazado y sentir contra su pecho las téticas de Lucero.
Después de lo habitual en la mañana: baño y desayuno. Ella estaba muy contenta porque ese día les tocaba corte a las dos en el cañaduzal, lo cual significaba que iban a estar las dos solas todo el día y eso le encantaba porque a ratos se podía quedar embelesada mirándola mientras ella con su machete tumbaba caña. Y es que una de las cosas que más le atraían de Lucero era esa fuerza que tenía y ese empeño que tenía al hacer las cosas, trabajaba igual que un macho pero sin perder en ningún momento su delicadeza.
Tenía una risita en la boca, miraba fijamente a Lucero, ya había despuntado el sol, ni una sola nube en el firmamento, estaba haciendo un calor de los mil demonios y voliando machete debajo de ese sol ardiente Lucero estaba completamente sudada, era delicioso ver como le corrían las gotas de sudor por el cuello, por la cara, como se le pegaba la camisa completamente mojada. No sabía que tenía metido en esa cabeza pero Lucero se le hacía completamente irresistible, no dejaba de mirarla so pena de que ella se volteara y la viera embelesada mirándola en vez de estar trabajando y aun siendo consiente de esta situación no se detuvo, la volvió a escudriñar de pies a cabeza, y mirándola y mirándola sintió una idea que se fue apoderando de ella, cada vez con más fuerza y como ciega de deseo, dejó de reprimir esa idea que la consumía, soltó el machete y se puso detrás de Lucero y le pasó la lengua por el cuello mientras le cogía las tetas.
Lucero tan dueña de si misma como siempre se volteó y la miró fijamente a los ojos.
-Por qué hiciste eso –dijo Lucero-, ¿Estás loca?
-Sí, estoy loca por ti –dijo Yulieth-
-¿No ves qu’eso es pecado so pendeja?
-Yo por vos ardería dichosa en el infierno
Lucero estaba impávida, esa situación la dejó pasmada por lo mucho que Lucero la quería le era imposible tratarla mal
-Yo quiero saber ¿por qué hiciste eso? –preguntó Lucero-
-Lucero, porque a yo desde que te conocí te deseo, es algo que me consume diariamente, cada vez que te veo, cada vez que te toco, cada vez que te hablo, por las noches te pienso, es algo más fuerte que a yo misma, ese deseo me quema, me atormenta sin parar, y prefiero que me odies a quedarme más tiempo callada
Lucero guardaba silencio, estaba pensando en lo que ella le había confesado y por todo el amor que sentía por ella le era imposible enojarse. Además a Lucero le había gustado lo que sintió, nunca le habían besado el cuello y eso la hizo sentir algo especial, y dándose cuenta de esto no supo que pensar, guardó silencio por un rato, la idea de que esto era pecado la atormentaba, pero no pudo negarse algo, esa lengua en su cuello y sentir sus manos en las tetas la había excitado, sentía su coñito palpitando, además se sentía alagada, nunca hubiera pensado que ella la pudiera desear; además pensó en todo el valor que tuvo que haber tomado para confesarle semejante desfachatez.
Ella vio que Lucero no se había puesto histérica ni rabiosa, lo que le dio esperanza y cogió las manos de Lucero y las puso en sus tetas, ella las apretó y las soltó inmediatamente. A Lucero le gustó, su coñito seguía palpitando, sentía que le hervía la sangre y cabe anotar que Lucero no era ninguna mojigata, era amante de las emociones fuertes; pero a pesar de lo que estaba sintiendo no quería dejar que las emociones la dominaran.
Ella al ver que Lucero no la rechazaba del todo hizo un segundo intento y volvió a apretar las tetas de Lucero suavemente, y como ella se dejó, volvió a besarle el cuello, esta vez Lucero se desmadejó y todo su cuerpo tembló al sentir esa lengua haciéndola gozar y además se dio cuenta de que ella la tenía que desear mucho al besarle ese cuello todo sudado y no darle asco.
-Nos vamos a quemar en el infierno –añadió Lucero pero en tono de aceptación-
-Ya te dije que con tal de estar contigo puedo arder eternamente en el infierno
Ella entendió que Lucero se había entregado al placer, volvió a coger las manos de Lucero y las llevó nuevamente a sus téticas, esta vez no las quitó y las empezó a apretar con delicadeza. Yulieth tomo a Lucero de la barbilla y puso sus labios en los de ella, delicadamente, lo volvió a hacer pero esta vez Yulieth mordió su labio inferior, Lucero le correspondió de la misma forma y seguidamente se empezaron a besar apasionadamente. El corazón de Yulieth palpitaba a mil revoluciones por minuto, no podía creer tanta dicha, pero a pesar de su emoción no quería espantar a Lucero; metió sus manos por debajo de su camisa, luego por debajo de sus brasieres y empezó a tocar sus téticas. Lucero estaba muda presa de la emoción, sólo se oía esas grandes bocanadas de aire que tomaba una y otra vez; y es que a pesar de que Lucero era de las que no se amedrentaba por nada, en ese momento estaba en shock, no tenía ni idea de que hacer, lo que sí sabía era que no quería parar de besar a Yulieth, que delicia de besos, nunca antes la habían besado tan rico, que suavidad, que delicadeza, esa lengua mojada recorriendo sus labios, chocando con su lengua, Yulieth chupaba su lengua, chupaba sus labios. Yulieth estaba en las nubes, su mayor deseo se estaba haciendo realidad, tenía todo el día para ellas, Yulieth sabía que en la casa nunca la iba a poder tener, pero en el cañaduzal sí, nadie las iba a molestar, se podían entregar a los más perversos placeres, iban a poder gemir como perras sin que nadie las oyera, era un sueño echo realidad.
Yulieth, mulata hermosa, pelo castaño oscuro, de tetas grandes, enormes caderas, culo pequeño pero en forma de manzana como en los retratos Victorianos, grandes cejas juntas, enormes pestañas, grandes ojos color marrón, alta, era una potranca imponente, con su piel bronceada, era bastante deseada por lo imponente de su figura.
Yulieth empezó a desnudar a Lucero, se sentía insegura porque pensaba que de un momento a otro Lucero se podía asustar y dejarla a ella con los crespos hechos. Por eso Yulieth no paraba de besarla, de recorrer su espalda con los dedos, empezó a subirle la camiseta para quitársela, despacio, ella subió las manos y se la dejó quitar, Yulieth mirándola a los ojos se llevó la camiseta a la cara y empezó a olerla mientras la miraba a los ojos, y es que una de las cosas que más tenia excitada a Yulieth era que su amada, la más deseada, estaba completamente empapada de sudor y con ese sol alumbrándolas sin una sola nube que lo amortiguara las iba a hacer sudar a chorros. Yulieth no perdió el impulso, rodeo a Lucero con sus manos y le desabrocho el brasier, Lucero la miró a los ojos, y Yulieth entendiendo que su amada se estaba sintiendo fuera de línea, la volvió a besar y se quitó la camisa y el brasier. Yulieth sabía que Lucero estaba en terreno desconocido así que ella no le iba a poner las cosas difíciles. Era la gloria para Yulieth, tantas veces mirando esas téticas de reojo, con miradas rápidas de soslayo a veces por misericordia de Dios cuando levantaba esos brazos, y ahora las tenía ahí, todas para ella, que hermosos eran esos pezones, rosaditos, gorditos, suavecitos, invitándola a chuparlos, Lucero tenía que estar muy excitada porque los tenía completamente hinchados. Yulieth se armó de paciencia, volvió a besar a Lucero, luego con su lengua recorrió su cuello, se lo chupó, se lo besó, se lo lamió y Lucero sólo se dejaba sentir con esas contorsiones que son tan típicas cuando se siente placer, y ahora sin despegar la lengua de su cuello, bajó hasta sus téticas y por fin pudo chupar esos pezones, sería muy difícil describir la cara que puso Yulieth, pero para resumir, cerró sus ojos y se entregó al deleite de disfrutar esos pezones, los lamía, los chupaba, deslizaba su lengua de arriba abajo, en círculos, le daba pequeños mordiscos, chupaba el uno, chupaba el otro, con sus manos en la espalda de Lucero, recorriéndola suavemente, y Lucero solo se desmadejaba y gemía en completo éxtasis.
Por su parte Lucero ya ni pensaba, estaba desencajada, ningún macho la había echo sentir semejantes placeres, además los labios de Yulieth eran tan suavecitos que era una delicia sentirlos, y no todos carrasposos rodeados de barbas duras. De cuando en vez le llegaba un pensamiento, estaba entregada al pecado, ¡qué horror!, pero cuando esos pensamientos llegaban eran extinguidos por la suave lengua de Yulieth recorriendo se cuerpo, y qué diablos, si este placer que sentía, es lo que uno siente cuando peca, pues que se la llevara el patas porque en la vida había sentido algo tan bueno y cagado un dedo, cagada toda la mano. ¡Qué placer!, ¡Qué cosquilleo!. Sentía esos corrientasos de placer tan nuevos y maravillosos, que si el cuello, que si los pezones, que si los dedos recorriendo ese cuerpo todo sudado, con ese sol ardiente implacable, los dedos de Yulieth recorrían esa piel con tal delicadeza, ayudados por una espalda bañada en sudor, y Entre más sudaba Lucero más encantada Yulieth, De tanto sentir placer pensó Lucero que ella también quería hacer sentir a Yulieth lo mismo que ella y como lo que más la desmadejaba era los besos en el cuello empezó por ahí, sacó su lengua y al ponerla sobe la piel, sintió ese sabor saladito del sudor y se dijo a si misma que si a Yulieth no le importaba el suyo a ella tampoco el de Lucero, y se entregó al placer de recorrerlo eh imitando lo que le hizo la otra, lo besaba, lo chupaba, lo lamía, la volvía a besar, y como en un curso rápido, Lucero puso a Yulieth a pasear en las nubes, y ni hablar cuando Lucero le empezó a chupar las téticas a Yulieth, que digo téticas, tetotas las de esa mulata, y entre más chupaba más perra se ponía la una y la otra.
Yulieth se hizo detrás de Lucero y empezó a pasarle la lengua por la espalda, subía hasta el cuello, volvía y bajaba y Lucero gima que no a gemido, revolcándose en su cañaduzal, completamente todo para ellas dos. Yulieth lo piensa por un momento mientras le chupa la espalda, duda pero se tira al charco, le empieza a meter la mano por la sudadera y siente la mano de Lucero que la agarra duro.
-No, ahí no –dice Lucero-
-Relájate, te prometo que te voy a hacer gozar –espeta Yulieth, muerta de las ganas de sentir el coñito de Lucero-
-¿Estás segura, nos vamos a fundir en la paila mocha?
-Yate dije que con tal de estar contigo me refrito en el infierno, así que dejá la bobada que lo que te voy a hacer es lo más rico que vas a sentir en la vida
Y Yulieth vuelve a meter esa mano dentro de esa sudadera, le siente las tanguitas, Lucero tiembla, Yulieth estira, levanta la tanguita, mete los dedos y cual sería la dicha de Yulieth al sentir ese coñito en un mar de jugo, ese coñito está completamente chorriado de jugo, qué felicidad, tantas veces que se lo imagino mientras se masturbaba pensando en ella, y ahora lo estaba sintiendo y para más dicha de ella estaba tan mojado que se sintió ensalzada al saber que estaba haciendo gozar al objeto de sus deseos. Yulieth la tiene clara, quiere chupar ese coñito, todo su jugo, saborearlo, hacerla venir una y mil veces, pero empieza por el principio, le toca el clítoris, lo tiene duro, lo acaricia, lo aprieta, baja un poquito, le mete los dedos, vuelve y juega con el clítoris, mientras lo hace con la otra manito le agarra las téticas, y le chupa el cuello, la meta de Yulieth es hacerla tener su primer orgasmo antes de bajarle, y con semejante estimulación, Lucero tiembla, gime de placer y estaba tan arrecha que en un santiamén Yulieth logra su cometido y Lucero tiembla en sus brazos teniendo su primer orgasmo. Yulieth se para y se quita el pantalón y las tangas, Lucero la mira espantada y se da cuenta que ella lo hace primero para que Lucero se deje quitar los de ella. Yulieth empieza por quitarle las botas, la hace parar y empieza a bajarle la sudadera despacio, Lucero le entra la pensadera: ¿pa’ qué me quiere desnuda? Ni se le pasa por la cabeza que Yulieth le va a chupar ese coñito. En todo caso se deja quitar la ropa, Yulieth la acuesta y le sigue tocando el coñito mientras le chupa las tetas, Lucero gime sin imaginarse lo que les’pera, ni’siquiera boca de macho a probado ese coñito, Yulieth le separa las piernas, empieza a bajar esa lengua despacio sin parar de tocarle el coño, sigue bajando, tiene la lengua en el ombligo, sigue bajando, Lucero se incorpora, Yulieth la empuja y la vuelve a costar, deja de tocarle el coño y con las dos manos le separa las piernas, y mirándola a los ojos, las dos se quedan mirándose fijamente y como con la mirada Yulieth le dijo todo, pega su boca a ese coñito, Lucero pega un grito, se vuelve a incorporar, pero esta vez no la vuelve a acostar sino que le empuja duro las piernas para que no las vaya a cerrar y se deleita en el coñito de Lucero, todo rosadito, completamente mojado, clítoris duro, Yulieth mueve esa lengua de arriba abajo, succiona todo el juguito y siente todo el sudor que hay en ese coño, pone la nariz y empieza a olerlo, se deleita con su olor suave, su sabor dulce, Yulieth está en el paraíso, lo que tanto había soñado se hizo realidad, no se había imaginado esa mañana que hoy iba a hacer realidad su fantasía, pero ahí estaba, revolcándose en ese coño, sintiendo ese jugo tan dulce, sintiendo ese olor tan tierno, no se cambia por nadie. Sigue chupando, le mete dos deditos y no para de chupar, busca su punto G, toca y toca y toca hasta que lo encuentra, Lucero empuja la cadera cuando la toca ahí, y vuelve y empuja, y se tensiona, y Yulieth en lo máximo de su felicidad sabiendo que está haciendo gozar a su ensueño, Lucero también está en el paraíso jamás se había imaginado que se pudiera sentir tanto placer, se tensiona de tanto placer, empuja la cadera como un movimiento involuntario que la hace gozar más, se le tensiona todo el cuerpo, se estira, se encorva se revuelca en manos de Yulieth y en el éxtasis de la dicha tiene un orgasmo de padre y señor nuestro, es tanto el placer que sintió y tan largo el orgasmo, que queda temblando de pies a cabeza, Yulieth no contenta la quiere hacer venir otra vez pero al ponerle la lengua en el clítoris Lucero mete un grito y le empuja la cabeza durísimo, ella entiende que está tan sensible que ya no aguanta más placer, así que sube y le da un delicioso beso para que pueda sentir el sabor de su coño regado por toda su boca.
Ahora la que está desesperada por sentir placer es Yulieth, y lo que siempre había fantaseado mientras se masturbaba era en revolcarse en la boca de Lucero, está tan arrecha que no se detiene a pensar si ella sí le gustaría bajarle o no, le mete un empujón, la acuesta y se le monta encima y para sorpresa de ella Lucero le baja como toda una experta, puso mucha atención en lo que le hacía Yulieth y ahora lo está poniendo en practica, mientras ella mueve esas caderas de potranca en celo sobre la boca de Lucero, ella saca su lengua y sin necesidad de decirle nada, la deja estirada para que Yulieth se revuelque a su antojo, Yulieth para y deja que Lucero le baje, y como toda una experta mueve esa lengua por el clítoris, la sube, la baja, succiona el clítoris, vuelve y mueve esa lengua como si fuera toda una experta, y Yulieth con la arrechera que tiene y sabiendo que su coñito es el primero que chupa el objeto de sus deseos, la arrechera ya no le da para más y sin el más mínimo esfuerzo Lucero hace que se venga en su boca revolcándose como toda una perra en éxtasis de su arrechera, y Lucero que en su vida a probado el jugo y había olido un coñito se percata de que ese sabor y ese olor salió del coñito de Yulieth y en medio de su inocencia no sabe que nombre ponerle a eso, pero no dice nada por miedo a quedar como una tonta, pero le gusta el sabor que dejó en su boca. Yulieth se le hace encima, recostada sobre ella y le da un beso pasando toda la lengua por su boca y haciéndole saber a Lucero que a ella también le gusta saborear el jugo que sale de su coño.
Después de semejante emoción Yulieth se queda unos minutos encima de Lucero, besándola y acariciándole el pelo. Es tan sublime el momento que vivieron, que las palabras sobran ahí recostadas en el cañaduzal.
Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo ….
Tía Fiordaliso no cabía en sí de felicidad, parecía querer saltar por toda la sala de estar, se subió al sofá arrodillándose y dándome la espalda. Movió su trasero seductoramente invitándome a ir tras ella.
—Pensé que debía recompensarte en algún modo después del maravilloso trabajo que hiciste … ¿Quieres follarme? …
Sus pestañas aletearon a mil por hora mientras lo decía. No necesitaba mayor aliento que eso. Toda mi ropa quedó esparcida sobre la alfombra y me estacioné con mi pija dura como el acero, justo detrás de ella. Haciendo pasear mi polla entre sus blanquizcas nalgas. Apreté sus apretados labios vaginales con mi glande lustroso y empujé para penetrarla. Deslizarme dentro de su coño se sintió increíble, deslicé mis manos bajo su delantal y aferré sus duras y pesadas tetas, haciéndola arquear su espalda y afondando más mi polla dentro de ella.
—Siii, Mateo … Apriétame toda …
—Así que estás embarazada, ¿eh? …
—Así es … Embarazadísima …
Lo dijo bien fuerte, remarcando feliz y radiante la palabra. Finalmente podía decirlo después de probar por varios años.
—Eso quiere decir que viniste aquí solo en busca de sexo, ¿verdad? … Solo quieres ser follada, ¿eh? …
—Bueno … Sí, eso es lo que quiero …
—¿Sabes que significa eso? …
—Que soy una … ¿Puta? …
—Eso es lo que eres … Una puta caliente en busca de una polla que la folle …
—Bueno … Entonces si soy una puta caliente y preñada … Fóllame … Hazlo, por favor …
No me hice repetir el ofrecimiento y hundí mi polla en su coño hermoso y apretadito con mayor fuerza, la habitación se lleno con los sonidos de mis muslos abofeteando sus firmes glúteos.
—Virgen Santísima …
—Para nada … Soy solo una puta preñada … Y por favor dámelo más fuerte y duro …
Sin duda que esa era mi intención, así que aferré sus esculturales caderas y la embestí con todas mis fuerzas, Luego la agarré del pelo y la tiré hacia atrás cada vez que le daba un golpe hacia adelante. Tía Fior gemía de lujurioso placer y siguió suplicándome que se lo diera más fuerte.
—Más, Mateo … Dame más … Que rica que es tu polla … Dámela fuerte y duro …
Era una exquisita e increíble sensación. Ella me quería no solo por mis espermatozoos, sino también porque le gustaba mi pija. De hecho, había venido exclusivamente a regalarme con su coño, quería tener sexo conmigo. Me sentí mucho más mayor y contento. Sentí que de un momento a otro podía correrme, pero a mi edad sabía que podía repetir mis prestaciones muchas veces.
La agarré por los hombros y la tiré hacia mí, haciendo que su hermosa espalda se arqueara y su cabeza se colocara casi junto a la mía, entonces le gruñí cerquita de su oreja:
—Me voy a correr, tía … Tú ya estas embarazada, ¿verdad? … No te sucederá nada, ¿eh? …
No me contestó nada, pero su cuerpo comenzó a temblar. La solté hacia adelante y aferré sus caderas, comenzado a follarla con todo mi ímpetu de adolescente. Mis muslos chocaban violentamente con su trasero, le enterré mi entera polla en su coño jugoso y con un gruñido animal me descargué dentro de ella. Tía Fiordaliso gemía sonoramente, se agarró al respaldo del sillón con sus uñas finamente pintarrajeadas, encorvadas y clavadas en la felpa del sofá. Su cuerpo no cesaba de estremecerse, luego como una liberación lanzó un rugido de tigresa.
—Uuuurrrggghhh … Arghhh … Ummmmmm … Umpf … Aaaahhhh … Ssiii, Mateo … Ssiii, umpf … Soy … Soy tú puta embarazada … Uhmmmmmm …
—Me encanta que seas así, tía … Me follaste y quedaste embarazada … Hiciste que me corriera dentro de ti una y otra vez … Y ahora esperas un bebé …
Ella todavía no podía tomar el control completo de su cuerpo. Se estremecía en convulsivos espasmos, gimiendo y suspirando. Al parecer tía Fior se había corrido cuando eyaculé mi cálido semen en ella.
Estuvimos allí por un rato. Ella de rodillas sobre el sofá y yo de pie detrás de ella con mi polla todavía entera dentro del coño de mí tía resbaladizo e hinchado. Tía Fior dio un respiro profundo y salió de su frenesí y paroxismo de pasión y me dijo:
—Uhmmmmmm … Al parecer le has tomado gusto a eyacular en mí, ¿eh? … Te gusta dejarme llenita, ¿verdad? …
Todavía con mis manos en sus caderas, la tiré contra mi polla y se la volví a clavar hasta el fondo, dando ligeros gruñidos en respuesta.
Nos desplomamos juntos sobre el sofá, yo encima de ella. Se sentía tan bien su culito redondito y firme presionando mis muslos. Hubiese querido permanecer en esa posición por toda mi vida. Me sentía feliz. Había ayudado a la mujer más bella del mundo a cumplir su sueño, a cambio había obtenido experiencias maravillosas, relaciones sexuales increíbles. No podía pretender ni querer nada más. Estaba satisfecho.
Tía Fiordaliso y yo dejamos de vernos por algunos años. Ella tuvo un hermoso bebé y las únicas veces que nos veíamos eran en reuniones de familia. Todos estaban felices con el nuevo arribado a la familia, nadie reparó en nada. Nuestra relación volvió a ser igual a la de antes de que iniciáramos la “Operación bebé”, tía y sobrino. Nadie pareció notar nada de extraordinario ni extraño.
Las vueltas de la vida y el destino, a veces nos juega unas pasadas inesperadas e insólitas. Una tragedia terrible golpeó a la familia. Tío Jairo murió en un accidente aéreo. Toda la familia se puso de luto, por supuesto también mi madre y yo. Tío Jairo había sido un buen tipo y todos lo recordábamos de ese modo.
Tía Fiordaliso heredó toda la fortuna de mi tío, más un suculento seguro de vida de varios cientos de millones. Pero al parecer ella no pensaba en el dinero en ese triste momento. La consolé durante el funeral, la sostuve y sequé sus lágrimas. Mamá insistió y no la dejo ir de vuelta a su casa en completa soledad. Fue entonces que ella con toda naturalidad comenzó a acercarse a mí en busca de compañía y calidez humana.
Esta vez nos acercamos de una manera distinta. Me sentaba en el sofá y ella se acurrucaba a mí lado. Como una gatita desesperada que simplemente no puede soportar una vida de soledad. Cuando yo me ausentaba terminando mi educación secundaria, ella me esperaba y corría a mi encuentro al momento de regresar a casa. Necesitaba estar cerca de mí.
Terminé la universidad, hice mi tesis, me titulé de abogado y celebrando mi titulación en casa. Di la noticia que ya había encontrado un trabajo a tiempo completo. La reacción de mi tía fue inolvidable. Dejó de cenar, cerró sus ojos y contuvo la respiración. Tan pronto como dije que sería en la misma universidad, cerca de casa mía y casa suya; lanzó un suspiro de desahogo y sonrió. Entonces supe que ella no quería que me fuera lejos de ella.
Seguimos frecuentándonos regularmente. Ella visitaba nuestra casa y otras tantas yo iba a su casa. Cenábamos juntos, salíamos a caminar juntos, compartíamos juntos en nuestras fiestas familiares. No se como nuestra relación se convirtió en algo de estar juntos. No había nada de oficial ni de relación carnal, simplemente disfrutábamos estar en compañía el uno del otro. Todo evolucionaba gradualmente, como una via obligada hacia nuestra felicidad.
Me di cuenta de esto una vez especial, nos sentamos juntos en el diván con mis padres, estábamos jugando un juego de mesa. Mientras nos divertíamos y reíamos en familia, ella me abrazó y me besó en la mejilla como si fuera la cosa más natural del mundo. Nadie reparó en ello. Pasaron algunos meses y ella y yo comenzamos a volvernos cada vez más íntimos, ya no solo nos abrazábamos, sino que nos besábamos como pareja. Tampoco nuestras familias reaccionaron en algún modo negativo, a pesar de que ella era más de diez años mayor que yo. Tía Fiordaliso era parte de la familia y todo el mundo la amaba.
Un día en que estábamos disfrutando de una cálida jornada de sol, cuando su hijo, Mauricio, vino corriendo, mamá lo perseguía a corta distancia. Hizo una finta cubriéndose con el cuerpo de su madre y luego salió corriendo por la otra puerta y mamá chillando detrás de su sobrino-nieto, o mejor dicho su verdadero nieto. Fiordaliso me tomó la mano y mirando la puerta por donde había escapado Mauricio y mi madre, dijo:
—Parecen felices, ¿no? …
—Así es …
—¿No crees que a tu madre le gustaría tener también una nietecita? …
La miré un tanto sorprendido. Ella se levantó y se paró frente a mí. Inclinándose hacia adelante se quitó graciosamente sus bragas y las lanzó en mi regazo, dándome a entender que ahora estaba totalmente desnuda debajo de su vestido. Pestañeé y recién me di cuenta de que no habíamos vuelto a tener relaciones sexuales desde aquella vez en que vino a darme la noticia de que estaba embarazada.
Nos habíamos involucrado sentimental y románticamente sin pensar en ello. No habíamos pensado en el sexo, hasta ahora.
—¿Quieres aquí mismo? …
Pregunté asombrado e inquieto pensando a que mamá podría volver. Ella se ruborizó, pero asintió, me bajé los pantalones hasta mis tobillos y ella me montó ahí mismo sobre el sofá.
—Hazme el amor y no pensemos en nada …
Susurró en mi oído. Sentí la cálida humedad de su coño cuando mi polla se sumergió en sus empapadas paredes vaginales.
—Oh, estás mojada … ¿Acaso estabas pensando en esto de antes? …
—Uhm … No sé … Tal vez, sí …
—Quieres que te deje otra vez embarazada … Lo pensaste desde hace algún tiempo, ¿eh? …
—Ehm … Tal vez, sí … Podría ser …
—Quieres volver a ser mi puta cachonda y embarazada, ¿eh? …
—Sí … Ssiii … Eso quiero …
Luego se inclinó hasta un lado de mi cara y me susurró con una voz ronquita.
—Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo …
Se echó hacia atrás y me regalo una de sus estupendas sonrisas diciéndome.
—Pero primero tenemos que intentarlo … Todas las veces que sea necesario, ¿quieres? …
Ciertamente no podía oponerme a tan poderosa razones.
El fin.
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? ….
Pasaron varias semanas, se completó un mes. Luego otro mes. Se acercaban las festividades de Fiestas Patrias, durante todo ese tiempo no había tenido noticia alguna de tía Fiordaliso. De vez en cuando me encontraba a pensar en ella y me preguntaba si la impregnación casera había funcionado o no. ¿Estaría ya embarazada? ¿Lo comunicaría ella misma a la familia o lo diría primero a mí? ¿Lo publicaría en su sitio de Facebook? ¿O simplemente se presentaría en familia luciendo una enorme panza?
Supuse que ella no quería que yo me involucrara mas de lo necesario en la procreación de un bebé, puesto que ella quería hacer creer a su marido de que el bebé sería suyo. Me sentí un poco frustrado al no saber nada, entonces decidí concentrarme en mis estudios, debía analizar los gobiernos en la Roma antigua, la Republica según los romanos desde el 509 a.c. hasta el 27 a.c. Pero mis esfuerzos fueron vanos. Mi atención volvía una y otra vez a la imagen de una pelirroja impresionante y con curvas que harían voltear la cabeza a cualquier hombre.
Recibir una llamada de esa guapa pelirroja, solo logró ponerme aún más nervioso. Tan pronto mi celular comenzó a vibrar con una llamada ingresando de un ya conocido número, inmediatamente lo contesté:
—¿Sí? …
—Hola … ¿Mateo? …
—Sí …
—Oh … Necesito …
—Está bien … Lo haré …
—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? …
—Oh … ¿Es eso lo que necesitas? …
—No … No, tienes razón … Necesito de ti otra vez … Debemos volver a probar …
—Está bien … iré para allí …
—¿Puedes venir este sábado? …
—Bien … nos vemos el sábado …
—¡Ah! … Mateo …
—¿Sí? …
—Me encanta que estés ansioso … Me gusta mucho sentirte entusiasta …
Colgó apresuradamente y me dejó con mis pensamientos y conflictos. Hacía ya un tiempo que no la veía, pero la imagen de ella luciendo esa bata negra estaba fresca en mi mente, también su cuerpo tembloroso retorciéndose sobre su cama con su panocha enrojecida y excitada al máximo. Había alabado la copiosa eyaculación de mi segunda corrida comparándola con la cantidad de esperma que produce su propio marido. Todo eso hizo que mi cachondez aumentara sorprendentemente, recordé todo vívidamente. Estaba claro que toda la situación no me estimulaba solamente a mí, tía Fior se había corrido como una puta en celo. Ya no era simplemente una cosa de donación de esperma, por lo menos no para mí y pienso que tampoco para ella.
Faltaban dos días para el sábado. Iban a ser unas cuarenta y ocho horas muy sufridas. La pensaba constantemente. ¿Por qué me había llamado con dos días de anticipación? ¿Por qué no me llamo el día antes? Igual habría estado listo y no habría tenido que sufrir dos días interminables pensando en ella. El tiempo se ralentizó y las horas no pasaban.
Esperaba verla otra vez en toda su esplendorosa belleza. Necesitaba ver su cuerpo escultural vestido con esa sugerente y reveladora bata. Quizás ella se volvería a masturbar en su cama dejándome mirarla. Ella sabía ya que si yo me calentaba podía generar mucho más semen y, para sus propósitos, era justo lo que se necesitaba.
Finalmente llegó el sábado, pero hubo un contratiempo. Debido a un accidente en la ferrovía, el personal del metrotrén estaba en huelga y los servicios de trenes habían sido reemplazados por buses de acercamiento. Eran ya las catorce horas cuando el bus salió de la estación. Una hora después descendí en la estación. Todo el tiempo me fui pensando en tía Fiordaliso. Ella me esperaba en su auto, esta vez no había bata ni vestido adherente, ella estaba vestida con un blazer acolchado que la cubría hasta las rodillas, seguramente porque la jornada estaba muy fría.
—Ya tengo todo preparado para esta noche …
Me dijo luego de un escueto saludo.
—Uhm … Está bien …
—Sí … tú madre sabe que te quedarás aquí y mi marido está en Uruguay por negocios … regresará la próxima semana … tendremos mucho más tiempo tú y yo …
—Bueno …
—No te llamé antes porque tenía que esperar a ver si la inseminación había tenido éxito … bueno, no lo tuvo … después necesitaba que repitiéramos todo de nuevo, pero para eso tenía que hacer coincidir mi ovulación con un viaje de tu tío y hacerlo que me follara antes de irse … eso sucedió ayer y hoy estoy lista para que probemos una vez más la impregnación casera …
Ella continuaba con su perorata y yo la escuchaba sentado en el asiento del pasajero. Honestamente no le prestaba ninguna atención, mi mente divagaba en las imágenes de ella desnuda. Su voz sonaba muy diferente a los grititos y chillidos que daba mientras se follaba con el vibrador, era un delicioso recuerdo estampado en mi cerebro y esperaba volver a verla en ese estado de calentura muy luego otra vez.
Tía estacionó el auto directamente en la cochera y descendimos para ingresar a la casa.
—Entra … Entra … Que hace frio …
Me dijo mientras me acompañaba al ingreso. La escuché cerrar la puerta detrás de nosotros. Me quité la parka, la casa estaba temperada. Luego me volteé para dirigirme al baño, pero ella me detuvo:
—No … No … No vayas para allá … solo quítate los zapatos y entrégame tu camisa …
—Oh … está bien …
Hice tal como me había pedido, preguntándome que es lo que estaba tramando. Me quedé allí en el pasillo de pie vestido únicamente con mis jeans, tía Fior me dio una apreciativa mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, me regalo su maravillosa sonrisa después de una exploratoria ojeada a mis pectorales y abdominales. Luego habló:
—Uhm … Estás en forma … Qué bien … Ehm … Ya sabemos que eyaculas mucho cuando te excitas … Y si te excitas puedes correrte más de una vez … Por cierto, eso me gusta mucho … Ahora bien …
Dio un paso hacia mí, todavía vestida con su blazer, me sonrió astutamente.
—Esta noche haré todo lo posible para excitarte al máximo … Me aseguraré de que funcione esta vez … Para eso he planeado ponerte tan cachondo que me llenarás el receptáculo dos veces … ¿Crees que puedes lograr eso? … ¿Eh? …
Mientras me preguntaba eso, su mano recorría mi pecho desnudo. Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Podía sentir sus finas uñas arañando suavemente mi piel alrededor de mis tetillas.
—Ehm, sí … Creo que sí … Por supuesto que sí …
Dije en una voz repentinamente enronquecida. Al parecer esta era la primera señal de que su plan estaba funcionando. No podía esperar para volver a disparar mis jugos en esa taza con tapa a rosquilla. Y con suerte, verla otra vez estremeciéndose y revolcándose sobre su edredón floreado mientras follaba su coño con un vibrador. Con la misma sonrisa retorcida ella se alejó unos pasos de mí y se quitó el blazer para revelar lo que llevaba abajo. Mi corazón se apresuró a latir velozmente cuando vi la misma prenda negra y trasparente, acompañada por medias negras autoadherentes y nada más, no había bragas ni sujetador. Sus tetas bamboleaban libres y los labios de su coño escondían el agujero caliente hacia el paraíso. Los pequeños pezones apuntaban directamente hacia mí y no pude quitar mis ojos de esas areolas perfectamente redondas y ligeramente rosadas.
—Te gusta esto, ¿verdad? …
Dijo en un arrullado susurro.
—Sí, tía …
Se volteó para hacerme ver sus firmes nalgas blanquecinas con la marca de su bikini y el resto de su espalda, caderas y piernas esculturalmente torneadas. Cuando dejó de girar, se encaminó hacia las escaleras, haciéndome señas para que la siguiera al piso superior.
—No te acerques tanto para que puedas ver bien mi culo y mi panocha entre mis piernas … Quiero que me mires mucho y te calientes al máximo …
Hice tal como ella me dijo, me quedé un par de pasos detrás de ella. Su trasero se veía formidable con ese atuendo sexy que alcanzaba a cubrir a mala pena la redondez de sus glúteos maravillosamente redonditos y duritos que se movían al ritmo que ella subía las escaleras, a cada paso una nalgas se alargaba y la otra se encogía, la harmonía del universo estaba plasmado en el culo de mi tía. Intenté mirar entre sus piernas, solo que no había espacio suficiente para poder ver su panocha en todo su esplendor, pero el espectacular culo de ella colmaba todos mis deseos.
La seguí escaleras arriba y entramos en su habitación. Otra vez había decorado su cuarto para crear una atmosfera agradable. Las velas encendidas daban un erotizante aroma que me hacía recordar de la vez pasada cuando ella se retorcía y revolcaba sobre su cama. La tenue luz era la apropiada, no era necesario encender las luces eléctricas. Tía Fior puso una suave música de saxofón que completaba el ambiente cachondo que ella quería imprimir en la escena que estaba por desarrollarse.
Tía Fior comenzó a danzar para mí en forma seductora, haciendo que mi corazón se agitara y latiera con más fuerza. Sus brazos acariciaban sus flancos y sus pesados pechos. Haciéndome desear de ser yo quien acariciara cada centímetro de su tersa piel alhajada con diminutas gemas de Berilo dorado marrón, las preciosas pecas que embellecían todo su cuerpo. Lentamente sus manos descendieron a la convergencia de sus piernas, acariciándolas con los ojos cerrados. No podía apartar mis ojos de ella. Se veía increíblemente sexy. Su cabello rojo cobrizo que parecía encendido en llamas de lujuria a veces caía a cubrir parte de sus tetas y parcialmente su rostro cachondo. Su manto de piel pálida parecía despedir chispas y centellas a través de la bata trasparente.
Serenamente comencé a acariciar mi polla por sobre la tela de mis jeans. Lo único que quería era quitármelos, pero mí tía siguió bailando durante un largo rato. Cuando ella se acercó a mí me quedé paralizado, se sentó a horcajadas en mi regazo colocando sus tetas a centímetros de mi nariz. Casi se me corta la respiración y mi corazón latió desbocado viendo como se cimbraban en un movimiento perpetuo y cautivador sus senos prominentes y pesados, Cuando se levantó mi pene estaba tan duro que me sentí incómodo.
—Ven a mí …
Me susurró haciéndome señas con su dedito índice. Me levanté de un salto, pero ella me detuvo en seco. Me miró con sus ojitos de gata y dijo:
—No te apresures … Sigue mi plan … Esto es solo la primera parte …
—¿Y ahora qué?
—No te preocupes por eso … Déjalo todo a mí … Yo me encargaré de ti … ¿Vale? …
Estiró sus manitas y las puso en la pretina de mis jeans, luego lentamente desabrochó el botón, comenzando a hacer descender la cremallera, para luego bajármelos a mitad de mis muslos, metió sus manos entre mis piernas y acarició mis bolas por sobre mis boxers. Arañaba suavemente la delgada tela dibujando y sintiendo mi escroto. Esto me estaba pareciendo una tortura china.
Cuando finalmente bajó mis boxers, mi polla saltó hacia la libertad como un resorte. Di un suspiro de alivio y mi tía sonrió al verlo blandir el aire como un garrote de un cavernícola.
—Uhmmm … Así está bien … Así es como me gusta …
—Me estás torturando, tía …
—Quizás … Pero continuaré lento hasta que estés listo … Confía en mí … De este modo se acumulará más y luego me darás más … Que es exactamente lo que quiero …
—Umpf … Ooohhhhhh …
Gemí algo frustrado y acalorado. Pero entendiendo lo que me estaba haciendo. Probablemente, llegado el momento, mi orgasmo iba a ser muy potente y copioso. Solo que el ritmo de todo me parecía demasiado lento. Ella se subió a la cama. Eligió uno de sus vibradores y se recostó mientras me decía:
—Si quieres puedes tocarte … Pero hazlo lentamente …
—Ummm, bueno …
Me estaba poniendo cada vez más caliente al ver a mi tía jugar consigo misma. Volvió a mi mente la visión de su hermoso e inquietante figura contorsionándose sobre el lecho. Sus sonidos. Quería correrme ahora ya. La sensación era tan intensa que tuve que soltar mi pene para evitar de explotar en ese mismo instante.
—Oh … ¿Qué te sucede? … Tienes problemas, ¿verdad? … Déjame ayudarte …
Dijo tía Fior reptando sobre la cama hacia mí, todavía boca arriba. Cuando llegó al borde de la cama, apretó el vibrador entre sus piernas, estiró su mano libre y me tocó.
—Uhmmmmmm …
Gemí temblando, su mano se posó entre mis muslos y luego la deslizó hacia arriba hasta tocar la bolsita de mi escroto que contenían mis pelotas en completa ebullición y dijo.
—Ummmmmm … Esta muy caliente aquí … Parecen muy pesaditas y llenitas …
Ahuecó su mano y envolvió suavemente mis cojones, me hizo cosquillitas con sus bien cuidadas uñas, haciendo que mi polla se sacudiera y que gotitas perladas aparecieran en mi meato, su mano estaba surtiendo una abrasadora reacción sobre mi verga.
Luego inesperadamente su mano fue más arriba y tocó el tronco endurecido de mi miembro, con dos deditos arremangó mi prepucio antes de rodear toda mi polla con su mano y estrujarla, gotas de pre-semen cayeron sobre su muñeca, lo que la hizo reaccionar y se enderezó acercando su carita angelical a centímetros de mi polla.
—Uuuhhhhhh … Esto está listo a explotar …
Dijo moviendo su mano suave y lentamente hacia arriba y hacia abajo. Se sentó sobre sus talones, arrodillada frente a mí. Extrajo el grueso consolador de la canasta, lo apoyó bajo su ingle y se empaló en él.
—Ay … Ummmmmm … Aaaahhhhhh …
Gimió con los ojos cerrados y la boca abierta sicalípticamente aguantando un ahogado grito mientras el enorme falo de plástica penetraba sus ardientes carnes. Estiró sus manos y volvió a aferrar mi polla dura como palo, comenzando a jalarla lentamente mientras follaba el grueso consolador moviendo sus caderas sinuosamente.
—Uuuhhhhhh … Uuumm … Mmmm …
Siguió gimiendo mientras rotaba sus caderas y saltaba con el enorme consolador afondado profundamente en su coño. Abrí mis ojos y al mirar hacia abajo el espectáculo fue increíble. Cómo fondo estaba el hermoso rostro de tía Fiordaliso, a la misma altura de mi polla palpitante. Nunca pensé en presenciar algo así. Ella todavía parecía sonreír, pero su cachondez era notable. Pude ver que ella prácticamente estaba con sus glúteos sobre el edredón, por lo que deduje que el enorme consolador estaba incrustado profundamente en su chocho, ella movía sus caderas en vaivén casi desenfrenado, estaba perdiendo el control de sí misma. Sus muslos tiritaron y su cuerpo se estremeció.
—Aaaahhhh … Umpf … Umpf … Hmmmmmm … ¡Qué rico! … Me estoy corriendo … Ya vendrá tu turno, Mateo … No desesperes …
Frustrado me mordí los labios, ella se sonrió y siguió magreando mi polla hacia arriba y hacia abajo, pero muy lentamente para evitar que me corriera. Hubiese querido tomar mi polla ahora mismo y desparramar mi esperma por toda su carita angelical en venganza por el sufrimiento que me estaba haciendo padecer, pero no lo hice en espera de mi recompensa y alivio.
—Mmm … Parece que no estás contento con mi trabajo, ¿eh? …
—Urgh …
—¿Acaso no te gusta la sensación de mis suaves manos en tu polla dura, palpitante y goteante? …
—Urgh … Por favor, tía …
—Te haré que te corras, pero no todavía … Te mantendré al límite … De esa manera me darás mucho más …
—Urgh …
Me volví a quejar en frustración. Me estaba haciendo enloquecer. Lo único que quería ahora era correrme, mi vista se había hecho poco clara. Todo lo que veía era el cuerpo delicioso de mi tía frente a mí, con las rodillas separadas y sus nalgas restregándose contra el edredón y el consolador perdido en el fondo de su panocha que, hacia tiritar sus nalgas y sus piernas, mientras ella chillaba su lujurioso orgasmo. ¡Oh, Dios! ¡Iba a enloquecer si no me corría rápidamente! Una vez que terminaron los chillidos provocados por su orgasmo, ella terminó con su cabeza casi entre mis piernas, mi polla estaba sobre sus rojizos cabellos y ella comenzó a tirar de mis muslos para hacerme subir a su cama.
El calvario no había terminado aún. Abrí los ojos justo en el momento que mí tía Fiordaliso había enderezado su cabeza frente a mí. Y alucinado, vi como su suave lengua salía de su boca y acariciaba la punta goteante de mi hinchado glande, la parte más sensible de mi cuerpo.
—¡Oh, Dios mío! …
Grité desesperado.
—No exageres … Soy solo tu tía …
Me corrigió, interrumpiendo su lamida por un segundo. Los veloces movimientos de su lengua eran hacia arriba y hacia abajo, a veces intentado de enrollar mi glande con ella. La sensación de roce cambió a ser algo húmedo, cuando me fijé mi polla había desaparecido completamente en su boca.
—¡Carajo, tía! … ¡Umpf! … Eres realmente … Umh … Fabulosa … Ummmmmm …
—Slurp … Chup-chup … Umpf …
—¡Jesús Santísimo, mujer! … Me vas a volver loco …
Tenía la boca llena de polla, pero todavía se podía vislumbrar en su rostro una sonrisa feliz y cachonda. No sabía que hacer ni que decir, no estaba preparado para esto.
—Oh, Dios … Me estás realmente chupando la polla, tía … No puedo creerlo … Debo estar soñando …
—No, querido … lo que estás sintiendo es la boca de una mujer cachonda chupando tu exquisita polla … ¿Quieres que te lo chupe un rato más? …
—Hmmmmmm … S-siii, tía … Hazlo por favor … Aaahhhhhh …
Ella siguió adelante impávida tragándose mi polla por entero y jalándome suavemente con una mano. Me chupaba la punta con rápidas lamidas y luego volvía a devorarlo hasta tocar mis vellos púbicos con sus labios pintarrajeados de un intenso rojo. Era una magnifica mamada. Mi primera mamada y me la estaba dando mi hermosa tía. Estaba al borde de mi clímax, pero ella era tan hábil que sabía con certeza como manejar mi polla y me estimulaba hasta llevarme en alto hasta tocar el cielo, luego apretaba mi polla y esperaba que esas sensaciones demenciales fenecieran por si solas. Enseguida comenzaba todo de nuevo, sin darme la liberación que me hacía agonizar.
—Aaahhhhhh … Aahhhhh … Por favor, tía … No aguanto más …
Comencé a gemir en un plañido de frustración, me estaba desesperando y necesitaba esa liberación rápidamente. Quería rogarle y mendigar para que me dejara correrme, pero ella continuaba jugando hábilmente con mi pene.
Repentinamente se detuvo. Se giró y buscó en su cesta el vibrador rojo y negro, lo encendió y este solo ronroneó por unos breves instantes y volvió a quedar silente. Ella también quería volver a correrse. Miró mi cara de desesperación, volvió a acomodarse sobre la cama. Sus ojos echaban chispas y su voz sonó ronca, cuando me dijo:
—Creo que ahora estás listo …
Me sentí eufórico, finalmente era mi turno. Me quedé quieto esperando su próximo movimiento. Ella puso sus manos sobre mi polla y me acomodó entre sus piernas, luego acarició mis muslos y mí abdomen. Estaba sintiendo el característico cosquilleo en mis bolas y mi glande, estaba por explotar. Por fin mi liberación estaba pronta. Me dolía mi polla y continuos escalofríos recorrían mi espalda como pequeñas descargas eléctricas. Tía Fiordaliso continuó a acariciar mi pija suavemente.
—Hazme saber cuando estés pronto a correrte …
Dijo recordándome mi deber.
—Umpf … S-ssiii …
Gruñí en una súplica. Y yo sabía que no me faltaba mucho. Muy dentro de mis bolas se estaba formando una ola grande como un tsunami, estaba creciendo y aumentando su potencia en manera implacable.
—Estoy cerca, tía … Muy cerca …
—No te muevas …
Me dijo mí tía, después en un rápido movimiento levantó sus piernas y poniéndolas por mis caderas, las colocó alrededor de mi espalda. Sus talones estaban presionando mi trasero empujándome hacia ella. Comenzó a sacudir mi polla frenéticamente y vi que ya no podía aguantar un segundo más. Desesperado grité.
—¡La taza, tía! … ¡Pásame la taza? … ¿Dónde está la taza? …
—Aquí … Esta aquí …
Dijo tironeando mi polla y dirigiéndola a su húmedo orificio. Sus talones espolonearon mis nalgas y me empujaron encina de ella. Su diminuto coño resbaladizo aprisionó mi polla y comenzó a retorcer mi verga con poderosos apretones de sus músculos vaginales. Ella había metido mi polla en lo profundo de su panocha empapada. Tía Fiordaliso me miró mientras esto sucedía. Su expresión era de férrea determinación. Mientras estaba estrujando mi polla con su coño estrecho, dijo casi en un susurro.
—Ésta es tú taza ahora … Llénala … Lléname con tus cosas …
Me sentí desconcertado, no tuve tiempo para reaccionar ni menos protestar. El aluvión había comenzado. Incluso si hubiese tenido fuerza de voluntad suficiente, la lujuria me sobre pasaba y de seguro no hubiese querido detenerme. Sentí que mis jugos salían en densos y poderosos chorros haciéndome gruñir y gemir fuerte. Tía Fiordaliso me hacía correrme dentro de ella.
—Urrrggghhh … Umpf … Umpf … Aaahhh … Umpf …
—Sí, Mateo … Córrete en mi … Córrete en lo profundo de tu tía … Lléname con tu semilla … Hazme un lindo bebé, cariño …
Mi cuerpo estaba convulsionando con espasmos a cada potente chorro que salía disparado de mi pija, mientras seguía bombeando el estrecho coño de mi tía, sentí como que se me acalambraban los pies. Sus piernas me mantenían con fuerza pegado a su monte de venus. Nuestras pelvis se restregaban la una con la otra y el semen continuaba a fluir de mi pene a la vagina caliente de mi tía. Me caí encima de ella con mi polla palpitando dentro de ella.
Tía Fior también me había rodeado con sus brazos y se aferraba con fuerza a mi cuerpo como si nunca más quisiera separarse de mí. Su voz había pasado a un susurro ronco y grave.
—Sí, Mateo … Llena mi útero … Lléname con tu semilla … Haz mi bebé … Haz como los griegos … Fecúndame …
Mis caderas chocaban al mismo ritmo de las de ella, empujando cada vez más profundo dentro de su coño. Como si mi orgasmo no tuviera fin. Su coño se rebalsaba con mi semen.
—Oh, Fior … Uhmmmmmm … Ooohhhhhh … ¡Carajo! …
—Sí, querido … Sigue corriéndote en mí … Todo … Dame todo dentro …
Me parecía haber perdido el sentido de mis piernas, no tenía un control de ellas. Me había deslizado más hacia adelante y más encima de mí tía, estaba chocando con su ingle y su estrecho chocho había aprisionado mi entera polla. Comenzaba a sentir el delicioso cuerpo de tía Fiordaliso debajo de mí. Mis pectorales comenzaban a aplastar sus exuberantes pechos y sentí la dureza de sus pezones en mi piel. Sentí sus dedos recorriendo mis cabellos y apreté mis músculos para vaciar algunas gotas más de esperma profundamente en ella. La escuché susurrar cerca de mi oído:
—Qué buen sobrino que eres …
—Uhhmmrrggg …
Gruñí feliz en su oído. Nunca en mi corta vida me había sentido más hombre que ahora. Mi cabeza todavía giraba. Me quedé sin aliento y me relajé un poco encima de ella, pero mi centro de gravedad estaba concentrado en mi polla que estaba incrustada profundamente en la conchita de tía Fiordaliso. Todavía dudaba de que esto estuviese realmente sucediendo. Mantuve mis ojos cerrados disfrutando de la exquisita sensación de estar dentro de su cuerpo cálido y suave. Ella mantenía sus piernas firmemente alrededor de mí y empujaba suavemente su pelvis contra la mía como para incitarme a descargar todo dentro de ella.
No sé cuanto tiempo nos mantuvimos estrechamente atados el uno al otro. Luego relajó sus piernas y yo me derrumbé a su costado. Nos quedamos ambos boca arriba por un poco, tratando de recuperar nuestra respiración. Fue entonces cuando ella inició a acariciar suavemente mi pecho con sus delicados dedos, deslizándose hacia abajo sobre mis abdominales, mi vientre y luego más abajo.
Mi polla había perdido algo del vigor inicial, pero sus caricias hicieron la magia de volverlo duro como una roca. Luego se inclinó y se lo llevó nuevamente a su boca tibia y mojada. Enseguida me montó a horcajadas y se empaló suavemente en mi erguido ariete. Con una blanquísima sonrisa, me miró y dijo gozosa.
—Esa fue la parte dos …
—¿Parte dos? …
—Sí … Porque no he terminado contigo … Tu madre ya sabe que no volverás a casa esta noche … haré que me folles una y otra vez durante toda la noche …
Tía Fior comenzó a moverse rotando sus caderas, podía sentir mi polla tocando profundamente el interior resbaladizo de su panocha. Me deslizaba sin esfuerzo dentro y fuera de su coño empapado, aún cuándo su conchita me apretaba como un estrecho guante. Se apoyó en mi pecho con sus manos y siguió dando suaves saltitos sobre mi polla, mientras gemía y chillaba susurrándome diferentes cosas.
—Uhmmmmmm … Que rico que estés aquí conmigo … Lo haremos una y otra vez … Y muchas veces más …
—Oohhmmmmmm … Umpf …
Levanté mis manos para alcanzar sus pesadas tetas, las sostuve apretándolas suavemente juntándolas la una con la otra, luego tomé en forma individual cada una de ellas, la amasé, la sobajeé, la apreté tratando de urgir su pezón hacia adelante, su areola pareció expandirse. Tía Fiordaliso siguió montando mi polla hasta correrse temblando y gimiendo de placer, pero no se detuvo hasta que hizo explotar mi polla dentro de su chocho otra vez. Me sentí feliz. Se sintió maravilloso.
—Eso, Mateo … Córrete dentro de mi útero fértil … Dame toda tu carga tibia y jugosa …
—Hhmmmmmm …
—Me gusta más este método casero, ¿no crees? …
—Ummmmmm … S-siii …
Tía Fiordaliso no me dejó en paz en toda la noche; incluso temprano el domingo lo hicimos varias veces. Lo hicimos como lo hacen los amantes. Dormíamos un rato y luego nos despertábamos para tener relaciones sexuales. Comimos algo y luego teníamos relaciones sexuales. Nos duchamos juntos y luego … Bueno, ya entienden lo que hicimos.
Follamos en el dormitorio, en el baño, en la cocina, en la sala de estar. Ella me mamaba y yo la chupaba. Ella me enseño cosas que yo había visto solo en videos y me dejó hacer prácticamente cualquier cosa depravada sobre ella. Cada vez que me acercaba al orgasmo, ella se aseguraba de tener mi polla profundamente en su coño para recibir mi carga completa dentro de ella.
Cuando finalmente me dejó ir el domingo por la tarde, me sentía agotado. Tenía dolores en todas partes y me costaba moverme, todos los músculos de mi cuerpo estaban sin energía. Aún así, me pareció que era un tipo de cansancio bueno, que no me importaba sufrir. Durante todo el viaje de regreso a casa no pude quitar la sonrisa de mi rostro. Mi huesito pélvico me dolió por muchos días y cada vez que sentía ese dolor, no podía evitar de sonreír.
Después de esa vez, no supe más nada de ella. Pasaron un par de meses y mamá tuvo que hospitalizarse para una intervención quirúrgica, me encontraba solo en casa por algunos días. Seguía pensando en tía Fiordaliso y mi última experiencia con ella. La forma en que me había excitado. La forma en que había hecho que me corriera tantas veces. No había manera de quitármela de la mente, estaba allí en todo momento.
No había nadie como ella. Las chicas del colegio ya no me interesaban, tampoco me parecían tan atractivas como tía Fior. No tenía ganas de salir con ninguna de ellas. Solo pensaba en volver a follar con mí tía una vez más. Fantaseaba con ella todo el tiempo, en la ducha, en sala de clases, en la calle, en el parque. No importaba lo que estuviera haciendo, no podía dejar de pensar en su piel blanca y cremosa, sus pechos carnosos llenos de pecas, sus cabellos cobrizos, su culo redondo y firme. Era una terrible e insoportable agonía.
Tampoco quería recurrir al autoerotismo, me negaba a autosatisfacerme. Pensaba a ella que podía en cualquier momento volver a necesitar de mí. Tenía que guardarme para ella. Ahorrar mi semen para ella. Pasé muchas noches despierto y con deseos de masturbarme, pero me obligaba a no hacerlo, para conservarme para ella. Era muy frustrante no recibir su llamada. Era una espera insufrible e interminable.
El día antes de que mamá fuera dada de alta, volví a casa del hospital. Entré en casa e inmediatamente llegó a mis narices un olor a cocina. Era todo muy extraño porque no había nadie más que yo para cocinar. Sin embargo, el olor a pastel de choclo y humitas llenaba todo el ambiente.
—¿Quién está ahí? …
Pregunté desorientado.
—Hey … Aquí … Soy yo …
Era la inconfundible voz de tía Fiordaliso que llegaba desde la cocina. La visión de mi tía cocinando fue algo digno de observar, llevaba un delantal, nada más que un delantal y nada más. Sus maravillosos glúteos estaban totalmente expuestos en la parte trasera.
—¿Tienes hambre? …
—A-ha … Me comería un elefante …
—Qué bien …
Me pidió que me sentara y luego me sirvió un pocillo de greda con pastel de choclo. Mi corazón latía con fuerza al ver los rápidos movimientos de mi tía con su cuerpo parcialmente desnudo.
—¿Notas algo diferente? …
Me preguntó en modo casual.
—El hecho de que estés aquí es ya algo diferente …
Dije mientras enterraba el tenedor en la costra dulzona del pastel.
—¿Cuándo dan de alta a tu madre? …
—Mañana después de mediodía …
Alcancé a decir viéndola que se metía debajo de la mesa y entre mis piernas. No se demoró nada en desabrochar mis pantalones y encontrar lo que andaba buscando. Suspiré profundamente cuando sentí su cálida boca en mi pene nuevamente; había pasado demasiado tiempo.
Sentir la boca de tía Fior chupándome la polla era increíble. La situación me parecía tan irreal que pensé que me despertaría de un momento a otro. Sin embargo, la sensación se mantuvo en el tiempo y finalmente era lo único que me importaba. Dejé de comer y disfrute la boca de mí tía mientras me lamía y chupaba. Succionó mi glande como una Pro, se trago toda mi polla varias veces hasta hacerla chocar con su garganta. Me preparé para correrme muy pronto.
—Hmmmmm, tía … Ya viene … Siento que me voy a correr …
Entonces sucedió algo increíble, tía Fior no se detuvo. Ella siguió chupándome aún con más ardor, no quería soltar mi pene, lamía y succionaba desenfrenadamente y su cabeza se movía más rápido sobre mi regazo.
—Slurp … Slurp … Gñam-gñam … Muak … Ummmmmm …
Tía Fior no dejaba de lamer, engullir y besar mi polla fogosamente y me resultaba cada vez más difícil contener mi carga.
—Ohhhh, tía … Ummm, tía … Mmmm … Umpf … Ya viene … Umpf …
—Muak-muak … Gñam-gñam … Slurp … Que rico …
—Tía … Lo digo en serio … No resisto más … Ummmmmm …
Tía Fiordaliso parecía no escucharme. Me chupaba ansiosa y con mayor ahínco, concentrando su lengua sobre mi glande. Parecía decidida a no detenerse. Yo quería conservarme para su propósito y a ella parecía no importarle. Me estaba confundiendo y no había más tiempo para pensar. Mis piernas se estiraron y se pusieron tiesas, si seguía así ya no podría aguantar. Traté de levantarme para escapar, pero ella me aferró con inusitada fuerza y me mantuvo sentado a la silla.
—Oooohhhh … Aaaahhhh … Tía, no … Hmmmmmm … Oh, no …
Sentí un torrente de esperma corriendo desde las profundidades de mis entrañas. Un grueso chorro de semen salió disparado de mi polla.
—Vengo … Uuuuhhhh … Ummmmmm … Aaahhh … Umpf … Umpf … Tía, me corrooo …
Sus labios se cerraron alrededor de mi polla que se sacudía y disparaba densos chorros de semen directamente en su boca. Al no haber tenido ningún orgasmo por mucho tiempo, me corrí con tal fuerza que me giraba la cabeza, me vino una especie de vértigo. Agarré la cabeza de tía Fiordaliso y enterré mi polla en lo profundo de su garganta, ella nunca hizo un amago de retirarse, siguió chupando y tragando toda mi semilla. Cuando finalmente deje de estremecerme y solté su cabeza, ella se sentó en sus talones y me miró sonriente.
—Qué tal, ¿eh? … No te esperabas esto, ¿verdad? …
—Ehm … No … Por … ¿Por qué? …
Se levantó de debajo de la mesa y me arrastro con los pantalones abajo hacia la sala de estar. La seguí tratando de no tropezar con mis pantalones y nos dejamos caer en el amplio diván.
—¿Porqué … qué? …
—¿Por qué te tragaste mi semen? …
Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba radiante, sus ojos iluminaban todo mi horizonte.
—Porque ya no lo necesito en mi coño, Mateo … ¡Estoy embarazada! …
(Continuará …)
No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo ….
Los vi desde mi ventana en el piso de arriba supe que era el auto de tío Jairo. De seguro viene con la tía Fiordaliso. Ellos siempre me ponen nervioso. La tía es tan hermosa que siempre me siento un poco cohibido y nervioso ante ella, dado mi carácter un poco tímido. Tía Fiordaliso tiene un rostro de supermodelo, más encima es significativamente curvilínea, no como esa gente lisa y fría que desfila en las pasarelas. Cada vez que estaba cerca de ella, me costaba mantener mi mirada lejos de su floreciente belleza. Yo lo sabía y me incomodaba de que ella pudiera darse cuenta.
Apenas descendió del auto mis ojos comenzaron a recorrer toda su fisionomía, desde los deditos de sus pies finamente pintados y alhajados, hasta su elegante y sofisticada cabellera de un intenso color cobrizo. Llevaba un calzado estilo sandalias con correas envolviendo sus bien moldeadas pantorrillas. La suave brisa del viento hacía que su delgado vestido se adhiriera a sus tonificados muslos mientras caminaba sensualmente. Sostenía una fina cartera de Isabel Bernard en una mano y en la otra una sombrilla para protegerse de los rayos del sol. Yo la esperaba en el porche para saludarla y darle la bienvenida, pero ella se arrojó hacia mí dándome un estrecho y suave abrazo.
—¡Hola, Mateo! …
—¡Hola, tía Fior! … ¡Qué alegría verte! …
—¡Oh, sí! … ¡Qué contenta de encontrarte, Mateo! …
—Vamos … Entremos que el sol está demasiado fuerte …
—¡Eh, sí! …
¡Oh! Que cosa mas maravillosa y suave abrazar a tía Fiordaliso, sus protuberantes senos mullidos y algodonosos, hasta me pareció sentir el ápice de cada pezón sobre mi camisa. Casi morí cuando su mano casualmente rozó mi polla mientras pasaba junto a mi y entraba a casa.
Me fui detrás de ella, era imposible evitar de mirar sus exquisiteces por detrás. Su estrecha cintura que le daba a su trasero esa forma de reloj de arena era increíble. No había chico que no admirara su derriere, cuando ella pasaba por la calle. Ahora detrás de ella yo hacía exactamente eso, mirar su ligero vestido pegado a sus hermosas y finas nalgas. Mirando como cada una de ellas se movía en forma ordenada, mientras una subía, la otra bajaba y luego viceversa. Así en un movimiento perpetuo que era delirante. Tuve que tapar mi boca para no exclamar ¡Que bien de Dios, Jesús mío!
Me parecía increíble que alguien pudiera ser tan atractiva. Ella es el tipo de mujer que ves en las películas o revistas de celebridades. ¿Cómo era posible tener aquí en casa una belleza sin igual? ¿Cómo un ser de divina hermosura puede estar en mi casa y con mi familia? ¿Cómo mi tío, que es una figura promedio, logró conquistar a esta diosa de mujer?
Bueno, el tío Jairo no estaba del todo mal. Era el hermano menor de mi madre. Lo conozco de toda una vida y él siempre ha sido muy buen tío, jugaba conmigo cuando pequeño y me cuidaba. Luego tuvo un golpe de suerte y gano muchísimo dinero al Loto. Se rodeó de hermosas mujeres, pero tía Fiordaliso era excepcionalmente hermosa, la más bella de todas.
Nos sentamos a cenar y yo me senté lejos de ella para evitar de estar permanentemente dándole indiscretas miradas a su protuberante escote y al surco que mostraban sus enormes tetas. Su figura era tan llamativa que era imposible no mirarla.
Para servirnos el postre pasamos al patio, bajo el parrón y tía vino a sentarse junto a mí. Me distraje mirando su escote y comenzamos a hablar:
—Entonces … ¿Cómo vas en el colegio? …
—¡Uhm! … Bastante bien … Debo hacer todo lo posible para incrementar mi puntaje para la PSU …
—¿Y cual es tu fuerte? …
—Historia … En biología me complico un poco …
—¡Oh, que interesante! …
—Sí, ahora mismo estoy estudiando antiguas civilizaciones, cómo la griega …
—¡Oh, los griegos! … La cuna de la democracia …
—Así es … En las diferentes ciudades estados …
—¿Cómo Atenas? …
—No solo … Está Halicarnaso, Olimpia, Tebas y muchas otras … Es muy interesante como han influenciado el desarrollo de muchas democracias modernas. También está la influencia cultural, la filosofía, la política en general y los tantos artistas de esa época …
—Sin duda muy interesante, Mateo … Pero yo necesito hablar algo contigo …
—¿Uhm? … ¿De que se trata? …
Repentinamente ella alzó su cabeza mirando alrededor de nosotros, como para comprobar que no hubiese nadie cerca que pudiese escucharnos. Había una decena de personas alrededor, pero ninguna parecía fijarse en nosotros. Entonces Fiordaliso se inclinó hacia mí y en una voz susurrada, me dijo:
—Se trata de algo muy personal … Secreto … ¿Podemos juntarnos arriba? …
Sin esperar mi respuesta se levantó y se encaminó hacia la casa, la vi que subía las escaleras con su bebida en una mano. Me quedé sorprendido y confundido, ¿Por qué secreto? ¿Por qué arriba, en el piso de arriba? ¿Por qué solos ella y yo? Estaba realmente perplejo, tomé otra bebida y me encaminé al piso superior. Mientras subía las escaleras, trataba de dilucidar lo que ella quería conversar conmigo en secreto; quizás necesitaba algún consejo masculino para elegir un regalo para tío Jairo, o planear una fiesta a sorpresa para él, pero en realidad no tenía la menor idea de que pudiera tratarse todo el asunto.
Una vez que llegué al piso superior, inmediatamente noté que la puerta de mi habitación estaba ligeramente abierta, entré y tía estaba de pie mirando los pergaminos y diplomas míos sobre la pared, mamá los había hecho encuadrar todos y los tenía allí para exhibición y su propio orgullo.
—¡Uhm! … Tienes una inteligencia privilegiada, ¿eh? …
Dijo mi tía observando uno a uno los cuadros de mis logros estudiantiles.
—¡Ehm, sí! … Algo así …
—Bien … Eso es muy bueno … Es justo lo que necesito …
¿Tía necesitaba a alguien inteligente? ¿Necesitaba algún consejo sobre alguna materia del colegio? En ves de aclarar un poco la incógnita, esto solo me confundió aún más.
Tía Theresa se sentó en mi cama, su vestido se subió sugestivamente sobre sus muslos envueltos en finas y sedosas medias negras. Mis ojos escrutaron el dobladillo de su vestido, pero no había nada de revelador. Mire su hermoso rostro con esas pecas en sus mejillas, las mismas pecas que se formaban en su pecho sobre sus exuberantes tetas. Recogió sus manos en su regazo y pareció meditar sus palabras en forma tímida, cómo si tuviese dificultad a expresarse.
—Escucha Mateo … Quiero pedirte un favor …
—¿Sí? …
—¡Oh, Dios! … No sé por donde empezar … La verdad es que yo … Bueno … Busco … Busco un … Un donante …
—¿Un donante? … Tía, soy solo un estudiante … Tengo poco y nada para donar … Soy pobre …
—No … No es dinero lo que necesito … Es algo del cuerpo … Ya sabes … Algo más personal …
—¿Cuerpo? … ¿Acaso necesitas sangre? … ¿Un riñón? … Estas … ¿Estas enferma, tía? …
—No … Tampoco es eso … Para eso iría a un hospital … O le preguntaría a mi hermana …
Me sentí un poco desorientado al no entender de que cosa estaba hablando. Parecía muy nerviosa y reticente a hablar con mayor claridad. Volvió a mirar en torno, luego miró hacia la puerta que permanecía cerrada. Finalmente lanzó un profundo suspiro y a muy baja voz, me dijo:
—Necesito un donante de esperma … Intento quedar embarazada …
Me quedé en blanco. Dudé si había escuchado bien lo que ella me había dicho. Noté que ella seguía moviendo su boca como si hablara, pero yo no procesaba nada, no escuchaba lo que ella me estaba hablando muy nerviosa. Me quedó mirando expectante, mi boca estaba reseca y no lograba pronunciar palabra alguna. Mi tía movió sus cejas como esperando una respuesta de mí, logre solo balbucear:
—¿Qué? …
Tía Fior pareció entender que me encontraba en estado de shock y que no había captado lo que ella me estaba diciendo, así que volvió sobre el asunto:
—¡Ehm! … Lo siento … Creo que no hay una manera delicada para decir esto, ¿verdad? … He pensado muchas veces en como decírtelo, pero no se me ocurrió nada más al respecto … ¿Quieres tomar asiento? …
Dio unas palmaditas sobre la cama en señal de que me sentara a su lado. Tragué saliva, tenía el estómago apretado cuando me senté junto a ella.
—He intentado de todo para quedar embarazada …
La escuché atentamente, pero se quedó callada con la mirada perdida en el espacio. Me di cuenta de que trataba de ordenar sus ideas y hablar las cosas con coherencia. Tosió y se aclaró la garganta. Se secó unas incipientes lágrimas que amenazaban de arruinar su maquillaje, no pude evitar de preguntarle:
—¿Estas llorando? …
—No … Bueno … Sí … Es que yo … ¡Ehm! …
—¿Estás bien, tía? …
—¡Maldición, sí! … ¡Solo que … ehm …!
Respiró hondo para recuperar su compostura y prosiguió:
—Ha sido difícil … Muy difícil … Hemos tenido terribles discusiones … Hemos intentado de todo y hemos fracasado en todo … Esto ha sido muy malo para nuestra relación, ¿sabes? …
—¿Y de cuanto tiempo que lo están intentando? …
—Tres años … Uhm … Sí, poco más de tres años … Ha sido duro … Básicamente ya he intentado todo lo que es humana y normalmente posible … He leído un montón de libros … He visto varios médicos … He probado todos los consejos … Hice un calendario para identificar con precisión los días en que estoy ovulando … Jairo y yo hemos tenido relaciones en todos esos días … Incluso me hice revisar completamente en la clínica y no encontraron ningún inconveniente en mí … Entonces es él … ¡Aahhh! … Ahí comenzaron nuestros problemas … La mera suposición o sugerencia de que él es quien tiene un problema, lo hizo enfurecer … Y no lo aceptó …
Recién empecé a comprender el drama de mi tía Fiordaliso. Suposiciones y sugerencias como esas, serían un duro golpe para la autoestima de cualquier hombre y mi tío Jairo no lo tomó para nada de bien. Con voz más quieta ella continuó:
—Estoy segura de que es él … el problema está en él … Sin embargo, cuando le pedí que se hiciera un control, se negó a hacérselo … Dice que él no tiene ningún problema para dejar embarazada a cualquier mujer … Su ego masculino, ¿sabes? … Dijo que deberíamos seguir intentándolo … Pero ha pasado mucho tiempo y no lo hemos conseguido … Necesito probar algo más … No dispongo de mucho tiempo para seguir intentándolo con tu tío … Entonces pensé en echarle una mano a Madre Naturaleza …
—Pero para eso vas a necesitar un laboratorio … ¿Porqué es que necesitas de mí? …
—¡Ehm … sí! … Inseminación artificial, así se llama … Toman la esperma de un donante y lo insertan en el útero de la mujer, muy profundo … Así los nadadores pueden alcanzar rápidamente el ovulo … Otras veces extraen el ovulo y lo fecundan en un laboratorio antes de volver a ponerlo dentro de la mujer …
—Fecundación in vitro …
—Exactamente … ¿Cómo sabes como se llama? …
—No me pierdo ningún capítulo de “The Good doctor” …
Tía Fior sonrió, lucía abatida:
—El problema es que tú tío nunca hará nada de eso … No me deja usar su esperma … Pienso que tiene miedo de que descubran algo en él …
—¿Y porqué no intentas las Fertilización in vitro? …
—Porque cada sesión es muy cara … No tengo el dinero y tu tío nunca pagaría para eso … La única vez que lo mencione se sintió realmente ofendido … Él piensa que todo lo que se necesita es que me bombeé por un par de minutos y listo … Es un tonto … Ni siquiera puede hacer que su mujer de verdad se corra …
Creo que ella ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo, lo último, lo dijo entre dientes. Al parecer ella estaba muy molesta.
—Incluso si obtuviera el dinero de alguna parte, Jairo no colaborará … En principio pensé en llevar yo misma un poco de semen a la clínica, pero no tenía los medios para hacer que eso funcionara … Entonces se me ocurrió una solución alternativa … Ahí es donde entras tú … Bueno … Espero …
—¿Sí? … ¿Y cómo? …
—Escucha … Lo tengo todo pensado … Solo necesito el donante de esperma … Luego, el “trabajo real” lo hare yo misma … ¡Debería ser fácil! …
—¿Co-cómo? …
—Vendrías a mi casa … Pasarías un rato en el baño y … Bueno … Sacas tus cosas … Yo tendré listo un recipiente para ello … Pones tus cosas en una taza o vaso, luego me lo das … Yo tendré lista una jeringa y me inyectaré tus cosas directamente … ¿Ves? … ¡Es fácil! … ¡Solo te necesito como donante! …
Me quedé un rato pensando, pero no en el sistema ideado por mi tía. Pensaba que lo que me estaba proponiendo era algo descabellado y complicado.
—Tía … ¿Por qué simplemente no te divorcias y busca un hombre que te embarace y te haga feliz como mujer? …
—Sí, también he pensado en eso … Solo que tengo mi edad, no tengo dinero ni tampoco educación superior … ¿Dónde iría? … ¿Qué haría? … Creo que no tengo tiempo como para comenzar una nueva vida con alguien más y ver si funciona o no funciona … Lo consideraría solo en caso de que mi plan no funcione …
—¿Y no has pensado en adoptar un bebé? …
—Tú tío Jairo dijo que no quería un “guacho” en casa …
Era muy difícil para mí entender el deseo de mi tía por convertirse en madre. Sin embargo, entendí que ella actuaba así por la desesperación.
—¿Y por qué yo, tía? … ¿Por qué no pensaste a alguien más? …
—Cómo te dije anteriormente, no poseo de mucho dinero para hacerlo legalmente en laboratorio … Además, debe ser alguien en quien pueda confiar … Alguien conocido y que sabrá mantener el secreto … Tú tienes todas las características adecuadas, Mateo … Te necesito … Necesito de tú ayuda para cumplir con el deseo más importante de toda mi vida …
Me sentí halagado de que ella me hubiese tomado en consideración, ella siguió diciendo:
—Tú y yo no tenemos ningún parentesco sanguíneo … Pero por parte de tu madre, estás emparentado con mi marido … No eres muy diferente de él … Tienes su mismo tipo de sangre …
Me sorprendió lo informada que estaba y la interrumpí:
—¿Cómo sabes eso? …
—Está en vuestras licencias de conducir … Fácil, ¿no? …
—¡Oh! … Es verdad …
—Tampoco tienes alergias ni enfermedades hereditarias …
—Espera … ¿Y como supiste eso? …
—Bueno … Tú madre es una fuente de información confiable … Me hizo un resumen de todo tú historial médico …
Sonrió con una mirada un poco desfachatada.
—¡Oh! … Ya veo …
Sentí el calor en mis mejillas y lo que siguió fue aún peor, me preguntó:
—¿Has tenido una vida sexual promiscua? … ¿Alguna enfermedad de transmisión sexual? … ¿Quieres que te hagan un examen en clínica? …
Creí tener mi cara roja como un tomate, ella se quedó mirándome expectante esperando respuestas a todas sus interrogantes:
—Bueno … Ehm … Yo …
Mi tía se inclinó hacia adelante para poner atención a lo que yo estaba tratando de expresar.
—He tenido relaciones solo con una persona … Pocas veces … Ella …
—Erica, ¿verdad? … Tu novia, ¿eh? … ¿Cuánto tiempo? …
—Unos tres años … Estábamos en el mismo colegio … El último año sus padres la cambiaron de colegio … Entonces terminamos …
—Eres perfecto … Tienes el mismo grupo sanguíneo de Jairo … Ambos de cabello oscuro … Lóbulos similares … Barbilla cuadrada … Mismo color de ojos … Todas cosas en que se fija la gente para comprobar la ascendencia … Cuando quede embarazada le diré que es suyo … Seguimos teniendo relaciones sexuales cada vez que estoy ovulando … Las matemáticas son perfectas … Se necesitaría un examen de ADN para …
—¿Y si se hace uno de esos? …
—¿Tú tío? … No lo hará … Estará tan lleno de su egocentrismo que no dudará ni un momento de que el bebé no es suyo … Incluso si llegara a enterarse, por su orgullo lo negará …
En ese momento se detuvo y sonrió para sí misma un poco burlonamente, diciendo:
—A decir verdad, ya ni siquiera me importa … Lo único que quiero es esto … Quiero un bebé … Y mi esposo no puede dármelo … Tampoco yo estoy tan joven …
—¡Vamos, tía! … Apenas tienes treinta, ¿no? …
—Treinta y cinco …
—Pero luces muy joven y sexy …
Se dibujó una deliciosa sonrisa en su rostro, los hoyuelos de sus mejillas también sonrieron seductoramente. Ella se echó el pelo hacia atrás en forma muy sensual, se enderezó sentada a orillas del lecho haciendo que sus pechos se lucieran bellos y firmes hacia adelante. Esto me puso muy nervioso y cachondo, así que añadí:
—Quiero decir, no pareces de esa edad … Te ves muy buena … Ehm … Quiero decir … Joven y atractiva … ¡Oh, Dios! … Creo que estoy diciendo muchas necedades …
—No, Mateo … Está bien … Y gracias por tu apreciación … Toda mujer se siente halagada cuando un hombre la encuentra atractiva … Pero aún así, siento que el tiempo se me va … No me quedan muchos años para realizar mi sueño de tener un bebé … Me temo que, si no actúo pronto, eso nunca sucederá … Y yo no puedo aceptar eso … Pero a Jairo parece no importarle … Me lo dijo en mi cara, “Mujer, lo intentaremos … Sí sucede, sucede … Y si no, bien también” … ¿Te imaginas? … A él le da lo mismo … Y para mí es lo más importante … Debe suceder … A cualquier costo …
Ahora me di cuenta lo decidida que estaba de quedar embarazada. Pude ver cómo contenía las lagrimas con los recuerdos de esas interminables discusiones con mi tío Jairo. Me quedé allí sentado a observar su hermoso rostro con sus pecas características en sus pómulos. Luego se volvió hacia mi y pronuncio sus más sentidas palabras:
—Mateo, por favor …
No dijo nada más, se hizo un denso silencio en mi habitación. Ella se aclaró la garganta un par de veces y trató de evitar que las porfiadas lágrimas arruinaran el rímel de sus ojos claros y brillantes. Me levanté y comencé a caminar reflexionando, tía Fior permaneció callada sentada al borde de la cama y no dejaba de observarme.
—Mateo … No se qué más decir ni hacer … Estoy desesperada … No tengo los medios para hacerlo profesionalmente … Confío en que si lo hago artesanalmente yo misma … Funcionará … Pero necesito de tu ayuda … Ayúdame, por favor …
Mi cerebro estaba maquinando todo a tiempo extraordinario. ¿Podría ser eso posible? No pensaba en negarme a ayudar a tía Fiordaliso, pero … ¿Podría yo hacer eso?
Además, no contaríamos con el apoyo de ningún familiar. Sí se hubiera tratado de donar sangre o médula espinal para combatir una leucemia o algo así, estoy seguro de que todos apoyarían la iniciativa y se unirían en torno a mi tía, ¿Pero esto? ¿Algo que nunca nadie debería jamás llegar a conocer? ¿Un secreto? ¿Un engaño? Ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo. Ya lo había pensado todo quien sabe cuántas veces. Miré su figura y su rostro de desesperación y ansiedad. Me recordé de las clases de historia donde antiguas civilizaciones tenían como prioridad de que las mujeres se embarazaran y tuvieran muchos hijos. Los imperios debían crecer con hombres y mujeres jóvenes. Si una mujer no venía embarazada por el marido, era su obligación yacer con uno o más hombres para que la embarazaran. Era su obligación de hembra y ciudadana. Mi respuesta ya se había formado en lo recóndito de mi cerebro, debía solo pronunciarla y no se cómo surgió en forma espontánea:
—Está bien … Lo haré …
Sus ojitos cobraron vida y se iluminaron. La sonrisa volvió a sus labios y dijo:
—¿Sí? … ¿Lo harás? …
—Sí … Yo te ayudaré …
Las lágrimas de alegría afloraron y ella rápidamente las secó y contuvo.
—Gracias, Mateo … Espero que esto funcione … En algún modo te compensaré …
Se levantó y me abrazó en forma efusiva. Su cuerpo suave y tonificado se apegó al mío. Volví a sentir todas sus sinuosidades y curvas que volvieron a hacerme sentir un calorcillo y pulsaciones en mis pantalones. Ahora ella hablo precipitadamente:
—Entonces yo arreglaré todo y te avisaré en el momento adecuado … Confío en que no será por mucho tiempo … Te llamaré y hablaremos de los preparativos … Y Gracias, otra vez …
Luego rápidamente ella salió de mi cuarto y desapareció hacia la sala de estar dando saltitos de alegría, me quedé un rato sin moverme y pensé ¿En que lío me he metido?
Paso un par de semanas. No escuché nada de tía Fiordaliso, después de pensar a diario sobre el asunto, me relajé y comencé a olvidarlo un poco. Después, repentinamente un día sin previo aviso, entró una llamada de un numero desconocido a mi celular, me sorprendí al escuchar la voz de mi tía:
—¿Estás listo? … ¿Puedes este fin de semana? …
Me preguntó en forma directa y sin preámbulos.
—Ehm … Bueno … Yo …
—Sabes quien soy, ¿eh? … Recuerdas de lo que hablamos, ¿verdad? …
—S-sí … Por supuesto … Dije que te ayudaría … Pero co-como … Tú, ¿cómo estás? …
—Escucha … Este sábado … Ven con el Metrotrén, yo te recogeré en la estación de Nos … Te pagaré un taxi para que vuelvas a casa … No quiero moverme después de, ya sabes, de eso … Solo prepárate, ¿vale? … Llega como a mediodía …
—Ugh … Está bien …
La tía Fior vivía a poco más de una hora desde mi casa. Una casona padronal de campo, muy grande y bien cuidada, pero no era un sector desolado, solo que la casa más cercana estaba a varios cientos de metros de la propiedad de tío Jairo. Había estado allí muchas otras veces en reuniones familiares y era agradable disfrutar en el jardín con el aroma de campo y enorme espacio a disposición en esta zona semi rural.
El sábado en cuestión tomé el Metrotrén en su horario puntual y traté de disfrutar del paisaje campestre y un poco de lectura revisando los mensajes de texto en mi celular. Aproveché de enviar a tía Fiordaliso el horario de llegada a Nos y recibí un escueto “OK” cómo respuesta. Apenas salí de la estación vislumbré el carro de mí tía que venía a recogerme. Subí a él y ella nos condujo a casa. No conversamos de nada en el trayecto, imagino que tanto ella como yo estábamos nerviosos. Ella estacionó el vehículo en el garaje y entramos directamente en casa. Sentía maripositas en mi estómago y el tiempo parecía transcurrir muy rápido. Sin siquiera darme cuenta entré a casa y comencé a quitarme mi cortavientos. Nervioso como nunca, le pregunté:
—Y el tío Jairo … ¿Dónde está? …
—Se fue a Valparaíso a pescar con sus amigos … Volverá mañana temprano … Gracias de nuevo por tu ayuda, Mateo … Sabes donde está el baño, ¿verdad? …
Un poco bobamente ambos sonreímos cuando ella me mostró el camino al baño, porque yo ya lo sabía perfectamente, pensé que era por el nerviosismo que estábamos sintiendo mutuamente. Dentro del baño había varios objetos encima de la mesa junto al lavabo.
—¡Oh, Mateo! … Este es el recipiente … Bueno … Para tus cosas … Ponle la tapa una vez que hayas terminado … Ehm … También compré estas por si las necesitabas …
Me dijo tía Fior mostrándome dos revistas pornográficas suecas mientras me guiñaba un ojo. Luego se giró y salió del cuarto cerrando la puerta tras ella. Todo se sintió extrañamente tranquilo. Allí estaba yo en el baño de mi bella tía a punto de masturbarme y dispararle mi semen en una taza con tapa de rosquilla roja. Me reí para mis adentros pensando en lo absurdo e irreal de todo esto.
Me bajé los pantalones y me tome un tiempo para sentirme cómodo en el baño. Comencé a hojear las revistas, no había nada nuevo en ellas. Chicas mostrando sus jóvenes coños y culos a un fotógrafo de dudosa profesionalidad. Paginas con tetas de todos los tamaños con escritas laterales en varios idiomas que yo no conocía.
Tomé el pote con tapa y la desenrosqué un poco, dejándolo listo para despegarla rápidamente al momento preciso. Hojeé las revistas intentando de que mi polla reaccionara. Había algunas fotos muy sugestivas, pero me centré en una modelo que asemejaba bastante a mí tía Fiordaliso. Seguí mirando las fotografías mientras acariciaba mi pija hacia arriba y hacia abajo, intentando imaginar fantasías con esas mujeres, pero mi pene tomó consistencia solo al momento de centrarme en la figura de mi tía. La vi sonriéndome mientras arreglaba sus cabellos cobrizos que destellaban llamas al suave movimiento del viento. Su vestido adherido a sus curvilíneas formas, dibujando su liso vientre y la convergencia de sus muslos firmes, exquisitos y tiernos. La imagine en frente de mí, acercándose como en cámara lenta, apuntando a mi polla con sus manitas suaves, cogiéndola entre sus deditos largos y pintureados, moviendo mi prepucio como un fuelle aterciopelado en forma vertical. Su ojitos centrados fijamente en mi meato esperando ansiosa la salida de mi semen sobre su carita angelical. Creí escuchar su suave voz: “Ahora, Mateo … Ayúdame … Dame tus cosas … Te necesito, Mateo … Hazlo por mí … Por favor” Sentí el estremecimiento característico en mi bajo vientre, rápidamente quité la tapa del envase, la sostuve contra mi polla y disparé un sinnúmero de nacarados filamentos de denso semen en su interior, me aseguré de que cada chorro cayera dentro y luego atornillé la tapa roja cerrando el receptáculo. Me levanté los pantalones, me fui al lavabo y lavé mis manos, luego salí y llamé a mi tía:
—Tía … Ya terminé …
—¡Oh! … Vengo …
La escuche decir desde arriba, luego llegó a toda prisa a mi lado.
—Entonces te llamaré un taxi para que te lleve a la estación … No te preocupes de pagarlo, porqué ya lo he cancelado con mi tarjeta de crédito … Y ten, un poco de dinero para el tren …
Todo fue muy rápido y sin preámbulos de ningún tipo, todavía un poco nervioso, le dije:
—Gracias, tía … ¿Estarás bien ahora mismo? …
—Sí … El resto lo haré yo sola … Y gracias de nuevo, Mateo …
Me dio un rápido abrazo y volvió a subir las escaleras un poco apresuradamente. Cuando salí, un Uber llegó en un par de minutos y me llevó a la estación para tomar el tren de regreso a casa. El viaje transcurrió sin contratiempos, pero no cesaba de pensar en lo que acababa de suceder. Nunca había hecho una visita a casa de tía Fiordaliso tan breve. Creo que no se prolongó por mas de diez o quince minutos. Entré, hice lo que se esperaba de mí y luego fuera otra vez. No hubo charlas triviales ni nada.
Comencé a pensar en: ¿Que estará haciendo la tía en estos momentos? ¿Habrá ya hecho lo que se proponía hacer? ¿Cuánto tiempo le habrá tomado hacerlo? Mi mente me trajo las imágenes de ella en toda su beldad, era tan hermosa, tan pura, tan sexy. La imagine acostada sobre su cama totalmente desnuda, tocando su coño, abriendo su labia vaginal e inyectando mi tibia esperma dentro de su panocha fértil. ¿Quedará ella embarazada de ese modo? Mi pene volvió a ponerse duro y sentí ese calorcillo en mis bolas. No pude dejar de pensar en ello hasta que llegué a casa. Esa noche tampoco tuve sueños tranquilos imaginando los bellos muslos de tía Fiordaliso abiertos al máximo mientras llenaba su coño con mi semen. Me parecía que todo esto sucedía en alguna dimensión paralela y extraña.
Pasaron varias semanas. Continué con mis estudios. Estábamos debatiendo sobre la filosofía de Platón y la creación de la Republica y yo debía escribir un articulo al respecto. Afortunadamente era bastante diestro en la redacción de discursos y trabajos escritos, por lo que no me llevó demasiado tiempo. Cuando estaba casi terminando mi trabajo redaccional, sonó mi celular, una llamada de un numero familiar estaba en entrada. Se me secó la garganta y un ligero temblorcillo recorrió mi cuerpo, apreté mi estómago y respondí:
—¿Hola? …
—Sí … Hola …
Reconocí inmediatamente la voz de mi tía Fiordaliso, se quedó unos segundos sin hablar, pero podía escuchar claramente su profunda respiración.
—Mateo … Al parecer no ha funcionado … ¿Podemos volver a intentarlo este fin de semana? …
—Ehm … Sí … Claro …
—Excelente … ¡Ah! … He estado leyendo algunas cosas al respecto, ya sabes, cosas que podrían ayudar … Entonces quería pedirte otro favor …
—Sí … ¿Cuál? …
—Uhm … Quiero que no tengas relaciones sexuales con nadie … Tampoco que te toques … Deberías guardarlo todo … Guárdalo todo para mí … ¿OK? … Y gracias …
La comunicación se cortó abruptamente y me quedé sin palabras. Me parecía todo tan raro, pero pensé que ella tenía razón. Era una buena idea si yo tuviera un periodo de abstinencia. Pensándolo bien, había estado tan ocupado y absorto en mis estudios que en realidad ya habían pasado dos semanas desde la última vez que había eyaculado, así que sin querer estaba cumpliendo con los requerimientos de mi tía.
Llegó el fin de semana y partí para encontrarme con mi tía. Pensé en tratarlo como una visita al doctor o al mecánico. Sin nada de sexual en ello. Solo estaba ayudando a una querida amiga a cumplir uno de sus más añorados sueños. Ella se merecía de poder cumplir ese sueño y yo estaba dispuesto a ayudarla. Podría haber elegido a algún otro, pero me había elegido a mí, no había más hombres en familia con la edad adecuada.
Me recogió en la estación con su coche, estaba vestida con una estrecha remera y unos ajustados jeans elastizados que se adherían a sus piernas como una segunda piel. Sus anchas caderas se veían de ensueño. Me precedió cuando entramos a su casa y yo no era capaz de quitar mis ojos de su atractivo e increíble trasero.
—Mateo … Bienvenido de nuevo … Y gracias por hacer esto por mí …
Dijo con una amplia sonrisa tratando de calmar la tensión del momento.
—Sí, Ok … ¿Está el tío Jairo? …
—¡Oh, no! … Se fue de caza con sus amigos … no llegará hasta esta noche …
—Genial … Entonces estamos solos tú y yo … Que bien …
—Sí … Es mejor así … Te tengo todo preparado en el baño … Te estaré esperando …
Diciendo eso, tía Fiordaliso desapareció hacia el piso superior. Como necesitaba satisfacer una urgencia fisiológica, fui al baño e hice mis necesidades, luego como tenía sed me dirigí a la cocina en busca de algo de beber, enseguida volvería al baño a cumplir mi tarea para tía Fior. Justo cuando iba en camino al baño, escuché a mí tía descendiendo por las escaleras:
—Tía … Lo siento, pero todavía no lo he …
Me quedé con mi mandíbula inferior colgando casi hasta el suelo. Descendiendo las escaleras había una mujer pelirroja con el cabello suelto sobre los hombros y vestía una fina bata de color negro como de hilo tejido a malla. Parecía una especie de traje oriental y bastante revelador. Me quedé allí pasmado ante la belleza que se presentaba ante mis ojos.
—¡Guau, tía! …
—Oh, lo siento … volveré arriba … Uhm … Solo me preparaba …
Dijo apresuradamente cerrando la prenda sobre sus pechos vibrantes y movedizos, grandes y excitantes.
—Está bien … Yo voy al baño ahora …
Entré al baño, cerré la puerta y me bajé los pantalones. Esta vez no necesitaba ninguna revista después de haber visto las estimulantes visiones del vestido de mi tía y su hermoso cuerpo. Rápidamente cogí el receptáculo de donación y lo coloqué de frente a mí. Luego cerré los ojos y pensé a esa hermosa mujer que había visto descender por las escaleras con esa seductora bata negra que no cubría nada de su hermosura. Mi mente se fue por un espacio de placer, una dimensión de lujuria y mi orgasmo llegó potente y copioso en gruesas hebras de candente semen fresco.
Me tomó menos de dos minutos en correrme, enseguida levanté mis pantalones y cerré la tapa a rosquilla del recipiente de plástico. Estaba casi sin aliento y mi corazón latía desbocado. La visión de mi tía casi sin nada encima todavía estaba totalmente vivida en mi mente. Sus pechos redondos como globos lucían pesantes y duros, con sus pezones punzando la tela a malla queriendo escaparse por esos amplios agujeros.
Me lavé las manos, agarré el envase con mi esperma y salí del baño. Tía Fiordaliso estaba esperándome al pie de las escaleras.
—¡Oh, vaya! … ¡Eso sí que fue rápido! …
Dijo ella sonriendo feliz.
—Sí, bueno … Ya sabes … Todo para una bella dama como tú …
Ella me quitó la taza y la levantó para mirarla a contraluz, cuando vio la enorme cantidad de semen sus ojos se volvieron de ensueño. Mirando su cautivadora bata mostrando sus hermosas formas femeninas. No sabía que decir, pero lo mismo dije:
—Veo que te estás preparando …
—¡Oh, sí! … También en mi dormitorio tengo listas algunas cosas …
—¿Qué cosas? …
—Uhm … Bueno … Algunos juguetes y demás …
—¿Juguetes? …
Tía lucía nerviosa, pero recuperó su compostura y comenzó a hablar sobre los preparativos que había hecho.
—Sí … Verás, leí algunos artículos en la red donde se dice que estar cachonda también ayuda a la fecundación … Los fluidos de la mujer ayudan a los espermatozoos a nadar con mayor énfasis hacia el ovulo … Por eso pensé que antes de usar tú esperma … Ehm … Me excitaré usando algunos de mis juguetes … Ya sabes … Vibradores y consoladores …
Algo se me atravesó en la garganta y traté vanamente de aclararla. Mi tía me sonrió viéndome un poco complicado con su explicita explicación. La vi que se sonrojó levemente. Pero en realidad no había necesidad de ser tímidos. Ambos éramos bastante adultos y ya sabíamos de fluidos corporales, de videos porno, de juguetes sexuales y todas esas cosas. Tía Fior pareció relajarse y continuó:
—Comenzaré con mi vibrador estimulador de punto G … Luego usaré mi consolador grande … Se llama doctor John Holmes … Imagino que será el nombre del sexólogo quien lo invento … Después cuándo esté lista para correrme, me inyectaré tú semen … Espero que eso funcionará …
No quise revelarle a mi tía que John Holmes era un porno actor de los años ’70, pero mi polla comenzó a engrosarse escuchando sus planes de autofecundación. Ella prosiguió:
—Después volveré a jugar con mi consolador para correrme una vez más … Al parecer las posibilidades de quedar preñada aumentan si la mujer está muy caliente … No sé si eso será realmente verdad … Pero estoy dispuesta a intentarlo todo …
—Uhm … Bien … Si eso es verdad, entonces debería funcionar …
—Bueno … Sí no lo es, de todas maneras, será algo agradable de experimentar y disfrutar …
—Apuesto a que sí …
Fuimos a la cocina y ella versó limonada fresca en dos vasos y me tendió uno a mí.
—Eso debería ser también cierto para los hombres, ¿verdad? … Cuando estás más cachondo, es muy probable que eyacularás más, ¿no? …
Eso me hizo pensar en lo cachondo que me sentí a verla con ese cautivante bata negra. Poco a poco me sentí cómodo teniendo esta conversación con tía Fiordaliso.
—Ehm … Efectivamente … Supongo que sí …
—¿Y que te pone más cachondo? … Puedo conseguirte alguna revistas nuevas, ¿sabes? … ¿Hay algo en particular que te sirva para encenderte? …
—Bueno … El verte vestida así ayuda mucho …
Dije un poco en broma. Oculté mi rostro detrás del vaso bebiendo un largo trago cuando expresé mí comentario.
—¿Cómo? … ¿Así cómo estoy ahora? …
Dijo sonriendo y mirándose así misma mientras tocaba el dobladillo de su bata que cubría muy poco de su desnudez. Noté que ella lucía divertida y no se había ofendido. Seguía acariciando la delgada tela a malla casi trasparente. Tragué saliva cuando ella dibujó sus tetas con las yemas de sus dedos. Claramente me estaba provocando.
—Eh … Sí … Luces estupenda …
—Realmente uso esta prenda solo para ir a la cama … No puedo creer que un hombre se pueda excitar viéndome con esta pequeña prenda vieja …
—Oh … Vamos, tía … Te ves tremendamente sexy …
Ella se rio, posó su vaso sobre la encimera y luego se paseó ante mí moviendo seductivamente sus caderas.
—¿Qué te parece eso? … Tendrás una imagen para llevar contigo al baño …
—Ya lo hice …
—¿Cómo? …
—Este … Bueno … Ehm … Yo …
—¿Qué? …
—Bueno … Es que te ves tan sensual y cachonda con esa bata … Qué … Ehm … Estaba pensando en eso … Ehm … Cuando llené la taza …
—¿Pensaste en mi mientras te masturbabas? …
—Sí, tía …
—¿Es por eso por lo que terminaste tan pronto? …
—Sí, tía …
—¿Es por eso por lo que eyaculaste tanto? …
—Sí, tía … Bueno, quiero decir … Solo mírate … Eres tan sexy que podrías hacer que me corra muchas veces más …
—¿En serio? … ¿Dices la verdad? …
Me preguntó acercándose a mí con sus ojitos iluminando toda la cocina.
—Sí, tía …
—¡Santo Dios! … Entonces vamos …
Dijo entusiásticamente tomándome de la mano y arrastrándome escaleras arriba.
—He estado tres años intentando … Sí puedes darme más de tus cosas, tienes que dármelas ahora ya …
Ella soltó mi brazo solo cuando estuvimos al interno de su dormitorio. Había una cama King-Size, miré que había un plato con dulcecillos y bombones. La habitación estaba adornada con flores y velas perfumadas. Las persianas estaban bajadas. Estaba claro que ella se había preparado para tener un buen momento.
El pequeño vaso de plástico con mi semen fue colocado sobre una mesa junto al televisor de pantalla plana frente a la cama. En la misma mesa había una canasta que contenía una selección de juguetes sexuales, desde donde sobresalía un grueso consolador. Tía Fior tomó la cesta y el recipiente con mi esperma y se subió a la cabecera de la enorme cama, sentándose sobre las almohadas.
—Entonces te gusta fantasear conmigo, ¿no? … Bueno … Cómo estás siendo un amable caballero donándome tus cosas … ¿Qué te parece si te hago ver un poco de esto? …
Apoyada casi en el respaldar de la cama, con sus piernas ligeramente dobladas, tía Fior se abrió parcialmente la bata y dejó al descubierto una de sus enormes y gordinflonas tetas. Con su delicada mano jugo con su pecho masajeándolo y aplastándolo, tiró de su diminuto pezón y levantó su teta en el aire para que yo pudiese apreciarla en todo su esplendor, ¡Guau! ¡Qué cosa más hermosa!
Su otra mano empujó suavemente el bordillo de la bata y descubrió su segunda maravilla de esponjosa carne, manchada de innumerables pecas color cobre. Tía Fior me estaba haciendo ver sus enormes pechos y parte de su tersa piel desnuda. Mi erección fue enorme y furiosa. Tragué saliva varias veces incrédulo y complacido ante el espectáculo insuperable que tía Fiordaliso estaba montando para mí. Era cómo sí uno de mis sueños se hiciera realidad. Ella siguió descubriendo cada vez más de su desnudez. Soltó el cinturón y abrió completamente su bata. Miré su entrepierna y en la posición en que estaba sentada no vi nada, solo su vientre y la juntura de sus piernas, tampoco vi vellos púbicos por lo que deduje que tía Fior afeitaba su coño.
Ella comenzó a tocar sus muslos y poco a poco comenzó a abrir sus piernas. Mi polla dura como una roca, iba a explotar de un momento a otro. Su mano se metió entre sus piernas y cubrió su conchita pelada, luego separó sus muslos mientras su manito acariciaba la rajita de su chocho que todavía no lograba vislumbrar. Con sus muslos bien separados y sentada en sus tobillos, tía Fior echó su cabeza hacia atrás entrecerrando sus ojitos y con un largo gemidos abrió los hinchados labios de su pequeño coñito. Un resplandor rosado y brillante emergió de ese orificio sedoso y mojado, el coño de tía Fiordaliso.
Mi tía acarició su coño con los ojos cerrados gimiendo suavemente como una gatita cachonda. Luego estiró su brazo y sacó de la cesta un objeto cilíndrico rosado y negro con unas líneas metálicas brillantes, hizo clic y un zumbido lleno el silencio del dormitorio, supe que era uno de los vibradores al cual había hecho alusión con anterioridad. Sentí que mi corazón escapaba de mi pecho mientras ella movía esa cosa que ronroneaba suavemente al contacto con los húmedos labios de su conchita entre sus carnosos muslos. Un gemido lujurioso emitió mi tía mordiendo su labio inferior.
—¡Uhhhmmm! …
Mi polla vibraba furiosa y lo único que yo deseaba era tocarme y volver a correrme. Tragué saliva sin poder apartar los ojos de mi tía que se masturbaba delante de mí. Una sensación se apoderó de mí, me llegaban los sonidos de placer de mi tía, la visión de su manito moviendo esa cosa vibradora al largo de su coñito diminuto. Mi visión apartó todo lo que había a mi alrededor y solo veía la conchita de mi tía. Estaba empezando a perder contacto con la realidad. Mi entero universo estaba concentrado en esa cosita resbaladiza, caliente y encharcada en medio a las piernas de mi tía.
Sus cabellos rojizos cubrían parcialmente su rostro bermellón. Su boca estaba entreabierta gimiendo cada vez con mayor fuerza. Su cuerpo hermoso y esbelto comenzó a contorsionarse, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás cada vez con mayor velocidad sobre este cilindro rumoroso. Era como ver la escena de un video porno en vivo y en directo.
No podía contenerme, en forma desesperada me bajé los pantalones y dejé salir mi polla dura como el granito. Comencé a jalar de mi polla enérgicamente contemplando el cuerpo caliente de mi tía que se aproximaba a su orgasmo. Ella abrió sus ojos y vio que me masturbaba con fiereza. Entre gemidos apunto al recipiente sobre su mesita de noche y me dijo:
—¡Destápalo! … ¡Córrete en la taza! …
Sin soltar mi pene ni un segundo, estiré mi brazo y agarré el recipiente de plástico con parte de mi primera eyaculación, lo destapé y apunté la punta de mi verga dentro del receptáculo. Tía Fior continuaba rozando su chocho con su vibrador, lo metía dentro de su canal vaginal y tiritaba de placer, luego lo sacaba y lo frotaba velozmente contra su clítoris. Se veía tan hermosa y sus sonidos eran hechizadores y llegaban directamente al centro de placer en mi cerebro, llevando mi cachondez a límites superlativos.
Respiré agitadamente y comencé a sentir una especie de mareo. Mis piernas estaban tiesas y mi glúteos duros como piedras. Descendió una bruma y no veía claramente, cerré mis ojos y apareció ante mi nublada vista la visión rosácea del coño de mi tía, caliente y jugoso. Abrí los ojos y vi a mi tía revolcándose sobre la cama con su cuerpo temblando mientras follaba violentamente su coño con el vibrador. Ahí a un metro de mí, la mujer más hermosa del mundo se corría chillando y gritando su potente orgasmo. Se me escapó un gutural gruñido y comencé a vaciar mis pelotas dentro del vaso plástico en gruesos chorros de cálido semen.
Parecía un orgasmo infinito, no cesaba de salir esperma espesa de mi polla. Mi vientre estaba duro y hundido, contrayéndose en el esfuerzo de expulsar más lechita nacarada para mí tía. Ordeñé cada gota que salía de mi pija pulsante, asegurándome de verterla en el vaso de recolección. Cuando salí del trance de mí clímax, pude escuchar a tía Fior susurrando:
—Ssiii, bebé … Córrete para mí … Que buen sobrino que tengo …
Tía se arrodilló y se acercó a mí tomando el vaso lleno a más de la mitad. Lo tomó suavemente y lo miró a contraluz.
—Oh, querido … Esto es mucho … Ojala tu tío Jairo pudiese eyacular así …
La miré atentamente, mi cabeza se había recuperado del esfuerzo hecho. Me pareció estar observándola desde un punto muy lejos de ella, me parecía tan irreal todo, como si estuviese sucediendo en alguna lugar muy apartado. Estaba con mi polla todavía palpitante y con jugos goteando de mi cabezota hinchada. Y ella estaba allí, desnuda, recibiendo mi semen en un recipiente y lista a inyectarlo en su coño, mientras su marido estaba fuera de casa.
Lo que paso luego pareció aún más surrealista. Tía Fiordaliso sacó de la canasta una pequeña jeringa de unos cuarenta o cincuenta ml., la apuntó al vaso y comenzó a aspirar mi esperma desde la copa plástica hasta llenarlo, enseguida se recostó sobre su cama, abrió bien sus piernas e insertó la jeringa profundamente en su estrecho coño, presionando la jeringa para descargar todo su contenido dentro de su vagina caliente.
Observé su coño estrecho, desnudo e hinchado, mojado con jugos femeninos. El tubo de la jeringa entró sin problemas en ella, parecía una cosa muy extraña, pero al mismo tiempo sexy y ambulatoria. El pistón de la jeringa fue presionado hasta el final, quedando vacío, todo mi semen estaba dentro del cálido coño de tía Fiordaliso. Tragué saliva, se me hizo un nudo en la garganta. Mi tía se estaba impregnando con mi semen. Un poco sorprendido dije:
—No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo …
Tía Fior me miro contenta. Tenía los ojos lucientes y respiraba todavía con un poco de afano, pero parecía totalmente coherente.
—Sí … Se siente de maravillas … Calientito, pegajoso y resbaladizo … Se siente muy bien dentro de mí … Gracias, Mateo …
Retiró la jeringa de su panocha después de haberla vaciado. Luego desechó la jeringa en una bolsa de plástico. Entonces comenzó a tocarse nuevamente asimisma. Cogió el vibrador y también un falo plástico de notables dimensiones. En ese momento pareció darse cuenta de mi presencia y antes de iniciar algo más, me miró y dijo:
—Ehm … Mateo, supongo que deberías irte ahora …
—Uh, sí … me vestiré y me iré …
No me sentí muy bien cuando ella dijo eso, pero no podía pretender nada más, es lo que habíamos acordado, una donación de esperma y nada más que eso. Tomé mis pantalones y me vestí. Mí polla todavía estaba un poco tiesa. Me dirigí a la puerta pensando en terminar de arreglarme y lavarme en el baño, justo cuando estaba cerrando la puerta, ella me llamó:
—Oh, Mateo …
—¿Sí? …
—Perdona, pero lo olvidé completamente … Mi billetera está en el bolso colgado a la entrada … Saca algo de dinero para el taxi … No he llamado ninguno … Camina hasta la estación de servicio más adelante y allí siempre hay taxis esperando a los clientes del supermercado … Toma uno de esos y te vas a la estación …
—Está bien, tía … No te preocupes … Nos vemos …
Cerré la puerta y bajé las escaleras rápidamente para asearme. En ese momento sentí que lo único que quería era irme de allí. Necesitaba sentirme lejos de esa experiencia bizarra. Cuando entré al baño me quité la camisa, me senté en el inodoro y me reposé unos minutos allí. Sentí que un simple lavado no iba a ser suficiente, así que terminé de desvestirme y me metí bajo la ducha. Era el único modo de despertarme y salir de ese trance en el que me encontraba sumergido.
Salí de la casa de la tía y me encaminé hacia la estación de servicio a poco menos de un kilometro de allí, eso me dio bastante tiempo para reflexionar en lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo. Ciertamente me era difícil permanecer insensible a todo lo vivido. Tía Fior quería un bebé a todo costo y yo simplemente le estaba ayudando con la materia prima. Me había comprometido a hacerlo y en eso estaba ahora mismo, no había cabida para arrepentimientos, debía llevar a cabo la tarea hasta lograr el objetivo. Eso me había pedido ella expresamente.
Sin embargo, no me sentía seguro sobre lo que estaba pasando allí. Todo había sido increíble, excitante e irresistible. ¿Ver a mi tía masturbarse mientras yo hacía lo mismo?, simplemente fabuloso. Tal vez no era lo apropiado de hacer entre sobrino y tía, pero ya lo habíamos hecho. Como suele decirse: “Es inútil llorar sobre la leche derramada”, o quizás debería decir “lechita”.
No había dilucidado nada sobre este dilema cuando llegué a la estación de servicio. Tenía razón tía Fior, había un par de taxis esperando pasajeros. Me subí a uno de ello y le pedí de llevarme a la estación del metrotrén. En el viaje de regreso a casa, mi cabeza daba vueltas siempre sobre el mismo tema y sus implicaciones. Lo mismo fue para el resto de la jornada, cuando me fui a la cama estaba lleno de preguntas y ninguna respuesta.
Mientras me giraba sobre mi cama tratando de dormir. Una vez más las imágenes de mi hermosa tía invadieron mi mente, la vi revolcándose sobre la cama mientras se corría, su cuerpo totalmente desnudo temblando, sus tetas bamboleándose a cada espasmódico corcoveo, sus gritos y gemidos, su risa delirante a ojos cerrados. No era nada de extraño de que me haya corrido dos veces casi consecutivas.
Sin siquiera concentrarme mucho, semiconscientemente, comencé a masturbarme bajo las sábanas pensando a ella por supuesto. Me sentí un poco culpable al hacerlo. Se suponía que debía conservarme para ella exclusivamente. Pero no pude contenerme, los recuerdos de su cachonda imagen me hicieron correrme por tercera vez en el día, derramé mi carga de fresco semen dentro una de mis medias de futbol. Solo después de aquello, logré finalmente conciliar el sueño. Claro qué hasta el último segundo me quedé a pensar cual sería el próximo movimiento de tía Fiordaliso, porque hasta ahora no ha logrado preñarse con su jeringa y mi semen.
(Continuará …)
Historia de 2 hermanos locos por el sexo.
Todo comenzó hace 2 años cuando mi hermana menor me pidió que fuera su entrenador en el gimnasio, ella es una joven linda, con un cuerpo que cualquier hombre desearía tener en su cama tiene unas nalgas bien paraditas y unos pechos grandes, labios carnosos y una hermosa cara.
Acepte ser su entrenador cada que que la veía entrenar me volvía loco su culito como se contoneaba por el gimnasio,
Así que puse mi plan en marcha para cogérmela, ella era muy ingenua y hacia caso a todo lo que le decía le propuse jugar un juego
Que era chuparnos las orejas por turnos y el primero que sintiera cosquillas perdía para mi buena suerte acepto así que le dije que lo haríamos cuando mis padres no estuvieran y así paso.
Al día siguiente salieron mis padres entonces le mande un mensaje que viniera a mi habitación y llego, ella empezó chupandome la oreja, sentía que cada vez mi verga se ponía más dura iba a reventar el pantalón, cuando fue mi turno le dije que se volteara y me puse en posición de cucharita detrás de ella y empecé a succionar su oreja cada vez lo hacía con más intensidad, ella se estaba exitando ya que me estaba arrimando cada vez más sus nalgas contra mi verga, en eso dijo que ya no quería jugar pero yo estaba tan exitado que no me detuve y seguí, empeze a besarle el cuello y acariciarle las tetas ella al principio se negaba pero al rato ya estaba empezando a gemir, le fui quitando la ropa hasta que quedarnos totalmente desnudos, ella se volteo y me dio un beso apasionado y dijo que siempre había soñado con este momento, la agarre de la cabeza y la puse a mamarme la verga, era un poco torpe ya que era virgen pero fue agarrandole el gusto, la agarre de los pelos y le metía la verga hasta el fondo mis huevos chocaban en su barbilla, la acosté en la cama y le abrí las piernas, le chupe la vagina cuando ya estaba bien lubricada de una le metí la verga poco a poco ella gritaba al principio pero después solo se oían sus gemidos en la habitacion y mis huevos chocando con su culo, después la puse de perrito y estuve cojiendomela un buen rato hasta que sentía que me iba a venir y la puse de rodillas y la hice que se tragara todo mi semen, ella se levantó y se fue bañar.
Desde ese día cada vez paso por ella a la escuela y saliendo nos vamos al hotel inclusive hasta dentro del auto nos ponemos a cojer como locos, mis padres me preguntan porque mi hermana todos los días regresa tan feliz de la escuela sin imaginarse que tenia a su hijita querida bien ensartartada en mi verga.