relatos eroticos

Todo empezó a la vuelta de vacaciones. Un cambio en el perfil de Marta, parecía indicar que estaba en el inicio de una relación. Además, me di cuenta de que llevaba algo más de tiempo de lo normal sin escribirme. A partir de estos indicios, mi cerebro construyó una historia, en la que yo evidentemente sobraba. Al menos había esperado al final de mis vacaciones (ella sabía cuándo las hacía), para evitar estropeármelas, incluso en un momento así me había tenido en cuenta, para intentar hacerme el menor daño posible… Iba a dejar pasar un día más, a ver si me decía algo, pero yo ya veía el final, no iba a verla más, si al menos hubiera quedado con ella alguna vez más mientras duró…

Para evitarme distracciones y nervios, dejé el móvil en casa. Ese día estuve muy hundido, públicamente yo lo atribuí al retorno de vacaciones, y al mucho trabajo pendiente que me encontré, pero yo sabía que esa no era la causa real… Me quedé más tiempo de la cuenta en el trabajo, refugiándome en él. A la vuelta abrí el móvil. Otra vez ningún mensaje, ¡qué desastre!, mis peores temores se confirmaban…

Sólo me quedaba despedirme de ella, al menos no irme a la francesa. Preparé un último mensaje, lo más correcto que pude, agradeciéndole el tiempo que había pasado conmigo y deseándole suerte (al fin y al cabo, aunque la despedida fuera muy amarga, después de lo bien que ella siempre me había tratado, no podía desearle nada malo). Tras enviarlo me sentí muy triste, probablemente era la última vez que le escribía, no tuve fuerzas ni siquiera para llorar.

Al día siguiente, igual de hundido que el anterior, volví a dejar el móvil en casa, necesitaba aislarme, no quería estar pendiente de un mensaje que quizá ni siquiera me llegaría. Yo ya empezaba a asumir lo inevitable, pero cerrar esa herida no iba a ser nada fácil…

Al final del día, en el camino de regreso a casa, mil cosas pasaron por mi cabeza. Algo en mí todavía quería creer, pero sabía que era un sueño imposible. Si no me respondía hoy, ya no lo haría nunca, me conformaba con conservarla como amiga, no terminar mal… Yo ya pensaba en cómo empezar a reconstruir mi vida sin ella, pero en ese momento mi pobre alma estaba destrozada y totalmente en ruinas, parecía imposible reconstruir eso. Meses antes había llegado a ser feliz sin conocerla, pero ahora conseguir volver a ese punto se me hacía muy cuesta arriba. ¿Cómo soportar una vuelta a la mediocridad después de haber estado en el paraíso?

Al llegar a casa y abrir el móvil, para mi sorpresa, ella me decía que era un malentendido, que no daba lo nuestro por finalizado, cruzamos algunos mensajes, me dijo que ella quería seguir viéndome. Ver a esa chica tan guapa, tan encantadora, que podía tener a sus pies a quién quisiera, luchando por no perderme, yo casi no podía creerlo… Sentí que esa herida tan dolorosa que llevaba en mi interior empezaba a sanar. Me tomé mi tiempo para responder, me leí muy bien lo que le enviaba para asegurarme de no echarlo todo a perder en el último momento, pero yo tenía muy claro que yo también quería (mejor dicho, necesitaba) volverla a ver.

Tras unos pocos mensajes ese día y el siguiente, todo volvió a la normalidad, incluso quedamos para vernos 15 días después, yo estaba en una nube… Después de tanto tiempo sin verla, de haber estado al borde de la ruptura, ahora la deseaba más que nunca. Mis ojos querían volver a ver esa cara tan bonita. Mis orejas necesitaban escuchar su dulce voz. Mi estómago deseaba volver a llenarse del néctar dorado de su sexo. Mis labios anhelaban volver a besar su culito y sentir el beso amargo de su ano depositando su caquita sobre ellos.

Con mucho trabajo y pocas distracciones, estos 15 días fueron pasando, muy poco a poco. Casi a diario intercambiábamos mensajes, algunos de ellos sobre temas normales, y otros más subidos de tono. A medida que pasaban los días, los mensajes eran cada vez más sexuales y provocativos, ella iba hablándome de los sabores que iba a darme, de las bebidas que se tomaría antes de mearse en mi boca, de la comida que iba a tomar los días antes de cagarse en mi boca. En mis mensajes yo me ponía a sus pies, no paraba de repetirle que para mí era un honor que una chica tan guapa como ella hiciera sus cositas en mi boca, y le recordaba las ganas que tenían mis labios de besar su culo.

Y finalmente llegó el día, me levanté temprano, para tener tiempo de sobras de llegar al lugar del encuentro. Me afeité lo mejor que pude, para que el tacto de mis labios en su ano fuera lo más suave posible y así ella se sintiera cómoda al utilizarme. No comí nada, ni bebí nada, quería ir en ayunas y que fuera ella y sólo ella quién me diera mi desayuno. Me lavé bien los dientes, para poder ofrecerle a Marta una boca lo más limpia posible donde hacer sus necesidades.

Mientras iba de camino, ella me iba enviando varios mensajes, preguntándome si tenía hambre, explicándome lo que había comido, y que poco a poco, con el café que se estaba tomando y la fruta del día anterior, ya le estaban entrando las ganas. Yo me estaba excitando mucho con sus mensajitos, le recordaba que venía en ayunas, que confiaba mi desayuno a lo que su cuerpo me diera, y le ofrecía la ayuda de mis labios y mi lengua para ayudar a su ano a relajarse si lo necesitaba.

Llegué delante del bar dónde habíamos quedado, ella aún no estaba ahí. Me quedé esperando a unos metros de allí, en la sombra. Unos minutos después, muy puntual, la ví a lo lejos, esta vez sin la mascarilla sí la reconocí enseguida. Ahí estaba Marta, con una camiseta y unas mallas largas negras. Como siempre, guapísima. Mi princesa, mi ama, mi diosa.

Su camiseta era un guiño a algo que teníamos en común, y sus mallas marcaban mucho ese culito que tanto me gustaba. Ella sabía lo que me gustaba a mí su trasero, y no se cortaba a la hora de explotar ese atractivo para atraparme.

Estuvimos un rato haciendo un café, tras tanto tiempo teníamos muchísimo de qué hablar. Aunque en el primer momento de verla tanta belleza casi intimida (es como al ver las estrellas, que uno se siente pequeño e insignificante a su lado), como todas las otras veces, a los pocos segundos de estar con ella se me pasaban todos los males.

Yo me guardé mi bebida para luego, no quería tener nada en el estómago antes de empezar, deseaba que fueran sólo su coño y su culo los que me llenaran con sus fluidos. Fue un muy buen rato hablando sobre nuestras cosas, nada especialmente sexual ni obsceno. La verdad es que, más allá de su maravilloso físico y su explosiva sexualidad, esa chica era un encanto, era un placer estar con ella. Para alguien que nos viera desde fuera pareceríamos tan normales… Aunque de vez en cuando, nos cruzábamos alguna indirecta que sólo ella y yo entendíamos. Cuando ella se hubo terminado su bebida, nos fuimos al hotel, para que así yo también pudiera recibir mi desayuno.

Ya en el hotel, una vez arriba, estuvimos hablando un rato más, mientras ella se hacía un té. Alternábamos temas más normales con otros más pervertidos. Entre otras cosas yo le dije que me había lavado bien la boca, y que así sería como cagar en un baño recién limpiado, se rio. También bromeamos con la posibilidad de que hubiera una cámara en la habitación y lo que íbamos a hacer se convirtiera en un vídeo viral de internet.

Otra vez, pusimos plásticos sobre la cama, para protegerla de sus fluidos, y preparamos bolsas, alcohol y flúor para el después. Una doble capa de plásticos serían los encargados de evitar que se manchara nada. Vistas las cantidades de fluidos de las anteriores citas con ella, cualquier precaución era poca. Así ella se podría centrar en mearme, cagarme y humillarme, y yo en tragar y adorarla. Aunque lo que íbamos a hacer era una guarrada, la habitación la queríamos dejar limpia, inmaculada, que no hiciera falta ni limpiarla, ni hacer la cama ni nada.

Me ordenó que me desnudara, poco a poco me fui quitando la ropa, primero quedando en ropa interior. Se quitó los pantalones, quedando en braguitas, me mostro su barriga, un poco menos hinchada que la otra vez, se giró para que yo pudiera admirar su culo. Era precioso, yo me moría de ganas de besarlo, de olerlo. Me dijo que me terminase de desnudar, me terminé de quitar la ropa interior, dejando al descubierto la enorme erección que llevaba. Ella se quedó en braguitas, unas braguitas negras que tapaban su sexo, pero dejaban casi al descubierto esas nalgas tan bellas.

Me avisó de que tenía muchísimas ganas de cagar, que ya casi se lo estaba haciendo encima (comentario que a mí me excitó muchísimo). Le dije que mejor que me meara primero, que no quería tocar su coño con mis labios llenos de mierda. Coincidió conmigo, me dijo que mearía todo lo que pudiera antes de cagarse.

Me ordenó que me tumbara en la cama, así lo hice, hablamos algo más mientras se terminaba la bebida, yo no paraba de repetirle que era muy guapa, que estaba muy buena, que era una diosa… Me preguntó si tenía hambre (se notaba que tenía muchas ganas de cagarse en mi boca). Le dije que sí, pero que también tenía mucha sed, que no había bebido nada en todo el día, y que si ella podía darme algo para beber. Me dijo que estuviera tranquilo, que no iba a quedarme con sed. Se bajó sus braguitas y se puso encima mío, yo veía ya cerca su hermoso coño, cada vez estaba más excitado, además de la erección la puntita de mi pene ya se estaba mojando al ver su vagina tan cerca de mi cara.

Marta me preguntó cómo quería que me meara. Le pedí si podía pegar mi boca a su coño mientras lo hacía. Se bajó un poco, medio de pie medio en cuclillas, no quería bajar más para que no se le escapara ya la caca, pero era lo suficiente para que yo pudiera levantar un poco mi cara y pegar mis labios a su coñito. Apenas mis labios rozaron su coño, Marta empezó a mearse en mi boca, a chorro. Era una orina muy amarilla, muy concentrada, con un sabor a pipí muy intenso, no quedaba ni rastro del sabor de lo que había bebido antes, su cuerpo lo había destruido completamente. Yo tragaba lo que podía, pero, como siempre, era imposible seguir el ritmo de ella, a la que me di cuenta mi cara ya estaba cubierta de pis.

Cuando terminó, me ordenó que me tumbara boca abajo, y que me bebiera todo el pipí que quedaba en el suelo. Con una pajita, poco a poco me lo fui bebiendo todo. El sabor era muy fuerte, pero al mismo tiempo muy sexy, muy excitante. Cuando terminé, se puso encima mío, yo mirando arriba de nuevo, y se volvió a mear en mi cara. Me ordenó que volviera a limpiar el suelo. Yo había perdido la pajita, así que lo lamí del suelo, de nuevo yo era un perrito a los pies de su ama. Una vez limpio, me acercó el pie, era precioso, le di algún beso, pero no por mucho tiempo, era su culito el que estaba a punto de reclamar mi atención.

Se puso de pie sobre mí, apoyada sobre el cabezal de la cama, mostrándome su culo en primer plano. Le pregunté cuánto hacía que no cagaba, me respondió que un día, que era muy regular. Me dijo que tenía muchas ganas, que ya no se podía aguantar más. Le pedí si podía intentar aguantar algo, para poder besarle un poco el ano, y que cuando ya no pudiera más lo soltara en mi boca. Tras tantos meses de espera, por fin mis labios volvieron a besar su ano, lo besé con mucha pasión, le di algunos besos más, le dije que me encantaba besar su ano, que amaba su sabor. Ella me dijo que ya no podía más, que se cagaba ya, me dijo «ahí viene».

No se veía nada todavía en su culo, ni siquiera se escuchó ningún pedo, pero se empezó a notar un olor muy fuerte, olía mucho a caca. Por el olor ya vi que se me venía encima algo grande. Respiré todo lo que pude, me volvía loco ese olor, viniendo de un trasero tan bonito, y aún más sabiendo el regalito que estaba a punto de depositar en mi boca. Enseguida volví a besar ese agujero que tan loco me volvía, pegué mis labios lo más que pude, necesitaba sentir la mierda de Marta dentro de mí. Unos segundos después sentí su ano abriéndose sobre mis labios, y al momento sentí la caca sobre mi boca, esta vez estaba dura. Fue un momento muy erótico, casi mágico, nunca en mi vida había estado tan excitado, estuve a punto de correrme sin tocarme. Poco a poco fue saliendo una caca dura, larga y muy olorosa, que el ano de Marta iba empujando hacia dentro de mi boca. Cuando mi boca se llenó, la separé un poco, para que pudiera terminar de salir. Le enseñé mi boca, para que viera lo que había hecho, realmente era una caca para estar orgullosa de ella, larga, en mi boca apenas me cabía la mitad, durita, marrón muy oscuro, y además muy sabrosa. El sabor era diferente, un poco menos amargo que las otras veces, tenía un sabor más a vegetal, mastiqué y tragué un poquito.

Me dijo que venía más, me guardé en la mano la otra caca, y pegué mi boca a su ano de nuevo. Fue casi una repetición de lo anterior, su ano fue empujando un chorizo duro y oscurito hacia dentro de mi boca. Otra vez no cabía todo en mi boca, me separé algo mientras terminaba de cagarlo. El olor era muy fuerte, yo estaba excitadísimo, mi cuerpo iba a aceptar cualquier cosa que viniera del culo de esa chica. Le enseñé de nuevo mi boca, Marta acababa de cagar otro chorizo durito en mi boca, y yo quería que ella viera su obra de arte. Y además por partida doble, esa princesa acababa de defecar dos caquitas perfectas dentro de mi boca, era un sueño hecho realidad, la caca que cualquier hombre (fetichista o no) quisiera recibir en su boca.

Me indicó que tenía más, me guardé en mi otra mano la caca, y volví a poner mis labios en su ano, que al momento empezó a cagar de nuevo en mi boca. Esta vez era ya más blandita, poco a poco me fue llenando la boca, y cuando ya la tenía llena terminó de cagarlo sobre mis labios. Me di cuenta de que se estaba corriendo mientras cagaba la mierda blanda en mi boca, se lo dije, y le pregunté si le gustaba cagarse en mi boca, se rio. Aunque los dos primeros trozos me gustaban más, ese tercero también era bastante sabroso, empecé a masticar y tragar un poco de esa caca blanda, que era la que tenía en la boca en ese momento. Igual que las otras dos, al tragar tenía un gusto a vegetal.

Esa chica tan guapa y que estaba tan buena acababa de cagar tres pedazos grandes y muy olorosos dentro de mi boca, se estaba quedando bien a gusto, realmente me podía considerar muy afortunado. Se puso encima de mí, y volvió a mearse sobre mi cuerpo y sobre mi boca llena de mierda, sentí esa mezcla morbosa de pipí y caca en mi boca. Yo estaba en éxtasis; para mí, eso era el paraíso…

Me dijo que tenía más caca, pero que tenía que ponerse en cuclillas para terminar de cagarla. Hizo algo de fuerza, pero no le salió nada. Tras algún esfuerzo más, me dijo que ya venía, pero que tenía que cagarlo en esa posición. Intenté poner mi cara debajo, pero para mi desgracia no cabía allí (me hubiera encantado que se hubiera cagado sobre mi nariz), así que puse mi mano para que me la cagara. Me dijo que si ponía la mano un poco más adelante me la meaba, que también tenía ganas, y así lo hice. Marta hizo algo de fuerza, sentí como su pis mojaba mi mano, y al momento su ano se abrió y soltó un pedacito de mierda blanda sobre mi brazo. Repetimos el proceso varias veces, yo adelantaba el brazo, y el culo de Marta me soltaba otro trozo de caquita blanda sobre él. Era hipnótico ver ese culito tan perfecto abrirse y cagar un pedazo de mierda tras otro sobre mi brazo, me llegó a soltar unos 8 pedacitos, que me dejaron el brazo cubierto de caca blandita.

Me miró y me sonrió, me dijo que había caca de dos colores diferentes. Acerqué mi nariz, realmente los olores eran diferentes entre una caca y otra. Puestos a elegir, me gustaba más lo que había cagado primero, se notaba que había estado más tiempo dentro de sus intestinos y era más olorosa. Me preguntó si creía que había cagado medio kilo. Yo le dije que probablemente, y le di las gracias por haber hecho una cagada tan perfecta sobre mí. Le dije que era un honor para mí que una chica tan guapa se hubiera cagado en mi boca, que tenía un culo perfecto y que era una diosa, se puso en varias posturitas sexys enseñándome su maravilloso culo. Luego, me enseñó un poco más su culo y me dejó masturbándome en ese paraíso fecal mientras se iba a duchar. Tras tocarme algo, e ir oliendo varios pedazos, me puse en la boca uno de los dos primeros pedazos de caca dura que había cagado, mastiqué y tragué un poco. Con mi boca llena de excrementos, saboreando esa caquita tan dura y perfecta en mi boca, y además sabiendo quién la había cagado, y sintiendo como tragaba algo no pude aguantar mucho más y me corrí muchísimo, me quedó la mano, no sólo llena de su caca, también cubierta por mi semen.

Terminé muy manchado, pero ni siquiera después de bajar la erección me molestaba nada el olor o el sabor, seguí saboreando y respirando a fondo, quería llenarme de sus esencias, de ese sabor tan íntimo. Sabiendo que lo había cagado Marta, mi nariz, mi boca y mi cuerpo lo aceptaban, al fin y al cabo, era el regalo de una diosa. Y si tenía que hacerme daño, con lo que ya había hecho, ya era demasiado tarde. Incluso, cuando me fui a duchar, dejé el lavarme la boca para el final, para sentir durante más tiempo ese sabor. No sé si es porque ya me había acostumbrado al sabor, porque ella comía muy sano, o porque lo había hecho una chica tan guapa y que me gustaba tanto, o por una mezcla de todas ellas, pero no sólo me había acostumbrado a ese sabor, incluso me estaba haciendo adicto.

Tras ducharnos, entre los dos recogimos los plásticos, quitamos el aire y conseguimos ponerlo todo dentro de una bolsa. Mientras lo manipulábamos, al otro lado del plástico se veía y se notaba todavía la caca, lo que me dio mucho morbo. Como siempre, a pesar de las guarradas que se habían hecho ahí dentro, la habitación quedó impecable, otro crimen perfecto.

Hicimos el check out del hotel, y antes de despedirnos estuvimos hablando un rato más. Entre otros temas, hablamos sobre un pequeño jueguecito preliminar para nuestro siguiente encuentro, pero sobre esto no quiero dar más detalles por ahora, lo dejo para el cuarto relato, que espero y deseo que se haga realidad.

Ya en el camino de vuelta, me vino algún eructo dónde reconocí el sabor de su pipí y su caquita dentro de mí. Era lógico, en esos momentos, todo lo que tenía en mi estómago había salido o bien de su coño o bien de su culo, dentro no había nada más que pipí y caca. Me había marcado no sólo por fuera, también por dentro, era una sensación muy especial, una dominación que se prolongaba incluso hasta después de finalizada la cita, me daba mucho morbo sentir la caca de Marta dentro de mí. Ese día tardé bastante rato en volver a comer, pues quise mantener esa sensación todo lo que pude.

Para terminar el relato, esta vez no hablaré de ella (como siempre, me absorbió de principio a fin), sino de mí, toca hacer autocrítica. Aunque esta vez conseguí tragar más caca que las otras veces, reconozco que en este aspecto todavía debo mejorar bastante. Incluso en un caso óptimo como el de hoy, con una caca dura y perfecta (con un sabor muy bueno, dentro de lo bien que puede llegar a saber la caca, que evidentemente no sabe ni a rosas ni a chocolate), viniendo de una chica guapísima y simpática, en quién siento que puedo confiar, sigo estando muy lejos de poder tragar un pedazo grande entero como hacen en los vídeos que se ven por internet. Otro tema ya es cuántos de estos vídeos usan chocolate o similares; me estoy dando cuenta que, aunque recibirlo en la boca, y mantenerlo en ella, si te gusta la persona que te lo hace, es fácil, tragar grandes cantidades, es más complicado. Pero evidentemente esto no es excusa, que otros hagan trampas no me exime a mí de nada. Tengo que esforzarme mucho más para ser un WC a la altura de lo que merece una diosa como ella, y si no mejoro lo suficiente está claro que tarde o temprano ella tendrá que forzarme a hacerlo. Y sé que, si me lo ordena, yo obedeceré. Pero mejor que no diga esto muy alto, quién sabe si ella me está leyendo…

Nota a los lectores: está serie está hecha para que cada episodio sobreviva por si solo, pero si quieres saber más sobre los personajes ve y lee la primera parte, el prólogo

También está el asunto de la categoría, bueno, no existe la categoría donde yo creo que iría perfecto esto, disculpen por eso, en fin, el relato sin más.

Mariana estaba en cuatro patas siendo penetrada por su novio Luis. El odiaba admitirlo, porque se sentía mal pensarlo, pero su novia desnuda con el culo al aire era sin duda su mejor ángulo. Sus enormes y bien formadas nalgas, su cintura que era perfecta para tomar y penetrar, su hermoso y apretado ano rosado, su preciosa vagina, su piel tan blanca, sin ninguna marca y completamente suave…

Mariana: ¡ay Armando me encantas! – decía ella entre gemidos, tenía los ojos cerrados y pensaba en su vergon exnovio, Luis se puso histérico y le clavó la verga de golpe, pero ella no se había confundido, sabía perfectamente que era su novio Luis quien la follaba, pero quería que su novio se la metiera más fuerte… Y funcionó

Luis comenzó a penetrarla como psicópata, jaló su cabello violentamente para alzarle la cara

Luis: ¡¿piensas en el mientras yo te la meto?! – preguntaba histérico sin dejar de mover la cadera para seguirla penetrando

Mariana: ¡sí! ¡Cállate! ¡Me desconcentras! – decía ella cruelmente, Luis soltó su pelo y siguió follandola fuertemente mientras ella seguía con los ojos cerrados contra la cama, Luis estaba tan cachondo que terminó con una enorme carga dentro del condón casi de inmediato

Terminaron exhaustos respirando histéricamente en la cama uno al lado al otro mientras Luis se quitaba el condón.

Luis: ¿en serio pensabas en el? – preguntaba él, con el ego herido pero la abrazaba dulcemente

Mariana: tal vez un poquito… o tal vez solo quería molestarte jajaja – decía ella riendo, Luis se reía nerviosamente y no se atrevía a preguntar de nuevo.

Ella si pensaba en Armando mientras Luis la follaba esa tarde, aunque solo superficialmente, solo un poco en momentos, antes de ese mes ella nunca se hubiera atrevido a traicionar a su novio ni siquiera con la mente, pero las cosas habían cambiado un poco.

Los comentarios sucios sobre Armando eran muy comunes en el sexo e incluso a veces fuera de la cama.

«Su verga sabía de la chingada, pero la tenía bien enorme, así que no me importó e igual se la mamé»

«ese wey siempre me metía las manos entre las nalgas cada que podía jajaja»

«ayer me masturbé pensando en el…»

Todo lo que ella le decía era verdad, ella no quería inventarse nada, seguramente él se daría cuenta y sonaría poco real y la diversión se estropearía, no quería ser atrapada en una mentira que destruyera la fantasía. Por eso mismo, el material morboso se acababa, y aunque ella era capaz de vez en cuando de aún ponerlo cachondo con eso, sentía que la novedad después de un mes se agotaba. Ella solo había estado 2 meses con Armando, solo le había dado una mamada en su auto y ni siquiera se habían desnudado por completo uno con el otro. El material morboso se acababa.

Ella y Luis nunca habían hablado del tema «cornudo» que obviamente estaba sobre la mesa, durante ese mes solo se dedicaban a explotar la fantasía de su otro único novio. El no parecía lo suficientemente valiente para pedir más, ni siquiera preguntaba mucho, la fantasía, el morbo, siempre venia de ella, animado por erecciones y penetraciones histéricas de él, pero nunca por peticiones de ir más allá. Ella sabía que se acercaba un punto de quiebre, la fantasía de Armando se agotaría y todo terminaría… O tendría que ir más allá.

Pasaba el tiempo e incluso ya follaban a veces sin hablar de Armando, ella se había quedado sin anécdotas cachondas y él no se atrevía a ir más allá, ella se sentía frustrada, ella quería más, pasaba horas pensando que hacer al respecto, de pronto, un simple mensaje de él le dio una perversa idea, era tan obvio que ella se sintió estúpida de no haberlo pensado.

«Oye amor, Laura me dijo que irían ella y los demás al Sky blue a tomar algo ¿te apuntas?»

Todo era perfecto, el Sky blue era ese bar donde se emborrachó con Armando y le dio una mamada en su auto, habría alcohol y muchos hombres, parecía un lugar perfecto para obtener más material de fantasía cornuda. Ella solo le dijo que sonaba divertido y que contara con ella. No pensaba revelar sus perversas intenciones.

Ella fue a comprarse un vestido, se decidió por uno casual, nada muy elegante, gris y bastante corto, con manga larga, terminaba abajo en falda, mini falda bastante corta y enfrente tenía un escote en forma de v, que dejaba ver bien su lindo par de tetas, bastante revelador. Ella sin duda llamaría la atención, pero tampoco la tacharían de puta, ella quería llamar la atención, pero tampoco revelar sus oscuras pretensiones.

Él llegó por ella, no hizo mucho alboroto en su vestido, ella solía usar cosas sexis, no demasiado como eso, pero él no le dio mucha importancia, solo le mencionó lo asombroso que lucía su culo y vaya que sí, la redondez y enorme tamaño de sus nalgas se marcaban perfectamente bien en el vestido. Llegaron al bar y buscaban la mesa de los amigos de Luis. Algunas miradas por aquí y por allá en el lindo trasero de su novia, Luis ya no le tomaba más atención a eso, estaba acostumbrado a que el enorme y delicioso culo redondo de su novia siempre llamaba la atención, pero cuando pasó un tipo bastante guapo a lado de ella que la vio sin ninguna vergüenza y ella lo miró fijamente a los ojos, le recorrió un escalofrío, pero no dijo nada.

Encontraron la mesa más pronto que tarde. Estaba su amiga Laura, Gabriela, Estela, Carlos, Juan y un hombre al que no conocía de nada. Llegaron, se saludaban mutuamente

Laura: este es mi amigo Damian, el es Luis – decía apuntando al hombre desconocido de camisa negra, un hombre con la piel bronceada, ojos azules, barba al ras, bastante guapo

Damian: mucho gusto – decía el hombre amablemente saludando a Luis de mano

Laura: ella es Mariana, novia de Luis – le decía al hombre ahora indicando a la deliciosa novia de Luis

Damian: mucho gusto Mariana – decía él estirando la mano de nuevo, ella tomaba su mano y lo jalaba hacia ella para saludarlo de beso en la mejilla, el respondía la convención

Mariana: ¡no sabía que tenías amigos tan guapos we! jajaja – le decía a Laura que no sabía muy bien como responder, Luis se alarmó de inmediato, Laura era amiga de Luis, conocía a Mariana y había charlado un par de veces con ella, pero no tenían ese nivel de confianza, Laura solo rio nerviosamente mirando de reojo a Luis, que fingió no verla.

La noche avanzaba, bebían mucho alcohol y fumaban muchos cigarros. Mariana se encargaba de mantener contacto visual con su nuevo amigo al otro lado de la mesa, aunque no estuvieran hablando, ella a veces le sonreía débilmente, el correspondía. Luis lo notaba y se ponía histérico de pensar que alguien más se diera cuenta. Cuando ella fue al baño, el la acompañó amablemente sin decir nada, pero cuando ella salía, el decidió confrontarla

Luis: oye amor… – decía tímidamente, todo había sido muy confuso, no sabía que pensar, no quería comenzar una pelea por nada

Mariana: ¿que pasó? – decía ella con desinterés mientras intentaba caminar de regreso a la mesa, pero su novio la detuvo del brazo y la llevaba a una zona donde la estruendosa música los dejara hablar más en paz, ella lo veía con cara consternada

Luis: ¿estas coqueteando con ese wey? – decía preocupado, sumisamente, el siempre había sido así, pero ella era una buena mujer y nunca había abusado de eso, era comprensiva con sus sentimientos

Mariana: ¿con quién? – ella hizo una cara de confusión total, prosiguió de inmediato – ¡¿con Damian?! ¡Jaja claro que no! – decía riendo y parecía tan sincera haciendo una cara graciosa estilo «WTF?!» que Luis se relajaba de inmediato

Luis: jajaja ok ok perdón, es que no sé… – tomaba aire, ella lo dejaba proseguir – con todo lo que hemos hablado y dicho… – parecía que el por fin hablaría de tema, ella estaba expectante mirándolo fijamente, emocionada porque diría su novio

Mariana: ajam… – decía mostrándose guay pero rogaba por dentro que el abriera la maldita caja de Pandora de una vez

Luis: nah nada no te preocupes, creo que estoy pedo jajaja – terminaba el nerviosamente dirigiéndose de nuevo a la mesa con su novia de la mano, ella estaba algo decepcionada

La dinámica entre ellos siempre era muy clara, él era el curioso obsesivo, ella no rogaba ni exigía respuestas, parecía no importarle nada, eso los complementaba y los volvía locos uno al otro en igual medida. Por eso mismo ella no quiso insistir en qué el dijera nada, sería raro, tal vez él sospecharía que ella quería abrir el tema y ella quería que él lo hiciera. Él era sumiso y nervioso, rara vez abría un tema delicado, ella decía las cosas de frente y atacaba con todo sin guardarse nada. Sin embargo, está vez ella no quería imponer nada, quería que él lo pidiera o lo hablara o algo. Cómo dije, ella caminaba decepcionada con él a la mesa, Mariana tenía que subir las apuestas.

Ella regresaba a la mesa e intentaba charlar con aquel guapo hombre, pero fingía no escucharlo, haciendo gestos cómicos poniendo su mano en su oreja, le gritaba histéricamente «¡¿QUE?!» el hombre reía.

Mariana: oye – le decía moviendo por el hombro a Juan, uno de los amigos de Luis, que estaba al otro lado de ella, del otro lado Luis obviamente, el chico volteaba a verla esperando respuesta – ¿le cambias el lugar a Damián? Me estaba contando algo y no le escucho ni madres

Juan: si – decía el chico por completo desinteresado, no molesto ni nada, parecía que le daba igual donde sentarse, se puso de pie y le hacia una seña a Damian, también se ponía de pie y cambiaban lugares

Damian tomaba su lugar felizmente a lado de Mariana, miraba sus enormes y sexis piernas al sentarse, ella lo notaba. Comenzaron platicando los 3, Luis, Damian y Mariana, contaban cualquier tontería, sobre sus trabajos, la escuela, su familia. Pero poco a poco Damian se imponía y monopolizaba la charla.

Luis estaba tranquilo al principio, ella había sido sincera, ¿verdad? Así que no quería hacer dramas, pero ella parecía estar más y más cercana a Damián, riendo de todo lo que él decía, dándole la razón y de vez en cuando tocando su brazo en un gesto «inocente» pero él lo notaba.

De pronto la charla se tornaba sexual, Damian comenzaba a hablar sobre «chicas» que el follaba, hablaba sobre muchas, como si fuera común que el follara una diferente cada semana, Mariana le creía mientras tenía el coño algo húmedo, Luis estaba nervioso, todo el asunto sexual con Mariana estaba en un terreno delicado y desconocido.

Damian: …y para rematar hice que me chupara la verga en el carro afuera de su casa jajaja – decía riendo, siguiendo una anécdota sucia, los 3 reían, Mariana y Damian sinceramente, Luis nervioso, no sabía a donde podía llevar todo eso

Mariana: afortunada la vieja – decía Mariana riendo un poco, la respiración de Luis se aceleraba

Damian: ¿tu crees? – decía el tranquilamente, Mariana se ponía un poco nerviosa, no esperaba una pregunta tan directa de regreso con su novio enfrente

Mariana: bueno si… – pensaba lo que diría, no quería ofrecerle sexo oral directamente, pero tampoco desairarlo – es que ammm o sea a mí me encanta eso de dar mamadas en el carro – decía salvando un poco el coqueteo tan descarado

Damian: pues entonces afortunado tu wey – decía chocando el puño con Luis, el respondía apenas sonriendo sin mostrar los dientes y chocando débilmente el puño con él

Mariana: es que se ve que la tienes grande wey – decía Mariana de nuevo atacando, Damian reía un poco incómodo de escuchar eso frente al novio de esa linda chica, Mariana estaba nerviosa pero logró parecer tranquila – y está rico chupar vergas grandes obviamente jaja – remataba el descarado coqueteo mientras bebía un poco de su cerveza

Luis se preocupaba porque alguien más escuchara, pero la música estaba fuerte, incluso el tenia que acercar el rostro para escuchar, estaban a salvo de oídos chismosos

Damian: bueno la verdad es que no estoy mal – decía siendo un poco modesto pero sin negar nada

Mariana: a ver jajaja – decía ella riendo nerviosamente volteando a ver la entrepierna de Damian sin ninguna vergüenza, Luis le daba un largo trago a su cerveza, Damian reía abriendo las piernas cómica y exageradamente, los 3 reían, luego el cerraba las piernas

Damian: pero si me sacó la verga aquí, nos corren – decía intentando no lucir cobarde

Mariana: ¿y fotos? Jajaja – decía Mariana, estaba más emocionada que nunca en su vida, estiraba la mano debajo de la mesa y buscaba la verga de Luis, puso la mano encima, estaba erecto, pero el retiraba su mano rápidamente, como si no quisiera que ella lo supiera, pero ella lo supo y tomó su erección como una aprobación

Damian: ¿neta? – preguntó riendo nerviosamente ante la petición de fotos, veía de reojo a Luis intentando que el no lo viera, Luis fingió no notarlo y reía fingidamente

Mariana: si a ver enséñanos jajaja – decía riendo bebiendo más de su cerveza, volteando e invitando a Luis a también ver, el reía nerviosamente pero intentaba lanzarle una mirada, tal vez para detenerla o tal vez solo una mirada emocionada

Damian: a ver… – decía riendo nerviosamente y sacando su celular, sonreía nerviosamente mientras sus dedos y ojos recorrían la pantalla, Mariana tomó la mano de Luis y la llevó a su coño húmedo debajo de su vestido, solo por encima de su delgada tanga, el sentía el calor y la humedad, ellos estaban a salvo cubiertos por la mesa, el la acariciaba.

Damian buscaba rápidamente y le daba el celular a Mariana, una foto de él de cuerpo completo, frente al espejo, completamente desnudo, su piel estaba bronceada por todos lados, sus pectorales bien marcados y el abdomen plano, sosteniendo una buena verga morena, bastante larga aunque algo delgada, bolas y verga completamente rasurados.

Mariana tomaba el celular con una mano, abría los ojos exagerando un poco al ver la foto, quería halagarlo, aunque honestamente le gustaba lo que veía

Mariana: woooow jajaja – decía sin dejar de ver la pantalla, Luis solo veía un poco y reía fingiendo, Mariana hacia zoom sin vergüenza a la larga verga de Damian – ¡tienes la verga súper larga no mames jajaja! – decía viendo atentamente la verga que ahora estaba en primer plano en la pantalla, Damian veía con el cuello torcido la pantalla, pero intentaba ver su escote y ese lindo par de tetas, se ponía erecto imaginando cosas y no le retiraba el celular de las manos

Mariana le regresaba el celular riendo, el lo guardaba

Mariana: pues si… como dije, Afortunada la vieja JAJAJA – decía riendo histéricamente de manera forzada, se había dado cuenta un poco tarde de su evidente descaro, Luis bebía de su cerveza riendo fingidamente, Damian reía un poco incómodo pero cachondo

No se hacían mas comentarios del largo falo de Damian, la charla regresaba a terreno seguro sobre cosas más mundanas, las erecciones bajaban, Mariana se secaba. El retorcido trio unía a charlar con el grupo, cuando parecía que todo estaba terminado esa noche y Luis bajaba la guardia, entonces ponían la música aún más fuerte, un DJ anunciaba su llegada, con un remix ruidoso de reggaetón, entonces dejaba una canción seguir

Mariana: ¡¡me mama esa canción!! ¡¡Uuuuuh!!- gritaba y aullaba emocionada bailando, algo ebria con las mejillas rosadas, bailaba tontamente en su silla moviéndose y haciendo rebotar sus lindas tetas rubias

Juan se ponía de pie casi de inmediato y se llevaba a Gabriela a bailar, los demás se mantenían en sus asientos

Mariana: ¡vamos a bailar! – le decía casi gritando a Damián, el dudó una milésima de segundo viendo reojo al pobre Luis cornudo sentado que no supo cómo reaccionar, el momento se hubiera vuelto incómodo, pero Mariana no notó eso y prosiguió – ¡vamos a bailar we! – repetía tomando la mano de Damian y poniéndose de pie, el no dijo nada y vio abiertamente a Luis buscando aprobación, Mariana está vez si lo notó – el no baila, no le gusta – decía en voz alta y sinceramente, como un gesto completamente inocente ¿lo era? Pero algo era verdad, Luis no era del tipo bailador, Luis se encogía de hombros riendo, Damian se ponía de pie y seguía a Mariana, antes de irse ella se agachaba y besaba a Luis dulcemente en los labios

Ellos se retiraban a la pista de baile, irónicamente esto Luis no lo veía con malos ojos, Mariana bailaba sentada tontamente incluso cuando alguien ponía reggaetón en su celular en la universidad y había bailado prácticamente con todos sus amigos en común, era una dinámica común entre ellos. Pero su amiga Laura vigilaba a la pareja de cerca mientras se alejaban y cuando la feliz pareja estaba a algunos metros…

Laura: wey – decía llegando a sentarse a lado de el – ¿no te molesta? – preguntaba con la cara confundida apuntando con la mirada a su novia y a Damian mientras tomaban lugar en la pista, entre penumbras no podían verlos muy bien, a Luis se le aceleró el corazón ¡¿ella había notado que ellos coqueteaban?!

Luis: ammm ¿qué? ¿Por qué? ¿Ellos? Nah – decía intentando restarle importancia, Laura no decía nada e intentaba ver a la pareja a lo lejos, ambos miraban unos segundos en silencio

Laura: wey como que se están coqueteando súper cabron, ¿no? – insistía, Luis la odiaba en ese momento por insistir, estaba en pánico, ¿que se suponía que hiciera?

Luis: naaaah nada que ver, solo le cayó bien el wey, yo estoy aquí no mames – decía un poco a la defensiva, pero Laura no retrocedía, tenía una amistad de años con él y ella era sincera y mordaz

Laura: ¡wey! – decía llamando su atención, haciendo cara de molestia – ¡hasta le dijo a Juan que le cambiará el lugar no mames! Ve y quítasela al wey, ese wey es bien cabron yo nomás te digo… – decía finalizando a modo de amenaza y regresando a su lugar

La amenaza lo puso nervioso y su erección regresaba, ¿Laura consideraba que Damian podía follarse a su novia? Sentía que con esa insinuación ella lo consideraba inferior a Damián y encontró eso hiriente y cachondo al mismo tiempo. ¿Qué tanto sabía de él para hacer esa amenaza? ¿Él era así? ¿Era tan asombroso que podía follarse a la novia de otro y salir impune? ¿Había sucedido antes ya? ¿Laura lo sabía?

Las preguntas acosaban a Luis mientras veía a Laura bailar dándole la espalda a Damian, restregando un poco sus deliciosas nalgas contra la entrepierna de él, típico perreo, pero ahora todo era tan cruel, ella sonriendo un poco empinada y moviendo su hermoso y enorme trasero sobre el regazo de Damian, mientras su nuevo amigo veía atentamente las nalgas de Mariana sin vergüenza. Laura le lanzaba miradas. El decidió solo beber y bromear con Carlos y Estela, eso sí, manteniendo vigilada a su novia, soportaría con una confusa erección que ella rozará sus firmes nalgas contra Damian y el viera su culo sin pena, pero no pensaba perderlos de vista. Laura se fue a bailar con Estela y se quedaban Carlos y él platicando como buenos camaradas.

En la pista, Mariana estaba emocionada, intentaba no restregar su culo por completo contra Damian, ella quería restregarle el culo por completo, pero había conocido un lado suyo sádico y morboso que disfrutaba con torturar sexualmente a su novio, y al parecer a los hombres en general. Se aseguraba de rozar sus nalgas lo suficiente contra Damian para que el pudiera disfrutar sintiendo sus firmes nalgas y ella pudiera sentir su erecta verga un poco, pero no tanto como que para su verga acariciara su caliente y húmeda concha. Ella estaba emocionada y cachonda, no podía creerlo, quería más, se estaba enganchando a esto rápidamente, pero no quería correr y romper el delicado hielo sobre el que caminaba. Si jugaba bien sus cartas, pronto estaría caminando sobre firme concreto con la bendición de Luis.

De pronto Luis tuvo un micro infarto, no veía a su novia ni a Damian. Recorrió histéricamente con la mirada la pista sin que Carlos lo notara o intentando eso al menos. No los encontraba por ningún lado ¿qué podía hacer? Pasaban los minutos ¿tal vez 5? ¿10? Estaba desesperado esperando que de pronto ellos reaparecieran, pero nada. Quiso levantarse, pero intentó pensar una mentira primero, Carlos no dejaba de hablar ¿ir al baño? No, estaba exactamente al otro lado de donde debía ir ¿ir a la barra? Tal vez, estaba por levantarse cuando veía a Laura, acercarse de lejos, obviamente buscándolo con la mirada, ella lo vio y el entendió que ella iba decirle algo, ahora ella se dirigía a el directamente soltando del brazo a Estela, Luis esperó nervioso, Laura tenía una mirada preocupada

Laura: wey – decía comenzando, Luis acercaba el rostro – ve allá we – le indicaba un lugar con obvia preocupación

Luis: ¿por qué? – preguntaba Luis nervioso intentando ocultar su expresión

Laura: ¡wey ve allá! – le decía a modo de regaño

Luis: ¿por qué? ¿Qué pasa? ¡Dime! – decía desesperado

Laura: ¿ves a tu novia? ¡Ve allá we! Abajo del DJ, dónde está más oscuro – decía como si estuviera molesta con el, Carlos no escuchaba nada, les daba privacidad con desinterés mientras fumaba

Luis se puso de pie sin decir nada. Caminaba con el corazón hecho un puño ¿estaba emocionado? Su verga diría que sí, su corazón que no. Seguía avanzando torpemente entre el mar de gente acercándose a la zona mencionada por Laura, sin duda estaba más oscuro, tenía dificultades para ver, solo los leds del suelo le impedían no tropezar con las pequeñas escaleras que hacían un desnivel.

Seguía bajando sin saber que encontrar, mil pensamientos cachondos y furiosos lo acosaban, lo peor es que su amiga Laura los había visto, eso no le dejaba de rondar la mente. Siguió bajando, buscaba desesperadamente ¡estaba tan jodidamente oscuro! ¡Carajo! De pronto… Parece que reconocía el vestido de ella, se acercaba y en efecto, era ella…

Se estaba besando apasionadamente con Damian, estaban recargados sobre la pared, el sostenía su precioso y enorme trasero firmemente con una mano, ella lo abrazaba apasionadamente por el cuello con una mano, ellos se besaban profunda y lentamente, apasionadamente, como dos amantes disfrutando esos primeros, misteriosos y deliciosos besos, ambos tenían los ojos cerrados, podía ver en momentos como se separaban un poco y la lengua de ella buscaba entrar en la boca de él. Se le revolvió el estómago, se quedó ahí parado viéndolos, la música estaba muy fuerte, la gente pasaba frente a él estorbando la vista por momentos. Sentía que si siquiera tocaba su verga explotaría en sus pantalones, se recuperaba, le volvía la mente al cuerpo y caminaba débilmente hacia ellos, le temblaban las piernas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos 2 como para poder ver cómo el mordía sensualmente el labio de ella, caso gritó

Luis: ¡Mariana! – ella se separó histéricamente de Damian y volteó a verlo aterrada

Luis pudo notar la mano de el salir debajo del vestido de ella y la mano de ella salir de debajo de Damian, ella se acomodaba el vestido desesperadamente viendo a su novio con esa misma mirada de terror, Damian se cerraba el cierre del pantalón evitando verlo a el.

Mariana: Luis… – decía mientras Luis se acercaba

Luis: ¡¿por qué?! – preguntaba histérico el, Damian fingía revisar su celular

Mariana: ¡¿me estabas espiando?! – decía histérica intentando cambiar el marcador a su favor, Luis la vio con una cara que ella nunca había visto, de decepción

Luis se dio la vuelta y comenzó a alejarse, «¡espérate! ¡Luis!» Le gritaba Mariana, ella volteaba a ver a Damian indicando que iría tras él, el solo asentía. Mariana alcanzó a Luis y tomaba su brazo, lo jalaba buscando su cara

Mariana: ¡no te enojes espérate! – le decía desesperada, sinceramente aterrada

Luis: déjame en paz – decía el y seguía caminando hacia la salida del club

Caminaban en silencio, esas incómodas situaciones en qué no quieres hacer el ridículo cuando tienes «una situación personal”, Mariana solo caminaba rápidamente a lado de él, el seguía avanzando. Salían del club sin despedirse de nadie y el caminaba al auto, ella se detenía ansiosamente viendo como el buscaba sus llaves

Luis: sube – decía el presionando un botón en las llaves, los focos encendían y el auto lanzaba un pequeño pitido, ella subía rápidamente, el estaba por acelerar el auto a toda velocidad

Mariana: espera – decía ella poniendo su mano sobre el brazo de el

Luis: ¿para que? – decía el sin verla a los ojos

Mariana: apaga el carro – le ordenaba, molesta, sería, Luis obedecía haciendo un sonido de molestia, algo parecido a un pujido

Luis: ¿que? – decía el sin verla aún, manteniendo la vista al frente, ella lo veía fijamente a la cara, el podía sentir su mirada, ella estiraba su mano y alcanzaba su verga erecta por encima de sus pantalones – no – decía el sin hacer nada realmente

Mariana: no estás enfadado… – decía acariciando su erección

Luis: si, si lo estoy – decía bajando el tono de furia

Mariana: las erecciones de un hombre no mienten – decía y abría delicadamente su cierre y comenzaba a besar su cuello

Luis cerraba los ojos, Mariana sacaba su erecta verga, tenia la cabeza húmeda, el disfrutaba la deliciosa boca de ella en su cuello y como le jalaba la verga delicadamente

Luis: le estabas agarrando la verga – dijo después de unos segundos

Mariana: ujum – exclamaba lamiendo su cuello y dándole un jalón fuerte en la verga, el se retorcía y gemía un poco

Luis: el tenia la mano debajo… – decía débilmente

Mariana: si… – hacia una pausa, le tronaba un beso en el cuello – me estaba metiendo los dedos – decía con voz cachonda y le lamía la oreja, el se retorcía y disfrutaba, ella sabía que podía continuar – le saqué poquito la verga para vérsela a escondidas de la gente, la tiene súper larga – lo besaba en el cuello y subía la velocidad en su mano – el quería que se la chupara en el baño… Si te hubieras tardado más…

El la tomó de la cabeza con autoridad y quiso bajarla a qué le diera una mamada, ella se resistió, se levantó de su asiento, se acomodó encima de él, metía su mano debajo de su vestido haciendo su pequeña tanga a un lado y se sentaba penetrándose con la verga de él. Luis la tomaba de la cintura y gemía, ella lo veía intensamente a los ojos, subiendo y bajando sobre su verga lentamente, ella estaba hirviendo, el estaba en la gloria entrando en su apretado, húmedo y caliente coño

Mariana: no te vengas – le ordenaba ella viéndolo intensamente directo a los ojos mientras subía y bajaba lentamente

Luis: pásame un condón – le decía desesperado indicando la guantera

Mariana: no, no es por eso, te necesito cachondo, no te vengas – ella se sentaba por completo en el, el se retorcía, la veía angustiado, todo era tan jodidamente extraño

Luis: ¡¿por qué?! – preguntaba histérico el mientras sacaba del escote y acariciaba fuertemente sus preciosas tetas, el comía desesperadamente sus rosados pezones, ella disfrutaba y subía la velocidad dos segundos, pero se enfocaba de nuevo, tenía un plan y no lo echaría a la borda, tomaba la cara de el y lo alejaba de sus tetas

Mariana: mírame – le decía, el la veía entre sus caras retorcidas de placer mientras ella metía toda su verga en ella – yo se que tú quieres esto… – decía nerviosa

Luis: ¿de que hablas? – el no era idiota, solo cobarde, quería evitar el tema

Mariana: no te hagas el idiota – ella se restregaba su coño contra el mientras el estaba por completo dentro de ella

Luis: si… Si quiero – decía el débilmente, se besaban dulcemente

Mariana: ¿quieres que vaya más allá? – le preguntaba ella viéndolo a los ojos fijamente, no quería perder un detalle de su rostro, el la veía y la sostenía del culo con ambas manos – responde… – decía firmemente, pero en voz baja

Luis: … Si… – de inmediato ella se daba de sentones histéricamente a toda velocidad sobre el, los jugos escurrían, el gemía, ella lo besaba, terminaba dándose un firme sentón sobre su verga, le sonreía pícaramente, se levantaba y se sentaba en el otro asiento acomodando su vestido, Luis se guardaba la verga confundido

Mariana: entonces… – decía ella buscando su celular y revisándolo – dame tu celular – el le daba su celular sin saber que pasaba, pero ansioso por ver

Ella tecleaba en ambos teléfonos, presionaba un botón sobre el tablero del auto, revisaba ambos celulares

Mariana: listo – decía ella viendo ambas pantallas y se escuchaba el eco en las bocinas del auto

Ella había hecho una llamada del celular de ella al celular de él y había conectado la llamada al manos libres del auto, Luis no entendía nada, ella le regresaba su celular

Luis: ¿que pasa? – decía el sin entender nada, el eco regresaba por las bocinas, ella reía un poco y tomaba el celular de la mano de Luis de vuelta

Mariana: mutea el micro de este celular – le decía, pero lo hacía ella misma y le regresaba el celular

Luis: no comprendo nada jaja – decía honestamente, ella lo veía con mirada lujuriosa y con sonrisa malvada, el se puso serio de nuevo

Mariana: quieres que vaya más allá, ¿no? – decía ella perversamente, el asentía débilmente con la respiración agitada – entonces… – ella se estiraba hasta la puerta de el y la abría – sal… – le decía ella

Luis: ¡¿a dónde?! – respondía nervioso

Mariana: a dónde quieras, pero no puede verte el, busca un lugar donde puedas ver lo mejor posible sin que el te vea – ella lo decía con seguridad en si misma

La sangre se le bajó a los pies a Luis, ella lo besó perversamente lamiendo sus labios al final, le lanzó una mirada lujuriosa y lo empujó un poco para que saliera, él salió.

Ella se sentaba en el asiento del pasajero, lo miraba lujuriosamente mientras él se alejaba sin saber exactamente que sucedía o a dónde ir. Luis volteaba a todos lados. El club estaba sobre una avenida muy concurrida, estaba en una pequeña plaza comercial con estacionamiento, a estas horas tal vez todos los autos eran de gente que estaba en el club, aunque eran tal vez las 3am los autos no dejaban de pasar. Caminaba entre los autos, recibió un mensaje de WhatsApp, de Mariana, abría la conversación y era una captura de pantalla, en lo alto el nombre del remitente, Damian, ella le acaba de enviar un mensaje a ese guapo hombre

«¡Hey tu! mi novio se fue emputadisimo jajaja»

Le recorrió un escalofrío, buscaba desesperadamente «un lugar» seguía caminando entre los autos, otro mensaje de ella, otra captura de pantalla, el había contestado

«Jaja (un emoji de carita avergonzada) lo siento, fue todo muy extremo ¿ya vas para tu casa?»

El corazón se le aceleraba, estaba a 2 filas de frente a su auto, encontró una camioneta, una muy grande, otro mensaje, el tono le hizo saltar el corazón, otra captura de pantalla, ella contestaba

«Jaja no te preocupes… no aún no me voy, estoy en mi carro… Vienes? (Emoji de berenjena y monito babeando)» ella le había enviado también su ubicación en tiempo real

Luis comenzó a hiperventilar, se acomodó detrás de la camioneta familiar, estaba polarizada detrás, podía ver «perfectamente» el auto desde ahí atrás, aunque el alumbrado no era demasiado, veía penumbras, pero volteaba a los lados, era el mejor lugar que conseguiría, otro mensaje, otra captura de pantalla, el simplemente respondía «si»

Luis volteaba a todos lados y pensaba rápidamente, ya no pensaba moverse de ahí, pero razonaba, si de dónde el venía… Y pasaba por… El estaría a salvo. Según su lógica por las ubicaciones Damian no lo vería ahí detrás de la enorme camioneta. Estaba nervioso como el carajo, Mariana le enviaba una foto de ella en ese mismo momento metiéndose 2 dedos en su hermoso y diminuto coño, el acariciaba su verga por encima de su pantalón, el miraba a la dirección de dónde debería venir Damian, pareció una eternidad pero yo puedo decirte que solo fueron 2 minutos, el aparecía de entre las sombras, revisando su celular y levantando la mirada, buscando, ella también lo vio, el auto pitó, Damian volteó de inmediato y Mariana lo saludaba desde el asiento del conductor sonriendo.

Damian guardaba su celular y se acercaba rápidamente trotando y sonriendo, llegaba al auto, ella se estiraba para abrirle la puerta, Luis se puso desesperadamente sus audífonos y subía el volumen al máximo y revisaba que su micrófono estuviera muteado, seguía así. Dentro del auto una charla comenzaba.

Damian: hola sexi – le decía el alegremente mientras se sentaba

Mariana: hola sexi – regresaba el saludo riendo un poco, Damian se sentaba bien y cerraba la puerta

Damian: ¿este es tu auto? – decía con desinterés

Mariana: sip – contestaba con el mismo desinterés, ella estaba tan cachonda…

Damian: perdón por lo de tu wey… ¿Cómo resistirme a tu tremendo culo? – le decía sonriendo y se estiraba para besarla, solo un pequeño beso

Mariana: jaja no te preocupes, no fue tan la gran cosa, al rato se le pasa, estoy segura que él no estará enojado después – decía a modo de señal perversa para Luis, él sonreía mientras escuchaba atentamente y veía las sombras charlando en su propio auto

Damian: ¿y a dónde me vas a llevar? – decía el bromeando

Mariana: a tu casa a dormir, ya es tarde, te van a secuestrar – ambos reían, luego un silencio incómodo, Damian veía sin vergüenza las tetas de Mariana, ella estaba tan caliente que simplemente jalo su vestido y dejo salir sus redondos pechos.

Damian no dijo nada, simplemente tomó una teta con una mano y la acariciaba, mientras acercaba la cara a la otra teta para chupar su pezón, Mariana se retorcía sinceramente y alargaba una mano buscando desesperadamente su larga verga. Luis veía las sombras y podía escuchar los tímidos gemidos de su novia y los húmedos sonidos de la lengua de Damian en las tetas de ella. Mariana lograba sacar la verga de Damian, el retrocedía y se acomodaba en su asiento, bajando sus propios pantalones hasta los tobillos

Damian: ¿es cierto lo que dijiste? – preguntaba cachondamente el mientras ella jugueteaba con su verga

Mariana: ¿qué cosa?

Damian: sobre que te gustaba dar mamadas en carros…

Ella le devolvía una sonrisita, el la tomaba de la nuca y la hundía en su entrepierna, ella lo hacía sin réplica. Ella iba directo a lamer sus bolas, las tenía completamente depiladas, ella sorbía, chupaba y lamía, él se retorcía con placer, Luis se asomaba por un lado de la camioneta con miedo a ser descubierto, tenía que ver lo mejor posible, el polarizado no le dejaba ver más que sombras. Ahora podía ver perfectamente a su novia hundida debajo de Damian, el hombre bronceado la veía atentamente con cara de placer y se retorcía, en sus audífonos los escandalosos sonidos húmedos de la saliva, lengua y labios de su novia trabajando las bolas del otro hombre lo volvían loco.

Mariana tronaba fuerte a propósito cuando sorbía las bolas de Damian para que su novio tuviera el mejor show posible, Damian lo agradecía retorciéndose y apretando su cabeza firmemente con una mano, mientras levantaba la cadera para restregarle las bolas en la cara.

Luis estaba básicamente masturbándose por encima del pantalón mientras veía a su novia debajo de Damian, fueron tal vez 3 o 4 largos minutos de ella lamiendo sus bolas, levantó un poco la cara

Mariana: me encantan tus bolas – Luis escuchó eso perfectamente y casi le explota la verga

Damian no dijo nada, Luis pudo ver cómo la mano de Damian se ponía firmemente sobre el precioso y redondo culo de su noviecita, ella estaba con el culo levantado esperando a ser tocada. Mariana abandonó sus bolas y comenzó a darle una mamada como tal. Puso sus manos sobre los fuertes muslos de Damian y comía su larga verga desde la punta hasta la mitad de su tronco, Damian se retorcía

Damian: que puta eres – dijo débil entre sus gemidos con la voz quebrada pero firmemente

Mariana agradeció el cumplido yendo más abajo está vez, se le escapó una arcada que Luis escuchó perfectamente, Damian le empujaba la cabeza con fuerza

Damian: chúpala toda puta, toda – decía como podía entre sus gemidos disfrutando como sentía que ella iba casi hasta el fondo

Luis estaba confundido y cachondo, pero más cachondo que confundido, le encantaba escuchar esas degradantes palabras dirigidas a su novia y le ponía loco escuchar las arcadas de asco que ella daba. Damian alzó el vestido de Mariana firmemente, su culo quedaba al descubierto, el introducía directamente 2 dedos en su húmedo coño y ella gemía atragantándose con su larga verga, Damian la empujaba con violencia y alzaba la cadera fuertemente deseando desesperadamente entrar por completo hasta su garganta.

Mariana se esforzaba, estaba tan caliente… La caliente y amarga verga de Damian en su boca se sentía increíble, los dedos de él la penetraban fuertemente, ella dejaba caer su cabeza sobre el para dejarle entrar por completo y por fin lo lograba. El empujaba su cabeza con violencia, alzaba la cadera fuertemente, gemía profundamente y la masturbaba casi con furia

Damian: ¡ni siquiera te conozco que zorra eres! – decía moviendo su cadera y levantando la cara al techo disfrutando la increíble mamada – ¡SI! ¡Que pinche rico no mames!

Mariana tenía arcadas horribles, pero por nada dejaría ir esa verga, Damian tomó ritmo, comenzó a follarle la cara, las arcadas de Mariana, los gemidos de Damian y los húmedos sonidos eran un espectáculo asombroso para Luis.

Damian soltó el culo y coño de Mariana, ahora solo quería su egoísta placer, tomó la cabeza de ella con ambas manos y comenzó a follarle la garganta de una manera ruidosa y escandalosa. Tomaba descansos para dejar respirar a Mariana, ella reía un poco, nerviosa, el la besaba apasionadamente

Damian: eres una puta – le decía casi con tono molesto

Mariana: si, si soy – respondía ella con su voz cachonda

Damian: ¡¿te gusta mi verga?! – le preguntaba demandando respuesta mientras la tenía tomada del pelo con una mano

Mariana: me encanta – se besaban – está más rica que la de mi wey – lo dijo fuerte y claro, quería que precisamente él escuchará, al otro lado de la llamada Luis escuchaba fuerte y claro, sonriendo un poco

Damian regresaba violentamente a su labor oral a Mariana, ella soportaba que el empujara su cabeza hasta la base de su larga verga con todo su tronco metido hasta su garganta, las escandalosas arcadas hacían que la saliva escurriera de la boca de ella hasta sus bolas, su perineo y el asiento. Pareció una eternidad, fueron buenos 15 o 20 minutos de esa faena, Damian alzó la cadera, apretó con fuerza la cabeza de Mariana y gimió fuertemente.

Luis sabía lo que significaba y casi eyacula de solo escuchar eso. Mariana sentía como la verga de Damian se retorcía, bombeaba y palpitaba dentro su boca y garganta, escuchaba sus gemidos finales y ella lo sabía, cerró bien los labios y pudo sentir como con el primer bombeo de la verga de Damian caía su asquerosa, amarga y espesa corrida en su boca y algo salía disparado directamente a su garganta. El asco de sentir esa espesa corrida cayéndole en la boca fue abrumador, pero ella no se movió ni un centímetro. Soportaba el siguiente bombeo de su verga, otro profundo gemido y más de su amarga corrida, ella tragaba ruidosamente y Luis no podía creer como escuchaba literalmente que la garganta hacia “glú glú” violentamente. Damian disfrutaba sentir como se movía la garganta de ella dejando entrar su esperma, masturbándolo un poco con el movimiento.

Tal vez 6 o 7 firmes palpitaciones de la verga de Damian en la boca de ella, con cada pulsación un disparo de su espesa corrida, Mariana apretaba los ojos y lanzaba una arcada del asco, pero tragó todo hasta la última gota. Él se tranquilizaba, pero no la dejaba ir, quería disfrutar esos últimos segundos en su húmeda y caliente boca, la restregaba un poco mientras aún gemía, ella no se quitaba, aunque la verga de Damian le tocaba la campanilla y le provocaba arcadas.

El por fin aligeraba su agarre y bajaba la cadera, Mariana se retiraba lentamente sorbiendo la verga de Damian como si fuera un popote, sonriendo la saliva y mecos que pudieran escurrir de su verga, apretando con firmeza su verga a lo largo, dándole un último placer, él se retorcía y le acariciaba la cabeza como si fuera un perro bien portado. Ella se reincorporaba con el pelo hecho un desastre

Mariana: gracias… – le agradecía honestamente, le encantó a ella misma ese propio gesto de sumisión, se sintió muy puta y eso le encantó

Damian: que puta eres – le decía viéndola fijamente recuperando la respiración y acariciándole con desinterés una teta que aún seguía teniendo al aire

Mariana: lo sé… – decía sin alzar la vista, estaba tan cachonda…

Damian se guardaba la verga sin decir nada, Mariana disfrutaba el amargo sabor de su asquerosa corrida aún en la boca.

Damian: ¿ya te vas? – le decía con desinterés

Mariana: si, tengo que trabajar a las 10 de la mañana – improvisaba una mentira rápida, él lo creía o no le interesaba realmente

Damian: la chupa increíble puta, tienes mi número – le decía sonriendo y se estiraba a besarla, ella se reía un poco

Damian salía del auto y no volteaba atrás. Luis lo vigilaba con la mirada mientras se alejaba.

Mariana: ¿dónde estás amor? – decía en voz alta, Luis desmuteaba el micrófono rápidamente

Luis: cerca ¿ya se fue? ¿Ya voy?

Mariana: yo digo que si – decía intentando buscar a lo lejos a Damian, no parecía que el fuera a aparecer de nuevo

Luis trotó rápidamente hacia el auto, Mariana le dejaba el asiento del conductor, el entraba desesperado y la besaba apasionadamente, ella sabía amargo y su saliva estaba espesa. El la tocaba desesperado e intentaba ponerla encima de él.

Mariana: no, conduce – decía ella con autoridad, el dudaba un segundo – sácate la verga, te la voy a chupar hasta mi casa y me vas a coger toda la noche… lo necesito – le dijo con autoridad y mirada lujuriosa

Luis arrancó el auto de inmediato, su novia sacaba su verga erecta y viscosa, se hundió rápidamente a darle una mamada profunda, su líquido pre seminal sabía amargo, pero a ella le encantaba. Luis condujo como psicópata hasta el apartamento de ella mientras ella le daba una mamada tan increíble que casi lo hizo eyacular solo con la boca varias veces. Llegaron. Ella abría desesperada, se quitaba el vestido en la sala y subía las escaleras, el subía detrás de ella con su asombroso culo rebotándole prácticamente en la cara.

Comenzaron a follar directamente apenas entraron al cuarto, sin besos, sin sexo oral, penetración directa, ella estaba acostada boca arriba con sus piernas en los hombros de él, él la penetraba como a una puta barata

Luis: ¿te gustó lamer su verga?

Mariana: me encantó

Luis: ¿te gustó que te dijera puta?

Mariana: mucho – Luis la penetró con fuerza, la cara de ella se deformaba por el placer, ella tomaba su rostro para que se vieran a los ojos – tú quieres esto y yo también

Luis: si, si quiero

Mariana: entonces seguiré, tengo muchas ideas

Luis: si por favor

Dejaron de hablar, follaron como animales, una, dos, tres veces e incluso ella le provocó un cuarto orgasmo a mamadas para dejarlo listo para dormir satisfecho. El sexo volvía a ser increíble y sólo les costó una mamada a un completo desconocido en un estacionamiento…

Se acostaron a las 6 de la mañana, desnudos, sudados y exhaustos. El golpeó su trasero y dejaba la mano manoseándole firmemente el culo

Luis: ¿en serio quieres esto? – preguntaba débilmente, Mariana tenía miedo de que el volviera a arrepentirse

Mariana: … ¿y tu? Dime la verdad, en serio – decía ella ansiosa, Luis lo pensaba, besaba su cuello

Luis: …si… – decía débilmente – quiero que seas una puta… En serio lo quiero – él le decía débilmente al oído, como si no quisiera decirlo, pero con completa sinceridad, ¡ella se emocionaba tanto! ¡Por fin él lo decía!

Mariana: ok… lo seré

Nota a los lectores: gracias por leer, comenten sus quejas, opiniones y opiniones, leo todos los comentarios o manden correo, gracias por leer.

Cuando iba a cumplir la treintena, conocí a una chica y estuvimos saliendo unos meses, ambos vivíamos todavía con nuestros padres. Cada sábado salíamos de fiesta y terminamos follando en el coche, en descampado, en un lavabo de algún bar o en el mejor de los casos en el piso de unos amigos…

Por fin, un fin de semana planeamos un viaje en pareja; alquilamos una habitación en un bonito hotel y reservamos una cena en un restaurante romántico. Queríamos ir a cenar, tomar unas copas y follar cómodamente toda la noche.

El sábado por la mañana, visitamos la ciudad y por la tarde ya estuvimos follando en el hotel hasta la hora de cenar… Luego nos fuimos al restaurante y después a tomar unas copas, lo que iba a ser una copa, fueron varias y llegamos al hotel con algún trago de más !!! Pero no podíamos desaprovechar aquella ocasión.

Ana llevaba un bonito vestido, y se había comprado lencería para la ocasión, eran unas braguitas rosas prácticamente transparentes, con encajes alrededor. Al entrar en la habitación comenzamos a besarnos y me tumbé sobre ella para follarla.

Me dijo que le dolía un poco la tripa, que tenía que ir primero al baño, pero con el calentón que llevábamos no la deje ir y seguí besándola. Ella estaba incómoda, pero también estaba súper caliente, por lo que seguimos besándonos sobre la cama.

No quería quitarle la bonita lencería, así que bajé hasta su coño y simplemente le aparté un poco la braguita para poder lamerle el coño. Enseguida me di cuenta que estaba tan excitada como yo, porque su coño chorreaba flujos por todos lados. Yo estaba fuera de mí, aquella noche tenía que ser especial y aunque nunca lo había hecho por miedo a que lo rechazara, alargué mi lengua hasta su culo, lamiéndole todo su ano. Al principio pensé que le había molestado, pero pronto pude ver como se acomodaba para facilitar que volviera a hacerlo, aquello me calentó todavía más y seguí lamiendo.

Empecé a jugar con mi lengua en su clítoris, luego la pasaba por todo su coño lamiendo sus flujos y terminaba mi recorrido en su culo. Sin disimulo, me detenía en él y lo lamia y lamia…, sabía y olía fuerte, pero me encantaba aquel olor y aquel sabor porque me ponía súper cachondo pensar en aquella guarrada.

-Vamos déjalo ya y follame!!, no puedo más…además tengo que ir al baño, no aguanto más.

Obedecí y me puse a follarla, todo esto sin sacarle su bonita y morbosa lencería rosa, solo comenzar a penetrarla pude notar su orgasmo…pero yo con la borrachera que llevaba y las veces que me había corrido aquella tarde no conseguía correrme, así que seguía y seguía empujando.

-Venga por favor córrete ya!!! De verdad que no puedo más, tengo que ir al baño. Solo será un minuto, voy al baño y vuelvo. Me suplicaba.

Pero yo no tenía ninguna intención de parar, pensaba que ella se podía aguantar y seguía follándola, a pesar de que su cara se estaba contrayendo, por el esfuerzo que hacía al intentar aguantarse.

-Me lo voy a hacer encima, de verdad que no puedo más!!!

-Pues háztelo, ahora no voy a parar!!! Le dije una de las veces

-Eres un capullo!!!

-Relájate y disfruta, que ya me corro.

-No puedo me estoy haciendo caca!!! Me gritó.

Yo seguía empujando, disfrutando como nunca, como si estuviera en un continuo orgasmo. Cuando vi que Laura relajaba su cara y dejaba de hacer fuerza.

Se había dejado ir!!! y se lo había hecho encima!!! Pude notar el olor que inundó la habitación y cómo sus músculos se relajaban.

Iba a parar y a decirle; que coño había hecho??? que se fuera a limpiar!!!…, pero entonces vi su cara de placer y su rostro totalmente relajado, además había sido mi culpa. Así que, en lugar de parar, la besé y seguí follándola.

Aquella situación, en lugar de cortarnos el rollo, nos puso más y más cachondos. Ella me beso todo lo guarro que pudo, me agarro apretándome bien contra ella, y me susurro al oído, entre jadeos:

-¡Vamos follame, sigue!! Ahora ya puedes follarme todo el rato que quieras!!!

Pero yo con el calentón que llevaba no pude aguantar ni un minuto más y me corrí dentro de su coño.

-Ahora te corres cabronazo??? Me gritó.

Los dos nos echamos a reír y comenzamos a besarnos, sin darle importancia a que Laura tenía todo el pastel en sus bragas. Ya nos habíamos acostumbrados al olor, así que seguimos besándonos y ella cogió mi polla y comenzó a pajearme de nuevo para no dejar bajar mi erección. A pesar de mi borrachera, mi polla seguía tiesa, aquella situación era muy morbosa, aquel olor a sexo y mierda me tenía loco.

Cuando me la puso erecta de nuevo, sin sacarse las bragas para evitar que se cayera todo por la cama, se puso sobre mí y comenzó a follarme. De su coño aun chorreaba el semen de mi anterior corrida y mi polla entraba sin problemas.

-Te gusta??, ¿estás disfrutando??? De verdad, no te molesta el olor de mi caca???

-No, me encanta…

-Ya veo, ya!!! Mira como ha quedado mi nueva lencería!!! Te gusta así de sucia???

Yo no conteste, pero le agarré su trasero y la atraje contra mí, apretando su braga contra su culo, para que todavía se marchara más su lencería.

Ella se incorporó un poco, sentándose sobre mi pene. Y mirándome a los ojos, metió su mano en la braguita y la sacó toda manchada de caca. Me la enseñó y limpio sobre mi pecho. Yo aguantando la mirada, metí mi mano en sus nalgas sacándolas totalmente sucias y empecé a tocarle las tetas con ellas, mientras ella seguía cabalgándome.

Finalmente me dijo:

-Esto es lo más guarro que jamás vas a hacer!!! Así que disfrútalo porque es la última vez.

Y comenzó a cabalgarme más y más rápido hasta que los dos nos corrimos en un largo orgasmo.

Después los dos caímos derrotados en la cama. A la mañana siguiente, cuando nos despertamos, comenzamos a limpiar todo aquello sin hablar del tema. Y desde aquel día nunca más volvimos a hablar de aquello, aunque alguna vez yo lo recuerdo y me pajeo pensando en aquella noche tan sucia y morbosa.

Aclaro que me gusta muchisimo el morbo y las guarras, pero guarras de verdad, chicas sucias jovenes que esten muy buenas peor a la vez no se depilen y hagan las cerdadas mas bestias que puedan haber.

Relato ficticio, y ojala fuese real.

Voy a empezar a hablaros de lo orgulloso que estoy de mi novia. Es pivon, con una figura esbelta, delgada, no con mcuhas tetas pero un culazo; a parte es hiper cerda, apenas se lava 1 vez al mes y tiene un coño hiper peludo, le llegan los pelos hasta el ombligo, unos sobacos muy peludos y unas piernas tambien peludas, además le huele siempre el aliento fatal y apenas se cmabia el tanga, que por cierto, no se lo quita ni apra follar, mear o cagar. Deciros tmabíen que su mayor afición es comer culos, contra más sucios peor y le encanta que nos tiremos pedos en su cara o nos caguemos, y digo en plural porque es un mea zorron, folla con quien sea y contra mas repugnante mejor. Deciros que además viste muy provocativa, con tops transparentes sin sujetador y minifaldas con las que a la minimia se puede ver bien su tanga y sus pelos sobresalir por todos lados.

En temas de sexo, como ya os imaginaréis, es una come culos por excelencia, le flipa y tambien le flipa que se le corran dentro sin usar metodos anticonceptivos. Otra cosa que le encanta es limpiar las pollas que se mete por el culo metiendolas a continuación por su coño y más de un amigo se ha enfadado al sacarela de su ano llena de mierda cosa que ella ha solucionado limpiandola como ya he comentado.

En esta ocasión os contaré como son nuestras fiestas. La fui a buscar al instituto ya que todavía cursaba batchillerato. Tal cual salió nos fundimos en un morboso morreo a lo que rápidamente le comente: – nena sabes a mierda – y ella me respondió: – sí nene, veras, ha llegado un nuevo estudiante gordo y no he podido aguantar ni un día en comerle el culo hasta dejarselo reluciente -. Logicamente no me enfaré, salir con esa guarra significaba saborear sus boca en este tipo de situación y me excitaba muchisimo. Fuimos primero a mi caa en metro y mientras no paraba de acariciarle el ano mientra sla muy cerda se iba tirando pedos bien sonoros, que esa es otra, la muy marrana no tenía ningún pudor en hacer ese tipo de cosas, eructaba y se tiraba pedos en cualquier situación y la gente no paraba de mirarnos asquearos. De golpe me confesó que tenía ganas de mearse a lo que le respondí que por mi ni se cortase y así lo hizo, aún estando en el metro, arrimo su coño a mi pantalon y empezo a mearse con todo el descado del mundo.

Ya salidos del metro, me dijo que prefería de comiesemos en un mc donald y ya fuesemos de fiesta y no me pareció mala idea. Aún así, el restaurante de comida rapida quedaba todavía muy lejos y le comente que yo también necesitaba mear y nos fuimos detras de unos arbustos de un parque para desabrocharme la bragueta, saca rmi polla y mearle encima dejandole a ella y a su ropa de zorra bien impregnada. Estaba preciosa así.

En el mc donald, ya pedida la comida, nos sentamos sacandome la polla e introduciendosela a ella en el ano snetandose ella encima mio. Era tarea facil ya que mi novia tenía el ano tan dilatado que podia introducirse hasta 3 pollas. Ibamos comiendo y pasandonos la comida de boca en boca, eso nos encantaba. De golpe, debido a la cerveza del mc donalds, me entraron d enuevo ganas de mear y sin avisar le llene el culo de meado y ella solo sonrio. Al finalizar apretó bien el culo y fue al lavabo volviendo con una cola de conejita puesta en el culo a modo de tapon para no echar todavia mi meado fuera.

Fuimos de fiesta a un antro que conociamos lleno de gordos y viejos. Ella tal cual llegar se dirigio al centro de la pista y pronto estaba rodeada de gordos que condescado no paraban de manosearle. Fue girarme un momento y volver a mirar y ya se daba el lote con dos a la vez. Luego me confesaría que le preguntarón por la cola a lo que ella solo dijo: -mejor no la quites que tengo meado de mi pareja dentro y tal vez sale con regalito –

Al rato, me vino con un gordo que me lo presentó. Nos dijo de ir a su casa y aceptamos. Durante el viaje no parabamos de liarnos con ella y meterle mano. Ya en casa suya, que por cierto, era un antro lleno d ebasura y bichos, decidimos que era momento de liberarle de su cola, a lo que se la quitamos y salió un chorro disparado de meados y mierda. Luego, nos toco las mamadas y seguidamente nos dijo de que nos pusieramos lso dos a cuatro en el sofa y empezo a comernos los anos. El gordo no paraba de tirarse pedos en el acto y no agauntó y le cago un buen zurullo que ella cogio con su boca y luego empezo a lamer y masticar. Le hizimos doble penetración follandole yo el coño y el gordo el culo y mientras nos morreabamos aun teniendo restos de su mierda en la boca, cuando yo descargué en su coño, el gordo decidió empezarselo a follar el y yo solo me liaba con mi novia hasta que se corrió y ella me dijo que me amaba.

Nos quedamos a dormir en su casa estando los 3 en la cama, ella abrazada a mi y el gordo por detras con su polla en su coño.

Continuará…

Esta es una historia extraña. Trata sobre cómo llegué hoy a pisarle eróticamente la cabeza a mi jefe. Él es un personaje muy particular, poderoso, de gran carisma y absolutamente sin verguenza. Yo no me sentía particularmente atraída hacia él y había experimentado sexualmente con varios de sus socios y con él no por lo cual él sentía bastante rencor hacia mi y en cada ocasión que encontraba ejercía dominio del poder que poseía. Pero sabía yo que para poder vivir tranquila tenía que ser complaciente.

Un día iba caminando cuando pasó con su camioneta, le hice gesto para que me lleve y frenó. Creo que no me había reconocido. Ese día me había vestido particularmente provocativa y femenina. Tenía una minifalda ajustada negra, unos borcegos y una musculosa roja. Cuando subí y me quité los lentes de sol se sorprendió al verme. Empecé a charlar para quebrar el silencio incómodo que se generó. Él distante trataba de darme la menor atención posible. Recordé que tal vez le interesaría masajearme los pies porque hace mucho me lo había ofrecido y yo me había negado pensando que era una broma. Ahí cambió su actitud. Accedió a que vaya al día siguiente a su casa a recibir el masaje. Qué suerte la mía de haber acertado en el blanco de su deseo y sin darme cuenta!

Cuando al otro día llegué a su casa, bañada, perfumada y hermosamente arreglada él se encontraba con una camisa abierta por la mitad mostrando su pecho erguido y fornido. Nos sentamos en unas sillones y en seguida agarró mi pie descalzo y lo empezó a tocar mientras charlábamos. Luego se arrodilló en el piso, tomó mi pie y lo empezó a lamer. Las técnicas que desplegó fueron incontables. Desde lamer delicadamente entre los dedos, dedicarse uno por uno o recorrerlos superficialmente como a la escala de un piano. Cogerse a mi dedo gordo con su boca succionando. Lamer mi talón, morderlo, masajearme con la lengua el arco. Lenguetearme todo el pie como un perro. Chorreando baba hacía su trabajo con gran esmero y pasión. Sorprendentemente eso me excitaba, era erótico, placentero, freak y me gustaba el hecho de que alguien le dedicara tanto tiempo a otras partes de mi cuerpo. Vi como se le empezó a poner dura. Su poronga se estaba ahogando dentro del pantalón. Pero antes de que me permita aliviar su emergencia se acostó de espaldas al suelo y me pidió que le pise la cara. Que le pise la cara como a un esclavo. Que lo castigue. Que me pare sobre su cara y lo pise, lo patee, lo escupa. Yo sinceramente no entendía, más el sexo y los gustos no van por el lado de la razón así que me solté a la experiencia y satisfice sus deseos. Lo pisé, lo pateé, lo escupí, lo ahorqué… Desaparecí su rostro bajo mis pies. A mi jefe. Luego, con un pie sobre su cara, le chupé un buen rato la pija y nos fuimos a la cama donde garchando divinamente tuve tres orgamos. Fin

En esa época vivía literalmente de mi cuerpo. Tenía 25, entre los 18 y hasta los 24 años había tenido varios trabajos inestables y mal pagados que a duras penas me permitían solventar una pieza en un sector periférico de la capital, y cubrir mis gastos básicos. De ahí en adelante, mi vida dio un giro inesperado, cuando conocí a la que sería mi futura Jefa.

Para entonces, venir desde el Sur a la Gran Ciudad en búsqueda de independencia y mejores oportunidades parecía un sueño inalcanzable. Trabajaba 10 horas diarias y gastaba 3 movilizándome, llegaba rendida solo a dormir, para volver a la rutina al día siguiente.

Lo único bueno de esos tiempos eran los fines de semana, en qué salía de rumba intensa tanto como podía, en un sector lindo de la ciudad, al que llegamos porque uno de los clientes del lugar de trabajo de mi amiga era el barman del recinto y nos hizo el contacto para los pases. Ahí el dinero no era problema porque nos dejaban entrar gratis, siempre alguien nos invitaba a mi amiga y a mí los tragos, y a veces hasta nos invitaban a comer, lo que agradecíamos con bailes y coqueteos al o los galanes de turno, que jamás pasaban de un par de noches en el menor de los casos. Esa era la ventaja de ser jóvenes y tener un cuerpo muy deseable, además, teníamos cara de niñas buenas.

No buscábamos compromisos, solo fiesta y de la buena, y a veces también un polvo entretenido, o más de uno. Todo dependía de la noche.

Un día mi amiga de rumba me falló, pero yo quise salir igual porque necesitaba sacarme el peso de la semana del cuerpo. Sabía que me irían bien esa noche, iba con un vestido negro, corto y ceñido, tacos altos y el pelo me caí natural hasta los hombros.

El guardia del lugar me dió dos besos y un repaso visual antes de dejarme entrar y me dijo que estaba preciosa. Me preguntó por mi amiga, ya que era su eterno enamorado, y se quedó enviando un wsp para saludarla mientras yo entraba al antro.

El lugar estaba aún con poca gente porque era temprano. Me senté en la barra a mirar el ambiente y dos puestos más allá había una chica a la que ubicaba de vista. Era guapísima y siempre estaba arreglada perfecto y acompañada de algún tipo que la miraba con cara de querer morderla. La había visto bailar y se sabía mover bien, pero sobre todo, sabía causar expectación; además, tenía un encanto natural, cuando nos topábamos en el baño siempre intercambiamos un par de frases de cortesía y ella elogiaba algo de nosotras, dejándonos embelesadas con su simpatía y su perfume caro. Debía tener varios años más que yo y se sabía hembra alfa, con mi amiga la habíamos apodado, a sus espaldas, “la Diva buena onda”.

La Diva me vió sola y se acercó sonriente a mí ; nuestro amigo el Bartender le alcanzó una copa y ella le pidió otra igual, que me extendió amigable.

Yo estaba especialmente deshinibida y locuaz, posiblemente porque lo que tomaba tenía un grado alcohólico mucho más alto a lo que acostumbraba. Ella me repasaba con la mirada y de vez en cuando me tocaba las piernas o la cintura, pero no era algo hot, sino más bien como si me estuviera examinando. El barman nos miraba divertido y no paraba de servirnos copas.

La charla partió en los lugares comunes y luego del tercer trago, y haber rechazado a un par de tipos que se nos acercaban, la Diva sabía toda mi vida, mis aventuras y desventuras en la Gran Cuidad y los sueños que no lograba alcanzar, la cantidad de novios que había tenido y los mejores polvos que me había echado en mis activos 24 años, creo que hasta le comenté que nada me quedaba virgen a esa altura, que había probado con chicas, y que era muy cachonda en general, hasta tenía un vibrador y un dildo en mi pieza; de ella yo solo sabía su nombre y qué trago le gustaba tomar.

De pronto se acercó un tipo de unos 55 años, pelo cano y de metro setenta y saludó efusivamente a La Diva, la que le respondió coqueta con un beso cerca de los labios y dejando la mano en su hombro. Él me miró, me saludó con un beso, se presentó y me preguntó si quería tomar algo, a lo que le pedí otro igual. Le dijo un par de cosas al oído a mi compañera casual de juerga, ella se rió y le contestó con un “tal vez sea posible, pero te contesto luego”, despachándolo en pocos minutos.

Luego ella regresó su atención a mí y fue directo al grano, ya era tarde para andarse con rodeos porque el lugar estaba lleno. Me dijo que el tipo que me había invitado el trago era su cliente habitual y que ella era scort, que el chico quería un trío conmigo y que pagaba bien por ello. Me ofreció por un par de horas lo mismo que yo ganaba en una semana de trabajo, y me dijo que si lo hacía bien, me tomaría con ella para otros tríos y compañías.

Fue clara, precisa y directa y yo escuché atenta e interesada, como si una luz de esperanza me abriera la posibilidad de tomar un camino menos monótono y más fructífero dentro de la Ciudad. Me relató qué es lo que usualmente le pedían sus clientes y cuánto cobrara; me indicó que si entraba al juego, ella se quedaría con un porcentaje de lo que recibiera, pues tenía los contactos, el lugar para concretar, y me iba a estar constantemente asesorando, lo que me pareció razonable y justo. Era un trabajo y así lo vivía ella; se arreglaba para venderse, se ejercitaba, se vestía y se maquillaba para valer el dinero que cobrara, que no era poco. El dinero era bueno pero no siempre era fácil, y no fue nada sutil al decirme que para este trabajo no había que tener asco ni vergüenza.. Se cuidaba con preservativos y algún método adicional y nunca lo hacía a pelo, por salud.

No se si fue el exceso de tragos o la emoción del dinero, pero le dije que sí de inmediato. Ella me tomó de la mano, me llevó a la pista de baile y nos movimos sensuales pegadas una a la otra. Se acercó su amigo de pelo cano y ella le dijo algo al oído (creo que el precio), el hizo un gesto afirmativo y me tomó de la cintura para bailar pegados cual si fuésemos pareja habitual; la Diva seguía bailando sexy pero guardando respetable distancia, y rechazando a todos los otros que se acercaban a invitarla.

Bailamos un rato más los tres y aunque todos sabíamos cómo iba a terminar eso, nadie tenía apuro ni se comportó fuera de lugar. A la vista de todos, éramos tres amigos bailando felices y relajados; o bien, un tipo con mucha suerte bailando con dos mujeres de infarto, una de las cuales podía ser su novia, su amante o su Sugar Baby.

Pasada la media noche nos marchamos al departamento de La Diva, muy cerca de la Disco. Era amplio,acogedor, estaba decorado con buen gusto y la cama era de las más grandes que yo había visto.

Ella fue por unas botellas de agua mientras él, de frente a mí, me acariciaba el pelo, la cintura y las caderas de pie. Cuando regresó, se unió al juego, poniéndose detrás de él y acariciándolo al tiempo que le abría los botones de la camisa y lo desvestía.

El perfume de ese hombre me encantó, así que me acerqué a su cuello a olerlo y aproveché de lamerlo, pero de pronto mi boca se topó con la de ella y nos enredamos en un beso sobre el hombro de nuestro cliente. Él me fue sacando mi vestido y me dejó en lencería y tacos, y la Diva me recorrió con sus manos suaves.

Luego le sacó la ropa a ella y pude notar la complicidad de su juego, como asimismo su cuerpo perfecto. Era claro que se conocían los gustos y el ritmo, y ella se encargó de dejarlo a mil en pocos minutos, mientras yo -ahora parada detrás de él- no paraba de acariciarlo.

Nos pidió a ambas que jugáramos en la cama mientras él nos observaba, y mientras nos comíamos a besos y nos metíamos mano, pude ver de reojo cómo se tocaba. La Diva era hembra alfa también en la cama, así que tomó la iniciativa y me lamío el cuerpo completo, para luego montar un 69 dejándome aprisionada debajo de su cuerpo, para el deleite de mi primer cliente, que le pasaba la mano por la espalda y de vez en cuando le daba unas nalgadas que hacían que su sexo se enterrara más en mi cara.

El tipo comenzó a hablar, a decirnos cosas calientes, a decirme al oído lo rico que se veía todo eso y lo buena que estaba yo, en cómo se fijó en mí desde que me vió esa noche. Yo me sentí increíble, ultra deseada, porque me estaba prefiriendo a mí sobre la Diva en ese instante. Sin deshacer del todo el 69, buscó mi cabeza, tomó mi pelo fuerte e hizo que ella levantara su cara de mi cara, para darle espacio a su polla dura, la que metió a mi boca de golpe. Mientras me hacia una forzada garganta profunda jugaba con ella, metiéndole y sacandole los dedos de su sexo y se culo, que yo había dejado mojados con mi boca unos segundos antes..

Cuando estuvo satisfecho de mi felación, agarró un preservativo, se lo enfundó e hizo un par de movimientos estratégicos, que devolvieron ese coño hasta mi boca, al mismo tiempo que él la penetraba anal. Ella respondió a todo ese estímulo enterrando su boca, sus dedos y su lengua en mi sexo y mi botón de placer, logrando llevarme en minutos al punto máximo en que reventé por lo inesperado de todo este juego.

Mi gritos no se oyeron, pero el temblor de mi cuerpo y el movimiento de mi pelvis me delató. Él apuró el tranco y la hizo acabar, momentos antes de venirse él también. Todo sucedió en cuestión de minutos y yo quedé sonriente y agotada, con el mejor orgasmo conocido hasta entonces.

Terminé la noche durmiendo entre ambos,y con ganas de repetir una aventura así con mi nueva Jefa o con otro maduro como ese.

Solo les adelantaré que con el segundo cliente mi nueva Jefa me advirtió que iba a ser mucho más rudo y que aprendería lo que era ser realmente sometida en la cama, y que me pagaría incluso más que la primera vez. Mi ojos brillaron, no sé si por el elevado monto que dijo, o por que esa era mi fantasía incumplida.

Resignada a que no podría arrancar del deseo que sentía por aquel hombre y aburrida de la rutina he decidido cortar todo laso que me retenga y apague la llama que hace un tiempo encendieron en mi interior.

No tengo como justificar que él tenga su familia formada y que lleve tantos años con su compañera, solo sé que el hormigueo entre mis piernas lo llama a diario y que nunca he gozado mas de la pasión como lo hago en sus brazos. Nunca he mojado más mi pantalón que al sentir su voz ronca en mi oído y esas ganas de querer subirme en su regazo sin importar la hora y el lugar. El calor que provoca en la mañana al notar su miembro duro presionando contra su ropa y el deseo de tenerlo en mi interior a penas baja de su auto. El solo recuerdo de su pene erecto entrando en mi interior me moja por completo y me hace extrañarlo aun sabiendo que está a un piso de distancia. Que si pudiéramos estaríamos besándonos y acariciándonos, entre gemidos y respiraciones agitadas.

En estos momentos sentada en mi puesto con mis compañeros de trabajo ensimismados solo pienso en subir ese piso, acercarme gateando a su puesto y por debajo de la mesa acariciar y morder encima de su ropa hasta sentir su erección; desabrochar su pantalón, bajar su ropa interior y acariciar su miembro con ambas manos; de arriba hacia abajo; de un lado a otro, Notando como se endurece y moja ante mí. Se me hace agua la boca de pensar en que podría darle pequeños besos y rozar mis labios en su glande lentamente hasta sentir sus palpitaciones. Me humedece pensar en su rostro al pasar mi lengua desde el inicio de su grueso miembro hasta su caliente punta; de imaginar cómo me quemarían sus ojos ardientes al tenerlo todo en mi boca y al succionar lentamente. Cuanto daría por poder devorarlo como todo un festín, aprovechar la lubricación para tomarlo entre mis manos mientras mi boca lo retiene y mi lengua recorre centímetro a centímetro. De seguro su instinto dominante lo gobernaría y tomaría mi cabeza para penetrar mi boca de la forma más bestial que se le permitiera. No cabe duda que profundizaría sus embestidas y aumentaría el ritmo hasta correrse en mi interior no dejando otra opción más que devorar toda su excitación.

Si de mí dependiera me sentaría encima de él y le ofrecería mis pezones para que los devoré, para endurecerlos solo como él puede. Feliz llevaría su mano a mi entrepierna reclamando esos movimientos circulares que me hacen vibrar, deseando sentirlo en mi interior y mordiendo su hombro para contener los gritos, mis caderas se moverían por si solas y buscarían profundizar aún más el roce entre su piel y la mía. Me correría en sus manos y ahogaría mis gemidos en sus labios. Con las mejillas rojas y la ropa a medio arregla volvería a mi puesto a pretender que continuo con mi trabajo con las palpitaciones en la entrepiernas que no me permiten olvidarme de ese hombre que enciende mi interior y quema todo a su alrededor.

Tan pronto llegamos a casa de los Clay, nos saludamos calidamente y Clear se apresto de inmediato, visiblemente exitada ya, a llevarnos a la sala y alli mismo me pidio le ayudara a encuerar a Allan, mi esposo.

Allan ya estaba en antecedentes de lo que ocurriria esa noche, despues de una anterior en que habia venido sola a un bacanal aqui mismo.

‘Si quieres CBD hay en el buro en el cuarto frente al mio, toma lo que necesites, alli hay ropita sexi para ti…aunque no creo que la necesites cone se cuerpaso” me dijo Clear.

Fie entonces a dicha habitacion, encontre el CBD y despues de quitarme el vestido. Ajn con las poantaletas puestas me puse generosamente CBD en los labios externos e internos,a si como en el clitoris. Era una sensacion agradable y calida.

Deje todos los sexi trapitos y los puse sobre la silla a un lado del buro. Y me desnude por completo patra recostarme de lado viendome de frente en el espejo a un lado de la cama.

Pase me idedo por el clitoris y comence a sentir que el CBD comenzaba a hacer su trabajo Aunque esta no era la primera vez que usaba este aceite, ya que la semana anterior me habia puesto algunas gotas sobre el clitoris mientras veia a Ike cogerse a una tipa en un trio con el esposo de ella. La idea era masturbarme mientras estaba de mirona.

Recuordaba en ese momento cuando justo me ponia la mano sobre mi concha cuando por detras llego Mario, el socio de Ike, y me froto la ralla de las nalgas con su pene erecto junto a jun saludo susurrado en el oido, lo que me exito un poco.

Mientras pensaba en esa situacion, me iba acomodando para quedar de lado, y verme por completo desnuda como unja diosa, dando la espalda a la puerta y mirando de frente a aquel espejo donde me veia como alguien que aun levanta, como dice Allan, vergas.

Estaba recordando la manoseada que nos dimos, Mario y yo, en aquella ocacion en una salita cerca de los cuartos, sin que llegaramos a la penetracion, y no por no quererla, yo ya habria abierto las piernas, y afojado el mastique como dice Allan, pero Laura, la esposa de Mar io interrumpio todo, pero igual, a la mera y me coge otro dia, se le sentia sabrosa la verga.

Estaba en eso cuando al escuchar un casi imperceptible sonido de ropa deslisandose por un cuerpo, me di cuenta que tras de mi, Ike se estaba quitando los boxers y mostraba un pene preciosamente erguido…monumental falo que mi vagina comenzaba a requerir ya sumida por completo bajo el efecto del CBD.

Ninguno de los dos expresamos palabra alguna, por mi cuenta, yo segui de lado gosando mi desnudes enmarcada en la redondes de mis pechos y la suculenta porcion entumecida y empapada en licores vaginales, estaba cachondamente hirbiendo. La presencia de Ike con ese mosquete en alto me exito aun mas.

Ike llego por detras de mi, me dio un breve beso en el cuello, que luego se convirtio en chupete. Senti como su mano buscaba primero mi cintura, para reocrrer despues la caadera y subir acariciando la nalga cuan redonda y prominente es, para luego continuar acariciando la espalda camino arriba.

Yo seguia sin hacer movimiento alguno, ni expresar nada en lo absoluto, simplemente me entregue a las caricias entregada y espetrando por lo que vendria despues. Era una manera de recordar otras ocacions romanticas que la hacian sentir a una apreciada, deseada yy unica para ser poseida.

Cuando su mano busco meterse por debajo de mi brazo para alcanzar mis pechos, hice mi primer movimiento moviendo mi cadera en busca del pene de Ike para que este chocara con mis nalgas.

Cuando logre hacer el contacto, deje que su mano, que aun buscaba el perfil para posarse en mis tetas, ya llenas de sangre por la excitacion, se hiciera de ellas y jugara placenteramente. Entonces me decidi por jalar una de mis nalgas hacia arriba, abriendo asi un espacio de manera que la pija de Ike comenzara a rosar mi ano. Hmmm que prometedora noche me esperaba.

Ike entendio la intencion de mi maniobra y comenso a friccioar su falo sobre la carnosidad de mi esfinter, lo que agradeci dandole empujoncitos cuando el me resbalaba su verga sobre el culo.

Yo difrutaba la vista de sus manos retosando en mis senos, y la forma cadensiosa en que nos moviamos los dos entre pene, nalgas y culo.

Llegue entonces a sentir esa baba que denota exitacion extrema en los hombres, que de echo me gusta saborear pues es mas dulsona que la eyaculacion total que no me place. Prefiero esos chorros en su casita, o bien dnetro del culo, pero no en mi boca.

Eso Allan lo tenia muy claro y cuando le mamo la verga el me anticipa la eyaculacion ,para entonces dejar de chuparsela para dejarlo decansar un poco y luego seguir cogiendo.

Pero igual eso no tenia nada que ver entocnes.

Habrian pasado tal vez 10 minutos, tal vez on poco mas, Ike se medio incorporo y me volteo boca arriba con fuerza, no dandome oportunidad a oponerme a su deseo, por lo que mis senos quedaron como dormidos sobre mi pecho.

Ike agarrando el mas lejano a el lo apretujo, lo amazo y lo acaricio hasta llegar al peson dandole pelliscos en forma delicada. Yo por mi parte me atore en su pija acariciandole el glande y de vez en cuando jalandosela brevemente.

Entonces se me antojo ver la reaccion de Ike al jalarle la pija y sobarle los huevos, por lo que me puse de lado, mejorando la vista de mis tetas frente a ike, que no les quitaba el ojo mientras acariciaba uno de los cantaros mielosos de mis senos.

Asi permanecimos un rato, hasta que la mano de Ike comenzo el viaja hacia abajo y lo veia como dirigia su vista, a pesar de estar tan cerca uno del otro, hacia el triangulito de pelambre recortado de mi monte pubico.

Viviendo ese viaje, deje de agarrarle pene y testiculos y llevando un poco mi torso hacia atras, permiti que una de mis piernas se doblara dejando abierta la gruta entre mis piernas, donde ya los dedos de Ike exploraban la frontera de los labios y la tersura de mi clitoris ya erecto.

Fue una delicia de caricias la que me dio Ike, justo ese fue ese el momento en el que dije: “Hola Ike”, a lo que el me contesto con una sonrisa, sin dejar de ver mi pierna abierta sobre la rodilla de la otra: “Hola Loan, Que bien estas” y termino con un gemido de placer que me adulo.

Ike me siguia frotando el clitoris cuando le pregunte: “Viste a Clear y a Allan?

“Si estan cogiendo en la sala, Clear se la esta pasando super ensartada por tu esposo” me dijo llevando la mano mojada en el elixir vaginal rumbo a mis nalgas, y juntandose a mi, casi chocando pubis con pubis, descubrio con su dedo mi culo escondido entre ambas nalgas. Le ayude, o me ayude yo misma, jalando ambas, ahora de par en par, mientras me volteaba bocabajo.

“Es esto lo que buscabas” , le pregunte mientras volteaba mi cara frente al espejo a fin de gozar visiual y sensualmente la maniobra.

“Me encanta tu culo” me dijo entrecortado. “Estas cogiblemente fenomenal” siguio deleitandose tactil y visualmente de mi ano abierto y palpitante.

Cuando Ike se incorporo, sentandose a mi lado, para luego ponerse de rodillas sobre la cama, y al notar que su verga no estaba a mi vista, abri las piernas, subi con cadencia mis caderas una y otra vez, mirando como ponia atencion Ike sobre el movimiento.

Ike se incorporo mas y se movio hacia el lado de la piesera de la cama, me tomo de losmtobillos y los jalo con fuerza y agilidad, respondiendo yo doblando las rodillas para quedar sensualmente acomodada de perrito a la merced de su pija.

“Metela en su casita Ike, ya habra tiempo para que me la metas por atras” le dije sobandome una de las nalgas.

Cuando estaba por hacerme de uno de los almohadones para reca=rgar mi torso en el mientras me ;cogie Ike, El me tomo de la orquilla de las caderas y me jalo hacia el, llendo su pija por encima de la ralla de mis nalgas.

“A donde vas chiquita” me dijo afectivamente mientras daba unos pasones de pene sobre mi rajada posterior.

Su verga no tardo en entrar dando eumpujoncitos temerosos dentro de mi pucha, primero el glande coqueteo con mis labios, Ike los abrio uno a uno y dejo que el galnde se regocijara en las miel;es de su panocha. Despues de eso dio metiditas explorativas hasta ir introduciendo todo el fierro ardiente en mi ya inundada pucha y el empujar de su palo, de lleno y completo hasta topar con mio utero.

Alli lo dejo un poquito, empujando un poco mas cada unos 5 segundos. Lo que me entusiasmaba, aunque al principio senti algo de incomodidad, mas que de dolor, pero bueno tenia mucho de no mcoger y crei que era normal por ello.

“Tengo meses, casi anos sin coger” le dije, “y meduele un poquito” le dije un gtanto lastimeramente.

“Esta bien, no te la voy a clavar hasta el tope, pero te voy a dar con mas fuerza y velocidad…VA?”

”Tu dices…dale pues” agregue.

“Te pusiste los aceites de mariguana? Me pregunto.

“Por eso estoy asi de caliente y inundada en mieles” agregue mientras me di una nalgada como indicandole que dejara de hablar y me la dejara ir como propuso.

Me tomo por las caderas, y comenso a atraerme cada vez que empujaba su pija en my recoveco.

El ritmo comenzo a acrecentarse, lo miraba de lado mientras me perforaba y veia como mis nalgas se movian ritmicamente ante el impetu de la generosidad de sus arremetidas y empujones.

En un momento, senti como con sus manos me apretaba las nalgas, casi como rasguno, yo le respingaba las caderas en busqueda de otro tipo de movimientos de el ya que nunca me han gustado esos apretones como los que Ike me estaba dando.

AL retomar el control vi como con curiosidad infantil miraba como mis membranas vaginales saliad cuando me sacaba la verga y como mi cuerpo viajaba al frente cuandio me la metia. El gozaba indudablemente viendo como mis chichis se balanceaban, daban medios giros y chocaban una cion otra con un explendidfo y sonoro chasquido de las generosas carnes de mis pechos saltones.

Ahoera que para sentir mas su verga viajar por mis adentros, deje que mi cuerpo descansara en mis antebrasos, quedando mis pesones apenas posados sobre el acolchado de la cama. El rosar de ellos contra la tela me trajo una sensacion que no conocia, un placer contendido que me entumecia los hombros y el cuello y comence a resoplar, augurio de un orgasmo, mismo que siguio a la corrida de Ike dentro de mi canal vaginal.

Los dos explotamos casi al mismo tiempo, yo siguiendo su encorbada maniobra y el gemido seguido por respiracion acelerada.

“Hay muchachita, me sacaste toda la leche con esta cogida” me dijo cortesmente agregando ademas: “Me encanto que te fueras al mismo tiempo que yo”. Y dicho eso se ensalibo el dedo y lo puso firme sobre mi culo, metiendo el pulgar cuando hondo pudo, haciendome respingar mas por la sorpresa que por negacion tal vez.

“Meteme la lengua por atras” le dije.

“Por el culo? Me pregunto

“si, por alli” le conteste

“dimelo con las palabras correctas” asevero.

“Ya, andale” casi le suplique.

“Na nai, asi no, aunque me muero de ganas de hacerlo/

“Ya, meteme la lengua por alli”

“Dilo, simplemente dilo” e hizo una pausa. “Ike, metemela lengua por el culo” y yo me lo cmo todito.

“Bien poues, meteme la lengua por el culo” ya un tanto “molesta”

“Asi esta mejor, lo que quieras de mi me lo pides con su nombre y te lo doy…VA?

“Mi culo espera!” le dije en forma cortante.

Y de inmediato se acomodo a orcajadas dentras de mi, abrio ambas nalgas el mismo y me comenzo a limpiar alrededor con su lengua, dejandome el ano ensalibado por fuera.

Luego me agarre yo las nalgas, las abri cuanto pude, como si me fuera a meter su verga, y le pedi de nuevo que me la metiera.

Goce por varios minutos las incurciones de su lengua rasposita, la saliba que la envolvia iba lubricando ,mi ano para mas adelante.

De pronto decidi irme al frente, y poniendome de rodillas, con las piernas abiertas, frente a el le pedi se acomodara boca arriba para montarlo, me encana esa faena, Allan la disfruta a mil y era muy frecuente que lo hicieramos asi, yo por mi parte veia como mis tetas iban y venian oscilando de arriba a abajo golpetenado my abdomen y chasqueando al viento al subir y bajar enfundando su verga en mi abertura vaginal.

De pronmto vi como si estiviera a pjnto de irse de nuevo Ike y hyo realmente no estaba dispuesta a que eso pasara, no aun. Por ello deje de montarlo y llendo al frente, descansando mis pechos en su torso comence a subir y bajar la cadera, dejando asi que el movimiento hiciera de la cogida algo mas intimo y cercanamente apegados el uno al otro.

Ike me quiso besar, pero yo no le di jalon haciendo que el ritmo de mi subida y bajada de cadera hiciera que su verga entrara y saliera de su cuevita con mas rigides y me aprete a su torso escondiendo mi cara entre su cuello y la cama subiendo y bajando las nalgas comiendome su verga en la oquedad de mi vagina.

Qaue rica maniobra resultaba cjuando me corri deliciosamente mienytras me amazaba el las nalgas, quieriendo alcanzar de nuevo mi trasero para escudrinar en sus deliciosas honduras.

Como una descarga electrica me tumbo de lado el orgasmo y quede con las piernas cerradas, cada musculo tensado, y sobandome el beintre bajo termine la corrida con gemidos y estertores que poresencio Ike a mi lado.

“Woooohhhh, que manera de irte…me exitas Loan” susurro a mi lado como si quisiera que guardaramos el secreto de su sentir.

“Cuando volvi en mi de nuevo, ya relajada me puse de lado, dejando que mis senos calleran de lado atraidos por la fuerza de gravedad, y mirando directamente a Ike le propuse ir a ver como se estaban cogiendo Allan y clear, lo que le parecio oportunamente cachondo.

En fin, llegamos a la barra de la cocina, frente a donde Allan se cogia a Clear sabrosamente, mientras Ike posado tras de mi, me abrio de piernas, me aparto un poco de la barra, me pidio respingara las nalgas y tanteando mi oquedad con sus dedos, se aseguro de separar los labios externos e internos para acomodarme el glande y comenzar de nuevo a penetrarme tomando con ambas manos mis chichis en tanto me perforaba ritmicamente la pucha, que aun sentia la placentera sensacion del ultimo orgasmo, lo que mi cuerpo agradecio respingando aun mas mis caderas, haciendo asi mas facil que Ike me empujara duro la verga en mi. panocha.

Me cogia con dedicada atencion, mirando como se estremecian mis nalgas al meterme su verga para luego ver las oscilantes tetas cuandom me la sacaba. Y estas sumidas en las manos de Ike appretujandolas con delicadesa y rosando de vez en vez mis pesones, que antes habian gozado la fricion de la tela de la colcha de la cama. Ahora eran sus dedos los que me producian ese placer acrecentado.

En dado momento, cuando Allan le saco la verga a Clear, quien estaba gritando de placer tras un orgasmo que Allan disfruto ver, el siempre se sintio campeon cjuando yo me iba, y lo agradecia afectivamente volviendome a coger.

Pero esta vez Ike interrumpio la costumbre de Allan al preguntarle: “Cuando nos cogemos a la Loan? Ya quiero metersela por el culo, no se tu que dices” y espero respuesta dejando el mete saca interrumpido, aunque toda la choncla de su falo estaba apretujada hasta el fondo de mi vagina.

“Ustedes dicen. Yo, encantado y listo” asevero Allan tomando una toallita para limpiarse las mieles de la panocha de Clear, que aun se estremecia en tensiones y retorcidas.

“Vamos pues” dijo Clear. “Yo me hago una chaqueta para no quedarme atras y quedar a la espera de lo que me toque.

Y asi, sin mas, nos fuimos directo al cuarto de ellos, Allan para pronto se recosto con jun almohadon a la altura de los hombros, en tanto yo me disponia a montarlo mientras Ike se aprestaba a preparar mi ano para que me penetrara por la parte posterior en mi primer trio, Fantasia de Allan y mia de tiempo atras.

Galope sobre la pija de Allan, ensartandome en el y subiendo y bajando mis caderas para quedar empalada mientras mis pechos abrazaban a mi esposo querido, aunque el deseado en ese momento era el palo de Ike en mi culo.

Cuando al fin estuvo listo Ike, me levanto las caderas con un ademan, dejo mis pechos flotando sobre el torso de Allan y a la mirada perversa de Clear al ver a su esposo gozarse con mi humanidad.

Con el pulgas husmeo entre las carnes escondidas bajo las nalgas, justo a la mitad de la ralla que las separa. Con las mieles de mi pucha aun humedas en su pene me unto el culo y lo masageo hasta que fue abriendose poco a poco.

“Puja tantito” me pidio Ike. Y puje sintiendo como entraba su pulgar mieloso en la oecuridad del ana.

“Te voy a meter nada mas la cabeza” me fue instruyendo, “cuando sientas que la cabeza se posa en tu culo puja para que yo empouje cuando abres el hoyo”.

Justo cuando senti que recargo el glande esobre el ano, puje, notandolo el en los musculos alrededor de mi cadera, donde habia puesto sus manos para controlar toda maniobra durante el trio.

“Puja otra Vez muchachita para dejarte ir poco a poco la verga, que vas a sentir entrar y no vas a querer que te deje de nuevo.” y luego de esto solo dijo “Ahora!” y antes de que yo pujara el me metio media estocada y en cuanto sintio mi pujido me la dejo ir hasta adentro haciendome que me encorbara un poco.

“Muy bien, ya esta adentro”, tomando un respiro, continuo: “Ahora solo es cosa de que la comience a mover hasta que me pidas que te la de dura y hasta adentro”.

Y bien dicho comenzo a ir de menos a mas dejandome cada momento una sensacion de lleno completo a cada metida.

Yo estimo que estaba metiendomela y sacandomela unas 300 veces por minuto, los escuchaba a los dos respitrar soficadamente entre mi prpio sofoque mesclado con gemidos de placer, dolor, y delirio de ser poseida mas salvagemente.

Perdi la nocion del tiempo, me fui sin poder trensar mis musculos, grite profundamente de placer al correrme por ultima vez esa noche y senti a la vez como los dos, los que me cogian con profunda ansiedad y placer se ivan tambien jadeando entre respiracion cortada y tension por ele xceso de placer que electrizaba sus glandes sobremanera.

Por mi parte aproveche esa situacion para irme a acostar a jun lado, mientras termine de ver como terminaba su chaquera la Clear.

Me recoste boca abajo con una de mis manos agarrada de mi concha, con los dedos indice, medio y anular, sumidos entre mis piernas, mientras los demas acariciaban mis labios externos.

“Quieres descansar un poco? Pregunto Clear.

Mientras yo veia como se leventaban Allan y Ike y veia que el aun la tenia bien parada por el efecto del viagra.

“Te falta algo Loan?” pregunto Ike. “Ya tu fantasia esta lograda verdad?”.

“En parte,” le conteste sin titubear mirando como Allan abrio los ojos con admiracion y sorpresa.

“Hay otra parte que completa mi fantasia” continue. “Ya que el trio es una fantasia de pareja, pero Allan sabe que mi fantasia se completa viendo yo que se lo coja otro hombre.” hice una pausa mirando directamente a Allan”

Allan contesto a la vez: “Yo te dije que si conocias a alguien o si te gustaria que alguien me cogiera”. Y volteo a vernos a los tres.

“Allan, Ike de seguro te la mete” dijo Clear, “y asi Loan completara su sueno sexual.

“Clear, tienes tu jun sueno sexualk inalcanzado hasta hoy?” pregunte como si fuera parte de conversacion mientras veia como Allan se incorporaba, y Ike se limpiaba la verga mienras iba por lubricante que de seguro necesitaria Allan para disfrutar la cogida.

“Si, tengo un sueno erotico inalcanzado aun” contesto Clear.

Y la siguniente pregunta obligada era pedir que nos la compartiera.

Pero Ike se le adelanto al decir con claridad vacercandose a mi para agarrarme las chichi y decirme directamente a mi: “Cachondearte y hacerte una chaqueta a ti”.

Con cierto nerviosismo pregunte: “Desde cuando tienes ese sueno erotico?”

Desde que fuimos a la playa y te metiste a cambiar el bikini en el cuarto. Ike estaba en el closes sacando unas cosas para la playa y te vio encuerada. Cuandom me lo platico primero me disguste mucho, pero luego en la noche me descubri masrturbandome pensando en ti desnuda en mis manos.

YA no entro en mas detalles, esa nocha al terminar nuestras faenas, despues de retromar el aliento, las manos de Clear me introdujeron a un placer desconicido, mientras yo era testigo de mcomo se cogian a Allan por el culo y como lo disfrutaban el y Ike.

Cuando llegué a Madrid estaba pletórica, pensaba que dejaba atrás todo y que tenía una oportunidad de renacer, limpia, nueva y fresca.

Mi tía me acogió bien y compartí habitación con una prima. Madrid era distinto, nadie se fijaba en ti, a nadie parecía importarle lo que fueras, solo lo que hicieras. Todo era un nuevo empezar, cada día conocías a gente diferente, con solo cambiarte de barrio era suficiente para que nadie te conociera y que pudieras hacer nuevas amistades sin el lastre de tu pasado, incluso del más reciente. Esa ciudad supuso todo un chute de energía para mí, tanto, que durante mucho tiempo mi condición de demonio dejo de exigir su tributo de sangre.

Encontré trabajo en una peluquería donde comencé a aprender el oficio. Además ayudaba en casa de mi tía y (en lo personal), mi prima me integró en su pandilla de amigos. Éramos de la misma edad y sin llegar a hacernos íntimas (tengo cierta dificultad como habrás podido comprobar para establecer relaciones profundas), nos llevamos bastante bien.

Tuve un novio. Estuvimos un tiempo, lo deje y me eché otro, volví a cortar… todo me parecía bastante divertido y bastante intenso, lejos del dramatismo que tuvo mi primer enamoramiento.

El ritmo de la capital era acelerado, banal y simple. El amor y el sexo se consumían cómo quién consume un cubata en una fiesta de estudiantes: a tragos rápidos. Fue una época buena. Descubrí que podía disfrutar de mi cuerpo y de las relaciones con otros a pesar de lo que me había sucedido, si bien es cierto que nada podía ser tan intenso como esos orgasmos que tenía justo después de haberme cobrado mis piezas, con la sangre aún caliente. Hubo una temporada que prácticamente cambiaba de chico cada fin de semana. Me fascinaba cómo aprendía el arte de manejarlos, de manipularlos para hacer lo que a mí me venía bien. Claro que yo podía leer sus mentes, así que todo era mucho más sencillo.

Hasta que un día volvió el demonio, o más bien resucitó, porque nunca se había ido del todo. Yo lo seguía teniendo presente, notaba que había anidado y que simplemente estaba hibernando en mí, esperando el momento propicio para volver a manifestarse. No era algo que me preocupara especialmente: si tenía que volver a matar lo haría, simplemente es que en ese momento me parecía inoportuno. Por primera vez en la vida todo me iba bien.

Hasta que conocí a la vieja y su asistente. Paquita venía a la peluquería una vez al mes. Una señora mayor, cascarrabias, mal encarada y avara. En la peluquería siempre me la dejaban a mí porque era la única que sabía manejarla. La acompañada una chica sudamericana que hacía las veces de acompañante y criada. Ella ya no podía salir sola a la calle y no le quedó más remedio que contratar a alguien. El resentimiento por depender de otra persona para algunas cosas y el mar carácter eran patentes, no hacía falta tener mi don de leer las almas para darse cuenta que aquellas dos se odiaban la una a la otra de la peor forma que puede hacerse, de una manera solapada, sorda, sin decírselo, larvando su inquina día a día, hora a hora y minuto a minuto que tenían que pasar juntas, necesitándose pero odiándose.

Y un buen día pude percibir algo más. Una pulsación maligna, otro diablo queriendo nacer, yo bien conocía los síntomas.

Paquita tenía obsesión con el dinero y no se hablaba con la familia, era una vieja solterona que no tenía trato con el hermano que le quedaba ni con sus sobrinos. Después de las noticias de las estafas con preferentes a gente mayor, había llegado a la conclusión de que los bancos le iban a robar su dinero de una forma u otra, así que decidió sacar sus ahorros y los guardaba en una caja oculta en un armario. Siempre se la veía preocupada, en su mente constantemente podía leer una cierta inquietud porque Flor, la chica sudamericana, la encontrara y acabara robándole, o porque cualquiera pudiera entrar en la casa y llevarse el dinero, eso le quitaba el sueño. Estaba decidida a hacerse una caja fuerte bien disimulada, solo esperaba que Flor cogiera vacaciones. Un sitio seguro dónde guardar el dinero y que pasara totalmente desapercibido, pero claro, tenía que encargárselo a un albañil o a una empresa especializada. No sabía que le dolía más, el dinero que le iban a cobrar o el que tuviera que ponerse en manos de extraños para ocultar su pequeña fortuna.

Tarea inútil porque yo había podido ver los pensamientos de Flor y ella ya sabía perfectamente de la existencia de lo que ocultaba.

Hubo una pulsión, una perturbación en la sala que yo solo pude notar. Entre ruidos de secadores, la charla de las clientas y el clic – clac de las tijeras lo percibí nítido: un deseo de matar, de acabar con una vida. Mientras Flor esperaba hacía planes para matar a la vieja. No es que deseara su muerte o simplemente que fantaseara con la posibilidad de acabar con su vida, lo analizaba totalmente en serio, valorando pros y contras.

Paquita no le había dicho nadie lo del dinero, no se fiaba ni de su familia ni de los bancos. Si ella moría, nadie sabría nunca que tenía el dinero en casa guardado desde hace más de un año, ni qué habría sucedido con él. El problema para Flor es cómo debía morir. Cualquier muerte repentina y no justificada la pondría en el punto de mira a ella.

No, era mejor esperar. Aquello se le hacía insoportable pero era lo mejor. Los achaques la asediaban, entre ellos el marcapasos que estaba ya para cambiarlo y ella se negaba a ingresar al hospital. Algún día se la encontraría frita, de muerte natural, y entonces sería su momento para hacer desaparecer la caja antes de dar aviso. Tendría que sufrirla un tiempo más pero era la mejor opción. Quizás pudiera ayudar dándole algo que la desequilibrara. Tendría que mirarlo. Quizás en Internet consiguiera encontrar ayuda. No sabía si podría aguantar otro año más con ella, pero no estaba dispuesta a irse con las manos vacías después de haber soportado a la vieja impertinente durante tantos meses. En cada visita que hacían parecían repetirse las mismas ideas, el mismo asco insoportable. Aquella vieja que no soportaba verse hecha una anciana y el deseo de su interna de acabar con aquella relación insufrible y hacerse con el botín. Seguía valorando opciones sobre distintas formas de provocarle un ataque cardíaco o de envenenarla sin que quedara rastro en una posible autopsia.

Demasiado para que no renaciera en mí el deseo de lo que ya te puedes imaginar. Ahora me sentía menos vengadora: el impulso de eliminar el mal ya cada vez me preocupaba en menor medida, era la brutal excitación que me embargaba al llevar a cabo el acto en sí de eliminar una vida. Deseaba sentirme otra vez poderosa, llegar al éxtasis. Era como un zumbido todo el día en mi cabeza, no podía ignorar el impulso. Pensé que todo había cambiado, que podría controlarlo, que no se volvería a repetir, pero estaba equivocada porque yo quería que sucediera y tarde o temprano iba a pasar. Y de hecho pasó.

Esta vez me permití el lujo de planear con detalle todo el asunto. En realidad no estaba del todo decidida. No quería complicarme la vida pero una vez que se despierta el instinto ya es imposible ignorarlo. Y yo había olido sangre. Así que empecé a seguirlas, conseguí averiguar dónde vivían y las horas en que entraban y salían. Me recreé en los detalles, quizás solo con imaginarlo fuera suficiente, me decía, pero no, no bastaba con soñarlo, no después de haber matado antes.

Pronto averigüé a que portero había que llamar para que con un simple “cartero comercial” me abrieran la puerta. También investigué el edificio, descubriendo que me podía ocultar arriba del todo, en el último piso, en un hueco que había junto a la caja del ascensor donde no subía nadie porque la azotea no era registrable, a excepción de aquellos vecinos que tenían trastero arriba. Revisé bien todo y me di cuenta que a la pequeña habitación guardamuebles solo subía Flor. Manías de la Paquita que no quería tender en el balcón y la mandaba con la colada arriba, para airear en esa habitación la ropa mojada.

Sabía cómo entrar y cómo ocultarme, faltaba decidir a quién matar y como. Dispuse que mi víctima sería Flor. Había una pulsión asesina en ella que me atraía. Me preguntaba cómo sería matar a una mujer parecida, aunque solo fuera en algo, a mí misma. Solo si las circunstancias eran muy favorables me permitiría ir a por Paquita, que sin embargo no me atraía mucho. Para mí no resulta excitante matar a gente tan mayor. Así que solo lo haría si se cruzaba en mi camino.

Una vez más y con una buena dosis de suerte todo resultó sorprendentemente fácil. Solo tuve que ocultarme arriba y esperar que Flor llegara cargada con la colada. Ya una vez la había dejado pasar, días antes, porque justo cuando subía oí ruido en la escalera. Algún vecino entrando o saliendo, de modo que me oculté en el hueco tras el ascensor y la dejé entrar y salir sin hacerle ningún daño.

A la segunda resultó bien. Era un día festivo y la mayoría de la gente se había ido de puente. Yo libraba en la peluquería. Era jueves y amaneció un día soleado. Normalmente Paquita hacia la colada una vez a la semana, jueves o viernes. Supuse que esa mañana aprovecharía para abrir la ventana del trastero y poner la ropa al sol. Hubo suerte: tuve que esperar un buen rato pero Flor apareció con la colada. Con las manos ocupadas y totalmente desprevenida porque nunca supuso que allí pudiera haber nadie esperándola. Le di un golpe por detrás, fuerte y contundente con una barra de hierro. No llegó ni a verme, un solo golpe fue suficiente para dejarla semiinconsciente. Por un momento tuve la tentación de recrearme practicándole algún ritual similar a los que había practicado en Málaga, pero no me gustaba nada el sitio. Estaba al final de la escalera y aunque era discreto, si ella llegaba a gritar o alguien nos descubría yo no tendría escapatoria, solo había una salida. Por ello actúe rápido. De nuevo, usé el cordel y la estrangulé, pasando un lazo por el cuello y tirando con todas mis fuerzas tras pasarlo por el barrote del barandal. Fue rápido, ella estaba casi inconsciente y no pudo ofrecer resistencia.

En esta ocasión no me detuve a masturbarme. Estaba demasiado nerviosa y alterada, cuando le desgarré el vientre me puse a temblar. No era miedo, claro, sino simple y brutal excitación. Tan trastornada me encontraba que no podía darme placer en ese instante. Decidí centrarme, no quería cometer errores, de forma que procedí a revisar el hueco, viendo que todo seguía tranquilo en el edificio. Sustituí el cordel por una cuerda más gruesa y no sin cierta dificultad, conseguí lanzar el cuerpo por el vano de la escalera. Quedó colgando del último tramo, aunque la bajé más antes de anudar el cabo y fijarla. Era el momento más delicado para mí, de forma que salí disparada. Solo me detuve un instante para verla desde abajo. Era una composición brutal que todavía llevo fija en la retina. Podría decir que mi obra maestra hasta entonces: atrevida, rompedora, cruel. Aun no la he superado. Pasé meses masturbándome solo con esa escena. Quede saciada hasta tal punto que transcurrió un año entero antes de decidirme a matar de nuevo.

Aquello fue el acabose. Seguro que lo recuerdas, salió en todas las noticias. Yo evitaba verlo en casa de mi tía porque se me ponía una sonrisa de oreja a oreja y no quería que me consideraran rara. Pero fue un boom que puso todo patas arriba.

Había preparado una coartada llamando a un chico con el que había salido un par de semanas atrás. Pasamos el mediodía y la tarde juntos. Salimos a almorzar y luego follamos un par de veces. Pero no tuve que utilizarla, la policía no vino a la peluquería a preguntar. O no se les ocurrió o debieron pensar que no era relevante, ya que Paquita y Flor solamente venían una vez al mes. Tampoco a nadie se le ocurrió relacionarlo con los asesinatos de Málaga. En este caso no la violé y, a pesar del estrangulamiento y los cortes en el abdomen, entendieron que era un asesino diferente. O quisieron entenderlo, porque estoy segura que durante unos meses debieron estar acojonados pensando que tenían un asesino en serie, pero como vieron que pasaba un año sin más víctimas, debieron acabar concluyendo que había sido un asesinato aislado. Con una macabra parafernalia pero único al fin y al cabo, posiblemente producto de una venganza.

Lo cierto es que durante ese tiempo me calmé un poco y me volví más reflexiva. Me decía que tenía que seleccionar mejor mis futuras víctimas. A todas, hasta ahora, las conocía y eso implicaba que tarde o temprano alguien podría atar cabos y encontrar el hilo conductor. Por el momento he tenido buena estrella, pero la suerte algún día se acaba y basta con que te venga una mano mal dada de cartas para que se acabe el juego. Al menos en mi caso no me podía permitir ni un fallo. La próxima víctima (decidí), no sería de mi entorno. Pero entonces ¿cómo lo haría? No lo sabía pero en ese momento la sed de sangre no me apremiaba, con lo cual decidí esperar y observar. La ocasión se presentará y la candidata también, pensaba, y de nuevo acerté.

Nosotras vivíamos en Aluche, junto a la carretera de Extremadura. Tras el trabajo muchas tardes y noches, salía a correr. Me gustaba correr sola. Tantas horas en la peluquería exigían tener buenas piernas para permanecer de pie, pero por otro lado, el estar allí de plantón cortando el pelo, cogiendo rulos o haciendo mechas, hacía que te quedaras un poco anquilosada. En ese momento el único deporte que hacía era el footing. Ahora todos se lo llaman running pero para mí era lo mismo, salir a desconectar con mi música mientras corría, no pensando en nada, simplemente sudaba todos los malos rollos presentes y pasados, me sentía libre, me sentía bien. Muchas veces mi destino era la Casa de Campo, solo tenía que cruzar la avenida.

No era un lugar muy recomendable cuando caía la noche, sobre todo por ciertas zonas, pero yo no era la única que corría y además, simplemente no sentía miedo. Me sentía poderosa, capaz de enfrentarme a lo que fuera. Siempre llevaba una navaja y lo que era aún más importante: la determinación de usarla, de defenderme contra todo aquel que intentara hacerme daño. Hacía mucho que yo ya no contaba en el bando de las víctimas.

A veces llegaba hasta el lago donde al anochecer se juntaban un grupo de prostitutas. Esa zona era de chicas del este. No, no me daba miedo. Yo he crecido en las Veredillas y estoy acostumbrada a manejarme en ambientes complicados (ya conoces mi historia), y había decidido no sentir temor nunca más. Los proxenetas estaban casi siempre cerca pero habitualmente evitaban dejarse ver. No se metió ninguno contigo porque sabían cuáles eran sus límites y no querían líos con la policía. Un escándalo podía chafarles el negocio en un sitio tan emblemático como la Casa de Campo. Lo que me llamó la atención no fueron ellos, sino una de las chicas, rubia, menuda y vivaracha. Muy descarada. La mayoría languidecían apáticas, esperando un cliente para montárselo en el coche. Desengañadas unas, tristes otras, sumisas con su destino la mayoría.

Esta sin embargo era muy activa. Trataba de atraer a los clientes haciéndole señas, gritándoles o poniéndose en medio de la carretera. Pero no solo con ellos interactuaba. Interpelaba a cualquiera que le llamara la atención. Y yo, por algún motivo le caí en gracia.

– ¿Qué pasa rubita? Vienes mucho por aquí ¿Buscas trabajo? Te dejamos un árbol para que te pongas con nosotras.

Otras veces cambiaba el registro y se ponía en plan mujer fatal.

– Oye, esta quiere rollo. Nos mira mucho. Ven que te voy a hacer un precio especial ¿No has estado nunca con una mujer?

Nunca le dirigí la palabra. La mayoría de las veces le regalaba una sonrisa irónica y continuaba mi camino, cosa que no le hacía mucha gracia. Debía pensar que me burlaba de ella y me lanzaba un par de frases en su idioma, seguramente improperios, por el tono destemplado. Pero lo cierto es que había llamado mi atención. Ya sabes en qué sentido.

Durante un mes rondé por allí con la sola intención de saber sus costumbres y movimientos. En esas ocasiones cambiaba mi vestuario y me recogía la coleta bajo una gorra, no quería que me pudieran reconocer a posteriori y asociarme con esa zona de la Casa de Campo, sobre todo fuera de hora habitual de hacer deporte. Me di cuenta que raramente las chicas se encontraban solas en algún momento. Venían juntas y se iban juntas, generalmente en una furgoneta que proveían los proxenetas. Estos solían estar pendientes, casi siempre había uno de guardia por si había problemas con los clientes o la Pasma y también para poner orden si discutían entre ellas.

Estuve a punto de desistir, aquello era muy arriesgado, pero que quieres que te diga, me pone lo difícil. Me gusta superarme y además, por algún motivo esa chica me atraía. Era mi víctima, lo supe desde el primer instante en que la vi, de modo que decidí continuar buscando mi oportunidad. La paciencia es la primera virtud del cazador y en mi caso volvió a dar sus frutos. Observé que en ocasiones las chicas se desplazaban fuera del parque, a comprar algo de comida, agua, toallitas, etc… iban a un chino cercano o al kiosco que había en el lago si aún estaba abierto.

Fue en ese camino donde me aposté. Ropa deportiva ancha, gorra y pelo cubierto, mi mochila a la espalda con todo lo necesario. Desde lejos era difícil determinar si era chica o chico. Una noche la vi venir sola. Siempre lo hacían, no las dejaban abandonar el trabajo por parejas, pero a veces las acompañaba uno de los chulos. Examiné rápidamente el entorno. Había un breve espacio en que el camino discurría por un sendero, que la gente usaba para no andar por la carretera que ahí tenía varias curvas que podían resultar peligrosas por la falta de visión. Era el único sitio apartado de la vista donde podía actuar, ya lo tenía controlado. Le salí al encuentro y ella reaccionó con un poco de aprehensión hasta que me reconoció. Entonces me lanzó una sonrisa descarada y con una mueca en la cara me preguntó:

– ¿Te has perdido rubita? Hace mucho tiempo que no te vemos por el lago.

– Ahora corro por otro sitio. Pero hoy venía a verte, mira por dónde.

Saqué unos billetes de la mochila y se los enseñé. Bastante más de lo que valía un completo, según me había podido informar.

– Me gustaría que pasáramos unos minutos juntas ¿puedes?

– Claro – dijo ella cogiéndolos antes de que pudiera arrepentirme.

– ¿Vamos aquí mismo? No quiero nada complicado.

Nos apartamos a un rincón rodeado de matorrales altos, junto a una valla.

Miré alrededor pero nadie parecía habernos seguido. No obstante, no podía descuidarme mucho, incluso a aquellas horas y en aquel rincón apartado podía parecer alguien de improviso.

– ¿Sabes? algo me decía que tú querías tema conmigo. Tanto pasar corriendo por nuestra zona… Me he dado cuenta que te fijabas en mí – Me dijo con su acento eslavo aunque en perfecto castellano.

Yo asentí con una sonrisa. Claro que quería tema con ella. Pero no es la forma en que esperaba. Se acercó y me puso una mano en un pecho.

– Dime qué quieres que te haga.

– No quiero que me hagas nada, solo me gusta mirar. Quizás otro día me anime. En realidad me gustaría que jugaras un poquito con esto – Dije sacando un consolador de mi mochila. Ella se rio y lo tomo con la mano, limpiándolo con una toallita que sacó de su bolso.

– No es que desconfíe, se te ve una chica limpia, pero por si acaso.

Después se lo llevó a la boca y lo chupó lentamente mirándome con cara de vicio. Yo la observaba intensamente aparentando fascinación por lo que hacía.

No muy lejos se oyó el último metro pasar. Después, el lugar recobró el silencio oyéndose solo algún grillo aislado. Ella se sentó en el suelo, apoyada contra un pilar de hormigón de los que sostenían la valla y se quitó las bragas, mostrándome un sexo totalmente depilado. A la vez que se sacaba los pechos, me miraba burlona mientras sostenía el dildo.

– No es de lo más grandes que me he metido ¿También follas con tíos o solo te gusta mirar a las chicas?

– Follo mucho, no te creas – le respondí – y sí, siempre con chicos, pero estoy probando nuevas cosas.

– Muy bien guapa, hay que probar de todo, que algunas tenemos que comer.

Saqué entonces una pequeña petaca y me mojé los labios:

– ¿Quieres? – le ofrecí.

– ¿Qué es?

– Un poco de crema de Baileys, muy suave, sirve para calentar y dar ánimos.

Ella tomo la petaca y dio un trago corto, lo degustó y luego, satisfecha, otro más largo. Después continuó abriéndose de piernas y jugando con el consolador en su sexo. Se lo frotaba y lo pasaba por sus labios.

– Métetelo – le ordené.

Ella obedeció. Lo hizo sin ninguna dificultad, bien abierta para que yo la viera. Entonces simuló unos gemidos que sonaban a falsos y comenzó a follarse a sí misma. Era mala actriz, no sé si eso le servía con sus clientes pero esa impostura, esa falsa excitación, a mí me resultaba hasta molesta. Ignoro si por un solo instante, había pensado que podía engañarme y hacerme suponer que estaba disfrutando. De repente la cabeza se le fue a un lado mientras llevaba una mano a ella. Se estaba mareando. No había bebido mucho, de forma que supuse que la droga no la dormiría del todo pero me bastaba con debilitarla y confundirla. La empujé de lado y cayó apoyando las manos en el suelo.

-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? – murmuraba desconcertada.

– No te preocupes, todo está bien – le decía yo mientras sacaba unas esposas y la engrilletaba con las manos atrás. Ella se revolvió furiosa, dispuesta a no ponerme las cosas fáciles.

– ¿Qué haces? ¿Eres policía? ¡Suéltame cabrona! – me gritó mientras intentaba ponerse en pie sin conseguirlo.

Un par de golpes en la cabeza bastaron para complementar el efecto del narcótico. La chica era dura pero conseguí dejarla seminconsciente. La amordacé y luego la incorporé apoyándole la espalda contra el pie de hormigón de la valla. Uno de los listones quedaba a la altura de sus hombros. La incliné lo suficiente para que el cuello tocara con él y luego saqué un alambre que lie alrededor. Cruzando un palo empecé a girar a modo de garrote vil, apretando lo suficiente para que su tráquea se cerrara y no dejara pasar el aire. A pesar de todo, se resistió hasta el último momento y me resultó muy dificultoso, pero también es cierto que la satisfacción fue mayor. Me encantó luchar contra ella hasta el final viendo que poco a poco se iba debilitando.

Cuando acabé me levanté y observé a mi alrededor: todo estaba tranquilo nadie parecía haber oído nada, solo algún coche por la carretera cercana, a esas horas casi con seguridad, clientes en busca de prostitutas. Pero allí estábamos quitadas de la vista.

La abrí de piernas y vi el consolador que había expulsado de su interior durante el forcejeo. Lo tomé y me lo puse en la nariz: todavía olía a su coñito. De nuevo el impulso homicida generó en mí una excitación incontenible, un pulso sexual que tenía que satisfacer de manera inmediata. Me bajé los pantalones del chándal y me masturbé introduciéndomelo hasta el fondo. Aún estaba mojado del lubricante que usaba y de sus flujos. Como ves, suelo introducir variantes sobre la marcha. Cada sacrificio me inspira algún motivo nuevo de placer.

El orgasmo me sobrevino pronto o al menos eso me pareció, me vine enseguida. Antes de marcharme jugué todavía un poco con ella, ya sabes, dejando las marcas de la casa. Y luego me borré en la noche.

La semana siguiente la pasé esperando otro estallido informativo parecido al del año anterior, cuando asesiné a Flor. Pero nada de eso sucedió. No solo no relacionaron ambos crímenes, sino que además, éste paso casi desapercibido en las noticias. Era una prostituta de la Casa de Campo así que pusieron el foco en las mafias de trata de blancas, y tampoco dieron detalles de cómo había sido asesinada. Alguien decidió que no valía la pena poner nerviosa a la ciudadanía por una simple meretriz, por muy joven que fuera. No sé qué hizo exactamente la policía, pero se ve que el caso molestaba y decidieron darle carpetazo con la menor publicidad posible. En cierto modo me sentí un poco ninguneada. Los otros asesinatos habían tenido tanto foco mediático que me parecía increíble que no se publicaran los detalles y que esto pasara con una noticia de treinta segundos en el telediario. Pero para mí resultó mejor: seguía estando a salvo.

Todavía estuve un año más en Madrid hasta que una amiga me convenció de probar suerte en Barcelona. A mí me apetecía un cambio de aires, necesitaba independencia, estaba ya un poco harta de compartir habitación con mi prima aunque me llevaba bien con ella. Lo cierto es que le estoy muy agradecida a mi tía: sin su generosidad las cosas para mí hubieran sido muy distintas. Pero era hora de volar sola. Así que cuando me propusieron venirme aquí a trabajar no lo pensé. Echaba de menos el mar, la brisa que viene cargada de humedad, el olor a sal y el bullicio de una ciudad a orillas del Mediterráneo. No estaba dispuesta a volver a Málaga pero Barcelona me pareció una elección demasiado tentadora para rechazarla. Y no me equivoqué. La Ciudad Condal me acogió, cosmopolita y llena de oportunidades. No es fácil salir adelante aquí, es una ciudad cara, pero tampoco falta el trabajo.

¿Tú lo sabes bien verdad Esther? Tú también eres una refugiada, en cierta manera.

No tengo necesidad de ocultarme pero aquí ya nadie me llama Elena, todos me conocen por mi nuevo nombre: Maxim. Ya sabes de dónde viene el mote, es lo primero que le cuentan a todas las clientas del Sweet Queen. La camarera boxeadora, la chica dura y todo eso. A mí me gusta. Ahora ya no soy rubia, me teñí de morena y tengo bastante éxito entre las lesbianas. Mi cuerpo también ha cambiado, a golpe de entrenamiento he desarrollado musculatura y el boxeo me ha aportado agresividad y capacidad de sufrimiento. Aguanto bien los golpes y no dejo uno sin devolver.

¿Estás asustada después de todo lo que te he contado? Vaya pregunta tonta ¿verdad? Claro que lo estás. Te has orinado encima y veo como tiemblas. Tratas de averiguar ahora mismo si tú eres la próxima. Puedo leerte la mente, recuerda, y ahora mismo te estás preguntando si no haré contigo una excepción, si no me gustas lo suficiente como para que te deje viva. Pero piensa, cariño, después de haberte contado todo esto ¿crees que puedo dejarte ir?

No, el día que es entraste en el pub mirándolo todo con ojos como platos, pensando que estabas allí de incógnito, que nadie se iba a percatar de tu juego, ya te eché la vista encima. Fue como si llevaras una sirena en la cabeza: como para no darse cuenta. Demasiado pipiola, demasiado inocente como para que no se estableciera una conexión entre tú y yo. Es ese mismo lazo es el que me ha unido a ti. El que me ha hecho fantasear muchas noches con verte así como estás ahora, atada a la cama y amordazada, esperándome. Por eso no he podido dilatarlo más y he vuelto sobre mis pasos. Esta vez entrando con mucha más discreción, segura de que nadie me observaba y también segura de que tú me dejarías entrar sin dudarlo ni un segundo.

Durante todo este tiempo te he conocido en profundidad y sé que no eres mala, sé que no te mereces esto, pero recuerda que no estamos en Disneylandia ni tampoco en el juicio final donde los justos serán absueltos y los pecadores castigados: estamos en la puta jungla y no te puedes hacer amiga de una pantera. El instinto no perdona.

Lo siento pero me gusta variar, introducir novedades: esta es la primera vez que mato a un ángel. No te preocupes: será rápido. Luego me divertiré un poco contigo, tengo mucho tiempo, pero tú ya no sentirás nada.

¿Lloras? Bien, desahógate, es normal. Yo beberé tus lágrimas saladas. Quiero que sepas que eres especial, ya te lo he dicho, es la primera vez que mato a un ángel.

Aquello empezó una mañana de primavera en la localidad Parisina de Issy les Molineaux.

Lo primero, deciros que soy un ejecutivo de una empresa de perfumería y los productos que gestiono, se distribuyen por todo el mundo. Mido casi 1,90, rubio de ojos entre azul y gris y de unos 40 años.

En cierta ocasión, estaba yo hace ya algunos años en viaje de negocios, por aquellas tierras, cubriendo una baja de uno de mis empleados. Debía visitar unos clientes que habían iniciado una guerra comercial entre ellos bajando el precio de mis productos en sus tiendas por debajo del precio de coste. La historia era complicada, pues por un lado mis objetivos eran claros; -No perder ningún cliente pero por otro, que no se arruinaran entre ellos.

Primero me fui a ver al cliente más importante de la zona y que había iniciado la guerra. Estuve acompañándole viendo sus tiendas, almacenes, su catálogo de productos y demás información y atendiendo a todas sus explicaciones y comentarios, me fui con una idea muy clara de la situación. El tenía problemas de margen en alguna de sus tiendas, por darse cuenta que en algunas localidades debía bajar los precios, pero al tener el mismo nombre en todas sus tiendas, tenía que mantener el precio igual en todas y para poder mantenerse con menos margen pensó en abrir mas tiendas y una de ellas fue a caer en esta localidad más pequeña y con pocas tiendas.

Después de pasar toda la mañana atento a todas aquellas explicaciones, me fui a ver al cliente más pequeño de todos, pero que más se había quejado. Llego a su tienda a la hora concertada y allí la encuentro, una señora extraordinariamente llamativa por lo guapa y elegante que era. Era famosa en la localidad por lo buena que estaba. Me mediana edad (unos 40 ó 50 años) alta de 1,75m, rubia, delgada pero con unas curvas impresionantes y un pecho muy bien puesto, dispuesta a dejarme claro que no se iba a dejar amedrentar por el gigante que acababa de abrir cerca de su tienda.

Carmen, que así se llamaba la clienta, llevaba un traje de chaqueta negro, con camisa blanca, tacones altísimos, y un carácter muy seguro de si misma. Sabía que estaba buenísima y que los hombres se la comían con la mirada.

Al llegar, me llevó a su despacho y estuvimos charlando un rato para evaluar la situación. Al final de su exposición, le hice varias propuestas, pero no me quiso contestar. Me comentó que tenía un asunto urgente y debía ausentarse, pero que cualquier pregunta se la podía consultar a su sobrina que había empezado a trabajar con ella. Madre mía con la sobrina.

La sobrina apareció en escena por la puerta del despacho y era un monumento. Igual que su tía, pero en morena. De 1,75m de altura, morena, delgadita pero con curvas de infarto (95/60/90) perfectos, dedos largos y finos, ojos verdes y rasgos eslavos con un punto latino por las curvas. Llevaba un vestido con manga larga de punto gris, muy ajustado, con efecto de cuello vuelto, así que desde la cabeza hasta la pantorrilla, le cubría todo, pero igualmente le marcaba todo, unas medias super transparentes y unos zapatos de tacón altísimos como su tía. Recorrer su cuerpo era una carrera del Rally de Montecarlo por aquellas curvas de infarto. No podía evitar morderme el labio para no decir alguna barbaridad.

La sobrina se llamaba Irene, 24 años y la tía le dejó el encargo de ocuparse de enseñarme las instalaciones y atender lo que necesitara hasta su vuelta (había quedado en que nos veíamos después de comer pero que no hacía falta que me llevara a comer (supongo que no quería que su jovencita sobrina cayera en mis garras durante una comida jejejeje).

Una vez atendidas las formalidades de presentación, y demás… Irene me pidió que la acompañara. Yo la seguía por aquellos pasillos a un paso por detrás y no podía evitar mirarle el suave vaivén del culo. De poco en poco, mientras Irene hacía sus comentarios e indicaciones, se giraba hacía mi y en alguna ocasión me pilló mirándole el culo pero en vez de poner cara de desagrado, puso una cara de aprobación, como diciendo -es normal estoy muy buena, mira y disfruta del viaje.

En cierto momento de la visita, estando solos, se paró en uno de las salas y mientras estaba de espaldas indicando dónde almacenaban nuestros productos en una estantería elevada, para que viera todo el stock, se puso de espaldas a mi con los brazos muy levantados, de puntillas y el vestido muy subido, marcando perfectamente el culo y los pechos bajo el vestido. En esta posición estuvo algunos segundos. Ver ese cuerpazo pudiendo disfrutar mirándolo, sin que ella me viera, me puso muy cachondo. Yo la oía, pero no la escuchaba, no tenía ni idea de lo que decía, pues mi mente sólo podía ver esos pechos, esas curvas uffff…. Qué piernas… ese pelo lacio que le caía hasta el final de la espalda inicio del culo, cinturita estrechita… increíble de guapa y buena que estaba. Tanto mirarla me estaba poniendo la polla dura y sin darme cuenta me empalmé, giró su cabeza y me pilló claramente mordiendo el labio mientras le miraba y con un bulto en el paquete. Bajó su mirada a mi paquete y su cara lo decía todo. Su exposición se volvió algo torpe y las frases dejaron de fluir tan armoniosas. Me dio un poco de vergüenza que me pillara lo empalmado que estaba pero por otro lado, mis pensamientos me decían, ve a comerle el labio, pero recordaba que la tía era mi clienta y me la estaba jugando, así que me acerqué a una mesa que había cerca y disimulé mi entrepierna poniendo la mesa entre la mirada de Irene y mi bragueta.

Cuando Irene terminó sus indicaciones, se giró y se paró delante mío para ver qué tenía yo que decir. Empecé a comentarle mis indicaciones y le lancé ideas de las posibles propuestas que le iba a proponer a su tía. Irene me escuchaba con atención y yo cada vez me acercaba más a ella.

Ella se dejaba y no se movía, al final estaba tan cerca, que pasé con mis brazos por detrás de ella señalando cajas y haciendo comentarios y acabé que estaba casi pegado a ella, momento que aproveché para pasar el brazo por detrás suyo y enfocar mi mirada a sus ojos. Sus ojos seguían a los míos y sus labios iban detrás. Susurrando le dije:

-¿Puedo?

Ella asintió con la cabeza y sellé mis labios con los suyos, la abracé estrechándola hacia mi y su reacción fue positiva, pues me lanzó sus brazos a mi cuello y se colgó de mi.

Estuvimos besándonos un buen rato y cuando cogí confianza empezó a tocarle por la espalda y bajando hacia el culo, momento en el que le propuse invitarla a comer.

Durante la comida lo pasamos fenomenal, las risas, las miraditas, los tocamientos, no paraban. En cierto momento, dijo de ir al baño y a los pocos segundos me escondí a la salida del baño para que cuando saliera la pudiera sorprender. Al abrir la puerta me vio delante de ella en aquel pasillo oscuro y le pegué otro morreo metiéndole mano por debajo del vestido.

A la vuelta a las oficinas y viendo que su tía aún no habría llegado, le propuse ir al despacho.

Allí estábamos los dos sin peligro de ser vistos y con la tranquilidad de tener cierta intimidad.

Entramos, cerré la puerta tras de mí y la abracé. Ella se dio la vuelta y me agarró por la cabeza con todos sus brazos y con sus pechos pegados a mi.

Mis manos bajaron hasta la altura del culo subiendo el vestido. Ella me metía mano por la espalda hasta llegar a mi pantalón por el culo y yo la sostenía con una mano su cabeza y con la otra iba bajando hasta tocarle el culo, palpando sus braguitas y un liguero para sujetarle las medias.

La cogí por los brazos levantándolos luego cogí el vestido a la altura de sus caderas y lo fui sacando por su cabeza. Mientras iba descubriendo las medias, el liguero negro de encaje, las braguitas tipo tanga… este espectáculo mientras ella estaba con el vestido por la cabeza me puso a mil y la polla se me iba a salir del paquete. Cuando le quité el vestido, se puso a besarme por todo el cuerpo desnudándome por completo. La dejé hacer y me quedé sólo con los boxer, la senté en una mesa y le quité el sujetador casi transparente lleno de encajitos. Empecé a comerle los pechos, bajando por su cuerpo hasta los muslos y poniéndome de rodillas tocándole los pechos con mis manos. Luego le cogía por el culo y la apretaba contra mi.

Le acompañé la espalda hasta que se tumbara en la mesa y metí mi cabeza en su entrepierna apartando sus braguitas y metiendo la lengua para chuparle toda, mientras me cogía del pelo y apretaba de gusto. Le aparté un poco la braguita y le hice un oral impresionante, cuando terminó su primer orgasmo, me excité mucho, pues notaba sus latidos en mi boca apretando su coño, su respiración agitada…

-Umm, qué gustoooo, qué rico tu coño…

Luego me pidió que me levantara y vio que mi pajarito estaba en firmes, y me dijo;

-uyyy qué tienes ahí? Hay algo muy abultado y yo que ya me he corrido

-Si Irene, debe ser una inflamación que hay que tratar ahora mismo.

Se puso de rodillas con su liguero y sus braguitas y desde el suelo me cogió la polla con la mano, empezó a darme besitos por toda la polla, luego en los huevos bajaba hacia el culo y subía de nuevo hacia el capullo para encerrarlo en su boca metiéndolo enterito hasta el fondo de su garganta. ¿Cómo se la comía…? Qué intensidad? Su boca no paraba…

Al rato, le dí la mano para ayudarla a que se levantara, me morree un rato tacándole todo el cuerpo.

Ella de pie delante mío, se puso a bajarse las braguitas lentamente, como si quisiera hacerme sufrir y lo hacía, os aseguro que lo hacía.

-Mira mi cosita, me decía…

Me cogí la polla con la mano, me acerqué a ella y cuando estaba agachada con las bragas por los tobillos, la pillé por la espalda desprevenida y se la metí en el coño agarrándola por las caderas. Al principio pegó un repullo, pero enseguida acomodó mi polla ahí dentro y empezó a moverse acompañando mis envestidas.

Sus gemidos y su respiración, me ponían a mil y más fuerte le daba.

Al poco rato, se giró y mirándome a los ojos me dijo;

-Quieres metérmela por mi culito. Soy virgen por ahí, pero quiero que seas tu que me lo estrene… estoy muy cachonda…

-Claro que si, preciosa, también me estas poniendo muy cachondo y estoy deseando abrirte el agujerito más pequeñito, preciosa.

Se sacó las bragas, y me las puso en la boca riéndose, luego se puso de espaldas apoyada en la mesa con todo el culo en pompa levantado con esos taconazos que llevaba que le colocaban en esa posición tan sexy que se ponen las tías cuando van con tacones.

Me acerqué a su boca y le metí la polla.

-Chúpala un poco para lubricarla.

Luego se la pasé por el coño para que tomara toda la lubricación que tenía del pollón que le acababa de meter. Estaba muy mojada y eso iba a ayudar a que su culo se relajara para su primera vez.

Sus manos agarraban el lateral de la mesa con fuerza para sostener la primera envestida. Irene cerró los ojos diciendo;

-Métemela ya, quiero sentirla dentro de mi culito… ahora…

-Espera Irene, primero vas a sentir un dedito mío.

Le metí mi dedo en su boca para que lo chupara y se lo metí poco a poco. Las yemas de mis dedos sentían estremecerse los laterales de su culito. Al principio por el exterior y luego poco a poco abriéndole el culito. Cuando la noté cómoda, le avisé que iba con el segundo dedito. De igual manera, lo pasé por su coño, por su boca y luego por el culo. Al notarlo dentro, empezó a gemir muy fuerte casi de dolor.

-Ahhh, sshhhh ahhhh uuuuhhhh hay, hayyyy

Y respiraba agitadamente.

-Siii dame más… dame mass…. Ahí, ahí siiii

Y cogí mi polla y la metí en su culo suavemente.

-aaaahhhhhh!!! No!!!! Me dueleeeeee nooooo sácamela…

Y se la sacaba, para volver a meterla.

-AAAhhhh, siiiii,,,, como la sientoooo….. métela mas… siiii….

Poco a poco entramos en un compas sincronizado de mete y saca increíble, en aquel pedazo de culo impresionante, tan sexy, estrechito con aquellas tiras del liguero bordeándole el culito y yo cogido a sus caderas apretando y sacando.

No aguantaba mas, y aunque no quería que aquello terminara nunca, mi polla iba a explotar, así que le dije;

-Irene, me voy a correr.

Mientras le metía todo lo fuerte que podía por el culo.

-Hay si, córrete, quiero todo tu esperma en mi boca, quiero chuparte la boca mientras te corres y me des todo el esperma. Dámelo todoooo… Siii

Se la saqué del culo y le dije;

-Vente y ponte de rodillas aquí debajo de mi polla, cógela con la mano y no pares de agitármela y de mirarme a los ojos, sólo así el esperma saldrá lanzado hacia tu boca.

-OOhhh si, quiero que salga mucho esperma y me caiga todo en mi cara, mi boca. Lo quiero chupar todagagag gu glu glu

Tal cual estaba con la boca abierta diciéndolo, salió el primer chorro de esperma y le tapó la boca y ya no pudo articular palabra comprensible. Era una sarta de sonidos sin sentido, pues tenía la boca llena de semen y no hacía más que recibir mas y más esperma. Pero su cara de vicio, explicaba el placer que sentía, llenándose del fruto del placer.

El esperma es al placer, lo que la manzana al arbol.

Ambos caímos extenuados en el sillón del despacho de Carmen, nos aseamos nos vestimos y seguimos cada uno por su camino. Cuando llegó Carmen, le hice algunas propuestas. Al tiempo las puso en práctica y hasta el momento ninguna queja. Supongo que su sobrina quedó muy satisfecha con mis argumentos y facilitó el entendimiento entre las partes.

Hasta la fecha no he sabido nada de Irene, es una pena pues me encantaría haber repetido, pero “2das partes nunca fueron buenas” Dice el refrán.