relatos eroticos

Soy Víctor el marido de Esther, de aquí para adelante soy yo el que voy a contaros, las aventuras de mi mujer que como sabéis por otros relatos era la viuda de mi hermano, me reconozco un cabrón consentidor y he aguantado hasta que la preñe otro, a mi me van bien mis negocios, y he ganado dinero suficiente como para comprar una finca de caballos, que ha sido mi ilusión de toda la vida, allí tengo al cuidado de mis caballos aun morito que se llama Alim, que por supuesto se ha follado a mi mujer con su pedazo de polla de más de 25 cm.

También en la casa donde vivimos es grande y necesita su personal, y como mi mujer también cogió un buen dinero de la muerte de mi hermano nos podemos costear algunos lujos.

Una tarde a principios de julio apareció por la puerta de casa un chico mulato de unos 30 años de nacionalidad cubana pidiendo si teníamos trabajo pues estaba sin empleo y no tenía donde vivir. Después de hablar con él durante un rato me pareció una persona de fiar y decidimos entre mi mujer y yo que podía hacer los trabajos del jardín de casa y también ayudar en la finca a Alim el morito. Por lo que lo contratamos y se dispuso para él la habitación de servicio que está contigua a la cocina, para que se instalara mientras estaba en casa..

Pasaron los días y todo fue normal hasta que una noche a finales de mes a eso de medianoche me despertó mi mujer al levantarse de la cama. Yo hice como que seguía dormido y mi mujer no se dio cuenta que me había despertado. Al cabo de diez minutos y viendo que mi mujer no volvía, me imagine con lo caliente que es que había ido a ver como tenía la polla el mulato, sabiendo que le gusta tanto una polla y lo caliente que es. Bajé las escaleras que van del dormitorio a la cocina. A medida que iba bajando escuche a mi mujer hablando con el mulato que estaba en la cocina y pensé en espiarlos para oír de qué estaban hablando. Salí de casa por la puerta principal sin hacer ruido y me aposté detrás del ventanal que da al exterior de la cocina y efectivamente estaban hablando de Cuba. Mi mujer estaba de pie delante del fregadero y llevaba puesto un camisón blanco suelto que le daba algo más arriba de medio muslo y que al ser de una tela finita transparentaba por lo que se podía notar perfectamente sus pechos y ver además que no llevaba las braguitas puestas se le veía los pelos del chocho.

El mulato estaba con el pecho desnudo y solamente llevaba puestos unos calzoncillos bastante apretados que marcaban perfectamente sus atributos masculinos que para que negarlo parecían que eran dignos de lo que se supone que tiene que tener un mulato entre las piernas. Yo notaba que mi mujer aunque intentaba disimularlo no dejaba de mirar el paquete que tenía delante y cada minuto que pasaba se la notaba más nerviosa y cachonda veían que se rozaba una pierna con la otra señal del que su coño estaba empapado. El mulato se estaba dando cuenta perfectamente de lo que le estaba pasando a mi mujer como me daba cuenta yo y me dispuse a ver hasta donde llegaban los acontecimientos. Pasados unos minutos mi mujer se dio la vuelta como para limpiar algo que había en el fregadero y el mulato sin pensárselo se acercó por detrás, la abrazó por la cintura y empezó a hablarle al oído.

Yo no podía escuchar lo que le decía pero sí que podía ver la cara de mi mujer. Tenía los ojos cerrados ladeaba la cabeza para que el mulato siguiera hablándole al oído y besándole el cuello y en sus labios se notaba que decía. Si, si. Entonces el mulato empezó a pasarle las manos por el cuello, los pechos, la cintura, el culo, las piernas, los muslos. Volvía a los pechos apretándolos y pellizcando los pezones. Estaba dándole a mi mujer un soberbio sobeo por todo el cuerpo siempre por encima del camisón. Mientras tanto el movía su cintura hacía los lados y hacia dentro haciendo que mi mujer notará en todo su culo su polla que a todas luces estaba aumentando de tamaño. Mi mujer se estaba dejando sobar y tocar todo su cuerpo con cara de estar disfrutando y moviendo las caderas de adelante a tras para sentir la polla del mulato en su culo.

El mulato estuvo sobándola como diez minutos hasta que dándole la vuelta la colocó delante de la mesa de la cocina. Agarrándola por los brazos la sentó frente a él y echándola hacia atrás la colocó con la espalda apoyada en la mesa pero con la pierna colgando fuera. Se sentó en una de las sillas y colocó otras dos a los lados de las piernas de mi mujer. Acto seguido abriéndole las piernas las colocó sobre los respaldos de las sillas. Algo así como la mesa de un Ginecólogo. Le subió el camisón hasta más arriba de la cintura y empezó a besar las piernas. Primero los pies, siguió subiendo por las pantorrillas. Luego empezó a besar y a pasar su lengua por el interior de sus muslos para acabar lamiendo y chupando los labios de su coño. Mi mujer ya estaba absolutamente abandonada a lo que le estaba haciendo sentir el mulato y anda que no a follado con mulatos negros etc., lo que pasa que ella dice que cada macho es distinto lo mismo que cada polla. La imagen era de lo más ardiente.

Con el camisón por la cintura totalmente abierta de piernas delante de aquel mulato y acariciándose los pechos y gimiendo cada vez que sentía que su pipa era atrapada entre los labios del mulato. Llegó un momento que me di cuenta que ya no podía aguantar más y que necesitaba correrse. El mulato se dio cuenta también y para mi sorpresa le dijo. Sé que necesitas correrte. Que ya no aguantas ni un segundo más sin tener un orgasmo. Pero no voy a ser yo el que haga que te corras. Vas a hacerlo tú. Vas a masturbarte así como estas delante de mí. Quiero ver como una perra blanca como tú se masturba hasta correrse delante de este mulato. Yo no podía creerlo. Mi mujer empezó a acariciarse su coño absolutamente fuera de si, como dominaba la situación.

Mientras que con una mano se acariciaba la pipa se metía dentro de su coño los dedos de la otra cada vez con más fuerza y más velocidad hasta que arqueando la espalda empezó a temblar y tuvo un orgasmo formidable dándole al mulato lo que le pidió. Casi no había acabado de correrse cuando el mulato acercó la cara a su coño y empezó a besarlo, lamerlo, chuparlo mordiéndole la pipa en otras palabras una comida de coño de puta madre..

Al cabo de unos minutos mi mujer no hacía más que mover sus caderas y con sus dedos abría sus labios del chocho para sentir mejor la comida de coño que le estaban dando. Empezó a llorar y a gemir como nunca la había visto y no paraba de decir. Por favor no pares sigue así. Ese hombre la estaba llevando a un estado en el que mi mujer no era ya consciente de sus actos solo quería sentirse mujer cachonda como es ella. Y de verdad que lo fue. Esa noche por segunda vez en menos de cinco minutos tuvo otra corrida todavía más fuerte y largo que el primero. Volvió a arquear la espalda. Su cuerpo pareció tensarse como la cuerda de un violín y explotó con una corrida salvaje llenando la cara del mulato de los jugos que salían a chorro del coño. El mulato seguía chupando y comiéndoselo. Y sin darle tiempo para relajarse se levantó y mientras con una mano seguía acariciándola y metiendo los dedos dentro del coño, follame cabrón o no empiezas a trabajar , con la otra mano se desnudó dejando al descubierto una polla descomunal. No exagero nada si digo que debía medir casi 30 cm. De largo y como cinco de grosor más gorda y más larga que la del morito .mi mujer dijo Bingo la tienes más gorda que el morito y más grande, que bueno. venga ponla en la entrada y aprieta despacio Follamé joder.-Su voz sonó entre gemidos.

Acercó ese pollón al coño de mi mujer y empezó a restregarlo de arriba abajo lubricando bien. Al mismo tiempo agarrando el camisón, se lo subió hasta el cuello dejándola totalmente desnuda. Los pechos tenían los pezones tiesos y duros. Ella intentaba levantarse para ver la polla del mulato pues sentía su tamaño empezó a jugar con su pollón mojándolo en sus primeros fluidos, ella que miraba esperando el momento ,que entre dentro de ella suavemente sintiendo su polla en cada parte de sus paredes mojadas, estas se cerraron dejándolo atrapado, sus piernas se cruzaron en su espalda para no permitir la huida, al restregárselo por el coño pero debido a la postura que tenía, acostada y con las piernas sobre los respaldos de las sillas no podía hacerlo solamente levantaba la cabeza. El mulato se dio cuenta y le dijo. Quieres vérmela verdad. Ella le contestó. Si por favor. Necesito verla, no sé si me va a entrar.

Entonces el agarrándola por los pezones y apretándolos empezó a tirar de ellos hacía arriba subiendo a mi mujer hasta dejarla sentada. No sé si la cara que ponía era de dolor o de placer. Pero empezó a llorar y a gemir cayéndole las lágrimas por las mejillas. Ya sentada podía ver con claridad y en toda su dimensión la polla del mulato. Se quedó como hipnotizada viendo lo que el mulato tenía entre las piernas y le decía.

Dios mío es enorme. Es cuatro veces la polla de mi marido y más grande que la de Alim. Es preciosa. Por favor fóllame ya. Quiero sentirla dentro de mí. Quiero sentirla moverse dentro de mí. El mulato le dijo. Esta polla te va a follar hasta que revientes de gusto. Después de tenerla dentro no vas a querer otra polla que no sea la mía. Voy a hacer que te corras como nunca te has corrido en tu vida. Hoy te voy a enseñar como follamos los cubanos. Cómo nos follamos a nuestras mujeres. Ella no podía más y como suplicándole le dijo. Por favor fóllame ya. No puedo más. Pero no me hagas daño. Nunca tuve dentro de mí una polla tan grande como la tuya y eso que me han follado de todas clases. Necesito sentirla pero no me hagas daño. El mulato colocó la punta de su polla en la entrada del coño y empezó lentamente a meterla dentro. Primero la cabeza. La sacaba y volvía a meterla un poco más. La volvía a sacar y la metía un poco más. De esta forma entrando y saliendo al cabo de unos minutos mi mujer tuvo toda la polla dentro. Estaba claro que el mulato sabía cómo meter su polla en un coño como el de mi mujer totalmente chorreando.

Con esos movimientos lograba que mi mujer se fuese dilatando y aceptando dentro de ella el pollón del mulato. Entonces empezó a bombearla. Primero despacio hasta que el ritmo fue frenético. Mi mujer acompañaba las embestidas moviendo las caderas al ritmo que marcaba el mulato. Gemía, gritaba, lloraba, resoplaba, se acariciaba los pechos y no paraba de decir. Dios mío Siii, siii. Sigue por lo que más quieras en el mundo sigue follándome no pares. La siento dentro de mí la siento toda dentro de mí. De repente abrió los ojos. Se agarró con las manos a la mesa y dando un grito estalló dentro de ella otra corrida formidable. Su cuerpo se arqueaba. Empezó a temblar desde los pies hasta la cabeza y entre gritos llanto y gemidos decía.

Dios me estoy corriendo. Me estoy corriendo y no para no para. Mientras tanto el mulato seguía follándosela sin disminuir el ritmo de meter y sacar ni la fuerza de las embestidas. Mi mujer estaba teniendo el orgasmo más largo y salvaje de toda su vida. Creo que nadie había logrado llevarla hasta donde el mulato la estaba llevando. Estuvo corriéndose sin parar como cinco minutos y en cada embestida se oía un chapoteo producto de los flujos que salían a borbotones de dentro de mi mujer. El mulato estuvo follándosela sin cambiar de postura durante 30 minutos durante los cuales llegué a perder la cuenta de las veces que llegó a correrse mi mujer. Estaba como loca. A cada orgasmo que tenía le suplicaba al mulato. Dame otro por favor dame otro. Necesito otro más. Sigue follándome. Por favor no pares. Pasados esos 30 minutos el mulato muy lentamente la fue sacando la polla de dentro de mi mujer y cuando la tuvo toda fuera le bajó las piernas de los respaldos de las sillas y la agarró otra vez por los pezones y tirando de ellos la obligó a ponerse de pie. Sin soltarlos se sentó y volviendo a tirar de ellos colocó a mi mujer con las piernas abiertas con su coño encima de su polla. Entonces le dijo. Siéntate y cávatela. Ella flexionando las piernas empezó a meterse por el coño los 30 cm que tenía entre las piernas.

Empezó metiéndosela muy despacio y subiendo y bajando se la fue metiendo hasta que lo único que se veía eran los huevos del mulato. En ese momento la volvió a agarrar por los pezones y tirando de ellos de arriba abajo le marcaba el ritmo de bombeo diciéndole. Cabalga perra cabalga. Así, así. Métetela entera. Hasta los huevos. Mi mujer gemía, lloraba de placer, se retorcía para sentir la polla dentro. No respiraba. Eran bocanadas de aire las que entraban y salían de sus pulmones y a cada corrida que tenía echaba la cabeza hacía atrás y no paraba de decir. Dios mío otro más. Tengo otro más.

El mulato cada vez que veía que mi mujer tenía otra corrida la agarraba de los pezones y le decía. Eso es perra córrete, córrete. Mi mujer estuvo clavando esa polla durante media hora más o menos hasta que el mulato le dijo. Levántate y ponte de rodillas. Ella se puso de rodillas y al hacerlo la polla del mulato le quedó a un palmo de su cara. Él le dijo. Ahora quiero ver si sabes chupar una polla. Vas a chupármela hasta que me corra. Cuando me esté corriendo dentro de tu boca seguirás chupando y te tragaras toda mi leche hasta la última gota. Agarrándola por la nuca le metió la polla en la boca y empujándola le metió como diez cm. Ella la tenía agarrada con las dos manos y con la boca chupaba y succionaba el pollón del mulato metiéndolo y sacándolo.

De repente el mulato le agarró la cabeza para que no la moviera y empezó a follase la boca de mi mujer. Cada vez que la metía a mi mujer le daba una arcada pues casi se la metía entera en cada embestida hasta que le dijo. Ya haz que me corra ya. Entonces ella hizo lo que sabe hacer mejor. Se sacó parte de la polla de la boca y dejó solo dentro el capullo y un poco más. Aumentó el ritmo de masajeo con las manos y empezó a chupar y a mover la lengua sobre la punta de la polla del mulato. Le estaba haciendo una mamada bestial Cuando mi mujer hace eso no tardas ni un minuto en correrte y así fue.

El mulato tensó su cuerpo. Empezó a respirar más rápido diciendo. Como lo haces perra como lo haces. Tu si que sabes cómo se chupa una polla y diciendo esto empezó a soltar toda su leche dentro de la boca de mi mujer. Ella tragaba la que podía pues parte le salía por la comisura de los labios. Cuando acabó de correrse le dijo a mi mujer. Cuando folles con tu marido piensa que tienes mi polla dentro de ti. Te gustará más si te la imaginas dentro de ti.

Después de esto me fui a la cama, ella subió y se metió en el baño, al volver me dijo al oído, cariño sé que has visto lo que he hecho con el mulato y has visto que tiene más polla que Alim ,creo que lo vamos aquí en el chalet de jardinero y mayordomo y de paso disfruto de esa polla descomunal que tiene ,mañana cuando tú te vayas quiero que me llene mi coño de leche ,porque ya ves que hoy me la he tragado, yo le dije haz lo que te salga el coño y ella dijo como te quiero por lo que me dejas hacer, me dio un beso y se dio la vuelta para dormir.

Esta es la tercera parte de los relatos publicados previamente “Un estudiante de intercambio”. Recomiendo leer esos primero para comprender mejor a los personajes y las circunstancias. Pero dejo un brevísimo resumen para los que elijan no leer las entregas anteriores.

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Capítulo 1: Desmond es un Estudiante Afroamericano de 19 años que se encuentra de intercambio en Argentina. Por su complexión física, sus agraciadas facciones y su carisma cae muy bien a su madura anfitriona, Virginia, a la vicedirectora de la escuela, Malena (que son amigas entre sí) y a la sobrina de Malena, Andrea, que asiste al mismo instituto privado que Desmond. Malena, intrigada por comprobar si el rumor sobre el tamaño del miembro de los africanos es cierto, termina haciendo una paja al muchacho extranjero.

Capítulo 2: Desmond regresa a su casa y comienza los coqueteos mutuos con Virginia, su madura anfitriona, inducidos por consejo de Malena, la profesora que también desea al chico. La obsesión de las mujeres por el estudiante comienza a afectar el comportamiento de ellas para con sus esposos.

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Al día siguiente de haber sido pajeado por Malena y de coquetear descarada e impúdicamente con Virginia, Desmond amaneció sexualmente excitado. El hecho que había prometido a su profesora no masturbarse a cambio de la promesa de ella de pajearlo por la tarde, no ayudaba mucho. El estudiante se duchó, se vistió y salió a desayunar intentando esconder lo mejor posible la perenne erección que portaba. En la cocina Malena lo esperaba para desayunar con él: Mate y “masitas criollitas” (así llaman en La Pampa a las galletitas “saltines” de USA) con mermelada diet de arándanos para ella y un enorme bowl para la leche con cereales para el americano. Sobre la mesa del comedor aún estaban los utensilios de los otros desayunantes. Silvio, el hijo menor de Malena, ya había desayunado porque tomaba un transporte privado que lo llevaba a su escuela, mientras que Desmond caminaba a la suya. Francisco, el desagradable esposo de Virginia, había partido al campo casi al amanecer.

Desmond y Virginia se miraron y sonrieron pícaramente. El chico se acercó buscando el beso de cachete de rigor, y se lo robó a Virginia estampándole sus carnosos labios en la comisura de la boca. La mujer inmediatamente sintió una ola de calor invadiéndola.

—Buenos días, “Mami”— espetó el corpulento adolescente y se sentó en su lugar

—Hola mi amor, ¿descansaste bien? —Preguntó Virginia acariciándole el pelo e inclinándose para buscar el tetrabrick de leche. Al hacerlo, se cercioró que sus tetas, apenas cubiertas por el camisón, quedaran a la altura de la cara del chico.

—Uf, Si…. Espectacular, gracias—Dijo el chico mirándola sin pudor alguno.

Virginia, sintiéndose observada, se dio por satisfecha y procedió a servir el desayuno del chico, pero la lujuria le ganó la partida y se encontró nuevamente provocando a Desmond.

—No sé cómo hacen ustedes en Estados Unidos, para desayunar cereal con leche. Yo no me acostumbraría… Bueno, de jovencita me gustaba desayunar con leche, pero ahora hace mucho que no lo hago—provocó Virginia con obvio doble sentido.

—Dicen que hay que volver probar lo que alguna vez nos hacía feliz—Desafió Desmond— Tal vez, si probaras desayunar con leche todas las mañanas, te terminaría gustando. ¿No quieres un poco de la mía?

Aquello era enfermizo y el chico se pasaba de la raya, pero inmediatamente después de decir eso, inclinó su tazón como ofreciendo compartirlo. Virginia creyó tener parado en su hombro a un diablito invisible que le gritaba al oído “Te ofrece su leche, ¡dale! ¡Mamale la verga!”.

Después de mirarse a los ojos unos instantes, los dos rieron impúdicamente, y cada uno apuró su desayuno sin dejar de relojearse y sonreírse mutuamente en provocación constante.

Finalizado el inmoral desayuno, Desmond tuvo tiempo de ayudar a Virginia a recoger la mesa y de lavarse los dientes antes de salir a tranco largo para el instituto. La mujer estaba encantada porque su esposo no acostumbraba a hacer ninguna de las dos cosas: no se lavaba los dientes y tampoco ayudaba a levantar una sola miga de la mesa. Cuando el chico se retiró Virginia comenzó a fantasear con estar casada con Desmond. Aquello era una locura, claro, pero la madura anfitriona estaba perdiendo los estribos por su estudiante de intercambio.

Virginia se imagino amanecer cada día junto a Desmond, casi rota por haber sido poseída enérgicamente la noche anterior, e inmediatamente “desayunarse” mamándole la verga al viril Africano, pidiéndole leche como una guaranga. E imaginó que después de la felación desayunarían juntos románticamente en la cama antes de comenzar el día. Todos esos pensamientos fantasiosos la hicieron sentir tan excitada que decidió masturbarse.

Virginia acostumbraba a masturbarse a escondidas. Su esposo ni siquiera sabia que ella poseía un vibrador pequeño pero poderoso que había comprado en un “viaje de amigas” a la capital federal. El vibrador parecía un lápiz labial grande y, si la pila AA estaba con buena carga, la podría traer al orgasmo de 0 a 100 en pocos minutos.

La recatada ama de casa se recostó de espaldas sobre su cama, se quitó la ropa y tomó su vibrador. Luego activó su teléfono y con la aplicación de Facebook buscó fotos de Desmond. Apenas ver sus fotos de perfil (que como las de todo ser humano que postea en redes sociales lo favorecían mucho) sintió humedecerse. En verdad las fotos pasaban frente a sus ojos y ella rememoraba las conversaciones y las miradas y los tocamientos indecorosos que tenían entre ellos. Cuando el ardor y la picazón inguinal se hicieron insoportables, Virginia dejó caer el teléfono a su lado, cerró los ojos, flexionó sus rodillas hacia el techo, abrió las piernas y, tomando el minúsculo vibrador con las dos manos, lo puso en marcha y se lo afirmó en los labios mayores.

Virginia generalmente requería estimularse los labios vulvares por un buen rato hasta humedecerse y para hacer fluir la sangre al clítoris, antes de atacarlo de lleno con el amante electromecánico, pero esta vez, su pepita ya estaba completamente inflamada de sangre y deseos por su “hijito de intercambio”. La mojigata mujer Imaginó que la vibración era la lengua del negro muchacho que se hospedaba en su casa, y cuando el aparatito se desplazó a rozar el clítoris se vino de golpe y sin remedio, como poseída por una lujuria demoníaca. Arqueó su espalda, empujó con la pelvis hacia adelante y con las dos manos atrajo el vibrador con mucha presión hacia su clítoris, y sintiendo la vibración intensamente estalló en un orgasmo bestial repitiendo el nombre del chico y gritando guarangadas.

—SI SI SI, DES ¡SI! PARRRTIME EN DOSSSSSS DESMOOOOONDDDDDD

Ella era muy poco expresiva durante el insatisfactorio sexo con su esposo, y la vergüenza y la culpa que solía sentir al masturbarse la hacían permanecer casi muda cuando se autoestimulaba. Sin embargo, aquella paja totalmente tabú, no sólo no le produjo culpa alguna, sino que la hizo enamorarse de sí misma. Porque escucharse diciendo chanchadas y deseando a un hombre joven, apuesto y bueno, se sintió espectacularmente bien.

Una vez que dejó de temblar, permaneció un ratito en la cama recuperándose y riendo hasta que se paró, ocultó su mini-vibrador, y saltó a la ducha. Tenía por delante un día de hacer absolutamente nada, como correspondía a una mujer de buen origen. Y no pensaba desaprovecharlo.

Desmond, en tanto, caminó como un robot a la escuela. Le dolían los huevos de la calentura. Cualquier adolescente, incluido Desmond, conoce ese dolor inconfundible de la acumulación seminal. Es un dolor que se siente cerca de los huevos, pero no en ellos. Es un dolor interno que sale de la pelvis profunda y que solo puede aliviarse eyaculando. Pero lo curioso para Desmond era que estos dolores aparecieran un día después de una doble eyaculación. Pero pensó que, si semejante sacrificio era necesario para poder dar el gusto a Malena, él lo haría. ¿Sería posible para la madura saber si había eyaculado o no? Por las dudas, él decidió no tentar su suerte. La mujer parecía extremadamente perceptiva y lo último que quería hacer era desafiar sus deseos.

En la escuela, el trato de todos para con Desmond, fue totalmente normal, incluso el de Malena. Esto desconcertó al chico que esperaba al menos alguna miradita o insinuación cómplice a escondidas del resto de la comunidad educativa, como las que le hacia Virginia en su casa, a espaldas de toda la familia. Pero nada de eso sucedió.

Sin embargo, cuando iba saliendo de la ultima hora de clase, cruzó a Malena en el pasillo en medio del bullicio eufórico de docenas de adolescentes menores a él entusiasmados por el timbre de salida que los liberaba de la opresión escolar.

—Hola Desmond, ¿Me habías dicho que querías preguntarme unas cosas de literatura? Ahora mismo voy a casa, te veo allá si querés…. A menos que prefieras dejarlo para mañana— Dijo Malena frente a Desmond y sus compañeros de clase que se atropellaban para escapar del aula (incluida Andrea, claro).

—Ehhhh. Si, no. O sea… sí. Mejor hoy. Porque el trabajo se entrega esta semana y lo quiero dejar terminado—Respondió Desmond rogando que los latidos de su corazón no se escucharan fuera de su pecho.

—Pero el trabajo se entrega el viernes. Estamos a martes— Dijo Andrea, metiéndose en la conversación entre su tía y el chico del que gustaba.

—Pues deberías aprender de Desmond, Andre. ¿Querés venir a casa y vos también lo terminás? Dale, así te lo sacás de encima—Invitó osadamente la profesora sabiendo que un SI de su sobrina hubiera arruinado los planes.

Desmond apenas pudo ocultar su cara de desilusión, cuando escuchó con alivio la respuesta de la chica.

—¡NI LOCA! Hasta el jueves no me pongo, CHAAAAAUUUU—se burló Andrea y se retiró moviendo la cola provocativamente.

Para poder responder así tuvo que juntar fuerzas de donde no tenía. Porque ella moría por pasar tiempo con Desmond a espaldas de su novio, y la casa de su tía hubiera sido el santuario ideal al tiempo que el estudio le daba la coartada perfecta. Pero estaba determinada a no “perseguir” a Desmond. Ya bastante se le había insinuado y él se seguía haciéndose el nabo, por lo tanto, no lo iba a andar correteando.

Cuando finalmente se alejó, Andrea sintió un nudo en el estómago. Desmond no había atinado a seguirla y ella no daría el brazo a torcer. Pero el africano la había mirado sorprendido. Tal vez estaba empezando darse cuenta de algo. Se prometió tener paciencia y redoblar el flirteo y las provocaciones sin ser perrita faldera del chico. Estaba convencida que tarde o temprano se enredaría con el exótico estudiante a espaldas de su noviecito.

Desmond salió caminando sólo y dio un rodeo bien largo para dar a Malena tiempo de manejar su auto hasta la casa. Para cuando llegó ella lo esperaba aun con la ropa de vicedirectora. A él lo excitaba verla vestida así, sabiendo que lo iba a pajear. Entró temblando de emoción, de lujuria y de miedo. Aquella mujer lo intimidaba y provocaba de todas esas formas.

—Bueno. Al final estamos solos nosotros. La profesora y el estudiante aplicado—provocó Malena franqueándole la puerta al chico.

—Uffff en un momento pensé que venía Andrea y se arruinaría todo— Dijo el chico riendo.

—¿Arruinaría qué? —preguntó seria la madura, haciendo que no entendía a lo que venía Desmond.

La cara del chico fue de profunda desazón y le duró unos instantes hasta que ella estalló en risas. Lo hizo pasar a la mesa de algarrobo del comedor y lo hizo sentar.

—Primero lo primero. ¿La tarea está realmente terminada? —Puso como condición la madura.

—OBBBBVIO— Dijo Desmond imitando a los chicos argentinos

El muchacho, supo que debía ser paciente para jugar el juego de aquella mujer fatal, y haciendo caso omiso a su pétrea y palpitante bragueta, abrió su mochila y sacó la tarea de literatura. La puso sobre la mesa e hizo un ademan de “acá la tenés”.

—A VERRRR— Dijo Malena imitando a una exigente docente, a sabiendas que aquello agregaba morbo a la situación.

Se paró detrás del chico, que seguía sentado a la mesa, se apoyó sobre él. Recostándole las tetas en la base del cuello y poniendo sus dos brazos alrededor del cuerpo del chico, apoyó su cara en el hombro de Desmond y comenzó a leer el trabajo en voz alta, rozando con sus labios maquillados el lóbulo de la oreja del africano.

—Son solo dos carillas—Pensó Desmond—Dos carillas y me va a pajear

El escrito era impecable y Malena se lo hizo saber al terminar de leerlo. Pero no dejó de abrazarlo ni retiró su cuerpo, sino que continuó hablándole sensualmente al oído, rasguñando los brazos del chico, que se mantenían petrificados, con los codos y los dedos entrelazados apoyados sobre la mesa.

—Y ahora que hizo la tarea tan bien…. Mi estudiante se ganó una recompensa—Dijo ella y besó el cuello negro y fibroso de Desmond, haciéndole parar no solo la verga, sino todos los pelos del cuerpo.

El chico atinó a voltearse torpemente, buscando besar en la boca a su profesora, pero ella lo calmó.

—SHHHHH— Ordenó Malena, amagando retirarse, para regresar una vez que el chico cesó en su intento—Esta es MI CLASE.

Lo volvió a besar y lamer suavemente en el cuello al tiempo que el chico echó la cabeza hacia atrás, dejándose hacer. La madura gozó estrujando los pectorales duros del chico y se dejó manosear cuando el muchacho, sentado en la silla, estiró sus manos hacia atrás y por sobre su cabeza. Le revolvía el pelo, le buscaba las tetas, intentaba bajarlas para llegarle al culo sin lograrlo. Ella lo tenía a su disposición.

—Por favor, Malena, te lo ruego, no doy más, aliviame—Rogó el chico.

—Mmmmm…. ¿El bebé quiere que la vicedirectora le vacíe los huevitos? —Preguntó retóricamente Malena

—Si, por favor, sí. Me duelen mucho—Imploró en medio de manotazos y suspiros descoordinados el inexperto estudiante,

Malena rio y lo hizo parar y dar vuelta para enfrentarlo. Ahí lo dejó besarla con un morreo intenso, en el cual era ella la que le metía la lengua por todas partes y le lamía los labios como una perra sedienta. Aprovechando aquello, los dos cuerpos, el joven y el maduro, se pegaron y se frotaron sin parar de besarse.

Cuando finalmente se separaron unos milímetros, Malena decidió avanzar más.

—¿Viste que suave es mi lengua? —Preguntó, y sin dejar que Desmond respondiera le lanzó una lamida a la boca que el chico no supo cómo atajar

—UFFF es lo mas suave que he sentido— Dijo el joven besándola y sorbiéndola con sus gruesos labios

—¿Querés sentirla mejor? —Dijo Malena rozando sus labios con los de él, mirándolo a los ojos y fregándole el paquete con la mano.

—Sí por favor—Rogó el chico intentando descifrar lo que le estaba proponiendo.

—Entonces desnudate— Ordenó con lascivia Malena

En pocos segundos el muchacho estaba completamente en bolas, con los pantalones y los calzoncillos a sus pies. Malena lo empujó suavemente y lo hizo recostar, apoyando el culo sobre el borde de la sólida mesa de algarrobo. En aquella pose, en que Desmond debía hacer fuerza para no perder el equilibrio, cada musculo del fornido y oscuro cuerpo del estudiante se marcaba claramente. La verga apuntaba al cielo y sobrepasaba la altura del ombligo. Aquello era un sueño echo realidad para la promiscua señora de alta sociedad pueblerina.

Malena lo admiró. Tener aquel monumento de carne para jugar a su antojo era la mejor experiencia sexual de su vida. Sin dejar de admirarlo, se quitó la ropa provocadoramente y quedó desnuda de la cintura para arriba. Dos enormes y paradas tetas blancas como los dientes de Desmond se balancearon frente al chico. El muchacho, obnubilado, intentó manoseárselas, pero ella lo apartó y se pegó a él para besarlo. Cada uno sintió la piel del otro, y antes que Desmond reaccionara Malena se encontraba lamiendo sus pectorales y encaminándose hacia su entrepierna.

—A ver que tenemos por acá—Provocó Malena mordisqueando y chupando pezones, abdominales y finalmente tocando la punta del glande con su pera.

—¡Uhhhh! ¡Hola grandulón! —Malena le hablaba al falo del muchacho como si fuera otro ser humano.

Lo tomó por el tronco, miró al chico relamiéndose y mojándose sus propios labios con la lúbrica lengua y se zambulló a chupar y besar aquel monstruoso y palpitante glande.

—OH FUCK OH YEAHGGG—Apenas articulaba el chico.

Realmente no le salía tan bien hablar en otro idioma cuando estaba siendo estimulado de aquella forma.

Mientras tanto, los cinco sentidos de Malena estaban puestos en gozar de aquella mamada, haciéndosela lo mas placentera posible al inexperto muchacho. El gusto ácido del glande y el suave olor a desodorante que provenía de sus ingles (Desmond estaba bien preparado) la embriagaban.

La verga era enorme, gorda, dura y suave. Para poder metérsela en la boca Malena casi tenía que dislocarse la mandíbula. Y pensarlo de esa manera la ponía cada vez mas perra. Desde el primer momento supo que el chico no duraría mucho, y recordó que ella misma le había pedido que parara de masturbarse. Sentirse en control de semejante manera era espectacular para la vicedirectora.

—A ver cuan cargado estás, bebe—Dijo Malena pajeandolo a dos manos y metiéndose la cabeza en la boca como si estuviera intentando comerse una berenjena sin cortarla.

La mamada era ruidosa y babosamente resbalosa (“sloppy” la llamaba Desmond). Por momentos Malena abría la boca y se incrustaba media verga. Por otros, ponía pico de pato y la recorría de arriba abajo. Se la sacaba, la escupía y con las manos esparcía la saliva por todo el miembro, decía groserías. Le hablaba al chico y a la pija como si fueran dos entes separados, dos buenos amigos compitiendo por su atención.

—¡Mirá como supura! —exclamaba la madura al apretar la pija y extraer una viscosa gota de líquido pre-seminal que levantaba con su lengua mientras miraba al chico a los ojos.

—¿Me vas a dar mi merienda de leche, Des? —Provocaba—Dale, mi vida, dale que estoy hambrienta.

El muchacho ya no daba más. Gritaba, producía onomatopeyas ininteligibles, gruñía, bufaba, echaba estocadas pélvicas al aire. Insultaba.

—Shit oh FUCK ¡SHIIIIT!

Ella empezó a insistir

—Dámelo, bebé, dame mi lechita ahora—Insistía la madura totalmente fuera de control subiendo y bajando la boca y las manos a lo largo del mástil oscuro.

Aquello fue demasiado y Desmond comprendió que iba a eyacular.

—I’m Cumming, ¡careful! —Intentó prevenir Desmond, que no quería sorprender a la mujer eyaculando en su boca sin avisar.

—En mi boca, amor, venite en mi bocahhhggg—La madura intentó darle luz verde, pero se atragantó con los primeros chorros de leche

—YEAAAAAHHHHH FUCK YESSSS

El chico corcoveaba como un potro oscuro tapado que acaban de desatar del palenque. Sus manotas en la espalda de la mujer empujaban suave, pero perceptiblemente, hacia abajo y su cadera bombeaba hacia arriba, como queriendo coger la boca de aquella experta mamadora. Cada chorro de esperma era un empujón pélvico del negrito.

Finalmente, cuando cesaron las contracciones del muchacho, ella se separó riendo, con la boca chorreando leche por la comisura y por el labio inferior. Se había tragado la mayoría, pero no todo.

Al verla así, Desmond la levantó en vilo, la abrazó y la besó apasionada y sorpresivamente, comiéndose a besos, con sus labios carnosos, cada uno de los restos de semen que había en la cara de la madura amante. Lo hizo por instinto, pero con suma ternura.

Malena quedó encantada. Había chupado muchas vergas. Había tragado buena cantidad de leche en su vida y había besado hombres son su boca enlodada de esperma. Pero, excepto por su propio esposo, nunca un tipo había hecho aquello de una manera tan natural, apasionada y tierna. Y a pesar de no haber acabado, Malena se sintió, en cierto modo, satisfecha.

Los amantes se quedaron conversando y riendo sin prestar atención al tiempo, y estaban besándose en el comedor apasionadamente, semi-desnudos, sudorosos, pegajosos de leche, cuando escucharon el portón del garage de la casa.

—¡Mi Marido! —Exclamó ella— Rápido, agarrá tu ropa y corré al baño. No salgas hasta calmarte, lavarte y vestirte, pero salí tranquilo. Mario ni se va a dar cuenta.

El chico asustadísimo siguió las instrucciones.

Ella se vistió prontamente, pero sin parar de reír. ¡Como disfrutaba aquello!

Luego desparramó los libros y cuadernos de Desmond sobre la mesa y salió por la puerta del fondo al patio.

El esposo ingresó a la casa y vio los cuadernos del estudiante. Había silencio en la casa.

—¡Male! ¿Dónde andás? —elevó la voz.

Desmond oía todo desde el baño. Una lejana voz respondió desde el patio.

—¡Afuera amor!

Mario fue a la puerta del patio y casi se lleva por delante a Malena que entraba atropellada. Traía las manos sucias de barro.

—Hoola mi vida—dijo ella estampándole un beso en la boca con los mismos labios con que acababa de vaciar la descomunal verga negra de Desmond.

El esposo no sospechó nada, en parte por la sorpresa con que fue tomado, y en parte porque Malena se había enjuagado cuidadosamente la boca y los labios con agua de la manguera del patio antes de embarrarse un poquito las manos para disimular.

—Hola, Male, ¿que hacías?

—Ah! Jajaja estaba moviendo el regador en el patio mientras Desmond terminaba su tarea…—Dijo ella sacudiéndose las manos y luego mirando a la mesa vacía preguntó—¿Y Desmond?

—Ni idea—Repondió Mario—Acá no hay nadie, sólo ese desorden de libros y cuadernos

—DEEEESSSMOOOND—Gritó Malena con cara de intriga.

La respuesta fue una descarga del depósito del inodoro en el baño cercano al living-comedor.

Los dos esposos rieron

—Pobre flaco, capaz que le cortamos la inspiración— bromeó Mario sin saber cuan cierta era su frase. Le había cortado la verdadera inspiración unos minutos antes al llegar sin avisar.

—Hola. Acá estoy…—Exclamó tímidamente el muchacho al salir del baño

Los dos esposos sonreían y se pusieron a conversar con el chico. El brutal orgasmo seguido de nervios de pánico por ser descubierto había hecho bajar la erección del chico que no tuvo nada que preocuparse en ocultar.

Luego de simular que revisaba su tarea con Malena, Desmond se fue a su casa. Esta vez no iba tan excitado como la vez anterior, a pesar de que lo que le había ocurrido era mas excitante. Esta vez iba asustado y con culpa. Mario parecía un buen tipo y su esposa lo engañaba con frialdad de témpano…Peor aún: él era parte del engaño. Mientras mascullaba todo eso no pudo dejar de pensar en Virginia y Francisco. Si ella accediera, él engañaría al Patán de Francisco con gusto. Ahí sí. ¿Pero Mario? Aquello no estaba bien, definitivamente.

Malena, por otro lado, no sentía culpa alguna. Ella era la primera en reconocer que su esposo era un tipo espectacular. Pero aquello no era algo personal. Ella simplemente se estaba dando un gustazo que nada tenia que ver con Mario. Y Cuando se fue Desmond, ella volvió a ser la cariñosa y juguetona esposa que le gustaba ser con su pareja. Incluso bromearon sobre el chico y sobre haberlo desconcentrado en el baño.

Después de cenar y al ir a la cama, Malena y Mario volvieron a hacer el amor apasionadamente. Esta vez los dos se vinieron al unísono antes de caer exhaustos. El ultimo pensamiento de Mario fue cuán afortunado era de tener una esposa así. Y el último pensamiento de Malena fue cómo se sentiría la enorme verga de Desmond (en vez de la de Mario) dentro de ella.

Continuará

Aida, una mujer de 34 años, alta, morena, delgada, con un tipazo, salió de su chalé en la sierra madrileña vestida con un traje gris, una blusa blanca, escotada, que dejaba ver el comienzo de unas grandes tetas, y unos zapatos de tacón de aguja del color del traje. Subió en su BMW azul y se dirigió al centro de la capital. El monumental atasco que se encontró no la molestó. Estaba perdida entre sus pensamientos. Se le hacía muy difícil de creer que su cuñada Soraya, viuda de su hermano Jorge, fuera la amante de su marido. Cierto que su cuñada tenía 24 años y fuera dama de honor de miss España, y que su hermano llevaba cuatro años muerto, pero ni la creía tan zorra a ella ni tan cabrón a su marido. A la cabeza le vino la despedida de soltera de la que iba a ser su cuñada. Ni caso le había hecho al boy. Estaba más interesad en ella, de hecho, en el lavabo la había besado, y después le había dicho que antes de casarse le gustaría tener una experiencia lésbica. Por supueto que le había dicho que no. Una sonrisa se dibujó en sus labios recordando la paja que se hiciera en la bañera al llegar a casa pensando en la que iba a ser su cuñada. Con lo de la paja se había olvidado momentaneamente de lo de su marido y su cuñada.

Después de haber aparcado el coche se fue al piso que estaba en la dirección que la había dado una amiga. Tuvo suerte, salía una mujer y pudo entrar sin tener que llamar al telefonillo. Llegó a la puerta del piso y tocó el timbre. Al ratito le abrió una rubia de más de un metro ochenta de estatura, de ojos verdes, tapada con una sábana. Era Soraya.

-Pasa, Aida. Sabía que acabarías por venir.

Aida entró en el piso. Desde luego su marido no escatimara en gastos. Le había puesto un piso de lujo.

Al llegar a la sala de estar, de dijo Soraya a Aida:

-Si estás aquí es porque te contó tu marido lo nuestro. ¿Qué te parece?

-¡¿Y aún lo preguntas?!

-¿No estás de acuerdo?

-¡¿Pero tú estás loca?! ¡Cómo voy a estar de acuerdo con que te acuestes con mi marido!

-Te informaron mal. Ya no me acuesto con él. Me acosté un mes hasta quedar embarazada! Como tú no puedes tener hijos, os lo voy dar yo.

Aída sumó dos y dos y le salió un vientre de alquiler.

-¿Y de cuánto tiempo estás?

-De dos meses. Me late que tu marido no te dijo nada. ¿Me equivoco?

-No te equivocas, no. Pensé que eras su amante.

Soraya se quitó la sábana de encima. Fue junto a Aida, le cogió una mano, se lo llevó a vientre, y le dijo:

-¿No quieres tocar a tu hijo?

Aida vio el cuerpo de Soraya, con sus tetas medianas, redonditas, con sus pequeñas areolas rosadas y sus pequeños pezones y su sexo depilado, y se dijo a si misma que si fuera hombre también la escogería…, que hostias. ¡La follaría hasta dejarle los ojos en blanco!

Aida tocó el vientre de Soraya.

-Aún no se nota nada.

Soraya le llevó la mano al coño. Lo tenía empapado. Aida miró para la sábana, volvió a sumar dos y dos y le salió que se estuviera masturbando.

-¿Interrumpí algo cuando llamé al timbre?

-Nada que no se pueda continuar.

-¡Yo me voy que te veo venir!

Aida se levantó y Soraya le plantó un beso en los labios. Cuando las lenguas se encontraron, Aida, sintió como se le mojaban las bragas.

-¿Lo hacemos?

-No soy lesbiana.

-Ni yo.

La volvió a besar.

-Ni bisexual.

-Para todo hay una primera vez.

-No sé. Es…

Le cerró la boca con otro beso.

-Te lo pasarás de película. Con sorpresa y todo.

-¿Qué sorpresa será esa?

La volvió a besar. Mejor dicho, se besaron.

-Ven conmigo y descúbrela.

Soraya cogió de la mano a Aida y la llevó a su habitación. Al entrar por la puerta. ¡Sorpresa! Encima de la cama estaban dos hombres en pelotas, uno africano, de unos 30 años, musculado, con una tremenda verga, y el otro francés, rubio, de unos 25 años y delgado, que también tenía una polla importante, pero que al lado de la otra se hacía pequeña. Al verlos, exclamó Aida:

-¡Te estabas tirando a esos dos!

-¿Quieres probar una doble penetración?

-¡No! Ni hacerlo contigo estando esos dos mirando. Me voy.

-¡Cogedla, chicos!

El africano y el francés saltaron de la cama y agarraron Aida por las muñecas. Soraya le dijo:

-Te voy a desnudar y te voy a follar.

-Vale, vale, pero ellos que no me toquen.

-Soltadla, chicos. Tu quédate, Pier.

La soltaron. El africano volvió a la cama.

Soraya besó a Aida. Le quitó la chaqueta. Se la dio a Pier, que la puso en una silla. La blusa y el sujetador, Pier, a lo suyo… Le chupó y magreó aquellas grandes tetas con areolas oscuras y pezones pequeños. Por último le quitó los zapatos, el pantalón y las bragas. Aida no era de las que se depilaban los pelos del coño. Soraya en cuclillas, le lamió el coño peludo.

-Me gusta el sabor de to coño, Aida.

-Me alegro.

Aida sintió la lengua de Pier en su culo. No dijo nada. Poco después, Soraya, cogió a Aida de la mano… Hizo que se echara boca arriba en la cama, metió la cabeza entre sus piernas y comenzó a comerle el coño. Aida tenía a un lado al africano y al otro al francés. Los dos estaban empalmados. Le acercaron las pollas a la boca. Aida apartó la cabeza poniendo cara de asco… Unos minutos más tarde, cuando estaba a punto de correrse en la boca de Soraya, cogió las dos pollas, una en cada mano, y masturbó y chupó la polla de Pier y la del africano, que apenas le cabía en la boca. Soraya, dejó de comerle el coño, y le preguntó:

-¿Te apetece ahora una doble penetración?

-Quiero correrme en tu boca. Quiero correrme follándome al moreno, y después, sí, después quiero correrme con una doble penetración.

-¿Cuánto tiempo llevas sin follar, Aida?

-Un mes.

-Pues parece que llevas años.

Aida, con una mano, llevó la cabeza de Soraya a su coño.

-Calla y come.

Soraya le siguió comiendo el coño, pero ahora muy lentamente. La lengua de Soraya tardaba más de cinco segundos en entrar y salir del coño de Aida, en recorrer los labios… Los movientos de la lengua por todo el coño eran como los movimientos de un caracol. Aida disfrutó de aquella dulce agonia, hasta que llegó el momento en que sintió el hormigueo en los pies, un hormigueo que le subió por las piernas. Luego sintió una explosión de placer, que la hizo sacudirse. Soraya la había llevado al orgasmo de una manera diferente. La corrida fue larga y abundante, una corrida que Soraya fue lamiendo y tragando con la misma lentitud que le había comido el coño.

Al acabar de correrse Aida, Soraya, se echó a su lado, y le dijo:

-Era una fantasía que pensé que nunca se haría realidad.

-¡¿Es el primer choho que comes?!

-Sí. Vi muchos videos de comidas de coño. Tiré muchas pajas, pero nunca antes había estado con una mujer.

-¿No te da reparo decir esas cosas delante de extraños?

-El moreno entiende muy poco español, y Pier ya sabe de que pie cojeo.

-¿Quieres que te lo coma yo? Tiene su morbo, y con mirones, más.

-Me encantaría. Empapada como estoy no te costará hacer que me corra.

Aida besó a Soraya… Le comió las tetas. Se puso a cuatro patas y empezó a comer su primer coño, un coño empapado. Lo lamió con la misma lentitud con que Soraya le acabara comiendo el coño a ella. Al rato, eclamaba Soraya:

-¡Dios, qué placer! Dame esa polla, Pier.

Pier le dio la polla a mamar.

Aida estaba que echaba por fuera.

-Yo necesito algo dentro, Soraya.

El africano, entendería poco el español, pero se colocó detrás de Aida y le puso la polla descapullada en la entrada del coño. Empujó un poquito y no entraba. Aida, poco a poco, fue empujando con su culo hasta que entró aquel cabezón. Al tenerla dentro, exclamó:

-¡¡¡Aaaaaaaah!!!

Soraya, le dijo a Aida:

-Al tener la cabeza dentro ya es todo disfrutar.

El africano se quedó quieto. Aida, ya aceleraba lamiendo el coño de Soraya, y cuanto más la metía y la sacaba, más le gustaba.

Al rato… Soraya dejó de mamar la polla de Pier, y le dijo a Aida:

-Si sigues me corro.

Aida, siguió y Soraya se corrió chillando como una loca.

Al acabar de beber la deliciosa corrida de Soraya. Aida quitó la tremenda tranca de su coño, y le dijo al africano:

-Ponte boca arriba, moreno.

El africano, o entendía bien el español, o leía la mente. Se echó boca arriba para que Aida lo cabalgase. Otra vez entró con trabajo la verga en el coño, pero una vez dentro, Aida, follando al africano, se deshacía en gemidos. Pier, sin decirle nadie nada, se colocó detrás de Aida y le lamió y le folló el culo con la lengua. Luego le puso la polla en la entrada del ojete, y Aida la fue metiendo a su aire. Folló a los dos. Al africano con el coño y al francés con el culo. Follándolos estaba cuando sintió que le ardía el coño. Era la leche del africano que se estaba corriendo dentro de ella. Pier también le estaba llenando el culo de leche. Sintiendo los latidos de las dos pollas dentro de su coño y de su culo, le subió una corriente por la espalda… El placer subió, subió y subió de intensitad, hasta que no lo pudo soportar y perdió el conocimiento.

Despertó media hora después. El africano y el francés ya se habían ido. Soraya, que estaba a su lado, vestida, le preguntó:

-¿Merendamos, Aida?

-¿Y tus amigos?

-Se fueron.

Le volvió a preguntar:

-¿Merendamos?

-Sí. ¿Te dije que Juan va en Paris en viaje de negocios?

-No. ¿Quieres dormir conmigo esta noche?

-¿Tú que crees?

Se agradecen los comentarios buenos y malos

Les voy a contar una de mis historias favoritas, mi primer interracial. Esto sucedió cuando yo estaba en mi primer año de universidad. A veces con mis amigas de carrera íbamos a almorzar a un pequeño restaurant que servía buena comida, siempre nos atendía un garzón dominicano como de nuestra edad, nosotras lo encontrábamos extremadamente sexy(alto, musculo, un trasero como para comérselo, extrovertido), y siempre coqueteábamos con él, solamente como chiste, un día de tanto coquetearle, él nos invita a una fiesta que iban hacer unos amigos de el en la noche, nosotras quedamos heladas y empezamos a hablarlo, una de mis amiga dijo que no iba, no sabía lo que se perdería, las otra nos organizamos para irnos a quedar en la casa de una de mis amiga.

Llegamos a la fiesta, habían como 50 personas, como no conocíamos a nadie al principio estábamos súper tímidas, pero la gente y la energía de la fiesta era muy alegre, y no paso mucho tiempo para que nos invitaran a bailar y a disfrutar de la fiesta, nos sirvieron unos tragos que estaban muy ricos. Al rato, nos encontramos con nuestro amigo, él estaba sorprendido de que estuvieras ahí, y lo bien que la estábamos pasado. Debo detenerme un minuto para explicar, en mi país hay poca gente de color o afrodescendientes recién en los últimos 10 años han llegado más de otros países, y como es de esperar hay gente estúpida que se cree mejor porque nació en un país más estable y los discrimina o les tiene miedo, como mi amiga. Continuado nuestra historia, él estaba feliz que fuéramos porque sentía esa sensación de discriminación, y nosotras estábamos fascinadas con la alegría caribeña de la fiesta, y bailábamos y hablábamos con todos.

Cerca de media noche, me saca a bailar mi amigo, yo estaba feliz, mis amigas me miran mientras bailaban con otros, una de ellas nos avisa que conoció a uno y se iba con él, nosotras le dijimos unos chistes del gran tamaño de los penes de la gente de color como se ve en las películas xxx, ella se rio y nos dijo que ojala fuera verdad. Yo continúe bailando un rato más, hasta que mi otra amiga, la dueña del departamento, me dijo que se iba acompañada y me pasó unas llaves para que entrara, yo me reía por el tipo de amigas que tenía, mi amigo me también se reía y que estaba sorprendido por de mis amigas porque siempre nos veía más serias, yo le respondí que no éramos nada de serias, seguimos un rato más bailando hasta que él me dice al oído, que no podía ser la única de mis amigas que se quedara sola, y le respondí que eso dependía de él. Él se quedó en silencio unos segundos y se rio, en ese momento me besó mientras bailábamos, fue unos de los mejores besos que me han dado en la vida. Nos continuamos besando y a tocarnos, el me invito a un lugar más cómodo, yo acepte encantada.

Cuando llegamos al motel, le avise a mi compañera que no llegaría a dormir. Recibimos los tragos de cortesía, los tomamos al tiro, nos acostamos besándonos, tocándonos. Le saque la polera y yo me saque la mía y el sostén, el me empezó a besar y a lamer los senos, yo estaba extasiada, le desabroche el pantalón y me metí la mano para sentir su pene, en ese momento quede sin aliento, lo tuve que ver con mis propios ojos, lo tire a la cama y le saque por completo el pantalón, no podía creer lo que veía mis ojos, y le tuve que preguntar cuanto le media su pene, él se rio y me dijo 27cm, yo quede helada no sabía si podría con tal tamaño, opte por empezar a jugar con él y a practicarle sexo oral, empecé por los testículos a lamérselos y a metérmelos en la boca, luego subí lamiendo el pene hasta llegar a la punta y me lo trague mientras con mis manos seguía jugando con sus testículos. En eso estaba hasta que el me pregunta si me atrevía a mas, sin responderle me desnude y le pase un condón, no quería arrepentirme, él se puso el condón y le dije se quedara acostado, me subí en él, agarre su pene y me lo puse en la vagina, lentamente fui descendiendo en él, poco a poco sentía como su pene me llenaba por completo, y me levantaba, yo ya había empezado a gemir de placer y ni siquiera había entrado toda, hasta que entro todo, me sentía llena de él, lo cual me hacía gemir de placer, en ese momento se puso rudo, me tomo el trasero con sus grande manos y me empezó a dar con todo, yo gemía y gemía, caí sobre él y empezó a lamer mis senos, yo no di más y tuve mi primer orgasmo, el me tomo y nos volteamos para yo quedar abajo, ahora podía ver su gran pene entrando y saliendo sin parar de mi vagina, yo le agarraba su excito trasero para que siguiera, continuamos así por un rato hasta que el saca su pene y me da vuelta, yo me puse en cuatro, el me lamio el culo y me empezó a pasar su pene por mi ano y me penetro, debo confesar que me llegaron a caer lágrimas, pero se sentía tan rico que le gritaba que siguiera sin parar, gemía y gemía con cada embestida que me daba, volví a tener un orgasmo, en ese momento me dice que está por correrse me saco su pene yo me di vuelta le saque el condón y se lo chupe hasta que se fue en mi boca, me lo trague todo. Nos acostamos a descansar, yo creí que eso iba ser todo esa noche, pero me equivoque.

Después de una media hora de quedarnos acostados recuperando el aliento fui a ducharme al baño y limpiarme de toda esa sudoración, estaba en eso cuando siento que el entra a la ducha, me abraza y me pregunta si estoy lista, claramente no importaba si estaba lista porque ya podía sentir su enorme pene jugando entre traseros, el metió sus largos dedos en mi vagina y empezó a masturbarme mientras me besaba el cuello, yo empezaba a excitarme de nuevo, podía sentir como volvía a crecer su pene en mi trasero, me empuja suavemente contra la pared de la ducha y me penetra sin piedad mi trasero, yo di un gran y glorioso grito de placer, me daba y me daba sin descanso, y yo gemía y gemía al sentir su enorme pene entrando y saliendo de mi culo, luego de un rato me saco su pene de mi culo, me dio vuelta y me penetro mi vagina, yo me subí en el mientras él me daba cada vez más duro, yo tuve un orgasmo gigante, eso lo excito más y me dio más duro, yo sentía que me iba a partir en dos. Me llevo a la pieza y se sentó en un sillón que habían, en ese momento yo empecé moverme sobre su pene, de tal forma que entraba y salía, y dando pequeños movimientos circulares, eso a él le encanto, continuamos así otro rato hasta que el me saca su pene, me deja apoyada en el sillón y me vuelve a penetrar mi vagina ahora por atrás, ambos estábamos extremadamente excitados y no queríamos parar, tuve un gran orgasmos que me hizo perder la fuerza, el continuo hasta correrse en mi vagina, la cual me lleno con su leche caliente, sentir como me llenaba mi vagina de su leche fue una maravilla, no me importo que no usara condón, cuando saco su pene empezó a caer su semen de mi vagina. Nos sentamos desnudos en una mesita de café, hablábamos y nos reíamos de todo lo que habíamos hecho, nuevamente creí que eso iba ser todo, ambos nos veíamos agotados, pero me equivoque otra vez.

Después de un rato (una media hora) en la cual nos hablamos y nos reímos mucho. Me sentía repuesta y no quería detenerme, aproveche que se levantó al baño y lo seguí, me acerque por atrás y le tome su gran miembro, él no se lo esperaba y se sorprendió, me preguntó si estaba lista, yo no le dije nada solo me arrodille y empecé a hacer un buen sexo oral y su pene empezó a crecer en mi boca, el me levanto y me llevo a la cama, y empezamos a hacer un sesenta y nueve, no había probado su lengua, y me encantaba como lo hacía, yo jugueteaba con su pene y sus testículos, el me saca su pene y me pone de lado, me levanta un pierna y me penetra duro al instante, yo empecé a gemir con locura, no podía creer que me estaba dando de nuevo con tanta energía, era como si fuera la primera vez que lo hacíamos, yo estaba completamente rendida al placer, volvía a sentir ese calor interno que solo el sexo te puede dar, y me pegue una corrida monumental, pero quería que siguiera sin para, me diera todo y sentir su leche en mi vagina de nuevo. El me da duro y yo lo disfrutaba sin parar, de repente se detiene y me dice que si quiere que continuara yo le tenía que rogar y que le diga porque, yo no lo dude, aunque tuviera que humillarme, yo le roge acostada en la cama, y él me dice que en el suelo de rodillas, y lo hice sin dudarlo, me puse de rodillas y le roge que me penetrara con su gran y hermoso pene, que yo era una perra adicta a su pene, y que mi vagina y mi culo deseaba su leche. Él me dice si pagaría por su leche, yo le dije que sí, que pagaría por tomarme su exquisita leche. Nunca había dicha esas cosas pero él me tenía vuelta loca. A él lo excito más y me levanto, me puso en cuatro y me dio por el culo como me habían dado antes, gemía como loca y le pedía que me diera más, él me decía si yo era una perra, yo le gritaba que sí y que era su perra que podía hacer lo que quisiera conmigo, me corrí de nuevo de tanto placer, el continuaba dándome y me pregunta quería la leche, yo le gritaba que ahora la quería en mi culo, el continuo hasta que se corrió en mi culo. Todavía recuerdo sensación de su semen saliendo de mi culo. Ya era como las seis de la mañana y la habitación la teníamos hasta el mediodía, yo me iba a limpiarme un poco y a poner ropa interior para dormir un rato, él me dijo que no podía y que tenía que obedecer porque era su perra, yo obedecí y dormí desnuda, con olor a su semen en mí.

Eran como las diez de la mañana, yo estaba durmiendo después de esa maratónica noche cuando siento que él me abraza y empieza a acariciarme, yo me desperté y le dije que ya no daba más, él me dice que era su perra y mete sus dedos en mi vagina mientras me besa el cuello, podía sentir su pene moviéndose alrededor de mi culo, yo me empecé a excitar de a poco y le dije que me había equivocado que todavía quería más, el sonrió y dijo que era una perra y me iba a dar con todo para que lo recordara bien, yo le dije que si por favor. Me acuesta de espalda y se pone arriba mío a besarme, yo abrí las piernas instintivamente, el me empezó a besar en todos lados y a moverse encima mío, yo empezaba a excitarme más y más, y le pido que me penetre que estoy lista para él y su pene, el agarra su miembro lo pone en mi vagina y me pregunta si quería ser penetrada, yo le digo que sí que es lo que más quiero con una voz fuerte, en ese momento el me penetra, y yo doy un gran y largo si de desahogo, cruzo mis piernas en su cintura, el empieza a embestirme y yo empiezo a gemir con cada una de ellas. Me daba y me daba sin parar, y yo gemía y le decía “si dame más”, “dámelo todo”. El me levanto y quedo de rodillas, yo montada en él podía sentir como me deslizaba sobre su pene, él me dice que vayamos a la ducha. Nos levantamos y fuimos corriendo, prendimos la ducha y me abrase a él como un koala y el me penetraba contra la pared, sentir el agua cayendo sobre nuestros cuerpos calientes me excitaba más, y al parecer a él también, todavía no podía creer lo maravilloso de su pene y de cómo me llenaba hasta el fondo, él me dice que me baje y que le de el culo, yo nuevamente obedecí y me puse contra la pared, él se agacho y empezó a lamer mi trasero y a meter sus dedos por algunos minutos, se detiene yo ya tenía mi ano dilatado esperando por él y su grandioso pene, y no se hizo esperar con una gran penetrada, yo todavía no podía creer que tuviera tanta energía para culearme de esa forma, pero estaba extasiada con tan maravillosa experiencia, tuve mi primera corrida en ese momento, el seguía como si nada y seguía penetrándome como loco y gozando con mi culo, me pregunta donde iba a querer su leche, yo le dije que en mi boca, que quería tomármelo todo, el me saca su pene y me vuelve a penetrar mi vagina, yo con esa pura penetrada me corrí otra vez, eso a él le gusto y me penetró más fuerte, me dice que terminemos en la pieza, salimos de la ducha y me acuesta en la cama y me levanta las pierna hasta sus hombros y me penetra sin piedad, yo disfrutaba cada momento, cada penetrada. Me corrí otra vez de una forma increíble, él me dice que estaba por correrse, me sacó el pene yo me levante y le empecé a hacer un sexo oral hasta que sentí su leche llenando mi boca, sacó su pene, yo me lo trague todo no sin antes saborear tan exquisita leche. Nos duchamos juntos y nos vestimos para dejar la pieza ya eran como la once y media. A la salida del motel nos despedimos y me dijo cuándo lo repetíamos. Yo le dije que no quería amarrarme a nadie y que si el entendía eso lo hacíamos de nuevo, el acepto.

Cuando iba caminando a tomar bus a mi casa reviso el celular, tenía un mensaje de mi amiga que nos juntemos en su departamento para que contáramos como estuvo la noche. Cuando llegue estaban mis dos amigas esperándome, empezaron a contar todo lo que había hecho con lujo de detalles, yo les conté y no lo podían creer, la verdad es que ni yo podía creer todo lo que había hecho. Al final nos empezamos a compartir a nuestro amigo, él estaba feliz, y nosotras también.

¡Negro, préñame!

Estoy casada con un hombre maravilloso… Vivimos en una bonita casa en un buen barrio… Mi esposo viaja a menudo por negocios y planea hacer un viaje largo esta semana.

Sus largos viajes a veces me dejan sexualmente frustrado por lo que tengo que recurrir a jugar con mis juguetes… Mi mente comienza a divagar mientras juego con mi vibrador, frotando mi clítoris.

Puedo ver una imagen en mi cerebro… Es la de nuestro nuevo vecino… Es negro y muy musculoso… Pienso que podría ser un hombre muy dominante.

Fantaseo con una situación en la que estoy teniendo una relación con él desde hace tiempo… Nos hemos visto a menudo… Siempre cuando mi esposo esta en uno de sus viajes.

Recibo una llamada suya unas horas antes de que mi esposo se vaya de viaje… Me dice que le gustaría preñarme.

Intento explicarle que mi esposo me mataría cuando se enterara de que estoy embarazada y tendré un bebé negro… No escucha mis súplicas… Me explica cómo quiere que me prepare para esta noche.

Me dice esto antes de levantarme y me paso todo el día en mi trabajo en un estado de excitación, terrible, pensando en lo que pasará.

En el descanso para almorzar tal vez suene mi móvil y sea él dándome sólo una pequeña pista sobre lo que me hará y una ‘sugerencia’ sobre dónde y cómo debo estar cuando llegue a mi casa esa noche.

Preparo la cena y llega un poco tarde a la puerta de mi casa… La mesa está puesta y saco una botella de vino y un par de vasos para servirnos una copa.

Subo a quitarme la ropa… Cocinar desnuda no es una buena idea cuando estás excitada y es probable que derrames algo y te puedas quemar… Pero él lo quiere así.

Nos sentamos en la terraza mientras se pone el sol y él me cuenta el resto de sus planes.

Me encanta sentir el viento en mi cuerpo cuando estoy desnuda… Me encanta tomar el sol desnuda en ésta época tan cálida… Sospecho que mi vecino me ha visto muchas veces desnuda en mi patio trasero.

Cuando empieza hacer frío, por la noche, me voy a sentarme con él en un sofá de dos plazas en nuestro porche trasero.

Me muevo para sentarme en su regazo… Ya estoy mojada, igual como he estado todo el día, más o menos.

Me pregunto cómo supo que hoy era el día en que ovulo, ya que ni siquiera yo suelo llevar un registro de mis períodos tan exacto… Yo no soy muy organizada, y él sí lo es.

Me dice lo sexy que soy, mientras pasa sus manos arriba y abajo por mis costados y acaricia mis pechos antes de pellizcar mis pezones.

– «Quiero ver que se hagan aún más grandes.»

Me estremezco con sus palabras… Mi coño se siente como un vacío, tirando del resto de mi cuerpo hacia él, desesperado por ser llenado con algo.

No puedo resistir más… Me agacho para tocarme, pero me coge la mano y me lo impide, diciendo:

– «Esta noche, no recibirás nada que no te dé yo.»

Hago un ruido entre un gemido de frustración y una sonrisa… Él sabe que es el que me tiene que dar y yo, recibir… No me considero sumisa, pero cuando él quiere algo, se lo doy de inmediato y eso me excita y calienta en gran manera.

Mucha gente usa las palabras dominante y sumisa en las relaciones de sexo… Si es así, esta noche, él, como dominante, quiere preñarme, y yo, como sumisa, seré preñada.

Siento ahora que tras palparme mucho, se inclina hacia mí, toma mi pezón en su boca, muerde suavemente y luego me sonríe… Juega un rato con esto para calentarme mucho y luego me dice:

– «Vamos arriba.»

Sé lo que va a suceder… Si quisiera, podría decirle que no, y él lo respetaría… Pero no quiero decir que no… Él lo ha decidido así.

Se pone de pie, entramos a la casa y subimos juntos las escaleras hasta mi dormitorio principal… Es el dormitorio que compartimos mi esposo y yo… Las luces no están encendidas, pero la habitación no está completamente a oscuras… Una luz exterior entra por la ventana e ilumina la cama.

– «Acuéstate», me dice.

Sé que va a follarme fuerte y estoy lista para ello… Estoy apoyando la cabeza sobre mis brazos cruzados, mirándolo y esperando.

Vi cómo se desabotona la camisa, la dobla sin prisa… Lo normal en él es dejar caer sus ropas al suelo, con rapidez y tirarse encima de mí.

– «Qué malo eres», le digo.

Él me sonríe… Se desabotona los pantalones, se quita los calzoncillos y sus zapatos… Queda desnudo ante mí.

Yo abro las piernas, me muevo, espero provocativamente, y él se sube a la cama y me gira boca abajo… Me da una palmada en el culo, diciéndome:

– «Quédate quieta.»

Empieza a frotar mi espalda, comenzando por mis hombros, la parte de atrás de mi cuello, que se inclina para besar, y luego comienza a lamer mi columna hasta llegar a mis nalgas.

Parecen horas y tan sólo han pasado unos minutos, antes de que me diga que me dé la vuelta y lo hago… Me dice:

– «No puedo esperar mucho para ver crecer tu barriga y saber que estas preñada y que ese es mi hijo.»

Él coloca una mano en mi vientre, aproximadamente donde estará mi bulto y me dice:

– «Quiero follarte por detrás cuando estés con la barriga gorda y pesada por llevar dentro un niño negro… Quiero beber de tus pezones y verte retorcerte, sabiendo que fui yo quien te preño y lo volveré a hacer otra vez.»

Se sienta en la cama y me hace un gesto para que me ponga encima de él… Lo hago… Me la mete en mi coño y me dice que baje y me siente entre sus piernas… Me quedo totalmente empalada.

Inclinándose sobre mí, pasa sus manos por mi cuerpo, palpándome… Me coge mis pezones, que están tan duros que me duelen y me los estira, retuerce y aprieta… Disfruto mucho con todo esto.

Cuando se cansa de esta posición, me hace erguirme, arrodillada… Su polla queda ahora fuera de mi coño… Desliza sus manos debajo de mí, dándole acceso completo a mi entrepierna bien abierta y pudiéndome coger el coño como mejor le apetezca… Esto me calienta mucho, mucho.

Sentir sus dedos pasando suavemente por los labios de mi coño, que son gruesos y carnosos, le permite además, pellizcármelos y tirar de ellos hasta producirme dolor.

Luego toca mi clítoris y me vuelve loca porque sabe que soy muy sensible en ese punto de mi coño… Jadeo y me esfuerzo para abrir más las piernas para que me lo toque bien tocado.

Mi coño se esfuerza, anhelando algo, cualquier cosa que lo llene… Que se meta dentro de mí y que llene los lugares vacíos como la naturaleza quiere que se llenen.

Presiona primero con un dedo luego con dos dentro de mí y no puedo evitar que mi coño se apriete sobre ellos, pero los retira deliberadamente, dejándomelo más vacío que nunca.

– «Te quiero dentro de mí», le digo, sumamente excitada.

Él lo hace de nuevo, más fuerte, presionando esta vez con la palma de su mano contra mi hueso púbico y me doblo, desesperada por correrme.

Su polla negra está tan dura como una roca… La puedo sentir muy cerca de mí, pero sin metérmela dentro de mi coño.

– «Por favor», gimo buscando ser follada.

– «Dime que quieres», me dice, deteniendo el movimiento de su mano, aunque la presión permanece… Yo me retuerzo en busca del mayor placer posible.

– «Quiero que me folles…Por favor, fóllame.»

Él sonríe, inmóvil, y sé que quiere escucharlo todo.

– “Por favor, fóllame y córrete dentro de mí y déjame embarazada… Quiero tener tu bebé… Quiero que me folles cuando esté embarazada y con la barriga hinchada… Y quiero que lo hagas una y otra vez.»

Y él responde, follándome.

Su polla se desliza dentro de mí fácilmente, como si su polla estuviera hecha para encajar como un guante hecho a medida dentro de mi coño.

Su polla es grande pero la recibo bien y sin molestias dentro de mi coño… Se inclina sobre mí, acomodándose en la cama, hasta que no puedo soportarlo más y muevo las caderas… Él me está llenando el coño con su gran polla, pero todavía necesito más y lo sabe.

Entonces, él retrocede hacia atrás dentro de mí y yo empujo mis caderas hacia él para que no se vaya… Luego me la clava hasta el fondo y yo tengo que retroceder… Juntos comenzamos la larga caída hacia éxtasis, acelerando juntos a medida que ambos nos acercamos a nuestro clímax.

Me corro rápidamente y justo cuando ya me siento agotada, la cabeza de su polla choca repetidas veces contra mi cuello uterino, y me corro de nuevo, pensando en la cercanía de su corrida dentro de mi fértil vientre.

– «Córrete dentro de mí… Quiero sentir tu semen en mi vientre, preñándome», le digo jadeando, sin aliento.

Escuché, aunque nunca lo creí, que las mujeres pueden sentir cuando un hombre eyacula dentro de su coño… Los científicos insisten en que eso no es posible, pero ahora yo les puedo decir que si lo es.

Él explota dentro de mi coño lanzando un grito ahogado y un repentino estallido de temblor en mi cuerpo desencadena tener una tercera corrida.

Envuelvo mis piernas con más fuerza alrededor de su culo… Él permanece encima de mí, y su gran polla dentro de mi coño, mientras le murmuro a su oído para calentarlo y me siga follando:

– “Siento que me has preñado… Me has tirado mucho semen dentro de mi coño… Y si no, repetiremos hasta que me preñes… ¿Te apetece?

Su respuesta fue volver a bombearme de nuevo de coño con su gran polla hasta que nos corrimos una vez más… Qué final tuvimos más completo porque perdí la cuenta de las veces que nos corrimos.

En pocos meses, mi barriga sería la prueba de todo lo que estábamos disfrutando… Mi marido me tiraría de casa y tendría que irme a vivir a la casa de al lado… ¡Qué desastre de matrimonio por culpa de haberme enviciado de esa gran polla negra… No lo puedo evitar… Me mata de placer y quiero más… ¡Soy insaciable!

F I N

Yo, Luis José Arismendi Bello confieso que le partí el culo a mi amigo hetero estando borracho. No me arrepiento y lo repetiría.

Son las 2 de la tarde y no te acuerdas mucho de anoche, quedas viendo el techo, aprovechando de la comodidad de la cama, disfrutando de ese instante de paz hasta que llega a tu mente que te has portado mal y empiezas a arrepentirte aunque tienes la verga parada.

-Maldita sea el ron-Pensé mientras tapaba mi cara como si eso fuera a cambiar algo.

Mi compañero está al lado, ambos estamos desnudos y mientras más pienso mas recuerdo la locura de anoche. Empiezo a percibir el olor a saliva, a sexo y a macho como una bomba que exploto frente a mí.

Mi compañero se mueve y queda dándome su culo, ese al que muchas veces había tocado en broma, pero nunca de esa forma como lo es besarlo, tocarlo y otras cosas mejores.

-Si te agarran preso mano, en la cárcel van a hacer fiesta con ese culito-Recordé una de las tantas veces que nos reuníamos y empezamos a echarle vaina a Pablo.

Mi guevo esta duro, una gran carpa se acaba de hacer en las sabanas y mi mente empieza a dar vueltas.

Estuvimos hasta las 2 o 3 de la mañana en la piscina, y es que de semana santa no tenía nada, éramos un grupo de 20 personas en una casa de playa. Era jueves y este era nuestro tercer día de desmadre y como si 30 cajas de frías (cervezas) no hubiesen sido suficientes para seguir la jornada aparecieron unas hermosas botellas de cacique 1800.

Los orientales siempre hemos tenido fama de bebedores y de verdad que a veces abusamos, ya muchos no habían podido con su cuerpo comenzando la noche y otros que ya estaban de seguro metiéndola en caliente en algunas de las habitaciones. Lo que si es que estábamos alrededor de 10 sobrevivientes en el agua. Unas 4 chicas y 6 panas, jugando cultura chupistica.

El juego consistía en hacer un círculo, elegíamos un tema en especifico y cada quien iba diciendo sin tartamudear, dudar o lo que sea una palabra que no estuviese repetida.

Media hora jugando y ya habíamos acabado con dos botellas, siempre había unos más afectados que otros y dos de mis altos panas no podían seguir, habían perdidos muchas veces y seguidas por que lo que tuvimos que remolcarlos a sus habitaciones.

-Cultura chupistica de djs-Dije-Tiesto.

-David Guetta- Respondió Laura.

-Benny Benassi-Dijo Martin.

-Ruben Rocca-Apenas se le entendió a la flaca que ya estaba en sus límites etílicos.

-Nina kravitz- Respondió Pablo.

-Martin Garrix-Gritó Pepe que estaba bastante ronco.

-Ehhmm Armin… van… -Se quedó pegado el tocayo Luis.

-Trago, trago, trago-Se escucharon de todos los borrachos entre salpiques de agua y otros que trataban de hundirlo.

Y así sucedía una y otra vez, hasta que llegamos al punto que nos fastidiamos y nos empezó a pegar el frio de la madrugada sumado a que todos estábamos borrachos.

Habíamos quedados 5 del grupo dispersos, picando algo y bebiendo agua. Martin se había quedado dormido sentado en una silla y aprovechando que ya estábamos demasiados dañados, subió un grupo a llevarlo a la habitación.

Yo estaba sentado en el borde la piscina con un cigarro en la mano, esperando que se me pasara un poco la borrachera ya que me sentía demasiado, como decimos por estos lares, algo borrao. Pablo que estaba acostado en la grama, es mi mejor amigo y compañero de cuarto y por lo que veía estaba peor que yo.

-Mallldito ¿estas vivo?, no te vayas a dormir ahí-Le eche agua de la piscina-Mira que ya todos se fueron a dormir.

-Estoy bien, deja la ladilla-Rió Pablo.

Espere un rato y me levante, Pablo no se podía levantar. Tuve que apoyarme de una pared para poder controlar mi borrachera y la de él, como pude lo levanté y me dirigí a mi habitación entre tropiezos y escalones que no veía.

Era una casa de tres pisos, nuestra habitación estaba en el primero y cuando llegamos tenía el seguro puesto.

-Coño abran la puerta vale-Toque la puerta, casi que le di una patada pero nadie respondió.

Deje a Pablo que se reía como un demente de mi y no podía ni sostenerse solo. Fui a buscar otra habitación pero ya estaban ocupadas, pude ver a Laura totalmente desnuda al lado de chichi, al parecer el acto había quedado incompleto ellos dos estaban hasta la madre de alcohol.

No les negaré que se me levanto el alma cuando la vi pero si me encargaba de tener algo con Laura se que lo iba a lamentar, con todo y mi borrachera me negué cosa que me pareció un avance de mi mismo, en otros tiempos no hubiese quedado viva.

Subí al segundo piso y esos malditos borrachos por la comodidad no se fueron a sus habitaciones, todos estaban en las habitaciones de otros. Me toco subir otras escaleras con Pablo.

-No le vayas a decir esto mañana a nadie, estoy demasiado borracho-Reía.

En las ultimas escaleras tropezamos y caímos los dos al suelo, la risa de Pablo me tenia irritado provocaba meterle un coñazo. Nos levantamos como pudimos hasta que llegamos a la habitación, lance a Pablo en la cama.

Entre la borrachera, me quite mi short y me lance a la única cama que había en la habitación, caí al lado de Pablo.

-Que no me vomite este pajuo-Le rogué a dios mientras miraba la cara de mi compañero-En ti confió.

Quede viendo el techo, no podía dormirme. El sonido de las olas del mar que entraban por la ventana me estorbaba además que mi compañero se movía mucho y la habitación era algo calurosa.

Espere otro rato dándole chance a Pablo que se durmiera y como no podía dormir, hice lo que siempre hago cuando no puedo hacerlo. Baje mi ropa interior y empecé a darle un poco de alegría al muñeco a nombre de las tetas redonditas de Laura y esa boquita de mamadora.

Cerré los ojos y empecé a imaginarla como metía mi verga entre sus tetas y me hacia una paja lenta, luego que se montaba encima de mi y empezaba a cabalgarme como toda una puta. Escupí la palma de mi mano y le di mejor ritmo al asunto.

-¿estás también excitado?-Sentí que susurraban a mi oído.

Yo casi que salto de la cama, pensé que Pablo dormía. Me tape enseguida con una sabana mientras veía que Pablo sacaba su verga por la cremallera del shore y empezaba a hacerse una paja.

-Estamos en confianza, somos panas-La cara de Pablo denotaba que estaba algo perdido pero excitado a la vez.

-Dale pero que quede entre nosotros-Respondí luego de unos cuantos segundos, dándole chance a que la sangre que llenaba mi pene pensara por mí, agarre su mano y la puse en mi verga de más de 20 centímetros. No es que yo tenga muchos límites.

-Esto no Luis, esto es de maricos-Dijo Pablo nervioso- Los muchachos nos pueden ver.

– Dale marico. La puerta tiene seguro y si no hacemos ruido nadie se entera además todo el mundo está borracho-Volví a apretar su mano en mi verga que más dura no podía estar.

Pero… es que yo… -Dudo por un par de minutos-A mí me gustan las mujeres-Dijo mientras su mano seguía apretando mi herramienta.

-Pajeame vale, la tienes toda para ti. Estamos entre panas-Le susurre en el oído.

Comenzó una paja torpe pero luego de unos minutos en la oscuridad, Pablo se quito de mi lado y se sentó en la cama permitiéndole hacer una mejor paja. Yo estaba excitado, no era Laura pero era una mano que me estaba haciendo perder la cabeza.

-Desnúdate y ponte aquí Pablo-Le dije mientras me quitaba la ropa y me acomodaba. Sentados en la cama, frente a frente y con nuestras piernas entrelazadas Pablo me hacia una paja mientras yo se la hacía a él.

Su verga era más chica que la mía y la sensación de tocar la verga de otra persona te crea cierto morbo. Estábamos sudados y Pablo se notaba igual de ido aunque excitado.

Quise aprovecharme más de la situación y aceleré su paja, me escupí dos dedos y con la mano libre fui jugando con sus bolas y perineo, paseándome una y otra vez siempre agregando más saliva hasta que baje lo suficiente para sentir su culo cerradito.

-Eso no vale, no soy marico-Dijo Pablo sin apartarse ni parar la paja.

-Tranquilo vale, esto es para que la paja sea más sabrosa-Le dije acariciando la puerta de su culito en forma de circulo-Esto no lo sabrá nadie.

El cerraba sus ojos, algunas gotas de sudor caían de su frente y su respiración agitada se podía sentir más.

-Ufff eso no vale-Había metido un primer dedo en su culo mientras seguía con su paja.

Yo en ese momento no pensé mucho como amigo, sino como un carajo con ganas de pasarla bien a costilla del alcohol y de un culito ajeno. Le di un beso, mi primero con un hombre, luego le bese el cuello y detrás de su oreja mientras metía un segundo dedo.

-¿quieres que te la mame?-Le dije a Pablo aumentando la paja que le estaba haciendo-Respóndeme.

-Si, házmela ya casi no puedo más-Me dijo desesperado.

-Primero házmela a mí y después termino contigo-Lo empuje y acomodándonos en la cama, poniendo mi mano en su cuello, dirigí su cabeza a mi verga.

Cuando iba a decir algo, le metí medio guevo en la boca. El protestó pero después de unos segundos se rindió y empezó a tragarse más o menos la mitad que es lo que se podía meter en la boca. Ya lo tenía más que dominado.

Yo con los ojos cerrados disfrutaba de una mamada, no sé cuánto tiempo estuvo así pero cuando agarro practica, lo hacía casi mejor que mi novia, yo casi estaba que botaba la leche pero esto no me bastaba.

Aprovechando que él estaba como poseído y con los ojos cerrados, me coloque debajo de él y empecé a meterle los dedos mientras le hacia una paja lenta en una posición bastante incómoda pero efectiva.

Llego un momento en que mi amigo abandono mi verga y solo gemía muy bajo pero igual lo hacía. No nos importo nuestros amigos en las otras habitaciones, ya íbamos por lo que íbamos y sin barreras. Siempre había sospechado que mi amigo gustaba de mi.

En la oscuridad estábamos los dos sudados y sintiendo el calor de cada uno, dos supuestos heterosexuales probando el maricoteo a tres tablas.

Me levante de la cama y aunque todo estaba en oscuridad con la poca luz que había note que Pablo me veía a la cara, vi sus ojos y leí esa intensidad de su mirada que solo decía una sola palabra, cógeme.

En 4 patas quedando sus rodilla a orillas de la cama, tome de su cintura y lo lleve un poco más atrás para que quedara mas a mi disposición. Aquel hombre de metro ochenta y que no tenía pero ni una gota de grasa en su cuerpo estaba a mi disposición, unas nalgas duritas y bien formadas se presentaban a mí y yo sí que quería disfrutarlas.

Escupí mi mano, lleve mi saliva a mi verga repitiendo dos veces esta acción y luego lo mismo con esa cueva sin explorar que esperaba por mí. Empuje su espalda hacia abajo, e hice que abriera un poco las piernas aprovechando que Pablo estaba haciendo lo que yo le decía. Sentía sus vellos acariciando mi glande antes de meterla y presioné, no entro fácilmente tuve que intentarlo 3 veces más.

-¡Aaaahhhh! me duele-Pablo intento zafarse-No joda, sácala.

-No seas jeva, solo es la cabecita-Le dije.

-Sácala, me duele de pana, suéltame-Trataba de despegarse y lo agarre por la espalda y sin querer el mismo se la termino de clavar-Noooooo, me duele coño de tu madre, sácala.

Yo lo empuje hacia delante quedando su cuerpo acostado en la cama y el mío sobre él con mis brazos cruzados en su pecho no queriendo soltarlo.

-Suuushh-Le decía al oído mientras mi verga se acomodaba en ese caliente y apretado culo-Relájate mi pana, si sigues así va a seguir doliéndote pajuo.

Forcejeo unas cuantas veces más hasta que no pudo conmigo, estuvimos un rato sin movernos, caían las gotas de sudor y yo jugaba con su cuello.

Fue el mismo quien empezó a echarse hacia atrás para meterse mi verga, cuando lentamente se movía en círculos. Al inicio pensaba que quería escaparse pero cuando sentí unos leves gemidos no pude más que empezar a darle lo que quería, sabía que le dolía y le gustaba a la vez.

Saque mi verga y la volví a meter lentamente haciéndole desfallecer, le quite el control con cada metida de verga que le daba. Lo torturé metiéndole la verga lentamente hasta que nuestra excitación pudo más y se activo el sexo animal.

Volviendo en 4 patas lo agarre por la nalgas y empecé a partirle el culo como dios manda. El no dejaba de morder la almohada para disimular los gemidos los mismos que yo escuchaba perfectamente.

Al día siguiente no podría caminar de la cogida que le estaba metiendo, un macho deportista como lo era Pablo, que estaba recibiendo verga de mí, su mejor amigo.

Cuando note que quería echar la leche, le agarre las manos en la espalda y apoyándome seguí penetrándolo. Su culo ya estaba abierto, ninguna de mis novia se había portado tan puta como él, primera vez que probaba un culo y eso me tenia loco.

Cambiamos de posición, me coloque sus musculosas piernas en los hombros, cuando se la metí empezó a gemir muy duro y empecé a taparle la boca con una de mis manos.

Pablo era más susceptible a esta posición y con cada metida, desfallecía. No encontraba qué hacer con tanto placer y supongo que dolor.

-Dame más Luis-Gemía.

Aprovechando que estaba totalmente excitado y descolocado, le empecé a dar más rápido metiendo toda mi verga sin contemplación. Si me iba a portar mal debía hacerlo por lo más alto. El repiqueteo de nuestras pieles inundaba la habitación junto con los sonidos que salían de la boca de mi amigo.

En la misma posición, agarre sus piernas por detrás de las rodillas y las empuje lo mas que podía a su pecho, quedando a mi total disposición todo su agujero para ahora darle duro, Pablo no aguantaba tanto lo que me llevo a seguir jugando con él.

Colocaba mi glande en toda su entrada y la metía muy despacio, iba y venía.

-¿quieres más?-Le decía a Pablo, el me respondía con leves gestos en su cara como esperando que la metiera hasta el fondo pero no lo complací.

Metía mi glande y hacia círculos en su apretado culo dejándolo picado. Ya este no era mi mejor amigo sino una putita, una perra a mi disposición. Su culo envolviéndome el glande y hasta apretándomelo era de los mayores placeres de mi vida.

Cuando meti gran parte de mi verga, echo la cabeza hacia atrás abriendo su boca y soltando todo el aire de sus pulmones. Esa imagen aunque en la oscuridad nunca se me borrara de mi mente.

Volví con el mete y saca, haciéndolo gemir de nuevo. Metía toda mi verga en ese culo, el mejor puto sexo de mi vida y sin planificar.

Acelere mis movimientos, ese culo apretado era una nueva sensación para mí y aunque encontraba resistencia esto me daba el mayor placer que ni mis novias habían podido darme. Desde ese momento comprendí que una de mis metas en la vida era disfrutar las variantes del sexo, sin tabúes y sin tantas limitaciones.

Mi verga salía y entraba tan rápido de ese culo recién desvirgado y la cara de mi amigo solo decía una cosa cógeme duro. Su verga seguía igual de dura que al inicio, empecé a masturbarla con una de mis manos y sentí como su presemen la había bañado.

-Que rica perrita, estas toda mojadita-Le dije a Pablo.

Sentía sus venas en mis manos y la dureza que tenia, estar masturbando a alguien tan cercano y cogiéndolo a la vez, me puso tan malo que sin querer, empecé a botar toda mi leche en ese culo mientras sentía que casi me desmayaba encima de él.

Con cada descarga sentía que desfallecía. Segundos después brotaba de la verga de Pablo una gran cantidad de leche que le baño sus abdominales y el pecho. Caímos en ese trance con cada contracción y nuestras respiraciones hacían eco junto a las olas del mar.

Me olvide del mundo mientras el orgasmo todavía hacia efecto en mi y poco a poco fui recuperando la cordura.

-Ay maldito, con cuidado-Dijo Pablo cuando casi desmayado había sacado mi verga de su culo.

Yo quede encima de mi amigo, bañándonos en su leche y nuestro sudor. Nuestras respiraciones estaban agitadas y nos dimos un beso corto pero más por cordialidad que por otra cosa.

Y ahora estaba yo, en esta cama a las 2 de la tarde de nuevo excitado y con un culo a mi lado. No sabía cuando nos acomodamos para dormir pero tenía ese recuerdo vivo con Pablo.

Vi ese culo de gimnasio saludándome. Con cuidado acaricie su nalga izquierda y luego metí un dedo en su culo dilatado, sacándolo algo mojado supongo que de mi leche.

Pablo se volteo a verme y también tenía una erección, hicimos contacto visual y de una fuimos de nuevo a probar nuevas cosas.

Así empezaron los juegos con mi mejor amigo Pablo.

Como siempre comenta y valora, tengo otras publicaciones pero ando full con el trabajo.

Gracias por el buen recibimiento de mi relato sobre Las aventuras de Danielito, pronto vendran más.

Besos en la espalda.

Todos conocemos la adrenalina y la vibra cuando el nivel de alcohol ya paso el límite, ya no se puede parar porque llevas rato deseando ser libre y ha llegado el momento de remplazar esa opresión y limitación constante de la vida por unas alas falsas.

Vamos a perdernos entre música, entre gente, entre los segundos que no somos conscientes, quítate la verdadera mascara y deja fluir tu verdadero ser interior. Hoy quiero ser un animal con sed de muchas cosas, hoy yo decido ser insaciable.

No pienses que estoy mal, siempre he sido así y con los años entre las sombras, ya no puedo esperar más. No quiero pensar en mi mujer, ni en mi padre y mucho menos en mi trabajo, quiero sexo y nadie me lo va a poder quitar.

Tu sabes que al tener la experiencia de tu vida, quedas con esa sensación de querer sentir más porque nunca es suficiente de algo bueno o eso creía.

CAPITULO 4:

QUE SIGA LA FIESTA

La calle estaba a reventar, me aleje un poco y vi a un par de infantes de marina custodiando la calle para que no pasaran los carros a donde ocurría el desfile y le pique un ojo al que me pareció más serio, primero me quedo viendo con cara de molestia y después soltó una sonrisa. Bingo.

Caminé con movimientos femeninos, quería llamar su atención. Él le dio un codazo a su compañero quien veía a otro lado, los dos me veían sintiéndome deseado y un poco burlado.

Fui a un vendedor y compre tres bebidas además de algo para picar, les lleve a los infantes y me vieron como su salvación porque llevaban rato sin probar nada según me contaron unos minutos después. Uno no tenía acento oriental pero eran simpáticos y se veían como me gustan los machos.

Estaban algo nerviosos y les dije si querían probar culo, fui directo. Lo pensaron y no me dieron una respuesta, pero los veía ansiosos y ganados a la vez, les deje un papel con mi número diciéndole que les ofrecía comodidad, discreción, dinero y un buen desahogo. Rieron.

“Chaito guapos”

Seguí caminando y entre al carnaval de nuevo, mi cuerpo tembló cuando vi a varios conocidos, entre ellos a mi compadre. Me acerque a él y no le hable, solo le baile un poco al lado de su esposa y familia. No me reconoció pero mi erección no era normal.

De lejos pude visualizar a mi hermano pero seguí de largo. Me uní a un grupo grande y baile un buen rato pero no conseguía más experiencias fuertes, hasta que subí más y más por la calle, odiaba los tacones, me dolían bastante los pies pero caminé hasta el inicio del carnaval y baje de nuevo al paso del desfile.

Esta vez empecé a restregarme y hacer gestos a quienes parecían unos malandros, el grupo era variado, habían dos como de menos de 30 años, otro de 40 y otros casi de mi edad, los catalogue como albañiles porque se veían curtidos por el trabajo, a diferencia del trío de amigos anteriores que se veían más estilizados o arreglados.

Uno de ellos, era de piel muy oscura lo que me produjo mayor interés, no quería despreciar la oportunidad y puse mis nalgas en su paquete, a nuestro alrededor reían pero no se daban cuenta que yo aproveche de meter mi mano y manosearle el paquete.

La erección no se hizo esperar y me brindó un trago, seguí moviéndome e hice lo mismo con el segundo. Vi cuando se hacían señas y me tomaron del brazo. Ya era muy tarde en la noche y el desenfreno era mayor.

Terminé en el asiento de atrás de un vehículo Conquistador, a una cuadra de la fiesta donde pasaba todavía mucha gente y pensé en ese momento que nos iríamos a otro lugar cuando me di cuenta que solo uno de ellos se metió al carro quedando solo conmigo. Era el cuarentón.

“Mama puta mama”

Con sus pantalones por la rodilla, aprovechando la oscuridad que daba las puertas cerradas y los vidrios ahumados, me puse a mamar una herramienta bien peluda como de 16 centímetros, ideal para meterme hasta las bolas.

No lo decepcioné y empecé a mamarle algo incomodo pero la excitación lo podía todo, no se cuánto tiempo estuve así pero los 5 pasaron por mi boca, a veces entraban algunos a ver como lo hacía. Esperaban su turno afuera disimulando mientras la gente pasaba.

Mi negro no fue el mejor pero me gustaba, era muy bestia y debía abrir la boca muy grande porque lo tenia grueso. Como buen campeón, me lo trague todo y sentí su leche a la brevedad, fue el que menos duro creo que la situación lo había dominado.

Lo más morboso fue cuando supe que padre e hijo se habían montado a la vez en el vehículo. El mayor no estaba interesado en mi boca sino en mi culo así que su hijo quedo como dueño de mi boca, los dos tenían miembros similares, por encima del estándar y muy venudas.

-“Quiero culo, tengo tiempo que no me como uno”-Desesperado agarró mis nalgas.

-“Tiene buena boca papá”-Dijo el hijo-“Mama mejor que Gladys”.

-“Esta puerta ya esta abierta”-Sentia sus dedos en mi interior. El menor me dio un par de cachetadas.

Baje bien los pantalones del padre, quedaron a la altura de sus tobillos y sin prestarle atención al muchacho, me monte encima de quien reclamaba mi culo. Fue incomodo y sentí cuando se rompió un poco el disfraz cuando lo cabalgaba.

No sé como haría con los dolores de cintura después, yo era feliz brincando en esa verga mientras veía que se masturbaba el hijo a mi lado.

Cuando me di cuenta, un empujón demasiado brusco y estaba sentado encima del más joven, el padre me daba nalgadas. Había cierta complicidad que me volvía loco, entre ellos discutían para sentir mi culo.

-“No me la vayas a dañar”-Dijo el mayor mientras su hijo gozaba.

-“Es que esta muy sabrosa esta puta”-Dijo entrecortado.

Al final tratamos de que yo se la mamara a uno mientras otro me cogía pero era demasiado incomodo y termine mamando a uno por uno hasta que me trague la leche de ambos.

No me sentí saciado pero la situación fue muy buena, cuando salí ellos elogiaron mis artes mamatorias y terminé por irme. Estaba cansado y era bastante tarde, ya había cumplido mi cometido.

Mientras caminaba por las calles sentí ganas de mear, uno el hombre tiene la ventaja para hacerlo y me llamo la atención uno de esos urinarios improvisados y sonará muy fuerte pero les metí el ojo a varios hombres aunque al inicio fui en busca de otros sitios sin éxito.

“Uno más, solo uno más”- Me dije a mi mismo ya algo cansado.

La suerte me acompañaba esa noche. Llegue a un sitio bastante apartado y sin luz, saque mi verga y solté un chorro del líquido amarillo. Como había observado se hacían grupos de hombres y empecé a desviar mi vista hacia otros miembros.

En minutos, de manera insólita ya que los que estaban cercano a mi me rechazaron, un hombre a 10 metros a mi derecha me hizo seña, según me dijo, pero yo no lo había visto hasta que estuvo a mi lado.

-“Vente”-Dijo el flaco de piel quemada. Olia a cigarro y ron.

No sabía a donde me llevaba pero no debí caminar mucho, a pocos metros del urinario había una pared con un gran agujero. Nos metimos los dos y me resulto algo incomodo porque había mucha yerba, no pudimos profundizar a lo que parecía una casa abandonada y apenas si nos cubríamos de las miradas de los que iban a orinar.

En segundos ya estaba mamando, arrodillado, con pequeñas plantas pegándose de mí pero la boca totalmente llena. Era brusco pero así me gustaba, me ahogaba y me daba leves cachetadas. Así como el culo, la garganta también estaba dilatada.

Podía aun escuchar los chorros de meados cercano a nosotros pero estaba centrado en mamar, era larga esa verga y mis arcadas no podían faltar pero cosas como estas quería vivir.

Siempre me había parecido un desperdicio que se masturbaran frente a mi cara, prefería sacarle la leche con mi boca pero él no me dejaba.

Desesperado y resoplando, con movimientos frenéticos de sube y baja, aquel hombre quería echarme la leche en la cara, pues yo abrí la boca.

“¿Quién pensaría que iba a encontrar una mamona como tu aquí?”

Sentí los regueros de leche cayendo por toda la máscara y boca, su grito fue bastante fuerte pero yo estaba concentrado en dejarle todo limpio cuando dos sujetos mas entraron por el agujero en la pared. El salió disparado del lugar.

“No, no…”-Dije.

Quise levantarme para huir pero uno se coloco en todo el medio de la salida y el otro frente a mi, ambos rieron y pude observar sus cortas erecciones bajo la poca luz.

No dijeron nada, yo sabía lo que tenía que hacer y volví a probar el sabor del meado y a macho. No me costaba tragarlos porque eran muy cortos ambos aunque algo robustos pero nada fuera de este mundo. Acabaron sin pena ni gloria y evite tragar sus leches. Las escupí con asco.

Cuando de repente, me quitaron la máscara y empecé a luchar con ellos para quitárselas pero entre risas y mi falta también de coordinación no podía quitársela.

“Que no te de pena de mostrar tu cara, puta es puta”-Rieron ambos.

El que más corto lo tenía, lanzo la máscara hacia la profundidad de esa jungla dentro de donde estábamos y se largaron.

Un rayo de luz, me permitió divisar a donde estaba y luchando contra la yerba y ramas de árboles pude obtener lo que quería lo que no sabía era que habían entrado un grupo de hombres más.

Eran 3, no tenían buena pinta pero sabía que no podía hacer mas nada. Me arrodille frente a ellos, ya no había mucho ruido en aquella zona y con más confianza empecé a chuparles por obligación.

-“Les dije que no íbamos a pasar este día sin probar nada”-Dijo con voz ronca el más bajo del grupo.

-“¿y quién iba a pensar que seria así? Que favor nos han hecho esos dos pillos”.

Mi sorpresa fue cuando el de la voz ronca, tenía el chorizo más largo de la noche y eso me devolvió el morbo, lo que causo malestar en sus otros compañeros que estaban armados de algo más normal.

Mame y mame como quería, quería tragármelo todo y me costaba pero lo pude hacer. El gemía mucho y me agarraba de la cabeza para que no sacara nada.

Yo masturbaba a sus compañeros los que se cansaron de ser echados a un lado, aprovecharon de ir a mi culo y darme nalgadas.

“¿Qué más se le puede pedir a la vida Juancho?”-Dijo un barbado con pinta de árabe.

Me palparon y sentí su emoción cuando me tocaron el culo.

“¡Que rico tiene el chochito! Nos lo dejaron abierto y todo”-Aprovecho de meter su herramienta hasta el fondo.

Sentí como me taladraba sin compasión pero yo ya estaba demasiado dilatado y para excitarlos mas empecé a gemir como mujer. Tenía a un hombre adelante, otro atrás y a otro que me le mamaba de vez en cuando o en su mayoría masturbaba.

Sentía como me cogía con fuerza, lo hacía bien pero debo admitir que el culo ya me ardía, de igual forma seguí hasta que en varios empujones boto toda su leche. Enseguida sentí como otra verga me penetraba y ya me sentía acostumbrado por completo a tragar por ambas puertas.

Echaba mi culo hacia atrás y él se quedaba estático, me disfrutaban porque sus gemidos los delataban y quien tenia en el culo me pidió que no me moviera más porque no quería acabar tan pronto.

Me levanto una pierna y entro mucho más adentro, lo disfrutaba muchísimo, no pensé que ellos me darían uno de los mejores polvos. Tocaban mi pecho como si tuviera tetas y les gustaba palpar cada centímetro de mi cuerpo.

Estaban demasiado salidos y estuvimos un buen rato hasta que oí gemir a quien estaba detrás de mí, me sentía triunfador.

Ahora el de la gran verga quería culo, sus otros compañeros fumaban delante de nosotros. Nos veían con curiosidad.

“Aguanta, aguanta, lento”-Le rogué.

“Que buenas nalgas tienes”-Me pego una manotada.

No tenía mucha paciencia y el burro ese, me la metió muy rápido aunque no de sopetón. Me sentía muy lleno, demasiado para mi gusto.

“Aguanta por fa..vor ¡Ay!”-le volví a rogar-”Así lento, lento”.

Me hizo caso y pude acostumbrarme pero cuando empezó a moverse más rápido, no había cuerpo que lo aguantara.

“Así gime como la perra que eres”-Gritaba quien identifique como Cheche.

Todos celebraban pero yo solo cerraba mis ojos aguantando aquel torpedo de carne, sentía que me llegaba a lo mas profundo, tocaba mis paredes y me daban ganas de orinar.

Puse mi manos apoyadas de la pared y él me agarro por la cintura, fue monstruosa las embestidas que me daba el desgraciado. Yo lo estaba disfrutando, pero tenía tiempo que no probaba algo así, me sentía relajado.

Cuando vi que estaba muy excitado y los gemidos lo delataban, lo empuje bruscamente contra la pared y me clave sus veintitantos de nuevo. Empecé yo a menearme y el vibraba.

“Ni siquiera tu esposa te hará esto”-Le dije.

Le puse poder a mis movimientos y nuestros espectadores estaban haciéndose la paja de nuevo, le di como nunca le había dado a alguien, sentía como ya mi culo se había adaptado. Me sentí pleno en placer y me masturbaba de vez en cuando.

“Hija de puta”-Grito el vergón. Yo no pare mis movimientos.

El me empujo y casi caigo de boca pero sus amigos me sujetaron muertos de la risa, ambos acababan también y aproveche para masturbarme.

Arrodilladlo le saque el preservativo lleno de leche y lo lance a un lado. Lamí todos sus centímetros dejándolo todo muy limpio y luego me fui con sus amigos quienes habían echado la leche al piso.

Les pedí que me metieran los dedos mientras me hacia una paja, ellos rieron y me manosearon mientras uno metía tres dedos. No pude aguantar más y solté varios chorros potentes de leche a la yerba.

Me sentía demasiado cansado y descanse un momento viéndolo, ellos fumaban y aprovecharon para darme cachetadas con sus vergas ya dormidas. Prendieron otros cigarros, me ofrecieron uno pero lo rechace.

Al terminar de fumar, se arreglaron y me ayudaron a salir del agujero en la pared. Yo estaba destruido.

Me agradecieron por el rato y se disculparon por haberme abordado de esa forma, me pareció gracioso todo.

Me acompañaron varias cuadras y supe que eran de una parte de la ciudad llamada Macarapana. Anotaron mi número y seguí mi camino, ellos se desviaron a seguir la fiesta.

No aguantaba mis pies con las sandalias, así que me las quite. Sentía mi culo húmedo y mi cuerpo maltrecho pero feliz.

Llegue al estacionamiento finalmente porque me pareció eterno y me recibió una persona diferente, se veía malhumorada así que no hubo tema, todo muy mecánico.

Salí en mi carro rumbo al motel con el culo ardido y una sonrisa de campeonato.

Gracias por leer el relato, espero que la tercera y última parte les guste mucho más.

Orgasmos anales para todos.

-Mañana empiezo las prácticas en la clínica de depilación. ¿Alguno se ofrece como voluntario? -preguntó un entusiasmado Marcos.

Marcos era un chaval de veinticinco años. Aquella era su primera oportunidad de trabajo, y si superaba con éxito el período de prueba sería contratado. Su madre había conseguido que la dueña de la clínica de depilación le hiciese el favor de darle una semana de margen a su hijo para que viese cómo se desenvolvía.

Marcos siempre había tenido muchas aspiraciones. Quiso ser famoso hasta que cumplió diez años, tras ello, quiso ser veterinario. Luego quiso ser profesor, para más tarde cambiar su vocación de docente por una nueva, la de enfermero de la mente, y se matriculó en psicología. El problema era que él mismo no entendía su propio cerebro, que le decía una y otra vez que quería abarcar demasiado para el poco esfuerzo que estaba comprometido a ejercer. Marcos no era estudioso, no era trabajador y no era responsable, y eso, en gran parte, era culpa de su familia y sus amigos. Sus padres nunca le habían negado nada por ser hijo único. Dinero, ropa, coche, fiestas, viajes… Si quería algo, sabía exactamente cómo suplicar a sus progenitores para conseguir el dinero necesario. Sus amigos, por otro lado, disfrutaban de su compañía porque era un chico agradable y divertido, y era muy buen amigo, pero nunca encontraron la manera de hacer que bajase de las nubes y asentase la cabeza sobre los hombres y los pies en el suelo.

Cuando Marcos preguntó aquello, “¿alguno se ofrece como voluntario?”, sus tres amigos se miraron entre ellos y un silencio sepulcral invadió la terraza en la que estaban sentados tomándose unas cañas bajo los primeros rayos de sol de la primavera. Marcos había tenido pruebas para distintas posiciones de trabajo a lo largo de su vida, pero siempre se habían quedado en intentos, y nunca había conseguido ningún puesto. Él aseguraba que era porque aquellos que iban a ser sus jefes no comprendían su máximo potencial, pero las distintas quejas, demandas e incluso lesiones que sus compañeros habían sufrido por su gran torpeza revelaban el verdadero motivo. Aquel chaval era simplemente un patoso, y sus amigos lo sabían. No había salido de ninguna prueba de trabajo sin haber roto mobiliario o huesos, o incluso provocado graves quemaduras con bebidas calientes. Sus amigos tenían algo claro y era que, si querían sobrevivir hasta una edad avanzada, jamás debían someterse a la búsqueda de voluntarios de Marcos.

-Joder, que silencio -su entusiasmo disminuyó-. Pues después no pidáis favores.

-¿Pero qué favores te pedimos nosotros a ti, flipado? -dijo riéndose Said, el único que no tenía una cerveza en la mano.

-Cuando empezaste a trabajar en la ambulancia, ¿quién fue el primero en ir a verte? -preguntó Marcos, ofendido.

-Fui yo a recogerte, después de que Alba me dijese que te habías bebido hasta los charcos de la calle. Te tuve que meter un chute de vitamina B12 para que no te diese nada malo -aseguró su amigo.

-¿Y tú? -dijo señalando a Alba- Cuando te contrataron en la peluquería, ¿quién fue tu primer cliente?

-Fuiste tú, pero porque te obligué a pagar. Después del corte de pelo te levantaste sin que me diese cuenta y te fuiste de allí sin ni siquiera despedirte -su amiga puso los ojos en blanco-. Que vaya Paulo.

-Yo soy gitano -dijo Paulo-. Nosotros nos depilamos con una cuchilla, de toda la vida del señor.

-Y los moros ni nos depilamos -dijo Said.

-Vamos, que sois unos amigos de mierda…

-Tío, si yo iría como voluntario -intervino Said-, pero es que vas a empezar a practicar con cera. Con cera. ¿Eres consciente? Le quemaste la cara a un cliente en la cafetería porque le tiraste un té hirviendo por encima…

-¡Coño¡ ¡Que fue un accidente! -dijo, acalorándose de nuevo y alzando la voz- Siempre me vais a recordar al calvo de la cara quemada.

-Es que, hijo, no sé si prefiero que me quemes la cara con un té antes que la polla con la cera -dijo Paulo, y todos se rieron.

Marcos se cruzó de brazos y guardó silencio. Sabía cuál era su poder de convicción, y antes de que se acabase la jornada estaba seguro de que alguno de los tres cedería. Quería a Said o a Paulo, pues daba mejor imagen conseguir depilar a un tío y que dejase una buena valoración sobre tus servicios que a una tía, que ya estaban acostumbradas a todos los métodos de depilación existidos y por existir.

Said tenía 25 años como él. Era de árabe, de padre saharaui y madre argelina. Tenía unas facciones árabes que lo hacían tanto intimidante como atractivo, y que a la vez le aportaban un toque infantil en el rostro que hacía que a veces le echasen más edad de la que tenía. Iba alternando estilos, y se quitaba o se dejaba la barba según le apeteciese. Tener barba siempre hacía que Marcos le soltase un par de bromas sobre bombas y terrorismo, pero Said las encajaba bien porque siempre se metía con la sexualidad de Marcos en tono jocoso. Marcos era abiertamente gay, y aunque la religión de Said aseguraba que era pecado, él siempre había estado muy cómodo alrededor del que consideraba su mejor amigo. El moro medía 185cm, tenía una espalda que según el padre de Marcos era para “cargar piedras”, y unas piernas tan largas y musculosas que de una sola patada podía noquearte. Practicaba fútbol e iba asiduamente al gimnasio, y, aunque la mayoría de los futbolistas lo hacían, él no se depilaba. Su novia, árabe también, creía que un hombre era más sexy cuanto más pelo tenía, y a él le gustaba complacerla en todos los aspectos posibles. Dicho esto, sí que se recortaba el pelo en zonas como los sobacos o el pubis para una mayor comodidad e higiene.

Por otro lado, estaba Paulo. Paulo era, según él, más gitano que los gitanos de verdad. Paulo era mitad gitano, mitad latino. Su padre era brasileño y su madre gitana sevillana, pero a él siempre le tiró más la cultura y la sangre de la mujer que lo parió. Paulo era muy atractivo también, y Marcos se tenía estudiado aquel cuerpo de memoria. 177cm de altura, 75kg de puro músculo obtenido gracias a trabajar de reponedor en invierno y jornalero en verano, y un tono de piel que cualquiera envidiaría.

Marcos miró a Alba y le guiñó un ojo y esta, con una sonrisa, volvió a poner los ojos en blanco.

-Yo creo que el candidato perfecto sería Said -dijo Marcos, interrumpiendo el silencio que se había creado en aquella agradable tarde de abril-. Nunca le han hecho la cera, y quedaría genial delante de mi jefa si lo hago bien.

-Tú lo has dicho, si lo haces bien -intervino Paulo-, cosa de la que no te vemos capaz.

-¿Qué pasa? ¿Te has puesto celoso porque no te he mencionado a ti primero? -dijo Marcos, y Alba rio, conocedora de su estrategia.

Marcos y Alba siempre utilizaban la misma técnica. Aunque sus amigos eran muy modernos a pesar de sus creencias, seguían teniendo actitudes que serían muy difíciles erradicar, como creer que Alba y Marcos necesitaban de ellos por ser una mujer y un gay, respectivamente. Said y Paulo consideraban que, dentro del grupo, su función era proteger a los otros dos y actuar como pareja, hermanos o padres a la hora de cualquier petición. Marcos, conocedor de esto, sabía usar aquel detalle a su antojo como sólo años de manipulación le habían servido. Siempre presentaba la imagen de que estaba en apuros, haciendo que ambos amigos heteros y machos compitiesen por ser el que lo ayudase, y ahora volvía a estar haciendo eso.

-A ver, en esta situación yo creo que sería mejor cliente -afirmó Said.

-¿Qué te hace pensar eso? -preguntó Paulo, sorprendido ante la determinación de su amigo.

-Tío, te saco dos cabezas, tengo más pelo y soy más imponente. Si le digo a la jefa que el Marcos me he hecho un trabajado con la cera seguro que le dan el trabajo.

-Yo podría hacer lo mismo -Paulo levantó una ceja-. Llego allí, hago el papel de garrulo machito y seguro que la jefa flipa con que el Marcos haya contentado a un heterito -se rio.

-Si venga. Lo mío sorprendería más. Soy moro.

-Tío, que eres moro, no un billete de 500. Hay miles como tú en el país.

Marcos y Alba rieron.

-Supongo que tendré que ir yo -dijo esta-, ya que nadie quiere hacerte el favor y perderás el trabajo…

-¡No, no! -dijeron Said y Paulo al unísono.

El plan había funcionado. Ahora ambos querían quedar como protectores, como el verdadero jefe de su pequeña manada de cuatro, y querían ser los voluntarios de Marcos.

-Tengo una idea -dijo Marcos-. Os puedo depilar a los dos, uno por la mañana y otro por la tarde, y así mi jefa queda más sorprendida.

Ambos heteros cruzaron los brazos y se miraron de reojo, para asentir después. Estaba decidido, Marcos ya tenía a sus voluntarios, y menudos dos especímenes de hombres a los que iba a depilar.

El día llegó. Era por fin sábado. Los sábados eran los días más tranquilos en la clínica, por eso la jefa había decidido que Marcos podía comenzar sus prácticas el fin de semana. La muchacha, solo cinco años mayor que Marcos, le había enseñado todo lo que sabía sobre los distintos tipos de depilación, y hoy quería poner a prueba la destreza del chico gay con la cera. Ella no iba a estar presente, pues ya le estaba preparando para trabajar de cara al público, cuando normalmente solo hay un único depilador con la persona depilada. Marcos estaba entusiasmado, y casi no sentía nervios ya que sabía qué dos personas eran las que iban a disfrutar del privilegio de ser las primeras depiladas por él.

El primero era Said, que había llegado a la clínica a las once de la mañana. Por cuestiones de horario, Said prefería la mañana y Paulo la tarde, así que en ese aspecto no tuvieron que realizar ningún tira y afloja de egos para ver quién visitaba primero a su amigo. El chico árabe había llegado vestido con una camiseta de deporte negra, ceñida a sus definidos brazos y pectorales, y un pantalón de chándal también negro, tan impoluto que parecía que había sido sacado de la tienda cinco minutos antes. Said siempre prestaba mucha atención a su aspecto, y ya llevase chándal, traje o un atuendo casual, siempre iba perfecto de pies a cabeza, sin ninguna arruga ni ningún desperfecto a la vista. Era una de las pocas manías que se permitía tener. Una barba y un peinado arreglados, ropa impoluta y un buen perfume. La jefa de Marcos ojeó a su amigo nada más entrar, y este que era fiel a su novia, pero no se privaba del sentimiento de ser deseado por otras, le enseñó los dientes al entrar en una sonrisa pícara.

-Buenos días -dijo al entrar, acercándose a su amigo y dándole un intenso abrazo.

-Marcos, te quedas solo que voy a comprarme el desayuno al bar de la esquina -dijo la mujer, cogiendo su copia de las llaves-. Como me quemes, rompas o pierdas algo, lo pagas tú y te despides del trabajo -dijo levantando las cejas mientras salía por la puerta.

-¿Hasta tu jefa conoce tu fama? -se rio Said.

-Esto en vez de una ciudad parece un pueblo -Marcos puso los ojos en blanco y olvidó el comentario de su jefa-. ¿Te parece que empecemos?

Said siguió a Marcos hacia una habitación de tamaño medio, que estaba decorada con un biombo, una camilla en mitad de la habitación y un par de estanterías, sillas y una mesa en las diferentes esquinas. Marcos tomó una toalla y se la tendió a Said.

-Te voy a hacer un completo -dijo el futuro depilador.

-No es la primera vez que me ofrecen eso, pero nunca ha sido gratis -dijo el árabe, riéndose-. ¿Tengo que quedarme en pelotas?

-Hombre, a no ser que quieras que te depile los calzoncillos en vez de los huevos, tú me dirás…

Said se sorprendió al ver a su amigo Marcos. Parecía profesional, o al menos tanto como Marcos era capaz de parecer. Iba de un lado a otro, sacando distintos paquetes y utensilios, preparando las cosas, abriendo bien el biombo para que Said se metiese tras él y se quedase solo con la toalla. Los nervios que trajo a la clínica consigo se iban esfumando al ver lo muy en serio que su amigo se estaba tomando aquello.

-Estoy un poco nervioso -dijo mientras se desnudaba.

-Tío, que no te voy a hacer ninguna herida ni nada -dijo Marcos, con un tono de molestia en su voz.

-Que no es eso, cojones. Es que nunca me he hecho la cera ni me he depilado al completo.

-Pues siempre hay una primera vez para todo -decía el gay mientras preparaba la máquina en la que derretiría la cera.

Said terminó de desnudarse, se ató la toalla alrededor de la cintura y salió de detrás del biombo. Puso sus manos en cada lado de su cintura y miró a Marcos, posando.

-¿Qué tal? ¿Mejor que cuando te la cascas pensando en mí? -se rio y se acercó a Marcos.

-Mucho mejor -contestó este.

Marcos nunca había sido tímido al reconocer lo mucho que le ponían Paulo y Said, y estos, acostumbrados a ser deseados allá donde iban, no se molestaban. Al revés, disfrutaban sabiendo que Marcos babeaba por ellos, aunque ningún tuviese jamás la intención de jugar en el otro equipo. Ambos eran heteros, y así iban a permanecer, o al menos eso pensaban.

-Vale, túmbate -dijo Marcos, y Said obedeció.

El chico se tumbó sobre la camilla, que tenía una pequeña sábana que la cubría para que todo fuese más higiénico y cualquier resto de sudor, lágrimas o cera no empapase la tela de los almohadones. Instintivamente, levantó los brazos, dejando sus peludas axilas al descubierto y apoyando las manos tras su nuca.

-Qué fácil me lo pones -sonrió Marcos, que ya estaba mezclando las bolitas de cera para que se derritiesen.

-¿Va a quemar mucho? -dijo la escueta voz de Said, que vibraba por el nerviosismo.

-No -afirmó su amigo-. Te voy a poner cera azul, que quema menos, da menos tirones e hidrata más la piel.

-Vale, me fio de ti -se tranquilizó-. Me recorté los pelos hace una semana, espero que no sea malo.

-Que va. ¿Cómo vas en la polla? -preguntó sin rodeos.

-Hombre, Sheila dice que se usarla muy bien -ambos rieron, y Marcos esparció una primera capa de cera caliente sobre la axila derecha de Said.

-Creía que follartela antes del matrimonio era pecado…

-Y yo no he dicho que tenga intención de ir al paraíso. Cuando me muera será con los huevos vacíos -ambos rieron otra vez, y Marcos pegó un tirón seguro y seco de la cera ya endurecida, que hizo que los pelos de Said abandonasen la piel- ¡Joder!

-Coño, no ha sido para tanto… -aseguró Marcos, sonriente.

-No, pero no me esperaba ese tirón…

-Vamos, ahora el otro…

Pasaron los minutos, y Marcos fue depilando parte por parte el cuerpo atlético de su moreno amigo. Primero el otro sobaco, luego el pecho, el estómago, pasó a las piernas y, por último, llegó el gran momento. Iba a hacerle la cera en el pubis a su amigo Said. Tiró del nudo de la toalla e hizo el amago de quitársela, pero su amigo no se movía.

-Ejem… -tosió Marcos.

Said interpretó la indirecta correctamente al notar la fuerza con la que tiraba Marcos de la toalla y levantó las caderas, haciendo que su amigo pudiese dejar la toalla sobre una silla. Así quedaron ambos. Marcos con la cera en la mano y Said como dios lo trajo al mundo. Hubo un momento en el que no hablaron, ni se miraron el uno al otro. El árabe estaba mirando al techo, incluso cerró los ojos un par de segundos a causa de la vergüenza. Estaba orgulloso de su miembro, mucho, y no era una persona pudorosa. Además, no era la primera ni sería la última vez que Marcos lo había visto desnudo, pero en situaciones así siempre era complicado no ponerse un poco nervioso. Por otro lado, Marcos no miraba al techo ni al suelo, sino que mantuvo la mirada fija en la polla de su amigo. Sí, no era la primera vez que la veía, pero cada vez que la veía siempre tenía el mismo efecto sobre él. Era una polla más morena que la de una persona blanca normal. Era gorda, con la punta un poco más clara que el resto del tronco. Tenía una tupida mata de pelo que estaba claro que no se había recortado y que remataba de una manera perfecta en dos huevos grandes y gordos. Pero su parte favorita era que estaba circuncidado. A Marcos le daba igual si los tíos con los que follaba tenían o no esa piel extra en el rabo, no era un fetiche para él, pero en su amigo Said le parecía lo más sexy del mundo. Tenerla delante le recordaba todas aquellas veces que se la había visto meando en las fiestas, cuando se quedaba a dormir en su casa, cuando se iban de vacaciones y se bañaban en pelotas en la playa o en la piscina, cuando en la adolescencia se pajeaban él, Paulo y Said después de salir de clase… Siempre le había gustado, y había deseado probarla, pero sabía que ambos amigos estaban fuera de sus posibilidades. No porque Marcos fuera feo, ni mucho menos. Era un chaval rubio, de piel clara y complexión física normal que tenía mucho éxito entre otros hombres gays. Era por la sexualidad de ambos.

-Joder, los de la polla no te los has recortado, ¿eh? -dijo Marcos, saliendo por fin del trance en el que había entrado. Vio cómo Said se ruborizaba un poco- Mejor, prefiero encargarme yo y que no te hagas una chapuza.

La mata de pelo que tenía Said entre las piernas era sorprendente. Aún más sorprendente era que su polla fuese completamente visible, como si estuviese depilado al 100%. El vello de su amigo era grueso, por lo que primero tuvo que recortar con unas tijeras un poco y luego darle con una maquinilla eléctrica que eliminase suficiente vello como para trabajar con comodidad, pero que dejase margen para poder ser arrancado con la cera.

-Buah -suspiró su amigo-. Sheila lleva sin tocarme cerca de dos semanas.

-¿Y eso? -preguntó Marcos, saboreando saber que era el único que le había visto la polla a su amigo en varios días.

-Tiene la regla, y le viene irregular y con dolores. No quiere follar.

-Pobre.

-Ya ves, estoy que no aguanto.

-Digo ella, ¿sabes lo que duele la regla? -se rio.

-No, ¿y tú? -Said levantó una ceja.

-Pues no porque nunca la he tenido, pero siempre me he tenido que tragar las innumerables quejas de Alba, así que seguro que sé más que tú.

Said cerró los ojos y se relajó mientras Marcos le limpiaba la zona. No lo quería admitir, pero el pequeño masaje que su amigo le estaba propinando para eliminar los vellos recortados de la zona era lo más parecido a cualquier roce sexual que había tenido últimamente. Said odiaba masturbarse. Le gustaba que le masturbasen, que le hiciesen cualquier favor sexual, pero a él mismo solo se lo hacía por obligación y de forma rápida, para descargar y seguir con su día a día. Desde que no follaba se masturbaba una o dos veces por semana, cuando realmente apretaban las ganas. Por lo que, en esos quince días, solo se había corrido cuatro veces.

Marcos también se dio cuenta, y notó cómo la polla de su amigo comenzaba a ponerse erecta. Solo un poco morcillona, algo gorda, pero ya era suficiente para que su boca salivase al imaginársela penetrando una y otra vez sus dos orificios.

-Tío… -susurró Said.

-No te preocupes, es totalmente normal -dijo Marcos, acallando las dudas en la cabeza de su amigo.

Marcos decidió ser profesional y no intentar propasarse, por lo que simplemente cogió el palo de madera recubierto de cera y extendió la sustancia viscosa a lo largo del pubis de su amigo. Hizo una pequeña mueca de queja, tal vez por no esperar la sensación de calor, pero aguantó el tipo. La cera azul realmente no quemaba, simplemente notabas el calor en la piel. Marcos decidió dividir la zona en tres, el centro del pubis, la parte izquierda y la parte derecha. Primero cubrió la zona izquierda y, una vez enfriada la cera, dio un tirón que arrancó todos los pelos de Said. Este parecía estar acostumbrándose ya a los tirones y no se quejó. Luego pasó a la parte central, y repitió el movimiento. Por último, quedaba la parte central, cuyos vellos eliminó sin ningún tipo de problema.

A estas alturas, Said tenía una erección considerable. De nuevo, no estaba completamente dura, pero aquello ya pasaba los límites de estar morcillona. Estaba empalmado.

-Tío… de verdad que lo siento. Me la tendría que haber cascado antes de venir -dijo preocupado.

-Said, de verdad que es normal. Sobre todo, si llevas semanas sin follar -Marcos sonrió y pareció tranquilizar a su amigo-. Ahora tengo que tocártela para poder depilarte los huevos y la base cómodamente. ¿Estás cómodo? -su amigo asintió- Si quieres nos tomamos un descansito.

-No, no -dijo velozmente-. Quiero decir, ya que estamos pues terminamos, ¿no? No parece que quede mucho -se ruborizó de nuevo y Marcos volvió a sonreír.

Marcos agarró la polla de su amigo por la punta con el dedo pulgar y el índice y esparció la cera caliente alrededor de la base en dos veces, dando sendos tirones que no molestaron a Said. A estas alturas, la polla estaba completamente dura, para pesar de Marcos, que solo quería rodearla con la mano y menearla hasta que saliese leche.

Seguía aguantándola, esta vez haciendo un poco de presión en la base para que la erección quedase apoyada sobre el abdomen de su amigo. Marcos intentó concentrarse, pero casi no podía dar crédito a lo que veía. Al apoyar así el rabo de su amigo, este traspasaba un poco su ombligo. Estaba claro que él mantenía vivo el mito de que los moros tenían la polla grande, y Marcos lo estaba disfrutando en secreto, o eso creía él.

-No puede ser la primera que hayas visto así -sonrió Said, riendo un poco.

-Coño, es… Perdona, no me tendría que fijar.

-Es normal -dijo imitando lo que su amigo le había dicho antes-. Te ponen los tíos, y yo tengo un pollón. ¿No? -Marcos asintió- Dilo, anda.

-Tienes un pollón -obedeció a Said, algo que le sacó una sonrisa al moreno.

Marcos miraba embobado la polla que tenía ante sí, y Said se limitó a dejar caer ambas piernas por los lados de la camilla y acariciarse el abdomen.

-Voy a tener que venir más -bromeó.

-Por favor -susurró Marcos, en trance.

Said hizo algo que ninguno de los dos se esperaba, pero cogió la mano de su amigo rubio e hizo que rodease la base de su rabo completamente. En ese mismo momento, Said se sorprendió por lo que hizo, pero estaba demasiado cachondo como para parar o evitar lo que estaba destinado a suceder. Marcos miró a su amigo para asegurarse de que no estaba siendo una equivocación y que no se lo estaba imaginando todo, pero su amigo se limitó a asentir, ruborizado ante lo que estaba sucediendo.

Marcos no perdió el tiempo y, dejando a un lado el palo de la cera y quitándose los guantes, rodeó la polla de su amigo con ambas manos. Midió la anchura, y cuánto cabía en sus manos, y se sorprendió al comprobar que, incluso usando ambas manos, todavía sobraba polla. Pensó en lo que le tenía que hacer aquello a Sheila, y se aventuró a pensar que la chica no tenía la regla, pero que le daba pavor follar con su novio. No sería él quién desperdiciase la oportunidad.

Comenzó a masajear la polla de su amigo de arriba abajo. Said, abrumado por la situación, pero sintiéndose incapaz de detener lo que estaba sucediendo, dejó caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en las palmas de sus manos, y soltando un sonoro suspiro. Marcos prestaba atención sobre todo a la punta. Era lo que más le llamaba la atención de la polla de su amigo. Aquella cabeza circuncidada, que mostraba el cambio de color en el rabo, le ponía demasiado cachondo como para pasarla por alto. Notaba cómo sus pantalones iban a explotar, y en ese momento agradeció la perezosa decisión matutina de ponerse un chándal para ir al trabajo, ya que solo tuvo que tirar del elástico del pantalón y sacarse la polla para comenzar a pajeársela. Tenía su mano buena, la derecha, en el rabo de su amigo, asegurándose de que estaba haciendo la mejor paja que había hecho en su vida, mientras que con su mano libre se otorgaba placer propio. Sus años de experiencia le habían enseñado que las pollas circuncidadas lubricaban más torpemente que las que tenía la piel intacta, por lo que acercó la cabeza al miembro de su amigo y escupió sobre la punta. Said, pensando que su amigo iba a chupársela, puso una mano sobre la nuca del rubio, pero este se sobresaltó y miró a su cliente. Said lo miró ruborizado, y esta vez Marcos también se sonrojó. ¿Quería su amigo heterazo que le chupase la polla? El pensaba que solo se limitaría a una paja sin importancia, pero no podía rechazar algo como aquello.

-¿Quieres…? -Said se limitó a asentir, y Marcos se sintió en la obligación de complacerlo.

Tampoco es que le hiciese mucha falta demasiada insistencia, pues en el momento en el que el árabe dijo que sí con la cabeza, el muchacho rubio se lanzó a su polla como alguien que se lanza a por un poco de agua después de haber caminado por el desierto. Estaba impaciente, y esta impaciencia relució cuando intentó meterse casi toda la polla en la boca y una sonora arcada se lo evitó. La arcada arrancó una carcajada de Said, que le acarició la nuca rubia a su amigo.

-Ninguna puede tragársela entera -dijo.

Marcos se habría tomado aquella frase como un reto en otra ocasión, o en otras circunstancias, pero sabía que su amigo no lo estaba diciendo para vacilar ni para demostrar su hombría. Era más que posible que ninguna mujer antes se la hubiese metido entera en la boca, de punta a huevos, pero Marcos sabía que, si alguien podía, era él.

Meneó la polla un par de veces más con la mano, mientras que con la izquierda se pajeaba la suya propia, y retomó la actividad oral. Comenzó a lamer la punta de aquel sabroso y descapuchado rabo, que le sabía al néctar de los dioses. Rodeó el glande con la boca y cerró los labios alrededor, centrándose en dar todo el placer posible a su amigo con la lengua, pasándola por el orificio de la uretra, dibujando círculos alrededor de los pliegues del glande y succionando como si estuviese sorbiendo un helado. Said no paraba de suspirar, y de vez en cuando miraba a los ojos a Marcos. Marcos se alegraba de que su amigo no lo estuviese usando únicamente como juguetito sexual, sino que establecía una conexión mediante miradas, sonrisas y guiños de ojo. Said, por el otro lado, era la primera vez que experimentaba algo así. Se la había chupado muchas veces, pero nunca un hombre, y mucho menos su mujer amigo. Sin embargo, había descubierto que lo estaba disfrutando igual, o incluso más, que cualquier mamada que cualquiera mujer le hubiese dado antes, y decidió entregarse al placer sin rodeos ni titubeos. Sus gemidos y suspiros indicaban aquello, que se estaba dejando llevar y que no se arrepentiría.

Marcos volvió a intentar metérsela entera en la boca o, al menos, todo lo que pudiese, y para su satisfacción notó cómo el pubis recién depilado de Said le rozó la nariz, ante lo cual su amigo soltó un sonoro suspiro de admiración.

-Me cago en mis muertos, es la primera vez que lo consiguen -dijo en un estado de babia y shock.

Tras la inminente arcada, Marcos dejó escapar la polla y subió la cabeza en busca de aire, con una sonrisa triunfadora de oreja a oreja y un hilo de babas que unía su boca a su destino, la polla de Said. Said estaba acercándose y, sabiendo que su amigo había hecho lo que nunca nadie le había conseguido hacer, se armó de valor y agarró un puñado de aquella melena rubia y ondulada. Se incorporó, quedando sentado sobre la camilla, y dirigió la cabeza de su amigo a su entrepierna de nuevo. Con movimientos rápidos y potentes de cadera y de muñeca, comenzó a follarle la boca a su mejor amigo. Marcos aguantaba las arcadas como podía y se dejó utilizar. Le gustaba sentirse utilizado, sobre todo si sentía una conexión especial con la persona que lo hacía, y estaba claro que con Said había algo. Quizás una amistad intensa y nada más, pero para él aquello era suficiente. Said puso la mano libre en la nuca de su amigo mientras que con la otra seguía tirando del cabello rubio y comenzó a embestir más fuerte. La fuerza y el ansia por hacer que su amigo devorase su polla eran tantas que acabó bajándose de la camilla, quedando de pie y empalándole la garganta a Marcos. Podía notar las babas de su colega gay derramándose por sus huevos, sus muslos y cayendo al suelo, disparando sonoros golpes contra el frío mármol. Marcos comenzó a mover el brazo con mucha más fuerza, con más rapidez, y no tardó mucho en correrse. Se corrió tanto y con tanta potencia que más de la mitad de su corrida llegó a aterrizar bajo la camilla. Tendría que acordarse de limpiarlo todo bien una vez hubiese terminado con su amigo.

Cuando se corrió, llevó su mano a los grandes huevos de Said y comenzó a acariciarlos y a jugar con ellos, mientras que su amigo usaba su garganta como si se tratase de el coño de alguna tía a la que había conocido de fiesta. Comenzó a gemir más aceleradamente, transformando sus fuertes suspiros en sonoros berridos. Dio dos últimas estocadas potentes a la boca de Marcos, y en la tercera mantuvo la posición. Miró hacia abajo y vio los ojos rojos y llorosos de Marcos mirándole fijamente mientras un par de lágrimas recorrían las mejillas del rubio. Said no pudo aguantar aquella visión casi angelical, y comenzó a desfogar en el fondo de la garganta de su amigo, que comenzó a toser y a intentar tragar la enorme cantidad de leja que el moro estaba soltando. Cuando hubo terminado, se dejó caer sobre la camilla, sentándose de nuevo.

-Joder… -dijo Marcos, tosiendo y limpiándose las babas y lágrimas de la cara.

-Marcos… -Said lo miró, y Marcos temió ver el arrepentimiento en su rostro, pero no había ni rastro de aquel sentimiento.

-Lo siento -dijo para ser precavido-, esto ha sido demasiado poco profesional.

-Cállate. Me ha gustado -Said sonrió de oreja a oreja, y usó los guantes que su amigo se había quitado minutos antes para limpiarse la polla-. Ya tengo a quien me ayude cuando Sheila esté con la regla.

Marcos sonrió y se adecentó. Todavía tenía que depilarle los huevos a Said, salir a comer y regresar para depilar a Paulo. No sabía si podría controlarse con su amigo el gitano.

CONTINUARÁ…

Ayer por la tarde me encontraba un poco aburrido y decidí volver a entrar en grindr sin muchas expectativas.Las charlas fueron como siempre muchos perfiles en los que la conversación no lleva a ningún lado hasta que apareció un perfil que si llamó mi atención.

Me describo antes de nada por si no has leído mi anterior relato, tengo 23 años, 1’87cm, complexión fuerte y vello por todo el cuerpo, estoy contento con mi tamaño de pene no considero que sea mal tamaño aunque en este relato hago poco uso de ella jeje.

-hola, estoy en la oficina te apetece?

-Me pone bastante la idea , que te apetece hacer?

-voy a ser directo, vienes, me pones la polla dura mamándola y te follo en la mesa de la oficina.

-umm me pone bastante la idea, pásame dirección.

10 minutos después estoy tocando el timbre de la oficina, él es un hombre de unos 40 años, 1’8 complexión atlética y una muy buena polla de unos 17-18cm.

Tras abrirme la puerta vamos a su despacho y me recibe con la bragueta ya abierta, comienza a desabrocharse la camisa mientras yo le toco la polla a través del boxer, intuyo que esa polla me va a gustar bastante, comienzo a pellizcarle los pezones y a morderselosarrancando los primeros gemidos.

Tras calentarnos un poco le bajo su pantalón y bajo el mío también, comenzando cada uno a pajear la polla del otro. Cuando consigo que su polla se ponga bien dura, se sienta en su escritorio y me pongo de rodillas delante de él dispuesto a mamar esa polla que desde que la vi en foto deseaba probarla, comienzo a lamer la cabeza mirándole a la cara, escuchando como comienza a gemir, intento metermela entera en la boca aunque me provoca alguna arcada, mis ganas de comerla pueden más hasta que consigo meterla entera, haciendo que gima más fuerte aún. Tras unos minutos comienzo a comerla y pajearla a la vez pasando de su polla a sus huevos metiéndomelos ambos en la boca mientras le pajeo y sigo mirando esa cara de placer.

Tras unos minutos intercambiando, me levanta y me pone ahora a mi tumbado de espaldas a él y comienza a restregarla por la entrada de mi ano, ayudando con un poco de saliva que la echa escupiendo ( como me puso eso de verdad…) Introdujo un poco la cabeza y restregó bien la polla,demostrando las ganas que tenía de hacerme suyo… Le doy un condón y tras ponérselo y volver a escupir, comienza la acción.

Introduce la cabeza poco a poco arrancandome un gemido y notando que ya está toda entera cuando noto sus huevos chocar con mi culo, comenzando con un mete saca lento que me volvió loco mientras iba subiendo la intensidad poco a poco.

Comencé a gemir con cada envestida que me daba mientras tiraba de mi camiseta para apretar más fuerte aún, estuvimos como 5 minutos en esa postura hasta que me hizo cambiarme y tumbarme en el escritorio de frente a él poniendo ahora mis piernas en sus ombros..

Vuelve a meterme la polla hasta el fondo haciéndome gemir mientras nos mirábamos la cara de placer.

– te gusta eh?

-si, no pares ah ah ahh…

Comenzó a follarme cada vez más fuerte mientras yo ponía mi mando en su pecho y jugaba con sus pezones, sentía en ese momento que estaba en la gloria, volvía la sensación todo el rato de placer, sensación que no sabes si te vas a correr o te haces pis.

Ambos gemiamos fuerte con cada una de sus embestidas, hasta que él no aguantaba mucho más comenzando a gemir más rápido señal de que íbamos a acabar ambos, comenzó a masturbarme fuerte mientras daba las últimas envestidas consiguiendo que ambos nos corrieramos casi a la vez, que placer esa sensación…

Cuando ya nos habíamos corrido ambos me dió las últimas embestidas sacándome la polla y dejando un vacío en mi culo que no quería que se acabara el tenerlo dentro…

Nos limpiamos y nos despedimos con un cachete en el culo por su parte.

Cuando salgo de allí le hablo para decirle que me ha encantado y que me encantaría repetir, quedando en que mañana si se puede antes de que se vaya quedemos de nuevo, pero eso aún no sabemos si ocurrirá.

Espero que os haya gustado y que noteis mejoría de detalles con mi primer relato, un saludo y nos vemos en la proxima aventura que tenga

Era un sábado cualquiera, como casi todos los sábados iba a pasar el fin de semana donde mi amiga Lily, es mi mejor amiga y me encanta pasar el tiempo con ella.
Para ese entonces yo era virgen, al igual que mi amiga Lily. El sexo era algo que no tuviéramos en mente todavía y poco tocábamos el tema.
Ese día en especial, los padres de Lily iban a ir a una fiesta, y como ella es hija única, las dos íbamos a quedar solas en la casa.
Cuando los papas de Lily salieron, ella me contó que en la pieza de ellos había encontrado un video y lo había visto, ella no me dio muchos detalles de lo que vio, sólo me dijo que era un video porno y que quería que lo vieran juntas. Como todas las cosas nuevas, Lily se veía muy emocionada con esa idea y como somos tan buenas amigas, yo me deje contagiar de esa emoción porque quería saber como era tener sexo, me morí de las ganas porque a esa edad ya se empiezan a pensar en esas cosas y como iba a ser algo que iba a compartir con mi mejor amiga, sentí que iba a ser algo muy especial.
Entramos a la pieza de los papas y nos acostamos en su cama, una junto a la otra. Ya nos habíamos puesto la piyama y la película empezó.
El video estaba grabado en una playa, ese video se quedó grabado en mi memoria y aun después de tantos años, lo recuerdo con cada uno de sus detalles. Lo primero que apareció fueron dos mujeres en bikini besándose, mi sorpresa no la puedo describir con palabras, yo quedé en shock, y mi curiosidad creció al máximo, nunca se me había pasado por la cabeza ver a dos mujeres teniendo sexo, pero debo confesar que se veía muy llamativo. Ver la forma en que se tocaban, como recorrían sus cuerpos. Yo nunca había visto a una mujer desnuda, además mis senos son pequeños y ellas eran dos mujeres adultas, de senos grandes y grandes traseros.
Ninguna de las dos decía nada, estábamos absortas viendo el video, las dos mujeres ya estaban completamente desnudas y cuando una de ellas empezó a lamer el coño de la otra, vi por primera vez un coñito, lo recuerdo como si fuera ayer, el clítoris era grande, al igual que los labios de la vagina, a pesar de que yo soy una mujer, nunca me había puesto a reparar como se veía mi vagina, en ese momento me entro la curiosidad se saber como era la mía. Todo era impactante, la que estaba chupándole el coñito a la otra, movía rápido su lengua, lo hacía de arriba abajo y se metía en la boca todo el coño de la y lo succionaba con fuerza, recuerdo que sonaba cuando ella iba sacando el coño de su boca. Como ya dije, Lily y yo no decíamos ni una sola palabra, al menos yo ni pestañeaba, me parecía tan impactante lo que veía que ni siquiera pestañeaba, y mucho menos juzgaba la situación, era algo tan novedoso que no pensaba nada.
En fin, la una le chupaba el coño a la otra y luego cambiaron, recuerdo como gemían como arqueaban sus cuerpos, como le restregaban el coño a la otra con los movimientos de sus caderas, nunca voy a olvidar en la vida ese video.
Cuando ellas terminaron, apareció un hombre completamente desnudo, tenía la verga enorme y las dos mujeres comenzaron a chuparla y mientras lo hacían ellas se besaban. Yo que nunca había tenido sexo, empecé a sentir un pequeño hormigueo en mi coñito, nunca había sentido eso, y entre más veía ese video más curiosidad sentía, mi cabeza empezó a girar a mil revoluciones por minuto, empecé a pensar, que si todos los hombres tenían la verga de semejante tamaño eso de tener sexo iba a ser muy doloroso, me intrigaba mucho la forma en que gemían las dos mujeres, no paraban de hacer ese mismo ruido una y otra vez, se me pasó por la cabeza que lo hacían porque les dolía porque en vedad era una verga enorme, me llamaba mucho la atención de que la cabeza de esa verga era demasiado grande y veía con mucha atención todas esas venas que sobresalían a lo largo de la verga.
Lo único que cierto es que Lily y yo no dijimos nada, a pesar de que hablábamos como un par de cotorras, no hicimos ni el más mínimo comentario, lo que si recuerdo, y aun me excita, fue ver salir ese chorro de leche de esa verga y la forma en que caía en la cara de esas dos mujeres y el placer con que se lo tragaban cada una de ellas chupándoselo de la cara la una a la otra.
Lo cierto es que Lily saco el video, lo volvió a guardar y salimos de la pieza de los papas sin tocar el tema, nos sentamos a comer y ninguna de las dos tocamos el tema. Yo por mi parte no tenía ni la menor idea de que decir, aunque empecé a tener miles de dudas. Como era posible que dos mujeres tuvieran sexo, por qué gemían cuando les estaban chupando el coño otra mujer, no podía ser de dolor, entonces por que hacían ese ruido y sobretodo por qué lo hacían cuando las estaban penetrando.
Pensé en lo mucho que me había encantado ese hombre, era alto, corpulento, con unos tatuajes deliciosos, y también me encantó que las mujeres se dejaban dominar de él, ellas lo complacían en todo lo que él pedía, y aun ahora, gracias a ese video, mi mayor placer es que me dominen, cuando le doy gusto al que me domina, es cuando siento mayor placer.
Comimos casi en silencio, hablamos dos o tres cosas superficiales y como ya era muy tarde, porque una de las cosas que más recuerdo es que ese video era extremadamente largo y nos tomo casi una hora verlo por completo.
Yo propiamente estaba en shock, no me salían las palabras, en mi cabeza sólo habían miles de preguntas, recurrentemente las imágenes de ese video llegaban a mi cabeza y lo que más recuerdo, es que sentí ganas de tener sexo, porque lo que vi me dejó deslumbrada, se vio tan rico todo lo que veía, pero lo que nunca se me pasó por la cabeza fue hacer lo que esas dos mujeres se hicieron, porque a pesar de que lo disfrute viéndolo, sabía que eso no estaba bien visto.
Lavamos los platos, nos lavamos los dientes y nos fuimos a dormir. Lily y yo dormíamos en la misma cama, a pesar de la confianza que nos teníamos nunca nos habíamos visto desnudas la una a la otra.
Nos acostamos, nos dimos las buenas noches, y ahora que lo veo más detenidamente, ese video nos dejó sin palabras, nos dimos la espalda y a duras penas nos deseamos las buenas noches.
Yo no podía dormir, y yo sentía que Lily estaba en las mismas, pasamos como una hora intentando dormir, pero era imposible, así que me hice bocarriba, cuando menos lo pensé Lily se montó encima de mí y empezó a restregarme ese coño en mi estomago, no me dijo nada, solo sé que cada vez se restregaba con mayor fuerza hasta que bajó hasta mi cuello y lo empezó a besar. Yo no sabía que pensar, me dejé llevar de lo que Lily quería, fue la primera vez que me dominaron, yo no opuse resistencia pero debo confesar que no tenía ni la menor idea de qué hacer, me paralicé, Lily tomo las riendas y después de besarme el cuello metió sus manos por cuello de mi piyama y empezó a tocar mis senos, como la camisa se mi piyama era con cuello en ve, sacó uno de mis senos y lo empezó a lamer. Yo no sabía ni que pensar, era la primera vez que me tocaban, así estuvimos un buen rato, Lily me dominó por completo, hizo que me excitara, se sintió muy rico, ella no dejó de restregarme el coño en mi cuerpo, y ahora que lo pienso detenidamente, ella ya había visto ese video antes que yo, y seguro hizo que lo viéramos juntas, porque pensó que podía hacer conmigo lo mismo que vio en el video, lo cierto es que después de que ella chupó mis senos yo ya excitada le hice lo mismo, la bese en el cuello, chupé sus téticas, las tenía hinchadas, los pezones salían como un par de teteritos y era suaves.
No sé por qué nos demoramos tanto en darnos un beso, más fácil nos chupamos las tetas pero no se nos pasaba por la cabeza darnos un beso, hasta que ella tomo la iniciativa y puso sus labios sobre los míos, se sintió tan rico, sus labios son gruesos, en ese momento fue que me dejé llevar por completo, estaba disfrutando por completo eso de ser dominado, Lily hacía todo con tanta propiedad que dejé de pensar en qué era lo siguiente que tenía que hacer y dejé que Lily me enseñara que es lo que tenía que hacer.
Lily se bajo y puso sus pies sobre los míos y con mucha suavidad empezó a meter su mano por entre el pantalón de mi piyama y empezó a buscar mi coño, yo empecé a temblar de los nervios, al mismo tiempo ella tomo mi mano y la empezó a meter para que yo tocara su coño, la metió un poco, pero luego me soltó para que fuera yo quien la explorara.
Para ese momento yo ya estaba excitada, cuando tomé un poco de conciencia fue que comprendí que esa era la ocasión en que iba a perder mi virginidad e iba a quitarle la virginidad a Lily. Cuando menos lo pensé, fue que ella empezó a meter sus dedos dentro de mí, en ese momento fue que me di cuenta de lo mojada que estaba porque dos dedos de Lily empezaron a entrar suavemente en mi coñito, yo hice exactamente lo mismo que ella, dejé deslizar mis dedos hasta su coño y sentí todo ese jugo que se esparcía por su coño, estiré un poco más la mano y la empecé a penetrar igual que ella hacía conmigo, me excita mucho pensar que fue Lily la primera que me penetro, y también saber que fui yo la que tome su virginidad.
Para ese momento yo me encontrada entregada al placer, Lily con cada cosa que hacía me hacía sentir más placer, de cuando en cuando, con sus dedos dentro de mí, me besaba los senos, yo sentía como se estremecía cada vez que su lengua se deslizaba por mis pezones mientras ella no paraba de penetrarme, sentía sus dedos entrando y saliendo dentro de mí, y cuando los metía del todo presionaba mi punto G, por mi parte yo sentía como apretaba el coñito mientras yo hacía lo mismo que ella, no sé si era porque se venía con lo que yo le estaba haciendo, pero recuerdo que Lily estaba tan mojada que sin importar cuanto apretaba su coñito mis dedos entraban con mucha facilidad. Así estuvimos un largo rato quitándonos la virginidad la una a la otra.
Algo que me excitaba sobremanera era la propiedad con que Lily hacía las cosas, me agarraba la cabeza y la llevaba hasta sus pezones para que yo se los chupara, me daba besos largos, me enseño a sacar la lengua para que la metiera en su boca y me la chupara, parecía que ya tenía experiencia, quien sabe cuantas veces vio ese video y fantaseó en que me iba a hacer lo mismo.
Yo la empecé a empujar un poco, me dieron muchas ganas de agarrarla con fuerza, pero ella me miró de una forma que hasta ahora me excita y con esa mirada me lo dijo todo, inmediatamente yo comprendí que era la que llevaba el control de lo que estaba pasando, no puedo olvidar sus ojos, me miraron fijamente, no me quitó la mirada, fui yo quien bajó la vista, me era imposible sostenerle la mirada, era ella quien mandaba y yo me entregué a ella. Lo que si me dejó fue desnudarla, nos empezamos a desnudar la una a la otra, sus pezones estaban tan hinchados que presionaban la camisa hacia fuera, y aunque tenía las téticas pequeñas como las mías sus pezones eran grandes, como ya dije, parecían un par de chupones de lo hinchados que estaban.
Cuando estábamos desnudas yo me sorprendí mirando a Lily como nunca antes la había mirado, ella estaba sentada frente a mí y quedé hipnotizada mirando su coñito, por un momento pasó la idea por mi cabeza de que íbamos a hacer lo mismo que en el video, yo no sabía hasta donde iba a llegar Lily, ella tenía el control y yo estaba a la deriva esperando sus instrucciones, lo que no podía para era de mirarla, pensé en el video, lo rico que se veían los culos de las actrices porno y reparaba el culo de Lily, no lo tenía tan grande como ellas pero era duro y paradito, Lily y yo somos personas pequeñas. De téticas pequeñas, pero a diferencia de ella yo tengo el culo muy grande, las tetas de Lily son muchísimo más grandes que las mira pero ella tiene el culito pequeño a diferencia del mío, sin embargo debo confesar que ella es completamente blanca, su coñito l¡es rosadito, grande, tiene el clítoris enorme, yo en ese momento era muy inocente pero ahora logro comprender que el clítoris lo tenia duro, salía largamente de su coño, delicioso para hacerle una buena chupada.
Era mi primera vez teniendo sexo, yo era completamente inocente, sentía muchas dudas sobre que hacer, pero estaba tan excitada que empecé a recorrer el cuerpo de Lily, le di un beso largo con la firme intención de agarrarle el culito, era tan suave y firme, yo la apretaba fuerte contra mí, mis dos manos recorría suavemente sus nalgas con intervalos de fuerza que le hacía para apretarla más a mí, ella también me agarraba el culo, pero la sentía más concentrada en recorrer mi espalda con la yema de sus dedos, me pone muy arrecha pensar que vio tantas veces ese video que se volvió experta en hacer lo mismo que hacían ellas, es que tenía en todo la iniciativa.
Después de explorar nuestros cuerpos ella me hizo acostar en la cama, se paró rápidamente y le echo seguro a la puerta, no fuera que los papas llegaran en nos encontraran follandonos la una a la otra, cuando me acostó entre en pánico, me di cuenta de que ella quería cumplir su fantasía de lamer mi coño como en el video y me pregunte si yo iba a hacerlo bien cuando me tocara mi turno, así que pensé en prestar atención de lo que ella me hiciera.
Se volvió a hacer encima de mí, pero esta ves se sentó sobre mi pierna y empezó a deslizarse encima de ella y estaba tan mojada que se podían ver los parches blancos de su jugo que quedaban pegados de mi pierna, yo podía sentir toda la presión que hacía, y como su clítoris es tan grade, lo podía revolcar encima de mí para darse placer. Lo que me queda de duda, es cuanto tiempo pasó para que ella tuviera el valor para buscarme y poderme follar, cuanto tiempo pasó fantaseando conmigo, a mí ni se me había pasado eso por la mente, y menos con una mujer, yo cuando me arreche tanto, miré a Lily con otros ojos, me deleité mirando su cuerpo, su piel suave, su culo firme, sus tetas hinchadas, su coño rosado y apretado, su lengua mojada, sus miradas penetrantes, sus manos recorriéndome con tanta propiedad, solo había algo que me inquietaba, por que ella no hacía los mismos ruidos de las mujeres del video, pensé que lo estaba haciendo todo mal, pero luego compren di que era porque tenía miedo de que los papás llegaran y la escucharan gimiendo, cuanto tuvo que contenerse para no gemir, y pienso que tan arrecha se debió sentir al cumplir su cometido conmigo, a mí lo que más me excitaba de ella era su cara, tenía los ojos grandes y azules, los labios gruesos y una estela de pecas que pasaban de un lado al otro de la cara por encima de la nariz, parecía un ángel lleno de inocencia porque su cara era tierna, pero eran solo apariencias porque cuando me follo esa inocencia desapareció de su rostro y se veía como toda una perra haciendo conmigo lo que le daba la gana.
Después de que le echo seguro a la puerta se metió entre mis piernas y con mucha fuerza me hizo abrir las piernas como nunca lo había echo en mi vida y podía sentir la fuerza que se quedó haciendo para que no fuera a cerrarlas, luego me miró firmemente a los ojos, esperando mi aprobación, yo se la di cerrando los ojos y tirando mi cabeza hacia atrás, y más me demoré en apoyar mi cabeza sobre la almohada que en sentir su lengua deslizándose sobre mi coñito, pude sentir que la puso desde la parte más baja de mi coño, casi rozando mi ano y subiéndola hasta mi clítoris, y ahí se quedó moviendo la lengua, seguramente saboreando todo el jugo que se quedó pegado en su lengua, yo ni me había imaginado que el coño se mojara de semejante manera, yo estaba empapada completamente y sé que cuando subió su lengua desde tan abajo pasó por donde yo estaba más mojada y pudo saborear mi jugo completamente, mientras yo pensaba todo eso, ella se concentro en mi clítoris no paraba de mover la lengua cada vez más fuerte que la anterior, se sentía tanto placer que fue inevitable empezar a gemir, me sentía en las nubes, empecé a arquearme de tanto placer, pero ella llevó una mano a mi boca y me hizo callar, me tocó morderme tanto los labios para no gemir que me quedaron doliendo horriblemente, pero la mejor parte llegó cuando empezó a chupar mi coño, se lo metía todo en la boca, y cuando lo tenía todo en la boca apretaba duro los cachetes y movía rápido la lengua haciendo que sintiera arcadas de placer, no despegó la boca de mi coño, se dedicó completamente en darme placer, no sé si se sentía cansada de tanto mover la lengua, pero lo cierto es que no dejó de moverla hasta que me hizo venir, yo con mi inocencia no sabía que era un orgasmo, lo cierto es que llegó un momento en que mi cuerpo se retorció con tanta fuerza que sentí que empecé a temblar sin poder controlar los espasmos que mi cuerpo producía, Lily como que supo que me iba a venir que dejó de hacerme fuerza para que no cerrara las piernas y me agarro duro del culo de forma que se movía con mis orgasmos y ni un solo momento quitó la boca de mi coño. Después de venirme, me toco agarrarla de la cabeza y separarla de mí porque no podía soportar que me tocaran más el clítoris de lo sensible que quedé. Fue tan duro quedarme callada, que yo creo que el sonido de mi respiración se podía sentir desde afuera y la verdad es que en ese momento me importaba muy poco si me oyeran o no, perdí por completo la vergüenza y sólo tenía cabeza para deleitarme en lo que Lily me hizo sentir, de tanto tiempo que llevábamos siendo amigas, nunca me imaginar que le iba a entregar mi virginidad y menos que iba a sentir mi primer orgasmo pegada de su boca, a veces pienso en eso y a mi mente llega la pregunta de cuanto de mi jugo se tragó mientras me bajaba, lo único que sé es que no quitó su boca de mi coño hasta que me hizo venir.
Yo ya me sentía lista para hacerle a ella lo mismo, pero ella no me dejó hacerlo, lo primero que hizo cuando logré quitarle la boca de mi coño, fue que me dio fue un beso, pude sentir inmediatamente el olor de mi jugo, y sentí ese sabor por primera vez, me puse un poco tímida cuando sentí el sabor de mi jugo, pero ella me agarro duro la cabeza mientras me besaba así que fue imposible saborear mi propio jugo.
Después de que me dio ese arrechante beso, se dejó acostar, yo sólo tenía cabeza para pensar en que quería que ella sintiera lo mismo que yo sentí, pero caí en la realidad cuando puse mi lengua encima de su coño y sentí ese sabor en mi lengua, ella me hizo sentir mi propio jugo, pero al contacto de mi lengua con su coño fue en donde sentí el verdadero sabor del jugo de un coñito arrecho, ella tenía parches blancos saliendo por su coño, sobretodo en los labios, eso me hizo sentir por primera vez como una perrita obediente, y comprendí que ella me había echo venir de primera porque sabía que después de hacerme venir yo iba a ser su perrita obediente y la iba a complacer en todo lo que ella me pidiera. Yo estaba tan arrecha que lo que hice con su jugo, fue esparcirlo por toda mi boca y empezar a tragarlo completamente, no sabría explicar lo que sentí al probar su jugo, el olor de su coño era muy fuerte, tenía muchos parches blancos y había un liquido que salía desde lo más bajito de su coño y le llegaba hasta el ano, yo quería chuparme todos los parches blancos pero mi timidez me impidió poner mi lengua en su culo, pero puse mi lengua en lo mas bajito de su coño y pasé mi lengua llevándome todo el jugo que pudiera.
Intente imitarla lo mejor que pude, era muy fácil jugar con su clítoris porque sobresalía mucho de su coño, estaba duro y era enorme, al ver su coño tan rosadito era imposible no sentir ganas de chuparlo, yo pasaba mi lengua por todo su coño, me lo metía en toda mi boca y cuando lo tenía adentro, chupaba duro y revolcaba mi lengua duro en todo su clítoris, era tan grande que era imposible no cruzarse con el cuando tenía su coño dentro de mi boca. No se cuanto de su jugo me tragué pero no paraba de salirle. Ella me agarraba la cabeza y se revolcaba duro en mi boca, subía y bajaba el coño, lo hacía en recorridos tan largos, que lo mejor que podía hacer era sacar lo más que pudiera mi lengua y dejar que ella la recorriera como le diera la gana, yo en vez de separarle las piernas, le agarre ese culito lo más duro que pude para mover mi boca a su ritmo, no se como hizo, pero no gimió ni una sola vez, pero a cambio de eso revolcó su coño como le dio la gana en mi boca, me sentí tan usada por ella que hasta el día de hoy nadie me ha hecho sentir así, fue delicioso ser su perrita obediente, concentrada completamente en hacerla gozar. Se revoco y se revolcó y se volvió a revolcar hasta que sentí que apretó todo el cuerpo en un arco y en vez de retorcerse como yo, los pies le temblaron tanto que no fue capaz de soportar su peso en el aire y cayo de un golpe sobre la cama mientras las piernas se le movían como si fueran de gelatina, fue el único momento en que dejó salir un quejido, pero fue muy sutil, me imagino que le salió sin poderlo reprimir de sentir su primer orgasmo, que rico que fue en mi boca al igual que el mío fue en la de ella. Apenas recobro la fuerza en sus piernas, se arrodillo en la cama y paso su lengua por toda mi caras chupándome todo el jugo que quedó pegado de mi boca.
Nos volvimos a poner las piyamas, ella quitó el seguro de la puerta por si los papás intentaban abrir la puerta, pasó su mano por debajo de mi cuello para que no me quedara la duda de que de ahí en adelante me quedara bien claro que yo para ella era su perrita obediente.

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