relatos eroticos

Aquella tarde el día avanzaba distinto a lo planeado, se habían sucedido una serie de percances que habían desmantelado mi planificación y me dejaban en libertad, lo cual me permitió el relajarme y darle una sorpresa a mi esposa que precisamente hace unas horas, me había insistido cariñosamente que le acompañara a un evento al cual asistiría con sus amigas de la universidad, un encuentro de excompañeros que según sabia no se daba hace años y al cual varias asistirían con sus parejas, el evento en una vieja casona sería una fiesta como las de antaño que empezaría al anochecer y duraría hasta el amanecer, ella estaba entusiasmada.

Yo por mi parte, a esa altura del día estaba impedido por compromisos laborales de asistir, pero ahora podía tomar mi vehículo y llegar, según mis cálculos lo haría un par de horas después de iniciada la fiesta, y así fue, llegue a la casona, y aunque fue fácil encontrar la antigua construcción, estacionarse fue un desafío, realmente estaba repleto finalmente lo logre, aunque quede bastante alejado de la casona.

Así, después de algunas horas, entre a la casona y busque a mi esposa, tarea difícil por la enorme cantidad de personas, la neblina que emanaba de equipos y que abarcaba todo el interior, las luces intermitentes, coloridas y el ruido ensordecedor de la música que chillaba aquel genero de música más desinhibido y por su puesto las personas en aquella casona se comportaban a la altura, notaba un abrumador olor a alcohol y a algo más, otras sustancias que en mi juventud conocí y que parecían muy presente en aquella fiesta, así busque entre tal evento, avanzando entre distintos recintos cuando entre la muchedumbre la vi, su grupo de amigas estaba animado, bailaban reirán a gritos y bebían, ella entre todas destacaba, siempre destacaba a mis ojos, pero hoy se veía hermosa, llevaba jeans y unas botas de cuero negras que llegaban hasta sus rodillas, en su parte superior una blusa purpura, delgada, y abajo su blusa aquel body que me encantaba, el de encajes negros el que compre para una cita especial, su hermoso pelo liso y su rostro estaba maquillado como lo hacía siempre que salía, con unos labios rojos intensos, llamativos, todas bebían y ella lo hacía desde un vaso que no soltaba y que podía apostar que no era el primero por su rostro que dejaba evidenciar los efectos del alcohol, así como la mesa que rodeaban, la cual desbordaba de botellas y otras cosas, que compartían entre sus amigas, emitiendo una conocida columna de humo de la cual asumí que mi esposa había participado también.

Pues básicamente al verla note que comenzaba a estar perdida, en sus excesos, como en la época en que aun jóvenes ella gustaba de celebraciones que la llevaban a extremos en los que habíamos compartido tremendos momentos de pasión.

Quise acercarme pero me percate que sus amigas a diferencia de lo que ella me había indicado no estaban acompañadas, lo que me provoco cierto pudor, el llegar a un encuentro solo de amigas, se vería como una impertinencia, pensé en retirarme, lo haría en cuanto terminara la cerveza que tenía en mi mano, pero cuando ya me preparaba para partir , en ese momento, vi a un grupo de jóvenes que las abordaron, sin mediar palabras solo con vasos y botellas invadieron alegremente al grupo de mujeres al son de la ensordecedora música, algunas de las amigas se desmarcaron, pero otras, como mi esposa se mantuvo en su lugar y después de un par de movimientos y gestos se acoplaron a algún acompañante con el que bailaron jovialmente un par de temas, de esos que invitan a los roces y coqueteos, y mi esposa no rehuyó la invitación. yo que hasta ese momento pensaba en irme decidí quedarme, aunque no quise acercarme inmediatamente, hubiese sido vergonzoso intervenir encontrando a mi esposa en esas circunstancias, así que preferí esperar a que el baile cesara y se separarán.

Pero eso no ocurrió. Mas bien con cada nuevo tema parecían independizarse cada más de sus grupos, como olvidándolos, ahora su baile que en un inicio era más bien de recreación se tornaba más cercano, intercambiaban risas, palabras, se miraban, compartían sus tragos y se mantenían las miradas, miradas coquetas y que acusaban espíritus desinhibidos por la ebriedad y otras sustancia, quise pensar, pues se notaban algo inconscientes con sonrisas constantes, y con un dialogo cercano en el que acercaban sus caras para escucharse, casi topando sus rostros.

El miraba fijamente sus labios en esos momentos, ella le miraba fijamente, y se acercaba, si me hubiese arriesgado a pensar mal hubiese dicho que se acercaba desafiante, retándolo a besarla.

Pero eran apenas unos segundos que apenas daban pie para notarlo, por lo que bien podría estar equivocado, sobre todo porque en esos momentos la pista se desbordo de parejas generando un gentío que hacía difícil ver a cualquiera en particular por lo que comencé a moverme para mejorar mi visión.

Entre el tumulto vi que se hablaban al oído, por el ruido pensé, aunque las sonrisas nerviosas que venían con cada acercamiento me hacían dudar. A ratos y desde ciertos ángulos mas parecían besos o caricias. Al rato incluso comenzaron a tomarse de las manos mientras el intentaba acercarse más, a lo que ella rehuía, lo cual en parte me tranquilizaba, pues solo bailaba y parecía pasar un rato agradable con alguien, nada tan dramático, pensé, pero en ese momento se me congelo el cuerpo y se erizo mi piel, al ver algo que sinceramente no esperaba ver, no de mi esposa, de la recatada y tímida mujer que conocía, fruto del alcohol, o eso quise pensar, en un sutil movimiento dirigido evidentemente a su acompañante, y cuando el baile los acercaba a una distancia en que prácticamente podían rozar sus narices y sus miradas se conectaban directamente desabrochaba uno a uno los botones de su blusa, acompañada de una vanidosa sonrisa dejaba ver su body, esa hermosa y sexy prenda que destacaba mediante un escote generoso los hermosos senos de mi esposa, que en mi experiencia eran su arma favorita de seducción, ella lo sabía, pues su risa coqueta la delato al ver como la prenda impacto a su acompañante, a tal punto que inmediatamente se pudo notar que le ponía listo para ella, incluso sus amigas que la observaban no podían menos que reír y cuchichear mientras la veían ahora a ella, ebria y desinhibida, acercar su cuerpo de forma provocadora para bailar pegada a ese hombre que restregaba su cuerpo contra ella, haciéndole sentir sin dudas su miembro de que debía de estar bastante duro por las miradas y palabras con las que parecía reprenderlo coquetamente y que le dedicaba mientras bebía de su vaso que cada tanto él se dedicaba diligentemente a hacer que se rellenara, mientras su rostro acusaba a cada minuto su caída o su liberación de sus límites y timidez.

Su silueta se movía poseída por la sensualidad que de trago en trago se liberaba de la prisión que día a día había creado y que ahora parecía quebrarse en pedazos dejando fluir, como el licor mismo, su verdadero ser, un ente abrasado en un rabioso deseo que como una ola que se revelaba en cada movimiento de su frágil cuerpo, ella ya no era la persona respetable y decorosa que conocía, ahora era una llama consumida por la mirada lujuriosa de quienes a su alrededor respondían a su deseo, que le deseaban tanto como ella misma deseaba lo que preparaba en su ritual danza.

Su cuerpo era una ola que su acompañante intentaba abordar, paso a paso, giro a giro, tocándola, y en cada toque la sutileza necesaria para, solapadamente, acariciar alguna parte del cuerpo que era solo para mi, y así poco a poco a través de cada compas de la música y de cada sorbo de su trago, se acercaba, la apretaba, primero su cuerpo para luego acercar tímidamente su boca a sus hombros desnudos, a su cuello, besándolos, ella solo se estiraba al sentir sus labios, entregándose a los besos y caricias de su acompañante, como si tal contacto fuese parte del mismo baile, ella misma lo retaba, acercando su cuerpo, apretándose contra él, entregándole sus senos, su trasero, ofreciéndoselos al contacto del excitado acompañante que ya no cabía más en su deseo y que diligentemente acariciaba con roses o bajando su rostro para deslizar sus labios en sus senos cuando la oportunidad lo permitía, mientras ella intentando disimular indiferencia solo se acercaba a el, dejándose apretujar y tocar entre risas y bebida.

Así fue durante minutos que no quise contar, tenues, lentos, como sus movimientos, vi como ella, cuya timidez era su principal característica, ahora volteaba hacia él poniendo su rostro, colorido por el alcohol frente al rostro de aquel hombre, rozando sus narices, su frente, tal vez sus labios, pero rehuía los besos con una sonrisa y alguna palabra que no alcanzaba a escuchar, como si supiera, y si lo sabía, que a cada minuto el miembro de su acompañante se ponía cada vez más duro, era su juego favorito disfrutaba mucho en la intimidad de llevarme a la desesperación, provocarme para ponerme duro, para torturarme con caricias, insinuaciones y besos que solo buscaban deleitarse en mi desesperación, pero ahora su víctima era él y ella parecía disfrutarlo aún más.

Ambos en ese momento eran la viva expresión del erotismo, ella del deseo vehemente y coqueto, heroína de una sensualidad que quemaba al verla, el por otra parte del suplicio de la desesperación por poseerla, ambos parecían quererlo, desearlo y en su juego solo un momento de arrebato rompería el cristal que separaba sus cuerpos, y yo lo sabía, más aún cuando de pronto y tras la forma en que el extendió su mano para apretar su trasero y casi chocar sus rostros uniendo sus labios en un contacto tosco pero erótico la vi a ella acercar una de sus piernas a él, rozándola contra la entrepierna de aquel hombre, mientras le sonreía cara a cara, casi labio a labio, su baile se volvió burdo, aunque profundamente sugestivo, ya no era baile, menos cuando me percate que solo veía su mano con la cargaba su copa, la otra estaba perdida mientras bailaba con él, busque la forma de poder ver con claridad lo que ocurría y comencé a moverme entre la muchedumbre, cargando mi copa con mi mano que no paraba de temblar con la conmoción por lo que observaba.

Ya desde otro ángulo pude ver que ellos se movían, se restregaban en movimientos que ya nada tenían de baile, la pierna de ella entre las de él y sus caras juntas, respirándose, con ojos entrecerrados, fruto tanto del alcohol como de la excitación de ambos, y entonces lo vi, la mano de ella acompañaba a su pierna, acariciando su miembro sobre su ropa mirándole fijamente a los ojos y susurrándole palabras que jamás sabre pero que pude imaginar sin problemas, de pronto en un compás de la música, que poco ya importaba ella puso su espalda contra el entregándole su cuello y él le correspondió sin pudor alguno primero besando su cuello mientras acariciaba sutilmente sus senos debajo de aquel sugestivo body expuesto durante el baile, para luego sin duda bajar su mano hasta la entrepierna de ella.

Se que lo sintió, pues su reacción la delato, su cuerpo entero de derrumbo casi cayendo de espaldas sobre el que supo soportarla, pude imaginar claramente la humedad que empapaba su intimidad, humedad que tantas veces hurgue, pero que por su temblor pude percibir que era mucho mayor a la que había tenido en largo tiempo, se comprobaba en la forma que ella meneaba la cola para sentir aún más intensamente esa caricia, no sé si sabía que estaba con otro hombre o si en su borrachera pensaba que yo la acompañaba en ese baile, como tantas otras veces, aunque sin llegar a esos extremos, pero inmediatamente tras ello giro su rostro para recibir la lengua de su acompañante dentro de su boca y fundirse en un beso que nada tenía de tierno.

En ese momento se detuvieron y casi sin mediar palabra él la tomo de la mano, mientras sus amigas entre risas la veían perderse entre la muchedumbre hacia un lugar desconocido, pero con un destino indudable.

Yo me apresure a seguirles, pero el tumulto y el trago, que sin darme cuenta había tomado sin cesar ante aquel espectáculo, me hacían difícil la tarea, hasta perderles de vista, solo de asomarme a lo alto de una escalera pude ver como a lo lejos se perdían atravesando una de las puertas posteriores de la casona, una que daba precisamente al patio donde se estacionaban los vehículos esa noche, así que apure paso temiendo perderles si tomaban un auto, cuando ya pude salir, les había perdido el rastro, fue tras unos minutos que entre los autos estacionados de forma espontánea y desordenada en el patio exterior de la casona que pude oír un ruido de quejidos, risas y sollozos, al acercarme la vi abrazada al hombre, recibiendo sus besos en su cuello, y caricias en su entrepierna que más que cariño parecían querer rasgar su ropa, su cara la conocía era su cara de placer, su frente arrugada, su boca entreabierta, sus ojos cerrados y su respiración entrecortada, así como esos espasmos que acompañaban cada movimiento de su ahora amante, la conocía y aunque nuca la había visto tan excitada sabía que debía de estar mojando cada centímetro de su ropa.

Ella le besaba, le mordía los labios, le tomaba el rostro con ambas manos mientras él ya había bajado su jeans dejando expuesto la parte inferior de su body, mostrando el diseño de los encajes que tanto me había gustado cuando lo compre para ella, ahora ella lo estrenaba, pero era completamente distinto a lo que imagine, lo estrenaba bajo las caricias y besos de un desconocido.

Este la besaba y en un movimiento rápido, casi violento bajo la parte superior de su body dejando al aire sus senos lo que comenzó a lamer y según vi también morder, mientras ella solo se apoyaba en el auto contra el que la tenía prisionera. Su mirada a ratos se perdia pero constantemente tanteaba el entorno, logre entonces entender que estaba consiente de lo que vivía, buscaba miraba alrededor para evitar ser descubiertos, aunque después de unos minutos dejo de hacerlo, su amante hábilmente metio su mano en su entrepierna provocando que ella se retorciera en ese lugar y lanzara un quejido de placer, pocas veces escuchado, por mi, y su cara de preocupación cambio dramáticamente, sus miradas al entorno cesaron , tan solo cerro sus ojos y se entregó a los besos y caricias de su amante respondiéndoselos, gimiendo a su rostro mordiendo una y otra vez sus labios, llevando con sus manos su rostro a su cuello para ser besado, lamido mordido, mientras ella se retorcía ante el avance de los dedos de el sobre su intimidad, yo sabía que la tocaba sobre sus labios pues su reacción, aunque más apasionada, más entregada, era la que siempre expresaba en nuestra intimad, fue ese conocimiento el que permitió saber cuándo su intimidad fue invadida por su amante, pues su cuerpo se apretó contra el dejando escapar un agónico gemido, que me impresiono hasta que me percate que no fueron sus dedos los que la invadieron, sin darme cuenta, ante lo absorto que estaba observándola, él había preparado todo para invadirla con su propia intimidad, su miembro ahora la llenaba, lo sabía, pues su rostro desencajado y su gemido que se debatía entre placer y dolor acusaba que estaba llegando a lugares de su cuerpo que no habían sido tocados, ella ahora era levantada apoyada contra el auto y el ímpetu de su acompañante quien la levanto moviendo el auto con cada embestida que le daba, con lo que el gemido se volvió un grito ahogado, había llegado aún más adentro.

Ella se había perdido, en aquel estacionamiento fuera de aquella fiesta, bajo el cielo nocturno, rompiendo todo limite, entregándose sin restricciones, sin limitaciones, sin timidez ni reparos, nada a su amante le era prohibido, todo permitido deseado, provocado y yo desee con todo mi corazón creer que fruto del alcohol y el exceso de la noche, pero ya sabía que no, que la mujer que conocí, mi esposa había elegido esa noche, ese momento y a ese hombre.

Durante unos minutos ella se columpio violentamente, furiosamente contra el cuerpo de su amante, como queriendo romper la barrera que les separaba y fundirse en una sola piel, en una sola carne, nunca la vi así, el la soportaba, le besaba le hablaba palabras que hacían que ella respondiese solo con gemidos, con besos, respirando directamente en su boca, dándole gemidos y sollozos que el respiraba y respondía con bramidos, mordidas en sus labios con sus manos apretando sus senos mientras con sus manos tomaba su trasero desnudo en intentaba, por lo que logre intuir de sus movimientos, poseerla por todas sus intimidades, aunque sin éxito y al darse cuenta, su amante comenzó a morder sus pezones mientras ella solo gemía, cada vez más fuerte, yo desde el otro extremo la veía consumirse en un violento orgasmo como nunca antes le vi, su rostro rojo hablaba de la tensión del momento, del alcohol, del desahogo, del placer, pero no del término, aun no acababa, pues el la tomo, la puso contra el vehículo y abría sus piernas al tiempo que mordía su cuello mientras desde atrás la penetraba, ella solo se entregaba agonizaba en cada estocada, pero aun perdida en el profundo orgasmo anterior, mientras el cada vez con más ímpetu le invadía, hasta que en un punto ambos se abrazaron en esa posición y lanzaron un quejido que me dio a entender que había acabado, ella en él y el en ella.

Yo me aleje de vuelta, atrás ellos se besaban entre suspiros, mientras yo con pasos zigzagueantes, perdido en mis pensamientos, en mis contradicciones, me alejaba. la vi perdida en otro hombre como nunca se perdió en mí, en un desconocido, un hombre al que devoro como nunca me devoro a mí y al cual ella se entregó, sin reservas, de dejo devorar, poseer, y el la hizo suya, camine alejándome de aquel lugar hasta mi vehículo, digiriendo el momento, sabiendo que ella ahora talvez se abrazada o besada con su acompañante, como tantas veces lo hizo conmigo tras hacer el amor, salvo que ahora realmente ella se sentía de él.

Así esa noche deshice el camino hecho y volví hasta casa, en donde la esperaría y debería decidir, en ese momento jamás imagine el rumbo que tomarían las cosas, pero esa es otra historia.

Muy buenas mis amores, un placer mi nombre es Samantha, es mi primer relato, quiero aclarar que todo lo que escribiré serán historias reales que he vivido y que espero que las disfruten como yo en su momento y algunas aun jeje, comenzare describiéndome y dejando una pequeña inf.

Mido 1.69 soy morena llegando a blanca todo depende de la cantidad de sol que lleve, pezones ricos color café, culito rico que me han dicho que es bastante bueno jeje debido a que me ejército, mis labios bastante pronunciados de abdomen plano y pues mis amores si quieren ver mis fotos y videos si eres de Usa, España, México donde los videos porno son los más visitados o etc por una pequeña donación puedes verme siendo una putita solo para ti

Hace tiempo estaba saliendo con alguien bastante maduro esto paso a mis 19 años el siempre fue muy educado conmigo caso totalmente opuesto en la cama el cual era bastante sucio jeje, el sabia sobre mi fascinación por los españoles y por los adictos al porno mexicano lo mucho que me excitan lo caliente que son y demás ufff siempre me ha encantado, en fin conversando como normalmente sobre nuestras gustos y cosas que experimentar pensando en tríos y demás jeje, surge la idea de hacerlo mientras el me ve.. fue una idea loquisima pero me encendió bastante a lo cual acepte, un amigo del que es Mexicano pero radica en Usa actualmente lo iba a venir a visitar unos días así que le pareció la idea de que su amigo me cogiera. Se estuvo preparando un tiempo su nombre es José, estuvo preparando todo para la llegada de su amigo nuestro hospedaje y demás pero debía persuadirlo de la idea yo, pase días imaginando como jeje pero llegado el día fuimos a cenar me presento a su amigo Diego el cual estaba bastante bien parecido bastante madurito pero conservado al verlo me moje el solo pensar todo lo que podría pasar de ahí en adelante, fuimos a cenar fue una cena bastante normal en donde Diego me contaba cómo es Usa que algún día me llevaría(no me faltan ganas de irme del país con un Macho que me complazca bien aún) me hablo de todo me mostro fotos de Usa mientras me mostraba las fotos de su tlf pasando las de una en una se le olvido y una de las fotos al pasarla fue claramente un pene enorme y bastante rico de ver sabía que era el suyo por los anillos..

Diego: ¡Disculpa! (dijo pasando la foto muy rápido)

Sam: no te preocupes, se ve bastante rico se me hace agua la boca…

dije mientras me retiraba casi imperceptible y picara siguiendo la conversación normal sabía que todo sería diferente desde ese punto. fuimos al bar del hotel los 3 seguimos tomando, yo de vez en cuando le daba toques «por accidente» al pene de Diego por encima del pantalón él se sumó a mis juegos me pellizcaba mis nalgas me decía callado al oído el buen culo que tengo entre juegos y juegos conversamos

Sam: mi amor, tengo una duda

Diego: claro amor, dime

Sam: ¿Me quieres coger?

Diego: ¿qué pregunta es esa? ¡claro que sí! me muero por reventar te ese culazo que tienes

Sam: pero quiero que me cumplas una de mis fantasías mi amor no se si seas capaz o si quieras (dije poniendo carita de perrita triste)

Diego: ¡Claro que si mi amor! solo dime ¿cuál es?

Sam: ¡Quiero que me cojas delante del cornudo de José que está en la habitación!, él está de acuerdo, él quiere ver si alguien puede darme placer ya que no soy tan fácil de complacer totalmente mi amor jeje, pero si te incomoda o algo lo entenderé mi amor

Diego: ¿incomodar me? no me importa si nos ven o no, ¡te quiero romper el culo delante de quien sea! y si quiere ser un cornudo con gusto los complazco perrita

Sam: uffff con esa rica verga que te gastas no lo dudo muero por tenerla en mi boca

Diego: Subamos entonces.

al llegar a la habitación estaba José sentado saludo a Diego de nuevo y me dijo que lo amarrara a la silla frente a la cama para que solo viera jeje lo cual hice con unas esposas del con las que a veces jugamos y de ahí lo RICO comenzó.

Diego empezó a besarme y yo baje mi mano a jugar con su pene por encima de la ropa, sus manos tampoco se quedaron quietas ya que mientras me besaba el cuello me fue tocando mis tetas y me nalgueaba

Diego: esta ropa estorba

Sam: rómpela o quítala, has lo que quieras conmigo

Empezó a desvestirme y poco a poco besando morbosamente con lengua cada parte de mí, me chupo mis pies mis muslos me nalgueo y se saco la verga, de verdad era bastante grande se me hacia agua la boca así que no aguante mas empecé a mamarselo desde la base hasta la punta, lamia sus bolas las chupaba y mientras me lo metía dentro desde la base hasta la punta dándole vueltas a mi lengua mientras lo tenía dentro de mi boca lo tocaba con mis dedos ufff me esforcé por darle la mejor mamada de su vida lo cual se notaba en su cara de placer casi no podía decir nada se le entre cortaba su voz

Diego: aahhh sig.. sigue…

Yo seguía mamandose lo hasta que me lleno toda mi boca de lechita, la trague todita y la deje limpia me sorprendió que aun estaba dura como hierro, así que seguí mamandolo para limpiarlo bien y se acostó en la cama

Diego: ¡quiero que me cabalgues perra!

Sam: ¿sí? ¿Quieres que te cabalgue mientras el cornudo de mi novio nos ve y se masturba con la única mano que le queda libre? Jejeje

Me lo metí centímetro a centímetro de esa verga en mi conchita húmeda super mojada sonaba el choque de mis jugos con su verga..

Sam: aaaahhhhhhh ¡que ricooooo! ¡me encanta!

Diego: ya veras perrita

Empezó a subir y bajar ayudándose con la cama mientras yo también cabalgaba ufff que rico sonaba todo el cuarto el choque de mis nalgas con el

Sam: AAAAAHHHHHH que rica tu verga COGEME

José: uffff que rico eres una autentica puta, cogetela mas Diego, quiero ver como grita la muy puta

Diego: ¡vamos así perra! Ufff como quería ver chocar esas nalgas con mi verga

Sam: aaaahhh si, si, dame mas mi amor ¡DAME DURO!

Me puso en 4 me escupió y empezó a bombearme el culo tanto que me rompió un poco pero no me pare

Sam: AAAAAHHHHHH aaayyy ¡cabron! ¡que ricooooooo!

José: ¿te gusta como te rompe el culo?

Sam: aaahhhh me encanta cornudo de mierda masturbate asi rico que quiero que los dos me bañen de lechita

Diego: aaaaahhh que rico mi amor que buen culo

Sam: aaaaaahhhhh dame dame dame como una perra mi amor

Me puso encima, pero de frente a José para que pudiera ver mi conchita pero me la metió en el culo cabalgaba como una loca me excitaba que me vieran ufff acabe muchísimo tanto que moje las sabanas ellos no se quedaron atrás ya que primero acabo José que me acerque y me lleno la carita y la boquita de leche mmm que ricoooo y Diego luego de la gran cogida

Diego: aaaaaaahhhhhhh te voy a llenar el culo de lecheee

Sam: LLENALO es tu culito llena el culo de esta puta de leche mi amor llénalo toditoooo

Diego: AAAAAAAHHHHHHH

Dijo mientras dejaba toda su lechita caliente en mi culito ufff que rico nos quedamos acostados un rato y luego seguimos cogiendo varias veces en la noche jeje pero eso es otra historia de mi vida que espero pronto contarles mis amores jeje recuerda que si eres de Usa, México, España o etc y quieres ver mis fotos y videos desnuda y siendo una autentica puta para ti

Empezaba a estar cansada de tener que aparentar siempre ser una chica ejemplar. Todo el mundo esperaba eso de mí, pero yo deseaba romper con todo y empezar a hacer lo que me diera la gana. Tenía veintinueve años y llevaba toda la vida haciendo lo que los demás querían, procurando contentar a todos, sin recibir nunca nada a cambio, ni siquiera un agradecimiento.

Mis padres estaban separados desde que era pequeña. Discutían cuando estaban juntos y lo seguían haciendo una vez separados. Yo siempre estaba en medio y no tenía más opción que darles la razón a uno y otro, aunque ninguno de los dos la tuviera nunca. Si no les decía exactamente lo que querían oír, ya pensaban que estaba de parte del otro. Deseaba haber tenido algún hermano con quien compartir esa carga, pero era hija única.

Con mi novio la situación era peor todavía. Llevaba con el casi diez años, aunque ni siquiera sabía por qué. Llevábamos tanto tiempo juntos que ya me había resignado a que esa tenía que ser mi vida. Iñaki era un hombre machista y celoso, con él nunca podía expresarme con libertad por miedo a sus enfados. Nunca me había puesto la mano encima, pero lo temía. También teníamos momentos buenos, pero cada vez eran menos frecuentes.

Durante una época, el trabajo fue mi única vía de escape. Siempre tuve claro que quería ser profesora y trabajar con niños pequeños, se me daban bien. Pero cometí el error de querer crecer en mi oficio y me especialicé en inglés. Como estaban muy contentos con mi forma de dar clase, la dirección decidió ascenderme a maestra de bachillerato. De repente, me vi en un aula rodeada de jóvenes de entre dieciséis y dieciocho años. No estaba acostumbrada a lidiar con chicos de esa edad, y ellos tampoco lo ponían nada sencillo.

Aun así, preferiría estar en el trabajo antes que en casa. Iñaki se había quedado en el paro y era una tortura aguantarlo durante todo el día. Me tenía que encargar de todas las tareas de la casa porque él no hacía nada. Durante un tiempo, por lo menos podía decir que era bueno en la cama, pero desde que comenzó a consumir sustancias ilegales, había perdido la fuerza entre las piernas. Cuando se ponía violento, era la forma que tenía de calmarlo, pero ya había perdido esa opción, y eso lo ponía todavía más agresivo.

En el colegio todo era un caos. Quedaban semanas para los exámenes finales y tenía varios alumnos en la cuerda floja. Algunos de ellos se esforzaban, algo que siempre tenía en cuenta, pero había otro que pasaba de todo. Sergio era un joven inteligente que había llegado hasta segundo de bachillerato y, por algún motivo desconocido, a partir de ahí dejó de prestar atención en clase y de esforzarse. Por más que intentara hablar con él, solo recibía malas contestaciones.

– Tienes muy buenas notas del curso pasado, si te esfuerzas, te llegará la media.

– Paso de estudiar. Dentro de una semana cumpliré los dieciocho.

– ¿Eso qué tiene que ver? Se puede estudiar durante toda la vida.

– Me iré con mi viejo a descargar camiones. No voy a acabar el curso.

– ¿Él quiere eso para ti?

– Da igual lo que quiera, hace falta el dinero en casa.

– Si quieres, puedo hablar con él. Encontraremos una forma de…

– No te metas en mi vida, zorra.

Nunca permitiría que un alumno me insultara, ya aguantaba suficiente en cada, pero prefería no complicarme más la vida por un niñato al que solo tenía que aguantar durante una semana más. El problema fue que dedicó ese tiempo a torpedear mis clases, aunque de una forma que me resultaba muy desconcertante.

Aunque mi novio me obligaba a vestir con ropa ancha, nada que pudiera provocar a otros hombres, debajo escondía una buena figura que no pasó inadvertida para Sergio. La primera vez que hizo referencia a mi cuerpo delante de sus compañeros lo pasé muy mal, me puse colorada como un tomate y lo expulsé inmediatamente de clase. Le había pillado despistado, mirando por la ventana, y al pedirle que se concentrara en el libro, me dijo que prefería verme las tetas.

Pese al mal rato, no le quise dar más importancia. Lo interpreté como una falta de respeto, una simple provocación. Pero no quedó ahí. En la siguiente clase, tenía que asegurarme de que todos los alumnos habían hecho los deberes. Estaba convencida de que Sergio no los tendría, pero debía cumplir con mi obligación. Tal y como era habitual, no se había molestado siquiera en comenzarlos.

– Sé que te vas en unos días, pero, hasta entonces, tienes que hacer los deberes.

– Tengo cosas mejores que hacer.

– ¿Sí? Dime una.

– Pensar en cómo puedo conseguir follarte ese culazo.

– Te va a ir fatal en la vida.

– Pues como a ti, que estás amargada.

Era el tipo de grosería que solía decirme mi novio en otros tiempos. Un lenguaje brusco y vulgar, pero conseguía encenderme porque sabía lo que venía después. Nunca hubiera tolerado que otro hombre me hablara así, mucho menos un alumno, pero llevaba tanto tiempo sin escuchar la más mínima alabanza a mi cuerpo, que me produjo un cosquilleo que me vi obligada a disimular.

Llegué a casa con el ánimo subido. Me seguía preguntando si solo lo decía para enfadarme, pero prefería pensar que ese jovencito se fijaba realmente en mi cuerpo. Todo lo contrario que mi novio, que me esperaba tirado en el sofá sin más saludo que un gruñido y querer saber qué le iba a preparar para cenar. Pensaba en que ojalá Sergio no teeminara siendo un gañán como Iñaki.

Al día siguiente, debajo de una gruesa chaqueta, me puse unos pantalones ajustados y una camiseta ligeramente escotada. Como mi novio dormía hasta el mediodía, ya no revisaba mi ropa todas las mañanas, como solía hacer, pero siempre tenía que tener la precaución de cubrirme con algo, por si acaso.

No tenía clase con segundo hasta última hora de la tarde. Tuve la chaqueta puesta hasta ese momento. Nada más entrar al aula, me despojé de esa pesada prenda, captando la atención inmediata de Sergio. Se mantuvo callado, no hizo ningún tipo de comentario. Eso me alivió y molestó a partes iguales. Esperaba que dijera algo que me demostrara que su deseo era real, que no era solo provocación, ya que le estaba mostrando que realmente tenía un buen par de pechos y un trasero formidable.

Desanimada por la falta de reacción, mandé que se leyeran la última lección. Yo no dejaba de mirar a Sergio, esperando alguna señal por su parte. Cuando por fin se dio cuenta de que lo observaba, levantó la cabeza del libro y, en silencio, se llevó dos dedos a la boca, los colocó en forma de V y comenzó a sacar la lengua de forma obscena. Eso me provocó un calor inmediato entre las piernas. Cuando terminó la clase, mandé a todos a recoger sus cosas, menos a mi alumno más díscolo, tenía algo que tratar con él.

– ¿Te parece bonito hacerle eso a tu profesora?

– Mañana es mi último día aquí y no me toca inglés, así que ya no lo eres.

– ¿Y por eso me puedes faltar al respeto?

– No disimules, África, sé que te ha gustado.

– Ya me llamas por mi nombre y todo.

– Claro, hay confianza.

– ¿Eso piensas?

– Sí, solo hay que ver cómo te has vestido para despedirme.

– Eres un poco egocéntrico, ¿no?

– ¿Me vas a decir que no te gusto?

– Ni siquiera un poquito.

– ¿Me apartarías la boca si intentara besarte?

– Sí, y te cruzaría la cara de un bofetón. Ya no eres mi alumno, ¿recuerdas?

– ¿Y si te tocara las tetas?

– En ese caso, además de darte yo, mi novio te daría una paliza.

– Estoy seguro que que él no puede sobarte el coño tan bien como yo.

– ¿Has tocado muchos?

– Unos cuantos… y todas gimen como perras.

– A todos los chulitos se os va la fuerza por la boca.

Después de decirle eso, se acercó a mí, colocando su cuerpo junto al mío, me miró a los ojos en silencio, durante unos segundos. Acto seguido, me agarró el culo fuertemente, con las dos manos, y me empotró contra la pizarra para meterme la lengua hasta la campanilla. Tras un beso largo que me dejó sin aliento, se fue de la clase sin ni siquiera despedirse. Me quedé de pie, con la boca todavía abierta y las piernas temblando.

La emoción había vuelto a mi vida, aunque fuese de forma muy fugaz. Necesitaba tener una aventura, algo que me hiciese sentir que todavía estaba viva. Pero no podía olvidar el gran peligro que suponía que Iñaki llegara a sospechar algo. Cuando llegué, fui directa a mi habitación para quitarme la ropa antes de que mi novio me viera. En casa tampoco podía ir demasiado fresca porque le recordaba su impotencia y se ponía de mal humor.

Aunque intentara fingir normalidad, me costaba ocultar la sensación de alegría que inundaba mi cuerpo. Estaba preparando la cena y, de forma inconsciente, iba tarareando algunas canciones. Algo que sorprendió a Iñaki, acostumbrado a verme triste y atemorizada.

– ¿Tú por qué estás tan contenta?

– No lo sé, porque empieza a hacer buen tiempo, supongo.

– Ya, pero no se te ocurra quitarte el jersey en el puto colegio ese.

– Tranquilo, no me lo voy a quitar.

– Podría parecer que buscas que algún profesor te folle.

– Sabes que casi todo son mujeres y hombres casados.

– Tampoco me fio de tus alumnos, a esa edad solo piensan en meterla.

– ¿Y de mí te fías?

– Pues no demasiado, aunque sabes lo que te esperaría si me engañas.

Sí que lo sabía, pero en ese momento, la ilusión le podía al miedo. Fue por ese motivo, que la mañana siguiente me animé a ponerme una falda que me llegaba justo por encima de las rodillas que había comprado años atrás y mantenía escondida. Era el último día de Sergio y quizás tendría la oportunidad de poder despedirme de él, en el día de su cumpleaños.

Quedaba una clase para terminar la mañana y todavía no me había cruzado con él. Yo tenía la siguiente hora libre y me dirigía a la sala de profesores para corregir unos exámenes. Fue entonces cuando lo vi, entrando en una pequeña aula en la que les solía poner películas en versión original subtitulada. Como profesora, estaba obligada a averiguar qué hacía allí un alumno.

Me acerqué de forma sigilosa y abrí la puerta con cuidado. Esperaba encontrarme cualquier cosa, menos lo que vi. Sergio había bajado las persianas y estaba sentado al final de la clase, a oscuras. Parecía estar llorando. Al verme, se limpió rápidamente las lágrimas. Me acerqué para sentarme a su lado.

– ¿Qué haces aquí?

– Tenía educación física, no quiero arriesgarme a una puta lesión.

– No hace falta que hables así, sé que estabas llorando.

– Estás flipando, ¿por qué iba a llorar?

– No lo sé, dímelo tú.

– ¿Crees que ha sido fácil renunciar a mis sueños para ayudar a mi familia?

– Seguro que no. Pero, si os urge el dinero, ¿por qué has esperado a los dieciocho?

– Es la única condición que puse.

– Entonces, ¿por qué no has aprovechado este año?

– Porque no iba a servir de nada. Solo quería estar un año más con mis amigos.

– No eres el malote que aparentas ser.

– Mi padre me ha presionado durante todo el curso, pero apareciste tú…

– ¿Qué quieres decir?

– Que si no he cedido a su presión, es porque verte cada día era mi única alegría.

Su lado duro me ponía muy cachonda, pero descubrir su vulnerabilidad, sus sentimientos, me hicieron darme cuenta de que no solo necesitaba sentirme deseada, también ansiaba que alguien me amara y juntar, posiblemente por primera vez en mi vida, esas dos cosas.

Aunque fuese demasiado joven para mí, Sergio era un chico alto, guapo, con una buena musculatura. Tanto mi corazón como mi coño ardían en deseos por tenerlo dentro. Estaba dispuesta a entregarme a él, a sabiendas de que quizás no volvería a verlo. Pero podíamos ser descubiertos y yo me jugaba demasiado. Mi alumno me miraba, esperando a que tomara esa decisión que podía cambiar nuestras vidas.

– Sergio, creo que todavía no te he felicitado por tu cumpleaños.

– Te lo agradezco, África, pero no estoy para felicitaciones.

– ¿Y para regalos?

Antes de que pudiera contestar, me senté en sus rodillas y lo besé en los labios. Él me sujetó por la cintura y me devolvió todos los besos, con una delicadeza no mostrada hasta ese momento. El contacto de nuestras lenguas trajo la humedad a mi entrepierna y la dureza a la suya. Notaba su polla erecta contra mis nalgas y eso elevaba todavía más mi temperatura corporal.

– Sergio, solo tenemos esta hora.

– Lo sé, puede que después no nos volvamos a ver.

– Mi cuerpo es tuyo, sírvete.

Metío la mano por debajo de la falda y comenzó a subir por mi pierna. Me agarré a la su cuello para besarlo con más intensidad mientras sus dedos llegaban a la cara interna de mis muslos y seguían ascendiendo. Tras palpar mis braguitas empapadas, las apartó y comenzó a frotar con la palma toda la extensión de mi coñito. Hacía mucho que nadie me tocaba en mi zona más íntima. Tuve que cubrirme la boca para sofocar mis gemidos.

Poco a poco se fue animando y me introdujo dos dedos para masturbarme. Movía las caderas sobre él, estimulando aún más su abultado paquete. Llegó un momento en que ya no podía aguantar más. No me conformaba con tener dos dedos en mi interior, necesitaba que mi alumno me penetrara, que me follara ahí mismo.

Tomé la iniciativa y me levanté para desabrocharle el pantalón y bajárselo junto a la ropa interior. Tenía tan buena verga como habían intuido mis nalgas. Se la sujeté y, tras menearla un poco, me senté a horcajadas sobre él, clavándomela hasta el fondo. Por fin me sentía llena, poseída por la juventud de un cuerpo hecho para dar placer. Con los brazos alrededor del cuello de Sergio, que no dejaba de besarme por todas partes, moví las caderas para disfrutar del enorme falo que colmaba mi, hasta entonces, insatisfecha vagina.

La necesidad y el morbo estaban convirtiendo ese polvo en el más placentero de mi vida. Aferrada a sus hombros, comencé a botar sobre su sexo, procurando no hacer mucho ruido. Sergio metió la mano por debajo de la ropa, hasta encontrarse con mis tetas y pellizcar suavemente mis duros pezones, lo que me puso más cachonda.

En una triste silla de colegio, cabalgué con fuerza sobre mi alumno que, próximo al orgasmo, se sujetó a mi cintura para acompañar mis movimientos. Yo también estaba a punto de llegar al clímax y así se lo hice saber. Seguí rebotando mientras él embestía desde abajo, hasta corrernos de forma casi simultánea. No podía negarle nada, ni siquiera que descargara su semilla en mi interior, sin preocuparme las consecuencias.

– No quiero perderte, África.

– Si tú odias tu vida tanto como yo la mía, ¿por qué no huimos juntos?

Continuará…

Lo peor es cuando te pasas años planeando algo y se tuerce en el último momento. Aunque dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Eso es lo que me sucedió a mí, se me abrió una puerta al pecado y la lujuria.

Mi mujer y yo llevábamos años en lista de espera para poder veranear en el camping de moda. Desde que supimos que estaba embarazada de nuestra segunda hija, decidimos que sería el sitio ideal para las niñas. Un año más, habíamos vuelto a perder la esperanza de conseguirlo, pero a finales de julio quedó una vacante para agosto y nos llamaron.

El problema era que yo ya había hecho mi mes de vacaciones. Teníamos que dar una respuesta inmediata. Discutí con mi mujer todas las posibilidades, la forma de hacer lo mejor para nuestras hijas. Después de darle muchas vueltas, parecía haber una única solución posible.

– Cristina, esto lo hacemos por las niñas.

– Ya lo sé, Ismael, pero no voy a poder lidiar yo sola con ellas.

– Dile a tu madre que te acompañe.

– Entonces sería como cargar con tres crías.

– Inténtalo por ellas, yo estaré allí los fines de semana.

– ¿Te podrás apañar bien tú solo?

– Claro, hago los mejores bocadillos del mundo.

– ¿Y quién me va a hacer a mí cositas?

– Pues espero que nadie.

– A mí solo me empotra mi macho. Sabes que tenemos que ir a por el niño.

En aquel momento estábamos en una etapa muy sexual. En el poco tiempo libre que nos dejaban las niñas, buscábamos con ahínco un nuevo embarazo. El sexo con mi mujer siempre me pareció increíble. Había mucho amor y mucha química entre nosotros, estaba convencido de que la semana se me haría muy larga sin disfrutar de sus encantos.

La noche antes que se fueran, echamos un polvo de despedida brutal. Le encantaba que la pusiera a cuatro patas y me la follara todo lo duro que pudiera. Antes de casarme había estado con unas cuantas mujeres, pero ninguna con tanto vicio ni tan habilidosa en la cama. Además de cabalgar como una auténtica amazona, me hacía unas manadas que me dejaban seco.

Después de aquella sesión de sexo, estuve a punto de mandar a la mierda el trabajo e ir detrás de ella, hasta el fin del mundo, con tal de seguir manteniendo sexo diario con ella. Pero las obligaciones mandaban y me iba a tocar estar unos días alejado de mi familia. En mi último día de vacaciones, llevé a mis tres chicas al camping y volví con la tristeza de separarme de ellas y de tener que volver a trabajar.

Yo era redactor jefe en un periódico de tirada nacional. Me había costado llegar hasta ese puesto que me permitió dejar de pasar horas en la calle al pie de la noticia y me dio una buena estabilidad económica. Me gustaba mi trabajo, pero había días que se hacía muy pesado y solo pensaba en volver a casa junto a mi mujer. Con la faena acumulada tras las vacaciones y sabiendo que nadie me esperaba, el primer día acabé haciendo alguna hora extra.

Cuando llegué a casa ya era de noche. A esa hora ya solía estar siempre en la cama, pero ese día ni siquiera había cenado. Fui a la cocina a prepararme uno de mis famosos bocadillos y, a través de la ventana que daba al patio interior, pude ver a la vecina nueva. Según mi mujer, la chica acababa de romper con su novio y había alquilado un piso en nuestro edificio. Nunca me había cruzado con ella, era la primera vez que la veía y me causó muy buena impresión.

El día siguiente fue más o menos igual. Me volví a encontrar a las tantas teniéndome que preparar algo rápido que llevarme a la boca. Miré hacia la ventana de nuevo y ahí estaba la vecina. Pero lo que vi fue mucho más interesante que el día anterior. Apagué la luz para camuflar mi presencia y me quedé mirándola. Estaba tumbada en su sofá y, aunque estaba lejos, pude ver que no llevaba más ropa que unas braguitas negras. Dos grandes tetas al aire buscaban el inexistente fresco de una noche sofocante. Con la imagen de esos dos melones, me fui a la cama, deseando que mi mujer hubiera estado ahí para recibir la erección que acababa de tener.

El miércoles hubiera sido un día de trabajo igual que los dos anteriores si no fuera porque no me podía quitar de la cabeza las tetas de la vecina. Volví antes a casa, ansioso por asomarme a la ventana, pero no la vi aparecer hasta la hora habitual. Vi como cenba en el sofá y posteriormente se quitaba la camiseta y se estiraba para ver la televisión. Todo transcurría de la misma forma que la noche anterior, incluida mi excitación, hasta que se introdujo una mano en las braguitas. Se tumbó boca arriba y comenzó a masturbarse lentamente. Agazapado tras la pared, asomando únicamente los ojos por la ventana, no pude evitar sacarme la polla para pajearme a su ritmo. Con una mano entre sus piernas y la otra apretando uno de sus grandes senos, comenzó a gemir. Aunque ese sonido llegaba a mí de forma muy leve, fue suficiente para que descargara varios chorros de semen que pusieron la cocina perdida.

El cuarto día fue una mezcla de excitación y remordimientos. Aquello había sido lo más cerca que nunca había estado de engañar a mi mujer. Con esa carga de conciencia, aproveché la hora de la comida para llamar a Cristina.

– Cariño, ¿cómo va todo?

– Muy bien, mi amor, esto es genial.

– Me alegro mucho. Seguro que las niñas se lo están pasando en grande.

– Sí, pero te echamos de menos. Estamos deseando que llegue el sábado.

– Yo también. Tengo que volver al trabajo, muchos besos para las tres.

Realmente las echaba de menos, pero no pensaba en nada que no fuera volver a casa y tener la suerte de volver a disfrutar de un espectáculo como el de la noche anterior. Y así fue. La vecina estaba volviéndolo a dar todo en su sofá. En esta ocasión, incluso se quitó la ropa interior y, abierta de par en par, se masturbaba de forma frenética. Guiado por mis impulsos, sin pensármelo dos veces, me dirigí hacia su casa y llamé a la puerta. Cuando me abrió, la cubría únicamente una camiseta. No llevaba nada debajo, se le marcaban mucho los pezones.

– Buenas noches, soy Ismael, el vecino de enfrente.

– Buenas noches, yo soy Míriam. Conozco a tu mujer.

– Sí, lo sé, me ha hablado de ti, pero nunca nos habíamos cruzado.

– Pues no. ¿Sucede algo?

– Es que en mi habitación se escuchan unos golpes y me preguntaba si el ruido venía de tu casa.

– No lo creo, porque yo no he escuchado nada. Estaba en el salón, viendo una película.

– Será de otro vecino. Siento haberte molestado, si oyes algo o necesitas cualquier cosa, ya sabes donde estoy.

– Gracias, lo tendré en cuenta.

Fue un gran error por mi parte. Lo único que conseguí con esa mentira improvisada fue perderme un nuevo show erótico por su parte. El conocerla me puso todavía más cachondo. Además de tener un cuerpazo, era una joven muy atractiva y bastante agradable, pese haberla interrumpido en un momento así. Pero era mejor que comenzara a olvidarla, salvo que se me ocurriera un plan más elaborado.

Pasé el viernes entero pensando en cómo podía volver a establecer contacto con ella sin resultar demasiado descarado. Se me ocurrió algo que, como mínimo, la podría atraer a mi casa. Así que ese día no hice ni un minuto extra, me fui con la idea de poner mi plan en marcha de inmediato.

Había aprovechado mi mes de vacaciones para hacer bastante ejercicio, así que esperaba que mi buena forma me echara una mano. Cuando llegué a casa, fui directo a mi habitación y comencé a dar golpes en la pared desde la que supuestamente escuchaba los ruidos la noche anterior. Estuve golpeando hasta que llamaron a la puerta. Tenía que ser ella. Estaba sudando, así que me quité la camiseta para lucir bíceps, pectorales y unos incipientes abdominales.

– Hola, Ismael, he escuchado los ruidos que mencionaste anoche.

– Sí, yo también los oigo. Viene de mi cuarto.

– Pues son bastante molestos.

– ¿Quieres pasar para ver si entre los dos encontramos la causa?

– De acuerdo.

Míriam llevaba un top y unas mallas que le hacían un culo hipnótico. Me di cuenta de como se fijaba en mi musculatura, todo estaba saliendo a pedir de boca. Buscamos de donde podría provenir un sonido que, evidentemente, en ese momento no se escuchaba. Después de unos minutos, parecía decidida a volver a su casa.

– Míriam, ¿quieres tomar algo en lo que esperamos a ver si vuelve el ruido?

– No es necesario, no quiero molestar.

– No es molestia , mujer, somos vecinos y no sé nada de ti.

– Es que no hay mucho que saber. Tengo veintiséis años y soy aspirante a actriz.

– ¿En serio? Qué interesante.

– Debe de serlo solo para ti.

– ¿Por qué dices eso?

– Porque no me cogen en ningún casting. Y mi novio… bueno, mi ex no creía en mí.

– Supongo que os separaríais por eso.

– En gran parte, sí.

– Pues déjame decirte que él se lo pierde. Eres una joven preciosa y salta a la vista tu talento.

– Te lo agradezco mucho, Ismael. A veces hace falta unas palabras de ánimo, aunque provengan de un desconocido sin camiseta.

– Querrás decir de un vecino sin camiseta.

– Tienes razón. Tú también eres muy atractivo, por cierto. Tu mujer tiene suerte.

– Mi mujer no está ahora aquí.

– ¿Dónde está?

– Se ha ido de vacaciones con las niñas y me ha dejado aquí solo.

– Parece que a ti tampoco te valoran mucho.

– Los dos merecemos más.

Llegados a ese punto, estaba convencido de que yo era mejor actor que ella. Inconscientemente, mi vecina no dejaba de mirarme el pecho, los brazos, los labios. Poco a poco, me iba acercando y ella se mostraba receptiva. Se produjo un silencio durante el cual nos miramos a los ojos, hasta que nos fundimos en un apasionado beso.

La levanté por los aires y la senté en la mesa. Rodeando mi cintura con sus piernas, nos comimos la boca mientras explorábamos nuestros cuerpos con las manos. Le quité el top liberando sus tetazas. Sus duros pezones se clavaron en mi pecho, hasta que los sujeté con fuerza y me los llevé a la boca. Hice circunferencias alrededor de ellos con mi lengua, lamiendo sus generosas areolas.

Me desnudó de cintura para abajo y yo hice lo mismo con ella. Nuestras lenguas volvieron a entrelazarse y sus piernas se volvieron a aferrar a mis caderas. La levanté de la mesa y la llevé en brazos hasta mi habitación. Notaba sus fluidos empapar mi pene tieso, que iba dando golpes contra sus nalgas.

Al llegar a mi cuarto, la tiré sobre mi cama. Antes de que pudiera abalanzarme sobre ella, se sentó en el borde y me agarró la polla. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, justo antes de que se la metiera entera en la boca. Pese a su buen tamaño y grosor, mi vecina se la metía y se la sacaba sin pestañear. La apretaba entre sus carnosos labios y succionaba, provocando en mí descargas de placer que iban desde los testículos y recorrían todo el tronco hasta llegar a la punta.

La agarré del pelo para acompañar sus movimientos de cuello, mientras me la repasaba con la lengua de arriba a abajo, sin dejar de masturbarme. Probablemente era el morbo de lo prohibido, pero estaba gozando mucho más que con mi mujer, que ya era mucho decir.

Después de embadurnar por completo mi estaca con su saliva, se la metió entre las dos tetas y me masturbó con ellas, sin dejar de chuparme la punta. Aquello terminó con la poca resistencia que me quedaba y provocó que eyaculara en cantidades abundantes sobre su cara y sus tetas. Necesité tumbarme durante un buen rato para recuperarme de lo que acaba de suceder, pero ella no dejaba de besarme por todo el cuerpo.

– Míriam, lo haces mejor que mi mujer.

– Y te aseguro que no es lo único…

Continuará…

Hola morbos@s

Hola Vane

Hola Carlos como estas?

Bien gracias oye te puedo marcar?

Si claro

Pasaron los días prácticamente 1 semana o más y no me marco

Hola Vane

Hola Carlos

Que haces?

Nada en realidad estoy en la oficina, pero está tranquilo y tu?

Oh que bien, oye ando muy caliente manda pack no? Jaja

Jaja estas solo?

Si

Y porque andas caliente si coges diario eso déjamelo a mí que no tengo con quien desquitar las ganas

Jaja pues no se ya manda pack no?

Jajaja si tú me mandas algo para inspirarme lo pienso

*FOTO* – era su muuuuy erecto pene –

Órale de verdad estas caliente oye enserio tienes un muy buen pene

Jajaja si me di cuenta cuando viste que me desnudé esa vez que fuimos al motel los 4, tus ojos eran de sorpresa y dijiste “esa si es una verga” jaja

Jajja no mames enserio dije eso? Yo no tengo muchos recuerdos, tu si recuerdas todo?

Igual no recuerdo mucho, pero eso si no se me olvida y tampoco se me va a olvidar que coges muy rico

Jajaja no se vale mentir por convivir

Es real te mueves muy rico, si quieres repetimos jeje es broma, pero si quieres no es broma jaja

Jajja me la voy a creer jaja

Y como la chupas no inventes

Eso si te lo creo es mi especialidad jajja

Oye enserio hay que repetirlo apoco no quieres

No pues de querer si quiero, pero noooo ya dos veces jaja

Ah es cierto esa vez que nos fuimos con tu perrita verdad, ya Vane vamos

Esa vez fuimos porque estaban separados tu y Ely pero ya no, ni modo

Ándale Vane los 3 de regla

Estaríabien, pero noooo, mira para ayudarte con tu calentura porque si andas bien cachondillo jaja – le mande unas fotos de mis tetas

Asu que rico estar ahí pegado no mms están riquísimas ya Vane vamos a coger yo sé que tútambién quieres

Si ya te dije que sí quiero ganas no faltan, pero no puedo entiende

Se porque lo dices, pero no pasa nada

Jaja siempre te cachan estas bien wey y no quiero que esta vez sea conmigo

No, por eso quiero hacerlo contigo eres muy discreta

Ósea que nadie más te hace caso soy la últimaopción jaja mira que bien

No digas eso claro que no siempre te eh tenido ganas

De verdad? Desde cuando?

Desde la primera vez que te llevo Ely a la casa, te acuerdas? Ibas con una falda amarilla larga y una blusa blanca super escotada, se te veían unas tremendas tetas y un culazo que dije tarde o temprano lo tengo que ver sin ropa

Jajjawow si recuerdo, pero no lo note y mira que yo me doy cuenta cuando le gusto a alguien eres bueno para el póker entonces jajja

Si, pero dije no creo que me haga caso pues en ese entonces tenías novio

Jaja si de echo no te hubiera hecho caso en esos días

Ya Vane vamos solo una vez te lo pido y ya no vuelvo a molestar por favor solo dame chance una vez más y ya no te molesto

Ya te dije que no puedo

Bueno al menos dame un beso y ya con eso va

Mmm va un beso no se le niega a nadie jaja pero el pedo es donde porque no tengo tiempo más que en mi hora de comida y nos pueden ver

Pues en un motel y ya si pasa algo más pues ni modo

Jaja mira que abusado, no si entramos a un motel no me voy a detener soy débil jaja

Hay esta Vane vamos y si no quieres hacerlo está bien no hay problema, pero si quieres y yo sé que sí, pues lo hacemos solo una vez por favor

Tengo que pensarlo

Al día siguiente

Hola Vane entonces que, si vamos al motel?

Y dale con lo mismo, no pierdes la fe verdad jaja

No, contigo jamás

Nos pueden ver

Bueno, bueno ya no insisto, pero el beso si verdad

Mmm mejor no Carlos

Oye ya habías dicho que si, un beso no se le niega a nadie tú lo dijiste

Ok, ok si está bien solo 1 beso y ya –para mí los besos son más íntimos, he cogido sin besar porque solo es eso un palo y ya, en alguna ocasión hace tiempo no sé cómo, pero a mi llego el que las putas ósealas prosti no besan porque se enamoran, yo no es que me enamoré con un beso hace falta más que eso, sin embargo, es más íntimo y hay más conexión con la otra persona, sin embargo, esta vez dije porque no un beso nada mas

Se que Ely tiene a su amante y que a Carlos ya no lo quiere sin embargo siguen juntos así que eso me detenía mucho, pasaron másdías y seguimos texteando hasta ayer…

Vane mañana voy a rentar un cuarto y te voy a mandar la ubicación tu sabrás si llegas, no me voy a enojar si no vas, pero quiero tener la oportunidad de besarte solo eso

Hay Carlos no como crees

Ya está dicho descansa me sueñas porque yo voy a soñar con las tetazas que me mandaste

Ya no respondí hasta hoy que él escribió

Ya renté un cuarto, esta es la ubicación: ……..

Carlos como haces eso no inventes jaja

Solo dame esta oportunidad y ya no te vuelvo a molestar

Ya no respondí y se acercaba la hora de mi comida

Ey ya estoy aquí en el cuarto si vendrás?

No sabía que hacer digo ganas no me faltaban soy una mujer muy caliente y realmente si quería volver a coger con él y esta vez en una cama saber que tal coge, poder disfrutar de esa enorme verga y sin siquiera permitirme pensarlo más ya estaba ahí en la ubicación

Que habitación es?

Si vendrás? Es la 2

Acto seguido estaba entrando en la habitación, cuando me vio entrar no sabía ni que decir, yo entré, dejé mi bolso y voltee a verlo, él enseguida puso música y me dijo que quería escuchar, yo solo hice un gesto como diciendo que no me importaba, acto seguido después de poner equis cosa me acerque a él y nos besamos tan apasionadamente que enseguida empecé a humedecerme no separamos solo para quitarnos la ropa el me ayudo con el bra…

wow no las recordaba tan grandes que rico

Jaja es por la lactancia

Me das?

Claro

Se abalanzó a mis tetas y chupo como si no hubiera un mañana mmmriquísimo

Yo pude notar su erección pues estaba encima de él moviendo mi cadera de adelante para atrás, él seguía con boxers y no pude aguantar más me baje para poder ver su erección ahora sí con lujo de detalle, le baje los boxers un poco pero mejor se los quitó bien y yo también, él recostado con su vrga bien dura que puedo decir que le llegaba casi al ombligo y no la tenía ni tan delgada ni tan ancha para mí el tamaño perfecto, me subí a él con su verga entre mis manos y el culo bien parado, hice mi cabello a un lado para poder comerme semejante polla con mi lengua recorrí desde sus huevos hasta la punta de su pene varias veces, él sujeto mi cabello con una mano.

Te puedo grabar?

Nooooo

Con tu teléfono y después lo borras es que no te imaginas como te vez, eres realmente sexy por favor

No, calla y disfruta

Me metí su verga hasta el fondo de mi garganta lo más que pude, pensé que ya había perdido el toque, pero no jajaja la pude meter hasta el fondo solo podía escuchar como muy despacio decía “no mames que rico” y yo arremetía cada vez más rápido mojando bien su verga con mi saliva, pero no quería que acabara ahí así que me subí y puse su verga en la entrada de mi vagina, pero sabía que ese monstruo iba a doler así que lo hice lento poco a poco fui bajando para que entrara bien

ah no mames Vane estas muy apretada

O mejor dicho tú la tienes muy grande

No nono esto no lo había sentido que rica estas

Mientras nos comíamos la boca hasta que por fin lo pude tener dentro de mí, dolió un poco y es que no había cogido desde hace mucho no me habían penetrado.

Mmm que bien se sentía tenerlo dentro de mí, me levanté dejándole a la vista mis enormes tetas él enseguida las tomo y yo empecé a ir cada vez más rápido gimiendo de placer pues su miembro llegaba al punto exacto donde yo más rico podía sentir, no dejaba de moverme mi cuerpo estaba actuando por sí mismo ante tal satisfacción, era una delicia, mientras él con una mano estimulaba mi clítoris yo me hice para atrás apoyando en mis manos en sus piernas como si formara un arco y no dejaba de moverme ahí fue cuando tuve mi primer orgasmo no pude contener el grito de placer, me desplome sobre él y me beso pero siguió moviéndose cuando yo pude recobrar el aliento le dije “ven de a perrito”

Me puse de a perrito con las piernas abiertas, el culo bien parado, el rostro sobre las sábanas y las manos extendidas sujetando el borde del colchón, él me penetró muy lentamente y pude sentir cada centímetro de él dentro de mí fue algo delicioso me sentía llena.

Siguió embistiendo y yo gozando, mientras me embestía moje mis dedos con saliva y empecé a tocar mi clítorisél se dio cuenta

Si que rico me encanta que lo estes disfrutando

Aja… si… mmmm

Si quiero que te corras sii

Salió de mí y empezó a comerme la cuca yo me deje hacer pues lo hacía realmente bien, acerco su pene a mi cara y yo sin pensarlo lo volví a meter en mi boca mientras el me masturbaba yo lo chupaba tenía sabor a mí, a mis jugos a sexo, algo delicioso, me recosté boca arriba y ahora me penetro así mientras yo seguía tocando mi clítoris el subió mis piernas y logre sentirlo más dentro de mi cuando por fin pude correrme chorreando todo y el salió de mi para también echar su leche, su semen me llego hasta el cuello ambos gimiendo de placer al por fin liberar el deseo que tantohabíamos reprimido.

Martha mi esposa tiene 37 años mide 1,65 pesa 62 con unos pechos bien formados blancona cola bien firme.
Somos una pareja que vive 10 años juntos no tenemos hijos, llevamos una relacion abierta , mi esposa tiene amantes con mi consentimiento
Un dia le llama su novio qie vivia en otra ciudad, para decirle que le dieron vacaciones en su trabajo por dos semanas y qie venia a pasarlo en nuestra casa.
Llego el dia que tenia qie llegar mi esposa muy alegre se ducha, depila su hermosa vagina mientras yo la observo como elije su tanga color blanco con encajes brasier igual blancos una bluza escotada mostrando sus enormes pechos un pantalon bien ajustado resaltando su figura y su enorme cola, unas botas con tacones altos.
Sslimos en nuestro auto a recogerlo del aeropuerto mi esposa se baja para resivirlo con un abrazo y un beso apasionado mientras yo observo desde mi auto me saluda porque ya nos conociamos el era su primer marido msyor que ella con 10 años, mi esposa se sento en la parte trasera del auto con su ex esposo no paraban de besarse y tocsrse todo yo estava muy exitado biendolos de rato en rato, fuimos a cenar los tres juntos ellos agarrados de la mano y yo al lado como un amigo mas de ellos acave de imediato de cenar y les dije que le esperare en el auto.
Mi esposs se quedo un rato mas bebieron vino yo le observaba desde afuera a mi esposa muy contenta y romanticos eso me exitava demaciado ver a mi esposa con el hombre que la iso mujer por primera vez.
Tardaron demasiado luego les lleve a pasiar por la ciudad, ya en la noche nos fuimos a bailar a un local donde yo me sente y ellos bailaban bien cachondos luego decidimos retirarnos a nuestra casa y ahi vino lo mas interesante, nuestra casa tenemos varios cuartos y un pasillo donde conecta a la sala y comedor, ese dia yo le deje que disfrutaran los dos me fui a otro cuarto de al lado el ocupo mi lugar en nuestro dormitorio y cama matronial.
Apenas entramos y ella se lanza sobre su ex el la carga asta el dormitorio me pide permiso para entrar yo le digo que siga adelante toda tuya esta semana dejan la puerta abierta para que yo observe empiesan a besarse le saca rapidamente la blusa ella le enpiesa a desabrochar su pantalon toca su verga que estava bien dura empieza a mamarcela la tenia grande ella decia que nunca olvidava la verga que la desvirgino cambiaron de posicion el empieza a besar su vagina ella bien exitada le pide que le aga el amor como siempre se lo asia cuando vivian juntos..
Luego el ssle un momento a tomar agua pasa por el pasillo desnudo con la verga bien parada mi mujer aprovecha para salir a donde estava yo en tanga pechos al aire y sus tacones quee me gustava que no se saque al momento de coger, yo me estava masturvando con el espectaculo ella entra donde estava yo y empieza a chupar mi verga un rato y me dice que esta noche dormire con mi novio asta que el retorna y se la lleva otra vez.
Ya bien exitados en la cama le pone sus piernas al hombro y empiesa penetrarle mi esposa grita de plaser estavan un buen rato luego le pone de custro asta que ella le pide que le de por atras eso me impresiono porque ami no me deja que le de por el culo estubieron un rato adta que el termino se acostaron abrazados de cucharita mi a mi esposs sstisfecha,
Yo me acoste a dormir y de un rato vuelvo a escuchar como cogian otra vez, estuvieron cogiendo toda la noche ya al medio dia se despertaron y yo les prepare el almuerzo.
Mi esposa me da un beso y me da las grasias por todo continuara….

Aún no me podía creer que me lo hubiera pedido. Antes de aquella ocasión todo eso hubiera sido inconcebible, a pesar de lo mucho que te deseaba, de las muchas veces que te imaginé desnuda, y de tantas formas posibles como un hombre podría imaginarse a una mujer tan hermosa como tú.

Su petición era razonable: querían tener un hijo y no podían lograrlo, necesitaban a alguien de confianza, alguien a quien amaran y que él los amara. La respuesta a la pregunta era lógica y había apuntado a mí.

Llegué a su casa a la hora acordada, nervioso, pues no sabía como funcionaría todo, Jorge estaba ahí, a un lado de ti. Traté de no mirarte mucho, a pesar de lucir tan hermosa: enfundada en aquel vestido floreado con el que tantas veces te había pensado. Te saludé con un casto beso en la mejilla. Era evidente que todos estábamos nerviosos, supongo que era algo natural ¿Cómo podríamos no estarlo?

– Bueno primo, gracias por venir, yo los voy a dejar solos, tengo cosas que hacer en la oficina. Quedas en tu casa – me dijo mi primo, antes de tomar su mochila y salir, no sin antes girarse y mirarme por última vez antes de irse – nuevamente: gracias; sabemos que es un gran favor – no supe qué decir, pero no tuve tiempo de pensarlo pues Jorge se marchó.

Al estar solos, nuestras miradas se encontraron. El nerviosismo que imperaba en nuestra inusual situación, nos hizo quedarnos quietos, observando al otro y sin saber qué decir o hacer.

– ¿Te ofrezco un vaso de agua?

– Sí, por favor.

Me quedé parado mientras me dabas la espalda y caminabas a la cocina, miré tu trasero tan respingado, pensando que en poco tiempo lo vería desnudo, frente a mí. Regresaste y mi vista se fijó en tu escote, mirando la sensual forma en que la línea entre tus senos se mostraba con un poco de descaro. Levantaste las cejas al ver en donde se posaba mi mirada. Nuestros ojos se encontraron y sonreímos. Dejé el vaso de agua en la mesa, sin haber bebido de él. No podía más, la tensión era demasiada.

Te tomé por la cintura y te besé. Rodeaste mi cuello con tus brazos y metiste tu lengua en mi boca. Te tomé del culo y te cargué, llevándote así a la cama, la misma que compartías con mi primo. Nos dejamos caer sin dejar de besarnos, abrazaste mi cintura con tus piernas mientras mis manos apretaban tus senos, los mismos que tantas veces había deseado.

Me levanté y me quité la camisa. Te sacaste el vestido dejando a mi vista un hermoso conjunto de lencería negra. Intentaste quitártelo, pero te lo impedí.

– Aún no.

Quedé completamente desnudo y me abalancé sobre ti, besando tu cuello recorriendo nuevamente tu cuerpo con mis manos, mientras tus dedos bajaban por mi espalda, recorrían mi cadera y luego se apoderaban de mi miembro. Un gemido escapó de mi boca cuando lo tomaste. Nos miramos de nuevo, el deseo refulgía en tu mirada, a la vez que mi glande tocaba tu entrada.

Empujé con suavidad. Abriste la boca y un gemido resonó a través de ella. Comencé a cogerte. Me abrazaste con ansiedad, tratando de que nuestros cuerpos estuvieran más juntos, mientras mi pene se deslizaba en tu interior, abriendo tus labios que lo besaban con cariño. El ritmo se fue de mi control y te cogía con desesperación. Al fin mi sueño se cumplía, al fin te hacía mía.

Me abrazaste del cuello, me llevaste a tus labios y nos besamos. Movías tus caderas con ansiedad, gimiendo con fuerza; mientras bajaba mi boca a tus senos, los besaba y los mordía; pasando mi lengua por tus pezones, escuchando el sonido tan sensual de tus gemidos; hasta estallar en tu interior al mismo tiempo que gritabas y tu cuerpo de contorsionaba, sintiendo el clímax del placer entre tus piernas. Nos besamos por un largo rato sin que me permitieras salir de tu cuerpo, sabiendo que aquello era solamente el inicio de una larga y muy excitante tarde.

Voy por mi tercer matrimonio, el primero se rompió porque tras dos años, no parábamos de pelear, hoy somos buenos amigos y como amigos no peleamos. El segundo duró cuatro años, se rompió porque me puso unos muy dolorosos cuernos con un imbécil, realmente no le conozco casi y no puedo juzgar si lo es de verdad pero me hizo mucho daño o un favor, según se mire, además el daño me lo hizo mi mujer, sería absurdo llamar asesino al puñal que te clavan en el corazón, él solo fue el arma, en todo caso me gusta llamarle imbécil. Se puede poner cuernos pero no ser cruel y ella lo fue, es típico, odias a tu pareja porque te sientes mal por estar destrozándole, te hace sentir traidor porque lo estás siendo, en este caso traidora y empiezas a odiar a tu victima y eso se convierte en círculo vicioso.

Y voy por el tercer y actual matrimonio con María que deseo que sea el definitivo. Cuando estoy con María en la intimidad me paso largos ratos admirando su piel, sus formas, que para mi son únicas. Creo que a ella le gusta esa complacencia en su cuerpo porque tras ella hacemos el amor más intenso. Nada me parece más bonito que una mancha como de café derramado que tiene en la ingle y que sobrepasa cualquier braguita, de lencería o de baño, que se ponga. Alguna vez me ha consultado si ponerse bañador de cuerpo entero para ocultar la parte del vientre, del todo no puede porque también deriva hacia el muslo y yo le he suplicado que la deje libre porque nada me da más orgullo que su mancha. Y estoy seguro que es erótico porque te lleva la vista hacia su cadera, como el lunar que antiguamente se pintaban las mujeres para dirigir la vista hacia el labio.

Conocí a María, la vi por primera vez, en un bar de noche, estaba con unas amigas en la barra, yo sentado en una mesa con Gerardo, un amigo mio me había hablado de ella, que la había conocido y que quería ligársela. Yo la miraba y me encantaba, unas veces la veía y otras la tapaba una amiga que estaba delante de ella en la barra, si la amiga daba un pequeño paso adelante o María un pequeño paso atrás, la veía, si no, no y en ese verla y no verla me enamoré de ella.

María tiene una especial capacidad de vivir. Se bebe la vida a grandes sorbos, tiene una gran energía que se manifiesta en todo lo que hace. María…, no entiendo como sus padres le pusieron ese nombre tan sencillo, no sé en que estaban pensando, aunque también es un nombre sugerente por lo sencillo.

A mis primeras mujeres, que no les pongo nombre porque no vale la pena buscarles uno falso, las amé en su momento, me enamoré de ellas, A María no solo la amo, con ella me siento en casa, como, por supuesto, me pasó con mis padres y hermana, y si a las primeras mujeres no les puse cuernos, sí que tuve deseos, con María nunca he tenido ganas de engañarla. ¿Como vas a engañar a tu madre? ¿Como vas a engañar a tu casa? Pues contrariamente a la razón, estando con ella me he acostado con Ana y María con Pablo, siendo que nada me daba más miedo, tras la experiencia de mi anterior mujer, que María se acostase con otro, pero a diferencia, en ningún momento hubo intención de engaño ni fue un engaño. Si María es casa, Pablo y Ana, su pareja, es andar en zapatillas.

A veces soy muy negativo, pienso que todo se va a ir a la mierda, no mi relación, todas, las de los demás también, los miembros de cada pareja no hacen más que chocar una y otra vez. Siempre malinterpretas a tu compañero, solo algunas pocas veces las malinterpretaciones te llevan hacia el mismo camino… Vamos, que no quería que lo de María se fuese por el retrete. Ella era divertida, imaginativa, alegre y me quería como yo a ella, consideraba una suerte inmerecida estar con ella.

Casi se podía decir que convivíamos con nuestros amigos, pasabamos los festivos y vacaciones juntos y los cuatro estábamos sumamente a gusto y por lo que se ve, a veces la ecuación se invierte y el cariño lleva al roce.

En esta ocasión fuimos a pasar la Semana Santa a una finca que mi hermana y yo habíamos heredado en Puerto de Pollensa en la isla de Mallorca. Veníamos de pasar el día en uno de los rincones más bonitos de la isla, una cala de rocas que yo conozco desde hace muchos años por irme a bañar desnudo, yo la conozco por Llucalcari, en Deiá pero no creo que se llame así o puede que sí, lo que es seguro es que es el nombre de un conjunto de casas que hay al lado. Si bien lo conozco por ir a desnudarme, cada vez que voy me enamoro de la belleza del sitio. María ya lo conocía, Pablo y Ana no y les encantó.

En el lugar siempre hay gente de todas las edades, normalmente artistas, bañándose desnuda, parejas o matrimonios con o sin hijos, nunca hay más de quince personas, con nosotros no llegaríamos a los veinte. A cincuenta metros delmar hay un pequeño caño del que mana agua que termina formando un barro muy fino que muchos de los asistentes, no todos, se echan por el cuerpo dejándolo secar con lo que parte de la gente está como vestida, recubierta de barro que al secarse se convierte en blanco y luego desaparece en cuanto te metes en el agua y te frotas un poco y que se supone que tiene propiedades positivas en tu piel. Pablo y Ana se embarraron y se pusieron a tomar el sol, nosotros lo habíamos hecho otras veces pero ésta no. Pablo estaba bocarriba, Ana bocabajo. María les miraba a ambos y en un determinado momento alargó la mano hacia Pablo.

—Pablo, ¿te puedo tocar el pito un momento?, tengo curiosidad de tocarlo con el barrillo. —Todos miramos.

—Toca, si quieres. —dijo con una sonrisa. Nadie interpretó, creo, la cosa como algo sexual. Maria le cogió el pito y con el dedo gordo espolvoreó un poco el barro.

—¡Qué suave! Ja ja ja. —Y soltó el pene, más que soltarlo lo depositó en el mismo sitio. Todos reímos de verla reír a ella y cada uno volvió a lo suyo que era tomar el sol, el pene de Pablo creció pero sin llegar a erección y el suceso finalizó sin que nadie le diera importancia. Yo que estaba también bocabajo miré el culo de Ana y me figuré que hacía lo que María y le tocaba la curva que une el culo con la pierna, pero como no lo hice no pasará a la historia. Fue curiosidad, o envidia o una pequeña lascivia sin importancia.

Ese día tuve un accidente que casi no vale la pena contar si no tuviese relación con lo principal. Al entrar en el agua, que por cierto estaba algo fría, resbalé y caí de culo, me hice algo de daño y me raspé el culo e incomprensiblemente me hice una pequeña herida en la rodilla, nada grave salvo que con el agua de mar me escocía.

Volvimos a casa todos eufóricos, como casi siempre, por la belleza del sitio, al salir de la cala pasamos por el cementerio de Deiá que es un pequeño cementerio que para mí, y para mucha gente, es el cementerio más bonito de Mallorca y quizás de España y donde está enterrado un escritor famoso, Robert Graves y no mucha gente más porque es muy pequeño, no creo que lleguen a las treinta tumbas.

Una vez en casa nos duchamos por parejas para quitarnos la sal, pasamos nosotros primero, pendientes de que nos esperaban fuimos rápido, las caricias las dejamos para la habitación, donde jugamos un poco y me entretuve en escribir con rotulador la nostálgica palabra AMAME rodeando la parte superior y algo de los laterales del pezón mientras ella miraba como iban apareciendo las letras con orgullo y algo de excitación.

Al reunirnos todos, María le dijo a Ana, que era enfermera, que me curase las heridas para que no se infectaran. Le sacó alcohol, algodón, gasas, agua oxigenada y yodo.

—Como no, pero, como se acaba de duchar, no me hace falta más que yodo y gasas, el agua y el jabón es el mejor antiséptico. —Me hizo sentar en la cama con la pierna extendida y me puso yodo en la rodilla, me escoció un poco.

—A ver ese culo.

—Es solo un arañazo, no hace falta.

—Te he visto el culo muchas veces, quítate los pantalones, anda. —Me bajé los pantalones y me puse al borde de la cama para no mancharla con el yodo aún no seco de la rodilla, María y Pablo miraban sonrientes como Ana inclinada sobre mi, atenta, me ponía yodo en el culo.

—Escuece un poco.

—Cobardica —Luego sopló un poco para que se secase o no me escociese. Y lo remató con un sonoro azote en el otro cachete. Solté un <> y me vestí y le di las gracias.

—¿Por la cura o por el azote? —Bromeo en plan seductor.

—Ja, ja, por ambos, ha sido un azote muy sexi. —Le seguí el rollo contestando con coquetería.

Era media tarde, nos tomamos unas cervezas y nos relajamos en el sillón. Había cuatro sillones pero solo utilizamos dos, María y Ana se sentaron en nuestras rodillas y trago va, beso viene iba pasando el rato. Me metió una mano por la camisa y acarició mi pezón, sentir su mano blanca, pequeña y suave me gustaba.

—Me estás excitando.

—A lo mejor es lo que quiero.—dijo con voz seductora y cambió la mano al interior del pantalón con cara de picardía— ¿Y ahora?

—Ahora más ¿Vamos un rato a la habitación?

—Aún no, tengo otro plan.

—¿Qué plan? —Mientras hablábamos, muy suavemente me magreaba el pene que iba estando más resbaloso por las secreciones que me estaba provocando. Y se acercó a mi oído y me soltó una bomba.

—Quiero que te acuestes con Ana. —Casi se me para el corazón.

—¿Qué? ¿Te has vuelto loca? A mi nunca se me ha ocurrido acostarme con Ana. ¿Y tú con Pablo?, ¿es que te apetece?

—No es eso, tonto. Júrame que Ana no te gusta nada.

—Bueno, me gusta, es muy guapa. —Ana era hija de un español y una china, era muy exótica, tenía una piel preciosa, me gustaba— pero de ahí a pensar en acostarme con ella…, no me has contestado a si a ti te apetece con Pablo. —Era una conversación un poco absurda, casi al oído.

—Hoy en el baño he sentido que querías tocarle el culo, y quiero que se lo toques. Me hace ilusión, principalmente, que te acuestes con Ana. Cuando te estaba curando te he visto, imaginado, y en esa visión te lo pasabas muy bien. Y tengo miedo de que nos aburguesemos, que sé que todavía no nos pasa, pero nos vendría bien una canita al aire y estrechamos lazos—Con el pene cogido por debajo del pantalón me llamó la atención sobre él— Imagínalo dentro del coñito semioriental de Ana.

—Eres mala. —Se rió y me besó.

—Sí que me acostaría con Pablo porque sino no saldrían mis planes, tengo curiosidad y seguro me lo pasaría bien pero es secundario, lo que me hace más ilusión es verte con Ana. Confía en mí. Alguna vez lo he pensado vagamente pero hoy se me ha, digamos, revelado. —Me lo decía de tal forma bajito y al oído, que al hablar notaba el calor de su aliento, que me ponía caliente, ayudaría el tema de la conversación. Metí mi mano por su pantalón y le toqué el coñete que estaba algo húmedo.

—¿Y Pablo te la metería por aquí?

—Supongo. Qué íntimo ¿no? ¿Te excitaría? Lo podemos intentar ¿no te gustaría?

—Me excita pero no tengo tan claro que me gustase. Me da algo de miedo. Y tendrías que contar con ellos. ¿Como sabes que ellos estarían dispuestos?

—Estoy segura. Quítate el miedo. Aviso: Prohibidas las dudas, ah, y solo para hoy. —Yo sabía que ella era muy intuitiva. Y me metió la lengua por la oreja y luego me desabrocho los pantalones y me los bajó junto a los calzoncillos. Cogió una manzana de un frutero que caía al lado nuestro y le dio un bocado, gesto que parecía inocente.

—Date la vuelta. —Me dijo a mi y dirigió la vista a Ana— Ana, la herida del culo no sé si me gusta, puedes mirarla otra vez, por favor, a ver si está bien. —María se levantó, yo estaba bocabajo.

—Voy, pero no creo que haya cambiado mucho —dijo Ana y se levantó y se acercó a mirarme. María se fue hacia el sillón de Pablo y se sentó en sus rodillas, Pablo sonrió ignorante aún de la causa y de lo que iba a ocurrir.

Ana, de rodillas, miró mi culo, incluso me lo tocó con dos dedos rodeando la rozadura. —Va todo muy bien, es reciente y no ha cicatrizado del todo pero todo bien, el único cambio es que está un poco más seca. —Y se dio cuenta que María estaba sentada encima de Pablo dando otro mordisco a su manzana.

—Explicame que haces ahí, ¿me estas quitando a Pablo?. —Le decía en broma.

—Te he quitado el sitio. Quién fue a Sevilla perdió su silla. Quedate un ratito con Jaime que yo me ocupo de Pablo. Puedes besarlo porque te aviso que mi idea es besar a Pablo, un poco de juego, llevamos mucho tiempo juntos y todos tenemos curiosidad, pero si alguien no quiere que siga, paro inmediatamente. —Ana quedó desconcertada y miró a Pablo para que la sacase del apuro y Pablo miró a Ana y le hizo un gesto como de <>, no es fácil rechazar a María. En ese momento María melosa miró a Pablo y le dijo—¿Te parece un beso, yo quiero saber como saben tus labios? ¿Tú?—Dio otro mordisco a la manzana y le besó los labios, María entonces se apoderó de la barbilla de Pablo con su pequeña mano— Me gusta, sabe bien, a ti te sabrá a manzana. —y le besó metiendo la lengua. Ana se sentó en el sillón pero no encima de mí.

—Le está besando con todo el morro. ¿Tú que opinas?

—Estoy casi tan sorprendido como tú…, bueno, menos porque me ha avisado que lo iba a hacer pero no lo terminaba de creer. Puedes pararlo si quieres ¿O te gusto lo suficiente para que hagamos lo mismo?

—Puede. Igual tiene razón y todos tenemos curiosidad. Algo habrá que hacer… Si tu quieres…, me da algo de vergüenza ¿Yo, te gusto un poco? —Y ella misma desmintió lo que acababa de decir de la vergüenza, con una sonrisa acercó sus labios a los míos pero con la mirada en los otros. Acepté sus, para mi, misteriosos labios semiorientales, la besé mientras me subía los pantalones porque no quería imponer mi desnudo tan pronto si es que terminábamos llegando a eso.

—Claro que me gustas, pero no se me habría ocurrido intentar nada contigo.

—Puedes meter la mano por aquí. —Oímos que le estaba diciendo María mientras se metía la mano por su propio escote y se acariciaba a si misma la teta mirándole a los ojos y luego sostenía el borde de la blusa con la mano de la manzana para indicarle el camino que debería seguir la mano de él. La manzana, como si fuese la manzana de Eva, le añadía un fuerte toque erótico a María. Miré y Pablo, tras una duda razonable me miró, a lo que le puse cara de <> le metió la mano por debajo de la blusa siguiendo el camino tan claramente indicado y los movimientos y la cara de gusto de María delataban que se las estaba tocando. Intuí el placer de ambos, a María le gustaba mucho que le tocasen las tetas e imaginé lo que sentía Pablo en las yemas de los dedos rozando el pezón, con cara de apetito Pablo se ocupó en desabrochar los botones de la blusa y se lanzó a comer esas preciosas tetas, observé que se detenía y sosteniendo la teta con tres dedos leía el pequeño rótulo que yo acababa de escribir jugando, que decía <>, había disfrutado de escribirlo y ahora era motivo de erotismo para Pablo, Pablo miró la cara a María, le vi, no oí, preguntarle algo corto mientras pasaba el dedo índice por las letras, María le contestó, con cara tierna, con un <>, y Pablo pasó la lengua por el rótulo y terminó su recorrido en el pezón, Yo estaba entre horrorizado y excitado. María se expresó con un <> y yo a distancia respondí con un incremento de mi erección.

—¿Ves? Se han vuelto locos, van a por todas, pues nosotros no vamos a ser menos, no sé para que te has subido los pantalones. —En el caso de Ana no sabía si había más indignación o excitación. Y volvió a bajarlos y me acarició el pene con cierto pudor. María ya no tenía blusa y se estaba desabrochando los pantalones. Se dio cuenta que miraba y me sonrió. Cogí la cara de Ana y la acerqué a la mía como para besarla pero cuando estábamos a punto me separaba, jugué así varias veces.

—No hagas eso, me pones caliente.

—Si vamos a hacer algo deberíamos estar calientes, ¿no crees?

—Si fuésemos pareja sí pero creo que esto es como un juego. Creo que no sé lo que me digo.

—Si quieres voy más a saco— Le dije en broma— Así. —Y la besé en la boca mientras le quitaba su camiseta, tampoco llevaba sujetador, la miré a la cara y le dije muy bajo— Se lo que hacen ellos pero necesito que me des permiso para tocártelas. —Me dijo que si con la cabeza y le acaricié la teta izquierda y cogí su pezón, me sentí excitado de tener entre mis dedos por primera vez el pezón duro y flexible de Ana. De repente tenía una intimidad con Ana que nunca sospeché que ocurriría y me gustaba, su desnudez siempre distante estaba a mi alcance, se empezaban a oír suspiros en ambos sillones.

—¿Te gusta el juego? —Me dijo lentamente con la cabeza que sí— ¿Tienes celos? —Pregunté otra vez..

—Estoy segura de Pablo y no soy celosa. Creo que esto es una mezcla de curiosidad, algo de cariño y algo de sexo ¿Y tú? ¿Quieres tú que paremos? —Yo sí tenía algo de celos, pero las dudas me las habían prohibido.

—Yo tengo algo, pero no quiero parar, lo único que quiero ahora es seguir acariciándote que me gusta mucho, no puedo creerme la suerte de poder acariciarte aunque el precio es alto. —Y la volví a besar en la boca.

Pablo estaba ya desnudo, tenía una polla larga y delgada totalmente erecta y húmeda en la punta con pequeños movimientos propios provocados por un exceso de excitación, no la conocía en erección, me di cuenta que ya era inevitable que se la metiera a María para seguir con esos movimientos involuntarios y otros voluntarios dentro de su vagina. De momento María pasó sus dedos como una pinza suavemente desde los huevos a lo largo de todo el pene hasta salir por la punta, luego acercó la boca y lamió el glande, principalmente el frenillo, parecía que quería más que darle placer conocer su sabor pero por la cara de Pablo se lo estaba dando y mucho. Les perdí de vista para sumergirme en mi propio pacer y el de Ana. Aún hice un comentario.

—Jolín, que larga tiene Pablo la polla.

—Sí, me encanta, me llega muy al fondo, pero ahora quiero conocer la tuya dentro de mí. —dijo muy bajo y al oído.

—¿Sin ponerte caliente? —Bromeé.

—Tonto, estoy caliente.

Ana se bajó sus pantalones junto a las bragas y pasé una mano a acariciar, todavía algo distraído por estar bajo el influjo de la otra pareja, luego mis caricias fueron adquiriendo su valor propio olvidando a María, su vello púbico era más suave y escaso que el de María, casi de adolescente, acaricié, por supuesto, toda la vulva que se iba humedeciendo, me deleité y me concentré en ella. Mi polla reaccionó tanto a lo que había visto hacer a María como a la persona de Ana. Era tan gustoso sentir la intimidad de su clítoris como provocarla placer. Ana estaba muy excitada. Escuché y vi que María estaba teniendo un orgasmo con la polla de Pablo dentro de su vagina y sacudía su pelvis con las contracciones que nunca había visto desde afuera, mi consuelo es que es de orgasmo fácil. María cerraba los ojos por el orgasmo pero a veces los abría para mirarme o bien porque le ponía verme tocar a Ana o bien me dedicaba su corrida. Me tumbé en el suelo y arrastré a Ana a que se tumbase encima, nos estuvimos besando abrazados cuerpo con cuerpo, piel con piel, ¡qué suavidad de piel!. Le acaricié por todos lados, me demoré para conocer su cuerpo virgen para mí, dediqué especial atención a ese rincón del culo que deseé tocarle en la playa, me esforzaba en ser suave. Me cogió el pene y se lo introdujo poco a poco, su intimidad abrazaba a mi intimidad, estaba participando en el consumo de un prodigio; estaba lubrificada pero era un conducto estrecho y una vez dentro se incorporó y se sentó. Puse los ojos en las tetas y la mano en esa perlita llamada clítoris, se lo acariciaba mientras ella se encargaba de la fricción de nuestros sexos subiendo y bajando, notar el pene en roce con las paredes del conducto de la vagina me estaban volviendo loco de placer, masajeaba su clítoris no solo para darle placer, también por sentirlo, tenía mucha curiosidad de tocarlo, al fin y al cabo es medio chino. Oía cabalgar a Pablo sobre María y oía cierto chapoteo provocado por la fricción de sus sexos impregnados en las secreciones de ambos, María, indudablemente disfrutaba de tener el pene de Pablo en su vagina y gemía, la punta de ese pene debía llegarle hasta el mismo útero.

—Pablo, ¿Le has metido esa polla tan larga a María? —dije algo celoso pero más por morbo.

—Toda, precioso, me está tratando muy bien, —Me decía con voz entrecortada— tiene su pene dentro de mi vaginita y me está dando mucho placer, me gustaría traspasarte el placer que estoy sintiendo. Me voy a correr otra vez. Te quuuieeero Jaime. Ahhh. Un poco más rápido Pablito, ja ja… ahhhhhhh.

—Ahhhhhh —Le contestó Ana.

—Ahhhhhh —Le contesté yo.

—Ahhhhhh —Le contestó Pablo y nos quedamos todos tirados agotados, las dos vaginas llenas de semen, la de María solo la suponía llena y ocupadas por un miembro en decadencia preogresiva. Ana se reclinó sobre mí metiendo su cabeza en el hueco de mi cuello. Y colocó mis manos en su culo. Cuando el pene se salió le di la vuelta y me dirigí a lamer su clítoris, todavía le tenía curiosidad y ganas. Al rato volvió a correrse, subiendo y bajando desenfrenadamente la pelvis, cuando se calmó, de reojo, vi que María y Pablo nos estaban mirando. Subí a abrazar a Ana y le cogí una teta con la intención de que lo viese María.

—Si no es mucho pedir, Anita, ¿me devolverías a mi chico?

—Eres una mala pécora, así que <>, no te lo mereces pero a pesar de todo he disfrutado, y quiero recuperar a mi chico adultero que aún me gusta, pero tendrás que esperar. —Y bajó su boca hasta mis bajos y se los metió en la boca volviendo la cabeza para mirar a María a los ojos mientras lo sacaba y le daba unas lametadas, yo traté de adivinar como vería esto Pablo, supongo que Ana hacía esto medio por broma medio por el resto de indignación que debía quedarle— Ahora sí. Más que venganza es por hacerte sufrir un poquito como me hiciste sufrir haciendo que Pablo te tocase las tetas, pero que sepas que también he gozado con tu descabellada idea.

Nos abrazamos con nuestras parejas originales.

—¿Te ha gustado? —me preguntó al oído.

—Creo que no sé expresar lo que he sentido. Me ha excitado mucho ver como Pablo te metía la polla por tu agujero, ¿gustarme.?.. aún lo tengo que pensar… Supongo que sí, me ha gustado mucho lo que he hecho con Ana y no me ha parecido ninguna aberración, sino algo muy agradable y natural, me tendrá que parecer lo mismo lo tuyo… Y ver que te tocaba las tetas… hasta he sentido tu pezón en mis manos ¿Te ha gustado a ti? —Nombraba las órganos acariciados de María porque me daba morbo hablar de ello, me lo evocaba. Según lo recordaba mi pene crecía.

—Sí, me ha gustado, eso siempre gusta. Ahora, quiero que me la metas ¿Te daría cosa metérmela? Todavía tengo semen de Pablo.

—Qué quieres que te diga. Estoy dispuesto a intentarlo. —Le dije al oído bromeando, ¿donde iba a estar mejor mi pene que dentro de María?, y le introduje el pene que entró hasta el fondo sin dificultad. Era una sensación rara encontrar esa sustancia ajena aunque fuese de nuestro amigo íntimo. Y comencé a moverme entrando y saliendo de forma más brusca que la habitual. Quería preguntarle si a ella le gustaba recuperar mi polla en su vaginita, pero no lo hice porque era imposible hacerlo en voz baja con la agitación de follarla. También me recordé entrando en la vagina de Ana y rozando su clítoris semioriental y recordé que aún nos quedaban dos días con ellos, también puede que hubiera un incomprensible placer en la visión del coito entre Pablo y María y como le acariciaba las tetas dándome ese placer por diferido. El futuro inmediato parecía bueno, tanto si no se repetía, porque la vagina de María estaría a salvo, como si se repetía que volvería al paraíso del cuerpo de Ana. Paré un momento el bombeo para preguntarlo en voz baja y salir de dudas.

—¿Te la vas a volver a meter?

—Si te ha gustado a ti, tenemos aún dos días.

—Ummm… me ha gustado.

—Pues mañana mismo, ¿vale?, si ellos quieren, desde luego, esta noche quiero dormir contigo.

—Vale —Y con más calma bajé a estimularla sus bajos con mis besos y mi lengua, mi mente todavía recordaba a Pablo dentro de María, luego cuando hubiese tenido un preciado orgasmo provocado por mí, volvería a metérsela.

PROBABLE QUE POSPONGAMOS MI REGRESO.

Este relato, continuación de los dos anteriores, va a ser uno de los que yo más recordaré con cariño. Lo he ido escribiendo, parte en nuestra casa en Quebec, después en un café mientras esperaba y ahora continuo, hasta llegar, escribiéndolo en el avión, o hasta que me quede dormida. El tenue olor de la chamarra de gamuza que me obsequió Isaías, junto con el aroma de su loción, me dan mucha inspiración. Voy muy cansada después de las últimas noches que pude dormir un poco. Espero les guste como a mí.

Anoche, al repartir en sus domicilios a nuestros colegas, o mejor dicho cómplices, Candy, la chica maquillista que se unió a nuestras locuras, propuso que asistiéramos Nely y yo, éste próximo martes, al otro club de strippers, del Oscar, el dueño del club al que asistimos y en donde ella trabaja en las noches como maquillista de todas esas chicas que pretenden actuar y ser admiradas.

Mi vuelo de regreso ya se había pospuesto hasta que hubiera espacio, parecía que hasta después del martes, pero Charly, el chico muy guapo, güerito, que trabaja en el club prometió tratar de conseguirme un lugar en un vuelo. Inicialmente lo buscaría para que yo tuviera espacio el martes, pero con eso de la tentación que nos metió Candy, de actuar el martes en el otro club en el que los martes era día de mujeres, sería mejor para salir hasta el miércoles. Horacio tenía la palabra definitiva, no sabíamos si Fredy le permitiría a Nely.

Horacio no me dio razón, pero me aconsejó investigara primero, cómo era ese local, así que llamé a Candy.

Para explicarme de qué se trataba el asistir a ese otro club, le pedí me explicara:

“Amiga, no sé cómo ves a las personas de color, si te caen te diré que en ese lugar hay veces que Charly y John actúan junto con un par de ellos. Asisten muchos latinos, muy pocos negros. Yo los quiero mucho, son muy gentes conmigo y es por eso que a falta de personal yo me ofrezco. Necesitan chicas que sean ya expertas, así como ustedes dos. Sí hay bailes africanos, y hasta las levantarían, pero antes las ejercitarían, pero fuera de jaloneos y aparentas cogidas en el escenario, todo es igual.”

“Ahora sí, chéquenle cuáles son sus sentimientos frente a los chicos de color que ustedes tendrían que simular entre besos y cogidas, y lo más importante, enfatizar que las asustan porqué las tienen muy grandes y que ustedes se las comerían de todas maneras. Al final, una vez una mujer canadiense ofreció mucho dinero si la dejaban ver que la chica se tragaba todo ese pene, pero ha sido todo lo diferente.”

“Asisten muchos señores, pagan por el espectáculo y por la bebida, pero no son de la mejor clase. No tengas miedo, no hay peligro. Pero confírmame tus sentimientos respecto a los negros.” Así me puso al tanto.

Platiqué con Horacio y le dí todos los pormenores que Candy me había mencionado.

“Son negros, ya me dijiste. Son iguales a nosotros, pero nunca me has dicho lo que sientes por ellos, una cosa es tenerlos de amigos y otra es tenerlos adentro. Tú dime si quisieras actuar. Conozco tus pensamientos y entre ellos está llegar a acostarte con alguno, considerando que con seguridad sabes que la pueden tener a tu exquisito gusto especial. Si quieres ve, te llevo y te recojo, como siempre lo he hecho. No siento bien quedarme y desvelarme sin beber una copa, pero ve y me platicas. Ya sabes que en el fondo, siento bonito y si me vas a hacer que le saque brillo a mi cornamenta, lo haré con gusto, por ti. ¡Me va a dar gusto!” Fue la respuesta de Horacio.

Le platiqué a Nely, su marido no estaba muy de acuerdo, esperaba saber lo que Horacio opinaba. Ya le dije y le mencioné lo de la cornamenta.

“¿Qué le mencionaste que te acostarías con alguno de ellos, o por qué te dijo de la cornamenta?” Quería saber Nely.

“¡No, él dice que me conoce, como quién dice él cree que voy a terminar acostándome con alguno de esos chicos del bar, o club! No creo, no es mi plan. Pero yo estoy hablando por mí, tú dime que piensas, ¿qué te argumenta Fredy?”

“Si le platico todo, omitiéndole lo de la cornamenta y de lo cusca que eres, creo que lo tengo asegurado. Él insistiría en asistir, pero creo eso no nos estorba, al contrario, lo provocaríamos más y tendríamos el chofer a la mano, para el regreso. Malo si nos sale alguna movidita.”

“Bueno, a Charly le pediré me asegure un asiento para regresar hasta el miércoles. ¿Tú le entrarías a coger con uno de esos chicos negros, de cabo largo?” Le pregunté.

“No sé en dónde queda Cabo Largo, pero me imagino es un lugar de donde vienen chicos con penes largos.” Opinó, ingenuamente.

“¡Hay chica! La expresión Cabo Largo es para decir que tienen una reata larga, y una reata quiere significar un pene, pero como sea, lo que te pregunto es si te gustaría saber lo que es tener un pene muy grande dentro de ti. Puede ser que más grueso y largo que el de Troy.” Le dije.

“¡No me tientes, ya con la emoción de un interracial estoy que no puedo esperar, ahora imagínate que sueñe con meterme su cabo largo! ¡Qué rica sensación, su piel ha de ser lisita, suave, como de mujer! Ya la siento rozando mis labios, mi conchita.” Terminó diciéndome, pero aún faltaba la anuencia de su marido, espero no vaya yo a tener que convencerlo, Nely tenía que acompañarme, yo podría ir sola y ver que me pasaba, seguro algo novedoso, algo que valiera la pena la ausencia de mi trabajo en casa, pero la deseaba me acompañara.

Llamé a Candy y le confirmé nuestra asistencia, “Iríamos las dos. No te estorbamos tus planes?” Le pregunté.

“No, porqué me estorbarían, en todo caso siempre asisten los tres amigos juntos, uno para cada una, lo que sí hay que pensar es en qué lugar nos podríamos recluir después de las actuaciones.” Buena pregunta. No sabíamos si después de la actuación íbamos a tener oportunidad de estar con ellos.

Lo consulté con Horacio, me sentía un poco desvergonzada pues le estaba diciendo, claramente, que mi intención era de terminar cogiendo con alguno de ellos. Lo peor fue su respuesta, me causó más pena, propuso que nos fuéramos todos a nuestra casa, que él se iba a dormir a la casa de Nely y Fredy, que con gusto, sin decirles la razón, wtaba seguro de que accederían. Fredy se enteraría y sería el otro problema de disfrazarle los cuernos que le colocara su mujer.

Todo parecía que quedaba listo. El resto del domingo y el lunes la pasamos muy bonito, los dos solos recordando y fantaseando lo que he ido escribiendo en mis relatos, que él es mi mejor admirador. El lunes él fue a trabajar y llegó muy contento a reunirse conmigo.

En la nochecita se aparecieron Nely y Fredy, sin avisar. Me imaginé que venían a comentar sobre la nueva aventura a la que nos íbamos a enfrentar. Su mujer, igual de caliente que yo, y yo misma. La plática fue maravillosa, todo fue comentado en el mejor de los términos.

“¡Me escribes todos los detalles de tu cogida con los chicos negros. Ya sabes, con todos los detalles sin omitir cómo se los mamaste, ni qué les hicieron Nely y Candy. Ya le contaré a Fredy lo que me escribas!” Me decía mi marido, pero Fredy le pidió copia fiel de lo que yo le contara, sin omitir lo de su esposa.

“¡Claro, ella te dirá todo, pero yo también te contaré y tendré que poner en práctica contigo lo que con ellos aprenda!”

La hora acordada para asistir al club era a las 9 pero Nely y yo llegamos por nuestro lado, a las 8 y media, al rato también llegó Candy.

“¿Listas y bien calientes?” Nos preguntó Candy.

“Todo va a ser como en el otro club. Yo las maquillo, mientras tanto ustedes se ponen de acuerdo con los chicos.” Nos explicaba y en eso llegaron los tres muchachos negros, jóvenes, entre sus 25 y 30 años, bien parecidos, vestidos muy elegantes. Solo uno de ellos tenía un tatuaje en la pantorrilla, el más bajito. ¡Qué hermosos ejemplares!

Nos presentamos y tanto ellos, como nosotras nos revisamos de pie a cabeza. Nadie hizo comentarios, ellos no quitaban el gesto de seriedad, o a lo mejor de desacuerdo.

Los desvistieron y les dieron esos calzoncitos de látex para que con ellos actuaran y también les dieron una especie de suspensorios, para que sus penes les quedaran protegidos. Como estábamos distraídas en el maquillaje, no pudimos darnos cuenta de sus penes, ya de por sí muy famosos. Candy nos hacía señas y muecas para que se los viéramos, pero no nos daba tiempo, así que Nely y yo íbamos desconociendo esa parte del armamento que tendríamos que vencer.

Íbamos a salir a escena, pero los chicos estaban con más miedo y cobardía de la que nosotras tuvimos la primera vez.

“¡Ven, aparezcamos abrazados, de repente tú me abrazas por detrás y me aprietas fuerte mi pecho y me sobas los senos, hacemos movimientos cogiendo y ya verás, de ahí todo lo que sigue vendrá solo!” Le expliqué.

Teníamos acordado que me iba a levantar subiéndome una pierna, una posición que a mí me encanta. Me levantó, le sobé su pene, se le notó muy fuerte su erección, el público, la mayoría señoras, lo notó y empezaron a gritarle cosas bonitas, emocionadas por la presencia de ese abultamiento y hasta a mí me decían cosas eróticas y peladez y media, yo me esmeraba en que aquel me tentaleara más, excitaba a todos. Nos abrazamos, yo le quedaba muy abajo, él me sobrepasaba por bastante. Quedamos abrazados, su pene acariciando mis pechos, mientras tanto Nely entró con su pareja, bailaba, se alejaba de él, volvía se abrazaban y besaban muy fuerte, él le acariciaba sus pechos y su espalda, ella le sobaba sus nalgas, eso provocó más griterío entre las asistentes, las emocionaba que Nely se las apretara. Lo más tremendo fue cuando ella quedó detrás, de rodillas y le mordió una nalga pero con una mano lo jalaba para tener mejor agarre de su trasero. Ya los dos chicos sonreían un poco y se les empezaba a sentir más relajados.

Seguíamos mi chico y yo, él me levantó, me puso de cabeza, mi boca a la altura de su bola, yo lo agarré de sus nalgas, abría la boca e hice como que me comía su paquete, él tenía mi vagina a una muy buena altura e hizo como que me metía la lengua. Rápidamente llevé mi mano a mi entrepierna, hice a un lado el tiro del calzón y dejé que en la siguiente maniobra él sí me pudiera lamer mi conchita. Yo no me dejé así nada más. Abría mi boca y sobre su calzón, le mordía suavemente su pene que ya estaba muy erecto y mostraba un tamaño sumamente atractivo.

Nely hacia también unas pequeñas piruetas y entre los dos, además de esos besos idílicos, él le desprendió el brasier, ella, con una mano se lo detenía, pero al acercarse a mí se lo desprendí y su pareja aprovechó lo mejor del espectáculo, la mamaba o se lo besaba a cada vuelta, sus manos las tenía ocupadas en su trasero que le apretaba y jaloneaba como para lograr meterle su pene, que aún permanecía bajo el calzón, más profundo.

A mí me bajó el chico, me cargó como muñeca, me bajó un poco el calzón, lo que éste deseaba era iniciar una cogida real conmigo, porque me introducía, primero uno de sus dedotes, luego la lengua. Todo frente al público, yo buscaba fuera lo más discreto, antes de que el gerente parara el espectáculo y nos corriera, pero no, él estaba de pie hasta atrás de las mesas, reía y aplaudía.

En el intermedio que tuvimos que hacer, el gerente vino a nosotros cuatro. Creí que nos iba a despedir, pero su reacción fue felicitarnos y agradecernos.

El espectáculo continuó. Candy, la maquillista no había aparecido ni el tercer chico. Ella vestida de calle, con pantalones. Él sí, preparado para salir a escena. Los chicos que estaban con nosotras entendieron y ayudaron a sacar de los camerinos a esas dos figuras.

Alguien del público gritó “¡Mucha Ropa!” y se hizo eco. Con mucho cuidado, entre Nely y yo fuimos desvistiendo a Candy frente al público, cuando solo le quedaban sus pantis y su brasier, el chico que le correspondía, la levantó, por un lado le fue bajando los pantis, ella se defendía, entre Nely y yo la cargamos y le sacamos esos pantis feos que llevaba, su hermosa cabellera negra salió a relucir. Entre los tres chicos la cargaron, la rodaron dejándola boca arriba, ella hacía como que se rebelaba, pero con movimientos muy sugestivos. Su chico la recibía de sus hombros y la besaba, ella se le acurrucaba y le mordía los labios, su chico no protestaba.

Ya el espectáculo se estaba convirtiendo en ‘show pornográfico’. Terminamos y recibimos una cantidad enorme de propinas, además de los aplausos. El gerente, Oscar estaba muy complacido, había sido una noche muy productiva gracias a nosotras tres.

Fue después del espectáculo, ya en los camerinos, que conocimos a nuestros compañeros, el primero, el que fue mi pareja se llama Isaías los nombres de los otros dos eran Farid y Shakir, complicados y difícil de memorizar, pero muy decentes y comprendieron su labor muy bien. Les conseguimos un puesto muy bueno.

Nos vestimos, hicimos plática. Nely sí llevó su inicio de relación muy bien, se besaron, y fue seriamente, nada simulado. Parece que también Candy ligó bastante bien, más que ellos se seguirán viendo, y yo, con el chico que escogí también ligué, él fue el que me propuso continuar la velada en privado, también me besaba, pero más me besaba en mis pechos, esos pequeños que encontraron a un admirador de pechos de ese hermoso tipo en su país, él los ha de conocer enormes, probablemente hasta más ricos.

Por la hora, todos deseábamos comer algo. “En un hotel, o en motel no nos aceptarían, vamos a mi casa y pedimos nos lleven pizas, que es lo que aún tienen abierto.” Fue mi propuesta. Le llamé a Horacio para avisarle que íbamos a ocupar la casa, y que también íbamos a pedir unas pizas. Él se encargó de las pizas.

Al llegar a mi casa estaban entregando las 6 pizas solicitadas, las pagué, les dí la bienvenida a mis amigos y los pasé. Habíamos llegado en un solo taxi, así que muy apretados, aunque era una camioneta pequeña.

Repartimos platos y cubiertos, pero olvidamos la bebida. Yo tenía un envase de jugo de piña, grande, unas botellas de ron, lo mezclamos y así tuvimos nuestras piñas coladas. Después de devorar las pizas y saciar algo de la sed, con mucha cordialidad lo agradecieron.

“¡Ya no se permite seriedad, estamos aquí para divertirnos con alegría! ¡Siéntanse libres y hagan con nosotras lo que les guste!” Les dijo Nely, ellos entendieron y pusieron otra cara.

“¡Vamos a bailar, ustedes nos enseñan algún baile y después nosotras bailaremos para ustedes! Un problema, para que ellos bailaran necesitaban música y mujeres con las que hicieran pareja. El más joven comenzó a golpear en la mesa un ritmo y así ellos se movieron y nos invitaron a que les copiáramos. Nos divertimos, haciendo como que sí bailábamos y luego Candy los puso a bailar cumbia, lo hacían muy bien y bailábamos cada vez más apretaditos, les gustaba y se movían, en eso me quité la blusa del vestido de satín, mi pecho con brasier quedó al descubierto. Todos estábamos acalorados por el ejercicio, así que sin decir palabra les fuimos retirando sus camisas y nosotras descubriéndonos cada vez más. Nely llevaba un vestido completo, así que después de Candy, que se quitó el pully blanco que llevaba y quedó en brasier, su chico le subió el vestido y se lo sacó por la cabeza.

A ellos ya los habíamos desvestido, solo les quedaban los calzoncillos y nosotras tres con nuestras últimas dos prendas. ¡Aquí fue cuando ni ellos, ni ninguna de nosotras respetó la etiqueta, nos abrazamos, nuestros respectivos pubis se rozaban entre sí. Aquí fue cuando me dí cuenta de lo hermoso de las caderas de Candy, su pubis se le veía un poco abultado, con vellos negros, que después confirmé.

Discretamente fuimos apoderándonos de sus penes por debajo de sus calzoncillos y las tres gozábamos tener a la vista, o, mejor dicho, a la mano esas preciosidades. Les arrancamos sus calzoncillos y después de admirarles sus magníficos implementos, cada una se dedicó a aprovechar esta maravillosa oportunidad.

Fuimos hacia mi recámara, la cama de nosotros es muy grande. Isaías y yo nos apoderamos de una parte, mi almohada nos quedaba muy bien como ayuda para acomodarnos, al jalarla debajo estaba mi neglige que salió a relucir, uno color azul claro, claro muy translucido. Él lo levantó para admirarlo, lo vieron los otros y Candy lo pidió para posar con él, colocándose esa prenda íntima mía encima de su cuerpo.

“¡Póntelo, quiero ver cómo te ves con él!” Me pidió Nely, Isaías también deseaba vérmelo. Me lo puse, me sentía adorable, así que me lo dejé puesto, iba a ser por un rato solamente. Isaías, y los otros chicos, se emocionaron. Yo me sentía adorable, pero ellos me veían de alguna manera que a todos excitaba muchísimo ese neglige que yo no le había puesto mucha atención y que muy pocas veces usaba. Así que me lo dejé puesto durante todo el tiempo, ya me lo quité cuando fui a asearme, en la mañana, ya después de una, creo, tercera sesión con los chicos.

“¡Que hermoso pene tienes! ¡Me encanta, está lisito.” Le dije.

“¿De veras te gusta? ¿No es muy grande?” Me preguntó. En verdad sí es muy grande, se le veía ser el más largo de los tres. Recordé los que yo ya conocía de superdotados y decidí, mentalmente, que es muy parecido al de Greg en tamaño y me llenó de alegría y esperanza ¡Entonces ese sí me lo puedo dejar entrar totalmente! Me dije a mí misma. Lo lamí lo más que pude. Probé engüírmelo, aunque yo sé cómo dejármelo entrar hasta la garganta cualquier longitud, pero ni con la de Greg, en aquel entonces, ni la de éste Isaías logré pasar mi récord, pero lo disfruté enormemente y él gozaba, me empujaba la cabeza para que me entrara más su preciosidad, pero tenía su límite y yo ya presentía una descarga muy pronto. Me bajé y le chupé los huevos, él feliz, me levantó y me recostó en el sofá, me quitó el brasier y los pantis.

Se puso como loco a succionarme los pechos, lo hacía con tanta fuerza que parecía becerro mamándome, nunca antes ninguno de mis amores había llegado a mamarme con tal fuerza. Abría su boca lo más grande que podía y ayudándose con sus dos manos me los levantaba haciéndomelos más grandes, sellaba sus labios sobre mi piel, succionaba, se metía a su boca lo más de mi carnita que le cupiera, con la lengua me acariciaba los pezones. Me abrazaba con mucha fuerza para lograr comer más de esa carnita suave de mis pechos que yo le estaba ofreciendo. Yo lo acariciaba en su cara, animándolo a que continuara, me estaba haciendo pasar una excitación para mí, hasta entonces, desconocida. No sé de otras mujeres, pero si hubiera continuado yo sí habría llegado a un orgasmo provocado por ese tratamiento a mis senos.

Continuó mamándome por bastante tiempo, pero sus manos bajaban y me tomo por la cintura, me levantaban un poco y cuando se desprendió de mis senos, bajó su cabeza. Lentamente me iba lamiendo mi vientre, mi ombliguito y llegó hasta mi monte de Venus. Me mordisqueo suavemente mi pubis y me pasaba el dorso de su mano, y luego su lengua sobre mi pubis. “¡Hermoso, Hermoso!” repetía. Pensé que seguiría bajando y ya me hiciera sentir lo que yo esperaba.

Aunque él me lamia mi vagina yo esperaba sentir su pene. Me enderecé y lo recosté para disfrutar un poco de su preciosidad.

“¡ENORME Y HERMOSO! No dejo de vérselo así y eso me lo tengo que engullir completamente. ¿Cuánto me cabrá? Ésta es una oportunidad única. Tengo que gozarlo todo dentro de mí. Pero en eso él me volteó de panza, me abrió las piernas y metió su cabeza entre mis nalgas. Me lamió el ano, me lo dejó lleno de su saliva. Yo no deseaba que me fuera a meter su enormidad por atrás, tenía miedo de que lo fuera a intentar, pero afortunadamente solamente me golpeaba como con un garrote flexible sobre esa región con toda la extensión de su pene.

Me tomó de las caderas, me levantó ligeramente, quedando mi colita algo levantada. En eso ¡ZAS! Que me da una nalgada muy fuerte, raro en mí, esta vez sí sentí el dolor pero agradable. La punta de su pene se me movía de adelante, mi vagina, para atrás, a mi ano. Me depositaba más saliva, pero aún no iniciaba metérmela yo ya estaba desesperada esperándolo.

Me volteó de nuevo boca arriba, me abrió las piernas y volvió a solamente pasarme su glande por encima de mis labios y de mi clítoris, que lo sentía pasar con desesperación. Yo ya me iba a venir, pero no quería sin antes haberlo sentido muy adentro.

Se inclinó, me chupó nuevamente mi vagina y me dejó más de su saliva ahí dentro y también más en mí ano.

“¡Ay manita! ¿Te vas a dejar entrar todo ese monstruo?” Me preguntó Nely repentinamente, yo creía que ya a ella la habían pasado por el arma, o sea que ya se la habían cogido, pero no. Se acercó y me dijo que ella también tenía miedo y esperaba mi reacción.

“¡Claro! Se lo tengo que guardar todo adentro de mí.” Le contesté. Ella, por curiosa, me abrió los labios de la vagina y me puso más saliva, se enderezó y quedó a la expectativa. Su compañero la abrazaba por la espalda también esperando ver lo que me iban a meter, y además, cómo lo iba a hacer.

Sin emociones Isaías se decidió, al fin, ya a iniciar metérmelo. Me levantó la orilla del neglige, que aún llevaba puesto y primero acariciaba mis labios con su glande que yo sentía que se me movía sobándome todas las paredes de mi vulva. Sentía la fricción suave al deslizarse el pene, lentamente, dentro de mí.

¡No te detengas, SÍGUELE! Le gritaba y él seguía, aunque no muy lentamente, pero con la desesperación y las ansias que yo sentía, me estaba pareciendo una eternidad, sin embargo, recuerdo muy bien, él seguía. Las otras parejas nos observaban. Ellos ya deben de saber lo que me están haciendo, ellos también la tienen grande, ¿Qué esperan? ¡Ya cógenselas! Pensaba, me distraían en mis sensaciones que en ese momento yo gozaba con mi hombre.

“¡ENTRENLE YA, SIN MIEDO!” Les decía.

“¿Estas bien?” Me preguntó Isaías.

“¡Sí mi amor! Tú síguele metiéndomela, estoy sintiendo muy rico, UN POQUITO MÁS ¡POR FAVOR!” Le dije y siguió. No sé cuánto más, yo sucumbí a un orgasmo precioso. No sé qué hice. El efecto de ese orgasmo disminuyó y me preocupaba lo que mi Isaías había sentido, pero, aparentemente aún no se había venido y seguía su pene bien rico, paradito y creo que toda esa enormidad dentro de mí. Yo reiniciaba moverme, me monté sobre su pene, él ya boca arriba. Isaías se movía al unísono conmigo, teníamos un ritmo parejo, después de unos momentos, él empezó a darme muestras de su muy próxima venida.

¡Ahora es cuándo yo lo tengo que complacer! Pensé. Le tengo que prolongar el tiempo de la llegada de su venida y así lo hice. En unas tres ocasiones en que casi se venía, yo le detenía y así tardó en venirse explosivamente.

Fue cuando mi neglige se le enredó en la cara que sí se vino, su clímax lo había alcanzado, pero aún no terminaba. Lo seguí sintiendo, montándome, él seguía diciendo que se estaba viniendo, y materialmente rugía, hasta que se dobló sobre mi espalda. Reía, volteaba a ver a sus amigos y les hacía muestras de agotamiento y felicidad.

Candy y Nely seguían acariciando y lamiéndoles los genitales a sus parejas, observaron mi actuación y en eso se decidieron a emular lo que habían presenciado en mí y en Isaías. Candy y su chico se acostaron al lado de nosotros, también usaban mi otra almohada para levantarle la cola a ella y tener mejor alcance. Se preparaban, él empezó a forzar su entrada. Era verdaderamente más gordo ese pene que los otros de los dos, pero muy deseable. Ella ya le había mamado ese pene y por eso seguía asustada.

“¿Tiene miedo?” Le pregunté. Isaías me acostó de lado, aún con su pija dentro de mí, pero con la intención de que yo pudiera atender a Candy. Le tomé el pene a su pareja, sí asustaba de tan gordito, y bastante largo. Se lo besé suavecito.

“¡Vamos, que no está tan mal, está delicioso y tienes que aprovecharlo. ¡SIN MIEDO!” Le dije.

“¡Ya sabes, Abre tus piernitas y levántalas algo, así te entrará más fácil!” Sí siguió mis instrucciones, la enormidad del pene de su pareja empezó a entrarle ya ayudada de tanta saliva y del lubricante que traía el condón. Seguían, ya me concentré en lo mío y ya solo oía de Candy que lo animaba a que siguiera metiéndosela y gritaba varias veces, cuándo le aproximaba algún orgasmo.

Yo gozaba a Isaías, pero estaba pendiente de lo que Nely hacía, yo tenía compromiso de informarle a su marido, con todos los detalles, lo que ella hacía o dejaba que le hicieran. El observarla y grabarme los detalles fue lo que más me debilitó y causó no pudiera defenderme más de la llegada del clímax de mi Isaías. Más porque ella es muy creativa de situaciones, que me hacían fijarme en ellas.

Su pareja Farid logró irle metiendo su pija, pero no toda, en ese momento ella no deseaba más, pero a la hora en que oyó de Candy y de mí las enormes expresiones de placer y locura que íbamos teniendo, ella se doblegó. Le pidió que se la metiera más fuerte, pero no le entraba y solo cuándo le pregunté si le había pasado lo mismo con su Troy, lo recordó y fue que entendió, dejó de apretarse, se relajó.

El pene de este chico, Farid sí estaba también muy grande, pero accesible al tamaño de su vulva, o matriz, le tenía que caber. El chico la trataba con mucho cariño, así lograron una buena cogida, aunque todavía quedó un pequeño tramo de fuera, por seguridad así lo dejó, pero eso sí, tuvo varios orgasmos, gritó a cada rato y nunca dejó de decirle cosas de amor a su chico y resoplar. Hacía esfuerzos muy fuertes y notábamos que le llegaba a faltar el aire, pero repetía y al pobre chico me lo mallugaba, lo exprimía y le exigía. A mí me excitaba mucho, llegué a pensar el por qué yo no era así, ella lo hacía riendo, gozando cada metida o sacada. ¿Ha de ser así con su marido? Me preguntaba. Son felices y los dos igual de alocados ¿cómo nosotros dos somos? ¿Será?

Nely y su pareja terminaron viniéndose estruendosamente, los dos decían algo al estar en su cúspide. Se relajaron, ella me preguntó por el neglige, me lo quité y se lo ofrecí, “¡Pruébatelo, se siente bonito!” Me lo retiré, pero me dí cuenta de una mancha blancuzca, a un lado. Claro, era una mancha del semen que se me salió. Recordé que no había seguido la regla del condón, pero ya era muy tarde. Le dije a Nelly que se me había manchado de semen. Razón de más, se emocionó como chiquilla y se lo puso. Le pidió a Isaías que se la metiera ‘un poquito’,

“¡Así, sin condón, POR FAVOR! ¡Isaías lindo!”, Él ya en recuperación no se hizo del rogar e inició meterle esa enormidad, aunque la petición de Nely fue de ’un poquito nada más’.

Los dos estaban muy excitados, aumentado por la presencia del semen en ese, en mi neglige. Cogieron felices sin el condón, y ella tuvo el gusto de volver a gritar eufóricamente, ella brincaba y se agitaba como loquita. Los presentes los observábamos. Candy, por su lado se apoderó del chico que había estado con Nely, el del pene largo, y yo me apoderé del chico con su pene gordo y grande, Shakir. Creo que fui la más afortunada, el chico me aguantó mucho tiempo y yo lo logré hacer muy feliz. Su pene me acariciaba adentro, pude sentirlo mucho más fuerte que el de Isaías. Al final nos quedamos abrazados, su pene me quedó, aunque medio flácido, pero aún dentro de mi vulva, lástima que con el condón aún puesto, sino me hubiera llenado de su lechita, aunque yo aún llevaba adentro mi porción de lechita que me había dejado Isaías.

Nely recibió otra porción de semen de Isaías, probablemente pensaba llevársela de regalo, y comprobante, a Fredy, por lo menos sí parecía. Mi reporte iba a ser incompleto y no solamente de lo que a su mujercita le hicieron, sino lo que ella misma hizo, nos dejó a todos rendidos, ella fue la que provocó la segunda ronda que estuvo más bonita y relajada y fue cuando le terminaron de dar entre los dos. Estoy segura de que sí le entró todo el pene de Isaías, hasta el fondo, por lo menos ella no dijo nada y cuando le iba entrando solo reía, como siempre lo hace y daba sus gritos alegres. ¡Es envidiable! ¡Linda!

Candy también disfrutó de sus dos cogidas y terminó feliz. Es claro que ella no es de esas mujeres, como nosotras dos, con mucho espacio adentro, sus parejas sí fueron de penes demasiado largos, sin embargo los disfrutó. Era notorio que ya cuando tenía adentro alguno de los penes, éstos ya no podían entrar más, siempre dijo que no la lastimaban, se atoraban con algo adentro de ella, pero, de todas maneras siempre la trataron con mucho cuidado y cariño. Le obsequié mi neglige, la hice más feliz.

Dormíamos todos en mi cama, mi teléfono sonó, era Fredy que me saludó, yo no esperaba ninguna llamada, así que no aclaré mi voz y creía era Horacio.

“¿Están bien? ¿Cómo la han pasado? ¿Nely también cogió?”

“¡Claro, y rete bien, a todas nos dieron una muy buena cogida a cada una!” Creía que era Horacio, pero era Fredy que me marcaba porque Nely no contestaba su teléfono, quién sabe en donde había quedado escondido. Trató de entrar más en detalle pero ya me dí cuenta de quién era.

“¿Deseas hablar con tu mujercita? Te adora, solo sueña contigo. ¡Deja despertarla! Está aquí conmigo.

“¡Nely, Nely! Te llama tu patrón.” Le dije y Fredy había oído algo.

“¿Es tu teléfono, tu viejo quiere saber de mí?” Me respondió aún con la voz gangosa.

“¡Hola, cariño! Después te cuento, a tu mujer le fue muy bien, la envidié!”

“¿Y a ti, también te toco algo del bueno?” Oí que le preguntó.

“¿Quién me llama?” Ya Fredy se ha de haber identificado y ya hablaron coherentemente.

“¡Sí, ven por mí, aún me alcanza el tiempo! Ok en 20 minutos!” Le dijo. Fue volada, se duchó con el agua fría y medio se vistió. Le presté una blusa de jersey, por el frío que hacía. Llegó su marido a recogerla y uno de los chicos, creo Shakir, también decidió irse, tenía otro compromiso.

Le llamé a Horacio, le informé del estado y le dije que iba a buscar cómo prepararles desayuno, todos seguían durmiendo.

“Déjalo, al rato les mando algo de desayunar.” Ya era media mañana, no supe qué hora. Después de un tiempo nos llegó el desayuno. Todo mundo seguía dormido en mi cama, ya el lugarcito que a mí me correspondía estaba ocupado, por supuesto el correspondiente a él también lo ocupaba Candy, que se había puesto mi neglige.

Tocaron, era Horacio, llegó con dos bolsas enormes y varias charolas con vasos de café. “¡Aquí esta SU pedido!” Dijo muy formal, en eso Candy lo reconoció, se enderezó y tomó una almohada con la que pretendía cubrirse, fue y lo saludó de beso.

Los dos chicos se levantaron como de rayo y se escondieron en el baño.

“¡Vengan chicos, es solo el desayuno!” Les grité.

“¡Mi vida, qué pena! No creí que tú vendrías. Ahora no sé qué hacer!” Le decía, pero reaccionó como siempre, a su manera.

“¿Qué deseas hacer? Ya sabes que te comprendo y lo que decidas yo lo acepto.” Me dijo, en eso los chicos le pidieron a Candy les alcanzara su ropa que estaba regada en varias partes de la sala.

“¿Tu ropa también está por toda la casa? Si no aparece Silvia va a tener ropa nueva, bonita y tú puedes llevarte alguna camisa vieja mía, claro, si quieres.” Rieron. Candy colectaba la ropa, pero no aparecieron los calzoncillos de ninguno, ni la ropa completa de Candy.

LUS ÚLTIMOS MOMENTOS DE SU CORTA VISITA.

Había que aprovecharlos, a pesar de que la cena con los socios de Horacio nos iba a quitar tiempo que yo ya estaba planeando una pequeña distracción para nuestra huésped Altagracia y su marido Sebastián, claro que acompañados por Horacio y por mí.

Una parte de la tarde la habíamos disfrutado en la intimidad, en un jakuzzi, como lo relato en mi anterior publicación. Aunque nos sentíamos algo cansadas teníamos algo de tiempo para recuperarnos.

A Altagracia la llevé a su hotel, le recordé la recomendación de Horacio

“Me vienen bien vestiditas, elegantes, pero muy coquetas, y muy sexis.” Fueron sus palabras, yo ya le consulté si “¿Cómo íbamos vestidas al congreso?”

“¡No, no tanto! Solo sexis. Que se vean eróticas, pero que aguanten la vestimenta elegante del restorán al que vamos a ir.”

“¡Ok, que solo calentemos y ya ellos que completen su platillo! ¿Cómo quién dice, noooo?? Le dije delante de Altagracia.

Fui a mi casa, pude recostarme por un buen rato y tuve tiempo de buscar entre mis vestidos alguno que cumpliera con las exigencias de mi marido, que le encanta me vean sus colegas con lujuria. Tardé algo de tiempo, pero al final me decidí por uno color ocre pálido. Sin espalda, que por ser de pechos discretos, no requiero sostén que se me fuera a ver. Una banda ancha alrededor de mi cuello, del que penden las mangas y baja por enfrente hasta debajo de mi cintura, dejando ver parte de mi vientre, inclusive mi ombligo, pero detenido de mis caderas. Con cualquier inclinación mía hacia adelante le da oportunidad a mi interlocutor sentado frente a mí, de echarles un vistazo a mi lindo pecho desnudo. La falda pendía de esa banda que baja desde el cuello. También suelta de mi cintura, así que da la posibilidad de escudriñar visualmente mis pantis, si los llevo. Quedé muy satisfecha. Mi arreglo me gustó esta vez más que cuando lo usé por primera vez.

Pasé por Altagracia a su hotel. Aún seguía indecisa de lo que iba a vestir. Al final, estando yo frente a ella se me presentó. Me pareció que su vestido aparentaba la era Hollywoodense de los 60. Yo me cubría con una mantilla que ella me regaló, preciosa. A cambio yo le regalé un reboso también muy bonito, pero que no le hacía juego a su vestido.

“¡No, no! Solo veme a mí, así debemos ir para tener éxito hoy, yo ya me los conozco.” Le dije. Le quité la falda, a la blusa blanca, como de terciopelo que se le veía super escotada ya no le puse peros, es para mí una delicia verle esos senos, al vérselos me imagino mamárselos y succionarle sus pezoncitos, y esa blusa me lo permitiría. Si me llego a aburrir me entretendré gozando viéndolos. La falda dejé se vistiera con una que tenía, también casi blanca, con mucho vuelo y de largo hasta librando sus rodillas. Tuvo que ponerse medio fondo, se le cargaba de electricidad la falda y se le pegaba al cuerpo o a su falda misma.

“¡Olvídate del liguero! Tus medias se mantendrán en lugar, si acaso te vuelve a pasar lo de aquella aventura que tuviste el primer día, que las medias se te arrugaron, pero eso fue por la actividad que habías tenido y no te las volvieron a colocar bien.”

“¿Te recuerdas todavía? ¡Qué locura la mía!” me dijo

“¡Pero aún no me platicas todo lo que te pasó, ni con quién fue!” ya le reproché.

“¡Ahora después te cuento, te lo prometo!”

Llegamos puntuales a nuestros consortes que esperaban.

“¡QUÉ PRECIOSAS SE VEN!” expresó Sebastián, Horacio lo secundó. Yo ya en privado le pregunté a mi marido si le parecía cómo íbamos vestidas, a lo que afirmó con gran entusiasmo.

“Pero ahora no van a tener tanto público. Además de nosotros cuatro llegarán Dieter, Johan y una pareja de España. Puede ser que llegue el encargado de la oficina de Vancouver, reservé su lugar y lo invité a tiempo.”

El señor de Vancouver fue el primero de llegar al restorán, se veía simpático pero muy parlanchín e irrespetuoso con nosotras tres. Él iba directo con sus insinuaciones, yo ya lo recordaba del congreso y fue él el que se nos declaró allá invitándonos a acostarnos con él. Horacio nos lo presentó, pero no recuerdo si mencionó su nombre, solamente me recomendó que tuviéramos mucho cuidado con sus insinuaciones, no se vulgaricen con él, y me pidió se lo recomendara también a Altagracia.

Tomamos nuestros asientos el de Vancouver quedó entre Altagracia y la señora española. Yo quedé frente de él, junto a uno de los señores que llegaron solos.

Aún no hacíamos el brindis de bienvenida y el de Vancouver ya estaba coqueteando con Altagracia, que se cuidaba siendo evasiva, entonces se dirigió a la señora española. Al dirigirle la palabra aprovechaba para sobarle, primero el brazo y ya me dí cuenta de que hasta el hombro y parte del cuello le tentaba. Altagracia y yo nos mirábamos y sonreíamos, parecía que el señor éste estaba teniendo bastante éxito y la española, creo que se llama Esperanza, le respondió, pero bajó su mano. No podíamos ver hasta adonde le llegaba, pero era claro que ella estaba cooperando con la insinuación del de Vancouver.

De maldosas, Altagracia y yo, las dos le hicimos plática a Esperanza, en español, que el de Vancouver no lo habla, estropeándole sus intenciones. Atendimos con gran cortesía a nuestros vecinos, con los cuales hasta una que otra caricia nos permitimos hacerles. ¡Claro, a Esperanza también le tocaron! Y ella nos secundó, creo que sacudiéndose de lo molesto que le ha de haber caído su vecino de Canadá.

En la cena nos divertimos bastante, al terminar Altagracia consideró que era temprano, que podríamos seguirla en algún antro. Las tres mujeres estuvimos de acuerdo, los señores nos alcanzarían, solo les teníamos que indicar en donde íbamos a estar.

Para trasladarnos se me ocurrió llamarle a Rodolfo, en su camioneta cabríamos todos y además él nos podría recomendar un buen lugar. Estuvo a tiempo, su camioneta, una Mercedes para transporte de turistas, hermosa, muy cómoda y coqueta. Solo nos recogió a las tres mujeres, los caballeros nos alcanzarían en el lugar.

Al montarnos en la camioneta, yo, con algo de maldad, escogí sentarme en el asiento correspondiente al del copiloto y las otras chicas se sentaron en la primera fila de atrás. Para platicar, o comentar algo yo tenía que voltear todo el cuerpo para que mi voz les llegara. Cada vez que volteaba mi falda iba subiendo un poco más, no solo mi muslo desnudo le quedaba visible a Rodolfo, él ya me podía estar viendo hasta mi entrepierna. Yo, discretamente, aumentaba la buena calidad de la vista para que lo pudiera excitar cada vez más, deseaba ver hasta adonde iba a llegar. Manejaba pero el que a cada rato disminuyera la velocidad, sin razón, me entraron sospechas de que lo que deseaba era admirar cada vez un poquito más de mis pantis. Le dí el placer, pero me hice a la idea de que al regreso le iba a cobrar lo visto, lo iba a vencer, deseaba asegurarme que fue él el que le dejó las manchas de semen en su ropa y en su pubis a Altagracia. En todo el trayecto de ida Rodolfo no perdió un momento en admirar la vista que le ofrecí.

Llegamos, un antro que se veía decente, música estridente, muchachada muy alegre y desenfrenada, muchos extranjeros entre los asistentes.

“Les pido que estén atentas. Cualquier cosa que deseen hacer, háganlo, pero sin salir del lugar. ¡Para nada salir!” nos recomendó Rodolfo.

“¡Me llaman a la hora que deseen las pase a recoger!” nos dijo al partir, cuando ya nosotras estábamos entrando al salón.

Buscamos una mesita, muy escasas pero teníamos que establecer nuestro punto de reunión. Solamente conservamos monederos con nuestras identificaciones y un celular, todo lo demás se lo encargamos a Rodolfo.

Inmediatamente nos atendió una chica, bastante hermosa y nos sirvió los tragos que pedimos. Aún no probábamos nuestra bebida y un chico me pidió bailara con él. A mis colegas también se las llevaron a bailar. No era invitación, estiraban la mano, nos tomaban del brazo y a jalones nos llevaban a bailar. Aunque el trato era así, nos divertimos. Las tres platicábamos de las invitaciones a tener sexo, que nos llovían a cada instante.

A mí me invitaron tres chicos a la vez para hacer sexo, Altagracia también se sorprendió de que en plena pista de danza le levantaron la falda y otro le bajó el escote y, delante de todos, le chupó su pecho. Esperanza reía y gozaba. También a ella la invitaron varios, pero creo que ya tenía experiencia y gozaba la situación, yo ví cuando la tenía un chico abrazada, apretándole las nalgas, con el vestido en la cintura. No sé si ahí se la estaban cogiendo, pero eso parecía y los asistentes ni se daban por distraídos, han de haber pensado que querían divertirse y tener sexo, pero ella ni se daba por entendida, ni daba muestras de molestia. ¿Qué pensaré?

Altagracia se dio cuenta de que era fácil conseguir un palito, había que cuidarla y ponerle atención, no fuera a ser que ella, que andaba muy caliente, fuera a hacer lo mismo.

Nos divertimos mucho, nosotras dos no aceptamos copular con ninguno, Esperanza ya servida, parece que solamente uno, pero ya regresábamos a nuestros hoteles.

Rodolfo nos recogió. Al abordar la camioneta él se encargó de reservarme el asiento a su lado. Dejamos a Esperanza y a Altagracia en el hotel y a mí me iba a llevar hasta mi casa, aunque el plan con mi marido era de encontrarnos en el mismo hotel. Afortunadamente Altagracia sospechaba de mi plan, se había dado cuenta de que yo le ofrecía a Rodolfo, en los dos trayectos, lo que más le gustaba.

“¿Qué le digo a Horacio? ¿por qué no llegaste con nosotras? Preguntó Altagracia.

“¡Ay manita, no se me ocurre! Es demasiado sospechoso. ¡Ya sé! Le dices que tuve una emergencia femenina y que pedí me llevaran a la casa, pero me lo entretienes bastante tiempo! ¿Porfis?”

En realidad Horacio, para mí, no es problema ni debo de ocultarle nada, pero tuve que hacer la pantalla para que Altagracia no se llevara una mala impresión de mí, además para que él no se fuera a preocupar, como ya ha sucedido antes.

“¿La llevo a su casa, seño Silvia?” me preguntó Rodolfo. Tardé unos segundos en responderle pero voltee mi cuerpo, como viendo a las otras chicas, que ya se habían bajado. Todo el largo de mi muslo, y hasta mis pantis le quedaron visibles.

“¡Creo que a mi casa! No tengo idea de que me lleve a otra parte.” Le contesté.

Sin decir una palabra, detuvo la camioneta ahí en la acera, paró el motor y me dijo:

“Seño, ¿antes de dejarla en su casa, le puedo decir algo que no deseo me lo tome a mal?”

“¡Sí, ándele! No lo tomaré a mal, pero que sea una crítica bonita.” Le dije.

“¡Perdóneme, pero soy humano! y desde que la conocí la he admirado. Ya les he trabajado desde que la seño Pilar me contrataba, y usted me ha tenido siempre con el deseo de decírselo, que le tengo mucho aprecio.”

Me enderecé y me puse de pie entre los dos asientos. Lo abracé, él también me abrazaba, y, lo peor que hice fue darle un beso todo amoroso. “¡Rodolfo, yo también he aprendido a apreciarte mucho!”

Mi falda estaba subida hasta casi mi cadera. Mis pechos totalmente a su disposición, la blusa dejé se me abriera dejando todo mi pecho, visible, mis dos senos ahí, paraditos. Una situación excitante por demás.

“¡Gracias Rodolfo! Eres una persona maravillosa, ¿qué pudiera yo pedir más de ti? Lo abrazaba, mis senos lo acariciaban, y mis besos lo tendrían que estar excitando al grado que volteó sus piernas hacia mí, me abrazó jalándome de las caderas. Yo le separé las piernas quedando apretada entre sus rodillas. Bastaba con que bajara sus manos, y ya con ellas libres me bajara mis pantis, pero sentí hermoso se me declarara y siguiera con su declaración de amor, o de deseo carnal, seguramente.

“¡No solo la aprecio, la deseo también, me doy cuenta de que usted está muy requete buena! Todos los del edificio lo dicen. Ahora quiero aprovechar que el jefe está ocupado con otras personas y quisiera ver si usted tiene un poquito de tiempo y de ganas, y me da un chancecito.”

“¿Chancecito, de qué?” Pasó sus piernas sobre la consola que nos separaba y me invitó a pasarme al asiento de atrás.

“Primero, dime qué chancecito quieres que te dé, si me dices cuál es, y si me gustaría, a lo mejor yo soy la que te pido ese chancecito. Pero, primero dime, sin mentir ni una sola palabra ¿A todas las chicas que transportas les pides ese chancecito?” Balbuceó pero me confirmó:

“¡No, nunca lo había pedido, pero ya has de estar enterada, tu amiga Altagracia se me ofreció y uno no puede negarse fácilmente. Mi empleo lo tomo muy enserio y ésta van solo el cuerpo de tu amiga lo ha tenido para echarse un polvito.”

“No lo sabía, solo lo sospechaba, pero si tienes ahí toallas de papel, ¿por qué la dejaste toda embarrada?”

“Las carreras, se nos acercó un carro y creímos que fuera una patrulla.”

“Pero que no conoces moteles aquí cerca, la hubieras llevado ahí.”

“No estaba previsto, salió de sorpresa. Así como usted, fue descubriéndose las piernas, hasta los calzones y me dijo que si me gustaría darle una follada. ¿Qué le podría haber contestado? Pues vamos, me la eche para el asiento de atrás y ahí me la follé. Habíamos terminado, en esas estábamos, cuando vimos la luz y la ayudé a vestirse, como pudimos la dejé bien y ya se la llevé a usted.”

“Primero, vamos a empezar. Fuera de horas de negocios, yo no soy seño Silvia, solo Silvia, a secas. Si te encargo a alguna chica, hazle lo que quieras, pero correctamente, y ¡Me lo platicas, condenado cogelón! Tú y yo somos colegas! Y entendemos que hay cosas que tenemos que hacer.”

“Así será, te lo prometo, y nadie sabrá de lo nuestro. ¡Pero Silvia, es que yo te amo, tengo mucho cariño por ti!”

“Los dos estamos casados y tenemos que responder a nuestros conyugues, apréndelo bien, hagas lo que hagas, siempre estará tu pareja primero. ¿ENTENDIDO? Y ahora dime ¿Qué CHANCECITO querías de mí? ¡Dímelo ya, que a mí se me cuecen las habas, de ya!”

“¿Tienes prisa por llegar a tu casa?”

“No mucha, me interesa ese chancecito que querías te diera, no me imagino que pueda ser.”

“Vamos, déjame besarte esos pechos tan lindos, que tienes.”

“Ven, bésame mis pechos todo lo que quieras, pero no vamos a esperar que tengamos que huir a la carrera.” Me abrí bien la blusa y él, como hombre hambriento se me abalanzó a mi pecho. Me comía a mordidas pequeñas, me los acariciaba, me succionaba las axilas y me acariciaba los hombros.

“¡Ya, vamos rápido a un motel, ahí nos hacemos lo que nos guste y nos venga en gana!” Así lo hicimos. Él estaba tan excitado que ya sabía yo que iba a tener su venida con cualquier contacto o roce con mi piel. Le pedí se detuviera en una tienda nocturna y compré algo de alcohol, para calmarlo, sino esta aventura iba a resultar un fiasco.

Bebimos algo de ese tequila, que fue lo único que se me ocurrió comprar. Llegamos al motel con su camionetota, él ya más sereno, pero yo era la desesperada, no podía controlarme, no recuerdo que así hubiera estado antes.

Nos metimos a la habitación e inmediatamente me le monté materialmente. Después de un rato ya pude apreciar el porqué del placer que Altagracia había encontrado en él y la había vuelto zombi. Su pene, muy rico, no más grande, pero sí gordito y siempre paradito, pero lo sabía manejar como muy pocos.

“¿Qué le diste o le hiciste a mi amiga que llegó zombi a mi casa?” le pedí me dijera, en el fondo yo deseaba llegar a sentirme así.

“¡No, nada! Estuvimos cogiendo en el asiento de atrás, hay muy poco espacio, así que dejé que ella me hiciera lo que le gustaba y solo se me montó todo el tiempo, sin lastimarse.”

“¿Pero no bebió nada? Es increíble, me la noqueaste tremendamente, llegó como grogui, apaleada.”

“No, nada, solo la dejé me montara mucho tiempo. Al principio, y creo no se dio cuenta, me vine rapidísimo, pero la dejé seguir y seguir hasta que ella se vino a su gusto y yo también. No sé si estaba protegida, por eso le dejé mi venida toda por fuera, me dio cosa preguntarle si estaba protegida y yo no tenía condón a la mano.

“¡Hay bárbaro, le echaste bastante y me la dejaste bien batida! Como quien dice, para que también yo tuviera que disfrutar de tu semen, que a la mera hora sí fui yo la que se lo tuvo que limpiar. Y ahora confirmo de dónde tenía ese olor mi amiguita.”

“¡Tú déjame también ese olor, que es el de tu camioneta! ¡ECHAME MUCHO, quiero guardarlo, para que veas que yo también te quiero a ti. ¡Hazme tuya, lléname de tu semen! Deseo regresar a mi casa disfrutando de tu semen. QUIIEER OO JU UU GGAA RRR ÉEE LL, SEN TIR LLO dentRO de mi PPAA NNO CHITA. MMEEETERME LOS DEDOS Y AAAYYYY, me vengo otra vez!” No sé por qué sentí tanto, me estremecía, mi cuerpo se sacudía al estar sintiendo cómo me iba entrando ese semen. Yo lo montaba, mis piernas se me sacudían involuntariamente. ¿Pero qué tiene éste señor que nos pone así?

Ya era muy noche, Rodolfo me llevó a mi casa, nos despedimos con mucho amor ya frente a la puerta de entrada.

“¿Tendrás problema con tu marido?” me preguntó, todo preocupado.

“¡No creo, todo lo dejé bien preparado!” lo besé nuevamente y lo despaché.

Horacio, que ya sospechaba que yo andaba en alguna aventura, dormía pero dejó la luz de mi lado prendida y un chocolate en el buró y un post-it que decía, “te amo”, despiértame cuando llegues. Así lo hice

“Ahora arrúllame contándome cómo te fue, para que vuelva a dormir pero ahora soñando cómo gozaste tu aventura.”

“¡Espera, voy a asearme.”

“¡No, yo te quiero así, bien alimentada, llenita del semen que me guardaste, o ¿vienes embarrada de él? Ya sabes que soy fanático de verte cuando se te escurre el producto de tu aventura. ¿O ya se te salió?”

“¡Mi vida! No lo siento que se me haya salido, creo que si te lo estoy guardando, parece que sí me lo dejó pero bien adentro. Es para ti, él me lo dio para que los dos lo disfrutemos. Platicamos un rato sobre la pareja, y quedamos que todo lo que disfrutemos les corresponde siempre a los dos.” Le expliqué

“A mí me da mucho gusto de que goces y te llenen de semen, pero es tuyo, ¿cómo va a ser también mío, si yo ni lo tiento?” me dijo

“Pero siempre va a ser también tuyo.” Quedamos callados, yo me desvestí, solo estaba en calzones, unos pequeñitos, muy lindos, que sí estaban algo manchados, aunque muy poco. Horacio me jaló hacia él, me palpó mi entrepierna y confirmó que algo del semen del extraño me había quedado manchando mis calzoncitos, que apenas tenían la primera puesta.

El cansancio hizo que quedáramos dormidos, pero al despertar en la mañana, los dos a la carrera para ir a trabajar, noté, primero, que mis calzoncitos los tenía bajados hasta las corvas de las piernas. Yo no recordaba habérmelos dejado ahí, al baño ya no tuve tiempo de ir, pero lo más sorpresivo era que tenía semen embarrado entre mis piernas y en mi pubis. No pensé más, pero Horacio, que, aunque estábamos ya atrasados para salir, se arrimó a mí, y estaba casi desnudo, como siempre en las mañanas, me pidió con mucho cariño tuviéramos sexo, aunque fuera a la carrera.

“¿No te da algo de rechazo el que yo aún siga con el semen de otro?”

“¡No!, y ¿a ti? Es más, me excita. Ahora que no podía conciliar el sueño me dediqué a jugar con él. Te lo sentí muy excitante. Lo vas a tener que lavar, el olor también me excita, es diferente. Deseo me platiques a la noche.” Y tuvimos una sesión de sexo preciosa gozando de lo viscoso que sentíamos los dos.

“¿Lo sientes viscoso sobre tu piel?” le pregunté.

“Sí, muy excitante al pensar que sale de ti, del que otro te complació.” Contestó y me complementó mi carga.

“¡Qué lindo eres, nunca dejaré de amarte como hasta ahora!” le dije. “Te vas a ir ya, no sabemos cuándo nos volveremos a ver, solo nos queda el resto de ésta semana.”

Hoy, por la noche, partirán nuestros amigos rumbo a Ámsterdam. Yo tengo que presentarme a trabajar, ya Paty me apoyará por la mitad del día en que yo saldré para despedirme de estos españoles tan lindos.

Horacio y yo nos reunimos con nuestros huéspedes, almorzamos juntos y de despedida nos reunimos en su habitación, yo le llevaba a Altagracia otro reboso que ella dijo le gustaba, también de seda, liso de un color canela pálido y ella

“¡Mira, sé que te gustarán!” y me entregó un paquetito con pantis de los que le dije me gustaban. “No te doy los sostenes porque no los tengo de tu talla.”

Yo aún portaba el uniforme de la empresa pero tanto Horacio como Sebastián eran de la idea y deseo que me probara los pantis en mi cuerpo. Para darles gusto tuve que desvestirme, removerme los pantalones hubiera sido suficiente, pero por las porras que me dedicaron me comprometí y quedé totalmente desnuda. Me probé los pantis nuevos pero Altagracia ideó que había que quitarles la etiqueta, así que hasta esos me los tuve que quitar. Sebastián y Horacio inmediatamente se ofrecieron para acariciar mi cuerpo.

“¡Que hermoso se le ve el cuerpo y ese olor que desprende!” opinó Sebastián. Inmediatamente Horacio fue a mí, me besó y buscaba mi olor, que por el ambiente de trabajo y a pesar del desodorante que uso creo que sí tendría algún olor, aunque fuera ligero.

Primero Horacio me olió mi conchita. “¡UMM, que rica! Aún tiene el olor de ayer!” dijo riendo. Inmediatamente Sebastián se ofreció a olerme, “¡Que ricura, huele a fresca y a algún semen reciente!” todos rieron fuertemente, solo faltó Altagracia para hacer su veredicto, ella fue más directa y no solo me olió, también me estuvo lengüeteando mi vagina y sí dijo “Ese olorcito sí lo reconozco y su sabor es inconfundible.”

Para comparar nuestros olores le pedí a Altagracia que ella también se desvistiera, se quitara los chones y nos permitiera olerla. Era claro que nuestros olores sí eran diferentes y solo el olisquearnos era pretexto para reafirmar la despedida. Para aprovechar el tiempo recosté a Altagracia y le dediqué un buen tiempo gozando de su hermosa vagina, al yo estar ocupada con ella y encontrarme en una muy buena posición Sebastián la aprovechó y, sin avisar o pedir autorización se me fue incrustando lentamente. Lo sentía delicioso, no me movía, él seguía entrándome hasta que sus huevitos me acariciaban mi ano. Me lo sacaba y volvía a meterlo hasta que yo sintiera que me topaban sus huevitos nuevamente. Así continuamos, a un ritmo muy lento, pero muy placentero. Para vaciarse me lo metió por el ano y ahí me dejó ese poquito de recuerdo.

Mientras tanto Horacio se entretenía con Altagracia a la que a ratos le metía el pene por su vaginita, y otros por su ano diciéndole que era para que siempre se acordara de cómo se la follaron en su viaje. Altagracia rugía y gemía de placer hasta que llegó a un orgasmo muy intenso y abrazó a Horacio con mucha fuerza y lo besaba. Lo mantuvo abrazado por un rato, lo soltó y le pidió que le diera un poquito más, para no olvidarlo jamás.

Tomé los pantis y los olí con mucho fervor, también los tomo Horacio e hizo lo mismo.

“¡Huelen al mismo que les dejó su producto dentro!” dijo Horacio. No sé si en realidad sí le olieron al mismo semen de Rogelio, o solo lo dijo a ver si pegaba. Yo los olía con fuerza, así también Altagracia que afirmó que eran nuevos, sin uso previo.

“Sí huelen un poquito a Rogelio.” Dije yo, “a lo mejor se les pegó el olor al estar guardados junto con los ya usados.

“¿Rogelio? ¿El señor que las llevó en su vehículo a varias partes?” Preguntó Sebastián.

“¡Condenado tipo, ha de haber disfrutado de las dos!” opinó Horacio.

“¡Sí, ese mismo! Nunca lo olvidaremos, ¿verdad compañera Silvia?” Aceptó decir Altagracia.

“¡Bueno, por lo menos ya sabemos quién fue el afortunado que nos las hizo felices a las dos cuscas!” dijo Horacio.

“¿Por qué cuscas? Solo fueron unas aventuritas de unas damas fieles y amorosas de sus maridos.” Me atreví a opinar.

“¿Te gustó, o te pareció que te la hayan hecho feliz?” le preguntó Horacio a Sebastián. Las dos quedamos ansiosas a su respuesta.

“Viéndolo bien, que bueno que las hicieron goza a las dos putitas. Creo que ahora las amo más.” Remató Sebastián su estancia.