relatos eroticos

Este relato es sobre mi tía y yo. Como mi primer relato, está basado en una experiencia real. Mi tía se llama Verónica, tiene 35, es alta, blanca, rubia y con una figura espectacular que le encanta lucir. Desde muy joven ella ha sido super caliente, me ha contado varias de sus travesuras, que poco a poco les iré contando.

Ella y yo somos muy unidas. Salimos con frecuencia de compras, a tomar café al cine y cosas así. Nos tenemos mucha confianza. A ella le conté cuando perdí la virginidad.

Mis papás iban a salir de la ciudad el fin de semana y yo les dije que no podía por trabajos de la escuela. Al fin los convencí, pero no querían que me quedara sola, así que les propuse quedarme con mi tía. Mi mamá la llamó, hablaron un buen rato y asunto arreglado. Me quedaría con ella.

El viernes en la tarde pasó por mí para irnos a su casa. Nos quedamos platicando un rato, las dos teníamos ganas de salir de fiesta. Nunca habíamos salido juntas de noche y bueno, yo ya tenía edad. Decidímos aprovechar la oportunidad y salir a un antro de moda. Verónica me ayudó a preparar la maleta y escoger la ropa para la noche: Una faldita negra, botas, blusa de tirantes con chamarrita de piel. El conjunto me quedaba bastante bien, con mi cuerpo delgado, piel morena clara, cabello castaño, había que lucieran mis pechos y mis nalgas. Ya en su casa, Verónica escogió un vestido negro, cortito y escotado. Yo también quiero verme sexy, me dijo. Nos arreglamos, nos maquillamos con los labios muy rojos y salimos en el auto de Verónica.

Llegamos a buena hora. Había bastante gente, pero alcanzamos un buen lugar y de inmediato pedimos algo de tomar. Desde el principio llamamos la atención de los hombres. Varios trataron de hacernos plática, invitarnos tragos y sacarnos a bailar. Nosotras estábamos en plan de fiesta, así que no rechazábamos nada, pero tampoco dejábamos que ninguno se quedara con nosotras.

Conforme avanzaba la noche, el alcohol nos desinhibía más. Ya algunos nos habían manoseado al bailar, nos habían dicho lo buenas que estamos; y a los que no dejaban de mirarnos las piernas, les dábamos algún espectáculo de vez en cuando, cruzándolas o dejando que se nos subiera la falda. Éramos las mejores amigas. Ninguna tenía otra amiga con quien divertirse tan abiertamente. Yo me sentía más madura con ella, no me gustaba que me trataran como niña, y creo que ella se sentía más joven saliendo conmigo. Todo era perfecto.

Más noche se nos acercaron dos chicos, digamos Rick y Frank. Ni siquiera me acuerdo de sus nombres reales. Tendrían entre 25 y 30 años. No sé. Nos hicieron la plática, nos invitaron más tragos, nos hicieron reír y los dejamos sentarse con nosotras. Muy rápido subió el tono de la plática. Nos dijeron que estamos buenísimas, preguntaron si éramos hermanas y nos dijeron que nos vemos súper calientes. A la dos nos gustaba lo que nos decían pero Verónica se me acercó y me dijo.

– Estos dos andan super lanzados, ¿prefieres que sigamos la fiesta solas?

– No… Vamos a seguir con ellos. Me la estoy pasando bien.

– Ok, la verdad yo también.

La noche siguió y ellos iban tomando más confianza con nosotras que no protestábamos, al contrario seguíamos tomando y poniéndonos más accesibles. Después de unas rondas quise ir al baño y Rick me acompañó. Había una buena fila y sin buscar ningún pretexto me abrazó por detrás mientras esperábamos, tallándome su cosa dura y besándome el cuello. Entré al baño y cuando salí me esperaba para abrazarme apretarme las nalgas y besarme muy profundo. Nos quedamos ahí unos minutos y volví tratando de disimular para encontrarme a Verónica recibiendo los besos de Frank y sus manoseadas en piernas y pechos. Bueno ya no tiene caso disimular nada, así que seguimos un rato dando el espectáculo de cómo nos agasajaban esos dos.

Rick me tocaba las piernas a su gusto. Tomó mi mano, la puso sobre su verga dura haciéndome tallarla y me dijo: ¿Te gustaría probarla en tu boquita y que te la meta toda? Seguro a tu amiga también le gustaría si compramos una botella y vamos los cuatro al hotel. Verónica estaba inclinada sobre la mesa, Frank le manoseaba el trasero y se tallaba en ella.

Yo sonreí encantada con la idea. Verónica titubeo un poco y me dijo aparte:

– No te voy a llevar a ningún hotel, ni te voy a dejar ir sola.

– Verónica, yo estoy calientísima y tu igual. Tenemos que aprovechar la noche.

– Está bien…

Estaba decidido, subimos al coche de Verónica y fuimos a su departamento. Creo que se pasó algunos altos porque llegamos en un momento. Nos acomodamos la ropa para entrar al edificio, pero los chicos no nos quitaban las manos de encima. Ya en el departamento Verónica quiso repartir cuartos, pero no pude prestarle atención porque Rick ya me había tumbado en el sillón y se acomodaba entre mis piernas, me iba desnudando sin dejar de besarme toda. Cuando giré la cabeza la vi de rodillas chupando la verga de Frank. Me pareció buena idea así que hice lo mismo.

– Qué buen par de zorritas encontramos

– Desde que las vi me pusieron muy caliente

– Dos ricas zorritas buscando verga, se les notaba enseguida.

– Se veían putísimas desde lejos.

Nosotras sólo asentíamos con la cabeza y sonreíamos, mamándoselas como verdaderas zorras. Verónica ya desnuda empujó a Frank al sillón y se montó sobre él, dio un buen suspiro cuando se la clavó toda. A mí ya me tenía Rick en 4 patas en el piso . Cerré los ojos cuando me la metió. Sólo podía oír nuestros gemidos. Después de un buen rato, Rick me acostó de espaldas en el sillón para seguir metiéndomela por delante. Me encontré con Verónica en una posición similar. Nos sonreímos disfrutando de esos dos buenos machos.

Nos dimos cuenta lo que les gustaba oir y lo repetíamos para que nos dieran más duro:

– ¡Sí somos sus putitas!

– ¡Me encanta tu verga!

– ¡Métemela toda!

Así seguimos hasta que uno de ellos dijo:

– Si quieren más verga tienen que obedecer, zorritas.

– ¡Sí, sí haremos lo que quieran!

– ¡Sigan cogiéndonos duro!

Sonrieron y se hablaron en secreto.

– Queremos verlas besarse.

No supimos qué responder. No esperábamos algo así. Era muy raro para nosotras.

– Sólo un buen beso y las haremos disfrutar como no se imaginan

Estábamos demasiado calientes para negarnos. Nos pusimos de pie frente a ellos, nos abrazamos y acercamos lentamente nuestros labios. Las dos bañadas en sudor. Puse mis manos en sus pechos y ella me tomó de las nalgas para jalarme hacia ella. Un largo y caliente beso. Eso debía bastar como espectáculo.

Los chicos festejaron, aplaudieron, se jalaron un poco las vergas y nos ordenaron ponernos en 4 en el sillón. Se pusieron detrás de nosotras y la metieron por nuestras vaginas mojadas , de inmediato aceleraron el ritmo y nosotras gemíamos de placer. De pronto Rick se detuvo, la sacó y aproveché para tomar aire. Antes de que pudiera preguntar, volvió la fuerte cogida pero… algo era diferente. Giré la cabeza y vi que era Frank quien me cogía, mientras Rick se la metía a Verónica. Nos habían intercambiado. Me sentí aún más puta. Ya no había marcha atrás.

Apenas recuerdo los detalles de lo que pasó después. Sólo flashazos en mi memoria. Nos intercambiaron varias veces. Ya no sabía cuál se cogía a cada una. Recuerdo a uno de ellos tumbado, yo montada en su verga y Verónica en su cara recibiendo su lengua. Recuerdo a las dos chupando una misma verga y tallándola en nuestros pechos. ¿Nos volvieron a ordenar besarnos? El único momento donde no tenía una verga en mi boca, pechos, vagina o nalgas, me estaba tocando yo misma mirando a Verónica cabalgando uno de esos machos mientras se la chupaba al otro que estaba de pie a su lado. También recuerdo estar en el piso como perrita mientras uno me la metía duro, dándome de nalgadas y el otro me la metía por la boca.

Recuerdo estar de rodillas mamando y escuchar a Verónica gemir más fuerte que antes. Miré y vi que estaba recibiendo verga por el culo, loca de placer. Disfrutamos el espectáculo y cuando ellos bajaron el ritmo, mi macho en turno quiso darme también por atrás. Le dije que no, eso no. Antes de que insistiera Verónica dijo:

-Está bien, métemela por el culo a mí. Estoy muy apretada.

Rápidamente los chicos cambiaron de lugar. El recién llegado se la metió a Verónica de un golpe y le jalaba el cabello mientras se la metía toda con fuerza, de nuevo ricos gemidos, casi gritos.

Su amigo se puso frente a mí y me hizo jalársela frente a mi cara. Me tomó del cabello para apuntar y darme su leche en la cara, la boca y los pechos. Me la embarré con la manos, la tomé con los dedos y la llevé mi boca.

Verónica dio un último gemido, dejó caer la cara. Su macho la sostenía de las caderas, mientras se descargaba dentro de ella. Cuando la sacó, vi su culo escurriendo leche.

Los chicos se limpiaron las vergas con nuestra ropa interior, dijeron algunas palabras que no escuchamos y se fueron.

– Vanessa… no puedes contarle esto a nadie…

– No, Vero, no le diré a nadie… así podremos volver a hacerlo.

hace algunos anios vivia en otra ciudad a la de mi novio, fui de visita un fin de semana y dormia en su casa, aun vivia con sus papas, eramos muy chicos, teniamos como 23-24 anios…

el sabado queria vestirme sexy para el, pero no podia salir muy provocativa de casa porque estaban sus padres…

pedi a mi chico que subiera al carro una bolsa con alguna ropa extra antes de irnos y cuando salimos de casa iba vestida normal, pantalon de mezqulilla y una blusa verde y tacones grandes.

antes de llega al bar al que ibamos pedi a mi novio se estacione a unas cuadras del lugar, una calle ligeramente oscura no habia gente en ese momento ni carros en la calle.

me quite la blusa y me quede con mi puro brasier, me quite el pantalon y me quede en tanga y brasier… mi novio se exito mucho de verme asi en el carro… en eso me dijo viene gente caminando… le agarre entre sus piernas rapido y le dije que al rato se la oba a comer… me puse una faldita negra que a el le encanta rapido, no me dio mucho tiempo el grupo de chicos que venia caminando ya estaba cerca y pudieron verme terminar de medio poner la falta y estaba en brasier aun… lejor de darme pena, me exito que me vieran, me hinque en mi asiento y hice como si se la estuviera chupando a mi novio, mi falda se levanataba de atras y podian ver mi tanguita…

se le puso muy duro a mi chico, se la estaba agarrando por fuera del pantalon… regrese a mi asiento, me puse mi escotada blusa y le dije… Estoy lista… me dijo… no me vas a dejar asi verdad? y le dije si, un ratito… jejeje

arranco al coche y fuimos al estacionamiento del lugar al que ibamos, llegamos y se estaciono en una parte un poco lejos y oscuro, me abrio la puerta y al bajarme se lo agarre tantito… asi vas a estar toda la noche? me dijo… Te molesta??? le pregunte…

mis senos son grandes, y con escote llaman mucho la atencion, pero todavia mas llamaron la atencion cuando me puse la cajetilla de cigarros entre mis senos… era inevitable que me los vieran…

estuvimos un rato en el bar, tomamos unos tragos, le baile a mi chico (y a los que me veian de paso jeje)…

mi sorpresa fue que no me habia percatado que en el bar estaban los chicos que me vieron cuando estabamos estacionados en la calle… me senti un poco apenada, pero lo deje pasar… le dije a mi chico, ya viste? ellos son los que pasaron al lado del carro cuando me estaba cambiando de ropa… y me dijo, si, los vi hace rato, no te quitan la mirada de tu falda y tus tetas… te molesta? le pregunte.. y me dijo, no… me gusta…

al bailarle pegadito mi falda se trababa en su ropa o en la silla y me di cuenta que se me veia poquito de mis nalgas… y avaces mi novio la subia un poco aproposito para que me vieran y me decia al oido… te estan viendo tus nalgas… varios… y se me ponia la piel chinita, me exitaba eso…

para ir al banio tenia que pasar a fuerza por la mesa de los chicos que nos vieron en la calle… asi que pues me encamine y al pasar por ahi los vi a los ojos y les costaba trabajo verme a los ojos teniendo mi escote jejej, de regreso del banio al pasar por esa mesa le dije a uno de los chicos, al rato voy a terminar con mi novio en el carro… (solo queria que lo supieran, que tuvieran esa imagen en sus cabezas) no me iba a imaginar lo que iba a pasar despues…

eran cerca de las 3 de la maniana, yo no podia mas y mi novio menos… la tuvo dura por mucho tiempo…

pago la cuenta y nos fuimos al carro, me abrio la puerta y se subio al carro, le dije que no arrancara, le abri el pantalon y se lo saque… la tenia muy dura, la meti a mi boca y le pase mi lengua delicioso, mi sorpresa fue que al minuto estaban cerca del carro los chicos de la mesa de alado, fueron a ver lo que estaba haciendo… se veia muy obscuro y le dije a mi novio, baja un poco el cristal, lo abrio como a la mitad, y ahi estaban 3 chicos viendo como se lo comia a mi novio, 2 de ellos se lo sacaron se empezaron a tocar viendo el espectaculo y mi trasero jeje porque estaba hincada en el asiento dando la espalda a mi puerta… se vino mi novi en mi boca, fue muy rapido…

regrese a mi asiento y le dije que me tocara, y me empezo a tocar delicioso y al mismo tiempo veia a los otros chicos afuera de mi ventanda viendome y tocandose ellos… me vine muy rapido tambien y los chicos de afuera tambien…

subimos la ventana y nos fuimos… fue como un cuento….

Hay veces que te cansas de buscar y buscar, y terminas follando, en mi caso suele ser siendo follado, por la persona menos esperada. Unas veces porque tienes tal calentura que ya todo te da igual, otras porque es tan pero que tan lanzado e insistente, que no te da tiempo ni a pensarlo y terminas cayendo en sus manos, bueno en mi caso suele ser ensartado en su polla.

En este caso me ocurrió todo lo contrario. Era uno de esos días que de vez en cuando cae un pequeño chaparrón de agua, y hace que la gente se retraiga a la hora de salir a dar una vuelta, sobre todo por la noche, que es cuando yo suelo salir en busca de marcha. Es decir que voy en busca de una buena, joven y rica polla que me haga disfrutar.

Ese día que, si mal no recuerdo, era por finales de la primavera, o principios del verano, me disponía a salir de marcha, ya sabéis que con eso quiero decir en busca de una joven, rica y buena polla que me haga disfrutar. Primero fui al cine para ir haciendo algo de tiempo, no quería empezar a beber tan pronto. Luego iría a algún pub, y por último me pasaría por los jardines de Méndez Núñez, que hay en mi ciudad, La Coruña.

Allí suele haber marcha desde la tarde a la madrugada. Por las tardes lo que más suele haber son viejos, luego según se va oscureciendo el día, van apareciendo toda clase de fauna. Más o menos desde las 10 de la noche hasta las 12 o algo más tarde, suele o solía haber los clásicos jovencitos, la mayoría chaperos, que suelen estar esperando algún madurito o viejo que les pague, e irse con ellos. Algunos maduros suelen rondar la zona con vehículos, y si ven algo que les gusta, pues van a su caza. Hubo una temporada en la que yo anduve en esos pasos, pero era algo que no me gustaba, nunca me gustó. Para mí, eso era prostituirse, y si bien me gusta el sexo y soy muy pero que muy promiscuo, y el dinero siempre me gustó, nunca fui con alguien por dinero única y exclusivamente, ni nunca le pedí dinero a nadie por ir con él. Una porque me daba vergüenza y era incapaz, y otra es porque debo ser tan pero que tan maricón, que solo voy porque me gusta demasiado ser follado.

Claro que me gusta y gustaba ser follado, pero la mayoría de las veces terminaba siendo enculado por algún viejo. Cuando estos conseguían tenerme lo suficientemente caliente, o conseguían bajarme el pantalón, ahí terminaban todas mis defensas. Me dejaba llevar, y que hicieran de mí, lo que les diera la gana, que no solía ser otra cosa que abrirme de piernas, y dejarme dar por el culo.

Hasta te llega a gustar la manera de cómo te follan, que terminas prefiriendo la polla de un experto y hombre maduro, que la de un joven y fogoso jovencito, aunque la carne joven siempre sea muy apetecible.

Ese día después de ir al cine, luego ir a la zona de pub del Orzán, y no conseguir nada de nada, solo beber unos cacharros y escuchar algo de música, a eso de las 3 de la madrugada caliente y cansado de beber, me dispuse marchar hacia los jardines de Méndez Núñez, a ver si había ambiente y podía encontrar quien me diera por el culo.

Iba andando desde la zona del Orzán, por lo que fui directo hacia los cantones, y desde allí crucé la calle hacia los jardines. No se veía marcha alguna, aquello parecía solitario, cuando ingresé a ellos.

Empecé a recorrer los jardines como solía hacer, viendo que no había ni un alma, la noche estaba encapotada, y amenazaba con caer un chaparrón en cualquier momento, como había sucedido durante todo el día. Por eso no había nadie, la gente se retraía, y no solía venir. Solo de vez en cuando pasaba algún que otro coche dando vueltas, pero al no ver movimiento, no se paraban.

Joder, vaya día fui a elegir para venir de marcha. Todo era a causa de la calentura que ya tenía, por eso había tomado la decisión de bajar al centro de la ciudad en busca de marcha. Sabía que, si no aplacaba esa calentura, iba terminar por recorrer todos los aseos públicos de la ciudad, en busca de una polla que me diera por el culo, como hacía en tantas ocasiones.

Después de dar varias vueltas y pararme donde se suelen poner los chaperos para que los vean los que vienen en vehículo, y no tener suerte, volvía a dar otra vuelta, cuando empezó a caer un chaparrón de agua.

Joder, vaya día de mierda pensaba yo, mientras iba caminando entre los jardines hacia el edificio de la biblioteca para resguardarme de la lluvia que estaba empezando a caer. Este edificio se conoce por el nombre del Atalaya, y en la parte superior había una cafetería, Atalaya, en el bajo había una churrería que era de la misma dueña, Ángeles de la Iglesia, que era quien tenía esas concesiones, junto a la cafetería Terminal, que había en el bajo del Kiosco Alfonso, en la otra parte de los jardines, llamado relleno. Pues justo mirando para la puerta de la churrería, a la izquierda hay unas escaleras que suben para la cafetería, y a la derecha otras que llevan a la biblioteca.

Allí resguardado de la lluvia, justo delante de la puerta de la churrería que había por aquellas, esperaba que amainase un poco o al menos dejase de llover, para irme. No sabía si pasar primero por los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, o irme directamente para mi casa.

Sabía que, si me iba para casa, al día siguiente la calentura iba ser aún mayor, e iba terminar por andar por los aseos públicos. Pero aquello parecía no tener remedio, allí no había ni venía nadie.

Me puse a encender un cigarrillo, cuando veo que, por uno de los caminos de aquellos jardines, viene andando alguien. Ya no llovía apenas, por lo que allí resguardado esperé a ver de quien se trataba.

Dios, cuando lo vi el estómago se me estremeció, era como un revoloteo de mariposas que tenía por todo el abdomen, los huevos me hacían cosquillas y hasta el culito me palpitaba.

Era un chaval joven, más joven que yo, y algo más alto, sería de unos 1,70 metros de altura, delgado y rabiosamente joven.

Dios, a mí se me caía la baba, y por encima venía directo hacia donde yo estaba. Cuando llegó allí, al igual que yo, se quedó refugiándose de la leve lluvia que caía. No nos dijimos nada, solo nos miramos unos instantes a los ojos, quedando unos metros separados uno del otro, mirándonos de reojo, sin atrevernos a decirnos nada.

Yo no sabía como entrarle, y él al ser tan joven, creo que le pasaba lo mismo que a mí, esperaba a que yo le entrara.

Estuvimos allí esperando que parara de llover, mirándonos de reojo uno al otro, ambos callados sin atrevernos a decirnos nada, cuando luego de un buen rato en el que ya había dejado de llover, él se echó a andar por una de las calles de los jardines. Iba despacio como esperando a que yo lo siguiese, y eso fue lo que hice, dejando una prudente distancia, me puse a seguir sus pasos. Yo esperaba a que él se metiese en alguno de aquellos rincones donde nos solíamos meter para follar, o que fuese a la zona que le llamábamos “urgencias”, que era un lateral donde estaban los aseos y donde se guardaban los pertrechos de jardinería, pero él no se paró en ninguno de los lugares que yo pensaba. Siguió dando toda la vuelta a los jardines, hasta que ya cuando íbamos por la segunda vuelta, subiéndose a uno de los bancos, se sentó sobre el respaldo, ya que aún se encontraban algo mojados a causa de la lluvia que había caído.

Yo no sabía que hacer, si pararme o seguir, estaba tan pero que tan nervioso, que las piernas me temblaban y el estómago se me encogía notando una excitación por todo mi cuerpo.

Cada vez estaba más cerca y no sabía que hacer. Así que nada más llegar a donde estaba el sentado, armándome de un valor que no solía tener, excitado, nervioso y muerto de miedo hice igual que él, me subí al otro extremo del banco, sentándome sobre el respaldo al igual que lo había hecho él.

Nos miramos a la cara, pero no nos atrevimos a decir nada, yo con los nervios que tenía, saqué el paquete de tabaco, cogí un cigarrillo, y cuando me disponía a encenderlo, se me encendió la lucecita, por lo que, sin dudarlo, le ofrecí un cigarrillo a aquel jovencito que tanto me gustaba y que tan excitado y nervioso me ponía.

¿Quieres? Le dije, estirando la mano donde llevaba el paquete de tabaco.

El mirando para mí, me contestó que sí, por lo que, arrimándose un poco, echó su mano al paquete de tabaco, cogiendo un cigarrillo y devolviéndome luego el paquete.

Luego de guardar el paquete de tabaco en el bolsillo, saqué el encendedor, me arrimé ahora yo a él, y acercando el encendedor a su cara, procedí a darle fuego.

El sujetando mis manos con las suyas, acercó la llama a su cigarrillo, encendiendo el mismo. Ya estábamos prácticamente pegados él uno junto al otro, fumando un cigarrillo, allí sentados sobre el respaldo de aquel banco, pero todavía sin saber que decirnos. El que rompió el silencio fui yo, que nervioso y excitado como estaba, le pregunté si era de La Coruña.

¿eres de aquí?

Me contestó que sí, pero que vivía en Santa Cruz.

¿Y para ir cómo vas a hacer, o tienes vehículo? Le pregunté.

No, no tengo, me contestó, vine con un amigo que tiene una Honda CBR 600 F, pero tubo que marcharse, por lo que tendré que coger un taxi, o esperar a que haya coche de línea.

Ya por lo menos habíamos entablado algo de conversación, pero la cosa todavía estaba algo tensa. No sabía que más preguntarle, por lo que se me ocurrió decirle que si quería yo podía acompañarlo y esperar a que hubiese coche de línea, si no le molestaba.

No, no me molestas, al contrario, me caes bien. Se me ocurrió venir por los jardines, a ver que había y…

Sin poder aguantarme más, posé una de mis manos sobre su pierna a la vez que me acercaba más a él, mientras me atreví a decirle que él también me gustaba, que me caía bien.

Se giró hacia mí, nos quedamos mirando ambos a los ojos, y mientras yo acariciaba su pierna, él llevó su mano a mi entrepierna, empezando a acariciarme los genitales.

Tu también me gustas, me dijo mientras me acariciaba la entrepierna. Ya me gustaste cuando te vi, me decía acercando su boca hacia la mía.

Nos estábamos mirando a los ojos uno al otro, mientras nos acariciábamos quedando nuestras bocas una frente a la otra, sintiendo el aliento el uno del otro al respirar, agitados y excitados como estábamos.

Poco a poco fuimos juntando nuestras bocas, empezando a saborear nuestros húmedos y temblorosos labios.

Dios, una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo cuando ambos juntamos nuestros labios, aquellos labios me sabían a gloria. Temblándome todo el cuerpo, pasé la punta de mi lengua por sus labios invitándole a que abriera su boca, cosa que empezó a hacer, empezando a saborear la punta de mi lengua, para terminar, metiendo su lengua en mi boca y darme uno de los más sensuales besos de mi vida.

Ufff, aquella boca y labios eran aditivos, estuvimos besándonos y comiendo la boca literalmente, como si se fuese a acabar el mundo. A la vez que nos comíamos y saboreábamos la boca uno al otro, nos íbamos metiendo mutuamente mano, él después de acariciarme los genitales, tiró de mi camiseta hacia arriba sacándola del pantalón, metiendo luego su mano por dentro, acariciando mi abdomen y pecho, hasta quedarse acariciando y pellizcando mis pezones, los cuales estaban duros a causa de la calentura y excitación que tenía en esos momentos.

Mientras tanto yo, llevaba mi mano a su entrepierna, acariciando aquel bulto que cada vez le crecía más y más. Notaba lo duro y excitado que estaba, y como suspiraba cuando acariciaba su órgano sexual. Poco a poco iba buscando la manera de desabrocharle el pantalón y poder meter mi mano para tocar y acariciar aquella verga que tanto me apetecía.

Cuando por fin conseguí aflojarle el cinturón y desabrocharle el botón, temblándome las manos, empecé a bajarle la cremallera, metiendo luego mi mano por dentro del bóxer, pudiendo por fin acariciar aquella dura polla.

Dios, le acariciaba la polla y genitales, notando lo dura y el calor que emanaba de su entrepierna. Ambos estábamos calientes y cada vez más excitados, nos comíamos la boca y acariciábamos a la vez que no parábamos de jadear y gemir.

No pudiendo aguantar allí sentados por más tiempo, nos bajamos del banco por la parte de atrás, quedando ambos apoyados sobre el respaldo de este. Sin perder tiempo, empezamos a desnudarnos uno al otro.

Yo empecé a bajarle el pantalón y bóxer que ya había conseguido desabrocharle, y mientras le acariciaba aquella rica y sabrosa verga, él empezaba a aflojarme el cinturón, luego siguió desabrochándome el pantalón, para por fin, bajarme este, junto al slip que yo llevaba puesto.

Ya estábamos ambos desnudos de cintura para abajo, con el pantalón sobre los tobillos, allí abrazados uno al otro, comiéndonos la boca a la vez que nos acariciábamos.

Con su mano empezó a subirme la camiseta por delante, la pasó por detrás de mi cabeza, dejándola allí sobre los hombros, quedando mi pecho y abdomen totalmente desnudo y expuesto a él. Llevó su boca a mis pezones a la vez que me acariciaba el abdomen y pecho, empezando a chupar y mordisquear estos, haciéndome temblar y gemir de placer mientras yo me abrazaba a su cabeza.

Notaba sus calientes y húmedos labios chupar mis excitadas e hinchadas tetillas, y como con sus dientes iba mordisqueando mis duros pezones, mientras con sus manos me pegaba a él y acariciaba los cachetes de mi ardiente culito.

Ufff que gusto, notaba el calor que su órgano sexual emitía pegado a mi cuerpo, y como sus labios chupaban mis tetillas a la vez que me iba dando leves mordiscos. Dios, aquello era maravilloso, aquello era un sueño hecho realidad, allí estaba en medio de los jardines de Méndez Núñez, semi desnudo, en manos de un jovencito que me volvía loco, haciéndome temblar de gusto aquella noche encapotada que amenazaba lluvia.

Cuando se cansó de acariciarme, chupar y mordisquear todo mi cuerpo, poniendo sus manos sobre mis hombros, me invitaba a que me agachase para que le chupase aquella sabrosa y rica polla.

Sin dudarlo, me incliné llevando mi mano a aquella polla que tanto me excitaba, y mientras me sujetaba con una mano en su cintura, llevaba a mi boca aquella bonita y rica verga empezando a chuparla y saborearla pasando mi lengua por su capullo, luego empezar a mamarla mientras la iba tragando todo lo que mi boca me permitía.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía él, poniendo sus manos sobre mi cabeza, mientras yo tragaba aquel rico y sabroso pene.

Tragaba prácticamente todo su miembro, mientras con mi mano derecha acariciaba aquellos jovencitos genitales cargados de leche.

El, que no dejaba de gemir mientras yo le chupaba la polla y acariciaba los huevos, con sus manos iba subiendo mi camiseta por la espalda a la vez que me iba acariciando. Pasaba su mano por mi ardiente culito y mientras gemía, me iba diciendo que quería follarme.

¡Quiero follarte! Exclamaba mientras me acariciaba la espalda y cachetes de mi culito.

¡Me gusta tu culito! Quiero metértela y correrme dentro tuya, me decía.

Yo que me moría de ganas porque me hiciera suyo y me preñara el culito con su semen, Poniéndome de pie, empecé a morderle el labio, esperando a que me diese la vuelta, se pusiese detrás mía, me abriese de piernas y me empezase a dar por el culo.

Quiero que me folles, quiero ser tuyo y sentirte dentro mía, le susurraba mientras le mordía y besaba los labios.

Sin esperar más, me dio la vuelta colocando mis manos sobre el respaldo de aquel banco del jardín, y así medio inclinado, apoyando las manos sobre el respaldo del banco, me hizo abrir las piernas todo lo que el pantalón y slip me permitían.

Pasó su mano por el medio de mis cachetes, y palpando mi caliente y desesperado hoyito, mojó uno de sus dedos con su saliva, metiéndolo dentro.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar como su dedo entraba dentro mía, haciendo que mi esfínter cediese y se fuese dilatando, permitiendo que su dedo entrara en mí.

Volvió a sacar y meterlo varias veces, viendo como mi agujerito se iba abriendo y dilatando cada vez más.

Métela, le pedía, métemela ya, desesperado por sentir su verga dentro mía, deseando ser suyo y sentirme poseído por aquel jovencito que tanto me gustaba y excitaba.

No se hizo de rogar, pegándose a mi trasero, colocó la punta de su polla sobre mi caliente y desesperado agujerito, empezando a introducir aquella joven y dura polla. Me sujetaba por las caderas, tirando de ellas hacia él, a la vez que su polla se iba introduciendo en mí.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí al notar como mi esfínter se abría dejando pasar la verga que se iba introduciendo en mí. Noté como me la había ensartado por completo, notando su pelvis y huevos pegados a mi culito, y sus dedos aferrados a mis caderas. Sentía el calor que emitían sus genitales, y los bellos púbicos rozar la piel de mi culito.

Ya era suyo, ya estaba dentro de mí, ya me tenía ensartado en su joven y dura polla, dispuesto para ser preñado.

Se pegó todo lo que pudo a mí, a la vez que impulsaba su pelvis clavándome más profundamente su verga. Notaba como tiraba de mis caderas hacia él, y como se inclinaba sobre mi espalda, notando su aliento sobre mi nuca, empezando a morderla mientras susurraba, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!

Yo estaba que me derretía de gusto, lo notaba pegado a mí, sintiendo aquella calorcita que su cuerpo transmitía al contacto con el mío, y como su polla introducida en mi culito, empezaba a deslizarse haciéndome soltar leves gemidos, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía cada vez que notaba su polla rozar mi próstata y su pelvis y huevos chocar contra mi culito.

Dios, estábamos copulando en medio de los jardines, allí arrimados sobre el respaldo del banco, pudiendo ser vistos por cualquiera que se le ocurriese pasar en aquellos momentos por allí. Pero la verdad es que, a ambos poco nos importaba, la calentura y excitación que teníamos era tan pero que tan grande, que en aquellos momentos todo nos daba igual.

El me daba por el culo cada vez a mayor velocidad, su polla entraba y salía como un pistón en mi culo, haciéndome gemir. Y su pelvis y huevos chocaban una y otra vez contra mi culito, escuchándose el plof plof plof plof, cada vez que me introducía su verga.

No paraba de culearme a la vez que gritaba, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!

Ya llevaba un buen rato siendo sodomizado, cuando empecé a notar como su respiración se agitaba, las culeadas que me daba se incrementaban a la vez que sus manos se aferraban más a mí, y este empezaba a gritar que se corría.

¡Ohhh me corro! ¡ohhh me corro! ¡ooohhh me corro! Gritaba empezando su polla a palpitar, a la vez que se tensaba y empezaba a largar varios trallazos, eyaculando dentro de mi culito, dejándomelo lleno de leche.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Decía mientras su polla se vaciaba dentro mía dejándome preñado con su blanco y espeso esperma.

Los 2 estábamos sudando, el con su polla dentro de mi culito, terminando de derramar sus últimas gotas de semen, y yo apoyado con mis manos sobre el respaldo de aquel banco, con las piernas abiertas y el culo ensartado en aquella joven y rica polla, que terminaba de darme por el culo, dejándome preñado.

Tenía la cara enrojecida, la polla tiesa y dura que no paraba de gotear, y la polla de aquel jovencito, escurriéndose de mi culito después de haberme sodomizado, dejándome bien preñado.

Sin que terminara de salirme la polla del culo, el jovencito que terminaba de llenarme el culo con su leche, llevó su mano a mi verga que estaba tiesa y pringada por las gotas de semen que se iban derramando, empezando a meneármela para hacerme correr. Cosa que no tardó ni 10 segundos, ya que empecé a convulsionar a la vez que gritaba que me corría.

Me corro, me corro, gritaba retorciéndome de gusto, mientras mi polla empezaba a escupir semen, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba mientras explotaba en un orgasmo, a la vez que él me abrazaba por la espalda, meneándome la polla mientras su verga se iba escurriendo de mi culo, notando su respiración pegada a mi nuca.

Nada más terminar de correrme, me dio la vuelta, metiéndose mi polla en la boca, empezando a chuparla, saboreando las últimas gotas de semen que iban escurriéndose.

Yo aferrado a su cabellera, gritaba retorciéndome de gusto, al notar como su boca succionaba mi sensible polla, extrayendo los últimos restos de mi corrida.

Cuando por fin terminó de chuparme la polla, la excitación que sentíamos y respiración se fue normalizando, subiéndonos los pantalones y una vez acomodados, nos volvimos a besar y meter mano, hasta que por fin nos sentamos de nuevo en el respaldo de aquel banco, fumamos un cigarrillo, y luego de estar charlando un buen rato, nos fuimos ambos juntos hacia la estación de autobuses, donde él tenía que coger el autobús de línea, para su casa.

Allí después de habernos vuelto a morrear y meter mano todo lo que quisimos, nos despedimos quedando en volver a vernos otro día.

Ese día fui para casa, contento y muy feliz, por fin había conseguido que me dieran por el culo alguien que me gustaba, un chico joven y guapo, muy guapo, al menos para mí.

Hay atracciones físicas que unas son de una noche, y otras llegan a enamorar. Al igual, que hay personas que son un encanto y otras que mejor ni acercarte a ellas.

¡Hola! Soy Noa, nueva escritora por aquí pero llevo ya años leyendo relatos y me decidido después de tanto tiempo en explicaros mis experiencias. Espero que os gusten.

17 de enero del 2018

Hace 6 días desde que vi a Marc en persona, nos conocimos el día 4 de enero por un chat anónimo. Surgió la química y me pareció aunque muy joven con 19 años todo un yogurin. Me caía bien la verdad, es que cuando lo vi en persona se me encharcaron hasta las bragas. 1.80, moreno con ojos verdes como los pinos, con un piercing en la nariz y barbita. No, enserio no era mi prototipo de hombre ideal. Tampoco es que hubiera imaginado uno, pero hace años que me dije a mi misma : Noa los chicos con los ojos verdes no te enamores que son peligrosos y mentirosos.

Pero aquí estoy yo a mis 25 años, comiéndome la cabeza en que debería ponerme que fuera sexy pero no puton para gustarle. ¿Un vestido rojo brillante?, ¿Una falda y un top?, ¿Unas medias con shorts y jersey?. Por dios, tengo que tranquilizarme, ni que fuera una quinceañera.

Ya está, me pondré unos leggins rotos negros con un top de palabra de honor sin sujetador de color gris oscuro y un tanga a juego. Me plancharé mi melena rubia y me maquillare con el eyeliner negro la parte superior de los ojos para que resalten mis ojos. Al tener heterocromia, el ojo izquierdo verde y el ojo derecho marrón. La verdad, es que me cuesta bastante como hacer para que resalten. Bueno y para finalizar me pondré las vans negras y me pondré la parka verde con capucha.

Estoy terminando de arreglarme, cuando recibo un WhatsApp de Marc.

– ¿Estas lista?, Te espero abajo en 2 minutos

* Sí, en 2 minutos bajo

Estoy tan nerviosa que me dejo el móvil en casa, bueno total ya he salido por la puerta ahora no voy a volver a entrar. Total, ¿Quién me va a llamar? Si con quien más hablo es con Marc.

Lo estoy viendo al bajar los últimos escalones. Por favor este chico, ¿Como hace para estar tan guapo siempre? Va vestido con sudadera negra, cazadora de polipiel entallada marrón oscuro, jeans azul oscuro y zapatillas adidas blancas.

Me acerco a él y me doy dos besos. Empezamos hablar sobre nuestro día de hoy, y yo no puedo evitar morderme el labio cada vez que habla. Me Dan ganas de estamparlo contra cualquier pared y arrancarle la ropa.

– ¿Noa te apetece que vayamos a la playa donde nos vimos por primera vez?

* Claro, me parece bien (le sonrío y le doy un golpe en el hombro)

Ay por dios, no me aguanto. Es que lo miro y lo escucho y solo pienso en comerle la boca e introducir mi lengua al fondo de su garganta. Tengo que respirar hondo, pero es que estoy notando otra vez como me estoy mojando entera sin tocarme. Y yo que pensaba, que solo me corria cuando me hundo los dedos en el coño y me machaco el clitoris.

* Oye Marc

– Dime

* Me gustaría enseñarte algo

– ¿El que?

* Es un secreto

– ¿Y ese misterio?

* ¿Puedo?

– Bueno vale

Lo he decidido, voy hacer una locura o me arrepentiré el resto de mi vida por no hacerla. Le cojo de la mano, (uff que mano más suave) y nos metemos dentro del baño de la playa.

– ¿Que hacemos en el baño?

* Cierra la puerta con pestillo y no enciendas la luz

– Vale, ya está

* Ven acércate, que no muerdo

– jajaja ¿Que me quieres enseñar?

* Mira me puesto este top pensando en que te gustaría

– Joder

*¿Que pasa?, ¿No te gusta?

– Si, si que me gusta

* ¿Te gustan mis tetas?

– Ya ves, que si

Me abalanzo a él tirándole a la pared de enfrente y le como la boca, me responde al beso con pasión desenfrenada. Le voy mordiendo el labio inferior y se lo chupo y le introduzco la lengua en la boca donde hacemos una batalla de lenguas intercambiando saliva. No puedo más, le como la oreja lamiendola y mordiendola (le oigo gemir) y acabo por morderle el cuello. Me agachó a la altura de su cinturón.

– ¿Que haces?

*Quítate el cinturón que te la voy a comer

– Vale voy

* ¿Todo esto es tuya?

– Si

* Uff es enorme, tienes un capullo muy grande y es muy gruesa me encanta tu polla

– Gracias

La lamo desde abajo arriba, de lado a lado, le chupo los huevos y empiezo a succionarle el glande. Lo escucho gemir y soplar del gusto y eso me pone cada vez más cachonda. Pero yo no puedo parar, por que quiero llevarlo al limite que entienda que él me lleva a estar así y que comprenda que yo soy capaz de todo. Empiezo a introducirme su polla entera hasta la garganta, primero suave y despacio hasta ir cada vez más deprisa con arcada incluida.

*¿Te gusta?

– Muy mucho

* Pues te toca

Me levanto y me besa no tanto como yo pero se nota que tiene experiencia. Me besa el cuello y me muerde. Eso me encanta, me derrite tanto que me hagan eso. Es el botón de encendido para que solo quiera follar. Baja su lengua por mis pechos, me los chupa y me los muerde sin llegar hacer daño. Lo hace todo muy sensual y cada vez estoy más excitada. Se agacha, me baja los leggins y el tanga y no duda ni un segundo en meterme su lengua en el coño.

* Así, así no pares Joder, que bien lo haces cabron

– ¿Te gusta?

* Me encanta, me corro me corro

Veo que quiere limpiarme mi corrida con su lengua y sus dedos. Nunca nadie había querido comerme el coño. Bueno tampoco es que yo hubiera hecho sexo muchas veces y con muchos. Marc es el tercer chico que me toca y encima sabe hacer estas maravillas. Me giro a él y me pongo a 4 patas.

* Méteme la polla, que ya no aguanto

– Voy

*¿Que haces?

-Voy a metertela

*¿No tienes condones?

-No

*Pues lo siento mucho, pero ahí te quedas

-Vale lo entiendo

¡Joder! Con lo bien que iba todo, y coge y se deja los condones. Pero este chico de que va. Estoy cabreada pero me tengo que tranquilizar por que me ha dejado con un calentón que no veas. Me voy vistiendo de mientras.

– Lo siento por no traer condones, no tenía previsto esto.

*No pasa nada, es que me has puesto mucho y me apetecía follar contigo.

– Mañana si quieres

*¿Mañana traerás?

– Claro, y sé un sitio mejor que los baños

*¿Cuál?

– Mañana quedamos a la misma hora y te vengo a buscar. No te lo digo, es sorpresa.

Salimos del baño y me acompaña a casa, me siento un poco avergonzada no se que me ha pasado para hacer esa locura. Una locura muy morbosa pero tengo miedo que piense que soy una mujer fácil o que ya no quiera volver a saber nada de mí.

– Ya hemos llegado a tu portal

*Marc

-¿Si?

*¿Vas a dejar de hablarme por lo que ha pasado?

-¿Por qué piensas eso?

*¿Si o no?

Marc me besa pero no como antes, es un beso dulce tierno y cariñoso. Me sonríe y me da un pico.

– ¿Te queda claro con eso?

* Si, hasta mañana Marc

-Hasta mañana Noa

Tras estar con Lucía, me encontraba en un estado realmente eufórico. Haberme sentido deseado por una jovencita de 19 años con un cuerpazo de escándalo y haberla tenido sobre mí como la tuve, despertó al yo más sexual. Estaba deseando repetir con ella, pero por otro lado, no se me iba de la cabeza su madre, y el comentario de Gus al despedirnos.

El viernes de esa misma semana terminé pronto de trabajar, y me fui para casa. Al llegar me quité el traje y me puse unas bermudas cómodas y una camiseta, y me calcé unas chanclas. Me iba a abrir una cerveza e irme a la piscina, pero al abrir el frigorífico, me di cuenta de que lo tenía pelado, así que hice una pequeña lista de la compra y me acerqué con el coche al “Safeway” que había cerca de casa.

Me encantan los supermercados americanos, porque son esos sitios donde cualquier estudiante de marketing puede hacer una tesis a poco que se fije bien. Cargué mi carro con las cosas de la lista, y esas otras cosas que siempre van cayendo, con las que no contabas, pero que los buenos especialistas saben poner bien visibles para atraer nuestra atención. Total, que sin darme cuenta había casi llenado el carro.

Cuando estaba llegando a las cámaras de la leche, me fijé en una mujer que estaba cogiendo algo de la misma cámara, del estante de abajo. Al verla desde atrás, no pude evitar admirar un culo generoso pero bien redondo y unas piernas morenas de lo más atractivas. Al sacar su leche de la cámara y ponerse recta, me di cuenta que era Adriana.

Me acerqué y antes de que ella continuase su recorrido la saludé. Nos dimos dos besos y estuvimos charlando un momento

A – Pero bueno, que sorpresa!! ¿qué es de tu vida? Desde el sábado no te hemos visto por la piscina. No sabía si te habrías asustado… A lo mejor es que no te lo pasaste bien.

Y – Jajajaja, me lo pasé muy, pero que muy bien. Aunque a mí me gusta hacer las cosas con más calma. Especialmente con una mujer como tú.

A – Ay, que rico!! A mí también, pero no había tiempo.

La conversación estuvo plagada de sonrisas y comentarios pícaros y provocadores, y como ella ya también había terminado la compra, nos dirigimos a la línea de cajas juntos, pagamos y me ofrecí llevarla en el coche para que fuese andando y cargada. En el coche aproveché para pedirle su teléfono y darle el mío, para poder comunicarnos, aunque ella misma me dijo que esa misma tarde si yo quería se podía pasar por mi casa. Evidentemente el plan era casi inmejorable, así que le dije que se pasara cuando quisiera.

Cuando llegué a casa me abrí una cerveza y estuve colocando la compra y picando algo. Y entonces pensé que a lo mejor, el plan para la tarde sí que era mejorable. Cogí el teléfono y le pregunté a Lucía por SMS si esta tarde estaba en casa y podría venir a mi casa. Inmediatamente me contestó que claro, que estaría en su casa, y que solo le dijera la hora y vendría.

Y – Te recuerdo que eres mi zorra, y que harás lo que diga, cuando diga, y con quien diga. ¿Eso sigue estando claro?

L – Me acabo de mojar solo de leerte. Pues claro que soy tu zorra mi amor.

Y – Ok. Cuando te avise, vienes y entras en mi casa sin llamar, y sin hacer nada de ruido. Te quitas toda la ropa, y observas lo que pase dentro. No te acerques hasta que yo te diga.

L – OK. Me acabo de mojar aún más. ¿Qué estás preparando?

Y – Haz lo que te digo. Ya lo verás luego.

Terminé de colocar la compra y me volvió a sonar un mensaje en el teléfono. Era Adriana.

A – Voy ahora mismo. En 5 minutos estoy allí.

Me di una ducha rápida, y nada más salir de la ducha oí unos golpes en la puerta. Me acerqué a abrir y era Adriana. Venía con la misma ropa que llevaba en el supermercado: Una minifalda vaquera muy ajustada y una camiseta negra, también muy ajustada, que marcaba bien sus tetas. Lo que sí noté es que se había quitado el sujetador, y venía ya excitada, porque sus pezones se marcaban claramente en la camiseta. Llevaba unas sandalias con medio tacón, que no eran nada llamativas, pero que sin embargo le hacían unos pies de lo más sexys. Con sus piernas tan morenitas estaba realmente sensual.

La invité a entrar y le ofrecí algo de beber. Me acompañó hasta la cocina y le saqué una cerveza. Me apoyé de espaldas en la encimera y me quedé mirándola, observándola de arriba abajo.

Y – Joder Adriana, que guapa estás con cualquier cosita.

A – Ay gracias mi amor, pero que galán estás hecho. Tú te ves bien rico también.

Y se acercó a mí. Eso era lo que yo quería, que tomase ella la iniciativa. Dejó la cerveza en la encimera y se pegó a mí. Me empezó a acariciar los brazos, los hombros, el pecho, y acabó bajando por la tripa. Al llegar al final de la camiseta, la agarró y me la subió para quitármela. Subí los brazos para facilitarle la tarea y la sacó. La tiró al suelo y se me quedó mirando. Me empezó a acariciar el pecho depilado y empezó a jugar con mis pezones, que automáticamente se pusieron duros. Se acercó y me los chupó.

Me estuvo chupando los pezones y acariciando el pecho y los brazos un rato, y mi polla ya había reaccionado poniéndose bastante dura. Ella que estaba pegada a mí, enseguida la notó, y con una mano me la empezó a apretar por encima de las bermudas.

Se separó y desabrochó el botón las bermudas, dejándolas caer al suelo, quedando mi polla al aire, pues tras la ducha no me había puesto calzoncillos. La agarró y empezó a masajearla para terminar de ponerla dura del todo.

A – Pero que maravilla. Cuanto me he acordado de esta cosota toda esta semana.

Y – Pues ahí la tienes, a tu entera disposición. ¿Qué te apetece hacer con ella?

No contestó. Se arrodilló y empezó a darme besitos y a lamerla por todas partes. Primero el glande, y luego fue bajando por todo el tronco, hasta llegar a los huevos, que los tenía cogidos con la otra mano. Alternativamente también me los lamió y se los metió en la boca, succionando suave de ellos mientras con la mano seguía masturbándome despacio.

Mientras ella hacía eso, aproveché para coger el teléfono que lo tenía sobre la encimera y le mandé un mensaje a Lucía.

Y – Te quiero aquí en 20 minutos justos. Sé puntual.

Enseguida sonó un mensaje. Lo leí y solo confirmaba que vendría, así que me centré en Adriana.

La agarré del pelo y la subí hacia arriba. Una vez en pie, la besé, y noté en su boca el sabor salado de mis propios flujos. Aquello, y el hecho de que ella me besaba con tanta pasión, me pusieron muy cachondo. Esa mujer era un volcán. Y me encantaba su forma de besar. La cogí de la mano y la llevé a la cama. Ella no paraba de besarme y de agarrarme de la polla, pero yo la tuve que parar, porque ahora era yo el que quería disfrutar de su cuerpo.

La puse de pie mirando a la cama y yo me quedé tras ella. Le saqué la camiseta por la cabeza, y efectivamente iba sin sujetador. Aparté su pelo y la besé el cuello mientras acariciaba sus brazos. Notaba su piel erizarse a cada pasada de mis manos. Las llevé a sus pechos y sus pezones estaban como piedras. En cuanto las notó sobre sus tetas, gimió. Estaba muy sensible y muy excitada. Desabroché la cremallera de su falda y la bajé hasta sus pies, quedando a la vista un tanga negro de algodón, que le hacía un culo precioso. Levantó sus pies y le saqué la falda, quedando solo con el tanga y las sandalias.

Con sumo cuidado, casi mimándola, le quité las sandalias de los pies, y empecé a acariciárselos, subiendo después por sus piernas. Por el exterior primero, por el interior después. Ella solo respiraba agitada sin decir nada y se dejaba hacer. Abrió sus piernas, invitándome a jugar con su coñito, pero aún no era el momento. Esos momentos me resultaban tan excitantes, que el tiempo era como si no pasara. Mi polla estaba durísima, y ella estaba chorreando. Su tanga estaba muy mojado, así que ahora sí se lo bajé y lo dejé en el suelo a un lado. Le pedí que se tumbase sobre la cama y cogí su camiseta negra y se la puse a modo de venda tapándole los ojos.

Ahora volví a recorrer su cuerpo con mis manos, y con mi lengua. Me deleitaba con sus pies, y noté que ella misma había metido su mano derecha y se estaba masturbando. Cuando se lo prohibí, me suplicó por primera vez.

A – Mi amor, cómeme, estoy muy caliente, te necesito dentro.

Y – Sshhhhhh, calla, y disfruta de cada cosa a su tiempo.

Abrí su culo y se lo lamí. Empecé a jugar con él, introduciendo un dedo, jugando con él mientras mi lengua le lamía el coñito. Estaba empapada, y gemía sin parar. Me subí encima de ella, y me senté a horcajadas sobre ella, tumbada boca abajo con las piernas juntas. Le pedí que subiera el culo, dejando muy accesible su coñito brillante por tantos flujos. Apunté mi polla a su entrada y lentamente se la metí hasta el fondo. Estaba tan mojada que entró sin ningún problema. Ella se agarró a la almohada y silenció un fuerte gemido.

Esa postura era perfecta teniendo una mujer con un culo como ese. Ella lo levantaba buscando una penetración lo más profunda posible, y yo estaba en la gloria, pues al tener las piernas cerradas su coñito estaba especialmente estrecho. Apoyé mis manos en sus riñones y empecé a bombear, metiendo y sacando mi polla de su coñito. Ella empezó a gemir cada vez más y yo seguía con un ritmo constante, martilleando sobre su culo.

En ese momento noté movimiento detrás de mí, y al mirar a la puerta de la habitación, vi a Lucía desnuda en la puerta, mirando perpleja a lo que estaba ocurriendo. Parecía enfadada, pero a la vez excitada. Le hice un gesto para que entrase en silencio y se sentase en la cama. Obedeció.

Al sentarse, se dio cuenta de quién era la que estaba boca abajo, y me volvió a mirar sorprendida y me hablaba sin emitir ningún sonido, solo movía su boca

L – Es mi madre!!!

Moví la cabeza afirmativamente, y le hice gestos de que me besara. Se acercó a mi boca y me besó con rabia, casi violentamente. Yo mientras seguía follándome a su madre. Con una mano le sobaba el culo a Adriana, y con la otra las tetas a Lucía. Estaba como soñando. Era una delicia verme en esa situación. Le di un buen azote a Adriana en el culo, de los que dejan marca.

Y – Mmmmmmm, que culazo tienes más bueno. Sabes que este culo va a ser mío también ¿verdad?

A – Pues claro mi amor, mi culo también es para ti.

Le di otro azote, y ahora paré de follarla. La cogí de la cintura y la levanté lo justo para que pudiese doblar las piernas quedando de rodillas. Tiré de ella para atrás y le apoyé el culo sobre los talones y le agarré las manos. Quería quitarse la camiseta de los ojos, pero no la dejé. Con una mano le sujeté las manos a la espalda mientras volvía a moverme dentro de ella, entrando y saliendo, y con la otra la agarré del pelo y le levanté la cara. Le hice un gesto a Lucía para que se sentase frente a ella y le pusiera el coño en la cara.

Al notar movimiento en la cama, Adriana se puso tensa, pero no dijo nada. Cuando Lucía tenía su coñito frente a la cara de su madre, me miró con una sonrisa y cara de verdadero vicio, y con un movimiento de cabeza me hizo la seña de adelante.

Empujé la cara de Adriana hacia delante y se la apoyé contra el coñito de su hija. En ese momento quiso soltarse las manos, pero se las agarré fuerte y no pudo. Solté su cabeza y le di otro buen azote en el culo

Y – quietecita!!! Cómete eso que tienes delante, y sin rechistar si no quieres que te deje el culo marcado. Seguro que no es el primero que te comes.

Y empecé a follarla, acelerando el ritmo poco a poco. Ella evidentemente ya se había comido alguno, porque le empezó a hacer a su hija una comida que por la cara de Lucía debía ser muy buena. Le agarraba la cabeza a su madre y emitía pequeños gemidos. Estuvimos así varios minutos, y cuando ya estábamos todos bien sincronizados, fue cuando le solté las manos y le quité la camiseta de los ojos a Adriana.

Ni se inmutó. La miró hacia arriba para ver quien era pero no hizo ni siquiera amago de parar. Usó sus manos para abrirle más el coñito a su hija y le introdujo dos dedos de golpe. Siguió comiéndoselo igual que antes, solo que de repente empezó a gritar como una loca por que se corría. Yo aprovechando, aceleré el ritmo y le bombeé el coñito con violencia hasta que terminó su orgasmo.

A – Eres un cabrón, esto no se hace.

L – Calla y mira, que yo ya he mirado bastante. Ahora me toca a mí disfrutar de esa polla.

Lucía se puso a cuatro patas en el lugar de su madre y ella sola se metió mi polla hasta el fondo. Al principio Adriana nos miraba casi sin expresión, como enfadada, pero enseguida empezó a masturbarse mientras nos miraba. Le hice un gesto y se acercó para besarme mientras yo me follaba a su hija. Aquello me tenía fuera de mis casillas por completo. Notaba que no iba a poder aguantar mucho más, así que le dije que le hiciera un dedo a Lucía.

Sin dejar de besarme y de masturbarse ella con su mano izquierda, metió su mano derecha por debajo de la tripa de Lucía, y empezó a masturbarle el clítoris. Aquello debía de ser muy intenso para las dos, porque ambas gemían en alto, sin preocuparse por el ruido, y de repente Lucía empezó a correrse pegando su cara al colchón y gritando contra él para silenciarse a sí misma. Al ver a su hija correrse, Adriana también empezó con otro nuevo orgasmo, doblándose y apoyando su cara sobre el culo y la espalda de su hija.

Y entre las contracciones del coñito de Lucía y aquella visión totalmente de ensueño, tuve que sacar mi polla y empecé a masturbarme y a correrme sobre el culo de Lucía y la cara de Adriana que estaba allí. Adriana no se inmutó, tan solo cerró los ojos y abrió la boca para recibir lo que le cayese. Cuando terminé de eyacular, acerqué mi polla a su boca y me la chupó hasta dejarla totalmente limpia.

No pude resistir la tentación de agacharme y con mi lengua lamer algunos de los restos de mi leche del culo de Lucía y llevarlos a la boca de Adriana. Nos fundimos en un beso muy vicioso.

Nos tumbamos los tres en la cama, y Adriana no paraba de decirme que era un cabrón, pero ya se notaba que no estaba enfadada, y Lucía no paraba de reírse, y le pinchaba a su madre diciéndole que era una putilla, que si no le daba vergüenza follarse a otro hombre estando casada, y encima comerle el coñito a su hija.

Yo estaba en el séptimo cielo, con esos dos bombones en mi cama. Besaba a una y a la otra, y las acariciaba a las dos. Pasamos un rato de lo más divertido allí los tres, y cuando mi polla empezaba a recobrar la vida, Adriana dijo que se tenía que ir, que Jessy estaba en casa con una amiga, y que tenía que hacer la cena, así que me dio un buen beso agarrándome la polla y le habló a Lucía.

A – Tú dale a este hombre lo que te pida, y no te vengas tarde a casa, que tu padre estará a punto de llegar y preguntará por ti.

Y mientras Lucía y yo nos abrazábamos y nos empezábamos a besar y a acariciarnos de nuevo, ella se vistió y se fue con una sonrisa en la cara.

Cuando tenía apenas diez años e iba a la escuela primaria, acostumbraba a quedarme en casa de una de las hermanas de mi madre. Ya que mis padres trabajaban mucho ninguno de ellos podía recogerme a las horas de salida casi nunca, y como mi prima y mi hermana asistíamos a la misma escuela, era mi tía Lucila la que nos acogía en su casa hasta que llegaran por nosotros, casi siempre entre las siete y las ocho. Es por eso por lo que los cuatro teníamos una relación bastante cercana, literalmente nos veíamos todos los días, durante horas.

Fue durante tal época donde nació mi deseo de ser sumiso ante las mujeres. Empecé a obsesionarme por el calzado que usaba mi tía, aquellos zapatos con tacón bajo color negro que generalmente usaba para salir, siempre que tenía la oportunidad los veía, y estando a solas me metía dentro de su closet y olía el interior con deleite. Sus zapatos me encantaban, pero necesitaba más que eso, así que después de su ida por el mandado me portaba de manera servicial con ella, le cargaba las bolsas, le preguntaba sobre su día y cuando se sentaba en el sillón y prendía la televisión, le ofrecía un masaje en los pies.

—En serio que eres un chico hermoso, Marco. Pero no, a lo mejor mis pies huelan realmente mal, no creo que puedas soportar el olor —decía mi tía de forma juguetona.

—No te preocupes por eso, después de todo lo que haces por nosotros, es lo menos que mereces. Vamos, deja que tus pies se relajen un poco —entonces tomaba esos zapatos que usaba, los quitaba, y los dejaba a un lado para poder observar esos bellos pies.

—Deja que coloque un cojín para ti, tía —con mucha delicadeza tomaba sus talones y los colocaba bajo un suave cojín.

Con el pecho en el suelo y mi rostro a unos cuantos centímetros de sus plantas di el primer masaje de mi vida, de acuerdo con lo que había visto en alguna película empecé a hacer movimientos circulares por todo su pie. En un momento no pude parar mi estado de excitación y bese su dedo gordo, atónito por saber cuál sería la respuesta de mi tía, me quede en shock. Ella dio una extraña mirada y luego dijo:

—No te preocupes. Vamos, hazlo de nuevo.

Comencé a besar toda su planta con mucha pasión, luego de eso saqué mi lengua y lamí sus pies enteros.

—¿Es la primera vez que haces algo así?

—Nunca me había atrevido a hacerlo con nadie más —dije con mucha vergüenza.

—Pues si a los dos nos gusta hacerlo tal vez deberíamos repetirlo, ¿no crees?

—Me… gustaría.

—Muy bien, entonces sigue lamiendo. —la obedecí y durante la duración de todo el programa que veía, lamí todo el espacio de sus pies.

Entonces mi tía se paró del sofá donde descansaba y me dijo:

—Necesito que me pongas mis zapatos, serias tan amable.

—Por supuesto, tía.

—Tal vez deberías llamarme ama.

—¿Cómo a los reyes en las películas de viejitas?

—Pero solo entre nosotros, recuérdalo.

—Sí, tía ama— y entonces le coloqué sus lindos zapatos y arrodillado ante ella, di dos besos de despedida sobre sus empeines.

Así empezó la etapa fetichista de mi niñez, inicialmente solo con mi tía, mientras nadie más veía, pero dentro de varias semanas el juego se expandió como lo explicare pronto.

Cierto día, estaba jugando con mi hermana Diana y mi prima Aline a las escondidas. En un momento, mi tía entro por la puerta del cuarto de mi prima.

—Niños ¿están aquí?

—Sí, aquí estamos —dijo mi hermana, que era la que debía de buscar.

Desde mi escondite bajo una de las camas, podía verla. Pronto, mi tía descubrió desde donde la veía y camino hasta mí. Me agache más y solo lograba ver sus piernas, estas se acercaron a mi hasta que tenía sus zapatos de tacón negro justo al lado mío. No supe exactamente porque mi tía había hecho eso, pero el punto es que al ver sus zapatos juntos a mí no pude resistirme a besarlos. Creo que esa era su intención, de otra forma no se hubiera acercado de forma tan indiscriminada a mí.

Lamí sin control el cuero que cubría sus dedos hasta que me sorprendió mi prima. Aline, detrás de mi bajo la cama, me dio un leve toque en mi espalda para hacerme saber que había visto lo que hacía con los pies de su madre, casi di un salto y por poco golpeo mi cabeza con la cama. No sabía qué hacer, ni lo que ella pensaba sobre mi ese momento. Lo único que me dio tiempo a hacer fue quedarme paralizado. Mi tía luego se fue de la habitación.

—¿Por qué haces eso? —fue lo primero que dijo mi prima.

—No sé de lo que hablas.

—Le lamias los zapatos a mi mamá.

—Yo… bueno —fue lo que respondí.

—Ya, dime la verdad ¿lo hacías o no?

—Sí, lo hice, pero no le digas a demás personas, por favor.

—Nunca haría eso, eres mi primo, pero me gustaría saber qué es lo que se siente —mi prima movió sus piernas hacia a mí, y con sus manos empezó a quitarse los tenis escolares que traía puestos.

—¿Te gustaría ayudarme? —me dijo ella.

Sujete sus calcetas rosadas y las pegue junto a mi nariz y las empecé a oler, su olor me parecía tan especial y diferente al de mi tía, algo así como dulce e infantil, recuerdo que sin resistirme lamí con mi lengua todo el algodón de sus calcetas. Por momentos, logre sentir el sudor que salía del interior de sus pequeños dedos. Mientras, Aline, observaba atentamente como admiraba sus pies y daba un par de sonrisas.

—Oye, podrías empezar con quitarme mis calcetas —y fue eso lo que hice.

Ahora, con sus pies descubiertos lamí el centro de sus plantas, ella no paraba de reír, no podía soportar el cosquilleo que mi lengua producía sobre sus pies. Tomé sus dos pies con mis manos y me los metí lo más que pude en mi boca, ya teniendo sus deditos dentro de mí, los saboreaba sin parar.

—¿A mi mamá le gusta que hagas eso con ella también? —por un momento saque sus pies y logre ver como estaban llenos de saliva.

—Sí, creo que le gusta.

—¿Fue ella la que te pidió que lo hiciera?

—Sí.

—Sabes, se siente bien que traten los pies de esta forma.

Ni siquiera pude responder porque oí a Diana entrar en la habitación. Con mucho miedo, sequé la saliva de los pies de mi prima con mi camisa y le puse sus calcetas. Apenas nos dio tiempo de simular normalidad, ya que Diana nos encontró.

—Ahí estaban escondidos, creo que yo gane —dijo al vernos bajo la cama.

Fue ahí donde empecé a creer que me estaba metiendo en problemas más graves por el hecho que ya dos personas cercanas conocían mi secreto, y las dos eran miembros cercanos de mi familia. Sin embargo, nunca puse resistencia cuando mi prima me invitaba a tales actos. Luego de la escuela, los dos nos encerrábamos en su cuarto y mientras se cambiaba yo ya sabía de sobra lo que tenía que hacer, me tumbaba en el piso justo al lado de su cama y esperaba. Finalmente, Aline, con ropa de casa y pies desnudos, se sentaba al borde de la cama y dejaba caer sus piernas en mi rostro.

Tanto lunes, martes y jueves tenía que hacer ejercicio, así que yo era el encargado de limpiar sus pies. Prendía la televisión y veía un programa de chicas por casi una hora, mientras que yo chupaba el sudor de sus cansados pies. De vez en cuando me prestaba atención y se movía ella misma para que se me facilitara la tarea, pero la mayor parte del tiempo yo tan solo lamía y relamía sus plantas hasta dejarlas arrugadas por la humedad. Por semanas nadie se enteró de lo que hacíamos en la intimidad hasta que una tarde cambio.

Todos nos encontrábamos viendo una película sentados en el sillón de sala, empezaba a oscurecer y mis padres no llegarían hasta muy entrada la noche. Aline, sentada a mi izquierda, me pidió que rellenara su bol de polímitas, obedecí pues en primera instancia parecía una petición normal. Fui a la cocina y regresé con las palomitas, pero antes de poder sentarme en mi sitio, ella dijo:

—¿Podrías poner el bol en el piso, primo?

—Claro —empecé a sospechar sus intenciones, pero igualmente lo hice.

Entonces, se quitó las zapatillas de andar por casa que traía sin usar sus manos, y metió un de sus pies en el tazón de palomitas. Tanto mi hermana como mi tía miraron la escena con extrañeza, aunque para ser honestos, creo que mi tía sabía lo que pasaría a continuación.

—¿Tienes hambre, Marco? Te comparto de mis palomitas —me quede inmóvil y ella lo noto.

—Vamos, sé que quieres hacerlo —dijo de forma infantil, como si de un juego se tratase ya que apenas teníamos diez años.

Me arrodillé frente a ella y comí una palomita que sostenía con su dedo grande. Diana fue la primera en decir algo al respecto.

—Marco, ¿Qué haces?

—No te preocupes, prima, él está muy feliz de comer de mis pies.

Sorprendentemente mi hermana no se lo tomó tan mal como yo creí en el momento. Sin duda mi tía se dio cuenta de que su hija me usaba de la misma manera que ella, y ahora que todas lo sabían se aprovecharía de ello.

—Se ve bastante divertido, Diana, ¿Por qué no lo pruebas?

—Yo… bueno.

—No tiene nada de malo, es tu hermano, que no confías en él.

—Sí, y aparte se siente muy gracioso.

—Ay, bueno —después de dudar muy poco, mi hermana se quitó las sandalias hawaianas que siempre usaba y coloco su propio bol de palomitas en el suelo.

—Ven, hermanito, yo también tengo palomitas —metió sus dos pies enteros en el bol. Entonces, comencé a comerme aquellas que tenía sobre sus pies, y luego lamí sus empeines. Ella parecía disfrutarlo mucho, reía y reía mientras veía como lamia con devoción sus deditos.

—Hermanito, ¿y a que vuelen mis pies?

—Huelen a quesito —le respondí y ella rio aún más.

—¿Y aun a así te gusta?

—Me gusta mucho —sacó uno de sus pies del bol y me lo puso justo frente a mi cara.

—Quiero que me lo lamas —saque mi lengua y la pasé entera por su planta, parecía que había caminado mucho por casa y su pie estaba lleno de pequeñas basuritas y polvo. Con lengua me comí todo lo que sus plantas poseían y mi hermana se sintió muy bien por ello.

—Parece que me has limpiado los pies, eres como un perrito.

—Deberías limpiarnos los pies siempre, no creen niñas —dijo mi tía.

—Sí, Sí —dijeron ellas.

Luego de lamer y lamer los pies de Diana, mi tía se quiso unir.

—¿También quieres mis pies, Marquito?

Ella se quitó sus pantuflas y poso sus talones sobre el suelo, así podía ver como sus plantas sobresalían para mí. Yo, aun de rodillas me acerqué a ellos y empecé a lamerlos. Su antepié era muy rugoso por su edad, y de coloración naranja por su trabajo, sin embargo, los de mi tía eran unos de los que más me gustaban.

Hasta el fin de la película me dedique a lamer los de pies de las tres desde el suelo, de vez en cuando alguna me pedía que le atendiera y yo solo me movía para volver a adorarla. Logre acabarme todas las palomitas que ponían entre sus deditos casi a la mitad.

Antes de que mis padres nos recogieran, mi tía nos dijo:

—Recuerden que nadie debe de enterarse de esto, si no, ya no podremos disfrutar que Marco se encargue de nuestros pies.

—Está bien —dijeron tanto Diana como Aline.

Todos cumplimos nuestra promesa, ya que nadie más se enteró de lo que hacíamos. No creo que mi hermana recuerde esa etapa, o si la recuerda, piensa en ello como solo un juego de niños. De todas formas, nunca hablamos de eso y no creo que quiera hacerlo.

CAPITULO I

PREAMBULO

El Estado de Emergencia o de excepción o de guerra o de lo que coño sea, que habíamos tenido, nos había sacando a todos de “nuestras casillas”.

Nadie a principio de año, podría imaginarse la que se nos venía encima. O quizás sí.

En tres meses, habían pasado cosas que seguro dan para muchos libros, muchas más películas. Se habían roto sueños, proyectos, vidas. Había mucha gente que en este tiempo, se habían arruinado. Habían pasado de llevar una vida relativamente cómoda a tener que recurrir a los servicios sociales para poder comer.

El caso es que esta pandemia, no va a dejar indemne a nadie.

Los que no habían tenido un daño físico, ya fuera en primera persona, o en algún familiar, tenía algún conocido cercano que si lo había padecido.

Lo de los fallecidos, dramático. Habían muerto solos, como perros. Y en la mayoría de los casos los familiares habían tardado mucho tiempo en poder decirle adiós.

Y luego estaban los otros. La mayoría. Los que sin duda, guardaríamos secuelas psicológicas de por vida. En algunos casos, todos habíamos padecido el “Síndrome de la Cabaña”, que hoy en día siguen padeciendo niños y mayores.

Auténtico pavor a salir a la calle. Ha sido como si esperáramos en cada esquina encontrar a una legión de las esporitas dichosas, esperando para infectarnos, y mandarnos al hospital.

Que labor la de los sanitarios. Trabajando sin parar más de doce horas seguidas, y con el más que evidente riesgo de contagiarse del virus.

Era como si esperáramos una de las plagas de Egipto. Que el Angel de la Muerte apareciera en cualquier momento. Menos mal que al bueno de Simón, no le dio por decir que marcáramos las puertas de casa con sangre de una virgen. Habríamos muerto todos, jaja

En ese tiempo, yo particularmente, me había acojonado. Había cantado el resistiré hasta quedarme ronco. Había intentado conseguir papel higiénico por todos lados. Luego la guerra fue por los guantes. No había por ningún sitio, aunque nadie se ponía de acuerdo en si eran perjudiciales o beneficiosos.

El caso es que ya nos dirigimos a la “nueva Normalidad”. Tiene cojones el nombre que le han puesto. En que consistirá?. No lo saben ni ellos. El tema es que mascarilla por todos lados, y dos metros de separación.

Con esa distancia… ¿Quien va a ligar?

Bueno a mí de momento, no me hace falta. Tengo novia. Bueno, realmente, se tiene sola. Pero llevó ya más de dos años, saliendo con un chica del barrio. Berta. Tiene 25 años.

Por cierto, aún no me he presentado.

Me llamo Rubén. Tengo 28 años Soy licenciado en Ciencias en ingeniería – electrónica. Actualmente me encontraba cursando un Master en Ingeniería Informática. Supongo que el curso que viene continuare con él. Vivo en una familia acomodada en el centro de Madrid, y tengo dos hermanas menores que yo.

Durante el largo confinamiento, la vida en casa había tenido de todo. Las convivencias tan prolongadas e intensas habían ayudado a conocernos bastante más todos. Yo por ejemplo, conocía ya casi todos los tangas de mis hermanas. No sé porque extraña razón mediado el confinamiento las dio por pasearse a todas horas por casa con una camiseta y el tanga. Las daba igual que estuviéramos mi padre, que estuviera yo, o que estuviera el Papa. Ellas salían y lucían sus nalgas con un descaro que la verdad, me habían provocado más de una situación embarazosa.

Son gemelas, tienen 22 años, Emma y Carla. La verdad es que están cañón. La dos tienen novio. Cada una uno, claro. No el mismo. Y yo me imagino que mantenían cibersexo con los novios, como hacía yo con Berta, y bueno luego salían cachondonas perdidas.

A mí una tarde, Carla, me provocó una erección como no la había tenido en la vida, al menos que yo recuerde. Salió de su cuarto y se sentó justo enfrente mío. Cruzó las piernas de tal formas estilo indio sentado, que de momento pude ver la tela de su tanga rosa visiblemente mojada. Pero no solo eso, no se si por efecto de la humedad, de la posición, o que ella hacía algo con el tanga en la parte alta, el caso es que se le iba metiendo por la raja, hasta dejar los dos labios al aire. Tuve que escapar al lavabo a calmar mi erección. Pero no solo era yo. Más de una vez pillé también a mi padre mirando al mismo sitio que miraba yo. Bueno, serán mucho hermanas o hijas, pero que coño somos humanos.

Afortunadamente, supongo, el tema no se desmadró en ningún momento y pudimos terminar el confinamiento de una forma digna.

Los reencuentro, en muchos casos furtivos una vez terminado el confinamiento, supongo que tuvo que significar la eyaculación de litros y litros de semen en toda España, si es que fuera cuantificable.

Con la fase 2, ya pude volver a subir a casa de Berta y ella a la mía. Una de las primeras veces que subí a su casa, y que sus padres habían salido a comprar algo, Berta se me puso en plan misterioso y dramático como la gusta a ella.

“Gordito”, me dijo.

Una mierda. Yo no estoy gordito. Mido 1,85 y peso 78 kilos. Es cierto que algo he cogido en el confinamiento. No es lo mismo hacer alguna tabla de gimnasia en casa, que machacarte en el gym o jugando al basket con los colegas.

“Durante este confinamiento, tengo el presentimiento de que algo raro ha ocurrido con mi madre”, me siguió diciendo.

“Explícate”, la dije, suponiendo que era una de sus paranoias de las muchas que tenía

“Como ya te he comentado otras veces, ella es enemiga de todas estas nuevas tecnologías, tablets, ordenadores, etc. El móvil solo llamar y wasap. Sin embargo, más o menos a la mitad del confinamiento, ha empezado a demostrar un inusitado interés en saber cosas que antes le eran indiferentes.”

“Bueno, y ¿que le ves de raro?. Durante el confinamiento ha habido mucho tiempo libre, había que ocuparlo en algo”, la respondí.

“Ya, si a mí incluso me hizo gracia las primeras veces que me preguntó y que me hizo meterme con ella en un chat a ver cómo iba eso. En cuanto la dijeron las primeras guarradas, se ruborizaba y se salía. Pero ya sabes que es muy metódica, para algo es jueza, y apuntaba todo. Y luego, claro cuando estaba sola pues volvía a entrar. Bueno no me consta eso, pero podía hacerlo perfectamente”, me dijo ella cada vez más embalada.

“Bueno, bien, y donde está el problema?”, la dije.

“Digamos que su carácter empezó a cambiar. La notaba como más reservada, más huidiza, como más ida. No tardé en relacionar su estado de ánimo con el chat, o con internet en general, así es que decidí vigilarla, por decirlo de alguna forma”, me dijo ella toda digna.

“Pero que cotilla. Jajajaja, y que descubriste?”, la pregunté sin poder contenerme la risa.

“Bueno la única pista que dejaba, era el historial de los navegadores. No la enseñe a borrarlos. Un día que se fue a la compra, entre y estuve cotilleando. Me encontré con vínculos a páginas por supuesto de contenido sexual”, me dijo muy indignada.

“Mujer no querrías que estuviera viendo a Heidi”, la dije bromeando.

“No seas tonto, hombre!!”, me dijo un poco enfadada, “ los links eran de películas de dominación, bdsm, sado, incluso zoofilia”

“Vaya con Estefanía”, la dije.

Estefanía, la madre de Berta, era una cincuentona de muy buen ver. Tanto en la piscina como en la playa, lucía un tipo que para su edad, estaba tremenda. Mejor que la hija, vamos. Pero eso no se lo iba a decir.

“Vale, está un poco salidilla, y que?, la pregunté.

“Hace un par de días la mire el wasap. No suelo hacerlo, pero me pudo la curiosidad. Leí una conversación, me llamo la atención porque ponía mama, y mi abuela ni de coña usa el wasap. Y le pille la conversación. Me la reenvié y te la paso a ti para que la leas. A mí me da hasta vergüenza enseñártela”, me dijo enviándome la conversación.

Abrí el wasap ahora ya si con curiosidad, y leí.

NOTA DEL AUTOR

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“Buah!!!!, se me ha puesto la polla como una morcilla. Joder con la Estefy que polvazo tiene la muy zorra”, no pude evitar decir.

“Oye gilipollas, que es mi madre, no veas las fotos solo el texto y además ha preguntado por mí el anormal ese”, me dijo Berta alterada.

“Ya bueno, si, no pude evitar ver lo buena que esta la suegrecita. Pero ya. Ya pasó. Y que quieres que haga yo?”, la pregunté.

“Mira, verás?”, me dijo cogiéndome de la mano y dirigiéndonos hacia las habitaciones.

Guau, pensé para mí, se ha puesto también cachonda y vamos a echar un polvo. Vi que nos dirigíamos al dormitorio de los padres. El colmo del morbo follar en la cama de ellos. Entramos, y no, no era para eso.

“Mira”, me dijo abriendo un cajón lleno de jerséis.

“Increíble, un cajón lleno de jerséis”, la dije con sarcasmo.

“Si, claro pero antes estaba lleno de lencería. De su ropa interior. He mirado por todas partes, y nada, en armarios, en sitios escondidos, y nada de nada. Además he notado que en alguna ocasión ha cogido algún tanga mío”, me dijo muy digna.

“O sea, que está desobedeciendo al Amo? Como se entere le va a poner el culo bien rojo, jajajaja”, la contesté sin poder contener la risa.

“Pues vaya ayuda que me he buscado. Yo soy la que no tengo ni idea de que hacer, pero no puedo dejar que mi madre haga todo lo que le ha dicho el tío ese que va a hacer. Y lo malo es que el 25 es pasado mañana, joder, y no sé que hacer”, dijo Berta empezando a lloriquear.

“Bueno, bueno, a ver no dramaticemos. Vamos a ver las opciones. Descartamos hablar con ella o hablar con tu padre o con los dos, no?”, la dije.

“Joder, yo que sé”, dijo Berta descorazonada.

“A ver, se me está ocurriendo algo. Pienso en voz alta y me dices luego que te parece. Supongamos que podemos hacernos con el móvil de tu madre, el tiempo necesario para meterla un troyano. Bueno básicamente sería un ficherito, que actuaría de cortafuegos entre ella y el pollo ese. Es decir cuando vuelva el tio ese, y la escriba, realmente recibiríamos nosotros el wasap, y podríamos contestarle, cortando el tema. Estaría solucionado con el Amo, pero quedaría tu madre. Podríamos hacerla creer que habla con él, pero ella querría su adiestramiento en el dungeon ese, y ahí nos perdemos”, la dije.

“No está mal pensado. Nada mal. Cuanto tiempo necesitarías su móvil para meterle el troyano?”, me dijo Berta más animada.

“Eso es un momento mandárselo por bluetooth y ejecutarlo. Ponle dos minutos”, la dije.

“O sea que podemos estar en casa cuando, por ejemplo, se meta a ducharse, y aprovechar ese momento, no?”, me dijo Berta.

“Si, yo te enseño a hacerlo. Lo haces tú, y yo me meto a ducharme con ella. Así la entretengo, jaja”, la dije jugándomela claramente.

“En serio serias capaz de follar con ella?”, me preguntó.

“A ver nena, que estoy de coña”; la dije yo para salir del trance.

“No, no en serio. Serias capaz de follarla?”, repitió ella.

“Que si hacemos lo que has dicho, efectivamente nos hará falta un amo, alguien que la domine, que la folle”, me dijo con una naturalidad que me sorprendió.

“Vale, vale, veo por donde vas. Y a ti no te importaría que fuera yo quien me hiciera pasar por el amo de tu madre, follándola incluso?”, la pregunté relamiéndome.

“Claro que me importaría, pero este sería el típico caso en que el fin justifica los medios”, dijo ella con aparente seguridad.

“Perfecto”, le dije yo, ”pero hay un problema. El tío habla de llevarla a un dungeon. De donde lo sacamos?, yo en mi cuarto como que no puedo dominarla”, la dije.

“Ya en eso tienes razón. Podríamos llevarla a alguna local abandonado o alquilado o yo que se”, me dijo ella de nuevo desanimada.

“Sí pero haría falta material, ya sabes, para azotarla, y esas cosas. Es lo que esperará”, la dije.

“Sí, sí, tienes razón no se puede hacer”, me dijo ella tirando la toalla.

“Bueno déjame darle un par de vueltas, y mientras preparo el troyano por si acaso. Ok cariño?, la dije dándole un morreito para calmarla.

CONTINUARA

En el bar donde paraba algunas tardes, tenían una peña de fútbol. Solían ir a entrenar 2 días a la semana, lo hacían en un colegio, en un pequeño campo de fútbol. Iban todos los martes y jueves sobre las 8 de la tarde. El entrenamiento se trataba de jugar un partidillo de fútbol entre ellos, unas veces eran más, otras menos, pero casi siempre se llegaban a juntar unas 18 personas.

Las edades de la mayoría rondaban entre los 37 o 38 años, aunque había algunos que rondaban los 50, y un par de ellos que estarían entre los 29 o 30 años.

Los que llevaban todo, eran 2 clientes y amigos del dueño del bar, se que uno de ellos trabajaba de conserje en el colegio, fue por la mediación suya el conseguir poder entrenar en aquel colegio. Ambos eran amigos y se llevaban muy bien.

Un día que les faltaba bastante gente, el que llevaba todo, me invitó a ir con ellos. Al principio le dije que no, que además no tenía ropa. No gracias, yo al fútbol soy muy malo, no es lo mío, además, aunque quisiera, no tengo ropa para poner.

Va, tú tranquilo, nosotros tampoco somos profesionales, solo se trata de jugar un partidillo entre amigos. Además, hoy somos muy pocos, nos vendría estupendamente que vinieras. Por la ropa no te preocupes, en la bolsa de deportes tengo ropa para varios.

Sí, pero es que, aunque quisiera, tampoco tengo calzado, y no voy a jugar con los zapatos.

Si es por eso no te preocupes, Fernando tiene botas en el colegio, me decía mirando para mis pies. No tienes problema calzas más o menos el mismo número que yo, y Fernando tiene de mi número y varios más.

Venga, anímate y ven con nosotros, me decía.

Tanto me insistió que terminé por aceptar. Además, así pasaba un rato entretenido. Está bien, pero mira que no tengo nada, ni siquiera tengo con que ducharme.

No te preocupes, yo llevo de todo, por eso no vas a tener ningún problema.

De esa manera aquel día fui con ellos a jugar el partidillo de fútbol.

Yo iba en el coche con Rafa, que era el que organizaba todo, y era el que me había liado. Nada más llegar al colegio, fue en busca de Fernando para que me dejara unas botas. Mientras tanto yo esperaba allí sentado en los vestuarios viendo cómo se cambiaban los demás componentes del grupo.

Estaba allí sentado esperando, y ya me estaba arrepintiendo de haber aceptado. Como hostias me había dejado liar, pensaba, viendo aquellos cuerpos desnudos. Además, que a la mayoría no los conocía, solo a unos cuantos, y tan solo los conocía de vista, ya que en alguna ocasión habíamos coincidido en el bar donde paraba por las tardes.

Estaba viendo aquellos cuerpos y me estaba empezando a poner malo. Joder solo me faltaba terminar empalmado viendo a aquellos tíos allí desnudos cambiándose delante mía.

Cuando apareció Rafa junto a Fernando, ya prácticamente todos habían salido. Traían 3 pares de botas junto a la ropa para poder cambiarme.

Toma, dijo Rafa, dándome un pantalón de deportes, camiseta y un par de calcetines. Mira a ver si te vale alguna de estas, me decía Fernando dejando en el suelo los 3 pares de botas. Miré las que me parecieron de mi número, viendo que sí me valían, por lo que me empecé a desnudar.

Empecé a quitarme la cazadora, colgándola en la percha que estaba fija en la pared de aquellos vestuarios, haciendo luego lo mismo con la camisa y resto de la ropa. Cuando terminé por sacarme el slip, dándoles la espalda a Rafa y Fernando, me puse rápidamente el pantalón de deportes, tenía miedo de que me vieran con la polla morcillona a media asta. Nada más ponerme el pantalón de deportes, sentándome en el banco, empecé a ponerme los calcetines, calzándome luego aquellas botas de fútbol.

Mientras me estaba calzando, pude ver a Rafa totalmente desnudo. Joder, pedazo de polla que tenía el cabrón, no es que fuera enorme, sería aproximadamente de unos 16 centímetros, lo que me llamó la atención además de lo bien formada que tenía la polla, eran los huevos. La hostia, le colgaban un montón. Quedé mirando medio hipnotizado, cosa que él vio perfectamente como le miraba. No dijo nada, pero vio como mi cara se enrojecía, empezando a ponerme yo nervioso, No sabiendo para donde mirar.

Dios, aquella visión me había puesto malo, notaba como mi pobre polla se empalmaba cada vez más. No sabía como ponerme, muerto de vergüenza empecé a calzarme las botas, mirando de reojo para Rafa. Veía como estaba allí delante mía, totalmente desnudo, el cabrón parecía que se estaba exhibiendo delante mía. No tenía prisa por vestirse, apoyó un pie en el banco, empezando a vendarse el tobillo. Joder, aquello era demasiado, ahora podía ver perfectamente lo que le colgaba del medio de las piernas. Ver aquella polla y aquellos huevos que le colgaban, me tenían tan pero que tan excitado que no era capaz de levantarme del banco, si me levantaba, Rafa, vería el tremendo empalme que yo tenía en esos momentos.

Rafa que era perro viejo, se había dado perfectamente cuenta de mi sonrojo al verle los genitales. Sabía que me había puesto nervioso al verle y que me había excitado, el cabrón no decía nada, pero su cara reflejaba una leve sonrisa al ver el mal rato que yo estaba pasando, el muy cabrón sabía que me había puesto cachondo.

Cuando por fin se terminó de vestir, sin perder aquella socarrona sonrisa, salimos ambos para el campo de futbol. Nada más salir por la puerta del vestuario, Rafa, dándome una palmada en el culo, me decía que me relajara. Te veo muy nervioso, no estés tan tenso hombre, relájate que solo es un partido entre amigos.

Ufff, eso es lo que trataba de hacer, pero ver aquella verga con aquellos huevos colgando me habían puesto malo. Y si seguía dándome palmaditas en el culo, me iba a poner más cachondo.

Al llegar al campo, organizaron 2 equipos, éramos en total 14, por lo que jugamos un partido de 7 contra 7. Menos mal que el campo no era muy grande si no, hubiéramos quedado asfixiados.

Cuando terminamos de jugar el partido, Rafa me pidió que me quedara con él. Iba a realizar unos ejercicios y necesitaba que uno le ayudara, como yo era el que iba con él en el coche y tenía que esperar por él, me pidió a mí que me quedara, cosa que no me importó.

Estuvimos cerca de 30 minutos, dando por finalizado cuando empezaban a salir del vestuario ya duchados la mayoría de los otros componentes del grupo.

Cuando entramos Rafa y yo al vestuario para ducharnos y cambiarnos, solo quedaban 4 que estaban ya vestidos, terminando de recoger la ropa, metiéndola en las bolsas de deportes.

Me senté en el banco empezando a descalzar, cuando Rafa me pasó una toalla de las que traía él. Toma, usa esta toalla, el jabón ya lo llevo yo para la ducha, me decía mientras yo me desvestía.

Nada más desnudarme, dejando la toalla en el banco, fui para las duchas. Eran 5 duchas corridas, entre ellas no había nada que las separase, por lo que poniéndome en la que quedaba en la esquina, abrí la llave, dejando que empezase a caer el agua por mí.

Me puse mirando frente a la pared, no quería que Rafa viera mi polla, la muy cabrona volvía a estar a media asta. Estaba volviendo a estar excitado, a ver si al contacto con el agua, aquello se calmaba.

Cuando Rafa llegó a las duchas, me pasó la botella de gel, para que pudiera enjabonarme. Toma, usa este gel, decía pasándome la botella. Me giré para coger la botella que me pasaba, y cuando estiré la mano, pude volver a ver aquella verga que me atormentaba.

Dios, si aquella verga que veía me tenía hipnotizado, ver cómo le colgaban aquellas pelotas, me hacía estremecer.

Dándole la espalda, abrí la botella cogiendo un poco de gel y luego de enjabonarme, le volví a pasar la botella a Rafa.

Toma, le dije pasando la botella, a la vez que miraba de reojo para sus genitales.

Alargó la mano sujetando la botella de gel, viendo como mis ojos se iban a lo que le colgaba en el medio de las piernas. El cabronazo sabía que yo volvía a estar excitado y nervioso.

Miró para mí, viendo cómo le daba la espalda tratando de que no viera el empalme que estaba padeciendo.

Lo que yo no sabía, era que él ya hacía mucho tiempo que sospechaba que yo era gay. Vamos, que más que sospechar, estaba seguro de que, a mí, me gustaban las pollas y aquello se lo estaba confirmando.

Viendo que la ocasión que se le presentaba era propicia tal y como lo había planeado, después de dejar la botella de gel en el suelo, viendo como resbalaba el jabón por mi espalda, llevó sus manos a mi culito, empezando a pasar sus manos por él.

¡Ehhh! Exclamé al notar como pasaba sus manos por los cachetes de mi culo, pegándose a mí, a la vez que daba un respingo, pegándome a la pared de azulejos.

Tranquilo que no pasa nada, tu no te muevas y déjame hacer a mí. Ya he visto como te pones al verme la polla, se que te gusta y excita, sé que la estás deseando, ¿Verdad que sí? Me decía pegándose a mi espalda a la vez que llevaba mi mano a su entrepierna.

Tócala, que sé que lo estás deseando, se que te gusta y mueres por tocarla, me decía manteniéndome pegado a él arrinconándome a la esquina de las duchas. Sin poder evitarlo, toqué con mi mano aquella verga que me excitaba, notando que se estaba empalmando. Muerto de vergüenza, empecé a palpar aquella verga, notando como le colgaban aquellos huevos, Dios, que estremecimiento me dio, sí ya estaba empalmado viéndole aquella verga y aquellos genitales, tocárselos, me hizo poner más duro. Sin poder remediarlo, empecé a acariciar aquellos huevos que tanto me habían llamado la atención, haciéndole soltar un gemido mientras yo se los acariciaba.

¡Ohhh que gusto! Te gustan mis huevos, ¿eh? Te gustan como cuelgan, verdad, me decía mientras me acariciaba mordiéndome el lóbulo de la oreja.

¡Bufff! Joder que culito más sexi tienes, deja que te enjabone yo, decía pasando sus manos por los cachetes de mi culito.

Yo que al principio me había asustado, ahora estaba inmóvil, pegado a la pared de azulejos, notando como Rafa, acariciaba frotando con sus manos los cachetes de mi culito.

Notaba cómo iba deslizando sus manos por mi culo, pegándose cada vez más a mí, pasando luego sus manos por mis piernas, llevándolas hasta mis genitales, donde empezó a magrear mis huevos, notando el empalme que tenía.

¡Ufff como estás! Decía palpando mi polla con sus manos. Así, así, deja que yo te enjabone, decía mientras acariciaba mi polla, a la vez que pegaba su cuerpo al mío.

Notaba su pelvis pegada a mi trasero y como sus manos acariciaban mi polla a la vez que la iba descapullando.

¿Te gusta?

¿Te gusta cómo te enjabono? Me preguntaba a la vez que llevaba su boca a mi nuca mordiéndola, mientras seguía acariciando mis genitales y polla, viendo como yo me retorcía de gusto, pegando mi culo a su pelvis.

Yo no decía nada, solo me dejaba hacer. Notaba como acariciaba mis genitales y polla haciendo que me inclinara a causa del gusto que estaba sintiendo, haciendo que mi culo se pegara más a él.

Notaba su pelvis pegada a mi culo a la vez que mordía mi nuca, haciéndome gemir mientras me retorcía de gusto.

Tú tranquilo que no pasa nada, que no te de vergüenza, me decía empezando a darme la vuelta quedando, mirando para él.

Llevó su boca a mis pezones, empezando a mordisquearlos, subiendo luego hasta mi cuello, donde me hizo estremecer a la vez que empezaba a temblarme las piernas mientras gemía, teniendo que sujetarme a él.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía sin poder dejar de temblar, notando como el agua caía por nosotros, mientras él no dejaba de morderme el cuello a la vez que me iba acariciando con sus manos.

Subió luego su boca hasta la mía, empezando a morderme los labios, mmm, jadeaba mientras iba mordiendo mis labios, metiendo luego su lengua en mi boca. Chupó, succionó y saboreo toda mi cavidad bucal, hasta que, poniendo sus manos sobre mis hombros, empezó a empujarme hacia abajo, haciendo que me agachase.

No hizo falta que dijera nada, sabía lo que quería y estaba deseando al igual que yo, por lo que poniéndome de cuclillas mientras me sujetaba a sus caderas, llevé mi boca a su polla y a la vez que la sujetaba con una mano sintiendo como caía el agua de la ducha por nuestros cuerpos, empecé a pasar mi lengua por la cabeza de aquella polla que tanto me estaba trastornando desde que la había visto.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía notando mi lengua saborear la cabeza de su polla, volviendo a soltar más gemidos, cuando empecé a chupar aquel rico manjar, mientras con mi mano acariciaba aquellos huevos que tanto me habían sorprendido, por lo mucho que le colgaban.

¡Ohhh! Sí, sí, así así, gritaba metiéndome toda la polla en la boca.

Después de que me tuvo un buen rato chupándole la polla, levantándome por los brazos, me dio la vuelta poniéndome cara a la pared, fue a por el gel, y después de echar un poco sobre su mano, llevó esta hasta mi culo, empezando a enjabonar toda la raja de mi ano.

Así, así, decía lubricando mi hoyito con el gel, tu tranquilo que no pasa nada, tu solo relájate y déjame hacer a mí, ya verás cómo te va a gustar, me decía.

Presionó con un dedo en mi agujero introduciendo el mismo en él, repitiendo la misma operación, pero ahora con 2 de sus dedos, haciendo que mi agujerito se abriese a la vez que lo iba dilatando.

Así así, abre bien las piernas y deja que se vaya abriendo tu chochito para mí, decía introduciéndome 2 de sus dedos por mi culo.

Yo me abría todo lo que podía de piernas a la vez que me inclinaba apoyando las manos sobre la pared de azulejos, dejando totalmente expuesto mi culo para que lo fuese abriendo con sus dedos.

Así, así, ahora vamos a darte lo que tanto estás deseando, decía sacando sus dedos de mi culo a la vez que llevaba su polla a él.

Colocó la cabeza del glande en la entrada de ni hoyito, y mientras me sujetaba por las caderas, dio una embestida, metiéndome de una estocada toda la verga por el culo.

¡Ohhh! Grité al notar como metía toda su verga por mi culo, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Volví a gritar al notar como aquella polla se enterraba totalmente en lo más profundo de mis entrañas sintiendo golpear su pelvis contra mi culo. Volvió otra vez a impulsar su pelvis clavando más a fondo su polla, manteniéndome fuertemente sujetado por las caderas.

Luego arrimó sus pies más hacia mí, y una vez me tuvo bien colocado, empezó a culearme.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a culearme, ensartándome una y otra vez su polla en lo más profundo de mis entrañas.

Al poco de empezar a culearme, dejándome ensartada la polla en lo más profundo de mis entrañas, separándome de la pared de azulejos, me llevó ensartado en su polla, poniéndose ahora el pegado a la pared de azulejos, quedando yo sin tener donde apoyarme. Ahora me tenía mirando para los vestuarios, pudiendo verme la cara cualquiera que estuviese allí, y el que estaba y ya prácticamente desnudo, no era otro más que Fernando, el amigo y conserje del colegio.

Por supuesto que Fernando, ya sabía lo que iba a pasar, los 2 lo habían planeado, y ahora venía a participar, no quería perderse esa fiesta.

Dios, vaya pedazo de empalme que tenía el cabrón del conserje, se le podía ver la verga totalmente erecta y descapullada. El glande sonrosado y soltando líquido preseminal. Nos miramos a los ojos, viendo él, lo que yo estaba gozando con aquella follada que me estaban dando, y pudiendo ver yo en su mirada lo excitado y caliente que estaba.

Cuando por fin llegó a junto nosotros, sin quitar la vista de mis ojos, llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela.

Miraba para mí viendo lo mucho que estaba gozando, y sin poder contenerse, llevó su boca a la mía, empezando ambos a devorarnos la boca uno al otro.

Pero él no se conformaba solo con aquello, dejando mi boca, se agachó delante mía para ir en busca de mi polla, la cual se llevó a su boca, empezando a chuparme la polla mientras su amigo Rafa, me daba por el culo.

Puse mis manos sobre su cabeza, notando como tragaba mi polla. El cabronazo no chupaba, el cabrón era como una succionadora, se enganchó a mi polla empezando a succionar, haciendo que mis piernas empezaran a temblar mientras yo gemía sin parar a la vez que me daban por el culo.

No tardé nada en empezar a correrme, aquello era demasiado placer el que me estaban dando.

¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, gritaba eyaculando todo el esperma en la boca del conserje.

Dios, ahora más que temblar, era como un flan, no se como mis piernas me aguantaban, menos mal que Rafa me tenía bien sujeto por las caderas, y gracias a que yo me sujetaba a la cabeza y hombros del conserje, sino ya estaría tumbado en el suelo.

Apenas le dio tiempo a Fernando, el conserje a dejar de chuparme la polla, cuando empezó a gritar Rafa que se corría.

Ya, ya me vengo, ya me vengo, ¡ooohhh! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritaba llenándome el culo de leche.

Noté como clavaba sus dedos en mis caderas, sus penetraciones eran más profundas y rápidas, y como su polla empezaba a palpitar dentro de mí, empezando a soltar varios chorros de semen dentro de mi culito, dejándome preñado.

Notaba como caía el agua mojando nuestros cuerpos, mientras seguía medio inclinado, siendo abrazado por Rafa, con su polla ensartada en mi culo, soltando sus últimos chorros de leche y al conserje de aquel colegio, agachado delante mía, terminando de succionar mi polla.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Jadeaba Rafa, manteniéndome abrazado a él, con su polla dentro de mi culo. Ya lo sabía, susurraba mordiéndome el lóbulo de la oreja, ya sabía que te iba a gustar, mmm, tienes un culito muy rico, que ganas tenía de follarlo, mmm, decía mordisqueando mi oreja.

El agua seguía cayendo por nuestros calientes cuerpos, mientras seguía en medio de ellos. Notaba como la polla de Rafa iba poco a poco saliendo de mi abierto y recién sodomizado culito, sin que ambos me soltaran.

Todavía estaba temblando cuando levantándose Fernando, el conserje de aquel colegio, agarrándome por la cintura, me dio media vuelta haciendo que le diera el culo. Me hizo inclinar sujetándome a la cintura de Rafa, mientras mi recién follado culo, quedaba expuesto y listo para ser sodomizado de nuevo. Ahora era la polla de Fernando, la que me iba a sodomizar, iba a darme por el culo y preñarme con su semen.

Así maricón, dame el culito que te lo vamos a dejar bien preñado, me decía pasando su mano por mi abierto y recién follado culito. Metió 2 de sus dedos viendo lo abierto que había quedado después de la follada que me había dado Rafa.

¡Ufff! Maricón que abierto tienes el chochito, este ya se ha comido muchos rabos, decía metiendo y sacando sus dedos de mi culo. Mira como te entran mis dedos por el culo.

Yo agarrado a la cintura de Rafa, gemía notando como Fernando metía sus dedos por mi culo hurgando en él. Los metía a fondo, luego los giraba y abría en forma de tijera, haciendo que mi agujerito se abriese deseando que le volvieran a meter una polla en él.

Yo estaba tan pero que tan caliente y excitado sintiendo como aquellos dedos me abrían el culo, que viendo la polla y genitales que colgaban delante de mi cara, no pudiéndome resistir, agarré con mi mano aquella polla que terminaba de darme por el culo, llevándomela a la boca. Abrí la boca empezando a chupar como si la vida se me fuera en ello.

¡Ohhh! Escuché como gemía Rafa cuando empecé a chupar aquella verga, ¡ooohhh maricón que gusto! Gritaba sujetando mi cabeza con sus manos.

Dios que puta nos saliste, maricón. Joder como chupas, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba sintiendo como le comía la polla, mientras Fernando me follaba con sus dedos.

Noté como Fernando sacaba los dedos de mi culo, se pegaba más a mí, me hizo abrir más las piernas y colocando la cabeza de su polla en la entrada de mi agujero, de un empellón, clavó toda su virilidad en lo más profundo de mis entrañas.

Sentí como la verga de Fernando entraba por mi culo, dándome un empujón cuando su pelvis chocó con mis nalgas, mmm, gemí mientras tragaba toda la polla de Rafa que estaba chupando. Dios, que hijo de puta, me había clavado la polla hasta los mismísimos cojones, dejándome empalado en ella.

Dios maricón que culo, que calentito y suave se siente, gritaba empujando más su pelvis tratando de introducir más su polla en mí.

Sujetándome por las caderas, se pegó todo lo que pudo a mí, empezando a follarme.

¡Dios que culito! Joder que gusto maricón, gritaba a la vez que me culeaba.

Solo se escuchaba el ruido del agua saliendo de la ducha, los jadeos que dábamos y el chof, chof chof chof, de la pelvis del conserje cada vez que esta golpeaba mi culo cada vez que metía su polla.

Yo estaba que me moría de tanto gusto que estaba sintiendo. Tenía los ojos en blanco, gemía y chupaba la polla de Rafa, a la vez que acariciaba aquellos cojones que tanto me gustaban, mientras el conserje seguía dándome por el culo en las duchas de aquel vestuario.

Rafa me sujetaba por la cabeza mientras yo le chupaba la polla, viendo este como su amigo Fernando me daba por el culo. Vaya follada que me estaban dando, nunca habían pensado que aquello que planearan, les estuviera saliendo tan bien.

Mis piernas cada vez temblaban más, hasta mi pobre polla empezaba a soltar gotas de semen de tanto gusto que estaba sintiendo, cuando noté como las manos de Fernando se aferraban fuertemente a mis caderas, este empezaba a apurar las culeadas, hasta que empezó a gritar, me corro, me corro.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba derramando todo su semen dentro de mi culo.

Dios que gusto me estaba dando, me abría de piernas todo lo que podía, notando como sus huevos pegaban en la entrada de mi ano, su polla se hinchaba dentro mía empezando a soltar varios trallazos de leche, dejándome preñado por segunda vez en la noche.

Cuando el conserje terminó de correrse dentro mía, sin sacar su polla de mi culo, llevó su mano a mi polla empezando a menearla hasta que hizo que me corriera de nuevo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo mientras mi polla expulsaba el poco semen que quedaban en mis huevos, derramándose en el suelo de aquellas duchas.

Estábamos todos extenuados, yo con el culo abierto y preñado de leche, llevaba en mis entrañas el semen de aquellos 2 sementales que terminaban de darme por el culo en las duchas de aquel vestuario, y ellos con los huevos descargados y las pollas satisfechas de haberme sodomizado tal y como habían planeado.

Una vez recuperados, terminamos de ducharnos, nos vestimos y luego de despedir a Fernando el conserje de aquel colegio, Rafa y yo fuimos para el bar de la peña a beber unas cervezas y acordar otro encuentro. A los 3 nos había gustado y todos habíamos quedado satisfechos, ellos encantados de tener un culito al que follar, y yo a 2 sabrosas pollas que me dieran por el culo y me preñaran de leche.

Aquella tarde de finales de verano, hacia un día de calor como pocas veces recuerdo, solemos llamarle el veranillo de San Miguel. Aún faltaban 10 días para el San Miguel, pero es que ese mes de septiembre, había venido caluroso como pocos, eran los últimos días de un verano bastante irregular. Así que, decidido a aprovechar aquel día tan irregularmente caluroso, me fui por la tarde a la playa de Lazareto.

Esta playa queda entre los castros y las juvias, también se puede ir siguiendo la carretera del puerto, justo al final donde estaban unos astilleros, ahí queda una pequeña playa a la que le llamamos Lazareto, ahora también le dicen playa de Oza. En dicha playa que casi queda enfrente a la de Santa Cristina, antiguamente había un hospital, hospital del mar, de ahí el nombre de Lazareto.

No era una playa donde fuese muy a menudo, había ido muchas veces de adolescente, solíamos ir siguiendo las vías del tren, cruzábamos el túnel, desde el colegio Liceo la Paz, y en un momento estábamos en la playa. Pero luego la playa casi la dejaron inservible, al llevar para allí los astilleros Valiño, creo que así le llamaban. Luego esa playa se volvió a recuperar, y aunque algo más pequeña, era una playa muy acogedora. Lo que menos me gustaba era que solía haber muchos gitanos y gente de mal ver, así la recuerdo yo.

Cuando llegué a la playa, serían las 5 de la tarde, con suerte aún quedarían unas 3 o 4 horas para poder estar en ella.

Nada más llegar, dejando la pequeña mochila en la arena, saqué la toalla que llevaba, estirándola sobre la arena, me despojé del pantalón y camiseta que llevaba, yendo a bañarme. Desde el agua podía ver la ropa, y aunque me quisieran robar, poco podían llevarme, ya que apenas tenía unas calderillas, un bocadillo, una botella de agua mineral y el tabaco, además de la ropa que no era otra cosa que un viejo pantalón, la camiseta y toalla de playa que era todo lo que llevaba, junto a unos viejos y destartalados playeros.

Cuando llegué había bastante gente, pero según iba avanzando el día, la playa empezó a quedar desierta, solo quedábamos los más jóvenes y unos cuantos hombres ya de cierta edad. Yo como no tenía prisa, no tenía intención de marcharme antes de las 9, a esa hora ya los días empezaban a oscurecerse, así que tenía intención de aprovechar todo lo que pudiera aquel día de calor.

Estuve tan entretenido, que cuando me di cuenta ya iban a dar las 9 y diez de la noche, y aún no me había comido el bocadillo. Así que me dispuse a vestirme para marchar, ya comería el bocadillo por el camino.

Ayudándome con la toalla, saqué el bañador que todavía estaba algo húmedo, poniéndome el pantalón sin nada debajo. Luego me puse la camiseta, y recogiendo todo, me salí del arenal terminando de vestirme, tenía que limpiarme las arenas de los pies y calzarme las zapatillas de deporte.

Estaba sentado terminando de sacarme las arenas de los pies, cuando veo como uno de los hombres que quedaban en la playa, se estaba empezando a vestir. Joder, el tío no se había cortado un pelo, se sacó el bañador, allí delante mía, quedándose en pelotas por completo. El caso es que el cabrón hasta se recreaba, secándose con toda parsimonia y como exhibiéndose delante mía.

Yo quedé embobado mirándolo, la vista se me iba a su entrepierna, el cabrón tenía un buen pedazo de rabo, y joder menudos cojones. La verdad es que el tío estaba bueno pero bueno de verdad.

El muy cabrón vio como yo me quedaba embobado mirándolo, se percató de que no le quitaba la vista a su polla. Y así era, estaba embobado mirando aquella maravilla de polla, con la que la naturaleza había dotado a aquel hombre.

Al ver la cara de lujuria con que lo miraba, el cabronazo aún se exhibía más. Solo quedábamos en la playa nosotros 2, y un par de hombres maduros junto a un pequeño grupo de 4 chavales. Ninguno se había dado cuenta o al menos eso me parecía a mí, ya que nadie exceptuando yo, miraba para él.

Recreándome en aquella visión, empecé a limpiarme de arena los pies con toda parsimonia, no tenía prisa, quería seguir contemplando aquella maravilla de la naturaleza.

Yo seguía mirando disimuladamente mientras me iba limpiando los pies, como aquel hombre maduro se iba secando totalmente desnudo, sin pudor alguno, delante mía. El muy cabrón sabía que yo lo estaba mirando muy disimuladamente, que no perdía detalle, por lo que el muy cabrón al ver como yo estaba reaccionando, se recreó exhibiéndose aún más delante mía.

Yo haciéndome más el remolón, luego de calzarme, saqué el bocadillo que llevaba en la pequeña mochila, poniéndome a comerlo allí sentado, mirando muy disimuladamente para él, esperando a ver que era lo que hacía.

Lo que hizo el muy cabrón, fue provocarme aún más. Sabía que yo no perdía detalle, quería ver como reaccionaba. Estaba seguro de que había acertado conmigo.

Después de provocarme todo lo que quiso, exhibiéndose delante mía, al ver que yo no reaccionaba, después de ponerse un pantalón de deportes y una camiseta, se calzó y cogiendo la toalla, pasó por delante mía guiñándome un ojo.

Yo muerto de vergüenza, quedé mirando, viendo el camino que cogía.

Joder, en lugar de ir por donde iba todo el mundo, había cogido un camino que debería llevar hacia las Jubias. Era un viejo camino que antiguamente rodeaba lo que era el hospital del mar. Yo nunca había ido por allí, siempre había ido por las vías del tren o por el puerto. Además, este camino iba en dirección opuesta.

¿A dónde llevaría aquel camino? Me preguntaba yo.

Viendo el camino que cogía, vi como se giraba mirando hacia mí, haciendo una leve seña con la cabeza, como esperando a que lo siguiera.

Al principio dudé si seguirlo o no. No sabía a donde llevaba aquel camino, pero excitado como estaba, me armé de valor y cogiendo la pequeña mochila, empecé a ir detrás de él.

Vio cómo me levantaba siguiendo sus pasos, por lo que sin esperar a que llegase a su altura, siguió caminando, mirando de vez en cuando a ver si yo lo seguía. Como veía que yo iba detrás siguiéndolo, siguió la marcha hasta llegar a unas ruinas que había de un viejo faro.

La verdad es que yo nunca había ido hasta allí, había oído de ese faro, pero pensé que ya no existiría. Cuando llegué allí, al principio no lo vi, hasta que escuché un ligero silbido que provenía de las ruinas de aquel faro.

Me acerqué a la entrada que estaba abierta, ya que la puerta estaba totalmente destrozada, viéndolo allí dentro, con el pantalón de deportes medio bajado, enseñándome la polla.

Quedé mirando sin decidirme a entrar, hasta que él me dijo:

Ven, pasa que aquí no hay nadie, no temas, me decía viendo mis dudas.

Mirando aquella polla que me estaba haciendo la boca agua, fui entrando poco a poco, hasta estar delante de ella.

Cógela, me decía invitándome a que la agarrara con la mano.

Excitado como estaba, llevé mi mano a aquella hermosa y perfecta verga, empezando a acariciarla, sin dejar de mirarla.

Dios, la baba me caía sintiendo en mi mano lo suave y caliente de aquella polla.

¿Te gusta? Me decía.

Sí, dije a la vez que movía la cabeza en señal afirmativa.

Sin dejar de acariciarla, levanté la vista mirando a los ojos de aquel hombre viendo cómo me miraba.

¿Quieres chuparla? Me preguntaba llevando sus manos a mi entrepierna, agarrándome fuertemente por los genitales.

Ufff como estás, me decía notando lo empalmado que estaba.

Anda, chúpala un poquito ya verás como te va a gustar, mira que caliente estás, se ve que tienes ganas de probarla, me decía palpando mis genitales fuertemente.

Dejé caer la mochilita al suelo, agachándome delante de aquella verga que me estaba haciendo agua la boca.

Mientras la sujetaba con mi mano, abrí la boca empezando a chuparla.

¡Ohhh! Así, así, abre la boquita y chúpala, ¡ooohhh que gusto! Gemía él, sujetándome la cabeza con sus manos, mientras yo empezaba a chuparle la polla.

Así así, trágala toda, trágatela toda, decía empujando su pelvis a la vez que sujetaba mi cabeza, ¡ohhh que rico! ¡ooohhh que rico! ¡Ufff Maricón que boquita tienes! Decía haciéndome tragar toda su pija.

Los huevos golpeaban mi barbilla cada vez que tragaba aquella rica polla, haciendo que la baba fuese resbalando por la comisura de mis labios, cayendo por mi barbilla, mojando los huevos cada vez que chocaban con mi cara.

Varias veces me abrí en arcadas, ya que el muy cabrón, me hacía tragarla tan a fondo, que en ocasiones me había traspasado la campanilla, dándome arcadas y haciéndome llorar los ojos.

¡Ufff maricón que boquita tienes! ¡Dios que gusto! Gritaba follándome la boca como si fuese un coñito.

Después de tenerme chupándole la polla un buen rato, me hizo poner de pie, diciéndome:

Anda, ponte de pie que ahora quiero follarte el culito. Vamos a darte por el culo y dejarte embarazado, me decía levantándome la camiseta a la vez que acariciaba mi barriga.

Vamos a llenarte esta barriguita de leche, te voy a dejar plantada mi semillita en ella y dejarte embarazado.

Empezó a desvestirme, dejándome desnudo por completo. Ven para aquí mariconcito, ven para aquí, me decía abrazándome a él.

¡Joder que bueno estás! Ya sabía yo que a ti te gustaba la polla cuando te vi en la playa, y no me equivocaba, no. Este culito que tienes llama mucho la atención, joder.

Me iba diciendo mientras me abrazaba a él, apretándome los cachetes del culo.

Ya verás como te va a gustar, vas a disfrutar y gozar con mi polla en tu culito hasta que te corras y chilles de tanto gusto que te va a dar. Me decía apretándome los cachetes del culo a la vez que iba mordiéndome los labios, mmm, Dios, maricón que bueno estás.

Sin poder aguantarse más, me hizo girar poniéndome de cara a la entrada de la puerta, y haciéndome inclinar hacia delante, llevó sus dedos a la entrada de mi ano, presionó mi esfínter con uno de sus dedos, viendo que estaba bien cerradito. Llevó su mano a mi boca, diciéndome que mojara bien los dedos, llevándolos de nuevo a mi hoyito, presionando otra vez, haciendo que ahora mi esfínter cediera, dejando pasar un dedo.

¡Ohhh! Gemí notando como entraba su dedo en mi culo.

Lo metió a fondo, sacándolo y volviendo a meter varias veces. Luego volvió a ordenarme que escupiera en su mano, la pasó por su verga lubricándola, y luego de abrirme un poco de piernas, coloco la punta de esta en la entrada de mi hoyito, dio una embestida a la vez que me sujetaba por las caderas manteniéndome algo inclinado, introduciéndome de una estocada toda la polla en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité notando como me entraba toda la polla por el culo.

Ya está, ya la tienes toda dentro. Dios que culito tienes cabrón, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Joder que pedazo de culo tienes cabronazo, Dios que gusto me da.

Ay, Dios que gusto había sentido al notar como su polla me abría el culo dejándome ensartado en ella. Notaba los huevos y su pelo púbico pegados a mi ano, mientras me sujetaba fuertemente por las caderas, clavándose sus dedos en mi pubis.

Colocó bien sus piernas, haciéndome que abriera un poco más las mías, pudiendo yo apoyar una mano en la destrozada puerta. Cualquiera que pasara por allí, me vería totalmente en pelotas, medio inclinado sujetándome con una mano sobre la destrozada puerta, gimiendo mientras me estaban dando por el culo.

Poco a poco empezó a culearme a la vez que gritaba:

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Ensartándome una y otra vez la polla en lo más profundo de mi culo.

De vez en cuando mordía mi nuca, otras veces mordía mi hombro o lamía mis orejas, sin dejar de gritar y gemir mientras me sodomizaba allí sobre aquellas ruinas, teniéndome en pelota picada, pudiendo ser visto por cualquiera que pasara por allí.

Además de los gemidos y gritos, se podía escuchar el golpeteo de su pelvis chocando con mi culo, cada vez que me culeaba introduciendo su polla en mí, plof, plof plof plof, plof, plof plof plof.

La verdad es que en aquellos momentos no me importaba nada el que pudieran verme como me estaban dando por el culo, en esos momentos estaba gozando mientras era sodomizado, y por nada del mundo quería que parara de culearme. Veía como mi polla se bamboleaba con cada embestida que me daba, soltando sin parar gotas de semen.

Aquello era digno de grabar, pudiéndolo ver luego como estaba gozando mientras me daban por el culo. Hubiera sido un bonito recuerdo.

Ya los 2 estábamos sudando como carneros, cuando empezó a anunciar que se corría.

Ya, ya me vengo, ya me vengo, ya te voy a embarazar maricón, ¡ooohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba soltando varios trallazos de leche dentro de mi culo.

El cabronazo me había dado unas embestidas tan pero que tan profundas que me hizo poner de puntillas. notaba como su polla se hinchaba en mi interior, empezando a soltar chorros de esperma, eyaculando en lo más profundo de mis entrañas.

Cuando terminó de eyacular y fue recuperando la respiración, quedándose pegado a mí, mordía mi cuello mientras me decía que ya me había embarazado, mmm, que rico maricón, que follada más rica, ahora ya llevas mi semilla en tu barriguita, ya te he dejado embarazado, mmm, decía frotándome la barriga con su mano.

Yo que no paraba de sudar, estaba temblando de tanto gusto que todavía estaba sintiendo. Sin soltarme llevó su mano a mi polla empezando a menearla. No hizo falta que la meneara mucho a los 10 segundos, empecé a eyacular sobre el suelo de aquellas ruinas.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía empezando a soltar varios trallazos de leche, mientras las piernas se me doblaban y no paraba de temblar.

Una vez ambos nos recuperamos, nos vestimos y ahora sí, ahora íbamos los 2, pero de vuelta para la playa cogiendo el camino correcto para nuestras casas.

Soy Karelvis tengo 19 mido 1,60 soy de tez blanca soy tetona mi hobby ver videos en youtube y mi sueño es algún día es ser una youtuber exitosa, bueno en fin

Hola, mi nombre es Samantha, tengo 21. Para que puedan imaginar como porqué sucedió todo les diré que soy de piel clara, ojos color café claro y una boca muy sensual… Mido 1.64, tengo unas tetas preciosas de talla 36, soy delgada con un trasero firme y parado por el gimnasio.

Un día antes de llegar a mi casa del entrenamiento en el gimnasio mi madre me llamo para decirme que mi tío Josue había llegado a la casa, tenia como 5 años que no lo veía así que me emocione y le dije que me apuraria en llegar.

Cuando llegue mi madre me pidió que me fuera a cambiar,que mi tío estaba arriba y ya casi íbamos a cenar. Como llegue con un leggin y un top de ejercicio todo sudado decidí ir a darme una ducha antes de cenar y ver a mi tío adorado.

Escuche que alguien estaba bañándose y pensé que era mi hermana así que me apure a quitarme la ropa y quede solo con la tanga que llevaba puesta y encima una toalla enredada. Cuando caminaba para el baño salió mi tío, era él el que se estaba bañando y cuando lo vi no pude evitar ver su cuerpo y lo bien que estaba. Le di un pequeño beso muy cariñoso y me dijo –krevis, mira qué grande y preciosa estas, y me abrazo. Como ambos estábamos en toalla sentí su verga cerca de mi vientre y aunque no estaba parada, se sentía un gran bulto que me hizo querer tocarla pero mamá subió y me dijo – Ay hija, cómo recibes así a tu tío… Ya vete a bañar y sal a comer.

En el baño no pude evitar pensar en cómo estaría esa verga que tenía mi tío y que al menos, si no la podía tocar, la iba a ver… Al pensar en todo eso no pude evitar mojarme y al exitarme por ello comencé a bajar mi mano a mi vagina, poco a poco comencé a acariciarme pensando en lo rico que sería que mis dedos fueran la polla de mi tío Josue y que delicioso sería poder subirme en ella, chupe mis dedos y los metí poco a poco en mi coño, con mi mismo fluido me acaricie las tetas pensando en su boca chupando y mordiendo mis pezones. Volví a chupar mis dedos y los volví a meter a mi coño que estaba peludito y muy mojado hasta que me vine de placer.

Saliendo de la ducha fui a la cena con un pequeño vestido que era a los hombros y marcaban mis nalgas para que mi tío las pudiera ver cuando pasara por enfrente de él y lo hizo, me di cuenta que volteaba a ver mis tetas cuando nadie veía y eso me mojaba un poquito más cada vez.

Durante la cena quería saber cuánto tiempo se quedaría en casa y asi poder saber cuánto podía estar cerca de él

– Y eso que nos visita tío? Ya no nos quería ver

-Ay karelvis, como puedes decir eso! Claro que las quería ver y también a mi hermano (mi papá) pero me comentaba tu mamá que salió de la ciudad por unos días. Así que mañana temprano me voy.

Eso cayó super bien ya que si convencía a mamá de que se quedara unos días más en casa con nosotras hasta que llegara papá, iba a llegar el viernes y ese día era miércoles, podría tener oportunidad de ver su verga y quizá algo más pero comenzaba a pensar que era inútil porque él me seguía viendo como una niña. Aún así le dije a mamá

-Ma, y si Jos se queda con nosotras hasta que llegue papá y lo pueda ver?

-Tú qué opinas Josue, no sería mala idea lo que dice karelvisi. Te podríamos acomodar el cuarto de karelvis y ella podría dormir en la litera con su hermana.

Mi tío no quería ser un estorbo según él y luego de un buen rato accedió a quedarse solo mientras llegaba mi papá.

Terminando la cena me despedí de él arrimando mis tetas a su pecho sin llamar mucho la atención de mamá y subí a la habitación de mi hermana pensando en que tenía que ver su verga como fuera así que se me ocurrió ir por la noche a mi habitación y dejar una tanga encima de toda la ropa sucia, así seria lo primero que viera y vería que ya no soy una niña y cuando abrí la puerta de mi cuarto vi a mi tío.

FIN..

Espero le gustara mi relato. Si se quieren comunicar conmigo le voy a dejar mi Instragram en mi perfil para que me sigan y podamos conversar por ese medio.

Así que te invito a que veas mi perfil para que leas mis demas relatos y me puedas conocer mejor.

Besitos y se me cuidan amigos y amigas

Instagram: babykarelvis

espero puedan revisar mi perfi y me ayuden a cumpir mis sueños gracias u besos a todos