Maduras

—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? ….
Pasaron varias semanas, se completó un mes.     Luego otro mes.     Se acercaban las festividades de Fiestas Patrias, durante todo ese tiempo no había tenido noticia alguna de tía Fiordaliso.     De vez en cuando me encontraba a pensar en ella y me preguntaba si la impregnación casera había funcionado o no.     ¿Estaría ya embarazada?     ¿Lo comunicaría ella misma a la familia o lo diría primero a mí?     ¿Lo publicaría en su sitio de Facebook?     ¿O simplemente se presentaría en familia luciendo una enorme panza?

Supuse que ella no quería que yo me involucrara mas de lo necesario en la procreación de un bebé, puesto que ella quería hacer creer a su marido de que el bebé sería suyo.     Me sentí un poco frustrado al no saber nada, entonces decidí concentrarme en mis estudios, debía analizar los gobiernos en la Roma antigua, la Republica según los romanos desde el 509 a.c. hasta el 27 a.c.     Pero mis esfuerzos fueron vanos.      Mi atención volvía una y otra vez a la imagen de una pelirroja impresionante y con curvas que harían voltear la cabeza a cualquier hombre.

Recibir una llamada de esa guapa pelirroja, solo logró ponerme aún más nervioso.     Tan pronto mi celular comenzó a vibrar con una llamada ingresando de un ya conocido número, inmediatamente lo contesté:

—¿Sí? …

—Hola … ¿Mateo? …

—Sí …

—Oh … Necesito …

—Está bien … Lo haré …

—¡Hey! … Espera un momento … ¿Acaso estás ansioso? … ¿Qué tal si quiero pedirte que me vengas a cortar el césped? …

—Oh … ¿Es eso lo que necesitas? …

—No … No, tienes razón … Necesito de ti otra vez … Debemos volver a probar …

—Está bien … iré para allí …

—¿Puedes venir este sábado? …

—Bien … nos vemos el sábado …

—¡Ah! … Mateo … 

—¿Sí? …

—Me encanta que estés ansioso … Me gusta mucho sentirte entusiasta …

Colgó apresuradamente y me dejó con mis pensamientos y conflictos.     Hacía ya un tiempo que no la veía, pero la imagen de ella luciendo esa bata negra estaba fresca en mi mente, también su cuerpo tembloroso retorciéndose sobre su cama con su panocha enrojecida y excitada al máximo.     Había alabado la copiosa eyaculación de mi segunda corrida comparándola con la cantidad de esperma que produce su propio marido.     Todo eso hizo que mi cachondez aumentara sorprendentemente, recordé todo vívidamente.     Estaba claro que toda la situación no me estimulaba solamente a mí, tía Fior se había corrido como una puta en celo.     Ya no era simplemente una cosa de donación de esperma, por lo menos no para mí y pienso que tampoco para ella.

Faltaban dos días para el sábado.     Iban a ser unas cuarenta y ocho horas muy sufridas.     La pensaba constantemente.     ¿Por qué me había llamado con dos días de anticipación?   ¿Por qué no me llamo el día antes?     Igual habría estado listo y no habría tenido que sufrir dos días interminables pensando en ella.     El tiempo se ralentizó y las horas no pasaban.

Esperaba verla otra vez en toda su esplendorosa belleza.     Necesitaba ver su cuerpo escultural vestido con esa sugerente y reveladora bata.     Quizás ella se volvería a masturbar en su cama dejándome mirarla.     Ella sabía ya que si yo me calentaba podía generar mucho más semen y, para sus propósitos, era justo lo que se necesitaba.

Finalmente llegó el sábado, pero hubo un contratiempo.     Debido a un accidente en la ferrovía, el personal del metrotrén estaba en huelga y los servicios de trenes habían sido reemplazados por buses de acercamiento.     Eran ya las catorce horas cuando el bus salió de la estación.     Una hora después descendí en la estación.     Todo el tiempo me fui pensando en tía Fiordaliso.     Ella me esperaba en su auto, esta vez no había bata ni vestido adherente, ella estaba vestida con un blazer acolchado que la cubría hasta las rodillas, seguramente porque la jornada estaba muy fría.

—Ya tengo todo preparado para esta noche …

Me dijo luego de un escueto saludo.

—Uhm … Está bien …

—Sí … tú madre sabe que te quedarás aquí y mi marido está en Uruguay por negocios … regresará la próxima semana … tendremos mucho más tiempo tú y yo …

—Bueno …

—No te llamé antes porque tenía que esperar a ver si la inseminación había tenido éxito … bueno, no lo tuvo … después necesitaba que repitiéramos todo de nuevo, pero para eso tenía que hacer coincidir mi ovulación con un viaje de tu tío y hacerlo que me follara antes de irse … eso sucedió ayer y hoy estoy lista para que probemos una vez más la impregnación casera …

Ella continuaba con su perorata y yo la escuchaba sentado en el asiento del pasajero.     Honestamente no le prestaba ninguna atención, mi mente divagaba en las imágenes de ella desnuda.     Su voz sonaba muy diferente a los grititos y chillidos que daba mientras se follaba con el vibrador, era un delicioso recuerdo estampado en mi cerebro y esperaba volver a verla en ese estado de calentura muy luego otra vez.

Tía estacionó el auto directamente en la cochera y descendimos para ingresar a la casa.

—Entra … Entra … Que hace frio …

Me dijo mientras me acompañaba al ingreso.     La escuché cerrar la puerta detrás de nosotros.     Me quité la parka, la casa estaba temperada.     Luego me volteé para dirigirme al baño, pero ella me detuvo:

—No … No … No vayas para allá … solo quítate los zapatos y entrégame tu camisa …

—Oh … está bien …

Hice tal como me había pedido, preguntándome que es lo que estaba tramando.     Me quedé allí en el pasillo de pie vestido únicamente con mis jeans, tía Fior me dio una apreciativa mirada recorriendo mi cuerpo de arriba abajo, me regalo su maravillosa sonrisa después de una exploratoria ojeada a mis pectorales y abdominales.     Luego habló:

—Uhm … Estás en forma … Qué bien … Ehm … Ya sabemos que eyaculas mucho cuando te excitas … Y si te excitas puedes correrte más de una vez … Por cierto, eso me gusta mucho … Ahora bien …

Dio un paso hacia mí, todavía vestida con su blazer, me sonrió astutamente.

—Esta noche haré todo lo posible para excitarte al máximo … Me aseguraré de que funcione esta vez … Para eso he planeado ponerte tan cachondo que me llenarás el receptáculo dos veces … ¿Crees que puedes lograr eso? … ¿Eh? …

Mientras me preguntaba eso, su mano recorría mi pecho desnudo.     Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.     Podía sentir sus finas uñas arañando suavemente mi piel alrededor de mis tetillas.

—Ehm, sí … Creo que sí … Por supuesto que sí …

Dije en una voz repentinamente enronquecida.     Al parecer esta era la primera señal de que su plan estaba funcionando.     No podía esperar para volver a disparar mis jugos en esa taza con tapa a rosquilla.     Y con suerte, verla otra vez estremeciéndose y revolcándose sobre su edredón floreado mientras follaba su coño con un vibrador.     Con la misma sonrisa retorcida ella se alejó unos pasos de mí y se quitó el blazer para revelar lo que llevaba abajo.     Mi corazón se apresuró a latir velozmente cuando vi la misma prenda negra y trasparente, acompañada por medias negras autoadherentes y nada más, no había bragas ni sujetador.     Sus tetas bamboleaban libres y los labios de su coño escondían el agujero caliente hacia el paraíso.     Los pequeños pezones apuntaban directamente hacia mí y no pude quitar mis ojos de esas areolas perfectamente redondas y ligeramente rosadas.

—Te gusta esto, ¿verdad? …

Dijo en un arrullado susurro.

—Sí, tía …

Se volteó para hacerme ver sus firmes nalgas blanquecinas con la marca de su bikini y el resto de su espalda, caderas y piernas esculturalmente torneadas.     Cuando dejó de girar, se encaminó hacia las escaleras, haciéndome señas para que la siguiera al piso superior.

—No te acerques tanto para que puedas ver bien mi culo y mi panocha entre mis piernas … Quiero que me mires mucho y te calientes al máximo …

Hice tal como ella me dijo, me quedé un par de pasos detrás de ella.     Su trasero se veía formidable con ese atuendo sexy que alcanzaba a cubrir a mala pena la redondez de sus glúteos maravillosamente redonditos y duritos que se movían al ritmo que ella subía las escaleras, a cada paso una nalgas se alargaba y la otra se encogía, la harmonía del universo estaba plasmado en el culo de mi tía.    Intenté mirar entre sus piernas, solo que no había espacio suficiente para poder ver su panocha en todo su esplendor, pero el espectacular culo de ella colmaba todos mis deseos.

La seguí escaleras arriba y entramos en su habitación.     Otra vez había decorado su cuarto para crear una atmosfera agradable.     Las velas encendidas daban un erotizante aroma que me hacía recordar de la vez pasada cuando ella se retorcía y revolcaba sobre su cama.     La tenue luz era la apropiada, no era necesario encender las luces eléctricas.     Tía Fior puso una suave música de saxofón que completaba el ambiente cachondo que ella quería imprimir en la escena que estaba por desarrollarse.

Tía Fior comenzó a danzar para mí en forma seductora, haciendo que mi corazón se agitara y latiera con más fuerza.     Sus brazos acariciaban sus flancos y sus pesados pechos.     Haciéndome desear de ser yo quien acariciara cada centímetro de su tersa piel alhajada con diminutas gemas de Berilo dorado marrón, las preciosas pecas que embellecían todo su cuerpo.     Lentamente sus manos descendieron a la convergencia de sus piernas, acariciándolas con los ojos cerrados.     No podía apartar mis ojos de ella.     Se veía increíblemente sexy.     Su cabello rojo cobrizo que parecía encendido en llamas de lujuria a veces caía a cubrir parte de sus tetas y parcialmente su rostro cachondo.     Su manto de piel pálida parecía despedir chispas y centellas a través de la bata trasparente.

Serenamente comencé a acariciar mi polla por sobre la tela de mis jeans.      Lo único que quería era quitármelos, pero mí tía siguió bailando durante un largo rato.      Cuando ella se acercó a mí me quedé paralizado, se sentó a horcajadas en mi regazo colocando sus tetas a centímetros de mi nariz.     Casi se me corta la respiración y mi corazón latió desbocado viendo como se cimbraban en un movimiento perpetuo y cautivador sus senos prominentes y pesados,     Cuando se levantó mi pene estaba tan duro que me sentí incómodo.

—Ven a mí …

Me susurró haciéndome señas con su dedito índice.     Me levanté de un salto, pero ella me detuvo en seco.     Me miró con sus ojitos de gata y dijo:

—No te apresures … Sigue mi plan … Esto es solo la primera parte …

—¿Y ahora qué?

—No te preocupes por eso … Déjalo todo a mí … Yo me encargaré de ti … ¿Vale? …

Estiró sus manitas y las puso en la pretina de mis jeans, luego lentamente desabrochó el botón, comenzando a hacer descender la cremallera, para luego bajármelos a mitad de mis muslos, metió sus manos entre mis piernas y acarició mis bolas por sobre mis boxers.     Arañaba suavemente la delgada tela dibujando y sintiendo mi escroto.     Esto me estaba pareciendo una tortura china.

Cuando finalmente bajó mis boxers, mi polla saltó hacia la libertad como un resorte.     Di un suspiro de alivio y mi tía sonrió al verlo blandir el aire como un garrote de un cavernícola.

—Uhmmm … Así está bien … Así es como me gusta …

—Me estás torturando, tía …

—Quizás … Pero continuaré lento hasta que estés listo … Confía en mí … De este modo se acumulará más y luego me darás más … Que es exactamente lo que quiero …

—Umpf … Ooohhhhhh …

Gemí algo frustrado y acalorado.     Pero entendiendo lo que me estaba haciendo.     Probablemente, llegado el momento, mi orgasmo iba a ser muy potente y copioso.     Solo que el ritmo de todo me parecía demasiado lento.     Ella se subió a la cama. Eligió uno de sus vibradores y se recostó mientras me decía:

—Si quieres puedes tocarte … Pero hazlo lentamente …

—Ummm, bueno …

Me estaba poniendo cada vez más caliente al ver a mi tía jugar consigo misma.     Volvió a mi mente la visión de su hermoso e inquietante figura contorsionándose sobre el lecho.     Sus sonidos.     Quería correrme ahora ya.     La sensación era tan intensa que tuve que soltar mi pene para evitar de explotar en ese mismo instante.

—Oh … ¿Qué te sucede? … Tienes problemas, ¿verdad? … Déjame ayudarte …

Dijo tía Fior reptando sobre la cama hacia mí, todavía boca arriba.     Cuando llegó al borde de la cama, apretó el vibrador entre sus piernas, estiró su mano libre y me tocó.

—Uhmmmmmm …

Gemí temblando, su mano se posó entre mis muslos y luego la deslizó hacia arriba hasta tocar la bolsita de mi escroto que contenían mis pelotas en completa ebullición y dijo.

—Ummmmmm … Esta muy caliente aquí … Parecen muy pesaditas y llenitas …

Ahuecó su mano y envolvió suavemente mis cojones, me hizo cosquillitas con sus bien cuidadas uñas, haciendo que mi polla se sacudiera y que gotitas perladas aparecieran en mi meato, su mano estaba surtiendo una abrasadora reacción sobre mi verga.

Luego inesperadamente su mano fue más arriba y tocó el tronco endurecido de mi miembro, con dos deditos arremangó mi prepucio antes de rodear toda mi polla con su mano y estrujarla, gotas de pre-semen cayeron sobre su muñeca, lo que la hizo reaccionar y se enderezó acercando su carita angelical a centímetros de mi polla.

—Uuuhhhhhh … Esto está listo a explotar …

Dijo moviendo su mano suave y lentamente hacia arriba y hacia abajo.     Se sentó sobre sus talones, arrodillada frente a mí.     Extrajo el grueso consolador de la canasta, lo apoyó bajo su ingle y se empaló en él.

—Ay … Ummmmmm … Aaaahhhhhh …

Gimió con los ojos cerrados y la boca abierta sicalípticamente aguantando un ahogado grito mientras el enorme falo de plástica penetraba sus ardientes carnes.     Estiró sus manos y volvió a aferrar mi polla dura como palo, comenzando a jalarla lentamente mientras follaba el grueso consolador moviendo sus caderas sinuosamente.

—Uuuhhhhhh … Uuumm … Mmmm …

Siguió gimiendo mientras rotaba sus caderas y saltaba con el enorme consolador afondado profundamente en su coño.     Abrí mis ojos y al mirar hacia abajo el espectáculo fue increíble.     Cómo fondo estaba el hermoso rostro de tía Fiordaliso, a la misma altura de mi polla palpitante.     Nunca pensé en presenciar algo así.     Ella todavía parecía sonreír, pero su cachondez era notable.     Pude ver que ella prácticamente estaba con sus glúteos sobre el edredón, por lo que deduje que el enorme consolador estaba incrustado profundamente en su chocho, ella movía sus caderas en vaivén casi desenfrenado, estaba perdiendo el control de sí misma.     Sus muslos tiritaron y su cuerpo se estremeció.

—Aaaahhhh … Umpf … Umpf … Hmmmmmm … ¡Qué rico! … Me estoy corriendo … Ya vendrá tu turno, Mateo … No desesperes …  

Frustrado me mordí los labios, ella se sonrió y siguió magreando mi polla hacia arriba y hacia abajo, pero muy lentamente para evitar que me corriera.     Hubiese querido tomar mi polla ahora mismo y desparramar mi esperma por toda su carita angelical en venganza por el sufrimiento que me estaba haciendo padecer, pero no lo hice en espera de mi recompensa y alivio.

—Mmm … Parece que no estás contento con mi trabajo, ¿eh? …

—Urgh …

—¿Acaso no te gusta la sensación de mis suaves manos en tu polla dura, palpitante y goteante? …

—Urgh … Por favor, tía …

—Te haré que te corras, pero no todavía … Te mantendré al límite … De esa manera me darás mucho más …

—Urgh …

Me volví a quejar en frustración.     Me estaba haciendo enloquecer.     Lo único que quería ahora era correrme, mi vista se había hecho poco clara.     Todo lo que veía era el cuerpo delicioso de mi tía frente a mí, con las rodillas separadas y sus nalgas restregándose contra el edredón y el consolador perdido en el fondo de su panocha que, hacia tiritar sus nalgas y sus piernas, mientras ella chillaba su lujurioso orgasmo.     ¡Oh, Dios!  ¡Iba a enloquecer si no me corría rápidamente!     Una vez que terminaron los chillidos provocados por su orgasmo, ella terminó con su cabeza casi entre mis piernas, mi polla estaba sobre sus rojizos cabellos y ella comenzó a tirar de mis muslos para hacerme subir a su cama.

El calvario no había terminado aún.     Abrí los ojos justo en el momento que mí tía Fiordaliso había enderezado su cabeza frente a mí.     Y alucinado, vi como su suave lengua salía de su boca y acariciaba la punta goteante de mi hinchado glande, la parte más sensible de mi cuerpo.

—¡Oh, Dios mío! …

Grité desesperado.

—No exageres … Soy solo tu tía …

Me corrigió, interrumpiendo su lamida por un segundo.     Los veloces movimientos de su lengua eran hacia arriba y hacia abajo, a veces intentado de enrollar mi glande con ella.     La sensación de roce cambió a ser algo húmedo, cuando me fijé mi polla había desaparecido completamente en su boca.

—¡Carajo, tía! … ¡Umpf! … Eres realmente … Umh … Fabulosa … Ummmmmm …

—Slurp … Chup-chup … Umpf …

—¡Jesús Santísimo, mujer! … Me vas a volver loco …

Tenía la boca llena de polla, pero todavía se podía vislumbrar en su rostro una sonrisa feliz y cachonda.     No sabía que hacer ni que decir, no estaba preparado para esto.

—Oh, Dios … Me estás realmente chupando la polla, tía … No puedo creerlo … Debo estar soñando …

—No, querido … lo que estás sintiendo es la boca de una mujer cachonda chupando tu exquisita polla … ¿Quieres que te lo chupe un rato más? …

—Hmmmmmm … S-siii, tía … Hazlo por favor … Aaahhhhhh …

Ella siguió adelante impávida tragándose mi polla por entero y jalándome suavemente con una mano.     Me chupaba la punta con rápidas lamidas y luego volvía a devorarlo hasta tocar mis vellos púbicos con sus labios pintarrajeados de un intenso rojo.     Era una magnifica mamada.     Mi primera mamada y me la estaba dando mi hermosa tía.     Estaba al borde de mi clímax, pero ella era tan hábil que sabía con certeza como manejar mi polla y me estimulaba hasta llevarme en alto hasta tocar el cielo, luego apretaba mi polla y esperaba que esas sensaciones demenciales fenecieran por si solas.     Enseguida comenzaba todo de nuevo, sin darme la liberación que me hacía agonizar.

—Aaahhhhhh … Aahhhhh … Por favor, tía … No aguanto más …

Comencé a gemir en un plañido de frustración, me estaba desesperando y necesitaba esa liberación rápidamente.     Quería rogarle y mendigar para que me dejara correrme, pero ella continuaba jugando hábilmente con mi pene.

Repentinamente se detuvo.     Se giró y buscó en su cesta el vibrador rojo y negro, lo encendió y este solo ronroneó por unos breves instantes y volvió a quedar silente.     Ella también quería volver a correrse.     Miró mi cara de desesperación, volvió a acomodarse sobre la cama.     Sus ojos echaban chispas y su voz sonó ronca, cuando me dijo:

—Creo que ahora estás listo …

Me sentí eufórico, finalmente era mi turno.     Me quedé quieto esperando su próximo movimiento.     Ella puso sus manos sobre mi polla y me acomodó entre sus piernas, luego acarició mis muslos y mí abdomen.     Estaba sintiendo el característico cosquilleo en mis bolas y mi glande, estaba por explotar.     Por fin mi liberación estaba pronta.     Me dolía mi polla y continuos escalofríos recorrían mi espalda como pequeñas descargas eléctricas.     Tía Fiordaliso continuó a acariciar mi pija suavemente.

—Hazme saber cuando estés pronto a correrte …

Dijo recordándome mi deber.

—Umpf … S-ssiii …

Gruñí en una súplica.     Y yo sabía que no me faltaba mucho.     Muy dentro de mis bolas se estaba formando una ola grande como un tsunami, estaba creciendo y aumentando su potencia en manera implacable.

—Estoy cerca, tía … Muy cerca …

—No te muevas …

Me dijo mí tía, después en un rápido movimiento levantó sus piernas y poniéndolas por mis caderas, las colocó alrededor de mi espalda.     Sus talones estaban presionando mi trasero empujándome hacia ella.     Comenzó a sacudir mi polla frenéticamente y vi que ya no podía aguantar un segundo más.     Desesperado grité.

—¡La taza, tía! …  ¡Pásame la taza? … ¿Dónde está la taza? …

—Aquí … Esta aquí …

Dijo tironeando mi polla y dirigiéndola a su húmedo orificio.     Sus talones espolonearon mis nalgas y me empujaron encina de ella.     Su diminuto coño resbaladizo aprisionó mi polla y comenzó a retorcer mi verga con poderosos apretones de sus músculos vaginales.     Ella había metido mi polla en lo profundo de su panocha empapada.     Tía Fiordaliso me miró mientras esto sucedía.     Su expresión era de férrea determinación.     Mientras estaba estrujando mi polla con su coño estrecho, dijo casi en un susurro.

—Ésta es tú taza ahora … Llénala … Lléname con tus cosas …

Me sentí desconcertado, no tuve tiempo para reaccionar ni menos protestar.     El aluvión había comenzado.     Incluso si hubiese tenido fuerza de voluntad suficiente, la lujuria me sobre pasaba y de seguro no hubiese querido detenerme.     Sentí que mis jugos salían en densos y poderosos chorros haciéndome gruñir y gemir fuerte.     Tía Fiordaliso me hacía correrme dentro de ella.

—Urrrggghhh … Umpf … Umpf … Aaahhh … Umpf …

—Sí, Mateo … Córrete en mi … Córrete en lo profundo de tu tía … Lléname con tu semilla … Hazme un lindo bebé, cariño …

Mi cuerpo estaba convulsionando con espasmos a cada potente chorro que salía disparado de mi pija, mientras seguía bombeando el estrecho coño de mi tía, sentí como que se me acalambraban los pies.     Sus piernas me mantenían con fuerza pegado a su monte de venus.     Nuestras pelvis se restregaban la una con la otra y el semen continuaba a fluir de mi pene a la vagina caliente de mi tía.     Me caí encima de ella con mi polla palpitando dentro de ella.

Tía Fior también me había rodeado con sus brazos y se aferraba con fuerza a mi cuerpo como si nunca más quisiera separarse de mí.     Su voz había pasado a un susurro ronco y grave.

—Sí, Mateo … Llena mi útero … Lléname con tu semilla … Haz mi bebé … Haz como los griegos … Fecúndame …

Mis caderas chocaban al mismo ritmo de las de ella, empujando cada vez más profundo dentro de su coño.     Como si mi orgasmo no tuviera fin.     Su coño se rebalsaba con mi semen.

—Oh, Fior … Uhmmmmmm … Ooohhhhhh … ¡Carajo! …

—Sí, querido … Sigue corriéndote en mí … Todo … Dame todo dentro …

Me parecía haber perdido el sentido de mis piernas, no tenía un control de ellas.     Me había deslizado más hacia adelante y más encima de mí tía, estaba chocando con su ingle y su estrecho chocho había aprisionado mi entera polla.     Comenzaba a sentir el delicioso cuerpo de tía Fiordaliso debajo de mí.     Mis pectorales comenzaban a aplastar sus exuberantes pechos y sentí la dureza de sus pezones en mi piel.     Sentí sus dedos recorriendo mis cabellos y apreté mis músculos para vaciar algunas gotas más de esperma profundamente en ella.     La escuché susurrar cerca de mi oído:

—Qué buen sobrino que eres …

—Uhhmmrrggg …

Gruñí feliz en su oído.     Nunca en mi corta vida me había sentido más hombre que ahora.     Mi cabeza todavía giraba.     Me quedé sin aliento y me relajé un poco encima de ella, pero mi centro de gravedad estaba concentrado en mi polla que estaba incrustada profundamente en la conchita de tía Fiordaliso.     Todavía dudaba de que esto estuviese realmente sucediendo.     Mantuve mis ojos cerrados disfrutando de la exquisita sensación de estar dentro de su cuerpo cálido y suave.     Ella mantenía sus piernas firmemente alrededor de mí y empujaba suavemente su pelvis contra la mía como para incitarme a descargar todo dentro de ella.

No sé cuanto tiempo nos mantuvimos estrechamente atados el uno al otro.     Luego relajó sus piernas y yo me derrumbé a su costado.     Nos quedamos ambos boca arriba por un poco, tratando de recuperar nuestra respiración.     Fue entonces cuando ella inició a acariciar suavemente mi pecho con sus delicados dedos, deslizándose hacia abajo sobre mis abdominales, mi vientre y luego más abajo.

Mi polla había perdido algo del vigor inicial, pero sus caricias hicieron la magia de volverlo duro como una roca.     Luego se inclinó y se lo llevó nuevamente a su boca tibia y mojada.     Enseguida me montó a horcajadas y se empaló suavemente en mi erguido ariete.     Con una blanquísima sonrisa, me miró y dijo gozosa.

—Esa fue la parte dos …

—¿Parte dos? …

—Sí … Porque no he terminado contigo … Tu madre ya sabe que no volverás a casa esta noche … haré que me folles una y otra vez durante toda la noche …

Tía Fior comenzó a moverse rotando sus caderas, podía sentir mi polla tocando profundamente el interior resbaladizo de su panocha.     Me deslizaba sin esfuerzo dentro y fuera de su coño empapado, aún cuándo su conchita me apretaba como un estrecho guante.     Se apoyó en mi pecho con sus manos y siguió dando suaves saltitos sobre mi polla, mientras gemía y chillaba susurrándome diferentes cosas.

—Uhmmmmmm … Que rico que estés aquí conmigo … Lo haremos una y otra vez … Y muchas veces más …

—Oohhmmmmmm … Umpf …

Levanté mis manos para alcanzar sus pesadas tetas, las sostuve apretándolas suavemente juntándolas la una con la otra, luego tomé en forma individual cada una de ellas, la amasé, la sobajeé, la apreté tratando de urgir su pezón hacia adelante, su areola pareció expandirse.     Tía Fiordaliso siguió montando mi polla hasta correrse temblando y gimiendo de placer, pero no se detuvo hasta que hizo explotar mi polla dentro de su chocho otra vez.     Me sentí feliz.     Se sintió maravilloso.

—Eso, Mateo … Córrete dentro de mi útero fértil … Dame toda tu carga tibia y jugosa …

—Hhmmmmmm …

—Me gusta más este método casero, ¿no crees? …

—Ummmmmm … S-siii …

Tía Fiordaliso no me dejó en paz en toda la noche; incluso temprano el domingo lo hicimos varias veces.     Lo hicimos como lo hacen los amantes.     Dormíamos un rato y luego nos despertábamos para tener relaciones sexuales.     Comimos algo y luego teníamos relaciones sexuales.     Nos duchamos juntos y luego … Bueno, ya entienden lo que hicimos.

Follamos en el dormitorio, en el baño, en la cocina, en la sala de estar.   Ella me mamaba y yo la chupaba.     Ella me enseño cosas que yo había visto solo en videos y me dejó hacer prácticamente cualquier cosa depravada sobre ella.     Cada vez que me acercaba al orgasmo, ella se aseguraba de tener mi polla profundamente en su coño para recibir mi carga completa dentro de ella.

Cuando finalmente me dejó ir el domingo por la tarde, me sentía agotado.     Tenía dolores en todas partes y me costaba moverme, todos los músculos de mi cuerpo estaban sin energía.     Aún así, me pareció que era un tipo de cansancio bueno, que no me importaba sufrir.     Durante todo el viaje de regreso a casa no pude quitar la sonrisa de mi rostro.     Mi huesito pélvico me dolió por muchos días y cada vez que sentía ese dolor, no podía evitar de sonreír.

Después de esa vez, no supe más nada de ella.     Pasaron un par de meses y mamá tuvo que hospitalizarse para una intervención quirúrgica, me encontraba solo en casa por algunos días.     Seguía pensando en tía Fiordaliso y mi última experiencia con ella.     La forma en que me había excitado.     La forma en que había hecho que me corriera tantas veces.     No había manera de quitármela de la mente, estaba allí en todo momento.

No había nadie como ella.     Las chicas del colegio ya no me interesaban, tampoco me parecían tan atractivas como tía Fior.     No tenía ganas de salir con ninguna de ellas.     Solo pensaba en volver a follar con mí tía una vez más.     Fantaseaba con ella todo el tiempo, en la ducha, en sala de clases, en la calle, en el parque.     No importaba lo que estuviera haciendo, no podía dejar de pensar en su piel blanca y cremosa, sus pechos carnosos llenos de pecas, sus cabellos cobrizos, su culo redondo y firme.     Era una terrible e insoportable agonía.

Tampoco quería recurrir al autoerotismo, me negaba a autosatisfacerme.     Pensaba a ella que podía en cualquier momento volver a necesitar de mí.     Tenía que guardarme para ella.     Ahorrar mi semen para ella.     Pasé muchas noches despierto y con deseos de masturbarme, pero me obligaba a no hacerlo, para conservarme para ella.     Era muy frustrante no recibir su llamada.     Era una espera insufrible e interminable.

El día antes de que mamá fuera dada de alta, volví a casa del hospital.     Entré en casa e inmediatamente llegó a mis narices un olor a cocina.     Era todo muy extraño porque no había nadie más que yo para cocinar.     Sin embargo, el olor a pastel de choclo y humitas llenaba todo el ambiente.

—¿Quién está ahí? …

Pregunté desorientado.

—Hey … Aquí … Soy yo …

Era la inconfundible voz de tía Fiordaliso que llegaba desde la cocina.     La visión de mi tía cocinando fue algo digno de observar, llevaba un delantal, nada más que un delantal y nada más.     Sus maravillosos glúteos estaban totalmente expuestos en la parte trasera.

—¿Tienes hambre? …

—A-ha … Me comería un elefante …

—Qué bien …

Me pidió que me sentara y luego me sirvió un pocillo de greda con pastel de choclo.     Mi corazón latía con fuerza al ver los rápidos movimientos de mi tía con su cuerpo parcialmente desnudo.

—¿Notas algo diferente? …

Me preguntó en modo casual.

—El hecho de que estés aquí es ya algo diferente …

Dije mientras enterraba el tenedor en la costra dulzona del pastel.

—¿Cuándo dan de alta a tu madre? …

—Mañana después de mediodía …

Alcancé a decir viéndola que se metía debajo de la mesa y entre mis piernas.     No se demoró nada en desabrochar mis pantalones y encontrar lo que andaba buscando.     Suspiré profundamente cuando sentí su cálida boca en mi pene nuevamente; había pasado demasiado tiempo.

Sentir la boca de tía Fior chupándome la polla era increíble.     La situación me parecía tan irreal que pensé que me despertaría de un momento a otro.     Sin embargo, la sensación se mantuvo en el tiempo y finalmente era lo único que me importaba.     Dejé de comer y disfrute la boca de mí tía mientras me lamía y chupaba.     Succionó mi glande como una Pro, se trago toda mi polla varias veces hasta hacerla chocar con su garganta.     Me preparé para correrme muy pronto.

—Hmmmmm, tía … Ya viene … Siento que me voy a correr …

Entonces sucedió algo increíble, tía Fior no se detuvo.     Ella siguió chupándome aún con más ardor, no quería soltar mi pene, lamía y succionaba desenfrenadamente y su cabeza se movía más rápido sobre mi regazo.

—Slurp … Slurp … Gñam-gñam … Muak … Ummmmmm …

Tía Fior no dejaba de lamer, engullir y besar mi polla fogosamente y me resultaba cada vez más difícil contener mi carga.

—Ohhhh, tía … Ummm, tía … Mmmm … Umpf … Ya viene … Umpf …

—Muak-muak … Gñam-gñam … Slurp … Que rico …

—Tía … Lo digo en serio … No resisto más … Ummmmmm …

Tía Fiordaliso parecía no escucharme.     Me chupaba ansiosa y con mayor ahínco, concentrando su lengua sobre mi glande.     Parecía decidida a no detenerse.     Yo quería conservarme para su propósito y a ella parecía no importarle.      Me estaba confundiendo y no había más tiempo para pensar.     Mis piernas se estiraron y se pusieron tiesas, si seguía así ya no podría aguantar.     Traté de levantarme para escapar, pero ella me aferró con inusitada fuerza y me mantuvo sentado a la silla.

—Oooohhhh … Aaaahhhh … Tía, no … Hmmmmmm … Oh, no …

Sentí un torrente de esperma corriendo desde las profundidades de mis entrañas.     Un grueso chorro de semen salió disparado de mi polla.

—Vengo … Uuuuhhhh … Ummmmmm … Aaahhh … Umpf … Umpf … Tía, me corrooo …

Sus labios se cerraron alrededor de mi polla que se sacudía y disparaba densos chorros de semen directamente en su boca.     Al no haber tenido ningún orgasmo por mucho tiempo, me corrí con tal fuerza que me giraba la cabeza, me vino una especie de vértigo.     Agarré la cabeza de tía Fiordaliso y enterré mi polla en lo profundo de su garganta, ella nunca hizo un amago de retirarse, siguió chupando y tragando toda mi semilla.     Cuando finalmente deje de estremecerme y solté su cabeza, ella se sentó en sus talones y me miró sonriente.

—Qué tal, ¿eh? … No te esperabas esto, ¿verdad? …

—Ehm … No … Por … ¿Por qué? …

Se levantó de debajo de la mesa y me arrastro con los pantalones abajo hacia la sala de estar.     La seguí tratando de no tropezar con mis pantalones y nos dejamos caer en el amplio diván.

—¿Porqué … qué? …

—¿Por qué te tragaste mi semen? …

Me miró con una sonrisa de oreja a oreja, estaba radiante, sus ojos iluminaban todo mi horizonte.

—Porque ya no lo necesito en mi coño, Mateo … ¡Estoy embarazada! …

(Continuará …)

No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo ….
Los vi desde mi ventana en el piso de arriba supe que era el auto de tío Jairo.     De seguro viene con la tía Fiordaliso.     Ellos siempre me ponen nervioso.     La tía es tan hermosa que siempre me siento un poco cohibido y nervioso ante ella, dado mi carácter un poco tímido.    Tía Fiordaliso tiene un rostro de supermodelo, más encima es significativamente curvilínea, no como esa gente lisa y fría que desfila en las pasarelas.     Cada vez que estaba cerca de ella, me costaba mantener mi mirada lejos de su floreciente belleza.     Yo lo sabía y me incomodaba de que ella pudiera darse cuenta.

Apenas descendió del auto mis ojos comenzaron a recorrer toda su fisionomía, desde los deditos de sus pies finamente pintados y alhajados, hasta su elegante y sofisticada cabellera de un intenso color cobrizo.     Llevaba un calzado estilo sandalias con correas envolviendo sus bien moldeadas pantorrillas.     La suave brisa del viento hacía que su delgado vestido se adhiriera a sus tonificados muslos mientras caminaba sensualmente.     Sostenía una fina cartera de Isabel Bernard en una mano y en la otra una sombrilla para protegerse de los rayos del sol.     Yo la esperaba en el porche para saludarla y darle la bienvenida, pero ella se arrojó hacia mí dándome un estrecho y suave abrazo.

—¡Hola, Mateo! …

—¡Hola, tía Fior! … ¡Qué alegría verte! …

—¡Oh, sí! … ¡Qué contenta de encontrarte, Mateo! …

—Vamos … Entremos que el sol está demasiado fuerte …

—¡Eh, sí! …

¡Oh! Que cosa mas maravillosa y suave abrazar a tía Fiordaliso, sus protuberantes senos mullidos y algodonosos, hasta me pareció sentir el ápice de cada pezón sobre mi camisa.     Casi morí cuando su mano casualmente rozó mi polla mientras pasaba junto a mi y entraba a casa.

Me fui detrás de ella, era imposible evitar de mirar sus exquisiteces por detrás.     Su estrecha cintura que le daba a su trasero esa forma de reloj de arena era increíble.     No había chico que no admirara su derriere, cuando ella pasaba por la calle.     Ahora detrás de ella yo hacía exactamente eso, mirar su ligero vestido pegado a sus hermosas y finas nalgas.    Mirando como cada una de ellas se movía en forma ordenada, mientras una subía, la otra bajaba y luego viceversa.     Así en un movimiento perpetuo que era delirante.    Tuve que tapar mi boca para no exclamar ¡Que bien de Dios, Jesús mío!

Me parecía increíble que alguien pudiera ser tan atractiva.     Ella es el tipo de mujer que ves en las películas o revistas de celebridades.     ¿Cómo era posible tener aquí en casa una belleza sin igual?    ¿Cómo un ser de divina hermosura puede estar en mi casa y con mi familia?    ¿Cómo mi tío, que es una figura promedio, logró conquistar a esta diosa de mujer?

Bueno, el tío Jairo no estaba del todo mal.     Era el hermano menor de mi madre.     Lo conozco de toda una vida y él siempre ha sido muy buen tío, jugaba conmigo cuando pequeño y me cuidaba.     Luego tuvo un golpe de suerte y gano muchísimo dinero al Loto.     Se rodeó de hermosas mujeres, pero tía Fiordaliso era excepcionalmente hermosa, la más bella de todas.

Nos sentamos a cenar y yo me senté lejos de ella para evitar de estar permanentemente dándole indiscretas miradas a su protuberante escote y al surco que mostraban sus enormes tetas.     Su figura era tan llamativa que era imposible no mirarla.

Para servirnos el postre pasamos al patio, bajo el parrón y tía vino a sentarse junto a mí.     Me distraje mirando su escote y comenzamos a hablar:

—Entonces … ¿Cómo vas en el colegio? …

—¡Uhm! … Bastante bien … Debo hacer todo lo posible para incrementar mi puntaje para la PSU …

—¿Y cual es tu fuerte? …

—Historia … En biología me complico un poco …

—¡Oh, que interesante! …

—Sí, ahora mismo estoy estudiando antiguas civilizaciones, cómo la griega …

—¡Oh, los griegos! … La cuna de la democracia …

—Así es … En las diferentes ciudades estados …

—¿Cómo Atenas? …

—No solo … Está Halicarnaso, Olimpia, Tebas y muchas otras … Es muy interesante como han influenciado el desarrollo de muchas democracias modernas.     También está la influencia cultural, la filosofía, la política en general y los tantos artistas de esa época …

—Sin duda muy interesante, Mateo … Pero yo necesito hablar algo contigo …

—¿Uhm? … ¿De que se trata? …

Repentinamente ella alzó su cabeza mirando alrededor de nosotros, como para comprobar que no hubiese nadie cerca que pudiese escucharnos.     Había una decena de personas alrededor, pero ninguna parecía fijarse en nosotros.     Entonces Fiordaliso se inclinó hacia mí y en una voz susurrada, me dijo:

—Se trata de algo muy personal … Secreto … ¿Podemos juntarnos arriba? …

Sin esperar mi respuesta se levantó y se encaminó hacia la casa, la vi que subía las escaleras con su bebida en una mano.     Me quedé sorprendido y confundido, ¿Por qué secreto?  ¿Por qué arriba, en el piso de arriba?   ¿Por qué solos ella y yo?      Estaba realmente perplejo, tomé otra bebida y me encaminé al piso superior.     Mientras subía las escaleras, trataba de dilucidar lo que ella quería conversar conmigo en secreto; quizás necesitaba algún consejo masculino para elegir un regalo para tío Jairo, o planear una fiesta a sorpresa para él, pero en realidad no tenía la menor idea de que pudiera tratarse todo el asunto.

Una vez que llegué al piso superior, inmediatamente noté que la puerta de mi habitación estaba ligeramente abierta, entré y tía estaba de pie mirando los pergaminos y diplomas míos sobre la pared, mamá los había hecho encuadrar todos y los tenía allí para exhibición y su propio orgullo.

—¡Uhm! … Tienes una inteligencia privilegiada, ¿eh? …

Dijo mi tía observando uno a uno los cuadros de mis logros estudiantiles.

—¡Ehm, sí! … Algo así …

—Bien … Eso es muy bueno … Es justo lo que necesito …

¿Tía necesitaba a alguien inteligente?  ¿Necesitaba algún consejo sobre alguna materia del colegio?   En ves de aclarar un poco la incógnita, esto solo me confundió aún más.

Tía Theresa se sentó en mi cama, su vestido se subió sugestivamente sobre sus muslos envueltos en finas y sedosas medias negras.     Mis ojos escrutaron el dobladillo de su vestido, pero no había nada de revelador.     Mire su hermoso rostro con esas pecas en sus mejillas, las mismas pecas que se formaban en su pecho sobre sus exuberantes tetas.     Recogió sus manos en su regazo y pareció meditar sus palabras en forma tímida, cómo si tuviese dificultad a expresarse.

—Escucha Mateo … Quiero pedirte un favor …

—¿Sí? …

—¡Oh, Dios! … No sé por donde empezar … La verdad es que yo … Bueno … Busco … Busco un … Un donante …

—¿Un donante? … Tía, soy solo un estudiante … Tengo poco y nada para donar … Soy pobre …

—No … No es dinero lo que necesito … Es algo del cuerpo … Ya sabes … Algo más personal …

—¿Cuerpo? … ¿Acaso necesitas sangre? … ¿Un riñón? … Estas … ¿Estas enferma, tía? …

—No … Tampoco es eso … Para eso iría a un hospital … O le preguntaría a mi hermana …

Me sentí un poco desorientado al no entender de que cosa estaba hablando.     Parecía muy nerviosa y reticente a hablar con mayor claridad.      Volvió a mirar en torno, luego miró hacia la puerta que permanecía cerrada.     Finalmente lanzó un profundo suspiro y a muy baja voz, me dijo:

—Necesito un donante de esperma … Intento quedar embarazada …

Me quedé en blanco.     Dudé si había escuchado bien lo que ella me había dicho.     Noté que ella seguía moviendo su boca como si hablara, pero yo no procesaba nada, no escuchaba lo que ella me estaba hablando muy nerviosa.     Me quedó mirando expectante, mi boca estaba reseca y no lograba pronunciar palabra alguna.     Mi tía movió sus cejas como esperando una respuesta de mí, logre solo balbucear:

—¿Qué? …

Tía Fior pareció entender que me encontraba en estado de shock y que no había captado lo que ella me estaba diciendo, así que volvió sobre el asunto:

—¡Ehm! … Lo siento … Creo que no hay una manera delicada para decir esto, ¿verdad? … He pensado muchas veces en como decírtelo, pero no se me ocurrió nada más al respecto … ¿Quieres tomar asiento? …

Dio unas palmaditas sobre la cama en señal de que me sentara a su lado.     Tragué saliva, tenía el estómago apretado cuando me senté junto a ella.

—He intentado de todo para quedar embarazada …

La escuché atentamente, pero se quedó callada con la mirada perdida en el espacio.     Me di cuenta de que trataba de ordenar sus ideas y hablar las cosas con coherencia.     Tosió y se aclaró la garganta.     Se secó unas incipientes lágrimas que amenazaban de arruinar su maquillaje, no pude evitar de preguntarle:

—¿Estas llorando? …

—No … Bueno … Sí … Es que yo … ¡Ehm! …

—¿Estás bien, tía? …

—¡Maldición, sí! … ¡Solo que … ehm …!

Respiró hondo para recuperar su compostura y prosiguió:

—Ha sido difícil … Muy difícil … Hemos tenido terribles discusiones … Hemos intentado de todo y hemos fracasado en todo … Esto ha sido muy malo para nuestra relación, ¿sabes? …

—¿Y de cuanto tiempo que lo están intentando? …

—Tres años … Uhm … Sí, poco más de tres años … Ha sido duro … Básicamente ya he intentado todo lo que es humana y normalmente posible … He leído un montón de libros … He visto varios médicos … He probado todos los consejos … Hice un calendario para identificar con precisión los días en que estoy ovulando … Jairo y yo hemos tenido relaciones en todos esos días … Incluso me hice revisar completamente en la clínica y no encontraron ningún inconveniente en mí … Entonces es él … ¡Aahhh! … Ahí comenzaron nuestros problemas … La mera suposición o sugerencia de que él es quien tiene un problema, lo hizo enfurecer … Y no lo aceptó …

Recién empecé a comprender el drama de mi tía Fiordaliso.     Suposiciones y sugerencias como esas, serían un duro golpe para la autoestima de cualquier hombre y mi tío Jairo no lo tomó para nada de bien.     Con voz más quieta ella continuó:

—Estoy segura de que es él … el problema está en él … Sin embargo, cuando le pedí que se hiciera un control, se negó a hacérselo … Dice que él no tiene ningún problema para dejar embarazada a cualquier mujer … Su ego masculino, ¿sabes? … Dijo que deberíamos seguir intentándolo … Pero ha pasado mucho tiempo y no lo hemos conseguido … Necesito probar algo más … No dispongo de mucho tiempo para seguir intentándolo con tu tío … Entonces pensé en echarle una mano a Madre Naturaleza …

—Pero para eso vas a necesitar un laboratorio … ¿Porqué es que necesitas de mí? …

—¡Ehm … sí! … Inseminación artificial, así se llama … Toman la esperma de un donante y lo insertan en el útero de la mujer, muy profundo … Así los nadadores pueden alcanzar rápidamente el ovulo … Otras veces extraen el ovulo y lo fecundan en un laboratorio antes de volver a ponerlo dentro de la mujer …

—Fecundación in vitro …

—Exactamente … ¿Cómo sabes como se llama? …

—No me pierdo ningún capítulo de “The Good doctor” …

Tía Fior sonrió, lucía abatida:

—El problema es que tú tío nunca hará nada de eso … No me deja usar su esperma … Pienso que tiene miedo de que descubran algo en él …

—¿Y porqué no intentas las Fertilización in vitro? …

—Porque cada sesión es muy cara … No tengo el dinero y tu tío nunca pagaría para eso … La única vez que lo mencione se sintió realmente ofendido … Él piensa que todo lo que se necesita es que me bombeé por un par de minutos y listo … Es un tonto … Ni siquiera puede hacer que su mujer de verdad se corra …

Creo que ella ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo, lo último, lo dijo entre dientes.      Al parecer ella estaba muy molesta.

—Incluso si obtuviera el dinero de alguna parte, Jairo no colaborará … En principio pensé en llevar yo misma un poco de semen a la clínica, pero no tenía los medios para hacer que eso funcionara … Entonces se me ocurrió una solución alternativa … Ahí es donde entras tú … Bueno … Espero …

—¿Sí? … ¿Y cómo? …

—Escucha … Lo tengo todo pensado … Solo necesito el donante de esperma … Luego, el “trabajo real” lo hare yo misma … ¡Debería ser fácil! …

—¿Co-cómo? …

—Vendrías a mi casa … Pasarías un rato en el baño y … Bueno … Sacas tus cosas … Yo tendré listo un recipiente para ello … Pones tus cosas en una taza o vaso, luego me lo das … Yo tendré lista una jeringa y me inyectaré tus cosas directamente … ¿Ves? … ¡Es fácil! … ¡Solo te necesito como donante! …

Me quedé un rato pensando, pero no en el sistema ideado por mi tía.     Pensaba que lo que me estaba proponiendo era algo descabellado y complicado.

—Tía … ¿Por qué simplemente no te divorcias y busca un hombre que te embarace y te haga feliz como mujer? …

—Sí, también he pensado en eso … Solo que tengo mi edad, no tengo dinero ni tampoco educación superior … ¿Dónde iría? … ¿Qué haría? … Creo que no tengo tiempo como para comenzar una nueva vida con alguien más y ver si funciona o no funciona … Lo consideraría solo en caso de que mi plan no funcione …

—¿Y no has pensado en adoptar un bebé? …

—Tú tío Jairo dijo que no quería un “guacho” en casa …

Era muy difícil para mí entender el deseo de mi tía por convertirse en madre.     Sin embargo, entendí que ella actuaba así por la desesperación.

—¿Y por qué yo, tía? … ¿Por qué no pensaste a alguien más? …

—Cómo te dije anteriormente, no poseo de mucho dinero para hacerlo legalmente en laboratorio … Además, debe ser alguien en quien pueda confiar … Alguien conocido y que sabrá mantener el secreto … Tú tienes todas las características adecuadas, Mateo … Te necesito … Necesito de tú ayuda para cumplir con el deseo más importante de toda mi vida …

Me sentí halagado de que ella me hubiese tomado en consideración, ella siguió diciendo:

—Tú y yo no tenemos ningún parentesco sanguíneo … Pero por parte de tu madre, estás emparentado con mi marido … No eres muy diferente de él … Tienes su mismo tipo de sangre …

Me sorprendió lo informada que estaba y la interrumpí:

—¿Cómo sabes eso? …

—Está en vuestras licencias de conducir … Fácil, ¿no? …

—¡Oh! … Es verdad …

—Tampoco tienes alergias ni enfermedades hereditarias …

—Espera … ¿Y como supiste eso? …

—Bueno … Tú madre es una fuente de información confiable … Me hizo un resumen de todo tú historial médico …

Sonrió con una mirada un poco desfachatada.

—¡Oh! … Ya veo …

Sentí el calor en mis mejillas y lo que siguió fue aún peor, me preguntó:

—¿Has tenido una vida sexual promiscua? … ¿Alguna enfermedad de transmisión sexual? … ¿Quieres que te hagan un examen en clínica? …

Creí tener mi cara roja como un tomate, ella se quedó mirándome expectante esperando respuestas a todas sus interrogantes:

—Bueno … Ehm … Yo …

Mi tía se inclinó hacia adelante para poner atención a lo que yo estaba tratando de expresar.

—He tenido relaciones solo con una persona … Pocas veces … Ella …

—Erica, ¿verdad? … Tu novia, ¿eh? … ¿Cuánto tiempo? …

—Unos tres años … Estábamos en el mismo colegio … El último año sus padres la cambiaron de colegio … Entonces terminamos …

—Eres perfecto … Tienes el mismo grupo sanguíneo de Jairo … Ambos de cabello oscuro … Lóbulos similares … Barbilla cuadrada … Mismo color de ojos … Todas cosas en que se fija la gente para comprobar la ascendencia … Cuando quede embarazada le diré que es suyo … Seguimos teniendo relaciones sexuales cada vez que estoy ovulando … Las matemáticas son perfectas … Se necesitaría un examen de ADN para …

—¿Y si se hace uno de esos? …

—¿Tú tío? … No lo hará … Estará tan lleno de su egocentrismo que no dudará ni un momento de que el bebé no es suyo … Incluso si llegara a enterarse, por su orgullo lo negará …

En ese momento se detuvo y sonrió para sí misma un poco burlonamente, diciendo:

—A decir verdad, ya ni siquiera me importa … Lo único que quiero es esto … Quiero un bebé … Y mi esposo no puede dármelo … Tampoco yo estoy tan joven …

—¡Vamos, tía! … Apenas tienes treinta, ¿no? …

—Treinta y cinco …

—Pero luces muy joven y sexy …

Se dibujó una deliciosa sonrisa en su rostro, los hoyuelos de sus mejillas también sonrieron seductoramente.     Ella se echó el pelo hacia atrás en forma muy sensual, se enderezó sentada a orillas del lecho haciendo que sus pechos se lucieran bellos y firmes hacia adelante.     Esto me puso muy nervioso y cachondo, así que añadí:

—Quiero decir, no pareces de esa edad … Te ves muy buena … Ehm … Quiero decir … Joven y atractiva … ¡Oh, Dios! … Creo que estoy diciendo muchas necedades …

—No, Mateo … Está bien … Y gracias por tu apreciación … Toda mujer se siente halagada cuando un hombre la encuentra atractiva … Pero aún así, siento que el tiempo se me va … No me quedan muchos años para realizar mi sueño de tener un bebé … Me temo que, si no actúo pronto, eso nunca sucederá … Y yo no puedo aceptar eso … Pero a Jairo parece no importarle … Me lo dijo en mi cara, “Mujer, lo intentaremos … Sí sucede, sucede … Y si no, bien también” … ¿Te imaginas? … A él le da lo mismo … Y para mí es lo más importante … Debe suceder … A cualquier costo …

Ahora me di cuenta lo decidida que estaba de quedar embarazada.     Pude ver cómo contenía las lagrimas con los recuerdos de esas interminables discusiones con mi tío Jairo.     Me quedé allí sentado a observar su hermoso rostro con sus pecas características en sus pómulos.     Luego se volvió hacia mi y pronuncio sus más sentidas palabras:

—Mateo, por favor …

No dijo nada más, se hizo un denso silencio en mi habitación.     Ella se aclaró la garganta un par de veces y trató de evitar que las porfiadas lágrimas arruinaran el rímel de sus ojos claros y brillantes.     Me levanté y comencé a caminar reflexionando, tía Fior permaneció callada sentada al borde de la cama y no dejaba de observarme.

—Mateo … No se qué más decir ni hacer … Estoy desesperada … No tengo los medios para hacerlo profesionalmente … Confío en que si lo hago artesanalmente yo misma … Funcionará … Pero necesito de tu ayuda … Ayúdame, por favor …

Mi cerebro estaba maquinando todo a tiempo extraordinario.   ¿Podría ser eso posible?   No pensaba en negarme a ayudar a tía Fiordaliso, pero … ¿Podría yo hacer eso?

Además, no contaríamos con el apoyo de ningún familiar.     Sí se hubiera tratado de donar sangre o médula espinal para combatir una leucemia o algo así, estoy seguro de que todos apoyarían la iniciativa y se unirían en torno a mi tía, ¿Pero esto?   ¿Algo que nunca nadie debería jamás llegar a conocer?   ¿Un secreto?   ¿Un engaño?   Ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo.     Ya lo había pensado todo quien sabe cuántas veces.     Miré su figura y su rostro de desesperación y ansiedad.     Me recordé de las clases de historia donde antiguas civilizaciones tenían como prioridad de que las mujeres se embarazaran y tuvieran muchos hijos.     Los imperios debían crecer con hombres y mujeres jóvenes.     Si una mujer no venía embarazada por el marido, era su obligación yacer con uno o más hombres para que la embarazaran.     Era su obligación de hembra y ciudadana.     Mi respuesta ya se había formado en lo recóndito de mi cerebro, debía solo pronunciarla y no se cómo surgió en forma espontánea:

—Está bien … Lo haré …

Sus ojitos cobraron vida y se iluminaron.     La sonrisa volvió a sus labios y dijo:

—¿Sí? … ¿Lo harás? …

—Sí … Yo te ayudaré …

Las lágrimas de alegría afloraron y ella rápidamente las secó y contuvo.

—Gracias, Mateo … Espero que esto funcione … En algún modo te compensaré …

Se levantó y me abrazó en forma efusiva.     Su cuerpo suave y tonificado se apegó al mío.     Volví a sentir todas sus sinuosidades y curvas que volvieron a hacerme sentir un calorcillo y pulsaciones en mis pantalones.     Ahora ella hablo precipitadamente:

—Entonces yo arreglaré todo y te avisaré en el momento adecuado … Confío en que no será por mucho tiempo … Te llamaré y hablaremos de los preparativos … Y Gracias, otra vez …

Luego rápidamente ella salió de mi cuarto y desapareció hacia la sala de estar dando saltitos de alegría, me quedé un rato sin moverme y pensé ¿En que lío me he metido?

Paso un par de semanas.     No escuché nada de tía Fiordaliso, después de pensar a diario sobre el asunto, me relajé y comencé a olvidarlo un poco.     Después, repentinamente un día sin previo aviso, entró una llamada de un numero desconocido a mi celular, me sorprendí al escuchar la voz de mi tía:

—¿Estás listo? … ¿Puedes este fin de semana? …

Me preguntó en forma directa y sin preámbulos.

—Ehm … Bueno … Yo …

—Sabes quien soy, ¿eh? … Recuerdas de lo que hablamos, ¿verdad? …

—S-sí … Por supuesto … Dije que te ayudaría … Pero co-como … Tú, ¿cómo estás? …

—Escucha … Este sábado … Ven con el Metrotrén, yo te recogeré en la estación de Nos … Te pagaré un taxi para que vuelvas a casa … No quiero moverme después de, ya sabes, de eso … Solo prepárate, ¿vale? … Llega como a mediodía …

—Ugh … Está bien …

La tía Fior vivía a poco más de una hora desde mi casa.     Una casona padronal de campo, muy grande y bien cuidada, pero no era un sector desolado, solo que la casa más cercana estaba a varios cientos de metros de la propiedad de tío Jairo.     Había estado allí muchas otras veces en reuniones familiares y era agradable disfrutar en el jardín con el aroma de campo y enorme espacio a disposición en esta zona semi rural.

El sábado en cuestión tomé el Metrotrén en su horario puntual y traté de disfrutar del paisaje campestre y un poco de lectura revisando los mensajes de texto en mi celular.     Aproveché de enviar a tía Fiordaliso el horario de llegada a Nos y recibí un escueto “OK” cómo respuesta.     Apenas salí de la estación vislumbré el carro de mí tía que venía a recogerme.     Subí a él y ella nos condujo a casa.     No conversamos de nada en el trayecto, imagino que tanto ella como yo estábamos nerviosos.     Ella estacionó el vehículo en el garaje y entramos directamente en casa.     Sentía maripositas en mi estómago y el tiempo parecía transcurrir muy rápido.     Sin siquiera darme cuenta entré a casa y comencé a quitarme mi cortavientos.     Nervioso como nunca, le pregunté:

—Y el tío Jairo … ¿Dónde está? …

—Se fue a Valparaíso a pescar con sus amigos … Volverá mañana temprano … Gracias de nuevo por tu ayuda, Mateo … Sabes donde está el baño, ¿verdad? …

Un poco bobamente ambos sonreímos cuando ella me mostró el camino al baño, porque yo ya lo sabía perfectamente, pensé que era por el nerviosismo que estábamos sintiendo mutuamente.     Dentro del baño había varios objetos encima de la mesa junto al lavabo.

—¡Oh, Mateo! … Este es el recipiente … Bueno … Para tus cosas … Ponle la tapa una vez que hayas terminado … Ehm … También compré estas por si las necesitabas …

Me dijo tía Fior mostrándome dos revistas pornográficas suecas mientras me guiñaba un ojo.     Luego se giró y salió del cuarto cerrando la puerta tras ella.     Todo se sintió extrañamente tranquilo.     Allí estaba yo en el baño de mi bella tía a punto de masturbarme y dispararle mi semen en una taza con tapa de rosquilla roja.     Me reí para mis adentros pensando en lo absurdo e irreal de todo esto.

Me bajé los pantalones y me tome un tiempo para sentirme cómodo en el baño.     Comencé a hojear las revistas, no había nada nuevo en ellas.     Chicas mostrando sus jóvenes coños y culos a un fotógrafo de dudosa profesionalidad.     Paginas con tetas de todos los tamaños con escritas laterales en varios idiomas que yo no conocía.

Tomé el pote con tapa y la desenrosqué un poco, dejándolo listo para despegarla rápidamente al momento preciso.     Hojeé las revistas intentando de que mi polla reaccionara.     Había algunas fotos muy sugestivas, pero me centré en una modelo que asemejaba bastante a mí tía Fiordaliso.     Seguí mirando las fotografías mientras acariciaba mi pija hacia arriba y hacia abajo, intentando imaginar fantasías con esas mujeres, pero mi pene tomó consistencia solo al momento de centrarme en la figura de mi tía.     La vi sonriéndome mientras arreglaba sus cabellos cobrizos que destellaban llamas al suave movimiento del viento.     Su vestido adherido a sus curvilíneas formas, dibujando su liso vientre y la convergencia de sus muslos firmes, exquisitos y tiernos.     La imagine en frente de mí, acercándose como en cámara lenta, apuntando a mi polla con sus manitas suaves, cogiéndola entre sus deditos largos y pintureados, moviendo mi prepucio como un fuelle aterciopelado en forma vertical.     Su ojitos centrados fijamente en mi meato esperando ansiosa la salida de mi semen sobre su carita angelical.     Creí escuchar su suave voz: “Ahora, Mateo … Ayúdame … Dame tus cosas … Te necesito, Mateo … Hazlo por mí … Por favor”      Sentí el estremecimiento característico en mi bajo vientre, rápidamente quité la tapa del envase, la sostuve contra mi polla y disparé un sinnúmero de nacarados filamentos de denso semen en su interior, me aseguré de que cada chorro cayera dentro y luego atornillé la tapa roja cerrando el receptáculo.     Me levanté los pantalones, me fui al lavabo y lavé mis manos, luego salí y llamé a mi tía:

—Tía … Ya terminé …

—¡Oh! … Vengo …

La escuche decir desde arriba, luego llegó a toda prisa a mi lado.

—Entonces te llamaré un taxi para que te lleve a la estación … No te preocupes de pagarlo, porqué ya lo he cancelado con mi tarjeta de crédito … Y ten, un poco de dinero para el tren …

Todo fue muy rápido y sin preámbulos de ningún tipo, todavía un poco nervioso, le dije:

—Gracias, tía … ¿Estarás bien ahora mismo? …

—Sí … El resto lo haré yo sola … Y gracias de nuevo, Mateo …

Me dio un rápido abrazo y volvió a subir las escaleras un poco apresuradamente.     Cuando salí, un Uber llegó en un par de minutos y me llevó a la estación para tomar el tren de regreso a casa.     El viaje transcurrió sin contratiempos, pero no cesaba de pensar en lo que acababa de suceder.     Nunca había hecho una visita a casa de tía Fiordaliso tan breve.     Creo que no se prolongó por mas de diez o quince minutos.     Entré, hice lo que se esperaba de mí y luego fuera otra vez.     No hubo charlas triviales ni nada.

Comencé a pensar en: ¿Que estará haciendo la tía en estos momentos?   ¿Habrá ya hecho lo que se proponía hacer?   ¿Cuánto tiempo le habrá tomado hacerlo?    Mi mente me trajo las imágenes de ella en toda su beldad, era tan hermosa, tan pura, tan sexy.     La imagine acostada sobre su cama totalmente desnuda, tocando su coño, abriendo su labia vaginal e inyectando mi tibia esperma dentro de su panocha fértil.     ¿Quedará ella embarazada de ese modo?     Mi pene volvió a ponerse duro y sentí ese calorcillo en mis bolas.     No pude dejar de pensar en ello hasta que llegué a casa.     Esa noche tampoco tuve sueños tranquilos imaginando los bellos muslos de tía Fiordaliso abiertos al máximo mientras llenaba su coño con mi semen.     Me parecía que todo esto sucedía en alguna dimensión paralela y extraña.

Pasaron varias semanas.     Continué con mis estudios.     Estábamos debatiendo sobre la filosofía de Platón y la creación de la Republica y yo debía escribir un articulo al respecto.     Afortunadamente era bastante diestro en la redacción de discursos y trabajos escritos, por lo que no me llevó demasiado tiempo.     Cuando estaba casi terminando mi trabajo redaccional, sonó mi celular, una llamada de un numero familiar estaba en entrada.     Se me secó la garganta y un ligero temblorcillo recorrió mi cuerpo, apreté mi estómago y respondí:

—¿Hola? …

—Sí … Hola …

Reconocí inmediatamente la voz de mi tía Fiordaliso, se quedó unos segundos sin hablar, pero podía escuchar claramente su profunda respiración.

—Mateo … Al parecer no ha funcionado … ¿Podemos volver a intentarlo este fin de semana? …

—Ehm … Sí … Claro …

—Excelente … ¡Ah! … He estado leyendo algunas cosas al respecto, ya sabes, cosas que podrían ayudar … Entonces quería pedirte otro favor …

—Sí … ¿Cuál? …

—Uhm … Quiero que no tengas relaciones sexuales con nadie … Tampoco que te toques … Deberías guardarlo todo … Guárdalo todo para mí … ¿OK? … Y gracias …

La comunicación se cortó abruptamente y me quedé sin palabras.     Me parecía todo tan raro, pero pensé que ella tenía razón.     Era una buena idea si yo tuviera un periodo de abstinencia.     Pensándolo bien, había estado tan ocupado y absorto en mis estudios que en realidad ya habían pasado dos semanas desde la última vez que había eyaculado, así que sin querer estaba cumpliendo con los requerimientos de mi tía.

Llegó el fin de semana y partí para encontrarme con mi tía.     Pensé en tratarlo como una visita al doctor o al mecánico.     Sin nada de sexual en ello.     Solo estaba ayudando a una querida amiga a cumplir uno de sus más añorados sueños.     Ella se merecía de poder cumplir ese sueño y yo estaba dispuesto a ayudarla.     Podría haber elegido a algún otro, pero me había elegido a mí, no había más hombres en familia con la edad adecuada.

Me recogió en la estación con su coche, estaba vestida con una estrecha remera y unos ajustados jeans elastizados que se adherían a sus piernas como una segunda piel.     Sus anchas caderas se veían de ensueño.     Me precedió cuando entramos a su casa y yo no era capaz de quitar mis ojos de su atractivo e increíble trasero.

—Mateo … Bienvenido de nuevo … Y gracias por hacer esto por mí …

Dijo con una amplia sonrisa tratando de calmar la tensión del momento.

—Sí, Ok … ¿Está el tío Jairo? …

—¡Oh, no! … Se fue de caza con sus amigos … no llegará hasta esta noche …

—Genial … Entonces estamos solos tú y yo … Que bien …

—Sí … Es mejor así … Te tengo todo preparado en el baño … Te estaré esperando …

Diciendo eso, tía Fiordaliso desapareció hacia el piso superior.     Como necesitaba satisfacer una urgencia fisiológica, fui al baño e hice mis necesidades, luego como tenía sed me dirigí a la cocina en busca de algo de beber, enseguida volvería al baño a cumplir mi tarea para tía Fior.     Justo cuando iba en camino al baño, escuché a mí tía descendiendo por las escaleras:

—Tía … Lo siento, pero todavía no lo he …

Me quedé con mi mandíbula inferior colgando casi hasta el suelo.     Descendiendo las escaleras había una mujer pelirroja con el cabello suelto sobre los hombros y vestía una fina bata de color negro como de hilo tejido a malla.     Parecía una especie de traje oriental y bastante revelador.     Me quedé allí pasmado ante la belleza que se presentaba ante mis ojos.

—¡Guau, tía! …

—Oh, lo siento … volveré arriba … Uhm … Solo me preparaba …

Dijo apresuradamente cerrando la prenda sobre sus pechos vibrantes y movedizos, grandes y excitantes.

—Está bien … Yo voy al baño ahora …

Entré al baño, cerré la puerta y me bajé los pantalones.     Esta vez no necesitaba ninguna revista después de haber visto las estimulantes visiones del vestido de mi tía y su hermoso cuerpo.     Rápidamente cogí el receptáculo de donación y lo coloqué de frente a mí.     Luego cerré los ojos y pensé a esa hermosa mujer que había visto descender por las escaleras con esa seductora bata negra que no cubría nada de su hermosura.     Mi mente se fue por un espacio de placer, una dimensión de lujuria y mi orgasmo llegó potente y copioso en gruesas hebras de candente semen fresco.

Me tomó menos de dos minutos en correrme, enseguida levanté mis pantalones y cerré la tapa a rosquilla del recipiente de plástico.     Estaba casi sin aliento y mi corazón latía desbocado.     La visión de mi tía casi sin nada encima todavía estaba totalmente vivida en mi mente.     Sus pechos redondos como globos lucían pesantes y duros, con sus pezones punzando la tela a malla queriendo escaparse por esos amplios agujeros.

Me lavé las manos, agarré el envase con mi esperma y salí del baño.     Tía Fiordaliso estaba esperándome al pie de las escaleras.

—¡Oh, vaya! … ¡Eso sí que fue rápido! …

Dijo ella sonriendo feliz.

—Sí, bueno … Ya sabes … Todo para una bella dama como tú …

Ella me quitó la taza y la levantó para mirarla a contraluz, cuando vio la enorme cantidad de semen sus ojos se volvieron de ensueño.     Mirando su cautivadora bata mostrando sus hermosas formas femeninas.     No sabía que decir, pero lo mismo dije:

—Veo que te estás preparando …

—¡Oh, sí! … También en mi dormitorio tengo listas algunas cosas …

—¿Qué cosas? …

—Uhm … Bueno … Algunos juguetes y demás …

—¿Juguetes? …

Tía lucía nerviosa, pero recuperó su compostura y comenzó a hablar sobre los preparativos que había hecho.

—Sí … Verás, leí algunos artículos en la red donde se dice que estar cachonda también ayuda a la fecundación … Los fluidos de la mujer ayudan a los espermatozoos a nadar con mayor énfasis hacia el ovulo … Por eso pensé que antes de usar tú esperma … Ehm … Me excitaré usando algunos de mis juguetes … Ya sabes … Vibradores y consoladores …

Algo se me atravesó en la garganta y traté vanamente de aclararla.     Mi tía me sonrió viéndome un poco complicado con su explicita explicación.     La vi que se sonrojó levemente.     Pero en realidad no había necesidad de ser tímidos.     Ambos éramos bastante adultos y ya sabíamos de fluidos corporales, de videos porno, de juguetes sexuales y todas esas cosas.     Tía Fior pareció relajarse y continuó:

—Comenzaré con mi vibrador estimulador de punto G … Luego usaré mi consolador grande … Se llama doctor John Holmes … Imagino que será el nombre del sexólogo quien lo invento … Después cuándo esté lista para correrme, me inyectaré tú semen … Espero que eso funcionará …

No quise revelarle a mi tía que John Holmes era un porno actor de los años ’70, pero mi polla comenzó a engrosarse escuchando sus planes de autofecundación.     Ella prosiguió:

—Después volveré a jugar con mi consolador para correrme una vez más … Al parecer las posibilidades de quedar preñada aumentan si la mujer está muy caliente … No sé si eso será realmente verdad … Pero estoy dispuesta a intentarlo todo …

—Uhm … Bien … Si eso es verdad, entonces debería funcionar …

—Bueno … Sí no lo es, de todas maneras, será algo agradable de experimentar y disfrutar …

—Apuesto a que sí …

Fuimos a la cocina y ella versó limonada fresca en dos vasos y me tendió uno a mí.

—Eso debería ser también cierto para los hombres, ¿verdad? … Cuando estás más cachondo, es muy probable que eyacularás más, ¿no? …

Eso me hizo pensar en lo cachondo que me sentí a verla con ese cautivante bata negra.     Poco a poco me sentí cómodo teniendo esta conversación con tía Fiordaliso.

—Ehm … Efectivamente … Supongo que sí …

—¿Y que te pone más cachondo? … Puedo conseguirte alguna revistas nuevas, ¿sabes? … ¿Hay algo en particular que te sirva para encenderte? …

—Bueno … El verte vestida así ayuda mucho …

Dije un poco en broma.     Oculté mi rostro detrás del vaso bebiendo un largo trago cuando expresé mí comentario.

—¿Cómo? … ¿Así cómo estoy ahora? …

Dijo sonriendo y mirándose así misma mientras tocaba el dobladillo de su bata que cubría muy poco de su desnudez.     Noté que ella lucía divertida y no se había ofendido.     Seguía acariciando la delgada tela a malla casi trasparente.     Tragué saliva cuando ella dibujó sus tetas con las yemas de sus dedos.     Claramente me estaba provocando.

—Eh … Sí … Luces estupenda …

—Realmente uso esta prenda solo para ir a la cama … No puedo creer que un hombre se pueda excitar viéndome con esta pequeña prenda vieja …

—Oh … Vamos, tía … Te ves tremendamente sexy …

Ella se rio, posó su vaso sobre la encimera y luego se paseó ante mí moviendo seductivamente sus caderas.

—¿Qué te parece eso? … Tendrás una imagen para llevar contigo al baño …

—Ya lo hice …

—¿Cómo? …

—Este … Bueno … Ehm … Yo …

—¿Qué? …

—Bueno … Es que te ves tan sensual y cachonda con esa bata … Qué … Ehm … Estaba pensando en eso … Ehm … Cuando llené la taza …

—¿Pensaste en mi mientras te masturbabas? …

—Sí, tía …

—¿Es por eso por lo que terminaste tan pronto? …

—Sí, tía …

—¿Es por eso por lo que eyaculaste tanto? …

—Sí, tía … Bueno, quiero decir … Solo mírate … Eres tan sexy que podrías hacer que me corra muchas veces más …

—¿En serio? … ¿Dices la verdad? …

Me preguntó acercándose a mí con sus ojitos iluminando toda la cocina.

—Sí, tía …

—¡Santo Dios! … Entonces vamos …

Dijo entusiásticamente tomándome de la mano y arrastrándome escaleras arriba.

—He estado tres años intentando … Sí puedes darme más de tus cosas, tienes que dármelas ahora ya …

Ella soltó mi brazo solo cuando estuvimos al interno de su dormitorio.      Había una cama King-Size, miré que había un plato con dulcecillos y bombones.     La habitación estaba adornada con flores y velas perfumadas.     Las persianas estaban bajadas.     Estaba claro que ella se había preparado para tener un buen momento.

El pequeño vaso de plástico con mi semen fue colocado sobre una mesa junto al televisor de pantalla plana frente a la cama.     En la misma mesa había una canasta que contenía una selección de juguetes sexuales, desde donde sobresalía un grueso consolador.     Tía Fior tomó la cesta y el recipiente con mi esperma y se subió a la cabecera de la enorme cama, sentándose sobre las almohadas.

—Entonces te gusta fantasear conmigo, ¿no? … Bueno … Cómo estás siendo un amable caballero donándome tus cosas … ¿Qué te parece si te hago ver un poco de esto? …

Apoyada casi en el respaldar de la cama, con sus piernas ligeramente dobladas, tía Fior se abrió parcialmente la bata y dejó al descubierto una de sus enormes y gordinflonas tetas.     Con su delicada mano jugo con su pecho masajeándolo y aplastándolo, tiró de su diminuto pezón y levantó su teta en el aire para que yo pudiese apreciarla en todo su esplendor, ¡Guau!  ¡Qué cosa más hermosa!

Su otra mano empujó suavemente el bordillo de la bata y descubrió su segunda maravilla de esponjosa carne, manchada de innumerables pecas color cobre.     Tía Fior me estaba haciendo ver sus enormes pechos y parte de su tersa piel desnuda.     Mi erección fue enorme y furiosa.     Tragué saliva varias veces incrédulo y complacido ante el espectáculo insuperable que tía Fiordaliso estaba montando para mí.     Era cómo sí uno de mis sueños se hiciera realidad.     Ella siguió descubriendo cada vez más de su desnudez.     Soltó el cinturón y abrió completamente su bata.     Miré su entrepierna y en la posición en que estaba sentada no vi nada, solo su vientre y la juntura de sus piernas, tampoco vi vellos púbicos por lo que deduje que tía Fior afeitaba su coño.

Ella comenzó a tocar sus muslos y poco a poco comenzó a abrir sus piernas.     Mi polla dura como una roca, iba a explotar de un momento a otro.     Su mano se metió entre sus piernas y cubrió su conchita pelada, luego separó sus muslos mientras su manito acariciaba la rajita de su chocho que todavía no lograba vislumbrar.     Con sus muslos bien separados y sentada en sus tobillos, tía Fior echó su cabeza hacia atrás entrecerrando sus ojitos y con un largo gemidos abrió los hinchados labios de su pequeño coñito.     Un resplandor rosado y brillante emergió de ese orificio sedoso y mojado, el coño de tía Fiordaliso.

Mi tía acarició su coño con los ojos cerrados gimiendo suavemente como una gatita cachonda.     Luego estiró su brazo y sacó de la cesta un objeto cilíndrico rosado y negro con unas líneas metálicas brillantes, hizo clic y un zumbido lleno el silencio del dormitorio, supe que era uno de los vibradores al cual había hecho alusión con anterioridad.     Sentí que mi corazón escapaba de mi pecho mientras ella movía esa cosa que ronroneaba suavemente al contacto con los húmedos labios de su conchita entre sus carnosos muslos.     Un gemido lujurioso emitió mi tía mordiendo su labio inferior.

—¡Uhhhmmm! …

Mi polla vibraba furiosa y lo único que yo deseaba era tocarme y volver a correrme.     Tragué saliva sin poder apartar los ojos de mi tía que se masturbaba delante de mí.     Una sensación se apoderó de mí, me llegaban los sonidos de placer de mi tía, la visión de su manito moviendo esa cosa vibradora al largo de su coñito diminuto.     Mi visión apartó todo lo que había a mi alrededor y solo veía la conchita de mi tía.     Estaba empezando a perder contacto con la realidad.     Mi entero universo estaba concentrado en esa cosita resbaladiza, caliente y encharcada en medio a las piernas de mi tía.

Sus cabellos rojizos cubrían parcialmente su rostro bermellón.     Su boca estaba entreabierta gimiendo cada vez con mayor fuerza.      Su cuerpo hermoso y esbelto comenzó a contorsionarse, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás cada vez con mayor velocidad sobre este cilindro rumoroso.     Era como ver la escena de un video porno en vivo y en directo.

No podía contenerme, en forma desesperada me bajé los pantalones y dejé salir mi polla dura como el granito.     Comencé a jalar de mi polla enérgicamente contemplando el cuerpo caliente de mi tía que se aproximaba a su orgasmo.     Ella abrió sus ojos y vio que me masturbaba con fiereza.     Entre gemidos apunto al recipiente sobre su mesita de noche y me dijo:

—¡Destápalo! … ¡Córrete en la taza! …

Sin soltar mi pene ni un segundo, estiré mi brazo y agarré el recipiente de plástico con parte de mi primera eyaculación, lo destapé y apunté la punta de mi verga dentro del receptáculo.     Tía Fior continuaba rozando su chocho con su vibrador, lo metía dentro de su canal vaginal y tiritaba de placer, luego lo sacaba y lo frotaba velozmente contra su clítoris.     Se veía tan hermosa y sus sonidos eran hechizadores y llegaban directamente al centro de placer en mi cerebro, llevando mi cachondez a límites superlativos.

Respiré agitadamente y comencé a sentir una especie de mareo.     Mis piernas estaban tiesas y mi glúteos duros como piedras.     Descendió una bruma y no veía claramente, cerré mis ojos y apareció ante mi nublada vista la visión rosácea del coño de mi tía, caliente y jugoso.     Abrí los ojos y vi a mi tía revolcándose sobre la cama con su cuerpo temblando mientras follaba violentamente su coño con el vibrador.     Ahí a un metro de mí, la mujer más hermosa del mundo se corría chillando y gritando su potente orgasmo.     Se me escapó un gutural gruñido y comencé a vaciar mis pelotas dentro del vaso plástico en gruesos chorros de cálido semen.

Parecía un orgasmo infinito, no cesaba de salir esperma espesa de mi polla.     Mi vientre estaba duro y hundido, contrayéndose en el esfuerzo de expulsar más lechita nacarada para mí tía.     Ordeñé cada gota que salía de mi pija pulsante, asegurándome de verterla en el vaso de recolección.     Cuando salí del trance de mí clímax, pude escuchar a tía Fior susurrando:

—Ssiii, bebé … Córrete para mí … Que buen sobrino que tengo …

Tía se arrodilló y se acercó a mí tomando el vaso lleno a más de la mitad.     Lo tomó suavemente y lo miró a contraluz.

—Oh, querido … Esto es mucho … Ojala tu tío Jairo pudiese eyacular así …

La miré atentamente, mi cabeza se había recuperado del esfuerzo hecho.     Me pareció estar observándola desde un punto muy lejos de ella, me parecía tan irreal todo, como si estuviese sucediendo en alguna lugar muy apartado.     Estaba con mi polla todavía palpitante y con jugos goteando de mi cabezota hinchada.     Y ella estaba allí, desnuda, recibiendo mi semen en un recipiente y lista a inyectarlo en su coño, mientras su marido estaba fuera de casa.

Lo que paso luego pareció aún más surrealista.     Tía Fiordaliso sacó de la canasta una pequeña jeringa de unos cuarenta o cincuenta ml., la apuntó al vaso y comenzó a aspirar mi esperma desde la copa plástica hasta llenarlo, enseguida se recostó sobre su cama, abrió bien sus piernas e insertó la jeringa profundamente en su estrecho coño, presionando la jeringa para descargar todo su contenido dentro de su vagina caliente.

Observé su coño estrecho, desnudo e hinchado, mojado con jugos femeninos.     El tubo de la jeringa entró sin problemas en ella, parecía una cosa muy extraña, pero al mismo tiempo sexy y ambulatoria.     El pistón de la jeringa fue presionado hasta el final, quedando vacío, todo mi semen estaba dentro del cálido coño de tía Fiordaliso.     Tragué saliva, se me hizo un nudo en la garganta.     Mi tía se estaba impregnando con mi semen.     Un poco sorprendido dije:

—No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo …

Tía Fior me miro contenta.     Tenía los ojos lucientes y respiraba todavía con un poco de afano, pero parecía totalmente coherente.

—Sí … Se siente de maravillas … Calientito, pegajoso y resbaladizo … Se siente muy bien dentro de mí … Gracias, Mateo …

Retiró la jeringa de su panocha después de haberla vaciado.     Luego desechó la jeringa en una bolsa de plástico.     Entonces comenzó a tocarse nuevamente asimisma.     Cogió el vibrador y también un falo plástico de notables dimensiones.     En ese momento pareció darse cuenta de mi presencia y antes de iniciar algo más, me miró y dijo:

—Ehm … Mateo, supongo que deberías irte ahora …

—Uh, sí … me vestiré y me iré …

No me sentí muy bien cuando ella dijo eso, pero no podía pretender nada más, es lo que habíamos acordado, una donación de esperma y nada más que eso.     Tomé mis pantalones y me vestí.     Mí polla todavía estaba un poco tiesa.     Me dirigí a la puerta pensando en terminar de arreglarme y lavarme en el baño, justo cuando estaba cerrando la puerta, ella me llamó:

—Oh, Mateo …

—¿Sí? …

—Perdona, pero lo olvidé completamente … Mi billetera está en el bolso colgado a la entrada … Saca algo de dinero para el taxi … No he llamado ninguno … Camina hasta la estación de servicio más adelante y allí siempre hay taxis esperando a los clientes del supermercado … Toma uno de esos y te vas a la estación …

—Está bien, tía … No te preocupes … Nos vemos …

Cerré la puerta y bajé las escaleras rápidamente para asearme.     En ese momento sentí que lo único que quería era irme de allí.     Necesitaba sentirme lejos de esa experiencia bizarra.     Cuando entré al baño me quité la camisa, me senté en el inodoro y me reposé unos minutos allí.     Sentí que un simple lavado no iba a ser suficiente, así que terminé de desvestirme y me metí bajo la ducha.     Era el único modo de despertarme y salir de ese trance en el que me encontraba sumergido.

Salí de la casa de la tía y me encaminé hacia la estación de servicio a poco menos de un kilometro de allí, eso me dio bastante tiempo para reflexionar en lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo.     Ciertamente me era difícil permanecer insensible a todo lo vivido.     Tía Fior quería un bebé a todo costo y yo simplemente le estaba ayudando con la materia prima.     Me había comprometido a hacerlo y en eso estaba ahora mismo, no había cabida para arrepentimientos, debía llevar a cabo la tarea hasta lograr el objetivo.     Eso me había pedido ella expresamente.

Sin embargo, no me sentía seguro sobre lo que estaba pasando allí.     Todo había sido increíble, excitante e irresistible.     ¿Ver a mi tía masturbarse mientras yo hacía lo mismo?, simplemente fabuloso.     Tal vez no era lo apropiado de hacer entre sobrino y tía, pero ya lo habíamos hecho.     Como suele decirse: “Es inútil llorar sobre la leche derramada”, o quizás debería decir “lechita”.

No había dilucidado nada sobre este dilema cuando llegué a la estación de servicio.     Tenía razón tía Fior, había un par de taxis esperando pasajeros.     Me subí a uno de ello y le pedí de llevarme a la estación del metrotrén.     En el viaje de regreso a casa, mi cabeza daba vueltas siempre sobre el mismo tema y sus implicaciones.     Lo mismo fue para el resto de la jornada, cuando me fui a la cama estaba lleno de preguntas y ninguna respuesta.

Mientras me giraba sobre mi cama tratando de dormir.     Una vez más las imágenes de mi hermosa tía invadieron mi mente, la vi revolcándose sobre la cama mientras se corría, su cuerpo totalmente desnudo temblando, sus tetas bamboleándose a cada espasmódico corcoveo, sus gritos y gemidos, su risa delirante a ojos cerrados.     No era nada de extraño de que me haya corrido dos veces casi consecutivas.

Sin siquiera concentrarme mucho, semiconscientemente, comencé a masturbarme bajo las sábanas pensando a ella por supuesto.     Me sentí un poco culpable al hacerlo.     Se suponía que debía conservarme para ella exclusivamente.     Pero no pude contenerme, los recuerdos de su cachonda imagen me hicieron correrme por tercera vez en el día, derramé mi carga de fresco semen dentro una de mis medias de futbol.     Solo después de aquello, logré finalmente conciliar el sueño.     Claro qué hasta el último segundo me quedé a pensar cual sería el próximo movimiento de tía Fiordaliso, porque hasta ahora no ha logrado preñarse con su jeringa y mi semen.

(Continuará …)

Tuve un noviazgo normal, luego de tres años de novios, me casè con Rosario de con ahora 23 años. Tenemos un hijo precioso. Mis suegros me han apoyado, hacìan una linda pareja. Los dos son buenas personas. Pero hace casi dos años, un poco menos, mi estimado suegro falleciò de un infarto. Hasta ese momento, yo no habia visto a mi suegra como mujer, sino como la mamà de mi esposa. Ella es de tez muy blanca, lindo ojos cafè claro, cabello negro liso hasta abajo de los hombros, sus senos son pequeños, pero la madre naturaleza le doto de unas caderas y un trasero casi perfecto, he visto como los hombres jovenes y maduros, voltean a verla, sobre todo cuando usa pantalon apretado a su cuerpo. En mi caso siempre la respete y nunca le hice un comentario fuera de lugar, hasta ese momento. Luego de la perdida, mi suegra entro en mucha depresiòn, y luego de unas semanas, le propusimos que viviera con nosotros una temporada, ella luego de pensarlo mucho aceptò. El cambio le cayò muy bien, pero me di cuenta que alli empezò mi atracciòn hacia ella, pues tenìa unos maravillosos sentimientos, buena cocinera, excelente platicadora y todo en ella me parecìa muy bien. En una ocasiòn le dolìan los pies y le dije que se los podìa masajear, en ese momento los tres veiamos televisiòn, le tome los pies y le untè un balsamico, no podìa creer la perfecciòn de sus pies, sin ninguna imperfecciòn, a mi me gusta ver los pies de las mujeres que cuidan de ellos, me excitan. Y asi sucediò con ella, comencè a tener una erecciòn, mientras ella estaba concentrada en un pelicula de la tv. Deseaba meterme sus deditos en la boca y chuparlos; lo ùnico que pude hacer fue restregarlos contra mi paquete, y casi acabo alli sentado. En una de tantas ocasiones, estando en caso solo los dos, mi esposa habìa salido. Ella dije que se ducharìa, pero lo harìa en el baño de servicio, pues el baño principal tenìa fuga y necesitaba reparaciòn. Yo le dije que saldrìa, tome mis cosas e hice como si abandanoba la casa, no era cierto, yo querìa verla en cueros, querìa verla desnuda. Volvì a entrar y me escondi. Ella se fue a su habitaciòn y no dejò la puerta cerrada, me fui casi arrastrando y la vi como se desnudaba, le vi sus tetas que no eran grandes, pero de bonita forma todavìa, mi suegra tenìa unos 43 años y luego lo mejor, se bajò los panties y pude verle su panocha peludita, recortadita, luego se puso la toalla y yo salì casi corriendo. Se metiò a la ducha, esa ducha tiene una ventanita que da a un pequeño patio interno de la casa, fui ràpido y espere la ocasiòn, dudè bastante, pero por fin busque una silla y me asomè, para mi fortuna la ventana estaba ubicada de forma que ella me daba la espalda, pude apreciar sus bellas nalgas y su curvatura de la cintura para abajo, era una mujer todavìa muy bella mi suegra Claudia. Las cosas cambiaron a partir de ese dìa. Yo trataba de pasar màs tiempo con mi suegra, por supuesto que no le decìa ninguna insinuación, querìa ganármela poco a poco. La animaba cuando amanecía con depresiòn, la trataba con mucha estimación, tanta que mi esposa me agradecía el gesto. Comenzó a haber algunas confianzas entre ambos, mi suegra Claudia me decìa que se sentìa bien conmigo y que estando conmigo se le quitaba la tristeza, eso me animò mucho. Cuando veiamos tv juntos o estábamos en la sala platicando con Claudia, nos tomábamos de las manos o nos abrazábamos, por supuesto cuando no estaba mi esposa con nosotros. Se sentìa que habìa quìmica entre ambos, cada vez màs. Mi esposa pertenece a un grupo de oraciòn de tipo catòlico. Y tenìan planificado un retiro el fin de semana, me quedaria solo con mi suegra. Por mi cabeza pasaron muchas cosas, hasta planifique sacarla a cenar uno de esos dìas. Cuando estando en la sala, mi suegra Claudia me dice que un amigo suyo la invitò a salir, cabalmente esa noche que yo habìa planificado sacarla a cenar; ella me dijo que ya habìan pasado casi seis meses desde la muerte de su esposo y la vida continùa, “tengo que volver a tener mi propia vida y no se que hubiera hecho si tu no me hubieras ayudado”, y prosiguiò diciendo “este mi amigo, quien me invitò, siempre ha vivido enamorado de mi, a mi no me gusta mucho, pero es una buena oportunidad para salir y que me recuerden que soy mujer”, me dijo esperando mi respuesta, “que opinas de esto Victor?, si tu me dices que no vaya, no voy”. No pude decir nada y me fui a mi habitaciòn, maldiciendo, me di cuenta que si me importaba mi suegra. Ella se ducho y se arreglò, se quitò el negro y se puso un vestido de una pieza muy pegado, se puso calzado alto y me fue a mostrar como iba. “mira Victor, te gusta como me puse”, se me hizo un nudo en la garganta, ella estaba preciosa, parecìa la hermana de mi esposa y no su madre. Le dije que estaba muy linda, que seguramente su amigo era un afortunado. Ella me vio y me dijo, “no quieres que mejor me quede contigo en casa?”, yo inseguro, le dije que no habìa problema que la pasara bien. Como que ella estaba esperando otra respuesta, se fue a su habitaciòn para darse sus ùltimos arreglos. Entonces tuve una reacciòn de la cual no me arrepiento para nada, tomè valor y fui a su habitaciòn, toquè la puerta, ella me abriò, le dije “la verdad Claudia, no quiero que vayas con ese idiota, quiero que te quedes conmigo, yo habìa planeado sacarte a cenar, pero no pude decirtelo, me gustas mucho y siento algo por ti que no puedo explicar, si todavìa quieres irte, no te detengo, solo querìa que lo supieras”, y hubo un silencio y ella de seria comenzò a sonreir, me tomo de la mano me entrò en su habitaciòn y me abrazò, poco a poco nuestros labios se fueron juntando y comenzamos a besarnos con mucha pasiòn, labios y lengua, delicioso intercambio de saliva. “yo me querìa quedar contigo tontito”, me dio al oido, fuimos a su cama y caimos en ella besàndonos y tocàndonos, le baje los tirantes de su ajustado vestido, hasta tener sus senos libres, los mamè con fuerza y deseo, ella gemìa cada vez que yo le apretaba los pezones con mis labios. Luego metì mi mano en su entrepierna y pude sentir lo caliente de su sexo, luego metì mi mano en su braguita y pude sentir sus vellos pùbicos suaves, luego un dedo paso en la abertura de su rajita y ella se estremeciò y me dijo que le hiciera todo lo que quisiera. Sin esperar nada, me fui colocando entre sus piernas y sus buenos muslos y arrancando su braguita me puse la lamerle y chuparle su sexo, tenia un clitoris grande y yo lo atrapaba con mis labios y le pasaba la lengua, mi suegrita daba quejidos como si la estuvieran sacrificando, era excitante oirla gemir. Mi lengua comenzò a ir de su clitoris, a su vagina, luego lamìa sus labios vaginales y bajaba hasta lamer su ojete arrugadito del culo, cuando toquè su ano, ella se estremeció y se corrió con una puta, gritaba, me arañaba la espalda y me preguntaba que le estaba haciendo?, yo no dejaba de comerle sus partes ìntimas y ya tenìa una erecciòn que amenazaba con romper mis pantalones. “Victor, cògeme, quiero tener una verga otra vez dentro de mi”, “Victor hazme sentir mujer”, me decìa Claudita, yo me quitè los pantalones a toda prisa, luego la camisa, la desnude a ella totalmente, los dos en cueros. Me subì sobre ella que me esperaba con las piernas abiertas y tomando mi pene la puse en la entrada de su vagina y la penetrè, los pujamos y gemimos como adolescentes, mi verga que tiene buen tamaño y grosor se fue deslizando dentro de su rajita mojada, ella me abrazò y eso hizo que mi verga se fuera bien adentro de su panocha, sentì lo caliente de su interior. Luego me puse a entrar y salir de su vagina, ella me atrapaba con sus piernas, los dos nos movìamos como animales en celo, gritando, gimiendo y moviendonos acaloradamente. “ay que rico, que rico Victor, no pares, dame màs”, decìa mi suegrita mientras yo la clavaba inclementemente, yo le besaba la quijada, sus orejas, su cuellos y luego bajè para mamar sus pezones erectos. Cuando mamaba sus tetitas, ella empezò como a convulsionar, le estaba viniendo un nuevo orgasmo, “ay Victor, ay Victor, me vengo, me vengo!!”, gritaba de pasiòn Claudita. Sentì como se mojaba su rajita de sus jugos intimos, nunca habìa sentido la eyaculaciòn de una mujer, ahora lo sentìa con mi suegra, de verdad era una mujer muy caliente en la cama. Ella pataleo, gimiò y me decìa que no dejara de cogerla. Yo estaba super excitado y faltaba poco para correrme tambièn, asi que comencè a darle duro y profundo, no aguantè y comencè a eyacular una cantidad enorme de semen caliente, se la dejè ir bien profundo en su vagina, nos movimos hasta que poco a poco nos quedamos casi quietos. Yo me separè un poco sin sacarsela, pude ver su sexo y el mio aùn juntos, sus jugos y mi semen le salìan de su rajita y se deslizaba por su culo y paraban en las sabanas de su cama. “que dios nos perdone por lo que acabamos de hacer” me dijo mi suegra cuando se incorporò para ir al baño a lavarse la rajita. Yo le dije “los dos deseabamos mucho esto y la verdad que lo repetirìa sin pensarlo”, ella me sonriò y lanzándome un beso se fue al baño. Luego nos despedimos y cada quien a su habitaciòn. A la mañana siguiente, ese dìa mi esposa saldrìa del retiro, yo debìa ir por ella despuès del medio dìa. No pudo ser mejor mi mañana, sentì que abrìan la puerta de mi habitaciòn era mi suegra, llevaba un azafate, me habìa preparado mi desayuno, estaba de muy buen humor, aùn tenìa su traje de dormir, un vestido flojo blanco, yo sabìa que abajo no tendrìa sosten y una braguita diminuta con la que habìa visto que dormìa. Se subiò a la cama y me dijo que me habìa preparado un desayuno especial y que me agradecìa lo de la noche anterior, que ahora se sentìa viva y con ganas de vivir. Yo hice a un lado el azafate y tomàndola le dije que aùn no habia terminado con ella. La abracè y la puse abajo y me subì encima, le busquè la boca y la bese. Le quitè su bluson de dormir y tal como habìa pensado no tenìa sostèn y su braguita era diminuta, la besè y ella correspondió. Luego le di la vuelta, yo querìa gozar ese bello trasero que era el deseo de muchos hombres que la conocìan. Me puse entre sus piernas y comencè a besarla desde sus muslos y fui subiendo hasta sus nalgas, las mamè, luego las lamì y le daba pequeños mordiscos, le dije que tenia un trasero increible. “te gusta Victor?, es tuyo ahora”, me dijo ella. Abrì sus nalgas y pude ver su rajita y màs arriba su lindo e inmaculado culito, Me puse a lamer ambos, ella comenzò a gemir y me recordaba que me regalaba sus orificios. Le abrì sus piernas y fui insertando un dedo en su rajita, la masturbaba mientras mi lengua jugaba con su ojete del culo, sus gemidos fueron en aumento, Al rato le metì otro dedo, eran dos dedos que yo metìa y sacaba de su rajita ya mojadisima, mientras no dejaba de darle lengua a su bello culo. No aguantè màs todo eso, yo estaba excitadisimo, me quitè mi ropa de dormir y subiéndome sobre sus nalgas, metì mi verga erecta entre sus labios vaginales y le fui penetrando, senti lo suave y caliente de su sexo, mi verga fue penetrando hasta que mis huevos fueron los ùnicos que quedaron fuera, seguidamente fui moviendome adentro y afuera de su panocha, un rico mete-saca y mi vientre topando con sus nalgotas ricas. Un bello palo. Claudita fue gimiendo màs y màs hasta que alcanzò un sonoro orgasmo, mi bella suegra tiene esa característica de alcanzar su climax bien ràpido. Mientras ella se estremecia con su corrida, yo me incorporè un poco sin sacarsela y divisando su ojete, le metì mi dedo pulgar adentro y lo metìa y lo sacaba al ritmo de la follada que le seguì dando. Ella al principio intento sacar mi dedo de su culo, pero le dije que no, “Claudita, ya te han probado tu rico culito?”, ella entre gemidos, me contestò que nuna lo habìa hecho por alli antes. “Pues hoy vas a probar mi verga en tu culito”, le dije. Ella me dijo entonces “ay no mi amor,. pero si quiero hacerlo. solo hechame algo para que no me duela mucho”. Entonces jale de una mesita, yo recordaba que mi esposa usa un aceite para sus manos, le untè un poco en su ojete, luego con mis dedos se lo reguè encima y con mi pulgar la penetraba por el culito. Saquè mi verga mojada de su rajita y la puse en la entrada de su ano, luego, empujè y se la fui metiendo de a poco, ella gritò cuando se sintiò penetrada por el culo, me volviò a pedir que me fuera suave y despacio, comencè a moverme en un vaiven suave, mi glande entraba y salìa de su ojete, lento, con paciencia. Poco a poco su culito se fue tragando mi dura verga, despacio, lento, parando y volviendo a moverme, para que ella se sintiera còmoda. Por fin se la habia metido màs de la mitad, entonces comencè a moverme un poco màs ràpido y màs fuerte. Ella que se habìa mantenido quieta, comenzò tambièn a mover su bello trasero al ritmo de mi follada, poco a poco terminè de metersela toda dentro de su recto, el cual era sumamente apretadito, era exquisita la sensaciòn de apretar mi verga con su ano. Me excitò muchisimo esa experiencia, yo le decìa a Claudita que su ojete era lo mejor que yo habìa probado en mi vida, “y yo soy el primero?”, le preguntaba, ella me decìa “si cariño, tu eres el primero que me la mete por alli, asi que mi culito es tuyo”, luego de un rato le inicie a dar màs duro y le anuncie que estaba por correrme, ella me animò y me dijo que querìa sentir mi esperma en su culito, se la metì màs duro, ella gimiò de placer y estallè en unos chorros de semen que rápidamente llenò su orificio de lechita caliente y que le salìa por la comisura de su culito. Fueron muchos latigazos de esperma. Por fin terminè y me despeguè de su recto, un gran chorro de esperma saliò de inmediato y cayò en las sabanas. No podía empezar este mejor que esto. al medio dìa fuimos a traer a mi esposa con ella. Toda la semana pasamos viéndonos, pero sin hacer nada pues mi esposa estaba presente. Ese fin de semana mi suegra nos anunciò que regresaba a su casa y que nos agradecìa la estancia por esos meses. Ella regresò a su casa, yo la fui a ayudar a pasar sus cosas que estaban en nuestra casa. Yo planee pasar sus ultimas cosas a su casa estando solo con ella. Luego fui a su habitaciòn donde ella estaba arreglando sus cosas, la abracè por atras y le acaricie su busto. Le dije que quería hacerlo en su cama. Ella se volteo y nos besamos, nos fuimos quitando la ropa como pareja de enamorados, nos quedamos de pie desnudos, ella me tirò a su cama y tomando mi verga comenzó a darme la mejor mamada de mi vida. Era la primera vez que ella me daba sexo oral. Pero fue magnifico, toda la experiencia de una mujer que fue casada y era madurita. Después de ponérmela durisima, se fue subiendo sobre mi verga y se la clavò solita, despuès empezò a cabalgarme como si fuera una potrilla, ella alcanzó su primer orgasmo como siempre, tempraneramente, pero siguiò montada y ofreciéndome sus senos para mamarlos. Luego de sacarme una tremenda corrida, me lancé sobre ella la penetrè y luego la puse al estilo perruno, que tremendo culo se miraba en esa posiciòn, le di por la raja y luego por el culo, le dije que era mio y ella dijo que si, que la cogiera donde quisiera. Ese dìa me corri tres veces y tardamos haciendo el amor por dos horas. Agotados de tanto sexo y corridas, nos abrazamos en la cama y le dije que querìa ser su amante, ella me besò y me dijo “que me perdone mi hija, pero yo quiero ser tuya nada màs”. De eso ya hace casi un año. Yo follo con mi suegra incluso màs veces al mes que con mi esposa. Estamos muy enamorados, que nos hace sufrir imaginar que alguna vez mi esposa se darà cuenta y que todo terminarà mal posiblemente. Mi suegra Claudita todavia menstrùa y me ha pedido que la embarace cuando estamos en el climax, pero yo he tomado todavìa esa seria decision

Mi madre pues es una mujer que siempre ha tenido un excelente cuerpo, es muy sexy y tiene una cara muy linda. Mi madre tiene 47 años, es blanca, castaña, mide 1.60m mas o menos, como dije, es demasiado sexy, en sus 20s fue modelo y sempre ha tenido cuerpo de MILF. Mi padre murió hace 21 años, yo crecí con mi madre y la verdad siempre tuve un deseo sexual hacía ella.

Mi madre conoció a mi padrasto hace alrededor de 15 años… Es un hombre de negocios y tiene mucho dinero, siempre he sentido celos de que estuviera con mi madre y por eso nunca lo acepté.

Esta historia pasó hace 7 años, yo tenía 19 y mi madre 40… Siempre he sido un adicto a la masturbación y soy muy morboso al sexo. Veía mucha porno de madre e hijo y me excitaba mucho, resulta que un día un amigo muy cercano me contó que su abuelo había ido al Psiquiatra pues sufría un transtorno de insomnio, y al señor le medicaban con unas pastillas para dormir. Mi amigo me contó que él se tomó 2 y durmió casi 12 horas seguidas profundamente. En fin le dije que por favor me consiguiera 2 pastillas para “tomarmelas yo” y ver que pasaba…
Al día siguiente mi amigo me las dió y pues yo comencé a idear mi plan…

El plan era idear el momento …
… perfecto para darle las pastillas a mi madre, una vez dormida tratar de tomarle fotos y videos de sus partes intimas para tenerlas guardadas y después disfrutar…
Resulta pasaron unas semanas, mi padrasto tenía que salir de la ciudad para atender un negocio, él se iba un Lunes y volvía hasta Jueves, era el momento perfecto…

Llegó el Lunes, mi padrasto se fué temprano, yo pasé todo el día con mi madre… Eran las 7pm y la señora que limpia la casa se fué, decidí hacer un “batido” de frutas. Molí las pastillas, se las eché en un vaso y se lo dí a mi madre… Ella se lo tomó todo…

Me fui para mi cuarto… Pasaron 30 minutos y mi madre llegó y me dijo “Me siento muy cansada, voy a acostarme a dormir, por favor cierra la casa y apaga todas las luces antes de acostarte”, yo respondí que Okay.

Pasó una hora más, vi el reloj eran casi las 9… Me levanté de mi computadora y cerré toda la casa… Me dirigí al cuarto de mi madre y estaba cerrado, toqué la puerta y no respondía… Toqué aún más duro y nada…
Abrí el cuarto, prendí la luz y mi madre estaba ahí dormida… Me acerqué y le toqué un hombro y la llamé por su nombre, no respondía…

Aún sentía bastante nervios ya que pensaba que podía despertarse… Así que seguí tocando el hombro y le grité el nombre y nada que despertaba, decidí jalarla de los pies a ver si se despertaba y tampoco… Estaba sumamente dormida… Mi plan había funcionado.

Me fui a mi habitación y tomé mi telefono, me devolví a la habitacion

mi corazón latía duro y mi verga estaba parada, estaba muy nervioso pues sentía que iba a despertar en cualquier momento… La acomodaba de varias maneras y le tomaba fotos y videos…

Me comencé a sentir muy muy excitado, asi que me saqué la verga… Mi mente sabía que estaba mal… No debía hacerlo pero mi deseo sexual me estaba ganando… Le puse mi verga en una mano y tomé una foto… Decidí desnudarla aún más… Así que retiré por completo la parte inferior y yo me quité toda la ropa…

Decidí acercarme y pasarle mi verga por sus tetas, se sentía muy rico, sus pezones estaban suavesitos… Acerqué mi cara a su vagina y la olí, olía excisito, tenía algo de pelo, abrí su vaginita un poco con mis dedos y la olí de nuevo… Sentí la necesidad de pasar mi lengua y lo hice muy levemente… Ufff estaba cumpliendo mi fantasía… Metí mi lengua por su vagina varias veces… Quería ver su culito asi que la voltié boca abajo y le abrí las piernas… Ahí estaba su culito perfecto, me acerqué y lo comencé a chupar… Increíble todo…

Me subí sobre ella y me comencé a masturbar sobre su culito y sus nalgas… En minutos me vine y mi leche caía sobre su culo… La limpié y le puse las pijamas de vuelta y me puse mi ropa…
Dejé todo como estaba antes y me fui…

Me fui para el baño y me comencé a bañar… Al ratito …
… me volví a excitar de nuevo… Mi mente pensaba y quería penetrar a mi madre… Así que salí del baño desnudo y me fui de nuevo al cuarto de mi madre…
Entré y la volví a desnudar… La voltié boca arriba, le acerqué la verga a la vagina, y comencé a meterla muy lentamente… Estaba calientita por dentro, se sentía increible… Comencé a moverme lentamente, le chupaba los pezones, y al rato sentí que me iba a venir… así que decidí venirme afuera en su abdomen… Sentí riquisimo…

Seguía tan excitado que la volví a meter y seguí cogiendomela… Seguía teniendo mi verga como una piedra… Al rato de nuevo sentí que me iba a venir y me volví a venir en su abdomen, esta vez el orgasmo se sentió más fuerte…
Otra vez se la volví a meter, comencé a perder la erección un poco, asi que la saqué… Me acerqué a su boquita y rocé mi pene contra sus labios… Lo hice hasta que de nuevo mi erección volvió a tomar forma y mi verga se puso dura otra vez…

Me acomodé de nuevo y la volví a meter en su vagina, comencé a cogermela otra vez… De nuevo sentí que me venía, me la saqué y otra vez me vine en el abdomen… Su ombligo estaba relleno de leche…
Fui al baño y tomé papel para limpiar todo… Mientras limpiaba mi pene seguía parado…

Otra vez me excité, la volví a meter y otra vez me vine afuera… No podía parar… Aquella vagina se sentía tan pero tan rica que no lograba detenerme… No sabía cómo seguía sosteniendo una erección después de tantas veces.

Ya era la 5ta venida, ya casi ni leche me salía…

La limpié bien, la cama tenía algo de leche, la vestí y dejé todo tan normal como fuera posible… Me fui a mi cuarto y me acosté…
Tenía mucho miedo de que al día siguiente ella fuera a sentir algo o descubrir lo que hice… Por mi mente pasaba la idea de que ella sintió todo lo que pasó… Casi no dormí esa noche de pensar en eso…
Llegó la mañana, eran como las 7am, me levanté y ella seguía dormida. Me puse a hacer el desayuno y después a ver TV, al rato escuché que se levantó y se fue para el baño… Mi corazon latía duro y estaba muy asustado, escuché que se bañó, salió ya lista y llegó a la sala donde yo estaba y me dijo “Buenos días como amaneciste?” Y yo “Bien y vos?”
Ella respondió “Bien, caí tendida anoche, no sé que me pasó” Yo- “Ahhh si noté que te fuiste a acostar temprano”…

Después la conversación siguió normal… Y el día tambien…

Esa fue mi experiencia con mi madre… Como dije, no me enrogullece lo que hice, algún día se lo contaré para sanarme pero bueno… Eso será otro día.
Aún tengo las fotos y videos que tomé ese día, les comparto una. Saludos.

  • Acepto la responsabilidad de los contenidos que subo a esta pagina.

Eran pasadas las cuatro de la tarde cuando uno de sus profesores comunicó a Denis y sus compañeros que podían retirarse, ya que los docentes de matemáticas e inglés estaban ausentes por permiso. A pesar de la insistencia de sus dos inseparables amigos para acompañarlos a las salas de videojuegos a unas tres cuadras del cole, Denis, un joven de 18 años que cursaba el quinto año de bachillerato por parasistemas, optó por regresar a casa. No quería generar más problemas y preocupaciones a sus padres; perder el año y no poder graduarse había sido una enorme decepción para ellos, todo debido al descuido en los estudios.

Vivía cerca del colegio, se tardó menos de 20 minutos como solía hacerlo, caminando. Al llegar a casa lo hizo de manera sigilosa, emulando las formas del counter strike, se adentró poco a poco sin hacer ruido, simulando llevar en sus manos un AK-47, pues, le gustaba hacer este tipo de bromas a sus padres y hermana. Le sorprendió que la puerta de la sala estuviera entreabierta. Se adentró por los pasillos que llevaba a las habitaciones de sus padres, la de su hermana, la suya, el baño, el patio.

Entró a su habitación y cuando estaba a punto de tirar el bolso a la cama de mala gana oyó un gemido femenino. Con cuidado colocó el bolso en el closet y abandonó sigilosamente su habitación.

Al primer gemido lo acompañó otro y otro, se le hizo fácil adivinar la voz de su madre.

—¿Te gusta, verdad? ¿Te encanta así, duro, de pie?

Esa era la voz de su padre, se oía jadeante, excitado.

—Sí, sí, dame bien duro.

Oh, Dios, esa era su madre. Estaban follando, adivinó.

Se acercó a la puerta de la habitación de sus padres, estaba abierta por muy poco, algo de lo que no se percató al principio. Se olvidó del counter strike y se asomó por la rendija.

Podía verlos comodamente, ambos estaban follando de pie. Su padre completamente desnudo sujetaba a su madre desde atrás por los brazos pero lo que más le impresionó fue la manera en la que estaba vestida su madre, además de tener una venda en los ojos. Vestía unos zapatos negros de tacón alto, lencería de color rojo con tirantes pero sus pechos estaban descubiertos y tambaleaban al ritmo de la violenta penetración de su esposo.

—Puta —oyó decir al papá—, Perra.

Para Denis aquella escena le generó un impacto brutal. Nunca había visto a sus padres tener sexo, ni siquiera a nadie, unos pocos videos porno era lo más lejos que había llegado a experimentar una escena vouyerista.

Las sensaciones que experimentó también eran ineditas, le excitó ver a su madre semi desnuda siendo empalada por su papá que además de sujetarla de manera agresiva ahora la llamaba “puta” y “perra”.

Se quedó pensativo por un momento, su papá estaba enfocado en la penetración, su madre estaba vendada, ambos gemían, su papá le decía morbosidades, ella respondía entre gemidos.

Denis se llevó la mano a su entrepierna, para entonces la erección de su pene ya le incomodaba. Desabrochó su cremallera y sin dudarlo comenzó a masturbarse.

Su mente fue invadida por pensamientos incestuosos, se jalaba la polla imaginándose en el lugar de su padre, sujetando a su madre como su padre lo hacía, penetrándola con su ya muy bien desarrollado pene, un pene largo de unos 19 centímetros, virgen y sin experiencia, pero no virgen del prepucio que ya había estirado de tantas pajas en su habitación y en el baño sino virgen de no haber experimentado el sexo aun con chica alguna.

Se mantuvo ahí durante unos minutos mientras disfrutaba de la escena, su mano iba y venía sobre su pene mientras disfrutaba de la sumisión de su madre, de los dulces gemidos que salían de su boca mientras papá la violentaba.

—Te voy a romper el culo como la semana pasada, zorra —dijo su padre.

Denis no daba crédito a sus oidos.

—Sí, pero en la noche, cuando Denis y Sabrina estén durmiendo.

—No, zorra, te voy a culear ahora mismo.

—No, ahora no —decía su madre entre gemidos.

Era un juego, el juego de la seducción inversa, de la que no quiere la cosa, del esposo que adora las respuestas negativas de su mujer por el morbo que le genera dominarla, subyugarla.

Denis continuaba la masturbación, el diálogo que mantenían sus padres lo estaba llevando directo al orgasmo, a la eyaculación.

—Cállate, puta, te romperé toda —dijo papá.

Denis no aguantó, era demasiado el morbo y su madre tenía un bonito cuerpo y unas hermosas tetas que se balanceaban y lo volvían loco a pesar de ser solo un expectador.

El orgasmo llegó a su cerebro que lo repartió por su sangre hasta llegar a su prostata que empezó a liberar la eyaculación, Denis tuvo que sufrir en silencio el delicioso placer que ofrecía el orgasmo, tuvo que tomar el pene por la punta y cubrirlo con el prepucio mientras este descargaba chorros de semen.

Cuando estaba a punto de retirarse a su habitación una voz femenina diferente a la de su madre le brindó un susto tremendo.

—¿Qué coño haces?

Se giró a la izquierda. Venía su hermana llegando de clases y fue tanto el susto que le produjo tal sorpresa que apartó la mano de su pene, lo que provocó que derramara todo el semen que caería entre su pantalón y el suelo.

Como pudo, Denis se cubrió el sexo con ambas manos y caminó trastabillando hacia su habitación mientras la hermana incrédula por lo acontecido y con una risa entre burlesca y desconcertada abría intencionalmente la puerta de la habitación de sus padres tan enfocados en el acto sexual que ni siquiera se habían percatado de la presencia de sus hijos.

—Mamá, papá —dijo Sabrina sorprendida

  • Acepto la responsabilidad de los contenidos que subo a esta pagina.

No la estaba penetrando solo con la intención que nuestros cuerpos se conectaran y que los deseos encontraran una simple satisfacción carnal, mi intención era que, con cada arremetida, las desnudas fibras de nuestras almas encontraran refugio en la íntima calidez del otro.

Aunque la madurez le había cobrado una leve factura al físico de esa mujer, bajo esos sutiles rollitos de carne y tenues marcas de celulitis, yo aún podía reconocer y deleitarme con la exquisita figura que había atrapado mi lujurioso interés desde muy joven.

Ana me llevaba 10 años de ventaja en los afluentes de la vida, y aunque estaba en el intermedio de sus 30s, ya había dado a luz a su único hijo y le había entregado sus mejores años a un hombre que ya no los valoraba, ella seguía derrochando vitalidad juvenil y un interés por seguir descubriendo las alegrías y placeres que el mundo todavía ponía a su disposición. Creo que eran sus ilusiones y sueños un tanto infantiles, normalmente complementados por su carácter responsable y autónomo, lo que me atraía hacia ella y me hacía orbitar a su alrededor, igual a la interacción gravitatoria entre la tierra y la luna. Y tal como esos cuerpos celestes nunca se separan, pero a su vez, tampoco alcanzan a colisionar entre sí, nosotros habíamos aprendido a edificar nuestra relación de tal manera que las evidentes diferencias que nos habían acercado inconscientemente nunca llegaran a ser una razón para destruir la romántica armonía de nuestra aventura.

Por otro lado, incluso si Ana contaba con una mayor experiencia que yo en ámbitos, donde solo los años te pueden nutrir de ella, ambos habíamos descubierto que, en el sexo, aún había un infinito universo en el cual nos podíamos sumergir juntos a explorar los más insólitos horizontes. Esa era la razón por la que nuevamente habíamos terminado así, sudorosos y enajenados, profiriéndonos mutuo placer en la cama donde alguna vez ella había compartido sus confidencias con un esposo que ahora hacía parte de un capítulo muy lejano de su vida.

Y puede que sea verdad lo que estás pensando, lo sabíamos perfectamente, si nuestra relación se conociera sería muy juzgada a ojos ajenos, pero no era un pecado ni una inmoralidad. Legalmente, Ana estaba separada y no le debía nada a nadie, mientras que yo, era un joven sin responsabilidades más que para conmigo mismo, alguien que simplemente estaba disfrutando de los beneficios que se me habían otorgado tras el gran esfuerzo de conquistar a esta madura que antes de ser pareja, ya se inmiscuía en mis más oscuras fantasías sin ella ser consciente de ello.

Con cada profunda embestida estando sobre ella, podía ver reflejado en esos brillantes ojos achocolatados que me observaban fijamente con deseo, como mis penetraciones sobrescribían sus molestos recuerdos de relaciones pasadas, mientras que con cada gemido y exhalación de placer los remanentes se diluían en el aire entre el aroma que expedían nuestros erógenos cuerpos entrelazados en la oscuridad de la noche.

Ana abrazaba mi nuca, agarrada de ella como si quisiera impedir que pudiera escapar de sus brazos, yo esperaba que ella no creyera realmente eso, pues no había un mejor lugar donde prefiriera estar que entre sus piernas, muy adentro de ella, y por supuesto yo también quería creer que esa mujer no prefería otro refugio que no fuera el que mis elongados brazos le ofrecían aprisionando los sensuales abultamientos de su cuerpo, y sépase que cuando me refiero a ellos lo hago con cariño y deseo, ya que se había convertido en mi adicción, apretar, agarrar, estrujar y jactarme con la deliciosa sensación que generaban sus descomunales tetas, exuberantes glúteos y muslos rellenos dentro de mis manos. Carajo, incluso encontraba sumamente atractivos esos pliegues extra en su algo pronunciada barriga y cintura, secuelas claras de su embarazo que con frecuencia la hacían sentir un tanto pudorosa frente a mí, yo, por otro lado, siempre luchaba por combatir esas muy entendibles, pero para nada significativas inseguridades, le demostré en más de una ocasión que mi «físico juvenil» también estaba colmado de imperfecciones tales como cicatrices y estrías aún más pronunciadas que las suyas, y así como ella no veía defectos en mi cuerpo, yo por supuesto que tampoco lo hacía en el suyo.

Incontables charlas para discutir sobre los estragos del tiempo en el cuerpo humano nos habían llevado a poder contemplarnos el uno al otro sin el más mínimo atisbo de vergüenza, cosa que agradecí muchísimo, pues el sexo no sería lo mismo si no pudiera aferrarme instintivamente de sus flácidas caderas estando tranquilo de que ella no lo sentiría como algo incómodo, al contrario, ella ahora disfrutaba como lo estaba haciendo en ese momento para introducirme más en ella. Ana juraba que su vagina ya no contaba con la misma estrechez de hace unos años, pero la estimulante sensación de mi glande abriéndose paso por sus muy húmedas paredes internas hasta llegar a las inmediaciones de su útero, era como una declaración contradictoria a sus erróneos preceptos.

Su coño aún podía apretar con fuerza mi pene y hacer de mis penetraciones todo un reto cuando a veces mi miembro se resbalaba por fuera gracias a sus abundantes fluidos. Puede que no se sintiera como una jovencita, pero lo que ciertamente un hombre quiere es una verdadera mujer en toda regla.

Sé que ella inconscientemente batallaba con la idea de que sus mejores años habían pasado hace ya mucho, pero también sé que tanto ahora como cuando era joven, sus muslos, pecho y cara adquirían ese enternecedor tono colorado tras un fuerte corrientazo de placer, yo estaba completamente seguro que los chillidos y gemidos expulsados desde las profundidades de su garganta seguían siendo las mismas a las de su primera vez décadas atrás e incluso cuando los espasmos orgásmicos comenzaban, las contracciones de su interior apretaban mi verga asfixiándola y obligándola a vestir todo su contenido dentro de ella tal como lo habría hecho tiempo atrás.

Más que molestarme la autoflagelación que le dedicaba a la madurez de sus atributos, me irritaba pensar que solo podía imaginarme esas primeras experiencias carnales de ella, la resignación de concebir que otros hombres experimentaron la mayoría de sus primeras veces me desanimaba en ocasiones, eran los únicos momentos donde aborrecía ser una década menor que ella y ni haber coincidido con su versión más joven recreando los acontecimientos de su pasado.

Por suerte esas ideas eran inmediatamente olvidadas con los espectaculares panoramas que me brindaba su desnudes actual, puede que no fuera el primero, pero sí el vigente; el que hoy por hoy podía disfrutar de besarla con pasión abrazando su lengua con la mía tras una eyaculación dentro suyo.

Era yo ahora, en el presente inmediato, quien generaba esporádicos calambres y corrientazos en todo su cuerpo al manosear sus endurecidos pezones casi ocultos dentro de la lasciva masa de carne que componía ese par de gigantes tetas imbuidas en su sudor y el mío sin distinción, y aún más importante, era yo el que actualmente podía disfrutar de la comodidad de su cama y ser quien le proveía un abrazo mientras ella se acurruca en mi costado tras un intenso desenfreno de placer.

– Un año llevamos en esto y sigo disfrutando de hacer el amor contigo tal como el primer día – me dice con una satisfecha voz mientras estremece mis tetillas al sentir su aliento sobre ellas. Me mira con una tierna expresión con la cual por un esporádico momento aparenta ser ella la menor de los dos-. Espero que no te estés cansando de hacerlo con esta vieja.

– Para nada, hermosa… – le respondo calmando sus preocupaciones -. Una mujer que me ve y me acepta tal como soy, que no exige de mí nada más de lo que yo quiera ofrecer, que posee un muy sensual cuerpo prácticamente hecho a mi gusto y con la que puedo hablar de cualquier tema. Si me fuera de tu lado es porque he perdido la razón, aunque pensándolo bien, puede que ya lo haya hecho. Callé el contraargumento que ya comenzaba a formularse en sus labios con un cariñoso beso.

– Sigo pensando que llegará el día en que preferirás a alguien de tu edad o incluso una más joven – sabía que sus palabras no estaban completamente dirigidas a mí.

– Hasta ahora no he encontrado a otra mujer que me brinde lo que tú me das, además, la juventud no es más que un estado pasajero – se lo digo observándola profundamente a los ojos para apartar esas molestas dudas de su pensamiento.

Pasó cierto tiempo y mientras ella trazaba incomprensibles figuras sobre mi pecho con la larga uña de su índice se detuvo de imprevisto.

– Aunque parece ser que esa juventud pasajera sí que tiene sus ventajas. Pronunció con voz seductora mientras agarraba firmemente mi súbita erección-. Pocas veces había podido disfrutar de tantas rondas consecutivas, ¿cómo quieres hacerlo esta vez?

Su perversa mirada provocó que afloraran en mí algunas fantasías un tanto violentas.

Inicialmente, la había posicionado sobre sus cuatro extremidades con su rostro en dirección a la puerta cerrada de su habitación. No pasó mucho desde que introduje mi verga en su palpitante coño para que sus piernas comenzaran a temblar y poco a poco se deslizaran hacia los lados hasta casi dejar posados nuestros genitales en plena labor de coito sobre sus talones recogidos, sus brazos habían cedido al placer y junto a su torso, cayeron sobre la cama, yo no le daba mucha importancia a eso y seguía perforando su sexo con lentas embestidas cargadas de fuerza semental. Permanecía un corto periodo de tiempo dentro de ella para posteriormente sacar mi miembro tratando de alzar el glande con la intención de que rozara todos los pliegues superiores de su conducto vaginal en su salida y luego volver a arremeter con más intensidad.

Mi pubis chocaba con su enrojecido culo, generando un sonoro chapoteo más parecido al sonido de una palmada. En el vaivén de nuestros cuerpos, mis testículos golpeaban su clítoris como si se tratara de un ariete tratando de derribar las puertas de su cordura. Con cada iteración, Ana se agarraba desesperadamente de las sábanas y buscaba algo que morder para acallar sus bulliciosos gemidos que amenazaban con delatarnos ante los demás habitantes de su hogar.

Esa no era mi casa, por lo que no sabía con total seguridad quienes permanecían allí esa noche, pero al ver su reacción supuse que al menos alguien más sí que estaría en ella y no sería bueno que se enterara, pues Ana había querido ocultar nuestra relación a sus allegados para evitar molestos comentarios y situaciones de esa índole.

Me dejé llevar un poco por la emoción del momento y le arrojé una fuerte nalgada en su danzante culo y aun en la oscuridad, vi la silueta de mi mano plasmada en la gran blancura del esponjoso cachete.

– ¡Shhh! Arremetió más a razón del estruendoso sonido de la acción que por algún dolor ocasionado por ella -. No hagas tanta bulla, sabes que me gusta que me azotes el culo, pero no hagas mucho ruido.

Es verdad, a ella le encantaban algunas de esas conductas morbosas y yo lo sabía a la perfección, a la siempre responsable madre le gustaba que a veces se la tratara como a una puta o que hiciera de su cordura un desastre con gestos lascivos y estimulantes.

Si no me iba a dejar golpear sus regordetes glúteos, tendría que proferirle un poco de excitación extra de otra forma. Con ambas manos agarré cada una de las inmensas nalgas que rebotaban contra mis muslos y las abrí hacia los lados, exponiendo el íntimo valle, en él se resguardaba su coño repleto con mi pene y su solitario ano que palpitaba esporádicamente con cada provocación en el orificio adjunto.

Era evidente que no se esperaba sentir repentinamente un dedo introduciéndose con decisión por su ano porque cuando lo ingresé, ella expulsó un orgásmico grito extremadamente audible. Retraje mi dedo en forma de gancho y comencé a palpar y rascar su conducto anal contra el vaginal que ya era estimulado por un órgano de mayor envergadura, intenté juntar ambos conductos en su interior y el roce fue tan estimulante que Ana tuvo que recurrir a sus manos para tapar por completo los sonidos que emitía su boca.

– ¿no me pediste que hiciera silencio? ¿No aplica contigo? Me burlé amistosamente de su regocijo.

Ella no me respondió y en ese momento solo se podía escuchar el leve rechinar de la cama con cada movimiento de nuestros cuerpos y los súbitos lloriqueos de placer que atenuaban las manos de Ana.

Ambos orificios se estrecharon aún más y tanto mi dedo como mi verga se veían aplastados por las entrañas de esa madura, la emoción me obligó a arremeter con mayor ímpetu y tuve que sacar el dedo de su culo para acompañar a mi otra mano en la sujeción de su voluminosa cadera, ya que la fuerza y velocidad con la que la estaba penetrando amenazaba con arrojarla fuera de la cama.

Yo también me desesperé y la agarré de los brazos, la follé una y otra vez con su pecho expuesto al aire y con su cuerpo solo apoyado en sus rodillas. Confiado en el agarre de mis brazos, fui atrayéndola más a mí y posé una mano por debajo de sus pesadas tetas que se bamboleaban como un par de bultos de carne hacia adelante y de regreso, con la otra mano acallé sus alaridos introduciéndole dos dedos en su boca; su lengua jugo con ellos empapándolos y relamiéndolos mientras yo jalaba hacia atrás enganchado a uno de sus cachetes.

Mi excitación fue tanta que la arrojé inclemente otra vez contra la cama y junté sus brazos detrás de su espalda, agarrándolos con una mano como si fuera la sujeción de unas esposas. Incorporé una pierna posando un pie sobre la cama para poderme inclinar un poco hacia adelante, precipitándome por sobre sus anchas caderas, y con la mano libre, atrape su cabello desde la raíz, le sumergí el rostro en el colchón cuidando que pudiera respirar a la vez que se hallaba en una posición de completa sumisión.

– ¿te gusta que te trate así? ¿Qué te coja fuerte como a una perra?

-sí, me gusta cariño, cómeme como a una perra, soy tu perra, ¡soy tu puta! ¡Dame más duro! ¡MÁS DURO!

Mis dedos se adentraban en su largo cabello negro y se perdían en el caótico enredo, lo sujete con mayor fuerza y empuje más su cara contra la cama perforando con bestial frenesí su chorreante vagina.

-sí, ¡así! Más duro, Ah… Ah…

Mi visión estaba centrada en ese espectáculo mórbido de placer y lujuria, pero de repente, por el cenit de mi enajenada visión, pude percibir que algo no estaba bien, la puerta estaba entre abierta, «seguramente no estaba bien ajustada y alguna corriente de aire la fue abriendo» pensé, pero peor fue cuando vi entre el marco y la tabla a medio abrir, un par de pequeños ojos que no parpadeaban, abiertos tan grandes como un par de platos nos veían desde la oscuridad, era Gabriel, el hijo de Ana, un chico con el que yo acostumbraba jugar una que otra vez con sus muñecos o con algún videojuego las veces que iba a visitar a su madre y él se encontraba en casa, en esas ocasiones me había confesado que me veía como el genial hermano mayor que nunca tuvo y pues, estaba ahí, petrificado, viendo cómo su supuesto «hermano mayor» profanaba la sexualidad de su madre y la hacía profesar frases que por más de no alcanzar a comprender en su totalidad, un niño nunca debería oírlas decir a su madre, y mucho menos ver.

El chico no se movía, no generaba ruido alguno, asombrado y obviamente asustado, solo se limitaba a ver a un hombre encaramado sobre su madre agrediéndola (según como supongo que lo debía de entender él) pero, así y todo, siguió estático en aquel lugar.

Supe de inmediato que Ana no se había percatado de la presencia de su hijo, pues seguía disfrutando de la faena, rogando que la follara con mayor intensidad y la denigrara aún más.

Rápidamente, tomé una decisión y me dediqué a evitar que el trauma fuera para ambos miembros de la familia. Sin soltar su cabello y, por ende, sin permitir que su cabeza se alzara, hice que nuestros cuerpos se desplomaran por completo sobre la cama, ella acostada boca abajo, conmigo encima de ella aun penetrándola, liberé sus manos solo para secuestrar su rostro, puse mi cara junto a la de ella y la acerque a mí para besarla y no permitirle escapar de esa situación, la obligué a centrarse únicamente en la sensación de nuestro beso y nuestros genitales seduciéndose una y otra vez.

Con mi mano libre, traté de estirarla tan larga era, para alcanzar a cerrar la puerta, la acción fue completamente inútil al estar realmente lejos de la entrada. No pude sentir en ningún momento la madera cerca a mis dedos, por lo que alcé la vista para identificar mi objetivo, pero de esta forma pude notar que Gabriel ya no se encontraba allí (quizá haya interpretado el movimiento de mi mano como una orden para que se fuera)

La tranquilidad de que ya no estuviera me dio la satisfacción necesaria para verter mi carga tranquilamente dentro de su madre. Ambos pares de piernas se contrajeron juntas para posteriormente relajarse aún entrelazadas.

Me quité de encima de ella, pero me posicioné a su lado abrazándola mientras aún veía la puerta cerciorándome de nuestra soledad.

-Eso fue mágico – me comentó Ana con un evidente agotamiento en su mirada -. Te amo Bruno.

-Y yo a ti Ana – le contesté tratando de despejar mi mente de la situación con su hijo y me dediqué únicamente a responder sus besos.

Continuará…

quisiera agradecerles por leer mis historias y si les gusta mi narración y la temática de mis historias, los invito a mi Patreon

patreon.com/Lujurian

donde además de poder revivir estas mismas historias con versiones llenas de ilustraciones explícitas, podrán encontrar un gran catálogo de novelas visuales eróticas y más de 100 ilustraciones +18. Recuerden que allí podrán ponerse en contacto conmigo y solicitarme historias que contengan todas sus fantasías.

 

Además, podrán estar al tanto de todas las novedades de mis proyectos en instagram.com/lujurian69/ y alegrar la vista de vez en cuando.

Quería escapar de la sumisión, me parecía que había sido demasiado; con el ansia de escapar de aquel piso, y con pocos medios, hablaba con todas las compis de la facultad buscando un piso compartido, normal, y asequible a mis recursos y los de mis padres.

No tuve mucha suerte, todos los pisos completos o muy caros, solo uno de solo chicos y algo bordes que no quise yo. Pero un día, desayunando en el bar de la uni, me senté junto a una chica que se llama Marta y, mientras desayunabamos, le dije a ella:

-Tengo que dejar el piso donde estoy y no encuentro nada a buen precio, al final me tendré que volver al pueblo.

-Lo siento, yo no estoy en ningún piso, yo soy de aquí de la ciudad, vivo con mi padre, ya sabes, divorcio y mi madre vive en el pueblo; por eso estoy con él en lugar de con ella, por tener cerca la facultad.

-Que se quedó el piso él.

-No, vivíamos en el pueblo, el se compró el piso aquí y me vine con el.

-Que suerte tienes Marta.

No les conté nada de mi sumisión en el piso, ni a Marta ni a los otros con los que hablé. Mi sumisión voluntaria a cambio del alquiler, sería mi secreto. Marta, mientras seguíamos desayunando, se la veía pensativa, cogió el teléfono y llamó a su padre y le dijo:

-Hola papá, te quería pedir un favor…. una amiga de la uní no encuentra piso y tiene que dejar el que tiene, ¿Se puede venir con nosotros?, hasta que encuentre uno. Vale, luego vamos.

Cuando terminó de hablar con su padre me dijo:

-Marilo, mi padre puede dejarte una habitación, no creo que te cobré mucho, pero quiere conocerte primero.

-Muchas gracias, solo nos conocemos de vista y haces esto por mí, ya si eres mi amiga del alma.

-Es que me ha salido así, y me caes bien. Cuando vallamos, a mi padre ya sabes, que sí somos buenas amigas de hace tiempo, para que no ponga peros, ¿vale?

-Vale, gracias.

Fui a mi piso y me arreglé para ir a casa de Marta. No estaba «la parejita», menos mal. Me puse de rechupete para causarle buena impresión a don Ramón: Yo soy muy bonita y me puse una minifalda corta y plisada de cuadros azul claro que quitaba el hipo, también dejé suelta mi cabellera rubia, iba ligeramente maquillada y con mi perfume favorito. Unas medias con liga y un tanga muy fino que se me metía entre los labios de abajo. Con veintitrés años estaba rompedora pero con aire juvenil.

Cuando llegamos a casa de Marta ella me presentó a su padre, Ramon, un hombre bastante apuesto de unos cincuenta y seis años. Él, al verme con la minifaldita plisada y mi larga cabellera rubia y mi carita bonita, me miró y parpadeó antes de darme dos besos. Yo le había gustado, el a mi también, su cabello canoso y su barba también canosa y bien arreglada me gustaron. No estaba muy fondón, tenía aún buena planta, un poco de barriga, pero poca. Don Ramón me dijo:

-Te puedes quedar el tiempo que quieras, como si quieres echar aquí el curso ven por aquí, que te enseñe tu dormitorio.

-Muchas gracias Don Ramón; ¿cuanto me costará la habitación?

-Nada, Marilo, nada.

-Muchas gracias.

Fui al piso de mi sumisión por la mañana y recogí mis cosas, aprovechando que no estaba «la parejita» a esa hora. Me ayudaron unos amigos con la furgoneta.

Dejé una nota diciendo que me marchaba.

Me instalé y coloqué todas mis cosas, había tenido que dar dos viajes con la furgo de mis amigos esa mañana. Tuve que faltar a dos clases.

Las dos íbamos a la uni por la mañana y por la tarde estudiábamos en el piso. Marta es una chica muy aplicada, es más bajita que yo, con el cabello castaño oscuro y rizado… es que es muy buena persona. Ella no tiene novio y sus amigas son tímidas como ella, empecé a salir con ellas al cine y poco más.

Por las noches nos sentábamos los tres en el sofá, don Ramón en el centro. Solía llevar yo como pijama solo una camiseta larga y mis braguitas. Me fui acercando a él cada noche, solo apoyar mi cuerpo con el suyo y retirarme. Mi muslo tocaba su muslo y lo rozaba sutilmente (Marta no se daba cuenta de nada, tan buena ella y yo tan bicho). Don Ramón encogia los muslos uno contra otro algo inquieto.

Cada noche la misma ceremonia. Hasta que un día, antes de sentarme me quité las braguitas en mi habitación y al llegar a la mesa, separé un poco las piernas sintiendo la calor de la estufa directamente en mi chocho… la calor me hacía desear que me lo estrujara Don Ramón. De pronto escuché roncar a Marta, se había quedado dormida en el otro extremo del sofá. Sutilmente, al ver «el campo abierto», me rasqué el muslo que rozaba con el de él…mientras me rascaba tocaba su muslo, hasta que posé mi mano entera sobre su pierna y segui viendo la tele.

Don Ramón no dijo nada, ni se movió estaba como petrificado, Marta seguía roncando. Los labios menores de mi sexo estaban afuera, hinchados, babeando, por el morbo de estar seduciendo a Don Ramón delante de su hija y por el calor del brasero estando sin bragas. Me volví más decidida y metí la mano en la bragueta de su pantalón de chándal, tapados por la ropa de la mesa. Hizo intención de retirar mi mano con la suya pero al final me dejó meterle mi mano en «el paquete».

¡Y que paquete!, joder, tenía una polla dura como una piedra… sin mover mucho las enaguillas se la empecé a menear, moviendo su pellejo sobre su dura carne. Marta despertó y me quedé inmóvil con el «trofeo» bien agarrado, pero doblando hacia abajo para evitar «la tienda de campaña». Comentamos la película los tres, recordando a Marta lo que se había perdido, mientras yo mantenía aquel pollon bien agarrado. Mi mano libre, la izquierda, la llevé hasta él y agarré su brazo izquierdo con ella; llevándolo, muy despacio y muy suavemente hasta mi raja abierta, hasta estampar allí sus dedos.

Empezó a magrearme el chocho suave, muy suave, un chorro al suelo se me escapó, como un jeringazo de mi flujo contra el suelo. Contuve el jemido pero mi vientre tembló al tener ese orgasmo. Marta empezó a roncar de nuevo, me metí debajo de la mesa y arropada por las enaguillas empecé a comerle la polla a Don Ramón, él me agarraba la cabeza por encima para que no me moviera mucho. Mientras le comia el rabo, le acariciaba los huevos con las dos manos.

Un golpecito en mi cabeza me dio su mano y paré en seco. Marta le preguntó a su padre:

-¿Ya se ha acostado Marilo?

-Si hija, estaba cansada.

-Pues me voy yo también, estoy cansada.

-Que descanses Marta.

Cuando la puerta de la habitación de Marta se cerró tras ella, empecé a comérsela sin remilgos, hasta mi garganta llev su glande. Después me di la vuelta y le puse mi culo junto al rabo y mi cabeza ardiendo junto a la estufa. Me folló el culo dejando mi ano tan abierto que se me escapaban «aires». Las embestidas movían toda la mesa y sus huevos golpeaban mis cachetes como si me diera con dos piedras. Antes de correrse me la sacó y me volví a dar la vuelta… se la meneó frente a mí cara como un cerdo, con expresión de devorador y me soltó un latigazo de leche en la cara que me cerró el ojo derecho. Con mi ojo cerrado aún, devoré todos los restos de su semen, de su pene y de las enaguillas, lamiendolas.

Después de ese día, todas las noches me follaba en su dormitorio de madrugada, cuando su hija estaba bien dormida, eso sí, sin hacer ruido.

Marilo 2022

Mariana es mi nombre, las vergas jóvenes mi debilidad.

Yo creo que uno llega a este mundo con un retazo del destino tatuado en la sangre, y nuestras decisiones terminan de forjarlo o contradecirlo. En mi caso, en cuanto descubrí mi debilidad por los muchachos me abracé a ella y me dejé arrastrar por mis deseos sin un ápice de remordimiento. Mientras todo sea consentido nada de malo habrá en ello, ¿cierto?

A los veinticinco mi viejo se fue para los estados siguiendo a una gringa que cayó en sus tentáculos y le consiguió los papeles, traspasó a mi nombre sus propiedades para que las administrara mientras él se daba la gran vida con la Lolys en Manhattan, las propiedades consistían en una combi de los sesenta completamente restaurada, la misma que él usó en años mozos para hacer sus travesuras, incluyéndome, y la pensión. La pensión era la casona del bisabuelo Marcus, el «aventurero» le decían al gallego, Marcus el «ganadero», el padre de mi padre, la convirtió en una pensión y acondicionó las habitaciones para que sirvieran de pequeños apartamentos con sus cocinetas, baños y salitas, y rentarlas a los estudiantes ya que la facultad quedaba a no más de cuarenta minutos. Mi viejo la manejó y la mantuvo en perfectas condiciones, pero yo ya veía las cosas distintas y quería darle otros aires al lugar, remodelarlo, quizá sacar un préstamo y comprar la propiedad contigua para anexarla.

Nada más entrar en la casona lo recibía a uno la sala común, un vestíbulo con divanes y mesas de estudio para los muchachos, aunque a veces se convertía en la zona de festejos cuando acababan los parciales. Tras la sala común estaba el primer patio interno, un bonito espacio verde de unos cincuenta metros cuadrados con una fuente al centro y varias banquitas blancas rodeándola, la luz entraba por las claraboyas en el techo que permitían ver el cielo, allí se dividía en dos los pasillos, rodeándolo y estos pasillos llevaban a los ocho «mini apartamentos», cuatro a cada extremo, dos arriba y dos en la planta baja tenía ocho habitaciones. Al final del primer patio y de los dos pasillos que convergían al final estada el segundo patio, pero éste ya era parte del exterior y había que exponerse al sereno para atravesarlo y llegar a mi anexo, donde yo vivía en una casita de dos plantas.

Cuatro de los mini apartamentos estaban ocupados, dos muchachos se habían graduado -¡enhorabuena!- y dos más habían desertado -no es de sorprenderse-, dos estaban vacíos y listos para ser habitados. Mi padre me enseñó a dar mantenimiento a los apartamentos cada vez que cambiaran de inquilino, lo que suponía un gasto en pintura, plomería y cerrajería pero bien lo valía a largo plazo. Recibí la llamada el quince de agosto a las tres de la tarde, una madre buscaba un apartamento para su hijo recién graduado de preparatoria y alguien le había dado mi número, acordamos una visita y le mostraría los apartamentos disponibles para fijar precios finales.

La señora, Teresa, era una mujer guapa, en sus cuarentas tardíos, madre soltera por lo que supe, con un culazo que tendría a más de uno detrás. El muchacho no quería bajar de la camioneta, imaginé que sería uno de esos rebeldes que se avergüenzan de salir con sus madres, la señora le insistió con ternura y el chico no se hizo de rogar. Cuando salió detrás de los vidrios polarizados me pareció un muchacho muy tímido, no engreído ni rebelde, llevaba unas gafas negras que pronto se retiró para dejarme ver unos ojos azules preciosos que centellaban como luciérnagas, tenía un rostro muy atractivo de mandíbula cuadrada y una pequeña sombra de lo que algún día será una tupida barba, de eso estaba segura. Medía 1.80 metros de alto, de eso estoy casi segura, hombros anchos y brazos y piernas largos, algo delgado pero bien conservado y firme como los jóvenes de su edad, más tarde me enteraría que practicaba soccer y estaba en la liga universitaria, que así había conseguido una beca, Teresa estaba orgullo de presumir de ello, pero Eduardo se sonrojaba y evitaba mirarme mientras su madre me contaba toda su vida, avergonzándolo.

«Vale, Tere. ¿Te puedo decir Tere?» Ella asintió. «¿Por qué no entramos y después me sigues contando? Mira que estamos en medio de la banqueta y el sol no enfría».

«Claro, claro, perdona. Vamos, cielo» dijo hacia Eduardo que venía detrás de nosotras. «Madre mía, ¡pero qué bello esto!» exclamó nada más entrar y encontrarse con la sala común y el primer patio de fondo. Giró en sus talones y dedicó una mirada a todo en unos segundos, a mí me intrigaba más Eduardo, quería ver cómo era el chico y si podría intentar algo con él una vez haya convencido a la madre de dejármelo. El chico también mostraba sorpresa e interés, sonrió al ver el amplio patio.

«Ésta es la sala común de los inquilinos. Solo recibo estudiantes así que ésta área es por lo general de estudios, ya depende de cómo se organicen ellos si quieren hacer alguna pequeña celebración o fiesta» expliqué sacudiendo las llaves con las que abría los apartamentos. «Este es el primer patio, por lo general un área de recreo, pueden fumar aquí si quieren» añadí.

«No, no, no, mi Eduardo no fuma, tiene que mantenerse en forma para su deporte. Los pulmones y las piernas son sus tesoros» señaló la madre, casi orgullosa como si hablara de sí misma. Yo me di un vistazo a las piernas de Eduardo debajo de los blue jeans, ¿cómo no vi antes ese par de piernas? Si bien el chico era delgado, las piernas se le marcaban firmes y más carnosas debajo de la tela. Pero no dejé que mi morbo me distrajera demasiado o Teresa lo notaría.

Los llevé por el pasillo de la derecha, donde tenía los dos apartamentos listos. El seis era el penúltimo pero el más cerca de mi habitación de los que estaban libres, les abrí la puerta y les dejé entrar. Nada más abrir la puerta la cama con dosel se aparecía elegante y como atrapada en el tiempo colonial, un baúl a los pies de la cama y frente a ésta un televisor, al fondo había un escritorio junto a la ventana rectangular que daba vista a la casa vecina. Junto al televisor estaba la puerta a la salita-comedor, con su cocineta, estufa y refrigerador de bar, un juego de comedor para dos y un sofá de cuero, la respectiva ventana y el cuarto de baño con la bañera y ducha en uno solo.

La madre abrió las llaves para corroborar el flujo de agua, encendió cada luz y se aseguró que la calefacción junto a la cama funcionara, el chico en cambio se complació con ver que las ventanas se abrieran ,que la cama fuese firme y que la tele encendiera, con una mano en el bolsillo me preguntó si había Wifi y por primera vez escuché su voz, que aunque dulce y tímida, era profunda, muy varonil, el tipo de voz que cuando te dice «zorra» o «puta» te hace mojar las bragas. No había duda, ese muchacho tenía que ser mío, así que me dispuse a terminar de convencer a Teresa con el precio.

«Claro, tenemos la mejor velocidad por si te interesan los videojuegos en línea, está incluido en el precio» añadí guiñándole un ojo a la madre. «Aunque estoy segura que estarás más concentrado en tus estudios, pero no te preocupes, tienes buena cobertura en cualquiera de las salas del complejo».

«Me gusta, me gusta mucho» dijo Teresa, complacida mientras abrazaba su cartera. Eduardo daba un par de vueltas más. «¿Qué dices, Lalo?»

«Sí, me gusta» dijo al fin, aunque su rostro no denotaba demasiado entusiasmo, más bien conformismo. Si algo era difícil de entender en los jóvenes era su falta de expresividad, esa constante falta de interés en lo que ocurría al rededor, pero como con todos, con Lalo rompería esa coraza y sacaría del cascarón al potrito para cabalgarlo.

Discutí el precio con Teresa y firmamos el contrato en la sala común tras asegurarle que yo vivía en el complejo, les mostré el anexo y les aseguré que no permitía el consumo de drogas en el complejo, que no había habido nunca un disturbio y que las fiestas de fraternidad eran una quimera allí. Claro, las fiestas me las montaba yo en el anexo. Quedaron en mudarse la próxima semana así que yo comencé a trabajar en mi plan para comerme a Eduardo.

Lo primero era poder darme gusto viéndolo y descubrir qué le gustaba, así que lo primero que hice fue instalar mis cámaras espía en su apartamento, localizando una en su baño justo detrás del grifo una y otra desde la parte superior frente al espejo, la siguiente fue en la cama con dosel detrás de alguna de las figuras talladas para poder verlo cada vez que dormía, otra panorámica de la recámara y otra de la salita, donde por lo general había menos acción.

Aquí creo conveniente describirme, porque lo primero que hice cuando Teresa se fue y dejó a su hijo en su nuevo hogar, fue cambiarme de ropa. Mi culo quedó cubierto apenas por un short jean rasgado, las piernas y mi culo son mi mejor atributo, los pantalones siempre son un reto para mí porque terminan rozándome el espacio entre las piernas. Me puse un top blanco que dejaba ver mis pezones casi saliéndose por la parte superior y marcándolos bajo la tela de lo excitante que me parecía cazar a un nuevo chico. Tras atarme el cabello en una coleta alta me coloqué algo de labial rojo y unas notas de loción en el cuello, me deslicé unas zapatillas deportivas y ya, estaba lista para ayudarle a mi nuevo inquilino a instalarse. La cortesía es lo más importante.

Por las cámaras lo vi desempacando una vajilla de trastos en la cocina, andaba en una calzoneta deportiva y una camiseta negra sencilla, descalzo. Me mordí el labio solo de imaginarme a ese chico diez años menor comiéndome el coño, me masajee los pezones para que se me resaltaran aún más y busqué el martillo y unos clavos, me dirigí al número seis, en el pasillo me encontré al inquilino del cuatro, Rodrigo, un estudiante de medicina de segundo año que, tras conseguirse una noviecita decidió alejarse de mí, pero vamos que mis visitas nocturnas no las niega. Al verme vestida como una zorra dejó las llaves caer al suelo y junto a su quijada, no sabría decir si iba de salida o de entrada.

«¿Estás bien, Rodri?» pregunté acercándome y agachándome a recoger las llaves sin doblar las rodillas, sus ojos se desviaron a mi culo empinado y cuando me erguí de nuevo deslicé mi mano por su bragueta sintiendo la inminente erección. Rodri pasó saliva por la garganta y balbuceó, era un poquito regordete, no tenía barba ni ningún rasgo que destacara del resto, sería uno más del montón, pero me gustaba jugar con él y ponerlo caliente, hacerlo correrse en mi mano y pedirme que pare, era joven nada más. Me acerqué a su oído mientras seguía jugando con su bragueta, atenta al pasillo por si mi nuevo inquilino se asomaba. «¿Te la chupo más noche? ¿O le darás la lechita a esa noviecita tuya?» pregunté con un risa fugaz.

«Ma-Mariana» balbuceo, aferrándose a los libros como si se le fuese la vida en ello. «No, yo le-le s-soy fiel a mi n-novia».

«Ya lo veremos más tarde, corazón» respondí, dándole un apretón a su pequeña verga regordeta, haciéndole gemir y estremecerse. Lo dejé por la paz y retomé mi camino hacia el seis. Di dos toques frente a su puerta y sonreí automáticamente. «¡Hey, Eduardo!» saludé con las manos en la espalda. Como era de esperarse sus ojos se desviaron de inmediato a mis tetas casi descubiertas y de allí no se despegaron. «Te traje unas cosas que pensé que podrías necesitar para instalarte».

El chico estaba boquiabierta, esos ojazos azules clavados en mis pezones erectos que más duros se ponían al saberse observados. Me moví de lado a lado con una fingida inocencia, su cabeza siguió la dirección de mis tetas como una serpiente encantada.

«¿Eduardo? ¡Hola!» insistí ante su estupefacción. Lalo sacudió su cabeza y volvió a mirarme con esos ojitos azules. «¿Estas bien?»

«E-Esto… Sí, sí, ¿qué me decías?» preguntó relamiéndose su labio y ésta vez fui yo la que quedó prendida del gesto, imaginándome esos labios comiéndome el coño.

«Que te traje un par de cosas, ¿quieres adivinar qué eso?»

«No tengo idea qué puede ser»

«Es para clavar duro» sonreí ésta vez mordiendo mi labio, el color subió a sus mejillas de inmediato. Saqué el martillo y los clavos de detrás de mí y se los extendí. «En mi experiencia es la herramienta número uno que los nuevos inquilinos terminan pidiéndome prestada, así que esta vez me adelanté y te la traje. ¿Y la otra cosa? ¿Adivinas?»

De manera automática tomó el martillo y los clavos, sin despegar sus ojos de mis tetas de nuevo. Negó, pero sin mirarme el rostro, y yo comenzaba a mojarme solo con saber que ese chico se pondría duro en cualquier momento.

«¡Mi ayuda, tontito! ¡Te ayudaré a desempacar!» respondí dando un pequeño salto en mi sitio, con ello mis tetas se balancearon y él siguió el movimiento con su cabeza.

Me adentré en el apartamento sin esperar que me invitara, Lalo estaba lo suficientemente idiotizado como para hacer algo para impedirme cerrar la puerta detrás de mí. Vi las cajas aún a medias en la cocineta y comencé a sacar las tazas y cristales de sus envolturas para depositarlos en las alacenas, él dejó el martillo sobre el comedor y se quedó viéndome inclinarme sobre la caja que estaba en el suelo, sin doblar las rodillas, con el diminuto short metido entremedio del culo debía tener una vista espectacular.

«N-No es necesario que me ayudes con esto, Mariana, de verdad» dijo con voz suave, aún estático junto a la entrada a la recámara. Yo agité mi cabeza con una negativa.

«Ni hablar, tu madre me pidió como favor especial que te ayudara en todo lo posible. Anda, muévete y ayúdame a desempacar, cuando acabemos pediremos una pizza, ¿vale?»

«P-Pero en serio» dijo con su voz temerosa, sonrojándose y rascándose la nuca, «no tienes que hacer esto. Mi madre es… exagerada».

Dejé los plásticos de burbujas y la taza a la que envolvía, me acerqué a él y le abrí la silla del comedor, hice un gesto para que se sentara. Eduardo estaba sonrojado y algo acongojado, imaginé que sería la típica nostalgia tras dejar el hogar, así que, además de buscar mi propio morbo, decidí que el chico también merecía recibir algo a cambio, y quizá era la mejor forma de aproximarse a Lalo: por el lado sentimental y no instintivo.

«A ver, Lalo… ¿te puedo llamar así?»

«Claro» asintió, jugueteando con las pulseras de tejidos en sus muñecas, tenía al menos cinco en cada mano.

«A ver, Lalo, si bien tu madre puede ser un poco sobreprotectora está permitiendo que vivas ésta nueva etapa de tu vida dándote más libertades de la que muchos chicos que he visto han tenido. Y no te creas, no iré corriendo a contarle todo lo que vea que haces o dices, eres un adulto responsable ahora y puedes hacer lo que quieras mientras no sea ilícito o mientras no sea en éste recinto… O en última instancia que no me entere» susurré con complicidad, aunque sabía que con las cámaras instaladas, poco ocurriría sin que yo me enterase, pero esto sirvió para que Lalo me sonriera por primera vez y se desinhibiera un poco.

Mientras le ayudaba a organizar el apartamento como él quería y le instruía en la distribución de sus muebles le saqué plática, así supe que no tenía novia pero que había tenido un par en el instituto, nada serio. Él, claro, se enteró que estaba soltera y que aunque estaba prohibido para los estudiantes, yo tenía una pequeña dotación de marihuana en el anexo, misma que consumía sólo en ocasiones especiales, él me dijo que nunca había probado drogas, que no se «alcoholizaba» desde hacía más de dos años desde que el soccer había sido el centro de su vida, que poco salía de noche porque su madre insistía en que sus estudios y rendimiento eran más importante, y no le permitía dejar la casa. En fin, Lalo era un chico muy guapo, muy tierno y respetuoso que sufría los estragos de una madre sobreprotectora.

«Bueno» dije sentándome en el comedor de nueva cuenta, sólo que la noche del sábado ya iba cayendo y el suelo estaba cubierto con papel de burbujas, periódicos y cajas, pero el apartamento estaba casi terminado, «tu madre ya no está aquí, así que si quieres experimentar esas cosas…»

«Oh, no. No, no» sonrió siempre con cautela, sus colmillos eran tan perfectos y blancos, como el resto de su reputación, «tenemos antidoping dos veces al mes. Es requerimiento del equipo».

«Qué lata! Ya qué, quizá en vacaciones» añadí, guiñándole un ojo. Tomé el martillo. «¿Algo que quieras clavar?» pregunté y él asintió. Fue a su equipaje y sacó un rectángulo empapelado en periódico, rompió el envoltorio y me mostró una pintura abstracta de salpicaduras y sobre un fondo azul índigo, unas burbujas rojas con destellos blancos estaban en primer plano y la intensidad y combinación de los colores les daba el aspecto de estar flotando. «¡Wow! Eso es genial».

«Gracias, lo hizo mi mejor amigo para mí antes de separarnos. Él está en otra universidad estudiando artes» explicó con orgullo.

Tomé el martillo y fui a la recámara, el espacio de la pared junto a la puerta de salida era el lugar perfecto para colocarlo y le permitiría a él contemplar su obra así que me incliné mientras él se sentaba en la cama, dándole una vista completa de mis piernas y culo, entre abrí las piernas para lucir más erótica y comencé a clavar, tardándome un poco más de lo necesario. Cuando giré para pedirle la pintura él estaba boquiabierto había una buena tienda de campaña en su calzoneta, misma que intentó disimular cubriéndola con el codo cuando le quité la pintura de las manos, pero el tamaño del bulto me dejó curiosa y caliente; la mayoría de los chicos de su edad y complexión aún no tienen el tamaño que tendría el de un hombre maduro, pero él… No me lo esperaba, y la curiosidad se disparó en mí. Le habría saltado allí mismo y lo hubiera violado, pero quería que él se entregara por su propia voluntad, que me permitiera jugar con él como yo quisiera y usarlo cuando quisiera, así que esa tarde sólo colgué el cuadro, le prometí que podía confiar en mi como una amiga y le di un beso en la mejilla inclinándome y apoyando mis manos en su pecho, mi abdomen tuvo un roce de su erección al hacerlo y él se puso aún más nervioso.

Corrí al anexo y subí las escaleras a la recámara, abrí la computadora y puse las cámaras. Lalo levantó la basura del suelo, dobló las cajas y tomó asiento en el comedor restregándose la cabeza con las manos como si estuviese preocupado. Se desnudó y se metió al cuarto de baño. Cambié de cámara y lo vi…! El muchacho estaba bien dotado! Se metió a la ducha con la verga bien parada y tomó el jabón líquido del estante donde lo habíamos dejado, con sus manos largas agarró su mástil y estiró la piel del prepucio para comenzar a pajearse rápidamente con el chorro de agua cayéndole en la nuca.

El flaquito estaba hecho una delicia, quería comérmelo. Me deshice de los shorts que estaban ya hechos un charco y me metí dos dedos pajeándome al rimo de su mano, Lalo iba de prisa como si estuviera desesperado, en menos de dos minutos supe que se estaba corriendo porque se agitó y apoyó por completo en las baldosas de la pared, entonces vi los chorros de leche escurriéndose en alto contraste con el celeste de las baldosas del baño. Quise poder entrar y lamer la leche de la pared y chuparle esa verga gruesa y venosa a mi chico, pero me tuve que conformar con meterme tres dedos y correrme pensando en él.

Eso solo fue el comienzo de esa noche, porque tras ducharse Lalo estaba de nuevo como un mástil y se tendió en la cama con la portátil abierta y a un costado y los cascos en sus oídos, ésta vez se puso cómodo con unos Kleenex a un lado y un aceite, esta vez comenzó a pajearse con calma al ritmo de alguna porno y yo… Yo también aproveché, tomando mi consolador y pajeándome a su ritmo, viéndolo retorcerse y halarse esa verga con las dos manos, y aun así no lograba cubrírsela por completo porque la punta morada e hinchada sobresalía. Lalito, Lalito, Lalito…

Comenzó sus clases y poco a poco aprendí sus rutinas de estudio y de pajas, claro, sabía las porno que le gustaban eran de culonas y tetas grandes, como casi cualquier adolescente, podía correrse hasta tres veces por sesión y las noches previas a las que tenía partidos de soccer eran las que tenía más alargaba buscando desestresarse, instalé audio también en las cámaras luego de la primera noche, para escucharlo gemir y correrse, su voz de chico tímido se transformaba en un auténtico macho aunque apenas y susurraba, seguro temeroso de que lo escuchasen en los otros apartamentos, pero yo más que nadie sabía que el sonido no viajaba.

Buscaba liberarse de la pesada de su madre que venía cada semana durante los primeros tres meses, hasta que luego pasó a ser cada dos semanas gracias a mis reportes continuos. Le confesé a Lalo lo que hacía y él me agradeció una noche en que compartimos una pizza en su apartamento, había llevado yo una botella de vino y, claro, un faldita pequeña de jean con una tanguita negra debajo, unas sandalias de deslizar el pie dentro y la parte superior sin brassier, usando sólo una camisa holgada que al inclinarme demasiado mostraba mis tetas de más. Lalo me confesó que había una chica que le gustaba pero que no creía que ella pudiera fijarse en él, entonces me prensé de eso para tratar de sexo.

«Tonterías, ¿por qué lo dices?» pregunté, sirviendo un poco más de vino en las tazas de ambos, él no tenía copas.

«Porque ella es increíble, hermosa, lista y graciosa. Yo solo soy un crío.» Había mucha tristeza en su voz, pero también una serenidad muy adulta, como quien se resigna a no tener algo. «Pero no me molesta, ¿sabes? Creo que con tener su amistad es suficiente».

«¡Vamos! Campeón, que tú puedes conquistarla, ¿ya has intentado acercarte y ver si ella se siente ver contigo? Quiero decir, ya sabes, si le gusta estar a tu alrededor»:

«Eso creo» asintió, sus ojos azules ahora ya tenían más facilidad para concentrarse en mí y no en mis tetas, pero yo deseaba más, quería tener por lo menos sus manos magreándome las tetas y comerle la polla allí mismo. El vino me estaba poniendo más lanzada, y debía seguir procediendo con cuidado. Si Lalito estaba confiando en mí no podía perder ese trabajo por la calentura. El trabajo tendría su recompensa.

«Entonces ya lo tienes, anímate a invitarla a salir».

«Podría arruinar la amistad» se lamentó, mordisqueando su labio y de nuevo pensé en esa boca y esos dientes mordiéndome los pezones. «No quiero hacerla sentir incómoda».

«Lalo, si no arriesgas no ganas, ¡eh! ¡Lánzate!» insistí, inclinándome hacia delante en el comedor para tomar su rodilla, él se estremeció pero yo no aparté mi mano, continué pretendiendo que todo estaba en calma. «Invítala a salir, o róbale un beso. Es mejor pedir perdón que pedir permiso, además, estoy segura que besas bien».

«¿Cómo puedes saberlo?» preguntó, llevándose la copa a sus labios con mucho nerviosismo, tenía las mejillas rojas la pierna bajo mi mano se tensaba.

«¿Me equivoco?»

«N-No lo sé…» balbuceó.

«¿Cómo no vas a saberlo? Tú tienes que saber si sabes besar o no» expliqué. «Dime, ¿besas bien?» continúe, inclinándome hacia su extremo de la mesa, la camisa se deslizó descubriendo la mitad de mis senos y el nacimiento de mis pezones, los ojos de Lalo estaban perdidos en el escote. Bajé la vos, susurrando casi sobre sus mejillas, lo tenía casi a mi merced. «¿Me dejas comprobarlo? ¿Cómo amigos? Así yo te digo si esa chica caerá definitivamente por ti si le robas un beso, ¿mmm? ¿Qué dices? ¿Me das un beso, Lalo?» insistí con mi mano en su pierna, lentamente dejé la copa que sostenía con la mano izquierda y rodee su mejilla, Lalito estaba como hipnotizado con mis tetas, no se percataba de nada y cuando dejé la camisa caer descubriéndolos por completo supe que ya lo tenía, me incliné sobre él y deslicé mis labios despacio hasta su boca, sintiendo cómo dejaba de oponer resistencia y encajaba sus tiernos labios con los míos en un beso superficial.

Deslicé mi lengua dentro de su boca y él cedió permitiéndome ultrajar su garganta con mi lengua con un vaivén lento y controlado, el vino combinado con el sabor de nuestra saliva. Deslicé mi mano hasta su muslo y allí la dejé ejerciendo presión, sabía que su bragueta estaba muy cerca, pero no quería asustarlo ni ahuyentarlo mientras disfrutaba del sublime momento de probar su boca por primera vez, segura ahora de que el chico haría un buen cunnilingus. Aparté mi mano del muslo para reacomodarme la camisa y lentamente volví a bajar la intensidad del beso, hasta que volvimos a encajar la boca con apenas un toque. Lalo abrió los ojos, esos preciosos ojos azules, mientras me reacomodaba en la silla.

«Besas bien, Lalo, no tienes que avergonzarte de nada» dije con fingida calma, bebiendo de mi copa para intentar disimular las ganas de hacerle una mamada y meterme su verga en el coño de una estocada. Él estaba como un tomate, sin podérselo creer aún. «Creo que me voy, es tarde. Guarda la botella de vino, colócale el corcho para que no se eche a perder. Buenas noches, Lalo» añadí besando su mejilla.

Cuando llegué al anexo estaba hecha una fiera, necesitaba tener algo dentro del coño. Cuando encendí la computadora vi a Lalo denudarse y colocarse boca abajo, acomodó sus almohadas y sentí una punzada de excitación en el clítoris cuando lo vi cabalgar sus almohadas y frotarse con ellas como un macho necesitado. Sentí una increíble lástima de haberlo dejado así, y casi casi me regreso para ayudarle, pero en lugar de eso me complací con las velocidades de mi dildo mientras lo escuchaba gemir y decir quedito mi nombre, mordiendo las almohadas y corriéndose sin remordimientos en ellas. Su cuerpo atleta y definido se veía espléndido en esa posición, su culo blanco se notaba durito y firme con cada contracción que ejercía fingiendo la penetración, la espalda se le marcaba a pesar de ser delgado y estilizado, era un muchacho delicioso y ejemplar.

Lalo me evitó un par de semanas después de eso, no atendía cuando llamaba a su puerta y también lo veía algo decaído por las cámaras, sus pajas eran más rápidas y menos apasionadas, más desesperadas, como si quisiera simplemente terminar con eso y ya. Teresa también me llamó preguntándome por él, me dijo que lo notaba raro en el teléfono, y yo también me preocupé por él, así que decidí tomar cartas en el asunto de una vez tras tranquilizar a Tere prometiéndole que me haría cargo.

Decidida la noche de un sábado de diciembre llamé a su puerta. Vestía yo suéter blanco de esos de cuello de tortuga tan largos como vestidos, no llevaba brassier, como siempre que visitaba a mi chico, y la braguita que usaba era de encaje y tan chiquita que los labios del coño se me salían por los lados, me había rasurado para él, completita y había comprado un nuevo perfume, me maquillé y me puse las pestañas postizas para que mis ojos lucieran más grandes, me fui descalza hasta su apartamento.

«Lalo, sé que estás allí, ábreme, por favor!» llamé. Volví a tocar el número seis, y como vi que no respondía por las buenas supe que era hora de usar las malas. «Lalo, tu madre está preocupada, si no hablas conmigo se preocupará y vendrá, lo sabes». La amenaza de tener a su madre de nuevo como buitre sin dejarle salir con sus amigos surtió efecto y en un minuto estaba abriendo la puerta, llevaba sus pantalonetas deportivas nada más, el torso desnudo y las gafas de descanso visual puestas, quizá estaba estudiando.

«¿Me dejas pasar?» Se apartó y fui directamente hacia su recámara, me senté en el borde mientras él venía detrás con las manos en los bolsillos. «¿Qué te está pasando, Lalo? Estoy preocupada por ti, creí que éramos amigos y confiabas en mí, ¿es por el beso?» Se sonrojó, no, cambió de colores y esta vez los ojos se le cuajaron, se cubrió el rostro con una mano. No podía creerlo, el chico estaba llorando. Me sentí culpable. ¡Vamos!, no quería hacerlo llorar y ninguno había llorado antes, pero Lalo era tan sensible, me acerqué a él y lo ayudé a sentarse, recostándolo en mis piernas sobre la cama. «Mi amor, ¿qué tienes?»

«P-Perdón» balbuceó, irguiéndose y tomando aire de nueva cuenta, tallándose el rostro con las palmas abiertas. No podía verme, no me miraba así que me hinqué en la cama y me coloqué detrás de él, abrazando su torso desde atrás y apoyándole las tetas en la espalda.

«No tienes que pedir perdón por nada, está bien, sólo pide ayuda si algo te pasa, ¿sí? Dime qué te tiene así, anda. ¿Es el estudio? ¿Es esa chica? ¿O el beso?! ¿La besaste?!» deduje con asombro, quizá él, como mi Rodriguito estaba enamorisqueado.

«¿De verdad no te das cuenta?» preguntó, volviendo a girarse de medio torso, sus ojos azules, esas joyas preciosas por fin volvieron a dedicarme una de esas miradas tiernas. «Estoy loco por ti, Mariana, me gustas… No, más que eso: te quiero, pero sé que solo soy joven para ti y el beso… Para mi fue lo más maravilloso, la mejor experiencia de mi vida pero tu… Tú no me quieres».

«Lalo, mi vida…» No podía creérmelo, mi muchacho estaba allí declarándoseme y ofreciéndome sus angustias y la posibilidad de calmarlas, supe que aquello era de verdad distinto, que podía acabar más si no tenía cuidado. El corazón me decía que debía cuidarlo como a un hermano menor, pero el coño me palpitaba por ese chico que llevaba mucho tiempo mojándome las bragas y dedicándome sus pajas. Me incliné para besar sus mejillas húmedas por las lágrimas, aún arrodillada sobre la mullida cama, luego llegué a sus labios y volví a besarlo como la primera vez, primero despacio para tranquilizar al semental y luego con intensidad para hacerlo correr a mi ritmo, me deslicé sobre sus piernas y me senté a horcajadas sobre sus caderas, guiándolo hacia el colchón con lentitud hasta que lo tuve de espaldas en la cama con sus manos en mis caderas. «Mi vida, también me gustas» murmuré en su oído para volver a alejarme lo suficiente y ésta vez enfocar sus preciosos ojos azules, Lalo sonreía de nuevo. «No te quiero ver triste pero tampoco quiero que te confundas así que vamos a aclarar esto» continúe sentada sobre su bulto que ya comenzaba a cobrar firmeza bajo mi coño. «Me gustas, y quiero follar contigo, pero esto no es una relación, ¿vale? Dijiste que querías mi amistad sobre todo, así que la tienes, eso y mi coño para que me llenes de tu lechita, mi amor, pero lo demás… Eso estará por verse, ¿estamos?»

«S-Sí» asintió, afianzándose de mis caderas con sus manos. Me aparté y lo hice volver a sentarse en la orilla de la cama, de pie frente a él llevé las manos al borde del suéter y lo alcé dejándole ver por primera vez mis tetas y mi cuerpo casi desnudo, luego llevé las manos a la braga y la bajé hasta mis tobillos, la tomé y me acerqué a mi chico que, estupefacto y boquiabierta me observaba, arrugué la braga en un puño se la puse en la nariz, él, sin que tenga que decirle nada, cerró los ojos y aspiró con devoción, olfateándome.

«Quiero que me comas el coño, ¿lo has hecho?» pregunté partándole de nuevo. Lalo negó con la vista clavada en mi coño rasurado. Me subí a la cama y gatee hasta la cabecera, segura de que era el ángulo perfecto para que todo quedara grabado en la cámara, me abrí de piernas y mi coño estaba baboso y brillante, Lalo se recostó boca abajo y acercó su rostro a mis piernas, por instinto quizá o porque ha visto muchas porno, comenzó con lentitud a ascender con besos por mis pantorrillas, lamió y mordió la cara interna de mis muslos y llegó hasta mi coño supurante de humedad lo olfateo con los ojos cerrados. «¿Te gusta?»

«Huele riquísimo» dijo antes de estirar la lengua y… ¡Dioses!, el chico era un arte con esa lengua, haciendo una esfuerzo por lamer cada gota de lubricación y concentrarse en el clítoris con devoción, se dio a la tarea de jugar con mi coño, pellizcándolo con curiosidad, estirándolo, metiéndome un dedito cauteloso y cuando vio que había espacio metió otro. Tenía manos divinas y no sé aún cómo supo ni cómo lo hizo pero comenzó a poner sus dedos en una forma de gancho y me follaba con ellos mientras lamía mi clítoris y lo chupaba hasta que me hizo correrme en su boca y un pequeño chorrito de humedad cayó entro de sus labios, él se sorprendió pero no se separó de su tarea y continúo bebiendo a pesar de mis espasmos y de que impedía su movilidad apresándole con las piernas.

«Quiero comerte el culo» dijo, levantándome las piernas y exponiendo mi ano, no me dio tiempo de hablar porque ya estaba invadiendo mi sagrado culito con su lengua, sentía cómo jugaba con el perineo con sus dedos, cuando más intenso se puso fue cuando me hizo abrazar mis piernas y comenzó a lamer desde el ano hasta mi pubis con rapidez, no sé qué quería lograr, no sé si se había propuesto alguna meta, pero mi chico se había transformado y se había desinhibido de su timidez para explorar mi cuerpo con la misma tenacidad de un conquistador en un nuevo continente.

«Ven, cómeme las tetas, amor, termínate de criar» le dije, recibiéndolo en un abrazo con mis tetas, él se acomodó en un costado y por fin tuve a mi merced su rica verga adolescente. Se la saqué de la pantaloneta mientras él se hacía a dos manos con mis tetas y tironeaba de los pezones, estaba como una barra dura y caliente, en persona era aún más sorprendente que en vídeo, las venas se le resaltaban con descaro y el líquido preseminal ya lo cubría, comencé a hacerle una paja mientras él mordía mis ubres y las agitaba, hundía su cara en ellas y las lamía con devoción, estaba emocionado, como un niño con juguete nuevo. «¿Te gustaría que te haga una mamada, mi niño?»

«Sí, por favor» respondió con uno de mis pezones entre los dientes, como si le hubiese preguntado si quería más comida.

Lo recosté en mi lugar entre las almohadas y me coloqué entre sus piernas, tomé su verga con ambas manos y la coloqué frente a mi cara para que viera la comparación ¡y es que cubría casi toda mi cara! Mantuve mi mirada clavada en sus preciosos ojos azules mientras llevaba su glande a mi boca y lo chupaba y escupía, pajeándole el resto del falo con las manos.

«¿Ya te habían hecho una mamada antes, amor?» pregunté justo antes de meterme su verga a la boca y sentir la textura de su piel y sus venas recorrer mis labios y las paredes de mi boca, como un rico consolador de carne y hueso estimulándome. Lalo gimió una afirmación y sus manos viajaron hasta mi nuca obligándome a dejarme la mitad de su verga dentro de mi boca y continuar hundiéndome, hasta que casi llegaba a su base, pero era demasiado grande y grueso para recibirla toda en la boca, pero él lo disfrutaba y gemía mi nombre, movía sus caderas y cogía mi boca de una manera tan deliciosa que me hizo desear su lechita en mi boca. «Dame la leche, mi niño, dame tu lechita» pedí sacudiendo su verga y volviéndome a dejar coger por él. Como lo esperaba, esa voz tímida se convirtió en un gutural ronquido casi cavernícola, proclamando su hombría de una vez por todas.

«Sí, sí, toma mi leche, puta» gimió con sus embestidas y jadeos lobeznos, tensándose en mi interior y derramando ríos de semen caliente en mi boca, hice el esfuerzo de tragar todo cuando pude pero él estaba cargado y continuaba largando chorros de leche que se desbordaron de mis mejillas pero que recolecté con los dedos y llevé a mis tetas y mis labios, tragándome todo lo demás. Continué lamiendo su falo cuando él recobraba el sentido, pero la dureza de su pene no mermaba. ¡Bendita juventud!

«¿Tienes algún condón por aquí, mi niño?» pregunté jugando con mis pezones llenos de semen, él asintió, se inclinó hacia la mesita de noche y extrajo un paquete de condones, tomé uno y lo abrí, lo coloqué en su verga y lo deslicé hacia abajo. «¿Listo, mi vida?» Lalo asintió y como un espectador simplemente vio como mi coño se deslizaba su verga en el interior con lentitud, perdiéndose poco a poco, peor aún a medio camino tuve que detenerme y esperar a que me acostumbrase a él, bajando un poco más hasta que él tomó el mando y con sus manos en mi cintura me la clavó con fuerza hasta el fondo, tocando mis paredes. Grité, o gemí, no lo sé, pero estaba llena y mi niño vuelto hombre se apropió de lo que creí sería mi momento de liderazgo, y comenzó a cogerme como un Ferrari sin darme tregua.

En un momento estaba boca abajo y sentía su falo aún en el interior, sus huevos pesados chocaban contra mi coño y sentía como me humedecía cada vez más y más, no sé si Lalo lo hacía conscientemente o era algo natural para él coger con brutalidad y fuerza, su verga encajaba en los lugares precisos y sus manos en mis tetas y en mi culo me hacían sentir rodeada por completo, como la parte de un todo. En mi oído escuchaba sus gemidos bestiales, como un motor en perfecto estado, gimiendo mi nombre junto a su palabra favorita: «puta». «Eres mi puta, Mariana», «comete mi verga toda, puta», «te llenaré el coño de mi leche, te voy a preñar por puta y fácil». Sentí que me desprendía de mi cuerpo, dejé de sentir lo que ocurría a mi alrededor y comencé a ver luces de colores en el cielo del techo. No sé cuánto tiempo pasé así, pero cuando volví a mí estaba aún boca abajo pero me sentía vacía y agotada, tenía el culo levantado, nada más. Era el orgasmo más increíble que había tenido en mi vida, tanto que había perdido el conocimiento y Lalo… Lo busqué con la mirada y lo vi regresar del baño sin condón, había un charco bajo mi coño y a él pareció no importarle, se deslizó a mi lado en la cama y me besó con la misma ternura de siempre, sus ojitos azules me miraban de nuevo con la timidez de su edad, supe que eso no sería lo de siempre, que con Lalo las cosas serían distintas. Él sería mío y sólo mío, mi muchacho.

Fin.

***

Un relato muy largo y distinto a lo que he publicado. ¿Qué les ha parecido?

Un beso húmedo,

Emma.

Hoy cumplo 54 años , en unos días haré 25 años de casado con dos hijos, un chico de 23años y una chica de 20 , mi mujer Rosario tiene 49, y la verdad es que hasta el día de hoy he sido muy feliz con ella, y espero que siga siendo así….hasta aquí podría decirse que mi vida ha sido normal, como la de la mayoría de gente . Pero

Era principios de los 80, yo tenía 18 años e intentaba acabar un ciclo de electricidad en el instituto, cosa que compaginaba trabajando con mi padre que tenía una pequeña empresa de jardinería. Sábados y vacaciones tocaba trabajar. Jugaba al fútbol en el equipo del pueblo, que no tenía más de 6000 habitantes, yo era el mayor de tres hermanos

Mi padre en esa época hacía prácticamente todos los trabajos de jardinería para el ayuntamiento y también para muchos particulares, cortabamos césped, podas de árboles y viñas, plantaciones etc. Con mi padre trabajaban dos señores del pueblo y yo. Yo estaba en esa edad en la que te excitas con ver unas bragas colgadas en un Tendal. Pero a mi en esa época me ponían las mujeres maduras y muy formadas, las chicas de mi edad también, pero no tanto, me gustaban las tías con curvas, buenos culos y buenas piernas. En el pueblo había dos que copaban todas mis fantasías sexuales, mis pajas iban dedicadas a ellas, si no era a una era a la otra. Una era la señora Carolina, o señora Carol, como quería que la llamasen, la mujer de richard el panadero. Tenía 40 años y dos hijos, Marta, Sofía y Ricardo

La otra era Mónica, la dueña del bar al que solíamos ir con los amigos. 32 años y un hijo

De Mónica me ponían sus jeans, apretados al culo y camiseta apretada, piernas fuertes y culo echado pa fuera, buenos pechos y rubia rizosa..se sabia explotar bien, era de las que gustaba a todos….sin embargo doña Carol no era tan explosiva, usaba esas faldas de tubo con la raja detrás que al andar se le veían los muslos hasta la mitad, y cuando se agachaba, te podías imaginar hasta donde llegaban esos muslos, tenía buenas caderas,un culo anchito pero precioso, buenas tetas, con las blusas y sus dos botones desabrochados que se le asomaba el canelillo, y al agacharse se le veían sus pechos preciosos metidos en esos aros de sujetador.

Lo de Mónica si que lo comentábamos los amigos, porque nos gustaba a todos, pero de la señora Carol no, pues no era el tipo de mujer que gustase a un chico de mi edad, o eso era lo que yo creía. Lo que os voy a contar sucedió a principios de verano, con varios protagonistas. Entre ellos doña Carol y por supuesto yo…

Os pongo en situación;

Doña Carol y richard se casaron y se fueron unos años a trabajar al extranjero, y cuando consiguieron ahorrar un poco de dinero, construyeron su casa y montaron una panadería en el bajo. Estaba en el centro, era una casa muy grande, todo el bajo era la panadería y arriba dos pisos que hacían de vivienda. Por un lado tenía un portal por donde se entraba a la parte de atrás de la casa , la entrada era un camino de hormigón lateral que cuando llega a la esquina de la casa se amplía para hacer como una especie de patio enorme. A un lado una caseta que hacia de garaje. Donde termina el hormigón empieza un jardín con césped, plantas laterales y árboles distribuidos por zonas y en medio un camino de piedras que va a dar hasta el fondo donde hay una casita de madera con una barbacoa fuera, una cocina un baño y un salón, era donde pasaban tiempo y hacían las fiestas y comidas familiares. Richard empezaba a trabajar en el obrador de pan a la12 de la medianoche, y a las siete empezaba el reparto con dos empleados más que tenía hasta las 3 p m.Doña Carol se levantaba a las 6am y ayudaba a cargar las furgonetas hacia el desayuno para sus hijos y abría el despacho de pan a las 9 a.m. hasta las 4 p.m. comían y se acostaban, doña Carol una hora o dos horas, richard se quedaba ya hasta las 11pm que cenaba y se ponía con la labor. Conocía bien el sitio pues iba muchas veces a arreglar el jardín y a podar los árboles. A doña Carol le gustaban mucho las plantas y siempre estaba con nosotros cuando estábamos trabajando allí. Hablaba mucho, nos contaba sus cosas e historias de la panadería cosas banales pero que a ella le gustaba contar y reírse. Yo no le prestaba mucha atención a sus historias porque la verdad no me interesaban nada, solo estaba atento para ver cuando bajaba a sacar hierbajos y ponía el culo en pompa o a regar….a mi se me iba la mirada para su culo, o cuando lo hacía de frente de reojo le miraba las tetas….me ponía loco…me imaginaba follandomela allí mismo..subiendole la falda…desabrochando su blusa y meter mi cabeza en medio de sus pechos… uufffff.

La panadería estaba en una calle del centro, justo al lado había un banco y al otro una zapatería. De frente una clínica dental y 50 metros más hacia arriba el supermercado de Rogelio y Marisa. Rogelio era de la edad de richard, 42 años, y eran primos segundos y en su día amigos. Fueron juntos al colegio y de pequeños jugaban juntos. Pero todo se torció cuando richard montó la panadería. Rogelio tenía panificadora en el súper y desde que montó la panadería no vendía ni un bollo, aparte de problemas de lindes y herencias , cosas de familias. Rogelio era un tipo alto, 1,80m,serio, con cara de pocos amigos, a ese hombre nunca le vi sonreír, calvo y con algo de tripa, su mujer Marisa era bajita de 1,50m, muy caderosa, rubia, pelo cardado siempre, pecosa, más alegre y buena mujer. Richard era un tipo también alto, delgado, Moreno con bigote y muy hablador y activo, no podía estarse quieto un minuto. La diferencia que había entre ambas parejas es que richard se hizo a sí mismo, trabajo duro para conseguir montar la panadería y hacer su casa. Rogelio en cambio lo había heredado todo, el piso y el negocio. No se podían ver, sus desavenencias y rencillas eran conocidas en todo el pueblo y en los alrededores.

Y la historia comienza así…:

Una tarde mi padre me dio una bolsa con semillas y me dijo

+llevale estas semillas a doña Carol que me pidió ayer, y ya le dije que sobre las seis y media se las llevarías tú de paso que ibas a entrenar. No hagas ruido que igual están durmiendo, si doña Carol no está en la caseta de madera se las dejas encima de la mesa.

Yo cogí mi mochila para entrenar, cogí mi motocicleta y me fui….llegue, entre por el portal, en la parte de atrás no había nadie, me dirijo por el camino de piedras hacia la caseta y a un lado veo un cesto con utensilios y algún hierbajo arrancado….^que raro que doña Carol deje el trabajo a medias^

pensé……

Yo entro en la caseta ….y escucho a doña Carol gritando..los gritos, aunque no eran muy fuertes eran constantes y rítmicos.me asusto, el corazón me late fuerte… que estará pasando !!? Pienso. Me voy acercando despacio hacia el salón y asomo un poco la cabeza…..alcanzo a ver a doña Carol con la falda subida hasta las caderas, la blusa desabrochada ,el sujetador le colgaba, con las manos apoyadas en el reposabrazos del sofá, con el culo echado para atrás como a cuatro patas, gimiendo como una perra…

+aihhgg….uaaaaGhhh….siii..

Siiii….dame….más por favor..ahhh…no pares….sigue sigue siii..

Mi corazón latía cada vez más fuerte me quedé un rato inmóvil mirando, calculo que algo menos de un minuto. Hasta que me doy la vuelta y vuelvo sobre mis pasos , estaba nerviosisimo ,no quería que me viesen, mi cabeza no daba crédito. Pero esa imagen me serviría para pajearme una larga temporada. Cuando estaba fuera me di cuenta de que tenía la bolsa de las semillas en la mano,^dejalas encima de la mesa ^ me había dicho mi padre…. así que me di la vuelta otra vez, volví a entrar muy despacio y deje las semillas en la mesa…mire la puerta del salón, seguía doña Carol gimiendo, quería echar otro vistazo, ver cómo richard taladra a su mujer…dudo un rato…pero la curiosidad y la excitación me puede..me acerco y asomo otra vez la cabeza…y ahí sigue…ahhh ahhh ojhhh uahjhhhhh doña Carol empujaba su culo hacia la polla de richard haciendo un ruido parecido al de un niño saltando en un charco, aquello me excito como nunca….meto un poco más la cabeza para ver a richard dandole duro al chocho de su mujercita rica..pero……ROGELIO!!!!..no me lo podía creer!!!!..que estaba pasando!!?..Estaban tan concentrados que no perciben mi presencia, Rogelio bombea a doña Carol a un ritmo alto, el hombre sudaba como un cerdo, tenía la camisa pegada al cuerpo y los pantalones por los tobillos….doña Carol seguía gimiendo como una perra ….hasta que echa una mano hacia atrás para agarrar el culo de Rogelio e impedir que se le salga pues esta a punto de correrse, gira la cabeza…. y me ve ..allí..inmóvil…petrificado…

+ohh Dios mío!!!!! ….Dice doña Carol

Salí corriendo y crucé aquel jardín tan rápido que creo que no puse los pies en el suelo…volé…cogí la moto, arranqué y salí como alma que la lleva el diablo.

Llegue a entrenar desencajado,

+ as visto un demonio o que,jorge!!? jajaj

me decían los compañeros de entreno al verme llegar

+ no ..que va…jajja…crei que era más tarde y no llegaba a tiempo al entreno, y el domingo quiero ser titular jajajjaja….dije(el que llega tarde a entrenar es suplente el domingo, eran las normas)

Pero mi cabeza no paraba de mostrarme otra cosa que no fuese a doña Carol gimiendo y al Rogelio azontandole su polla en el coño…era una sensación entre rabia, decepción y excitación extrema. Rabia y decepción por ver que mi musa erótica, la reina de mis pajas estaba siendo empotrada por el soso, mal encarado y tripón de Rogelio . Y excitación por ver a doña Carol gozando como una perra en aquella posición, a merced del rabo de Rogelio, algo que no era forzado, sino que ella misma buscaba. Aquel cuerpo maravilloso expuesto voluntariamente para ser empotrada y deseoso de polla y placer, me producía una excitacion como nunca nada lo había hecho.

Ese fin de semana me masturbe más de 10 veces pensando en los gemidos ,el culo y las tetas meneandose de doña Carol . Pero el problema iba ser como iba enfrentarme yo a eso. Era evidente que me había visto. Mi cabeza no paraba…^igual vio a alguien pero no me reconoció ^….^pero las semillas en la mesa me delatan^…^pudo confundirme con Luis el empleado de papa^…^ pero papá le dijo que iría yo^…^también pudo ser mi subconsciente y creer que me había visto y no lo hubiera hecho ^…^difícil….su «dios mío» no había sido de placer…estaba claro^… ^como voy yo ahora a por pan?^….y lo peor…^como voy a ir a trabajar allí?^…^posiblemente doña Carol pida a mi padre que vaya cualquiera de sus empleados y no yo ^….^aunque eso extrañaría a papá, puesto que ella siempre quiere que vaya yo^

Esos días los pase entre placeres orgasmicos , miedo y preocupación. Apenas dormía.

El miércoles por la mañana estábamos arreglando unas jardineras y limpiando una plaza para el ayuntamiento, estaba cerca de la panadería, desde lejos por la cristalera notaba la silueta de doña Carol despachando pan, ^que estará pensando ^.^ estará preocupada o le dará igual ^ pensaba….Cuando no tenía gente en el despacho de pan se asomaba a la puerta a charlar con los viandantes y ver la gente pasar. Note que varias veces miraba hacia nosotros…..y mi corazón se aceleraba.

Habíamos acabado la faena por la mañana y a la tarde, después de comer iríamos a cortar el césped y podar árboles a un castillo que había en un pueblo de al lado, donde se hacían grandes banquetes.

+tu no vienes con nosotros (dijo mi padre cuando íbamos a salir de casa), ha llamado doña Carol y quiere que vayas a las 5 p.m. para ayudarle con las plantas y las nuevas semillas.

Me quedé blanco….ufff. ^que me dirá?^…^estará enfadada por entrar así en su casa^..^pero es lo que solía hacer, nunca le importó ^…..

10 minutos antes de la hora estoy enfrente del portal de casa de doña Carol, mi corazón late fuerte, tan fuerte que me parece escucharlo, estoy entrando y me cuesta respirar y tragar saliva, me paro unos segundos e intento relajarme. ^venga va, lo que sea será. Aguantas el chaparrón y punto. Le dices que no viste nada o le prometes que no lo contaras a nadie y ya. Venga vamos!!^

Me adentro ya por el camino de piedras y doña Carol esta en la otra punta del jardín agachada haciendo algo ya con sus plantas. No tarde en darse cuenta de mi presencia, porque seguramente me estaría esperando con impaciencia . Se levanta y me mira mientras me voy acercando, mi corazón no puede bombear más rápido.

+ buenas tardes doña Carol…..

digo temeroso

+buenas tardes Jorge, que tal? Ven pasa que te voy a preparar un café con unas pastas ricas.

+bueno, estoy bastante bien gracias.

y la sigo…me indica el salón, donde yo me siento en el sofá mientras doña Carol prepara el café. Yo estaba muy nervioso mientras doña Carol desde la cocina empezaba a hablarme de lo que quería hacer con las nuevas semillas y con las otras plantas…..yo solo alcanzo a decir

+ahh si…esta bien…es buena idea…

Pero mi cabeza no estaba para semillas y plantas….miraba alrededor y mis piernas no paraban de moverse, miro el repollabrazos del sofá y me viene a la mente la imagen de Rogelio bombeando a doña Carol, la cara de placer de doña Carol gritando y jadeando por el gusto.

Llega doña Carol con el café

+aquí tienes, ten cuidado que esta muy caliente.

+gracias señora, no se preocupe, a mi me gusta así…

^glubbb no era la mejor frase para decir en ese momento ^

+toma aquí tienes las pastas, las hacemos nosotros, están muy ricas pruebalas veras. A Marta le encantan…..

..y deja las pastas en una mesita del centro. Ella se sienta enfrente de mi en un sillón con el café en la mano y empieza a hablar, cosas banales, plantas ,árboles, las anécdotas de la mañana y de que nos había visto por la plaza del ayuntamiento por la mañana. Yo solo asentía y sonreía con sus anécdotas. Yo empecé tranquilizarme pues pensé que la mujer no quería sacarme el tema….ufff mejor!!

Inocente de mi…..en un momento doña Carol deja la taza de café en la mesita y me mira fijamente..

+bueno Jorge, sabes que tenemos que hablar….verdad?

Yo quedé mudo, no pude aguantarle la mirada , que ya estaba mirando el suelo, empecé a ponerme nervioso y a temblar me las manos, la taza de café que tenía en la mano casi se me cae, ella se acercó y me cogió la taza..

+tranquilo Jorge, no pasa nada. A lo que paso y a lo que viste ya no se le puede hacer nada, pero es algo que tenemos que hablar

Era la primera vez que notaba cierto nerviosismo en doña Carol. Entonces la mire asentí con la cabeza y dije..

+por mi puede estar tranquila doña Carol, yo no diré nada a nadie, le doy mi palabra.

+lo se, era algo de lo que estaba prácticamente segura, se que eres un gran chico y que tienes los genes de tu padre, que es un hombre muy honrado y de palabra. Se que si me das tu palabra nadie lo sabrá. Pero se que tu cabeza se hace muchas preguntas, y quiero contarte el cómo, y el porqué de lo que viste, y posiblemente así conteste a esas preguntas que te haces.

Doña Carol deja la taza que me acaba de quitar de las manos en la mesita y se sienta a mi lado, me coge una mano, respira hondo y empieza hablar…

+ Todo empieza porque nuestro hijo Ricardo le quedaron dos asignaturas para septiembre, entonces ,aparte de ir a clases particulares le castigamos teniendo que ayudar en el despacho de pan, en el obrador a veces y otras arrancado hierbajos del jardín o cortando el césped.

Un día estaba conmigo en el despacho de pan y como no había mucha gente le mande ir al jardín a quitar hierbajos, cosa que hizo. Pero como el tío es muy vago en vez de vaciar el cesto de hierbajos en el contenedor de la entrada se le ocurre la gran idea de tirarlos por encima de la alambrada, en la huerta de Rogelio, encima de sus legumbres.

Al otro día por la tarde Rogelio me espera en el portal y empieza a llamarme la atención de una manera grosera y altiva, yo le pido que se relaje y que me cuente con tranquilidad que coño le pasa y porque se pone así conmigo. Entonces el me hace un gesto para que le acompañe a su huerto, le sigo y me enseña sus legumbres todas cubiertas por los hierbajos que había tirado Ricardo. Yo le empecé a pedir disculpas y que lo sentía mucho, que había sido el inconsciente de mi hijo y que por favor no se alterara que se lo quitaba yo todo en ese momento. Fui a por un cesto y comencé a limpiar su huerto pensando en la bronca y el castigo que le iba a poner a Ricardo, en ese momento tenía ganas de matarlo. Estuve bastante rato pues era bastante labor , mientras Rogelio andaba por allí regando y haciendo sus cosas. De pronto el cielo se cubre y empieza a caer una tormenta, Rogelio desde el cobertizo me llama para que valla a guarecerme de la tormenta, y así lo hago. Estuvimos un rato sin hablar así que en un momento para cortar el hielo le empecé a hablar de cosas tribales,

+»valla tormenta «….

+si, ya no va hacer falta que riegue más hoy

Y bueno…así fuimos conversando hasta que entre unas cosas y otras la conversación nos llevó a la enemistad de las familias, poco a poco el tema fue subiendo de tono. El con su versión y yo con la mía…no me callaría, así que en un momento el me subió el tono de voz y puso su dedo en mi cara amenazante , yo se lo quité de un guantazo y salí del cobertizo. Seguía lloviendo a mares, el corrio detrás de mi y me agarró por la mano y me dijo

+espera mujer!!! A donde coño vas con este diluvio

+prefiero empaparme a seguir oyendo tus sandeces y mentiras sobre mi familia

+vale, lo siento. Se que nunca llegaremos a ponernos de acuerdo. Vamos a olvidar el tema. Y ahora vamos para el cobertizo que vas a coger una pulmonía.

Volví al cobertizo pero la verdad es que ya estaba empapada, y Rogelio también.

+espera que coja algo para secarte…

Y en un mueble que tiene allí coge unos trapos limpios y me los da para secarme. El hace lo mismo mientras estamos en silencio.

+tienes la espalda empapada Carolina, me permites?

+claro..

Le doy uno de los trapos y empezó a secarme la espalda….primero por encima de la blusa de una forma bastante brusca…pero poco a poco noto que los movimientos son más circulares y lentos, yo no miro pero lo que hace Rogelio me está gustando, así que en vez de apartarme empujo mi cuerpo hacia atrás, como ofreciendosela ….ya estoy con mi cuerpo pegado al suyo de espaldas cuando noto su verga dura en mis muslos…..no se porque pero eso me puso mucho..el archienemigo de mi marido se estaba poniendo cachondo conmigo….y lo peor….yo con él . Rogelio ya tenía las manos por debajo de mi blusa en la espalda, y de vez en cuando las pasaba por mis axilas y con sus dedos rozaba mis pechos….mi cuerpo empezo a estremecerse y a notar unos calores por ahí abajo que hacía mucho no que tenía. El siguió con sus movimientos y cuando me quise dar cuenta sus manos ya estaban sobre mis pechos, yo eché una mano hacia atrás y por encima del pantalón le empecé a frotar su polla, el empezó a gemir y eso me puso más caliente aún. Ya tenía sus manos por debajo de mi sujetador y me pellizcaba los pezones, noté como me estaba mojando y no pude evitar soltar unos gemidos. En un momento me gira y me sube la falda hasta las caderas, me coge en brazos y me sube a la mesa, saca su verga , aparta mis bragas todo de forma demasiado rápida, brusca y torpe. Y cuando se dispone a meterla le sujeto la mano…..le miro…

+despacio….tranquilo…poco a poco

Entonces juega un poco con la punta en mis labios vaginales…..pero el hombre no aguanto mucho, al parecer los preliminares no eran su fuerte que en dos embestidas la metió….no puedo decir que no me gustó.. todo lo contrario.

Rogelio bombeaba mi coño de forma fuerte y ruda y yo estaba disfrutando como una perra, aunque Rogelio no aguanto mucho y no tardo en correrse dentro de mi…su cara, sus gemidos y ver al hombre que odia richard corriendose dentro de mi hicieron que yo me corriese casi a la vez….

Cuando aquello acabo, no nos hablamos y apenas nos miramos. Nos vestimos y el se sentó en una silla con las manos en la cabeza. Yo salí de allí sin mirar atrás….dios!!! Que había hecho!!!

Esa noche Ricardo llevó la bronca de su vida y le castigamos toda la noche en el obrador de pan. Yo en cama no me podía creer lo que había pasado.

Días después aparece Rogelio en nuestra caseta, mientras estaba yo con las plantas

+que coño haces aquí Rogelio!!!!??+tenemos que hablar Carolina, llevo días sin dormir y no puedo con esto

+venga, entra en casa antes de que te vea alguien

Entro y le pasé al salón. Hice café como siempre y el estaba en el sofá con las manos en la cara y luego las pasaba por la cabeza. Cuando llego y le doy el café…

+Carol, lo del otro dia no puede volver a pasar

+y quien te dice a ti que yo quiero que vuelva a pasar?

+ yo amo a mi mujer, si se entera seria mi perdición, no soportaría que Marisa me dejase

+pues no tiene porque enterarse. A mi tampoco me interesa que se sepa. Y no es algo de lo que esté orgullosa

+por tu culpa llevo días sin descansar..

+como? Por mi culpa!!?

+si no me sedugeras no pasaría nada

+perdón!? Pero quien cojones te crees? Que coño seducir…por quien me tomas?

+te pusiste más caliente que una perra solo tocándote la espalda

+eres un hijo de la gran p..

En ese momento le quise pegar y me agarra las muñecas

+que vas hacer? Pegarme puta?…eres una zorra….y ya me has puesto como un burro de caliente

Me gira y empieza a manosear mis tetas y mi culo, yo al principio me resisto

×sueltame cerdo hijo de perra

+no te hagas la estrecha que me pones más

Eso a mi también me puso…mucho. Tanto que ya no forcejeaba.me desabrochó la blusa y el sujetador, me subió la falda, me puso los brazos en el repollabrazos del sofá….y sin preliminares ni nada el muy cabrón me penetra. Menos mal que con la calentura yo ya estaba muy lubricada. Y ya que estamos, pensé, «disfruta Carol , pero espabila que esté machista solo piensa en el «. Así que me relaje é intentaba llegar al orgasmo, le decía cochinadas para ponerme más…lo estaba logrando!!…estaba apunto de correrme!!!…no quería que la sacase!!!…le agarro el culo!¡!..miro para atrás…y te veo allí….quieto…con los ojos como platos…y desapareces….

+ahora si que estoy perdido….dijo Rogelio

+diras estamos

+tu no se….yo si . Si se entera Marisa de esto estoy acabado

×bueno, hablaré yo con el chico. Tengo confianza con él. Yo creo que si hablo con el no dirá nada.

+ojalá….

……….

Y aquí estás!!

Si..allí estaba yo. Estupefacto de lo que acababa de oír. Incluso me había excitado bastante, recordando los empollones de Rogelio en las nalgas de doña Carol.

+pues no se preocupe señora, no la traicionaré nunca. Puede estar tranquila.

+muchas gracias cariño, sabía que podía confiar en ti. Le diré a Rogelio que puede estar tranquilo

+doña Carol, puedo hacerle una pregunta?

+si claro…dime

+a usted ….bueno….le gusta…o ….mmm..le parece atractivo entonces Rogelio?

+jajajjaja porque me haces esa pregunta?

+es que no entiendo muy bien porque a una mujer como usted pueda gustarle Rogelio

+una mujer como yo!? Que quieres decir con eso?

+hombre…usted es…es una mujer…ya sabe

+no…no se..dime

+bueno…pues eso…usted …es una mujer muy atractiva

+jajajjaja..a si? Eso crees? Jajajjaja

+pues si….a mi si me lo parece

+vaya jajajjaja, mira el Jorgito que zalamero nos ha salido

Doña Carol no se creía lo que yo decía pero en un momento si fijo en mi entrepierna y noto que yo estaba duro….yo tenía los brazos encima para que no se notara…..pero ella puso su mano encima de mi muslo. Se reía y me hablaba

+sabes que mi Marta esta loquita por ti!?

Harias un buen yerno jiji

+ ahh no sabía

Si lo sabía, mi hermana no hacía más que romperme la cabeza con ello.

La mujer empezó a meterme la mano hacia mi polla, me apartó las manos y dijo

+uh. Jorge, y esto? Es por mi?

+…si…si doña Carol

+MMM.. te voy hacer algo que va superar lo que te hicieron tus novietas hasta ahora. Sino ya me lo dirás

Se deja caer del sofá y mete su cuerpo entre mis piernas…..agarra mi pantalón de deporte y lo saca sin mucho esfuerzo….coge mi polla con mucho cuidado y empieza a darle besos…en la punta por los lados…en los huevos…poco a poco va pasando su lengua recreandose en la punta y mirándome….yo me vuelvo loco….nadie me había comido la polla….y allí estaba ella….mi diosa…mi musa….metiendo mi verga en su boca, la metia toda….la sacaba y escupía en la punta…pasaba la lengua me miraba y otra vez para dentro….y la inexperiencia me jugó una mala pasada pues no aguanté apenas…

+uuuyyyuuyyyuuuhhhh doña Car……..ooghhhhggggvv

Doña Carol tenía mi polla en la boca y no contaba con que me fuera tan rápido que dio un pequeño respingo con la cabeza para atrás sacando la boca de mi polla…pero al momento vio que salía mi leche volvió a meterla para tragarlo todo

+. Ummmmm fiuuiggh mmm que rica tu leche….pues si va ser verdad que te excito jajaj

+uf no sabe usted cuánto

+pues no…dime..

Dijo mientras seguía lamiendo mi polla con una suavidad maravillosa

Yo acababa de experimentar una sensación de placer enorme…pero me sentía incómodo por haberme ido tan rápido.

+dime desde cuando te excito….y dime cuánto…quiero saberlo todo

+ ufff…yo creo que desde que tengo uso de razón, siempre me puso muy cachondo, cada vez que venía a su jardín y nos ayudaba, usted hablaba y yo no le sacaba ojo a su culo, sus piernas asomando por la raja de la falda, muchas veces estaba tan absorta en las plantas que me enseñaba las bragas sin darse cuenta, y se agachaba de frente y de reojo no podía evitar mirarle los pechos…al llegar a casa me masturbaba pensando en usted….

+y que pensabas!?

Dijo mientras seguía chupando suavemente mi polla

+ me imaginaba que la empotraba a veces encima del mostrador del despacho de pan, otras en medio del jardín…..

+no me lo puedo creer….mi Jorgito deseando mi culito y mi coño..jajajja. y con cuantas más te imaginas cuando te tocas?

+ con usted sobre todo…y hay otra

+ah si!!? Quien!!?

+ uff..me da vergüenza

+ después de esto…te da vergüenza!!?

+….es Mónica, la del bar

+ ahhh Mónica, jajaja esa chica es muy mona si. Y muy provocativa jaja

+pero usted más…

Doña Carol al oír esas cosas se puso muy caliente, saco su blusa y el sujetador…..menudas tetas…me agarró la cabeza y me las metió en medio, después me sujetó la barbilla y me acerco la boca a su pezon…

+cometelo…despacito…suave….así…siii despacio precioso….chupa…mmmmmmm siii más…ahora el otro. Mmmm que rico…no pares mi vida….cometelos…son tuyos….ahhhhghh mmmmmm ricoooo ricoooo ahhhh

De repente se aparta, tira de mis piernas hacia abajo y coloca mi polla me medio de sus tetazas…..y va subiendo y bajando…poco a poco….cuando doña Carol baja da una lametada a la punta de mi polla…..

+te gusta cariño?

+..ohhhgg siii..doña Carol…mmmm ahhjh me encanta…

+pues espera…no quiero que me dejes otra vez así…ven

Me levanta y me tira en la alfombra, saca su falda, luego sus bragas muy despacio mientras me mira….se pone encima de mi y empieza a lamerme el pecho….el cuello..la cara..de rodillas va acercándose a mi boca hasta que su cosa está encima de mi boca. Coge un dedo y me lo mete en la boca, yo se lo chupo..

+saca la lengua…

Obedezco.

+ahora vas a pasar tu lengua por donde yo paso mi dedo vale?

Desde el suelo yo asiento.

Doña Carol empieza a pasar su dedito por los labios del chocho recreándote un par de segundos en el clitoris, yo con mi lengua la sigo…ella gime…al poco rato, cojo la mano de doña Carol y la apartó para seguir yo solo. Eso a doña Carol la pone a cien que empieza a jadear y a mover sus nalgas y su cosa en mi boca

+así…así…no pares….. jorgito…..ahghhh…masss….ayuyuuuugg…vas a tragarte mi lechita…uyyuhhhh..estoy ya…ya ….ahí va…ahí vaa….uuuhhhghhhhhhhaaaaaaaaaaagh

Doña Carol se corrió en mi boca, su coño y su leche tenían un sabor entre salado y amargo que en cualquier otro momento me hubiese resultado desagradable pero que en ese momento me pareció el mejor manjar…mmmmm

Se quedó inmóvil durante un rato jadeando con una respiración fuerte mientras me acariciaba el pelo. Se incorpora y empieza a escurrirse para atrás hasta que llega a mi polla, la agarra y empieza a jugar con la puntita en su coñito. Lo noto mojado y caliente, yo estaba que iba reventar.

+ahora te voy a dar mi coño…tienes que aguantar para poder correrme contigo….si ves que no puedes paramos un ratito…. y distraes tu mente en otra cosa…en los goles que meterás el domingo

Me dijo mientras masajeaba mi polla en su vagina…de repente se deja caer y entra….estaba en la gloria. Mi diosa…allí encima de mi…jadeando….no..no puedo pensar en eso que me corro…ella notaba mi excitación y paraba….

+piensa en las plantas…semillas …..mmm que rico….espera..espera….

Doña Carol se movía arriba y abajo de manera rítmica, dentro fuera dentro fuera dentro fuera cogió mis manos y las puso en sus pezones….dentro fuera…

+así…aprieta los pezoncitos….mmmm…siii aguanta….un poco…que ya casi estoy…un poco más mi vida….siiii…yaaa….casi….casi.. aguanta…aguanta.siii..siiii.ahora ahora siiiiii aummmhhuyhhhhhaaaaaaaa….ooojhhhhhhhh uyahhhhjj….ahhjjj..ahhjjj…sii siii…ohhh oh ahhh….

+mmmm siii aguanto….aguanto más…mmmmmm doña Carol….me voy …me voy….siii siiii….mmmmmmmmmm ….ahhh..ayuhhhh.ahhhhh..yaaa….yaaaa..uuuhhhhhhhhaaaaaaahhhhhh…mmmuuhgghhhhhhhhaaa…oh…ahhhhh.pufffff

Mi cara refleja una felicidad extrema…..doña Carol me mira y sonríe exhausta .

+así me gusta, aguantaste como un campeón

+ufff, si, pero me costó….me pone mucho

+ya veo jajajjaja

Estuvimos unos 10 minutos allí.. tirados, sonriendo y mirándonos.

+sabes Jorgito, ahora te voy a dar un último regalo. Esto que esta pasando no volverá a ocurrir nunca, pero quiero dejarte un recuerdo para siempre

+ya me lo ha dado…nunca olvidare esto

×,espera aquí…

Se levanta y va al baño…es preciosa….más blandita de lo que me imaginé…pero preciosa. Doña Carol llega con un frasquito en la mano, se sienta en mis rodillas, me sonríe, untando sus manos en el producto del frasco….vaselina…lo pasa por mi polla masajeandola…..al rato ya estoy empalmado se aparta y se pone a cuatro patas , vuelve a untar esta vez solo la mano derecha….y lo pasa por su ojete….

+aquí lo tienes Jorge, es para ti….mi culito….no lo deseabas? Pues hoy es tuyo..tratalo con cariño

Me pongo detrás y con mi polla enbadurnada de vaselina voy acercando la punta a su ojete

+poco a poco Jorgito…despacio….poco a poco…no tengas prisa….ya es tuyo….despacio….ahora..un poco más ajhhh un poco más..ujhhhh…ujhhhh..siii…dale…ahora..hasta el fondo….ujhhggggh..siii ya es tuyo..dale dale!!!

+siii…ummmmm….ya es mío…tengo su culo..siii.mmmmmm…ahhhhhh

Sigo ya bombeando fuerte el culo de doña Carol mientras ella por debajo se mete un dedo en su coño

+siii…dame por culo cariño…siii….esto me pone…ahjjhjj

+siii …voy a llenarlo de leche…..siiii…primero fue su boquita…después su coño…y ahora su culooo….siiiii

+siii llenarme el culito de leche cariño…siiii

+mmmmm ahora…ahora…..me pone…no aguanto más…ahí va…siii…siiii…siiiiiiii…auihahhjjjjjjjjjjjhhhhassuii….uiohhhhhhh….ahhh…ohhhggh

+siiii…damelooooo….ahí va lo miooo…siiii….siiii.ahhuuhiuhhhhhhhhhh…..ohhhhoohhhhhhhhh..auhhhhhhh..oh…ahhh..siii..si ahhh que bueno..mmmmm

…………

+Bueno Jorge, sabes que esto nunca va volver a pasar. Tiene que quedar en tu recuerdo como un regalo solo para ti, mientras yo viva esto no se lo contaras a nadie

+se lo prometo. Le doy mi palabra de honor doña Carol. Es el mejor regalo que me han dado jamás

+,el sentimiento es mutuo cariño. Pero aquí se acabó todo

+muchas gracias doña Carol

+gracias a ti. Y recuerda, el día que te cases o tengas pareja, follatela mucho…mucho mucho..

Hoy cumplo 54 años, y estoy asistiendo al funeral de mi musa, mi reina, la mujer que me dio el mayor regalo. Sus hijos, su yerno su nuera, sus nietos, amigos, vecinos. …allí están todos. Yo miro de lejos. Richard hace 15 años que murió, se fue joven. Puto cáncer. Nunca hubo ni una mala palabra sobre aquella mujer. Buena madre, buena esposa, abuela…. mi musa..

Gracias por todo doña Carol!!!

Ana y Marta , madre e hija que más bien parecían hermanas dado que la primera a pesar de haber sobrepasado los 40 se mantenia muy joven. Ana tiene 42 años morena y un cuerpo de escándalo con una altura de 1,70 y unas medidas de 110-60-90. Su hija había heredado su belleza u su cuerpo también morena 1,68 y unas medias de 100-62-92.

Esta historia relata como madre e hija van a comprar a un centro comercial donde la hija comete el error de robar un producto, es descubierta por el de seguridad y su madre se vera obligada a pagar las consecuencias, consecuencias que al final acaba pagando con mucho gusto.

Madre e hija salieron de casa y se montaron en el coche de Ana se dirigían rumbo al centro comercial que había en el centro de la ciudad.Durante el trayecto fueron hablando de cosas cotidianas y sin importancia.Una vez que llegaron al centro comercial se dirigieron a la planta de deportes en la que Ana tenia que comprar unas zapatillas para Marcos su hijo pequeño

A: Marta ayudame a elegir las zapatillas de tu hermano tu que entiendes más

M: Mira mamá estas son las que quiere

A: Vale pues pediremos su número y las cogeremos

Una vez que las tenían se dirigieron a la planta de caballeros para comprar unos pantalones a su marido.Luego se dirigieron a la de juventud a comprar unas camisetas para Marta y por último fueron a la de señoras para comprar una falda de cuero para Ana.Una vez lo tuvieron todo se dirigieron a la planta donde se encontraba la perfumería y la cosmética.Alli compraron unas cremas y demás accesorios para la higiene personal.

A: Bueno ya lo tenemos todo nos podemos marchar para casa pero antes debo ir al baño, me esperas?

M: Si mama ve

Allí se quedó Marta esperando al lado de un stand de perfumes de una marca muy conocida y que le encantaban y ahí fue cuando sin pensarlo cogió tres botes de perfume y se lo guardo en el bolsillo y empezó a andar al encuentro de su madre que ya había salido del baño.Se disponían a marcharse cuando en su camino se cruzo el vigilante de seguridad que se dirigió hacia ellas

V: Buenos días me pueden acompañar por favor

A: Como a donde que hemos hecho, que pasa?

V: No nada señora solo les pido amablemente que me acompañen

M: Vamos mama que nos puede ver alguien

Los tres se encaminaron al cuarto donde los vigilantes normalmente llevaban a las personas que habían robado para interrogantes.

V: Pueden dejar sus bolsas aquí encima con sus respectivos tikets

Marta dejo las bolsas en la mesa mientras Ana buscaba en su monedero los tikets.Mientras el vigilante iba revisando las bolsas e iba comprobando que todo era correcto,

A: Ve esta todo correcto nosotras no hemos robado

V: Esto si señora pero hay algo más

A: Pero si nosotras no hemos comprado nada más

V:Vera voy a cachear a su hija. Podrías levantarte

Marta se puso de pie y el vigilante fue comprobando sus bolsillos hasta que llego al bolsillo de su chaqueta y saco los tres botes de perfume

V: Y esto?

A: Nosotras no lo hemos cogido

V: Entonces como han llegado al bolsillo de su hija

M: Los he cogido yo

A: Pero Marta

M: Lo siento mamá

V: Pues vera yo ahora tengo que llamar a la policía esto supera los 400 euros por lo tanto es un robo no un hurto.

A: Vera ahora no lo podemos pagar pero si podemos pagarlo poco a poco

V: No señora no es cuestión de pagarlo es el hecho yo lo siento pero es el procedimiento que debo seguir

M: Y no hay otra manera de arreglarlo?

V: No señorita

M: Estas seguro?

Marta se quedo mirando al vigilante mientras se empezaba a desnudar. El chico no salia de su asombro. Era un joven de dos metros de alto, musculado que al ver a la joven desnuda se empezó a excitar y tuvo una ereccion bestial.

Marta se puso de rodillas y empezó a bajarle los pantalones al chico, ante ella apareció una polla de unos 30 centímetros y una anchura considerable.

A: Marta que haces estas loca

M: Mama yo he cometido el error yo lo pago

Dicho esto se llevo la polla del vigilante a la boca y empezó hacerle una deliciosa mamada mientras el chico y su madre miraban atónitos.Cuando llevaba cinco minutos chupando se puso en pie y se sentó en la mesa que había en la sala dispuesta a ser follada

A: No no esto si que no lo voy a permitir ya has hecho bastantes tonterías nos vamos ahora mismo

V: Señora de aquí no se va nadie ustedes han robado y yo no he llamado a la policía de alguna manera me lo tienen que agradecer si no deja que lo haga su hija lo tendra que hacer usted

A: Esta bien lo haré yo

M: Mama que dices?

A: Hija tu aun eres muy joven e inocente

M: Mama no soy virgen ya he follado varias veces

V: Bueno ya esta bien de discutir os voy a follar a las dos.Señora desnudese

Ana se quito el abrigo que llevaba, se desabrocho la blusa y el sujetador y después se quito la falda y el tanga que llevaba se quedo vestida solo con unas botas altas negras y se arrodillo para chuparle la polla al chico mientras este deboraba las tetas de su hija.Una vez la tuvo lista puso su cuerpo sobre la mesa dejando a la vista del muchacho un coño y un culo deliciosos para su edad y espero la penetración algo que no se hizo esperar.

El vigilante no paraba de taladrar el coño de Ana que gemia desesperadamente y a la vez disfrutaba del cuerpo de Marta que se dejaba hacer

V: Tengo una idea, tumbate en la mesa y ábrete de piernas,señora mientras le follo el culo comale el coño a su hija

Marta miro a su madre

M: Lo siento mamá

A: No pasa nada hija, este chico tiene una polla maravillosa me esta encantando

V: Vaya con la mami. Anda portate bien y comele el coño a tu hija

Así estuvieron un rato hasta que el chico se corrió dentro del coño de Ana. Cuando recuperaron el aliento se pusieron a recoger su ropa a lo que el vigilante les dijo

V: No hemos terminado habéis pagado solo la mitad de lo robado, recordáis eran más de 400 euros

A: Y que más quieres?

V: Tu me has dado tu coño y tu culo ahora le toca a tu hija

M: Vale esta bien lo haré

A: Pero hija

M: Mama es lo justo además yo no he probado su polla si dices que es tan buena

V: Venga la mamá a la mesa con las piernas abiertas que tu hija te comera el coño mientras yo la follo.

Así estuvieron otro buen rato en el que el vigilante chupo las tetas de las dos mujeres, madre e hija se comieron las tetas la una a la otra con devoción y los tres gimieron como animales, los tres se corrieron abundantemente y los tres disfrutaron.Acabaron fundidos en un cálido beso. Una vez que acabaron las mujeres se fueron para casa con los perfumes ya que los habían pagado sobradamente y no volvieron hablar del tema nunca mas