Infidelidades

Había pasado Navidad, el estrés de las compras, la congestión vehicular en Bogotá, la lluvia constante y el estrés del trabajo debían ser reemplazados por una salida donde el clima permitiera colocarme un bikini, meterme en una piscina y tomar algunas cervezas. El problema de trabajar en una aerolínea es que los descuentos que tengo en tiquetes me dejan sujeta a cupo, igual que a mi esposo. Pues bien, todos en Bogotá pensaron lo mismo, lo vuelos estaban muy llenos, no nos fue posible viajar en los primeros vuelos y poco a poco nos íbamos quedando a los de más tarde. Al final solo uno podría viajar sobre las 3 pm y el otro debía esperar si en el de las 7 habría cupo.

Yo tome el vuelo de las 3, pues las reservas de hotel estaban a mi nombre y debía mostrar mi tarjeta de crédito con la que había pagado. Me despedí de mi esposo y abordé. A mi lado se sentó un chico de unos 21 años, quien se había dado cuenta de que había tenido que separarme de mi esposo.

– Hola, como estas? – Lo volteé a mirar sin decir nada. – Disculpa, es que noté que tuviste que despedirte de tu pareja y me preguntaba el porqué, yo tuve que viajar solo, ya que mi madre no alcanzó a llegar al aeropuerto. – Seguí mirándolo sin decir nada mientras me preguntaba que rayos tenía que ver conmigo. – Es que ella no viaja seguido y no sabe que debe hacer para que la pasen al siguiente vuelo, ¿Podría tu esposo ayudarle? Ya que van a tener que hacer el mismo tramite.

T: Ah ok – respondí por fin. Le expliqué lo que debía hacer y antes de despegar el chico trato de darle las indicaciones a su madre, pero mientras le decía a ella noté que no le iba a ser tan fácil. Estábamos próximos a despegar y tendría que apagar el teléfono, así que le di el número de mi esposo para que ella lo llamara después de textearle para que no se le hiciera extraña la llamada.

M: Mucho gusto, Manuel, muchas gracias por tu ayuda – Se presentó y se preparó para el despegue -Tatiana – Le respondí. Pude notar que apretaba sus manos demasiado contra los apoya brazos de su silla. Parecía nervioso y miraba para todos lados cuando había algún ruido del avión.

T: ¿Es la primera vez que viajas en avión?

M: Si, ¿se nota?

T: Solo un poco. No te preocupes, trabajo en esta aerolínea, si algo malo pasa te lo diré – Y traté de calmarle los nervios durante todo el vuelo distrayéndolo mientras conversábamos.

Al llegar, su padre lo esperaba en el aeropuerto, se ofreció a llevarme a mi hotel, lo cual acepté. Al llegar al hotel, lo primero que hice fue ponerme mi bikini, salir a la piscina y comprarme algunos cocteles. Me recosté boca abajo en esas sillas playeras y solté la parte de atrás del bikini para broncearme. Pensé en recibir a mi esposo un poco ebria y poco a poco los cocteles comenzaron a acumularse en mi cabeza. Me levanté y me metí al agua para refrescarme y me iría a la habitación. La música sonaba con un alto volumen, pero no era música bailable, era música bastante sugestiva. Estuve allí unos minutos hasta que..

M: ¿T0atiana? – Voltee a mirar sorprendida de quien podía conocerme – Hola, soy Manuel.

T: Ah hola, ¿que haces acá? – Pregunte un poco desconfiada.

M: Quería agradecerles que ayudaron a mi madre y les traje esto – Sacó de su mochila una botella de whiskey

T: Oye muchas gracias, no era necesario – Miré el reloj y me di cuenta que faltaba poco para el vuelo de mi esposo, así que lo llame. Manuel aún estaba allí cuando escuchó que tampoco en ese vuelo podría viajar y que tendría que esperar al del día siguiente.

M: Oye lamento lo del viaje de tu esposo.

Estuvimos charlando un rato, pues ya que, ya no tenía a que subir a la habitación a arreglarme, para seguir sola prefería estar en la piscina. Además, la música era bastante erótica y estaba buscando con Shazam varias de ellas, yo tengo una playlist de ese tipo de música que reproduzco cuando estoy en plan romántico con mi esposo y estaba ampliando el repertorio. Música tipo “The Thrill is Gone – B.B. King, Tracy Chapman” y “Fall of the House of Death – Marilyn Manson” sumado a los cocteles me había puesto a volar la cabeza y comencé a fijarme de manera diferente en aquel chico, tenía un buen cuerpo, era moreno, cuerpo marcado y cada que salía de la piscina lograba ver sus nalgas cuando su pantaloneta mojada se pegaba a ellas, lo que pronto me hizo pensar en si su verga también se le podría ver. Traté de verla un par de veces, pero no lo lograba, lo que sí estaba consiguiendo era excitarme poco a poco. Cuando me di cuenta, estaba buscando alguna manera para acércame a él y debajo del agua pasar mi mano de manera disimulada para rozarlo, inevitablemente subiría a mi habitación a masturbarme, al menos eso fue lo que tenía en mente.

T: Es hora de irme – di un ultimo sorbo para desocupar mi copa mientras le decía adiós con la mano.

M: Sabes que eres muy bella, ¿No? – Me preguntó y me abrazó por la espalda.

Puso su pene entre mis nalgas, la poca tela me permitió sentirla totalmente, estaba dura y se acomodó fácilmente entre mis cachetes.

T: Gracias – Respondí asustada y traté de retirarme, pues no esperaba que hiciera eso.

M: Deberías invitarme a arriba – Dijo mientras me sostenía con fuerza, evitando que su bulto se separara de mi cola. – Mira lo que lograste.

T: ¿Lo que logré? – Como pude giré para quedar frente a frente y lo miré con cara de desagrado.

M: ¿Qué crees, que con esa forma de provocarme se iba a quedar pequeña? – preguntó asegurándose que yo supiera que se había dado cuenta de todo.

T: Lo siento, mi intención no era….. – traté de disculparme apenadamente pero me cerró la boca con un beso, puso uno de sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó, con lo que nuevamente sentí su verga dura sobre la parte baja de mi vientre.

No pude resistir la escena, no se trataba solo del chico, la excitación que tenía, que no era poca, se había disparado aún más por estar siendo besada en una piscina, con un abrazo alrededor de mi cintura de manera dominante y mientras sonaba de fondo “Cold Pizza – Gregory David”, perdí el control de mi cuerpo y ahora no solo le correspondía el beso, sino que movía mi pelvis al ritmo de esta canción, lo que evidentemente Manuel pudo notar, dejo de aprisionarme para posar su mano en mi cadera, sabía que ya no me iba a escapar.

Sin decir más, lo tomé de la mano y lo saque del agua, como pude tomé las cosas en la otra mano y lo llevé al ascensor, habían 2 niños y su madre allí, lo que hizo que sin hablarnos nos dirigiéramos con Manuel miradas entre sus labios y sus ojos, podía ver en ellos la morbosidad con la que disimuladamente recorría mi cuerpo, iba por mis caderas y de repente se mordía el labio con los colmillos y levantaba su mirada hasta mis ojos, con los que sin preguntarle, sabía que estaba imaginando todo lo que me haría y eso me ponía muy caliente.

Al entrar a la habitación, me puso contra la pared, dejando mi espalda y nalgas (a las que todavía le escurrían algunas gotas de agua), se apoyó sobre mí, haciéndome sentir nuevamente su dura verga entre mis nalgas, sus dos manos pasaron por debajo de mis brazos y me agarro las tetas.

T: Quítate esto – Le pedí mientras mis manos buscaban el cordón que evitaba que le bajara la pantaloneta, hizo caso y la dejo caer hasta el suelo. Luego soltó las tiras de la parte de debajo de mi bikini que se amarran de los costados, lo arrancó e hizo lo mismo con la parte de arriba. Me empiné un poco para que pusiera su pene entre mis piernas y comencé a moverme. No lograba metérmelo, pero su miembro rozaba con mi clítoris, se deslizaba tan suavemente que imagine que estaba empapado en mis fluidos, lo que me encantaba. Tenía una de sus manos en mi cadera y la otra en mis tetas, me besaba la oreja y me mordía el cuello, eso me excitaba demasiado, me sentía como en las novelas de vampiros y en ocasiones deseaba que me enterrará sus colmillos también.

Pasaron unos minutos así, a pesar de que me estaba haciendo sentir delicioso yo quería que me la metiera toda y como él no tomaba la iniciativa (tal vez porque estaba disfrutando como estábamos o porque no se le ocurría), pues lo hice yo, llevé una mano hasta su verga y la acomodé apuntando a la entrada de mi vagina, esperando que de una sola estocada me la clavara, pero él se retiró, me llevó de la mano a la cama.

T: Espera, tengo ganas de algo – Aproveché la pausa – Ok Google, reproduce “You Don’t Love Me – Dawn Penn”- le ordené a mi celular después de encender un parlante BT.

Manuel me acomodó en la cama en 4. Se hizo detrás mío y comenzó a rozarme de nuevo con su pene.

T: O me la metes o te largas – Le rogué prácticamente para que me hiciera suya. Así lo hizo, apunto con su arma a la entrada de mi vagina y con lo húmeda que estaba entró hasta el final. Por fin me sentí llena, comencé a moverme al ritmo de la canción, y él me siguió. Le hacía falta ayuda para iniciar, verme en 4, con su verga dentro mío era la motivación que necesitaba. Comenzó a moverse frenéticamente, bruscamente, sus testículos golpeaban con fuerza contra mi. Puse mi mano hacia adelante para evitar caer sobre la cama. Me agarró de las caderas para aumentar su fuerza de entrada.

T: Ooohh, que rico, eso es lo que quiero, aahhhh, siii. – gemía yo ante el placer que esa joven verga me estaba dando. Me estaba llevando al éxtasis, estaba fascinada, la falta de experiencia la compensaba este chico con energía. Yo apretaba las sábanas, ponía mi frente contra ellas, después de un par de corrientazos la levantaba, lo que Manuel aprovechaba para agarrarme del pelo. Poco a poco llegue a primer orgasmo, esto era el cielo. El chico seguía su frenético movimiento, empezaba a agitar la respiración, lo volteé a mirar y tenía los ojos cerrados, su verga se empezó a hinchar, y cuando sentí esto me detuve, me di la vuelta y me acosté mirando hacia arriba. Le abrí las piernas y le hice con mi dedo índice la señal de que se acercara.

Se acostó sobre mí, me besaba el abdomen y pasaba sus manos por mis piernas. Subió con sus labios a mis tetas y se dedico a lamerme muy bien los pezones. Hacia tiempo para relajarse un poco, ya que estaba por terminar, pero no puedes dejar que se enfríe la situación, pensé yo, así que le tomé una mano y la llevé a mi vagina. El entendió y comenzó a masturbarme con 2 dedos sin dejar de chupar mis tetas, cuando los tuvo bastante mojados los metió, mientras tanto yo le pasaba mi mano por su pene, suavemente, sin la intención de hacerlo eyacular, me gusta sentir un buen pedazo de carne en mi mano. Me comenzó a llevar nuevamente hacia el orgasmo, los corrientazos que hacían estremecer mi cuerpo se volvían más seguidos, por lo que le pedí que me la metiera de nuevo.

Nuevamente hizo caso, se ubicó entre mis piernas, la cama era muy baja como para que él lo hiciera de pie, así que se acostó sobre mí, una de sus manos me tomaba de una de mis tetas, con la otra se apoyaba en la cama, así que nuevamente lleve mi mano a su verga y la puse en la mi entrada. Me la clavo de un solo empujón y se dejó caer sobre mí, cerré mis ojos y me dedique a disfrutar, recuerdo muy bien que en ese preciso momento sonaba “What Love You Can – Kingdom Come” por lo que sumado al típico misionero en el que estábamos fue un momento muy muy sensual. Mis sentidos estaban suprasensibles, escuchaba todo, sentía todo, cada centímetro de ese pene lo disfrutaba en su camino hasta el fin y de regreso, el aire de cada respiro que salía de su boca rozaba mis orejas, sentía entre mis manos como sus nalgas se apretaban y endurecían cada vez que me entraba su verga.

T: Si te detienes te mato – se me ocurrió decirle al oído mientras mi orgasmo comenzaba a desarrollarse. Movía mis caderas cada vez más rápido, hasta que llegó el momento, inicio ese corrientazo del orgasmo, dejé de escuchar y de sentir cualquier cosa que no fuera esa sensación, Manuel no se detenía, había entendido con el movimiento de mi pelvis que me tenía a punto. No paraba tampoco la sensación aquella, se intensificaba cada vez más, ooooohhh por Dios, que rico, aaahhh, creo que le solté las nalgas y me aferre a las sabanas de nuevo, como si me fuera a caer, siguió el orgasmo, hace mucho no sentía un orgasmo tan largo e intenso como aquel, puse mis manos en la espalda de aquel chico, y mis dientes en uno de sus bíceps le marque la espalda y su brazo en la intensidad del orgasmo que estaba teniendo. Cuando acabó aquella sensación y comencé a relajarme fue el turno de Manuel, quien comenzó a venirse. Sentí que su esperma inundaba mi interior mientras me apretaba fuertemente una de las tetas, su otra mano estaba entre mi pelo y mordía mi cuello.

Al finalizar, solo se dejo caer rendido sobre mí, puso su cara sobre mi pecho y su respiración agitada recorrían mis pezones. Duramos algunos minutos totalmente inmóviles, sentí como su verga comenzaba a perder tamaño aún dentro de mí, como su semen dejaba su textura espesa y salía de mi hasta caer en la cama. Se escuchaba “Tennessee Whiskey – Chris Stapleton” en el fondo de la habitación.

Nos levantamos, me vestí y le pedí que se fuera.

M: Ya que tu esposo no llega esta noche, yo te haré divertida la noche – Me dijo suponiendo que tenía algún tipo de derecho. Solo le abrí la puerta y esperé que saliera.

Tomé un baño mientras sonreía recordando como tenía que guiarlo. Revise mi celular y tenía algunas llamadas perdidas de mi esposo y una nota de voz que decía que finalmente si había podido viajar. Para el momento en que lo leí su vuelo estaría por mitad de camino, así que tuve tiempo de organizar todo, maquillarme y arreglarme con ropa interior de encaje que tenía lista solo para él, al final, había recibido una dosis de energía que usaría con alguien que sabe coger muy bien.

Más de dos años y medio de relación pasan factura. Nos conocimos como se conocen ahora la mayoría, por una app. Todo fue genial, no fue el primero, pero ahora sé que fue mi gran amor.

Con 24 años en ese momento yo vivía con mis padres. Él con 29 ya tenía su propio piso. Por lo que enseguida comencé a pasar allí la mayoría de los días y a los pocos meses ya vivíamos juntos.

Todo era perfecto. Una relación idílica. Roberto era un hombre increíble. Terminé mis estudios y comencé a trabajar. En la cama… bueno era genial. Creo que fue lo que me hizo enamorarme de esa manera. Había encontrado a un hombre que no sólo era buen amante, también era morboso y sin miedo a probar cosas. Era la primera vez que hablaba con alguien de sexo como quien habla del tiempo. Algo impensable comparado con las anteriores relaciones.

Pero la monotonía, la casa, los trabajos… poco a poco la llama se fue apagando. Yo tengo claro que fue él. Pero seguro que su versión es distinta, da igual… el caso es que la cosa fue en picado.

Y pasó lo que pasa cuando te descuidan. Alguien llegó, un viejo amigo. Ese con quien no has tenido nada, pero sabes que siempre ha querido. Ese que se interesa por ti, te pregunta, está ahí… y eso pasó. Cuando Robert no estaba, estuvo él. Las conversaciones por WhatsApp pasaron a llamadas después de enfadarme con mi novio. Llegó el primer café, la segunda cerveza y el primer polvo.

Solo fueron dos o tres veces, quizás un par más. Yo tenía claro que no sentía nada por ese amigo, pero me sentía muy sola y él me comprendía. Roberto parecía que le daba igual que yo saliese “con mis amigas”. Lo que conseguía que yo fuese más enfadada a mi cita y acabase desquitando mis frustraciones con otro.

Pero, aunque parecía que no se daría cuenta nunca, si lo hizo. En medio de una discusión me dijo que lo sabía. Que ya no podía más y que quería dejarlo. La pelea se caldeo más y acabamos echándonos en cara todo lo posible. Hasta que le mandé a la mierda, recogí mis cosas y me fui de su casa.

Volver a casa de los padres después de una ruptura tiene sus ventajas. Pero subir la autoestima no es una de ellas. Al principio, cargada de odio y decepción fue casi más fácil. Pero el enfado fue bajando y comencé a echarle de menos. Le había bloqueado de todos los medios posibles y él a mí. Me vino bien durante los dos primeros meses para no caer en la tentación. Pero si había algo que era superior a mí, era callarme las cosas. Y tenía mucho que decirle.

Tiré de nostalgia y le escribí una carta. Le dije de todo. Le expliqué porque tenía la culpa de que lo hubiéramos dejado. Pero no hubo respuesta.

Aguanté dos meses más, pero la duda de no saber si había recibido mi carta se hizo una bola cada vez más grande en mi cabeza. Envié otra, está vez solo quería hablar y dar por cerrada la relación, lo necesitaba para seguir con mi vida. Pero le dio igual. Pasó de mí y de mi bienestar, dejándome sin respuesta.

Para entonces yo ya había conseguido seguirle en RRSS con perfiles falsos. Aunque él nunca publicaba nada, veía sus nuevos contactos, mujeres… lo que no me vino muy bien para controlar mi ansiedad.

Entonces llegó el día. Una tal Nadia le etiquetó en una foto. Reconocí el restaurante en cuanto lo vi. Allí habíamos estado nosotros celebrando nuestro segundo aniversario. La sangre me ardió. La foto era reciente, solo había dos copas de vino, acababan de sentarse a cenar. Un impulso me hizo pedir un taxi, tenía que verlo con mis propios ojos.

Me deshice del pijama y me vestí corriendo mientras llegaba el taxi. Increíblemente tuve tiempo de maquillarme y ponerme el pantalón que mejor culo me hacía y un buen escote. No iba a dejar que mi ex me viese hecha unos zorros. Me despedí de mis padres diciendo que había quedado con una amiga y bajé a esperar el taxi.

Mis nervios eran como un timbal resonando en mi pecho. No por no saber que decir a mi ex. Aún no había pensado esa parte. Mi corazón salía por la boca pensando en llegar antes de que acabasen la cena, no quería perder esta oportunidad. Era la noche, no sabía de qué, pero esa era la noche.

Apretando un acelerador imaginario llegamos al restaurante. Cuando vi su coche aparcado en la puerta los nervios cambiaron de razón. ¿Qué iba a hacer? No tenía ni idea. Pero por suerte ellos salieron en ese momento del restaurante, bien acaramelados cogidos de la mano. Vi como le abría la puerta a esa niñata esmirriada y como arrancaba el coche. Tenía más tiempo para pensar que hacer mientras los seguíamos.

Me costó un poco convencer al taxista, por lo visto no es tan fácil como en las películas que persiga un coche. Le dije que era mi pareja y que estaba embarazada de él. Que necesitaba saber si me era infiel. Parece que se apiadó de mí y le seguimos… hasta su casa…

Vi como entraban tan juntitos, tan … empalagosos. ¡La había llevado a mi casa! ¡La que había sido mi casa durante más de dos años! ¡A esa cualquiera! ¿Qué coño había visto en esa morena? Esa niñata que iba de diva con ese vestido ajustado. ¿Qué pasa que no tiene frío? La muy zorra le daba igual cogerse una pulmonía con tal de lucir escote. ¿Por esa putilla me había cambiado?

– Señorita, yo no tengo problema de seguir esperando, pero el taxímetro sigue corriendo…

Era cierto, la factura ya era más que importante y los números no dejaban de subir rápidamente aún estando parados. No me quedó otra que pagar y bajarme.

¿Qué coño estaba haciendo? Allí, sola en mitad de la fría noche, frente la casa de mi ex. Estaba claro que él ahora se estaría follando a aquella tetona asquerosa. Seguro que eran de mentira. Era muy delgada para tener esas tetas naturales. ¡Con ese maquillaje de putón! Y yo allí, muerta de frío. ¿Llamaba a la puerta? Cómo iba a hacer eso… con ella allí… ¿Y si se quedaba a dormir con él? Era un miércoles, mañana se trabaja… ¿No tiene casa esa zorra?

Al menos pasaron dos horas, helada de frío sentada en un banco mirando la puerta. Todo ese tiempo podría haberlo usado para decidir que hacer. Pero mi mente solo era capaz de pensar en mí ex follando con esa morena de piernas largas. Lo que le estaría haciendo, todo lo que me hacía a mí… Haciéndola gritar de placer, dejándola con las piernas temblando…

La puerta se abrió por decimosegunda vez. Esta vez no era un vecino, era ella. Vi como caminaba hasta un coche aparcado. ¿Andaba raro? Seguro que el cabrón de Roberto la había dejado reventada… Arrancó el coche y se fue.

Era ahora o nunca. Había pasado la noche fuera de casa, muerta de frío. Y no iba a ser solo para esperar a que mi ex echase un polvo. Fui hasta la puerta y llamé. No sabía que decir, por suerte, no hizo falta. El confiado de mi ex abrió sin preguntar.

Subí hasta nuestra casa, bueno ahora la suya, donde se follaba a cualquier guarra. La puerta estaba abierta. Seguro que pensó que era la tal Nadia que se había dejado algo. Entré y le vi de espaldas. Solo llevaba el pantalón, su espalda lucia desnuda mientras servía una copa de vino de una botella a medias.

– ¿Qué te has olvidado, preciosa? ¿O es que ya me echas de menos? – dijo sin girarse.

– Tenemos que hablar. – fue lo único que se me ocurrió contestar.

– ¿Isa? ¿Qué coño haces aquí? No tengo nada que hablar contigo. Vete por favor.

Tardé mucho, muchísimo en convencerle para que me escuchase. Casi mejor, pues no tenía ni idea que iba a decirle. No sabía ni la razón que tenía para estar allí. ¿Quería volver con él? No… quería cerrar esa etapa de mi vida y necesitaba hablarlo con él. Me lo debía, por todo el daño que me había hecho.

Con más mano izquierda que nunca le convencí a hablar 10 minutos conmigo. Me senté en el sofá, mientras él se ponía la camisa, pero la dejaba abierta. ¿Intentaba seducirme?

– 10 minutos, Isa. Deja de mirarme y empieza.

¿Qué coño se creía? ¿Tan bueno se piensa que está? Sí… tenía un aire sensual con el pecho al descubierto y la copa de vino en la mano. ¡Vino! Una copa me vendría bien.

– ¿Te importa si me tomo una copa?

Él se limitó a levantar los hombros y se sentó en el sillón que estaba frente a mí. Rellené la copa que estaba vacía sobre la mesa y la bebí de un trago. Entonces caí en la cuenta que estaba bebiendo de la copa de esa mujer. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Nunca había tolerado muy bien el vino, debía ser eso.

Comencé a hablar. La conversación fue casi un monólogo. No estaba acostumbrada a eso. Él siempre me rebatía, pero me estaba dejando hablar a mí sola. Fui pasando de un tema a otro. Le dije todo lo malo que había hecho. Que era su culpa que yo hubiera caído en brazos de otro hombre. Lo mal que lo había pasado. Él no hablaba, solo me miraba mientras lo hacía yo y volvía a rellenar mi copa, la de esa morena, Nadia…

Su falta de confrontación y el alcohol me hizo rebajar mi enfado. Comencé a hablarle con más autocontrol, o menos … le dije lo que le echaba de menos. Qué sabía que había otra mujer. Que no le había olvidado…

– … yo no he estado con nadie desde que lo dejamos. Porque aún te quiero.

Al escuchar mi voz diciendo eso algo se rompió en mí. Su maldita cara de chulo se elevó al cubo. Esa chulería que tanto me fastidiaba cuando discutíamos y tanto me ponía cuando jugábamos…

– Bueno, ya lo tuviste antes de dejarlo. Ya no somos pareja. Puedo estar con quién quiera.

– Sí, sí, lo sé. Y yo también. Puedo follarme a quien quiera. Ahora mismo podría estar follando, pero no quiero. – le dije, tratando de igualar su chulería.

– Pero estás aquí… – contestó mirándome como él sabía.

– Sí. Porque necesitaba hablar contigo.

– Pues ya has hablado. ¿Por qué sigues aquí?

Sus ojos amenazaban con desnudarme. ¿O era cosa mía? El sexo siempre había sido nuestro vértice en la relación. Le había atacado, había apelado a sus sentimientos por mí, le había dicho que le quería… ¿y si probaba otra estrategia?

– Me han dicho que hay rupturas que necesitan despedirse más… íntimamente… para poder cerrar heridas y seguir adelante. – le solté, con mi mirada de femme fatal.

– ¿Estás diciendo que quieres follar conmigo?

– Bueno… dices que se acabó. Si no sientes nada por mí, no veo ninguna razón para no echar un polvo y así poder cerrar este capítulo de nuestra vida.

– ¡Jajajaja! Isa… estás muy mal. No voy a follar contigo. Ni siquiera debería haber dejado que entres en mi casa. No confío en ti.

– ¿Cómo que no confías en mí? ¡Hemos sido novios tres años!

– Estas mal, Isabel. Mal de la cabeza. Necesitas ayuda. Y no, no me fío. Me has escrito diciéndome de todo. De hecho, has empezado tu discurso culpándome de ser prácticamente el diablo. ¿Y ahora quieres que te folle? ¿Para qué? ¿Para luego decir que te he violado?

– ¿De verdad crees que yo haría eso?

– Sí. Después de todo lo que he vivido contigo, lo creo. Y tal como están las cosas, ahora hace falta un contrato para echar un polvo. No quiero problemas en mi vida.

No me podía creer lo que me estaba diciendo. Era una tontería. No quería por la zorra esa. Por la tal Nadia. Entonces lo tuve claro. Si conseguía que follase conmigo habría roto la magia con esa mujer. Dejaría de verla de la misma manera, le entrarían dudas. Yo era mejor que ella en la cama. Más caliente, más pasional, más guarra. ¡Tenía que hacerlo!

– Lo firmo.

– ¿Qué dices?

– Que lo firmo. Si te quedas más tranquilo, escribimos un papel donde doy mi consentimiento. Me parece una gilipollez, pero si así consigo que confíes en mí.

– Que no, que pasó. Luego dices que lo has firmado bajo coacción o yo que sé. Que no. Vete. Por favor, vete.

– Hago una declaración en un vídeo. Así se ve claramente que no hay coacción ni leches. No te preocupes que dejaré bien clarito las ganas que tengo de follar contigo. – le dije con voz sensual.

Vi en su rostro como sopesaba la idea. Dentro de nuestras muchas fantasías, grabarme y hacerme fotos le encantaba. Aún debía tener una buena colección porno mía. ¿Se masturbará viendo mis fotos?

– ¿Y cómo vas a hacer para que no quede ninguna duda? – me dijo, notando en su cambio de actitud que entraba en el juego.

– Sabes que soy muy convincente. Y si no te parece suficiente, siempre puedes ordenarme añadir lo que quieras al vídeo. – le dije, mordiéndome el labio al terminar.

Lo pensó por unos segundos y fue a por su móvil. Vi como contestaba unos mensajes antes de volver a sentarse en su sillón. Mi corazón latía a mil. Estaba a punto de grabarme reconociendo que deseaba follar con mi ex. Y él contestando a alguna zorra. A la tal Nadia seguro….

– Bien. Vamos a intentarlo. Pero si veo que el vídeo no me convence, te vas y no vuelves a molestarme.

– No te preocupes, se lo que te gusta.

Apuntó con su móvil hacia a mí y terminé mi copa antes de empezar a hablar.

– Me llamo Isabel González López y he venido a casa de mi ex, Roberto García Estévez, porque quiero follar con él. Con este video quiero dejar constancia e intentar convencer a mi ex para que me folle como solo él sabe.

En sus ojos vi lujuria. Lo tenía hecho. Sabía lo que le ponía tenerme así de desesperada. Que reconociera que le deseaba. Pero en cambio, no dejó de apuntarme con el móvil, seguía grabando.

– ¿Estás diciendo que quieres que tu ex te folle?

– Sí. – contesté mirando a cámara y pasando mi lengua por los labios.

– ¿Sabes que acabo de follar con otra hace menos de media hora y quieres que te folle?

Un odio visceral recorrió mi cuerpo. Y no sé porqué razón se fue a quedar justo en mi sexo. Sentía un calor en aquella zona. Los celos me mataban, pero estaba cachonda.

– Sí. Sé que acabas de follarte a otra. Y eso me pone aún más cachonda. – le dije, mirándole a sus ojos tras el móvil.

– A otra no. Tú eres la otra. La que ha venido aquí a bajarse los pantalones ante su ex suplicando un polvo. ¿O no es así? – me dijo, aún apuntándome con el objetivo de su móvil.

– Sí. Así es. Soy la otra. Quién se tiene que bajar los pantalones y suplicar por un buen polvo de su exnovio.

– Pues venga, bájatelos.

Lo había conseguido. Estaba cachondo. Ya era mío. Me puse en pie y me bajé los ajustados pantalones mientras él no dejaba de grabarme.

– Que te bajes los pantalones no es suficiente. Bájate también las bragas. Quiero que quede grabado como mi ex se baja las bragas para conseguir un polvo conmigo.

Y así lo hice. Para ese momento no solo él estaba excitado. El vino y volver a sentir ese hormigueo entre las piernas al ver su lado dominante… Ese que tantas veces había conseguido que hiciera lo que él quería. Con mis pantalones en los tobillos, bajé mis braguitas blancas de lunares. No había tenido tiempo ni para pensar en ponerme algo sexy. Al llegar con ellas a las rodillas me detuvo. Me quería así, con las bragas en las rodillas suplicándole porque me folle.

– A juzgar por ese matorral, es cierto que llevas mucho sin follar.

Miré hacia abajo y casi me muero de vergüenza. No había caído en la cuenta. Llevaba sin depilarme desde que lo dejamos. No había estado con ningún hombre en 6 meses y tampoco tenía ánimo para cuidar esa zona. Cómo pude tape con mis manos mi frondoso y rubio sexo, sintiendo como mi cara se ponía roja de la vergüenza.

– Lo siento, no tuve tiempo. Vi la foto de tu chica en Facebook y salí corriendo al restaurante. – le dije, sin pensar lo que estaba reconociendo.

– Así que me espías por Facebook. Y no puedes aguantar verme con mi chica, que me persigues por toda la ciudad, con tu coño peludo.

Ya no era ese juego de calentamiento donde me humillaba para conseguir un polvo. Ahora era mucho más real si cabe. Le había reconocido que le espiaba, que le perseguía. Y lo peor de todo, me había referido a ella como su chica. Pero ya no había vuelta atrás. Seguía grabando. Seguía interesado en follarme. Y si me iba sin hacerlo, tendría un vídeo mío humillándome para nada.

– Sí. Te sigo en redes sociales con un perfil falso. Te he seguido del restaurante hasta tu casa. Y he esperado más de dos horas en la calle, muerta de frío, a que te follases a tu chica. Porque necesito tu polla. Necesito que revientes este coño peludo. – le dije, descubriendo mi sexo ante la cámara.

– Pues ponte de rodillas y suplica a tu ex que te folle.

Él sabía lo que me excitaba arrodillarme frente a él. Y yo sabía lo que le gustaba verme así de sumisa. Lo tenía. Era mío. Me había costado mucha humillación, pero le tenía donde quería. Me arrodillé, con mis pantalones en los tobillos y las bragas en las rodillas y le supliqué a mi ex.

– Roberto, por favor. Te lo suplico. ¡Fóllame! Fóllame como tú sabes. Lléname entera.

Mirándome uso su mano libre para liberar el botón de su pantalón. Lo abrió y dejó a la vista su bóxer azul claro con un bulto bien marcado. Se acercó a mí y mi boca se hizo agua. Sabía lo que quería. Una buena mamada de su ex. Estaba muy cachonda y él sabía que la chupaba muy bien cuando estaba así. Mis manos se fueron a su paquete, pero me detuvo.

– ¿Quieres chuparme la polla?

– Sí. – le dije relamiéndome con lujuria.

– ¿Quieres chupar la polla que se acaba de follar a otra?

Esa sensación ácida de celos volvió a mí. Pero sin entender la razón, me calenté más.

– Sí. Quiero chuparte la polla que acaba de follarse a tu novia.

– ¿Quieres probar a qué sabe el chochito de mi novia?

– Sí… mucho. Quiero probar el sabor de su coño. Limpiarte la polla de sus jugos. Déjame por favor que saboreé a tu novia de tu polla.

Estaba fuera de mí. No entendía cómo podía estar diciendo todo esto. Y siendo grabada. Mañana me arrepentiría lo más grande. Pero ahora solo pensaba en su rabo. En su rabo y en el coñito de ella.

– Abre la boca, pero no chupes. Primero te dejare olerla.

Abrí la boca y saqué la lengua. Él sacó su herramienta medio erecta y la puso sobre mi cara. Sin lugar a pensarlo, inspiré fuerte. Quería descubrir su olor. El olor al chocho de la novia de mi ex.

– Olfatea como la perra que eres. Imagina el coñito de mi novia. Un chochito precioso, cerradito, depilado, muy mojado.

Tener su polla en mi cara había conseguido que mi excitación me hiciera olvidar todo lo demás. Para estas alturas mi lado sumiso había tomado el control y solo podía obedecer. Por lo que, con mi boca abierta, sintiendo el calor de su miembro, pero sin poder hacer lo que más deseaba, olí su rabo buscando el aroma a mujer en él. Y sí, olía a sexo. Estaba claro que mi ex acababa de follar.

– ¿Te gusta como huele? Seguro que estas deseando probarlo. ¿Quieres saborear el coñito de mi novia?

Escuchar como llamaba “su novia” a esa zorra asquerosa se clavaba en lo más profundo de mi alma. Pero estaba muy cachonda. Había conseguido sacar su lado más morboso, ese que tanto me ponía.

– Sí… Déjame saborear a tu novia chupándote la polla… por favor… – le dije, mirando a cámara.

Saber que me estaba grabando en una escena tan humillante me excitaba más todavía. Tenía claro que mi orgullo estaba como mis bragas, en el suelo con mis rodillas. No quería pensar en que podía pasar con ese video. En si alguien se enteraba de que estaba suplicando de rodillas a mi ex para chuparle la polla con sabor a chocho. Solo quería disfrutar del momento. De ese sexo salvaje que solo él sabía darme.

– Abre bien la boca. Te la voy a meter, pero no quiero que chupes. Quiero que mantengas la boca bien abierta con mi polla dentro.

Abrí todo lo que podía la boca con mi lengua fuera. Me sentía patética, como una perrita a los pies de su dueño. Y me encantaba esa sensación. Su miembro entró en mi boca, no entero, poco más de la punta. Su polla descansaba sobre mi lengua mientras yo sentía como crecía con mi calor y mi humedad. Mantuve mis labios bien separados por mucho que desease besar y saborear esa barra de carne. Notaba como mi saliva comenzaba a escurrirse por las comisuras de mi boca. ¿Por qué me ponía tanto que me tratase así? Le mire suplicante sin poder hablar. Necesitaba que me diese permiso. Haría lo que fuera ahora mismo por probarla. Por saber si solo sabía a él, o también a esa morena de piernas perfectas.

– No tengo claro que quieras chuparme la polla. Mejor lo dejamos, te subes las bragas y te vas a casa.

Mis ojos expresaron sin lugar a dudas mi desesperación. Traté de mover la cabeza negando, pero no quería desobedecer. Algo me pedía ser obediente sin fallar en nada. Siempre había sido sumisa con él, pero ahora era distinto. Ahora necesitaba serlo.

– ¿No? Bueno hacemos una cosa. Para que quede claro que quieres, vamos a ir a la cama. Te dejaré chupar de camino mientras te grabo. Si sueltas mi polla, entenderé que no tienes muchas ganas y lo dejamos aquí.

En cuanto dijo eso cerré lo poco que faltaba mis labios y comencé a chupar. No pensaba soltar mi comida por nada del mundo. Él empezó a andar de espaldas y yo apreté fuerte los labios mientras le seguía de rodillas por la que antes era mi casa. No fue a un paso lento, por lo que tuve que esforzarme al máximo andando sobre mis rodillas para no dejar de mamar. Las piernas empezaron a dolerme, pero no podía fallar. Me agarré a su culo y pegué bien mi cara contra su pubis. Su pene me ahogaba, pero no iba a soltarlo. Entre sonidos guturales y un patético caminar llegamos a nuestra habitación. Lo supe cuando se detuvo para después sentarse sobre la cama. Continué con mi mamada, esta vez disfrutando al máximo al no tener que pasear por toda la casa.

– Tengo que reconocer que lo haces muy bien. Se nota cuando le pones ganas. Si lo hubieras hecho así siempre…

– Soy la que mejor te la ha chupado ¿verdad? Reconócelo. – le dije entre lamidas.

– Siempre se te dio bien. Pero ahora lo haces con más ganas. ¿Es porque sabe a otra?

Era cierto, con el miedo a perderlo no me había acordado de ese detalle. ¿Sabia a coño? No lo sé… si tenía un sabor diferente, a sexo. Como cuando se la chupaba después de haber follado. Sin darme cuenta comencé a absorber con más ganas, tratando de diferenciar el sabor propio de su hombría y reconocer el de una mujer, que no era yo. ¿Qué me estaba pasando?

– Ya veo que tengo razón. Bueno no te preocupes, si tanto te gusta, te dejaré que me limpies la polla después de follar con mi chica más veces.

Esa frase era para que mordiese lo que tenía en la boca. Pero lejos de tomármelo como la humillación que era, para mí fue una invitación a volver a repetir con él.

– ¿Lo prometes?

– ¡Jajajaja! ¿Tanto te gusta mi polla que quieres venir a limpiarla después de cada polvo con mi novia? ¿O es su coñito lo que te gusta?

– ¿Quieres que lo haga? ¿Quieres que vuelva otro día a chupártela?

– ¡Claro! Es muy divertido ver a tu ex tan desesperada por polla que no le importe que acabe de follar con otra.

¡Joder! Me estaba poniendo a mil. Esa fantasía de ser una cornuda limpia pollas me estaba volviendo loca. ¿Fantasía? Era realidad. Su polla sabía a sexo. A coño. No llegaba a diferenciar claramente los sabores, pero estaba claro, había estado dentro de una mujer. ¡Y me ponía muy cerda!

– ¡Fóllame a mí! ¡Por favor! No puedo más. Necesito que me revientes con este pollón. Igual que a ella. Fóllame como a Nadia… por favor…

– ¡Jajajaja! ¡Que patética eres, Isa! Y lo peor de todo es que ya deberías saber que no pienso follarte.

Me quedé de piedra con su pene en mi boca. ¿Qué había dicho? ¿Qué no? No podía ser. Después de todo. De haberme grabado de la manera más humillante. De haberme vuelto loca con esa mamada. No podía dejarme sin follar…

– ¿Cómo que no? He hecho todo lo que has querido. Me has grabado. Te la estoy chupando como nadie te la ha chupado en tu vida. Y deseo que me folles y me hagas todo lo que quieras. ¡Fóllame! Hazme tuya.

– Isa, Isa, Isa… Tengo que reconocer que me has vuelto a animar. Y eso que me había quedado muy relajado después del polvazo con ella. Pero lo siento… Sabes muy bien que no me pone nada los coños peludos. Y el tuyo… eso es un puto felpudo amarillo. ¡Joder, da mucho asco!

Me sentí hundida. Mucho más humillada que por ser una cornuda consentida. Era cierto… llevaba seis meses sin depilarme y no era lo más erótico del mundo. Pero tanto como asco… solo era pelo… no podía quedarme así. Comencé a lamerle suavemente las pelotas mientras mi mano le pajeaba. Intentaba convencerle, llevarle al punto de desear correrse y que todo le diera igual. Que solo quisiera hacerme el mayor número de perversiones. Lo que no me di cuenta es que también estaba llegando yo a ese punto. Me sorprendí a mi misma usando mi otra mano entre mis piernas. Apartando con mis dedos mi vello púbico y buscando mi botoncito. Estaba empapada. Mi felpudo amarillo estaba pringado de mis flujos. ¿Cómo podía ponerme tanto ser humillada por mi ex?

– Por favor… haré lo que quieras… Lo necesito… Te necesito… Necesito tu polla dentro de mí…

– ¡Qué no, Isa! No insistas. La próxima vez ven bien depiladita y ya veremos. Pero yo no la meto en ese matorral. – me contestó entre risas.

– Fóllame el culo.

Ni siquiera lo pensé, solo lo dije. Estaba tan desesperada que no podía concebir la idea de no ser follada por mi ex. Sabía que el sexo anal era algo que le encantaba. Solo lo hicimos un par de veces. No puedo decir que no me gustase, pero la mayoría de las veces que lo intentamos me sentí muy incómoda. Me dolía… y esa sensación extraña… La mayoría de las veces solo le dejaba meterme un dedo mientras lo hacíamos, pero su polla, esa polla… Y ahora le estaba pidiendo a mi ex que me sodomizase por no querer follarme mi coño peludo.

– Puf… no sé… Ahora lo dices porque estás desesperada. Pero luego empezaras con las quejas, que te duele… Es tarde y no tengo ganas de andar con tonterías. Solo quiero correrme y dormir.

– No me quejaré. Nada. Fóllame como quieras. Todo lo fuerte y rápido que quieras. Lo aguantaré. ¿No me digas que no quieres romperle el culo a tu ex? Puedes reventarme y correrte dentro de mí. Eso te gusta… lo sé. Sodomizar a tu ex hasta llenarle el culo de leche.

– Ummm… no es mal plan, la verdad. Esta bien. Pero no quiero ni una queja. Si me haces parar, te vistes y te vas.

– No habrá ninguna queja. Morderé la almohada si hace falta. Fóllame. Reviéntame el culo con tu polla.

– Bueno… Primero quiero ver tu ojete. Si tienes el coño así de peludo… Como esté igual me corro en tu boca y adiós.

No había caído en ese detalle. No es que fuese una zona donde yo tuviera mucho vello. Pero si es cierto que con él lo retocaba de vez en cuando para estar perfecta. ¿Cómo tendría el culo? Se apartó y me hizo subir a la cama. Estaba completamente desecha. Lógico después de una sesión de sexo con aquella zorra morena. Me hizo ponerme a cuatro patas sobre la cama y dejar mi culo expuesto hacia él.

– Ábrete el culo. ¡Inspección anal!

Muerta de vergüenza lo hice, sin saber que se iba a encontrar. Mi ex estaba examinando mi ano para ver si era adecuado para ser follado. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Dónde estaba mi orgullo de mujer?

– Bueno… las vistas de ese chocho peludo no son muy agradables, pero al menos tienes el culo sin pelos. ¿Preparada?

– ¡Sí! ¡Métemela! – le contesté eufórica de saber que había pasado la prueba.

Comenzó a jugar con su dedo en mi entrada. Por lo menos se tomaba el reparo de dilatarme. Sentí algo húmedo caer y resbalar entre mis nalgas. Había escupido para lubricarme. Su dedo fue entrando en mí. Me encantaba. Por fin sentía como me tocaba. No se había molestado hasta el momento en hacerlo. Ni siquiera me había desnudado, aún mantenía mis tetas tapadas por la camiseta. Pero su dedo estaba dentro de mi culo. Comenzó a moverlo y entonces escuché su móvil. Había recibido un mensaje. ¿Sería ella? ¿Quién podía ser a estas horas? Otro mensaje. ¡Jódete zorra! Tú novio me está metiendo un dedo en el culo, por eso no te contesta. Comenzó a coger ritmo, me estaba follando con su dedo. Escuche el sonido digital de un teclado. No podía ser… miré y allí estaba, con un dedo dentro de mi culo y con la otra mano contestando el mensaje.

– Puf, así es imposible. Vamos al tema y terminemos pronto.

Sacó su dedo y sentí como apuntaba con su pene a mi pequeño agujerito. Necesitaba más dilatación. Más lubricante. Era demasiado gorda… me iba a romper.

– Échame lubricante, por favor.

– ¿No decías que sin quejas?

– No me quejo… pero me vas a romper… un poco solo…

– No. Las ex no tienen derecho a lubricante, eso es para mi novia. Tú a pelo.

Fue decir eso y comenzó a empujar. Lo hizo lentamente, pero sin detenerse. Mucho más rápido que las otras veces que lo habíamos intentado, la mayoría sin éxito. Comenzó a dolerme mucho. Pero no me iba a quejar. No le detendría. Aguantaría como fuese. Me tenía que follar. Tenía que ser infiel conmigo. Romper su relación. Aunque él me rompiese el culo para ello.

Su polla fue entrando sin descanso y yo hice lo que le había dicho. Busqué una almohada y hundí mi cara en ella. Pensé que me iba a partir en dos y entonces se detuvo. La tenía toda dentro de mí. No podía moverme del dolor. Pero él sí. Comenzó a bombear a mi espalda, a follarme el culo. Su ritmo comenzó lento, pero subió rápidamente. Me estaba follando a su antojo, para su placer. Como un trozo de carne, sin importarle si me dolía o me gustaba.

Yo ya mordía la almohada para no gritar. Pero empezaba a gustarme. Sentirme un objeto sexual me excitaba. Ser usada para su disfrute. No entendía nada, pero era eso. Esa sensación de inferioridad, de ser solo un medio para su placer. Ser la otra, la amante, la cornuda.

Sin llegar a desaparecer el dolor, dejé de pensar en él. Comencé a gemir de placer sintiendo como mi recto sufría las embestidas de mi exnovio. Me gustaba, me dolía, pero me encantaba. Levanté la cabeza y arqueé la espalda. Quería disfrutarlo al máximo. Entonces lo vi. Entre los cojines y las sábanas revueltas. Un tanga negro. Esa zorra se había ido con el coño al aire, con aquel vestido tan corto. Maldita guarra. La odiaba a muerte. Y mientras su novio me reventaba con una rabia descontrolada, tiré el tanga al suelo. Roberto era mío. Era a mi a quien estaba follando ahora, puta tetona roba novios.

Era un polvo salvaje. Sentía como me abría cada vez más. Como llegaba más adentro en cada envestida. Y me encantaba. Mañana no podría andar, pero me encantaba. Si ella había salido escocida de aquí, yo saldría con el culo roto. Pero necesitaba más. Estaba muy cerca, pero necesitaba un poco de estimulación en mi coño. Ese coño peludo que tanto asco le daba a mi ex.

Se iba a correr. Su forma de follarme lo anunciaba a base de golpes de sus huevos en mi coñito. Yo también quería. Quería correrme a la vez que él. Cuando me llenase el culo de su leche. Llevé mi mano derecha a mi entre pierna. Buf… Era increíble. Me frotaba como una perra salida mientras el me taladraba sin piedad. Me iba a correr. Tiré la almohada al suelo junto al tanga. Quería que los vecinos me oyeran gritar. Que supieran que me estaban partiendo el culo y me encantaba. Entonces lo vi. Una mancha en las sábanas. Una mancha enorme. Como un charco justo debajo de mi cara. Esa zorra se había corrido hasta mearse encima. Había manchado mis sábanas, donde tantas veces yo había dormido. Donde ahora su novio me estaba reventando el culo. Y yo iba a correrme junto a él. No sé porque lo hice. Supongo que estaba ebria de lujuria. Como drogada de excitación. No hay otra razón que justifique que llevase mis labios a ese charco y sacase la lengua. Me iba a correr lamiendo su corrida.

– ¿Qué haces? – me dijo de repente, sin dejar de taladrarme.

– Nada de tocarse. Ahora disfruto yo solo. Tú sufre. – me dijo apartando la mano que me masturbaba.

Aliviada porque no se hubiera dado cuenta de que estaba lamiendo la mancha de su novia, no me quejé. Dejé que llevase mis brazos a mi espalda y me sometiera en una postura muy incómoda. Sujetó mis muñecas con una mano, dejando mis brazos retorcidos. Por lo que mi cara quedó aplastada contra el colchón, justo en ese charco que yo había estado lamiendo. No quedaba otra. Continue lamiendo mientras mi ex me follaba con una furia salvaje hasta que se corrió dentro de mi culo. Yo grité lo más fuerte que había gritado nunca con la ultima embestida. Cuando sentí como me partía en dos, clavándome hasta el fondo su espada. Pero también disfruté cuando sentí esos disparos directos a mi intestino. Me sentí una zorra. Una guarra usada para su disfruté. Y estaba muy cachonda.

– Ahora, límpiamela. Mi chica no es como tú. No le gusta saborear a otras mujeres.

Casi sin poder moverme, repté por la cama para desengancharme de la polla de mi ex. Ni siquiera me ayudó para sacarla. Cuando por fin quedé liberada, sentía el culo abierto como nunca antes. Me había destrozado. Pero estaba muy cachonda. Tanto que no me importó lo más mínimo llevarme a la boca eso que acababa de salir de mi culo. No me gustaba el sabor. Era agrio, era mi culo. Me gustaba más cuando sabía al coño de esa chica… pero lo chupé igual. Fuera de mí. Completamente desesperada por un orgasmo.

– ¿Puedo tocarme ahora? ¿Correrme mientras te limpio la polla de mi culo?

– ¡Que cerda eres! Esta bien. Pero rapidito. Tengo sueño.

Comencé a tocarme a cuatro patas mientras degustaba y dejaba bien limpia esa polla. Limpiándole la polla a mi ex para que su novia no descubriera que me había sodomizado. Joder como me ponía… Escuché otro mensaje. No podía ser… había cogido el móvil mientras yo se la estaba chupando. Estaba a punto de correrme, necesitaba que se centrase en mí. Aunque solo me mirase como me corría limpiándole la polla. Entonces escuché una voz femenina. Era un audio… y lo estaba escuchando mientras me frotaba el coño con su rabo en mi boca.

“Ya te echo de menos, amor. Me hubiera encantado quedarme a dormir contigo. Pero que sepas que me he acordado de tu norma. Toda mujer que pasa por tu cama tiene que dejarte las bragas. Allí te las dejé. A este paso tendré que ir a trabajar con el chichi al aire. Quizás mañana lo haga… de momento hoy dormiré como me has dejado. Un besazo mi semental.”

Estaba a punto de correrme cuando me distraje escuchando su voz. ¿Qué norma era esa? ¿Hacía colección de bragas de todas las que se follaba? Se apartó de mí, llevándose su salivada polla con él. Comenzó a buscar por la cama, mientras yo seguía frotando mi pepitilla desesperada. ¿Cómo podía pasar de mí de esa manera? Era una mujer 10. Guapa, con buen cuerpo, recién follada por él… y pasaba de mí.

– Aquí están… en el suelo. – dijo él, recogiendo el tanga.

– Ven aquí… Quiero correrme con la boca llena. – le dije desesperada.

– Isa… Un poquito de consideración. Que me he follado a dos tías esta noche. No tengo más ganas. Córrete y vete. Quiero dormir.

– Por favor… me voy a correr ya… Deja que lo haga con la boca llena.

– Ummm… vale…

Abrí mi boca deseosa pero no fue su polla lo que entró dentro. El cabrón de Roberto metió el tanga de Nadia en mi boca. Me quedé mirándole sin poder hablar. El solo se reía. Pero no dejé de tocarme. Estaba muy cerca de mi ansiado orgasmo. Mi mente me decía que parase, pero mi cuerpo no obedecía. Cogió su móvil y me hizo una foto masturbándome a cuatro patas con el tanga de su novia sobresaliendo de mi boca. Luego fue al otro lado de la cama y siguió fotografiándome desde atrás.

– Esto de recuerdo. Luego te las mando para que veas como te ha dejado el culo tu ex.

Escribió algo, supongo que contestando a su novia. Y después se puso a grabarme de nuevo. Y así fue como llegué a mi ansiado orgasmo, siendo grabada a cuatro patas con el tanga de su novia en mi boca.

Caí rendida sobre la cama con mi culo en pompa. Lo sentía tan abierto que tenía miedo a que se saliese su semen. Rober se tumbó en la cama, con sus pies junto a mi cara. Comencé a besarlos con devoción. Me había usado como una puta y yo estaba ansiosa de más, ansiosa de él. Pero me instó a que me vistiera y me fuera. Ni un beso, ni un abrazo, ni siquiera recuperarme de mi orgasmo. Me puse en pie intentando apretar el culo para evitar que la gravedad hiciera que me manchase. Iba a subirme las bragas cuando recordé el audio de Nadia. Me descalcé, me quité los pantalones y saqué mis sosas y castas bragas, para luego volver a vestirme sin ellas.

– Toma, creo que, según las normas, tengo que dártelas. – le dije, ofreciéndole mis bragas.

– Has estado atenta, muy bien. Déjalas en el primer cajón del armario.

Ni siquiera se molestó en cogerlas. Fui hasta el armario, al mismo cajón donde yo antes guardaba mi ropa interior. Lo abrí y estaba lleno de braguitas, sobre todo tangas muy sexys. ¿Cuántas tías se había follado en 6 meses?

– Toma, guarda esto también.

En cuanto miré, el tanga de Nadia chocó contra mi cara y cayo al suelo. Me agaché a recogerlo y lo hice un ovillo en mi puño con fuerza. Odiaba a esa zorra. Si pudiera le estampaba mi puño en su carita de niña buena. Eché mis bragas, cerré el cajón y le miré. Ya estaba tumbado en la cama con intención de dormirse. Me moría por acostarme a su lado y dormir abrazada a él. Pero había insistido mucho en que me fuera. Aguantando las ganas de besarle para despedirme, cerré la puerta de nuestra habitación. Y después la de su casa. Mientras que esperaba un taxi que me llevase a casa de mis padres, abrí la mano. Allí estaba esa tanguita de encaje. ¿Por qué me lo llevé a la nariz? Eso para otro día…

Qué tal buenos días, tardes noches

Antes que nada quiero disculparme por desaparecer unos meses, tras varias complicaciones sobre temas de acoso en mi correo anterior tuve que crear un perfil nuevo en esta página, este relato es una continuación de mi último relato “el taxista me hizo Anal” que está en mi perfil anterior: *AndreaSan*

Por si no recuerdan vuelvo a poner mi descripción, actualmente tengo 24 años, tez blanca y cabello color negro, tengo ojos verdes, mido 1.70 y soy de complexión delgada, desde siempre me ha gustado el deporte y pertenecí varios años de mi universidad al club de atletismo, voy al gym casi todos los días y gracias a eso y la genética tengo unas piernas largas y torneadas y sin sonar presumida si tengo un buen trasero por los años que le he dedicado al ejercicio.

después de mis aventuras con el taxista el encontró una mejor oferta de trabajo en Estados Unidos por lo que pusimos fin a nuestros encuentros y dimos una despedida digna que les contrate en otra ocasión.

El relato que estoy por contarles sucedió hace unos meses en la fiesta de cumpleaños de mi prima, Ximena, era su cumpleaños 25 y decidimos festejarlo en el antro de moda con otra de mis primas, Pau, que es la más joven, tiene 19 años y la más linda de las 3 aunque la más tímida y amigos de Ximena, por la ocasión decidimos vestir de manera llamativa pero sin llegar a ser vulgares, yo estaba usando un pantalón de cuero que hacía resaltar mi trasero y un top blanco sin bra que dejaba ver mi abdomen marcado por el ejercicio, llegamos al antro sin hacer fila por lo que escuchamos varias quejas de las personas que estaban en la fila, el cadenero nos desvestía con la mirada y nos dejó entrar rápidamente, nos llevaron a la mejor mesa del lugar y nos atendieron de inmediato, por ser su cumple no escatimamos en gastos y nos dejaron unas botellas de Möet y un mesero para lo que ocupáramos que de paso era un chico muy equis, moreno, delgado y de baja estatura.

La noche transcurría de lo más genial y no nos quitaban el ojo de encima a mis primas y a mi, también notábamos miradas de envidia por ciertas chicas al ver que sus novios nos veían mucho, bailamos todo el rato y el alcohol empezaba a hacer efecto por lo que mi prima ya estaba un poco mal, fuimos al baño como es típico y Ximena me decía que el mesero estaba muy bueno, lo cual me pareció raro por que mi prima es una chica muy guapa, alta, delgada con cabello oscuro y unos grandes ojos verdes, que podía tener al tipo que se le diera la gana y siendo honesta suele ser muy clasista, no le preste más atención al tema y regresamos a la mesa, pasaron las horas y yo estaba platicando con los amigos de mi prima sobre irnos de after, estaban por pedir la cuenta cuando perdí de vista a mi prima y curiosamente al mesero, por el ruido del lugar no pude llamarle así que salí a marcarle a su cel y a fumar un cigarro cuando observé que había movimiento en la camioneta de Xime, me acerqué despacio a la parte de atrás y ahí estaba mi prima en el asiento trasero haciéndole sexo oral al mesero, estaba en 4 con su vestido levantado, el mesero tenía su mano en su trasero metiendo uno de sus dedos en su vagina mientras ella le daba la mejor mamada de su vida al mesero, era una imagen surreal pero no para mi que ya había tenido experiencias con tipos así, ella se subió en él y se sentó en su verga que la verdad se veía de buen tamaño, el tipo le comía los pechos y ella saltaba desesperada en ese pedazo de carne, le mande un mensaje de texto y regrese al antro, primero llego ella disculpándose por qué tuvo que atender una llamada urgente y a los minutos el mesero con una sonrisa señal de que la paso bien, pedimos la cuenta y salimos rumbo a la casa de uno de los amigos de mi prima, la casa era muy bonita y nos movimos a la terraza para estar más cómodos y seguir con el festejo cuando llegaron un par de tipos con pinta de delincuentes, eran los dealer de los amigos de Xime, que básicamente es el tipo que te vendré droga, uno de ellos era alto y moreno con un cuerpo que se notaba que iba al gimnasio con cara de pocos amigos, estaba rapado y tenía sus brazos llenos de tatuajes, Marcos, el otro era algo menos agraciado, de estatura media, gordito y con típica pinta del tipo que agrada a todo el mundo, Joel, mi prima los saludo y nos presento, rápidamente los amigos de mi prima se acercaron a saludar y a pedirles sustancias como weed y cocaina, después de un rato de mensajear con mi novio yo estaba sentada revisando mi cel cuando se acercó uno de ellos, Marcos que era el tipo alto y tatuado, me pidió fuego para su cigarrillo y me pregunto mi nombre, Andrea dije

-Hola Andrea, no te había visto por aquí, aunque tus amigos nos llaman seguido, eres pareja de alguno de ellos?

-No, es cumple de mi prima y recién los conocí, estaba por pedir un uber pero creo que mis primas aún quieren seguir.

-Jaja si ella es así, es el alma de la fiesta, para ser muy fresa si sabe divertirse, y tu? Te la estás pasando bien?

-Si la verdad es que creí que me iba aburrir pero todos son muy divertidos.

Notaba que el no quitaba la mirada de mi trasero cuando me levante por un cigarro de mi bolsa, la platica siguió normal platicando sobre cómo conocían mi prima, cosas de trabajo, banalidades pero sin dejar de mirar mis labios para después recorrer mi cuerpo con su mirada, para tener esa pinta ruda era un tipo muy agradable y lleno de confianza algo que siempre llama mi atención sin importar el físico de las personas, la música seguía por lo que me pidió que bailara con el, acepte y note que era muy alto de por lo menos 1.90 pero eso no le impedía moverse muy bien y seguirme el ritmo, por el tipo de música estábamos muy juntos y mi trasero quedo pegado a su bulto que por lo que sentí tenía buen tamaño, pude ver a Xime y Pau bailando con sus amigos, Marcos se acercó a mi oído mientras seguía muy pegado a mi

-Se nota qué haces ejercicio Andrea, tienes un cuerpo muy bien definido.

Yo me puse roja por lo directo que era y que no disimulara que le gustaba, solo atiné a agradecerle y volverle el cumplido.

-Muchas gracias Marcos, se nota que tú también, tus brazos se ven muy fuertes.

-Gracias princesa, un día de estos podemos entrenar juntos si gustas, aunque no creo que vayamos al mismo gym puedo apoyarte con tus rutinas.

-Sii, eso estaría muy bien, a veces me aburro de entrenar sola pero por qué dices que no vamos al mismo?

Volvimos a la mesa a servirnos otro trago, intercambiamos números e Instagram y vi que tenía varías fotos sin camisa que dejaban ver su físico trabajado, algunas fotos en ropa interior a lo que no pude ocultar mi cara de sorpresa.

-Te gustan? Puedo enseñarte más si quieres

Dijo mientras ponía una de sus manos en mi pierna, acepten su solicitud y ahora el revisaba mi perfil poniendo mas atención en mis fotos en bikini o entrenando

-Diosss si que tienes un cuerpazo, debes tener a todos babeando en el gimnasio, tú novio si que tiene suerte, si fueras mi novia no saldríamos de la cama

En ese momento se acercó un amigo de mi prima y le hizo una señal a lo que Marcos sacó de una mochila una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco

-Quieres? O también puedo ofrecerte de esto.

Dijo al tiempo que acomodaba su verga por encima del pantalón.

-Qué tal un poco de ambas?

Dije mientras me mordía un labio, el sonrió y se levantó dándome la mano para que lo siguiera, pude ver a Pau, mi prima pequeña, riendo y bebiendo con Joel, pero no a Ximena, fue al baño pensé, entramos a la casa y bajamos las escaleras rumbo al baño y escuchamos gemidos de uno de los cuartos, sin duda era Ximena

-Me parece que le están dando su regalo a tu prima

Dijo en tono burlón mientras yo escuchaba gemir a mi prima en eso me tomo de la cintura y pegó sus labios a los míos, nos besamos de manera muy intensa, me tocaba mi trasero de manera muy rica, le dije muy poco convencida que tenía novio, de poco le importo y continuó tocando mi trasero mientras nuestras lenguas peleaban, tomo una de mis manos y la llevo a su paquete.

-Te gusta lo que te vas a comer mi amor? Se me puso dura desde que te vi.

Lo tomé de la mano y nos metimos al baño, de poco me importó mi novio, este tipo sabía como calentarme, desabroche su pantalón y acariciaba su miembro por encima de su ropa interior continuábamos besándonos seguido bajo a lamer mi cuello y darme pequeños mordiscos, levantó mis brazos para quitarme mi top y de inmediato se lanzó a morder y lamer mis pechos.

-Qué ricas tetas tienes princesa, voy a disfrutarlas mucho

-Despacio que son sensibles

Jalo uno de mis pezones al mismo tiempo que su otra mano entraba dentro de mi pantalón

-Qué mojada estás mi reina, te gusta que te traten rudo o no?

Llevo su mano de mi vagina a mi cuello ahorcando y mirándome a los ojos

-Yo te voy a dar lo que quieres, y te voy a hacer gozar todo el tiempo que quieras.

Soltó lentamente mi cuello y puso su dedo entre mis labios, abrí mi boca y comencé a succionarlo simulando una mamada

Puso su cara en mis pechos y siguió mordiendo y pellizcando mis pezones su mano seguía masturbando mi vagina yo acariciaba su cabeza, sacó otra bolsa su pantalón y una llave, llenándola de polvo para inhalarla, puso un poco en mis pechos y volvió a inhalar, fue una sensación tan rica y peligrosa que note como se humedecía mí vagina, me dio una cachetada antes de tomarme del cabello y besarme de una manera muy salvaje, baje su ropa interior y me arrodillé.

-Eso mamita enséñame cómo mamas, esto te gusta? Yo se que a las niñas buenas como tú les gusta que las traten mal

Empezó a pasar su verga morena y larga (de por los menos 20cm de largo sin exagerar) por todo mi rostro, no tan gruesa como la del taxista pero si llena de venas, la tome con ambas manos y lleve su glande a mi boca y comencé a succionarla, estaba muy caliente y llena de semen preliminar, tenía un saborsito salado que disfrute mucho, la saque para lamerla toda desde la base hasta su cabeza llenándola de besos y de mi saliva para volver a meterla en mi boca, me sujeto fuerte de mi cabeza y movía sus caderas metiendo y sacándola hasta al fondo

-Si princesa abre más tu boquita, qué ricos se sienten tus labios, qué bien la mamas perra

Note que volvió a meter la llave en la bolsa y la llevo a mi nariz, saco su verga de mi boca e inhale el polvo, sentí un sentimiento de Euforia lo que me hizo sentir más caliente, me golpeó en las mejillas con su verga un par de veces

-Qué te parece esto Andreita?

Dejo caer más polvo sobre su verga haciendo una línea a lo que la inhale directamente antes de metérmela en la boca y volver a succionar su rica verga, yo acelere el ritmo metiendo lo más que pude a mi garganta

-Aguanta mamita que antes me quiero saborear ese culito que tienes

Me levante y me puso de espaldas contra el lavabo me recargo bajando mi pantalón junto con mi tanguita

-Mmm Dios mío que ricas nalgotas me voy a cenar, de verdad que tienes un culazo especular, quieres que te meta toda mi verga Andreita?

Asentí y dije que si con mi tono más sumiso mientras me daba un azote haciéndome levantar más mi trasero para el, llevo su lengua hacia mi vagina moviéndola muy rico de arriba a abajo, llego a mi clitoris y continuo lamiendo en círculos en el punto exacto para seguir llevar un dedo provocándome una rica sensación, dejo su dedo dentro para llevar ahora su lengua a mi culito, la sensación era inexplicable, estar bajo los efectos de la droga, con ese tipo tan peligroso y del placer que me daba su lengua me hacía gemir muy rico

-Qué me estás haciendo Marcosss, sigue así por favor no te detengas

Yo me trataba de recuperar, el se puso de pie a lo que levante más mi trasero, pasaba su miembro por toda mi vagina y mi trasero dando golpes que solo aumentaban mis ganas de ser cojida por el

-Qué rica estás mami, son las mejores nalgas que me he comido, ahora voy a hacer que no te olvides de mi verga, estás muy apretadita, creo que tu novio no te coje o la tiene muy pequeña

Metió su verga hasta la mitad haciéndome arquear mi espalda y pegar un grito de placer, mientras jalaba de mi cabello para sacar su verga y volver a meterla lentamente hasta la mitad

-Si papi metemela toda por favor mi rey, cojeme Marcos

-Qué rico aprietas Andrea, me encanta tu trasero, a las putitas blancas como tú les encantan las vergas morenas, dime de quien es ahora este culazo

-Es tuyo papi sigue así por favor párteme

-Te coje más rico tú novio?

-No claro que no, tú verga es el doble de grande y de rica

Metía y sacaba su verga a un ritmo fuerte y rápido provocando que me mojará toda, siguió dándome unos minutos más antes llegar al orgasmo y gritar su nombre

-No quieres que yo sea tu novio? Te cojere mejor mi reina, un cuerpo como el tuyo necesita una buena verga

-Si si quiero pero no te detengas, si Marcos cojeme así papi méteteme toda tu verga, sigue así mi amor

Me dio la vuelta y me cargo con maestría, sus fuertes brazos podían fácilmente conmigo, llevando sus labios a los míos besándonos, se sentó en el retrete, era mi turno

-Enséñame como mueves ese culote princesa, saca esa puta que eres

Sonreí y le di un pequeño beso.

Me metí su verga de una sentada y comencé a mover mi trasero en círculo.

-Este culo va ser mío, vete preparando por qué te lo voy a dejar muy abierto y lleno de mi leche

Acelere el ritmo, subía y bajaba frenéticamente de su verga ofreciéndole mis pechos para que los mordiera e hiciera lo que quisiera, mis gemidos se mezclaban con el sonido que provocaba chocar mi trasero con su verga, después de unos minutos de intensidad me apoyé en sus hombros antes de aumentar el ritmo de nuevoy tener otro orgasmo

-Té gusta como lo hago mi amor? Qué tiene tu verga que me encanta tanto? Quiero que me cojas toda la noche

-Encima de todo eres la chica más hermosa que me he cojido, esa carita de ángel que tiene una puta dentro

Llevo sus fuertes manos a mi trasero, me levantaba y bajaba de su verga con mucha facilidad

-Estoy a punto, voy a correrme Marcos, cojeme más fuerte mi amor

Aumentaba la velocidad y llevó sus manos a mi cuello otra vez haciéndome llegar a otro fuerte orgasmo, me bajo y me puso de rodillas frente a su verga

-Ya vienen mi amor, abre bien tu poca princesa, no dejes caer nada

Me la metí a la boca y sus chorros comenzaron a salir, uno tras otro llenado por completo mi boca y que salieran por mis labios, llevo sus manos a mi cabeza para no sacar su verga haciéndome tragarlos, era tanto que resbalaba a mi barbilla y a mis pechos, los tragué todos y succione su miembro antes que lo sacara, me dio un par de golpes con ella en mi frente y mejillas antes de juntar el resto de su semen con su verga y llevarlo a mi boca

-Si que sabes lo que haces mi amor, qué rica estás y qué preciosa te ves con tu cara llena de mi leche.

Sonreí antes de decirle que me encantó su verga, dandole un pequeño beso en la punta, me ayudo a ponerme de pie, nos vestimos de nuevo y aproveché para lavar mi rostro y mi boca con enjuage que había en el baño, me puse mi ropa y me arreglaba un poco mi cabello, el me abrazaba tiernamente por mi espalda y me daba pequeños besos en mis hombros y mi cuello, volteee hacía él para besarlo tiernamente como si fuéramos novios, nos dimos un pase más antes de seguir besándonos y llenarnos de caricias.

-De verdad que tienes un culo perfecto Andrea, no sé qué me gusta más de ti, si tu carita hermosa o tu trasero perfecto, podría cojerte toda la noche sin problema

-Perfecto para tu verga y también me gustaría tener esto dentro toda la noche.

-Entonces qué dices? Serás mi novia o mi puta?

-Qué tal ambas?

Dije mientras volvía a llevar mis manos a su miembro que ya estaba duro de nuevo, me miró a los ojos e hizo una señal que me pusiera de rodillas, me hinqué y baje su pantalón una vez más, la miré con más detalle y le di un pequeño beso en la punta y acariciaba sus testiculos, la acaricié tiernamente y lleve su glande a mi boca, lo mire a los ojos y el mordía su labio, volví a concentrarme en su verga y metérmela hasta la mitad antes de sentir arcadas, la saque para lamerla toda desde sus testiculos, pasando por todo el tronco lleno de venas y de nuevo a su cabeza, el acariciaba tiernamente mi mejilla y mi cabello, llevo su mano a su verga para comenzar a jalarla y terminar más rápido, succionaba su glande esperando de nuevo que terminara, no hubo necesidad que llevara sus manos a mi cabeza, yo llevé mis manos a su verga para jalarla mientras daba pequeños lengüetazos en su glande, sentí como se hinchaba y poco a poco eyaculaba para llenar mi boca una vez más de su leche.

-Creo que me acabo de enamorar de ti Andrea

Continuaba succionando su verga para dejarla totalmente limpia.

Nos arreglamos antes de salir del baño

-Voy a necesitar un trago y despedirme de este gordo por qué este culo va ser mío toda la noche, yo m puse de puntitas para besarlo y llevar mis manos a su cuello.

De salida nos ganó la curiosidad y decidimos entrar a la habitación, vimos que en la cama aún estaba Ximena cojiendo con uno de sus amigos pero lo más sorprendente fue cuando al pasar por un pasillo vimos que en la cocina estaba Pau arrodillada haciéndole sexo oral al otro dealer, Joel, que la tenía bien sujeta de su cabello cojiendosela por la boca, la más linda y tímida de las primas estaba disfrutando de lo lindo con ese gordo que era cuestión de tiempo para que se la cojiera, volvimos a la terraza a prepararnos otro trago y solo quedaba uno de los amigos tirado en la barra súper ebrio, tomamos una de las botellas antes de ir a otra de las habitaciones y seguir toda la noche

Este es el final de relato pero les adelanto que Marcos y yo seguimos teniendo contacto y más aventuras que pronto les contaré