Infidelidades

Sofía era la novia de Gabriel, mi sobrino. Era bastante alta, 19 años, morocha de cabellos lacios hasta la cintura, hermosa de cara (representaba muchos años menos), de tetas justas y firmes, cintura de avispa y cola levantada … un dibujo por donde se la mirara.
Era – como ya les dije – la novia de un sobrino de mi mujer a la que veíamos en reuniones familiares … era de esas pendejas que un tipo de mas de 40 como yo nos deja babeando.

La empresa donde trabajo iba a poner un stand en una exposición de nivel internacional y me tocaba a mí, como supervisor de Ventas, estar a cargo de todo el tema.
Como necesitábamos una promotora me acordé de Sofi, así que decidí llamar a mi sobrino para que me comunicara con ella.
Gabriel me dio poca bola y me pasó el número para que la llamase, cosa que hice inmediatamente. Le comenté a la pendeja cuál sería su tarea, los días que tendría que estar y la paga – que era sumamente buena- , a lo que ella contestó que sí sin dudarlo.
” … pasá hoy por casa así te termino de explicar …” terminé la charla telefónica.

Esa tarde, cerca de las 18 hs. Sofía estaba ante mí … vestida con un jean elastizado que parecía pegado a su piel, bronceada y con un top que resaltaban sus pechos… sabía que estaba buena y no mezquinaba mostrarse.
” … mirá nena, son 5 días la duración de la exposición, te damos la ropa y tu función es menear la colita y repartir folletos invitando a entrar al stand a la mayor cantidad de gente posible … si logramos cierto número de adherentes se te va a pagar un premio adicional …” le comenté
” … Sí Alex !!!, de una … necesito unos pesos y prácticamente no hay que hacer nada !! …! rió contenta.
” … venite mañana a la oficina después del mediodía y te probás la ropa …” y nos despedimos con un beso.

Sofía llegó cerca de las 2 de la tarde a mi oficina, contorneando su figura ante la mirada de un montón de babosos compañeros de oficina … su perfume dejaba la estela por donde ella pasaba.

” … hola Alex ! …” dijo poniéndose en puntas de pie para abrazarme y darme un beso mientras yo observaba en el espejo la imagen de su cola.
Se sentó frente a mí y le seguí comentando el plan de trabajo.
” … el jueves te venís 7.30 de la mañana y te vas conmigo en el auto de la empresa hasta Esperanza (la ciudad donde se hacía la expo). Instalamos el stand y comemos algo, la movida empieza a las 15 hs. y termina 21, así que nos venimos para acá. El viernes te paso a buscar por tu casa si querés y nos vamos todo el día … el sábado sí ya cambia la cosa, nos tenemos que quedar allá porque no voy a tener el vehículo de la empresa y además termina muy tarde, así que seguramente iremos a un hotel a dormir para empezar el domingo a full … esa noche también nos quedamos a dormir para el lunes temprano desinstalar todo y volver …” le expliqué…. “…ahora probate la ropa por favor ..” agregué

El vestuario era un tipo de catsuit celeste y blanco de tela engomada con breteles tipo solera en la parte superior, se lo entregué y salí de la oficina para permitir que se cambiara.
Luego de unos minutos abrió la puerta invitándome a pasar.
Casi me muero … era un infierno !!! … mi pija daba saltos dentro del calzoncillo …. sus pezones se marcaban de una manera exquisita, sensual, sin ser agresivos — y su cola era la perfección,.. la pendeja sabía el efecto que me causaba y giraba sobre sí preguntando si le quedaba bien.
” … eh … sí …perfecto… solo que se te marca mucho la bombacha …” dije como un pelotudo.
” … pero Alex !! … con esto llevo un hilo dental o directamente sin ropa interior …” dijo como que fuera lo más normal del mundo.
La tomé de la mano y poniendo la otra sobre su cintura la hice girar … Sofía sacaba cola cada vez que quedaba cerca de mí … la solté y ella se apoyó en el escritorio y levantando aún más su cola empezó a menearla suavemente 

” … bien puta ella …” dijo lanzando una carcajada.
” … yo entro al stand aunque sea solo para ver ese culo mas de cerca …” acoté riendo.
” … jaja …vos sos de los que no dudaría en invitarme a tomar algo —” dijo de manera pícara.
” … es cierto … empezaríamos tomado algo…” respondí siguiendo su juego
” … sacate la ropa, te queda pintada…”
” … ay tío !! adelante tuyo querés que me saque la ropa ?…” lanzó tomándose el pelo y mordiéndolo con aires de gata.
Reímos y salí de mi oficina tapando con mis manos en los bolsillos la erección que era indisimulable.

Se despidió de mí quedando en estar a la hora y día fijados, al despedirse me dijo al oído:
” … cuando esté saliendo te prometo que te devuelvo los ojos que me dejaste pegados al culo ..” y me dio un beso marchándose.

El jueves sería el primer día de unos cuantos donde el placer se mezcla con el trabajo.

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Ese jueves Sofia llegó a la hora señalada: cara lavada, calza multicolor y remera haciendo juego … estaba hermosa, sobre todo por las bolsitas que se habían formado en sus ojos producto de levantarse tan temprano.
Cargamos la folletería y partimos hacia Esperanza donde nos esperarían un par de vendedores de la sucursal local para ayudarnos a armar el stand … teníamos por delante algo así como una hora y media de viaje.

” … querés que empiece el mate ? …. preguntó
” … dale … junto al bolso hay medialunas que compré camino a la oficina …”.

Sofía se sentó tipo “chinito” y se puso a preparar el mate. Su rodilla ocupaba más allá de su asiento, llegando casi hasta el mío: ” … querés que corra la pierna o no te molesta ? …” dijo mientras se acomodaba.
” … no, está bien, dejala ahí … no hay problema …” respondí.

Luego de unos minutos de viaje y ya habiendo dejado de tomar mate iniciamos una conversación que fue calentando el ambiente.
” … qué dijo Gabriel de tu trabajo de promotora ? le molestó ? quise saber.
” … no … en realidad Gabriel no sabe nada que yo trabajo este fin de semana … bueno, a decir verdad Gaby no sabe nada de mí desde hace casi dos meses … nosotros no andamos más de novio …” confesó ella.
La miré sorprendido … ella rió.
” … qué mirás así ? soy una niña soltera ahora ! … casi una monja … imaginate … dos meses sin garchar !! …” y lanzó una carcajada que dejaba ver su dentadura perfecta.
” … perdón, no sabía …” atiné a decir e instintivamente puse mi mano sobre su rodilla en un acto de consuelo.
” … tampoco es el fin del mundo … algo me dice que este finde voy a tener una alegría …” agregó poniendo en alerta mi pija que había comenzado a tomar temperatura de a poco.

La imagen que me regalaba el sol entrando por el lado de su ventanilla era maravillosa: los rayos parecían dibujar el contorno de sus pechos y me permitía ver cómo se marcaban sus pezones … mi erección estaba a pleno.

Llagamos al predio y nos estaban esperando la gente de nuestra sucursal local. Durante la mañana armamos el stand y cerca de las 13 hs. fuimos a almorzar. A las 16 hs. se inauguraba la muestra.

Media hora antes de la apertura Sofia estaba cambiada: su pelo planchado, sus ojos pintados estilo gata, los labios color mora …el catsuit le quedaba de maravillas … sus pechos elevados y firmes, su cola un regalo del cielo, pero me llamó la atención que no se le marcaba la bombacha.

” … Sofi … te queda espectacular ! cómo hiciste para que no se te note la bombacha ?
” … fácil, no traigo ropa interior …” me dijo al oído riendo, y tomando una de mis manos la guió recorriendo su espalda hasta sus muslos … ” … viste que no tengo nada puesto ? y se marchó hacia donde comenzaba el movimiento de gente meneando su culo, con el catsuit metido entre sus nalgas.

A las 21 hs. exactas se cerró el predio, la tarde resultó aburrida ya que quienes recorrían la expo eran empresarios y autoridades locales, esa primera tarde eran entradas de protocolo, mañana sería nuestro primer día de trabajo en serio.
Volvimos a nuestra ciudad luego de dejar a los otros dos vendedores cerca de sus casas.
Sofia seguía con el catsuit puesto, la oscuridad de la ruta no me permitía ver mucho, pero mi imaginación volaba.
Al llegar a su casa se despidió de mí con un suave pero prolongado besa en mi mejilla mientras con una mano me acariciaba la cara.
” … gracias por esta oportunidad de trabajo “tío” … algún día espero poder retribuirte lo que hiciste por mí …” dijo casi susurrando, cosa que lo único que hizo fue lograr que mi pija se pusiera dura al instante.
” … no mi amor !!! gracias a vos por haber aceptado, sino tendría que haber salido a buscar a alguien y no tenía tanto tiempo, además a vos te queda pintado el uniforme … mañana te paso a buscar, no te olvides …”
Rió y bajó del auto. Caminó hacia su casa con pasos largos … sus caderas se movían maravillosamente haciendo que llevase una mano a mi pija y la acariciase … esa noche cojí con mi mujer a lo bestia, acabándole entre sus tetas pensando en la pendeja …

La mañana del viernes ya venía calurosa, pero mi sorpresa fue verla salir de su casa rumbo al auto: vestía minifalda de jean y una remera básica blanca que con el fresco de esa hora marcaba en forma violenta los pezones.
Sofía subió, me besó – esta vez muy cerca de mis labios – y con esa carita de recién levantada preguntó si empezaba el mate.

al contestarle que sí, se acomodó como el día anterior, poniendo sus piernas como chinito, solo que esta vez la mini quedó casi a la altura de su cintura permitiéndome observar su blanca bombacha.
” … bueno … al menos esta vez puedo ver que traés bombacha !! … dije abriendo los ojos.
Sofía rió y largó: ” … no te molesta que se vea un poquito no ?? …
” … para nada, me pone feliz …” dije y reímos los dos.
” … Ay, ay, ay .. con qué poco te hago feliz !! … voy a pensar entonces en ver cómo hago para darte un poco más de felicidad, después de todo debo ser agradecida con el que me consiguió el trabajo …” y me guiñó un ojo.
Puse mi mano sobre su rodilla, acariciándola, mientras ella comenzaba a subir su remera dejando su panza libre.
” … voy a aprovechar a tomar sol, no creas que me estoy desnudando … al menos por ahora …” y soltó una carcajada mientras empezaba a cebar mate.
Acomodé mi pija que obviamente se había puesto dura y observé que miró de reojo, casi sin disimulo … nos quedaba una hora de viaje y las fichas ya estaban sobre la mesa.

Llegamos … Sofia se cambió y comenzó a hacer su trabajo. Al mediodía fuimos al mismo comedor del día anterior.
Luego de almorzar subimos al auto y fuimos en busca de un hotel para las noches de sábado y domingo. Esperanza no es una ciudad muy grande, es principalmente una ciudad de chicos universitarios, por lo que no había muchos hoteles. El único que conseguimos tenía una sola habitación doble por lo que tendríamos que compartirla … mi cabeza volaba a mil aunque faltasen 24 hs. para que se diera ese momento. Sofia no dijo nada, solo que sería la primera en bañarse, eso era lo único que “no negociaba”, a lo que accedí sin duda alguna, después de todo la tendría conmigo 48 horas.
Terminaba la jornada y una vez que cerraron el predio nos dedicamos a acomodar las cosas… me senté sobre el escritorio con las piernas abiertas y entró Sofía con cara de cansada… llegó hasta donde yo estaba y acomodándose entre mis piernas me abrazó.
” … uf ! estoy muerta … me cansaron estos tacos …”
Yo la rodeé por la cintura acariciando el nacimiento de su culo, pude comprobar que no había ropa interior … mi pija saltó endurecida, ella seguía ubicada ahí.
Me acomodé mejor haciéndole sentir mi bulto… Sofi no dijo nada, sólo soltó mi cuello y quedó frente a mi.
La abracé con ambos brazos por su cintura quedando cara a cara.
” … muy cansada ? .. pregunté
Y haciendo pucheros con su boca asintió con su cabeza.
Me volvió a abrazar y esta vez mi pija estaba a pleno en su raja … bajé del escritorio y dándole un beso en la frente le dije que nos marchásemos a casa, mañana sería otro duro día, tan duro como mi pija en ese momento.
Nos despedimos de los vendedores – que miraban y no entendían nada – y abrazados nos fuimos al auto.
En el viaje de regreso ella se quedó dormida sobre mi hombro, yo mientras tanto acaricié sus piernas todos los minutos que duró el viaje.
La dejé en la puerta de su casa … se despidió con un pico, limpiando con sus dedos la pintura que había dejado en mis labios… los dos sabíamos que mañana no sería un día más.

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Llegó el viernes y tal como habíamos quedado pasé con mi coche a buscar a Sofía. Toqué bocina un par de veces y apareció ella, enfundada otra vez en esa maravillosa minifalda de jean y con una remerita tipo top color pastel que contrastaba magníficamente con el color bronceado de su piel.
Subió de un salto y me regaló un rápido beso en los labios, ella intuía y se adelantaba a lo que los dos estábamos convencidos que iba a suceder.

Salimos a la ruta y comenzó a preparar el mate, luego de lo cual se sentó “chinito” juntando sus pies y abriendo las piernas como siempre lo hacía … la blancura de su bombacha, marcando el pliegue de su rajita, era perfecta: no habían pasado ni 5 minutos que había subido al auto y ya mi pija estaba como un garrote.
Apostando a ganador posé mi mano derecha sobre el interior de sus muslos … ella suspiró.
Mientras transcurría nuestra charla iba acariciando todo el largo de su pierna, hasta que nos detuvimos en una estación de servicio a completar agua para seguir el mate… cuando bajó, al darme la espalda, se levantó la pollera dejándome ver su culo y giró riendo … teníamos algunos moteles de camino pero detenerme nos haría llegar tarde al evento.
Subió al auto y después de acomodar el termo se acercó a mi boca y la besó.
” … acordate que el baño no se negocia …” me dijo en voz baja y sensual.
” … estaba pensando en bañarnos juntos …” le dije y ella rió.
Tomó mi mano y la llevó directo a su entrepierna … pude notar que estaba mojada.
Tiró la cabeza hacia atrás y me pidió que apurásemos el viaje que no íbamos a llegar a horario.

La mañana transcurrió bastante movida, Sofía cada vez que podía y que nadie miraba, se acercaba y nos besábamos … yo aprovechaba a tocar todo su cuerpo que estaba pegado al uniforme de promoción.
Al mediodía pasamos por un comedor y almorzamos algo rápido para ir después directo al hotel a dejar los bolsos.
Entramos y Sofía se tiró en la cama, yo me puse a desempacar y ordenar papeles.
Levanté la vista y la pendeja venía caminando descalza (algo que me calienta en demasía) con la parte superior del catsuit baja hasta la cintura…
Allí se me presentaban esas tetas adolescentes, duras, en punta … con esos pezones apenas visibles de un rosado pálido…
Cuando estuvo a mi lado la tomé de la cintura empujándola hacia mí…tomé un pecho con mi mano y lo acaricié … puse mi lengua sobre el pezón y haciendo círculos en él cada tanto lo mordía.
Sofia revolvía mi cabello con sus manos …
” … a la noche tío … a la noche por favor … ahora no, ya es hora de irnos …”
Para mis adentros la maldecía ” … para qué puta viene en bolas si me va a cortar el chorro así !!!???? ..” pensaba.
Subí en uniforme acomodándoselo, la besé en la boca y sin demostrarle mi enojo, le dije que terminara de vestirse y nos íbamos.
Demás está decir que no se me pasaron nunca las horas de espera, pero al final tuve mi recompensa.

Compramos unas hamburguesas, latas de cerveza y nos fuimos al hotel.
En la habitación fuimos derecho a la ducha, a los besos … bajé por completo su uniforme y quedó expuesta frente a mí: era hermosa, una pintura … ella jugando a ser una nenita llevó un dedo a su boca y lo hacía subir y bajar por el labio inferior, mordiéndolo cada tanto.
Yo, también desnudo, con mi pancita “cuarentona” y mi pija apuntando al techo disfrutaba de cada segundo, quien sabe si alguna otra vez se me daría estar con un manjar como Sofia.
Entramos a la ducha y comenzó a pajearme mientras me besaba … levanté un poco una de sus piernas y girándola hacia la pared la penetré … el sonido de su gemido cuando mi verga entró e hizo tope lo llevo grabado en mis oídos.
Apoyada con sus manos en la pared, empinaba el culito haciendo que mis movimientos no encontraran resistencia alguna, entrando y saliendo ritmicamente …
” … cogeme papi, cogeme …” susurraba entre gemidos
La calentura no jugaba a mi favor por lo que en unos diez minutos ya estaba listo para descargar, afortunadamente ella había acabado enseguida también.
” … dónde querés la lechita Sofi ? … le pregunté
” … toda adentro … no desperdicies nada tío …”
Ese “tío” me ponía la piel de gallina. La agarré fuerte de la cintura y aceleré mi embestida llenándola a los pocos segundos … quedamos fundidos un rato largo mientras el agua de la ducha nos empapaba.
Nos secamos y desnudos como estábamos nos pusimos a comer las hamburguesas y tomar cerveza.

Con el aire acondicionado prendido a full me recosté, pudiendo desde esas posición verla en todo su esplendor.
Vino caminando lentamente hacia mí y gateando desde el borde de la cama hasta mi pecho comenzó a pasarme la lengua por todo el cuerpo … estiré mis brazos agarrándome de los barrotes del respaldo de la cama y cerrando los ojos la dejé que trabajara … me dediqué a gozar.
Sofí, luego de un largo rato de jugar con su lengua, me montó … puso sus brazos extendidos sobre mi pecho y comenzó a subir y bajar lentamente …
Movía su cadera haciendo que mi pija quedase casi afuera por completo para bajar de golpe y ensartársela hasta los huevos, yo acompañaba ese movimiento con mis manos en su cintura.
Después se dio vueltas (girando sin sacarse la pija de adentro) y me brindó el maravilloso paisaje de ver su culo a 40 centimetros de distancia.
” … quiero esa cola …” dije rasguñando su espalda con mis dedos.
Giró su cabeza y mordiéndose el labio dijo: ” … nunca garché con alguien que fuese tan directo …? y reímos los dos.
Se levantó despacio inclinándose hacia adelante y quedando en 4 patas… me acomodé y ella – antes – quiso pasarle la lengua para lubricar mi pija.
Con su mano izquierda guió la punta de mi cabeza hacia su agujerito, la calzó y después me tomó del muslo, empujando despacio hasta hacerla desaparecer dentro suyo.
Me puse sobre su espalda y la abracé rodeando su estómago… luego de un rato comenzó a mover ella su cadera hasta hacer que me vacíe en su culo.
Esperé unos minutos y saqué mi pija de su escondite, produciendo un volcán de leche que salía por el dilatado agujero.
Nos fuimos a dar otra ducha y dormimos hasta el otro día.

Los dos días subsiguientes fueron de puro sexo … probó mi leche y adquirimos como costumbre que antes de dormirnos su culo sería quien recibiera la ración diaria.

Después del evento en Esperanza visité a Sofía en su casa al menos una vez a la semana por un año aproximadamente, fueron de mis días más felices … ella devolvía años a lo que decía mi documento, pero eran muchos años de diferencia y esto nos fue alejando.
Sofia quedó en mis retinas y en mi mente como una hembra infernal con cara de nenita y la que nunca pidió ni exigió nada más que pasarla bien, sin complicaciones.
A veces espero escuchar a mis espaldas esa voz diciéndome “hola tío …”.

En plena cuarentena conocí íntimamente a mi mamá.

Mi casa tenía un quincho en el fondo el cual se fue transformando con el tiempo en una habitación con baño y sala de estar, se usaba más que nada para las visitas y mientras fuí creciendo íbamos teniendo cada vez menos visitantes.
 
Con el tiempo ese lugar fue cerrado y abandonado entonces ya de adolescente decidí buscar y quedarme con la llave, alguno de los dos (mis viejos) la tendría, busque en toda la casa y no la encontré el único lugar que me quedaba era la cartera de mamá ya que hurgar en los bolsillos de mi viejo era más que imposible.
 
Así que decidido en tener esa llave comencé a espiar a mamá, la idea era esperar a que se bañe para revisar su cartera.
 
Tardé en tener éxito porque siempre se duchaba en la mañana temprano o tarde en la noche y siempre estaba la familia.
 
Un día que empecé a sentirme abatido provoqué un accidente, tropecé con ella a propósito y le ensucié la ropa.
 
…………………………………………………………
 
 
Su llavero tenía la llave original y la copia, obvio que me quedé con una.
 
Con el tiempo fui recuperando el lugar; yo no sabía que ella lo usaba de vez en cuando, cada vez que ordenaba el lugar podía darme cuenta de que no era el único que aprovechaba el sitio.
 
Dejé el lugar impecable, la habitación la ambienté a mi gusto como si fuera mi habitación era mi lugar para estar solo o para escuchar música, jugar o hacerme la paja.
 
A sabiendas de que alguien compartía el lugar puse un móvil en la puerta cosa de escuchar ruidos si alguien entra, también una camarita mirando a la cama y otra en el baño.
 
No fue una gran sorpresa averiguar que era mamá con quién compartía la casita y la cama.
 
Lo que sí fue una sorpresa es que ella usaba el lugar por lo mismo para estar sola, leer, mensajear, ver porno y masturbarse, no lo ví detenidamente era como violar su privacidad, pero si lo descargué en la compu, gran error fue ese ya que teniéndolo a mano tarde o temprano lo iba a curiosear.
 
El segundo día encontré en la encimera del baño su tanga empapada y hecha un bollo, así que desesperado descargué los vídeos del día, la curiosidad pudo más que el respeto a su privacidad.
 
Ella aparecía entrando al lugar, frente a la cama se desnudó a toda velocidad se dejó la tanga, se acostó y viendo porno en su celular se empezó a tocar las tetas en cuanto se le fue subiendo la temperatura se sacó la tanga se secó la concha y se la pasó por la cara antes de metérsela en la boca.
 
Se cogió con toda la mano, la tanga en la boca era para silenciarse, la toma era perfecta todo lo hacía frente a la cámara se metía los dedos y también su consolador.
 
Duró casi 20 minutos y regó toda la cama, se sacó la tanga y secó su transpiración y sus jugos hizo un bollo y lo dejó en el baño; yo salí corriendo a esa cama con su tanga en la mano, toqué y sí, estaba mojado aspiré su olor y restregue el rostro en los jugos de mamá e inicié una paja frenética acabando en el mismo lugar que ella.
 
Después de eso le dí play al primer video, en él mamá entra, recorre el lugar vé como todo está limpio y arreglado.
 
Continúa hacia la habitación recorre ambos lados de la cama presiona sus manos como comprobando que el colchón sea bueno, acomoda todas las almohadas en la cabecera se levanta la pollera sube una rodilla a la cama y se masturba de una vez.
 
Buscando su comodidad se sube a mi lecho masturbatorio con la espalda en las almohadas tocándose las tetas, con la calentura a tope manotea una almohada y la lleva a su entrepierna y se empieza a cojer a la almohada, a todo esto yo estaba mirando el vídeo con una mano que me pajeaba y la otra que acariciaba y mezclaba mi leche con sus jugos. 
 
En eso veo que ella para lo que está haciendo y se centra en la cámara, “por Dios, me descubrió” pensé yo.
 
Se sonríe, se chupa los dedos, saca la almohada de su concha, busca acomodarse y para suerte mía quedó en una inmejorable posición.

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Ese lunes desperté temprano como casi siempre. Yo no había podido dormir bien ya desde hacía más o menos quince días desde que me practicaron una cirugía urológica. Me levanté aun en medio de la penumbra y mi esposa Paola estaba todavía dormida roncando con la sábana medio envuelta en su torso. Sus nalgas al descubierto apenas medio ocultas por su tanga color oscuro me provocaban una caricia. Acerqué mi mano para posarla encima de su piel, pero me detuve. Mejor que durmiera un poco más si aún su cuerpo lo necesitaba.

Me fui al baño y mientras orinaba recordé que a las 10 am tenía cita con el urólogo para un seguimiento posoperatorio. Mi mujer despertó media hora más tarde con su rostro hinchado de sueño y sus senos pequeños al desnudo. Se sentó a orinar en la taza del baño con la puerta medio abierta y pude oír su quejido. Desde hacía dos días se venía quejando de una molesta cistitis. La tarde anterior había ido a ver a su médico que le prescribió un tratamiento sencillo aunque incómodo.

Después de haber tomado la ducha, mi esposa me pidió que la ayudara con el medicamento vaginal que debía aplicarse durante siete días. Se acomodó en el borde de la cama completamente desnuda y fresca del baño recién tomado, con sus piernas abiertas en posición de parto. Tuve cierto atisbo de excitación al ver su sexo allí explayado ante mis narices pero yo no podía y no debía intentar nada sexual hasta tanto el médico no me lo indicara. Tomé la especie de jeringa sin aguja, llena de un medicamento pastoso y blancuzco, lo introduje en su vagina e inyecté la sustancia lentamente. Me lo agradeció con cierta incomodidad y rostro fruncido, se colocó una toalla higiénica, su calzón íntimo limpio, termino de vestirse y se marchó al trabajo algo fastidiada y sin ganas.

Yo quedé solo en casa aun disfrutando de mis días de incapacidad médica tras la cirugía practicada en mi pene. Debía esperar a mi cuñada Sara que llegara más tarde para acompañarme la cita médica de control. Sara me había acompañado en todo mi proceso urológico, no solo por ser enfermera, aunque novata, sino porque disponía del tiempo que mi mujer no tenía por razones puramente laborales. Le habíamos pedido el favor de asistirme durante mi convalecencia y de hacerme compañía a las citas posoperatorias hasta que yo me recuperar.

Sara llegó un poquito tarde como de costumbre pese a que vivíamos a solo media calle de distancia.

-Cuñis ya llegué -me gritó desde abajo en la calle con sus manos puestas en su boca a manera de megáfono.

Yo me asomé por la ventana de mi alcoba del segundo piso y la vi bajo la luz aplastante del sol intenso de las nueve de la mañana. Le hice seña de que ya bajaba. Lo hice un tanto apurado para tomar el taxi y llegar a la cita a tiempo. Salimos a la calle principal y tomamos el primer taxi que pasó. Yo todavía debía caminar despacio y con cuidado aunque francamente no era ya tan necesario que ella me acompañara puesto que pasados los quince días me comenzaba a sentir bastante recuperado. Pero era mejor no ir solo porque tal vez requería de alguna recomendación o cuidado que Sara entendería y recordaría mejor que yo seguramente y además porque había sido ella quien amablemente me había estado acompañando en todo este tortuoso proceso.

Una vez en el consultorio y después que el médico y su asistente me observaron, aquel se sentó en su escritorio frente a mi cuñada y yo y con su voz jovial que no concordaba con la apariencia seria y pesada de su rostro me dijo:

-Bueno señor ya Ud. está listo. La herida superficial ya secó completamente. Su pene parece estar apto y desinflamado ya lo suficiente como para entrar en acción. La curvatura creo que quedó bastante bien corregida y lo que resta es simplemente tener relaciones sexuales preferiblemente sin condón para que puedas evaluar tu sensibilidad. Con cuidado eso sí. Ojala lo más frecuentemente que pueda. Debe volver acá en diez días para hacer un chequeo final y listo. Debe prestar mucha atención a la sensación durante el coito y el orgasmo. Si hay dolor, ardor o incomodidad etc. No debería haber nada de eso en principio. Así que señora consienta mucho a este señor –dijo mirando afablemente al rostro de mi cuñada que sonrió alzando una ceja con mirada de querer decirle al médico que ella no era mi mujer como él creía desde el principio, pero eso era un detalle incensario y sin importancia en ese momento. Sara se limitó a sonreír y asentir moviendo rápidamente su cabeza.

Salimos y justo en la puerta de la clínica antes de tomar el taxi de vuelta, le comenté a Sara que yo estaba contento con todo pero que había un problemita.

-Qué pasó? -me interrogó con aire de preocupación.

-No voy a poder practicar ni hacer nada en diez días. Tu hermana no puede tener sexo porque anda con una cistitis. Se tiene que aplicar un medicamento vaginal y debe abstenerse de sexo vaginal quince días a partir de ayer. Es decir, le quedan catorce días aun sin poder hacer nada de nada. Pensé que ella te había comentado algo de eso.

-No, no lo sabía. Ándale! que vaina! y ahora qué vas a hacer?

-Se me ocurre llamar más tarde y cambiar la fecha de la cita como para dentro de un mes o cuarenta días. Así le doy tiempo a Paola de recuperarse y me cubro un poco más yo al tiempo, porque después ya en una semana yo retorno a trabajar y probablemente me manden para la capital en unos quince días para una formación de tres o cuatro días, así que la cosa podría extenderse aún más tiempo. Mejor dicho que yo mi pinga me la voy a poder estrenar quien sabe cuándo. Estoy algo desesperado. La voy a tener que meter en un mofle de moto.

-ja ja ja ay cuñis, que locuras dices y que pena contigo. Estás bien de malas. Jodida la cosa así.

-Me va a tocar buscar otro culito por ahí, ja ja ja

-Bueno eso es asunto tuyo, yo no me meto en eso ni le digo a mi hermana nada ja ja ja, así que bien puedes.

La conversación quedo así. Durante el viaje de vuelta ella hablaba por celular y yo intente cerrar los ojos pero el calor y el ruido de la ciudad que pasaba por la ventana del incomodo taxi no me lo permitía.

Una vez llegamos a casa justo en la puerta del edificio nos despedimos. Ella marchó a su casa y yo subí tranquilo de saber que todo había salido bien y que solo era cuestión de tiempo. Podría pronto tener sexo de manera más cómoda. Había valido la pena someterme a esa cirugía voluntaria y espontanea de corrección de curvatura de pene. De nacimiento mi pene vino con esa curva pronunciada hacia la izquierda que impedía desempeñarme sexualmente con comodidad y soltura.

Al ir subiendo las escaleras intente llamar desde mi móvil a mi mujer para narrarle lo sucedido pero no respondió, así que tal vez me devolvería la llamada más adelante. Me senté en una mecedora después de quedar solo en calzoncillos a escuchar música cuando sonó el timbre de la puerta. Me asome a la ventana y divisé desde mi ventana la cabellera abundante de Sara que miraba hacia arriba tratando de tapar con su mano al sol incandescente que golpeaba sus ojos

-Ábreme por favor

-Se te olvido algo?

-No, anda ábreme.

Le abrí sin mucha intriga y ni me molesté en ponerme una toalla para cubrirme puesto que estaba ya acostumbrado desde la cirugía a que ella me viera desnudo e incluso me curara el pene.

Abrí la puerta y su mirada aunque serena tenía un brillo diferente.

-Modificaste ya la fecha de la cita?

-No, aun no lo he hecho.

-Le dijiste ya a mi hermana lo que nos dijo el médico?

-No, tampoco –le respondí con aire ya intrigado– porqué lo preguntas?

Me miró con una sonrisa pícara y ese brillo en los ojos que denotaba algo trascendental. Esa mirada la conocía ya bastante después de tantos años de ser vecinos y familia. Yo conocía a Sara desde antes de hacerme novio de su hermana Paola. Sara ha sido siempre una mujer de atreverse y no temer ni titubear a la hora de ejecutar una acción ya decidida.

-Cuñis, no canceles cita ni llames a Paola. No es necesario creo.

-Como así?

-Te tengo ya solución para que puedas estrenar tu pene.

Yo solo fruncí el ceño con mirada intrigada pero dejándola proseguir.

-Si quieres, lo haces conmigo –terminó así su frase corta, directa y se limitó a mirarme directamente con sus ojos negros grandes y brillantes de luz desafiante y firme.

Yo apenas si pude procesar lo que estaba escuchando de su boca delgada con esa voz dulce pero segura. Lo primero que pensé era que me estaba bromeando.

-Sara, no me bromees con ese tema. No es gracioso.

-Cuñis, no es broma. Lo digo en serio. Para que no tengas que esperarte quien sabe hasta cuándo. Puedes hacerlo conmigo. Ojo y te aclaro. No es por morbo ni nada de eso, sino simplemente por ayuda médica. Claro esto es en secreto. Lo he pensado bien ahorita y por eso vine a proponértelo. Sé que eres un tipo serio. Nada de comentárselo a Paola ni yo tampoco le diré nada a Alberto ni más faltaba. Cuñis, si tú quieres claro está. Yo te ofrezco. Tú decides.

En ese instante sonó mi teléfono. Era mi mujer devolviéndome la llamada. Al responder Sara me hizo seña desesperadamente con los ojos y sus manos de que no dijera nada ni tampoco que mencionara a su hermana que ella estaba allí conmigo. Así que solo le dije a Paola parte de la verdad.

-Si, si amor. Todo va bien. Debo ver al médico en diez días y tal vez sea todo. Pero me dijo que la recuperación va mejor y más rápida de lo que esperaba. Si, Sara estuvo allí conmigo. Estoy tranquilo con eso.

Mientras hablaba Sara me miraba asintiendo y haciéndome gestos de aprobación por haber dicho lo que dije a su hermana. Terminé la llamada y volví a dirigirme a mi cuñada con aire de sorpresa e incredulidad.

-Sara, claro que quiero. Claro que acepto tu propuesta ni más faltaba. Ni tengo palabras que agradecerte. Eres la mejor cuñada del mundo. Además que estas muy buena y lo sabes.

-Cuñis, nada de morbo. Solo es por cuestión médica. Tenlo en cuenta. No quiero que pienses que soy una zorra puta que anda repartiendo culo por allí. O que ando enamorada de ti porque soy una esposa infiel ni por nada de eso. Lo hago por ayudarte y porque he sido tu confidente en todo esto tan privado. Además tú a mí me has ayudado bastante. Has sido un buen cuñado y yo te estimo. Lo sabes. Sabes también lo mucho que quiero a mi hermanita.

-No he dicho nada de eso. Relájate. Solo dije que estas buena. Eres una mujer atractiva y lo sabes.

-Ok. Gracias por el cumplido. Ahora me voy. Mañana por la mañana como a las diez vengo. Espero estés listo. Ni una palabra de esto a nadie.

Ese fue el día más largo de mi vida. La espera se me hizo eterna hasta el día siguiente. Me puse lunático casi. Mi mujer noto mi actitud distraída y distante. Me preguntó en varias ocasiones si me pasaba algo. Yo le mentía intentando darle excusas etc., pero ella con su malestar de cistitis tampoco estuvo de humor para prestarme mucha atención. Me costaba creer que mi propia cuñada me propusiera sexo solidario con ella. Me pellizcaba para ver si acaso no era un sueño. Sara, la hermana mayor de mi mujer, casada, madre de dos hijas, vecina, enfermera novata vendría al día siguiente a darme sexo. Era difícil de digerir. Eso me hacía pasar por todos los estados emocionales. Era tremendamente morboso todo eso para mí. Para ella era tal vez una cuestión técnica y medica de solidaridad para conmigo, pero para mí era un acontecimiento de morbo y fantasía sexual increíble. Tener sexo con una mujer fuera de mi matrimonio ya de por si constituía toda una aventura cargada de emociones y si a eso le sumaba el hecho de que esa mujer era nada más y nada menos que mi propia cuñada, sumaba aún más morbo al punto de descrestar mi imaginación.

Sara es una mujer físicamente bien hecha la verdad sea dicha. A pesar de los kilos demás que trae consigo la treintena y la vida de casada con hijos, es una mujer que inspira sexo a cualquier hombre ciertamente, incluyéndome a mí. Nunca se me hubiera ocurrido proponerla algo así claro está, pero más de un mal pensamiento se me ha pasado por la cabeza con Sara desde que la conocí. A diferencia de mi mujer, quien debo decir que es bonita y de cuerpo más bien proporcionado pero sencillo, Sara es voluptuosa, de senos amplios y nalgas grandes. Su estatura alta, su cuerpo amplio de curvas pronunciadas y su piel blanca de abundante cabellera negra la hacen lucir elegante siempre. Al momento de lo ocurrido en esta narración, Sara tenía y cuatro años recién cumplidos. Dos años menor que yo y cinco más que su única hermana.

No pude pegar el ojo en toda la noche pensando en cómo sería ese primer encuentro sexual con mi cuñada para estrenar mi pene ahora ya casi recto. La pondría en poses que antes me costaba trabajo. Imaginaba la fisonomía de sus zonas íntimas. Intentaba recrear como debían ser sus senos, sus pezones, su vagina, su vulva, su sus nalgas etc. Me preguntaba qué tan parecidas debían ser con respecto a los de su hermanita. La imaginaba desnuda de diversas maneras. La ansiedad no me dejo dormir. Amaneció. Hice la rutina con Paola mi mujer quien me notó aún muy distraído. Le apliqué su medicina en la vagina y se marchó nuevamente desanimada aunque se sentía ya un poco mejor. Solo después pude medio caer vencido de sueño y dormir un par de horas hasta un poco pasadas las nueve de la mañana.

Desperté al oír un vendedor callejero gritar su mercancía. Tome mi baño matutino. Tuve varias erecciones y me emocionaba ver que mi pene estaba realmente derecho con una ligera curva pero bastante menor.

-Espera nene, ya viene Sara. Te la vas a comer rico. –le hablaba a mi pene como si fuera una persona.

Me limpié con más cuidado cual primera cita de amor y me puse mi mejor calzoncillo. Un calzón nuevo grisáceo corto que horma bien en mi cuerpo velludo. Era el preferido de mi mujer. Por un momento pensé en Alberto, el marido de Sara. Sera que antes ella le habría sido infiel? Aunque en este caso no se puede considerar así. No se trata de una relación como tal. Pero era como si lo fuera. Me confundía en esas divagaciones moralistas sin encontrar respuesta. Lo sentía por él, pero era imposible despreciar y no desear a su mujer. No quería yo estar en su sitio. Puro orgullo de hombre era lo que me hacía divagar. Me preguntaba si acaso mi mujer no haría cosas traviesas también. La voz de Sara entrando por la ventana me sacó de esas inútiles cavilaciones.

-Cuñisss… -gritó Sara

Mis latidos aumentaron el ritmo. El momento había llegado y fue cuando me di cuenta que yo estaba nervioso. Que el macho se asustaba un poco. Debía calmarme para funcionar bien. Recobré mi compostura, me asomé por la ventana y la divisé abajo. Estaba vestida con una blusa azul de tirantas y una falda negra que le daba por encima de las rodillas. El calor ya era abrazante.

Al entrar por la puerta, su mirada era relajada pero intensa. Su andar firme y decidido. Sabíamos que no era una mañana tan normal como las otras de los últimos quince días anteriores. Había cierta tensión en el ambiente que lo enrarecía.

-Listo?

-Claro, le dije simulando cero nervios.

Ella me miro de pies a cabeza. Reparó mi calzoncillo pero no dijo nada. Se metió en la alcoba principal. Se sentó al borde de la cama justo en el sitio en el que horas antes Paola había abierto las piernas para aplicarle el medicamente vaginal.

-Creo que aquí en la cama no es tan bueno para ti ahora que lo pienso bien. –dijo resuelta.

-Tienes razón. Es mejor que yo esté de pie y pueda controlar el movimiento.

-Exacto. Mejor yo me siento en el mesón de la cocina y tu quedas de pie. Te parece bien?

-Si. Buena idea.

Era raro tener esa conversación así. Parecíamos más bien dos personas planeando instalar unas cortinas en una casa o dos personas acomodándose para hacer un corte de cabello en un sitio improvisado que un hombre y una mujer a punto de tener sexo.

Sara se sentó encima de las baldosas del mesón sin quitarse una sola prenda de vestir. Medio abrió las piernas sin dejar que se desnudara más allá de sus muslos blancos y me pidió acomodarme frente a ella. Abrió aún más sus piernas. Me asió para que yo me adentrara contra su cuerpo. Yo aun con mi calzoncillo puesto acerqué mi pelvis hasta pegarla con su zona vaginal. Era perfecto para mi estatura afortunadamente. Mi pene quedaba justo por encima del canto superior del mesón apuntando directamente hacia su vagina. En realidad ya lo sabía porque numerosas veces había tenido sexo con mi mujer justo allí en la cocina sentando a Paola en el mismo lugar, pero no quise comentar esa infidencia con Sara innecesariamente.

Pude entonces sentir en mi pene el calor emanado de su sexo a través de las telas de nuestras respectivas prendas íntimas. Eso me predispuso y generó un leve respingo de erección pese a mis nervios y a la sobriedad con la que se habían manejado hasta ese momento las cosas.

Fui rápidamente a la alcoba y traje una franela limpia mía y la puse encima del mesón para que Sara se sentara y no posara sus nalgas directamente encima de las duras, frías y resbaladizas baldosas de cerámica blanca que recubrían al mesón.

-Sara una cosa antes de iniciar.

-Si, dime cuñis.

-Se supone que no debo ponerme condón idealmente. Algún problema si lo hacemos así?

-Si. Lo sé. También pensé en eso. No te preocupes. Vamos a hacerlo así si no tienes ningún problema claro está.

-No. No hay problema.

-Bueno. Bájate ese calzoncillo y sácala a ver.

Yo sentía todo esto raro, todo tan técnico y metódico pero no dejaba de excitarme de algún modo. No hubo ni caricias, ni besos, ni miradas morbosas. Yo me desnudé frente a sus ojos y mi pene aun medio fláccido saltó a su vista. Ella me lo miró sin morbo aparente de forma directa y me dijo que se veía mucho mejor que la última vez que lo había visto para curarme la herida superficial. Extendió la mano y me acarició el tallo de mi pene justo donde había estado antes una herida superficial más con actitud de examinadora que de amante.

-Ahora que sienta calorcito se va a poner duro. Vas a ver. –me dijo para hacerme sentir tranquilo

Sara con cautela metiendo sus manos por debajo de su falda algo replegada y sin bajarse del mesón se fue deslizando su prenda interior sin elevar la costura de la falda más allá de sus muslos. Por respeto yo trataba tensamente de no mirar sus partes para no incomodarla. Como por arte de magia su calzoncito blando de algodón lo tuvo en sus manos y lo colocó enrollado dentro de su busto por debajo de su blusa. El morbo me subió a la cabeza cuando tuve esa imagen frente a mí. Quería oler esa prenda sucia de su sexo y me excitaba saber que ya debajo de esa falda negra no había más barreas para mi verga que cobraba volumen despacio.

-Ahora ya la puedes meter. Sóbala en mi chuchita para que se endurezca y se meta solita en mi raja –sus instrucciones las decía con naturalidad. Sin emoción, pero con voz dulce.

Yo me alejé un poco para que ella pudiera ver mi erección. Quería neciamente que ella supiera que yo estaba muy excitado por y para ella.

-Caramba, ya lo tienes duro. Intenta meterlo despacio. Sin desespero. Tomate el tiempo que necesites y así me das tiempo a que yo lubrique un poco.

Yo, nervioso, seguía sus instrucciones. Sentía el calor de su chucha. Resbalaba mi miembro por su rajita con mis brazos apoyados a lado y lado de sus muslos afirmándome en el borde del mesón. Ella estaba sentada con sus piernas completamente abiertas y su falda replegada pero sin dejar acceso a mi vista. No pude ver su sexo. Olía su piel y el perfume del jabón del baño recién tomado. Miraba sus ojos negros relajados y seguros. Ella por momentos me miraba y por momentos me esquivaba. Me provocaba embestirla con desenfreno, besarla o acariciarle y comerle las tetas. Pero eso arruinaría todo. Ella se comportaba con actitud médica aunque su voz relajada me pedía que disfrutara para que se el sexo se hiciera placentero. Nuestros rostros estaban cerca y la respiración era jadeante en ambos.

Con la punta de mi verga exploré la geografía exterior de su vagina. Tenía vellosidades, aunque no abundantes y alcanzaba a rozar sus carnosidades tibias y blandas. Estuve así rozando y frotando mi verga por afuera de su vagina y ella cerraba los ojos por momentos. Pude empezar a hincar mi falo en la entrada de su gruta. Ella aunque no tan mojada estaba lo suficientemente lubricada como para permitir una penetración.

El silencio fue interrumpido estrepitosamente. Sonó su teléfono y al ver la pantalla me hizo señal de que hiciera silencio. Yo me asusté un poco al deducir por su conversación que se trataba de su marido Alberto. Intenté retirarme, pero ella me lo impidió con sus piernas. Dejó en espera a su marido al otro lado de la línea y se acercó al oído para decirme que siguiera haciendo todo sin parar que ella no demoraba nada.

Entonces emboné mi glande muy lentamente justo en la entrada y me detuve unos segundos hasta que ella colgó su llamada. Me sorprendió la tranquilidad y control con la que una mujer es capaz de engañar a su marido. Embestí con cuidado. Fui sintiendo como cada milímetro de mi pene iba resbalando en el calor de su concha tan facilito. Era una sensación novedosa que antes con la curva no podía tener. La fui metiendo. Sentí como resbalaba adentrándose en su carnosidad suave y calurosa. Llegue a tope y mis vellos púbicos se unieron a los de ella. Sara emitió un leve gemido y un jadeo ahogado al saberme totalmente penetrado en ella.

-Muy bien. Vas muy bien cuñis. Bravo. La metiste toda -me decía ya con voz pasita al oído.

Yo no podía creer que eso estaba ocurriendo. Todo era algo raro. Placenteramente raro.

-Avísame si sientes dolor, ardor o algo. Ahora intenta moverla. Sácala y métela despacio.

Mi rostro estaba cerca del de ella. Podía sentir el aliento de su boca de labios delgados y rosados. El jadeo era inevitable y mi pecho se juntaba un tanto contra sus senos abultados que siempre había morboseado. Su faldón tapaba mi zona pélvica y no podía ver mi pene ni su chucha. Pero la sensación de placer, de morbo y de calor físico era sensacional. La comencé a embestir despacio. La sacaba hasta más de la mitad y movía mi cadera para volverla a penetrar completamente. Con cada penetración sentía más humedad en su vagina. Sara gemía y jadeaba muy levemente. Entonces me atreví a preguntarle:

-Y tu Sara. Estas bien? Te gusta?

-Ah, ah, No soy de hie-rro hm cuñis. Ah, ah, soy de car-ne y hue-so, hm ah, ah. Claro que me da placer. Ah, ah, ah sentirlo den-den-ntro. Ah, si-si-gue asi. Hm, ah, hm, hm.

Escucharla jadear y ver sus pupilas dilatadas me dio ánimo y confianza. Comencé a embestirla un poco más rápido. Sara comenzó a gemir con más soltura. Sin embargo no perdía su cordura.

-No tan rápido cuñis. Es rico ah, ah pero despacio. A-a-acuerdate.

Yo bajé el ritmo con mucho esfuerzo. El morbo se me había subido a la cabeza y el cosquilleo era placentero. No sentía ni ardor ni dolor. El momento cúspide se acercaba. Yo sabía que estaba llegando al punto de no retorno. Sentía un regocijo al penetrarla tan cómodamente. Era la primera vez en mi vida que experimentaba esa sensación de efectividad al penetrar. Era la primera vez que mi pene entraba en una vagina solito, sin necesidad de tener que agarrármelo para dirigirlo hacia la entrada. Era la primera vez que podía embestir a una mujer moviendo mi cadera hacia adelante y hacia atrás y no hacia medio lado. Era la primera vez que la hembra estaba sentada de frente y no de medio lado para ayudar a que la curva de mi pene ingresara en su sexo. Era algo simple y obvio para alguien que toda su vida ha tenido un pene normal, recto, pero era todo un acontecimiento para alguien como yo. Mis emociones de felicidad y morbo estaban hirviendo dentro de mi cuerpo en ese instante. Sara tal vez no era consciente de eso. Pero yo se lo estaba agradeciendo mucho.

-Sara, me voy a venir-rrrrr

-Cuñis sácala. Échala en este vaso.

Me paso un pocillo de tono oscuro que tomó del portavasos que había justo a su lado izquierdo. Solo en el último instante saqué mi pene completamente mojado del gozo vaginal. Solo en ese fragmento mas por reacción accidental de ella al levantar sus piernas pude ver sin mucho detalle esa vagina rosada y algo velluda. Lo que vi me resultó hermoso y erótico.

Introduje mi pene en el vaso completamente y dejé que eyaculara en el interior del vaso. Sara me miraba a la cara mientras yo vivía mi orgasmo y tuvo tal vez el único gesto de cariño. Me acarició mi pecho velludo mientras yo jadeaba de placer contorneando mi cuerpo con cada pringo de semen que salía disparado contra el fondo del vaso. Un placer intenso recorría mi cuerpo y una leve sensibilidad diferente en el tallo de mi pene pude percibir cuando este se contraía para eyacular.

Solo después de notar que yo había recobrado un poco mi prestancia me preguntó.

-Todo bien cuñis? Te dolió o te ardió cuando te viniste?

-Nooo, no. Solo un poco de sensibilidad, pero nadita de dolor. Puro placer.

-Ya veo que no. Ja ja ja.

-Perdóname Sara, pero que chuchita tan rica tienes.

-Tranquilo cuñis. Me alegra que te haya gustado y que la hayas pasado bien. Pero sobre todo que tu verga funcione bien. Mi hermana ahora va a estar más feliz. Bueno hay que seguir probando claro está. Y bueno déjame decirte que se sentía rico. La moviste bien.

-Gracias Sara.

-Miremos el semen. No debe tener ni olor ni color raro.

Sara se bajó del mesón como si nada hubiera pasado antes, cual mujer haciendo un trabajo de laboratorio. Tomó el pocillo, se acercó a la puerta de salida al patio para tener buena iluminación. Miro al fondo del pocillo, lo acercó a su nariz y lo olió.

-Parece todo normal. Me pasas una cuchara pequeña por favor?

Le pasé una cuchara y ella la sirvió de semen. Lo observó a la luz por unos segundos con ojos de enfermera y hasta untó un poco en su dedo índice derecho para juntarlo con su pulgar pudo tantear su consistencia.

-Creo que todo se ve normal con tu semen. Míralo tú.

Yo lo vi, lo olí e hice lo mismo que ella.

-Si. Todo parece normal.

Me sentí aliviado, complacido y de alguna manera unido emocionalmente a mi cuñada. Era todo algo confuso. En ese momento supe que la forma de relacionarnos ya no sería nunca igual. Algo habíamos roto. Al menos en mi cabeza aunque tal vez no en la de Sara.

Se despidió apuradamente al caer en cuenta que estaba atrasada con sus deberes. Se lavó las manos en el lavaplatos con jabón de lavar loza, se secó con su falda y se marchó casi corriendo.

-Mañana vengo más o menos a la misma hora eh.

Tuve que pellizcarme para corroborar que no estaba soñando lo que acababa de suceder. Era el acontecimiento sexual más intenso de toda mi vida hasta ese momento. Pude relajarme y ocuparme en algunos quehaceres sin dejar de pensar ni un minuto que lo que paso y en lo que pasaría al día siguiente.

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Lo peor es cuando te pasas años planeando algo y se tuerce en el último momento. Aunque dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Eso es lo que me sucedió a mí, se me abrió una puerta al pecado y la lujuria.

Mi mujer y yo llevábamos años en lista de espera para poder veranear en el camping de moda. Desde que supimos que estaba embarazada de nuestra segunda hija, decidimos que sería el sitio ideal para las niñas. Un año más, habíamos vuelto a perder la esperanza de conseguirlo, pero a finales de julio quedó una vacante para agosto y nos llamaron.

El problema era que yo ya había hecho mi mes de vacaciones. Teníamos que dar una respuesta inmediata. Discutí con mi mujer todas las posibilidades, la forma de hacer lo mejor para nuestras hijas. Después de darle muchas vueltas, parecía haber una única solución posible.

– Cristina, esto lo hacemos por las niñas.

– Ya lo sé, Ismael, pero no voy a poder lidiar yo sola con ellas.

– Dile a tu madre que te acompañe.

– Entonces sería como cargar con tres crías.

– Inténtalo por ellas, yo estaré allí los fines de semana.

– ¿Te podrás apañar bien tú solo?

– Claro, hago los mejores bocadillos del mundo.

– ¿Y quién me va a hacer a mí cositas?

– Pues espero que nadie.

– A mí solo me empotra mi macho. Sabes que tenemos que ir a por el niño.

En aquel momento estábamos en una etapa muy sexual. En el poco tiempo libre que nos dejaban las niñas, buscábamos con ahínco un nuevo embarazo. El sexo con mi mujer siempre me pareció increíble. Había mucho amor y mucha química entre nosotros, estaba convencido de que la semana se me haría muy larga sin disfrutar de sus encantos.

La noche antes que se fueran, echamos un polvo de despedida brutal. Le encantaba que la pusiera a cuatro patas y me la follara todo lo duro que pudiera. Antes de casarme había estado con unas cuantas mujeres, pero ninguna con tanto vicio ni tan habilidosa en la cama. Además de cabalgar como una auténtica amazona, me hacía unas manadas que me dejaban seco.

Después de aquella sesión de sexo, estuve a punto de mandar a la mierda el trabajo e ir detrás de ella, hasta el fin del mundo, con tal de seguir manteniendo sexo diario con ella. Pero las obligaciones mandaban y me iba a tocar estar unos días alejado de mi familia. En mi último día de vacaciones, llevé a mis tres chicas al camping y volví con la tristeza de separarme de ellas y de tener que volver a trabajar.

Yo era redactor jefe en un periódico de tirada nacional. Me había costado llegar hasta ese puesto que me permitió dejar de pasar horas en la calle al pie de la noticia y me dio una buena estabilidad económica. Me gustaba mi trabajo, pero había días que se hacía muy pesado y solo pensaba en volver a casa junto a mi mujer. Con la faena acumulada tras las vacaciones y sabiendo que nadie me esperaba, el primer día acabé haciendo alguna hora extra.

Cuando llegué a casa ya era de noche. A esa hora ya solía estar siempre en la cama, pero ese día ni siquiera había cenado. Fui a la cocina a prepararme uno de mis famosos bocadillos y, a través de la ventana que daba al patio interior, pude ver a la vecina nueva. Según mi mujer, la chica acababa de romper con su novio y había alquilado un piso en nuestro edificio. Nunca me había cruzado con ella, era la primera vez que la veía y me causó muy buena impresión.

El día siguiente fue más o menos igual. Me volví a encontrar a las tantas teniéndome que preparar algo rápido que llevarme a la boca. Miré hacia la ventana de nuevo y ahí estaba la vecina. Pero lo que vi fue mucho más interesante que el día anterior. Apagué la luz para camuflar mi presencia y me quedé mirándola. Estaba tumbada en su sofá y, aunque estaba lejos, pude ver que no llevaba más ropa que unas braguitas negras. Dos grandes tetas al aire buscaban el inexistente fresco de una noche sofocante. Con la imagen de esos dos melones, me fui a la cama, deseando que mi mujer hubiera estado ahí para recibir la erección que acababa de tener.

El miércoles hubiera sido un día de trabajo igual que los dos anteriores si no fuera porque no me podía quitar de la cabeza las tetas de la vecina. Volví antes a casa, ansioso por asomarme a la ventana, pero no la vi aparecer hasta la hora habitual. Vi como cenba en el sofá y posteriormente se quitaba la camiseta y se estiraba para ver la televisión. Todo transcurría de la misma forma que la noche anterior, incluida mi excitación, hasta que se introdujo una mano en las braguitas. Se tumbó boca arriba y comenzó a masturbarse lentamente. Agazapado tras la pared, asomando únicamente los ojos por la ventana, no pude evitar sacarme la polla para pajearme a su ritmo. Con una mano entre sus piernas y la otra apretando uno de sus grandes senos, comenzó a gemir. Aunque ese sonido llegaba a mí de forma muy leve, fue suficiente para que descargara varios chorros de semen que pusieron la cocina perdida.

El cuarto día fue una mezcla de excitación y remordimientos. Aquello había sido lo más cerca que nunca había estado de engañar a mi mujer. Con esa carga de conciencia, aproveché la hora de la comida para llamar a Cristina.

– Cariño, ¿cómo va todo?

– Muy bien, mi amor, esto es genial.

– Me alegro mucho. Seguro que las niñas se lo están pasando en grande.

– Sí, pero te echamos de menos. Estamos deseando que llegue el sábado.

– Yo también. Tengo que volver al trabajo, muchos besos para las tres.

Realmente las echaba de menos, pero no pensaba en nada que no fuera volver a casa y tener la suerte de volver a disfrutar de un espectáculo como el de la noche anterior. Y así fue. La vecina estaba volviéndolo a dar todo en su sofá. En esta ocasión, incluso se quitó la ropa interior y, abierta de par en par, se masturbaba de forma frenética. Guiado por mis impulsos, sin pensármelo dos veces, me dirigí hacia su casa y llamé a la puerta. Cuando me abrió, la cubría únicamente una camiseta. No llevaba nada debajo, se le marcaban mucho los pezones.

– Buenas noches, soy Ismael, el vecino de enfrente.

– Buenas noches, yo soy Míriam. Conozco a tu mujer.

– Sí, lo sé, me ha hablado de ti, pero nunca nos habíamos cruzado.

– Pues no. ¿Sucede algo?

– Es que en mi habitación se escuchan unos golpes y me preguntaba si el ruido venía de tu casa.

– No lo creo, porque yo no he escuchado nada. Estaba en el salón, viendo una película.

– Será de otro vecino. Siento haberte molestado, si oyes algo o necesitas cualquier cosa, ya sabes donde estoy.

– Gracias, lo tendré en cuenta.

Fue un gran error por mi parte. Lo único que conseguí con esa mentira improvisada fue perderme un nuevo show erótico por su parte. El conocerla me puso todavía más cachondo. Además de tener un cuerpazo, era una joven muy atractiva y bastante agradable, pese haberla interrumpido en un momento así. Pero era mejor que comenzara a olvidarla, salvo que se me ocurriera un plan más elaborado.

Pasé el viernes entero pensando en cómo podía volver a establecer contacto con ella sin resultar demasiado descarado. Se me ocurrió algo que, como mínimo, la podría atraer a mi casa. Así que ese día no hice ni un minuto extra, me fui con la idea de poner mi plan en marcha de inmediato.

Había aprovechado mi mes de vacaciones para hacer bastante ejercicio, así que esperaba que mi buena forma me echara una mano. Cuando llegué a casa, fui directo a mi habitación y comencé a dar golpes en la pared desde la que supuestamente escuchaba los ruidos la noche anterior. Estuve golpeando hasta que llamaron a la puerta. Tenía que ser ella. Estaba sudando, así que me quité la camiseta para lucir bíceps, pectorales y unos incipientes abdominales.

– Hola, Ismael, he escuchado los ruidos que mencionaste anoche.

– Sí, yo también los oigo. Viene de mi cuarto.

– Pues son bastante molestos.

– ¿Quieres pasar para ver si entre los dos encontramos la causa?

– De acuerdo.

Míriam llevaba un top y unas mallas que le hacían un culo hipnótico. Me di cuenta de como se fijaba en mi musculatura, todo estaba saliendo a pedir de boca. Buscamos de donde podría provenir un sonido que, evidentemente, en ese momento no se escuchaba. Después de unos minutos, parecía decidida a volver a su casa.

– Míriam, ¿quieres tomar algo en lo que esperamos a ver si vuelve el ruido?

– No es necesario, no quiero molestar.

– No es molestia , mujer, somos vecinos y no sé nada de ti.

– Es que no hay mucho que saber. Tengo veintiséis años y soy aspirante a actriz.

– ¿En serio? Qué interesante.

– Debe de serlo solo para ti.

– ¿Por qué dices eso?

– Porque no me cogen en ningún casting. Y mi novio… bueno, mi ex no creía en mí.

– Supongo que os separaríais por eso.

– En gran parte, sí.

– Pues déjame decirte que él se lo pierde. Eres una joven preciosa y salta a la vista tu talento.

– Te lo agradezco mucho, Ismael. A veces hace falta unas palabras de ánimo, aunque provengan de un desconocido sin camiseta.

– Querrás decir de un vecino sin camiseta.

– Tienes razón. Tú también eres muy atractivo, por cierto. Tu mujer tiene suerte.

– Mi mujer no está ahora aquí.

– ¿Dónde está?

– Se ha ido de vacaciones con las niñas y me ha dejado aquí solo.

– Parece que a ti tampoco te valoran mucho.

– Los dos merecemos más.

Llegados a ese punto, estaba convencido de que yo era mejor actor que ella. Inconscientemente, mi vecina no dejaba de mirarme el pecho, los brazos, los labios. Poco a poco, me iba acercando y ella se mostraba receptiva. Se produjo un silencio durante el cual nos miramos a los ojos, hasta que nos fundimos en un apasionado beso.

La levanté por los aires y la senté en la mesa. Rodeando mi cintura con sus piernas, nos comimos la boca mientras explorábamos nuestros cuerpos con las manos. Le quité el top liberando sus tetazas. Sus duros pezones se clavaron en mi pecho, hasta que los sujeté con fuerza y me los llevé a la boca. Hice circunferencias alrededor de ellos con mi lengua, lamiendo sus generosas areolas.

Me desnudó de cintura para abajo y yo hice lo mismo con ella. Nuestras lenguas volvieron a entrelazarse y sus piernas se volvieron a aferrar a mis caderas. La levanté de la mesa y la llevé en brazos hasta mi habitación. Notaba sus fluidos empapar mi pene tieso, que iba dando golpes contra sus nalgas.

Al llegar a mi cuarto, la tiré sobre mi cama. Antes de que pudiera abalanzarme sobre ella, se sentó en el borde y me agarró la polla. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, justo antes de que se la metiera entera en la boca. Pese a su buen tamaño y grosor, mi vecina se la metía y se la sacaba sin pestañear. La apretaba entre sus carnosos labios y succionaba, provocando en mí descargas de placer que iban desde los testículos y recorrían todo el tronco hasta llegar a la punta.

La agarré del pelo para acompañar sus movimientos de cuello, mientras me la repasaba con la lengua de arriba a abajo, sin dejar de masturbarme. Probablemente era el morbo de lo prohibido, pero estaba gozando mucho más que con mi mujer, que ya era mucho decir.

Después de embadurnar por completo mi estaca con su saliva, se la metió entre las dos tetas y me masturbó con ellas, sin dejar de chuparme la punta. Aquello terminó con la poca resistencia que me quedaba y provocó que eyaculara en cantidades abundantes sobre su cara y sus tetas. Necesité tumbarme durante un buen rato para recuperarme de lo que acaba de suceder, pero ella no dejaba de besarme por todo el cuerpo.

– Míriam, lo haces mejor que mi mujer.

– Y te aseguro que no es lo único…

Continuará…

Hola morbos@s

Hola Vane

Hola Carlos como estas?

Bien gracias oye te puedo marcar?

Si claro

Pasaron los días prácticamente 1 semana o más y no me marco

Hola Vane

Hola Carlos

Que haces?

Nada en realidad estoy en la oficina, pero está tranquilo y tu?

Oh que bien, oye ando muy caliente manda pack no? Jaja

Jaja estas solo?

Si

Y porque andas caliente si coges diario eso déjamelo a mí que no tengo con quien desquitar las ganas

Jaja pues no se ya manda pack no?

Jajaja si tú me mandas algo para inspirarme lo pienso

*FOTO* – era su muuuuy erecto pene –

Órale de verdad estas caliente oye enserio tienes un muy buen pene

Jajaja si me di cuenta cuando viste que me desnudé esa vez que fuimos al motel los 4, tus ojos eran de sorpresa y dijiste “esa si es una verga” jaja

Jajja no mames enserio dije eso? Yo no tengo muchos recuerdos, tu si recuerdas todo?

Igual no recuerdo mucho, pero eso si no se me olvida y tampoco se me va a olvidar que coges muy rico

Jajaja no se vale mentir por convivir

Es real te mueves muy rico, si quieres repetimos jeje es broma, pero si quieres no es broma jaja

Jajja me la voy a creer jaja

Y como la chupas no inventes

Eso si te lo creo es mi especialidad jajja

Oye enserio hay que repetirlo apoco no quieres

No pues de querer si quiero, pero noooo ya dos veces jaja

Ah es cierto esa vez que nos fuimos con tu perrita verdad, ya Vane vamos

Esa vez fuimos porque estaban separados tu y Ely pero ya no, ni modo

Ándale Vane los 3 de regla

Estaríabien, pero noooo, mira para ayudarte con tu calentura porque si andas bien cachondillo jaja – le mande unas fotos de mis tetas

Asu que rico estar ahí pegado no mms están riquísimas ya Vane vamos a coger yo sé que tútambién quieres

Si ya te dije que sí quiero ganas no faltan, pero no puedo entiende

Se porque lo dices, pero no pasa nada

Jaja siempre te cachan estas bien wey y no quiero que esta vez sea conmigo

No, por eso quiero hacerlo contigo eres muy discreta

Ósea que nadie más te hace caso soy la últimaopción jaja mira que bien

No digas eso claro que no siempre te eh tenido ganas

De verdad? Desde cuando?

Desde la primera vez que te llevo Ely a la casa, te acuerdas? Ibas con una falda amarilla larga y una blusa blanca super escotada, se te veían unas tremendas tetas y un culazo que dije tarde o temprano lo tengo que ver sin ropa

Jajjawow si recuerdo, pero no lo note y mira que yo me doy cuenta cuando le gusto a alguien eres bueno para el póker entonces jajja

Si, pero dije no creo que me haga caso pues en ese entonces tenías novio

Jaja si de echo no te hubiera hecho caso en esos días

Ya Vane vamos solo una vez te lo pido y ya no vuelvo a molestar por favor solo dame chance una vez más y ya no te molesto

Ya te dije que no puedo

Bueno al menos dame un beso y ya con eso va

Mmm va un beso no se le niega a nadie jaja pero el pedo es donde porque no tengo tiempo más que en mi hora de comida y nos pueden ver

Pues en un motel y ya si pasa algo más pues ni modo

Jaja mira que abusado, no si entramos a un motel no me voy a detener soy débil jaja

Hay esta Vane vamos y si no quieres hacerlo está bien no hay problema, pero si quieres y yo sé que sí, pues lo hacemos solo una vez por favor

Tengo que pensarlo

Al día siguiente

Hola Vane entonces que, si vamos al motel?

Y dale con lo mismo, no pierdes la fe verdad jaja

No, contigo jamás

Nos pueden ver

Bueno, bueno ya no insisto, pero el beso si verdad

Mmm mejor no Carlos

Oye ya habías dicho que si, un beso no se le niega a nadie tú lo dijiste

Ok, ok si está bien solo 1 beso y ya –para mí los besos son más íntimos, he cogido sin besar porque solo es eso un palo y ya, en alguna ocasión hace tiempo no sé cómo, pero a mi llego el que las putas ósealas prosti no besan porque se enamoran, yo no es que me enamoré con un beso hace falta más que eso, sin embargo, es más íntimo y hay más conexión con la otra persona, sin embargo, esta vez dije porque no un beso nada mas

Se que Ely tiene a su amante y que a Carlos ya no lo quiere sin embargo siguen juntos así que eso me detenía mucho, pasaron másdías y seguimos texteando hasta ayer…

Vane mañana voy a rentar un cuarto y te voy a mandar la ubicación tu sabrás si llegas, no me voy a enojar si no vas, pero quiero tener la oportunidad de besarte solo eso

Hay Carlos no como crees

Ya está dicho descansa me sueñas porque yo voy a soñar con las tetazas que me mandaste

Ya no respondí hasta hoy que él escribió

Ya renté un cuarto, esta es la ubicación: ……..

Carlos como haces eso no inventes jaja

Solo dame esta oportunidad y ya no te vuelvo a molestar

Ya no respondí y se acercaba la hora de mi comida

Ey ya estoy aquí en el cuarto si vendrás?

No sabía que hacer digo ganas no me faltaban soy una mujer muy caliente y realmente si quería volver a coger con él y esta vez en una cama saber que tal coge, poder disfrutar de esa enorme verga y sin siquiera permitirme pensarlo más ya estaba ahí en la ubicación

Que habitación es?

Si vendrás? Es la 2

Acto seguido estaba entrando en la habitación, cuando me vio entrar no sabía ni que decir, yo entré, dejé mi bolso y voltee a verlo, él enseguida puso música y me dijo que quería escuchar, yo solo hice un gesto como diciendo que no me importaba, acto seguido después de poner equis cosa me acerque a él y nos besamos tan apasionadamente que enseguida empecé a humedecerme no separamos solo para quitarnos la ropa el me ayudo con el bra…

wow no las recordaba tan grandes que rico

Jaja es por la lactancia

Me das?

Claro

Se abalanzó a mis tetas y chupo como si no hubiera un mañana mmmriquísimo

Yo pude notar su erección pues estaba encima de él moviendo mi cadera de adelante para atrás, él seguía con boxers y no pude aguantar más me baje para poder ver su erección ahora sí con lujo de detalle, le baje los boxers un poco pero mejor se los quitó bien y yo también, él recostado con su vrga bien dura que puedo decir que le llegaba casi al ombligo y no la tenía ni tan delgada ni tan ancha para mí el tamaño perfecto, me subí a él con su verga entre mis manos y el culo bien parado, hice mi cabello a un lado para poder comerme semejante polla con mi lengua recorrí desde sus huevos hasta la punta de su pene varias veces, él sujeto mi cabello con una mano.

Te puedo grabar?

Nooooo

Con tu teléfono y después lo borras es que no te imaginas como te vez, eres realmente sexy por favor

No, calla y disfruta

Me metí su verga hasta el fondo de mi garganta lo más que pude, pensé que ya había perdido el toque, pero no jajaja la pude meter hasta el fondo solo podía escuchar como muy despacio decía “no mames que rico” y yo arremetía cada vez más rápido mojando bien su verga con mi saliva, pero no quería que acabara ahí así que me subí y puse su verga en la entrada de mi vagina, pero sabía que ese monstruo iba a doler así que lo hice lento poco a poco fui bajando para que entrara bien

ah no mames Vane estas muy apretada

O mejor dicho tú la tienes muy grande

No nono esto no lo había sentido que rica estas

Mientras nos comíamos la boca hasta que por fin lo pude tener dentro de mí, dolió un poco y es que no había cogido desde hace mucho no me habían penetrado.

Mmm que bien se sentía tenerlo dentro de mí, me levanté dejándole a la vista mis enormes tetas él enseguida las tomo y yo empecé a ir cada vez más rápido gimiendo de placer pues su miembro llegaba al punto exacto donde yo más rico podía sentir, no dejaba de moverme mi cuerpo estaba actuando por sí mismo ante tal satisfacción, era una delicia, mientras él con una mano estimulaba mi clítoris yo me hice para atrás apoyando en mis manos en sus piernas como si formara un arco y no dejaba de moverme ahí fue cuando tuve mi primer orgasmo no pude contener el grito de placer, me desplome sobre él y me beso pero siguió moviéndose cuando yo pude recobrar el aliento le dije “ven de a perrito”

Me puse de a perrito con las piernas abiertas, el culo bien parado, el rostro sobre las sábanas y las manos extendidas sujetando el borde del colchón, él me penetró muy lentamente y pude sentir cada centímetro de él dentro de mí fue algo delicioso me sentía llena.

Siguió embistiendo y yo gozando, mientras me embestía moje mis dedos con saliva y empecé a tocar mi clítorisél se dio cuenta

Si que rico me encanta que lo estes disfrutando

Aja… si… mmmm

Si quiero que te corras sii

Salió de mí y empezó a comerme la cuca yo me deje hacer pues lo hacía realmente bien, acerco su pene a mi cara y yo sin pensarlo lo volví a meter en mi boca mientras el me masturbaba yo lo chupaba tenía sabor a mí, a mis jugos a sexo, algo delicioso, me recosté boca arriba y ahora me penetro así mientras yo seguía tocando mi clítoris el subió mis piernas y logre sentirlo más dentro de mi cuando por fin pude correrme chorreando todo y el salió de mi para también echar su leche, su semen me llego hasta el cuello ambos gimiendo de placer al por fin liberar el deseo que tantohabíamos reprimido.

Había pasado Navidad, el estrés de las compras, la congestión vehicular en Bogotá, la lluvia constante y el estrés del trabajo debían ser reemplazados por una salida donde el clima permitiera colocarme un bikini, meterme en una piscina y tomar algunas cervezas. El problema de trabajar en una aerolínea es que los descuentos que tengo en tiquetes me dejan sujeta a cupo, igual que a mi esposo. Pues bien, todos en Bogotá pensaron lo mismo, lo vuelos estaban muy llenos, no nos fue posible viajar en los primeros vuelos y poco a poco nos íbamos quedando a los de más tarde. Al final solo uno podría viajar sobre las 3 pm y el otro debía esperar si en el de las 7 habría cupo.

Yo tome el vuelo de las 3, pues las reservas de hotel estaban a mi nombre y debía mostrar mi tarjeta de crédito con la que había pagado. Me despedí de mi esposo y abordé. A mi lado se sentó un chico de unos 21 años, quien se había dado cuenta de que había tenido que separarme de mi esposo.

– Hola, como estas? – Lo volteé a mirar sin decir nada. – Disculpa, es que noté que tuviste que despedirte de tu pareja y me preguntaba el porqué, yo tuve que viajar solo, ya que mi madre no alcanzó a llegar al aeropuerto. – Seguí mirándolo sin decir nada mientras me preguntaba que rayos tenía que ver conmigo. – Es que ella no viaja seguido y no sabe que debe hacer para que la pasen al siguiente vuelo, ¿Podría tu esposo ayudarle? Ya que van a tener que hacer el mismo tramite.

T: Ah ok – respondí por fin. Le expliqué lo que debía hacer y antes de despegar el chico trato de darle las indicaciones a su madre, pero mientras le decía a ella noté que no le iba a ser tan fácil. Estábamos próximos a despegar y tendría que apagar el teléfono, así que le di el número de mi esposo para que ella lo llamara después de textearle para que no se le hiciera extraña la llamada.

M: Mucho gusto, Manuel, muchas gracias por tu ayuda – Se presentó y se preparó para el despegue -Tatiana – Le respondí. Pude notar que apretaba sus manos demasiado contra los apoya brazos de su silla. Parecía nervioso y miraba para todos lados cuando había algún ruido del avión.

T: ¿Es la primera vez que viajas en avión?

M: Si, ¿se nota?

T: Solo un poco. No te preocupes, trabajo en esta aerolínea, si algo malo pasa te lo diré – Y traté de calmarle los nervios durante todo el vuelo distrayéndolo mientras conversábamos.

Al llegar, su padre lo esperaba en el aeropuerto, se ofreció a llevarme a mi hotel, lo cual acepté. Al llegar al hotel, lo primero que hice fue ponerme mi bikini, salir a la piscina y comprarme algunos cocteles. Me recosté boca abajo en esas sillas playeras y solté la parte de atrás del bikini para broncearme. Pensé en recibir a mi esposo un poco ebria y poco a poco los cocteles comenzaron a acumularse en mi cabeza. Me levanté y me metí al agua para refrescarme y me iría a la habitación. La música sonaba con un alto volumen, pero no era música bailable, era música bastante sugestiva. Estuve allí unos minutos hasta que..

M: ¿T0atiana? – Voltee a mirar sorprendida de quien podía conocerme – Hola, soy Manuel.

T: Ah hola, ¿que haces acá? – Pregunte un poco desconfiada.

M: Quería agradecerles que ayudaron a mi madre y les traje esto – Sacó de su mochila una botella de whiskey

T: Oye muchas gracias, no era necesario – Miré el reloj y me di cuenta que faltaba poco para el vuelo de mi esposo, así que lo llame. Manuel aún estaba allí cuando escuchó que tampoco en ese vuelo podría viajar y que tendría que esperar al del día siguiente.

M: Oye lamento lo del viaje de tu esposo.

Estuvimos charlando un rato, pues ya que, ya no tenía a que subir a la habitación a arreglarme, para seguir sola prefería estar en la piscina. Además, la música era bastante erótica y estaba buscando con Shazam varias de ellas, yo tengo una playlist de ese tipo de música que reproduzco cuando estoy en plan romántico con mi esposo y estaba ampliando el repertorio. Música tipo “The Thrill is Gone – B.B. King, Tracy Chapman” y “Fall of the House of Death – Marilyn Manson” sumado a los cocteles me había puesto a volar la cabeza y comencé a fijarme de manera diferente en aquel chico, tenía un buen cuerpo, era moreno, cuerpo marcado y cada que salía de la piscina lograba ver sus nalgas cuando su pantaloneta mojada se pegaba a ellas, lo que pronto me hizo pensar en si su verga también se le podría ver. Traté de verla un par de veces, pero no lo lograba, lo que sí estaba consiguiendo era excitarme poco a poco. Cuando me di cuenta, estaba buscando alguna manera para acércame a él y debajo del agua pasar mi mano de manera disimulada para rozarlo, inevitablemente subiría a mi habitación a masturbarme, al menos eso fue lo que tenía en mente.

T: Es hora de irme – di un ultimo sorbo para desocupar mi copa mientras le decía adiós con la mano.

M: Sabes que eres muy bella, ¿No? – Me preguntó y me abrazó por la espalda.

Puso su pene entre mis nalgas, la poca tela me permitió sentirla totalmente, estaba dura y se acomodó fácilmente entre mis cachetes.

T: Gracias – Respondí asustada y traté de retirarme, pues no esperaba que hiciera eso.

M: Deberías invitarme a arriba – Dijo mientras me sostenía con fuerza, evitando que su bulto se separara de mi cola. – Mira lo que lograste.

T: ¿Lo que logré? – Como pude giré para quedar frente a frente y lo miré con cara de desagrado.

M: ¿Qué crees, que con esa forma de provocarme se iba a quedar pequeña? – preguntó asegurándose que yo supiera que se había dado cuenta de todo.

T: Lo siento, mi intención no era….. – traté de disculparme apenadamente pero me cerró la boca con un beso, puso uno de sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó, con lo que nuevamente sentí su verga dura sobre la parte baja de mi vientre.

No pude resistir la escena, no se trataba solo del chico, la excitación que tenía, que no era poca, se había disparado aún más por estar siendo besada en una piscina, con un abrazo alrededor de mi cintura de manera dominante y mientras sonaba de fondo “Cold Pizza – Gregory David”, perdí el control de mi cuerpo y ahora no solo le correspondía el beso, sino que movía mi pelvis al ritmo de esta canción, lo que evidentemente Manuel pudo notar, dejo de aprisionarme para posar su mano en mi cadera, sabía que ya no me iba a escapar.

Sin decir más, lo tomé de la mano y lo saque del agua, como pude tomé las cosas en la otra mano y lo llevé al ascensor, habían 2 niños y su madre allí, lo que hizo que sin hablarnos nos dirigiéramos con Manuel miradas entre sus labios y sus ojos, podía ver en ellos la morbosidad con la que disimuladamente recorría mi cuerpo, iba por mis caderas y de repente se mordía el labio con los colmillos y levantaba su mirada hasta mis ojos, con los que sin preguntarle, sabía que estaba imaginando todo lo que me haría y eso me ponía muy caliente.

Al entrar a la habitación, me puso contra la pared, dejando mi espalda y nalgas (a las que todavía le escurrían algunas gotas de agua), se apoyó sobre mí, haciéndome sentir nuevamente su dura verga entre mis nalgas, sus dos manos pasaron por debajo de mis brazos y me agarro las tetas.

T: Quítate esto – Le pedí mientras mis manos buscaban el cordón que evitaba que le bajara la pantaloneta, hizo caso y la dejo caer hasta el suelo. Luego soltó las tiras de la parte de debajo de mi bikini que se amarran de los costados, lo arrancó e hizo lo mismo con la parte de arriba. Me empiné un poco para que pusiera su pene entre mis piernas y comencé a moverme. No lograba metérmelo, pero su miembro rozaba con mi clítoris, se deslizaba tan suavemente que imagine que estaba empapado en mis fluidos, lo que me encantaba. Tenía una de sus manos en mi cadera y la otra en mis tetas, me besaba la oreja y me mordía el cuello, eso me excitaba demasiado, me sentía como en las novelas de vampiros y en ocasiones deseaba que me enterrará sus colmillos también.

Pasaron unos minutos así, a pesar de que me estaba haciendo sentir delicioso yo quería que me la metiera toda y como él no tomaba la iniciativa (tal vez porque estaba disfrutando como estábamos o porque no se le ocurría), pues lo hice yo, llevé una mano hasta su verga y la acomodé apuntando a la entrada de mi vagina, esperando que de una sola estocada me la clavara, pero él se retiró, me llevó de la mano a la cama.

T: Espera, tengo ganas de algo – Aproveché la pausa – Ok Google, reproduce “You Don’t Love Me – Dawn Penn”- le ordené a mi celular después de encender un parlante BT.

Manuel me acomodó en la cama en 4. Se hizo detrás mío y comenzó a rozarme de nuevo con su pene.

T: O me la metes o te largas – Le rogué prácticamente para que me hiciera suya. Así lo hizo, apunto con su arma a la entrada de mi vagina y con lo húmeda que estaba entró hasta el final. Por fin me sentí llena, comencé a moverme al ritmo de la canción, y él me siguió. Le hacía falta ayuda para iniciar, verme en 4, con su verga dentro mío era la motivación que necesitaba. Comenzó a moverse frenéticamente, bruscamente, sus testículos golpeaban con fuerza contra mi. Puse mi mano hacia adelante para evitar caer sobre la cama. Me agarró de las caderas para aumentar su fuerza de entrada.

T: Ooohh, que rico, eso es lo que quiero, aahhhh, siii. – gemía yo ante el placer que esa joven verga me estaba dando. Me estaba llevando al éxtasis, estaba fascinada, la falta de experiencia la compensaba este chico con energía. Yo apretaba las sábanas, ponía mi frente contra ellas, después de un par de corrientazos la levantaba, lo que Manuel aprovechaba para agarrarme del pelo. Poco a poco llegue a primer orgasmo, esto era el cielo. El chico seguía su frenético movimiento, empezaba a agitar la respiración, lo volteé a mirar y tenía los ojos cerrados, su verga se empezó a hinchar, y cuando sentí esto me detuve, me di la vuelta y me acosté mirando hacia arriba. Le abrí las piernas y le hice con mi dedo índice la señal de que se acercara.

Se acostó sobre mí, me besaba el abdomen y pasaba sus manos por mis piernas. Subió con sus labios a mis tetas y se dedico a lamerme muy bien los pezones. Hacia tiempo para relajarse un poco, ya que estaba por terminar, pero no puedes dejar que se enfríe la situación, pensé yo, así que le tomé una mano y la llevé a mi vagina. El entendió y comenzó a masturbarme con 2 dedos sin dejar de chupar mis tetas, cuando los tuvo bastante mojados los metió, mientras tanto yo le pasaba mi mano por su pene, suavemente, sin la intención de hacerlo eyacular, me gusta sentir un buen pedazo de carne en mi mano. Me comenzó a llevar nuevamente hacia el orgasmo, los corrientazos que hacían estremecer mi cuerpo se volvían más seguidos, por lo que le pedí que me la metiera de nuevo.

Nuevamente hizo caso, se ubicó entre mis piernas, la cama era muy baja como para que él lo hiciera de pie, así que se acostó sobre mí, una de sus manos me tomaba de una de mis tetas, con la otra se apoyaba en la cama, así que nuevamente lleve mi mano a su verga y la puse en la mi entrada. Me la clavo de un solo empujón y se dejó caer sobre mí, cerré mis ojos y me dedique a disfrutar, recuerdo muy bien que en ese preciso momento sonaba “What Love You Can – Kingdom Come” por lo que sumado al típico misionero en el que estábamos fue un momento muy muy sensual. Mis sentidos estaban suprasensibles, escuchaba todo, sentía todo, cada centímetro de ese pene lo disfrutaba en su camino hasta el fin y de regreso, el aire de cada respiro que salía de su boca rozaba mis orejas, sentía entre mis manos como sus nalgas se apretaban y endurecían cada vez que me entraba su verga.

T: Si te detienes te mato – se me ocurrió decirle al oído mientras mi orgasmo comenzaba a desarrollarse. Movía mis caderas cada vez más rápido, hasta que llegó el momento, inicio ese corrientazo del orgasmo, dejé de escuchar y de sentir cualquier cosa que no fuera esa sensación, Manuel no se detenía, había entendido con el movimiento de mi pelvis que me tenía a punto. No paraba tampoco la sensación aquella, se intensificaba cada vez más, ooooohhh por Dios, que rico, aaahhh, creo que le solté las nalgas y me aferre a las sabanas de nuevo, como si me fuera a caer, siguió el orgasmo, hace mucho no sentía un orgasmo tan largo e intenso como aquel, puse mis manos en la espalda de aquel chico, y mis dientes en uno de sus bíceps le marque la espalda y su brazo en la intensidad del orgasmo que estaba teniendo. Cuando acabó aquella sensación y comencé a relajarme fue el turno de Manuel, quien comenzó a venirse. Sentí que su esperma inundaba mi interior mientras me apretaba fuertemente una de las tetas, su otra mano estaba entre mi pelo y mordía mi cuello.

Al finalizar, solo se dejo caer rendido sobre mí, puso su cara sobre mi pecho y su respiración agitada recorrían mis pezones. Duramos algunos minutos totalmente inmóviles, sentí como su verga comenzaba a perder tamaño aún dentro de mí, como su semen dejaba su textura espesa y salía de mi hasta caer en la cama. Se escuchaba “Tennessee Whiskey – Chris Stapleton” en el fondo de la habitación.

Nos levantamos, me vestí y le pedí que se fuera.

M: Ya que tu esposo no llega esta noche, yo te haré divertida la noche – Me dijo suponiendo que tenía algún tipo de derecho. Solo le abrí la puerta y esperé que saliera.

Tomé un baño mientras sonreía recordando como tenía que guiarlo. Revise mi celular y tenía algunas llamadas perdidas de mi esposo y una nota de voz que decía que finalmente si había podido viajar. Para el momento en que lo leí su vuelo estaría por mitad de camino, así que tuve tiempo de organizar todo, maquillarme y arreglarme con ropa interior de encaje que tenía lista solo para él, al final, había recibido una dosis de energía que usaría con alguien que sabe coger muy bien.

Más de dos años y medio de relación pasan factura. Nos conocimos como se conocen ahora la mayoría, por una app. Todo fue genial, no fue el primero, pero ahora sé que fue mi gran amor.

Con 24 años en ese momento yo vivía con mis padres. Él con 29 ya tenía su propio piso. Por lo que enseguida comencé a pasar allí la mayoría de los días y a los pocos meses ya vivíamos juntos.

Todo era perfecto. Una relación idílica. Roberto era un hombre increíble. Terminé mis estudios y comencé a trabajar. En la cama… bueno era genial. Creo que fue lo que me hizo enamorarme de esa manera. Había encontrado a un hombre que no sólo era buen amante, también era morboso y sin miedo a probar cosas. Era la primera vez que hablaba con alguien de sexo como quien habla del tiempo. Algo impensable comparado con las anteriores relaciones.

Pero la monotonía, la casa, los trabajos… poco a poco la llama se fue apagando. Yo tengo claro que fue él. Pero seguro que su versión es distinta, da igual… el caso es que la cosa fue en picado.

Y pasó lo que pasa cuando te descuidan. Alguien llegó, un viejo amigo. Ese con quien no has tenido nada, pero sabes que siempre ha querido. Ese que se interesa por ti, te pregunta, está ahí… y eso pasó. Cuando Robert no estaba, estuvo él. Las conversaciones por WhatsApp pasaron a llamadas después de enfadarme con mi novio. Llegó el primer café, la segunda cerveza y el primer polvo.

Solo fueron dos o tres veces, quizás un par más. Yo tenía claro que no sentía nada por ese amigo, pero me sentía muy sola y él me comprendía. Roberto parecía que le daba igual que yo saliese “con mis amigas”. Lo que conseguía que yo fuese más enfadada a mi cita y acabase desquitando mis frustraciones con otro.

Pero, aunque parecía que no se daría cuenta nunca, si lo hizo. En medio de una discusión me dijo que lo sabía. Que ya no podía más y que quería dejarlo. La pelea se caldeo más y acabamos echándonos en cara todo lo posible. Hasta que le mandé a la mierda, recogí mis cosas y me fui de su casa.

Volver a casa de los padres después de una ruptura tiene sus ventajas. Pero subir la autoestima no es una de ellas. Al principio, cargada de odio y decepción fue casi más fácil. Pero el enfado fue bajando y comencé a echarle de menos. Le había bloqueado de todos los medios posibles y él a mí. Me vino bien durante los dos primeros meses para no caer en la tentación. Pero si había algo que era superior a mí, era callarme las cosas. Y tenía mucho que decirle.

Tiré de nostalgia y le escribí una carta. Le dije de todo. Le expliqué porque tenía la culpa de que lo hubiéramos dejado. Pero no hubo respuesta.

Aguanté dos meses más, pero la duda de no saber si había recibido mi carta se hizo una bola cada vez más grande en mi cabeza. Envié otra, está vez solo quería hablar y dar por cerrada la relación, lo necesitaba para seguir con mi vida. Pero le dio igual. Pasó de mí y de mi bienestar, dejándome sin respuesta.

Para entonces yo ya había conseguido seguirle en RRSS con perfiles falsos. Aunque él nunca publicaba nada, veía sus nuevos contactos, mujeres… lo que no me vino muy bien para controlar mi ansiedad.

Entonces llegó el día. Una tal Nadia le etiquetó en una foto. Reconocí el restaurante en cuanto lo vi. Allí habíamos estado nosotros celebrando nuestro segundo aniversario. La sangre me ardió. La foto era reciente, solo había dos copas de vino, acababan de sentarse a cenar. Un impulso me hizo pedir un taxi, tenía que verlo con mis propios ojos.

Me deshice del pijama y me vestí corriendo mientras llegaba el taxi. Increíblemente tuve tiempo de maquillarme y ponerme el pantalón que mejor culo me hacía y un buen escote. No iba a dejar que mi ex me viese hecha unos zorros. Me despedí de mis padres diciendo que había quedado con una amiga y bajé a esperar el taxi.

Mis nervios eran como un timbal resonando en mi pecho. No por no saber que decir a mi ex. Aún no había pensado esa parte. Mi corazón salía por la boca pensando en llegar antes de que acabasen la cena, no quería perder esta oportunidad. Era la noche, no sabía de qué, pero esa era la noche.

Apretando un acelerador imaginario llegamos al restaurante. Cuando vi su coche aparcado en la puerta los nervios cambiaron de razón. ¿Qué iba a hacer? No tenía ni idea. Pero por suerte ellos salieron en ese momento del restaurante, bien acaramelados cogidos de la mano. Vi como le abría la puerta a esa niñata esmirriada y como arrancaba el coche. Tenía más tiempo para pensar que hacer mientras los seguíamos.

Me costó un poco convencer al taxista, por lo visto no es tan fácil como en las películas que persiga un coche. Le dije que era mi pareja y que estaba embarazada de él. Que necesitaba saber si me era infiel. Parece que se apiadó de mí y le seguimos… hasta su casa…

Vi como entraban tan juntitos, tan … empalagosos. ¡La había llevado a mi casa! ¡La que había sido mi casa durante más de dos años! ¡A esa cualquiera! ¿Qué coño había visto en esa morena? Esa niñata que iba de diva con ese vestido ajustado. ¿Qué pasa que no tiene frío? La muy zorra le daba igual cogerse una pulmonía con tal de lucir escote. ¿Por esa putilla me había cambiado?

– Señorita, yo no tengo problema de seguir esperando, pero el taxímetro sigue corriendo…

Era cierto, la factura ya era más que importante y los números no dejaban de subir rápidamente aún estando parados. No me quedó otra que pagar y bajarme.

¿Qué coño estaba haciendo? Allí, sola en mitad de la fría noche, frente la casa de mi ex. Estaba claro que él ahora se estaría follando a aquella tetona asquerosa. Seguro que eran de mentira. Era muy delgada para tener esas tetas naturales. ¡Con ese maquillaje de putón! Y yo allí, muerta de frío. ¿Llamaba a la puerta? Cómo iba a hacer eso… con ella allí… ¿Y si se quedaba a dormir con él? Era un miércoles, mañana se trabaja… ¿No tiene casa esa zorra?

Al menos pasaron dos horas, helada de frío sentada en un banco mirando la puerta. Todo ese tiempo podría haberlo usado para decidir que hacer. Pero mi mente solo era capaz de pensar en mí ex follando con esa morena de piernas largas. Lo que le estaría haciendo, todo lo que me hacía a mí… Haciéndola gritar de placer, dejándola con las piernas temblando…

La puerta se abrió por decimosegunda vez. Esta vez no era un vecino, era ella. Vi como caminaba hasta un coche aparcado. ¿Andaba raro? Seguro que el cabrón de Roberto la había dejado reventada… Arrancó el coche y se fue.

Era ahora o nunca. Había pasado la noche fuera de casa, muerta de frío. Y no iba a ser solo para esperar a que mi ex echase un polvo. Fui hasta la puerta y llamé. No sabía que decir, por suerte, no hizo falta. El confiado de mi ex abrió sin preguntar.

Subí hasta nuestra casa, bueno ahora la suya, donde se follaba a cualquier guarra. La puerta estaba abierta. Seguro que pensó que era la tal Nadia que se había dejado algo. Entré y le vi de espaldas. Solo llevaba el pantalón, su espalda lucia desnuda mientras servía una copa de vino de una botella a medias.

– ¿Qué te has olvidado, preciosa? ¿O es que ya me echas de menos? – dijo sin girarse.

– Tenemos que hablar. – fue lo único que se me ocurrió contestar.

– ¿Isa? ¿Qué coño haces aquí? No tengo nada que hablar contigo. Vete por favor.

Tardé mucho, muchísimo en convencerle para que me escuchase. Casi mejor, pues no tenía ni idea que iba a decirle. No sabía ni la razón que tenía para estar allí. ¿Quería volver con él? No… quería cerrar esa etapa de mi vida y necesitaba hablarlo con él. Me lo debía, por todo el daño que me había hecho.

Con más mano izquierda que nunca le convencí a hablar 10 minutos conmigo. Me senté en el sofá, mientras él se ponía la camisa, pero la dejaba abierta. ¿Intentaba seducirme?

– 10 minutos, Isa. Deja de mirarme y empieza.

¿Qué coño se creía? ¿Tan bueno se piensa que está? Sí… tenía un aire sensual con el pecho al descubierto y la copa de vino en la mano. ¡Vino! Una copa me vendría bien.

– ¿Te importa si me tomo una copa?

Él se limitó a levantar los hombros y se sentó en el sillón que estaba frente a mí. Rellené la copa que estaba vacía sobre la mesa y la bebí de un trago. Entonces caí en la cuenta que estaba bebiendo de la copa de esa mujer. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Nunca había tolerado muy bien el vino, debía ser eso.

Comencé a hablar. La conversación fue casi un monólogo. No estaba acostumbrada a eso. Él siempre me rebatía, pero me estaba dejando hablar a mí sola. Fui pasando de un tema a otro. Le dije todo lo malo que había hecho. Que era su culpa que yo hubiera caído en brazos de otro hombre. Lo mal que lo había pasado. Él no hablaba, solo me miraba mientras lo hacía yo y volvía a rellenar mi copa, la de esa morena, Nadia…

Su falta de confrontación y el alcohol me hizo rebajar mi enfado. Comencé a hablarle con más autocontrol, o menos … le dije lo que le echaba de menos. Qué sabía que había otra mujer. Que no le había olvidado…

– … yo no he estado con nadie desde que lo dejamos. Porque aún te quiero.

Al escuchar mi voz diciendo eso algo se rompió en mí. Su maldita cara de chulo se elevó al cubo. Esa chulería que tanto me fastidiaba cuando discutíamos y tanto me ponía cuando jugábamos…

– Bueno, ya lo tuviste antes de dejarlo. Ya no somos pareja. Puedo estar con quién quiera.

– Sí, sí, lo sé. Y yo también. Puedo follarme a quien quiera. Ahora mismo podría estar follando, pero no quiero. – le dije, tratando de igualar su chulería.

– Pero estás aquí… – contestó mirándome como él sabía.

– Sí. Porque necesitaba hablar contigo.

– Pues ya has hablado. ¿Por qué sigues aquí?

Sus ojos amenazaban con desnudarme. ¿O era cosa mía? El sexo siempre había sido nuestro vértice en la relación. Le había atacado, había apelado a sus sentimientos por mí, le había dicho que le quería… ¿y si probaba otra estrategia?

– Me han dicho que hay rupturas que necesitan despedirse más… íntimamente… para poder cerrar heridas y seguir adelante. – le solté, con mi mirada de femme fatal.

– ¿Estás diciendo que quieres follar conmigo?

– Bueno… dices que se acabó. Si no sientes nada por mí, no veo ninguna razón para no echar un polvo y así poder cerrar este capítulo de nuestra vida.

– ¡Jajajaja! Isa… estás muy mal. No voy a follar contigo. Ni siquiera debería haber dejado que entres en mi casa. No confío en ti.

– ¿Cómo que no confías en mí? ¡Hemos sido novios tres años!

– Estas mal, Isabel. Mal de la cabeza. Necesitas ayuda. Y no, no me fío. Me has escrito diciéndome de todo. De hecho, has empezado tu discurso culpándome de ser prácticamente el diablo. ¿Y ahora quieres que te folle? ¿Para qué? ¿Para luego decir que te he violado?

– ¿De verdad crees que yo haría eso?

– Sí. Después de todo lo que he vivido contigo, lo creo. Y tal como están las cosas, ahora hace falta un contrato para echar un polvo. No quiero problemas en mi vida.

No me podía creer lo que me estaba diciendo. Era una tontería. No quería por la zorra esa. Por la tal Nadia. Entonces lo tuve claro. Si conseguía que follase conmigo habría roto la magia con esa mujer. Dejaría de verla de la misma manera, le entrarían dudas. Yo era mejor que ella en la cama. Más caliente, más pasional, más guarra. ¡Tenía que hacerlo!

– Lo firmo.

– ¿Qué dices?

– Que lo firmo. Si te quedas más tranquilo, escribimos un papel donde doy mi consentimiento. Me parece una gilipollez, pero si así consigo que confíes en mí.

– Que no, que pasó. Luego dices que lo has firmado bajo coacción o yo que sé. Que no. Vete. Por favor, vete.

– Hago una declaración en un vídeo. Así se ve claramente que no hay coacción ni leches. No te preocupes que dejaré bien clarito las ganas que tengo de follar contigo. – le dije con voz sensual.

Vi en su rostro como sopesaba la idea. Dentro de nuestras muchas fantasías, grabarme y hacerme fotos le encantaba. Aún debía tener una buena colección porno mía. ¿Se masturbará viendo mis fotos?

– ¿Y cómo vas a hacer para que no quede ninguna duda? – me dijo, notando en su cambio de actitud que entraba en el juego.

– Sabes que soy muy convincente. Y si no te parece suficiente, siempre puedes ordenarme añadir lo que quieras al vídeo. – le dije, mordiéndome el labio al terminar.

Lo pensó por unos segundos y fue a por su móvil. Vi como contestaba unos mensajes antes de volver a sentarse en su sillón. Mi corazón latía a mil. Estaba a punto de grabarme reconociendo que deseaba follar con mi ex. Y él contestando a alguna zorra. A la tal Nadia seguro….

– Bien. Vamos a intentarlo. Pero si veo que el vídeo no me convence, te vas y no vuelves a molestarme.

– No te preocupes, se lo que te gusta.

Apuntó con su móvil hacia a mí y terminé mi copa antes de empezar a hablar.

– Me llamo Isabel González López y he venido a casa de mi ex, Roberto García Estévez, porque quiero follar con él. Con este video quiero dejar constancia e intentar convencer a mi ex para que me folle como solo él sabe.

En sus ojos vi lujuria. Lo tenía hecho. Sabía lo que le ponía tenerme así de desesperada. Que reconociera que le deseaba. Pero en cambio, no dejó de apuntarme con el móvil, seguía grabando.

– ¿Estás diciendo que quieres que tu ex te folle?

– Sí. – contesté mirando a cámara y pasando mi lengua por los labios.

– ¿Sabes que acabo de follar con otra hace menos de media hora y quieres que te folle?

Un odio visceral recorrió mi cuerpo. Y no sé porqué razón se fue a quedar justo en mi sexo. Sentía un calor en aquella zona. Los celos me mataban, pero estaba cachonda.

– Sí. Sé que acabas de follarte a otra. Y eso me pone aún más cachonda. – le dije, mirándole a sus ojos tras el móvil.

– A otra no. Tú eres la otra. La que ha venido aquí a bajarse los pantalones ante su ex suplicando un polvo. ¿O no es así? – me dijo, aún apuntándome con el objetivo de su móvil.

– Sí. Así es. Soy la otra. Quién se tiene que bajar los pantalones y suplicar por un buen polvo de su exnovio.

– Pues venga, bájatelos.

Lo había conseguido. Estaba cachondo. Ya era mío. Me puse en pie y me bajé los ajustados pantalones mientras él no dejaba de grabarme.

– Que te bajes los pantalones no es suficiente. Bájate también las bragas. Quiero que quede grabado como mi ex se baja las bragas para conseguir un polvo conmigo.

Y así lo hice. Para ese momento no solo él estaba excitado. El vino y volver a sentir ese hormigueo entre las piernas al ver su lado dominante… Ese que tantas veces había conseguido que hiciera lo que él quería. Con mis pantalones en los tobillos, bajé mis braguitas blancas de lunares. No había tenido tiempo ni para pensar en ponerme algo sexy. Al llegar con ellas a las rodillas me detuvo. Me quería así, con las bragas en las rodillas suplicándole porque me folle.

– A juzgar por ese matorral, es cierto que llevas mucho sin follar.

Miré hacia abajo y casi me muero de vergüenza. No había caído en la cuenta. Llevaba sin depilarme desde que lo dejamos. No había estado con ningún hombre en 6 meses y tampoco tenía ánimo para cuidar esa zona. Cómo pude tape con mis manos mi frondoso y rubio sexo, sintiendo como mi cara se ponía roja de la vergüenza.

– Lo siento, no tuve tiempo. Vi la foto de tu chica en Facebook y salí corriendo al restaurante. – le dije, sin pensar lo que estaba reconociendo.

– Así que me espías por Facebook. Y no puedes aguantar verme con mi chica, que me persigues por toda la ciudad, con tu coño peludo.

Ya no era ese juego de calentamiento donde me humillaba para conseguir un polvo. Ahora era mucho más real si cabe. Le había reconocido que le espiaba, que le perseguía. Y lo peor de todo, me había referido a ella como su chica. Pero ya no había vuelta atrás. Seguía grabando. Seguía interesado en follarme. Y si me iba sin hacerlo, tendría un vídeo mío humillándome para nada.

– Sí. Te sigo en redes sociales con un perfil falso. Te he seguido del restaurante hasta tu casa. Y he esperado más de dos horas en la calle, muerta de frío, a que te follases a tu chica. Porque necesito tu polla. Necesito que revientes este coño peludo. – le dije, descubriendo mi sexo ante la cámara.

– Pues ponte de rodillas y suplica a tu ex que te folle.

Él sabía lo que me excitaba arrodillarme frente a él. Y yo sabía lo que le gustaba verme así de sumisa. Lo tenía. Era mío. Me había costado mucha humillación, pero le tenía donde quería. Me arrodillé, con mis pantalones en los tobillos y las bragas en las rodillas y le supliqué a mi ex.

– Roberto, por favor. Te lo suplico. ¡Fóllame! Fóllame como tú sabes. Lléname entera.

Mirándome uso su mano libre para liberar el botón de su pantalón. Lo abrió y dejó a la vista su bóxer azul claro con un bulto bien marcado. Se acercó a mí y mi boca se hizo agua. Sabía lo que quería. Una buena mamada de su ex. Estaba muy cachonda y él sabía que la chupaba muy bien cuando estaba así. Mis manos se fueron a su paquete, pero me detuvo.

– ¿Quieres chuparme la polla?

– Sí. – le dije relamiéndome con lujuria.

– ¿Quieres chupar la polla que se acaba de follar a otra?

Esa sensación ácida de celos volvió a mí. Pero sin entender la razón, me calenté más.

– Sí. Quiero chuparte la polla que acaba de follarse a tu novia.

– ¿Quieres probar a qué sabe el chochito de mi novia?

– Sí… mucho. Quiero probar el sabor de su coño. Limpiarte la polla de sus jugos. Déjame por favor que saboreé a tu novia de tu polla.

Estaba fuera de mí. No entendía cómo podía estar diciendo todo esto. Y siendo grabada. Mañana me arrepentiría lo más grande. Pero ahora solo pensaba en su rabo. En su rabo y en el coñito de ella.

– Abre la boca, pero no chupes. Primero te dejare olerla.

Abrí la boca y saqué la lengua. Él sacó su herramienta medio erecta y la puso sobre mi cara. Sin lugar a pensarlo, inspiré fuerte. Quería descubrir su olor. El olor al chocho de la novia de mi ex.

– Olfatea como la perra que eres. Imagina el coñito de mi novia. Un chochito precioso, cerradito, depilado, muy mojado.

Tener su polla en mi cara había conseguido que mi excitación me hiciera olvidar todo lo demás. Para estas alturas mi lado sumiso había tomado el control y solo podía obedecer. Por lo que, con mi boca abierta, sintiendo el calor de su miembro, pero sin poder hacer lo que más deseaba, olí su rabo buscando el aroma a mujer en él. Y sí, olía a sexo. Estaba claro que mi ex acababa de follar.

– ¿Te gusta como huele? Seguro que estas deseando probarlo. ¿Quieres saborear el coñito de mi novia?

Escuchar como llamaba “su novia” a esa zorra asquerosa se clavaba en lo más profundo de mi alma. Pero estaba muy cachonda. Había conseguido sacar su lado más morboso, ese que tanto me ponía.

– Sí… Déjame saborear a tu novia chupándote la polla… por favor… – le dije, mirando a cámara.

Saber que me estaba grabando en una escena tan humillante me excitaba más todavía. Tenía claro que mi orgullo estaba como mis bragas, en el suelo con mis rodillas. No quería pensar en que podía pasar con ese video. En si alguien se enteraba de que estaba suplicando de rodillas a mi ex para chuparle la polla con sabor a chocho. Solo quería disfrutar del momento. De ese sexo salvaje que solo él sabía darme.

– Abre bien la boca. Te la voy a meter, pero no quiero que chupes. Quiero que mantengas la boca bien abierta con mi polla dentro.

Abrí todo lo que podía la boca con mi lengua fuera. Me sentía patética, como una perrita a los pies de su dueño. Y me encantaba esa sensación. Su miembro entró en mi boca, no entero, poco más de la punta. Su polla descansaba sobre mi lengua mientras yo sentía como crecía con mi calor y mi humedad. Mantuve mis labios bien separados por mucho que desease besar y saborear esa barra de carne. Notaba como mi saliva comenzaba a escurrirse por las comisuras de mi boca. ¿Por qué me ponía tanto que me tratase así? Le mire suplicante sin poder hablar. Necesitaba que me diese permiso. Haría lo que fuera ahora mismo por probarla. Por saber si solo sabía a él, o también a esa morena de piernas perfectas.

– No tengo claro que quieras chuparme la polla. Mejor lo dejamos, te subes las bragas y te vas a casa.

Mis ojos expresaron sin lugar a dudas mi desesperación. Traté de mover la cabeza negando, pero no quería desobedecer. Algo me pedía ser obediente sin fallar en nada. Siempre había sido sumisa con él, pero ahora era distinto. Ahora necesitaba serlo.

– ¿No? Bueno hacemos una cosa. Para que quede claro que quieres, vamos a ir a la cama. Te dejaré chupar de camino mientras te grabo. Si sueltas mi polla, entenderé que no tienes muchas ganas y lo dejamos aquí.

En cuanto dijo eso cerré lo poco que faltaba mis labios y comencé a chupar. No pensaba soltar mi comida por nada del mundo. Él empezó a andar de espaldas y yo apreté fuerte los labios mientras le seguía de rodillas por la que antes era mi casa. No fue a un paso lento, por lo que tuve que esforzarme al máximo andando sobre mis rodillas para no dejar de mamar. Las piernas empezaron a dolerme, pero no podía fallar. Me agarré a su culo y pegué bien mi cara contra su pubis. Su pene me ahogaba, pero no iba a soltarlo. Entre sonidos guturales y un patético caminar llegamos a nuestra habitación. Lo supe cuando se detuvo para después sentarse sobre la cama. Continué con mi mamada, esta vez disfrutando al máximo al no tener que pasear por toda la casa.

– Tengo que reconocer que lo haces muy bien. Se nota cuando le pones ganas. Si lo hubieras hecho así siempre…

– Soy la que mejor te la ha chupado ¿verdad? Reconócelo. – le dije entre lamidas.

– Siempre se te dio bien. Pero ahora lo haces con más ganas. ¿Es porque sabe a otra?

Era cierto, con el miedo a perderlo no me había acordado de ese detalle. ¿Sabia a coño? No lo sé… si tenía un sabor diferente, a sexo. Como cuando se la chupaba después de haber follado. Sin darme cuenta comencé a absorber con más ganas, tratando de diferenciar el sabor propio de su hombría y reconocer el de una mujer, que no era yo. ¿Qué me estaba pasando?

– Ya veo que tengo razón. Bueno no te preocupes, si tanto te gusta, te dejaré que me limpies la polla después de follar con mi chica más veces.

Esa frase era para que mordiese lo que tenía en la boca. Pero lejos de tomármelo como la humillación que era, para mí fue una invitación a volver a repetir con él.

– ¿Lo prometes?

– ¡Jajajaja! ¿Tanto te gusta mi polla que quieres venir a limpiarla después de cada polvo con mi novia? ¿O es su coñito lo que te gusta?

– ¿Quieres que lo haga? ¿Quieres que vuelva otro día a chupártela?

– ¡Claro! Es muy divertido ver a tu ex tan desesperada por polla que no le importe que acabe de follar con otra.

¡Joder! Me estaba poniendo a mil. Esa fantasía de ser una cornuda limpia pollas me estaba volviendo loca. ¿Fantasía? Era realidad. Su polla sabía a sexo. A coño. No llegaba a diferenciar claramente los sabores, pero estaba claro, había estado dentro de una mujer. ¡Y me ponía muy cerda!

– ¡Fóllame a mí! ¡Por favor! No puedo más. Necesito que me revientes con este pollón. Igual que a ella. Fóllame como a Nadia… por favor…

– ¡Jajajaja! ¡Que patética eres, Isa! Y lo peor de todo es que ya deberías saber que no pienso follarte.

Me quedé de piedra con su pene en mi boca. ¿Qué había dicho? ¿Qué no? No podía ser. Después de todo. De haberme grabado de la manera más humillante. De haberme vuelto loca con esa mamada. No podía dejarme sin follar…

– ¿Cómo que no? He hecho todo lo que has querido. Me has grabado. Te la estoy chupando como nadie te la ha chupado en tu vida. Y deseo que me folles y me hagas todo lo que quieras. ¡Fóllame! Hazme tuya.

– Isa, Isa, Isa… Tengo que reconocer que me has vuelto a animar. Y eso que me había quedado muy relajado después del polvazo con ella. Pero lo siento… Sabes muy bien que no me pone nada los coños peludos. Y el tuyo… eso es un puto felpudo amarillo. ¡Joder, da mucho asco!

Me sentí hundida. Mucho más humillada que por ser una cornuda consentida. Era cierto… llevaba seis meses sin depilarme y no era lo más erótico del mundo. Pero tanto como asco… solo era pelo… no podía quedarme así. Comencé a lamerle suavemente las pelotas mientras mi mano le pajeaba. Intentaba convencerle, llevarle al punto de desear correrse y que todo le diera igual. Que solo quisiera hacerme el mayor número de perversiones. Lo que no me di cuenta es que también estaba llegando yo a ese punto. Me sorprendí a mi misma usando mi otra mano entre mis piernas. Apartando con mis dedos mi vello púbico y buscando mi botoncito. Estaba empapada. Mi felpudo amarillo estaba pringado de mis flujos. ¿Cómo podía ponerme tanto ser humillada por mi ex?

– Por favor… haré lo que quieras… Lo necesito… Te necesito… Necesito tu polla dentro de mí…

– ¡Qué no, Isa! No insistas. La próxima vez ven bien depiladita y ya veremos. Pero yo no la meto en ese matorral. – me contestó entre risas.

– Fóllame el culo.

Ni siquiera lo pensé, solo lo dije. Estaba tan desesperada que no podía concebir la idea de no ser follada por mi ex. Sabía que el sexo anal era algo que le encantaba. Solo lo hicimos un par de veces. No puedo decir que no me gustase, pero la mayoría de las veces que lo intentamos me sentí muy incómoda. Me dolía… y esa sensación extraña… La mayoría de las veces solo le dejaba meterme un dedo mientras lo hacíamos, pero su polla, esa polla… Y ahora le estaba pidiendo a mi ex que me sodomizase por no querer follarme mi coño peludo.

– Puf… no sé… Ahora lo dices porque estás desesperada. Pero luego empezaras con las quejas, que te duele… Es tarde y no tengo ganas de andar con tonterías. Solo quiero correrme y dormir.

– No me quejaré. Nada. Fóllame como quieras. Todo lo fuerte y rápido que quieras. Lo aguantaré. ¿No me digas que no quieres romperle el culo a tu ex? Puedes reventarme y correrte dentro de mí. Eso te gusta… lo sé. Sodomizar a tu ex hasta llenarle el culo de leche.

– Ummm… no es mal plan, la verdad. Esta bien. Pero no quiero ni una queja. Si me haces parar, te vistes y te vas.

– No habrá ninguna queja. Morderé la almohada si hace falta. Fóllame. Reviéntame el culo con tu polla.

– Bueno… Primero quiero ver tu ojete. Si tienes el coño así de peludo… Como esté igual me corro en tu boca y adiós.

No había caído en ese detalle. No es que fuese una zona donde yo tuviera mucho vello. Pero si es cierto que con él lo retocaba de vez en cuando para estar perfecta. ¿Cómo tendría el culo? Se apartó y me hizo subir a la cama. Estaba completamente desecha. Lógico después de una sesión de sexo con aquella zorra morena. Me hizo ponerme a cuatro patas sobre la cama y dejar mi culo expuesto hacia él.

– Ábrete el culo. ¡Inspección anal!

Muerta de vergüenza lo hice, sin saber que se iba a encontrar. Mi ex estaba examinando mi ano para ver si era adecuado para ser follado. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Dónde estaba mi orgullo de mujer?

– Bueno… las vistas de ese chocho peludo no son muy agradables, pero al menos tienes el culo sin pelos. ¿Preparada?

– ¡Sí! ¡Métemela! – le contesté eufórica de saber que había pasado la prueba.

Comenzó a jugar con su dedo en mi entrada. Por lo menos se tomaba el reparo de dilatarme. Sentí algo húmedo caer y resbalar entre mis nalgas. Había escupido para lubricarme. Su dedo fue entrando en mí. Me encantaba. Por fin sentía como me tocaba. No se había molestado hasta el momento en hacerlo. Ni siquiera me había desnudado, aún mantenía mis tetas tapadas por la camiseta. Pero su dedo estaba dentro de mi culo. Comenzó a moverlo y entonces escuché su móvil. Había recibido un mensaje. ¿Sería ella? ¿Quién podía ser a estas horas? Otro mensaje. ¡Jódete zorra! Tú novio me está metiendo un dedo en el culo, por eso no te contesta. Comenzó a coger ritmo, me estaba follando con su dedo. Escuche el sonido digital de un teclado. No podía ser… miré y allí estaba, con un dedo dentro de mi culo y con la otra mano contestando el mensaje.

– Puf, así es imposible. Vamos al tema y terminemos pronto.

Sacó su dedo y sentí como apuntaba con su pene a mi pequeño agujerito. Necesitaba más dilatación. Más lubricante. Era demasiado gorda… me iba a romper.

– Échame lubricante, por favor.

– ¿No decías que sin quejas?

– No me quejo… pero me vas a romper… un poco solo…

– No. Las ex no tienen derecho a lubricante, eso es para mi novia. Tú a pelo.

Fue decir eso y comenzó a empujar. Lo hizo lentamente, pero sin detenerse. Mucho más rápido que las otras veces que lo habíamos intentado, la mayoría sin éxito. Comenzó a dolerme mucho. Pero no me iba a quejar. No le detendría. Aguantaría como fuese. Me tenía que follar. Tenía que ser infiel conmigo. Romper su relación. Aunque él me rompiese el culo para ello.

Su polla fue entrando sin descanso y yo hice lo que le había dicho. Busqué una almohada y hundí mi cara en ella. Pensé que me iba a partir en dos y entonces se detuvo. La tenía toda dentro de mí. No podía moverme del dolor. Pero él sí. Comenzó a bombear a mi espalda, a follarme el culo. Su ritmo comenzó lento, pero subió rápidamente. Me estaba follando a su antojo, para su placer. Como un trozo de carne, sin importarle si me dolía o me gustaba.

Yo ya mordía la almohada para no gritar. Pero empezaba a gustarme. Sentirme un objeto sexual me excitaba. Ser usada para su disfrute. No entendía nada, pero era eso. Esa sensación de inferioridad, de ser solo un medio para su placer. Ser la otra, la amante, la cornuda.

Sin llegar a desaparecer el dolor, dejé de pensar en él. Comencé a gemir de placer sintiendo como mi recto sufría las embestidas de mi exnovio. Me gustaba, me dolía, pero me encantaba. Levanté la cabeza y arqueé la espalda. Quería disfrutarlo al máximo. Entonces lo vi. Entre los cojines y las sábanas revueltas. Un tanga negro. Esa zorra se había ido con el coño al aire, con aquel vestido tan corto. Maldita guarra. La odiaba a muerte. Y mientras su novio me reventaba con una rabia descontrolada, tiré el tanga al suelo. Roberto era mío. Era a mi a quien estaba follando ahora, puta tetona roba novios.

Era un polvo salvaje. Sentía como me abría cada vez más. Como llegaba más adentro en cada envestida. Y me encantaba. Mañana no podría andar, pero me encantaba. Si ella había salido escocida de aquí, yo saldría con el culo roto. Pero necesitaba más. Estaba muy cerca, pero necesitaba un poco de estimulación en mi coño. Ese coño peludo que tanto asco le daba a mi ex.

Se iba a correr. Su forma de follarme lo anunciaba a base de golpes de sus huevos en mi coñito. Yo también quería. Quería correrme a la vez que él. Cuando me llenase el culo de su leche. Llevé mi mano derecha a mi entre pierna. Buf… Era increíble. Me frotaba como una perra salida mientras el me taladraba sin piedad. Me iba a correr. Tiré la almohada al suelo junto al tanga. Quería que los vecinos me oyeran gritar. Que supieran que me estaban partiendo el culo y me encantaba. Entonces lo vi. Una mancha en las sábanas. Una mancha enorme. Como un charco justo debajo de mi cara. Esa zorra se había corrido hasta mearse encima. Había manchado mis sábanas, donde tantas veces yo había dormido. Donde ahora su novio me estaba reventando el culo. Y yo iba a correrme junto a él. No sé porque lo hice. Supongo que estaba ebria de lujuria. Como drogada de excitación. No hay otra razón que justifique que llevase mis labios a ese charco y sacase la lengua. Me iba a correr lamiendo su corrida.

– ¿Qué haces? – me dijo de repente, sin dejar de taladrarme.

– Nada de tocarse. Ahora disfruto yo solo. Tú sufre. – me dijo apartando la mano que me masturbaba.

Aliviada porque no se hubiera dado cuenta de que estaba lamiendo la mancha de su novia, no me quejé. Dejé que llevase mis brazos a mi espalda y me sometiera en una postura muy incómoda. Sujetó mis muñecas con una mano, dejando mis brazos retorcidos. Por lo que mi cara quedó aplastada contra el colchón, justo en ese charco que yo había estado lamiendo. No quedaba otra. Continue lamiendo mientras mi ex me follaba con una furia salvaje hasta que se corrió dentro de mi culo. Yo grité lo más fuerte que había gritado nunca con la ultima embestida. Cuando sentí como me partía en dos, clavándome hasta el fondo su espada. Pero también disfruté cuando sentí esos disparos directos a mi intestino. Me sentí una zorra. Una guarra usada para su disfruté. Y estaba muy cachonda.

– Ahora, límpiamela. Mi chica no es como tú. No le gusta saborear a otras mujeres.

Casi sin poder moverme, repté por la cama para desengancharme de la polla de mi ex. Ni siquiera me ayudó para sacarla. Cuando por fin quedé liberada, sentía el culo abierto como nunca antes. Me había destrozado. Pero estaba muy cachonda. Tanto que no me importó lo más mínimo llevarme a la boca eso que acababa de salir de mi culo. No me gustaba el sabor. Era agrio, era mi culo. Me gustaba más cuando sabía al coño de esa chica… pero lo chupé igual. Fuera de mí. Completamente desesperada por un orgasmo.

– ¿Puedo tocarme ahora? ¿Correrme mientras te limpio la polla de mi culo?

– ¡Que cerda eres! Esta bien. Pero rapidito. Tengo sueño.

Comencé a tocarme a cuatro patas mientras degustaba y dejaba bien limpia esa polla. Limpiándole la polla a mi ex para que su novia no descubriera que me había sodomizado. Joder como me ponía… Escuché otro mensaje. No podía ser… había cogido el móvil mientras yo se la estaba chupando. Estaba a punto de correrme, necesitaba que se centrase en mí. Aunque solo me mirase como me corría limpiándole la polla. Entonces escuché una voz femenina. Era un audio… y lo estaba escuchando mientras me frotaba el coño con su rabo en mi boca.

“Ya te echo de menos, amor. Me hubiera encantado quedarme a dormir contigo. Pero que sepas que me he acordado de tu norma. Toda mujer que pasa por tu cama tiene que dejarte las bragas. Allí te las dejé. A este paso tendré que ir a trabajar con el chichi al aire. Quizás mañana lo haga… de momento hoy dormiré como me has dejado. Un besazo mi semental.”

Estaba a punto de correrme cuando me distraje escuchando su voz. ¿Qué norma era esa? ¿Hacía colección de bragas de todas las que se follaba? Se apartó de mí, llevándose su salivada polla con él. Comenzó a buscar por la cama, mientras yo seguía frotando mi pepitilla desesperada. ¿Cómo podía pasar de mí de esa manera? Era una mujer 10. Guapa, con buen cuerpo, recién follada por él… y pasaba de mí.

– Aquí están… en el suelo. – dijo él, recogiendo el tanga.

– Ven aquí… Quiero correrme con la boca llena. – le dije desesperada.

– Isa… Un poquito de consideración. Que me he follado a dos tías esta noche. No tengo más ganas. Córrete y vete. Quiero dormir.

– Por favor… me voy a correr ya… Deja que lo haga con la boca llena.

– Ummm… vale…

Abrí mi boca deseosa pero no fue su polla lo que entró dentro. El cabrón de Roberto metió el tanga de Nadia en mi boca. Me quedé mirándole sin poder hablar. El solo se reía. Pero no dejé de tocarme. Estaba muy cerca de mi ansiado orgasmo. Mi mente me decía que parase, pero mi cuerpo no obedecía. Cogió su móvil y me hizo una foto masturbándome a cuatro patas con el tanga de su novia sobresaliendo de mi boca. Luego fue al otro lado de la cama y siguió fotografiándome desde atrás.

– Esto de recuerdo. Luego te las mando para que veas como te ha dejado el culo tu ex.

Escribió algo, supongo que contestando a su novia. Y después se puso a grabarme de nuevo. Y así fue como llegué a mi ansiado orgasmo, siendo grabada a cuatro patas con el tanga de su novia en mi boca.

Caí rendida sobre la cama con mi culo en pompa. Lo sentía tan abierto que tenía miedo a que se saliese su semen. Rober se tumbó en la cama, con sus pies junto a mi cara. Comencé a besarlos con devoción. Me había usado como una puta y yo estaba ansiosa de más, ansiosa de él. Pero me instó a que me vistiera y me fuera. Ni un beso, ni un abrazo, ni siquiera recuperarme de mi orgasmo. Me puse en pie intentando apretar el culo para evitar que la gravedad hiciera que me manchase. Iba a subirme las bragas cuando recordé el audio de Nadia. Me descalcé, me quité los pantalones y saqué mis sosas y castas bragas, para luego volver a vestirme sin ellas.

– Toma, creo que, según las normas, tengo que dártelas. – le dije, ofreciéndole mis bragas.

– Has estado atenta, muy bien. Déjalas en el primer cajón del armario.

Ni siquiera se molestó en cogerlas. Fui hasta el armario, al mismo cajón donde yo antes guardaba mi ropa interior. Lo abrí y estaba lleno de braguitas, sobre todo tangas muy sexys. ¿Cuántas tías se había follado en 6 meses?

– Toma, guarda esto también.

En cuanto miré, el tanga de Nadia chocó contra mi cara y cayo al suelo. Me agaché a recogerlo y lo hice un ovillo en mi puño con fuerza. Odiaba a esa zorra. Si pudiera le estampaba mi puño en su carita de niña buena. Eché mis bragas, cerré el cajón y le miré. Ya estaba tumbado en la cama con intención de dormirse. Me moría por acostarme a su lado y dormir abrazada a él. Pero había insistido mucho en que me fuera. Aguantando las ganas de besarle para despedirme, cerré la puerta de nuestra habitación. Y después la de su casa. Mientras que esperaba un taxi que me llevase a casa de mis padres, abrí la mano. Allí estaba esa tanguita de encaje. ¿Por qué me lo llevé a la nariz? Eso para otro día…

Qué tal buenos días, tardes noches

Antes que nada quiero disculparme por desaparecer unos meses, tras varias complicaciones sobre temas de acoso en mi correo anterior tuve que crear un perfil nuevo en esta página, este relato es una continuación de mi último relato “el taxista me hizo Anal” que está en mi perfil anterior: *AndreaSan*

Por si no recuerdan vuelvo a poner mi descripción, actualmente tengo 24 años, tez blanca y cabello color negro, tengo ojos verdes, mido 1.70 y soy de complexión delgada, desde siempre me ha gustado el deporte y pertenecí varios años de mi universidad al club de atletismo, voy al gym casi todos los días y gracias a eso y la genética tengo unas piernas largas y torneadas y sin sonar presumida si tengo un buen trasero por los años que le he dedicado al ejercicio.

después de mis aventuras con el taxista el encontró una mejor oferta de trabajo en Estados Unidos por lo que pusimos fin a nuestros encuentros y dimos una despedida digna que les contrate en otra ocasión.

El relato que estoy por contarles sucedió hace unos meses en la fiesta de cumpleaños de mi prima, Ximena, era su cumpleaños 25 y decidimos festejarlo en el antro de moda con otra de mis primas, Pau, que es la más joven, tiene 19 años y la más linda de las 3 aunque la más tímida y amigos de Ximena, por la ocasión decidimos vestir de manera llamativa pero sin llegar a ser vulgares, yo estaba usando un pantalón de cuero que hacía resaltar mi trasero y un top blanco sin bra que dejaba ver mi abdomen marcado por el ejercicio, llegamos al antro sin hacer fila por lo que escuchamos varias quejas de las personas que estaban en la fila, el cadenero nos desvestía con la mirada y nos dejó entrar rápidamente, nos llevaron a la mejor mesa del lugar y nos atendieron de inmediato, por ser su cumple no escatimamos en gastos y nos dejaron unas botellas de Möet y un mesero para lo que ocupáramos que de paso era un chico muy equis, moreno, delgado y de baja estatura.

La noche transcurría de lo más genial y no nos quitaban el ojo de encima a mis primas y a mi, también notábamos miradas de envidia por ciertas chicas al ver que sus novios nos veían mucho, bailamos todo el rato y el alcohol empezaba a hacer efecto por lo que mi prima ya estaba un poco mal, fuimos al baño como es típico y Ximena me decía que el mesero estaba muy bueno, lo cual me pareció raro por que mi prima es una chica muy guapa, alta, delgada con cabello oscuro y unos grandes ojos verdes, que podía tener al tipo que se le diera la gana y siendo honesta suele ser muy clasista, no le preste más atención al tema y regresamos a la mesa, pasaron las horas y yo estaba platicando con los amigos de mi prima sobre irnos de after, estaban por pedir la cuenta cuando perdí de vista a mi prima y curiosamente al mesero, por el ruido del lugar no pude llamarle así que salí a marcarle a su cel y a fumar un cigarro cuando observé que había movimiento en la camioneta de Xime, me acerqué despacio a la parte de atrás y ahí estaba mi prima en el asiento trasero haciéndole sexo oral al mesero, estaba en 4 con su vestido levantado, el mesero tenía su mano en su trasero metiendo uno de sus dedos en su vagina mientras ella le daba la mejor mamada de su vida al mesero, era una imagen surreal pero no para mi que ya había tenido experiencias con tipos así, ella se subió en él y se sentó en su verga que la verdad se veía de buen tamaño, el tipo le comía los pechos y ella saltaba desesperada en ese pedazo de carne, le mande un mensaje de texto y regrese al antro, primero llego ella disculpándose por qué tuvo que atender una llamada urgente y a los minutos el mesero con una sonrisa señal de que la paso bien, pedimos la cuenta y salimos rumbo a la casa de uno de los amigos de mi prima, la casa era muy bonita y nos movimos a la terraza para estar más cómodos y seguir con el festejo cuando llegaron un par de tipos con pinta de delincuentes, eran los dealer de los amigos de Xime, que básicamente es el tipo que te vendré droga, uno de ellos era alto y moreno con un cuerpo que se notaba que iba al gimnasio con cara de pocos amigos, estaba rapado y tenía sus brazos llenos de tatuajes, Marcos, el otro era algo menos agraciado, de estatura media, gordito y con típica pinta del tipo que agrada a todo el mundo, Joel, mi prima los saludo y nos presento, rápidamente los amigos de mi prima se acercaron a saludar y a pedirles sustancias como weed y cocaina, después de un rato de mensajear con mi novio yo estaba sentada revisando mi cel cuando se acercó uno de ellos, Marcos que era el tipo alto y tatuado, me pidió fuego para su cigarrillo y me pregunto mi nombre, Andrea dije

-Hola Andrea, no te había visto por aquí, aunque tus amigos nos llaman seguido, eres pareja de alguno de ellos?

-No, es cumple de mi prima y recién los conocí, estaba por pedir un uber pero creo que mis primas aún quieren seguir.

-Jaja si ella es así, es el alma de la fiesta, para ser muy fresa si sabe divertirse, y tu? Te la estás pasando bien?

-Si la verdad es que creí que me iba aburrir pero todos son muy divertidos.

Notaba que el no quitaba la mirada de mi trasero cuando me levante por un cigarro de mi bolsa, la platica siguió normal platicando sobre cómo conocían mi prima, cosas de trabajo, banalidades pero sin dejar de mirar mis labios para después recorrer mi cuerpo con su mirada, para tener esa pinta ruda era un tipo muy agradable y lleno de confianza algo que siempre llama mi atención sin importar el físico de las personas, la música seguía por lo que me pidió que bailara con el, acepte y note que era muy alto de por lo menos 1.90 pero eso no le impedía moverse muy bien y seguirme el ritmo, por el tipo de música estábamos muy juntos y mi trasero quedo pegado a su bulto que por lo que sentí tenía buen tamaño, pude ver a Xime y Pau bailando con sus amigos, Marcos se acercó a mi oído mientras seguía muy pegado a mi

-Se nota qué haces ejercicio Andrea, tienes un cuerpo muy bien definido.

Yo me puse roja por lo directo que era y que no disimulara que le gustaba, solo atiné a agradecerle y volverle el cumplido.

-Muchas gracias Marcos, se nota que tú también, tus brazos se ven muy fuertes.

-Gracias princesa, un día de estos podemos entrenar juntos si gustas, aunque no creo que vayamos al mismo gym puedo apoyarte con tus rutinas.

-Sii, eso estaría muy bien, a veces me aburro de entrenar sola pero por qué dices que no vamos al mismo?

Volvimos a la mesa a servirnos otro trago, intercambiamos números e Instagram y vi que tenía varías fotos sin camisa que dejaban ver su físico trabajado, algunas fotos en ropa interior a lo que no pude ocultar mi cara de sorpresa.

-Te gustan? Puedo enseñarte más si quieres

Dijo mientras ponía una de sus manos en mi pierna, acepten su solicitud y ahora el revisaba mi perfil poniendo mas atención en mis fotos en bikini o entrenando

-Diosss si que tienes un cuerpazo, debes tener a todos babeando en el gimnasio, tú novio si que tiene suerte, si fueras mi novia no saldríamos de la cama

En ese momento se acercó un amigo de mi prima y le hizo una señal a lo que Marcos sacó de una mochila una pequeña bolsa transparente con un polvo blanco

-Quieres? O también puedo ofrecerte de esto.

Dijo al tiempo que acomodaba su verga por encima del pantalón.

-Qué tal un poco de ambas?

Dije mientras me mordía un labio, el sonrió y se levantó dándome la mano para que lo siguiera, pude ver a Pau, mi prima pequeña, riendo y bebiendo con Joel, pero no a Ximena, fue al baño pensé, entramos a la casa y bajamos las escaleras rumbo al baño y escuchamos gemidos de uno de los cuartos, sin duda era Ximena

-Me parece que le están dando su regalo a tu prima

Dijo en tono burlón mientras yo escuchaba gemir a mi prima en eso me tomo de la cintura y pegó sus labios a los míos, nos besamos de manera muy intensa, me tocaba mi trasero de manera muy rica, le dije muy poco convencida que tenía novio, de poco le importo y continuó tocando mi trasero mientras nuestras lenguas peleaban, tomo una de mis manos y la llevo a su paquete.

-Te gusta lo que te vas a comer mi amor? Se me puso dura desde que te vi.

Lo tomé de la mano y nos metimos al baño, de poco me importó mi novio, este tipo sabía como calentarme, desabroche su pantalón y acariciaba su miembro por encima de su ropa interior continuábamos besándonos seguido bajo a lamer mi cuello y darme pequeños mordiscos, levantó mis brazos para quitarme mi top y de inmediato se lanzó a morder y lamer mis pechos.

-Qué ricas tetas tienes princesa, voy a disfrutarlas mucho

-Despacio que son sensibles

Jalo uno de mis pezones al mismo tiempo que su otra mano entraba dentro de mi pantalón

-Qué mojada estás mi reina, te gusta que te traten rudo o no?

Llevo su mano de mi vagina a mi cuello ahorcando y mirándome a los ojos

-Yo te voy a dar lo que quieres, y te voy a hacer gozar todo el tiempo que quieras.

Soltó lentamente mi cuello y puso su dedo entre mis labios, abrí mi boca y comencé a succionarlo simulando una mamada

Puso su cara en mis pechos y siguió mordiendo y pellizcando mis pezones su mano seguía masturbando mi vagina yo acariciaba su cabeza, sacó otra bolsa su pantalón y una llave, llenándola de polvo para inhalarla, puso un poco en mis pechos y volvió a inhalar, fue una sensación tan rica y peligrosa que note como se humedecía mí vagina, me dio una cachetada antes de tomarme del cabello y besarme de una manera muy salvaje, baje su ropa interior y me arrodillé.

-Eso mamita enséñame cómo mamas, esto te gusta? Yo se que a las niñas buenas como tú les gusta que las traten mal

Empezó a pasar su verga morena y larga (de por los menos 20cm de largo sin exagerar) por todo mi rostro, no tan gruesa como la del taxista pero si llena de venas, la tome con ambas manos y lleve su glande a mi boca y comencé a succionarla, estaba muy caliente y llena de semen preliminar, tenía un saborsito salado que disfrute mucho, la saque para lamerla toda desde la base hasta su cabeza llenándola de besos y de mi saliva para volver a meterla en mi boca, me sujeto fuerte de mi cabeza y movía sus caderas metiendo y sacándola hasta al fondo

-Si princesa abre más tu boquita, qué ricos se sienten tus labios, qué bien la mamas perra

Note que volvió a meter la llave en la bolsa y la llevo a mi nariz, saco su verga de mi boca e inhale el polvo, sentí un sentimiento de Euforia lo que me hizo sentir más caliente, me golpeó en las mejillas con su verga un par de veces

-Qué te parece esto Andreita?

Dejo caer más polvo sobre su verga haciendo una línea a lo que la inhale directamente antes de metérmela en la boca y volver a succionar su rica verga, yo acelere el ritmo metiendo lo más que pude a mi garganta

-Aguanta mamita que antes me quiero saborear ese culito que tienes

Me levante y me puso de espaldas contra el lavabo me recargo bajando mi pantalón junto con mi tanguita

-Mmm Dios mío que ricas nalgotas me voy a cenar, de verdad que tienes un culazo especular, quieres que te meta toda mi verga Andreita?

Asentí y dije que si con mi tono más sumiso mientras me daba un azote haciéndome levantar más mi trasero para el, llevo su lengua hacia mi vagina moviéndola muy rico de arriba a abajo, llego a mi clitoris y continuo lamiendo en círculos en el punto exacto para seguir llevar un dedo provocándome una rica sensación, dejo su dedo dentro para llevar ahora su lengua a mi culito, la sensación era inexplicable, estar bajo los efectos de la droga, con ese tipo tan peligroso y del placer que me daba su lengua me hacía gemir muy rico

-Qué me estás haciendo Marcosss, sigue así por favor no te detengas

Yo me trataba de recuperar, el se puso de pie a lo que levante más mi trasero, pasaba su miembro por toda mi vagina y mi trasero dando golpes que solo aumentaban mis ganas de ser cojida por el

-Qué rica estás mami, son las mejores nalgas que me he comido, ahora voy a hacer que no te olvides de mi verga, estás muy apretadita, creo que tu novio no te coje o la tiene muy pequeña

Metió su verga hasta la mitad haciéndome arquear mi espalda y pegar un grito de placer, mientras jalaba de mi cabello para sacar su verga y volver a meterla lentamente hasta la mitad

-Si papi metemela toda por favor mi rey, cojeme Marcos

-Qué rico aprietas Andrea, me encanta tu trasero, a las putitas blancas como tú les encantan las vergas morenas, dime de quien es ahora este culazo

-Es tuyo papi sigue así por favor párteme

-Te coje más rico tú novio?

-No claro que no, tú verga es el doble de grande y de rica

Metía y sacaba su verga a un ritmo fuerte y rápido provocando que me mojará toda, siguió dándome unos minutos más antes llegar al orgasmo y gritar su nombre

-No quieres que yo sea tu novio? Te cojere mejor mi reina, un cuerpo como el tuyo necesita una buena verga

-Si si quiero pero no te detengas, si Marcos cojeme así papi méteteme toda tu verga, sigue así mi amor

Me dio la vuelta y me cargo con maestría, sus fuertes brazos podían fácilmente conmigo, llevando sus labios a los míos besándonos, se sentó en el retrete, era mi turno

-Enséñame como mueves ese culote princesa, saca esa puta que eres

Sonreí y le di un pequeño beso.

Me metí su verga de una sentada y comencé a mover mi trasero en círculo.

-Este culo va ser mío, vete preparando por qué te lo voy a dejar muy abierto y lleno de mi leche

Acelere el ritmo, subía y bajaba frenéticamente de su verga ofreciéndole mis pechos para que los mordiera e hiciera lo que quisiera, mis gemidos se mezclaban con el sonido que provocaba chocar mi trasero con su verga, después de unos minutos de intensidad me apoyé en sus hombros antes de aumentar el ritmo de nuevoy tener otro orgasmo

-Té gusta como lo hago mi amor? Qué tiene tu verga que me encanta tanto? Quiero que me cojas toda la noche

-Encima de todo eres la chica más hermosa que me he cojido, esa carita de ángel que tiene una puta dentro

Llevo sus fuertes manos a mi trasero, me levantaba y bajaba de su verga con mucha facilidad

-Estoy a punto, voy a correrme Marcos, cojeme más fuerte mi amor

Aumentaba la velocidad y llevó sus manos a mi cuello otra vez haciéndome llegar a otro fuerte orgasmo, me bajo y me puso de rodillas frente a su verga

-Ya vienen mi amor, abre bien tu poca princesa, no dejes caer nada

Me la metí a la boca y sus chorros comenzaron a salir, uno tras otro llenado por completo mi boca y que salieran por mis labios, llevo sus manos a mi cabeza para no sacar su verga haciéndome tragarlos, era tanto que resbalaba a mi barbilla y a mis pechos, los tragué todos y succione su miembro antes que lo sacara, me dio un par de golpes con ella en mi frente y mejillas antes de juntar el resto de su semen con su verga y llevarlo a mi boca

-Si que sabes lo que haces mi amor, qué rica estás y qué preciosa te ves con tu cara llena de mi leche.

Sonreí antes de decirle que me encantó su verga, dandole un pequeño beso en la punta, me ayudo a ponerme de pie, nos vestimos de nuevo y aproveché para lavar mi rostro y mi boca con enjuage que había en el baño, me puse mi ropa y me arreglaba un poco mi cabello, el me abrazaba tiernamente por mi espalda y me daba pequeños besos en mis hombros y mi cuello, volteee hacía él para besarlo tiernamente como si fuéramos novios, nos dimos un pase más antes de seguir besándonos y llenarnos de caricias.

-De verdad que tienes un culo perfecto Andrea, no sé qué me gusta más de ti, si tu carita hermosa o tu trasero perfecto, podría cojerte toda la noche sin problema

-Perfecto para tu verga y también me gustaría tener esto dentro toda la noche.

-Entonces qué dices? Serás mi novia o mi puta?

-Qué tal ambas?

Dije mientras volvía a llevar mis manos a su miembro que ya estaba duro de nuevo, me miró a los ojos e hizo una señal que me pusiera de rodillas, me hinqué y baje su pantalón una vez más, la miré con más detalle y le di un pequeño beso en la punta y acariciaba sus testiculos, la acaricié tiernamente y lleve su glande a mi boca, lo mire a los ojos y el mordía su labio, volví a concentrarme en su verga y metérmela hasta la mitad antes de sentir arcadas, la saque para lamerla toda desde sus testiculos, pasando por todo el tronco lleno de venas y de nuevo a su cabeza, el acariciaba tiernamente mi mejilla y mi cabello, llevo su mano a su verga para comenzar a jalarla y terminar más rápido, succionaba su glande esperando de nuevo que terminara, no hubo necesidad que llevara sus manos a mi cabeza, yo llevé mis manos a su verga para jalarla mientras daba pequeños lengüetazos en su glande, sentí como se hinchaba y poco a poco eyaculaba para llenar mi boca una vez más de su leche.

-Creo que me acabo de enamorar de ti Andrea

Continuaba succionando su verga para dejarla totalmente limpia.

Nos arreglamos antes de salir del baño

-Voy a necesitar un trago y despedirme de este gordo por qué este culo va ser mío toda la noche, yo m puse de puntitas para besarlo y llevar mis manos a su cuello.

De salida nos ganó la curiosidad y decidimos entrar a la habitación, vimos que en la cama aún estaba Ximena cojiendo con uno de sus amigos pero lo más sorprendente fue cuando al pasar por un pasillo vimos que en la cocina estaba Pau arrodillada haciéndole sexo oral al otro dealer, Joel, que la tenía bien sujeta de su cabello cojiendosela por la boca, la más linda y tímida de las primas estaba disfrutando de lo lindo con ese gordo que era cuestión de tiempo para que se la cojiera, volvimos a la terraza a prepararnos otro trago y solo quedaba uno de los amigos tirado en la barra súper ebrio, tomamos una de las botellas antes de ir a otra de las habitaciones y seguir toda la noche

Este es el final de relato pero les adelanto que Marcos y yo seguimos teniendo contacto y más aventuras que pronto les contaré

Desde aquella noche inolvidable han pasado ya cuatro años, parece mentira. En esa noche, celebramos la despedida de soltera de mi amiga Rocío, quien es una de mis mejores amigas. La fiesta había sido idea de otra amiga, Jenny, y solo faltaban tres días para su boda. Me desanimé cuando Rocío, muy emocionada, me informó por teléfono que habían contratado un espectáculo de strippers para la despedida. Se me hacía algo bobo emocionarme con esas cosas después de un año de casada; ya no me causaba curiosidad ver hombres semidesnudos bailando. Sin embargo, entendí que mis amigas apenas llegarían a una etapa a la que yo ya había llegado, por lo que cedí pensando que no debía molestarlas debido a mi posición actual como «señora casada».
La despedida de soltera de Rocío se llevó en la casa de Jenny, la cual vivía con su mamá y también iba a quedarse para ver la celebración, todo se llevaba cabo de manera típica: primero se consumieron bebidas y luego los regalos, las bromas y los chistes en doble sentido. A las once de la noche, Jenny señaló que tocaban el timbre y se presentó para abrir, aunque no sabía quién era. Ella había convocado a los strippers a esa hora, por lo que sabía perfectamente quién estaba tocando. Miré mi reloj y, aburrida, entendí lo que me esperaba. Dos ejemplares masculinos imponentes llegaron, uno de los cuales vestía ropa entallada y muy sensual, con lentes oscuros y sombrero texano. Un negrito con pantalones jean y un casco metálico amarillo era el segundo. A pesar de que más de una de las invitadas parecía estar emocionada, yo seguía con mi actitud de descontento, recargada en el brazo del sillón en el que me había sentado.
El cowboy, mientras escuchaba música electrónica, caminó por la sala de la casa de Jenny y se acercó a cada una de las invitadas, que con entusiasmo extendían sus manos para tocar los muslos del joven. Cuando el cowboy se quitó la camisa de cuadros y retiró sus jeans, quedó solo con una tanga breve de color negro, las enloqueció. Recuerdo la cara de la mamá de Jenny cuando vio al hombre en tanga, se le enrojeció el rostro, pero quedó con la boca abierta y los ojos fijos en los excelentes músculos del hombre. Moví la cabeza en señal de lo tonto que me parecía la representación y me reí.
La siguiente canción también comenzó en estilo de música electrónica, y el segundo stripper comenzó su participación más activa, ya que antes solo se movía un poco al compás de la música. El hombre moreno conocido como «César» tenía movimientos más valientes y se quitaba la ropa un poco más rápido que el cowboy. A la mitad de la música, César estaba en tanga y su aspecto era digno de una escultura. Su piel muy bronceada tenía una apariencia brillante que aumentaba aún más la excelencia de su figura; además, sus músculos parecían haber sido creados con cincel.
Creo que fue el baile de César lo que me llamó la atención. La combinación de sus contoneos sensuales con algunas poses de culturismo físico lo hacía parecer arrogante, pero su sonrisa amigable lo hacía muy atractivo. A pesar de mi escepticismo, me interesé poco a poco en su actuación, aunque las demás estaban mucho más prendidas que yo, ya que la hermana menor de Rocío, Jéssica, se levantó para darle un beso en la boca a César y luego se sentó debido a las protestas de las demás que decían que no las dejaba apreciar al semental.
Se levantó entonces una mujer, que descubrí más tarde que se llamaba Nuria, de unos cincuenta años, a la que César había invitado a ir al centro para bailar con ella. A pesar de que parecía tranquila, esta mujer se mostró ansiosa pero nerviosa al bailar con el individuo. La despedida de soltera cambió en una dirección que pocas de nosotros imaginábamos. Nuria recibió las manos de César y las colocó en sus caderas, sobre su tanga. Luego, con un gesto, le indicó que las bajara. Nuria experimentó algo abochornada, pero los gritos de los presentes comenzaron a reforzarla.
-Que la quite…que la quite! -exclamaban.
Todas vimos de inmediato que César tenía un arma de placer excepcional cuando Nuria aceptó y arrojó la tanga. Su pene era de gran tamaño y de color moreno, aunque con un tono morado en su piel. Me acomodé bien en el sillón en el que estaba, mientras intentaba determinar si lo que estaba viendo era verdadero. Uno de los strippers estaba desnudo en la despedida. Aunque no estaba acostumbrada a una situación como esta, lo tomé con tranquilidad. Jessica, la hermana de Rocío, decidió hacer lo mismo con el Cowboy. Llegó al centro y le quitó la tanga, dejando al descubierto el admirable falo del hombre, quien, con la ayuda de las pequeñas manos de Jessica, se quitó la minúscula pieza de ropa.
Las cosas empezaron a mejorar cuando nos encontramos en una pequeña sala con dos hombres increíblemente atléticos y sensuales. Esto empezaba a exigir acción. Me di cuenta de que Jenny estaba tranquila cuando miró hacia donde estaba César; cuando ella indicó que comenzara a hacer algo, pensé que ya lo tenía planeado. En vez de molestarse, la Sra. Nuria respondió acariciando el cuerpo del stripper cuando César comenzó a manosearla. El Cowboy procedió automáticamente con Jessica, quien aceptó el tratamiento dando un beso prolongado al blanquito mientras dejaba que este la acariciara, antes de bajarle la falda y el calzón hasta los tobillos. Jessica finalizó el beso quitándose la blusa, lo que dejó al descubierto su cuerpo, ya que no llevaba sostén.
Las sabias manos de César, que la tomó por atrás y frotaba su miembro ya erguido contra el cuerpo de Nuria, también la despojaron de su ropa. Rocío se concentraba en lo que estaba pasando mientras mis amigas y familiares de la novia se miraban unas a otras mientras sonaba la música más fuerte cada vez. Rocío me volteó a ver en ese instante, y yo hice un gesto de extrañamiento y moví la cabeza en señal de negación, indicando que lo que estaba sucediendo no me parecía apropiado.
No obstante, César ya había penetrado a Nuria antes de que nos diéramos cuenta. No lo notamos hasta que lo vimos moviendo sus caderas contra el vientre de ella. Para mi sorpresa, Jessica tampoco se opuso; recostada en uno de los sillones, abrió las piernas y el Cowboy la tomó abiertamente. No podía creerlo; al mismo tiempo estaba presenciando dos actos sexuales, lo cual yo creía que sería una despedida de soltera atrevida, pero no esperaba que llegaran a tanto. Las invitadas se acercaron para observar de cerca cómo los strippers salían y entraban de aquellas mujeres, acariciaban sus espaldas y disfrutaban besando sus piernas y brazos. Con la incertidumbre de qué sucedería, permanecí en mi posición, pasmada. Miré a Jenny, que era la única que, a estas alturas, no estaba tocando a los strippers. Se levantó y se dirigió hacia la cocina.
Los strippers finalmente consiguieron que las dos mujeres se vinieran y sacaron sus falos gruesos, mientras escupían esperma sobre el cuerpo de las elegidas. Nuria, que había llegado con una vestimenta formal y muy refinada, ahora estaba en el suelo, despeinada y con manchas de esperma visibles en su vientre. Los strippers tuvieron poco tiempo de libertad al dejarlas a ellas, ya que dos invitadas tomaron los miembros relajados para chuparlos y masturbarlos.
Entró Jenny a la sala y llamó la atención de todos:
– ¡Atención! ¡Esto es solo el comienzo! Les presento a nuestro último invitado: El Capitán Frío.
Entró entonces un hombre corpulento como los otros, vestido con ropa de aspecto industrial, metálico, y con unos lentes oscuros. El individuo comenzó a bailar junto a los demás y gradualmente retiró sus ropas; sin embargo, noté que él se desvestía más rápido que los demás. Inmediatamente las invitadas lo rodearon y lo ayudaron a quitarse su ropa, casi rasguñándolo. Sin embargo, el hombre parecía contento con el impacto que tenía en ellas. El Capitán Frío tenía una piel más oscura que la de César porque se veía que ya era moreno por naturaleza, a pesar de que también estaba tostado por el sol. Tenía más peso, tenía unos 8 o 10 años más que los otros dos y su apariencia era mucho más maciza. Su cabello era muy corto, como militar. El Capitán Frío estaba desnudo y su musculatura ya era accesible a las manos de todas, en menos de lo que canta un gallo.
«Sin duda querrán saber por qué se llama «El Capitán Frío no?»-dijo Jenny.
-Siiiiiiiiiii!!!!!- exclamaron todos juntos.
Jenny respondió: «Pues porque no hay mujer que lo haga venirse en menos de tres minutos». Me sentí fuera de lugar. No estaba acostumbrada a ese lenguaje ni a esas circunstancias.
Jéssica y Sara se levantaron al mismo tiempo, aunque Jenny solo permitió que Jéssica pasara al centro. -Pero hay un premio para la que lo logre! ¿quién quiere ser la primera? -dijo Jenny a gritos. Mientras tanto, el Cowboy y César seguían recibiendo atención oral, y las chicas se iban turnando para probar el sabor de sus miembros.
La hermanita menor de Rocío, Jéssica se bajó la falda, y yo no podía creer que una chica tan joven lo pudiera hacer sin sentirse inhibida y con tanta facilidad frente a todo el público, después se bajó el calzón y en un dos por tres ya estaba siendo penetrada con el Capitán Frío, quien estaba sentado en una silla y Jéssica subía y bajaba rebotando sobre el miembro poderoso de aquel hombre, que hacía gestos de que no sentía nada. Mientras tanto, Jenny puso el cronómetro en su celular y, a los dos minutos, El Capitán agarró a Jéssica por las caderas y movió las suyas de manera especial, lo que provocó que la jovencita diera alaridos y entrara en un orgasmo. Después de darle una nalgada, el stripper sacó su pene de la vagina de Jéssica y solicitó que Sara pasara. Varias de las invitadas fueron pasando una a una, en el mismo orden en que estaban sentadas, hasta llegar a cinco. Con la habilidad del experto Capitán Frío, cada una llegaba inexplicablemente a los dos minutos y alcanzaba el orgasmo. La novia, Rocío, fue la siguiente en llegar. La miré con incredulidad, ya que no pensaba que le fuera infiel a su prometido, incluso si fuera una fiesta. En ese momento, ya me daría cuenta de que mis principios morales eran muy conservadores.
Le grité: «¡Rocío, no!», pero las demás chicas la animaron a pasar.
Rocío se quitó la falda y el calzón sin pensarlo; pudimos notar que estaba húmedo, lo cual no me sorprendió porque, a pesar de todo, mi tanga también estaba húmeda. Nuria se acercó a Rocío y le quitó la blusa y el sostén, revelando sus diminutos senos, que parecían limones.
Rocío se adaptó rápidamente a la verga del Capitán, y a pesar de que no era su primera experiencia, desde el principio se notó que carecía de práctica. Se notaba que el Capitán sabía que era la novia, ya que desde el principio le brindó un trato especial, levantando las piernas para colocarlas en sus hombros y contoneando sus caderas. Ella estaba indefensa ante esta situación; el semental logró que ella se viniera cada minuto, masajeando su clítoris con sus dedos y atacándola sin piedad. El Capitán sacó de la vagina húmeda de Rocío su miembro erguido como una roca; luego, con un velo de novia que Jenny le pasó, se puso junto a ella para que tomaran una foto. No entendía cómo mi amiga se había degradado así antes de casarse.
En ese momento, alguien gritó atrás: -¡Carol!…¡Que pase Carol! Me puse de pie como un resorte y, al ver que algunas de mis amigas se acercaban, comencé a dirigirme hacia la cocina con la intención de salir de la sala.
-No, ¡que! ¡yo no!-les dije, asustada. -¡Vamos Carol, tú puedes con él!- dijo Jessica, con evidentes signos de ebriedad, ya estás casada y tienes práctica.
– Oh, no, no. Mi intento de caminar hacia la cocina fue obstaculizado por las invitadas, las cuales me impidieron avanzar más de metro y medio del sillón donde antes estaba sentada.
Rocío se levantó del sillón y dijo: «No seas aguada, Carol; eres la única que falta…»
Sentí las manos de Nuria, la señora, entrar por debajo de mis brazos, para desabrochar mi blusa, puse las manos sobre las de ellas para impedirlo y fue cuando aprovecharon para bajarme la falda y la tanga, ya que no tenía forma de evitarlo, las demás me habían tomado de las manos.
Yo gritaba desesperada, sin éxito, porque ellas me desvistieron rápidamente, a pesar de mis esfuerzos por zafarme.
-¡Bueno, bueno!…-dije yo finalmente, ante la imposibilidad de escabullirme. Me sentía acorralada y las miradas de todas las personas sobre mí me pesaban mucho; poco a poco me soltaban, mientras caminaba despacio hacia el centro de la sala, donde el Capitán Frío alargaba sus brazos para recibirme. Me acerqué a él con dificultad, mientras las manos de las demás mujeres me empujaban. Encima de su descomunal miembro, que pude apreciar lleno de fluidos de las mujeres a las que había penetrado en el pasado, me obligaron a colocarme. No había nada que pudiera hacer, pero sentí un poco de repulsión por ello. Fui bajando gradualmente para sentarme en ese lugar, y Nuria abrió mis nalgas con sus manos para que todas pudieran ver cómo el falo del stripper entraba en mi cuerpo. A medida que lo experimentaba, se llenó gradualmente mi vagina, y para mi sorpresa, los fluidos de su miembro facilitaron la penetración, junto con mi propia lubricación. Recordé a mi esposo y cerré los ojos para no reflexionar sobre lo que sucedería si se enterara de lo que estaba haciendo.
Mientras me tomaba de las tetas, a las que amasaba sin precaución, el Capitán Frío comenzó a moverse. Sus acometidas me llegaban a lo más profundo y comenzaba a sentir placer. Los gritos de las asistentes, que me animaban, se combinaban con el ruido acuoso que producía la verga del hombre, que entraba y salía de mi vagina. Se me subía la sangre a las mejillas; debí estar roja debido a la excitación. Me excitó aún más ser el foco de atención y observar al cowboy y a César recibiendo sexo oral de Jenny de su mamá. Mi vulva estaba golpeada por el pubis del Capitán Frío. A pesar de que estaba cerca del orgasmo, continué aguantando sus acometidas y apreté los músculos internos de mi vagina para atrapar su verga. Jenny marcó medio minuto. No estaba tan relajado el Capitán Frío, lo noté cuando hizo una mueca y me miró a los ojos.
—¡Dos minutos! —exclamó Jenny. Las invitadas gritaron más fuerte y me dijeron que yo podía ser la ganadora.
«No te vengas!», advertían. «Tú puedes con él!»
Apreté mis labios para mantenerme en calma. Con una de sus manos en mi vagina, el Capitán Frío comenzó a masajear en círculos mi clítoris. Respiré profundamente, estaba completamente lubricada y cada una de sus caricias me llevaría en cualquier momento al paraíso, pero miré con atención a Rocío. Con las manos en la cintura y mordiendo mi labio inferior, tomé el control de la situación. Sintiendo cada milímetro del suculento miembro del Capitán Frío, comencé a contonear mis caderas hacia un lado y hacia el otro. El rostro del hombre se enrojeció cuando giré mis caderas mientras apretaba mi vagina; ahora estaba al borde de la excitación. Me movía de arriba abajo, como si me fuera a huir; me daba nalgadas y se aferraba a mis caderas, pero dejó de masturbarme porque perdía el control.
«¡Dos cuarenta y cinco!» Jenny exclamó. Me había dado cuenta de que lo tenía en mis manos, o en mis caderas. Le demostré con una sonrisa que tenía control sobre sus sensaciones, mientras yo estaba con las manos estaban en mi cintura. El Capitán Frío gemía y se movía frenéticamente, aunque seguramente me veía como toda una puta.
¡Tres minutos!
Después de sentir una descarga caliente, saqué su miembro que emitía abundantes chorros de esperma y lo masturbé con mi mano derecha para demostrar a todas que lo había logrado. Había logrado resistir durante los tres minutos, además de hacerlo eyacular. Mientras lo masturbaba, me incliné junto a él. El semen salpicaba por todas partes; cayó sobre mi rostro y mis pechos. El flash de una foto nos alumbró. Al final, dejé caer mi cabeza en su vientre mientras escuchaba los vivas y aplausos de las invitadas y me uní nuevamente al Capitán Frío en una mamada deliciosa que terminaría con una segunda eyaculación, esta vez menos abundante pero dentro de mi boca.
Me ayudó a incorporarme Jenny al final, levantó mi mano y me declaró ganadora. La vencedora de la noche. Siempre recordaré esa despedida de soltera de mi amiga Rocío, y sobre todo cómo pasé la noche compitiendo en un concurso inolvidable contra el Capitán Frío.