Infidelidades

Sofía era la novia de Gabriel, mi sobrino. Era bastante alta, 19 años, morocha de cabellos lacios hasta la cintura, hermosa de cara (representaba muchos años menos), de tetas justas y firmes, cintura de avispa y cola levantada … un dibujo por donde se la mirara.
Era – como ya les dije – la novia de un sobrino de mi mujer a la que veíamos en reuniones familiares … era de esas pendejas que un tipo de mas de 40 como yo nos deja babeando.

La empresa donde trabajo iba a poner un stand en una exposición de nivel internacional y me tocaba a mí, como supervisor de Ventas, estar a cargo de todo el tema.
Como necesitábamos una promotora me acordé de Sofi, así que decidí llamar a mi sobrino para que me comunicara con ella.
Gabriel me dio poca bola y me pasó el número para que la llamase, cosa que hice inmediatamente. Le comenté a la pendeja cuál sería su tarea, los días que tendría que estar y la paga – que era sumamente buena- , a lo que ella contestó que sí sin dudarlo.
” … pasá hoy por casa así te termino de explicar …” terminé la charla telefónica.

Esa tarde, cerca de las 18 hs. Sofía estaba ante mí … vestida con un jean elastizado que parecía pegado a su piel, bronceada y con un top que resaltaban sus pechos… sabía que estaba buena y no mezquinaba mostrarse.
” … mirá nena, son 5 días la duración de la exposición, te damos la ropa y tu función es menear la colita y repartir folletos invitando a entrar al stand a la mayor cantidad de gente posible … si logramos cierto número de adherentes se te va a pagar un premio adicional …” le comenté
” … Sí Alex !!!, de una … necesito unos pesos y prácticamente no hay que hacer nada !! …! rió contenta.
” … venite mañana a la oficina después del mediodía y te probás la ropa …” y nos despedimos con un beso.

Sofía llegó cerca de las 2 de la tarde a mi oficina, contorneando su figura ante la mirada de un montón de babosos compañeros de oficina … su perfume dejaba la estela por donde ella pasaba.

” … hola Alex ! …” dijo poniéndose en puntas de pie para abrazarme y darme un beso mientras yo observaba en el espejo la imagen de su cola.
Se sentó frente a mí y le seguí comentando el plan de trabajo.
” … el jueves te venís 7.30 de la mañana y te vas conmigo en el auto de la empresa hasta Esperanza (la ciudad donde se hacía la expo). Instalamos el stand y comemos algo, la movida empieza a las 15 hs. y termina 21, así que nos venimos para acá. El viernes te paso a buscar por tu casa si querés y nos vamos todo el día … el sábado sí ya cambia la cosa, nos tenemos que quedar allá porque no voy a tener el vehículo de la empresa y además termina muy tarde, así que seguramente iremos a un hotel a dormir para empezar el domingo a full … esa noche también nos quedamos a dormir para el lunes temprano desinstalar todo y volver …” le expliqué…. “…ahora probate la ropa por favor ..” agregué

El vestuario era un tipo de catsuit celeste y blanco de tela engomada con breteles tipo solera en la parte superior, se lo entregué y salí de la oficina para permitir que se cambiara.
Luego de unos minutos abrió la puerta invitándome a pasar.
Casi me muero … era un infierno !!! … mi pija daba saltos dentro del calzoncillo …. sus pezones se marcaban de una manera exquisita, sensual, sin ser agresivos — y su cola era la perfección,.. la pendeja sabía el efecto que me causaba y giraba sobre sí preguntando si le quedaba bien.
” … eh … sí …perfecto… solo que se te marca mucho la bombacha …” dije como un pelotudo.
” … pero Alex !! … con esto llevo un hilo dental o directamente sin ropa interior …” dijo como que fuera lo más normal del mundo.
La tomé de la mano y poniendo la otra sobre su cintura la hice girar … Sofía sacaba cola cada vez que quedaba cerca de mí … la solté y ella se apoyó en el escritorio y levantando aún más su cola empezó a menearla suavemente 

” … bien puta ella …” dijo lanzando una carcajada.
” … yo entro al stand aunque sea solo para ver ese culo mas de cerca …” acoté riendo.
” … jaja …vos sos de los que no dudaría en invitarme a tomar algo —” dijo de manera pícara.
” … es cierto … empezaríamos tomado algo…” respondí siguiendo su juego
” … sacate la ropa, te queda pintada…”
” … ay tío !! adelante tuyo querés que me saque la ropa ?…” lanzó tomándose el pelo y mordiéndolo con aires de gata.
Reímos y salí de mi oficina tapando con mis manos en los bolsillos la erección que era indisimulable.

Se despidió de mí quedando en estar a la hora y día fijados, al despedirse me dijo al oído:
” … cuando esté saliendo te prometo que te devuelvo los ojos que me dejaste pegados al culo ..” y me dio un beso marchándose.

El jueves sería el primer día de unos cuantos donde el placer se mezcla con el trabajo.

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Ese jueves Sofia llegó a la hora señalada: cara lavada, calza multicolor y remera haciendo juego … estaba hermosa, sobre todo por las bolsitas que se habían formado en sus ojos producto de levantarse tan temprano.
Cargamos la folletería y partimos hacia Esperanza donde nos esperarían un par de vendedores de la sucursal local para ayudarnos a armar el stand … teníamos por delante algo así como una hora y media de viaje.

” … querés que empiece el mate ? …. preguntó
” … dale … junto al bolso hay medialunas que compré camino a la oficina …”.

Sofía se sentó tipo “chinito” y se puso a preparar el mate. Su rodilla ocupaba más allá de su asiento, llegando casi hasta el mío: ” … querés que corra la pierna o no te molesta ? …” dijo mientras se acomodaba.
” … no, está bien, dejala ahí … no hay problema …” respondí.

Luego de unos minutos de viaje y ya habiendo dejado de tomar mate iniciamos una conversación que fue calentando el ambiente.
” … qué dijo Gabriel de tu trabajo de promotora ? le molestó ? quise saber.
” … no … en realidad Gabriel no sabe nada que yo trabajo este fin de semana … bueno, a decir verdad Gaby no sabe nada de mí desde hace casi dos meses … nosotros no andamos más de novio …” confesó ella.
La miré sorprendido … ella rió.
” … qué mirás así ? soy una niña soltera ahora ! … casi una monja … imaginate … dos meses sin garchar !! …” y lanzó una carcajada que dejaba ver su dentadura perfecta.
” … perdón, no sabía …” atiné a decir e instintivamente puse mi mano sobre su rodilla en un acto de consuelo.
” … tampoco es el fin del mundo … algo me dice que este finde voy a tener una alegría …” agregó poniendo en alerta mi pija que había comenzado a tomar temperatura de a poco.

La imagen que me regalaba el sol entrando por el lado de su ventanilla era maravillosa: los rayos parecían dibujar el contorno de sus pechos y me permitía ver cómo se marcaban sus pezones … mi erección estaba a pleno.

Llagamos al predio y nos estaban esperando la gente de nuestra sucursal local. Durante la mañana armamos el stand y cerca de las 13 hs. fuimos a almorzar. A las 16 hs. se inauguraba la muestra.

Media hora antes de la apertura Sofia estaba cambiada: su pelo planchado, sus ojos pintados estilo gata, los labios color mora …el catsuit le quedaba de maravillas … sus pechos elevados y firmes, su cola un regalo del cielo, pero me llamó la atención que no se le marcaba la bombacha.

” … Sofi … te queda espectacular ! cómo hiciste para que no se te note la bombacha ?
” … fácil, no traigo ropa interior …” me dijo al oído riendo, y tomando una de mis manos la guió recorriendo su espalda hasta sus muslos … ” … viste que no tengo nada puesto ? y se marchó hacia donde comenzaba el movimiento de gente meneando su culo, con el catsuit metido entre sus nalgas.

A las 21 hs. exactas se cerró el predio, la tarde resultó aburrida ya que quienes recorrían la expo eran empresarios y autoridades locales, esa primera tarde eran entradas de protocolo, mañana sería nuestro primer día de trabajo en serio.
Volvimos a nuestra ciudad luego de dejar a los otros dos vendedores cerca de sus casas.
Sofia seguía con el catsuit puesto, la oscuridad de la ruta no me permitía ver mucho, pero mi imaginación volaba.
Al llegar a su casa se despidió de mí con un suave pero prolongado besa en mi mejilla mientras con una mano me acariciaba la cara.
” … gracias por esta oportunidad de trabajo “tío” … algún día espero poder retribuirte lo que hiciste por mí …” dijo casi susurrando, cosa que lo único que hizo fue lograr que mi pija se pusiera dura al instante.
” … no mi amor !!! gracias a vos por haber aceptado, sino tendría que haber salido a buscar a alguien y no tenía tanto tiempo, además a vos te queda pintado el uniforme … mañana te paso a buscar, no te olvides …”
Rió y bajó del auto. Caminó hacia su casa con pasos largos … sus caderas se movían maravillosamente haciendo que llevase una mano a mi pija y la acariciase … esa noche cojí con mi mujer a lo bestia, acabándole entre sus tetas pensando en la pendeja …

La mañana del viernes ya venía calurosa, pero mi sorpresa fue verla salir de su casa rumbo al auto: vestía minifalda de jean y una remera básica blanca que con el fresco de esa hora marcaba en forma violenta los pezones.
Sofía subió, me besó – esta vez muy cerca de mis labios – y con esa carita de recién levantada preguntó si empezaba el mate.

al contestarle que sí, se acomodó como el día anterior, poniendo sus piernas como chinito, solo que esta vez la mini quedó casi a la altura de su cintura permitiéndome observar su blanca bombacha.
” … bueno … al menos esta vez puedo ver que traés bombacha !! … dije abriendo los ojos.
Sofía rió y largó: ” … no te molesta que se vea un poquito no ?? …
” … para nada, me pone feliz …” dije y reímos los dos.
” … Ay, ay, ay .. con qué poco te hago feliz !! … voy a pensar entonces en ver cómo hago para darte un poco más de felicidad, después de todo debo ser agradecida con el que me consiguió el trabajo …” y me guiñó un ojo.
Puse mi mano sobre su rodilla, acariciándola, mientras ella comenzaba a subir su remera dejando su panza libre.
” … voy a aprovechar a tomar sol, no creas que me estoy desnudando … al menos por ahora …” y soltó una carcajada mientras empezaba a cebar mate.
Acomodé mi pija que obviamente se había puesto dura y observé que miró de reojo, casi sin disimulo … nos quedaba una hora de viaje y las fichas ya estaban sobre la mesa.

Llegamos … Sofia se cambió y comenzó a hacer su trabajo. Al mediodía fuimos al mismo comedor del día anterior.
Luego de almorzar subimos al auto y fuimos en busca de un hotel para las noches de sábado y domingo. Esperanza no es una ciudad muy grande, es principalmente una ciudad de chicos universitarios, por lo que no había muchos hoteles. El único que conseguimos tenía una sola habitación doble por lo que tendríamos que compartirla … mi cabeza volaba a mil aunque faltasen 24 hs. para que se diera ese momento. Sofia no dijo nada, solo que sería la primera en bañarse, eso era lo único que “no negociaba”, a lo que accedí sin duda alguna, después de todo la tendría conmigo 48 horas.
Terminaba la jornada y una vez que cerraron el predio nos dedicamos a acomodar las cosas… me senté sobre el escritorio con las piernas abiertas y entró Sofía con cara de cansada… llegó hasta donde yo estaba y acomodándose entre mis piernas me abrazó.
” … uf ! estoy muerta … me cansaron estos tacos …”
Yo la rodeé por la cintura acariciando el nacimiento de su culo, pude comprobar que no había ropa interior … mi pija saltó endurecida, ella seguía ubicada ahí.
Me acomodé mejor haciéndole sentir mi bulto… Sofi no dijo nada, sólo soltó mi cuello y quedó frente a mi.
La abracé con ambos brazos por su cintura quedando cara a cara.
” … muy cansada ? .. pregunté
Y haciendo pucheros con su boca asintió con su cabeza.
Me volvió a abrazar y esta vez mi pija estaba a pleno en su raja … bajé del escritorio y dándole un beso en la frente le dije que nos marchásemos a casa, mañana sería otro duro día, tan duro como mi pija en ese momento.
Nos despedimos de los vendedores – que miraban y no entendían nada – y abrazados nos fuimos al auto.
En el viaje de regreso ella se quedó dormida sobre mi hombro, yo mientras tanto acaricié sus piernas todos los minutos que duró el viaje.
La dejé en la puerta de su casa … se despidió con un pico, limpiando con sus dedos la pintura que había dejado en mis labios… los dos sabíamos que mañana no sería un día más.

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Llegó el viernes y tal como habíamos quedado pasé con mi coche a buscar a Sofía. Toqué bocina un par de veces y apareció ella, enfundada otra vez en esa maravillosa minifalda de jean y con una remerita tipo top color pastel que contrastaba magníficamente con el color bronceado de su piel.
Subió de un salto y me regaló un rápido beso en los labios, ella intuía y se adelantaba a lo que los dos estábamos convencidos que iba a suceder.

Salimos a la ruta y comenzó a preparar el mate, luego de lo cual se sentó “chinito” juntando sus pies y abriendo las piernas como siempre lo hacía … la blancura de su bombacha, marcando el pliegue de su rajita, era perfecta: no habían pasado ni 5 minutos que había subido al auto y ya mi pija estaba como un garrote.
Apostando a ganador posé mi mano derecha sobre el interior de sus muslos … ella suspiró.
Mientras transcurría nuestra charla iba acariciando todo el largo de su pierna, hasta que nos detuvimos en una estación de servicio a completar agua para seguir el mate… cuando bajó, al darme la espalda, se levantó la pollera dejándome ver su culo y giró riendo … teníamos algunos moteles de camino pero detenerme nos haría llegar tarde al evento.
Subió al auto y después de acomodar el termo se acercó a mi boca y la besó.
” … acordate que el baño no se negocia …” me dijo en voz baja y sensual.
” … estaba pensando en bañarnos juntos …” le dije y ella rió.
Tomó mi mano y la llevó directo a su entrepierna … pude notar que estaba mojada.
Tiró la cabeza hacia atrás y me pidió que apurásemos el viaje que no íbamos a llegar a horario.

La mañana transcurrió bastante movida, Sofía cada vez que podía y que nadie miraba, se acercaba y nos besábamos … yo aprovechaba a tocar todo su cuerpo que estaba pegado al uniforme de promoción.
Al mediodía pasamos por un comedor y almorzamos algo rápido para ir después directo al hotel a dejar los bolsos.
Entramos y Sofía se tiró en la cama, yo me puse a desempacar y ordenar papeles.
Levanté la vista y la pendeja venía caminando descalza (algo que me calienta en demasía) con la parte superior del catsuit baja hasta la cintura…
Allí se me presentaban esas tetas adolescentes, duras, en punta … con esos pezones apenas visibles de un rosado pálido…
Cuando estuvo a mi lado la tomé de la cintura empujándola hacia mí…tomé un pecho con mi mano y lo acaricié … puse mi lengua sobre el pezón y haciendo círculos en él cada tanto lo mordía.
Sofia revolvía mi cabello con sus manos …
” … a la noche tío … a la noche por favor … ahora no, ya es hora de irnos …”
Para mis adentros la maldecía ” … para qué puta viene en bolas si me va a cortar el chorro así !!!???? ..” pensaba.
Subí en uniforme acomodándoselo, la besé en la boca y sin demostrarle mi enojo, le dije que terminara de vestirse y nos íbamos.
Demás está decir que no se me pasaron nunca las horas de espera, pero al final tuve mi recompensa.

Compramos unas hamburguesas, latas de cerveza y nos fuimos al hotel.
En la habitación fuimos derecho a la ducha, a los besos … bajé por completo su uniforme y quedó expuesta frente a mí: era hermosa, una pintura … ella jugando a ser una nenita llevó un dedo a su boca y lo hacía subir y bajar por el labio inferior, mordiéndolo cada tanto.
Yo, también desnudo, con mi pancita “cuarentona” y mi pija apuntando al techo disfrutaba de cada segundo, quien sabe si alguna otra vez se me daría estar con un manjar como Sofia.
Entramos a la ducha y comenzó a pajearme mientras me besaba … levanté un poco una de sus piernas y girándola hacia la pared la penetré … el sonido de su gemido cuando mi verga entró e hizo tope lo llevo grabado en mis oídos.
Apoyada con sus manos en la pared, empinaba el culito haciendo que mis movimientos no encontraran resistencia alguna, entrando y saliendo ritmicamente …
” … cogeme papi, cogeme …” susurraba entre gemidos
La calentura no jugaba a mi favor por lo que en unos diez minutos ya estaba listo para descargar, afortunadamente ella había acabado enseguida también.
” … dónde querés la lechita Sofi ? … le pregunté
” … toda adentro … no desperdicies nada tío …”
Ese “tío” me ponía la piel de gallina. La agarré fuerte de la cintura y aceleré mi embestida llenándola a los pocos segundos … quedamos fundidos un rato largo mientras el agua de la ducha nos empapaba.
Nos secamos y desnudos como estábamos nos pusimos a comer las hamburguesas y tomar cerveza.

Con el aire acondicionado prendido a full me recosté, pudiendo desde esas posición verla en todo su esplendor.
Vino caminando lentamente hacia mí y gateando desde el borde de la cama hasta mi pecho comenzó a pasarme la lengua por todo el cuerpo … estiré mis brazos agarrándome de los barrotes del respaldo de la cama y cerrando los ojos la dejé que trabajara … me dediqué a gozar.
Sofí, luego de un largo rato de jugar con su lengua, me montó … puso sus brazos extendidos sobre mi pecho y comenzó a subir y bajar lentamente …
Movía su cadera haciendo que mi pija quedase casi afuera por completo para bajar de golpe y ensartársela hasta los huevos, yo acompañaba ese movimiento con mis manos en su cintura.
Después se dio vueltas (girando sin sacarse la pija de adentro) y me brindó el maravilloso paisaje de ver su culo a 40 centimetros de distancia.
” … quiero esa cola …” dije rasguñando su espalda con mis dedos.
Giró su cabeza y mordiéndose el labio dijo: ” … nunca garché con alguien que fuese tan directo …? y reímos los dos.
Se levantó despacio inclinándose hacia adelante y quedando en 4 patas… me acomodé y ella – antes – quiso pasarle la lengua para lubricar mi pija.
Con su mano izquierda guió la punta de mi cabeza hacia su agujerito, la calzó y después me tomó del muslo, empujando despacio hasta hacerla desaparecer dentro suyo.
Me puse sobre su espalda y la abracé rodeando su estómago… luego de un rato comenzó a mover ella su cadera hasta hacer que me vacíe en su culo.
Esperé unos minutos y saqué mi pija de su escondite, produciendo un volcán de leche que salía por el dilatado agujero.
Nos fuimos a dar otra ducha y dormimos hasta el otro día.

Los dos días subsiguientes fueron de puro sexo … probó mi leche y adquirimos como costumbre que antes de dormirnos su culo sería quien recibiera la ración diaria.

Después del evento en Esperanza visité a Sofía en su casa al menos una vez a la semana por un año aproximadamente, fueron de mis días más felices … ella devolvía años a lo que decía mi documento, pero eran muchos años de diferencia y esto nos fue alejando.
Sofia quedó en mis retinas y en mi mente como una hembra infernal con cara de nenita y la que nunca pidió ni exigió nada más que pasarla bien, sin complicaciones.
A veces espero escuchar a mis espaldas esa voz diciéndome “hola tío …”.

En plena cuarentena conocí íntimamente a mi mamá.

Mi casa tenía un quincho en el fondo el cual se fue transformando con el tiempo en una habitación con baño y sala de estar, se usaba más que nada para las visitas y mientras fuí creciendo íbamos teniendo cada vez menos visitantes.
 
Con el tiempo ese lugar fue cerrado y abandonado entonces ya de adolescente decidí buscar y quedarme con la llave, alguno de los dos (mis viejos) la tendría, busque en toda la casa y no la encontré el único lugar que me quedaba era la cartera de mamá ya que hurgar en los bolsillos de mi viejo era más que imposible.
 
Así que decidido en tener esa llave comencé a espiar a mamá, la idea era esperar a que se bañe para revisar su cartera.
 
Tardé en tener éxito porque siempre se duchaba en la mañana temprano o tarde en la noche y siempre estaba la familia.
 
Un día que empecé a sentirme abatido provoqué un accidente, tropecé con ella a propósito y le ensucié la ropa.
 
…………………………………………………………
 
 
Su llavero tenía la llave original y la copia, obvio que me quedé con una.
 
Con el tiempo fui recuperando el lugar; yo no sabía que ella lo usaba de vez en cuando, cada vez que ordenaba el lugar podía darme cuenta de que no era el único que aprovechaba el sitio.
 
Dejé el lugar impecable, la habitación la ambienté a mi gusto como si fuera mi habitación era mi lugar para estar solo o para escuchar música, jugar o hacerme la paja.
 
A sabiendas de que alguien compartía el lugar puse un móvil en la puerta cosa de escuchar ruidos si alguien entra, también una camarita mirando a la cama y otra en el baño.
 
No fue una gran sorpresa averiguar que era mamá con quién compartía la casita y la cama.
 
Lo que sí fue una sorpresa es que ella usaba el lugar por lo mismo para estar sola, leer, mensajear, ver porno y masturbarse, no lo ví detenidamente era como violar su privacidad, pero si lo descargué en la compu, gran error fue ese ya que teniéndolo a mano tarde o temprano lo iba a curiosear.
 
El segundo día encontré en la encimera del baño su tanga empapada y hecha un bollo, así que desesperado descargué los vídeos del día, la curiosidad pudo más que el respeto a su privacidad.
 
Ella aparecía entrando al lugar, frente a la cama se desnudó a toda velocidad se dejó la tanga, se acostó y viendo porno en su celular se empezó a tocar las tetas en cuanto se le fue subiendo la temperatura se sacó la tanga se secó la concha y se la pasó por la cara antes de metérsela en la boca.
 
Se cogió con toda la mano, la tanga en la boca era para silenciarse, la toma era perfecta todo lo hacía frente a la cámara se metía los dedos y también su consolador.
 
Duró casi 20 minutos y regó toda la cama, se sacó la tanga y secó su transpiración y sus jugos hizo un bollo y lo dejó en el baño; yo salí corriendo a esa cama con su tanga en la mano, toqué y sí, estaba mojado aspiré su olor y restregue el rostro en los jugos de mamá e inicié una paja frenética acabando en el mismo lugar que ella.
 
Después de eso le dí play al primer video, en él mamá entra, recorre el lugar vé como todo está limpio y arreglado.
 
Continúa hacia la habitación recorre ambos lados de la cama presiona sus manos como comprobando que el colchón sea bueno, acomoda todas las almohadas en la cabecera se levanta la pollera sube una rodilla a la cama y se masturba de una vez.
 
Buscando su comodidad se sube a mi lecho masturbatorio con la espalda en las almohadas tocándose las tetas, con la calentura a tope manotea una almohada y la lleva a su entrepierna y se empieza a cojer a la almohada, a todo esto yo estaba mirando el vídeo con una mano que me pajeaba y la otra que acariciaba y mezclaba mi leche con sus jugos. 
 
En eso veo que ella para lo que está haciendo y se centra en la cámara, “por Dios, me descubrió” pensé yo.
 
Se sonríe, se chupa los dedos, saca la almohada de su concha, busca acomodarse y para suerte mía quedó en una inmejorable posición.

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Ese lunes desperté temprano como casi siempre. Yo no había podido dormir bien ya desde hacía más o menos quince días desde que me practicaron una cirugía urológica. Me levanté aun en medio de la penumbra y mi esposa Paola estaba todavía dormida roncando con la sábana medio envuelta en su torso. Sus nalgas al descubierto apenas medio ocultas por su tanga color oscuro me provocaban una caricia. Acerqué mi mano para posarla encima de su piel, pero me detuve. Mejor que durmiera un poco más si aún su cuerpo lo necesitaba.

Me fui al baño y mientras orinaba recordé que a las 10 am tenía cita con el urólogo para un seguimiento posoperatorio. Mi mujer despertó media hora más tarde con su rostro hinchado de sueño y sus senos pequeños al desnudo. Se sentó a orinar en la taza del baño con la puerta medio abierta y pude oír su quejido. Desde hacía dos días se venía quejando de una molesta cistitis. La tarde anterior había ido a ver a su médico que le prescribió un tratamiento sencillo aunque incómodo.

Después de haber tomado la ducha, mi esposa me pidió que la ayudara con el medicamento vaginal que debía aplicarse durante siete días. Se acomodó en el borde de la cama completamente desnuda y fresca del baño recién tomado, con sus piernas abiertas en posición de parto. Tuve cierto atisbo de excitación al ver su sexo allí explayado ante mis narices pero yo no podía y no debía intentar nada sexual hasta tanto el médico no me lo indicara. Tomé la especie de jeringa sin aguja, llena de un medicamento pastoso y blancuzco, lo introduje en su vagina e inyecté la sustancia lentamente. Me lo agradeció con cierta incomodidad y rostro fruncido, se colocó una toalla higiénica, su calzón íntimo limpio, termino de vestirse y se marchó al trabajo algo fastidiada y sin ganas.

Yo quedé solo en casa aun disfrutando de mis días de incapacidad médica tras la cirugía practicada en mi pene. Debía esperar a mi cuñada Sara que llegara más tarde para acompañarme la cita médica de control. Sara me había acompañado en todo mi proceso urológico, no solo por ser enfermera, aunque novata, sino porque disponía del tiempo que mi mujer no tenía por razones puramente laborales. Le habíamos pedido el favor de asistirme durante mi convalecencia y de hacerme compañía a las citas posoperatorias hasta que yo me recuperar.

Sara llegó un poquito tarde como de costumbre pese a que vivíamos a solo media calle de distancia.

-Cuñis ya llegué -me gritó desde abajo en la calle con sus manos puestas en su boca a manera de megáfono.

Yo me asomé por la ventana de mi alcoba del segundo piso y la vi bajo la luz aplastante del sol intenso de las nueve de la mañana. Le hice seña de que ya bajaba. Lo hice un tanto apurado para tomar el taxi y llegar a la cita a tiempo. Salimos a la calle principal y tomamos el primer taxi que pasó. Yo todavía debía caminar despacio y con cuidado aunque francamente no era ya tan necesario que ella me acompañara puesto que pasados los quince días me comenzaba a sentir bastante recuperado. Pero era mejor no ir solo porque tal vez requería de alguna recomendación o cuidado que Sara entendería y recordaría mejor que yo seguramente y además porque había sido ella quien amablemente me había estado acompañando en todo este tortuoso proceso.

Una vez en el consultorio y después que el médico y su asistente me observaron, aquel se sentó en su escritorio frente a mi cuñada y yo y con su voz jovial que no concordaba con la apariencia seria y pesada de su rostro me dijo:

-Bueno señor ya Ud. está listo. La herida superficial ya secó completamente. Su pene parece estar apto y desinflamado ya lo suficiente como para entrar en acción. La curvatura creo que quedó bastante bien corregida y lo que resta es simplemente tener relaciones sexuales preferiblemente sin condón para que puedas evaluar tu sensibilidad. Con cuidado eso sí. Ojala lo más frecuentemente que pueda. Debe volver acá en diez días para hacer un chequeo final y listo. Debe prestar mucha atención a la sensación durante el coito y el orgasmo. Si hay dolor, ardor o incomodidad etc. No debería haber nada de eso en principio. Así que señora consienta mucho a este señor –dijo mirando afablemente al rostro de mi cuñada que sonrió alzando una ceja con mirada de querer decirle al médico que ella no era mi mujer como él creía desde el principio, pero eso era un detalle incensario y sin importancia en ese momento. Sara se limitó a sonreír y asentir moviendo rápidamente su cabeza.

Salimos y justo en la puerta de la clínica antes de tomar el taxi de vuelta, le comenté a Sara que yo estaba contento con todo pero que había un problemita.

-Qué pasó? -me interrogó con aire de preocupación.

-No voy a poder practicar ni hacer nada en diez días. Tu hermana no puede tener sexo porque anda con una cistitis. Se tiene que aplicar un medicamento vaginal y debe abstenerse de sexo vaginal quince días a partir de ayer. Es decir, le quedan catorce días aun sin poder hacer nada de nada. Pensé que ella te había comentado algo de eso.

-No, no lo sabía. Ándale! que vaina! y ahora qué vas a hacer?

-Se me ocurre llamar más tarde y cambiar la fecha de la cita como para dentro de un mes o cuarenta días. Así le doy tiempo a Paola de recuperarse y me cubro un poco más yo al tiempo, porque después ya en una semana yo retorno a trabajar y probablemente me manden para la capital en unos quince días para una formación de tres o cuatro días, así que la cosa podría extenderse aún más tiempo. Mejor dicho que yo mi pinga me la voy a poder estrenar quien sabe cuándo. Estoy algo desesperado. La voy a tener que meter en un mofle de moto.

-ja ja ja ay cuñis, que locuras dices y que pena contigo. Estás bien de malas. Jodida la cosa así.

-Me va a tocar buscar otro culito por ahí, ja ja ja

-Bueno eso es asunto tuyo, yo no me meto en eso ni le digo a mi hermana nada ja ja ja, así que bien puedes.

La conversación quedo así. Durante el viaje de vuelta ella hablaba por celular y yo intente cerrar los ojos pero el calor y el ruido de la ciudad que pasaba por la ventana del incomodo taxi no me lo permitía.

Una vez llegamos a casa justo en la puerta del edificio nos despedimos. Ella marchó a su casa y yo subí tranquilo de saber que todo había salido bien y que solo era cuestión de tiempo. Podría pronto tener sexo de manera más cómoda. Había valido la pena someterme a esa cirugía voluntaria y espontanea de corrección de curvatura de pene. De nacimiento mi pene vino con esa curva pronunciada hacia la izquierda que impedía desempeñarme sexualmente con comodidad y soltura.

Al ir subiendo las escaleras intente llamar desde mi móvil a mi mujer para narrarle lo sucedido pero no respondió, así que tal vez me devolvería la llamada más adelante. Me senté en una mecedora después de quedar solo en calzoncillos a escuchar música cuando sonó el timbre de la puerta. Me asome a la ventana y divisé desde mi ventana la cabellera abundante de Sara que miraba hacia arriba tratando de tapar con su mano al sol incandescente que golpeaba sus ojos

-Ábreme por favor

-Se te olvido algo?

-No, anda ábreme.

Le abrí sin mucha intriga y ni me molesté en ponerme una toalla para cubrirme puesto que estaba ya acostumbrado desde la cirugía a que ella me viera desnudo e incluso me curara el pene.

Abrí la puerta y su mirada aunque serena tenía un brillo diferente.

-Modificaste ya la fecha de la cita?

-No, aun no lo he hecho.

-Le dijiste ya a mi hermana lo que nos dijo el médico?

-No, tampoco –le respondí con aire ya intrigado– porqué lo preguntas?

Me miró con una sonrisa pícara y ese brillo en los ojos que denotaba algo trascendental. Esa mirada la conocía ya bastante después de tantos años de ser vecinos y familia. Yo conocía a Sara desde antes de hacerme novio de su hermana Paola. Sara ha sido siempre una mujer de atreverse y no temer ni titubear a la hora de ejecutar una acción ya decidida.

-Cuñis, no canceles cita ni llames a Paola. No es necesario creo.

-Como así?

-Te tengo ya solución para que puedas estrenar tu pene.

Yo solo fruncí el ceño con mirada intrigada pero dejándola proseguir.

-Si quieres, lo haces conmigo –terminó así su frase corta, directa y se limitó a mirarme directamente con sus ojos negros grandes y brillantes de luz desafiante y firme.

Yo apenas si pude procesar lo que estaba escuchando de su boca delgada con esa voz dulce pero segura. Lo primero que pensé era que me estaba bromeando.

-Sara, no me bromees con ese tema. No es gracioso.

-Cuñis, no es broma. Lo digo en serio. Para que no tengas que esperarte quien sabe hasta cuándo. Puedes hacerlo conmigo. Ojo y te aclaro. No es por morbo ni nada de eso, sino simplemente por ayuda médica. Claro esto es en secreto. Lo he pensado bien ahorita y por eso vine a proponértelo. Sé que eres un tipo serio. Nada de comentárselo a Paola ni yo tampoco le diré nada a Alberto ni más faltaba. Cuñis, si tú quieres claro está. Yo te ofrezco. Tú decides.

En ese instante sonó mi teléfono. Era mi mujer devolviéndome la llamada. Al responder Sara me hizo seña desesperadamente con los ojos y sus manos de que no dijera nada ni tampoco que mencionara a su hermana que ella estaba allí conmigo. Así que solo le dije a Paola parte de la verdad.

-Si, si amor. Todo va bien. Debo ver al médico en diez días y tal vez sea todo. Pero me dijo que la recuperación va mejor y más rápida de lo que esperaba. Si, Sara estuvo allí conmigo. Estoy tranquilo con eso.

Mientras hablaba Sara me miraba asintiendo y haciéndome gestos de aprobación por haber dicho lo que dije a su hermana. Terminé la llamada y volví a dirigirme a mi cuñada con aire de sorpresa e incredulidad.

-Sara, claro que quiero. Claro que acepto tu propuesta ni más faltaba. Ni tengo palabras que agradecerte. Eres la mejor cuñada del mundo. Además que estas muy buena y lo sabes.

-Cuñis, nada de morbo. Solo es por cuestión médica. Tenlo en cuenta. No quiero que pienses que soy una zorra puta que anda repartiendo culo por allí. O que ando enamorada de ti porque soy una esposa infiel ni por nada de eso. Lo hago por ayudarte y porque he sido tu confidente en todo esto tan privado. Además tú a mí me has ayudado bastante. Has sido un buen cuñado y yo te estimo. Lo sabes. Sabes también lo mucho que quiero a mi hermanita.

-No he dicho nada de eso. Relájate. Solo dije que estas buena. Eres una mujer atractiva y lo sabes.

-Ok. Gracias por el cumplido. Ahora me voy. Mañana por la mañana como a las diez vengo. Espero estés listo. Ni una palabra de esto a nadie.

Ese fue el día más largo de mi vida. La espera se me hizo eterna hasta el día siguiente. Me puse lunático casi. Mi mujer noto mi actitud distraída y distante. Me preguntó en varias ocasiones si me pasaba algo. Yo le mentía intentando darle excusas etc., pero ella con su malestar de cistitis tampoco estuvo de humor para prestarme mucha atención. Me costaba creer que mi propia cuñada me propusiera sexo solidario con ella. Me pellizcaba para ver si acaso no era un sueño. Sara, la hermana mayor de mi mujer, casada, madre de dos hijas, vecina, enfermera novata vendría al día siguiente a darme sexo. Era difícil de digerir. Eso me hacía pasar por todos los estados emocionales. Era tremendamente morboso todo eso para mí. Para ella era tal vez una cuestión técnica y medica de solidaridad para conmigo, pero para mí era un acontecimiento de morbo y fantasía sexual increíble. Tener sexo con una mujer fuera de mi matrimonio ya de por si constituía toda una aventura cargada de emociones y si a eso le sumaba el hecho de que esa mujer era nada más y nada menos que mi propia cuñada, sumaba aún más morbo al punto de descrestar mi imaginación.

Sara es una mujer físicamente bien hecha la verdad sea dicha. A pesar de los kilos demás que trae consigo la treintena y la vida de casada con hijos, es una mujer que inspira sexo a cualquier hombre ciertamente, incluyéndome a mí. Nunca se me hubiera ocurrido proponerla algo así claro está, pero más de un mal pensamiento se me ha pasado por la cabeza con Sara desde que la conocí. A diferencia de mi mujer, quien debo decir que es bonita y de cuerpo más bien proporcionado pero sencillo, Sara es voluptuosa, de senos amplios y nalgas grandes. Su estatura alta, su cuerpo amplio de curvas pronunciadas y su piel blanca de abundante cabellera negra la hacen lucir elegante siempre. Al momento de lo ocurrido en esta narración, Sara tenía y cuatro años recién cumplidos. Dos años menor que yo y cinco más que su única hermana.

No pude pegar el ojo en toda la noche pensando en cómo sería ese primer encuentro sexual con mi cuñada para estrenar mi pene ahora ya casi recto. La pondría en poses que antes me costaba trabajo. Imaginaba la fisonomía de sus zonas íntimas. Intentaba recrear como debían ser sus senos, sus pezones, su vagina, su vulva, su sus nalgas etc. Me preguntaba qué tan parecidas debían ser con respecto a los de su hermanita. La imaginaba desnuda de diversas maneras. La ansiedad no me dejo dormir. Amaneció. Hice la rutina con Paola mi mujer quien me notó aún muy distraído. Le apliqué su medicina en la vagina y se marchó nuevamente desanimada aunque se sentía ya un poco mejor. Solo después pude medio caer vencido de sueño y dormir un par de horas hasta un poco pasadas las nueve de la mañana.

Desperté al oír un vendedor callejero gritar su mercancía. Tome mi baño matutino. Tuve varias erecciones y me emocionaba ver que mi pene estaba realmente derecho con una ligera curva pero bastante menor.

-Espera nene, ya viene Sara. Te la vas a comer rico. –le hablaba a mi pene como si fuera una persona.

Me limpié con más cuidado cual primera cita de amor y me puse mi mejor calzoncillo. Un calzón nuevo grisáceo corto que horma bien en mi cuerpo velludo. Era el preferido de mi mujer. Por un momento pensé en Alberto, el marido de Sara. Sera que antes ella le habría sido infiel? Aunque en este caso no se puede considerar así. No se trata de una relación como tal. Pero era como si lo fuera. Me confundía en esas divagaciones moralistas sin encontrar respuesta. Lo sentía por él, pero era imposible despreciar y no desear a su mujer. No quería yo estar en su sitio. Puro orgullo de hombre era lo que me hacía divagar. Me preguntaba si acaso mi mujer no haría cosas traviesas también. La voz de Sara entrando por la ventana me sacó de esas inútiles cavilaciones.

-Cuñisss… -gritó Sara

Mis latidos aumentaron el ritmo. El momento había llegado y fue cuando me di cuenta que yo estaba nervioso. Que el macho se asustaba un poco. Debía calmarme para funcionar bien. Recobré mi compostura, me asomé por la ventana y la divisé abajo. Estaba vestida con una blusa azul de tirantas y una falda negra que le daba por encima de las rodillas. El calor ya era abrazante.

Al entrar por la puerta, su mirada era relajada pero intensa. Su andar firme y decidido. Sabíamos que no era una mañana tan normal como las otras de los últimos quince días anteriores. Había cierta tensión en el ambiente que lo enrarecía.

-Listo?

-Claro, le dije simulando cero nervios.

Ella me miro de pies a cabeza. Reparó mi calzoncillo pero no dijo nada. Se metió en la alcoba principal. Se sentó al borde de la cama justo en el sitio en el que horas antes Paola había abierto las piernas para aplicarle el medicamente vaginal.

-Creo que aquí en la cama no es tan bueno para ti ahora que lo pienso bien. –dijo resuelta.

-Tienes razón. Es mejor que yo esté de pie y pueda controlar el movimiento.

-Exacto. Mejor yo me siento en el mesón de la cocina y tu quedas de pie. Te parece bien?

-Si. Buena idea.

Era raro tener esa conversación así. Parecíamos más bien dos personas planeando instalar unas cortinas en una casa o dos personas acomodándose para hacer un corte de cabello en un sitio improvisado que un hombre y una mujer a punto de tener sexo.

Sara se sentó encima de las baldosas del mesón sin quitarse una sola prenda de vestir. Medio abrió las piernas sin dejar que se desnudara más allá de sus muslos blancos y me pidió acomodarme frente a ella. Abrió aún más sus piernas. Me asió para que yo me adentrara contra su cuerpo. Yo aun con mi calzoncillo puesto acerqué mi pelvis hasta pegarla con su zona vaginal. Era perfecto para mi estatura afortunadamente. Mi pene quedaba justo por encima del canto superior del mesón apuntando directamente hacia su vagina. En realidad ya lo sabía porque numerosas veces había tenido sexo con mi mujer justo allí en la cocina sentando a Paola en el mismo lugar, pero no quise comentar esa infidencia con Sara innecesariamente.

Pude entonces sentir en mi pene el calor emanado de su sexo a través de las telas de nuestras respectivas prendas íntimas. Eso me predispuso y generó un leve respingo de erección pese a mis nervios y a la sobriedad con la que se habían manejado hasta ese momento las cosas.

Fui rápidamente a la alcoba y traje una franela limpia mía y la puse encima del mesón para que Sara se sentara y no posara sus nalgas directamente encima de las duras, frías y resbaladizas baldosas de cerámica blanca que recubrían al mesón.

-Sara una cosa antes de iniciar.

-Si, dime cuñis.

-Se supone que no debo ponerme condón idealmente. Algún problema si lo hacemos así?

-Si. Lo sé. También pensé en eso. No te preocupes. Vamos a hacerlo así si no tienes ningún problema claro está.

-No. No hay problema.

-Bueno. Bájate ese calzoncillo y sácala a ver.

Yo sentía todo esto raro, todo tan técnico y metódico pero no dejaba de excitarme de algún modo. No hubo ni caricias, ni besos, ni miradas morbosas. Yo me desnudé frente a sus ojos y mi pene aun medio fláccido saltó a su vista. Ella me lo miró sin morbo aparente de forma directa y me dijo que se veía mucho mejor que la última vez que lo había visto para curarme la herida superficial. Extendió la mano y me acarició el tallo de mi pene justo donde había estado antes una herida superficial más con actitud de examinadora que de amante.

-Ahora que sienta calorcito se va a poner duro. Vas a ver. –me dijo para hacerme sentir tranquilo

Sara con cautela metiendo sus manos por debajo de su falda algo replegada y sin bajarse del mesón se fue deslizando su prenda interior sin elevar la costura de la falda más allá de sus muslos. Por respeto yo trataba tensamente de no mirar sus partes para no incomodarla. Como por arte de magia su calzoncito blando de algodón lo tuvo en sus manos y lo colocó enrollado dentro de su busto por debajo de su blusa. El morbo me subió a la cabeza cuando tuve esa imagen frente a mí. Quería oler esa prenda sucia de su sexo y me excitaba saber que ya debajo de esa falda negra no había más barreas para mi verga que cobraba volumen despacio.

-Ahora ya la puedes meter. Sóbala en mi chuchita para que se endurezca y se meta solita en mi raja –sus instrucciones las decía con naturalidad. Sin emoción, pero con voz dulce.

Yo me alejé un poco para que ella pudiera ver mi erección. Quería neciamente que ella supiera que yo estaba muy excitado por y para ella.

-Caramba, ya lo tienes duro. Intenta meterlo despacio. Sin desespero. Tomate el tiempo que necesites y así me das tiempo a que yo lubrique un poco.

Yo, nervioso, seguía sus instrucciones. Sentía el calor de su chucha. Resbalaba mi miembro por su rajita con mis brazos apoyados a lado y lado de sus muslos afirmándome en el borde del mesón. Ella estaba sentada con sus piernas completamente abiertas y su falda replegada pero sin dejar acceso a mi vista. No pude ver su sexo. Olía su piel y el perfume del jabón del baño recién tomado. Miraba sus ojos negros relajados y seguros. Ella por momentos me miraba y por momentos me esquivaba. Me provocaba embestirla con desenfreno, besarla o acariciarle y comerle las tetas. Pero eso arruinaría todo. Ella se comportaba con actitud médica aunque su voz relajada me pedía que disfrutara para que se el sexo se hiciera placentero. Nuestros rostros estaban cerca y la respiración era jadeante en ambos.

Con la punta de mi verga exploré la geografía exterior de su vagina. Tenía vellosidades, aunque no abundantes y alcanzaba a rozar sus carnosidades tibias y blandas. Estuve así rozando y frotando mi verga por afuera de su vagina y ella cerraba los ojos por momentos. Pude empezar a hincar mi falo en la entrada de su gruta. Ella aunque no tan mojada estaba lo suficientemente lubricada como para permitir una penetración.

El silencio fue interrumpido estrepitosamente. Sonó su teléfono y al ver la pantalla me hizo señal de que hiciera silencio. Yo me asusté un poco al deducir por su conversación que se trataba de su marido Alberto. Intenté retirarme, pero ella me lo impidió con sus piernas. Dejó en espera a su marido al otro lado de la línea y se acercó al oído para decirme que siguiera haciendo todo sin parar que ella no demoraba nada.

Entonces emboné mi glande muy lentamente justo en la entrada y me detuve unos segundos hasta que ella colgó su llamada. Me sorprendió la tranquilidad y control con la que una mujer es capaz de engañar a su marido. Embestí con cuidado. Fui sintiendo como cada milímetro de mi pene iba resbalando en el calor de su concha tan facilito. Era una sensación novedosa que antes con la curva no podía tener. La fui metiendo. Sentí como resbalaba adentrándose en su carnosidad suave y calurosa. Llegue a tope y mis vellos púbicos se unieron a los de ella. Sara emitió un leve gemido y un jadeo ahogado al saberme totalmente penetrado en ella.

-Muy bien. Vas muy bien cuñis. Bravo. La metiste toda -me decía ya con voz pasita al oído.

Yo no podía creer que eso estaba ocurriendo. Todo era algo raro. Placenteramente raro.

-Avísame si sientes dolor, ardor o algo. Ahora intenta moverla. Sácala y métela despacio.

Mi rostro estaba cerca del de ella. Podía sentir el aliento de su boca de labios delgados y rosados. El jadeo era inevitable y mi pecho se juntaba un tanto contra sus senos abultados que siempre había morboseado. Su faldón tapaba mi zona pélvica y no podía ver mi pene ni su chucha. Pero la sensación de placer, de morbo y de calor físico era sensacional. La comencé a embestir despacio. La sacaba hasta más de la mitad y movía mi cadera para volverla a penetrar completamente. Con cada penetración sentía más humedad en su vagina. Sara gemía y jadeaba muy levemente. Entonces me atreví a preguntarle:

-Y tu Sara. Estas bien? Te gusta?

-Ah, ah, No soy de hie-rro hm cuñis. Ah, ah, soy de car-ne y hue-so, hm ah, ah. Claro que me da placer. Ah, ah, ah sentirlo den-den-ntro. Ah, si-si-gue asi. Hm, ah, hm, hm.

Escucharla jadear y ver sus pupilas dilatadas me dio ánimo y confianza. Comencé a embestirla un poco más rápido. Sara comenzó a gemir con más soltura. Sin embargo no perdía su cordura.

-No tan rápido cuñis. Es rico ah, ah pero despacio. A-a-acuerdate.

Yo bajé el ritmo con mucho esfuerzo. El morbo se me había subido a la cabeza y el cosquilleo era placentero. No sentía ni ardor ni dolor. El momento cúspide se acercaba. Yo sabía que estaba llegando al punto de no retorno. Sentía un regocijo al penetrarla tan cómodamente. Era la primera vez en mi vida que experimentaba esa sensación de efectividad al penetrar. Era la primera vez que mi pene entraba en una vagina solito, sin necesidad de tener que agarrármelo para dirigirlo hacia la entrada. Era la primera vez que podía embestir a una mujer moviendo mi cadera hacia adelante y hacia atrás y no hacia medio lado. Era la primera vez que la hembra estaba sentada de frente y no de medio lado para ayudar a que la curva de mi pene ingresara en su sexo. Era algo simple y obvio para alguien que toda su vida ha tenido un pene normal, recto, pero era todo un acontecimiento para alguien como yo. Mis emociones de felicidad y morbo estaban hirviendo dentro de mi cuerpo en ese instante. Sara tal vez no era consciente de eso. Pero yo se lo estaba agradeciendo mucho.

-Sara, me voy a venir-rrrrr

-Cuñis sácala. Échala en este vaso.

Me paso un pocillo de tono oscuro que tomó del portavasos que había justo a su lado izquierdo. Solo en el último instante saqué mi pene completamente mojado del gozo vaginal. Solo en ese fragmento mas por reacción accidental de ella al levantar sus piernas pude ver sin mucho detalle esa vagina rosada y algo velluda. Lo que vi me resultó hermoso y erótico.

Introduje mi pene en el vaso completamente y dejé que eyaculara en el interior del vaso. Sara me miraba a la cara mientras yo vivía mi orgasmo y tuvo tal vez el único gesto de cariño. Me acarició mi pecho velludo mientras yo jadeaba de placer contorneando mi cuerpo con cada pringo de semen que salía disparado contra el fondo del vaso. Un placer intenso recorría mi cuerpo y una leve sensibilidad diferente en el tallo de mi pene pude percibir cuando este se contraía para eyacular.

Solo después de notar que yo había recobrado un poco mi prestancia me preguntó.

-Todo bien cuñis? Te dolió o te ardió cuando te viniste?

-Nooo, no. Solo un poco de sensibilidad, pero nadita de dolor. Puro placer.

-Ya veo que no. Ja ja ja.

-Perdóname Sara, pero que chuchita tan rica tienes.

-Tranquilo cuñis. Me alegra que te haya gustado y que la hayas pasado bien. Pero sobre todo que tu verga funcione bien. Mi hermana ahora va a estar más feliz. Bueno hay que seguir probando claro está. Y bueno déjame decirte que se sentía rico. La moviste bien.

-Gracias Sara.

-Miremos el semen. No debe tener ni olor ni color raro.

Sara se bajó del mesón como si nada hubiera pasado antes, cual mujer haciendo un trabajo de laboratorio. Tomó el pocillo, se acercó a la puerta de salida al patio para tener buena iluminación. Miro al fondo del pocillo, lo acercó a su nariz y lo olió.

-Parece todo normal. Me pasas una cuchara pequeña por favor?

Le pasé una cuchara y ella la sirvió de semen. Lo observó a la luz por unos segundos con ojos de enfermera y hasta untó un poco en su dedo índice derecho para juntarlo con su pulgar pudo tantear su consistencia.

-Creo que todo se ve normal con tu semen. Míralo tú.

Yo lo vi, lo olí e hice lo mismo que ella.

-Si. Todo parece normal.

Me sentí aliviado, complacido y de alguna manera unido emocionalmente a mi cuñada. Era todo algo confuso. En ese momento supe que la forma de relacionarnos ya no sería nunca igual. Algo habíamos roto. Al menos en mi cabeza aunque tal vez no en la de Sara.

Se despidió apuradamente al caer en cuenta que estaba atrasada con sus deberes. Se lavó las manos en el lavaplatos con jabón de lavar loza, se secó con su falda y se marchó casi corriendo.

-Mañana vengo más o menos a la misma hora eh.

Tuve que pellizcarme para corroborar que no estaba soñando lo que acababa de suceder. Era el acontecimiento sexual más intenso de toda mi vida hasta ese momento. Pude relajarme y ocuparme en algunos quehaceres sin dejar de pensar ni un minuto que lo que paso y en lo que pasaría al día siguiente.

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Desde aquella noche inolvidable han pasado ya cuatro años, parece mentira. En esa noche, celebramos la despedida de soltera de mi amiga Rocío, quien es una de mis mejores amigas. La fiesta había sido idea de otra amiga, Jenny, y solo faltaban tres días para su boda. Me desanimé cuando Rocío, muy emocionada, me informó por teléfono que habían contratado un espectáculo de strippers para la despedida. Se me hacía algo bobo emocionarme con esas cosas después de un año de casada; ya no me causaba curiosidad ver hombres semidesnudos bailando. Sin embargo, entendí que mis amigas apenas llegarían a una etapa a la que yo ya había llegado, por lo que cedí pensando que no debía molestarlas debido a mi posición actual como «señora casada».
La despedida de soltera de Rocío se llevó en la casa de Jenny, la cual vivía con su mamá y también iba a quedarse para ver la celebración, todo se llevaba cabo de manera típica: primero se consumieron bebidas y luego los regalos, las bromas y los chistes en doble sentido. A las once de la noche, Jenny señaló que tocaban el timbre y se presentó para abrir, aunque no sabía quién era. Ella había convocado a los strippers a esa hora, por lo que sabía perfectamente quién estaba tocando. Miré mi reloj y, aburrida, entendí lo que me esperaba. Dos ejemplares masculinos imponentes llegaron, uno de los cuales vestía ropa entallada y muy sensual, con lentes oscuros y sombrero texano. Un negrito con pantalones jean y un casco metálico amarillo era el segundo. A pesar de que más de una de las invitadas parecía estar emocionada, yo seguía con mi actitud de descontento, recargada en el brazo del sillón en el que me había sentado.
El cowboy, mientras escuchaba música electrónica, caminó por la sala de la casa de Jenny y se acercó a cada una de las invitadas, que con entusiasmo extendían sus manos para tocar los muslos del joven. Cuando el cowboy se quitó la camisa de cuadros y retiró sus jeans, quedó solo con una tanga breve de color negro, las enloqueció. Recuerdo la cara de la mamá de Jenny cuando vio al hombre en tanga, se le enrojeció el rostro, pero quedó con la boca abierta y los ojos fijos en los excelentes músculos del hombre. Moví la cabeza en señal de lo tonto que me parecía la representación y me reí.
La siguiente canción también comenzó en estilo de música electrónica, y el segundo stripper comenzó su participación más activa, ya que antes solo se movía un poco al compás de la música. El hombre moreno conocido como «César» tenía movimientos más valientes y se quitaba la ropa un poco más rápido que el cowboy. A la mitad de la música, César estaba en tanga y su aspecto era digno de una escultura. Su piel muy bronceada tenía una apariencia brillante que aumentaba aún más la excelencia de su figura; además, sus músculos parecían haber sido creados con cincel.
Creo que fue el baile de César lo que me llamó la atención. La combinación de sus contoneos sensuales con algunas poses de culturismo físico lo hacía parecer arrogante, pero su sonrisa amigable lo hacía muy atractivo. A pesar de mi escepticismo, me interesé poco a poco en su actuación, aunque las demás estaban mucho más prendidas que yo, ya que la hermana menor de Rocío, Jéssica, se levantó para darle un beso en la boca a César y luego se sentó debido a las protestas de las demás que decían que no las dejaba apreciar al semental.
Se levantó entonces una mujer, que descubrí más tarde que se llamaba Nuria, de unos cincuenta años, a la que César había invitado a ir al centro para bailar con ella. A pesar de que parecía tranquila, esta mujer se mostró ansiosa pero nerviosa al bailar con el individuo. La despedida de soltera cambió en una dirección que pocas de nosotros imaginábamos. Nuria recibió las manos de César y las colocó en sus caderas, sobre su tanga. Luego, con un gesto, le indicó que las bajara. Nuria experimentó algo abochornada, pero los gritos de los presentes comenzaron a reforzarla.
-Que la quite…que la quite! -exclamaban.
Todas vimos de inmediato que César tenía un arma de placer excepcional cuando Nuria aceptó y arrojó la tanga. Su pene era de gran tamaño y de color moreno, aunque con un tono morado en su piel. Me acomodé bien en el sillón en el que estaba, mientras intentaba determinar si lo que estaba viendo era verdadero. Uno de los strippers estaba desnudo en la despedida. Aunque no estaba acostumbrada a una situación como esta, lo tomé con tranquilidad. Jessica, la hermana de Rocío, decidió hacer lo mismo con el Cowboy. Llegó al centro y le quitó la tanga, dejando al descubierto el admirable falo del hombre, quien, con la ayuda de las pequeñas manos de Jessica, se quitó la minúscula pieza de ropa.
Las cosas empezaron a mejorar cuando nos encontramos en una pequeña sala con dos hombres increíblemente atléticos y sensuales. Esto empezaba a exigir acción. Me di cuenta de que Jenny estaba tranquila cuando miró hacia donde estaba César; cuando ella indicó que comenzara a hacer algo, pensé que ya lo tenía planeado. En vez de molestarse, la Sra. Nuria respondió acariciando el cuerpo del stripper cuando César comenzó a manosearla. El Cowboy procedió automáticamente con Jessica, quien aceptó el tratamiento dando un beso prolongado al blanquito mientras dejaba que este la acariciara, antes de bajarle la falda y el calzón hasta los tobillos. Jessica finalizó el beso quitándose la blusa, lo que dejó al descubierto su cuerpo, ya que no llevaba sostén.
Las sabias manos de César, que la tomó por atrás y frotaba su miembro ya erguido contra el cuerpo de Nuria, también la despojaron de su ropa. Rocío se concentraba en lo que estaba pasando mientras mis amigas y familiares de la novia se miraban unas a otras mientras sonaba la música más fuerte cada vez. Rocío me volteó a ver en ese instante, y yo hice un gesto de extrañamiento y moví la cabeza en señal de negación, indicando que lo que estaba sucediendo no me parecía apropiado.
No obstante, César ya había penetrado a Nuria antes de que nos diéramos cuenta. No lo notamos hasta que lo vimos moviendo sus caderas contra el vientre de ella. Para mi sorpresa, Jessica tampoco se opuso; recostada en uno de los sillones, abrió las piernas y el Cowboy la tomó abiertamente. No podía creerlo; al mismo tiempo estaba presenciando dos actos sexuales, lo cual yo creía que sería una despedida de soltera atrevida, pero no esperaba que llegaran a tanto. Las invitadas se acercaron para observar de cerca cómo los strippers salían y entraban de aquellas mujeres, acariciaban sus espaldas y disfrutaban besando sus piernas y brazos. Con la incertidumbre de qué sucedería, permanecí en mi posición, pasmada. Miré a Jenny, que era la única que, a estas alturas, no estaba tocando a los strippers. Se levantó y se dirigió hacia la cocina.
Los strippers finalmente consiguieron que las dos mujeres se vinieran y sacaron sus falos gruesos, mientras escupían esperma sobre el cuerpo de las elegidas. Nuria, que había llegado con una vestimenta formal y muy refinada, ahora estaba en el suelo, despeinada y con manchas de esperma visibles en su vientre. Los strippers tuvieron poco tiempo de libertad al dejarlas a ellas, ya que dos invitadas tomaron los miembros relajados para chuparlos y masturbarlos.
Entró Jenny a la sala y llamó la atención de todos:
– ¡Atención! ¡Esto es solo el comienzo! Les presento a nuestro último invitado: El Capitán Frío.
Entró entonces un hombre corpulento como los otros, vestido con ropa de aspecto industrial, metálico, y con unos lentes oscuros. El individuo comenzó a bailar junto a los demás y gradualmente retiró sus ropas; sin embargo, noté que él se desvestía más rápido que los demás. Inmediatamente las invitadas lo rodearon y lo ayudaron a quitarse su ropa, casi rasguñándolo. Sin embargo, el hombre parecía contento con el impacto que tenía en ellas. El Capitán Frío tenía una piel más oscura que la de César porque se veía que ya era moreno por naturaleza, a pesar de que también estaba tostado por el sol. Tenía más peso, tenía unos 8 o 10 años más que los otros dos y su apariencia era mucho más maciza. Su cabello era muy corto, como militar. El Capitán Frío estaba desnudo y su musculatura ya era accesible a las manos de todas, en menos de lo que canta un gallo.
«Sin duda querrán saber por qué se llama «El Capitán Frío no?»-dijo Jenny.
-Siiiiiiiiiii!!!!!- exclamaron todos juntos.
Jenny respondió: «Pues porque no hay mujer que lo haga venirse en menos de tres minutos». Me sentí fuera de lugar. No estaba acostumbrada a ese lenguaje ni a esas circunstancias.
Jéssica y Sara se levantaron al mismo tiempo, aunque Jenny solo permitió que Jéssica pasara al centro. -Pero hay un premio para la que lo logre! ¿quién quiere ser la primera? -dijo Jenny a gritos. Mientras tanto, el Cowboy y César seguían recibiendo atención oral, y las chicas se iban turnando para probar el sabor de sus miembros.
La hermanita menor de Rocío, Jéssica se bajó la falda, y yo no podía creer que una chica tan joven lo pudiera hacer sin sentirse inhibida y con tanta facilidad frente a todo el público, después se bajó el calzón y en un dos por tres ya estaba siendo penetrada con el Capitán Frío, quien estaba sentado en una silla y Jéssica subía y bajaba rebotando sobre el miembro poderoso de aquel hombre, que hacía gestos de que no sentía nada. Mientras tanto, Jenny puso el cronómetro en su celular y, a los dos minutos, El Capitán agarró a Jéssica por las caderas y movió las suyas de manera especial, lo que provocó que la jovencita diera alaridos y entrara en un orgasmo. Después de darle una nalgada, el stripper sacó su pene de la vagina de Jéssica y solicitó que Sara pasara. Varias de las invitadas fueron pasando una a una, en el mismo orden en que estaban sentadas, hasta llegar a cinco. Con la habilidad del experto Capitán Frío, cada una llegaba inexplicablemente a los dos minutos y alcanzaba el orgasmo. La novia, Rocío, fue la siguiente en llegar. La miré con incredulidad, ya que no pensaba que le fuera infiel a su prometido, incluso si fuera una fiesta. En ese momento, ya me daría cuenta de que mis principios morales eran muy conservadores.
Le grité: «¡Rocío, no!», pero las demás chicas la animaron a pasar.
Rocío se quitó la falda y el calzón sin pensarlo; pudimos notar que estaba húmedo, lo cual no me sorprendió porque, a pesar de todo, mi tanga también estaba húmeda. Nuria se acercó a Rocío y le quitó la blusa y el sostén, revelando sus diminutos senos, que parecían limones.
Rocío se adaptó rápidamente a la verga del Capitán, y a pesar de que no era su primera experiencia, desde el principio se notó que carecía de práctica. Se notaba que el Capitán sabía que era la novia, ya que desde el principio le brindó un trato especial, levantando las piernas para colocarlas en sus hombros y contoneando sus caderas. Ella estaba indefensa ante esta situación; el semental logró que ella se viniera cada minuto, masajeando su clítoris con sus dedos y atacándola sin piedad. El Capitán sacó de la vagina húmeda de Rocío su miembro erguido como una roca; luego, con un velo de novia que Jenny le pasó, se puso junto a ella para que tomaran una foto. No entendía cómo mi amiga se había degradado así antes de casarse.
En ese momento, alguien gritó atrás: -¡Carol!…¡Que pase Carol! Me puse de pie como un resorte y, al ver que algunas de mis amigas se acercaban, comencé a dirigirme hacia la cocina con la intención de salir de la sala.
-No, ¡que! ¡yo no!-les dije, asustada. -¡Vamos Carol, tú puedes con él!- dijo Jessica, con evidentes signos de ebriedad, ya estás casada y tienes práctica.
– Oh, no, no. Mi intento de caminar hacia la cocina fue obstaculizado por las invitadas, las cuales me impidieron avanzar más de metro y medio del sillón donde antes estaba sentada.
Rocío se levantó del sillón y dijo: «No seas aguada, Carol; eres la única que falta…»
Sentí las manos de Nuria, la señora, entrar por debajo de mis brazos, para desabrochar mi blusa, puse las manos sobre las de ellas para impedirlo y fue cuando aprovecharon para bajarme la falda y la tanga, ya que no tenía forma de evitarlo, las demás me habían tomado de las manos.
Yo gritaba desesperada, sin éxito, porque ellas me desvistieron rápidamente, a pesar de mis esfuerzos por zafarme.
-¡Bueno, bueno!…-dije yo finalmente, ante la imposibilidad de escabullirme. Me sentía acorralada y las miradas de todas las personas sobre mí me pesaban mucho; poco a poco me soltaban, mientras caminaba despacio hacia el centro de la sala, donde el Capitán Frío alargaba sus brazos para recibirme. Me acerqué a él con dificultad, mientras las manos de las demás mujeres me empujaban. Encima de su descomunal miembro, que pude apreciar lleno de fluidos de las mujeres a las que había penetrado en el pasado, me obligaron a colocarme. No había nada que pudiera hacer, pero sentí un poco de repulsión por ello. Fui bajando gradualmente para sentarme en ese lugar, y Nuria abrió mis nalgas con sus manos para que todas pudieran ver cómo el falo del stripper entraba en mi cuerpo. A medida que lo experimentaba, se llenó gradualmente mi vagina, y para mi sorpresa, los fluidos de su miembro facilitaron la penetración, junto con mi propia lubricación. Recordé a mi esposo y cerré los ojos para no reflexionar sobre lo que sucedería si se enterara de lo que estaba haciendo.
Mientras me tomaba de las tetas, a las que amasaba sin precaución, el Capitán Frío comenzó a moverse. Sus acometidas me llegaban a lo más profundo y comenzaba a sentir placer. Los gritos de las asistentes, que me animaban, se combinaban con el ruido acuoso que producía la verga del hombre, que entraba y salía de mi vagina. Se me subía la sangre a las mejillas; debí estar roja debido a la excitación. Me excitó aún más ser el foco de atención y observar al cowboy y a César recibiendo sexo oral de Jenny de su mamá. Mi vulva estaba golpeada por el pubis del Capitán Frío. A pesar de que estaba cerca del orgasmo, continué aguantando sus acometidas y apreté los músculos internos de mi vagina para atrapar su verga. Jenny marcó medio minuto. No estaba tan relajado el Capitán Frío, lo noté cuando hizo una mueca y me miró a los ojos.
—¡Dos minutos! —exclamó Jenny. Las invitadas gritaron más fuerte y me dijeron que yo podía ser la ganadora.
«No te vengas!», advertían. «Tú puedes con él!»
Apreté mis labios para mantenerme en calma. Con una de sus manos en mi vagina, el Capitán Frío comenzó a masajear en círculos mi clítoris. Respiré profundamente, estaba completamente lubricada y cada una de sus caricias me llevaría en cualquier momento al paraíso, pero miré con atención a Rocío. Con las manos en la cintura y mordiendo mi labio inferior, tomé el control de la situación. Sintiendo cada milímetro del suculento miembro del Capitán Frío, comencé a contonear mis caderas hacia un lado y hacia el otro. El rostro del hombre se enrojeció cuando giré mis caderas mientras apretaba mi vagina; ahora estaba al borde de la excitación. Me movía de arriba abajo, como si me fuera a huir; me daba nalgadas y se aferraba a mis caderas, pero dejó de masturbarme porque perdía el control.
«¡Dos cuarenta y cinco!» Jenny exclamó. Me había dado cuenta de que lo tenía en mis manos, o en mis caderas. Le demostré con una sonrisa que tenía control sobre sus sensaciones, mientras yo estaba con las manos estaban en mi cintura. El Capitán Frío gemía y se movía frenéticamente, aunque seguramente me veía como toda una puta.
¡Tres minutos!
Después de sentir una descarga caliente, saqué su miembro que emitía abundantes chorros de esperma y lo masturbé con mi mano derecha para demostrar a todas que lo había logrado. Había logrado resistir durante los tres minutos, además de hacerlo eyacular. Mientras lo masturbaba, me incliné junto a él. El semen salpicaba por todas partes; cayó sobre mi rostro y mis pechos. El flash de una foto nos alumbró. Al final, dejé caer mi cabeza en su vientre mientras escuchaba los vivas y aplausos de las invitadas y me uní nuevamente al Capitán Frío en una mamada deliciosa que terminaría con una segunda eyaculación, esta vez menos abundante pero dentro de mi boca.
Me ayudó a incorporarme Jenny al final, levantó mi mano y me declaró ganadora. La vencedora de la noche. Siempre recordaré esa despedida de soltera de mi amiga Rocío, y sobre todo cómo pasé la noche compitiendo en un concurso inolvidable contra el Capitán Frío.

Aquella tarde el día avanzaba distinto a lo planeado, se habían sucedido una serie de percances que habían desmantelado mi planificación y me dejaban en libertad, lo cual me permitió el relajarme y darle una sorpresa a mi esposa que precisamente hace unas horas, me había insistido cariñosamente que le acompañara a un evento al cual asistiría con sus amigas de la universidad, un encuentro de excompañeros que según sabia no se daba hace años y al cual varias asistirían con sus parejas, el evento en una vieja casona sería una fiesta como las de antaño que empezaría al anochecer y duraría hasta el amanecer, ella estaba entusiasmada.

Yo por mi parte, a esa altura del día estaba impedido por compromisos laborales de asistir, pero ahora podía tomar mi vehículo y llegar, según mis cálculos lo haría un par de horas después de iniciada la fiesta, y así fue, llegue a la casona, y aunque fue fácil encontrar la antigua construcción, estacionarse fue un desafío, realmente estaba repleto finalmente lo logre, aunque quede bastante alejado de la casona.

Así, después de algunas horas, entre a la casona y busque a mi esposa, tarea difícil por la enorme cantidad de personas, la neblina que emanaba de equipos y que abarcaba todo el interior, las luces intermitentes, coloridas y el ruido ensordecedor de la música que chillaba aquel genero de música más desinhibido y por su puesto las personas en aquella casona se comportaban a la altura, notaba un abrumador olor a alcohol y a algo más, otras sustancias que en mi juventud conocí y que parecían muy presente en aquella fiesta, así busque entre tal evento, avanzando entre distintos recintos cuando entre la muchedumbre la vi, su grupo de amigas estaba animado, bailaban reirán a gritos y bebían, ella entre todas destacaba, siempre destacaba a mis ojos, pero hoy se veía hermosa, llevaba jeans y unas botas de cuero negras que llegaban hasta sus rodillas, en su parte superior una blusa purpura, delgada, y abajo su blusa aquel body que me encantaba, el de encajes negros el que compre para una cita especial, su hermoso pelo liso y su rostro estaba maquillado como lo hacía siempre que salía, con unos labios rojos intensos, llamativos, todas bebían y ella lo hacía desde un vaso que no soltaba y que podía apostar que no era el primero por su rostro que dejaba evidenciar los efectos del alcohol, así como la mesa que rodeaban, la cual desbordaba de botellas y otras cosas, que compartían entre sus amigas, emitiendo una conocida columna de humo de la cual asumí que mi esposa había participado también.

Pues básicamente al verla note que comenzaba a estar perdida, en sus excesos, como en la época en que aun jóvenes ella gustaba de celebraciones que la llevaban a extremos en los que habíamos compartido tremendos momentos de pasión.

Quise acercarme pero me percate que sus amigas a diferencia de lo que ella me había indicado no estaban acompañadas, lo que me provoco cierto pudor, el llegar a un encuentro solo de amigas, se vería como una impertinencia, pensé en retirarme, lo haría en cuanto terminara la cerveza que tenía en mi mano, pero cuando ya me preparaba para partir , en ese momento, vi a un grupo de jóvenes que las abordaron, sin mediar palabras solo con vasos y botellas invadieron alegremente al grupo de mujeres al son de la ensordecedora música, algunas de las amigas se desmarcaron, pero otras, como mi esposa se mantuvo en su lugar y después de un par de movimientos y gestos se acoplaron a algún acompañante con el que bailaron jovialmente un par de temas, de esos que invitan a los roces y coqueteos, y mi esposa no rehuyó la invitación. yo que hasta ese momento pensaba en irme decidí quedarme, aunque no quise acercarme inmediatamente, hubiese sido vergonzoso intervenir encontrando a mi esposa en esas circunstancias, así que preferí esperar a que el baile cesara y se separarán.

Pero eso no ocurrió. Mas bien con cada nuevo tema parecían independizarse cada más de sus grupos, como olvidándolos, ahora su baile que en un inicio era más bien de recreación se tornaba más cercano, intercambiaban risas, palabras, se miraban, compartían sus tragos y se mantenían las miradas, miradas coquetas y que acusaban espíritus desinhibidos por la ebriedad y otras sustancia, quise pensar, pues se notaban algo inconscientes con sonrisas constantes, y con un dialogo cercano en el que acercaban sus caras para escucharse, casi topando sus rostros.

El miraba fijamente sus labios en esos momentos, ella le miraba fijamente, y se acercaba, si me hubiese arriesgado a pensar mal hubiese dicho que se acercaba desafiante, retándolo a besarla.

Pero eran apenas unos segundos que apenas daban pie para notarlo, por lo que bien podría estar equivocado, sobre todo porque en esos momentos la pista se desbordo de parejas generando un gentío que hacía difícil ver a cualquiera en particular por lo que comencé a moverme para mejorar mi visión.

Entre el tumulto vi que se hablaban al oído, por el ruido pensé, aunque las sonrisas nerviosas que venían con cada acercamiento me hacían dudar. A ratos y desde ciertos ángulos mas parecían besos o caricias. Al rato incluso comenzaron a tomarse de las manos mientras el intentaba acercarse más, a lo que ella rehuía, lo cual en parte me tranquilizaba, pues solo bailaba y parecía pasar un rato agradable con alguien, nada tan dramático, pensé, pero en ese momento se me congelo el cuerpo y se erizo mi piel, al ver algo que sinceramente no esperaba ver, no de mi esposa, de la recatada y tímida mujer que conocía, fruto del alcohol, o eso quise pensar, en un sutil movimiento dirigido evidentemente a su acompañante, y cuando el baile los acercaba a una distancia en que prácticamente podían rozar sus narices y sus miradas se conectaban directamente desabrochaba uno a uno los botones de su blusa, acompañada de una vanidosa sonrisa dejaba ver su body, esa hermosa y sexy prenda que destacaba mediante un escote generoso los hermosos senos de mi esposa, que en mi experiencia eran su arma favorita de seducción, ella lo sabía, pues su risa coqueta la delato al ver como la prenda impacto a su acompañante, a tal punto que inmediatamente se pudo notar que le ponía listo para ella, incluso sus amigas que la observaban no podían menos que reír y cuchichear mientras la veían ahora a ella, ebria y desinhibida, acercar su cuerpo de forma provocadora para bailar pegada a ese hombre que restregaba su cuerpo contra ella, haciéndole sentir sin dudas su miembro de que debía de estar bastante duro por las miradas y palabras con las que parecía reprenderlo coquetamente y que le dedicaba mientras bebía de su vaso que cada tanto él se dedicaba diligentemente a hacer que se rellenara, mientras su rostro acusaba a cada minuto su caída o su liberación de sus límites y timidez.

Su silueta se movía poseída por la sensualidad que de trago en trago se liberaba de la prisión que día a día había creado y que ahora parecía quebrarse en pedazos dejando fluir, como el licor mismo, su verdadero ser, un ente abrasado en un rabioso deseo que como una ola que se revelaba en cada movimiento de su frágil cuerpo, ella ya no era la persona respetable y decorosa que conocía, ahora era una llama consumida por la mirada lujuriosa de quienes a su alrededor respondían a su deseo, que le deseaban tanto como ella misma deseaba lo que preparaba en su ritual danza.

Su cuerpo era una ola que su acompañante intentaba abordar, paso a paso, giro a giro, tocándola, y en cada toque la sutileza necesaria para, solapadamente, acariciar alguna parte del cuerpo que era solo para mi, y así poco a poco a través de cada compas de la música y de cada sorbo de su trago, se acercaba, la apretaba, primero su cuerpo para luego acercar tímidamente su boca a sus hombros desnudos, a su cuello, besándolos, ella solo se estiraba al sentir sus labios, entregándose a los besos y caricias de su acompañante, como si tal contacto fuese parte del mismo baile, ella misma lo retaba, acercando su cuerpo, apretándose contra él, entregándole sus senos, su trasero, ofreciéndoselos al contacto del excitado acompañante que ya no cabía más en su deseo y que diligentemente acariciaba con roses o bajando su rostro para deslizar sus labios en sus senos cuando la oportunidad lo permitía, mientras ella intentando disimular indiferencia solo se acercaba a el, dejándose apretujar y tocar entre risas y bebida.

Así fue durante minutos que no quise contar, tenues, lentos, como sus movimientos, vi como ella, cuya timidez era su principal característica, ahora volteaba hacia él poniendo su rostro, colorido por el alcohol frente al rostro de aquel hombre, rozando sus narices, su frente, tal vez sus labios, pero rehuía los besos con una sonrisa y alguna palabra que no alcanzaba a escuchar, como si supiera, y si lo sabía, que a cada minuto el miembro de su acompañante se ponía cada vez más duro, era su juego favorito disfrutaba mucho en la intimidad de llevarme a la desesperación, provocarme para ponerme duro, para torturarme con caricias, insinuaciones y besos que solo buscaban deleitarse en mi desesperación, pero ahora su víctima era él y ella parecía disfrutarlo aún más.

Ambos en ese momento eran la viva expresión del erotismo, ella del deseo vehemente y coqueto, heroína de una sensualidad que quemaba al verla, el por otra parte del suplicio de la desesperación por poseerla, ambos parecían quererlo, desearlo y en su juego solo un momento de arrebato rompería el cristal que separaba sus cuerpos, y yo lo sabía, más aún cuando de pronto y tras la forma en que el extendió su mano para apretar su trasero y casi chocar sus rostros uniendo sus labios en un contacto tosco pero erótico la vi a ella acercar una de sus piernas a él, rozándola contra la entrepierna de aquel hombre, mientras le sonreía cara a cara, casi labio a labio, su baile se volvió burdo, aunque profundamente sugestivo, ya no era baile, menos cuando me percate que solo veía su mano con la cargaba su copa, la otra estaba perdida mientras bailaba con él, busque la forma de poder ver con claridad lo que ocurría y comencé a moverme entre la muchedumbre, cargando mi copa con mi mano que no paraba de temblar con la conmoción por lo que observaba.

Ya desde otro ángulo pude ver que ellos se movían, se restregaban en movimientos que ya nada tenían de baile, la pierna de ella entre las de él y sus caras juntas, respirándose, con ojos entrecerrados, fruto tanto del alcohol como de la excitación de ambos, y entonces lo vi, la mano de ella acompañaba a su pierna, acariciando su miembro sobre su ropa mirándole fijamente a los ojos y susurrándole palabras que jamás sabre pero que pude imaginar sin problemas, de pronto en un compás de la música, que poco ya importaba ella puso su espalda contra el entregándole su cuello y él le correspondió sin pudor alguno primero besando su cuello mientras acariciaba sutilmente sus senos debajo de aquel sugestivo body expuesto durante el baile, para luego sin duda bajar su mano hasta la entrepierna de ella.

Se que lo sintió, pues su reacción la delato, su cuerpo entero de derrumbo casi cayendo de espaldas sobre el que supo soportarla, pude imaginar claramente la humedad que empapaba su intimidad, humedad que tantas veces hurgue, pero que por su temblor pude percibir que era mucho mayor a la que había tenido en largo tiempo, se comprobaba en la forma que ella meneaba la cola para sentir aún más intensamente esa caricia, no sé si sabía que estaba con otro hombre o si en su borrachera pensaba que yo la acompañaba en ese baile, como tantas otras veces, aunque sin llegar a esos extremos, pero inmediatamente tras ello giro su rostro para recibir la lengua de su acompañante dentro de su boca y fundirse en un beso que nada tenía de tierno.

En ese momento se detuvieron y casi sin mediar palabra él la tomo de la mano, mientras sus amigas entre risas la veían perderse entre la muchedumbre hacia un lugar desconocido, pero con un destino indudable.

Yo me apresure a seguirles, pero el tumulto y el trago, que sin darme cuenta había tomado sin cesar ante aquel espectáculo, me hacían difícil la tarea, hasta perderles de vista, solo de asomarme a lo alto de una escalera pude ver como a lo lejos se perdían atravesando una de las puertas posteriores de la casona, una que daba precisamente al patio donde se estacionaban los vehículos esa noche, así que apure paso temiendo perderles si tomaban un auto, cuando ya pude salir, les había perdido el rastro, fue tras unos minutos que entre los autos estacionados de forma espontánea y desordenada en el patio exterior de la casona que pude oír un ruido de quejidos, risas y sollozos, al acercarme la vi abrazada al hombre, recibiendo sus besos en su cuello, y caricias en su entrepierna que más que cariño parecían querer rasgar su ropa, su cara la conocía era su cara de placer, su frente arrugada, su boca entreabierta, sus ojos cerrados y su respiración entrecortada, así como esos espasmos que acompañaban cada movimiento de su ahora amante, la conocía y aunque nuca la había visto tan excitada sabía que debía de estar mojando cada centímetro de su ropa.

Ella le besaba, le mordía los labios, le tomaba el rostro con ambas manos mientras él ya había bajado su jeans dejando expuesto la parte inferior de su body, mostrando el diseño de los encajes que tanto me había gustado cuando lo compre para ella, ahora ella lo estrenaba, pero era completamente distinto a lo que imagine, lo estrenaba bajo las caricias y besos de un desconocido.

Este la besaba y en un movimiento rápido, casi violento bajo la parte superior de su body dejando al aire sus senos lo que comenzó a lamer y según vi también morder, mientras ella solo se apoyaba en el auto contra el que la tenía prisionera. Su mirada a ratos se perdia pero constantemente tanteaba el entorno, logre entonces entender que estaba consiente de lo que vivía, buscaba miraba alrededor para evitar ser descubiertos, aunque después de unos minutos dejo de hacerlo, su amante hábilmente metio su mano en su entrepierna provocando que ella se retorciera en ese lugar y lanzara un quejido de placer, pocas veces escuchado, por mi, y su cara de preocupación cambio dramáticamente, sus miradas al entorno cesaron , tan solo cerro sus ojos y se entregó a los besos y caricias de su amante respondiéndoselos, gimiendo a su rostro mordiendo una y otra vez sus labios, llevando con sus manos su rostro a su cuello para ser besado, lamido mordido, mientras ella se retorcía ante el avance de los dedos de el sobre su intimidad, yo sabía que la tocaba sobre sus labios pues su reacción, aunque más apasionada, más entregada, era la que siempre expresaba en nuestra intimad, fue ese conocimiento el que permitió saber cuándo su intimidad fue invadida por su amante, pues su cuerpo se apretó contra el dejando escapar un agónico gemido, que me impresiono hasta que me percate que no fueron sus dedos los que la invadieron, sin darme cuenta, ante lo absorto que estaba observándola, él había preparado todo para invadirla con su propia intimidad, su miembro ahora la llenaba, lo sabía, pues su rostro desencajado y su gemido que se debatía entre placer y dolor acusaba que estaba llegando a lugares de su cuerpo que no habían sido tocados, ella ahora era levantada apoyada contra el auto y el ímpetu de su acompañante quien la levanto moviendo el auto con cada embestida que le daba, con lo que el gemido se volvió un grito ahogado, había llegado aún más adentro.

Ella se había perdido, en aquel estacionamiento fuera de aquella fiesta, bajo el cielo nocturno, rompiendo todo limite, entregándose sin restricciones, sin limitaciones, sin timidez ni reparos, nada a su amante le era prohibido, todo permitido deseado, provocado y yo desee con todo mi corazón creer que fruto del alcohol y el exceso de la noche, pero ya sabía que no, que la mujer que conocí, mi esposa había elegido esa noche, ese momento y a ese hombre.

Durante unos minutos ella se columpio violentamente, furiosamente contra el cuerpo de su amante, como queriendo romper la barrera que les separaba y fundirse en una sola piel, en una sola carne, nunca la vi así, el la soportaba, le besaba le hablaba palabras que hacían que ella respondiese solo con gemidos, con besos, respirando directamente en su boca, dándole gemidos y sollozos que el respiraba y respondía con bramidos, mordidas en sus labios con sus manos apretando sus senos mientras con sus manos tomaba su trasero desnudo en intentaba, por lo que logre intuir de sus movimientos, poseerla por todas sus intimidades, aunque sin éxito y al darse cuenta, su amante comenzó a morder sus pezones mientras ella solo gemía, cada vez más fuerte, yo desde el otro extremo la veía consumirse en un violento orgasmo como nunca antes le vi, su rostro rojo hablaba de la tensión del momento, del alcohol, del desahogo, del placer, pero no del término, aun no acababa, pues el la tomo, la puso contra el vehículo y abría sus piernas al tiempo que mordía su cuello mientras desde atrás la penetraba, ella solo se entregaba agonizaba en cada estocada, pero aun perdida en el profundo orgasmo anterior, mientras el cada vez con más ímpetu le invadía, hasta que en un punto ambos se abrazaron en esa posición y lanzaron un quejido que me dio a entender que había acabado, ella en él y el en ella.

Yo me aleje de vuelta, atrás ellos se besaban entre suspiros, mientras yo con pasos zigzagueantes, perdido en mis pensamientos, en mis contradicciones, me alejaba. la vi perdida en otro hombre como nunca se perdió en mí, en un desconocido, un hombre al que devoro como nunca me devoro a mí y al cual ella se entregó, sin reservas, de dejo devorar, poseer, y el la hizo suya, camine alejándome de aquel lugar hasta mi vehículo, digiriendo el momento, sabiendo que ella ahora talvez se abrazada o besada con su acompañante, como tantas veces lo hizo conmigo tras hacer el amor, salvo que ahora realmente ella se sentía de él.

Así esa noche deshice el camino hecho y volví hasta casa, en donde la esperaría y debería decidir, en ese momento jamás imagine el rumbo que tomarían las cosas, pero esa es otra historia.

Muy buenas mis amores, un placer mi nombre es Samantha, es mi primer relato, quiero aclarar que todo lo que escribiré serán historias reales que he vivido y que espero que las disfruten como yo en su momento y algunas aun jeje, comenzare describiéndome y dejando una pequeña inf.

Mido 1.69 soy morena llegando a blanca todo depende de la cantidad de sol que lleve, pezones ricos color café, culito rico que me han dicho que es bastante bueno jeje debido a que me ejército, mis labios bastante pronunciados de abdomen plano y pues mis amores si quieren ver mis fotos y videos si eres de Usa, España, México donde los videos porno son los más visitados o etc por una pequeña donación puedes verme siendo una putita solo para ti

Hace tiempo estaba saliendo con alguien bastante maduro esto paso a mis 19 años el siempre fue muy educado conmigo caso totalmente opuesto en la cama el cual era bastante sucio jeje, el sabia sobre mi fascinación por los españoles y por los adictos al porno mexicano lo mucho que me excitan lo caliente que son y demás ufff siempre me ha encantado, en fin conversando como normalmente sobre nuestras gustos y cosas que experimentar pensando en tríos y demás jeje, surge la idea de hacerlo mientras el me ve.. fue una idea loquisima pero me encendió bastante a lo cual acepte, un amigo del que es Mexicano pero radica en Usa actualmente lo iba a venir a visitar unos días así que le pareció la idea de que su amigo me cogiera. Se estuvo preparando un tiempo su nombre es José, estuvo preparando todo para la llegada de su amigo nuestro hospedaje y demás pero debía persuadirlo de la idea yo, pase días imaginando como jeje pero llegado el día fuimos a cenar me presento a su amigo Diego el cual estaba bastante bien parecido bastante madurito pero conservado al verlo me moje el solo pensar todo lo que podría pasar de ahí en adelante, fuimos a cenar fue una cena bastante normal en donde Diego me contaba cómo es Usa que algún día me llevaría(no me faltan ganas de irme del país con un Macho que me complazca bien aún) me hablo de todo me mostro fotos de Usa mientras me mostraba las fotos de su tlf pasando las de una en una se le olvido y una de las fotos al pasarla fue claramente un pene enorme y bastante rico de ver sabía que era el suyo por los anillos..

Diego: ¡Disculpa! (dijo pasando la foto muy rápido)

Sam: no te preocupes, se ve bastante rico se me hace agua la boca…

dije mientras me retiraba casi imperceptible y picara siguiendo la conversación normal sabía que todo sería diferente desde ese punto. fuimos al bar del hotel los 3 seguimos tomando, yo de vez en cuando le daba toques «por accidente» al pene de Diego por encima del pantalón él se sumó a mis juegos me pellizcaba mis nalgas me decía callado al oído el buen culo que tengo entre juegos y juegos conversamos

Sam: mi amor, tengo una duda

Diego: claro amor, dime

Sam: ¿Me quieres coger?

Diego: ¿qué pregunta es esa? ¡claro que sí! me muero por reventar te ese culazo que tienes

Sam: pero quiero que me cumplas una de mis fantasías mi amor no se si seas capaz o si quieras (dije poniendo carita de perrita triste)

Diego: ¡Claro que si mi amor! solo dime ¿cuál es?

Sam: ¡Quiero que me cojas delante del cornudo de José que está en la habitación!, él está de acuerdo, él quiere ver si alguien puede darme placer ya que no soy tan fácil de complacer totalmente mi amor jeje, pero si te incomoda o algo lo entenderé mi amor

Diego: ¿incomodar me? no me importa si nos ven o no, ¡te quiero romper el culo delante de quien sea! y si quiere ser un cornudo con gusto los complazco perrita

Sam: uffff con esa rica verga que te gastas no lo dudo muero por tenerla en mi boca

Diego: Subamos entonces.

al llegar a la habitación estaba José sentado saludo a Diego de nuevo y me dijo que lo amarrara a la silla frente a la cama para que solo viera jeje lo cual hice con unas esposas del con las que a veces jugamos y de ahí lo RICO comenzó.

Diego empezó a besarme y yo baje mi mano a jugar con su pene por encima de la ropa, sus manos tampoco se quedaron quietas ya que mientras me besaba el cuello me fue tocando mis tetas y me nalgueaba

Diego: esta ropa estorba

Sam: rómpela o quítala, has lo que quieras conmigo

Empezó a desvestirme y poco a poco besando morbosamente con lengua cada parte de mí, me chupo mis pies mis muslos me nalgueo y se saco la verga, de verdad era bastante grande se me hacia agua la boca así que no aguante mas empecé a mamarselo desde la base hasta la punta, lamia sus bolas las chupaba y mientras me lo metía dentro desde la base hasta la punta dándole vueltas a mi lengua mientras lo tenía dentro de mi boca lo tocaba con mis dedos ufff me esforcé por darle la mejor mamada de su vida lo cual se notaba en su cara de placer casi no podía decir nada se le entre cortaba su voz

Diego: aahhh sig.. sigue…

Yo seguía mamandose lo hasta que me lleno toda mi boca de lechita, la trague todita y la deje limpia me sorprendió que aun estaba dura como hierro, así que seguí mamandolo para limpiarlo bien y se acostó en la cama

Diego: ¡quiero que me cabalgues perra!

Sam: ¿sí? ¿Quieres que te cabalgue mientras el cornudo de mi novio nos ve y se masturba con la única mano que le queda libre? Jejeje

Me lo metí centímetro a centímetro de esa verga en mi conchita húmeda super mojada sonaba el choque de mis jugos con su verga..

Sam: aaaahhhhhhh ¡que ricooooo! ¡me encanta!

Diego: ya veras perrita

Empezó a subir y bajar ayudándose con la cama mientras yo también cabalgaba ufff que rico sonaba todo el cuarto el choque de mis nalgas con el

Sam: AAAAAHHHHHH que rica tu verga COGEME

José: uffff que rico eres una autentica puta, cogetela mas Diego, quiero ver como grita la muy puta

Diego: ¡vamos así perra! Ufff como quería ver chocar esas nalgas con mi verga

Sam: aaaahhh si, si, dame mas mi amor ¡DAME DURO!

Me puso en 4 me escupió y empezó a bombearme el culo tanto que me rompió un poco pero no me pare

Sam: AAAAAHHHHHH aaayyy ¡cabron! ¡que ricooooooo!

José: ¿te gusta como te rompe el culo?

Sam: aaahhhh me encanta cornudo de mierda masturbate asi rico que quiero que los dos me bañen de lechita

Diego: aaaaahhh que rico mi amor que buen culo

Sam: aaaaaahhhhh dame dame dame como una perra mi amor

Me puso encima, pero de frente a José para que pudiera ver mi conchita pero me la metió en el culo cabalgaba como una loca me excitaba que me vieran ufff acabe muchísimo tanto que moje las sabanas ellos no se quedaron atrás ya que primero acabo José que me acerque y me lleno la carita y la boquita de leche mmm que ricoooo y Diego luego de la gran cogida

Diego: aaaaaaahhhhhhh te voy a llenar el culo de lecheee

Sam: LLENALO es tu culito llena el culo de esta puta de leche mi amor llénalo toditoooo

Diego: AAAAAAAHHHHHHH

Dijo mientras dejaba toda su lechita caliente en mi culito ufff que rico nos quedamos acostados un rato y luego seguimos cogiendo varias veces en la noche jeje pero eso es otra historia de mi vida que espero pronto contarles mis amores jeje recuerda que si eres de Usa, México, España o etc y quieres ver mis fotos y videos desnuda y siendo una autentica puta para ti

Empezaba a estar cansada de tener que aparentar siempre ser una chica ejemplar. Todo el mundo esperaba eso de mí, pero yo deseaba romper con todo y empezar a hacer lo que me diera la gana. Tenía veintinueve años y llevaba toda la vida haciendo lo que los demás querían, procurando contentar a todos, sin recibir nunca nada a cambio, ni siquiera un agradecimiento.

Mis padres estaban separados desde que era pequeña. Discutían cuando estaban juntos y lo seguían haciendo una vez separados. Yo siempre estaba en medio y no tenía más opción que darles la razón a uno y otro, aunque ninguno de los dos la tuviera nunca. Si no les decía exactamente lo que querían oír, ya pensaban que estaba de parte del otro. Deseaba haber tenido algún hermano con quien compartir esa carga, pero era hija única.

Con mi novio la situación era peor todavía. Llevaba con el casi diez años, aunque ni siquiera sabía por qué. Llevábamos tanto tiempo juntos que ya me había resignado a que esa tenía que ser mi vida. Iñaki era un hombre machista y celoso, con él nunca podía expresarme con libertad por miedo a sus enfados. Nunca me había puesto la mano encima, pero lo temía. También teníamos momentos buenos, pero cada vez eran menos frecuentes.

Durante una época, el trabajo fue mi única vía de escape. Siempre tuve claro que quería ser profesora y trabajar con niños pequeños, se me daban bien. Pero cometí el error de querer crecer en mi oficio y me especialicé en inglés. Como estaban muy contentos con mi forma de dar clase, la dirección decidió ascenderme a maestra de bachillerato. De repente, me vi en un aula rodeada de jóvenes de entre dieciséis y dieciocho años. No estaba acostumbrada a lidiar con chicos de esa edad, y ellos tampoco lo ponían nada sencillo.

Aun así, preferiría estar en el trabajo antes que en casa. Iñaki se había quedado en el paro y era una tortura aguantarlo durante todo el día. Me tenía que encargar de todas las tareas de la casa porque él no hacía nada. Durante un tiempo, por lo menos podía decir que era bueno en la cama, pero desde que comenzó a consumir sustancias ilegales, había perdido la fuerza entre las piernas. Cuando se ponía violento, era la forma que tenía de calmarlo, pero ya había perdido esa opción, y eso lo ponía todavía más agresivo.

En el colegio todo era un caos. Quedaban semanas para los exámenes finales y tenía varios alumnos en la cuerda floja. Algunos de ellos se esforzaban, algo que siempre tenía en cuenta, pero había otro que pasaba de todo. Sergio era un joven inteligente que había llegado hasta segundo de bachillerato y, por algún motivo desconocido, a partir de ahí dejó de prestar atención en clase y de esforzarse. Por más que intentara hablar con él, solo recibía malas contestaciones.

– Tienes muy buenas notas del curso pasado, si te esfuerzas, te llegará la media.

– Paso de estudiar. Dentro de una semana cumpliré los dieciocho.

– ¿Eso qué tiene que ver? Se puede estudiar durante toda la vida.

– Me iré con mi viejo a descargar camiones. No voy a acabar el curso.

– ¿Él quiere eso para ti?

– Da igual lo que quiera, hace falta el dinero en casa.

– Si quieres, puedo hablar con él. Encontraremos una forma de…

– No te metas en mi vida, zorra.

Nunca permitiría que un alumno me insultara, ya aguantaba suficiente en cada, pero prefería no complicarme más la vida por un niñato al que solo tenía que aguantar durante una semana más. El problema fue que dedicó ese tiempo a torpedear mis clases, aunque de una forma que me resultaba muy desconcertante.

Aunque mi novio me obligaba a vestir con ropa ancha, nada que pudiera provocar a otros hombres, debajo escondía una buena figura que no pasó inadvertida para Sergio. La primera vez que hizo referencia a mi cuerpo delante de sus compañeros lo pasé muy mal, me puse colorada como un tomate y lo expulsé inmediatamente de clase. Le había pillado despistado, mirando por la ventana, y al pedirle que se concentrara en el libro, me dijo que prefería verme las tetas.

Pese al mal rato, no le quise dar más importancia. Lo interpreté como una falta de respeto, una simple provocación. Pero no quedó ahí. En la siguiente clase, tenía que asegurarme de que todos los alumnos habían hecho los deberes. Estaba convencida de que Sergio no los tendría, pero debía cumplir con mi obligación. Tal y como era habitual, no se había molestado siquiera en comenzarlos.

– Sé que te vas en unos días, pero, hasta entonces, tienes que hacer los deberes.

– Tengo cosas mejores que hacer.

– ¿Sí? Dime una.

– Pensar en cómo puedo conseguir follarte ese culazo.

– Te va a ir fatal en la vida.

– Pues como a ti, que estás amargada.

Era el tipo de grosería que solía decirme mi novio en otros tiempos. Un lenguaje brusco y vulgar, pero conseguía encenderme porque sabía lo que venía después. Nunca hubiera tolerado que otro hombre me hablara así, mucho menos un alumno, pero llevaba tanto tiempo sin escuchar la más mínima alabanza a mi cuerpo, que me produjo un cosquilleo que me vi obligada a disimular.

Llegué a casa con el ánimo subido. Me seguía preguntando si solo lo decía para enfadarme, pero prefería pensar que ese jovencito se fijaba realmente en mi cuerpo. Todo lo contrario que mi novio, que me esperaba tirado en el sofá sin más saludo que un gruñido y querer saber qué le iba a preparar para cenar. Pensaba en que ojalá Sergio no teeminara siendo un gañán como Iñaki.

Al día siguiente, debajo de una gruesa chaqueta, me puse unos pantalones ajustados y una camiseta ligeramente escotada. Como mi novio dormía hasta el mediodía, ya no revisaba mi ropa todas las mañanas, como solía hacer, pero siempre tenía que tener la precaución de cubrirme con algo, por si acaso.

No tenía clase con segundo hasta última hora de la tarde. Tuve la chaqueta puesta hasta ese momento. Nada más entrar al aula, me despojé de esa pesada prenda, captando la atención inmediata de Sergio. Se mantuvo callado, no hizo ningún tipo de comentario. Eso me alivió y molestó a partes iguales. Esperaba que dijera algo que me demostrara que su deseo era real, que no era solo provocación, ya que le estaba mostrando que realmente tenía un buen par de pechos y un trasero formidable.

Desanimada por la falta de reacción, mandé que se leyeran la última lección. Yo no dejaba de mirar a Sergio, esperando alguna señal por su parte. Cuando por fin se dio cuenta de que lo observaba, levantó la cabeza del libro y, en silencio, se llevó dos dedos a la boca, los colocó en forma de V y comenzó a sacar la lengua de forma obscena. Eso me provocó un calor inmediato entre las piernas. Cuando terminó la clase, mandé a todos a recoger sus cosas, menos a mi alumno más díscolo, tenía algo que tratar con él.

– ¿Te parece bonito hacerle eso a tu profesora?

– Mañana es mi último día aquí y no me toca inglés, así que ya no lo eres.

– ¿Y por eso me puedes faltar al respeto?

– No disimules, África, sé que te ha gustado.

– Ya me llamas por mi nombre y todo.

– Claro, hay confianza.

– ¿Eso piensas?

– Sí, solo hay que ver cómo te has vestido para despedirme.

– Eres un poco egocéntrico, ¿no?

– ¿Me vas a decir que no te gusto?

– Ni siquiera un poquito.

– ¿Me apartarías la boca si intentara besarte?

– Sí, y te cruzaría la cara de un bofetón. Ya no eres mi alumno, ¿recuerdas?

– ¿Y si te tocara las tetas?

– En ese caso, además de darte yo, mi novio te daría una paliza.

– Estoy seguro que que él no puede sobarte el coño tan bien como yo.

– ¿Has tocado muchos?

– Unos cuantos… y todas gimen como perras.

– A todos los chulitos se os va la fuerza por la boca.

Después de decirle eso, se acercó a mí, colocando su cuerpo junto al mío, me miró a los ojos en silencio, durante unos segundos. Acto seguido, me agarró el culo fuertemente, con las dos manos, y me empotró contra la pizarra para meterme la lengua hasta la campanilla. Tras un beso largo que me dejó sin aliento, se fue de la clase sin ni siquiera despedirse. Me quedé de pie, con la boca todavía abierta y las piernas temblando.

La emoción había vuelto a mi vida, aunque fuese de forma muy fugaz. Necesitaba tener una aventura, algo que me hiciese sentir que todavía estaba viva. Pero no podía olvidar el gran peligro que suponía que Iñaki llegara a sospechar algo. Cuando llegué, fui directa a mi habitación para quitarme la ropa antes de que mi novio me viera. En casa tampoco podía ir demasiado fresca porque le recordaba su impotencia y se ponía de mal humor.

Aunque intentara fingir normalidad, me costaba ocultar la sensación de alegría que inundaba mi cuerpo. Estaba preparando la cena y, de forma inconsciente, iba tarareando algunas canciones. Algo que sorprendió a Iñaki, acostumbrado a verme triste y atemorizada.

– ¿Tú por qué estás tan contenta?

– No lo sé, porque empieza a hacer buen tiempo, supongo.

– Ya, pero no se te ocurra quitarte el jersey en el puto colegio ese.

– Tranquilo, no me lo voy a quitar.

– Podría parecer que buscas que algún profesor te folle.

– Sabes que casi todo son mujeres y hombres casados.

– Tampoco me fio de tus alumnos, a esa edad solo piensan en meterla.

– ¿Y de mí te fías?

– Pues no demasiado, aunque sabes lo que te esperaría si me engañas.

Sí que lo sabía, pero en ese momento, la ilusión le podía al miedo. Fue por ese motivo, que la mañana siguiente me animé a ponerme una falda que me llegaba justo por encima de las rodillas que había comprado años atrás y mantenía escondida. Era el último día de Sergio y quizás tendría la oportunidad de poder despedirme de él, en el día de su cumpleaños.

Quedaba una clase para terminar la mañana y todavía no me había cruzado con él. Yo tenía la siguiente hora libre y me dirigía a la sala de profesores para corregir unos exámenes. Fue entonces cuando lo vi, entrando en una pequeña aula en la que les solía poner películas en versión original subtitulada. Como profesora, estaba obligada a averiguar qué hacía allí un alumno.

Me acerqué de forma sigilosa y abrí la puerta con cuidado. Esperaba encontrarme cualquier cosa, menos lo que vi. Sergio había bajado las persianas y estaba sentado al final de la clase, a oscuras. Parecía estar llorando. Al verme, se limpió rápidamente las lágrimas. Me acerqué para sentarme a su lado.

– ¿Qué haces aquí?

– Tenía educación física, no quiero arriesgarme a una puta lesión.

– No hace falta que hables así, sé que estabas llorando.

– Estás flipando, ¿por qué iba a llorar?

– No lo sé, dímelo tú.

– ¿Crees que ha sido fácil renunciar a mis sueños para ayudar a mi familia?

– Seguro que no. Pero, si os urge el dinero, ¿por qué has esperado a los dieciocho?

– Es la única condición que puse.

– Entonces, ¿por qué no has aprovechado este año?

– Porque no iba a servir de nada. Solo quería estar un año más con mis amigos.

– No eres el malote que aparentas ser.

– Mi padre me ha presionado durante todo el curso, pero apareciste tú…

– ¿Qué quieres decir?

– Que si no he cedido a su presión, es porque verte cada día era mi única alegría.

Su lado duro me ponía muy cachonda, pero descubrir su vulnerabilidad, sus sentimientos, me hicieron darme cuenta de que no solo necesitaba sentirme deseada, también ansiaba que alguien me amara y juntar, posiblemente por primera vez en mi vida, esas dos cosas.

Aunque fuese demasiado joven para mí, Sergio era un chico alto, guapo, con una buena musculatura. Tanto mi corazón como mi coño ardían en deseos por tenerlo dentro. Estaba dispuesta a entregarme a él, a sabiendas de que quizás no volvería a verlo. Pero podíamos ser descubiertos y yo me jugaba demasiado. Mi alumno me miraba, esperando a que tomara esa decisión que podía cambiar nuestras vidas.

– Sergio, creo que todavía no te he felicitado por tu cumpleaños.

– Te lo agradezco, África, pero no estoy para felicitaciones.

– ¿Y para regalos?

Antes de que pudiera contestar, me senté en sus rodillas y lo besé en los labios. Él me sujetó por la cintura y me devolvió todos los besos, con una delicadeza no mostrada hasta ese momento. El contacto de nuestras lenguas trajo la humedad a mi entrepierna y la dureza a la suya. Notaba su polla erecta contra mis nalgas y eso elevaba todavía más mi temperatura corporal.

– Sergio, solo tenemos esta hora.

– Lo sé, puede que después no nos volvamos a ver.

– Mi cuerpo es tuyo, sírvete.

Metío la mano por debajo de la falda y comenzó a subir por mi pierna. Me agarré a la su cuello para besarlo con más intensidad mientras sus dedos llegaban a la cara interna de mis muslos y seguían ascendiendo. Tras palpar mis braguitas empapadas, las apartó y comenzó a frotar con la palma toda la extensión de mi coñito. Hacía mucho que nadie me tocaba en mi zona más íntima. Tuve que cubrirme la boca para sofocar mis gemidos.

Poco a poco se fue animando y me introdujo dos dedos para masturbarme. Movía las caderas sobre él, estimulando aún más su abultado paquete. Llegó un momento en que ya no podía aguantar más. No me conformaba con tener dos dedos en mi interior, necesitaba que mi alumno me penetrara, que me follara ahí mismo.

Tomé la iniciativa y me levanté para desabrocharle el pantalón y bajárselo junto a la ropa interior. Tenía tan buena verga como habían intuido mis nalgas. Se la sujeté y, tras menearla un poco, me senté a horcajadas sobre él, clavándomela hasta el fondo. Por fin me sentía llena, poseída por la juventud de un cuerpo hecho para dar placer. Con los brazos alrededor del cuello de Sergio, que no dejaba de besarme por todas partes, moví las caderas para disfrutar del enorme falo que colmaba mi, hasta entonces, insatisfecha vagina.

La necesidad y el morbo estaban convirtiendo ese polvo en el más placentero de mi vida. Aferrada a sus hombros, comencé a botar sobre su sexo, procurando no hacer mucho ruido. Sergio metió la mano por debajo de la ropa, hasta encontrarse con mis tetas y pellizcar suavemente mis duros pezones, lo que me puso más cachonda.

En una triste silla de colegio, cabalgué con fuerza sobre mi alumno que, próximo al orgasmo, se sujetó a mi cintura para acompañar mis movimientos. Yo también estaba a punto de llegar al clímax y así se lo hice saber. Seguí rebotando mientras él embestía desde abajo, hasta corrernos de forma casi simultánea. No podía negarle nada, ni siquiera que descargara su semilla en mi interior, sin preocuparme las consecuencias.

– No quiero perderte, África.

– Si tú odias tu vida tanto como yo la mía, ¿por qué no huimos juntos?

Continuará…

Lo peor es cuando te pasas años planeando algo y se tuerce en el último momento. Aunque dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Eso es lo que me sucedió a mí, se me abrió una puerta al pecado y la lujuria.

Mi mujer y yo llevábamos años en lista de espera para poder veranear en el camping de moda. Desde que supimos que estaba embarazada de nuestra segunda hija, decidimos que sería el sitio ideal para las niñas. Un año más, habíamos vuelto a perder la esperanza de conseguirlo, pero a finales de julio quedó una vacante para agosto y nos llamaron.

El problema era que yo ya había hecho mi mes de vacaciones. Teníamos que dar una respuesta inmediata. Discutí con mi mujer todas las posibilidades, la forma de hacer lo mejor para nuestras hijas. Después de darle muchas vueltas, parecía haber una única solución posible.

– Cristina, esto lo hacemos por las niñas.

– Ya lo sé, Ismael, pero no voy a poder lidiar yo sola con ellas.

– Dile a tu madre que te acompañe.

– Entonces sería como cargar con tres crías.

– Inténtalo por ellas, yo estaré allí los fines de semana.

– ¿Te podrás apañar bien tú solo?

– Claro, hago los mejores bocadillos del mundo.

– ¿Y quién me va a hacer a mí cositas?

– Pues espero que nadie.

– A mí solo me empotra mi macho. Sabes que tenemos que ir a por el niño.

En aquel momento estábamos en una etapa muy sexual. En el poco tiempo libre que nos dejaban las niñas, buscábamos con ahínco un nuevo embarazo. El sexo con mi mujer siempre me pareció increíble. Había mucho amor y mucha química entre nosotros, estaba convencido de que la semana se me haría muy larga sin disfrutar de sus encantos.

La noche antes que se fueran, echamos un polvo de despedida brutal. Le encantaba que la pusiera a cuatro patas y me la follara todo lo duro que pudiera. Antes de casarme había estado con unas cuantas mujeres, pero ninguna con tanto vicio ni tan habilidosa en la cama. Además de cabalgar como una auténtica amazona, me hacía unas manadas que me dejaban seco.

Después de aquella sesión de sexo, estuve a punto de mandar a la mierda el trabajo e ir detrás de ella, hasta el fin del mundo, con tal de seguir manteniendo sexo diario con ella. Pero las obligaciones mandaban y me iba a tocar estar unos días alejado de mi familia. En mi último día de vacaciones, llevé a mis tres chicas al camping y volví con la tristeza de separarme de ellas y de tener que volver a trabajar.

Yo era redactor jefe en un periódico de tirada nacional. Me había costado llegar hasta ese puesto que me permitió dejar de pasar horas en la calle al pie de la noticia y me dio una buena estabilidad económica. Me gustaba mi trabajo, pero había días que se hacía muy pesado y solo pensaba en volver a casa junto a mi mujer. Con la faena acumulada tras las vacaciones y sabiendo que nadie me esperaba, el primer día acabé haciendo alguna hora extra.

Cuando llegué a casa ya era de noche. A esa hora ya solía estar siempre en la cama, pero ese día ni siquiera había cenado. Fui a la cocina a prepararme uno de mis famosos bocadillos y, a través de la ventana que daba al patio interior, pude ver a la vecina nueva. Según mi mujer, la chica acababa de romper con su novio y había alquilado un piso en nuestro edificio. Nunca me había cruzado con ella, era la primera vez que la veía y me causó muy buena impresión.

El día siguiente fue más o menos igual. Me volví a encontrar a las tantas teniéndome que preparar algo rápido que llevarme a la boca. Miré hacia la ventana de nuevo y ahí estaba la vecina. Pero lo que vi fue mucho más interesante que el día anterior. Apagué la luz para camuflar mi presencia y me quedé mirándola. Estaba tumbada en su sofá y, aunque estaba lejos, pude ver que no llevaba más ropa que unas braguitas negras. Dos grandes tetas al aire buscaban el inexistente fresco de una noche sofocante. Con la imagen de esos dos melones, me fui a la cama, deseando que mi mujer hubiera estado ahí para recibir la erección que acababa de tener.

El miércoles hubiera sido un día de trabajo igual que los dos anteriores si no fuera porque no me podía quitar de la cabeza las tetas de la vecina. Volví antes a casa, ansioso por asomarme a la ventana, pero no la vi aparecer hasta la hora habitual. Vi como cenba en el sofá y posteriormente se quitaba la camiseta y se estiraba para ver la televisión. Todo transcurría de la misma forma que la noche anterior, incluida mi excitación, hasta que se introdujo una mano en las braguitas. Se tumbó boca arriba y comenzó a masturbarse lentamente. Agazapado tras la pared, asomando únicamente los ojos por la ventana, no pude evitar sacarme la polla para pajearme a su ritmo. Con una mano entre sus piernas y la otra apretando uno de sus grandes senos, comenzó a gemir. Aunque ese sonido llegaba a mí de forma muy leve, fue suficiente para que descargara varios chorros de semen que pusieron la cocina perdida.

El cuarto día fue una mezcla de excitación y remordimientos. Aquello había sido lo más cerca que nunca había estado de engañar a mi mujer. Con esa carga de conciencia, aproveché la hora de la comida para llamar a Cristina.

– Cariño, ¿cómo va todo?

– Muy bien, mi amor, esto es genial.

– Me alegro mucho. Seguro que las niñas se lo están pasando en grande.

– Sí, pero te echamos de menos. Estamos deseando que llegue el sábado.

– Yo también. Tengo que volver al trabajo, muchos besos para las tres.

Realmente las echaba de menos, pero no pensaba en nada que no fuera volver a casa y tener la suerte de volver a disfrutar de un espectáculo como el de la noche anterior. Y así fue. La vecina estaba volviéndolo a dar todo en su sofá. En esta ocasión, incluso se quitó la ropa interior y, abierta de par en par, se masturbaba de forma frenética. Guiado por mis impulsos, sin pensármelo dos veces, me dirigí hacia su casa y llamé a la puerta. Cuando me abrió, la cubría únicamente una camiseta. No llevaba nada debajo, se le marcaban mucho los pezones.

– Buenas noches, soy Ismael, el vecino de enfrente.

– Buenas noches, yo soy Míriam. Conozco a tu mujer.

– Sí, lo sé, me ha hablado de ti, pero nunca nos habíamos cruzado.

– Pues no. ¿Sucede algo?

– Es que en mi habitación se escuchan unos golpes y me preguntaba si el ruido venía de tu casa.

– No lo creo, porque yo no he escuchado nada. Estaba en el salón, viendo una película.

– Será de otro vecino. Siento haberte molestado, si oyes algo o necesitas cualquier cosa, ya sabes donde estoy.

– Gracias, lo tendré en cuenta.

Fue un gran error por mi parte. Lo único que conseguí con esa mentira improvisada fue perderme un nuevo show erótico por su parte. El conocerla me puso todavía más cachondo. Además de tener un cuerpazo, era una joven muy atractiva y bastante agradable, pese haberla interrumpido en un momento así. Pero era mejor que comenzara a olvidarla, salvo que se me ocurriera un plan más elaborado.

Pasé el viernes entero pensando en cómo podía volver a establecer contacto con ella sin resultar demasiado descarado. Se me ocurrió algo que, como mínimo, la podría atraer a mi casa. Así que ese día no hice ni un minuto extra, me fui con la idea de poner mi plan en marcha de inmediato.

Había aprovechado mi mes de vacaciones para hacer bastante ejercicio, así que esperaba que mi buena forma me echara una mano. Cuando llegué a casa, fui directo a mi habitación y comencé a dar golpes en la pared desde la que supuestamente escuchaba los ruidos la noche anterior. Estuve golpeando hasta que llamaron a la puerta. Tenía que ser ella. Estaba sudando, así que me quité la camiseta para lucir bíceps, pectorales y unos incipientes abdominales.

– Hola, Ismael, he escuchado los ruidos que mencionaste anoche.

– Sí, yo también los oigo. Viene de mi cuarto.

– Pues son bastante molestos.

– ¿Quieres pasar para ver si entre los dos encontramos la causa?

– De acuerdo.

Míriam llevaba un top y unas mallas que le hacían un culo hipnótico. Me di cuenta de como se fijaba en mi musculatura, todo estaba saliendo a pedir de boca. Buscamos de donde podría provenir un sonido que, evidentemente, en ese momento no se escuchaba. Después de unos minutos, parecía decidida a volver a su casa.

– Míriam, ¿quieres tomar algo en lo que esperamos a ver si vuelve el ruido?

– No es necesario, no quiero molestar.

– No es molestia , mujer, somos vecinos y no sé nada de ti.

– Es que no hay mucho que saber. Tengo veintiséis años y soy aspirante a actriz.

– ¿En serio? Qué interesante.

– Debe de serlo solo para ti.

– ¿Por qué dices eso?

– Porque no me cogen en ningún casting. Y mi novio… bueno, mi ex no creía en mí.

– Supongo que os separaríais por eso.

– En gran parte, sí.

– Pues déjame decirte que él se lo pierde. Eres una joven preciosa y salta a la vista tu talento.

– Te lo agradezco mucho, Ismael. A veces hace falta unas palabras de ánimo, aunque provengan de un desconocido sin camiseta.

– Querrás decir de un vecino sin camiseta.

– Tienes razón. Tú también eres muy atractivo, por cierto. Tu mujer tiene suerte.

– Mi mujer no está ahora aquí.

– ¿Dónde está?

– Se ha ido de vacaciones con las niñas y me ha dejado aquí solo.

– Parece que a ti tampoco te valoran mucho.

– Los dos merecemos más.

Llegados a ese punto, estaba convencido de que yo era mejor actor que ella. Inconscientemente, mi vecina no dejaba de mirarme el pecho, los brazos, los labios. Poco a poco, me iba acercando y ella se mostraba receptiva. Se produjo un silencio durante el cual nos miramos a los ojos, hasta que nos fundimos en un apasionado beso.

La levanté por los aires y la senté en la mesa. Rodeando mi cintura con sus piernas, nos comimos la boca mientras explorábamos nuestros cuerpos con las manos. Le quité el top liberando sus tetazas. Sus duros pezones se clavaron en mi pecho, hasta que los sujeté con fuerza y me los llevé a la boca. Hice circunferencias alrededor de ellos con mi lengua, lamiendo sus generosas areolas.

Me desnudó de cintura para abajo y yo hice lo mismo con ella. Nuestras lenguas volvieron a entrelazarse y sus piernas se volvieron a aferrar a mis caderas. La levanté de la mesa y la llevé en brazos hasta mi habitación. Notaba sus fluidos empapar mi pene tieso, que iba dando golpes contra sus nalgas.

Al llegar a mi cuarto, la tiré sobre mi cama. Antes de que pudiera abalanzarme sobre ella, se sentó en el borde y me agarró la polla. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, justo antes de que se la metiera entera en la boca. Pese a su buen tamaño y grosor, mi vecina se la metía y se la sacaba sin pestañear. La apretaba entre sus carnosos labios y succionaba, provocando en mí descargas de placer que iban desde los testículos y recorrían todo el tronco hasta llegar a la punta.

La agarré del pelo para acompañar sus movimientos de cuello, mientras me la repasaba con la lengua de arriba a abajo, sin dejar de masturbarme. Probablemente era el morbo de lo prohibido, pero estaba gozando mucho más que con mi mujer, que ya era mucho decir.

Después de embadurnar por completo mi estaca con su saliva, se la metió entre las dos tetas y me masturbó con ellas, sin dejar de chuparme la punta. Aquello terminó con la poca resistencia que me quedaba y provocó que eyaculara en cantidades abundantes sobre su cara y sus tetas. Necesité tumbarme durante un buen rato para recuperarme de lo que acaba de suceder, pero ella no dejaba de besarme por todo el cuerpo.

– Míriam, lo haces mejor que mi mujer.

– Y te aseguro que no es lo único…

Continuará…

Hola morbos@s

Hola Vane

Hola Carlos como estas?

Bien gracias oye te puedo marcar?

Si claro

Pasaron los días prácticamente 1 semana o más y no me marco

Hola Vane

Hola Carlos

Que haces?

Nada en realidad estoy en la oficina, pero está tranquilo y tu?

Oh que bien, oye ando muy caliente manda pack no? Jaja

Jaja estas solo?

Si

Y porque andas caliente si coges diario eso déjamelo a mí que no tengo con quien desquitar las ganas

Jaja pues no se ya manda pack no?

Jajaja si tú me mandas algo para inspirarme lo pienso

*FOTO* – era su muuuuy erecto pene –

Órale de verdad estas caliente oye enserio tienes un muy buen pene

Jajaja si me di cuenta cuando viste que me desnudé esa vez que fuimos al motel los 4, tus ojos eran de sorpresa y dijiste “esa si es una verga” jaja

Jajja no mames enserio dije eso? Yo no tengo muchos recuerdos, tu si recuerdas todo?

Igual no recuerdo mucho, pero eso si no se me olvida y tampoco se me va a olvidar que coges muy rico

Jajaja no se vale mentir por convivir

Es real te mueves muy rico, si quieres repetimos jeje es broma, pero si quieres no es broma jaja

Jajja me la voy a creer jaja

Y como la chupas no inventes

Eso si te lo creo es mi especialidad jajja

Oye enserio hay que repetirlo apoco no quieres

No pues de querer si quiero, pero noooo ya dos veces jaja

Ah es cierto esa vez que nos fuimos con tu perrita verdad, ya Vane vamos

Esa vez fuimos porque estaban separados tu y Ely pero ya no, ni modo

Ándale Vane los 3 de regla

Estaríabien, pero noooo, mira para ayudarte con tu calentura porque si andas bien cachondillo jaja – le mande unas fotos de mis tetas

Asu que rico estar ahí pegado no mms están riquísimas ya Vane vamos a coger yo sé que tútambién quieres

Si ya te dije que sí quiero ganas no faltan, pero no puedo entiende

Se porque lo dices, pero no pasa nada

Jaja siempre te cachan estas bien wey y no quiero que esta vez sea conmigo

No, por eso quiero hacerlo contigo eres muy discreta

Ósea que nadie más te hace caso soy la últimaopción jaja mira que bien

No digas eso claro que no siempre te eh tenido ganas

De verdad? Desde cuando?

Desde la primera vez que te llevo Ely a la casa, te acuerdas? Ibas con una falda amarilla larga y una blusa blanca super escotada, se te veían unas tremendas tetas y un culazo que dije tarde o temprano lo tengo que ver sin ropa

Jajjawow si recuerdo, pero no lo note y mira que yo me doy cuenta cuando le gusto a alguien eres bueno para el póker entonces jajja

Si, pero dije no creo que me haga caso pues en ese entonces tenías novio

Jaja si de echo no te hubiera hecho caso en esos días

Ya Vane vamos solo una vez te lo pido y ya no vuelvo a molestar por favor solo dame chance una vez más y ya no te molesto

Ya te dije que no puedo

Bueno al menos dame un beso y ya con eso va

Mmm va un beso no se le niega a nadie jaja pero el pedo es donde porque no tengo tiempo más que en mi hora de comida y nos pueden ver

Pues en un motel y ya si pasa algo más pues ni modo

Jaja mira que abusado, no si entramos a un motel no me voy a detener soy débil jaja

Hay esta Vane vamos y si no quieres hacerlo está bien no hay problema, pero si quieres y yo sé que sí, pues lo hacemos solo una vez por favor

Tengo que pensarlo

Al día siguiente

Hola Vane entonces que, si vamos al motel?

Y dale con lo mismo, no pierdes la fe verdad jaja

No, contigo jamás

Nos pueden ver

Bueno, bueno ya no insisto, pero el beso si verdad

Mmm mejor no Carlos

Oye ya habías dicho que si, un beso no se le niega a nadie tú lo dijiste

Ok, ok si está bien solo 1 beso y ya –para mí los besos son más íntimos, he cogido sin besar porque solo es eso un palo y ya, en alguna ocasión hace tiempo no sé cómo, pero a mi llego el que las putas ósealas prosti no besan porque se enamoran, yo no es que me enamoré con un beso hace falta más que eso, sin embargo, es más íntimo y hay más conexión con la otra persona, sin embargo, esta vez dije porque no un beso nada mas

Se que Ely tiene a su amante y que a Carlos ya no lo quiere sin embargo siguen juntos así que eso me detenía mucho, pasaron másdías y seguimos texteando hasta ayer…

Vane mañana voy a rentar un cuarto y te voy a mandar la ubicación tu sabrás si llegas, no me voy a enojar si no vas, pero quiero tener la oportunidad de besarte solo eso

Hay Carlos no como crees

Ya está dicho descansa me sueñas porque yo voy a soñar con las tetazas que me mandaste

Ya no respondí hasta hoy que él escribió

Ya renté un cuarto, esta es la ubicación: ……..

Carlos como haces eso no inventes jaja

Solo dame esta oportunidad y ya no te vuelvo a molestar

Ya no respondí y se acercaba la hora de mi comida

Ey ya estoy aquí en el cuarto si vendrás?

No sabía que hacer digo ganas no me faltaban soy una mujer muy caliente y realmente si quería volver a coger con él y esta vez en una cama saber que tal coge, poder disfrutar de esa enorme verga y sin siquiera permitirme pensarlo más ya estaba ahí en la ubicación

Que habitación es?

Si vendrás? Es la 2

Acto seguido estaba entrando en la habitación, cuando me vio entrar no sabía ni que decir, yo entré, dejé mi bolso y voltee a verlo, él enseguida puso música y me dijo que quería escuchar, yo solo hice un gesto como diciendo que no me importaba, acto seguido después de poner equis cosa me acerque a él y nos besamos tan apasionadamente que enseguida empecé a humedecerme no separamos solo para quitarnos la ropa el me ayudo con el bra…

wow no las recordaba tan grandes que rico

Jaja es por la lactancia

Me das?

Claro

Se abalanzó a mis tetas y chupo como si no hubiera un mañana mmmriquísimo

Yo pude notar su erección pues estaba encima de él moviendo mi cadera de adelante para atrás, él seguía con boxers y no pude aguantar más me baje para poder ver su erección ahora sí con lujo de detalle, le baje los boxers un poco pero mejor se los quitó bien y yo también, él recostado con su vrga bien dura que puedo decir que le llegaba casi al ombligo y no la tenía ni tan delgada ni tan ancha para mí el tamaño perfecto, me subí a él con su verga entre mis manos y el culo bien parado, hice mi cabello a un lado para poder comerme semejante polla con mi lengua recorrí desde sus huevos hasta la punta de su pene varias veces, él sujeto mi cabello con una mano.

Te puedo grabar?

Nooooo

Con tu teléfono y después lo borras es que no te imaginas como te vez, eres realmente sexy por favor

No, calla y disfruta

Me metí su verga hasta el fondo de mi garganta lo más que pude, pensé que ya había perdido el toque, pero no jajaja la pude meter hasta el fondo solo podía escuchar como muy despacio decía “no mames que rico” y yo arremetía cada vez más rápido mojando bien su verga con mi saliva, pero no quería que acabara ahí así que me subí y puse su verga en la entrada de mi vagina, pero sabía que ese monstruo iba a doler así que lo hice lento poco a poco fui bajando para que entrara bien

ah no mames Vane estas muy apretada

O mejor dicho tú la tienes muy grande

No nono esto no lo había sentido que rica estas

Mientras nos comíamos la boca hasta que por fin lo pude tener dentro de mí, dolió un poco y es que no había cogido desde hace mucho no me habían penetrado.

Mmm que bien se sentía tenerlo dentro de mí, me levanté dejándole a la vista mis enormes tetas él enseguida las tomo y yo empecé a ir cada vez más rápido gimiendo de placer pues su miembro llegaba al punto exacto donde yo más rico podía sentir, no dejaba de moverme mi cuerpo estaba actuando por sí mismo ante tal satisfacción, era una delicia, mientras él con una mano estimulaba mi clítoris yo me hice para atrás apoyando en mis manos en sus piernas como si formara un arco y no dejaba de moverme ahí fue cuando tuve mi primer orgasmo no pude contener el grito de placer, me desplome sobre él y me beso pero siguió moviéndose cuando yo pude recobrar el aliento le dije “ven de a perrito”

Me puse de a perrito con las piernas abiertas, el culo bien parado, el rostro sobre las sábanas y las manos extendidas sujetando el borde del colchón, él me penetró muy lentamente y pude sentir cada centímetro de él dentro de mí fue algo delicioso me sentía llena.

Siguió embistiendo y yo gozando, mientras me embestía moje mis dedos con saliva y empecé a tocar mi clítorisél se dio cuenta

Si que rico me encanta que lo estes disfrutando

Aja… si… mmmm

Si quiero que te corras sii

Salió de mí y empezó a comerme la cuca yo me deje hacer pues lo hacía realmente bien, acerco su pene a mi cara y yo sin pensarlo lo volví a meter en mi boca mientras el me masturbaba yo lo chupaba tenía sabor a mí, a mis jugos a sexo, algo delicioso, me recosté boca arriba y ahora me penetro así mientras yo seguía tocando mi clítoris el subió mis piernas y logre sentirlo más dentro de mi cuando por fin pude correrme chorreando todo y el salió de mi para también echar su leche, su semen me llego hasta el cuello ambos gimiendo de placer al por fin liberar el deseo que tantohabíamos reprimido.