Fetichismo

Soy una persona promedio, con metas e ideas; pero con gustos bastante peculiares en el aspecto sexual y como comencé a salir con alguien con ganas de explorar ese aspecto conmigo..
Tengo 27 años y soy de México, alto y de complexión promedia, me resulta complicado relacionarme sentimentalmente pero cuando lo hago doy todo de mí y eso implica platicar mis más ocultos fetiches y parafilias, como mi gusto por la dominación, humillación el AB/DL por sus siglas en ingles.

Todo empezó con una salida con una muy bonita mujer de mi edad, ojos castaños, cara bonita y cabello hermoso bastante más baja que yo con un tremendo trasero y unas tetonas impresionantes a la cual llamaremos Martha.

Nos divertimos tomando unas copas y con un poco de marihuana de por medio la conversación fluyo y nos fuimos conociendo tuvimos encuentros sexuales normales, note que era un poco atrevida con las posiciones, pero no pasamos de eso.

Con el tiempo continuamos hablando y cada vez conociéndonos un poco más y tomándonos cariño y me sentí con la confianza suficiente de lo mucho que me gusta que las mujeres usen pañales en el acto sexual, porque me prende las sensaciones las texturas y los olores, pero precavidamente solo le pedí que usara un pañal en nuestro siguiente encuentro.

Aquella cita llego, en un motel, la primera vez que ingresaba en uno y su primera vez de ella usando un pañal el cual me permitió ponerla después de una larga sesión de besos, toques, sexo oral completo donde lamí con mi lengua que tiene la característica de ser bastante grande y larga al grado que puedo tocar mi propia nariz, su ano y vagina con un sabor impresionante pero no sucio. que tuvimos. Como era de esperarse fue algo incómodo para ella, lo cual era de esperarse, pero yo me encontraba en un éxtasis inesperado pero que ya había tenido la suerte de probar anteriormente, ebrio de lujuria y placer, procedí a tocar su entre pierna sobre el pañal el cual intento mojar pero no logro aun así con mi mama hice a un lado el pañal y procedí a penetrarla en diversas posiciones; una en específico fue que mientras yo estaba sentado ella frente a mí se inclinaba sobre mi pene penetrando su vagina que en aquel punto deduje que no sería la primera vez que viviríamos esta experiencia ya que la humedad que ella tenía era una clara señal que no era el único quemándose en placer.

Me comentaba que enorme duro sentía mi pene y que era una experiencia bastante rica la que estaba sintiendo al sentirse su orgasmo decidimos parar e irnos del motel, pero con la premisa que viviríamos aquella rara y nueva experiencia para ella.

Nota de autor; Es mi primer relato, espero les agrade y haya logrado compartir un poco de aquel encuentro que tuve con aquella hermosa mujer que hoy en día tengo la suerte de seguir viendo.

sus comentarios y críticas son bienvenidas y leídas y si esta historia es de su agrado podría compartir más experiencias que tuve.

  • Acepto la responsabilidad de los contenidos que subo a esta pagina.

 

INTRO: Explicaremos el proceso por el cual tuvimos que pasar para poder llegar a tener nuestra parejita perfecta de hijos, y también el acuerdo entre nosotros para en un futuro cercano enseñarles a ser nuestros amantes sexuales..
Hola, mi nombre es ###### pero pueden llamarme «Papá X» y usaré como mi icono de identificación: «🧔🏻». Tengo 39 años, casado por civil y dueño de negocios.

Hola qué tal, yo soy ######## pero prefiero que me llamen «Mamá X» y mi icono de identificación será: «👩🏻». Y yo tengo 35 años, soy ama de casa y en ocasiones ayudo en los negocios de mi esposo.

🧔🏻: Desde que me casé con Mamá X el sexo fue nuestra prioridad. Probamos y experimentamos con lo que pudimos para darnos el placer máximo.

👩🏻: Es verdad, incluso los juegos de rol con outfit incluido, más los dildos y demás juguetes fueron nuestras principales distracciones.

🧔🏻: Si, y sobre todo los dildos vibradores. Pero llegó un momento en donde nuestros fetiches ya no nos satisfacían del todo. Y fue en una noche de copas donde expresamos nuestros más oscuros fetiches, lo extraño fue que compartíamos el mismo gusto, cuéntalo cariño.

👩🏻: Así es, de cierta manera ambos deseábamos el amor prohibido, aquello que cruza los límites de la moral y el respeto. Esa noche hicimos el amor imaginando ser amados por nuestros propios hijos.

🧔🏻: Y nos referimos al amor incestuoso.

👩🏻: Desde jovencita tenía un impulso extraño con los niños. Me excitaba ver a mis amigas, primas y tías amamantándo a sus bebés, abrazarlos y comerlos a besos. Terminaba mojada al tener en mis rodillas a mis sobrinitos e indirectamente los abrazaba frotando mis pechos sobre su carita.

🧔🏻: De igual manera, siempre me gustaron las niñas desde mis 20s. Era mi mayor fantasía poder tener la oportunidad de manipular y enseñar a una niña pequeña el arte del sexo. Así que al día siguiente nos sentamos a hablar seriamente sobre aquel turbio tema. Llegando así a tomar la maravillosa decisión de tener hijos para someterlos a sesiones lascivas con sus propios padres desde muy niños.

👩🏻: Me costó aceptar la idea de llevarlo a cabo, pero estábamos dispuestos a hacerlo una realidad. Pero queríamos niños preciosos, y una parejita.

🧔🏻: Un niño para Mamá X, y una niña para mí.

👩🏻: El mayor sería varón, y luego de dos años tendríamos a nuestra niña.

🧔🏻: Para que cuando nuestro hijo tuviera 5 años, y nuestra hija 3, empezar a la misma vez nuestras lecciones amorosas con ellos.

👩🏻: Era una idea muy loca, pero podíamos hacerlo, la cuestión era tener los genes adecuados para tener hijos bellos y hermosos. Y sólo había una forma de lograrlo ¿verdad amor?

🧔🏻: La única manera de lograr tener hijos hermosos era ir a un banco de óvulos y esperma. Y fue así como Mamá X adquirió el esperma de un donante alemán, de cromosoma «‘y»‘, de un hombre alto, fornido, de ojos azules, cabello rubio y blanco como la leche. Y a través de la inseminación artificial y asistida, logró quedar embarazada de nuestro primer hijo.

👩🏻: Fue un embarazo sin problemas, sentir crecer a mi hijo fue la mejor de las experiencias, sin olvidar el genial sexo que Papá X me daba aún con mi barriga grande. Nuestro hijo nació hermoso, con todos los rasgos del esperma de su padre. Y al cabo de 2 años, estaba lista para el siguiente paso.

🧔🏻: Esta vez tocaría tener a mi princesa, para ello el proceso fué un poco más complicado, fuí al banco de óvulos y logré adquirir uno de una mujer de Islandia. Cuyos rasgos era los siguientes: Piel blanca, alta y de contextura normal, pecosa, de ojos verdes y pelirroja. Con mi esperma «‘x»‘ inseminado con aquél óvulo, tocaba implantarlo en el vientre de Mamá X, así al estilo de una gestación subrogada, logró quedar embarazada de una niña. Prácticamente ella puso su vientre para que se desarrolle mi hija.

👩🏻: Aquel embarazo no fué tan sencillo como el anterior, aunque no sería de mi sangre, era mi hija, la cual la recibimos con mucho amor y cariño también. De esta manera logramos tener nuestros hijos hermosos.

🧔🏻: En sus primeros años no hicimos nada con ellos aún, había que cuidarlos y alimentarlos muy bien, para que crezcan sanos y fuertes. Pero cuando ya Mateo tenía 5 añitos, y Mónica 3 añitos, había llegado el momento de iniciarlos en el sexo. Para ello tuvimos que hacer un cronograma de pasos para cada uno. Explica un poco sobre eso Mamá X.

👩🏻: Yo me encargaría de Mateo, y Papá X de Mónica. Tendríamos de lunes a viernes para empezar las sesiones en parejas pero en privado. Y ya los fines de semana, hacerlo estando juntos para que se vayan acostumbrando, y aprendan que es normal hacerlo en familia.

🧔🏻: Fué así como estábamos listos para hacer realidad nuestros fetiches más oscuros. A los 3 añitos mi niña ya estaba lista para empezar a sentir las caricias en su cuerpecito. En la próxima publicación, relataré el método que hice en la primera semana.

👩🏻: De igual manera, me tocará relatar después las sesiones con mi hijo Mateo, para terminar describiendo nuestro primer fin de semana juntos.

🧔🏻: Otro punto importante es que después de que nació nuestra hija, Mamá X se ligó las trompas, y yo me hice la vasectomía, así ya no tendríamos problemas de tener otro hijo nunca más y poder disfrutar del sexo sin tabú y miedo con nuestros propios hijos. Espero disfruten de nuestras experiencias incestuosas. Con paciencia…

👩🏻: Y mucho cariño…

🧔🏻👩🏻: Enseñaremos a nuestros hijos a convertirse en nuestros amantes.

Continuará…

    Todo empezó a la vuelta de vacaciones. Un cambio en el perfil de Marta, parecía indicar que estaba en el inicio de una relación. Además, me di cuenta de que llevaba algo más de tiempo de lo normal sin escribirme. A partir de estos indicios, mi cerebro construyó una historia, en la que yo evidentemente sobraba. Al menos había esperado al final de mis vacaciones (ella sabía cuándo las hacía), para evitar estropeármelas, incluso en un momento así me había tenido en cuenta, para intentar hacerme el menor daño posible… Iba a dejar pasar un día más, a ver si me decía algo, pero yo ya veía el final, no iba a verla más, si al menos hubiera quedado con ella alguna vez más mientras duró…

    Para evitarme distracciones y nervios, dejé el móvil en casa. Ese día estuve muy hundido, públicamente yo lo atribuí al retorno de vacaciones, y al mucho trabajo pendiente que me encontré, pero yo sabía que esa no era la causa real… Me quedé más tiempo de la cuenta en el trabajo, refugiándome en él. A la vuelta abrí el móvil. Otra vez ningún mensaje, ¡qué desastre!, mis peores temores se confirmaban…

    Sólo me quedaba despedirme de ella, al menos no irme a la francesa. Preparé un último mensaje, lo más correcto que pude, agradeciéndole el tiempo que había pasado conmigo y deseándole suerte (al fin y al cabo, aunque la despedida fuera muy amarga, después de lo bien que ella siempre me había tratado, no podía desearle nada malo). Tras enviarlo me sentí muy triste, probablemente era la última vez que le escribía, no tuve fuerzas ni siquiera para llorar.

    Al día siguiente, igual de hundido que el anterior, volví a dejar el móvil en casa, necesitaba aislarme, no quería estar pendiente de un mensaje que quizá ni siquiera me llegaría. Yo ya empezaba a asumir lo inevitable, pero cerrar esa herida no iba a ser nada fácil…

    Al final del día, en el camino de regreso a casa, mil cosas pasaron por mi cabeza. Algo en mí todavía quería creer, pero sabía que era un sueño imposible. Si no me respondía hoy, ya no lo haría nunca, me conformaba con conservarla como amiga, no terminar mal… Yo ya pensaba en cómo empezar a reconstruir mi vida sin ella, pero en ese momento mi pobre alma estaba destrozada y totalmente en ruinas, parecía imposible reconstruir eso. Meses antes había llegado a ser feliz sin conocerla, pero ahora conseguir volver a ese punto se me hacía muy cuesta arriba. ¿Cómo soportar una vuelta a la mediocridad después de haber estado en el paraíso?

    Al llegar a casa y abrir el móvil, para mi sorpresa, ella me decía que era un malentendido, que no daba lo nuestro por finalizado, cruzamos algunos mensajes, me dijo que ella quería seguir viéndome. Ver a esa chica tan guapa, tan encantadora, que podía tener a sus pies a quién quisiera, luchando por no perderme, yo casi no podía creerlo… Sentí que esa herida tan dolorosa que llevaba en mi interior empezaba a sanar. Me tomé mi tiempo para responder, me leí muy bien lo que le enviaba para asegurarme de no echarlo todo a perder en el último momento, pero yo tenía muy claro que yo también quería (mejor dicho, necesitaba) volverla a ver.

    Tras unos pocos mensajes ese día y el siguiente, todo volvió a la normalidad, incluso quedamos para vernos 15 días después, yo estaba en una nube… Después de tanto tiempo sin verla, de haber estado al borde de la ruptura, ahora la deseaba más que nunca. Mis ojos querían volver a ver esa cara tan bonita. Mis orejas necesitaban escuchar su dulce voz. Mi estómago deseaba volver a llenarse del néctar dorado de su sexo. Mis labios anhelaban volver a besar su culito y sentir el beso amargo de su ano depositando su caquita sobre ellos.

    Con mucho trabajo y pocas distracciones, estos 15 días fueron pasando, muy poco a poco. Casi a diario intercambiábamos mensajes, algunos de ellos sobre temas normales, y otros más subidos de tono. A medida que pasaban los días, los mensajes eran cada vez más sexuales y provocativos, ella iba hablándome de los sabores que iba a darme, de las bebidas que se tomaría antes de mearse en mi boca, de la comida que iba a tomar los días antes de cagarse en mi boca. En mis mensajes yo me ponía a sus pies, no paraba de repetirle que para mí era un honor que una chica tan guapa como ella hiciera sus cositas en mi boca, y le recordaba las ganas que tenían mis labios de besar su culo.

    Y finalmente llegó el día, me levanté temprano, para tener tiempo de sobras de llegar al lugar del encuentro. Me afeité lo mejor que pude, para que el tacto de mis labios en su ano fuera lo más suave posible y así ella se sintiera cómoda al utilizarme. No comí nada, ni bebí nada, quería ir en ayunas y que fuera ella y sólo ella quién me diera mi desayuno. Me lavé bien los dientes, para poder ofrecerle a Marta una boca lo más limpia posible donde hacer sus necesidades.

    Mientras iba de camino, ella me iba enviando varios mensajes, preguntándome si tenía hambre, explicándome lo que había comido, y que poco a poco, con el café que se estaba tomando y la fruta del día anterior, ya le estaban entrando las ganas. Yo me estaba excitando mucho con sus mensajitos, le recordaba que venía en ayunas, que confiaba mi desayuno a lo que su cuerpo me diera, y le ofrecía la ayuda de mis labios y mi lengua para ayudar a su ano a relajarse si lo necesitaba.

    Llegué delante del bar dónde habíamos quedado, ella aún no estaba ahí. Me quedé esperando a unos metros de allí, en la sombra. Unos minutos después, muy puntual, la ví a lo lejos, esta vez sin la mascarilla sí la reconocí enseguida. Ahí estaba Marta, con una camiseta y unas mallas largas negras. Como siempre, guapísima. Mi princesa, mi ama, mi diosa.

    Su camiseta era un guiño a algo que teníamos en común, y sus mallas marcaban mucho ese culito que tanto me gustaba. Ella sabía lo que me gustaba a mí su trasero, y no se cortaba a la hora de explotar ese atractivo para atraparme.

    Estuvimos un rato haciendo un café, tras tanto tiempo teníamos muchísimo de qué hablar. Aunque en el primer momento de verla tanta belleza casi intimida (es como al ver las estrellas, que uno se siente pequeño e insignificante a su lado), como todas las otras veces, a los pocos segundos de estar con ella se me pasaban todos los males.

    Yo me guardé mi bebida para luego, no quería tener nada en el estómago antes de empezar, deseaba que fueran sólo su coño y su culo los que me llenaran con sus fluidos. Fue un muy buen rato hablando sobre nuestras cosas, nada especialmente sexual ni obsceno. La verdad es que, más allá de su maravilloso físico y su explosiva sexualidad, esa chica era un encanto, era un placer estar con ella. Para alguien que nos viera desde fuera pareceríamos tan normales… Aunque de vez en cuando, nos cruzábamos alguna indirecta que sólo ella y yo entendíamos. Cuando ella se hubo terminado su bebida, nos fuimos al hotel, para que así yo también pudiera recibir mi desayuno.

    Ya en el hotel, una vez arriba, estuvimos hablando un rato más, mientras ella se hacía un té. Alternábamos temas más normales con otros más pervertidos. Entre otras cosas yo le dije que me había lavado bien la boca, y que así sería como cagar en un baño recién limpiado, se rio. También bromeamos con la posibilidad de que hubiera una cámara en la habitación y lo que íbamos a hacer se convirtiera en un vídeo viral de internet.

    Otra vez, pusimos plásticos sobre la cama, para protegerla de sus fluidos, y preparamos bolsas, alcohol y flúor para el después. Una doble capa de plásticos serían los encargados de evitar que se manchara nada. Vistas las cantidades de fluidos de las anteriores citas con ella, cualquier precaución era poca. Así ella se podría centrar en mearme, cagarme y humillarme, y yo en tragar y adorarla. Aunque lo que íbamos a hacer era una guarrada, la habitación la queríamos dejar limpia, inmaculada, que no hiciera falta ni limpiarla, ni hacer la cama ni nada.

    Me ordenó que me desnudara, poco a poco me fui quitando la ropa, primero quedando en ropa interior. Se quitó los pantalones, quedando en braguitas, me mostro su barriga, un poco menos hinchada que la otra vez, se giró para que yo pudiera admirar su culo. Era precioso, yo me moría de ganas de besarlo, de olerlo. Me dijo que me terminase de desnudar, me terminé de quitar la ropa interior, dejando al descubierto la enorme erección que llevaba. Ella se quedó en braguitas, unas braguitas negras que tapaban su sexo, pero dejaban casi al descubierto esas nalgas tan bellas.

    Me avisó de que tenía muchísimas ganas de cagar, que ya casi se lo estaba haciendo encima (comentario que a mí me excitó muchísimo). Le dije que mejor que me meara primero, que no quería tocar su coño con mis labios llenos de mierda. Coincidió conmigo, me dijo que mearía todo lo que pudiera antes de cagarse.

    Me ordenó que me tumbara en la cama, así lo hice, hablamos algo más mientras se terminaba la bebida, yo no paraba de repetirle que era muy guapa, que estaba muy buena, que era una diosa… Me preguntó si tenía hambre (se notaba que tenía muchas ganas de cagarse en mi boca). Le dije que sí, pero que también tenía mucha sed, que no había bebido nada en todo el día, y que si ella podía darme algo para beber. Me dijo que estuviera tranquilo, que no iba a quedarme con sed. Se bajó sus braguitas y se puso encima mío, yo veía ya cerca su hermoso coño, cada vez estaba más excitado, además de la erección la puntita de mi pene ya se estaba mojando al ver su vagina tan cerca de mi cara.

    Marta me preguntó cómo quería que me meara. Le pedí si podía pegar mi boca a su coño mientras lo hacía. Se bajó un poco, medio de pie medio en cuclillas, no quería bajar más para que no se le escapara ya la caca, pero era lo suficiente para que yo pudiera levantar un poco mi cara y pegar mis labios a su coñito. Apenas mis labios rozaron su coño, Marta empezó a mearse en mi boca, a chorro. Era una orina muy amarilla, muy concentrada, con un sabor a pipí muy intenso, no quedaba ni rastro del sabor de lo que había bebido antes, su cuerpo lo había destruido completamente. Yo tragaba lo que podía, pero, como siempre, era imposible seguir el ritmo de ella, a la que me di cuenta mi cara ya estaba cubierta de pis.

    Cuando terminó, me ordenó que me tumbara boca abajo, y que me bebiera todo el pipí que quedaba en el suelo. Con una pajita, poco a poco me lo fui bebiendo todo. El sabor era muy fuerte, pero al mismo tiempo muy sexy, muy excitante. Cuando terminé, se puso encima mío, yo mirando arriba de nuevo, y se volvió a mear en mi cara. Me ordenó que volviera a limpiar el suelo. Yo había perdido la pajita, así que lo lamí del suelo, de nuevo yo era un perrito a los pies de su ama. Una vez limpio, me acercó el pie, era precioso, le di algún beso, pero no por mucho tiempo, era su culito el que estaba a punto de reclamar mi atención.

    Se puso de pie sobre mí, apoyada sobre el cabezal de la cama, mostrándome su culo en primer plano. Le pregunté cuánto hacía que no cagaba, me respondió que un día, que era muy regular. Me dijo que tenía muchas ganas, que ya no se podía aguantar más. Le pedí si podía intentar aguantar algo, para poder besarle un poco el ano, y que cuando ya no pudiera más lo soltara en mi boca. Tras tantos meses de espera, por fin mis labios volvieron a besar su ano, lo besé con mucha pasión, le di algunos besos más, le dije que me encantaba besar su ano, que amaba su sabor. Ella me dijo que ya no podía más, que se cagaba ya, me dijo «ahí viene».

    No se veía nada todavía en su culo, ni siquiera se escuchó ningún pedo, pero se empezó a notar un olor muy fuerte, olía mucho a caca. Por el olor ya vi que se me venía encima algo grande. Respiré todo lo que pude, me volvía loco ese olor, viniendo de un trasero tan bonito, y aún más sabiendo el regalito que estaba a punto de depositar en mi boca. Enseguida volví a besar ese agujero que tan loco me volvía, pegué mis labios lo más que pude, necesitaba sentir la mierda de Marta dentro de mí. Unos segundos después sentí su ano abriéndose sobre mis labios, y al momento sentí la caca sobre mi boca, esta vez estaba dura. Fue un momento muy erótico, casi mágico, nunca en mi vida había estado tan excitado, estuve a punto de correrme sin tocarme. Poco a poco fue saliendo una caca dura, larga y muy olorosa, que el ano de Marta iba empujando hacia dentro de mi boca. Cuando mi boca se llenó, la separé un poco, para que pudiera terminar de salir. Le enseñé mi boca, para que viera lo que había hecho, realmente era una caca para estar orgullosa de ella, larga, en mi boca apenas me cabía la mitad, durita, marrón muy oscuro, y además muy sabrosa. El sabor era diferente, un poco menos amargo que las otras veces, tenía un sabor más a vegetal, mastiqué y tragué un poquito.

    Me dijo que venía más, me guardé en la mano la otra caca, y pegué mi boca a su ano de nuevo. Fue casi una repetición de lo anterior, su ano fue empujando un chorizo duro y oscurito hacia dentro de mi boca. Otra vez no cabía todo en mi boca, me separé algo mientras terminaba de cagarlo. El olor era muy fuerte, yo estaba excitadísimo, mi cuerpo iba a aceptar cualquier cosa que viniera del culo de esa chica. Le enseñé de nuevo mi boca, Marta acababa de cagar otro chorizo durito en mi boca, y yo quería que ella viera su obra de arte. Y además por partida doble, esa princesa acababa de defecar dos caquitas perfectas dentro de mi boca, era un sueño hecho realidad, la caca que cualquier hombre (fetichista o no) quisiera recibir en su boca.

    Me indicó que tenía más, me guardé en mi otra mano la caca, y volví a poner mis labios en su ano, que al momento empezó a cagar de nuevo en mi boca. Esta vez era ya más blandita, poco a poco me fue llenando la boca, y cuando ya la tenía llena terminó de cagarlo sobre mis labios. Me di cuenta de que se estaba corriendo mientras cagaba la mierda blanda en mi boca, se lo dije, y le pregunté si le gustaba cagarse en mi boca, se rio. Aunque los dos primeros trozos me gustaban más, ese tercero también era bastante sabroso, empecé a masticar y tragar un poco de esa caca blanda, que era la que tenía en la boca en ese momento. Igual que las otras dos, al tragar tenía un gusto a vegetal.

    Esa chica tan guapa y que estaba tan buena acababa de cagar tres pedazos grandes y muy olorosos dentro de mi boca, se estaba quedando bien a gusto, realmente me podía considerar muy afortunado. Se puso encima de mí, y volvió a mearse sobre mi cuerpo y sobre mi boca llena de mierda, sentí esa mezcla morbosa de pipí y caca en mi boca. Yo estaba en éxtasis; para mí, eso era el paraíso…

    Me dijo que tenía más caca, pero que tenía que ponerse en cuclillas para terminar de cagarla. Hizo algo de fuerza, pero no le salió nada. Tras algún esfuerzo más, me dijo que ya venía, pero que tenía que cagarlo en esa posición. Intenté poner mi cara debajo, pero para mi desgracia no cabía allí (me hubiera encantado que se hubiera cagado sobre mi nariz), así que puse mi mano para que me la cagara. Me dijo que si ponía la mano un poco más adelante me la meaba, que también tenía ganas, y así lo hice. Marta hizo algo de fuerza, sentí como su pis mojaba mi mano, y al momento su ano se abrió y soltó un pedacito de mierda blanda sobre mi brazo. Repetimos el proceso varias veces, yo adelantaba el brazo, y el culo de Marta me soltaba otro trozo de caquita blanda sobre él. Era hipnótico ver ese culito tan perfecto abrirse y cagar un pedazo de mierda tras otro sobre mi brazo, me llegó a soltar unos 8 pedacitos, que me dejaron el brazo cubierto de caca blandita.

    Me miró y me sonrió, me dijo que había caca de dos colores diferentes. Acerqué mi nariz, realmente los olores eran diferentes entre una caca y otra. Puestos a elegir, me gustaba más lo que había cagado primero, se notaba que había estado más tiempo dentro de sus intestinos y era más olorosa. Me preguntó si creía que había cagado medio kilo. Yo le dije que probablemente, y le di las gracias por haber hecho una cagada tan perfecta sobre mí. Le dije que era un honor para mí que una chica tan guapa se hubiera cagado en mi boca, que tenía un culo perfecto y que era una diosa, se puso en varias posturitas sexys enseñándome su maravilloso culo. Luego, me enseñó un poco más su culo y me dejó masturbándome en ese paraíso fecal mientras se iba a duchar. Tras tocarme algo, e ir oliendo varios pedazos, me puse en la boca uno de los dos primeros pedazos de caca dura que había cagado, mastiqué y tragué un poco. Con mi boca llena de excrementos, saboreando esa caquita tan dura y perfecta en mi boca, y además sabiendo quién la había cagado, y sintiendo como tragaba algo no pude aguantar mucho más y me corrí muchísimo, me quedó la mano, no sólo llena de su caca, también cubierta por mi semen.

    Terminé muy manchado, pero ni siquiera después de bajar la erección me molestaba nada el olor o el sabor, seguí saboreando y respirando a fondo, quería llenarme de sus esencias, de ese sabor tan íntimo. Sabiendo que lo había cagado Marta, mi nariz, mi boca y mi cuerpo lo aceptaban, al fin y al cabo, era el regalo de una diosa. Y si tenía que hacerme daño, con lo que ya había hecho, ya era demasiado tarde. Incluso, cuando me fui a duchar, dejé el lavarme la boca para el final, para sentir durante más tiempo ese sabor. No sé si es porque ya me había acostumbrado al sabor, porque ella comía muy sano, o porque lo había hecho una chica tan guapa y que me gustaba tanto, o por una mezcla de todas ellas, pero no sólo me había acostumbrado a ese sabor, incluso me estaba haciendo adicto.

    Tras ducharnos, entre los dos recogimos los plásticos, quitamos el aire y conseguimos ponerlo todo dentro de una bolsa. Mientras lo manipulábamos, al otro lado del plástico se veía y se notaba todavía la caca, lo que me dio mucho morbo. Como siempre, a pesar de las guarradas que se habían hecho ahí dentro, la habitación quedó impecable, otro crimen perfecto.

    Hicimos el check out del hotel, y antes de despedirnos estuvimos hablando un rato más. Entre otros temas, hablamos sobre un pequeño jueguecito preliminar para nuestro siguiente encuentro, pero sobre esto no quiero dar más detalles por ahora, lo dejo para el cuarto relato, que espero y deseo que se haga realidad.

    Ya en el camino de vuelta, me vino algún eructo dónde reconocí el sabor de su pipí y su caquita dentro de mí. Era lógico, en esos momentos, todo lo que tenía en mi estómago había salido o bien de su coño o bien de su culo, dentro no había nada más que pipí y caca. Me había marcado no sólo por fuera, también por dentro, era una sensación muy especial, una dominación que se prolongaba incluso hasta después de finalizada la cita, me daba mucho morbo sentir la caca de Marta dentro de mí. Ese día tardé bastante rato en volver a comer, pues quise mantener esa sensación todo lo que pude.

    Para terminar el relato, esta vez no hablaré de ella (como siempre, me absorbió de principio a fin), sino de mí, toca hacer autocrítica. Aunque esta vez conseguí tragar más caca que las otras veces, reconozco que en este aspecto todavía debo mejorar bastante. Incluso en un caso óptimo como el de hoy, con una caca dura y perfecta (con un sabor muy bueno, dentro de lo bien que puede llegar a saber la caca, que evidentemente no sabe ni a rosas ni a chocolate), viniendo de una chica guapísima y simpática, en quién siento que puedo confiar, sigo estando muy lejos de poder tragar un pedazo grande entero como hacen en los vídeos que se ven por internet. Otro tema ya es cuántos de estos vídeos usan chocolate o similares; me estoy dando cuenta que, aunque recibirlo en la boca, y mantenerlo en ella, si te gusta la persona que te lo hace, es fácil, tragar grandes cantidades, es más complicado. Pero evidentemente esto no es excusa, que otros hagan trampas no me exime a mí de nada. Tengo que esforzarme mucho más para ser un WC a la altura de lo que merece una diosa como ella, y si no mejoro lo suficiente está claro que tarde o temprano ella tendrá que forzarme a hacerlo. Y sé que, si me lo ordena, yo obedeceré. Pero mejor que no diga esto muy alto, quién sabe si ella me está leyendo…

    Nota a los lectores: está serie está hecha para que cada episodio sobreviva por si solo, pero si quieres saber más sobre los personajes ve y lee la primera parte, el prólogo

    También está el asunto de la categoría, bueno, no existe la categoría donde yo creo que iría perfecto esto, disculpen por eso, en fin, el relato sin más.

    Mariana estaba en cuatro patas siendo penetrada por su novio Luis. El odiaba admitirlo, porque se sentía mal pensarlo, pero su novia desnuda con el culo al aire era sin duda su mejor ángulo. Sus enormes y bien formadas nalgas, su cintura que era perfecta para tomar y penetrar, su hermoso y apretado ano rosado, su preciosa vagina, su piel tan blanca, sin ninguna marca y completamente suave…

    Mariana: ¡ay Armando me encantas! – decía ella entre gemidos, tenía los ojos cerrados y pensaba en su vergon exnovio, Luis se puso histérico y le clavó la verga de golpe, pero ella no se había confundido, sabía perfectamente que era su novio Luis quien la follaba, pero quería que su novio se la metiera más fuerte… Y funcionó

    Luis comenzó a penetrarla como psicópata, jaló su cabello violentamente para alzarle la cara

    Luis: ¡¿piensas en el mientras yo te la meto?! – preguntaba histérico sin dejar de mover la cadera para seguirla penetrando

    Mariana: ¡sí! ¡Cállate! ¡Me desconcentras! – decía ella cruelmente, Luis soltó su pelo y siguió follandola fuertemente mientras ella seguía con los ojos cerrados contra la cama, Luis estaba tan cachondo que terminó con una enorme carga dentro del condón casi de inmediato

    Terminaron exhaustos respirando histéricamente en la cama uno al lado al otro mientras Luis se quitaba el condón.

    Luis: ¿en serio pensabas en el? – preguntaba él, con el ego herido pero la abrazaba dulcemente

    Mariana: tal vez un poquito… o tal vez solo quería molestarte jajaja – decía ella riendo, Luis se reía nerviosamente y no se atrevía a preguntar de nuevo.

    Ella si pensaba en Armando mientras Luis la follaba esa tarde, aunque solo superficialmente, solo un poco en momentos, antes de ese mes ella nunca se hubiera atrevido a traicionar a su novio ni siquiera con la mente, pero las cosas habían cambiado un poco.

    Los comentarios sucios sobre Armando eran muy comunes en el sexo e incluso a veces fuera de la cama.

    «Su verga sabía de la chingada, pero la tenía bien enorme, así que no me importó e igual se la mamé»

    «ese wey siempre me metía las manos entre las nalgas cada que podía jajaja»

    «ayer me masturbé pensando en el…»

    Todo lo que ella le decía era verdad, ella no quería inventarse nada, seguramente él se daría cuenta y sonaría poco real y la diversión se estropearía, no quería ser atrapada en una mentira que destruyera la fantasía. Por eso mismo, el material morboso se acababa, y aunque ella era capaz de vez en cuando de aún ponerlo cachondo con eso, sentía que la novedad después de un mes se agotaba. Ella solo había estado 2 meses con Armando, solo le había dado una mamada en su auto y ni siquiera se habían desnudado por completo uno con el otro. El material morboso se acababa.

    Ella y Luis nunca habían hablado del tema «cornudo» que obviamente estaba sobre la mesa, durante ese mes solo se dedicaban a explotar la fantasía de su otro único novio. El no parecía lo suficientemente valiente para pedir más, ni siquiera preguntaba mucho, la fantasía, el morbo, siempre venia de ella, animado por erecciones y penetraciones histéricas de él, pero nunca por peticiones de ir más allá. Ella sabía que se acercaba un punto de quiebre, la fantasía de Armando se agotaría y todo terminaría… O tendría que ir más allá.

    Pasaba el tiempo e incluso ya follaban a veces sin hablar de Armando, ella se había quedado sin anécdotas cachondas y él no se atrevía a ir más allá, ella se sentía frustrada, ella quería más, pasaba horas pensando que hacer al respecto, de pronto, un simple mensaje de él le dio una perversa idea, era tan obvio que ella se sintió estúpida de no haberlo pensado.

    «Oye amor, Laura me dijo que irían ella y los demás al Sky blue a tomar algo ¿te apuntas?»

    Todo era perfecto, el Sky blue era ese bar donde se emborrachó con Armando y le dio una mamada en su auto, habría alcohol y muchos hombres, parecía un lugar perfecto para obtener más material de fantasía cornuda. Ella solo le dijo que sonaba divertido y que contara con ella. No pensaba revelar sus perversas intenciones.

    Ella fue a comprarse un vestido, se decidió por uno casual, nada muy elegante, gris y bastante corto, con manga larga, terminaba abajo en falda, mini falda bastante corta y enfrente tenía un escote en forma de v, que dejaba ver bien su lindo par de tetas, bastante revelador. Ella sin duda llamaría la atención, pero tampoco la tacharían de puta, ella quería llamar la atención, pero tampoco revelar sus oscuras pretensiones.

    Él llegó por ella, no hizo mucho alboroto en su vestido, ella solía usar cosas sexis, no demasiado como eso, pero él no le dio mucha importancia, solo le mencionó lo asombroso que lucía su culo y vaya que sí, la redondez y enorme tamaño de sus nalgas se marcaban perfectamente bien en el vestido. Llegaron al bar y buscaban la mesa de los amigos de Luis. Algunas miradas por aquí y por allá en el lindo trasero de su novia, Luis ya no le tomaba más atención a eso, estaba acostumbrado a que el enorme y delicioso culo redondo de su novia siempre llamaba la atención, pero cuando pasó un tipo bastante guapo a lado de ella que la vio sin ninguna vergüenza y ella lo miró fijamente a los ojos, le recorrió un escalofrío, pero no dijo nada.

    Encontraron la mesa más pronto que tarde. Estaba su amiga Laura, Gabriela, Estela, Carlos, Juan y un hombre al que no conocía de nada. Llegaron, se saludaban mutuamente

    Laura: este es mi amigo Damian, el es Luis – decía apuntando al hombre desconocido de camisa negra, un hombre con la piel bronceada, ojos azules, barba al ras, bastante guapo

    Damian: mucho gusto – decía el hombre amablemente saludando a Luis de mano

    Laura: ella es Mariana, novia de Luis – le decía al hombre ahora indicando a la deliciosa novia de Luis

    Damian: mucho gusto Mariana – decía él estirando la mano de nuevo, ella tomaba su mano y lo jalaba hacia ella para saludarlo de beso en la mejilla, el respondía la convención

    Mariana: ¡no sabía que tenías amigos tan guapos we! jajaja – le decía a Laura que no sabía muy bien como responder, Luis se alarmó de inmediato, Laura era amiga de Luis, conocía a Mariana y había charlado un par de veces con ella, pero no tenían ese nivel de confianza, Laura solo rio nerviosamente mirando de reojo a Luis, que fingió no verla.

    La noche avanzaba, bebían mucho alcohol y fumaban muchos cigarros. Mariana se encargaba de mantener contacto visual con su nuevo amigo al otro lado de la mesa, aunque no estuvieran hablando, ella a veces le sonreía débilmente, el correspondía. Luis lo notaba y se ponía histérico de pensar que alguien más se diera cuenta. Cuando ella fue al baño, el la acompañó amablemente sin decir nada, pero cuando ella salía, el decidió confrontarla

    Luis: oye amor… – decía tímidamente, todo había sido muy confuso, no sabía que pensar, no quería comenzar una pelea por nada

    Mariana: ¿que pasó? – decía ella con desinterés mientras intentaba caminar de regreso a la mesa, pero su novio la detuvo del brazo y la llevaba a una zona donde la estruendosa música los dejara hablar más en paz, ella lo veía con cara consternada

    Luis: ¿estas coqueteando con ese wey? – decía preocupado, sumisamente, el siempre había sido así, pero ella era una buena mujer y nunca había abusado de eso, era comprensiva con sus sentimientos

    Mariana: ¿con quién? – ella hizo una cara de confusión total, prosiguió de inmediato – ¡¿con Damian?! ¡Jaja claro que no! – decía riendo y parecía tan sincera haciendo una cara graciosa estilo «WTF?!» que Luis se relajaba de inmediato

    Luis: jajaja ok ok perdón, es que no sé… – tomaba aire, ella lo dejaba proseguir – con todo lo que hemos hablado y dicho… – parecía que el por fin hablaría de tema, ella estaba expectante mirándolo fijamente, emocionada porque diría su novio

    Mariana: ajam… – decía mostrándose guay pero rogaba por dentro que el abriera la maldita caja de Pandora de una vez

    Luis: nah nada no te preocupes, creo que estoy pedo jajaja – terminaba el nerviosamente dirigiéndose de nuevo a la mesa con su novia de la mano, ella estaba algo decepcionada

    La dinámica entre ellos siempre era muy clara, él era el curioso obsesivo, ella no rogaba ni exigía respuestas, parecía no importarle nada, eso los complementaba y los volvía locos uno al otro en igual medida. Por eso mismo ella no quiso insistir en qué el dijera nada, sería raro, tal vez él sospecharía que ella quería abrir el tema y ella quería que él lo hiciera. Él era sumiso y nervioso, rara vez abría un tema delicado, ella decía las cosas de frente y atacaba con todo sin guardarse nada. Sin embargo, está vez ella no quería imponer nada, quería que él lo pidiera o lo hablara o algo. Cómo dije, ella caminaba decepcionada con él a la mesa, Mariana tenía que subir las apuestas.

    Ella regresaba a la mesa e intentaba charlar con aquel guapo hombre, pero fingía no escucharlo, haciendo gestos cómicos poniendo su mano en su oreja, le gritaba histéricamente «¡¿QUE?!» el hombre reía.

    Mariana: oye – le decía moviendo por el hombro a Juan, uno de los amigos de Luis, que estaba al otro lado de ella, del otro lado Luis obviamente, el chico volteaba a verla esperando respuesta – ¿le cambias el lugar a Damián? Me estaba contando algo y no le escucho ni madres

    Juan: si – decía el chico por completo desinteresado, no molesto ni nada, parecía que le daba igual donde sentarse, se puso de pie y le hacia una seña a Damian, también se ponía de pie y cambiaban lugares

    Damian tomaba su lugar felizmente a lado de Mariana, miraba sus enormes y sexis piernas al sentarse, ella lo notaba. Comenzaron platicando los 3, Luis, Damian y Mariana, contaban cualquier tontería, sobre sus trabajos, la escuela, su familia. Pero poco a poco Damian se imponía y monopolizaba la charla.

    Luis estaba tranquilo al principio, ella había sido sincera, ¿verdad? Así que no quería hacer dramas, pero ella parecía estar más y más cercana a Damián, riendo de todo lo que él decía, dándole la razón y de vez en cuando tocando su brazo en un gesto «inocente» pero él lo notaba.

    De pronto la charla se tornaba sexual, Damian comenzaba a hablar sobre «chicas» que el follaba, hablaba sobre muchas, como si fuera común que el follara una diferente cada semana, Mariana le creía mientras tenía el coño algo húmedo, Luis estaba nervioso, todo el asunto sexual con Mariana estaba en un terreno delicado y desconocido.

    Damian: …y para rematar hice que me chupara la verga en el carro afuera de su casa jajaja – decía riendo, siguiendo una anécdota sucia, los 3 reían, Mariana y Damian sinceramente, Luis nervioso, no sabía a donde podía llevar todo eso

    Mariana: afortunada la vieja – decía Mariana riendo un poco, la respiración de Luis se aceleraba

    Damian: ¿tu crees? – decía el tranquilamente, Mariana se ponía un poco nerviosa, no esperaba una pregunta tan directa de regreso con su novio enfrente

    Mariana: bueno si… – pensaba lo que diría, no quería ofrecerle sexo oral directamente, pero tampoco desairarlo – es que ammm o sea a mí me encanta eso de dar mamadas en el carro – decía salvando un poco el coqueteo tan descarado

    Damian: pues entonces afortunado tu wey – decía chocando el puño con Luis, el respondía apenas sonriendo sin mostrar los dientes y chocando débilmente el puño con él

    Mariana: es que se ve que la tienes grande wey – decía Mariana de nuevo atacando, Damian reía un poco incómodo de escuchar eso frente al novio de esa linda chica, Mariana estaba nerviosa pero logró parecer tranquila – y está rico chupar vergas grandes obviamente jaja – remataba el descarado coqueteo mientras bebía un poco de su cerveza

    Luis se preocupaba porque alguien más escuchara, pero la música estaba fuerte, incluso el tenia que acercar el rostro para escuchar, estaban a salvo de oídos chismosos

    Damian: bueno la verdad es que no estoy mal – decía siendo un poco modesto pero sin negar nada

    Mariana: a ver jajaja – decía ella riendo nerviosamente volteando a ver la entrepierna de Damian sin ninguna vergüenza, Luis le daba un largo trago a su cerveza, Damian reía abriendo las piernas cómica y exageradamente, los 3 reían, luego el cerraba las piernas

    Damian: pero si me sacó la verga aquí, nos corren – decía intentando no lucir cobarde

    Mariana: ¿y fotos? Jajaja – decía Mariana, estaba más emocionada que nunca en su vida, estiraba la mano debajo de la mesa y buscaba la verga de Luis, puso la mano encima, estaba erecto, pero el retiraba su mano rápidamente, como si no quisiera que ella lo supiera, pero ella lo supo y tomó su erección como una aprobación

    Damian: ¿neta? – preguntó riendo nerviosamente ante la petición de fotos, veía de reojo a Luis intentando que el no lo viera, Luis fingió no notarlo y reía fingidamente

    Mariana: si a ver enséñanos jajaja – decía riendo bebiendo más de su cerveza, volteando e invitando a Luis a también ver, el reía nerviosamente pero intentaba lanzarle una mirada, tal vez para detenerla o tal vez solo una mirada emocionada

    Damian: a ver… – decía riendo nerviosamente y sacando su celular, sonreía nerviosamente mientras sus dedos y ojos recorrían la pantalla, Mariana tomó la mano de Luis y la llevó a su coño húmedo debajo de su vestido, solo por encima de su delgada tanga, el sentía el calor y la humedad, ellos estaban a salvo cubiertos por la mesa, el la acariciaba.

    Damian buscaba rápidamente y le daba el celular a Mariana, una foto de él de cuerpo completo, frente al espejo, completamente desnudo, su piel estaba bronceada por todos lados, sus pectorales bien marcados y el abdomen plano, sosteniendo una buena verga morena, bastante larga aunque algo delgada, bolas y verga completamente rasurados.

    Mariana tomaba el celular con una mano, abría los ojos exagerando un poco al ver la foto, quería halagarlo, aunque honestamente le gustaba lo que veía

    Mariana: woooow jajaja – decía sin dejar de ver la pantalla, Luis solo veía un poco y reía fingiendo, Mariana hacia zoom sin vergüenza a la larga verga de Damian – ¡tienes la verga súper larga no mames jajaja! – decía viendo atentamente la verga que ahora estaba en primer plano en la pantalla, Damian veía con el cuello torcido la pantalla, pero intentaba ver su escote y ese lindo par de tetas, se ponía erecto imaginando cosas y no le retiraba el celular de las manos

    Mariana le regresaba el celular riendo, el lo guardaba

    Mariana: pues si… como dije, Afortunada la vieja JAJAJA – decía riendo histéricamente de manera forzada, se había dado cuenta un poco tarde de su evidente descaro, Luis bebía de su cerveza riendo fingidamente, Damian reía un poco incómodo pero cachondo

    No se hacían mas comentarios del largo falo de Damian, la charla regresaba a terreno seguro sobre cosas más mundanas, las erecciones bajaban, Mariana se secaba. El retorcido trio unía a charlar con el grupo, cuando parecía que todo estaba terminado esa noche y Luis bajaba la guardia, entonces ponían la música aún más fuerte, un DJ anunciaba su llegada, con un remix ruidoso de reggaetón, entonces dejaba una canción seguir

    Mariana: ¡¡me mama esa canción!! ¡¡Uuuuuh!!- gritaba y aullaba emocionada bailando, algo ebria con las mejillas rosadas, bailaba tontamente en su silla moviéndose y haciendo rebotar sus lindas tetas rubias

    Juan se ponía de pie casi de inmediato y se llevaba a Gabriela a bailar, los demás se mantenían en sus asientos

    Mariana: ¡vamos a bailar! – le decía casi gritando a Damián, el dudó una milésima de segundo viendo reojo al pobre Luis cornudo sentado que no supo cómo reaccionar, el momento se hubiera vuelto incómodo, pero Mariana no notó eso y prosiguió – ¡vamos a bailar we! – repetía tomando la mano de Damian y poniéndose de pie, el no dijo nada y vio abiertamente a Luis buscando aprobación, Mariana está vez si lo notó – el no baila, no le gusta – decía en voz alta y sinceramente, como un gesto completamente inocente ¿lo era? Pero algo era verdad, Luis no era del tipo bailador, Luis se encogía de hombros riendo, Damian se ponía de pie y seguía a Mariana, antes de irse ella se agachaba y besaba a Luis dulcemente en los labios

    Ellos se retiraban a la pista de baile, irónicamente esto Luis no lo veía con malos ojos, Mariana bailaba sentada tontamente incluso cuando alguien ponía reggaetón en su celular en la universidad y había bailado prácticamente con todos sus amigos en común, era una dinámica común entre ellos. Pero su amiga Laura vigilaba a la pareja de cerca mientras se alejaban y cuando la feliz pareja estaba a algunos metros…

    Laura: wey – decía llegando a sentarse a lado de el – ¿no te molesta? – preguntaba con la cara confundida apuntando con la mirada a su novia y a Damian mientras tomaban lugar en la pista, entre penumbras no podían verlos muy bien, a Luis se le aceleró el corazón ¡¿ella había notado que ellos coqueteaban?!

    Luis: ammm ¿qué? ¿Por qué? ¿Ellos? Nah – decía intentando restarle importancia, Laura no decía nada e intentaba ver a la pareja a lo lejos, ambos miraban unos segundos en silencio

    Laura: wey como que se están coqueteando súper cabron, ¿no? – insistía, Luis la odiaba en ese momento por insistir, estaba en pánico, ¿que se suponía que hiciera?

    Luis: naaaah nada que ver, solo le cayó bien el wey, yo estoy aquí no mames – decía un poco a la defensiva, pero Laura no retrocedía, tenía una amistad de años con él y ella era sincera y mordaz

    Laura: ¡wey! – decía llamando su atención, haciendo cara de molestia – ¡hasta le dijo a Juan que le cambiará el lugar no mames! Ve y quítasela al wey, ese wey es bien cabron yo nomás te digo… – decía finalizando a modo de amenaza y regresando a su lugar

    La amenaza lo puso nervioso y su erección regresaba, ¿Laura consideraba que Damian podía follarse a su novia? Sentía que con esa insinuación ella lo consideraba inferior a Damián y encontró eso hiriente y cachondo al mismo tiempo. ¿Qué tanto sabía de él para hacer esa amenaza? ¿Él era así? ¿Era tan asombroso que podía follarse a la novia de otro y salir impune? ¿Había sucedido antes ya? ¿Laura lo sabía?

    Las preguntas acosaban a Luis mientras veía a Laura bailar dándole la espalda a Damian, restregando un poco sus deliciosas nalgas contra la entrepierna de él, típico perreo, pero ahora todo era tan cruel, ella sonriendo un poco empinada y moviendo su hermoso y enorme trasero sobre el regazo de Damian, mientras su nuevo amigo veía atentamente las nalgas de Mariana sin vergüenza. Laura le lanzaba miradas. El decidió solo beber y bromear con Carlos y Estela, eso sí, manteniendo vigilada a su novia, soportaría con una confusa erección que ella rozará sus firmes nalgas contra Damian y el viera su culo sin pena, pero no pensaba perderlos de vista. Laura se fue a bailar con Estela y se quedaban Carlos y él platicando como buenos camaradas.

    En la pista, Mariana estaba emocionada, intentaba no restregar su culo por completo contra Damian, ella quería restregarle el culo por completo, pero había conocido un lado suyo sádico y morboso que disfrutaba con torturar sexualmente a su novio, y al parecer a los hombres en general. Se aseguraba de rozar sus nalgas lo suficiente contra Damian para que el pudiera disfrutar sintiendo sus firmes nalgas y ella pudiera sentir su erecta verga un poco, pero no tanto como que para su verga acariciara su caliente y húmeda concha. Ella estaba emocionada y cachonda, no podía creerlo, quería más, se estaba enganchando a esto rápidamente, pero no quería correr y romper el delicado hielo sobre el que caminaba. Si jugaba bien sus cartas, pronto estaría caminando sobre firme concreto con la bendición de Luis.

    De pronto Luis tuvo un micro infarto, no veía a su novia ni a Damian. Recorrió histéricamente con la mirada la pista sin que Carlos lo notara o intentando eso al menos. No los encontraba por ningún lado ¿qué podía hacer? Pasaban los minutos ¿tal vez 5? ¿10? Estaba desesperado esperando que de pronto ellos reaparecieran, pero nada. Quiso levantarse, pero intentó pensar una mentira primero, Carlos no dejaba de hablar ¿ir al baño? No, estaba exactamente al otro lado de donde debía ir ¿ir a la barra? Tal vez, estaba por levantarse cuando veía a Laura, acercarse de lejos, obviamente buscándolo con la mirada, ella lo vio y el entendió que ella iba decirle algo, ahora ella se dirigía a el directamente soltando del brazo a Estela, Luis esperó nervioso, Laura tenía una mirada preocupada

    Laura: wey – decía comenzando, Luis acercaba el rostro – ve allá we – le indicaba un lugar con obvia preocupación

    Luis: ¿por qué? – preguntaba Luis nervioso intentando ocultar su expresión

    Laura: ¡wey ve allá! – le decía a modo de regaño

    Luis: ¿por qué? ¿Qué pasa? ¡Dime! – decía desesperado

    Laura: ¿ves a tu novia? ¡Ve allá we! Abajo del DJ, dónde está más oscuro – decía como si estuviera molesta con el, Carlos no escuchaba nada, les daba privacidad con desinterés mientras fumaba

    Luis se puso de pie sin decir nada. Caminaba con el corazón hecho un puño ¿estaba emocionado? Su verga diría que sí, su corazón que no. Seguía avanzando torpemente entre el mar de gente acercándose a la zona mencionada por Laura, sin duda estaba más oscuro, tenía dificultades para ver, solo los leds del suelo le impedían no tropezar con las pequeñas escaleras que hacían un desnivel.

    Seguía bajando sin saber que encontrar, mil pensamientos cachondos y furiosos lo acosaban, lo peor es que su amiga Laura los había visto, eso no le dejaba de rondar la mente. Siguió bajando, buscaba desesperadamente ¡estaba tan jodidamente oscuro! ¡Carajo! De pronto… Parece que reconocía el vestido de ella, se acercaba y en efecto, era ella…

    Se estaba besando apasionadamente con Damian, estaban recargados sobre la pared, el sostenía su precioso y enorme trasero firmemente con una mano, ella lo abrazaba apasionadamente por el cuello con una mano, ellos se besaban profunda y lentamente, apasionadamente, como dos amantes disfrutando esos primeros, misteriosos y deliciosos besos, ambos tenían los ojos cerrados, podía ver en momentos como se separaban un poco y la lengua de ella buscaba entrar en la boca de él. Se le revolvió el estómago, se quedó ahí parado viéndolos, la música estaba muy fuerte, la gente pasaba frente a él estorbando la vista por momentos. Sentía que si siquiera tocaba su verga explotaría en sus pantalones, se recuperaba, le volvía la mente al cuerpo y caminaba débilmente hacia ellos, le temblaban las piernas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos 2 como para poder ver cómo el mordía sensualmente el labio de ella, caso gritó

    Luis: ¡Mariana! – ella se separó histéricamente de Damian y volteó a verlo aterrada

    Luis pudo notar la mano de el salir debajo del vestido de ella y la mano de ella salir de debajo de Damian, ella se acomodaba el vestido desesperadamente viendo a su novio con esa misma mirada de terror, Damian se cerraba el cierre del pantalón evitando verlo a el.

    Mariana: Luis… – decía mientras Luis se acercaba

    Luis: ¡¿por qué?! – preguntaba histérico el, Damian fingía revisar su celular

    Mariana: ¡¿me estabas espiando?! – decía histérica intentando cambiar el marcador a su favor, Luis la vio con una cara que ella nunca había visto, de decepción

    Luis se dio la vuelta y comenzó a alejarse, «¡espérate! ¡Luis!» Le gritaba Mariana, ella volteaba a ver a Damian indicando que iría tras él, el solo asentía. Mariana alcanzó a Luis y tomaba su brazo, lo jalaba buscando su cara

    Mariana: ¡no te enojes espérate! – le decía desesperada, sinceramente aterrada

    Luis: déjame en paz – decía el y seguía caminando hacia la salida del club

    Caminaban en silencio, esas incómodas situaciones en qué no quieres hacer el ridículo cuando tienes «una situación personal”, Mariana solo caminaba rápidamente a lado de él, el seguía avanzando. Salían del club sin despedirse de nadie y el caminaba al auto, ella se detenía ansiosamente viendo como el buscaba sus llaves

    Luis: sube – decía el presionando un botón en las llaves, los focos encendían y el auto lanzaba un pequeño pitido, ella subía rápidamente, el estaba por acelerar el auto a toda velocidad

    Mariana: espera – decía ella poniendo su mano sobre el brazo de el

    Luis: ¿para que? – decía el sin verla a los ojos

    Mariana: apaga el carro – le ordenaba, molesta, sería, Luis obedecía haciendo un sonido de molestia, algo parecido a un pujido

    Luis: ¿que? – decía el sin verla aún, manteniendo la vista al frente, ella lo veía fijamente a la cara, el podía sentir su mirada, ella estiraba su mano y alcanzaba su verga erecta por encima de sus pantalones – no – decía el sin hacer nada realmente

    Mariana: no estás enfadado… – decía acariciando su erección

    Luis: si, si lo estoy – decía bajando el tono de furia

    Mariana: las erecciones de un hombre no mienten – decía y abría delicadamente su cierre y comenzaba a besar su cuello

    Luis cerraba los ojos, Mariana sacaba su erecta verga, tenia la cabeza húmeda, el disfrutaba la deliciosa boca de ella en su cuello y como le jalaba la verga delicadamente

    Luis: le estabas agarrando la verga – dijo después de unos segundos

    Mariana: ujum – exclamaba lamiendo su cuello y dándole un jalón fuerte en la verga, el se retorcía y gemía un poco

    Luis: el tenia la mano debajo… – decía débilmente

    Mariana: si… – hacia una pausa, le tronaba un beso en el cuello – me estaba metiendo los dedos – decía con voz cachonda y le lamía la oreja, el se retorcía y disfrutaba, ella sabía que podía continuar – le saqué poquito la verga para vérsela a escondidas de la gente, la tiene súper larga – lo besaba en el cuello y subía la velocidad en su mano – el quería que se la chupara en el baño… Si te hubieras tardado más…

    El la tomó de la cabeza con autoridad y quiso bajarla a qué le diera una mamada, ella se resistió, se levantó de su asiento, se acomodó encima de él, metía su mano debajo de su vestido haciendo su pequeña tanga a un lado y se sentaba penetrándose con la verga de él. Luis la tomaba de la cintura y gemía, ella lo veía intensamente a los ojos, subiendo y bajando sobre su verga lentamente, ella estaba hirviendo, el estaba en la gloria entrando en su apretado, húmedo y caliente coño

    Mariana: no te vengas – le ordenaba ella viéndolo intensamente directo a los ojos mientras subía y bajaba lentamente

    Luis: pásame un condón – le decía desesperado indicando la guantera

    Mariana: no, no es por eso, te necesito cachondo, no te vengas – ella se sentaba por completo en el, el se retorcía, la veía angustiado, todo era tan jodidamente extraño

    Luis: ¡¿por qué?! – preguntaba histérico el mientras sacaba del escote y acariciaba fuertemente sus preciosas tetas, el comía desesperadamente sus rosados pezones, ella disfrutaba y subía la velocidad dos segundos, pero se enfocaba de nuevo, tenía un plan y no lo echaría a la borda, tomaba la cara de el y lo alejaba de sus tetas

    Mariana: mírame – le decía, el la veía entre sus caras retorcidas de placer mientras ella metía toda su verga en ella – yo se que tú quieres esto… – decía nerviosa

    Luis: ¿de que hablas? – el no era idiota, solo cobarde, quería evitar el tema

    Mariana: no te hagas el idiota – ella se restregaba su coño contra el mientras el estaba por completo dentro de ella

    Luis: si… Si quiero – decía el débilmente, se besaban dulcemente

    Mariana: ¿quieres que vaya más allá? – le preguntaba ella viéndolo a los ojos fijamente, no quería perder un detalle de su rostro, el la veía y la sostenía del culo con ambas manos – responde… – decía firmemente, pero en voz baja

    Luis: … Si… – de inmediato ella se daba de sentones histéricamente a toda velocidad sobre el, los jugos escurrían, el gemía, ella lo besaba, terminaba dándose un firme sentón sobre su verga, le sonreía pícaramente, se levantaba y se sentaba en el otro asiento acomodando su vestido, Luis se guardaba la verga confundido

    Mariana: entonces… – decía ella buscando su celular y revisándolo – dame tu celular – el le daba su celular sin saber que pasaba, pero ansioso por ver

    Ella tecleaba en ambos teléfonos, presionaba un botón sobre el tablero del auto, revisaba ambos celulares

    Mariana: listo – decía ella viendo ambas pantallas y se escuchaba el eco en las bocinas del auto

    Ella había hecho una llamada del celular de ella al celular de él y había conectado la llamada al manos libres del auto, Luis no entendía nada, ella le regresaba su celular

    Luis: ¿que pasa? – decía el sin entender nada, el eco regresaba por las bocinas, ella reía un poco y tomaba el celular de la mano de Luis de vuelta

    Mariana: mutea el micro de este celular – le decía, pero lo hacía ella misma y le regresaba el celular

    Luis: no comprendo nada jaja – decía honestamente, ella lo veía con mirada lujuriosa y con sonrisa malvada, el se puso serio de nuevo

    Mariana: quieres que vaya más allá, ¿no? – decía ella perversamente, el asentía débilmente con la respiración agitada – entonces… – ella se estiraba hasta la puerta de el y la abría – sal… – le decía ella

    Luis: ¡¿a dónde?! – respondía nervioso

    Mariana: a dónde quieras, pero no puede verte el, busca un lugar donde puedas ver lo mejor posible sin que el te vea – ella lo decía con seguridad en si misma

    La sangre se le bajó a los pies a Luis, ella lo besó perversamente lamiendo sus labios al final, le lanzó una mirada lujuriosa y lo empujó un poco para que saliera, él salió.

    Ella se sentaba en el asiento del pasajero, lo miraba lujuriosamente mientras él se alejaba sin saber exactamente que sucedía o a dónde ir. Luis volteaba a todos lados. El club estaba sobre una avenida muy concurrida, estaba en una pequeña plaza comercial con estacionamiento, a estas horas tal vez todos los autos eran de gente que estaba en el club, aunque eran tal vez las 3am los autos no dejaban de pasar. Caminaba entre los autos, recibió un mensaje de WhatsApp, de Mariana, abría la conversación y era una captura de pantalla, en lo alto el nombre del remitente, Damian, ella le acaba de enviar un mensaje a ese guapo hombre

    «¡Hey tu! mi novio se fue emputadisimo jajaja»

    Le recorrió un escalofrío, buscaba desesperadamente «un lugar» seguía caminando entre los autos, otro mensaje de ella, otra captura de pantalla, el había contestado

    «Jaja (un emoji de carita avergonzada) lo siento, fue todo muy extremo ¿ya vas para tu casa?»

    El corazón se le aceleraba, estaba a 2 filas de frente a su auto, encontró una camioneta, una muy grande, otro mensaje, el tono le hizo saltar el corazón, otra captura de pantalla, ella contestaba

    «Jaja no te preocupes… no aún no me voy, estoy en mi carro… Vienes? (Emoji de berenjena y monito babeando)» ella le había enviado también su ubicación en tiempo real

    Luis comenzó a hiperventilar, se acomodó detrás de la camioneta familiar, estaba polarizada detrás, podía ver «perfectamente» el auto desde ahí atrás, aunque el alumbrado no era demasiado, veía penumbras, pero volteaba a los lados, era el mejor lugar que conseguiría, otro mensaje, otra captura de pantalla, el simplemente respondía «si»

    Luis volteaba a todos lados y pensaba rápidamente, ya no pensaba moverse de ahí, pero razonaba, si de dónde el venía… Y pasaba por… El estaría a salvo. Según su lógica por las ubicaciones Damian no lo vería ahí detrás de la enorme camioneta. Estaba nervioso como el carajo, Mariana le enviaba una foto de ella en ese mismo momento metiéndose 2 dedos en su hermoso y diminuto coño, el acariciaba su verga por encima de su pantalón, el miraba a la dirección de dónde debería venir Damian, pareció una eternidad pero yo puedo decirte que solo fueron 2 minutos, el aparecía de entre las sombras, revisando su celular y levantando la mirada, buscando, ella también lo vio, el auto pitó, Damian volteó de inmediato y Mariana lo saludaba desde el asiento del conductor sonriendo.

    Damian guardaba su celular y se acercaba rápidamente trotando y sonriendo, llegaba al auto, ella se estiraba para abrirle la puerta, Luis se puso desesperadamente sus audífonos y subía el volumen al máximo y revisaba que su micrófono estuviera muteado, seguía así. Dentro del auto una charla comenzaba.

    Damian: hola sexi – le decía el alegremente mientras se sentaba

    Mariana: hola sexi – regresaba el saludo riendo un poco, Damian se sentaba bien y cerraba la puerta

    Damian: ¿este es tu auto? – decía con desinterés

    Mariana: sip – contestaba con el mismo desinterés, ella estaba tan cachonda…

    Damian: perdón por lo de tu wey… ¿Cómo resistirme a tu tremendo culo? – le decía sonriendo y se estiraba para besarla, solo un pequeño beso

    Mariana: jaja no te preocupes, no fue tan la gran cosa, al rato se le pasa, estoy segura que él no estará enojado después – decía a modo de señal perversa para Luis, él sonreía mientras escuchaba atentamente y veía las sombras charlando en su propio auto

    Damian: ¿y a dónde me vas a llevar? – decía el bromeando

    Mariana: a tu casa a dormir, ya es tarde, te van a secuestrar – ambos reían, luego un silencio incómodo, Damian veía sin vergüenza las tetas de Mariana, ella estaba tan caliente que simplemente jalo su vestido y dejo salir sus redondos pechos.

    Damian no dijo nada, simplemente tomó una teta con una mano y la acariciaba, mientras acercaba la cara a la otra teta para chupar su pezón, Mariana se retorcía sinceramente y alargaba una mano buscando desesperadamente su larga verga. Luis veía las sombras y podía escuchar los tímidos gemidos de su novia y los húmedos sonidos de la lengua de Damian en las tetas de ella. Mariana lograba sacar la verga de Damian, el retrocedía y se acomodaba en su asiento, bajando sus propios pantalones hasta los tobillos

    Damian: ¿es cierto lo que dijiste? – preguntaba cachondamente el mientras ella jugueteaba con su verga

    Mariana: ¿qué cosa?

    Damian: sobre que te gustaba dar mamadas en carros…

    Ella le devolvía una sonrisita, el la tomaba de la nuca y la hundía en su entrepierna, ella lo hacía sin réplica. Ella iba directo a lamer sus bolas, las tenía completamente depiladas, ella sorbía, chupaba y lamía, él se retorcía con placer, Luis se asomaba por un lado de la camioneta con miedo a ser descubierto, tenía que ver lo mejor posible, el polarizado no le dejaba ver más que sombras. Ahora podía ver perfectamente a su novia hundida debajo de Damian, el hombre bronceado la veía atentamente con cara de placer y se retorcía, en sus audífonos los escandalosos sonidos húmedos de la saliva, lengua y labios de su novia trabajando las bolas del otro hombre lo volvían loco.

    Mariana tronaba fuerte a propósito cuando sorbía las bolas de Damian para que su novio tuviera el mejor show posible, Damian lo agradecía retorciéndose y apretando su cabeza firmemente con una mano, mientras levantaba la cadera para restregarle las bolas en la cara.

    Luis estaba básicamente masturbándose por encima del pantalón mientras veía a su novia debajo de Damian, fueron tal vez 3 o 4 largos minutos de ella lamiendo sus bolas, levantó un poco la cara

    Mariana: me encantan tus bolas – Luis escuchó eso perfectamente y casi le explota la verga

    Damian no dijo nada, Luis pudo ver cómo la mano de Damian se ponía firmemente sobre el precioso y redondo culo de su noviecita, ella estaba con el culo levantado esperando a ser tocada. Mariana abandonó sus bolas y comenzó a darle una mamada como tal. Puso sus manos sobre los fuertes muslos de Damian y comía su larga verga desde la punta hasta la mitad de su tronco, Damian se retorcía

    Damian: que puta eres – dijo débil entre sus gemidos con la voz quebrada pero firmemente

    Mariana agradeció el cumplido yendo más abajo está vez, se le escapó una arcada que Luis escuchó perfectamente, Damian le empujaba la cabeza con fuerza

    Damian: chúpala toda puta, toda – decía como podía entre sus gemidos disfrutando como sentía que ella iba casi hasta el fondo

    Luis estaba confundido y cachondo, pero más cachondo que confundido, le encantaba escuchar esas degradantes palabras dirigidas a su novia y le ponía loco escuchar las arcadas de asco que ella daba. Damian alzó el vestido de Mariana firmemente, su culo quedaba al descubierto, el introducía directamente 2 dedos en su húmedo coño y ella gemía atragantándose con su larga verga, Damian la empujaba con violencia y alzaba la cadera fuertemente deseando desesperadamente entrar por completo hasta su garganta.

    Mariana se esforzaba, estaba tan caliente… La caliente y amarga verga de Damian en su boca se sentía increíble, los dedos de él la penetraban fuertemente, ella dejaba caer su cabeza sobre el para dejarle entrar por completo y por fin lo lograba. El empujaba su cabeza con violencia, alzaba la cadera fuertemente, gemía profundamente y la masturbaba casi con furia

    Damian: ¡ni siquiera te conozco que zorra eres! – decía moviendo su cadera y levantando la cara al techo disfrutando la increíble mamada – ¡SI! ¡Que pinche rico no mames!

    Mariana tenía arcadas horribles, pero por nada dejaría ir esa verga, Damian tomó ritmo, comenzó a follarle la cara, las arcadas de Mariana, los gemidos de Damian y los húmedos sonidos eran un espectáculo asombroso para Luis.

    Damian soltó el culo y coño de Mariana, ahora solo quería su egoísta placer, tomó la cabeza de ella con ambas manos y comenzó a follarle la garganta de una manera ruidosa y escandalosa. Tomaba descansos para dejar respirar a Mariana, ella reía un poco, nerviosa, el la besaba apasionadamente

    Damian: eres una puta – le decía casi con tono molesto

    Mariana: si, si soy – respondía ella con su voz cachonda

    Damian: ¡¿te gusta mi verga?! – le preguntaba demandando respuesta mientras la tenía tomada del pelo con una mano

    Mariana: me encanta – se besaban – está más rica que la de mi wey – lo dijo fuerte y claro, quería que precisamente él escuchará, al otro lado de la llamada Luis escuchaba fuerte y claro, sonriendo un poco

    Damian regresaba violentamente a su labor oral a Mariana, ella soportaba que el empujara su cabeza hasta la base de su larga verga con todo su tronco metido hasta su garganta, las escandalosas arcadas hacían que la saliva escurriera de la boca de ella hasta sus bolas, su perineo y el asiento. Pareció una eternidad, fueron buenos 15 o 20 minutos de esa faena, Damian alzó la cadera, apretó con fuerza la cabeza de Mariana y gimió fuertemente.

    Luis sabía lo que significaba y casi eyacula de solo escuchar eso. Mariana sentía como la verga de Damian se retorcía, bombeaba y palpitaba dentro su boca y garganta, escuchaba sus gemidos finales y ella lo sabía, cerró bien los labios y pudo sentir como con el primer bombeo de la verga de Damian caía su asquerosa, amarga y espesa corrida en su boca y algo salía disparado directamente a su garganta. El asco de sentir esa espesa corrida cayéndole en la boca fue abrumador, pero ella no se movió ni un centímetro. Soportaba el siguiente bombeo de su verga, otro profundo gemido y más de su amarga corrida, ella tragaba ruidosamente y Luis no podía creer como escuchaba literalmente que la garganta hacia “glú glú” violentamente. Damian disfrutaba sentir como se movía la garganta de ella dejando entrar su esperma, masturbándolo un poco con el movimiento.

    Tal vez 6 o 7 firmes palpitaciones de la verga de Damian en la boca de ella, con cada pulsación un disparo de su espesa corrida, Mariana apretaba los ojos y lanzaba una arcada del asco, pero tragó todo hasta la última gota. Él se tranquilizaba, pero no la dejaba ir, quería disfrutar esos últimos segundos en su húmeda y caliente boca, la restregaba un poco mientras aún gemía, ella no se quitaba, aunque la verga de Damian le tocaba la campanilla y le provocaba arcadas.

    El por fin aligeraba su agarre y bajaba la cadera, Mariana se retiraba lentamente sorbiendo la verga de Damian como si fuera un popote, sonriendo la saliva y mecos que pudieran escurrir de su verga, apretando con firmeza su verga a lo largo, dándole un último placer, él se retorcía y le acariciaba la cabeza como si fuera un perro bien portado. Ella se reincorporaba con el pelo hecho un desastre

    Mariana: gracias… – le agradecía honestamente, le encantó a ella misma ese propio gesto de sumisión, se sintió muy puta y eso le encantó

    Damian: que puta eres – le decía viéndola fijamente recuperando la respiración y acariciándole con desinterés una teta que aún seguía teniendo al aire

    Mariana: lo sé… – decía sin alzar la vista, estaba tan cachonda…

    Damian se guardaba la verga sin decir nada, Mariana disfrutaba el amargo sabor de su asquerosa corrida aún en la boca.

    Damian: ¿ya te vas? – le decía con desinterés

    Mariana: si, tengo que trabajar a las 10 de la mañana – improvisaba una mentira rápida, él lo creía o no le interesaba realmente

    Damian: la chupa increíble puta, tienes mi número – le decía sonriendo y se estiraba a besarla, ella se reía un poco

    Damian salía del auto y no volteaba atrás. Luis lo vigilaba con la mirada mientras se alejaba.

    Mariana: ¿dónde estás amor? – decía en voz alta, Luis desmuteaba el micrófono rápidamente

    Luis: cerca ¿ya se fue? ¿Ya voy?

    Mariana: yo digo que si – decía intentando buscar a lo lejos a Damian, no parecía que el fuera a aparecer de nuevo

    Luis trotó rápidamente hacia el auto, Mariana le dejaba el asiento del conductor, el entraba desesperado y la besaba apasionadamente, ella sabía amargo y su saliva estaba espesa. El la tocaba desesperado e intentaba ponerla encima de él.

    Mariana: no, conduce – decía ella con autoridad, el dudaba un segundo – sácate la verga, te la voy a chupar hasta mi casa y me vas a coger toda la noche… lo necesito – le dijo con autoridad y mirada lujuriosa

    Luis arrancó el auto de inmediato, su novia sacaba su verga erecta y viscosa, se hundió rápidamente a darle una mamada profunda, su líquido pre seminal sabía amargo, pero a ella le encantaba. Luis condujo como psicópata hasta el apartamento de ella mientras ella le daba una mamada tan increíble que casi lo hizo eyacular solo con la boca varias veces. Llegaron. Ella abría desesperada, se quitaba el vestido en la sala y subía las escaleras, el subía detrás de ella con su asombroso culo rebotándole prácticamente en la cara.

    Comenzaron a follar directamente apenas entraron al cuarto, sin besos, sin sexo oral, penetración directa, ella estaba acostada boca arriba con sus piernas en los hombros de él, él la penetraba como a una puta barata

    Luis: ¿te gustó lamer su verga?

    Mariana: me encantó

    Luis: ¿te gustó que te dijera puta?

    Mariana: mucho – Luis la penetró con fuerza, la cara de ella se deformaba por el placer, ella tomaba su rostro para que se vieran a los ojos – tú quieres esto y yo también

    Luis: si, si quiero

    Mariana: entonces seguiré, tengo muchas ideas

    Luis: si por favor

    Dejaron de hablar, follaron como animales, una, dos, tres veces e incluso ella le provocó un cuarto orgasmo a mamadas para dejarlo listo para dormir satisfecho. El sexo volvía a ser increíble y sólo les costó una mamada a un completo desconocido en un estacionamiento…

    Se acostaron a las 6 de la mañana, desnudos, sudados y exhaustos. El golpeó su trasero y dejaba la mano manoseándole firmemente el culo

    Luis: ¿en serio quieres esto? – preguntaba débilmente, Mariana tenía miedo de que el volviera a arrepentirse

    Mariana: … ¿y tu? Dime la verdad, en serio – decía ella ansiosa, Luis lo pensaba, besaba su cuello

    Luis: …si… – decía débilmente – quiero que seas una puta… En serio lo quiero – él le decía débilmente al oído, como si no quisiera decirlo, pero con completa sinceridad, ¡ella se emocionaba tanto! ¡Por fin él lo decía!

    Mariana: ok… lo seré

    Nota a los lectores: gracias por leer, comenten sus quejas, opiniones y opiniones, leo todos los comentarios o manden correo, gracias por leer.

    Cuando iba a cumplir la treintena, conocí a una chica y estuvimos saliendo unos meses, ambos vivíamos todavía con nuestros padres. Cada sábado salíamos de fiesta y terminamos follando en el coche, en descampado, en un lavabo de algún bar o en el mejor de los casos en el piso de unos amigos…

    Por fin, un fin de semana planeamos un viaje en pareja; alquilamos una habitación en un bonito hotel y reservamos una cena en un restaurante romántico. Queríamos ir a cenar, tomar unas copas y follar cómodamente toda la noche.

    El sábado por la mañana, visitamos la ciudad y por la tarde ya estuvimos follando en el hotel hasta la hora de cenar… Luego nos fuimos al restaurante y después a tomar unas copas, lo que iba a ser una copa, fueron varias y llegamos al hotel con algún trago de más !!! Pero no podíamos desaprovechar aquella ocasión.

    Ana llevaba un bonito vestido, y se había comprado lencería para la ocasión, eran unas braguitas rosas prácticamente transparentes, con encajes alrededor. Al entrar en la habitación comenzamos a besarnos y me tumbé sobre ella para follarla.

    Me dijo que le dolía un poco la tripa, que tenía que ir primero al baño, pero con el calentón que llevábamos no la deje ir y seguí besándola. Ella estaba incómoda, pero también estaba súper caliente, por lo que seguimos besándonos sobre la cama.

    No quería quitarle la bonita lencería, así que bajé hasta su coño y simplemente le aparté un poco la braguita para poder lamerle el coño. Enseguida me di cuenta que estaba tan excitada como yo, porque su coño chorreaba flujos por todos lados. Yo estaba fuera de mí, aquella noche tenía que ser especial y aunque nunca lo había hecho por miedo a que lo rechazara, alargué mi lengua hasta su culo, lamiéndole todo su ano. Al principio pensé que le había molestado, pero pronto pude ver como se acomodaba para facilitar que volviera a hacerlo, aquello me calentó todavía más y seguí lamiendo.

    Empecé a jugar con mi lengua en su clítoris, luego la pasaba por todo su coño lamiendo sus flujos y terminaba mi recorrido en su culo. Sin disimulo, me detenía en él y lo lamia y lamia…, sabía y olía fuerte, pero me encantaba aquel olor y aquel sabor porque me ponía súper cachondo pensar en aquella guarrada.

    -Vamos déjalo ya y follame!!, no puedo más…además tengo que ir al baño, no aguanto más.

    Obedecí y me puse a follarla, todo esto sin sacarle su bonita y morbosa lencería rosa, solo comenzar a penetrarla pude notar su orgasmo…pero yo con la borrachera que llevaba y las veces que me había corrido aquella tarde no conseguía correrme, así que seguía y seguía empujando.

    -Venga por favor córrete ya!!! De verdad que no puedo más, tengo que ir al baño. Solo será un minuto, voy al baño y vuelvo. Me suplicaba.

    Pero yo no tenía ninguna intención de parar, pensaba que ella se podía aguantar y seguía follándola, a pesar de que su cara se estaba contrayendo, por el esfuerzo que hacía al intentar aguantarse.

    -Me lo voy a hacer encima, de verdad que no puedo más!!!

    -Pues háztelo, ahora no voy a parar!!! Le dije una de las veces

    -Eres un capullo!!!

    -Relájate y disfruta, que ya me corro.

    -No puedo me estoy haciendo caca!!! Me gritó.

    Yo seguía empujando, disfrutando como nunca, como si estuviera en un continuo orgasmo. Cuando vi que Laura relajaba su cara y dejaba de hacer fuerza.

    Se había dejado ir!!! y se lo había hecho encima!!! Pude notar el olor que inundó la habitación y cómo sus músculos se relajaban.

    Iba a parar y a decirle; que coño había hecho??? que se fuera a limpiar!!!…, pero entonces vi su cara de placer y su rostro totalmente relajado, además había sido mi culpa. Así que, en lugar de parar, la besé y seguí follándola.

    Aquella situación, en lugar de cortarnos el rollo, nos puso más y más cachondos. Ella me beso todo lo guarro que pudo, me agarro apretándome bien contra ella, y me susurro al oído, entre jadeos:

    -¡Vamos follame, sigue!! Ahora ya puedes follarme todo el rato que quieras!!!

    Pero yo con el calentón que llevaba no pude aguantar ni un minuto más y me corrí dentro de su coño.

    -Ahora te corres cabronazo??? Me gritó.

    Los dos nos echamos a reír y comenzamos a besarnos, sin darle importancia a que Laura tenía todo el pastel en sus bragas. Ya nos habíamos acostumbrados al olor, así que seguimos besándonos y ella cogió mi polla y comenzó a pajearme de nuevo para no dejar bajar mi erección. A pesar de mi borrachera, mi polla seguía tiesa, aquella situación era muy morbosa, aquel olor a sexo y mierda me tenía loco.

    Cuando me la puso erecta de nuevo, sin sacarse las bragas para evitar que se cayera todo por la cama, se puso sobre mí y comenzó a follarme. De su coño aun chorreaba el semen de mi anterior corrida y mi polla entraba sin problemas.

    -Te gusta??, ¿estás disfrutando??? De verdad, no te molesta el olor de mi caca???

    -No, me encanta…

    -Ya veo, ya!!! Mira como ha quedado mi nueva lencería!!! Te gusta así de sucia???

    Yo no conteste, pero le agarré su trasero y la atraje contra mí, apretando su braga contra su culo, para que todavía se marchara más su lencería.

    Ella se incorporó un poco, sentándose sobre mi pene. Y mirándome a los ojos, metió su mano en la braguita y la sacó toda manchada de caca. Me la enseñó y limpio sobre mi pecho. Yo aguantando la mirada, metí mi mano en sus nalgas sacándolas totalmente sucias y empecé a tocarle las tetas con ellas, mientras ella seguía cabalgándome.

    Finalmente me dijo:

    -Esto es lo más guarro que jamás vas a hacer!!! Así que disfrútalo porque es la última vez.

    Y comenzó a cabalgarme más y más rápido hasta que los dos nos corrimos en un largo orgasmo.

    Después los dos caímos derrotados en la cama. A la mañana siguiente, cuando nos despertamos, comenzamos a limpiar todo aquello sin hablar del tema. Y desde aquel día nunca más volvimos a hablar de aquello, aunque alguna vez yo lo recuerdo y me pajeo pensando en aquella noche tan sucia y morbosa.

    Aclaro que me gusta muchisimo el morbo y las guarras, pero guarras de verdad, chicas sucias jovenes que esten muy buenas peor a la vez no se depilen y hagan las cerdadas mas bestias que puedan haber.

    Relato ficticio, y ojala fuese real.

    Voy a empezar a hablaros de lo orgulloso que estoy de mi novia. Es pivon, con una figura esbelta, delgada, no con mcuhas tetas pero un culazo; a parte es hiper cerda, apenas se lava 1 vez al mes y tiene un coño hiper peludo, le llegan los pelos hasta el ombligo, unos sobacos muy peludos y unas piernas tambien peludas, además le huele siempre el aliento fatal y apenas se cmabia el tanga, que por cierto, no se lo quita ni apra follar, mear o cagar. Deciros tmabíen que su mayor afición es comer culos, contra más sucios peor y le encanta que nos tiremos pedos en su cara o nos caguemos, y digo en plural porque es un mea zorron, folla con quien sea y contra mas repugnante mejor. Deciros que además viste muy provocativa, con tops transparentes sin sujetador y minifaldas con las que a la minimia se puede ver bien su tanga y sus pelos sobresalir por todos lados.

    En temas de sexo, como ya os imaginaréis, es una come culos por excelencia, le flipa y tambien le flipa que se le corran dentro sin usar metodos anticonceptivos. Otra cosa que le encanta es limpiar las pollas que se mete por el culo metiendolas a continuación por su coño y más de un amigo se ha enfadado al sacarela de su ano llena de mierda cosa que ella ha solucionado limpiandola como ya he comentado.

    En esta ocasión os contaré como son nuestras fiestas. La fui a buscar al instituto ya que todavía cursaba batchillerato. Tal cual salió nos fundimos en un morboso morreo a lo que rápidamente le comente: – nena sabes a mierda – y ella me respondió: – sí nene, veras, ha llegado un nuevo estudiante gordo y no he podido aguantar ni un día en comerle el culo hasta dejarselo reluciente -. Logicamente no me enfaré, salir con esa guarra significaba saborear sus boca en este tipo de situación y me excitaba muchisimo. Fuimos primero a mi caa en metro y mientras no paraba de acariciarle el ano mientra sla muy cerda se iba tirando pedos bien sonoros, que esa es otra, la muy marrana no tenía ningún pudor en hacer ese tipo de cosas, eructaba y se tiraba pedos en cualquier situación y la gente no paraba de mirarnos asquearos. De golpe me confesó que tenía ganas de mearse a lo que le respondí que por mi ni se cortase y así lo hizo, aún estando en el metro, arrimo su coño a mi pantalon y empezo a mearse con todo el descado del mundo.

    Ya salidos del metro, me dijo que prefería de comiesemos en un mc donald y ya fuesemos de fiesta y no me pareció mala idea. Aún así, el restaurante de comida rapida quedaba todavía muy lejos y le comente que yo también necesitaba mear y nos fuimos detras de unos arbustos de un parque para desabrocharme la bragueta, saca rmi polla y mearle encima dejandole a ella y a su ropa de zorra bien impregnada. Estaba preciosa así.

    En el mc donald, ya pedida la comida, nos sentamos sacandome la polla e introduciendosela a ella en el ano snetandose ella encima mio. Era tarea facil ya que mi novia tenía el ano tan dilatado que podia introducirse hasta 3 pollas. Ibamos comiendo y pasandonos la comida de boca en boca, eso nos encantaba. De golpe, debido a la cerveza del mc donalds, me entraron d enuevo ganas de mear y sin avisar le llene el culo de meado y ella solo sonrio. Al finalizar apretó bien el culo y fue al lavabo volviendo con una cola de conejita puesta en el culo a modo de tapon para no echar todavia mi meado fuera.

    Fuimos de fiesta a un antro que conociamos lleno de gordos y viejos. Ella tal cual llegar se dirigio al centro de la pista y pronto estaba rodeada de gordos que condescado no paraban de manosearle. Fue girarme un momento y volver a mirar y ya se daba el lote con dos a la vez. Luego me confesaría que le preguntarón por la cola a lo que ella solo dijo: -mejor no la quites que tengo meado de mi pareja dentro y tal vez sale con regalito –

    Al rato, me vino con un gordo que me lo presentó. Nos dijo de ir a su casa y aceptamos. Durante el viaje no parabamos de liarnos con ella y meterle mano. Ya en casa suya, que por cierto, era un antro lleno d ebasura y bichos, decidimos que era momento de liberarle de su cola, a lo que se la quitamos y salió un chorro disparado de meados y mierda. Luego, nos toco las mamadas y seguidamente nos dijo de que nos pusieramos lso dos a cuatro en el sofa y empezo a comernos los anos. El gordo no paraba de tirarse pedos en el acto y no agauntó y le cago un buen zurullo que ella cogio con su boca y luego empezo a lamer y masticar. Le hizimos doble penetración follandole yo el coño y el gordo el culo y mientras nos morreabamos aun teniendo restos de su mierda en la boca, cuando yo descargué en su coño, el gordo decidió empezarselo a follar el y yo solo me liaba con mi novia hasta que se corrió y ella me dijo que me amaba.

    Nos quedamos a dormir en su casa estando los 3 en la cama, ella abrazada a mi y el gordo por detras con su polla en su coño.

    Continuará…

    Esta es una historia extraña. Trata sobre cómo llegué hoy a pisarle eróticamente la cabeza a mi jefe. Él es un personaje muy particular, poderoso, de gran carisma y absolutamente sin verguenza. Yo no me sentía particularmente atraída hacia él y había experimentado sexualmente con varios de sus socios y con él no por lo cual él sentía bastante rencor hacia mi y en cada ocasión que encontraba ejercía dominio del poder que poseía. Pero sabía yo que para poder vivir tranquila tenía que ser complaciente.

    Un día iba caminando cuando pasó con su camioneta, le hice gesto para que me lleve y frenó. Creo que no me había reconocido. Ese día me había vestido particularmente provocativa y femenina. Tenía una minifalda ajustada negra, unos borcegos y una musculosa roja. Cuando subí y me quité los lentes de sol se sorprendió al verme. Empecé a charlar para quebrar el silencio incómodo que se generó. Él distante trataba de darme la menor atención posible. Recordé que tal vez le interesaría masajearme los pies porque hace mucho me lo había ofrecido y yo me había negado pensando que era una broma. Ahí cambió su actitud. Accedió a que vaya al día siguiente a su casa a recibir el masaje. Qué suerte la mía de haber acertado en el blanco de su deseo y sin darme cuenta!

    Cuando al otro día llegué a su casa, bañada, perfumada y hermosamente arreglada él se encontraba con una camisa abierta por la mitad mostrando su pecho erguido y fornido. Nos sentamos en unas sillones y en seguida agarró mi pie descalzo y lo empezó a tocar mientras charlábamos. Luego se arrodilló en el piso, tomó mi pie y lo empezó a lamer. Las técnicas que desplegó fueron incontables. Desde lamer delicadamente entre los dedos, dedicarse uno por uno o recorrerlos superficialmente como a la escala de un piano. Cogerse a mi dedo gordo con su boca succionando. Lamer mi talón, morderlo, masajearme con la lengua el arco. Lenguetearme todo el pie como un perro. Chorreando baba hacía su trabajo con gran esmero y pasión. Sorprendentemente eso me excitaba, era erótico, placentero, freak y me gustaba el hecho de que alguien le dedicara tanto tiempo a otras partes de mi cuerpo. Vi como se le empezó a poner dura. Su poronga se estaba ahogando dentro del pantalón. Pero antes de que me permita aliviar su emergencia se acostó de espaldas al suelo y me pidió que le pise la cara. Que le pise la cara como a un esclavo. Que lo castigue. Que me pare sobre su cara y lo pise, lo patee, lo escupa. Yo sinceramente no entendía, más el sexo y los gustos no van por el lado de la razón así que me solté a la experiencia y satisfice sus deseos. Lo pisé, lo pateé, lo escupí, lo ahorqué… Desaparecí su rostro bajo mis pies. A mi jefe. Luego, con un pie sobre su cara, le chupé un buen rato la pija y nos fuimos a la cama donde garchando divinamente tuve tres orgamos. Fin

    Parte I: ¿Por qué?

    -Si Amo. Existo para complacerte- Eran sus propias palabras, su propia voz, pero aun así a Ana le costó reconocerse. Los ricos matices que habitualmente acompañaban el sonido y la cadencia de su voz, todo ese cúmulo de detalles imperceptibles que la hacían única, distinta y reconocible, habían desaparecido. La voz que escapó de sus labios era monótona, apagada, como la de una muerta o alguien drogado.

    Dios, era tan extraño, sentir como tu propio cuerpo no te pertenecía. Aunque en su fuero interno empezaba a admitir que no había forma de escapar, Ana no dejaba de imaginar cómo sería explicar eso a otra persona, como debería hacerlo para que la creyesen y acabasen con ese hijo de puta que no dejaba de violarla, en vez de creer que estaba loca. La mejor forma que había sido capaz de concebir es que era como estar en el cine, atada a la butaca, obligada a contemplar la pantalla, pero la pantalla eran sus ojos, y lo que veía a través de ellos.

    Y lo que veía en aquel momento era principalmente la musculosa espalda de su amo. La piel estaba enrojecida por el agua que caía sobre ambos, como una lluvia cálida que lo llenaba todo de vapor. La ducha era enorme, se podían dar varios pasos dentro de ella y el agua no dejaba de correr. Para Ana estaba demasiado caliente, tanto que le quemaba, pero hasta algo tan básico y simple como el dolor se había vuelto complicado desde que él la había… ¿Qué? Ni siquiera sabía cómo definirlo ¿Controlado, dominado, esclavizado… matado? El agua caía sobre su cabeza y sus hombros, quemaba, dolía, sí, pero ¿Qué importaba eso cuando ella no reaccionaba? No se apartaba, ni giraba los controles de la ducha, insultantemente cercanos.

    No podía, porque él no se lo había ordenado, y ella solo hacía lo que él le ordenaba.

    En aquel instante sus órdenes consistían en usar todo su cuerpo para enjabonar la desnudez del hombre que había destruido su vida y aplastado sus sueños. Ana odiaba cada segundo, y sin embargo era incapaz de parar de restregar sus exuberantes curvas, usando sus manos, sus pechos, para esparcir el blanco y burbujeante líquido por el cuerpo de su amo.

    Al menos era mejor que el destino de la otra chica que había en la ducha. Desde donde estaba Ana solo podía ver sus manos, firmemente clavadas en la espalda que ella tan laboriosamente trabajaba para enjabonar, la pierna que mantenía precariamente en alto para permitir al amo acceder a su coño, su cara, asomando por encima del hombro. Ana no entendía que hacía allí, por qué a ella le habían jodido la vida también. Cuando se miraba a si misma al espejo sabía que era atractiva, joder, se lo había currado mucho para tener aquel moreno uniforme, y mantener ese punto intermedio tan difícil de alcanzar entre tener algo de carne en los huesos y estar gorda. Aunque como todas las mujeres tenía cosas que la obsesionaban, como el estado en el que tantos años de tintes habían dejado su pelo, seco y pajoso, o esas horribles arrugas que se acumulaban en la parte trasera de sus muslos, o la grasa bajo sus brazos… pero su autoestima siempre había sido capaz de prevalecer hasta aquel momento, sabía que era una mujer atractiva, llena de curvas, con unas tetas capaces de atraer la mirada de cualquiera y una cara redonda y bonita, dominada por dos ojos oscuros y enmarcada por unos rizos que se preocupaba mucho de convertir en cobrizos.

    Así que podía entender que alguien fuera a por ella si lo que quería era algún tipo de perversa muñeca sexual, pero la chica a la que aquel cabrón se estaba follando era muy normalita, una cosita pálida y plana, con cara de mosquita muerta y un peinado de monja, con un feo flequillo que le cubría toda la cara. Sus ojos marrones estaban muertos, lo que normalmente era un espejo del alma ahora lucía vidrioso y sin vida. Ana no se los había visto pero suponía que los suyos lucían igual, otro efecto secundario del control que ejercían sobre ellas. La cabeza de la otra chica se mecía con cada embestida contra su sexo, sin fuerza ninguna, a pesar de lo cual la sonrisa extrema y claramente forzada que partía en dos su rostro no desaparecía. Verla fue para Ana un recuerdo del dolor que sentía en su propia cara. Los días se mezclaban unos con otros, y era incapaz de decir si llevaba allí una semana o un mes, pero sabía que llevaba sonriendo desde que él la había atrapado. Aún recordaba bien sus palabras.

    “Vas a ser mía, para siempre, y eso te hará muy feliz ¿No ves como sonríes?”

    Ahora sentía que la cara se le iba a caer a pedazos de tanto sonreír, pero no podía parar. Él no se lo había ordenado.

    Hijo de puta.

    Un súbito movimiento de su amo la sobresaltó ¿Acaso había podido escuchar de algún modo ese pensamiento rebelde?, ¿Iba a castigarla? Pero ese sobresalto no se tradujo en ningún movimiento de su controlado cuerpo, así que ¿Cómo iba él a notar nada? No, aquel bastardo solo estaba acomodándose, apoyando a la mosquita muerta contra la pared de cristal y medio girándose para sobar el océano de curvas que era el cuerpo de Ana.

    Ahora podía ver perfectamente como su venoso miembro se deslizaba dentro y fuera del coño de aquella desgraciada, el agua era un muy mal lubricante, pero ella estaba empapada de sus propios fluidos. Aquella chica no hacía nada, simplemente permanecía allí, con una pierna levantada y su peso apoyado contra el cristal, dejando que la violaran mientras sonreía como una muñeca rota. Ana se descubrió a si misma odiando a aquella inútil con una intensidad ardiente. El verdadero motivo, sin embargo, no estaba en su compañera de penurias si no en la reacción que todo su cuerpo experimentó ante aquella imagen sexual. El sexo de Ana palpitó con fuerza, al son de un caliente latido que nació entre sus piernas y pareció extenderse por todo su cuerpo. El mero roce de las ásperas y granes manos de su amo le ponía la piel de gallina y hacía que su respiración se acelerase.

    -Ven aquí, puta- susurró él con aquella voz áspera y profunda. Ana pudo sentir el calor de su aliento estrellándose contra su cuello, tan cerca… aquel calor cercano, íntimo que todo su cuerpo se estremeciera, tanto de excitación como de miedo. Para cuando la rodeó de la cintura, apretando sus cuerpos húmedos y enjabonados el uno contra el otro, Ana tenía los pezones duros como pequeñas dagas.

    -Si Amo. Existo para complacerte- repitió ella, con la misma voz robada de toda emoción. La única frase que había pronunciado durante todo su encierro, la frase que tanto había aprendido a odiar.

    Aquellas palabras parecieron excitarle aún más. La mordió, en el cuello, con una fuerza ruda y sexual, casi animal. Le encantaba hacer eso, todas tenían el cuello lleno de aquellas marcas, esas amoratadas banderas de conquista que plantaba sobre sus cuerpos. Su cercanía, su contacto, su olor, su presencia, sus manos, sus palabras… todo se combinó para inundar el cerebro de Ana con una oleada de emociones que la llevaron al borde del orgasmo. Era una sensación que ella conocía bien, se había mantenido así, al borde de correrse la mayor parte del tiempo que había pasado atrapada, pero solo cuando él lo ordenaba era capaz de alcanzar unos orgasmos que no se parecían a nada que hubiera experimentado antes.

    Aquello la irritó, el recuerdo de su cuerpo retorciéndose de placer, sacudido por espasmos de placer como la piel tensa de un tambor al ser golpeada. Era humillante, quería sentirse asqueada por él, quería odiarle, apartarle de él, sentir arcadas ante la mera idea de tocar su piel, y sin embargo no podía hacer nada de eso, solo podía obedecer mientras el producto de su excitación se deslizaba, caliente y espeso, por entre sus muslos, arrastrado por el agua.

    Ella no era la única excitada. Las embestidas de su amo se volvieron más rápida y violentas al tiempo que sus manos se ocupaban con el amplio pecho de Ana, tocando, retorciendo, apretando y jugando con ellas a placer, sin importarle el dolor que causaba la violencia con la que lo hacía. Su lengua se cernió sobre el sonriente rostro de su esclava, lamiendo, besando y mordiendo a su antojo hasta que los rostros de ambos estuvieron unidos por espesos puentes colgantes de saliva, que el agua derrumbaba pasados unos pocos segundos.

    -Debí haberte matado antes, joder- susurró a su oído con sorna mientras salía del coño de la chica a la que había estado penetrando. La mera visión de su polla, enrojecida, latiente, brillante por los fluidos sexuales de aquella esclava hizo que el sexo de Ana palpitara con antelación. Sin embargo, su amo había pensado un destino diferente para ella.

    -De rodillas, las dos, dadme placer con vuestras bocas- ordenó, con el tono seguro e imperioso de quien sabe que será obedecido.

    -Si Amo. Existo para complacerte- repitieron ambas esclavas al unísono, sus voces robóticas fundiéndose en una única expresión de sumisión total.

    Con una precisión que la unidad militar más disciplinada hubiera envidiado, ambas chicas se arrodillaron a la vez. Ahora era Ana la que estaba frente a él y la mosquita muerta la que contemplaba su espalda, pero poco importaba esa diferencia. Ambas abrazaron sus muslos con delicadeza y abrieron sus bocas, pero el deseo que recorría a su amo no estaba dispuesto a esperar. Apretando con fuerza de sus mojados cabellos, las obligó a ambas a trabajar, entrando bruscamente en la boca de Ana mientras la lengua de la otra chica se adentraba entre sus nalgas.

    Aquello fue la guinda final sobre los sentimientos de derrota de Ana. Ella jamás había hecho algo como aquello con su boca, se preciaba de no habérselo hecho a ninguna de sus parejas, le parecía humillante, sucio, y ahora…

    Su amo no tuvo ningún tipo de consideración con ella. La agarró de los pelos y empezó a mover su cabeza como si fuera un fleshlight, un mero agujero del que obtener placer. Aquel miembro duro y candente como un acero de marcar llenó su boca hasta que la nariz de Ana se aplastó contra el vello púbico del hombre que la dominaba. Normalmente habría sentido arcadas al ser invadida hasta la garganta de aquella forma tan brutal, pero hasta ese reflejo tan básico e instintivo le había sido arrebatado por la férrea obediencia y el control que él ejercía sobre su cuerpo.

    El jabón, el agua y los fluidos de la otra hacían que el sabor que llenaba su lengua fuera desagradable, igual que el agua que le caía en cascada sobre los ojos tras deslizarse por el trabajado cuerpo de su amo, pero ella no paraba. Se le había ordenado dar placer, y eso era lo único que importaba.

    Su derrota era total y absoluta. No había nada que pudiera hacer para resistirse a aquel hombre, y en su mente solo podía preguntarse una y otra vez… ¿Por qué?

    Parte II: El Porqué.

    -Hace 10 años-

    El clima era frío, por lo que le habían dicho ¡Hasta nevaría! Y la ciudad era extraña, tanto como sus gentes. Para Ana, que había crecido en una familia privilegiada, protegida de todo, aquello daba vértigo, y sin embargo, la oportunidad de estudiar fuera y quizás abrirse un hueco en aquel país era demasiado buena como para rechazarla, incluso aunque fuese a 3000 km de casa.

    La chica no pudo evitar sentirse torpe mientras trataba de tirar con su maleta, excesivamente pesada, mientras caminaba embutida en todas aquellas capas de ropa de abrigo. Por suerte una mano rápida y fuerte se lanzó a ayudarla. Ana se llevó un pequeño sobresalto al tener de repente tan cerca a aquel chico tan alto, al menos hasta que reconoció quien era.

    -Oh, ¿Álvaro?- preguntó con cierta timidez.

    -Si ¿Ana?- respondió el con una sonrisa igual de tímida.

    Es mono, pensó ella con cierto sonrojo mientras él se agachaba para saludarla con dos besos. Solo lo conocía de Facebook, pero allí apenas ponía fotos de su cara, solo de paisajes y del gato que tenía por mascota. Ana siempre había sido un poco cotilla pero lo único que había podido encontrar sobre él era que tenía una beca para un proyecto en algo de robótica o de ingeniería que no había sido capaz de entender. Ella había posteado casi desesperada en un grupo de españoles en el país, y él se había ofrecido a recogerla del aeropuerto y llevarla hasta su residencia. Había sido tan amable…

    -No sabes cómo me alegro de haberte conocido- rio ella mientras el llevaba la enorme maleta sin decir nada.

    Es todo un caballero.

    -Hace 9 años y 10 meses-

    La noche era gélida. El invierno había llegado con fuerza y la nieve se apilaba a ambos lados del solitario sendero para bicis que llevaba hasta la residencia de Ana. Allí, mientras sentía como los cristales de hielo crujían suavemente con cada uno de sus pasos, crjk, crjk, crjk, se dio cuenta de que igual los tacones no habían sido la mejor de las ideas, sobre todo cuando iba tan increíblemente borracha como aquella noche. Por suerte Álvaro le había tendido el brazo, una oferta que ella no había rechazado. Él también había bebido, pero era un tío grande y entre los dos juntaban algo de estabilidad, aunque se movían haciendo eses.

    Es apropiado que me ayude, pensó Ana, al fin y al cabo me he puesto los tacones por él.

    -La verdad que la fiesta ha sido…- un paso particularmente inestable la interrumpió, haciéndola sentir que el mundo daba vueltas -… un poco una mierda ¿no?- dijo ella, deseosa de entablar conversación.

    -Uf, si- respondió el con tono socarrón –hay una chica sobretodo que es superpesada, seguro que me pide que la acompañe a casa, uf que coñazo…-

    Ana rio al mismo tiempo que él.

    Que guapo es cuando ríe, joder.

    Le dio un suave puñetazo con sus manos enguantadas, como castigo ante aquella pequeña pulla, pero él ni se inmutó.

    -Te odio- dijo ella, medio en broma a juzgar por su tono –Eres siempre tan frío ahí todo alto sin inmutarte nunca por nada, me dan ganas de…-

    La joven acompañó sus palabras con unos súbitos movimientos con sus manos, tratando de buscar algún punto sensible donde Álvaro tuviese cosquillas. El reaccionó apartándose mientras reía, desequilibrándolos a ambos.

    -¡Ten cuidado que nos caemos!-

    Con una sonrisa ferozmente orgullosa de haberle arrancado al fin alguna reacción, Ana volvió a lanzarse en busca de cosquillas.

    Sus labios se encontraron.

    Ana había tenido un par de novios antes, relaciones cortas e inmaduras, tóxicas, que la habían dejado llena de inseguridades. Había habido besos, pero ninguno así. Ante la forma en que él la sostenía entre sus brazos, sentía que había encontrado su sitio, que no quería salir de allí nunca.

    Para cuando sus labios se separaron, sin alejarse demasiado, manteniendo esa ansia de intimidad que acababan de demostrar, Ana estaba colorada como un tomate.

    -Me gustas mucho- soltó con voz atropellada, mirándole a los ojos con el brillo del deseo guardado en ellos.

    -Lo sé- respondió el, con una sonrisa algo chulesca.

    Eso solo la excitó más. Tanto que no se dio cuenta de la jeringuilla que sostenía en sus manos hasta que se le hubo clavado profundamente en el cuello.

    -¡Au!- gritó sorprendida -¡¿Qué…?!-

    -Shhh- respondió él mientras su mano le tapaba la boca. Ana trató de resistirse, pero el mareo causado por la borrachera solo hizo que aquella sensación fría que había nacido en el lugar del pinchazo se extendiera con más rapidez cuello arriba, como si algo estuviera reptando dentro de ella.

    ­-Deja que pase- respondió el mientras Ana empezaba a convulsionarse violentamente. Levantándola con algo de esfuerzo, la llevó a rastras hasta que ambos se sentaron en uno de los solitarios bancos que salpicaban el sendero.

    La cara de Ana se veía sacudida por constantes espasmos y tics, que la hacían sonreír, llorar o mover los músculos de la cara y el cuello de forma violenta.

    -¿Qu…queee…?- logró articular con gran esfuerzo mientras sus ojillos le miraban, llenos ahora de miedo, nerviosismo e incredulidad.

    -Es en lo que he estado trabajando. Nanorobótica, no espero que una simple profesora de Inglés como tú lo entienda- dijo el de forma condescendiente mientras la miraba. Su máscara de calidez, de cuidado, se había desvanecido, sustituida por la expresión fría e imperturbable de un psicópata con una mente afilada como un bisturí. –La idea del proyecto era que al fin y al cabo las conexiones neuronales no son si no electricidad, fluyendo de una neurona a otra. Si se lograban crear máquinas lo bastante pequeñas como para ser introducidas en el cerebro, se podría conducir la electricidad por nuevos senderos, crear nuevas conexiones…-

    La expresión de terror en el rostro convulsionante de Ana se incrementó, mientras un pequeño hilo de sangre empezaba a escaparse por uno de los agujeros de su nariz. Con el poco control que era capaz de ejercer sobre su cuerpo, trató de alejarse de él, de poner distancia…

    -Si te mueves, pasará más rápido- dijo el mientras la sujetaba, sacando un pañuelo para limpiarle la sangre en un gesto tan cariñoso que no casaba con lo que acababa de hacer, con lo que estaba haciendo.

    -La idea era ayudar a enfermos mentales, gente con enfermedades degenerativas, incluso llegar a reeducar a personas antes consideradas irrecuperables. Ninguno de los demás veía el verdadero potencial de todo esto ¿Entiendes? No dejaban de pensar en la ética, en las implicaciones, cuando la realidad es mucho más simple… Lo ha sido siempre, el pez grande se come al chico, y cuando las máquinas se asienten dentro de esa cabecita tuya, podré decidir lo que eres con unas cuantas palabras… por qué eres un pez chico-

    Ana gastó sus últimos momentos de libre voluntad en tomar aire para gritar a pleno pulmón, esperando que alguien la oyese, que la salvasen… en el fondo la princesa malcriada que había sido siempre seguía esperando a su príncipe azul, incluso en unas circunstancias como esas.

    La realidad se impuso abruptamente, tan rápido como la electricidad que saltaba de una neurona a otra. Sus ojos se giraron hacia dentro, tornándose totalmente blancos. Los espasmos que habían recorrido su cuerpo al recibir sus músculos una oleada de órdenes sin sentido mientras su mente era literalmente reescrita por lo que quiera que Álvaro hubiese inyectado en ella, cesaron por completo.

    Ana no tuvo tiempo de gritar, antes de desaparecer.

    Pasados unos segundos sus ojos volvieron a bajar, pero toda la vida se había esfumado de ellos. Ahora parecían mirar a la nada, vidriosos, vacíos, casando perfectamente con la forma en que su rostro se tornó inexpresivo, el miedo había sido sustituido por una nada, una falta de fuerza que hacía que su boca quedase levemente entreabierta y algo de saliva se escapase por la comisura de sus labios, haciéndola parecer una retrasada mental, o un cadáver.

    Álvaro contempló el lienzo en blanco en el que acababa de convertir a aquella chica con una llama de deseo naciendo en sus fríos ojos. Tantas posibilidades…

    Con suavidad, la cogió de la mandíbula y le dio un pequeño beso en la mejilla, mostrando más afecto por la carne caliente de Ana, lo único que quedaba de ella, que por la persona que una vez había sido.

    -Primera lección- le susurró al oído –Existes para complacerme-

    -Hace 9 años y 9 meses-

    Ana se retorció de placer al sentir los cálidos y ávidos labios de Álvaro subiendo por su vientre. Cada uno de aquellos besos pareció inflamar los rescoldos del orgasmo que acababa de experimentar, algo increíblemente agradable, pero que la sobrepasaba.

    ­-Para, para- susurró con una sonrisa mientras se apartaba uno de los mechones que se habían quedado adheridos a su frente por el sudor.

    -¿Satisfecha?- preguntó Álvaro con una sonrisa mientras se acumulaba a su lado. Dios, follaba tan bien… no es que tuviera mejor físico o más estamina que los otros, era la empatía que mostraba, como parecía preocuparse siempre por darle placer a ella tanto como por el mismo, de asegurarse que ambos acabaran satisfechos, ninguno de sus anteriores novios había sido así, y sabiendo apreciarlo, Ana se abrazó a él, dándole calor con su exuberante cuerpo.

    -Mucho- respondió ella mientras le cubría el pecho de suaves besos. Él respondió abrazándola y hundiendo su mano entre el espeso y erizado mar de rizos en el que el sexo había transformado su pelo. Ana sentía que no quería que ese momento de paz post-orgásmica acabase.

    -Emm… ¿alguna posibilidad de que pudieras… devolverme el favor?- le susurró el pasado un rato. Ana, que casi había empezado a dormirse, se vio de repente sacudida por un latigazo de culpa. Él no había acabado, joder, estaba siendo una egoísta… fue entonces cuando comprendió lo que le estaba pidiendo.

    -Uh… lo siento, pero yo no hago eso con la boca, me parece humillante, pero puedo…-

    -Oh entiendo- respondió Álvaro. Si Ana hubiese sido más observadora o simplemente más inteligente podría haber visto el frío extendiéndose de nuevo por la mirada de su novia. Pero era solo una chica estúpida más, demasiado estúpida como para darse cuenta de que su vida había terminado, demasiado estúpida como para darse cuenta de lo que era.

    -Ana, carga la Personalidad Sumisa-1- dijo Álvaro, en un tono de voz muy concreto, aquel que había grabado a fuego en la mente de su esclava.

    Ana tuvo tan solo una milésima de segundo para sentirse extrañada por aquella frase tan rara antes de que sus ojos volvieran a mirar hacia dentro de su cráneo. Tras unos segundos, el rostro inexpresivo y la mirada muerta volvieron a aparecer.

    -Existo para complacerte, Amo- dijo con un tono totalmente neutral, como el de alguien que leyese un texto sin entusiasmo.

    -Entonces compláceme y usa esa boca para algo útil, gorda de mierda- respondió Álvaro antes de escupirle a la cara. El impacto de la cálida y humillante saliva contra su rostro no la hizo reaccionar, ni siquiera parpadear. Ella solo obedecía.

    -Si Amo. Existo para complacerte- repitió el trozo de carne húmeda que una vez había sido Ana, mientras se ponía a cuatro patas y empezaba a descender por el cuerpo de su amo…

    -Hace 9 años y 8 meses-

    El sofá de la casa de Álvaro era viejo, pero bastante cómodo. Ana había pasado muchas noches allí, ya casi no pasaba por su residencia, pero a él no parecía importarle. Era fácil acomodarse allí, como lo estaba siendo acomodarse a la idea de ellos dos estando juntos, todo había sido tan… fácil, no habían tenido ni una discusión, y allí, tumbada, con él rodeándola con sus fuertes brazos mientras el gatito ronroneaba, los tres viendo cualquier tontería en Netflix… Ana quería que esa fuera su normalidad, quería que su vida estuviese llena de la paz que sentía en aquellos momentos.

    -Te quiero- dijo a Álvaro, girándose para plantarle un rápido beso en los labios y acomodarse sobre su pecho. El gesto obligó al gato a cambiar de pose, algo que despertó risas adorables en ambos.

    -Y yo a ti- respondió el, antes de que sus manos empezaran a deslizarse bajo su camiseta.

    -mmm, me siento halagada- dijo ella mientras le paraba con un gesto –pero no tengo muchas ganas ahora mismo-

    Álvaro suspiró, como si estuviese harto. Aquello le sentó mal a Ana, nunca había tenido una vida sexual tan sana y completa como con el ¿De qué se quejaba?, ¿Qué más quería?

    -Ana, carga la Personalidad Sumisa-1-

    Para cuando la esclava pronunció su mantra de obediencia, Álvaro ya había despedazado la camiseta en un gesto tan brusco que asustó al animal, que huyó de su regazo, y se había lanzado sobre aquellas tetas que ahora le pertenecían por completo.

    -Hace 9 años y 6 meses-

    -¡Te odio!, ¡Eres un cabrón!- gritó Ana, a todo pulmón.

    -Y tu una exagerada, cálmate- respondió Álvaro con extrema frialdad, sin apartar la vista de la pantalla.

    -¡Dime la verdad, joder!, ¡¿Te gusta ella, no?!-

    Álvaro suspiró, Ana podía tener muchas cosas buenas, la paranoica inseguridad que la llevaba a sentirse amenazada por otras mujeres constantemente no era una de ellas.

    -Es solo una foto antigua, Ana-

    -¡¿Y por eso la tienes en tu ordenador, no?!-

    -Es un recuerdo de un momento importante, y salgo con quince personas más. No voy a malgastar ni un segundo más en esta conversación-

    Pero el temperamental carácter de Ana solo se vio inflamado por la aparente indiferencia de su novio -¡Siempre tan frio, joder!, ¡Hazme caso!- El violento CRASH de uno de los jarrones del salón al romperse contra el suelo supuso la nota final al constante crescendo de sus gritos… o al menos eso pensó él, hasta que se levantó, frustrado, solo para sentir como ella le cruzaba la cara de un guantazo.

    -¡Eres un cerdo!, ¡¿Te has acostado con ella, no?!, ¡Dime la verdad!-

    Álvaro se llevó la mano a la mejilla, no sabría decir si más incrédulo que molesto, antes de mirar a su juguete con una mirada que la hizo retroceder un par de pasos.

    -Ana, carga la Personalidad Sumisa-1-

    El cambio fue instantáneo. Toda su ira, toda la rabia en su rostro, los puños apretados, todo evaporado al finalizar una palabra, sustituido por la docilidad más absoluta y las palabras que ahora guiaban su vida.

    -Si Amo. Existo para…-

    La esclava no pudo siquiera llegar a acabar la frase antes de que su amo la tirara al suelo y se abalanzara sobre ella, arrancándole sin ningún pudor los ceñidos vaqueros que llevaba, y después las bragas, hasta tener total acceso a sus amplias nalgas, que separó con violencia hasta dejar al descubierto el dilatador anal que había estado llevando todo este tiempo, obligada por una mente que ya no le pertenecía a ignorar su existencia.

    -Puta estúpida- gruñó Álvaro mientras se escupía en la mano, tan enfadado como excitado por aquel arranque del objeto con el que había elegido divertirse…

    -Hace 9 años-

    Los días eran largos, y la mente híper-analítica de Álvaro era incapaz de dejar de pensar en los problemas hasta haber dado con la solución, y con una tecnología como la que él estaba desarrollando, capaz de cambiar el mundo, problemas nunca faltaban.

    Por suerte, también tenía sus recompensas…

    Álvaro yacía totalmente desnudo sobre la amplia cama de matrimonio de su cuarto, con las manos en la nuca, tratando de relajarse. Ana era su particular pelota antiestress, y sus fríos ojos se deslizaron perezosamente por el cuerpo de la chica, tan solo “cubierto” por una gargantilla de terciopelo rojo, mientras esta le cabalgaba.

    Era un espectáculo verla a horcajadas, moviéndose arriba y abajo, alzando y bajando sus muslos y caderas con movimientos precisos, lentos y cuidadosos, casi reverenciales, como si empalarse con la polla de su amo fuese la labor más importante de su vida.

    En cierto modo, verla ahí, ejercitando su cuerpo al máximo, cubierta de sudor mientras mantenía una sonrisa forzada y vacía y sus grandes pechos se movían al son de sus caderas… era casi hipnótico.

    -Existo para complacerte, existo para complacerte, existo para complacerte- repetía con suavidad cada vez que chocaba contra las caderas de Álvaro, devorando su miembro viril por completo con su hambriento y lubricado sexo, llevando la habitación de suaves y húmedos sonidos cada vez que el pene entraba en su vagina.

    Aquella repetición constante, aquella demostración de sumisión total le relajaba y le ayudaba a pensar. Su voz así, privada de toda emoción, era mucho menos irritante que cuando le permitía ser ella misma. Eso cada vez pasaba menos y menos. Al principio se había puesto unos límites, sabía que el poder total que experimentaba podía acabar por enloquecerlo y dejar tan solo su lado más oscuro y perverso, aquel que se deleitaba convirtiendo a personas en carne obediente, pero a medida que las discusiones se iban acumulando la verdad sobre su relación se iba haciendo cada vez más innegable. Aquello no funcionaba, ni tenían absolutamente nada en común.

    Así que había optado por la vía fácil. Ni siquiera recordaba cuando era la última vez que había “despertado” a Ana, era tan fácil tenerla allí, arrodillada bajo el escritorio, usando amorosamente su lengua y su boca para complacerle mientras trabajaba, o simplemente de pie, desnuda en medio de la habitación, como un objeto más esperando a ser usado mientras la vida real de Álvaro se desarrollaba a su lado… o como ahora mismo, total y exclusivamente dedicada a darle placer con su cuerpo. Había pasado tanto tiempo cabalgándole de aquella manera que hasta sus piernas se habían vuelto más fuertes, Álvaro podía notarlo cada vez que la tocaba.

    -Me gustas más así. Derrotada, conquistada, vacía…-

    -Si Amo. Existo para complacerte- respondió el cuerpo que una vez había pertenecido a Ana mientras el sudor del esfuerzo corría por su rostro.

    -Hace 8 años y 6 meses-

    “Esto no está funcionando, ya no hay chispa ninguna. Hace meses que no hacemos nada más que estar literalmente encerrados en tu casa, no lo soporto más, me siento…”

    La letra de la nota estaba escrita de forma apresurada y nerviosa. Álvaro casi podía imaginar su mano temblorosa escribiéndola tras hacer la maleta.

    -Siempre fuiste una cobarde, dejar a alguien sin decírselo a la cara… eso no está bien- al apartar a nota pudo ver a su autora. Ana estaba desnuda de cintura para arriba, usando sus bellas tetas para rodear el miembro erecto de su dueño y masturbarle con ellas. Lo tenía fácil, dado su tamaño, y el movimiento era fluido y constante. El pequeño crucifijo dorado que llevaba al cuello se movía con cada refriega de sus pechos, y hasta el frío y ocasional contacto del metal contra la corona de su polla era excitante.

    Pero nada lo era tanto como la expresión vacía y ausente de Ana, con la máscara corrida por las lágrimas, lágrimas negras que le recorrían toda la cara, enmarcando sus ojos vacíos y vidriosos que más que mirar a Álvaro parecían mirar a través de él, como si no estuviese allí…

    -Eres una puta cobarde…- suspiró Álvaro de nuevo –pero la verdad es que no te culpo-

    Por mucho que la habilidad con la que movía aquel par de bendiciones que tenía en el pecho hubiese conseguido ponérsela dura, lo cierto es que cada vez se sentía más aburrido por Ana, y por el constante trabajo que suponía mantener la ilusión de su existencia. Todo, desde escribir mensajes a su familia y amigos a través de su móvil, a guionizar videollamadas que diesen la apariencia de normalidad, pasando por tener que reconstruir recuerdos plausibles con los que llenar su mente “normal” cada vez que dejaba de dominarla, para que no sospechase nada raro, al final, tanto esfuerzo no compensaba con una chica por la que había dejado de sentir mucho, y solo de pensar en los esfuerzos de hacerla desaparecer por completo le prevenían hacerlo. Quizás en el futuro, si todos sus planes salían bien, hacer desaparecer a una chica sería una mera cuestión de hacer una llamada, pero ahora… podría ponerse incluso en peligro con la policía. Era demasiado pronto. Y como resultado de aquel aburrimiento, ni siquiera se había molestado en llenar su cabeza de falsos recuerdos. Ana cerraba los ojos y se despertaba meses después, sin recordar nada del tiempo perdido, no es de extrañar que se sintiera asustada, o que se estaba volviendo loca, o que pensara que la chispa que hubo entre ambos estaba totalmente ida y ya no hacían nada juntos.

    -Creo que ya se lo que voy a hacer contigo, gorda estúpida- dijo mientras acariciaba su rostro inerme –Me he hartado de ti, así que vas a poder irte, pero si vuelves a molestarme con tus estupideces, tus inseguridades, tus mierdas una vez más… entonces no seré tan magnánimo, podría haber cortado y editado tu cerebro como me diera la gana y sin embargo mantuve tu cabecita original intacta, creyendo que había cosas buenas en ti, que podías cambiar por las buenas, y sin embargo has demostrado ser una novia de mierda sin arreglo una y otra vez… He intentado ser bueno, ¿entiendes?, he intentado luchar contra la parte de mí que te ve solo como carne que moldear a mi antojo… así que será mejor que te vayas, antes de que decida mandarlo todo al carajo-

    -Si Amo. Existo para complacerte- aquella respuesta, pronunciada con sumisión, hizo sonreír a Álvaro. Siempre lo hacía.

    -Pero antes, voy a follarme todos tus agujeros una última vez…-

    -Hace 1 mes-

    El interior de la discoteca estaba abarrotado. No es que a Ana le importase, como tampoco lo hacía el olor a alcohol y tabaco, o el sudor de su cuerpo después de horas de bailar. No, aquella noche llena de alcohol y risas con sus amigas era para olvidarse de todo, una noche lejos de su hijo y del cabrón de su marido, una noche de chicas.

    O al menos lo fue, hasta que le vio a él.

    ¿Cuál era la posibilidad de encontrárselo después de cuanto, diez años? Solo verlo allí, tomándose una copa tan tranquilo hizo que se le escogiera el estómago. Su sombra era algo de lo que nunca se había podido librar. Y aunque jamás lo admitiría, a pesar de lo mucho que le había jodido la vida, llevaba diez años siendo solo capaz de correrse si pensaba en él.

    Estaba con una chica, además, una belleza de pelo corto, con un piercing en la nariz. Otra presa a la que usaría y luego descartaría, como había hecho con ella. Años de humillaciones, de masturbarse llena de culpa pensando en él, de duros recuerdos, de miedo y estrés post traumático se juntaron en uno de sus habituales arranques de furia. Se abrió paso entre la multitud como una tormenta, apretando su vaso de alcohol con tanta fuerza que temía romperlo antes de llegar.

    La sorpresa en sus ojos fue como una droga deliciosa que solo hizo que el corazón de Ana latiera más rápido. Antes de que pudiera pronunciar ni una palabra, le tiró el vaso a la cara. No iba a tenerle más miedo, nunca más.

    -Será mejor que le dejes ahora que estás a tiempo, antes de que te coja y te destroce, que es lo que este hace siempre- le espetó a la chica, con voz cargada de ira.

    Se había esperado muchas cosas de aquella nueva presa de Álvaro ante su gesto, confusión, enfado, que le defendiese. La sonrisa condescendiente que apareció en su bonito rostro no era una de ellas.

    -¿Tú debes de ser Ana, no?- dijo con un tono algo burlón, un tono que nada tuvo que ver con el que pronunció la siguiente frase –carga la Personalidad Sumisa-1-

    -Actualidad-

    El agua candente de la ducha cesó al fin, aunque el alivio de Ana duró muy poco, solo los pocos segundos que tardó Álvaro en gemir y en derramar su semilla sobre la cara de su esclava. Los chorros calientes y espesos de semen la impactaron de lleno. Ella no se apartó instintivamente, ni siquiera cerró los ojos ante el impacto, o parpadeo cuando un poco se le metió en un ojo, enrojeciéndoselo. Al amo le gustaba así, un recordatorio en el momento de climax del control absoluto que tenía sobre sus cuerpos, capaz incluso de anular los instintos más básicos.

    Ana solo podía permanecer allí, de rodillas, sintiendo el humillante cosquilleo de la corrida deslizándose perezosamente por sus pómulos, su barbilla, goteando sobre sus tetas…

    -Buenas chicas, buenas chicas…- musitó Álvaro mientras recuperaba su aliento.

    -Gracias, Amo, Existimos para compla…- la respuesta salió de la boca de ambas esclavas al mismo tiempo, y al mismo tiempo fue interrumpida cuando las agarró de los mojados cabellos y acercó sus caras, obligándolas a besarse, algo que hicieron con una ferocidad animalística que contrastaba con sus ojos, que seguían abiertos e inexpresivos, y con el hecho de que ninguna de ellas se había sentido jamás atraída por las mujeres.

    -No debisteis haberme hecho tanto daño, zorras, pero ya es tarde…- susurró Álvaro con crueldad mientras disfrutaba del espectáculo.

    Una lágrima escapó al oír esas palabras de los lacrimales de Ana, deslizándose rápidamente por su mejilla hasta perderse, mezclándose con las gotas que aún quedaban de la ducha, y con el semen que empezaba a secarse sobre su rostro. Ese era el único acto de rebeldía, de control de su cuerpo que había sido capaz de conseguir desde que Álvaro había asumido el control total de su cuerpo, obligándola a convertirse en una silenciosa testigo de su propia vida. Si se hubiese dado cuenta quizás hubiese tomado fuerzas de aquella lagrima, nacida de la desesperación, de aquel retazo de libertad y autonomía, por mínimo que fuese.

    Pero horrorizada por tener que besar a otra mujer, horrorizada por aquella sensación de ser violada en todos los sentidos inimaginables que se había convertido en su nueva rutina, Ana ni siquiera se dio cuenta…

    Hola a todos, antes que nada quiero decirles que este es mi primer relato y es básicamente una confesión ya que jamás me había atrevido a contarle a nadie acerca de esto.

    Actualmente tengo 23 añitos pero desde que entre a la secundaria y me atrevo a pensar que desde antes ya sentía este tipo de cosas, aunque me da pena reconocerlo pero creo que soy una puta sin remedio, el caso es que actualmente lo que más me gusta y me provoca un morbo sin límites es vestirme muy provocativa y salir a la calle a exhibirme y provocar a cuanto tipo se me cruce en el camino, adoro y me moja sobremanera que me digan obscenidades y mientras más sucias más me excita no logro entender porque, sé que está mal pero no puedo evitarlo, me fascina subirme al transporte público en horas pico y sentir los rozones en mis hermosas tetas bien paradas las cuales levanto con mis sostenes arreglados para dejar de fuera los pezones y se sellen a través de mis blusitas así como sentir que me embarran sus vergas bien paradas en mi colita y me las encajan entre las nalgas sobre la ropa, yo empujo hacia atrás para sentirlas mas fuerte, me gusta mucho ponerme tanguitas bien pequeñas que se me metan entre los labios y encima usar shorts de mezclilla cortitos que dejen ver el inicio de mis ricas y paraditas nalgas y que se me marque muy rico la concha…esa sensación de las miradas en la concha siento que me excita mucho, muchas veces no resisto las ganas y me tengo que meter al baño de alguna tienda departamental a masturbarme, pero en cuanto salgo de nuevo a la calle de nuevo me vuelvo a mojar en la primera manoseada u obscenidad que me digan si supieran los hombre con los que me cruzo lo mojada y cachonda que ando y si tan solo se atrevieran a invitarme a ir a revolcarnos aceptaría creo que meterían la verga mas de diez veces al día por diferentes hombres, el caso es que una de las cosas que he aprendido es que no hay hombre que resista ver mis labios delineados y mis pestañas postizas con mi shorcito mi blusita bien sueltita que marca muy bien mis ricas tetas paradas y mis tacones que levantas mi colita que se le ofrece a todo el que la mira, es la locura total, mi piel blanca contrasta con todo lo que me pongo y a veces me pongo intencionalmente tanguitas de colores oscuros con shorcitos de tela suave y semi transparentes, es la locura total, cuando me doy cuenta ya hay mas de cinco tipos caminando detrás de mí solo para verme la tanga. Bueno este es el primer relato que les contare, más adelante ya les narrare mis aventuras sexuales y como me meto consoladores para salir a caminar y sentir que tengo metido algo en la concha y en la colita, espero les haya gustado, saluditos, chao.

    Quien no desea conocer los rincones mas oscuros de su pareja?

    Un dia estaba en casa de mi novio, él debía salir por un momento y yo me quedaria sola en su casa, nos quedamos solos su computadora y yo, donde más podría guardar sus secretos más que ahí, sabia desde hace tiempo que ve porno pero no sabia que tipo ni cuales eran sus gustos así que no sabia que podía encontrarme.

    Me senté frente a la pc y respire, al principio tenia miedo pero luego me recorrió una onda de excitación, que extraño, comencé a buscar primero en internet, el historial puede delatarte fácilmente, así que poco a poco me conseguípáginas porno sobre parejas heteros, sexo rudo, lesbianas… Paramí es lo normal, pero queríamás, quería saber que másveía, que cosas sucias lo excitaban, me latía el corazón muy rápido, debía descubrirlo pronto antes de que él llegara y la web no me estaba ayudando.

    De pronto pensé en las carpetas ocultas, sabia donde estaban aunque él intentó sutilmente ocultarlas, revise varias carpetas de fotos y más videos de sexo rudo hetero y algunos videos de chicas, la verdad estaba un poco excitada pero no sabia por que, se me estaba acabando el tiempo hasta que finalmente encontré un video que llamo mi atención, no habia mujeres en el, pero si habían tetas, me sorprendí, pero era lo que esperaba o no?.

    Abrí el video, aunque me latiera el corazón muy rápido, le quite el volumen por si alguien llegaba, estaba ante un video impactante, mi primera vista eran unos senos relativamente grandes, con un cuerpo casi de mujer, digo casi por que lo que pude ver a continuación me dejo sin aliento, tenia pene, un gran pene por cierto, pare el video un segundo, no sabia que estaba viendo, pero si quería conocer esos detalles de mi novio debía seguir mirando y ver que trataba, lo puse de nuevo, y ese chico/chica estaba junto a otro hombre, se besaban y para resumirlo el chico/chica termino follándose al otro chico, era extraño pero excitante a la vez, parecia una mujer pero sin dildo por que tenia su pene, nunca habia visto que se follaran a un hombre, sentí algo de miedo y excitación, sude un poco, mi garganta estaba algo seca y sentia mi cara roja y caliente, esto me estaba excitando? era un hombre con tetas, no juzgo a nadie pero nunca habia visto eso, no estaba entre mis opciones de la pornografia que solia ver, por supuesto tenia más dudas y preguntas que otra cosa, que le excitaba a él de ese video? y que me estaba excitando a mí?

    Obviamente no podía preguntárselo, tendía que buscar la manera de descubrirlo sin que lo supiera y que mejor forma que experimentando en él