Erotismo y Amor

Esta es la historia de Adrián, un chico de 20 años, blanco, flaco, lindo, con un cuerpo un poco trabajado del gimnasio. Sale con su novia, amigos y amigas y terminan pasando cosas.

El día había iniciado normal me vestí deportivo para la ocasión una sudadera entallada al cuerpo, una campera negra y unos jeans también ajustados, aparte de llevar mi gorra que era algo que a mí me encantaba, fui a la casa de mi novia Ana y de allí nos fuimos a encontrarse con nuestros amigos en un bar para tomar algo. Ana es rubia, muy linda de cara, con un lindo pelo lacio y largo, físicamente delgada con grandes pechos y un culo redondo pero chico.

Llegamos al lugar nos encontramos con nuestros amigos y los más extraño fue encontrarme a Martu ,que le decíamos así de cariño pero su nombre es Martina, si bien Martu es buena amiga mía habiamos dejado de vernos un tiempo después de haber tenido sexo, antes de que conociera a Ana. Nos saludamos con un beso que fue algo incómodo y después fui saludando al resto de mis amigos y amigas, la presencia de Martu me inquietaba, me gustaba mucho, linda de cara, linda sonrisa, pelo negro hermoso, anatomía chica, su cuerpo era así pero a pesar de tener pechos pequeños tenía un culo demasiado redondo y me volvía loco a pesar de no ser una diosa como para mí lo era Ana. Martu sentía lo mismo por mi sino no se hubiera dado ese amorío.

Seguimos hablando, nos pusimos a beber, la verdad que la estábamos pasando muy bien, risas por un lado y contando anécdotas y chistes. Nos pusimos a bailar, la pasábamos muy bien, como casi siempre, me había puesto a bailar con Ana le tocaba su pequeño culo y yo cerraba los ojos claramente pensando en Martu, eso más la ebriedad hizo que me fuera a la barra a intentar despejarme, Ana se me acercó y quiso que vuelva pero le dije que me sentía mal y que me iba a ir al coche a descansar, ella se ofreció a acompañarme pero finalmente se quedó con los chicos yo salí y subí al auto al cerrar la puerta era Martu que se metió conmigo y me dijo

No tomaste tanto para estar de borrachera

-No lo estoy, es solo que no me siento bien

Es…por nosotros no? Demasiado pronto para volvernos a ver?

-No lo creo, aparte me caes super bien, te necesito. Aparte lo que pasó me gustó mucho

Yo no lo olvido pero bueno yo no tengo novio o novia por ahora…

-En ese momento me la puse a ver tenía también una campera negra, al igual que yo, además una sudadera del mismo color con dibujos blancos, sus pechos parecían más grandes, nos quedamos en silencio mirando hacia la ventana que tenía cada uno, sin cruzar mirada, ella se acariciaba el pelo con su mano, decidí romper el silencio…

La verdad es que me gustas- ella miraba concentrada en lo que decía- pero no podemos estar juntos pero igual me gustaría y creo tener un plan

También me gustas Adrián ya te dije actualmente no tengo a nadie en mi vida pero tampoco quiero una relación a escondidas y que sea todo secreto

La mire comprensivo y le dije- Yo tampoco mi idea es que seamos una pareja abierta que Ana lo sepa y si quiere participar que lo haga, te interesa? Es el único plan que se me ocurrió.

-No pudo evitar esbozar una sonrisa- Me parece bien, ojalá acepte, para mí sería como un premio doble asique encantada- dijo ya con señas de excitación refregando su mano y brazo por el apoyabrazos de la puerta.

No hice más que lanzarme sobre ella besarnos, tire su asiento hacia atrás, la levanté agarrandola del trasero y la lleve bien hacia atrás del coche, deje de besarla para sacarme la campera y la sudadera y ella me paro

No vamos a traer a Ana?

Todavía no- le dije con una cara pícara aprovechandome de una situación que no debería-

Ya con el torso desnudo seguí besandola y ella inicio a desnudarse también sacándose su campera, sudadera y sostén, que era verde oscuro, sus tetitas estaban hermosas pezones marrones oscuros con aureolas normales estuve chupando esas tetas con mis manos debajo de su trasero, ella no podía cerrar la boca era gemido tras gemido hacia el techo del coche como una súplica, era glorioso, sus manos estaban en mis hombros y lentamente empezaron a bajar como una caricia hasta que llegó a la mitad de mi espalda y empezó a hacer una presión para que bajara, yo fui bajando y saque mis manos de su trasero para sacarle el pantalón y las bragas hasta sus rodillas, inicie a chupar su vagina sus labios era chicos y estrechos seguí chupando, Martu seguía sin control sobre sus gemidos no podía parar, tanto que empezó a perder el control de su cuerpo recostandose poco a poco en el asiento trasero, cuando terminó de hacerlo fue mi señal para bajarme los pantalones y que ella volviera a ver mi polla, me miraba con deseo esperando, yo desesperado fui se la metí y empecé a follarla, mis embestidas obviamente fueron lentas pero empezaba a subir, mis manos no soltaban sus pechos y las suyas las refregaba por todo el coche sin parar de mirarme ni un segundo, seguimos así con la sensación de que el tiempo se había paralizado y con la felicidad de lo que estábamos haciendo, la seguí follando ya con más intensidad dejando sus pechos para juntas más fuerza e inercia desde su cintura, Martu dejo de mirarme inclinó su cara hacia atrás poniendo los ojos en blanco, el placer era indescriptible me termine acercando a su cuerpo nos acariciamos y nos besamos, yo terminé saliendo y acabando debajo de sus pechos, nos quedamos semidesnudos abrazados, sentados en la parte de atrás del coche, agitados, al recuperar el aliento nos pusimos a reír.

Que follón…esto fue muy divertido

-Asentí con la cabeza, nos quedamos en silencio un rato, seguía siendo de noche pero ya volverían los chicos y principalmente Ana, nos cambiamos, al rato vinieron y nos fuimos a casa hablando y riendo como lo habíamos hecho a lo largo de la noche.

Era su cumpleaños así que salimos de fiesta con él y su grupo de amigos. Bailamos y tomamos toda la noche. Mientras bailábamos nos besábamos y la situación se calentaba más y más. En la disco estaba todo oscuro así que él aprovechaba cada beso para subirme la falda y manosearme el culo. Me encantaba. Amaba bailar pegada a él y sentirle la verga paradisima y me encantaba saber que todo eso lo provocaba yo. Y el también me provocaba a mí.

Cuando terminó la fiesta sus amigos se fueron de after a otra fiesta. Nosotros hicimos nuestro propio after.

Subimos al auto y me propone ir a un telo, yo estaba excitadisima así que obviamente le dije que sí. Él también estaba muy caliente, se notaba de lejos.

Cuando llegamos nos registramos, pagamos y subimos a la habitación. No era muy grande pero tenía un jacuzzi y la mejor parte: había un espejo en el techo justo encima de la cama.

No terminé de entrar que me agarró y me acorraló contra la pared. Comenzó a besarme desesperadamente, agarrándome el culo como si fuera una pelota antiestres. No podía moverme y me encantaba, él sabía que me encantaba, y aprovechaba para manosearme toda.

Lo empuje suavemente y lo senté en la cama. Me senté sobre él, con mis piernas entrelazadas en sus caderas y lo bese tiernamente. Él aprovecho la posición para manosearme las tetas.

Nos besamos por un largo rato, cada vez estábamos más calientes. Me sacó la remera y yo hice lo mismo con él. Entonces comenzó a chuparme los pezones, al principio suavemente, después un poco más intenso, pero sin dolor, me los mordía suave y los succionaba. Me estaba volviendo loca. Necesitaba que me penetre en ese instante.

Apoyé mi mano sobre su pantalón a la altura de su pija y apreté suavemente, él gimió despacio. Así que me acomode para lograr bajarle el cierre y al fin pude sentir su verga por encima del boxer. Estaba enorme, quería agarrarla, metermela en la boca y comérmela como si fuera un helado. Se la saqué del boxer y lentamente comencé a hacerle una paja, él gemía despacio pero podía escucharlo.

-Estas listo para tu regalo? -Le pregunté, y el solo me miró y se mordió los labios, no le di tiempo para responder. Me metí esa veega gigante en la boca y comencé a darle la mamada de su vida. Estaba segura que le encantaba lo que estaba haciendo, gemía como loco. Yo pasaba mi lengua de arriba hacia abajo, me detenía en el frenillo y lo hacía cada vez más rápido, me metía su pija entera en la boca y la succionaba, mientras que con una mano le masajeaba los huevos. Después de un rato abandone sus testículos y comencé a meter mi dedo cada vez más abajo. Sabía que le encantaba eso, y escuchar sus gemidos me lo confirmaba. Con un dedo en la entrada de su ano, una mano agarrándole la verga y su verga metida entera en mi boca llegó al orgasmo y me trague todo su semen.

Me miró agotado y se mordió el labio inferior.

– Ahora viene la mejor parte del regalo -Me dijo

-Y cual es? -Le pregunte con cara de pícara

-Que me dejes hacerte todo lo que yo quiera

No me dió tiempo de contestar, me acostó en la cama y se puso encima mío. Comenzó a besarme intensamente y me tocaba una teta mientras lo hacía. Su mano comenzó a bajar lentamente y llegó a mi coño. Me levanto la pollera y comenzó a pasar su mano muy suave por encima de mi tanga, que está a empapada a esa altura. Pero con continúo, subió la mano, se levantó, sacó algo de su mochila y me agarró las dos manos, las junto y me las ató a la cama. Me tomo del cuello y me besó, después comenzó a bajar con su boca lento y me besó el cuello, mientras que su mano me recorría todo el cuerpo. Otra vez llegó a mi coño, subió la falda pero está vez tomo mi tanga y me lo arrancó de un tironazo.

Primero tocó mi vagina y se aseguró que esté bien mojada para él, después comenzó a hacerme masajes muy suave sobre mi clítoris, mientras continuaba besándome el cuello. Yo gemía despacio, me encantaba y me exitaba muchísimo que me tocara tan lento. De repente comenzó a aumentar el ritmo, me miraba a los ojos y lo hacía cada vez más y más rápido, me volvía loca de placer. Lo hacía en círculos, de arriba a abajo, de derecha a izquierda y aumentaba y bajaba el ritmo a su antojo. Yo genia sin parar. De repente se detuvo y comenzó a bajar sus dedos, buscando instroducirlos en mi vagina, pero a la vez comenzó a bajar su boca, llegando con sus labios a mi clítoris.

Comenzó a chuparme el coño como si su vida dependiera de ello, lo hacía tan rico, y mientras me chupeteaba el clítoris tenía dos de sus dedos adentro mío, me penetraba con ellos, los metía y sacaba, los movía de diferentes formas adentro mío. Estaba disfrutandolo muchísimo y él lo sabía. Gemía y gemía sin parar. Hasta que acabe dentro de su boca, y aún cuando ya había acabado siguió chupándome el clítoris para ver cómo me corría sin parar.

Hace pocos días quedé en la casa de una mujer diez años mayor que yo y que había conocido esa misma semana en las oficinas de mi trabajo porque nada más vernos se prendió una llama en nuestros ojos que nos hacía devorarnos e imaginarnos desnudos tan solamente mirándonos. Así que fui a su casa y cuando me abrió la puerta me recibió desnuda, con los duros pezones rosados de sus caídos aunque enormes senos apuntándome al pecho y con su carnosa vagina húmeda de labios colgantes gritándome sensualmente que quería todo de mí, y nada más cerrar la puerta se abalanzó sobre mi cuerpo y empezó a morderme suavemente el cuello a la vez que me bajaba el pantalón y la ropa interior. Yo la ayudé quitándome la camiseta mientras la agarraba bien fuerte de esas nalgas perfectas del culo más bonito que había visto en mi vida, y una vez que me tenía todo desnudo cayendo su saliva desde mi boca hasta mi ombligo y desde mis pezones hasta sus pies, me llevo a su cama y cogiéndome de la cabeza me puso contra su coño, por lo que yo, instintivamente abrí mi boca para comerme tan exquisito alimento. Después de lamer todo su orificio hasta quedar mi lengua atrapada dentro de él, la subccioné el clítoris pasándomelo por la boca como si fuera un cepillo de dientes hasta acabar con la boca llena de sus jugos vaginales. Se corrió de una manera tan bestial que me salpicó toda la cara, haciendo que quisiera no lavármela nunca más para dejármela siempre así. Y antes de tragarme todo lo que ella había expulsado de placer en mi boca, me pidió que la besara, quería que compartiera el sabor de su coño con ella, y así lo hice, la bese pasándonos su corrida de una boca a otra hasta tragarnos todo. Y cuando ya no quedaba más en nuestros labios, limpié su vagina con mis dedos y se los restregué en la boca hasta dejársela toda cubierta, y empecé a chuparla los labios como si fueran los de su vagina hasta dejárselos bien limpios. Acto seguido me tumbó boca arriba y empezó a comérmela, comenzó lamiéndome el pene desde los huevos hasta el glande, pasando su lengua de arriba abajo sin parar, luego detuvo la punta de su lengua en la rajita del glande y empezó a apretarla el círculos como si quisiera tenerla dentro de mi polla hasta que acabó metiéndosela toda en la boca. Hubo un momento en que se metió hasta los testículos, pero se escapaban de sus encías golpeándola la barbilla. Era increíble su capacidad de hacer su boca pequeña tan grande. Se pasaba el glande desde el paladar hasta su garganta mientras me apretaba bien fuerte el tronco con sus labios y me lo lamía con su lengua como si la faltarán bocas para comérmela. Estaba tan guapa con mi polla en su boca que puedo jurar que era la mujer más bonita sobre la Tierra. Y fue entonces cuando exploté de placer siendo ahora ella quien se llenaba la boca. Pero después de correrme ella seguía comiéndomela, y a pesar de sus atragantos no se la sacaba, prefería mi polla a respirar, mi placer a su vida, y he de confesar que fue el acto más romántico que en la historia de la humanidad haya habido. Y cuando ya se la sacó después de haberse tragado hasta la última gota de mi leche, la comí la boca con los últimos restos pegajosos que quedaban de mi polla y la declaré mi amor porque sabía que nunca nadie me iba a querer como me quiso ella esa tarde. Y así fue como empezó esta bonita relación.

 

Escrito por Javier López Cazalla

Elías y Pedro, el primero canario, de Gran Canaria y el segundo gaditano fueron compañeros de universidad, terminaron la carrera de Ingeniería informática año por año al tiempo que perfeccionaban el inglés, alemán y chino, vamos eran inseparables además de trabajar para la misma multinacional. Los dos eran dos rubios fornidos de casi metro noventa ambos, vamos que levantaban pasiones doquiera que iban.

Pedro era muy aficionado a la botánica, de hecho era su segunda opción para estudiar pero de momento lo tomaba como un aficionado avanzado. Ya le había comentado a su amigo inseparable Elías que quería visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo, comúnmente conocido como “Jardín Canario” por los habitantes de Gran Canaria, ésta era una de sus prioridades en la vida.

Corría el año 2019 cuando en una mañana muy gélida en Alemania, tomaba un café y pensaba profundamente Pedro en visitar Gran Canaria, así se lo comunicó éste a Elías. Elías se contentó mucho al oírlo ya que hacía casi tres años que no veía a su madre, tan sólo se comunicaba con ella mediante llamadas telefónicas o vídeo llamadas, éste levantó el teléfono a media tarde y le comunicó a su madre la visita con su grandísimo amigo.

Antonia la madre de Elías sabía de la existencia de Pedro pero ni lo conocía físicamente ni había cruzado palabra con él. Antonia vivía sola, su marido un empresario de éxito hacía varios años que había abandonado su residencia en Gran Canaria, viajaba por todo el mundo, el dinero sobraba pero el amor estaba vacío, de vez en cuando recibía una llamada de éste y poco más, ya hacía tres años que no pisaba o por lo menos Ella lo desconocía que pisara suelo insular. Lo cierto es que Ella no trabajaba, no le hacía falta, si practicaba muchísimo deporte y se cuidaba, para ser casi una cincuentona se mantenía como una niña de veinte y cinco años.

Una vez que sacaron los billetes para semana santa, Elías mandó una foto de Pedro a su madre y realizó una videollamada con los tres para que se conocieran algo. Evidentemente si juntamos los carnavales de Cádiz y los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria, tenemos una diversión asegurada por tanto una conversación muy fluida y distendida. Pedro aprovechó para halagar a la madre de Elías, como no una mujer muy educada y muy hermosa que le iba a hacer de anfitriona a su hijo, su novia y él, hasta una poesía recitó, estaba muy claro que con el gaditano se le daba color y calor a la conversación, además como dijo Pedro: “ El Cádiz y la UD Las Palmas visten de amarillo” Las risas de los tres eran brutales, se desternillaban.

Aquella conversación se difuminó conforme pasaban los días y ciertamente Antonia se encontraba sola, no era capaz siquiera de mantener una relación carnal con otro hombre que no fuese su marido, era una mujer fiel y arraigada a sus principios o quizá enclavada en el pasado, ella no quería reconocer que quizá su marido no volviese ni siquiera de visita, en fin era su decisión.

Llegado el día Antonia fue con una furgoneta a buscar a los tres al Aeropuerto, al ver salir a su hijo por la puerta de llegada le dio un grandísimo abrazo, como no las lágrimas se manifestaron, normal tantos años sin verlo y además estar sola, cualquier ser humano habría reaccionado igual. Seguidamente besó a la novia de su hijo una preciosa Húngara que hablaba un perfecto español y por último saludó al gaditano que se comía con la vista a Antonia, era un conquistador, seductor, un galán. Ya en el primer abrazo con Pedro notó la dureza de su tranca, quizá lo alargó para prolongar en décimas de segundo aquella situación sorpresiva. Justo antes de subirse al coche levantó el teléfono y dijo al responder alguien al otro lado del teléfono: “ En veinte y cinco minutos, que esté todo preparado”

Antonia condujo hacia su casa, disponía de varias plazas de garaje y algunos apartamentos en aquel edificio. Al entrar, en su casa, ya por orden de Antonia había un gran mesa llena de aperitivos, como no había quesos semicurados de los altos de Gran Canaria, aceitunas procedentes del sureste de Gran Canaria, un buen jamón pata negra y como no para beber en la nevera vino blanco del Archipiélago Canario así como una botella de un ron añejo, todo esto era la antesala de una gran paella de mariscos que llegaría un rato después.

La conversación era muy agradable entre los cuatro, muchas anécdotas y andanzas de estos años contaba su hijo Elías , de cómo había conocido a su novia y el cable que le había echado Pedro para organizarle una pequeña fiesta y conquistarla. Siempre Pedro ponía el tono humorístico, al tiempo que se comía con la vista a Antonia, ésta vestía una corta falda vaquera y unas zapatillas de deporte. En aquella mesa estaban sentados frente por frente Elías con su novia y Antonella con Pedro, ya las miradas eran más penetrantes, más aún cuando Antonella abrió un poco más de la cuenta las piernas y Pedro pudo ver sus braguitas blancas.

Sonó el timbre, como era normal se levantó Antonella, la paella había llegado, una chica llegó a la cocina, le dejó allí, recibió el pago y una propina más que aceptable. Ésta pidió ayuda y como no, quién se levantó ante tal petición, el gaditano que era un galán se acercó mientras seguían conversando su amigo y su novia. Mientras preparaban los cubiertos y los platos se quedan Antonella y Pedro uno frente al otro y es Antonella la que levanta la mano acariciando con muchísima sensualidad a éste, moja su dedo con algo de saliva y se lo acerca a los labios de éste, su respuesta cerrar los ojos en señal de placer. Antonella miró a su entrepierna, vio como su pantalón vaquero se estiró, buena señal, empalmaba bien y parecía que tenía una buena tranca, no había tiempo para recrearse más. Antonella dudó de si acercaba la paella a la mesa o servía los platos con la ayuda del gentil caballero. El caso es que sirvieron los platos y a la vuelta recogieron los que estaban vacíos.

Al estar sentados los cuatro sobre la mesa, se percató Elías de que tenía pintura de labios en sus labios Pedro, por un momento sonrió y se hizo el loco. Comían gratamente más que hablaban como es normal, más aún cuando la paella estaba exquisita. Lo cierto es la confianza, el exceso de relajación o vete tú a saber si lo hizo con toda la intención del mundo Antonella coge un langostino y comienza a chuparlo con intensidad, como resultado un sonido un tanto sorpresivo, el caso es que los tres restantes se sorprendieron, Pedro para echar un capote a Antonella comenzó a reírse provocando la risa incluso de ésta, el broche de oro lo puso con un comentario su hijo Elías:

-¡ Mamá si todo lo hace con esa pasión¡ -exclamó Elías.

-Antonella se ruborizó pero reaccionó bien y dijo: “ Desde luego que va a pensar tu novia y Pedro de mi” -recalcó ésta.

-Estoy muy seguro que Pedro tiene todas las buenas intenciones para Ti-dijo Elías.

Lo cierto es que Antonella se dio cuenta de que Pedro tenía manchado sus labios de su pintura de labios, y que su hijo también se había percatado, bien pensó Ella: ” Quizá tenga suerte y nos dejen un par de horas para gozar del sexo después del almuerzo y del café.

Llegó el momento de preparar el café, Antonella como anfitriona se levantó y aprovechó para ir a su habitación a cambiarse de ropa interior ya que sus braguitas estaban muy mojadas ante tanto intercambio de miradas insinuantes por varias partes. Al ver que tardaba en exceso Pedro se levantó y vio como Antonella salía de su habitación colocándose su falda, sonrió al verla, ésta se lo devolvió con un beso volado, no quería mancharle nuevamente con pintura, aprovechó tal momento para limpiarle la pintura anterior. Por otro lado Elías advirtió a su novia de dejarlos solos justamente después del café.

Así fue, al terminar el café Elías y su novia Hanna dijeron que iban a sacar la ropa de las maletas, la iban a colocar para luego dar un paseo, y enseñarle un poco los alrededores a su novia, añadieron que en unas tres horas regresarían para buscar un lugar dónde cenar.

Según cerró la puerta Antonella, se acercó ésta a Pedro y le dijo:

-Estoy casada, hace casi cinco años que apenas veo a mi marido, ya no me acuerdo lo que es un hombre-remarcó Antonella.

Ante tal ataque de sinceridad, Pedro sabía cómo tratarla.

Pedro hizo sentarla y le abrió las piernas, le apartó el pelo y comenzó a dar suaves lengüetazos sobre sus orejas al tiempo que masajeabas sus pequeñas mamas, Antonella comenzaba a gemir tenuemente, lo cierto es que sentía vergüenza debido a sus principios religiosos. Pedro iba despacio, las manos las dirigió hacia su vulva, la masajeó suavemente, ya Antonella gemía con más frecuencia, los gemidos se sucedían con mayor intensidad y frecuencia, un tremendo orgasmo le sobrevino. A continuación Pedro la levantó, le ayudó a quitarse toda su ropa interior, de su sostén saltaron dos mamas pequeñas terminando en unos más que notables pezones, tenía unos hermosos pechos, más firmes que los de una niña de veinte años, eran increíblemente hermosos. Se sentó frente a él, sus brazos rodeaban los hombros de Pedro, mientras ésta cabalgaba con un ímpetu descontrolado, gemía muy suave pero parecía que iba acompasada con sus brincos, de buenas a primeras le pidió el relevo a éste, la penetraba de una manera muy salvaje, se hizo el silencio unos pocos segundos hasta que Antonella le dijo al oído: “Fóllame, fóllame, fóllame de manera más salvaje, nunca he sentido algo parecido” Dentro de mi coño hay fuego, fuegos artificiales, veo luces de colores, estoy en el paraíso-exclamaba ésta. Elías al oír sus palabras se entregó totalmente a la causa, ya se había corrido pero la polla la tenía muy dura, la chica hacía de afrodisíaco. Tenía los ojos cerrados pero sus oídos sentían los golpes de la nalgas, su polla estaba empapada de los elixires que aquella dama expulsaba. Por un momento le levantó las axilas y le comenzó a dar unos lengüetazos brutales, volvió a provocar otro orgasmos o varios seguidos, la chica era muy agradecida, que más puede pedir uno, la chica le estaba haciendo el amor. Pedro era cómplice total, estaba embaucado, anonadado y sorprendido de lo que le hacía sentir, jamás conoció a hembra que lo provocara con tal sensualidad. Todo aquello ya estaba dudando si era un sueño y luego se iba a caer de la cama-pensó Pedro. Era un realidad que estaba viviendo, Antonella no paraba de gemir, él le seguía dando pingazos, hacía lo imposible por agradarla porque mantuviese un estatus placentero el mayor tiempo posible. Por un momento Antonella enmudeció, pasaron varios largos segundos sin oírla, Elías se asustó, la levantó estaba inmóvil, la trató con dulzura, la sentó en el sillón y esperó unos segundos más, Ella no reaccionaba, Pedro pensaba en lo peor, pareciese que estaba inconsciente, abrió los ojos y le dijo:

-“ Acércate mi amor, gracias por haberme hecho sentir una mujer-aclaró Antonella-. En algún momento de mi vida, inocente de mí, me han hecho creer que no servía para satisfacer a un hombre, ya veo que tan sólo me hacía falta un hombre que me hiciera sentir como una mujer- le explicó Antonella.

-Eres simplemente increíble, eres perfecta-dijo Pedro.

A las casi dos horas y media Llegaron su hijo Elías acompañado de su novia Hanna, estaban preparados los cuatro para ir a cenar. El día siguiente casi por exigencia de Pedro fueron a visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo.

Cuatro semanas después de haber llegado a Alemania, regresó Pedro a casa de Antonella, aquí volvió a pasar cuatro días en compañía de su amada. La relación se hizo cada vez más estrecha, Antonella iba a Alemania a ver a su hijo y a disfrutar de su amante y éste le devolvía las visitas con frecuencia.