Erotismo y Amor

Elías y Pedro, el primero canario, de Gran Canaria y el segundo gaditano fueron compañeros de universidad, terminaron la carrera de Ingeniería informática año por año al tiempo que perfeccionaban el inglés, alemán y chino, vamos eran inseparables además de trabajar para la misma multinacional. Los dos eran dos rubios fornidos de casi metro noventa ambos, vamos que levantaban pasiones doquiera que iban.

Pedro era muy aficionado a la botánica, de hecho era su segunda opción para estudiar pero de momento lo tomaba como un aficionado avanzado. Ya le había comentado a su amigo inseparable Elías que quería visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo, comúnmente conocido como “Jardín Canario” por los habitantes de Gran Canaria, ésta era una de sus prioridades en la vida.

Corría el año 2019 cuando en una mañana muy gélida en Alemania, tomaba un café y pensaba profundamente Pedro en visitar Gran Canaria, así se lo comunicó éste a Elías. Elías se contentó mucho al oírlo ya que hacía casi tres años que no veía a su madre, tan sólo se comunicaba con ella mediante llamadas telefónicas o vídeo llamadas, éste levantó el teléfono a media tarde y le comunicó a su madre la visita con su grandísimo amigo.

Antonia la madre de Elías sabía de la existencia de Pedro pero ni lo conocía físicamente ni había cruzado palabra con él. Antonia vivía sola, su marido un empresario de éxito hacía varios años que había abandonado su residencia en Gran Canaria, viajaba por todo el mundo, el dinero sobraba pero el amor estaba vacío, de vez en cuando recibía una llamada de éste y poco más, ya hacía tres años que no pisaba o por lo menos Ella lo desconocía que pisara suelo insular. Lo cierto es que Ella no trabajaba, no le hacía falta, si practicaba muchísimo deporte y se cuidaba, para ser casi una cincuentona se mantenía como una niña de veinte y cinco años.

Una vez que sacaron los billetes para semana santa, Elías mandó una foto de Pedro a su madre y realizó una videollamada con los tres para que se conocieran algo. Evidentemente si juntamos los carnavales de Cádiz y los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria, tenemos una diversión asegurada por tanto una conversación muy fluida y distendida. Pedro aprovechó para halagar a la madre de Elías, como no una mujer muy educada y muy hermosa que le iba a hacer de anfitriona a su hijo, su novia y él, hasta una poesía recitó, estaba muy claro que con el gaditano se le daba color y calor a la conversación, además como dijo Pedro: “ El Cádiz y la UD Las Palmas visten de amarillo” Las risas de los tres eran brutales, se desternillaban.

Aquella conversación se difuminó conforme pasaban los días y ciertamente Antonia se encontraba sola, no era capaz siquiera de mantener una relación carnal con otro hombre que no fuese su marido, era una mujer fiel y arraigada a sus principios o quizá enclavada en el pasado, ella no quería reconocer que quizá su marido no volviese ni siquiera de visita, en fin era su decisión.

Llegado el día Antonia fue con una furgoneta a buscar a los tres al Aeropuerto, al ver salir a su hijo por la puerta de llegada le dio un grandísimo abrazo, como no las lágrimas se manifestaron, normal tantos años sin verlo y además estar sola, cualquier ser humano habría reaccionado igual. Seguidamente besó a la novia de su hijo una preciosa Húngara que hablaba un perfecto español y por último saludó al gaditano que se comía con la vista a Antonia, era un conquistador, seductor, un galán. Ya en el primer abrazo con Pedro notó la dureza de su tranca, quizá lo alargó para prolongar en décimas de segundo aquella situación sorpresiva. Justo antes de subirse al coche levantó el teléfono y dijo al responder alguien al otro lado del teléfono: “ En veinte y cinco minutos, que esté todo preparado”

Antonia condujo hacia su casa, disponía de varias plazas de garaje y algunos apartamentos en aquel edificio. Al entrar, en su casa, ya por orden de Antonia había un gran mesa llena de aperitivos, como no había quesos semicurados de los altos de Gran Canaria, aceitunas procedentes del sureste de Gran Canaria, un buen jamón pata negra y como no para beber en la nevera vino blanco del Archipiélago Canario así como una botella de un ron añejo, todo esto era la antesala de una gran paella de mariscos que llegaría un rato después.

La conversación era muy agradable entre los cuatro, muchas anécdotas y andanzas de estos años contaba su hijo Elías , de cómo había conocido a su novia y el cable que le había echado Pedro para organizarle una pequeña fiesta y conquistarla. Siempre Pedro ponía el tono humorístico, al tiempo que se comía con la vista a Antonia, ésta vestía una corta falda vaquera y unas zapatillas de deporte. En aquella mesa estaban sentados frente por frente Elías con su novia y Antonella con Pedro, ya las miradas eran más penetrantes, más aún cuando Antonella abrió un poco más de la cuenta las piernas y Pedro pudo ver sus braguitas blancas.

Sonó el timbre, como era normal se levantó Antonella, la paella había llegado, una chica llegó a la cocina, le dejó allí, recibió el pago y una propina más que aceptable. Ésta pidió ayuda y como no, quién se levantó ante tal petición, el gaditano que era un galán se acercó mientras seguían conversando su amigo y su novia. Mientras preparaban los cubiertos y los platos se quedan Antonella y Pedro uno frente al otro y es Antonella la que levanta la mano acariciando con muchísima sensualidad a éste, moja su dedo con algo de saliva y se lo acerca a los labios de éste, su respuesta cerrar los ojos en señal de placer. Antonella miró a su entrepierna, vio como su pantalón vaquero se estiró, buena señal, empalmaba bien y parecía que tenía una buena tranca, no había tiempo para recrearse más. Antonella dudó de si acercaba la paella a la mesa o servía los platos con la ayuda del gentil caballero. El caso es que sirvieron los platos y a la vuelta recogieron los que estaban vacíos.

Al estar sentados los cuatro sobre la mesa, se percató Elías de que tenía pintura de labios en sus labios Pedro, por un momento sonrió y se hizo el loco. Comían gratamente más que hablaban como es normal, más aún cuando la paella estaba exquisita. Lo cierto es la confianza, el exceso de relajación o vete tú a saber si lo hizo con toda la intención del mundo Antonella coge un langostino y comienza a chuparlo con intensidad, como resultado un sonido un tanto sorpresivo, el caso es que los tres restantes se sorprendieron, Pedro para echar un capote a Antonella comenzó a reírse provocando la risa incluso de ésta, el broche de oro lo puso con un comentario su hijo Elías:

-¡ Mamá si todo lo hace con esa pasión¡ -exclamó Elías.

-Antonella se ruborizó pero reaccionó bien y dijo: “ Desde luego que va a pensar tu novia y Pedro de mi” -recalcó ésta.

-Estoy muy seguro que Pedro tiene todas las buenas intenciones para Ti-dijo Elías.

Lo cierto es que Antonella se dio cuenta de que Pedro tenía manchado sus labios de su pintura de labios, y que su hijo también se había percatado, bien pensó Ella: ” Quizá tenga suerte y nos dejen un par de horas para gozar del sexo después del almuerzo y del café.

Llegó el momento de preparar el café, Antonella como anfitriona se levantó y aprovechó para ir a su habitación a cambiarse de ropa interior ya que sus braguitas estaban muy mojadas ante tanto intercambio de miradas insinuantes por varias partes. Al ver que tardaba en exceso Pedro se levantó y vio como Antonella salía de su habitación colocándose su falda, sonrió al verla, ésta se lo devolvió con un beso volado, no quería mancharle nuevamente con pintura, aprovechó tal momento para limpiarle la pintura anterior. Por otro lado Elías advirtió a su novia de dejarlos solos justamente después del café.

Así fue, al terminar el café Elías y su novia Hanna dijeron que iban a sacar la ropa de las maletas, la iban a colocar para luego dar un paseo, y enseñarle un poco los alrededores a su novia, añadieron que en unas tres horas regresarían para buscar un lugar dónde cenar.

Según cerró la puerta Antonella, se acercó ésta a Pedro y le dijo:

-Estoy casada, hace casi cinco años que apenas veo a mi marido, ya no me acuerdo lo que es un hombre-remarcó Antonella.

Ante tal ataque de sinceridad, Pedro sabía cómo tratarla.

Pedro hizo sentarla y le abrió las piernas, le apartó el pelo y comenzó a dar suaves lengüetazos sobre sus orejas al tiempo que masajeabas sus pequeñas mamas, Antonella comenzaba a gemir tenuemente, lo cierto es que sentía vergüenza debido a sus principios religiosos. Pedro iba despacio, las manos las dirigió hacia su vulva, la masajeó suavemente, ya Antonella gemía con más frecuencia, los gemidos se sucedían con mayor intensidad y frecuencia, un tremendo orgasmo le sobrevino. A continuación Pedro la levantó, le ayudó a quitarse toda su ropa interior, de su sostén saltaron dos mamas pequeñas terminando en unos más que notables pezones, tenía unos hermosos pechos, más firmes que los de una niña de veinte años, eran increíblemente hermosos. Se sentó frente a él, sus brazos rodeaban los hombros de Pedro, mientras ésta cabalgaba con un ímpetu descontrolado, gemía muy suave pero parecía que iba acompasada con sus brincos, de buenas a primeras le pidió el relevo a éste, la penetraba de una manera muy salvaje, se hizo el silencio unos pocos segundos hasta que Antonella le dijo al oído: “Fóllame, fóllame, fóllame de manera más salvaje, nunca he sentido algo parecido” Dentro de mi coño hay fuego, fuegos artificiales, veo luces de colores, estoy en el paraíso-exclamaba ésta. Elías al oír sus palabras se entregó totalmente a la causa, ya se había corrido pero la polla la tenía muy dura, la chica hacía de afrodisíaco. Tenía los ojos cerrados pero sus oídos sentían los golpes de la nalgas, su polla estaba empapada de los elixires que aquella dama expulsaba. Por un momento le levantó las axilas y le comenzó a dar unos lengüetazos brutales, volvió a provocar otro orgasmos o varios seguidos, la chica era muy agradecida, que más puede pedir uno, la chica le estaba haciendo el amor. Pedro era cómplice total, estaba embaucado, anonadado y sorprendido de lo que le hacía sentir, jamás conoció a hembra que lo provocara con tal sensualidad. Todo aquello ya estaba dudando si era un sueño y luego se iba a caer de la cama-pensó Pedro. Era un realidad que estaba viviendo, Antonella no paraba de gemir, él le seguía dando pingazos, hacía lo imposible por agradarla porque mantuviese un estatus placentero el mayor tiempo posible. Por un momento Antonella enmudeció, pasaron varios largos segundos sin oírla, Elías se asustó, la levantó estaba inmóvil, la trató con dulzura, la sentó en el sillón y esperó unos segundos más, Ella no reaccionaba, Pedro pensaba en lo peor, pareciese que estaba inconsciente, abrió los ojos y le dijo:

-“ Acércate mi amor, gracias por haberme hecho sentir una mujer-aclaró Antonella-. En algún momento de mi vida, inocente de mí, me han hecho creer que no servía para satisfacer a un hombre, ya veo que tan sólo me hacía falta un hombre que me hiciera sentir como una mujer- le explicó Antonella.

-Eres simplemente increíble, eres perfecta-dijo Pedro.

A las casi dos horas y media Llegaron su hijo Elías acompañado de su novia Hanna, estaban preparados los cuatro para ir a cenar. El día siguiente casi por exigencia de Pedro fueron a visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo.

Cuatro semanas después de haber llegado a Alemania, regresó Pedro a casa de Antonella, aquí volvió a pasar cuatro días en compañía de su amada. La relación se hizo cada vez más estrecha, Antonella iba a Alemania a ver a su hijo y a disfrutar de su amante y éste le devolvía las visitas con frecuencia.

Me mudé a una nueva ciudad por trabajo. Solo conozco a mis compañeros, y algunos familiares con los que vivo. Quería conocer más personas, y por qué no, chicas con quién salir. Así entré a Tinder. Durante algunos días fui consiguiendo matches e iniciando conversaciones. Hasta que llegó Karina. En sus fotos se veía preciosa, rostro muy bello, un año menor que yo. Realmente quedé flechado, y esperaba que hubiera Match. Tras unas horas, ví su nombre aparecer en la lista. Decidido empecé la conversación, realmente se había vuelta amena y por facilidad de conversar le pedí su número. A los 2 días le llamé, y conversamos por una hora, realmente me caía muy bien. Quedamos encontrarnos en la plaza de la ciudad, ya que no conocía suficientes lugares, y le bromeé que ella sería mi guía.

Estaba un tanto nervioso al verla, realmente era preciosa, y ahora que la veía, tenía buen cuerpo sobre todo sus piernas tonificadas y algo gruesas. Traía una blusa manga larga off shoulder, por lo que veía sus delicados hombros y cuello. Sus labios carnosos me tentaban a besarla, pero no quise apresurar nada. La cita duró 5 horas, en las cuales no dejamos de conversar. Fue una cita maravillosas.

Tras eso, vinieron varias conversaciones por teléfono y chat igual de largas y amenas, algunas salidas (no tan frecuentes como quisiera), nos entendíamos muy bien, y pensar en su atractivo físico hizo que empezara a gustarme.

Estuvimos 5 meses sin vernos, tan solo por llamadas, y le pedí salir. Esperaba ese día con ansias. Cuando por fin nos vimos, me quedé embobado, y sus labios me llamaron aún más. Ella me dió un fuerte abrazo, el cual correspondí, y nos quedamos unos segundos más de lo normal abrazados. Tras separarnos, nos saludos con beso en la mejilla, aunque mis labios estuvieron muy cerca de la comisura de los suyos, debía controlar mis ansias, o hablarle de mis sentimientos. Caminamos y no se puso incómoda cuando le rodee el brazo y fuimos caminando así. Llegamos al parque en el que pasamos nuestra primera cita. Mientras conversábamos, nos mirábamos fijamente mucho más seguido, y no dejaba de repetirle que era hermosa, y acercándome a la comisura de sus labios lo cual ella disimulaba abrazándome. Tras 2 ocasiones en que sucedieron eso, decidí ya no comportarme así, a ella yo le caía bien y seguro que solo como amigos, lo cual me entristeció. Dejamos el parque para poder ir a alguna cafetería y seguimos caminando yo abrazándole, hasta que de la nada, ella se giró, clavó su mirada en mí por 2 segundos, miró mis labios y se acercó a besarme. Por fin mi anhelo se había cumplido, un beso tierno, mientras ella ponía sus brazos en mi cuello y yo dirigí mis manos a su espalda media. Nos besamos y al separarnos, ella dijo:

– ¿Desde cuándo querías besarme?

– Desde que te vi hoy.

– Entonces, ¿te gusto? – dijo, con un tono soñador, como adolescente preguntando si le gusta al alguien.

La contemplé y le aseguré: Claro que me gustas, me encantas. Y la abracé, sintiendo en olor de su cuello en el proceso, mientras posaba mis manos en sus caderas, que me tentaban también.

Ella sonrió, satisfecha y nos besamos nuevamente en medio de la vereda. La tomé de la mano y buscamos alguna cafetería. Tras ello, decidí acompañarle a su casa, fuimos en taxi y estuvimos abrazados y dándonos pequeños besos. En su puerta nos besamos más largo, y avancé a su cuello, ella solo rió diciendo que le daban cosquillas.

Estuvimos saliendo un mes así, hasta que le pedí que fuéramos novios, ella aceptó.

Su cuerpo seguía tentandome, y quería probarlo. Estaba ansioso a que llegara ese momento de hacerle el amor.

El día que sucedió, decidí tomar vino con ella, algo que le había prometido en nuestras citas. Sin embargo, tuvimos que ir a su departamento a poder tomar el vino allí. Sentados en el sofá mas grande de su sala, estábamos muy pegados e intercalando entre tomar vino y besarnos.

Los besos empezaron dulces y tiernos, pero gracias al vino se volvieron apasionados, Karina me mordía los labios y yo los de ella, besos maravillosos y excitantes. Además de sentir nuestras lenguas, lo que provocaba aún más. Ella soltaba leves gemidos y suspiros.

Ella vestía un pantalón de tela delgada que realzaba sus curvas, y una especie de camiseta larga, podía ver su brassier detrás, y sus senos firmes me llamaban. Yo vestía pantalón y camisa de botones. Mientras nos besabamos, intenté llegar al borde de su camiseta para subirla y sentir la piel de su cintura. Ella se dejó, y le dije con voz suave:

– Quiero sentirte – mientras me echaba en el mueble y atrayendola, la tuve encima se mí.

Sentía su cuerpo, sus piernas sobre mi erección, sus senos sobre mi pecho. Su cabello suelto me hacía cosquillas en el cuello, y ella empezó a besarme, tomando mi rostro con una mano, mientras que la otra bajaba por mi cuello hasta mi pecho, soltando un botón de mi camisa. En esa posición seguí subiendo su camiseta, y sentía la piel cálida de su cintura y espalda baja. Estaba disfrutando, cuando ella se levantó bruscamente, y un poco agitada me jaló para estar sentados como antes.

– ¿Realmente quieres estar conmigo? – soltó en un suspiro. Me enterneció la pregunta, así que respondí:

– Me gustas mucho, te quiero, y está relación es la mejor en la que he estado. Me atraes físicamente, y abrazarte o besarte no basta para calmar mi ansia, porque te deseo.

Ella me miraba fijamente, y me recibió el beso dulce que le di. Quiero hacer el amor contigo, quiero unirme a ti, agregué. Tras ello, ella asintió y aún sentados volvimos a los besos apasionados. Me rodeó nuevamente los brazos y acarició mi rostro. Ahora con más ansias levanté su camiseta y se la quité. Pause los besos para admirar su cuerpo, sus delicados hombros de un tono bronceado, y un brassier azul de encaje. Ella aprovechó ese momento para pasar sus manos por mi pecho y desabotonar mi camisa. Unos mordiscos más en nuestros labios, me terminé de quitar la camisa, para acariciar su espalda, y empezar a besar su cuello. Ella decía mi nombre entre gemidos y suspiros. En mi oído me invitó a su habitación. Me tomó de la mano y me llevó a ese cuarto. A medio pasillo la cargué, y me rodeó el cuerpo con las piernas. Me excitó sentir su piel en mi torso desnudo. Le besé en el cuello mientras avanzaba hacia su cuarto.

Ya adentro había una lámpara de mesa, que emitió una luz suave. La luz nos bañaba, y la admiré desvestida. Nos besamos, intercalando mordiscos y sentí sus manos en mi cintura, desabrochando mi pantalón. Su pantalón tenía una cinta, la cual solté y le quité suavemente. Ahora ambos en ropa interior nos echamos en la cama. Ambos agitados, sintiendo nuestra piel tibia. Quise continuar lo que teníamos en el sofá, así que me eche sobre la cama, y la acomodé encima mío. Entre los besos y gemidos, subí mis manos por su espalda, disfrutando su suave piel, para llegar al broche del brassier. Cuando lo solté, descubrí sus pechos. Quise disfrutarlos, por lo que la voltee en la cama. Besé su cuello, mordiendo suavemente, quería marcar su piel. Bajé por su clavícula, los gemidos me indicaban que estaba disfrutando, hasta que llegué a sus senos, y lamiendo sus pezones, succionandolos, estos quedaron erectos. Karina suspiraba y me pedía más. Le besé su vientre, su cintura, con leves lenguetazos, mientras mis manos le quitaban su ropa interior. Decidí tocar sus sensuales nalgas, durante el juego previo no lo había hecho y tenía ansias de ello. acaricié sus muslos, se los apreté. Realmente tenía buenas piernas. Con cada caricia, notaba que su cuerpo se tensaba. Volví a besar su abdomen. Me pidió que la esimulara. Mientras ella abría sus piernas, introduje 2 dedos en su interior. Mis caricias y juegos habían funcionado. Y ahora que le masajeaba, su respiración agitada y gemidos de placer me tentaban. Quería saborear su interior. Puse sus piernas sobre mis hombros, y mis manos acaraciaban su trasero. Quiero darte placer, le dije con voz lasciva. Sigue así, respondió ella. Mi lengua giraba en su interior y la velocidad hacia que se convulsionara, agitando las caderas. Sus gemidos, se convirtieron en gritos de placer, mientras me exigía más. Decidido a complacerle, cambié mi movimiento y pose una de mis manos sobre su pecho, para jugar con su pezón. La mezcla de placer y dolor le quitaban el aire. Escuché como sus manos se asían de las sábanas, conteniendo la reacción de su cuerpo, que se dejaba embriagar por el deseo carnal. Sentía su cuerpo tensandose, y soltó un grito de placer, afirmando que tuvo un orgasmo.

– Damián, fue increíble. Quiero darte el mismo placer.

Vi su rostro. Durante todo el tiempo de relación mostraba dulzura, pero ahora veía fuego en sus ojos. Me indicó que me sentara apoyado en la cabecera.

Me quitó el boxer, el cual escondía mi erección y solo atinó a decir, con voz sugestiva «sí que le gusto». Le indiqué dónde estaban los condones que llevé, y me lo puso. Se montó encima mío, aún sin penetración. Me besó el cuello, se apartó y con sus manos suaves me acariciaba el pecho y mi abdomen. Me relajaron esas caricias y suspiraba de alivio, hasta que bajó a mi abdomen, muy cerca de la cintura y me arañó suavemente. Sus caricias me excitaron más, así que la tomé de la espalda, y acerqué sus pechos a mi rostro para estimularlos, los succionaba, los mordisqueaba y sentía las manos de ella en mi cuello arañandome, mientras gemía. Entre suspiros me pidió que ya la penetrara, la cual esperaba también con ansias.

Ella se apartó, y tomó mis manos para que las pusiera sobre sus senos y vaya jugando con sus pezones. Con sus manos, hizo un camino de caricias desde mi cuello hasta mi cintura, y tomando mi pene, empezó a acariciar los testículos y acariciándolo a lo largo. Sus dedos jugaban con mi glande. Su estimulación me hizo soltar un gemido. Lo tomó y lo dirigió a su interior, y al introducirlo ella gimió. Yo estaba extasiado, y mientras jugaba con su pecho con una mano, dirigí otra mano a su cadera,.como para guiar sus movimientos. Ella empezó a montarme, con movimientos rítmicos, el cual sentía en todo el cuerpo. Yo cerraba los ojos dejándome llevar, mientras le apretaba ambos lados de la cintura y caderas con mis manos. Ella posaba sus manos en mi cabello, el cual empezó a jalar. Nuestros gemidos estaban en sincronía. Le pedí que se moviera más rápido, y también empecé a moverme para facilitarle. Ella me pidió darle nalgadas. Dirigí mis manos a sus nalgas, su redondez me excitó aún más, y al darle las nalgadas soltó un grito de placer. Esto aceleró aún más sus movimientos, sus muslos estaban tensos, sus pezones erectos, mientras mis manos apretaban su cintura. Ambos llegamos al climax, con fuertes gemidos. Ella se apoyó sobre mi pecho, satisfecha y cansada, y sentimos nuestro sudor.

Nos acomodamos para echarnos ambos en la cama. Admiré su rostro con los rezagos del placer que ambos nos dimos. Sus mejillas coloradas, su cabello alborotado. Nos reímos y nos abrazamos. Le afirmé mis sentimientos, porque notaba que era importante para ella. Tras lo cual ella me prestó algunas ropas grandes, para poder dormir con ella. Así pasamos nuestra primera noche juntos.

Esta es la historia de Adrián, un chico de 20 años, blanco, flaco, lindo, con un cuerpo un poco trabajado del gimnasio. Sale con su novia, amigos y amigas y terminan pasando cosas.

El día había iniciado normal me vestí deportivo para la ocasión una sudadera entallada al cuerpo, una campera negra y unos jeans también ajustados, aparte de llevar mi gorra que era algo que a mí me encantaba, fui a la casa de mi novia Ana y de allí nos fuimos a encontrarse con nuestros amigos en un bar para tomar algo. Ana es rubia, muy linda de cara, con un lindo pelo lacio y largo, físicamente delgada con grandes pechos y un culo redondo pero chico.

Llegamos al lugar nos encontramos con nuestros amigos y los más extraño fue encontrarme a Martu ,que le decíamos así de cariño pero su nombre es Martina, si bien Martu es buena amiga mía habiamos dejado de vernos un tiempo después de haber tenido sexo, antes de que conociera a Ana. Nos saludamos con un beso que fue algo incómodo y después fui saludando al resto de mis amigos y amigas, la presencia de Martu me inquietaba, me gustaba mucho, linda de cara, linda sonrisa, pelo negro hermoso, anatomía chica, su cuerpo era así pero a pesar de tener pechos pequeños tenía un culo demasiado redondo y me volvía loco a pesar de no ser una diosa como para mí lo era Ana. Martu sentía lo mismo por mi sino no se hubiera dado ese amorío.

Seguimos hablando, nos pusimos a beber, la verdad que la estábamos pasando muy bien, risas por un lado y contando anécdotas y chistes. Nos pusimos a bailar, la pasábamos muy bien, como casi siempre, me había puesto a bailar con Ana le tocaba su pequeño culo y yo cerraba los ojos claramente pensando en Martu, eso más la ebriedad hizo que me fuera a la barra a intentar despejarme, Ana se me acercó y quiso que vuelva pero le dije que me sentía mal y que me iba a ir al coche a descansar, ella se ofreció a acompañarme pero finalmente se quedó con los chicos yo salí y subí al auto al cerrar la puerta era Martu que se metió conmigo y me dijo

No tomaste tanto para estar de borrachera

-No lo estoy, es solo que no me siento bien

Es…por nosotros no? Demasiado pronto para volvernos a ver?

-No lo creo, aparte me caes super bien, te necesito. Aparte lo que pasó me gustó mucho

Yo no lo olvido pero bueno yo no tengo novio o novia por ahora…

-En ese momento me la puse a ver tenía también una campera negra, al igual que yo, además una sudadera del mismo color con dibujos blancos, sus pechos parecían más grandes, nos quedamos en silencio mirando hacia la ventana que tenía cada uno, sin cruzar mirada, ella se acariciaba el pelo con su mano, decidí romper el silencio…

La verdad es que me gustas- ella miraba concentrada en lo que decía- pero no podemos estar juntos pero igual me gustaría y creo tener un plan

También me gustas Adrián ya te dije actualmente no tengo a nadie en mi vida pero tampoco quiero una relación a escondidas y que sea todo secreto

La mire comprensivo y le dije- Yo tampoco mi idea es que seamos una pareja abierta que Ana lo sepa y si quiere participar que lo haga, te interesa? Es el único plan que se me ocurrió.

-No pudo evitar esbozar una sonrisa- Me parece bien, ojalá acepte, para mí sería como un premio doble asique encantada- dijo ya con señas de excitación refregando su mano y brazo por el apoyabrazos de la puerta.

No hice más que lanzarme sobre ella besarnos, tire su asiento hacia atrás, la levanté agarrandola del trasero y la lleve bien hacia atrás del coche, deje de besarla para sacarme la campera y la sudadera y ella me paro

No vamos a traer a Ana?

Todavía no- le dije con una cara pícara aprovechandome de una situación que no debería-

Ya con el torso desnudo seguí besandola y ella inicio a desnudarse también sacándose su campera, sudadera y sostén, que era verde oscuro, sus tetitas estaban hermosas pezones marrones oscuros con aureolas normales estuve chupando esas tetas con mis manos debajo de su trasero, ella no podía cerrar la boca era gemido tras gemido hacia el techo del coche como una súplica, era glorioso, sus manos estaban en mis hombros y lentamente empezaron a bajar como una caricia hasta que llegó a la mitad de mi espalda y empezó a hacer una presión para que bajara, yo fui bajando y saque mis manos de su trasero para sacarle el pantalón y las bragas hasta sus rodillas, inicie a chupar su vagina sus labios era chicos y estrechos seguí chupando, Martu seguía sin control sobre sus gemidos no podía parar, tanto que empezó a perder el control de su cuerpo recostandose poco a poco en el asiento trasero, cuando terminó de hacerlo fue mi señal para bajarme los pantalones y que ella volviera a ver mi polla, me miraba con deseo esperando, yo desesperado fui se la metí y empecé a follarla, mis embestidas obviamente fueron lentas pero empezaba a subir, mis manos no soltaban sus pechos y las suyas las refregaba por todo el coche sin parar de mirarme ni un segundo, seguimos así con la sensación de que el tiempo se había paralizado y con la felicidad de lo que estábamos haciendo, la seguí follando ya con más intensidad dejando sus pechos para juntas más fuerza e inercia desde su cintura, Martu dejo de mirarme inclinó su cara hacia atrás poniendo los ojos en blanco, el placer era indescriptible me termine acercando a su cuerpo nos acariciamos y nos besamos, yo terminé saliendo y acabando debajo de sus pechos, nos quedamos semidesnudos abrazados, sentados en la parte de atrás del coche, agitados, al recuperar el aliento nos pusimos a reír.

Que follón…esto fue muy divertido

-Asentí con la cabeza, nos quedamos en silencio un rato, seguía siendo de noche pero ya volverían los chicos y principalmente Ana, nos cambiamos, al rato vinieron y nos fuimos a casa hablando y riendo como lo habíamos hecho a lo largo de la noche.

Era su cumpleaños así que salimos de fiesta con él y su grupo de amigos. Bailamos y tomamos toda la noche. Mientras bailábamos nos besábamos y la situación se calentaba más y más. En la disco estaba todo oscuro así que él aprovechaba cada beso para subirme la falda y manosearme el culo. Me encantaba. Amaba bailar pegada a él y sentirle la verga paradisima y me encantaba saber que todo eso lo provocaba yo. Y el también me provocaba a mí.

Cuando terminó la fiesta sus amigos se fueron de after a otra fiesta. Nosotros hicimos nuestro propio after.

Subimos al auto y me propone ir a un telo, yo estaba excitadisima así que obviamente le dije que sí. Él también estaba muy caliente, se notaba de lejos.

Cuando llegamos nos registramos, pagamos y subimos a la habitación. No era muy grande pero tenía un jacuzzi y la mejor parte: había un espejo en el techo justo encima de la cama.

No terminé de entrar que me agarró y me acorraló contra la pared. Comenzó a besarme desesperadamente, agarrándome el culo como si fuera una pelota antiestres. No podía moverme y me encantaba, él sabía que me encantaba, y aprovechaba para manosearme toda.

Lo empuje suavemente y lo senté en la cama. Me senté sobre él, con mis piernas entrelazadas en sus caderas y lo bese tiernamente. Él aprovecho la posición para manosearme las tetas.

Nos besamos por un largo rato, cada vez estábamos más calientes. Me sacó la remera y yo hice lo mismo con él. Entonces comenzó a chuparme los pezones, al principio suavemente, después un poco más intenso, pero sin dolor, me los mordía suave y los succionaba. Me estaba volviendo loca. Necesitaba que me penetre en ese instante.

Apoyé mi mano sobre su pantalón a la altura de su pija y apreté suavemente, él gimió despacio. Así que me acomode para lograr bajarle el cierre y al fin pude sentir su verga por encima del boxer. Estaba enorme, quería agarrarla, metermela en la boca y comérmela como si fuera un helado. Se la saqué del boxer y lentamente comencé a hacerle una paja, él gemía despacio pero podía escucharlo.

-Estas listo para tu regalo? -Le pregunté, y el solo me miró y se mordió los labios, no le di tiempo para responder. Me metí esa veega gigante en la boca y comencé a darle la mamada de su vida. Estaba segura que le encantaba lo que estaba haciendo, gemía como loco. Yo pasaba mi lengua de arriba hacia abajo, me detenía en el frenillo y lo hacía cada vez más rápido, me metía su pija entera en la boca y la succionaba, mientras que con una mano le masajeaba los huevos. Después de un rato abandone sus testículos y comencé a meter mi dedo cada vez más abajo. Sabía que le encantaba eso, y escuchar sus gemidos me lo confirmaba. Con un dedo en la entrada de su ano, una mano agarrándole la verga y su verga metida entera en mi boca llegó al orgasmo y me trague todo su semen.

Me miró agotado y se mordió el labio inferior.

– Ahora viene la mejor parte del regalo -Me dijo

-Y cual es? -Le pregunte con cara de pícara

-Que me dejes hacerte todo lo que yo quiera

No me dió tiempo de contestar, me acostó en la cama y se puso encima mío. Comenzó a besarme intensamente y me tocaba una teta mientras lo hacía. Su mano comenzó a bajar lentamente y llegó a mi coño. Me levanto la pollera y comenzó a pasar su mano muy suave por encima de mi tanga, que está a empapada a esa altura. Pero con continúo, subió la mano, se levantó, sacó algo de su mochila y me agarró las dos manos, las junto y me las ató a la cama. Me tomo del cuello y me besó, después comenzó a bajar con su boca lento y me besó el cuello, mientras que su mano me recorría todo el cuerpo. Otra vez llegó a mi coño, subió la falda pero está vez tomo mi tanga y me lo arrancó de un tironazo.

Primero tocó mi vagina y se aseguró que esté bien mojada para él, después comenzó a hacerme masajes muy suave sobre mi clítoris, mientras continuaba besándome el cuello. Yo gemía despacio, me encantaba y me exitaba muchísimo que me tocara tan lento. De repente comenzó a aumentar el ritmo, me miraba a los ojos y lo hacía cada vez más y más rápido, me volvía loca de placer. Lo hacía en círculos, de arriba a abajo, de derecha a izquierda y aumentaba y bajaba el ritmo a su antojo. Yo genia sin parar. De repente se detuvo y comenzó a bajar sus dedos, buscando instroducirlos en mi vagina, pero a la vez comenzó a bajar su boca, llegando con sus labios a mi clítoris.

Comenzó a chuparme el coño como si su vida dependiera de ello, lo hacía tan rico, y mientras me chupeteaba el clítoris tenía dos de sus dedos adentro mío, me penetraba con ellos, los metía y sacaba, los movía de diferentes formas adentro mío. Estaba disfrutandolo muchísimo y él lo sabía. Gemía y gemía sin parar. Hasta que acabe dentro de su boca, y aún cuando ya había acabado siguió chupándome el clítoris para ver cómo me corría sin parar.