relatos eroticos

A sus siete años comenzamos la actividad sexual, y hasta el día de hoy que acaba de cumplir 12, seguimos divirtiéndonos uno con el otro..
Todo comenzó un domingo de verano a la siesta. Mi esposa y Carmencita mi hija se fueron al cementerio a visitar la tumba de la abuela. Ludmila no le gusta ir, le causa mucha tristeza. Por lo que se quedó en casa conmigo, hacía tanto calor que decidimos ir a dormir la siesta a la habitación con el aire acondicionado, ella estaba vestida con un liviano short y una remerita de algodón de permitía ya apreciar sus pezones agresivos para su edad. Era ya por entonces una divinura de niña, alta, bien formada, de redondas curvas, que se veían acondicionadas por la práctica de valet que la niña realiza. Sus piernas bien torneadas  terminan en un par de nalgas bien redondas, firmes y altas. Ya se notaba que sería una escultural señorita. Pero hasta aquí nunca se me había pasado por la cabeza el involucrarme sexualmente con una niña y menos con mi nieta. Pero cuando tiene que pasar, pasa.

Nos acostamos y pusimos una película en la tele, en un canal de cable, recuerdo hoy luego de varios años el título de la película: «Amigos con privilegios». Son una chica y un muchacho, tienen sexo pero no son novios. Son amigos. Transcurría la película y de pronto una de las escenas donde tienen sexo bastante atrevido, Ludmila me pregunta como tenían sexo si no eran novios y no estaban casados. Me costó explicarle que se podía tener sexo sin mayor compromiso que el de cuidarse.  Me parece que no quedó muy complacida con la respuesta. Pasado unos minutos mi nieta algo inquieta me pregunta si ella y yo podíamos tener sexo como esa pareja. Me dejó helado la pregunta, busqué en mi mente una respuesta acorde a su edad y sin compromiso, y le dije que sí, se podía pero que no era correcto ya que yo era su abuelo y ella era todavía una nena.

Y de una me soltó que su compañerita Joaquina, ya hacía varios meses que tenía sexo con su papá. Y que le gustaba mucho. Y como Ludmila no tiene papá, ella pensó que yo podía tener sexo con ella y así descubrir lo que tanto le gustaba a su amiga. Obviamente que mi cabeza daba vueltas a mil por hora. Y no contenta mi nieta con haberme contado el secreto de su amiga, se explicitó más, me cuenta que cuando la madre se va a trabajar, Joaquina le chupa el pito al papá hasta tomarse la lechita. Y que le gusta el sabor salado. Guauuuu!!!!

Toda una revelación. Y sin pensarlo mucho, si no no debería haberlo dicho, le pregunto a mi nieta si ella ha visto como es el pene de un hombre. Y me contó que otra amiguita llevó una revista al colegio donde había muchos hombres y muchachos desnudos y se les veía el pito. Les juro que no quise, pero toda esta charla me excitó e hizo que mi verga se pusiera dura. Lo cual al estar Ludmila casi subida a mis piernas notó algo duro bajo su pierna y estirando la mano tomó por arriba del short mi pija. Intrigada la toó  y apretó calibrando el tamaño. Y me dice, abuelo, tu pito está duro y grande.

Yo ya algo lanzado y excitado por lo que la niña me había contado simplemente le ofrecí mostrárselo si ella quería verlo y tocarlo. Mi tripa tiene unos 19x5cms y en la base se ensancha casi hasta los 7cms. Ludmila levanta la carita hacia mí y con una pícara sonrisa me dice que si, que quiere verla. Me bajo el short y libero mi pija la que queda parada apuntando hacia mi vientre. Mi nieta abre grande los ojos, estira su manito y toma la pija por el tronco, apenas abarca su grosor, la cabeza está hinchada, roja. Ludmila se acerca y la olfatea, luego sin verguenza o rechazo alguno, simplemente abre la boca y se mete la cabeza, la cual lame y chupa por unos segundos, luego se saca la verga de la boca y me dice que le gusta el sabor. Yo estoy como loco, mi nieta me está chupando la verga, y lo que es peor, me gusta y no hago nada por detenerla. Al contrario, le digo que la tiene que chupar como cuando come un helado, solamente con los labios y la lengua, ella vuelve a poner boca a la obra, y sigue dándome una rica mamada. Para esto está en cuatro patas sobre mi entrepierna, por lo que su culito queda a mi disposición, por lo que simplemente meto la mano dentro de su short y comienzo a acariciar su culito, su oyito y deslizo mis dedos hacia su conchita, la que descubro algo babosa. Por lo que deduzco que mi nieta está algo caliente. Sus labios vaginales son gorditos, meto dos dedos en su conchita y ella gime abriendo un poco  más las piernas, le está gustando lo que hace, descubro su pequeño clítoris y este está durito, excitado, lo acaricio suavemente y mi nieta gime, y cada vez se mete más la verga a la boca, ya tiene un buen pedazo. Para esto yo estoy a punto de acabar, le informo que pronto va a salir la lechita y que debe tragarla toda, sin sacar la pija de la boca, asiente con la cabeza y se esfuerza más, yo mojo mis dedos en sus jugos vaginales, y acometo su culito, al cual meto primero un dedo y luego el segundo, ella gime y se desespera, se traga media verga y en ese momento le lleno la boca de semen con potentes chorros, ella se traga todo, medio se atraganta con la pija en la garganta pero no la saca, para esto yo le tengo dos dedos completos metidos en su ano. Cuando se calma le saco los dedos del culo, vuelvo a acariciar su conchita, ella se deja hacer, la acomodo boca arriba en la cama con las piernas bien abiertas, me acomodo en medio de ellas y acometo su conchita con mi lengua y mis dedos, pronto la tengo totalmente excitada y a punto de tener un orgasmo, meto dos dedos en su culo y muerdo suavemente su clítoris y mi nieta obtiene su primer orgasmo, tiembla y suspira fuerte, queda medio desmayada por la intensidad del mismo. Nos calmamos y nos recostamos uno al lado del otro, Ludmila no termina de comprender lo que pasó, pero está contenta, y me pregunta: ahora abuelo somos amigos con beneficios? A lo que simplemente le contesto que lo que sucedió entre nosotros nadie nunca puede saberlo, ya que yo iría preso. A lo que mi nieta me contesta que nunca le contará a nadie, ni a su mejor amiga. Así nadie se enterará. Y me pregunta si lo vamos a volver a hacer. A lo que yo le contesté que de a poco iremos avanzando con el sexo. Y mi niña tomando la pija por el tronco, la pajea un poco y mirándome a los ojos me dice, abuelo tu pito es muy grande para mi conchita, peo me gustaría que me la metas como se la mete el papá de Joaquina. Le prometí que pronto pasaría.  Sigue en parte II

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Espero que la memoria no me falle y poder recordar cómo pasaron las cosas aquella vez, ahora tengo 59 años, aún trabajo en una empresa, solo vivo con mi esposa porque mis hijas se fueron de casa hace tiempo. Todo empezó cuando salimos de paseo en familia a un pueblo cercano de la ciudad donde vivíamos, fuimos allí porque es un clima perfecto para descansar en familia y además tiene sitios de recreación excelentes. Llegamos al hotel donde nos hospedamos, nos tocó a todos en un solo cuarto, mis hijas en una cama y nosotros en otra. Eran unas niñas hermosas, una de ellas tenía 7 y la mayor 10 años, después que dejamos todas las cosas en el hotel y cambiarnos, salimos a conocer el pueblo, buen clima y la gente muy amable. Estuvimos un buen tiempo caminando por varias calles y luego nos devolvimos para el hotel, llegamos y enseguida bajamos para la piscina, a mis niñas les encantaba mucho, cada vez que tenían la oportunidad la aprovechan hasta el cansancio. Bajamos todos a la piscina y compartimos largo rato, yo estaba un poco cansado y les dije que me iba para mi cuarto, que deseaba descansar un poco y que luego nos veríamos, así pasó, me subí al cuarto y descansé un poco, al rato me levanté y me fui a duchar, lo hice, pero no cerré la puerta del baño, estaba solo. Cuando me estaba bañando entró mi hija de 10 años, no me di cuenta y como estaba desnudo ella me vio, la verdad no sé cuánto tiempo estuvo ella viéndome, solo que al voltear la vi ahí, era la primera vez que ella me veía completamente desnudo, pero yo a ella muchas veces, cuando me bañaba con ella siempre la desnudaba para bañarse, pero yo me quedaba siempre en bóxer, en ese momento me preocupaba que mi pene estaba erecto y con el vello púbico se veía aterrador para ella. Padre: Hija porque no golpeaste la puerta, qué pena contigo, mira como estoy. Siguió con su mirada baja viendo mi pene. Hija: Que pena contigo papi no sabía que te bañabas, pero como tengo ganas de hacer chichi por eso entre sin golpear. No entendía porque no fue hasta el baño del lobby, sabía que me estaba bañando, me pregunté, porque no esperaba hasta que saliera de la ducha para entrar al baño, en fin, solo pensé. Ella salió del baño y se dirigió a su cama, le pregunté por su hermana y su mamá, Hija: Se quedaron en la piscina. Yo cerré la puerta y seguí en mi baño, pensaba en que ella me quería ver desnudo y despertó una sensación rara en mí, me gustaba lo que estaba sintiendo. Entonces recordé unos años atrás, cuando tenía como 8 años tal vez, me encantaba que se sentará en mis piernas cuando tenía sus vestidos y yo en pantalones cortos, en algunos momentos alcanzaba a tener pequeñas erecciones porque sentía la piel de sus pequeños muslos cuando rozaban los míos y no puedo negar que algunas veces mis manos terminaban masajeando sus pequeños muslos una y otra vez, pero nunca llegué a tocar su vagina. Algunas veces cuando se bañaba conmigo y estábamos solos en el apartamento, al terminar nuestro baño, me colocaba mi toalla para cubrir mi pene y la envolvía en su toalla, la llevaba alzada hasta mi cuarto y me acostaba con ella en la cama, le decía que era para que se nos quitara el frío y no dejaba que ella me viera desnudo, nos acostábamos debajo de las sábanas y nos quitábamos las toallas, luego la abrazaba por largo rato para sentir su cuerpo, después me sentaba y la sentaba en mis piernas con sus piernas abiertas sobre mi pene y colocaba sus piernas alrededor de mi cintura y le hacía colocar sus brazos rodeando mi cuello, siempre nos cubrimos con la sábana para que ella no me viera el pene, me encantaba tenerla así, solo que no sentía deseo por ella pero tenía pequeña serecciones, creo que ella no sentía, nunca me dijo nada, me gustaba sentir sus labios vaginales rozando mi pene y abrazarla fuerte, ella siempre me decía que le picaba mucho su vaginita, imagino que pasaba porque rozaba con mi vello púbico, pero no le decía nada, era nuestro juego, pero no hacía nada más. No entendí porque esos recuerdos llegaban a mi mente en ese momento, algo extraño porque nunca había pasado, llegué a pensar que ella tal vez los recordaba y quería confirmar algo, pero eran solo suposiciones y tampoco le preguntaría a ella para confirmar. Para salir del baño me coloque una toalla, solo que aún se me notaba mucho mi erección. Al llegar a su lado le dije que ya podía entrar al baño, había terminado de bañarme. Ella se levantó de la cama y se dirigió al baño, me di cuenta que su mirada iba dirigida hacia mi pene. Ese día pasó así, después que pasó solo pensaba en ese momento, recordaba como la vi mirándome desnudo cuando me bañaba, era algo inexplicable y aterrador para mí, no entendía porque estaba sintiendo tanto deseo por ella, era algo incontrolable. Al regresar a casa del paseo, mi cabeza me cuestionaba por lo que empezaba a sentir por ella, las preguntas aparecían todos los días. ¿Sería que le había gustado verme así? ¿Recordó cuando jugábamos debajo de las sábanas y deseaba saber que le hacía sentir cosquilla en su vaginita? ¿Tal vez quería volver a sentir esas sensaciones y le daba pena decirme? ¿O por el contrario se había molestado conmigo por no haber cerrado la puerta? Entonces empecé a imaginar cómo podría comprobar todas mis dudas y preguntarle porque se quedó mirándome sin decir nada. Solo debería esperar el momento oportuno para confirmar todas mis dudas y eso podría ser cuando estuviera solo con ella.

por decir algo. Alta, cuerpo precioso, linda car, cuello alto tetas grandes, pezones grandes con grandes aureolas, cuerpo firme, vientre plano, culo redondo, su matorral siempre recortado, piernas largas. Nos bañábamos en la piscina y nos conocíamos bien . Un día empezamos a hablar de pornografía y que nos gustaba. LIna me dijo que le gustaba mirar a las lesbianas y a las pareja s swingers y yo le conté que miraba a las chicas más jóvenes que tiraban desvergonzadamente. Sin pensarlo se me erectó mi polla y LIna me dijo…oye que pollaza te gastas chico….ja.ja.ja.
si quieres te la muestro para que me digas si te gusta? Echa afuera chaval…me saqué el bañador y quedé desnudo total…¿qué me dices Lina? …excelente polla amor…tócala es toda tuya Lina y puedes hacer con ella lo que desees. LIna la tomó y la acarició un par de minutos por lo que mi jugo seminal salió naturalmente. Ella sin decir nada se acomodó y se la metió en la boca succionándome el jugo y empezó a chuparla con maestría. Veo que res experto Lina ¿cuantas has chupado ya? Curioso…dime por favor…ja.ja.ja…más de diez y menos de quince…bien putaza hermana…no lo niego pues me vuelve loca tener sexo…a ver ven para acá, le dije y la atrai hacia mí…luego le bajé el sostén del bañador y le bajé la tanga…espera Toni me dijo y se incorporó…se sacó todo y se puso a mi lado acariciándome el pecho…la besé y me respondió amorosa y jugosamente con toda su lengua metida en mi boca…babeábamos los dos, empecé a acariciar las tetas, firmes y duras con unos pezones preciosos, duros y parados con la excitación…No esperó mucho pues estaba excitadísima y empapada, me puso de espaldas y se ensarto mi polla hasta los pendejos, completa y eso que tiene unos no despreciables 17 centímetros y empezó a cabalgarme con mucho brío….yo el manoseaba las tetas y ella me pasaba los pezones para chuparlos y pellizcarlos…estuvimos follando durante una hora, le metí dos enormes polvos eyaculados abundantemente y ella tuvo dos enormes orgasmos bien gemidos, tiritados y llenos de sensaciones gratificantes…la vi gozar como nunca había visto alguna de las chavalas que me he follado…descansando hablamos…Sabes toni que he quedado fantástico mejor que con mi novio y con los seis más con que he follado, lo que quiere decir que el incesto es el ideal pues es algo que no se puede tener con los extraños ¿qué te parece? excelente amor y creo que seguiremos así por mucho tiempo…ja.ja.ja…dicen que el incesto entre hermanos dura toda la vida así es que ya te veo culiándome a los ochenta ja.ja.ja….Sabes LIna por lo menos tendremos siempre sexo cualquiera sea la condición en que nos encontremos…obvio así es que ya somos infieles antes de casarnos ja.ja.ja.
De esto hace ya varios años y seguimos igual follando a los menos dos veces por semana pues ella ya está casada y yo debo atender a mi novia pues me casaré en dos meses más.
Debo decir que el incesto es maravilloso pues tiene varios ingredientes más que la pareja corriente. En realidad lo recomiendo y ojalá empezarlo temprano por ejemplo a los quince ellas y ellos cuando ella esté dispuesta. Es una forma extraordinaria de gozar el sexo.

Al escuchar los ruidos que venían de la sala, nos separamos y arreglamos nuestra vestimenta, yo me senté en una silla y me hice el dormido, Adela como que metió los vasos al lavabo de la cocina, y salió a ver quien era, en eso escucho que dice….HIJITA…QUE PASA…en eso Analí, MAMA TENGO SED QUIERO AGUA , y entró a la cocina al verme dormido en la silla dijo…….MAMA MI PADRINO ESTA DORMIDO…MEJOR LO LLEVAMOS A LA SALA Y QUE DUERMA EN UN MUEBLE……POBRECITO MAÑANA VA ESTAR MAL, ..Adela, aceptó la propuesta de Analí, las dos vinieron a cargarme para acomodarme en la sala, en eso yo me despierto, y vi a las dos frente a mi, mis ojos se fijaron en Analí, que tenía su ropa de dormir que mostraba sus encantos, ella me abrazó para ayudarme, yo les dije, …ME QUEDE DORMIDO …ESTABA CANSADO , ME VOY A MI CASA…..NO QUIERO MOLESTAR, ellas se opusieron a que me vaya, yo insistí, por que la calentura estaba subida, las ganas de quedarme también martillaban mi calentura, no podía poner en riesgo la confianza y el cariño que me ofrecieron. Al día siguiente me quedé en casa a descansar y arreglar un poco , en la tarde vino la chibola de la pensión, a lavar mi ropa hacer limpieza, terminó }, yo la atajé, nos bañamos , en mi cuarto nos pusimos a ver una película acostados en mi cama, a media película, ella comenzó a besarme y luego su mano estaba en mi verga pajareándolo, me puso en pindinga, yo comencé a besar sus senos tiernitos ya sus pezones estaban paraditos , la chibola gritaba cuando le metía mi verga a su conchita ajustadita, AYYYY …PAPITOOO….QUE RICOOO…….ME CACHASSSS ME GUSTA TU RICA PINGAAA, …la chibola estaba ya acostumbrándose a mi forma de cachar, ella se acomodaba en todas poses, la que más le gusta era era piernas al hombro, ella no quería que saque mi verga de su concha, toda mi leche se quedaba en vagina. Al día siguiente a eso de las 10 de la mañana me cayeron Adela y su hija, estaban hermosísimas, traían unos shorts, provocativos, para invitarme a almorzar a un restaurante, la que más insistió fue mi futura ahijada, llegamos al restaurante, buena atención, la comida aceptable, y lo mejor tenía grupo musical, Adela me invitó a bailar, Gustavo le daba permiso, bailamos , luego fue mi ahijada, se movía provocativamente, yo estaba un poco avergonzado, seguíamos tomando, Gustavo ya estaba mareado, yo me batía con las dos, a eso de las 4 de la tarde le dije a Adela…..Creo que ya es hora de irnos , tu marido está borracho, comprendió la situación y nos fuimos, llegamos a su casa y querían seguirla, sobre todo mi ahijada, yo lr dije……YO ESTOY CANSADO, MAÑANA TENGO QUE IR A TRABAJAR…OTRO DIA LO CONTINUAMOS…..Mi ahijada dijo…….MIRA PADRINO…..ESTAMOS QUEDANDO, Les di un beso y me fui, estaba carretón. Como a los dos días me encontré en el Mall con mi ahijada, estaba con unas amigas, estaban buenas pero ella tenía mejor cuerpo, vino me abrazó y me dio un beso en la mejilla, y me dijo….PADRINO….INVITAME UN HELADO….yo le dije …Y TUS AMIGAS VIENEN ?……ella dijo….NO…ELLAS NO VIENEN…QUIERO ESTAR SOLA CONTIGO…LE INVITÉ EL HELADO…NOS PUSIMOS A CONVERSAR…ME CONVERSABA MAS DE SUS PADRES. ..QUE ELLOS TENIAN MUCHAS PELEAS…MI PAPA TOMA MUCHO. Y QUE YO CONVERSARA CON ELLOS….yo le dije …BUENO…VERÉ EL MOMENTO PARA CONVEDRSAR CON TUS PADRES, …terminamos de tomar el helado y nos fuimos con dirección a su casa, la dejé y yo me fui a mi casa, como a los tres días me llamó por teléfono para encontrarnos en un parque y que por ahí había una heladería. Llegué al parque ella estaba en la heladería, pedimos helados y nos pusimos a conversar, pero esta vez yo le preguntaba ….SI TENIA ENAMORADO, ….ella ……..NO TENGO NI QUIERO TENER, MIS COMPAÑEROS SON MUY TONTOS …A MI GUSTAN HOMBRES MAYORES, la conversación estuvo muy amena, estuvimos como dos horas, y nos fuimos, ella me tomó de la mano, yo no dije nada, tomamos un taxi , venía bien junto a mi y mi mano la puso por detrás de su cabeza y me dijo……PADRINO ABRAZAME….yo la abracé, llegamos a su casa, se despidió de mi con un beso en la mejilla, me puso en pindinga. Como a los tres días me buscó Adela en mi casa en la tarde a eso de las 5, yo salía de l trabajo a las 4. Yo abrí la puerta ella entró embalada me abrazó y me beso en la boca, en eso ella me dijo….AMOR TE NECESITO…..NO AGUANTO…QUIERO QUE ME HAGAS FELIZ….PAPITO NO PUEDO ESTAR SIN TI…ERES MI HOMBRE Y TU SI SABES CACHAR…subimos a mi dormitorio, nos desvestimos, hicimos el amor dos veces, cuando terminamos , nos quedamos abrazados en la cama y dijo….AMOR QUIERO VIVIR CONTIGO…MI MARIDO ME TIENE HARTA , UNO PARA BORRACHO, ..SE GASTA EL DINERO EN EL TRAGO, Y LO PEOR A MI ME HA OLVIDADO POR COMPLETO, POR ESO QUIERO VIVIR CONTIGO, yo me quedé pensando un rato lo que le iba a decir y le dije….ADELA…ESCUCHANE UN RATO POR FAVOR…..ESA NO ES LA SOLUCIÓN, USTEDES TIENEN DOS HIJOS, TU TIENES QUE TOMAR LA INICIATIVA PONER LOS PUNTOS SOBRE LAS IES, HAGANLO POR SUS HIJOS, PIENSO QUE TU MATRIMONIO TODAVIA PUEDE SALVARSE…PIENSALO BIEN…HAZLO CON EL CORAZON Y NO CON EL HIGADO….CON ESTO NO QUIERO DECIR QUE NO TE QUIERO…TU SABES QUE TE AMO…ERES MI MUJER…TE DIGOESTO POR QUE TE QUIERO, ella se abrazó de mi y se puso a llorar, la consolé hasta que se calmó, en eso me dijo….AMOR DEJAME CHUPAR TU PINGA…QUIERO TU LECHE,…YMW VOY, ella agarró mi verga y comenzó a mamarla, se la metía dentro de su garganta, me pajeaba y chupaba hasta que me vine, estuvimos un rato en la cama, nos vestimos y despedimos y se fue. Al día siguiente me buscó en mi ahijada, estaba bien bonita y bien perfumada, la hice pasar , se abalanzó sobre mi me dio un beso en la boca, yo me puse carretón, le tomé de las manos y………………………CONTINUA PARTE 4

primero que nada empezaré contando un poco sobre mi, Mi nombre es Emilia y soy una joven chilena de 18 años, carita de niña buena (según mucha gente), piel blanca, ojos cafés, cabello castaño claro, mido 1,58 y peso 55kg, tengo buenas piernas y nalgas grandes, caderona y mis tetas son normales (copa 38b).
soy estudiante de primer año de enfermería, me tocó irme de mi pueblito para poder estudiar en la ciudad, como vengo de familia algo acomodada mis papás me arrendaron un departamento para estar cómoda mientras estudiaba pero de igual manera me busqué un trabajo cerca para poder tener mi independencia y comprarme mis cosas sin pedirle a nadie.

mi trabajo consistía en ayudar a don carlos (mi jefe) los fines de semana en su minimarket, de vendedora o acomodando la mercadería, Don Carlos era un hombre muy simpático, alto, soltero y de aprox. unos 46 años. la verdad la pasaba bastante bien en el trabajo, me ayudaba a relajarme un poco y salir del estrés de la universidad, hasta que empecé a darme cuenta que Don Carlos me miraba con otros ojos, solia mirarme las tetas cuando manteniamos una conversación, me rozaba las nalgas cuando pasaba por detrás de mi, solía abrazarme y pegar su cuerpo al mío, la verdad yo no soy una santa o una blanca paloma asi que al darme cuenta de esto comencé a provocar al viejo solo para molestarlo, total que era lo peor que podía pasar. comencé a vestir más provocativa, a ir con shorts cortitos y un buen escote, a veces con faldita o vestido.

una tarde luego de cerrar me encontraba acomodando las cosas en la bodega junto a don carlos cuando de pronto el cerro la puerta y le puso llave, claramente me espanté pero seguí haciendo mi trabajo calladita.
– estaba esperando este momento hace mucho Putita barata. – me dijo con una sonrisa siniestra mientras se acercaba a mi sosteniendo una cuerda en una de sus grandes manos.
– ¿Que le pasa don carlos? no me puede hablar así. – le dije enfadada mientras retrocedía y chocaba con una de las paredes.
– ¿así? Si tú eres una Puta, te vistes como una cualquiera, yo te voy a enseñar a ser buena perra. – se abalanzó sobre mi tirandome al suelo, me pegó unas buenas cachetadas dejándome aturdida mientras yo trataba de quitarlo de encima. yo lloraba y trataba de pedir ayuda pero Don Carlos era muy fuerte y logro ponerme boca abajo, tomó mis manos y las amarró dejándolas pegadas a mi espalda.
– esto te pasa por provocarme maldita puta ¿pensabas que no haría nada? Te voy a hacer mi perra y sabrás lo que es bueno, las niñas como tú deberían aprender a no andar de putas con señores.
me jalo del pelo con fuerza y lamió desde mi cuello hasta las lagrimas en mis mejillas, luego comenzó a bajarme los shorts junto a mi tanga rosita dejando expuesto mi culito… me posicionó en 4 patas y pegó mi cara al suelo.
– mantente quieta puta si no quieres que te mate.–
mientras yo lloraba y le suplicaba que parara me mantenía quieta temiendo lo peor, Don Carlos se baja los pantalones junto a su boxer dejando expuesto un pene enorme de unos 20 cm y bastante grueso, lo frotó contra la entrada de mi conchita y lo metió de golpe hasta el fondo haciéndome soltar un grito de dolor, comenzó a penetrarme desenfrenadamente mientras me tomaba con fuerza enterrando sus dedos en mis caderas, yo solo lloraba y le gritaba que parara por favor a lo que el me respondió con una dura nalgada sin parar de metermela, asi pasaron los minutos hasta que dijo que estaba por correrse, sacó su pene de mi conchita y escupió mi ano.
– mi linda putita, usaré tu culo de depósito de semen.
metió su pene en mi ano de golpe haciéndome soltar un gran grito de dolor provocando que el se riera, con una mano tomó fuertemente mi cadera y la otra la puso en mi cuello ahorcandome y así comenzó a moverse desenfrenadamente partiendome el culo en dos. sin piedad alguna me desvirgó el culito haciéndomelo sangrar incluso pero ni aún así paro de violarme, comenzó a moverse con más rapidez y fuerza hasta que soltó una buena carga de semen caliente en mi interior.
– ufff…que buen culo tienes, desde ahora eres mi depósito de semen y todas las noches acá mismo te haré mi puta ¿entendido? –
yo permanecí en el suelo en la posición de perrito mientras mi ano escurría semen, gire mi cabeza y asentí aceptando mi destino.
– si señor, soy su puta ahora…–
el río,me posicionó con la cara y el torso pegados al suelo y me hizo empinar más el culo.
– te mereces un regalo por ser buena puta mi niña.–
Puso su pie en mi cabeza y comenzó a orinar mi cuerpo, mi espalda, mis nalgas, todo, pero centrándose más en mi ano y vagina, cuando acabó me tiró su camisa y me dijo que me podia ir, que mañana nos veiamos en el trabajo.

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Buenos días estimados lectores soy un chico que actualmente tiene 30 años por motivos de seguridad no voy a decir el nombre y ninguno de los que participan en la historia que básicamente es mi mamá y el hermano de mi papá ósea mi tío, que folla en esta primera parte hasta el relato de la mitad del segundo capítulo ya que luego entra un negro que nos folla a mi mamá y a mí, y en el último capítulo se folla y se termina enamorando de un inquilino super guapo que era manaba de ojos azules y de gran estatura, comenzare a describir un poco a cada uno de los participantes en este primer relato.
Mi mama mujer de 51 años bien conservada de las pocas mamás que se conservan super bien que tiene unas grandes tetas y un gran culo y a pesar de su edad sus partes aún siguen bien firmes y más de un amigo tanto de colegio como de barrio ha deseado fallársela o se ha pajeado soñando con esa fantasía, ya que mi mamá se conserva bien hace deporte y se cuida en alimentación; como decía mi mamá es blanca, pelo lacio de color negro, con unas enormes tetas que lo resalta muy bien, mi tío es hombre de mediano tamaño de 1.68 más o menos, es de cuerpo normal, siempre se ha vestido super bien, solo con ternos y ese tipo de estilo, lo que si se carga una enorme verga grande y gruesa de color negra super venuda y ustedes se preguntaran ¿Cómo sabe que tiene esa enorme verga?.
Bien para no aburrirles tanto quiero contar que yo soy un joven normal como cualquiera que trabaja y estudia, pero que en sus tiempos libres me la paso jalando la verga o follando con una u otra amiga o también voy a follar con amigos ya que soy bisexual, pero antes que nada y sin darme cuenta soy bisexual gracias a esta experiencia.
Para comenzar con el relato porno esto va cuando yo tenía unos 8 años, muchas personas dicen que a esa edad es difícil recordar eventos, pero hay ciertos eventos en los cuales recordamos con claridad ya que son experiencias, como todo niño en esa época tenía un grupos de amigos y amigas mayores y menores en la cual nos pasábamos el día en la escuela jugando y durmiendo como todo niño o joven en esa época, unos más adelantados aprendíamos a mamar vergas, vaginas o culos, o hasta ser penetrados siendo hombre o mujeres no importaba todos teníamos la excitación al máximo o la curiosidad de aprender algo nuevo.
Un día de esos no recuerdo muy bien que fecha, ni la hora, yo regresaba de jugar fútbol y me quede dormido y solo se encontraba mi mamá y mi tío en casa ya que siempre fue bien recibido, y en ese entonces mi papá trabajando en ventas por lo que siempre pasaba viajando, un buen día yo regresaba de jugar futbol y me quede dormido pero ya más o menos al caer la noche tipo 7 pm empecé a escuchar unos gemidos y balbuceos que no entendía muy bien así que me desperté y me escondí en un mesón que tenía mi comedor que da a la cocina, en el cual me escondí dentro y como tenía una pequeño cuadrado en el que se podía ver perfectamente, pude observar lo que estaba pasando en lo cuál me quede helado ya que vi que mi mamá estaba con las tetas desnudas y mi tío se las estaba chupando y mi mamá con su mano derecha agarrando la verga que tenía mi tío super parada yo calculo unos 15 cm más o menos super negra y una cabeza rojiza, y mi mamá le decía:

M: ahora que estoy super caliente métemela que ya no aguanto más, dame por el culoooo hoooo haaaa hahaaaaaa

T: Te encanta mi verga verdad mi amor te amo, que rica estas, te quiero llenar de leche y hoy me vas a dar tu culito verdad es que tanto quiero

M: Si mi amor hoy me vas a romper el culito

Y a mi tío le brillaba la verga yo no entendía lo que pasaba y estaba como petrificado solo sentía una gran comenzon en mi verga que ese tiempo como niño me media 7 cm y solo recuerdo que sin darme cuenta escondido donde estaba me la saque y me comencé a pajear claro está que en ese tiempo no sabía lo que era hasta después que me lo dijo mi mejor amigo que acariciarse la verga era pajearse, bueno en fin yo me quede viendo mi verga como se erectaba, y luego de eso vi como mi mamá estaba arrodillada chupando la verga se la metía entera y mi tío empezó a gemir cada vez más fuerte, ohhhhh ohhhh ohhhhhhhhhhh hasta que dio un largo gemido y le salió una cosa que no sabía que era en ese entonces pero era blanca y le salió chorros unos tres por lo menos que le lleno la boca ella se la trago y luego lo que sobraba alrededor de la boca se limpió con un papel que estaba en la cocina y luego se besaron y luego de eso mi tío le subió en otro mesón donde guardamos las cosas de la cocina y le empezó a lamer la vagina mientras a mi mama le salían jugos que parecía que se orinaba y mi tío se los tragaba todo luego de un buen rato yo también solté leche pero no era mucha y yo seguía tocándome la verga ante semejante espectáculo, y luego de que mi tío termino de chuparle la concha quedo un charco en la cocina luego de eso mi tío se la metió en la vagina y mi mamá siempre le repetía te amo amorrrrr haaaaa q rico destrózame destrozameeeee haaaa q rico haaaaa q ricooooooooo pasaban así un buen tiempo hasta q mi tío le bajo del mesón y le llevo a la sala para poder fallársela por el culo pero la cargo aún con su verga dentro de la vagina y si sacarla cuando llegaron yo me escabullí detrás de ellos y ahora me escondí en una pared que estaba en la sala y tenía la vista perfecta, luego de eso les espío y me di cuenta que me regreso a ver mi tío con una mirada como diciendo ajá te encontré.

Pero no paso nada por el contrario seguían follando y mi tío regresaba a ver como si supiera que los estaba mirando le saco la verga de la vagina y se la puso a mi mamá en cuatro y con el culo parado mi tío le embistió con fuerza y sin remordimiento y mamá pegó un grito que ya no se aguantaba y mi tío la follo más fuerte hasta que dentro de unos 10 minutos mi tío le dijo te voy a llenar de leche pero en tu vagina y mi mamá le dijo si mi amor lléname de leche soy toda tuya le saco la verga del culo y salió más brillando que nunca, y luego de eso se la metió en la vagina otra vez y mi tío gimió fuerte diciendo haaaaaa es la mejor deslechada de mi vidaaaaa haaa haaa haaaaaa…. que ricoooooo igual mi mamá solo gemía haaaa haaaaa aaaaaa aaaaa aaaaa…… Los dos temblaron de placer y luego quedaron recostados yo eyacule ha esa edad por tercera vez pero esta vez manche la pared, y los dos quedaron dormidos un buen rato luego me subí a mi cuarto y me puse a ver la tele para disimular y para que se me ponga mi verga normal porque no sabía lo que estaba pasando claro en ese entonces era un niño pequeño que ya tuvo su primera eyaculación y bueno en si, me encanto el espectáculo y me gusto tanto la vagina de mi mamá q estaba pequeña y bien depilada para ya ser madre y bien follada la tenía pequeña y se le veía bien estrecha e igual me encanto la verga de mi tío que estaba super rica y deliciosa.
Como les mencionaba yo siempre que tenía la oportunidad les espiaba para poder verlos como follaban, un día recuerdo que regresaba del colegio y en eso entro despacio y sin hacer ruido ya que mi papá siempre llegaba de noche, encuentro a mi mamá y mi tío en la habitación de mis papás en la cama matrimonial que tenían en pleno 69 pero mi mamá no solo le chupaba la verga si no también las bolas los dos gemían de placer hasta que mi tío le paro y le puso en cuatro en eso momento yo pensaba de niño que el pene también se metía por donde sale la caca, me imaginé que iba hacer desagradable, pero por el contrario a mi me gusto mucho ver como entraba esa verga en un espacio muy cerrado y mi mamá gemía de placer hahaaaaaa que rico le decía rómpeme mi culo siempre amor te amooooooo, que ricooooooo haaaaaa, y también recuerdo bien siempre que follaban cuando ya estaba por eyacular el hermano de mi papá, le sacaba le verga sea de la boca o del culo y le eyaculaba en la vagina.

Luego de esos en una reunión de mis amigos solo hombres les conté lo que había visto hicimos como una especie de pijamada, y un amigo que tenía 14 años era el mayor de todos, nos dijo que sentía rico y que si queríamos aprender a dos que teníamos 8 y 10 años y mis otros dos amigos 13 y 12 años uno era negro, entonces mi amigo de 14 años se bajo el pantalón y nos enseñó su verga y dijo así la tiene tu tío y yo le dije que mas o menos que a de él era un poco más pequeña pero no era por mucho pero si era más gruesa.

Entonces los otros le siguieron he hicieron lo mismo y a la hora todos nos quedamos desnudos, entonces mi amigo se acerco con su verga y olía super rico he hice lo que había visto a mi mamá hacer lo de mi tío y mi amigo dijo que la mamaba super rico se acerco el negro y también se la chupe pase así como 20 o 30 minutos, los dos gemían mientras que mi otro amigo de 10 se la estaba chupando al de 12 y se escuchaba rico los gemidos haaaaaa siiiiii que ricoooooo que ricooooooo ricoooooo y tragaban saliva, cuando mi amigo el negro eyaculo fue la primera vez que probe semen sabía delicioso, y luego mi amigo de 14 años me puso en cuatro intento penetrarme pero no pudo, y de tanta presión que hacía en mi culo me eyaculo encima y se sentía delicioso, entonces ya super lo que era follar con dos hombres con tan solo 8 años, luego me follo mi tío y luego los otros amantes de mi mamá.

Cabe mencionar que esta historia es 100% real, no es nada ficticio ni exagerado, son solo recuerdos que tengo de los más placenteros y tristes de mi vida ya que mi mamá por tener esa vida de follar con todos acabo con nuestra familia, pero eso llegará en el tercer capítulo de como ya se supo casi toda la verdad.

Espero poder pronto escribir la segunda historia

Ese verano comenzó con un mes de junio tórrido, muy caluroso y extremadamente agobiante, porque de lunes a viernes mi novio trabaja, mis mejores amigas también trabajan, mis amigos se vuelven vagos y no salen hasta que se va el sol por la calor, y yo, que había acabado la universidad, me quedaba muchas horas aburrida sin hacer qué hacer.

Un entretenimiento fue ir a la playa, ya que me queda relativamente cerca del piso donde vivo con mi novio. Apenas son cinco esquinas, y mi trozo favorito es cercano a un espacio donde hay unas instalaciones para hacer deporte. Allí acuden chicos y chicas para hacer pesas y gimnasia al aire libre y gratuita, y hay muchos chicos que se lo toman muy en serio, porque veo bastantes chicos que están espectaculares, con unas abdominales y unos músculos marcados y definidos, atléticos, sin llegar a ser esos globos hinchados con las venas que parecen que le van a estallar.

Desde mi rincón en la playa los veo a unos cincuenta metros de distancia. Me distraen, y de paso disfruto del paisaje varonil, y un día, a mediados de junio, ya tostada y morena de tanto sol, decidí acercarme hasta ellos. Fui luciendo mi sexy bikini negro, toalla en mano, discreta mochila, y lo hice porque me apetecía meterme en el ambiente y hacer un poco de deporte.

Estaba yo mirando cómo iba el cacharro de una máquina cuando se me acercó un chico guapo en el que ya me había fijado, treintañero, alto, de pelo muy corto, muy bronceado y cuerpo atlético con unos músculos muy bonitos y definidos.

“¿Te enseño cómo funciona?” – me dijo amable y simpático.
Así comenzó la charla el primer día. Me dijo qué músculos se trabajan, cómo he de ponerme, cuántas veces he de repetir el ejercicio, y yo obedecí a rajatabla todo lo que me dijo. Me comentó que se notaba que yo tenía interés, y entre risas y bromas le respondí que soy bastante sumisa. El chico se rio, y durante media hora estuvo haciendo deporte con él.

Al día siguiente volví al área de deporte, impaciente por recobrar el entreno con ese chico, porque reconozco que físicamente sentía atracción por él. Realmente era muy atractivo.

“No sabía que vienes cada día” – le comenté disimulando en tono de sorpresa.
El chico me comentó que es un adicto al deporte, que se cuida mucho, y que le encanta estar en forma, y la verdad es que tenía toda la razón. Lo demostraba con su físico maravilloso.

Le dije que me apetecía hacer glúteo, y el chico me indicó una serie de ejercicios para poner el culo duro. La verdad es que no me hace falta nada de ejercicio de culo porque tengo unas nalgas prietas y muy estilizadas, también porque soy una chica delgada que me gusta andar y la comida sana. Era simplemente una excusa por ver si salía algo de erotismo en la conversación.

Lo cierto es que los ejercicios eran exigentes. En el cuarto ejercicio ya iba yo casi quejándome, y en un momento del entreno le dije que me motivara, que por algo era entrenador.

“Obedece, sumisa” – dijo entre risas, anotando que yo había ido lo de que era muy sumisa.
“Sí, Amo” – le respondí, y entre risas también dije que es cierto, que sí lo dije ayer.
El juego de roles fue apareciendo a intervalos durante toda la tarde, y cada vez que hacíamos el papel me recorría el cuerpo un escalofrío de emoción y excitación, y al despedirnos la mirada desprendía un clima caliente y de deseo entre ambos.

Llegué a casa, y le expliqué todo a mi novio, que también es sumiso, muy pasivo, y le gusta el rol de cornudo. Le dije que el chico era guapísimo, le conté el rollo que nos habíamos creado de Amo y sumisa entrenando, que era excitante, musculoso, que me encantaría ser su sumisa, y le dije que tenía que conocerlo, porque además es muy simpático y agradable.

Vino a la playa el viernes siguiente, dado íbamos a ir de fiesta después y cenar fuera de casa. Llegó ya con la noche caída, y nos encontró charlando en la orilla de la playa. Yo vestía un bikini blanco muy sensual y pequeño que adornaba mi figura de pecho firme y cintura estrecha, y el chico llevaba un pantalón de deporte, con el torso desnudo.

Los presenté, se saludaron, y apenas llevábamos cinco minutos hablando de deporte y entrenos que mi novio le preguntó qué tal es en sexo. Yo me quedé parada.

“Soy muy bueno” – respondió sonriendo y tímido.
Entonces mi novio le explicó todo. Le contó lo que yo había dicho, que lo veía guapísimo, que quería una aventura erótica con él, y que me gustaría ser su sumisa.

“no le hagas caso, es un bromista” – me salió a mí de respuesta.
Mi novio insistió en que lo había dicho de verdad, que lo decía en serio, y le contó mis gustos, que me gusta que me impartan disciplina, que sean Amos severos pero educados, muy activos sexualmente, que me castiguen, que me tengan atada, y me vuelvan loca de placer. Le contó que en el dormitorio tenemos cuerdas a montones, mordazas, capuchas, vibradores, fustas, pinzas, y le dijo dónde estaban.

“Eso no se cuenta”- maticé yo asombrada.
Entre mi novio y él se cruzaron una mirada y sonrisa cómplice, y acto seguido el chico tomó las riendas del juego. Se puso en pie, me miró perversamente, y al mirar yo hacia arriba por ver qué hacía me dijo:

“Mira al suelo, sumisa”.
Me quedé petrificada unos segundos, pero rápidamente sonreí, seguí la corriente del juego, y agaché la mirada a la arena de la playa.

“No hablarás si yo no te doy permiso, ¿lo entiendes? Y esto es una conversación privada entre tu novio y yo” – me amonestó.
“De acuerdo, me quedaré callada” – dije.
“¡Vaya! Te hace falta mucha disciplina. Responde sólo con Sí Amo, y no digas ni una palabra, ¿entendido?” – y por primera vez dije “sí Amo”.
“Necesitas mucha disciplina. Ponte de rodillas, sumisa” – y yo, que estaba sentada, corregí mi posición, y me puse de rodillas cabizbaja.
“No me mires. No mires a tu novio. No mires a nada ni a nadie. Mirada al suelo, y callada”, y yo, sumisa, obedecí.
Mi novio empezó a recoger mis cosas, mi toalla, la ropa, las zapatillas, mientras yo seguía sumergiéndome en mi rol de sumisa, de rocillas, quieta, inmóvil, callada y mirando al suelo.
Al acabar de recogerlo, el chico me ordenó levantarme, con la mirada todo el rato inclinada al suelo. Me ordenó coger mi mochila, y vistiendo sólo el bikini tanga y descalza nos fuimos camino de casa.
Obediente y cumplidora, llegamos al portal de mi casa. Yo estuve todo el rato callada y cabizbaja mientras mi novio y él hablaban sin tapujos de mis gustos sexuales. El capullo de mi novio le desveló todos mis secretos, mis fantasías favoritas, y lo que hacíamos.

“Eres una sumisa muy viciosa” – me dijo el chico cuando se abrió el umbral de la fachada.
Subimos a la tercera planta, y sólo entrar en casa me puso de cara a la pared, brazos abiertos levantados, palmas apoyadas en la pared, y piernas muy abiertas, en la posición de cacheo o de prisioneros de guerra.

“No te muevas”.
Durante unos minutos me quedé sola e inmóvil mientras él y mi novio recorrían el piso y las habitaciones. Volvieron unos cinco minutos después, y yo seguía en la misma posición, estática como una estatua.

“hazle disfrutar duro” – le dijo mi novio, y despidiéndose de mí con un beso me dijo que se iba de fiesta solo, y me dejaba en sus manos.
Yo aún estaba bajo el impacto de su frase cuando sin demora recibí el primer azote en las nalgas. A pesar de llevar el bikini tanga puesto, noté el azote, porque es un bikini minúsculo que descubre todo el culo menos la raya.

Cuéntalos y di Amo” – me ordenó el chico, y yo dije de inmediato “uno, Amo”.
Me dio un segundo azote, y dije, “dos, Amo”.

Justo entonces hubo una breve pausa. Mi antifaz favorito de tela gruesa y elástica se puso en mis ojos, y con los ojos vendados, sin ver absolutamente nada, reanudó los azotes.

“Tres Amo” – dije.
“Cuatro Amo” – añadí.
En el quinto oí la puerta del piso abrirse, y el sonido del azote se escuchó hasta la puerta del ascensor.

“Cinco Amo” – dije con tardanza porque me había despistado.
“Mal, sumisa” – me abroncó – “te has retrasado. Pídeme perdón”.
“Perdón, Amo” – y como castigo me impuso volver a empezar de nuevo la tanda de veinte azotes.
Contaba yo por el octavo, “ocho Amo”, cuando oí las llaves de mi novio salir y la puerta cerrarse.

“Nueve Amo” – conté temblorosa.
Me quedé sola. Saberme en soledad me excitó brutalmente, y al llegar al veinte me ordenó darle las gracias por parar y por regalarme los azotes.

“Gracias Amo”.
Mi culo ardía. Debía de estar rojo como un tomate, y notaba como si quemara. Seguía sin moverme, sin abandonar esa posición morbosa, y sentí mi collar de sumisa cerrarse en mi cuello.

“A cuatro patas”.
De inmediato lo hice.

Quieta, perrita. Espera a que te llame”.
Al final del pasillo, ya dentro del comedor, oí la voz del Amo.

“Ven aquí, perrita”.
Anduve a cuatro patas y a ciegas hasta llegar a la puerta del comedor. Me colocó la correa del collar, y un tirón me indicó hacia dónde debía de girar.

“Vamos, perrita” – y yo seguí la dirección y el ritmo que me marcaba.
“Eres una perrita muy bonita y sumisa” – me dijo.
La ceguera de la venda me hacía escuchar con mayor nitidez los ruidos, mi respiración, y provocó mi desorientación porque no me dejaba aproximarme a muebles y paredes, que me hubieran servido de guía. Sólo seguía las indicaciones de la correa del Amo, y al ordenarme ponerme en pie de nuevo yo no tenía ni idea de dónde estábamos.

Lo supe cuando noté el tacto del tapizado de cuero de una cruz en forma de X que mi novio y yo habíamos construido. La hicimos con madera, al sistema artesanal, tapizado de cuero, y la habíamos clavado en una pared vacía de nuestro dormitorio. La clavamos muy fuerte y muy sólida con tornillos, también la habíamos pegado con materiales de construcción, y estaba tan dura que era como parte de la pared. Para arrancarla hay que usar un tractor.

La diseñamos a nuestro gusto, y tiene una especie de arandelas, repartidas unos veinte centímetros entre cada una desde lo alto a lo más bajo, donde se pasan las cuerdas, porque a mí me encanta el tacto de las cuerdas.

“Levanta los brazos” – me ordenó.
Con los brazos enganchados a la forma de la cruz, Me quitó el sujetador del bikini, y con mis pechos desnudos ató en mi muñeca derecha la primera de las cuerdas. Apretó el cordaje en el hueco cerrado de los aros, con el nudo inalcanzable en un lugar que seguro se lo debía de haber enseñado mi novio, y de ahí prosiguió con las cuerdas por muñecas, brazos, codos y hasta el hombro. Bajó por el cordaje de mi torso, apretó las cuerdas que fijaban inmóvil y sin despegue mi cintura contra la cruz, in balanceo ni giro a derecha o izquierda, perfectamente petrificada. Entonces me quitó el tanga del bikini, y totalmente desnuda usó las últimas cuerdas para mantener mis piernas totalmente abiertas atadas a la cruz, por muslo, rodillas, gemelos y tobillos. No podía moverme nada. Estaba completamente indefensa, sola, con mi novio que se había ido de fiesta dejándome dominada por ese Amo atractivo.

“¿Te gusta, sumisa?”.
“Sí, Amo”.
“¿Estás excitada?”.
“Sí, Amo”.
“Voy a hacer que supliques de tanto placer insoportable” – me susurró perverso al oído.
Yo me quedé callada y en silencio, sin permiso para hablar.

De pronto sus manos tocaron mis tetas. Tocaron mis pezones, los rozaban, los pellizcaban, jugueteaban, y con los sentidos eclipsados apenas me percaté de la cercanía de unas pinzas metálicas. Colocó la primera en mi pezón derecho, la segunda en el izquierdo, y al prensar la rosca no pude evitar un grito de dolor. Fue como un pinchazo en mis pezones, y el grito fue corto y seco.

“¿Duele, sumisa?”.
“Sí Amo”.
“¿Sufres?”.
“Sí, Amo”.
“¿y te gusta?”.
“Sí Amo” – reconocí.
Agité mis brazos y piernas, pero las severas ataduras me mantenían completamente inmóvil, y el único movimiento que pude hacer fue el de la cabeza y los dedos de las manos. Aferró su lengua a mi cuello, y empezó un rosario de lamidos y relamidos y besos que me derritió. No pude reprimir ninguno de los gemidos de gusto, mientras me acariciaba al mismo tiempo.

“Estas hecha toda una guarra” – dijo “Dímelo. Di que eres una guarra”.
“Soy una guarra, Amo”.
“Sí, lo eres. Y también eres una zorrita ramera. ¿Tengo razón?” – decía mientras me derretía con los lengüetazos por el cuello.
“Sí, Amo. Tiene razón, Amo”.
“Dilo”.
“Soy una zorrita ramera, Amo” – repetí entre gemidos y jadeos.
Jadeaba yo posesa, y tenía convulsiones por todo el cuerpo que parecía que estuviera poseída. Yo estaba en un nivel sin cordura y fuera de todo control. Me encantaba, y a los diez minutos mis gritos de jadeo debían de oírse en el Polo Norte. Nunca me había oído yo gemir tan alto y alocada.

Entonces tuvo una idea muy morbosa. Paró un momento y tomó el teléfono aun yo jadeando de excitación. Llamó a mi novio, y puso el altavoz en abierto. Habló con mi novio, y le dijo que me escuchara.

“¿Estás excitada, zorra?”.
“Sí Amo” – respondí con el teléfono en la boca.
“¿Cuánto estás de cachonda?”.
“Mucho Amo”.
“Cuéntale lo que estamos haciendo”.
Justo empecé a contar que estaba desnuda y atada en la cruz que volvió al ataque con los lamidos y besos por mi cuello. Con la entonación apoderada por los gemidos le conté me estaba lamiendo el cuello, y en medio de los besos le dije que estiraba de las pinzas en mis pezones. Aumentó entonces los lamidos por todo el cuello a un punto que incluso me costaba hablar, y cuando ya introdujo un dedo en mi vagina el grito de placer casi debería de reventar el auricular del teléfono.

“Eres muy escandalosa” – me amonestó oyéndolo mi novio.
“Perdón Amo, perdón Amo” – repetí enloquecida mientras seguía rotando el dedo en mi vagina.
Los jadeos ya eran de delirio absoluto.

“¿Te lo estás pasando bien?” – me preguntó mi novio.
“Mucho, mucho, sí, me encanta” – jadeé al borde de la histeria.
“Te prohíbo hablar con tu novio, sumisa” – me amonestó.
“Perdón, Amo”.
“Ahora solo tienes un Amo, que soy yo. ¿Lo entiendes?”.
“Sí mi Amo”.
“No vas a hacer nada ni decir nada sin mi permiso y que no te lo haya ordenado yo”.
“Sí Amo”
“Demuestra lo que has aprendido, y repite las normes una a una”.
“Soy su sumisa Amo. No tengo permitido hablar sin su permiso Amo. No puedo mirarle, Amo. Estaré siempre cabizbaja en señal de sumisión y obediencia Amo, Soy su perrita viciosa, Amo”.
“¿Y te gusta?”.
“Le adoro, Amo. Soy toda suya, Amo”
“Y tú mi zorrita sumisa”.
“Gracias, Amo. Muchas gracias, sí, sí, soy su zorrita sumisa, Amo”.
Yo estaba en un estado que me había olvidado de que al otro lado del teléfono lo estaba oyendo todo mi novio. Su dedo rotaba a una velocidad de vértigo, y yo estaba todo el rato al borde del orgasmo. Me preguntaba impaciente a mí misma por qué no lo tenía de una vez, pero cuando se acercó a mi clítoris, tan solo rozarlo, ya fue el estallido. Estaba lista hacia mucho rato.

Las ataduras me impidieron moverme nada, y las contracciones produjeron un terremoto en mí desde el cerebro hasta la punta de los pies.

“¿Qué se dice?”.
“Gracias, Amo, gracias Amo” – repetí.
“¿Te has corrido?”.
“Sí Amo, me he corrido Amo”.
“Pues esto solo acaba de empezar”.
Entonces salió de la habitación y se puso a hablar por teléfono con mi novio. Oía un ronroneo, pero aún agitada y revuelta, y con los tabiques de las paredes por en medio y la Puerta cerrada, no entendí de qué hablaban. Oí una risa, un tono perverso, y a los diez minutos volvió. Oí abrirse cajones y el armario ignorándome por completo, que tampoco podía ir a ningún sitio con esas ataduras, y justo después de revolver unes cajas se aproximó hasta mí.

“Abre la boca” – me ordeno.
Obedecí de inmediato, y la gruesa bola de mi mordaza que tenemos en casa entró en mi cavidad bucal. Apretó las correas, cerró la hebilla al máximo de ajustada tres mi nuca, por debajo del pelo, y amordazada me ordeno que le diera gracias.

“aaaccciafffff Ammfffoo” – dije amordazada.
Sin perder tiempo, cubrió toda mi cabeza con el hood que tenemos. Por él mismo no podía haber encontrado ese material, por lo que supuse que se chivateó mi novio. Ciñó el cordaje que ajusta la máscara a mi cabeza, y solo el tramo justo de mi fosa nasal abierta para poder respirar bien quedo al descubierto.

“Me ha dicho tu novio que te gusta sufrir”.
“fffffiiiiii Ammpffffoo” – dije en un tono muy apagado por la mordaza y la máscara.
“Pues vas a sufrir de lo lindo” – y solo decirlo abrió las pinzas de golpe.
Aquella liberación provocó un efecto inaudito, un dolor brutal que me hizo morder la mordaza con fuerza, y que provocó lágrimas de dolor por debajo de la venda. La sensación de castigo me excitó muchísimo, y el chillido que emití se fundió con otro gemido, el de placer, cuando metió un vibrador al fondo de mi vagina empapada.

El primer orgasmo lo tuvo al primer minuto, y ya me quedé en un estado que para nada era relajado. Al mismo tiempo, jugueteaba con mis pezones doloridos, los tocaba, pellizcaba, retorcía, masajeaba, pero cualquier roce aumentaba mi sufrimiento. Mi cerebro había entrado en un éxtasis en el que ya no sabía mi nombre ni qué hora era ni dónde estaba. Sólo sentía placer por la vagina y castigo por los pezones.

Después añadió a la fiesta un vibrador de estimulador de clítoris, y eso ya fue una tortura invencible de orgasmos. Tuve uno, dos, tres, y al cuarto yo resoplaba como un búfalo enrabiado. No pedí pausa ni descanso ni lo quería ni lo iba a hacer, y fue el Amo quien decidió atajar los castigos cuando yo estaba inmersa en un orgasmo perpetuo, o era uno detrás de otro, pero las convulsiones y contracciones no cedían, no aminoraban, hasta el extremo de que, ya sin vibradores, diría que tuve otro orgasmo.

Aún estaba bajo sus efectos que noté el cuerpo musculoso pegarse a mi torso, ombligos tocarse, y su polla carnosa entró toda dentro de mí. Allí ya sí que no sabía yo ni qué día era, ni si era enero o marzo o diciembre o estábamos en Marte. Me volví absolutamente loca, sumisa, entregada al placer y a su dominio y al sexo. Embestía como un toro, yo apresada en la cruz clavada en la pared, y esto de los orgasmos ha de ser contagioso, porque tuvimos los dos el orgasmo al mismo tiempo.

Retiró su polla, y me dijo que se iba a duchar. Me quedé en la cruz sola con todo intacto, atada, amordazada, enmascarada, desnuda, y me encantó. No sé si fue media hora o cuánto fue, pero se me hizo corto. Yo quería más tiempo cuando vino a desatarme.

Libre de cuerdas y mordazas, miré al suelo cabizbaja de inmediato cuando me quitó la venda.

“Camina al comedor con las manos a la espalda”.
“Sí Amo”.
Anduve desnuda hasta el rincón que formaba el sofá en la esquina del comedor.

“De rodillas y de cara a la pared”.
Obedecí sin pensarlo.

“mira al suelo todo el rato”.
Así lo hacía yo sin parar.

“pon las palmas de las manos sobre los muslos, dedos estirados, separados, abiertos, en silencio, callada, y sin moverte”.
En esa postura me mantuve inmóvil como si fuera un jarrón o un florero. Se puso a ver la televisión, comió de la nevera, y yo seguí sumisa y disciplinada mientras avanzaba la noche. Es curioso, pero no tuve ni hambre ni cansancio ni sueño, y supe que era ya muy de madrugada porque llegó mi novio.

“¿qué tal se ha portado?”.
“Ahí está”.
Ambos me miraron, y yo seguí sin hacer movimiento, postrada de rodillas y mirando al suelo.

“Ponte a cuatro patas, sumisa” – me ordenó el Amo.
Lo hice al momento.

“Ven aquí, perrita”.
Avancé hasta llegar a la altura de los pies del Amo, y al llegar recibí un azote en la nalga con la fusta.

“Uno, Amo”.
Volvió a azotarme.

“Dos Amo, tres Amo, cuatro Amo” – iba contando yo en mi postura a cuatro patas y desnuda.
Al llegar al veinte termino y dije “gracias Amo”.

Con el culo rojo oí cómo se despedía de mi novio. Fuimos hacia la Puerta, ellos andando y yo a cuatro patas detrás de ellos dos.

“Ven, perrita” – me decía el Amo.
Llegamos hasta la puerta.

“¿Quieres volver a verme?”.
“sí, por favor, Amo, quiero volver a verle Amo”.
Me prometió que me aceptaba de sumisa. Me ordenó que siguiera en esa posición, y esperara a que mi novio me diera permiso para levantarme cuando él se hubiera ido. Se despidieron muy amigos, en muy buen ambiente. Se fue, y al cerrar la puerta pensé que mi novio me diría que me levantara, pero fue todo lo contrario.

“Túmbate en el suelo. Las perritas duermen en el suelo. Y hasta mañana no te levantes” – y yo me encogí, en una mezcla de posición fetal y como duermen las perritas encogidas, y a los dos minutos, por agotamiento, relajación y felicidad, me dormí con una sonrisa en mis labios

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Era un nuevo ciclo escolar y estábamos conociendo a los profesores, pero yo al tener un problema de salud nunca me gustaron los deportes al cien, y llegó la hora de gimnasia el profesor era simpático y bromista fueron pasando las semanas y había algo que al verle me intrigaba, claro que aparte de sus ojos que me cautivan con el misterio que lo hacía más curioso.
Un día salí antes de clase de química para ir hablar con el, y nunca espere lo que ocurriría después.
Cuando comenzamos a platicar me dijo que no me preocupe que todo pasa por algo y comenzó a sonar mi espalda me recosté y desabrochó mi bra y sentí como sus manos me recorrían y de repente me cubrió con su chamarra con una delicadeza que nunca había visto y se recostó junto a mi me abrazo y me pego a su pecho y me dijo- no te preocupes todo va estar bien- besando mi frente y acariciando mi barbilla con su mano.

Para la siguiente clase ya no lo veía igual ese caparazón que lo cubría había desaparecido y vi que comenzó a jugar con una compañera lo que estaba experimentando eran celos y no lo podía creer pero mi cuerpo y mente se llenó de rabia y lo hacía frente de mi no podía creer lo cínico que era y cuando termino la clase me pidió que me quedara, mi mente trabaja al mil y no podía creer que solo con decir lo ciento creía que lo perdonaría.

Cuando me quedé me dijo ven pasa a mi oficina ahí tenía parte del material de deportes y me dijo -Te noto rara tienes algo- a lo que le contesté muy seca con un No. Y rápido se acercó a mi me abrazo tomándome de la cintura y pegándome a su pecho y me dijo con una sonrrisa cínica y burlona -no me digas que estás celosa de tu compañera por los juegos que hice- cómo no le contesté me abrazo tan fuerte que se fue a sentar a una banca corredizas de madera sentándome en sus piernas, me tomo de la barbilla y me dijo -cree que a la única que he tocado es a ti y te lo voy a demostrar, y volvió a desabrochar mi bra y lenta mente me lo quito me acerco a el de manera que quedáramos frente a frente y sus manos fueron subiendo desde mi cintura hasta mis pechos dando masajes suaves y yo me quite la playera no sé si fue instinto pero acerco su boca a mis pezones y los chupaba y estos se ponían duros pero era una sensación tan grata que sentí como una corriente subía por toda mi espalda, mi instinto fue agarrarlo de cuello y sentía su respiración y sus besos hasta que el me dijo no esto no es lo correcto perdoname y vístete. Yo obedecí porque tampoco sabía lo que había ocurrido y pasaron los días. Lo seguía viendo en clases pero todo era diferente su mirada era tierna, pero a la vez de culpa, pero para mí era algo más grande.

Hasta que unas semanas después yo tomé el valor fui a verlo y a platicar con él y me dijo: es que no se que paso pero no puede seguir esto no es lo correcto, lo abrace y le dije tocando con mis dedos su contorneado pecho, yo no te estoy diciendo nada y mucho menos que no quiero o si , entonces bésame y el beso nos undio en un calor, y me dijo espérame salió y cuando regreso le puso llave a la puerta mientras yo veía la TV y me dijo no voltees y de repente se acerca a mi en shorts y playera deportiva y me levanta llevándome a el escritorio besando mi cuello y quitándome la blusa y el bra tomándome en sus brazos, y moviendo su cadera frotandose en mi y de repente toma mi mano y la lleva a su verga grande y dura y me enseña como tocarla y moverla mientras me lleva a una pila de colchonetas y me sube con delicadeza y me quita el pantalón, yo mojada esperando y comienza a tocarme encima de mi panti primero con un dedo y suave y se agacha a besarme los pezones y chuparlos eso me excitaba tanto que no podía controlar mi respiración.
Me dice -estas segura de esto?- y yo solo movi la cabeza en forma afirmativa y movió con sus dedos mi panti y me los quita me tocaba con pequeños golpes yo solo sentía que quería más, al sacar su verga la frotaba con migo sin meterla y me decía tranquila y respira y así pasaron como 8 min pero para mí fue una eternidad, hasta que lo metió lento, yo solo gemi però era una experiencia única y el encima de mi moviéndose y yo siguiendo su ritmo me jalaba hacia el levantando mi pierna encima de su pecho hasta llegar los dos al orgasmo y fundirnos en uno solo

Ya los había oído cantar varias veces, como si tuvieran un reloj interno se le oye a los gallos cantar cada cinco minutos. Se sentía ese frio que penetra hasta los huesos. Vuelve cantar nuevamente, ella se niega a levantarse pero el cielo se aclara y la luz empieza a entrar por la ventana, se da cuenta que es inútil quedarse más tiempo acostada y resignada se quita la cobija por partes, primero se destapa hasta la cintura, lucha contra las ganas de quedarse acostada, pero intempestivamente una idea penetra su mente: ¡Lucero!. Y a la porra vuela la pereza, el frío, se para como un rayo de la cama, abre la puerta de su cuarto y sale al corredor. La mañana esta opaca, todavía no se a disipado la neblina, de la cocina sabe el humo del fogón, sus ojos recorren todo el corredor y no la ven, la puerta de su cuarto también esta abierta; ¡diantres!, piensa al darse cuenta de que se demoró mucho tiempo en levantarse y que ella ya está en el baño. Si había algo que más le gustara por la mañana, era ver a Lucero por la mañana en su piyama, una bata que le llegaba hasta las rodillas y que hacía que se pudieran distinguir sus curvas en ella; Qué téticas tan deliciosas se podían ver, empujando la piyama hacía afuera, sus pezones se marcaban claramente, grandes, esponjosos, delicados; su cuello en ve dejaba que se vieran un poco, como invitando a los ojos a deleitarse con ellas y a veces como por una obra divina, cuando levantaba sus brazos se podía ver, por una fracción de segundo, por la manga de su piyama, una de sus hermosas téticas, que afortunada ella cuando eso pasaba, gracias a Dios Lucero odiaba dormir con brasieres, y como su piyama le quedaba tan ajustada, dejaba poco a su imaginación, y aunque no tenía unas tetas muy grandes, tenían suficiente tamaño y firmeza para llamar la atención. Pero como buena latina, lo que no tenía en tetas lo tenía en culo: qué firmeza, qué redondez, que tamaño tan imponente; la tela se metía entre sus nalgas y era poco lo que dejaba a la imaginación, que contoneo, parecía que esas dos nalgas cobraban vida al verla caminar. Y que hablar de esas caderas, dejaban ver el grosor de sus piernas; todo en ella la invitaba a verla, como algo magnético, que se imponía, que obligaba a apreciarlo. Su pelo negro, lizo, largo, de ojos pequeños, achinados, que la hacían ver tierna, de cejas gruesas, de pestañas largas, pies pequeños, hermosos, como los de una muñeca, y por último su piel blanca. Todos esos pequeños detalles eran para ella algo irresistible, lo que animaba sus mañanas.
Lucero, Lucero, Lucero… Que ser tan irresistible, tan deseado, lastima que no se pudiera quedarla viendo eternamente, ya varías veces se había quedado embobada viéndola por mucho tiempo y se había topado con la mirada penetrante de Lucero, como en son de reclamo, de protesta al darse cuenta que la estaban reparando con una mirada lujuriosa. Por todas las veces que Lucero la había descubierto mirando su cuerpo, ella se había aprendido a contentar con pequeñas miradas furtivas que recorrían su cuerpo en fracciones de segundos, reparándola de pies a cabeza; y es que de verdad era tan hermosa que ella la había deseado desde el primer momento en que la vio.
Pero a destino el que tenía ella, consumiéndose en su deseo, conformándose con miradas de soslayo, masturbándose en las noches pensando en ella, imaginándosela desnuda, recorriendo su cuerpo, fantaseando con un mísero beso. Qué vida tan amarga, ella sabiéndose hundida en el pecado, atragantándose con sus pensamientos, viviendo con sus ideas en soledad, sin poder hablar con nadie; y es que era tal su obsesión por Lucero que a veces lloraba en la soledad de su cuarto, preguntándose por qué mi Dios no la hizo desear a los machos, los cuales no la hacían sentir el menor deseo; y ya varías veces había sido pretendida por los hombres y lo único que sacaban de ella era un completo y aburrido desprecio. En cambio por su Lucero: muñeca hermosa, cuantas atenciones tenía ella, como le brillaban los ojos cuando la miraba, como se le atragantaban las palabras al hablar con ella. Y qué más podía hacer, clavadas en lo profundo de la montaña, en lo profundo del bosque, viéndola día y noche, desde que amanecía hasta que anochecía. Desayunando juntas, almorzando juntas, comiendo juntas, trabajando juntas. Como se deleitaba ella peinándola –acercaba la nariz a su pelo y se deleitaba con su olor-, pintando sus uñas –sintiendo la suavidad de su piel-, oyéndola hablar de sus machos; que si fulanito me hizo ojitos, que si peranito me cogió la mano, que si sultanito me iba dar un beso… y ella la escuchaba, tragando su amargura, como le miraba esos labios fijamente, fantaseando con un beso, como la miraba a los ojos, fijo, profundamente; y en esa soledad estando solo ellas dos rodeadas de machos, como deseaba a veces ser ella uno de ellos para poderla cortejar como se merece. Pero no, ese pensamiento la llenaba de impotencia, ella sabía que la iba a desear en silencio por el resto de sus días y pensaba: ¡ahí mi Lucero, si supieras cuanto te deseo!
Esa mañana, después de recorrer con su mirada todo el corredor y pensar que ya se había metido al baño, la vio salir de la cocina, con su piyamita ajustada, con sus pies descalzos, con sus pezoncitos hinchados –agradeciendo que estuviera haciendo tanto frio-, con la piel de gallina, con sus bellos parados, con su pelito desordenado, como la veía de hermosa, la había reparado de pies a cabeza, antes de saludarla

-Cómo his’ta su mercé?
-Con un frío de los mil demonios, y usté?
-En las mismas

Abrazo, pico en la mejilla –ella se conformaba aunque fura con esas migajas-, y eso la hacía tan feliz que tenía que reprimir su emoción , así que después del saludo matutino, siguió derecho y entró a la cocina a tomar los tragos antes del baño. Qué rico era sentir el calor de la leña del fogón después de haberla abrazado y sentir contra su pecho las téticas de Lucero.
Después de lo habitual en la mañana: baño y desayuno. Ella estaba muy contenta porque ese día les tocaba corte a las dos en el cañaduzal, lo cual significaba que iban a estar las dos solas todo el día y eso le encantaba porque a ratos se podía quedar embelesada mirándola mientras ella con su machete tumbaba caña. Y es que una de las cosas que más le atraían de Lucero era esa fuerza que tenía y ese empeño que tenía al hacer las cosas, trabajaba igual que un macho pero sin perder en ningún momento su delicadeza.
Tenía una risita en la boca, miraba fijamente a Lucero, ya había despuntado el sol, ni una sola nube en el firmamento, estaba haciendo un calor de los mil demonios y voliando machete debajo de ese sol ardiente Lucero estaba completamente sudada, era delicioso ver como le corrían las gotas de sudor por el cuello, por la cara, como se le pegaba la camisa completamente mojada. No sabía que tenía metido en esa cabeza pero Lucero se le hacía completamente irresistible, no dejaba de mirarla so pena de que ella se volteara y la viera embelesada mirándola en vez de estar trabajando y aun siendo consiente de esta situación no se detuvo, la volvió a escudriñar de pies a cabeza, y mirándola y mirándola sintió una idea que se fue apoderando de ella, cada vez con más fuerza y como ciega de deseo, dejó de reprimir esa idea que la consumía, soltó el machete y se puso detrás de Lucero y le pasó la lengua por el cuello mientras le cogía las tetas.
Lucero tan dueña de si misma como siempre se volteó y la miró fijamente a los ojos.

-Por qué hiciste eso –dijo Lucero-, ¿Estás loca?
-Sí, estoy loca por ti –dijo Yulieth-
-¿No ves qu’eso es pecado so pendeja?
-Yo por vos ardería dichosa en el infierno

Lucero estaba impávida, esa situación la dejó pasmada por lo mucho que Lucero la quería le era imposible tratarla mal

-Yo quiero saber ¿por qué hiciste eso? –preguntó Lucero-
-Lucero, porque a yo desde que te conocí te deseo, es algo que me consume diariamente, cada vez que te veo, cada vez que te toco, cada vez que te hablo, por las noches te pienso, es algo más fuerte que a yo misma, ese deseo me quema, me atormenta sin parar, y prefiero que me odies a quedarme más tiempo callada

Lucero guardaba silencio, estaba pensando en lo que ella le había confesado y por todo el amor que sentía por ella le era imposible enojarse. Además a Lucero le había gustado lo que sintió, nunca le habían besado el cuello y eso la hizo sentir algo especial, y dándose cuenta de esto no supo que pensar, guardó silencio por un rato, la idea de que esto era pecado la atormentaba, pero no pudo negarse algo, esa lengua en su cuello y sentir sus manos en las tetas la había excitado, sentía su coñito palpitando, además se sentía alagada, nunca hubiera pensado que ella la pudiera desear; además pensó en todo el valor que tuvo que haber tomado para confesarle semejante desfachatez.
Ella vio que Lucero no se había puesto histérica ni rabiosa, lo que le dio esperanza y cogió las manos de Lucero y las puso en sus tetas, ella las apretó y las soltó inmediatamente. A Lucero le gustó, su coñito seguía palpitando, sentía que le hervía la sangre y cabe anotar que Lucero no era ninguna mojigata, era amante de las emociones fuertes; pero a pesar de lo que estaba sintiendo no quería dejar que las emociones la dominaran.
Ella al ver que Lucero no la rechazaba del todo hizo un segundo intento y volvió a apretar las tetas de Lucero suavemente, y como ella se dejó, volvió a besarle el cuello, esta vez Lucero se desmadejó y todo su cuerpo tembló al sentir esa lengua haciéndola gozar y además se dio cuenta de que ella la tenía que desear mucho al besarle ese cuello todo sudado y no darle asco.

-Nos vamos a quemar en el infierno –añadió Lucero pero en tono de aceptación-
-Ya te dije que con tal de estar contigo puedo arder eternamente en el infierno

Ella entendió que Lucero se había entregado al placer, volvió a coger las manos de Lucero y las llevó nuevamente a sus téticas, esta vez no las quitó y las empezó a apretar con delicadeza. Yulieth tomo a Lucero de la barbilla y puso sus labios en los de ella, delicadamente, lo volvió a hacer pero esta vez Yulieth mordió su labio inferior, Lucero le correspondió de la misma forma y seguidamente se empezaron a besar apasionadamente. El corazón de Yulieth palpitaba a mil revoluciones por minuto, no podía creer tanta dicha, pero a pesar de su emoción no quería espantar a Lucero; metió sus manos por debajo de su camisa, luego por debajo de sus brasieres y empezó a tocar sus téticas. Lucero estaba muda presa de la emoción, sólo se oía esas grandes bocanadas de aire que tomaba una y otra vez; y es que a pesar de que Lucero era de las que no se amedrentaba por nada, en ese momento estaba en shock, no tenía ni idea de que hacer, lo que sí sabía era que no quería parar de besar a Yulieth, que delicia de besos, nunca antes la habían besado tan rico, que suavidad, que delicadeza, esa lengua mojada recorriendo sus labios, chocando con su lengua, Yulieth chupaba su lengua, chupaba sus labios. Yulieth estaba en las nubes, su mayor deseo se estaba haciendo realidad, tenía todo el día para ellas, Yulieth sabía que en la casa nunca la iba a poder tener, pero en el cañaduzal sí, nadie las iba a molestar, se podían entregar a los más perversos placeres, iban a poder gemir como perras sin que nadie las oyera, era un sueño echo realidad.
Yulieth, mulata hermosa, pelo castaño oscuro, de tetas grandes, enormes caderas, culo pequeño pero en forma de manzana como en los retratos Victorianos, grandes cejas juntas, enormes pestañas, grandes ojos color marrón, alta, era una potranca imponente, con su piel bronceada, era bastante deseada por lo imponente de su figura.
Yulieth empezó a desnudar a Lucero, se sentía insegura porque pensaba que de un momento a otro Lucero se podía asustar y dejarla a ella con los crespos hechos. Por eso Yulieth no paraba de besarla, de recorrer su espalda con los dedos, empezó a subirle la camiseta para quitársela, despacio, ella subió las manos y se la dejó quitar, Yulieth mirándola a los ojos se llevó la camiseta a la cara y empezó a olerla mientras la miraba a los ojos, y es que una de las cosas que más tenia excitada a Yulieth era que su amada, la más deseada, estaba completamente empapada de sudor y con ese sol alumbrándolas sin una sola nube que lo amortiguara las iba a hacer sudar a chorros. Yulieth no perdió el impulso, rodeo a Lucero con sus manos y le desabrocho el brasier, Lucero la miró a los ojos, y Yulieth entendiendo que su amada se estaba sintiendo fuera de línea, la volvió a besar y se quitó la camisa y el brasier. Yulieth sabía que Lucero estaba en terreno desconocido así que ella no le iba a poner las cosas difíciles. Era la gloria para Yulieth, tantas veces mirando esas téticas de reojo, con miradas rápidas de soslayo a veces por misericordia de Dios cuando levantaba esos brazos, y ahora las tenía ahí, todas para ella, que hermosos eran esos pezones, rosaditos, gorditos, suavecitos, invitándola a chuparlos, Lucero tenía que estar muy excitada porque los tenía completamente hinchados. Yulieth se armó de paciencia, volvió a besar a Lucero, luego con su lengua recorrió su cuello, se lo chupó, se lo besó, se lo lamió y Lucero sólo se dejaba sentir con esas contorsiones que son tan típicas cuando se siente placer, y ahora sin despegar la lengua de su cuello, bajó hasta sus téticas y por fin pudo chupar esos pezones, sería muy difícil describir la cara que puso Yulieth, pero para resumir, cerró sus ojos y se entregó al deleite de disfrutar esos pezones, los lamía, los chupaba, deslizaba su lengua de arriba abajo, en círculos, le daba pequeños mordiscos, chupaba el uno, chupaba el otro, con sus manos en la espalda de Lucero, recorriéndola suavemente, y Lucero solo se desmadejaba y gemía en completo éxtasis.
Por su parte Lucero ya ni pensaba, estaba desencajada, ningún macho la había echo sentir semejantes placeres, además los labios de Yulieth eran tan suavecitos que era una delicia sentirlos, y no todos carrasposos rodeados de barbas duras. De cuando en vez le llegaba un pensamiento, estaba entregada al pecado, ¡qué horror!, pero cuando esos pensamientos llegaban eran extinguidos por la suave lengua de Yulieth recorriendo se cuerpo, y qué diablos, si este placer que sentía, es lo que uno siente cuando peca, pues que se la llevara el patas porque en la vida había sentido algo tan bueno y cagado un dedo, cagada toda la mano. ¡Qué placer!, ¡Qué cosquilleo!. Sentía esos corrientasos de placer tan nuevos y maravillosos, que si el cuello, que si los pezones, que si los dedos recorriendo ese cuerpo todo sudado, con ese sol ardiente implacable, los dedos de Yulieth recorrían esa piel con tal delicadeza, ayudados por una espalda bañada en sudor, y Entre más sudaba Lucero más encantada Yulieth, De tanto sentir placer pensó Lucero que ella también quería hacer sentir a Yulieth lo mismo que ella y como lo que más la desmadejaba era los besos en el cuello empezó por ahí, sacó su lengua y al ponerla sobe la piel, sintió ese sabor saladito del sudor y se dijo a si misma que si a Yulieth no le importaba el suyo a ella tampoco el de Lucero, y se entregó al placer de recorrerlo eh imitando lo que le hizo la otra, lo besaba, lo chupaba, lo lamía, la volvía a besar, y como en un curso rápido, Lucero puso a Yulieth a pasear en las nubes, y ni hablar cuando Lucero le empezó a chupar las téticas a Yulieth, que digo téticas, tetotas las de esa mulata, y entre más chupaba más perra se ponía la una y la otra.
Yulieth se hizo detrás de Lucero y empezó a pasarle la lengua por la espalda, subía hasta el cuello, volvía y bajaba y Lucero gima que no a gemido, revolcándose en su cañaduzal, completamente todo para ellas dos. Yulieth lo piensa por un momento mientras le chupa la espalda, duda pero se tira al charco, le empieza a meter la mano por la sudadera y siente la mano de Lucero que la agarra duro.

-No, ahí no –dice Lucero-
-Relájate, te prometo que te voy a hacer gozar –espeta Yulieth, muerta de las ganas de sentir el coñito de Lucero-
-¿Estás segura, nos vamos a fundir en la paila mocha?
-Yate dije que con tal de estar contigo me refrito en el infierno, así que dejá la bobada que lo que te voy a hacer es lo más rico que vas a sentir en la vida

Y Yulieth vuelve a meter esa mano dentro de esa sudadera, le siente las tanguitas, Lucero tiembla, Yulieth estira, levanta la tanguita, mete los dedos y cual sería la dicha de Yulieth al sentir ese coñito en un mar de jugo, ese coñito está completamente chorriado de jugo, qué felicidad, tantas veces que se lo imagino mientras se masturbaba pensando en ella, y ahora lo estaba sintiendo y para más dicha de ella estaba tan mojado que se sintió ensalzada al saber que estaba haciendo gozar al objeto de sus deseos. Yulieth la tiene clara, quiere chupar ese coñito, todo su jugo, saborearlo, hacerla venir una y mil veces, pero empieza por el principio, le toca el clítoris, lo tiene duro, lo acaricia, lo aprieta, baja un poquito, le mete los dedos, vuelve y juega con el clítoris, mientras lo hace con la otra manito le agarra las téticas, y le chupa el cuello, la meta de Yulieth es hacerla tener su primer orgasmo antes de bajarle, y con semejante estimulación, Lucero tiembla, gime de placer y estaba tan arrecha que en un santiamén Yulieth logra su cometido y Lucero tiembla en sus brazos teniendo su primer orgasmo. Yulieth se para y se quita el pantalón y las tangas, Lucero la mira espantada y se da cuenta que ella lo hace primero para que Lucero se deje quitar los de ella. Yulieth empieza por quitarle las botas, la hace parar y empieza a bajarle la sudadera despacio, Lucero le entra la pensadera: ¿pa’ qué me quiere desnuda? Ni se le pasa por la cabeza que Yulieth le va a chupar ese coñito. En todo caso se deja quitar la ropa, Yulieth la acuesta y le sigue tocando el coñito mientras le chupa las tetas, Lucero gime sin imaginarse lo que les’pera, ni’siquiera boca de macho a probado ese coñito, Yulieth le separa las piernas, empieza a bajar esa lengua despacio sin parar de tocarle el coño, sigue bajando, tiene la lengua en el ombligo, sigue bajando, Lucero se incorpora, Yulieth la empuja y la vuelve a costar, deja de tocarle el coño y con las dos manos le separa las piernas, y mirándola a los ojos, las dos se quedan mirándose fijamente y como con la mirada Yulieth le dijo todo, pega su boca a ese coñito, Lucero pega un grito, se vuelve a incorporar, pero esta vez no la vuelve a acostar sino que le empuja duro las piernas para que no las vaya a cerrar y se deleita en el coñito de Lucero, todo rosadito, completamente mojado, clítoris duro, Yulieth mueve esa lengua de arriba abajo, succiona todo el juguito y siente todo el sudor que hay en ese coño, pone la nariz y empieza a olerlo, se deleita con su olor suave, su sabor dulce, Yulieth está en el paraíso, lo que tanto había soñado se hizo realidad, no se había imaginado esa mañana que hoy iba a hacer realidad su fantasía, pero ahí estaba, revolcándose en ese coño, sintiendo ese jugo tan dulce, sintiendo ese olor tan tierno, no se cambia por nadie. Sigue chupando, le mete dos deditos y no para de chupar, busca su punto G, toca y toca y toca hasta que lo encuentra, Lucero empuja la cadera cuando la toca ahí, y vuelve y empuja, y se tensiona, y Yulieth en lo máximo de su felicidad sabiendo que está haciendo gozar a su ensueño, Lucero también está en el paraíso jamás se había imaginado que se pudiera sentir tanto placer, se tensiona de tanto placer, empuja la cadera como un movimiento involuntario que la hace gozar más, se le tensiona todo el cuerpo, se estira, se encorva se revuelca en manos de Yulieth y en el éxtasis de la dicha tiene un orgasmo de padre y señor nuestro, es tanto el placer que sintió y tan largo el orgasmo, que queda temblando de pies a cabeza, Yulieth no contenta la quiere hacer venir otra vez pero al ponerle la lengua en el clítoris Lucero mete un grito y le empuja la cabeza durísimo, ella entiende que está tan sensible que ya no aguanta más placer, así que sube y le da un delicioso beso para que pueda sentir el sabor de su coño regado por toda su boca.
Ahora la que está desesperada por sentir placer es Yulieth, y lo que siempre había fantaseado mientras se masturbaba era en revolcarse en la boca de Lucero, está tan arrecha que no se detiene a pensar si ella sí le gustaría bajarle o no, le mete un empujón, la acuesta y se le monta encima y para sorpresa de ella Lucero le baja como toda una experta, puso mucha atención en lo que le hacía Yulieth y ahora lo está poniendo en practica, mientras ella mueve esas caderas de potranca en celo sobre la boca de Lucero, ella saca su lengua y sin necesidad de decirle nada, la deja estirada para que Yulieth se revuelque a su antojo, Yulieth para y deja que Lucero le baje, y como toda una experta mueve esa lengua por el clítoris, la sube, la baja, succiona el clítoris, vuelve y mueve esa lengua como si fuera toda una experta, y Yulieth con la arrechera que tiene y sabiendo que su coñito es el primero que chupa el objeto de sus deseos, la arrechera ya no le da para más y sin el más mínimo esfuerzo Lucero hace que se venga en su boca revolcándose como toda una perra en éxtasis de su arrechera, y Lucero que en su vida a probado el jugo y había olido un coñito se percata de que ese sabor y ese olor salió del coñito de Yulieth y en medio de su inocencia no sabe que nombre ponerle a eso, pero no dice nada por miedo a quedar como una tonta, pero le gusta el sabor que dejó en su boca. Yulieth se le hace encima, recostada sobre ella y le da un beso pasando toda la lengua por su boca y haciéndole saber a Lucero que a ella también le gusta saborear el jugo que sale de su coño.
Después de semejante emoción Yulieth se queda unos minutos encima de Lucero, besándola y acariciándole el pelo. Es tan sublime el momento que vivieron, que las palabras sobran ahí recostadas en el cañaduzal.

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Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo ….
Tía Fiordaliso no cabía en sí de felicidad, parecía querer saltar por toda la sala de estar, se subió al sofá arrodillándose y dándome la espalda.     Movió su trasero seductoramente invitándome a ir tras ella.

—Pensé que debía recompensarte en algún modo después del maravilloso trabajo que hiciste … ¿Quieres follarme? …

Sus pestañas aletearon a mil por hora mientras lo decía.     No necesitaba mayor aliento que eso.     Toda mi ropa quedó esparcida sobre la alfombra y me estacioné con mi pija dura como el acero, justo detrás de ella.     Haciendo pasear mi polla entre sus blanquizcas nalgas.     Apreté sus apretados labios vaginales con mi glande lustroso y empujé para penetrarla.     Deslizarme dentro de su coño se sintió increíble, deslicé mis manos bajo su delantal y aferré sus duras y pesadas tetas, haciéndola arquear su espalda y afondando más mi polla dentro de ella.

—Siii, Mateo … Apriétame toda …

—Así que estás embarazada, ¿eh? …

—Así es … Embarazadísima …

Lo dijo bien fuerte, remarcando feliz y radiante la palabra.     Finalmente podía decirlo después de probar por varios años.

—Eso quiere decir que viniste aquí solo en busca de sexo, ¿verdad? … Solo quieres ser follada, ¿eh? …

—Bueno … Sí, eso es lo que quiero …

—¿Sabes que significa eso? …

—Que soy una … ¿Puta? …

—Eso es lo que eres … Una puta caliente en busca de una polla que la folle …

—Bueno … Entonces si soy una puta caliente y preñada … Fóllame … Hazlo, por favor …

No me hice repetir el ofrecimiento y hundí mi polla en su coño hermoso y apretadito con mayor fuerza, la habitación se lleno con los sonidos de mis muslos abofeteando sus firmes glúteos.

—Virgen Santísima …

—Para nada … Soy solo una puta preñada … Y por favor dámelo más fuerte y duro …

Sin duda que esa era mi intención, así que aferré sus esculturales caderas y la embestí con todas mis fuerzas, Luego la agarré del pelo y la tiré hacia atrás cada vez que le daba un golpe hacia adelante.     Tía Fior gemía de lujurioso placer y siguió suplicándome que se lo diera más fuerte.

—Más, Mateo … Dame más … Que rica que es tu polla … Dámela fuerte y duro …

Era una exquisita e increíble sensación.     Ella me quería no solo por mis espermatozoos, sino también porque le gustaba mi pija.     De hecho, había venido exclusivamente a regalarme con su coño, quería tener sexo conmigo.     Me sentí mucho más mayor y contento.     Sentí que de un momento a otro podía correrme, pero a mi edad sabía que podía repetir mis prestaciones muchas veces.

La agarré por los hombros y la tiré hacia mí, haciendo que su hermosa espalda se arqueara y su cabeza se colocara casi junto a la mía, entonces le gruñí cerquita de su oreja:

—Me voy a correr, tía … Tú ya estas embarazada, ¿verdad? … No te sucederá nada, ¿eh? …

No me contestó nada, pero su cuerpo comenzó a temblar.     La solté hacia adelante y aferré sus caderas, comenzado a follarla con todo mi ímpetu de adolescente.     Mis muslos chocaban violentamente con su trasero, le enterré mi entera polla en su coño jugoso y con un gruñido animal me descargué dentro de ella.      Tía Fiordaliso gemía sonoramente, se agarró al respaldo del sillón con sus uñas finamente pintarrajeadas, encorvadas y clavadas en la felpa del sofá.     Su cuerpo no cesaba de estremecerse, luego como una liberación lanzó un rugido de tigresa.

—Uuuurrrggghhh … Arghhh … Ummmmmm … Umpf … Aaaahhhh … Ssiii, Mateo … Ssiii, umpf … Soy … Soy tú puta embarazada … Uhmmmmmm …

—Me encanta que seas así, tía … Me follaste y quedaste embarazada … Hiciste que me corriera dentro de ti una y otra vez … Y ahora esperas un bebé …

Ella todavía no podía tomar el control completo de su cuerpo.     Se estremecía en convulsivos espasmos, gimiendo y suspirando.     Al parecer tía Fior se había corrido cuando eyaculé mi cálido semen en ella.

Estuvimos allí por un rato.     Ella de rodillas sobre el sofá y yo de pie detrás de ella con mi polla todavía entera dentro del coño de mí tía resbaladizo e hinchado.     Tía Fior dio un respiro profundo y salió de su frenesí y paroxismo de pasión y me dijo:

—Uhmmmmmm … Al parecer le has tomado gusto a eyacular en mí, ¿eh? … Te gusta dejarme llenita, ¿verdad? …

Todavía con mis manos en sus caderas, la tiré contra mi polla y se la volví a clavar hasta el fondo, dando ligeros gruñidos en respuesta.

Nos desplomamos juntos sobre el sofá, yo encima de ella.     Se sentía tan bien su culito redondito y firme presionando mis muslos.     Hubiese querido permanecer en esa posición por toda mi vida.     Me sentía feliz.     Había ayudado a la mujer más bella del mundo a cumplir su sueño, a cambio había obtenido experiencias maravillosas, relaciones sexuales increíbles.     No podía pretender ni querer nada más.     Estaba satisfecho.

Tía Fiordaliso y yo dejamos de vernos por algunos años.     Ella tuvo un hermoso bebé y las únicas veces que nos veíamos eran en reuniones de familia.     Todos estaban felices con el nuevo arribado a la familia, nadie reparó en nada.     Nuestra relación volvió a ser igual a la de antes de que iniciáramos la “Operación bebé”, tía y sobrino.     Nadie pareció notar nada de extraordinario ni extraño.

Las vueltas de la vida y el destino, a veces nos juega unas pasadas inesperadas e insólitas.     Una tragedia terrible golpeó a la familia.     Tío Jairo murió en un accidente aéreo.     Toda la familia se puso de luto, por supuesto también mi madre y yo.     Tío Jairo había sido un buen tipo y todos lo recordábamos de ese modo.

Tía Fiordaliso heredó toda la fortuna de mi tío, más un suculento seguro de vida de varios cientos de millones.     Pero al parecer ella no pensaba en el dinero en ese triste momento.     La consolé durante el funeral, la sostuve y sequé sus lágrimas.     Mamá insistió y no la dejo ir de vuelta a su casa en completa soledad.     Fue entonces que ella con toda naturalidad comenzó a acercarse a mí en busca de compañía y calidez humana.

Esta vez nos acercamos de una manera distinta.     Me sentaba en el sofá y ella se acurrucaba a mí lado.     Como una gatita desesperada que simplemente no puede soportar una vida de soledad.     Cuando yo me ausentaba terminando mi educación secundaria, ella me esperaba y corría a mi encuentro al momento de regresar a casa.     Necesitaba estar cerca de mí.

Terminé la universidad, hice mi tesis, me titulé de abogado y celebrando mi titulación en casa.    Di la noticia que ya había encontrado un trabajo a tiempo completo.     La reacción de mi tía fue inolvidable.     Dejó de cenar, cerró sus ojos y contuvo la respiración.     Tan pronto como dije que sería en la misma universidad, cerca de casa mía y casa suya; lanzó un suspiro de desahogo y sonrió.     Entonces supe que ella no quería que me fuera lejos de ella.

Seguimos frecuentándonos regularmente.     Ella visitaba nuestra casa y otras tantas yo iba a su casa.     Cenábamos juntos, salíamos a caminar juntos, compartíamos juntos en nuestras fiestas familiares.     No se como nuestra relación se convirtió en algo de estar juntos.     No había nada de oficial ni de relación carnal, simplemente disfrutábamos estar en compañía el uno del otro.     Todo evolucionaba gradualmente, como una via obligada hacia nuestra felicidad.

Me di cuenta de esto una vez especial, nos sentamos juntos en el diván con mis padres, estábamos jugando un juego de mesa.     Mientras nos divertíamos y reíamos en familia, ella me abrazó y me besó en la mejilla como si fuera la cosa más natural del mundo.     Nadie reparó en ello.     Pasaron algunos meses y ella y yo comenzamos a volvernos cada vez más íntimos, ya no solo nos abrazábamos, sino que nos besábamos como pareja.     Tampoco nuestras familias reaccionaron en algún modo negativo, a pesar de que ella era más de diez años mayor que yo.     Tía Fiordaliso era parte de la familia y todo el mundo la amaba.

Un día en que estábamos disfrutando de una cálida jornada de sol, cuando su hijo, Mauricio, vino corriendo, mamá lo perseguía a corta distancia.     Hizo una finta cubriéndose con el cuerpo de su madre y luego salió corriendo por la otra puerta y mamá chillando detrás de su sobrino-nieto, o mejor dicho su verdadero nieto.     Fiordaliso me tomó la mano y mirando la puerta por donde había escapado Mauricio y mi madre, dijo:

—Parecen felices, ¿no? …

—Así es …

—¿No crees que a tu madre le gustaría tener también una nietecita? …

La miré un tanto sorprendido.     Ella se levantó y se paró frente a mí.     Inclinándose hacia adelante se quitó graciosamente sus bragas y las lanzó en mi regazo, dándome a entender que ahora estaba totalmente desnuda debajo de su vestido.     Pestañeé y recién me di cuenta de que no habíamos vuelto a tener relaciones sexuales desde aquella vez en que vino a darme la noticia de que estaba embarazada.

Nos habíamos involucrado sentimental y románticamente sin pensar en ello.     No habíamos pensado en el sexo, hasta ahora.

—¿Quieres aquí mismo? …

Pregunté asombrado e inquieto pensando a que mamá podría volver.     Ella se ruborizó, pero asintió, me bajé los pantalones hasta mis tobillos y ella me montó ahí mismo sobre el sofá.

—Hazme el amor y no pensemos en nada …

Susurró en mi oído.     Sentí la cálida humedad de su coño cuando mi polla se sumergió en sus empapadas paredes vaginales.

—Oh, estás mojada … ¿Acaso estabas pensando en esto de antes? …

—Uhm … No sé … Tal vez, sí …

—Quieres que te deje otra vez embarazada … Lo pensaste desde hace algún tiempo, ¿eh? …

—Ehm … Tal vez, sí … Podría ser …

—Quieres volver a ser mi puta cachonda y embarazada, ¿eh? …

—Sí … Ssiii … Eso quiero …

Luego se inclinó hasta un lado de mi cara y me susurró con una voz ronquita.

—Quiero ser tu puta cachonda y embarazada para toda la vida … Todo el tiempo …

Se echó hacia atrás y me regalo una de sus estupendas sonrisas diciéndome.

—Pero primero tenemos que intentarlo … Todas las veces que sea necesario, ¿quieres? …

Ciertamente no podía oponerme a tan poderosa razones.

El fin.

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